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RESUMEN DERECHO CONSTITUCIONAL II

Preparado por el Lic. David José Castillo Jiménez.

Constitución Orgánica:

El Derecho de la Constitución contiene no solamente los derechos fundamentales y las


libertades públicas, que sirven de límite a la acción estatal, si no, los Órganos a través
de los cuales se realiza la actividad estatal, teniendo como principio constitucional
rector de la estructura jurídica estatal, el principio de SEPARACIÓN DE PODERES
(artículo 9 de la Constitución Política), del cual se infieren funciones particulares, de
cada una de las facetas del Estado, a saber el ESTADO LEGISLADOR (Poder Legislativo),
ESTADO JUEZ(Poder Judicial), ESTADO Administración Pública, la cual se divide en
Centralizada, que es Poder Ejecutivo, el cual conforman Presidente y Ministerios, y la
Administración Pública Descentralizada, ya sea con base al territorio
(Municipalidades), a su función (instituciones autónomas) o corporativas (Colegios
Profesionales).

En este mismo orden de ideas, otro principio consustancial con el de Separación de


Poderes, es el Independencia de los Poderes entre sí, contenido en el mismo artículo 9
de la Constitución Política, el cual preceptúa:

”El Gobierno de la República es popular, representativo, participativo, alternativo y


responsable. Lo ejercen el pueblo y tres Poderes distintos e independientes entre sí. El
Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial.”

El Principio de Independencia, se aplica principalmente en el plano funcional, y en el


caso de la Administración Pública, dicha función al estar supeditada al principio de
legalidad (artículo 11 de la Constitución Política) de igual forma está sometida al
control jurisdiccional de conformidad con los artículos 9, 48, 49 y 154 de la
Constitución Política (principio constitucional de control plenario de la función
administrativa), y el Control Político que ejerce la Asamblea Legislativa (artículo 121,
inciso 24 de la Constitución Política), de igual forma el Poder Judicial y el Legislativo
están sometidos a la Ley y a la Constitución, sin embargo, el Poder Ejecutivo puede
objetar una Proyecto de Ley de la Asamblea Legislativa a través del Veto, lo cual hace
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que la Asamblea en este caso, si insiste en la sanción de la Ley, deberá aprobarla por
2/3 de la totalidad de sus miembros (artículos 125, 126 y 127 de la Constitución
Política) en este sentido, se puede considerar el Veto, como una forma específica de
control del Poder Ejecutivo sobre el Legislativo, en el caso del Poder Judicial al ser su
función, una función técnica-jurídica (jurisdiccional) el control de sus actos se da a lo
interno del Poder Judicial, siendo las Salas de Casación y la Sala Constitucional, las
instancias superiores de dicho control, en el sentido de asegurarse que las sentencias
de los tribunales inferiores se adecúen al Derecho de la Constitución, y al Bloque de
Legalidad, según el sistema de fuentes de cada rama del Derecho.

-El Principio Independencia del Poder Judicial:

El Principio de Independencia del Poder Judicial, ha sido recientemente caracterizado


por la Sala Constitucional en el Voto 11713-2021, haciendo un recuento de la misma
jurisprudencia constitucional, dice la Sala en dicho Voto:

“Propiamente sobre la independencia del Poder Judicial y la independencia de los


jueces existe también abundante jurisprudencia de esta Sala. En general, se ha
afirmado que, en los regímenes políticos democráticos, el principio de independencia
del juez, en particular, y del Poder Judicial, en general, tiene un valor fundamental
porque sobre él descansan la legitimidad del juez y la imparcialidad de la decisión
judicial. Se ha indicado que resulta toral para el adecuado funcionamiento del Estado
democrático de Derecho –entendido bajo su postulado de primacía del derecho– que la
función jurisdiccional pueda ejercerse sin presiones indebidas, en el seno de un Poder
Judicial verdaderamente independiente. Principio que, en el caso costarricense, no solo
tiene debido sustento constitucional, sino que en múltiples instrumentos
internacionales se contempla. Esta Sala ha resaltado desde sus inicios la importancia
de la independencia judicial al reafirmar que la administración de justicia es una
competencia exclusiva del Poder Judicial (ver sentencia n°1991-0441 y 1994- 2358,
1996-6989, 1999-4555, 2006-7965)”

De hecho, la Sala Constitucional en dicho Voto, cita una sentencia de la Corte


Interamericana de Derechos Humanos, sobre la independencia judicial como garantía
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para el ser humano, de una justicia imparcial, pilar de todo régimen democrático, dijo
la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, sobre el tema:

“Dicho ejercicio autónomo debe ser garantizado por el Estado tanto en su faceta
institucional, esto es, en relación con el Poder Judicial como sistema, así como
también en conexión con su vertiente individual, es decir, con relación a la persona
del juez específico. El objetivo de la protección radica en evitar que el sistema judicial
en general y sus integrantes en particular se vean sometidos a posibles restricciones
indebidas en el ejercicio de su función por parte de órganos ajenos al Poder Judicial o
incluso por parte de aquellos magistrados que ejercen funciones de revisión o
apelación. Adicionalmente, el Estado está en el deber de garantizar una apariencia de
independencia de la magistratura que inspire legitimidad y confianza suficiente no sólo
al justiciable, sino a los ciudadanos en una sociedad democrática”. (Corte IDH. Caso
Apitz Barbera y otros “Corte Primera de lo Contencioso Administrativo” vs. Venezuela.
Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 5 de agosto de
2008. Serie C No. 182, párr. 55.). Y sigue explicando el Voto en cuestión sobre los tipos
de independencia judicial:

“De lo cual se desprende que, en la definición de Independencia Judicial se incluyen los


siguientes dos tipos:

• Independencia judicial externa: se refiere a la existencia de un conjunto de garantías


que pretenden evitar que una Corte sea controlada por otros órganos
gubernamentales, como los poderes Ejecutivo y Legislativo. Es la relación del Poder
Judicial con otros actores del sistema político. En este sentido el sistema de
administración de justicia es autónomo en tanto dependa de él mismo y no de otros
poderes. Independencia externa es la ausencia de presiones o influencias externas que
hagan vulnerable a la institución, como resultado de amenazas a la disponibilidad de
recursos que le permitan desarrollar su labor con autonomía, a la estabilidad laboral y
las posibilidades de ascenso de sus funcionarios, a su integridad y patrimonio, y a sus
capacidades de infraestructura para atender las demandas ciudadanas.

• Independencia judicial interna: tiene que ver con la habilidad de los jueces de dictar
sentencias sin miedo a represalias. “
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A lo interno la independencia judicial obedece a la independencia de criterio del juez,


frente a sus superiores, claro que con los límites que implica el dictado de sentencias
claramente contrarias al Ordenamiento Jurídico (delito de prevaricato), el cual en caso
deberá ser investigado, no por el Superior del Juez, si no por un órgano especializado
del Poder Judicial (Ministerio Público).

-TRIBUNAL SUPREMO DE ELECCIONES: En cuanto a la Independencia del Tribunal


Supremo de Elecciones como ente constitucional especializado ha dicho la Sala en el
voto 11713-2021, haciendo un recuento de la jurisprudencia constitucional del tema:

Respecto del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), debe indicarse que también existe
profusa jurisprudencia sobre el fundamento, justificación y relevancia de su
independencia. En el voto n°3194-1992, la Sala resolvió:

“En el caso de la materia electoral, la Constitución de 1949 dio especial importancia a


la necesidad de segregar todo lo relativo al sufragio, principalmente de la órbita de
los poderes políticos del Estado. En esa dirección, estableció una serie de principios y
adoptó mecanismos eminentemente formales para garantizar la independencia del
sufragio, sobre todo mediante la plena autonomía del órgano llamado a organizarlo,
dirigirlo y fiscalizarlo. Originalmente en el artículo 99 constitucional, y luego también
en el 9° -por la adición introducida por ley 5704 de 5 de junio de 1975- no sólo se
atribuyó al Tribunal Supremo de Elecciones la organización, dirección y vigilancia de los
actos relativos al sufragio, sino que, además, se le otorgó el rango e independencia
propios de un poder del Estado.”

Mientras que en el voto n°00495-1998, se agregó que “aunque (el TSE) no es un Poder
del Estado en sentido estricto, sí cumple una función primordial en el Estado
costarricense -cual es la de ocuparse de la materia electoral-, y por norma
constitucional -transcrito párrafo segundo del artículo 9- se le confiere el rango e
independencia de un poder del Estado”. Por su parte, en el voto n°2000-06326, esta
Sala precisó:

III.- DE LA NATURALEZA JURÍDICO-CONSTITUCIONAL DEL TRIBUNAL SUPREMO DE


ELECCIONES. Con ocasión de los problemas electorales que motivaron la revolución de
1948, los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente de 1949 tuvieron especial
cuidado de cuidar la materia electoral, segregando todo lo relativo al sufragio,
principalmente de la órbita de los Poderes del Estado, especialmente del Ejecutivo y de
la Asamblea Legislativa, sin dejar de lado el Judicial…y adoptaron mecanismos
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eminentemente formales para garantizar la independencia del sufragio, dotándole de


plena autonomía al órgano llamado a organizarlo, dirigirlo y vigilarlo (el Tribunal
Supremo de Elecciones), originalmente en los términos del artículo 89 de la
Constitución Política, y luego en los del artículo 9 (adicionado mediante Ley número
5704, de 5 de junio de 1975), en virtud del cual, se delegó a este Tribunal, no sólo la
competencia de la materia electoral –según se anotó anteriormente-, sino que además
se le otorgó el rango e independencia propios de un poder del Estado. De lo dicho
queda claro que el Tribunal Supremo de Elecciones es un órgano constitucional
especializado en la materia electoral, que por disposición constitucional goza de la
misma independencia de los Poderes del Estado en el ejercicio de sus atribuciones; es
decir, tiene plena autonomía para organizar, dirigir y vigilar los procesos electorales y
todos los actos relativos al sufragio, con la independencia y rango propios de un Poder
estatal, lo cual ha sido considerado con anterioridad en la jurisprudencia constitucional
en los siguientes términos: El Tribunal como órgano constitucional especializado para
la materia electoral, con el rango e independencia de los poderes públicos, puede ser
investido, sólo que en su ámbito específico, con cualquiera de las funciones del Estado,
y de hecho lo está con las tres [que tiene asignadas], tener a su cargo «la
organización, dirección y vigilancia de los actos relativos al sufragio, así como las
demás funciones que le atribuyan la Constitución y las leyes» (sentencia número
0980-91, de las 13:30 horas del 24 de mayo de 1991).En este sentido, y por la
importancia que reviste, debe hacerse mención a la facultad interpretativa que la
jurisprudencia constitucional reconoció a este tribunal constitucional, obviamente en
materia propia de su competencia: la electoral, en los siguientes términos:]
competencias de las los artículos 97 párrafo segundo y 121 inciso 1) excluyen aún a la
Asamblea Legislativa y que el 102 termina de reforzar con una no igualada amplitud,
sobre todo al atribuirle poderes tan amplios como el de «interpretar en forma exclusiva
y obligatoria las disposiciones constitucionales y legales referentes a la materia
electoral» inciso 3º)" (sentencia número 0980-91, supra citada).

En virtud de esta especial competencia, de las prerrogativas y potestades del Tribunal


Supremo de Elecciones, es que esta Sala Constitucional concluyó que la esfera de lo
electoral es "un ámbito constitucional especial, al que no le convienen las mismas
reglas que a los demás Poderes Públicos" (sentencia número 3194-92, de las 16:00 del
27 de octubre de 1992). A modo de ejemplo, debemos hacer referencia obligada a la
competencia reglamentaria que se la jurisprudencia constitucional le ha reconocido
únicamente en relación con la materia propia de su competencia, obviamente la
actividad electoral”

En este orden de ideas, el Tribunal Supremo de Elecciones tiene poderes propios de los
Poderes de la República, como el Control de la Fuerza Pública en procesos electorales,
o potestades jurisdiccionales en materia de amparos electorales, sin ser un Poder de la
República en los términos del artículo 9 de la Constitución Política.
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-PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE AUTONOMÍA DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA


DESCENTRALIZADA:

Con respecto a la Administración Pública descentralizada, la Constitución contiene


normas que garantizan la Autonomía de dicho tipo de Administración Pública, debido a
la especialidad de su función, o por aspectos territoriales, así la Constitución Política
consagra la autonomía de la Caja Costarricense del Seguro Social (artículo 73 de la
Constitución Política) autonomía universitaria (artículo 84 de la Constitución Política),
la autonomía municipal (artículo 170 de la Constitución Política) y la autonomía de las
llamadas instituciones autónomas (artículo 188 de la Constitución Política).

No se debe confundir la descentralización (autonomía) con desconcentración, la


primera obedece a la creación de un ente dotado de personalidad jurídica plena para
adquirir derechos y contraer obligaciones, independiente de cualquier otro ente
público, creado en los casos que vamos a ver por la Constitución, la desconcentración,
obedece al traslado de competencias centrales específicas, a un órgano dentro de un
ente público, creado generalmente por la ley (como el CONAVI que es un órgano
desconcentrado del MOPT).

En este sentido, la doctrina nacional señala lo siguiente: “... La descentralización es


diversa de figuras aparentemente iguales, como la desconcentración, la delegación y la
concesión legal de competencias centrales ... El órgano desconcentrado está sometido
a jerarquía, lo que quiere decir a órdenes del superior jerárquico. El mayor grado de
libertad que ostenta, en relación con un subordinado común, radica en que sus actos
agotan la vía administrativa, sin posibilidad de recurso al superior, pero éste puede, en
todo caso, cursar órdenes, instrucciones y circulares que limiten la discrecionalidad del
inferior ... el ente descentralizado no está sometido a órdenes ni instrucciones en el
desempeño de su competencia exclusiva ... la personalidad jurídica implica por sí una
esfera de libertad mayor que la mera competencia exclusiva de un órgano. La
desconcentración se opera mediante norma o regla jurídica, no mediante acto
administrativo ... toda desconcentración supone una atribución permanente de
competencia exclusiva a favor del inferior ...”, Ortiz Ortiz (Eduardo), “TESIS DE
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DERECHO ADMINISTRATIVO”, Biblioteca Jurídica Dike, y Stradtmam editorial, San José,


1ª edición, setiembre del 2002. Tomo I, páginas 342, 343 y 344.

Es claro que la descentralización (autonomía) es un tema de Derecho Constitucional y


Administrativo, mientras que la desconcentración es de Derecho Administrativo,
solamente.

En este mismo orden de ideas la Autonomía constitucionalmente reconocida es de tres


grados: autonomía de primer grado, llamada administrativa, de segundo grado
llamada política, y de tercer grado o plena llamada autorganizativa normativa, las
Universidades Estatales, por ejemplo tienen el grado de autonomía plena o
autorganizativa normativa (tercer grado) al respecto sobre la autonomía universitaria
dice la Sala Constitucional en el Voto 11713-2021:

“La autonomía plena o del tercer grado reconocida a las universidades públicas en el
ordinal 84, párrafo 1°, de la Constitución tiene, también, límites infranqueables, de
modo que no puede entenderse, bajo ningún concepto, como un concepto jurídico
indeterminado que habilite de manera indeterminada y abierta a los centros de
enseñanza superior universitaria. La autonomía es una noción del Derecho
Administrativo constitucional que, obviamente, debe entenderse dentro de las
coordenadas del Estado Constitucional de Derecho. Ciertamente, como lo ha afirmado
reiteradamente este Tribunal tal autonomía universitaria les habilita para dictar sus
propias normas jurídicas fundamentales de organización. Empero, no puede
extralimitarse tal potestad, puesto que, sin duda alguna, se encuentra limitada por
el propio Derecho de la Constitución, esto es, los valores, principios, preceptos y
jurisprudencia constitucionales. Las universidades ciertamente gozan de autonomía,
pero no de soberanía, la soberanía, únicamente, la tiene el propio Estado. No puede
entenderse, so pena de fragmentar la soberanía, que las universidades se pueden
constituir en especie de micro-estados dentro del propio Estado costarricense. No cabe
la menor duda que las universidades públicas al ejercer su autonomía, también,
están sujetas a los principios, valores, preceptos y jurisprudencia constitucionales
que los interpretan. Las universidades no pueden abstraerse del Derecho de la
Constitución o del orden constitucional. Dentro de los límites infranqueables de la
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autonomía universitaria destacan, obviamente, los derechos fundamentales y


humanos que son de aplicación directa e inmediata y que, desde luego, vinculan a
todos los poderes públicos, incluidas, desde luego las universidades. Los derechos
fundamentales y humanos que dimanan de la dignidad de la persona son la base del
entero ordenamiento jurídico, por consiguiente cualquier regulación, incluso la emitida
en el ejercicio de la autonomía plena o universitaria debe respetarlos y procurar su
goce efectivo..A partir de allí se reforzó la idea de que las universidades estatales gozan
de autonomía plena, pero no de soberanía, la cual reside únicamente en el Estado, y
por tanto, debe entenderse que la normativa universitaria debe sujetarse a los valores
y principios constitucionales.”

Por tanto la autonomía universitaria obedece a la capacidad de las universidades


estatales de fijar sus objetivos (autonomía política) dentro de lo que es materia de su
competencia (Cultura y Educación Superior), escoger los medios para lograr esos
objetivos (autonomía administrativa) y darse sus propios órganos de gobierno
(autonomía autorganizativa normativa).

Con respecto al segundo grado de autonomía (política) propia de las Municipalidades y


la Caja Costarricense del Seguro Social la Sala ha dicho en el voto 17098-2021:

“…Recuérdese que, la autonomía municipal, contenida en el artículo 170 de la


Constitución Política, esencialmente se origina en el carácter representativo por ser un
gobierno local (única descentralización territorial del país), encargado de administrar
los intereses locales. El gobierno local tiene potestad de autonormación y
autoadministración, esto quiere decir que pueden dictar sus propios reglamentos
para regular su organización interna y los servicios que presta, así como su
capacidad de gestionar y promover intereses y servicios locales de manera
independiente del Poder Ejecutivo. Es claro, entonces que el Poder Ejecutivo no puede
actuar como director o en una relación de jerarquía frente a las municipalidades, y no
puede imponerle lineamientos, ni dar órdenes, ni controlar la oportunidad de sus
actividades.”
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Las municipalidades por tanto pueden fijar sus propios objetivos de conformidad con
los intereses locales (autonomía política) y pueden escoger los medios para lograr
dichos objetivos (autonomía administrativa).

En cuanto al primer grado de autonomía (administrativa) de la que son titulares las


instituciones autónomas la Sala Constitucional ha dicho en el voto 17098-2021:

“…Otra cuestión que necesariamente se debe abordar, partiendo del hecho de que la

Asamblea Legislativa, en ejercicio de la potestad de legislar, tiene una competencia

constitucional para regular la organización y las funciones de los poderes y los entes

descentralizados, no para suprimir las autonomías autoorganizativa o autonormativa -

en el caso de las universidades estatales-, la política -en el caso de la municipalidades y

la CCSS- y la administrativa -en el caso de las instituciones autónomas..”, de igual

forma la Sala haciendo una exégesis (estudio) de los artículos 188 y 189 de la

Constitución Política, delimita los alcances del primer grado de autonomía

correspondiente a las instituciones autónomas, dice la Sala en el Voto 18505-2019:

“En el caso concreto de JAPDEVA, se trata de una institución autónoma de creación

legal cuyas metas, objetivos y fines se encuentran fijados por ley.”

Por tanto, la autonomía del artículo 188 no le permite a las instituciones autónomas

fijar sus metas, objetivos y fines, lo cual sí pueden hacer los entes con el grado 2 y 3 de

autonomía, por lo que sólo pueden escoger los medios para cumplir las metas,

objetivos y fines que les fija la ley (autonomía administrativa).

Bibliografía Consultada:

-Ortiz Ortiz (Eduardo), “TESIS DE DERECHO ADMINISTRATIVO”, Biblioteca Jurídica

Dike, y Stradtmam editorial, San José, 1ª edición, setiembre del 2002. Tomo I.
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-Jurisprudencia Consultada: Votos de la Sala Constitucional 18505-2019, 11713-2021 y

17098-2021.

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