La lectura parte de un premisa sencilla ¿Que significa aprender?, y si aprender tiene sentido: ¿Cuál es?. Para establecer esto nos remonta a cuál es ese trasfondo de lo pedagógico en la escuela. Al plantear esto ese mismo significado seductor de lo pedagógico no refleja la realidad de la educación, ni la practica recupera las particulares características de lo pedagógico, por el contrario, pareciera establecerse totalmente distorsionado ese sentido. Fijar un sentido al aprendizaje, lo liga estrictamente a un sentido de la escuela, y eso nos lleva a desarrollar diferentes opiniones en diferentes categorías. Si pensamos en el más próximo, es en un sentido económico practico, y es así porque se necesita que la escuela y el aprendizaje respondan a ciertos principios para sobrevivir, relacionarnos y trabajar en el mundo. Pero a la vez pensar en esto como práctica cotidiana lo que provoca es deshumanizar el aprendizaje porque se empieza como un instrumento de reproducción social, o aparato del estado, y dejar de lado lo verdaderamente primordial del aprendizaje, el concientizar o emancipar como lo diría freire. Como debería de ser perse. Pero también la lectura nos menciona que ese no es el sentido principal de lo que quiere hablar si no esto se percibe como un resultado de la captación de condiciones en las que te toca moverte. Lo paradójico de la escuela y el aprendizaje es que a pesar de esta relacion simbiótica e inherente que todos damos por sentado, es la falta de compromiso del aprendizaje con sus estudiantes. Para la escuela enseñar es transmitir y aprender es poder repetir lo transmitido. La escuela aplaude a quien mejor la repite. La escuela impregnada o no de un sentido político o si padece de una ideología cultural dada su ubicación geográfica, es incapaz de contribuir a los causes de la imaginación e inventiva. La lectura se apresura a concretizar que el aprendizaje significa en diferentes experiencias un sistema que cede el paso a situaciones lúdicas que uno rellena a través de la expresión corporal y gestual, donde las necesidades más inmediatas y urgentes son las de la vida cotidiana, y el reverdecimiento de la sociedad civil y nuevos movimientos. Lo mas rescatable del capitulo es ese sentir de practicar una pedagogía libertadora y que no sea un proceso humillante al sujeto haciéndolo repetir una y otra vez palabras o formulas sin sentido, pero sobre todo que puedan convivir en armonía con los recursos didácticos y tecnológicos porque sin ellos ningún proceso de aprendizaje se puede sostener. En términos generales el sentido y significado de aprender es el que se le da propiamente, al preguntarnos cual es el sentido de esto dentro de lo que para mí tiene sentido. Pareciera pensarse en la pertinencia de muchos aprendizajes y preguntarnos si son lo suficientemente importantes para ser tratados con el tiempo debido, pero si no es así para nosotros, no quiere decir que para otras personas no tenga sentido. Además de recordar la existencia de los demás como otra parte de mí, porque no se existe también sin la conciencia ajena. Me doy cuenta que el aprendizaje debería de ser como cuando niños: un proceso natural de ensayo y error buscando promover una curiosidad inagotable que tarde o temprano nos lleva al aprendizaje y eso debería de ser un punto central para el proceso del aprender.
Capítulo 2. Pedagogía y vida cotidiana
El capitulo 2 nos trae al sentido practico del aprendizaje y como este convive en un espacio común de la vida cotidiana, pues no podría ser de diferente manera. Y al hablar de la vida cotidiana en la modernidad nos cuestionamos sobre la inmediatez y como esta media las experiencias de vida, pues esa necesidad imperativa de tener todo tan instantáneo, tan arrastrante al no tener el tiempo para preguntarse sobre la existencia y dar todo por obvio frena la riqueza de la vida. En ese sentido también se frena el aprendizaje para superar esos márgenes. Al discutir sobre la inmediatez, el reconocimiento del conocimiento practico sale a escena. Es pertinente su aparición porque jamás desaparece de la vida cotidiana, gracias a el muchas personas han podido sobrevivir a lo largo del tiempo. Sin embargo, a frenado el desarrollo de otros conocimientos, igual o más importantes a comparación de los prácticos. La vida cotidiana es tan ruda a veces, que detenerse a cuestionar los sesgos cognitivos con los que se cuenta parece no relevante. Para los pedagogos o educadores no debe pasarse desapercibido pues frenan todo sentido pedagógico. Sobre todo en la educación popular como nos menciona el texto, pues es ahí donde las experiencias decisivas son importantes y la carga cultural de los estudiantes determinante. Una de las vertientes más relevantes de la mediación pedagógica es la de ofrecer recursos para avanzar en la comprensión de esa complejidad social. Y de ese modo elevar el sentido de sociedad. Sucede con cotidianidad pensar en las rutinas y los hábitos como un elemento esencial del orden, pero en un sentido pedagógico frenan los procesos, pues la educación vive en el espacio de la contradicción así que debe ser flexible. Para poder permitir márgenes de riesgo que permitan moldear el aprendizaje. La mediación pedagógica radica en aportar y abrir las posibilidades para que el sujeto trabaje sobre su propia vida y ahí es donde tiene sentido una labor pedagógica, como tanto la deseamos.