Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El “negro” o la “negra”, atributo con el cual se suele caracterizar a las personas por su
mal gusto, por su peligrosidad, por su vagancia, por su virtud, potencia sexual, carencia
de belleza, en el contexto de significación cordobés, no se refiere al color de la piel,
sino a un conjunto de criterios que remiten a diferencias de clase y culturas,
procedencia social y pautas o estilos de vida, es decir, hábitos construidos como
distintivo de un tipo de persona o un estereotipo.
El discurso de odio de marca racial y repetitivo no tiene, por lo tanto, lugar en el cuerpo
biológico y si en el sujeto moral. La narrativa racista cordobesa traza que el/la
“negro/negra” funciona como plus de desprecio asociado a atribuciones de pobreza,
incultura, inmoralidad y peligrosidad, mostrando una sedimentación histórica de estos
imaginarios raciales inscriptos en el proyecto fundacional de Argentina como nación
moderna, blanca y civilizada. Se trata, además, de discursos instalados como verdades
autoevidentes, absolutas e inmutables, constituyéndose así en soporte ideológico del
poder: representaciones, símbolos y emblemas que lo legitiman, asegurando su
supervivencia.
Con creciente intensidad se percibe que entre ellos hay un interés por resaltar con
orgullo y como parte de la propia identidad sus características distintivas. Así resisten a
estos procesos de sujeción transformando el vocablo “negro” en una causa
identificadora. El término, constantemente reinventado y tradicionalmente entendido
como un insulto o motivo de vergüenza, se transforma en un emblema de orgullo y
representación positiva. Por medio de un ejercicio de inversión, el estereotipo es
asumido por el sujeto quien dice reconocerse en la figura estigmatizada.