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Presentación
Contexto
Planteamiento de la situación
Son las 11.15h de un martes del mes de mayo. Llego al instituto. Voy a observar dos clases:
una de matemáticas de 1º de ESO y la otra de ciencias sociales de 4º de ESO. Hemos informado
al profesorado que queremos hacer estas observaciones para ver como gestionan el aula,
como atienden la diversidad y en especial la diversidad que conlleva el alumnado extranjero.
Desarrollo de la experiencia
Cuando entro en la escuela me dirijo a Conserjería y pregunto por el profesor con quien había
establecido el contacto. Mientras espero, hablo con el conserje sobre como agrupan los
alumnos (me explica que están agrupados por niveles: buenos, medianos, malos), la duración
de las sesiones de clase, el horario de los alumnos… Después de unos 10 minutos se me dirige
a la profesora que he de observar. Es una chica muy joven. Parece un poco cansada. Me dice:
“Ya te había visto, pero he salido a fuera a tomar el café, porque todo el día aquí dentro…”
De camino hacia el aula me explica que hoy le toca matemáticas con el grupo medio, con los
alumnos que no son buenos, pero que aún se puede hacer alguna cosa.
Me explica también que tiene una alumna inmigrante que no entiende casi nada ni el
castellano ni el catalán, y que le da hojas con multiplicaciones, porque aún no sabe multiplicar
bien. Entro en el aula y le pregunto dónde le va bien que me siente. No tiene tiempo para
responderme, que ya entran gritando los alumnos de primero de ESO. Ella, también grita, les
pide que se sienten. Muchos de ellos y ellas continúan hablando y no se sientan. Mientras, ella
da al alumno inmigrante, situado en una mesa individual en el extremo derecho de la clase, la
hoja con multiplicaciones. El resto de los alumnos van sentándose poco a poco. Las mesas
están dispuestas de dos en dos. Empieza diciendo: ¿“recordáis el que hicimos ayer? (…) Hoy
haremos la mediatriz y la bisectriz. ¿Habéis traído el compás?” Muchos chicos y chicas gritan:
“Nooooo”. Yo pregunto a un chico que tengo al lado: “¿cómo es que no lo has traído?” y me
contesta: “¡porque no tengo y no me lo quiero comprar!”. Ella va explicando y haciendo la
mediatriz y la bisectriz en la pizarra, con compás, mientras el resto va charlando. Pocos
escuchan y sobre todo los de detrás hacen burla, se tiran el estuche…
Cuando acaba dice: “haced el ejercicio 7 y 8 del libro”. Algunos van haciendo los ejercicios,
pero muchos no los hacen. Como que muchos no llevan compás no lo pueden hacer y ella
sugiere que lo hagan a mano alzada. Los chicos y chicas siguen quejándose en voz alta: “¡profe
esto es un rollo! ¡Yo no lo pienso hacer! ¡Me aburro!”, y con otros comentarios parecidos.
Yo digo al mismo chico que le había preguntado antes porque no había traído el compás si
quiere que le ayude a hacer el ejercicio. Como no ha traído ni compás ni libreta, le propongo
calcar en una hoja el ángulo y que dibuje la bisectriz a mano alzada.
La maestra los riñe y les dice que ya les había avisado y que tenían que haber traído el
compás. A los que se portan mal les hace separar la mesa y sentarse delante. Después les
manda hacer en la pizarra unos ejercicios. Salen preferentemente los chicos y castiga los que
“no se han portado bien” dejándolos sin hacer el ejercicio en la pizarra. Luego corrigen los
deberes del día anterior en la pizarra (¡que muchos no han hecho!).
Antes de que suene el timbre recogen, y cuando suena salen todos y todas muy rápidamente.
Al salir me comenta: “ya ves como son… hacemos lo que podemos… con este grupo no se
puede hacer mucho más”.
El profesor empieza diciendo que hoy explicará la revolución francesa. Lo hace con pasión.
Después muestra un Power Point, con cuadros sobre la revolución francesa, esquemas y
pequeños fragmentos de texto de los núcleos más importantes. Va haciendo preguntas a los
alumnos, va relacionando el tema con películas, con libros, con la situación política de los
países de donde provienen los alumnos…
El alumnado está sentado, de dos en dos y de cuatro en cuatro, todos mirando a la pizarra.
Parece que están atentos y atentas. Muchos van copiando los pequeños fragmentos de texto
del Power Point. Suena el timbre y todos continúan sentados, escuchando hasta que el
profesor acaba de hablar. Luego van saliendo tranquilamente.
Al acabar la sesión, me pregunta qué me ha parecido y me comenta que desde hace unos años
ha probado hacer las clases con Power Point con muchas imágenes y que le funciona muy bien.
Ahora bien, me dice que hace pocos trabajos en grupo, que le gustaría hacer más. También me
comenta que los alumnos están distribuidos por su conducta y que este es el grupo más alto.
Que a él no le gusta, pero que en el centro hay una corriente antipedagógica muy fuerte y que
no puede oponerse a esta distribución del alumnado. Eso sí, él intenta que la mayoría estén en
el grupo más elevado. Nos despedimos y se pone a mi disposición para cualquier cosa que
necesitemos.
Desenlace
Mientras me dirijo al metro voy dando vueltas a las observaciones realizadas, a los profesores
y a las diferencias. No puedo evitar compararlos y me surgen ideas que quiero contrastar con
mi equipo de investigación en cuanto pueda. Entre estas, aparece la influencia de las
expectativas del profesorado hacia el grupo de alumnos, la experiencia de los docentes o los
recursos didácticos utilizados (la bienvenida a los alumnos, la presentación de una persona que
se incorpora al grupo, las preguntas a los alumnos, entre otras). Pero lo que más me ha
impactado ha sido la pasión, en contra de la desmotivación, con la que los docentes viven y
sienten su profesión.
Ámbito Asignatura
Aula
Acción Currículum
Metodología
Atención a la diversidad
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