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El tema seleccionado para este trabajo final es el del racismo, del cual somos
conscientes que es un tema muy amplio con muchas aristas y que nos sería
imposible abarcarlo en su totalidad, por tanto, hemos decidido enfocarnos en cómo
se fue construyendo el racismo en nuestro país y su incidencia hoy en día.
Y ¿Por qué decidimos abordar este tema? Es que el racismo, más allá, de ser un
acto discriminatorio es un sistema que está permeado en las estructuras sociales,
en la educación, en los medios de comunicación, en las políticas públicas, en las
leyes, etc. Y que además se ha replicado históricamente; es una herencia que
venimos arrastrando, que está presente en todas las geografías, en cada sitio con
sus características, pero es un mal que aqueja a toda la humanidad.
En este proceso han surgido varios interrogantes, entre ellos: ¿Es el racismo una
construcción social-histórica?; ¿El racismo es utilizado como un mecanismo de
poder por parte del Estado?; ¿Hemos podido despojarnos de esas estructuras de
discriminación o aún siguen vigentes?
Introducción
El racismo y la creencia de que una raza particular es superior o inferior a otra, así
como la creencia de que ciertas características biológicas están predeterminadas
por la raza de una persona, han existido a lo largo de la historia.
Algunos creyeron que el racismo se acabaría una vez demostrado que el
cientificismo biológico que creía tener todas las respuestas sobre conductas,
habilidades y disposiciones sociales, fue una aberración. Hemos comprobado como
afirma Fermín Chávez que: “{...} resulta evidente que las categorías centroeuropeas
impuestas por el iluminismo{...}no nos sirven” (Chávez.1977; 39)
Para entender el racismo que nos amenaza es esencial que tengamos presente qué
implica el racismo estructural, así como la herencia y las externalidades negativas
que ha tenido la discriminación racial en nuestro país y el resto de Latinoamérica.
Era una sociedad interracial dominada por españoles, pero con escasa presencia
de mujeres españolas. El mestizaje se vio favorecido y muy pronto se justificó bajo
el principio ideológico de “limpieza y blanqueamiento de la sangre". su origen es la
violación de las mujeres indígenas.” Silvia Rivera Cusicanqui (2010) en su libro
Violencias (re) encubiertas en Bolivia señala, Son ellas, que paren "mesticillos"
como fruto de los abusos de los colonizadores, las que engendran a aquellos que
luego no tendrán "...lugar en la sociedad española ni en la indígena "(Rivera
Cusicanqui.2010; 192)
Francisco J. Pestanha, en su artículo “Ser Nación” nos indica que: “El modelo de
nacionalidad entonces no partió de preeminencia y la convocatoria de un
componente racial determinado, sino muy por el contrario, emergió y emerge del
sustrato, se construye a partir de relaciones que se producen en el sustrato social.
De allí, las dificultades para establecer un destino y un sentido común, pero a la vez,
su potencialidad extraordinaria”.
Por ende, la jerarquía de las castas en Latinoamérica se definía en virtud del grado
de sangre española, es decir, en virtud de la “pureza” de los descendientes de
uniones interraciales. A mayor grado de pureza (sangre española), más derechos; a
menor grado, derechos reducidos. Así se generó el sistema de castas colonial; Pero
no todos estaban de acuerdo con este pensamiento. “En la heterogénea y conflictiva
composición social, étnica y cultural del virreinato del Perú[..] la rebelión de Tupac
Amaru tuvo características integradoras[...] intentaba amalgama los criollos, negros,
mestizos e indios en una sola nación, donde no excluía a nadie por razones de
color”. (Beatriz Gurevich. 2013; 22)
Como señalan las autoras Bard Wigdor y Artazo: “Este patrón de poder, instaurado
desde la colonia en América Latina, encontró en el concepto de raza un modo de
reproducción dominante dentro de las poblaciones colonizadas y logró permanecer
más allá de la culminación práctica del proceso de colonización” (Bard Wigdor y
Artazo.2017;197)
A fines del siglo XIX las elites argentinas, fervientes creyentes del “biologicismo
científico”, tan de moda por esos tiempos, tenían la esperanza que la llegada de
inmigrantes europeos pudiera contribuir a mejorar y “diluir” a las poblaciones
mestizas, originarias y negras; logrando una transformación moral y ayudando a
conseguir el tan ansiado progreso europeo. Arturo Jaureche (1966) detalla el
pensamiento liberal (abarcando lo económico, cultural y la educación) de aquella
época de la siguiente manera: “{...} desamericanizar el país-” este es un país
blanco”-desvinculándolo además de lo español y afirmándolo en la doble línea en
que lo estético es francés y lo económico británico”. (Jauretche.1966,82)
Una de las obras que más ampara este pensamiento de fines del siglo XIX Y
comienzos del XX, es la famosa obra de Domingo Faustino Sarmiento, en “el
Facundo”, con el paralelismo detallado entre “civilización y barbarie”, el progreso era
el “blanco”, el bárbaro de piel oscura.
Las campañas al desierto, “la guerra contra el indio”, fueron justificadas bajo estos
términos “civilización y barbarie”.
Hoy en día sería inadmisible que un funcionario público expresara estas ideas, pero
sí, esta propaganda racista ha calado hondo en el imaginario nacional. Podríamos
decir que en estos tiempos el racismo es más subliminal, como afirma Rita Segato
(2006) hay prácticas que colaboran con la reproducción de la idea significativa entre
la raza y clase (combinación entre situación económica e inserción profesional).
Muchas veces, las instituciones reproducen las desventajas inhibiendo el acceso a
los servicios y recursos que las instituciones ofrecen que pueden no ser bien
comprendidas o satisfechas, gracias a su mal trato y poca aceptación “de la
otredad”.
Esa arma tan poderosa, que con su pedagogía nos marcó a fuego, nos encarnó ese
pensamiento racista, que nos quiso inculcar la idea de inferioridad con respecto a la
Europa sajona, en donde el racismo subliminal está presente a diario en nuestras
vidas.
Recordemos las palabras de José Martí: “Los hombres naturales han vencido a los
letrados artificiales. El mestizo autóctono ha vencido al criollo exótico. No hay batalla
entre la civilización y la barbarie, sino entre la falsa erudición y la naturaleza”.
Jaureche, A (1966). El medio pelo en la sociedad argentina. Bs. As, Ed.A. Peña Lillo
S.R.L