Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
BADOS
Estas y otras preguntas relacionadas tienen que ver con la importante cuestión de las
habilidades terapéuticas. Varios son los aspectos de esta cuestión que van a ser abordados
en este tema: a) características y habilidades del terapeuta que influyen en la tera-
pia; b) adaptación de la intervención a las características de los clientes; c) manejo de las
situaciones problemáticas que surgen tanto por parte del terapeuta como del cliente; y d)
estrategias para mejorar el cumplimiento del tratamiento, tanto por parte del paciente como
del terapeuta.
Un aspecto fundamental de la situación terapéutica es la relación entre terapeuta y cliente.
Cuanto mejor sea la relación, más inclinado se mostrará el cliente a explorar sus problemas
con el terapeuta y más probable será que colabore y participe activamente en los procesos
de evaluación e intervención. Terapeuta y cliente deben experimentar un sentimiento de
“nosotros” y constituir un equipo, una alianza en el trabajo conjunto hacia la consecución de
los objetivos terapéuticos. Se han destacado tres componentes en esta alianza terapéutica:
a) vínculo emocional positivo entre cliente y terapeuta, b) acuerdo mutuo sobre las metas de
la intervención, y c) acuerdo mutuo sobre las tareas terapéuticas.
Conviene tener en cuenta que, a diferencia de una relación de amistad, la relación terapéuti-
ca es totalmente asimétrica (se centra en las necesidades del paciente), no altruista (el
terapeuta cobra por su trabajo y, por tanto, el cliente no tiene por qué sentirse en deuda con
él) y sujeta a una serie de reglas formales de funcionamiento (frecuencia y duración de las
sesiones, lugar de las mismas, puntualidad, honorarios, duración limitada de la terapia,
colaboración activa del cliente).
1.- Para comenzar puedes realizar un sondeo de problemas de conexión que han tenido
con sus consultantes.
cuales son las situaciones con las cuales se han encontrado o han escuchado y que incluso
les puede dar pena, dar un ejemplo propio.
¿Qué características debe tener un buen terapeuta? ¿Cómo establecer una buena relación
con un cliente? ¿Cómo conseguir que comprenda, esté de acuerdo con y recuerde las
propuestas de evaluación y tratamiento? ¿Cómo motivarte para que coopere en el proceso
de evaluación y tratamiento? ¿Cómo manejar las dificultades que surgen en la terapia?
¿Cómo lograr superar las posibles resistencias al cambio? ¿A que se refieren con relación
terapéutica? vete al cuestionario steph
después del cuestionario
Tener un interés sincero por las personas y su bienestar; esto implica no tratar de obtener
beneficios personales y no anteponer las propias satisfacciones a las necesidades del
cliente.
Autoconocimiento.
Autorregulación.
(Beutler, Machado y Neufeldt, 1994). De todos modos, quizá una variable mediadora im-
portante sea la razón o razones por las que un terapeuta busca terapia personal. Sería in-
teresante que los programas de formación de terapeutas incluyeran módulos opcionales
- Experiencia vital. Una amplia experiencia vital, ya sea por experiencia directa o vicaria,
facilita la comprensión de los sentimientos y vivencias de los pacientes y la búsqueda de
soluciones a los problemas de estos. Ciertas experiencias vitales recientes (divorcio, de-
presión, crisis de pánico) pueden hacer aconsejable no tratar a pacientes con problemas
parecidos debido a posibles efectos de interferencia.
- Haber recibido una buena formación teórica y práctica y confiar en su propia habilidad
y técnicas terapéuticas.
- Energía y persistencia. Hacer terapia cansa física y emocionalmente, por lo que se re-
quiere una buena dosis de energía. Es probable que los terapeutas pasivos y con poca
energía inspiren poca confianza y seguridad a sus clientes. Por otra parte, el logro de re-
sultados terapéuticos requiere tiempo, por lo que se necesita paciencia y persistencia.
- Flexibilidad. Un terapeuta debe saber adaptar sus métodos y técnicas a los problemas y
características de cada cliente. Además, debe estar abierto a la adquisición de nuevas
competencias.
CUESTIONARIO PARTE 2.
Basándose en encuestas a psicoterapeutas profesionales, Guy (1993, citado en Feixas y
Miró,
1993) ha enumerado varias motivaciones funcionales y disfuncionales asociadas con la
elección
de la profesión de psicoterapeuta.
Motivaciones funcionales
- Interés natural por la gente y curiosidad sobre sí mismos y los demás.
- Capacidad de escuchar e interés en ello.
- Capacidad de conversar e interés en ello.
- Empatía y comprensión.
- Conocimiento y aceptación de las propias emociones, positivas y negativas.
- Capacidad de introspección.
- Capacidad de negación de las gratificaciones personales (las cuales hay que supeditar a
las de los clientes).
- Paciencia y cariño hacia los demás y aceptación de las personas tal como son.
- Tolerancia a la intimidad profunda.
- Satisfacción por tener poder e influencia sobre otras personas, pero sin caer ni en el abuso
ni en la sensación de omnipotencia.
- Capacidad de tomarse las cosas con humor.
Motivaciones disfuncionales
desarrollo de la terapia.
- Deseo de ayudar a otros a superar problemas no superados en la propia vida.
- Deseo de superar la sensación de soledad mediante el contacto con otras personas (los
clientes) en un marco estructurado y seguro.
- Deseo y abuso de poder que lleva a no respetar la autonomía de los pacientes.
- Necesidad desmesurada de dar amor o de sentirse amado.
- Deseo de rebelarse contra la autoridad. Esto puede hacerse sin problemas en el marco
seguro de la terapia, pero puede conducir a recomendar a los pacientes cosas contrarias a
sus intereses.
Kleinke (1994/1995) cita otras motivaciones frecuentes para ser terapeuta: independencia a
la hora de trabajar, posibilidad de trabajar con una diversidad de personas que presentan
una gran
variedad de problemas (lo cual proporciona un gran gama de experiencias y desafíos, y
supone un
estímulo intelectual), reconocimiento y prestigio que conlleva la profesión, y satisfacción
personal
al ayudar a otros.
CUESTIONARIO PARTE 3.
DESARROLLO PERSONAL…
EMPATIA.
Identifica las emociones y comportamientos que te genera el/la cliente: . ¿Qué emociones te
genera? Concreta las sensaciones difusas, tanto positivas como de malestar, que
experimentas: sentimientos de atracción, complicidad, identificación, simpatía, implicación,
“me cae bien”, enfado, agobio, irritación, fastidio (siento que es pesado), desconcierto,
desesperanza (es un caso imposible), ansiedad, tensión, tristeza, melancolía, sensación de
sentirme desbordado o superado, incompetencia, culpabilidad, turbación, sentirme atacado,
degradado, sensación de que no valora el trabajo que hago, sensación de que exige mucha
energía (me exprime), sensación de que intenta manipularme, etc. . ¿Cómo actúas con el
cliente?: ¿eres demasiado pasivo?, ¿le culpabilizas?, ¿te preparas las sesiones?, ¿le
escuchas?, ¿cumples los acuerdos?, ¿qué mensaje le transmites con tu comportamiento no
verbal?, ¿evitas tocar algunos temas o aplicar alguna técnica?, ¿te acomodas a lo que
quiere?, ¿tienes el control de las sesiones?, etc.
Identifica los comportamientos y actitudes del cliente que te generan la emoción. . ¿Cuáles
son los comportamientos del paciente que te generan esta reacción?: no mejora, la
evolución se ha estancado, no cumple los acuerdos, tiene una actitud crítica con el
tratamiento, es muy asertivo, es lento, es impaciente,
Tres actitudes fundamentales, ya señaladas por Rogers muchos años atrás, son la empatía,
la aceptación incondicional y la autenticidad. A estas tres actitudes puede añadirse la
escucha activa, la cual es un elemento fundamental de la empatía. Estudios de diversas
orientaciones terapéuticas y con diversos problemas (p.ej., trastornos de ansiedad, afectivos
y maritales) han mostrado que existen asociaciones significativas positivas entre estas
actitudes y los resultados del tratamiento (Keijsers, Schaap y Hoodguin, 2000).