Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
3 Relaciones (anónimo)
4 Arolas, Juan
5 Banchs, Enrique
6 Baudelaire, Charles
7 Bécquer, Gustavo A
8 Ben Ammar de Silves
9 Ben Hazm
10 Bernárdez, Francisco Luis
11 Borges, Jorge Luis
12 Brecht, Bertolt
13 Bufano, Alfredo A
14 Camino, Miguel A
15 Cardenal, Ernesto
16 Carriego, Evaristo
17 Cisneros, Luis Benjamín
18 Darío, Rubén
19 Dávalos, Jaim
20 de Campoamor, Ramón
21 de Espronceda, José
22 de Grandis, José
23 de Ibarbourou, Juana
24 de Irrutiaga y López, B
25 de Moraes, Vinicius
26 de Unamuno, Miguel
27 del Campo, Estanislao
28 del Palacio, Manuel
29 de la Cruz, Sor Juana
30 Dickinson, Emily
31 Echeverría, Esteban
32 Fariña Núñez, Eloy
33 Fernández, Felipe A.(Yacaré)
34 Flores, Julio.
35 García, Charly
36 García Calderón, Ventura
37 García Lorca, Federico
38 Geraldy, Paul.
39 Gibran, Khalil
40 Girondo, Oliverio
41 Goethe, Juan W
42 González Prada, Manuel
43 Gordon, Jorge (Lord Byron)
44 Granata. María
45 Guido Spano, Carlos
46 Guillén, Horacio Enrique
47 Gutiérrez, Ricardo
48 Hernández, José
49 Hernández, Miguel
50 Herrera y Reissig, Julio
51 Hesse, Herman
52 Hikmet, Nazim
53 Hugo, Víctor
54 Ievtushenko, Eugueni
55 Jiménez, Juan Ramón
56 Joyce, James
57 Keats, John
58 Khayyam, Omar
59 Linyera, Dante A. (Francisco B. Rimoldi)
60 Lugones, Leopoldo
61 Llona, Numa Pompilio
62 Machado, Antonio
63 Machado, Manuel
64 Manzanero, Armando
65 Martí, José
66 Melendez Valdes, Juan
67 Milton, Juan
68 Mistral, Gabriela
69 Nalé Roxlo, Conrado
70 Neruda, Pablo
71 Nervo, Amado
72 Obligado, Rafael
73 Páez, Fito
74 Poe, Edgard Allan
75 Puebla, Carlos
76 Rada, Mario F.
77 Rilke, Rainer María
78 Rimbaud, Arthur
79 Salomón
80 Serrano, Carlos
81 Shakespeare, William
82 Shelley, Percy
83 Spinetta, Luis Alberto
84 Storni, Alfonsina
85 Summer, Gordon (Sting)
86 Tallon, Rodolfo
87 Vallejo, César
88 Verlaine, Paul
89 Whitman, Walt
90 Wilde,Oscar
91 Romance (anónimo)
92 Refranero criollo (anónimo)
93 Relación (anónimo)
94 Coplas (anónimo)
Antología
de la
Poesía
Amorosa
Recopilación: Ana M. Mesa; Mónica E. Polo;
Roberto L. Vera
Edición Impresa
Diseño de Tapa: Marcelo Biglíano
© 2001 by Pluma y Papel
Bacacay 2647
1406- Buenos Aires, Argentina
Queda hecho el depósito de Ley 11.723
I.S.B.N. 950-764-187-3
Edición Digital
Construcción y diseño a cargo de Libronauta
© 2001 by Pluma y Papel
Bacacay 2647
1406 -Buenos Aires, Argentina
Queda hecho el depósito de Ley 11.723
EL EDITOR
1- Poema dedicado al Rey Shu-sin
(Anónimo)
Sumer (2050 a.C.-?)
Poesía amorosa 10
Mi Shu-Sin, que alegra el corazón de Enlil,
Dame, te lo ruego, tus caricias.
Poesía amorosa 11
2- El Cantar de los Cantares
Salomón
(1033-930 a. C.)
Capítulo 1
Poesía amorosa 13
Mientras que el rey estaba en su reclinatorio,
mi nardo dio su olor.
Mi amado es para mí un manojito de mirra,
que reposa entre mis pechos.
Racimo de copher en las viñas de Engadi
es para mí mi amado.
He aquí que tú eres hermosa, amiga mía;
he aquí que eres bella: tus ojos de paloma.
He aquí que tú eres hermoso, amado mío,
y suave: nuestro lecho también florido.
Las vigas de nuestra casa son de cedro,
y de ciprés los artesonados.
Capítulo 2
Poesía amorosa 14
así es mi amado entre los mancebos: bajo la som-
bra del deseado me senté,
y su fruto fue dulce a mi paladar.
Llevóme a la cámara del vino,
y su bandera sobre mí fue amor.
Sustentadme con frascos,
corroboradme con manzanas;
porque estoy enferma de amor.
Su izquierda esté debajo de mi cabeza,
y su derecha me abrace.
Yo os conjuro oh doncellas de Jerusalem,
por las garras y por las ciervas del campo,
que no despertéis ni hagáis velar al amor,
hasta que quiera.
¡La voz de mi amado!
He aquí él viene saltando sobre los montes,
brincando sobre los collados.
Mi amado es semejante al gamo,
o al cabrito de los ciervos.
Helo aquí, está tras nuestra pared,
Poesía amorosa 15
mirando por las ventanas,
mostrándose por las rejas.
Mi amado habló, y me dijo:
Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y vente.
Porque he aquí ha pasado el invierno,
hase mudado, la lluvia se fue;
Hanse mostrado las flores en la tierra,
el tiempo de la canción es venido,
y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola;
La higuera ha echado sus higos,
y las vides en cierne dieron olor:
Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y vente.
Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña,
en lo escondido de escarpados parajes,
muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz;
porque dulce es la voz tuya,
y hermoso tu aspecto.
Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas,
que echan a perder las viñas:
pues que nuestras viñas están en cierne.
Poesía amorosa 16
Mi amado es mío, y yo suya;
él apacienta entre lirios.
Hasta que apunte el día, y huyan las sombras,
tórnate, amado mío: sé semejante al gamo,
o al cabrito de los ciervos,
sobre los montes de Bether.
Capítulo 3
Poesía amorosa 17
hallé luego al que mi alma ama: trabé de él,
y no lo dejé,
hasta que lo metí en casa de mi madre,
y en la cámara de la que me engendró.
Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalem,
por las gamas y por las ciervas del campo,
que no despertéis ni hagáis velar al amor,
hasta que quiera.
¿Quién es ésta que sube del desierto
como columnita de humo,
sahumada de mirra y de incienso,
y de todos polvos aromáticos?
He aquí es la litera de Salomón:
sesenta valientes la rodean,
de los fuertes de Israel.
Todos ellos tienen espadas, diestros en la guerra;
cada uno su espada sobre su muslo,
por los temores de la noche.
El rey Salomón se hizo una carroza
de madera del Líbano.
Poesía amorosa 18
Sus columnas hizo de plata, su respaldo de oro, su
cielo de grana, su interior enlosado de amor, por
las doncellas de Jerusalem.
Salid, oh doncellas de Sión, y ved al rey Salomón
con la corona con que le coronó su madre el día de
su desposorio,
y el día del gozo de su corazón.
Capítulo 4
Poesía amorosa 19
y tu habla hermosa; tus sienes,
como cachos de granada a la parte adentro de tus
guedejas.
Tu cuello, como la torre de David,
edificada para muestra;
mil escudos están colgados de ella,
todos escudos de valientes.
Tus dos pechos,
como dos cabritos mellizos de gama,
que son apacentados entre azucenas.
Hasta que apunte el día y huyan las sombras, iré-
me al monte de la mirra,
y al collado del incienso.
Toda tú eres hermosa, amiga mía,
y en ti no hay mancha.
Conmigo del Líbano, oh esposa,
conmigo ven del Líbano:
mira desde la cumbre de Amana,
desde la cumbre de Senir y de Hermón,
desde las guaridas de los leones,
Poesía amorosa 20
desde los montes de los tigres.
Prendiste mi corazón, hermana, esposa mía;
has preso mi corazón con uno de tus ojos,
con una gargantilla de tu cuello.
¡Cuán hermosos son tus amores, hermana,
esposa mía!
¡cuánto mejores que el vino tus amores
y el olor de tus ungüentos
que todas las especias aromáticas!
Como panal de miel destilan tus labios,
oh esposa;
miel y leche hay debajo de tu lengua;
y el olor de tus vestidos como el olor del Líbano.
Huerto cerrado eres, mi hermana, esposa mía;
fuente cerrada, fuente sellada.
Tus renuevos paraíso de granados
con frutos suaves, de cámphoras y nardos.
Nardo y azafrán, caña aromática y canela,
con todos los árboles de incienso; mirra y áloes,
con todas las principales especias.
Poesía amorosa 21
Fuente de huertos, pozo de aguas vivas,
que corren del Líbano.
Levántate, Aquilón y ven, Austro,
sopla mi huerto, despréndanse sus aromas.
Venga mi amado a su huerto,
y coma de su dulce fruta.
Poesía amorosa 22
3- La visita de la amada
Ben Hazm
Musulmán-Español (994-1063)
Omar Khayyam
Persa (¿1073-1125?)
LX
LXX
LXXIV
XCVII
Poesía amorosa 26
Tal vez ninguna rosa se deshoja cerca de quien
auxilias con tu cántaro. Pero sé que nadie pue-
de ofrecerme la amarga felicidad con que me
embriagabas.
Poesía amorosa 27
6- Soneto
XVIII
William Shakespeare
Inglés (1564-1616)
Poesía amorosa 29
7- El paraíso perdido
(Fragmento)
Juan Milton
Inglés (1608-1674)
Poesía amorosa 31
La dicha únicamente encontraría.
Yo entretanto, sirviéndole de guía.
Apresuradamente
Hacia mi alojamiento la llevaba,
Y al ver belleza tal me enajenaba.
El cielo está en sus ojos; en su frente,
Junto el candor con la inocencia habita.
El menor movimiento de su airoso
Cuerpo la admiración más dulce excita.
Desenvolviendo el talle majestuoso:
Con semblante risueño
Las gracias todas, y el amor volando
Con el placer, la van acompañando,
Y le forman un séquito brillante,
Como a su reina. Yo no soy ya dueño
De mí mismo, y exclamo agradecido:
-¿Conque ya, ¡oh Dios benigno!, está delante
De mi encantada vista aquel tesoro
Que tu bondad me había prometido?
Al verlo, mi perdón de nuevo imploro
Poesía amorosa 32
Por la audacia de habértelo pedido;
Pues su riqueza mi esperanza excede,
Y mi corazón débil jamás puede
Corresponder a tu beneficencia.
Con qué ventajas y con que indulgencia
Aquel triste momento has compensado
En que, severo, al parecer, conmigo,
Desatendiste a mi ruego osado
Y hablaste sólo de ira y de castigo!
Permite, pues, que explique en lo posible
Mi amor ardiente, mi agradecimiento
A Ti, ¡mi tierno Padre!, que sin cuento
De bienes me llenaste, y que, sensible
Por último a mi suplica rendida,
Me has dado, con mi esposa, nueva vida.
La llenaste de gracia y de hermosura:
No se halla otra tan bella criatura;
De mi propia sustancia la formaste,
Y mi imagen en ella retrataste.
Me amo a mí mismo en ella, y a ella quiero
Poesía amorosa 33
En mí; pues su ser mío considero.
A su padre y su madre, el tierno esposo
Dejará en adelante, no dudoso,
Por su mujer: enajenado padre,
Adorará en sus hijos a su madre;
Ambos un corazón serán y una alma,
Con los lazos de amor encadenados,
Y gozarán en deliciosa calma
Una felicidad misma hermanados.
«Eva oye estas palabras, y modesta,
Como recién nacida y fresca rosa,
Lejos de saborear con orgullosa
Vanidad mis elogios, manifiesta
Su obediencia, y responde con dulzura,
Rendida y vergonzosa,
A la dulce expresión de mi ternura.
«En presencia del Dueño soberano
De cuanto existe, con augusta forma,
Yo le di, ella me dio su casta mano:
Acto que deberá servir de norma
Poesía amorosa 34
A nuestros más remotos descendientes.
Celebró toda la naturaleza
Nuestra unión: cual testigos, los lucientes
Astros brillaron con mayor viveza;
Por presenciarla, el cielo silencioso
Suspendió un rato el curso majestuoso;
El aura misma, plácida y serena,
En su lengua nos dio la enhorabuena;
Los pájaros sus cantos duplicando,
Las cristalinas aguas murmurando,
El enlace aplaudieron,
Y ejemplo a todos los vivientes dieron.
Los collados, los valles, repetían
De aquel festivo día los acentos;
Los árboles con dulces movimientos
Se inclinaban; las flores olorosas
Sus coloridos senos descubrían;
El céfiro, sus alas extendiendo
Emulas de las rosas,
Ansioso sus perfumes recogiendo,
Poesía amorosa 35
De una en otra volaba,
Y sus bellos matices avivaba.
«Cual nube densa, al estrellado techo
Sube el precioso incienso reunido
De los olores del jardín florido,
Dios mismo bendice el nupcial lecho,
Mientras con suave músico gorjeo
El ruiseñor el himno de himeneo
Canta, y vuela la estrella vespertina
Sus teas a encender con la divina
Llama, con el sagrado
Fuego, que puro por la vez primera
Extrae de su esfera
Brillante, a tales usos destinado.
«Mis riquezas, mi suerte venturosa
Te he referido: ves cuán generosa
La mano del Eterno me ha colmado
De bienes, mis deseos previniendo.
Con todo, lo que siento, francamente
Te diré: los deleites terrenales
Poesía amorosa 36
Van para mí su mérito perdiendo
Con el uso, exceptuando únicamente
El tierno trato de mi esposa amada.
Los restantes placeres, desiguales
Son ya a la grande idea que formada
Tenía de ellos: el suave canto
De las pintadas aves, de las fuentes
El susurro, el aroma delicioso
De las flores, los jugos excelentes
De las sabrosas frutas que antes tanto
Lisonjeaban mi gusto codicioso,
Ya me fastidian: sólo mi querida
Eva es siempre el deleite de mi vida.
Ardí al ver su belleza casta y pura;
Ardo, cuando a mi vista se presenta;
De los demás objetos no hago cuenta.
«¡Cuál es, pues, el poder, cuál la ignorada
Fuerza de una sonrisa, de una ojeada!
Tal vez del cuerpo la delicadeza
Hará que ella no tenga la firmeza,
Poesía amorosa 37
La madurez que al hombre tocó en suerte.
Quizá también será algo menos fuerte
La idea, que en su pecho está grabada,
De la justicia y de la ley sagrada,
Que en mí imprimió el Señor profundamente,
Pues que la destinó a ser dependiente
De mí, y, para una cándida obediencia,
Ni mi carácter ni mi inteligencia
Tener necesitaba:
Una clara razón, a una inocente
Docilidad unida, le bastaba.
Del Dios que a ambos nos hizo, con efecto,
Sé que no es un retrato tan perfecto
Corno yo; no se ve en su rostro hermoso
Aquel aire del hombre majestuoso
En que la seria autoridad respira;
Mas, lo confieso, a fuerza de hermosura,
Cuando hacia mí la amable vista gira,
Mis sentidos deslumbra, de manera
Que, casi sin dudar, se me figura
Poesía amorosa 38
Que como es bella así ha de ser juiciosa.
Del imperio que ejerce en mí, segura,
No abusa de él; mas siempre que cualquiera
Ocasión se presenta, en que dudosa
Mi razón titubea, su ingeniosa
Idea sigo en todo, que hasta ahora
Jamás encontré errada ¿Y quién pudiera
No ceder a su gracia encantadora?
Poesía amorosa 39
8- Hombres necios
Combatís su resistencia
y luego con gravedad
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
Poesía amorosa 41
Opinión ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.
Poesía amorosa 42
Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
Poesía amorosa 43
Dejad de solicitar
y después con más razón
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
IV
Poesía amorosa 44
quiero inclinarme, es forzoso,
quedando el uno gustoso,
que otro quede disgustado.
Poesía amorosa 45
este rigor, pues se infiere,
si aborrezco a quien me quiere,
¿qué haré con quien aborrezco?
No sé cómo despacharos,
pues hallo al determinarme
que amaros es disgustarme
y no amaros disgustaros.
Poesía amorosa 46
9- La copa del rey
J. W. Goethe
Alemán (1749-1842)
En su momento postrero
al hijo su reino entero
le entregó, como era ley:
sólo negó al heredero
la copa, el constante rey
Poesía amorosa 48
10- Rosana en los fuegos
Poesía amorosa 50
De amor mata a los pastores
Y de envidia a las zagatas.
Ni las músicas se atienden,
Ni se gozan las lumbradas;
Que todos corren por verla
Y al verla todos se abrazan,
¡Qué de suspiros se escuchan!
¡Qué de vivas y de salvas!
No hay zagal que no la admire
Y no se esmere en loarla.
Cuál absorto la contempla
Y a la aurora la compara
Cuando más alegre sale
Y el cielo de su albor baña;
Cuál al fresco y verde aliso
Que crece al margen del agua.
Cuando más pomposo en hojas
En su cristal se retrata;
Cuál a la luna, si muestra
Llena su esfera de plata,
Poesía amorosa 51
Y asoma por los collados
De luceros coronada.
Otros pasmados la miran
Y mudamente la alaban,
Y cuanto más la contemplan
Muy más hermosa la hallan;
Que es como el cielo su rostro
Cuando en la noche callada
Brilla con todas sus luces
Y los ojos embaraza.
¡Ay, qué de envidias se encienden!
¡Ay, qué de celos que causa
En las serranas del Tormes
Su perfección sobrehumana!
Las más hermosas la temen,
Mas sin osar murmurarla;
Que, como el oro más puro,
No sufre una leve mancha.
Poesía amorosa 52
-¡Bien haya tu gentileza
Una y mil veces bien haya
Y abrase la envidia al pueblo,
¡Hermosísima aldeana!
Toda, toda eres perfecta,
Toda eres donaire y gracia;
El amor vive en tus ojos
Y la gloria está en tu cara;
En esa cara hechicera
Do toda su luz cifrada
Puso Venus misma, y ciego
En pos de sí me arrebata.
La libertad me has robada
Yo la doy por bien robada,
Mas recibe el don benigna
Que mi humildad te consagra.
No el don por pobre desdeñes,
Que aun las deidades más altas
A zagales, cual yo, humildes,
Un tiempo acogieron gratas;
Poesía amorosa 53
Y mezclando sus ternezas
Con sus rústicas palabras,
No, aunque diosas, esquivaron
Sus amorosas demandas
Su feliz ejemplo sigue,
Pues que en beldad las igualas,
Cual yo a todos los excedo
En lo fino de mi llama—.
Linda zagaleja
De cuerpo gentil,
Poesía amorosa 54
Muérome de amores
Desde que te vi.
Tu talle, tu aseo,
Tu gala y donaire,
No tienen, serrana,
Igual en el valle.
De amores me muero,
Sin que nada alcance
A darme la vida
Que allá te llevaste,
Si no te condueles
Benigna de mí:
Poesía amorosa 55
Que muero de amores
Desde que te vi.
Poesía amorosa 56
11-Estrofas para ponerle música
Poesía amorosa 58
12- Filosofía del amor
Percy Shelley
Inglés (1792-1822)
Poesía amorosa 60
13- La belle dame Sans Merci
Balada
John Keats
Inglés (1795-1821)
Poesía amorosa 62
y en una extraña lengua me dijo muy segura.
"¡Es verdad que te quiero!"
Poesía amorosa 63
y me hallé al despertar,
en la ladera fría.
Poesía amorosa 64
14- A una mujer
Víctor Hugo
Francés (1802-1885)
Esteban Echeverría
Argentino (1805-7851)
Poesía amorosa 67
Pasión vivaz la domina,
ciega pasión la fascina;
mostrando a su alma el trofeo
de su impetuoso deseo
le dice: tú triunfarás.
Ella infunde a su flaqueza
constancia allí y fortaleza.
Ella su hambre, su fatiga
y sus angustias mitiga
para devorarlas más.
Poesía amorosa 68
a quien no haría el infierno
vacilar y estremecer.
De su querido no advierte
el mortal abatimiento,
ni cree se atreva la muerte
a sofocar el aliento
que hace vivir a los dos:
porque de su llama intensa
es la vida tan inmensa
que a la muerte vencería,
y en sí eficacia tendría
para animar como Dios.
El amor es fe inspirada;
es religión arraigada
en lo íntimo de la vida;
fuente inagotable, henchida,
de esperanza; su anhelar
no halla obstáculo invencible
Poesía amorosa 69
hasta conseguir victoria:
si se estrella en lo imposible
gozoso vuela a la gloria
su heroica palma a buscar.
María no desespera,
porque su ahínco procura
para lo que ama, ventura;
y al infortunio supera
su imperiosa voluntad.
Mañana —el grito constante
de su corazón amante
le dice—, mañana el cielo
hará cesar tu desvelo;
la nueva luz esperad.
Poesía amorosa 70
ambos perdidos se ven.
Parda, rojiza, radiosa,
una faja luminosa
forma horizonte no lejos;
sus amarillos reflejos
en lo obscuro hacen vaivén.
Poesía amorosa 71
nada ve. Ella un ruido oye,
pero sólo observa
la negra desolación,
o las sombrías visiones
que engendran las turbaciones
de su espíritu. ¡Cuán larga
aquella noche y amarga
sería a su corazón!
Poesía amorosa 72
16- Sé más feliz que yo
Poesía amorosa 74
Tu mirada vivaz es de paloma;
Como la adormidera del desierto
Causas dulce embriaguez, hurí de aroma
Que el cielo de topacio abandonó:
Mi suerte es dura, mi destino incierto:
Sé más feliz que yo.
Poesía amorosa 75
17- Canción
La vi en su fiesta nupcial,
presa de intenso rubor
aunque reinaba, triunfal,
en torno suyo, el amor.
Poesía amorosa 77
18- Las quejas de su amor
José de Espronceda
Español (1810-1842)
Bellísima parece
al vástago prendida,
gallarda y encendida,
de abril la linda flor;
empero muy más bella
la virgen ruborosa
se muestra, al dar llorosa
las quejas de su amor.
Suave es el acento
de dulce amante lira,
si el blando son suspira
de noche el trovador;
pero aun es más suave
la voz de la hermosura
si dice con ternura
las quejas de su amor.
Poesía amorosa 79
19- ¡Quién supiera escribir!
Ramón de Campoamor
Español (1817-1901)
I
—Escribidme una carta, Señor cura.
—Ya sé para quién es.
—¿Sabéis quién es, porque una noche oscura
Nos visteis juntos? —Pues.
Poesía amorosa 81
Yo no pongo morir. —¡Qué hombre de hielo!
¡Quién supiera escribir!
II
¡Señor rector, señor rector! en vano
Me queréis complacer,
Si no encarnan los signos de la mano
Todo el ser de mi ser.
Poesía amorosa 82
Cargados con mi afán,
Como no tienen quien se mire en ellos,
Cerrados siempre están.
Que es, de cuantos tormentos he sufrido,
La ausencia el más atroz;
Que es un perpetuo sueño de mi oído
El eco de su voz...
III
Epílogo
—Pues señor, ¡bravo amor! Copio y concluyo:
A don Ramón... En fin,
Que es inútil saber para esto arguyo
Ni el griego ni el latín.
Poesía amorosa 83
20- Canto a mí mismo
Walt Whitman
EE.UU. (1819-1892)
Poesía amorosa 85
La atmósfera no es un perfume.
No tiene el gusto de las esencias: es inodora
está hecho para mi boca
y yo la absorbo y la adoro como a una novia.
Iré a los repechos donde comienzan los bosques
y me desnudaré para gozar enloquecido su
[contacto.
Poesía amorosa 86
secas las rocas negruzcas de la playa
y el heno que se apila en los pajares.
Me gusta oír el escándalo de mi voz, forjando
[palabras
que se pierden en los remolinos del viento.
Poesía amorosa 87
¿Pensásteis que la tierra sería demasiado para mí?
¿Para qué habéis aprendido a leer si no sabéis ya
interpretar mis poemas?
Quédate hoy conmigo, vive conmigo un día y una
[noche
y te mostraré el origen de todos los poemas.
Tendrás entonces cuanto hay de grande
en la tierra y el sol
(existen millones de soles más allá)
y nada tomarás ya nunca de segunda ni de tercera
[mano,
ni mirarás por los ojos de los muertos,
ni te nutrirás por el aspecto de los libros.
Tampoco contemplarás el mundo con mis ojos
ni tomarás las cosas de mis manos.
Aprenderás a escuchar en todas direcciones
y dejarás que la esencia del Universo
se filtre en tu ser.
Poesía amorosa 88
21- La muerte de los amantes
Charles Baudelaire
Francés (1821-1867)
Poesía amorosa 90
22- Nenia
En idioma guaraní,
Una joven paraguaya
Tiernas endechas ensaya
Cantando en el arpa así,
En idioma guaraní:
En el dulce Lambaré
Feliz era en mi cabaña;
Vino la guerra y su saña
No ha dejado nada en pie
¡En el dulce Lambaré!
De un verde ubirapitá
Mi novio que combatió
Como un héroe en el Timbó,
Al pie sepultado está
De un verde ubirapitá!
Poesía amorosa 92
De rodillas siempre estoy,
Rasgado el blanco tipoy.
Poesía amorosa 93
23- Amor eres alto
Emily Dickinson
Norteamericana (1830-1886)
Poesía amorosa 95
mi más pequeña dote,
mi flor, no conocida
sea merecida.
Poesía amorosa 96
24- Amor
Poesía amorosa 99
26- Por culpa de una mujer
(Del Martín Fierro)
José Hernández
Argentino (1834-1888)
Si es güena, no lo abandona
cuando lo ve desgraciao;
lo asiste con su cuidao
y con afán cariñoso.
Y usté tal vez ni un rebozo
ni una pollera le ha dao.
Ricardo Gutiérrez
Argentino (1836-1896)
Te vi y aunque no sentiste,
en mi corazón te amé
con esa profunda fe
que hay sólo en un alma triste:
tú en un palacio naciste,
yo en un desierto nací,
y aunque en el alma sentí
fuerzas para alzarme al cielo,
el hombre cortó mi vuelo
y hasta el infierno caí.
La estrella de mi destino
—no importa—, un rayo lanzaba
que a disipar alcanzaba
las brumas de mi camino:
ya ese rayo mortecino
para siempre se apagó
y sólo a alumbrar sirvió
esta eterna noche impía
cuando en tu alma, la mía
también el desprecio halló.
El cielo me ha maldecido,
el mundo me ha despreciado,
¡dónde, sin verme acosado,
sentaré el pie dolorido!...
¡No hay recuerdo, no hay olvido
para engañar mi aflicción,
sólo hay desesperación
para mí en el mundo ajeno...
Gustavo A. Bécquer
Español (1836-1870)
Paul Verlaine
Francés (1844-1896)
Rafael Obligado
Argentino (1851-1920)
La tarde luminosa
Desplegaba en el límite del cielo,
Como el flamenco al levantar el vuelo,
Las grandes alas de luciente rosa.
¡O mi ilusión remota!
Fue una estrella fugaz... y eternamente
En lo profundo de mis cielos flota,
Como la luz de un astro sin poniente.
En tu misma mirada
Esa que al fondo de mi pecho llega;
Tu velo azul, cual niebla desgarrada,
Ese que en torno de tus formas juega.
José Martí
Cubano (1853-1895)
Arthur Rimbaud
Francés (1854-1891)
A ella
En el invierno viajaremos en un vagón de tren
con asientos azules.
Seremos felices. Habrá un nido de besos
oculto en los rincones.
Oscar Wilde
Inglés (1856-1900)
Miguel de Unamuno
Español (1864-1937)
Julio Flores
Colombiano (1867-1923)
Rubén Darío
Nicaragüense (1867-1916)
Amado Nervo
Mexícano (1870-1919)
Manuel Machado
Español (1874-1947)
Si te quise, no lo sé.
Si me quisiste, tampoco...
Pues borrón y cuenta nueva:
yo con otra y tú con otro.
Leopoldo Lugones
Argentino (1874-1938)
Antonio Machado
Español (1875-1939)
De tu morena gracia,
de tu soñar gitano,
de tu mirar de sombra
quiero llenar mi vaso.
Me embriagaré una noche
de cielo nebro y bajo,
para cantar contigo,
Miguel A. Camino
Argentino (1877-1944)
Hermosa chacayalera,
bronceadita por el sol,
dame un beso.
—¡Ay que no, pue, mi iñor!
Esas cosas no se piden,
ni se venden, ni se ofrecen:
se cosechan entre dos.
De esos dos, estoy yo sola.
No ha venio aún, iñor,
el que coseche en mi boca
el beso que usía me pide
y no quiero darle yo.
¡Ay que no!...
—¡Hermosa chacayalera
bronceadita por el sol!
Herman Hesse
Alemán (1877-1962)
Me parece que,
como tú, llena ella el mundo
tan pequeño, tan mágico con ella, digo,
contigo, ¡tan inmenso,
tan vacío sin ti, digo sin ella!
James Joyce
Irlandés (1882-1941)
Evaristo Carriego
Argentino (1883-1912)
Khalil Gibran
Persa (1883-1931)
Paul Geraldy
Francés (1885-?)
Enrique Banchs
Argentino (1888-1968)
En el confuso remedo
de sus cuerdas; su sonido
es mustio y entristecido...
y ante su agonía cedo
quiero nombrarte y no puedo
como si una angustia atroz
llevara en vuelo veloz
aquellos versos que oístes
y que hoy son hondos, y tristes
como doliente es mi voz!
Quiero en la aguda armonía
de las cuerdas gemidoras
cantar endechas sonoras
de amor y de poesía
pero la melancolía
que embarga mi corazón
no cesa de su aflicción
y acerbo llanto derramo
en amoroso reclamo
de aquella vieja ilusión.
Gabriela Mistral
Chilena (1889-1957)
Oliverio Girondo
Argentino (1891-1967)
Alfonsina Storni
Argentina (1892-1938)
Juana de Ibarbourou
Uruguaya (1895-1979)
Alfredo A. Bufano
Argentino (1895-1950)
Y yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.
César Vallejo
Peruano (1898-1938)
Bertolt Brecht
Alemán (1898-1956)
Rodolfo Tallon
Argentino (1901-1976)
A la copla de tu nombre
la canta mi corazón,
los sueños le han puesto letra
y melodía el amor.
Nazim Hikmet
Turco (1902-1965)
Pablo Neruda
Chileno (1904-1973)
No le digás a nadie
que yo te quiero...
a nadie se lo digas...
¡aunque sea cierto!
Miguel Hernández
Español (1910-1942)
Vinicius de Moraes
Brasilero (1913-1981)
María Granata
Argentina (1920-)
Lienzo embebido en ti
es ahora mi cuerpo,
del todo desasido
y sin otra envoltura que tu imagen.
En mí te llevo como si cargara
sobrecogida sangre.
Sales de ti
hacia el encuentro, génesis reciente,
y yo bebo y respiro
tu exhalación, la rama de tu gozo.
Allí donde se forma
el color de tus brazos enlazados
gira el anillo impar que me contiene.
Nadie me busque, nadie.
Soy tu vigilia,
me disuelvo, pequeña,
en la dulzura que tu pecho mana.
Soy tu sombra y la mía, soy un desprendimiento de
ti mismo.
Allí donde comienza
esa felicidad sufriente y bella,
voy a tu encuentro.
Me despojo de mí
con un sacudimiento
de aterrados manzanos.
Puedo en amor morir que seguiría
recorriendo la tierra con tus pasos,
en tus manos ahogada.
Jaime Dávalos
Argentino (1921-1981)
Paloma montera
con ojos de ají.
¡Qué lindo si fueras
sólo para mí!
Ernesto Cardenal
Nicaragüense (1925-)
Claudia, ya te lo aviso.
Eugueni levtushenko
Ucraniano (1933-)
Mi amor regresará
repentinamente abrirá sus brazos y me envolverá
comprenderá mis temores, contemplará mis cambios.
Desde una noche vagabunda, desde la dura tiniebla,
cerrando la puerta de un taxi,
ella atravesará el umbral, subirá corriendo la escalera,
iluminada en plenitud por el amor
entrará sin llamar a mi puerta,
tomará mi rostro entre sus manos
y al dejar su abrigo en una silla,
éste caerá en un montón azul de sueños.
78 Volutas en el aire
Anónimo
Anónimo
Y ellas al enamorado,
Que en los brazos de su dama
Oyó el militar estruendo
De las trompas y las cajas.
Anónimo
Tu amor es un rebencazo
que me dejó bellaqueando,
y aquerenciao en tu pago
ando al trote y relinchando.
Anónimo
Hermosa vaquilloncita
linda potranca, divina,
p' este mancarrón maceta
serás la yegua madrina.
82- Coplas
Anónimo
Cuantito te vi venir
le dije a mi corazón:
qué piegrita tan churita
para darme un trompezón.
Anónimo
El:
Tengo rancho, tengo pingo,
tengo yerba pa'matiar,
sólo me falta una china
que me quiera acompañar.
Ella:
Si es que tenés rancho y pingo
y yerba para matiar,
y sólo te falta china,
yo te puedo acompañar.
El:
Si Dios llega a conocer
el amor de una paisana,
se va a poner chiripá
pa' ser cuñao de tu hermana.
Ella:
Dejalo a Dios en el cielo
que nos sirva de testigo,
mientras haya paisanitos
como el que baila conmigo.
El:
Hay tanto fuego en tu cara
que cada ojo es un fogón,
y cuando me encuentro cerca
estoy como chicharrón.
Ella:
Mis ojos no son tan fuertes
pa' quemarte carne y cuero,
más que mis ojos te queman
las bebidas del pulpero.
Ella:
Vuela el chimango y el tero,
y también el picaflor,
y si los chanchos volaran,
también volarías vos.
Carlos Puebla
Uruguayo (Contemporáneo)
Compañera
usted sabe
que puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo
si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar conmigo
si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo
Fito Páez
Argentino (Contemporáneo)
Charly García
Argentino (Contemporáneo)
No voy a llorar
si nadie me acompaña.
No voy a dejar
ni un camino sin andar.
Aunque sea el fin del amor
Yo he visto el fin del disfraz
Yo quiero el fin del dolor
pero no hay fin, siempre hay más.
No existe sombra,
no existe culpa,
no existe cruz.
No voy a esperar
las caras que no extraño
No voy a esperar
que el destino hable por mí.
Tu amor
Tan fuerte como el
no-amor.
Tu amor
parábola de un mundo mejor.
Armando Manzanero
Mexicano (Contemporáneo)
Como yo te amé
jamás te lo podrás imaginar
pues fue una hermosa forma de sentir
de vivir, de morir
y a tu sombra seguir
así yo te amé.
Como yo te amé
ni en sueños lo podrás imaginar
pues todo el tiempo, te pertenecí
ilusión no sentí
que no fuera por ti
así es como te amé.
Como yo te amé
por poco o mucho tiempo
que me quede por vivir
es verbo que jamás
podré volver a repetir
comprendo que fue una exageración
lo que yo te amé.
Como yo te amé
no creo que algún día
me lo quieras entender
tendrías que enamorarte
como lo hice yo de ti
para así saber cuánto yo te amé.
Mario F. Rada
Argentino (Contemporáneo)
Araca la cana
ya estoy engriyao.
Un par de ojos negros
me han engayolao.
Ojazos profundos,
oscuros y bravos,
tajantes y fieros
hieren al mirar,
con brillo de acero
me van a matar.
De miedo al mirarlos
el cuore me ha fayao.
¡Araca la cana ya estoy engriyao!
Yo me anduve entreverao
en mil y una ocasión
y en todas he guapeao;
yo que al bardo me he jugao
entero el corazón
sin asco ni cuidao,
como un gil vengo a ensartarme
en esta daga que va a matarme.
Si es pa creer que es cosa' e Dios
que al guapo más capaz le faye el corazón.
José de Grandis
Argentino (Contemporáneo)
Te acoplaste al cotorro
de este vate arrabalero
y te juro hasta diquero
por tenerte se volvió.
Se acabaron las verseadas
de mi numen peregrino,
¡si era el verso más divino
llevarte en el corazón!
B. de Irrutiaga y López
Argentino
Se le recibe gozoso,
máxime si quien lo brinda
es alguna Joven linda
realzada por la virtud.
Recuerdo que siendo novio
ni a los reyes envidiaba
El argentino lo toma
con deleite verdadero
y bien pronto el extranjero
le cobra afición aquí
otros dan la preferencia
al té, café o chocolate,
yo me quedo con el mate,
un bálsamo para mí.
Carlos Serrano
Argentino (28/9/95)
Sostengo tu retrato
y siento el calor de tu mirada buscándome,
el tono de tu voz,
el olor de tu piel en un abrazo.
Yo no te perdí.
Simplemente te arrancaron de mis manos.
Estás conmigo.
Te acaricio en mis sueños,
te lloro en mis silencios,
te amo a cada instante que respiro.