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TRABAJO PRÁCTICO N° 1

Universidad Nacional de Córdoba


Facultad de Psicología Comisión: Aris Yosifides 10 a 12hs

Velásquez Enzo Alberto, DNI: 27.671.676


Ravagli Cáceres Valentino, DNI: 44.740.472
Galvao de Assuncao Daniana, DNI: 95.810.571
Rodríguez Sosa Julieta Rocío, DNI: 34.188.054
Pizarro Paola Yanina, DNI: 30.469.461

Análisis y comparación de la relación entre la formación del síntoma y el sueño

En la obra de Freud hay dos momentos en los que se aborda el concepto de síntoma: antes de 1900 y
después de 1900. Al inicio de sus escritos previos al 1900, fuertemente influenciado por sus experiencias
con Chacot y Breuer respecto del método hipnótico, Freud defiende que la histeria es producto de un
conflicto generado por un hecho traumático que impactó en el aparato psíquico, pero que no goza de
acceso consciente en la vigilia y que las histéricas padecen principalmente de reminiscencias, es decir,
residuos de hechos que fueron olvidados y que se manifiestan en el cuerpo provocando síntomas. Al
observar los casos de sus pacientes, Freud se percata de que los hechos traumáticos almacenados en la
mente del individuo están relacionados con sus síntomas y están marcados por sentimientos de
vergüenza, culpa y pudor, ante un pensamiento incompatible con el contexto socio-cultural. Este afecto
liberado buscaba satisfacción en otro objeto y la encontraba en el síntoma.

Sin embargo con el establecimiento de la libre asociación como método propio del psicoanálisis a
partir de 1900, se enfatiza el carácter verbalizado (consciente) para acceder al inconsciente, revelando
incluso las resistencias de forma más contundente. A partir de ese momento, el síntoma es visto como
un mensaje cifrado que encuentra lugar para su interpretación y elaboración en el espacio analítico, a
través de los cuales se descubren pensamientos inconscientes y síntomas referidos a aquello que los
pacientes no pueden decir, por resistencia. De esta observación comienza a extraer algunas premisas:
los síntomas “hablan”, tienen una estructura, se pueden poner en palabras y aparecen en el cuerpo,
como expresión de lo no-verbalizado. Dicho mensaje cifrado materializado por el síntoma sigue las
mismas leyes de funcionamiento de los demás fenómenos del inconsciente. Sus contenidos están
sujetos a las mismas distorsiones que sufre el sueño debidas a los mecanismos de defensa. Por tanto,
desde aquí se refiere al síntoma como una expresión del medio inconsciente del aparato psíquico.

En su obra, Freud entiende que la interpretación de los sueños es un método para formular hipótesis
sobre el significado de ciertos síntomas psicológicos, como las fobias, la neurosis obsesiva y la histeria.
Para él, la esencia del sueño es el cumplimiento de un deseo reprimido (o no cumplido) y afirma que
todo sueño tiene un significado y ese significado debe ser interpretado valiéndose del lenguaje, ya que
es el medio por el que se comprenden los síntomas.
Sin embargo, la narración llevada a cabo por los pacientes mostró que los sueños carecían de sentido,
tanto para el soñador como para el analista, dada la deformación explicada por la fuerza coercitiva de la
resistencia, es decir, la censura, que sería la tendencia que domina la conciencia de una persona con el
fin de inhibir otras tendencias que se le oponen, obligándolas así a quedarse en el inconsciente para que
no salgan. Según Freud, el trauma reprimido siempre estará tratando de volver a la conciencia, pero la
resistencia lo impedirá, provocando síntomas neuróticos o sueños. El sueño, a su vez, conformaría una
de las vías tomadas por los deseos inconscientes y que, al realizar este movimiento, busca promover una
determinada descarga y lo hace mediante un lenguaje construido a partir de imágenes ambiguas, por
ello, la tarea de interpretarlas se hace muy compleja. La formación del sueño surge como fruto de dos
procesos psíquicos: el desplazamiento y la condensación. Ambos procesos constituyen lo que se llama
procesos del trabajo onírico y se encuentran relacionados con las estructuras del lenguaje donde
encontramos los significados y sus respectivos significantes y el acceso a ellos se produce mediante la
interpretación de los sueños.

En conclusión, Freud dice que tanto el sueño como el síntoma son mensajes que aparecen como
enigmas, por lo tanto, es necesario extraer el significado que aparece codificado. Sueños y síntomas son
manifestaciones de un deseo y tienen la misma estructura: son formaciones del inconsciente. En ambos
fenómenos nos encontramos frente a la intervención de un proceso de condensación y desplazamiento
que hacen inaprehensible el material presente en ambas manifestaciones a causa de la censura que
intenta impedir el paso de contenidos inconscientes hacia la consciencia, tanto en estados oníricos
como en vigilia, llevando a cabo -no obstante- la satisfacción de dicho deseo inconsciente mediante el
sueño o las manifestaciones sintomáticas. De la mano con esto vemos que ambas se rigen
predominantemente por el principio de placer, buscando una satisfacción mediante manifestaciones
como las anteriormente nombradas, pues ellas dan cierta satisfacción al sujeto. Sin embargo podríamos
afirmar que la mayor relación entre ambos es la utilización de material extraído de la realidad para
“deformarla/codificarla” mediante los procesos de condensación y desplazamiento que permiten dicha
satisfacción, sometiéndose aún a la censura para que dichos elementos psíquicos inconscientes no se
manifiesten sino con la utilización de elementos de la “realidad” deformados e incomprensibles en
primera instancia; tomados para -por medio de ellos- expresar y cumplir deseos inconscientes. Los
sueños y los síntomas, desde el punto de vista freudiano, constituyen formas de "cumplimiento de
deseo" tentativas del inconsciente para resolver un conflicto de alguna clase, ya sea algo reciente o algo
procedente de lo más hondo del pasado. Sin embargo, debido a que la información en el inconsciente se
encuentra en una indomable y a menudo perturbadora forma, un "censor" en el preconsciente no
permitirá que pase inalterada a la consciencia. Durante los sueños, el preconsciente es más laxo en este
deber que en horas de vigilia, pero todavía está atento: como tal, el inconsciente debe falsear y
deformar el sentido de su información para que pueda pasar a través de la censura. Así, las imágenes en
los sueños a menudo no son lo que parecen ser, según Freud, y necesitan de una profunda
interpretación para que puedan informarnos sobre las estructuras del inconsciente. A su vez, existen
sueños traumáticos, estos se repiten una y otra vez y suelen ser desagradables. Pero Freud los
desentraña y descubre que son un intento fallido de elaboración del trauma y que también conllevan un
cumplimiento imaginario de deseos porque el deseo no se cumple nunca en realidad, sinó que refleja
una apariencia gozosa de que se cumple, pero en realidad es tan solo imaginario. El deseo siempre se
desplaza de un objeto a otro y nunca se satisface ni se realiza con ninguno.

La principal diferencia entre los dos es que el síntoma encuentra una solución para que el deseo se
presente en la conciencia y hay un compromiso que se establece entre el deseo y la censura, haciendo
que ni el deseo se real.

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