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¿Cómo son y cómo aprenden los niños?

Los niños y las niñas de preescolar son inquietos, traviesos, francos, y gustan de pasar
largo tiempo jugando y explorando su entorno. Cuando algo les interesa se
empeñan en aprenderlo, y cuando pierden interés lo abandonan. Su curiosidad les
hace manipular diversos objetos tratando de comprender el funcionamiento de las
cosas que los rodean. Los niños abrazan, toman de la mano, buscan atención
afectiva y aprobación de lo que hacen, buscan ser elegidos y apapachados. Están
en un proceso de desapego de sus familiares o cuidadores como referente cercano
de afecto, por lo que necesitan de recursos y estímulos distintos a los que se
emplean con niños más grandes, adolescentes y adultos para comprender su
entorno y empezar a apropiarse de las habilidades necesarias para desarrollar su
pensamiento y socializar con otros niños y adultos.

Muestran mucho interés por acercarse a los libros, especialmente aquellos que están
ilustrados con imágenes llamativas, coloridas y creativas. Les gusta observarlas,
narrar historias, describir personajes, imaginar o fantasear lo que pasó o sucederá,
etcétera. Observan con curiosidad y entusiasmo las ilustraciones y hacen el intento
por leer palabras. Generalmente les gusta que un adulto los acompañe en su
lectura, pues descubren el significado de las grafías de la escritura convencional.
Para algunos niños cualquier grafía, marca, dibujo o letra que plasman es un signo
que comunica, y por tanto es valioso, pues representa un nuevo descubrimiento. Lo
anterior lleva a reflexionar que vale la pena considerar que desde el planteamiento
del desafío y el uso o diseño de materiales didácticos se potencien las habilidades
para la lectura y escritura a partir de su genuino interés.

Pueden estar concentrados en actividades que disfrutan, como escribir su nombre,


dibujar lo que observan, compartir lo que han aprendido y sus productos (por
ejemplo, en la demostración pública), preguntar a los adultos sobre un objeto o
situación, etcétera. Toman con disposición la realización de tareas, incluso por
periodos relativamente largos mientras se les dé acompañamiento, y se comenten y
reconozcan sus actividades y esfuerzo.

Los niños tienden a manifestar su interés por preguntar o proponer algo, sea o no el
tema que estén trabajando. Deben tener muy claro el objetivo que se pretende
alcanzar con las tareas que asumen, esto ayuda a dejar paulatinamente la
dependencia del LEC y promueve, de manera gradual, mayor autonomía.Cuando a
los niños se les hacen preguntas sobre la experiencia de aprendizaje que tienen, sus
respuestas pueden ser positivas o negativas, regularmente de reacción inmediata,
pero siempre comunican algo, puede ser con interés de continuar con la tarea o
con la finalidad de dejarla por completo y pasar a otra que ha enganchado
poderosamente su interés. Sin embargo, cuando la tarea y el diálogo entablado son
potencialmente interesantes, los distractores externos no causan el mismo efecto.

Hay información que es necesario darle al niño en el momento en que se dialoga


sobre la comprensión del tema que estudia para que siga avanzando en la
construcción de nociones o procesos. La instrucción sobre lo que harán los niños o el
planteamiento de preguntas y situaciones tiene que ser clara y concisa. Les debe
permitir pensar, reflexionar, sacar hipótesis y conclusiones. Es importante valorar en
qué momento cortar o hacer una pausa en el trabajo. Los niños generalmente
marcan cuándo parar. No es conveniente forzarlos a que sigan con el estudio de un
tema, y mucho menos, si el interés y la necesidad por avanzar o terminar es del LEC y
no del aprendiz.

Las experiencias que se propongan a los niños tienen que anclar el aprendizaje en
una vivencia cotidiana significativa y remitirlos a la reflexión de los conocimientos
previos, así como permitirles que desarrollen habilidades de comprensión y que
reflexionen sobre el proceso de construcción de los conocimientos.

En el diálogo con los niños debemos cuidar que prevalezcan estas características:

» Naturalidad y espontaneidad a partir de una situación novedosa, creativa y


llamativa iniciada por el LEC o por los niños, que tome en cuenta todo cuanto los
rodea en su entorno inmediato. La conversación es más rica cuando los niños parten
de una experiencia propia (por ejemplo, cuando narran una visita al parque), que
cuando es trasmitida por el LEC u otro adulto y el niño no la conocen.

» Respeto a lo que los niños expresen oralmente, ayudándolos a que identifiquen


información para expresarse mejor o hacerse entender. El LEC tiene que ofrecer
apoyo para que desarrollen su capacidad argumentativa.

» Interés por lo que nos quiere platicar o compartir, aun cuando no esté relacionado
con el tema de estudio. Es importante reconocer cualquier logro o avance para
seguirlos motivando a que confíen en sus capacidades y en su tutor.

» Confirmación de que lo que el niño ha expresado se ha comprendido. Para darle


la seguridad de que realmente entendimos lo que expresó o intentó expresar,
debemos decir con otras palabras su idea.
» Fomento de la curiosidad. Ésta es un elemento importante a considerar durante el
trabajo; lejos de ponerles un alto sobre aquello en lo que muestran interés, es
importante ver de qué manera se puede utilizar a favor del aprendizaje.

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