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LECTURAS HISPANOAMERICANAS CONTEMPORÁNEAS – PRIMER AÑO

CLASE LUNES 6 DE MARZO DE 2013

Borges: una teoría de la literatura fantástica

El escritor argentino Jorge Luis Borges (1899-1986) compone ensayos con dos propósitos:
preparar a su público para obras que aún no había publicado (como una suerte de escritor-
pedagogo), y criticar a la literatura realista.

El primer ensayo es EL ARTE NARRATIVO Y LA MAGIA, publicado en la revista Sur en 1932, y


que más tarde se recogió en el volumen de ensayos Discusión. Él insiste en el arte narrativo
como un ARTIFICIO desde un doble punto de vista: el de los "procedimientos" y el de la
"trama".

No obstante, el punto central de su obra es la CAUSALIDAD de la ficción que se manifiesta de


dos maneras:

1. La causalidad presente en la naturaleza, regida por las leyes físicas (la ciencia).
2. La causalidad que rige el mundo de la magia (lo lúcido, lo ancestral y primitivo).

Explica Borges que indiscutiblemente en la sociedad (postmoderna) impera el caos, ya que el


ser humano es incoherente. Por lo tanto, la literatura realista es una farsa, puesto que sus
personajes no actúan efectivamente por lógica. Sostiene que un texto narrativo estará bien
constituido si funciona como una maquinaria precisa e infalible, donde nada puede quedar
librado al azar. Las sucesiones de eventos estarán causadas por lo que ha ocurrido primero.
Por tal motivo, los relatos borgianos son relojes exactos (todo está proyectado y tiene su razón
de ser; siempre una pieza mueve a la otra). Es una narrativa meticulosa y “artificiosa”, que
repite patrones y esquemas.

María Agustina Goiran


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Otro texto importante es el prólogo que escribió para su amigo Adolfo Bioy Casares, La
invención de Morel (1940). Es un manifiesto de la nueva narrativa fantástica que tiene dos
fines: el más obvio es presentar la novela de Bioy, y el más importante, dar los fundamentos de
una teoría de la narración que se propone diferir explícitamente de la presentada por Ortega y
Gasset en su conocido ensayo La deshumanización del arte (1925). Esto generará polémica
entre ambos autores.

Borges comienza su discusión con dos argumentos: en la novela realista, que pretende
plasmar realidades objetivas, los personajes actúan por causas no racionales. En cambio, la
novela tumultuosa o de aventuras (como Moby Dick), funciona como una doble causalidad
porque es un objeto artificial. En este tipo de universos, no hay contradicción entre las
leyes de la física y la superstición. Nada es arbitrario, porque todo responde a una
causa.

Concluye que la opción no es imitar el caos de la realidad, sino elaborar un “artefacto” que
tenga una estructura sólida y una causalidad bien marcada. Esta insistencia en el aspecto
caótico de lo realista, y el rigor de la novela de aventuras, está apoyado en la distinción entre
la CAUSALIDAD MIMÉTICA y la CAUSALIDAD MÁGICA (tomado del ensayo anterior).

Algo importante para destacar es que la literatura fantástica no fue concebida para evadirnos
de la realidad. Plantea preguntas para reflexionar acerca del mundo, y así lograr una
comprensión más profunda sobre la existencia del ser (cuestión metafísica). Dirá también que
"la literatura fantástica es una especie de capricho contemporáneo". Lo fantástico, que no
debe confundirse con lo milagroso o sobrenatural, tiene como fundamento una causalidad
profunda, que toma como modelo a la magia, tal como Borges la interpreta.

Por otra parte, Borges señalaba los procedimientos de la literatura fantástica en una
conferencia cuyos apuntes originales se extraviaron, y son los siguientes:

1. La obra de arte dentro de la misma obra.

2. La contaminación de la realidad por el sueño.

3. El viaje a través del tiempo

María Agustina Goiran


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4. El doble con sus dos variantes: una persona es dos personas; dos personas son la misma
(como Juan Dahlmann).

ARGUMENTO DE “EL SUR”

Juan Dahlmann, secretario en una biblioteca municipal en Buenos Aires, posee dos linajes
opuestos: el germánico por vía paterna, que representa lo intelectual y la pasividad; y el
argentino por vía materna, con el cual el protagonista se siente más identificado porque
simboliza la pasión, la aventura y el heroísmo (lo romántico). Francisco Flores era un soldado
que murió en un enfrentamiento con los indios de Catriel. Empujado por ese sentimiento, ha
logrado salvar el casco de una estancia en el Sur que había pertenecido antes a su abuelo.

Los últimos días de febrero (verano de 1939), cuando está volviendo a su casa tras haber
adquirido una edición de Las mil y una noches, Dahlmann se golpea la cabeza con el batiente
de una ventana; en el momento no le presta importancia al golpe, pero esa noche se despierta
con fiebre y entra lentamente en lo que califica como un infierno. Ocho días pasan hasta que
los médicos deciden trasladarlo a un sanatorio e intervenirlo.

Dahlmman despierta con náuseas en una celda que se asemeja a un pozo. En los días que
siguen, se da cuenta de que ese es realmente el infierno, y comienza a odiarse por su debilidad
y su enfermedad. Cuando el cirujano le explica que estuvo a punto de morir por una
septicemia (infección) Dahlmann se echa a llorar. Otro día, el cirujano le dice que está
reponiéndose y que pronto podrá ir a convalecer a la estancia del Sur.

María Agustina Goiran


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Ese día llega. Juan Dahlmann se dirige bien temprano a la estación Constitución para tomar el
tren que lo llevará al Sur. En el tren, el paisaje de la llanura se confunde y se mezcla con sus
sueños. El día pasa y Dahlmann siente que ese viaje hacia el Sur también es un viaje hacia el
pasado. Parece incluso notar que el tren en el que se encuentra ahora es otro.

Un guardia le explica que el tren no va a detenerse en la estación en la que él debería bajarse,


por lo que le conviene hacerlo en la siguiente y, de allí, conseguir otro medio para llegar a su
estancia. Dahlmann desciende entonces en una estación casi en medio del campo. Unos
hombres le indican dónde puede encontrar un coche, y el recién llegado camina unas doce
cuadras hasta un almacén de campo. Entra y se dirige a quien parece ser el dueño, aunque
rápidamente se da cuenta de que lo ha engañado su parecido con uno de los empleados del
sanatorio. El hombre le dice que mandará a preparar un carruaje. Mientras espera, Dahlmann
decide comer. En una mesa un tanto alejada, unos parroquianos comen y beben. En el suelo,
contra el mostrador, ve a un gaucho viejo que parece estar fuera del tiempo.

Mientras termina de comer, Dahlmann siente un leve roce en su cabeza y ve una miga de pan
sobre la mesa. Preguntándose quién se la ha arrojado, se vuelve hacia los jóvenes alegres que
juegan a las cartas, pero los ve concentrados en lo suyo. Sin darle importancia, saca  Las mil y
una noches y comienza a leerlo. Otra miga lo golpea, y esta vez los jóvenes se ríen. Entonces,
para evitar una pelea, Dahlamnn se levanta y se dirige a la salida, pero el dueño del almacén lo
llama por su nombre y le dice que no les haga caso, que están pasados de copas y solo quieren
divertirse.

Dahlmann entiende que el patrón lo conoce y que aquellos jóvenes también, por lo que la
ofensa se torna repentinamente personal y entiende que debe enfrentarlos. Despacio, se
aproxima a la mesa y les pregunta qué andan buscando. Uno de ellos se levanta, le grita, lo
insulta, saca un cuchillo y lo reta a duelo. El patrón interviene y hace notar a los jóvenes que el
forastero no está armado. Frente a esa sentencia, el viejo gaucho le arroja a Dahlmann un
cuchillo, que cae a sus pies.

Dahlmann levanta el puñal y comprende que con ese gesto ha aceptado el duelo. Sabe que no
puede ganar, pues desconoce cómo usar un cuchillo en una pelea, y no tiene idea de cómo
defenderse. Sin embargo, comprende que es mejor morir allí, en el Sur, antes que haberlo
hecho en el sanatorio. Con este pensamiento, sale a la llanura para enfrentarse a su rival.

María Agustina Goiran


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CLAVES PARA ENTENDER EL RELATO

A. ¿Cuento fantástico o realista?: “El sur” puede leerse de dos maneras: lineal y progresiva,
desde la perspectiva realista. Por otra parte, en el prólogo de la segunda parte de
“Ficciones”, el propio Borges indica que “es posible leerlo como directa narración de hechos
novelescos y también de otro modo”. Ese “otro modo” implica considerar que todo lo que
vive Dahlmann desde que sale del sanatorio es, en verdad, una alucinación: el personaje
principal muere en la clínica y su viaje al sur es el sueño de la forma en que le gustaría
haber muerto realmente. Sin embargo, no hay elementos de juicio para afirmar que una
lectura es acertada y la otra no. Ambas son plausibles.

B. El juego del doble: el desdoblamiento se postula en su pensamiento en aquel viaje, cuando,


en retrospectiva, su vida en el sanatorio parece haberle
sucedido a alguien más. “Mañana me despertaré en la
estancia, pensaba, y era como si a un tiempo fuera dos
hombres: el que avanzaba por el día otoñal y por la
geografía de la patria y el otro, encarcelado en un
sanatorio y sujeto a metódicas servidumbres”. Si este
viaje al Sur se da en el plano de los sueños, Dahlmann es, a la vez, dos hombres: el enfermo
en el hospital y el que se ha adentrado en el mundo magnificado de la llanura pampeana ,
aunque solo sea una fantasía que ordena su muerte según sus deseos.

María Agustina Goiran


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C. Presencia de lo gauchesco: el personaje regresa a un pasado


mítico de la Argentina y se encuentra con un escenario
cargado de motivos gauchescos en el que muere en un duelo a
cuchillo. Esta muerte – posiblemente imaginada en el hospital- es
el último recurso dentro de las posibilidades de Dahlmann para
inscribirse en ese pasado ilustre, en el que la historia de su
familia se mezcla con la historia de la República naciente.

D. El tiempo mítico: curiosamente, todo el relato está escrito con verbos en pasado, a
excepción del final. El tren que se detiene en otra estación y no en la correspondiente
también marca esta disyuntiva: Dahlmann no va a recuperarse en su estancia del Sur; ha
entrado a otro tiempo para morir honrando su
criollismo y a sus antepasados. El almacén de campo
aparece como el escenario posible para esa muerte
trascendental: habilita la conexión con el criollismo
que, lo ha dicho el narrador, había exaltado los
ánimos de Dahlmann. Esto también demuestra que lo que está viviendo el protagonista no
es un simple sueño: los sueños presentan espacios imprecisos, cambiantes y con poca
conexión causal. En cambio, este nuevo espacio que se ha calificado como mítico está
cargado de sentidos y de lógicas; es meticuloso, detallado, y los personajes guardan
similitudes con trabajadores de la clínica, pero remiten a otros sentidos. En ese espacio
mítico, el duelo a cuchillo -un motivo recurrente en la obra de Borges- es el desenlace que
conecta a Dahlmann con las hazañas cometidas por su abuelo en las guerras de la república
naciente.

E. Tintes autobiográficos: Dahlmann guarda muchas similitudes con el propio Borges. Al


comienzo del relato, se describe su ascendencia: “Su abuelo materno había sido aquel
Francisco Flores, del 2 de infantería de línea, que murió en la frontera de Buenos Aires,
lanceado por indios de Catriel; en la discordia de sus dos linajes, Juan Dahlmann (tal vez a
impulsos de la sangre germánica) eligió el de ese antepasado romántico” (p. 205). El abuelo
paterno de Dahlmann, Johannes, llega a Buenos Aires en 1871 y es un pastor de la iglesia
evangélica. En Borges, por su parte, confluyen la sangre inglesa, por parte de su madre, y el
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María Agustina Goiran


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criollismo de la familia de su padre. Su abuelo, Francisco Borges, fue coronel durante las
guerras civiles que sucedieron a la independencia de la Argentina, y su nieto escritor exalta
en más de un texto este pasado patricio de su familia, en el que encuentra un culto al
coraje que él mismo dice no poseer y admirar. Dahlmann se golpea la cabeza con una
ventana al subir las escaleras hacia su departamento. Dicho accidente deriva en una
infección que lo deja postrado y tras la cual deben internarlo. El propio Borges, en 1938,
tuvo un accidente al tropezar en las escaleras y golpearse la cabeza. La crítica ha
contemplado este momento como un punto de inflexión en la vida del escritor. Borges
sufrió una septicemia que lo dejó al borde de la muerte. Durante semanas estuvo luchando
entre pesadillas contra la fiebre y, tras su recuperación, debió pasar muchos meses de
convalecencia. Ese accidente también aceleró un problema congénito en la vista que
Borges había heredado de su padre y que lo dejaría ciego a sus 55 años.
Así como, para Borges, el golpe y la convalecencia implican una nueva etapa de su vida,
signada principalmente por la escritura de sus ficciones de carácter fantástico, el accidente
implica, para Dahlmann, la entrada en una nueva dimensión de significados. A partir del
momento de la internación, las fronteras espacio-temporales se vuelven vagas e
imprecisas; el sueño se confunde con la realidad y, paulatinamente, el lector comienza a
dudar del carácter de realidad de los hechos que se narran.

María Agustina Goiran

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