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Los niños y las niñas de preescolar son inquietos, traviesos, francos, y gustan de pasar
largo tiempo jugando y explorando su entorno. Cuando algo les interesa se
empeñan en aprenderlo, y cuando pierden interés lo abandonan. Su curiosidad les
hace manipular diversos objetos tratando de comprender el funcionamiento de las
cosas que los rodean. Los niños abrazan, toman de la mano, buscan atención
afectiva y aprobación de lo que hacen, buscan ser elegidos y apapachados. Están
en un proceso de desapego de sus familiares o cuidadores como referente cercano
de afecto, por lo que necesitan de recursos y estímulos distintos a los que se
emplean con niños más grandes, adolescentes y adultos para comprender su
entorno y empezar a apropiarse de las habilidades necesarias para desarrollar su
pensamiento y socializar con otros niños y adultos.
Muestran mucho interés por acercarse a los libros, especialmente aquellos que están
ilustrados con imágenes llamativas, coloridas y creativas. Les gusta observarlas,
narrar historias, describir personajes, imaginar o fantasear lo que pasó o sucederá,
etcétera. Observan con curiosidad y entusiasmo las ilustraciones y hacen el intento
por leer palabras. Generalmente les gusta que un adulto los acompañe en su
lectura, pues descubren el significado de las grafías de la escritura convencional.
Para algunos niños cualquier grafía, marca, dibujo o letra que plasman es un signo
que comunica, y por tanto es valioso, pues representa un nuevo descubrimiento. Lo
anterior lleva a reflexionar que vale la pena considerar que desde el planteamiento
del desafío y el uso o diseño de materiales didácticos se potencien las habilidades
para la lectura y escritura a partir de su genuino interés.
Los niños tienden a manifestar su interés por preguntar o proponer algo, sea o no el
tema que estén trabajando. Deben tener muy claro el objetivo que se pretende
alcanzar con las tareas que asumen, esto ayuda a dejar paulatinamente la
dependencia del LEC y promueve, de manera gradual, mayor autonomía.Cuando a
los niños se les hacen preguntas sobre la experiencia de aprendizaje que tienen, sus
respuestas pueden ser positivas o negativas, regularmente de reacción inmediata,
pero siempre comunican algo, puede ser con interés de continuar con la tarea o
con la finalidad de dejarla por completo y pasar a otra que ha enganchado
poderosamente su interés. Sin embargo, cuando la tarea y el diálogo entablado son
potencialmente interesantes, los distractores externos no causan el mismo efecto.
Las experiencias que se propongan a los niños tienen que anclar el aprendizaje en
una vivencia cotidiana significativa y remitirlos a la reflexión de los conocimientos
previos, así como permitirles que desarrollen habilidades de comprensión y que
reflexionen sobre el proceso de construcción de los conocimientos.
En el diálogo con los niños debemos cuidar que prevalezcan estas características:
» Interés por lo que nos quiere platicar o compartir, aun cuando no esté relacionado
con el tema de estudio. Es importante reconocer cualquier logro o avance para
seguirlos motivando a que confíen en sus capacidades y en su tutor.