“Se trata de un órgano dotado de Jurisdicción creado para conocer especial y exclusivamente en materia de controversias (contencioso) constitucional, situada fuera del aparato jurisdiccional ordinario e independiente de cualquier poder público.” Estamos netamente en la idea Kelseniana del Control Constitucional. Se trata de una definición que contempla a los Tribunales Constitucionales de una forma muy rígida y que se refiere netamente al sistema de Control “concentrado o rígido”. Sin embargo, ante la evolución y el paso del tiempo la concepción de los Tribunales Constitucionales ha cambiado, y de manera más amplia con toda certeza que en la actualidad TRIBUNAL CONSTITUCIONAL ES TODO AQUEL ORGANISMO JUDICIAL, PERTENECIENTE O NO AL PODER JUDICIAL Y CON INDEPENDENCIA DE SU DENOMINACIÓN, ESPECIALIZADO EN SOLUCIONAR CONFLICTOS SURGIDOS DE LA INTERPRETACIÓN Y LA APLICACIÓN DIRECTA DE LAS NORMAS CONSTITUCIONALES. De la anterior definición y por ende enfoque distinto, vemos que se realiza una abstracción del requisito de que el Tribunal Constitucional no pertenezca al engranaje ordinario de la impartición de Justicia; esto implica -o significa- que una Suprema Corte de Justicia o un Tribunal Supremo, pese a encabezar el Poder Judicial pueden considerarse Tribunales Constitucionales si sus funciones esenciales consisten en salvaguardar, en última instancia, el contenido de la Constitución y, en su caso, declarar la nulidad de leyes con efectos generales (para todos). Es el caso de México y la Suprema Corte de Justicia de la Nación que se trata del intérprete supremo de la Constitución Federal. 3.2. Naturaleza del Tribunal Constitucional.. Contar con tribunales fuertes y sólidos propicia que los ciudadanos se sientan amparaos por los jueces. Esta sensación aumenta y se potencia por medio de las resoluciones del más alto tribunal. El Tribunal Constitucional es el órgano jurisdiccional supremo, tanto por su función como por su situación institucional con respecto a los demás poderes del Estado. Desde el examen de su función objetiva, se destaca que su misión es la de defender y garantizar la primacía de la Constitución, que en nuestro sistema jurídico es la primera Ley que ha de ser cumplida por todos los sujetos del Derecho. El Tribunal Constitucional ocupa la posición más alta, tanto en el organigrama jurisdiccional como en el de los demás poderes del Estado. Ostenta la potestad jurisdiccional, autonomía presupuestaría, potestad reglamentaria y funciones de autogobierno. Esa posición de supremacía del Tribunal Constitucional no se limita exclusivamente al ámbito de nuestro ordenamiento interno, sino que también se proyecta con respecto a órganos jurisdiccionales supranacionales, instaurados como consecuencia de la suscripción por el Estado en determinados tratados internacionales. 3.3. Funciones (atribuciones) del Tribunal Constitucional Su función exclusiva radica en conocer de la posible inconformidad de una ley respecto al contenido de la Constitución. Este control de constitucionalidad puede ser de dos tipos: a priori, cuando se ejecuta antes de la promulgación de la ley, o a posteriori, cuando ocurre una vez que la ley haya entrado en vigor. El primer tipo de control se observa en Francia, cuyo Consejo Constitucional examina la constitucionalidad de las leyes previamente a su promulgación y el segundo es el modelo más utilizado en el mundo. Otra función que sugieren algunos autores respecto a los Tribunales Constitucionales es la conocida como “Función Legislativa”; Kelsen decía que los Tribunales Constitucionales son legisladores negativos, pues, pese a su organización, no ejercen una verdadera función jurisdiccional, en la inteligencia de que anular una ley implica establecer una norma general. Luego, la anulación tiene el mismo carácter de generalidad de la formación de la ley, lo que produce una creación legislativa de “signo negativo”. Las facultades legislativas negativas generan dos consecuencias: en primer lugar, que su “legislación” carezca de la creación inherente a la actividad legislativa, pues anular una ley no es sino aplicar las normas constitucionales y, en segundo, que los Tribunales Constitucionales no puedan actuar oficiosamente por carecer de iniciativa legislativa, sino sólo a instancia de parte, siempre que, antes, esas normas sean impugnadas por los órganos legitimados para ello, o por los Tribunales Superiores, competentes para plantear ante el Tribunal Constitucional la inconstitucionalidad de una norma que deban aplicar a un caso concreto. Los Tribunales Constitucionales sólo resuelven, en abstracto, sobre la compatibilidad o incompatibilidad lógica de dos normas también abstractas: la Constitución y la ley. Esto tiene una doble implicación respecto de las declaraciones de inconstitucionalidad: primeramente, estas han de tener valor constitutivo, no declarativo, por lo que producen sus efectos para el futuro, porque toda ley, mientras no sea declarada inconstitucional, es válida, de ahí que no pueda ser inaplicada por los Jueces quienes sólo deberán inaplicarla cuando se haya producido la declaración correspondiente, el vicio de inconstitucionalidad es de anulabilidad: la ley NO es nula si el Tribunal Constitucional no la declara así expresamente. En segundo término, las declaraciones de inconstitucionalidad tienen siempre, como la legislación, efectos generales y fuerza de ley. 3.4. Los controles del Tribunal Constitucional La Constitución como norma suprema y fundante deberá también contemplar y estipular las funciones/los controles que detentará el Tribunal Constitucional.
Las facultades habitualmente son:
A) Controlar la constitucionalidad de las normas generales, sin importar el poder que las expida; el Tribunal examina si las normas generales son compatibles con la Constitución, y si el tribunal considera que no lo son, anula dicha norma general con efectos generales. El Tribunal no juzga un caso individual, sino que realiza una función lógica-abstracta cuyo resultado puede ser la anulación de la norma examinada. B) Controlar la constitucionalidad de los tratados internacionales que pasan a ser parte del orden jurídico interno. C) Controlar la constitucionalidad de los actos administrativos y ejecutivos. D) Controlar la constitucionalidad de sentencias definitivas. E) Interpretar la Constitución estableciendo sus propios parámetros interpretativos con lo cual señala el marco jurídico y político de la propia actuación de las autoridades, construyendo juicios de valor que sin duda alguna, implican decisiones políticas, lo cual queda claro especialmente en la protección de los derechos humanos.
F) Resolver conflictos constitucionales y políticos entre los órganos o poderes
secundarios.
G) Adoptar definiciones políticas y sociales que impactan en la sociedad en temas
tales como el aborto, la eutanasia y el principio de la no- discriminación.
H) Declarar la inconstitucionalidad de los partidos políticos.
I) La vigilancia de las elecciones y el conocimiento de los recursos sobre esta materia.
J) La valoración sobre la admisibilidad de las solicitudes de referendo.
K) El análisis constitucional de los proyectos de leyes y tratados internacionales; es decir,
constituye un control previo o preventivo.
L) La intervención en el proceso del juicio político, emitiendo una opinión, instruyendo la
acusación, garantizando la correcta aplicación del procedimiento, e incluso, como órgano juzgador. M) La verificación de la existencia de causas de impedimento temporal o definitivo del jefe del Estado.
N) En algunos casos, incluso, se le faculta para emitir opiniones en
relación con las medidas de emergencia, la constatación de la muerte o la incapacidad de los candidatos a la presidencia de la República, la comprobación de las circunstancias de la disolución presidencial del parlamento, el pronunciamiento sobre las candidaturas al cargo de presidente y la decisión sobre la extradición de ciudadanos extranjeros. 3.5. Consideraciones sobre el magistrado constitucional Magistrado del Tribunal Constitucional, el intérprete constitucional. La interpretación constitucional, función propia de los tribunales constitucionales, demanda que el intérprete posea ciertas cualidades y que tome en cuenta los aspectos desprendidos no sólo de la naturaleza de las normas constitucionales, sino también del contexto económico, político, social y cultural donde estas se hallan insertas. Es decir que los magistrados, jueces, etc. que integran el Tribunal Constitucional tenga amplio criterio y que sea capaz de estar atento de la realidad que se vive en el momento. Por ejemplo, en los Estados Unidos de Norteamérica en el auge y expansión de los tribunales constitucionales, y del control difuso se decía que los jueces federales (integran el Tribunal Constitucional), no sólo deben ser buenos ciudadanos, hombres probos e instruidos - cualidades necesarias a todos los magistrados-, sino también hombres de Estado; es preciso que sepan discernir el espíritu de su tiempo, afrontarlos obstáculos que puedan venirse y apartarse de la corriente cuando el ímpetu de esta amenaza llevarse, junto con ellos, la soberanía de la Unión y la obediencia debida a sus leyes. Héctor Fix-Zamudio, prominente constitucionalista mexicano, consecuente con las definiciones anteriores, ha señalado que el intérprete constitucional debe estar dotado de “particularidad sensibilidad”, y que debe conocer y tomar en cuenta las condiciones sociales, económicas y políticas presentes al inquirir sobre el sentido de los preceptos constitucionales. De igual forma señala que a estos aspectos se suman los principios de la interpretación constitucional, que confirman sus características peculiares como una rama de la interpretación jurídica en general, pero no como la simple aplicación de las pautas de interpretación comunes en el campo de las normas constitucionales. Y sobre todo Fix-Zamudio hace énfasis QUE HAY QUE DISTINGUIRSE LA VERDADERA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL DE LOS ACTOS CAPRICHOSOS DE INTENTAR OBTENER DEL TEXTO CONSTITUCIONAL AQUELLO QUE EVIDENTEMENTE NO CONTIENE.