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López
CLASE 3:
La funcionalidad de la educación
La educación puede ser analizada en su relación con las funciones que cumple en la
sociedad. Posturas teóricas concuerdan en atribuirle dos funciones generales
fundamentales: de conservación o reproducción y de renovación o transformación de
la vida sociocultural y del hombre.
Ricardo Nassif identifica esas funciones a partir del análisis de la práctica educativa
desde tres niveles:
a) Nivel de hecho, podríamos identificarlo con la primera etapa de socialización,
generada en la familia y /o espacios cercanos al sujeto, no surge
necesariamente como una práctica consciente, es anterior a la práctica propia
de las instituciones educativas. En toda sociedad, se da un “traspaso” de
cultura, tradiciones, que le son propias.
Como proceso de integración de los sujetos a las estructuras de la sociedad la cual
forma parte, para lograr la conservación de dicha estructura.
1
DEGL´INOCCENTI Marta “EDUCACION, ESCUELA Y PEDAGOGIA”
https://primerotercerapep19home.files.wordpress.com/2019/06/5.-resumen-innocenti.pdf
1
Diferenciando así lo educativo de lo escolar.
Este nivel de reflexión toma una rol especial cuando la brecha entre los niveles
anteriores es amplia.
Escuela y pedagogía.
Recordemos:
Lo que implica que la razón de ser de la política y la pedagogía no puede ser otra que la
formación humana. Una educación encaminada a la formación integral, asume al ser
humano como persona “íntegra”, como totalidad, reconociendo las dimensiones
humanas en constante interrelación. Entendiendo que en cualquier actividad educativa
se debe implicar a la persona como un todo, sin privilegiar la inteligencia sobre la
afectividad, sin separar la imaginación de la acción, atendiendo su contexto y
propiciando un desarrollo armónico, donde no se requiere que todas las dimensiones
2
del individuo se desarrollen de la misma manera, con la misma intensidad ni al mismo
tiempo2.
https://www.youtube.com/watch?v=3mChkak7_3A
2
Campo Rafael y Restrepo Mariluz. Formación integral. Santa Fe de Bogotá, junio 1999.
3
A los jóvenes no les gusta ir a la escuela. Aprender no es divertido. Aprender es doloroso.
En general, los profesores son aburridos y son un obstáculo para el entusiasmo y la
pasión vital de los alumnos
La escuela es, así, abanderada del estancamiento.
La lista de las reformas que se proponen es larga: la escuela debe centrarse más en el
estudiante, debe esforzarse más por desarrollar el talento, debe ser más responsable con
el mercado laboral y con el entorno social a fin de motivar a los estudiantes, debe atender
al bienestar de los alumnos, debe ofrecer una educación basada en evidencias, lo que
resulta más eficaz y puede contribuir a la igualdad de oportunidades desde una perspec-
tiva realista, etc.3
Puede pensarse que, especialmente en sus orígenes, el acto principal y más importante
que “hace escuela” tiene que ver con la suspensión de un presunto orden natural
desigual. En otras palabras, la escuela ofreció “tiempo libre”, es decir, tiempo no
productivo, a quienes por su nacimiento y por su lugar en la sociedad (por su “posición”)
no tenían derecho a reivindicarlo. O, para expresarlo de otro modo, lo que la escuela
hizo fue establecer un tiempo y un espacio en cierto sentido desvinculado del tiempo y
del espacio tanto de la sociedad, como del hogar4.
A pesar de sus debilidades, para aquellos individuos que pertenecen a los sectores más
desposeídos de capital económico y cultural ¿el recurso de la escuela no se constituye
en el único cambio para la apropiación de los bienes culturales?
Les comparto un fragmento del libro “Mal de escuela” de Daniel Pennac:
3
MASSCHELEIN Jan, SIMONS Maarten. Defensa de la escuela. Una cuestión pública. Miño y Dávila (2004)
4
Idem
4
“A todos los que hoy imputan la constitución de bandas al fenómeno de los suburbios, les digo:
tenéis razón, sí, el paro, sí, la concentración de los excluidos, sí, las agrupaciones étnicas, sí, la
tiranía de las marcas, sí, la familia monoparental, sí, el desarrollo de una economía paralela y los
chanchullos de todos tipo, sí, sí, sí… Pero guardémonos mucho de subestimar lo único sobre lo
que podemos actuar personalmente y que además data de la noche de los tiempos pedagógicos:
la soledad y la vergüenza del alumno que no comprende, perdido en un mundo donde todos los
demás comprenden. Solo nosotros podemos sacarlo de aquella cárcel, estemos o no formados
para ello.
Los profesores que me salvaron –y que hicieron de mí un profesor- no estaban formados para
hacerlo. No se preocuparon de los orígenes de mi incapacidad escolar. No perdieron el tiempo
buscando sus causas ni tampoco sermoneándome. Eran adultos enfrentados a adolescentes en
peligro. Se dijeron que era urgente. Se zambulleron. No lograron atraparme. Se zambulleron
de nuevo, día tras día, más y más… Y acabaron sacándome de allí. Y a muchos otros conmigo.
Literalmente, nos repescaron. Les debemos la vida”
Porque su potencia está en ese gesto de confianza del educador hacia las posibilidades
de ese sujeto que se supera tras la vergüenza y la soledad de no poder, de no
comprender. Ese posicionamiento del docente que entiende la construcción del otro
como alguien educable, desde la posibilidad y desde la potencia, rescata, ofrece,
habilita.
Y estos encuentros son posibles en los espacios educativos.
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Se vuelve prioritario proponer y construir distintas formas de escolarización que
permitan superar prácticas y saberes que esperan lo mismo, de la misma manera y al
mismo tiempo, de todos los y las estudiantes.