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ASUNTO: FE

PROPÓSITO: PASTORAL
TEMA: ACTITUDES SUMISAS DE UNA MUJER DESESPERADA

IMPORTANCIA DE UNA FE ACTIVA:


EL PROBLEMA DEL ORGULLO
MATEO 15:21-28

INTRODUCCIÓN:
En cuanto al asunto de la fe, y la misma siendo activa, funcional y pertinente, se
encuentra un pasaje maravilloso dentro de la Escritura. Un pasaje cómo muchos
en los que se encuentra a un ser humano agobiado por una realidad terrible, una
circunstancia terrible que ninguna participación humana pudiera ser de ayuda.
Como cualquier otro pasaje de la Escritura, que tiene como propósito revelar a
Dios, en esta sección de la Biblia hay una gran porción de revelación de Dios.
Previo a analizar el texto, y sustraer las enseñanzas que este provee, se hace
necesario analizar algunos detalles introductorios. En primera instancia, este
pasaje, contrario a lo que se cree, no exalta la fe de una mujer como un1||||||
elemento que proviene de la mujer y que debe ser imitada por esta razón. La fe de
esta mujer debe ser imitada, porque Jesucristo ocupa aquella situación para
instruir su audiencia en cuanto a la fe activa, a la fe viva. En segunda instancia, no
debe pensarse que Jesús era un hombre que tuviera en su corazón racismo o
algún tipo de desprecio por personas de diferente raza. Una vez más, se hace la
remarcación de la necesidad de apuntar hacia Cristo como Señor y Dios, y no del
hombre como el ejemplo a seguir. Jesús, dentro de esta misa cuestión, prueba la
fe de esta mujer para marcar una diferencia entre, una fe verdadera y un mero
acto humano de desesperación. Por último, aunque todo esto nace en un
momento de desesperación, es imperativo saber que las emociones
descontroladas jamás se convierten en las procreadoras de la fe. Es, sin embargo
las circunstancias complicadas de la vida, las que nos hace ver hacia Dios,
aunque la desesperación nos apunten hacia confiar o no en Dios. Hay personas
que han orado con fe en momentos de desesperación, pero hay oraciones que
son producto de la emoción que el momento de desesperación han producido y
han llevado al ser humano a, falsamente, mostrar exteriormente algo parecido a la
fe. La desesperación es el perfecto campo de entrenamiento para el creyente
tenga fe, pero se demostrará en el sentido de que su confianza; a medida que la
desesperación incrementa, en una perseverancia tal que lo obligue a acercarse
más a Dios, lugar de que lo aleje. Este es el caso en este pasaje. A pesar de la
negativa de Cristo, el silencio con el que la rechazó y la expresión racista que para
nada era un intento de insulto, sino un intento de demostrarle a los judíos de aquel
entonces, que rechazaban a los que no eran judíos, que aquella mujer podría
convertirse en el mejor ejemplo de fe que en cualquier parte de Jerusalén. Por lo
que se presenta la siguiente proposición: “la perseverancia es la clave para
sostener una fe bíblica.” Por lo tanto, este pasaje presenta tres actitudes de
sumisión ante el Señorío de Cristo.
I. Reconoció su Linaje v. 22,23
La fe cristiana, a diferencia de lo que se cree, no es una fe ciega. Es una fe que
ciertamente se ha manifestado por medio de evidencias. Estas evidencias las
identificamos como revelación. No existiera cristianismo sin las evidencias
bíblicas, no puede imaginarse un evangelio que no haya sido predicado, así como
Pablo dijo: “Miren que les escribo de mi puño y letra, ¡y con letras bien
grandes!”(Gálatas 6:11) con el fin de afirmar la fe y conducta de la congregación
de Galacia. Esta mujer reconoció el linaje de Cristo, como un acto de fe. Ni los
judíos habían identificado de esta forma a Jesús, o querían hacerlo. Se refiere a él
cómo: “—¡Señor, Hijo de David, ¡ten compasión de mí! Mi hija sufre
terriblemente por estar endemoniada.” Al afirmar que Jesús era hijo de David,
era una clara indicación de que aquella mujer sabía que Jesús era el heredero
indiscutible del reinado Israelí. Esta afirmación no lo hacían los líderes religiosos,
es más, fue por esta declaración que lo querían matar. Aquella mujer reconoció
que Jesús era hijo de David, el Mesías salvador, por lo cual, era el único que tenía
la capacidad de ordenar a los demonios que atormentaban a su hija que la dejaran
en Paz. Es importante resaltar aquí que la Biblia para nada debe usarse como un
manual de exorcismo, el Evangelio de Mateo, como los demás evangelios, son un
tipo muy particular de literatura que no tiene como propósito, ni el contar una
historia o anécdota, mucho menos como un instructivo para liberar a nadie de
demonios. Los evangelios tienen el acertado propósito de revelar a Jesucristo, su
vida, ministerio, crucifixión, muerte y resurrección como indicativos de salvación.
La intención de Mateo era mostrar a los judíos como funciona la fe, cómo es que
Jesucristo es el Señor, Rey y Mesías, merecedor de la confianza y la fe que el
cristianismo mismo obliga poner en él; esta mujer, queda claro, era una extranjera,
una griega ajena a las costumbres hebreas, pero que estaba demostrando
evidencias claras de su fe. Sabía que Jesucristo era digno de confianza y no teme
expresarlo a gritos, por lo que le busca con perseverancia y desesperación. Al
afirmar que la fe cristiana no es una fe ciega, no se pretende con negar lo dicho
por Hebreos 11:1, ya que lo que propone Hebreos 11:1 con su afirmación es
demostrar, precisamente evidencias de la fe cristiana, presenta a lector un sinfín
de personajes que fundamentan la fe cristiana. Lo que afirma Hebreos 11:1 es que
la fe como tal, tiene fuerza en la expectativa que genera Dios como Ser todo
poderoso, esa expectación sirve como fuerza o impulso a confiar en dicho Dios
sabiendo que es digno de confianza. La fe cristiana, según hebreos, no debe
demandar a Dios evidencias físicas, debe de confiar en Él de dicha forma, pero
aun así, son muchas las evidencias que se tienen que producen fe.

II. Reconoció su misericordia v. 25


La mujer Sirofenicia, como se le conoce popularmente, reconoció la
misericordia de Jesús. Sabía que en Él había amor y gracias suficiente para
ayudarle, por tal razón le insistió diciendo: “La mujer se acercó y, arrodillándose
delante de él, le suplicó: —¡Señor, ayúdame!” Hay un completo lenguaje en
toda esta escena que conmueve y emociona a la audiencia, esta mujer, en
primera instancia se tira de rodillas, acción que buscaba mostrar total abandono
de sus propias fuerzas, recursos y habilidades. Con esta actitud le está afirmando
a Jesús que ella se abandonaba totalmente en su misericordia. Acompañada de
esta acción, ella llama, y de forma constante y repetitiva, Señor a Jesús. La
palabra en sí indica mucho, debido a que esta palabra solo se usaba en personas
a las que se les reconocía autoridad. Suficiente autoridad como para clamar por
clemencia. Hubiera sido entendible que la primera reacción de Jesús, al ignorarla
totalmente, ella insistiera, pero esta mujer también se percató de que los
discípulos no la querían cerca: “Entonces sus discípulos le instaron a que la
despidiera. «Dile que se vaya —dijeron —. Nos está molestando con sus
súplicas».”(v. 23) cualquier persona con dignidad, hasta este punto hubiera
insistido. Ella, sabiendo que le hablaba a alguien que no solo podía ayudarla, sino
que estaba lleno de misericordia, le insiste con un ruego muy claro que arrancaba
del corazón del Señor la más grande compasión por aquella madre en dolor. Es en
este punto que Jesús decide crear un escenario académico, quería usar aquella
imagen muy gráfica como ejemplo de fe. La fe que lleva a una persona a
humillarse ante la presencia de un Dios grande, es la clase de fe que promueve el
cristianismo evangélico. Una persona puede afirmar que tiene fe, pero si su orgullo
y soberbia no le hace reconocer sus limitación y condición pecaminosa, jamás
podrá ser reconocido como hijo de Dios. Esta mujer se humilló al tirarse de
rodillas, se humilló al rogar y con esto reconoció que lo hacía ante alguien
misericordioso en abundancia.

III. Reconoció su autoridad v. 27


Por último, esta mujer reconoció su autoridad. Lo hizo con una respuesta
desafiante y bien argumentada. Sin ser esto un evento de debates, esta mujer
supo contravenir al Señor de forma respetuosa. En primera instancia debe
observarse lo que Jesús le plantea: “—No está bien tomar la comida de los
hijos y arrojársela a los perros.” Es importante en este punto de inflexión del
relato aclara que, para nada Jesús quiso ser ofensivo. En realidad, existen
diferentes opiniones respecto a la conducta de Jesús. La respuesta a la pregunta
¿por qué Jesús le dice perro a esta mujer? Ha generado en muchos expertos un
sinfín de propuestas, una muy acertada dice que fue una forma irónica en la que
Jesús señala a los judíos y su falta de fe, en contra de una mujer que no era judía
y que le había reconocido a él como Señor y Mesías. Independientemente del
caso, las palabras de Jesús tienen un tono más a evaluación que a menosprecio.
Viene siendo como una forma de motivar una reacción específica hacia esta
mujer, que manifestar el deseo de parte del Maestro de quitársela de encima.
Jesús es el Maestro por excelencia, por lo que todo le generaba una oportunidad
para enseñar. Los judíos trataban a los extranjeros como perros, y en este pasaje
es como sí Jesús les estuviera diciendo: “paisanos, vean a este perro tener más
fe que ustedes.” La respuesta de esta mujer dejó asombrados a todos,
incluyendo a Jesús: “—Es verdad, Señor —respondió la mujer—, pero hasta a
los perros se les permite comer las sobras que caen bajo la mesa de sus
amos.” Es como que si ella dijera: “No quiero que me trates como hija, dame
lo que le darías a un vecino, un extraño o alguien que está en la calle pero
que necesita de tu ayuda.” Ella no quería honores, títulos o cargos, ella quería lo
que todo aquel que se acerca a Dios debe buscar, gracia, favor y misericordia. Ella
no quería reconocimientos, no le importaba su dignidad, quería que el Todo
poderoso le ayudar en ese momento de desesperación. Esto implicaba que ella
era capaz de reconocer la autoridad de Cristo, aún de mejor manera que los
mismos judíos. Si se buscara un paralelo a esto, en el evangelio de Juan aparece,
en el capitulo 1 versículos 11 y 12 dice: “Vino a los de su propio pueblo, y hasta
ellos lo rechazaron. Pero, a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les
dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios.” Lo que dice Juan en este pasaje,
está debidamente explicado en el relato que proporciona Mateo, a lo suyo vino, su
pueblo los judíos y ellos lo rechazaron, más a los que le recibieron y creen en su
nombre, les dio el derecho de ser Hijos de Dios, la mujer Sirofienicia quien fue
llamado perrito, ahora está siendo reconocida por Cristo como Hija, cuando Jesús
afirma lo siguiente: “—Apreciada mujer —le dijo Jesús—, tu fe es grande. Se
te concede lo que pides. Y al instante la hija se sanó.”

CONCLUSIÓN
Sin el ánimo de caer en presentar un mensaje motivacional cristiano, la grande
enseñanza aquí está centrada en Jesucristo. La mujer sirofenicia sirve como claro
mensaje de la importancia que tienen la humildad, perseverancia y astucia en la fe
cristiana. Más allá de esto, el centro del mensaje gira entorno a ser perseverantes,
ciertamente, pero ¿por qué ser perseverantes? Solo la persona que comprende el
valor que tiene el evangelio, luchará hasta el final por ello. Dicho valor no son las
promesas de Dios, ni las riquezas que actualmente se ofrecen. Dicho valor está en
que para salvar a la humanidad, Dios entregó a su único Hijo, siendo santo,
perfecto y puro a cambio de el ser humano pecador y merecedor de todo el
castigo que recayó sobre Cristo. Por lo que la invitación es a perseverar en Cristo,
aunque ahora no hayan cantos ni alabanzas, luces ni espectáculo. Ni sillas ni
escenarios. Perseverar porque a través de esta situación, se ha manifestado el
verdadero sentido de la adoración cristiana: Dios.

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