Está en la página 1de 3

ASUNTO: IGLESIA

PROPÓSITO: PASTORAL
TEMA: EXPECTATIVAS DE UNA GENERACIÓN EMERGENTE

EL JOVEN CRISTIANO Y LA SANTIDAD BÍBLICA


1 JUAN 2:7:17

INTRODUCCIÓN:
La iglesia es el cuerpo de Cristo, y este mismo es funcional en favor de la
propagación del evangelio de Cristo al mundo. Este cuerpo eclesiástico tiene
diferentes miembros, entre ellos están los jóvenes. Esta generación es emergente,
es la que está por tomar una participación de más protagonismo. Lo que lleva a
preguntarnos ¿están siendo preparados para realizar las diferentes funciones que,
según dones espirituales, han sido llamados a realizar? Uno de los detalles
importantes dentro de los diferentes “ministerios” de la iglesia, es reconocer que
todos los integrantes de un cuerpo eclesiástico, sin importar su edad, forman parte
de la configuración de la misión que la iglesia debe cumplir en este mundo. El
tema de la santidad, dentro de este movimiento eclesiástico, ha sido un tanto
descuidado y también mal interpretado. La santidad bíblica es un asunto
relacionado con lo moral, conductual e intelectual del ser humano. Por naturaleza
el ser humano es pecador, y esta condición le impide experimentar y practicar la
santidad. Es Juan Wesley, quien en sus sermones, hacía resaltar la importancia
de la santidad en la vida del Creyente. Esta santidad o perfección cristiana,
establecía por medio de una experiencia sobrenatural del Espíritu Santo, hacía
que el creyente aborreciera en absoluto la pecaminosidad humana. Esto es un
hecho bíblico fundamental, dado que incluso los primeros creyentes sintieron el
ferviente deseo de abandonar las conductas que son contrarias a la fe, y esto
debe ser sostenido por la iglesia de todos los tiempos. Considerar esta situación
se elemental, básica y fundamental, no es una idea abstracta, forma parte de la
práctica vivencial de la enseñanza bíblica. El joven, exhortado por la 1 Carta de
Juan, experimenta ciertas fuerzas opuestas, y los tiempos, aunque tienen ciertos
cambios, la conducta pecaminosa y los diferentes desafíos morales persisten. Es
más, es en estos tiempos donde con mayor facilidad el pueblo cristiano joven es
arrastrado hacia ideas que son contrarias a la moralidad bíblica. Por esta razón,
Juan en su carta, expone algunas expectativas de la generación emergente
cristiana.

I. La practica del amor bíblico v. 7-10


El apóstol Juan hace una justa relación entre el amor cristiano y la vida práctica,
esencial para la vida en santidad. Una de las expectativas bíblicas y prácticas de
la vida cristiana es amar como la Biblia lo establece, es poner en práctica todas las
ordenanzas establecidas por Dios. En esta carta, Juan pone como base el amor
como un mandamiento que tiene su antigüedad bíblica, así como su renovación en
el nuevo pacto que Jesús estableció: “Queridos amigos, no les escribo un
mandamiento nuevo, sino más bien uno antiguo que han tenido desde el
principio. Ese mandamiento antiguo —ámense unos a otros —es el mismo
mensaje que oyeron antes. Sin embargo, también es un mandamiento nuevo.
Jesús vivió la verdad de este mandamiento, y ustedes también la viven. Pues
la oscuridad está desapareciendo, y ya brilla la luz verdadera. Si alguien
afirma: «Vivo en la luz», pero odia a un hermano* en Cristo, esa persona aún
vive en la oscuridad. El que ama a su hermano vive en la luz y no hace que
otros tropiecen.” La forma en que Juan se expresa de este mandamiento, que es
corroborado por Jesucristo Juan 13:34, debía ser citado por Juan esta celebre
carta que expresa el amor de forma magistral a una iglesia necesitada de aquello.
El joven cristiano debe comprender que el principio de la santidad es el amor, es
saber que es el más grande mandamiento al que hay que obedecer, dado que esa
ley es la misma naturaleza divina que pasa a ser parte de la naturaleza del
pecador justificado.

II. La lucha de la condición humana v. 11-13


El problema con la expectativa anterior es la lucha de la condición humana, una
imposibilidad que a todo ser humano le resulta trabajoso. El amor es una ley
bíblica que sostiene todas las leyes de Dios, pero ese mismo amor se vuelve
confuso y preciso cuando el ser humano trata de sostenerse fiel a sí mismo. La
contraposición hacia el amor hacia los demás, es el amor hacia uno mismo, lo cual
lleva el defender lo que se considera propio: “Pero el que odia a su hermano
todavía vive y camina en la oscuridad. No sabe por dónde ir, pues la
oscuridad lo ha cegado. Les escribo a ustedes, que son hijos de Dios,
porque sus pecados han sido perdonados por medio de Jesús. Les escribo a
ustedes, los que son maduros en la fe, porque conocen a Cristo, quien existe
desde el principio. Les escribo a ustedes, los que son jóvenes en la fe,
porque han ganado la batalla contra el maligno.” Juan es claro al establecer
que aquí no se trata simplemente de una diferencia, trifulca o pleito, trata de un
asunto más interno, profundo y dañino. El odio es contrario al amor y no tiene
espacio en la fe cristiana. Es importantísimo que las personas comprendan
respecto al manejo de esta situación, el odio no es compatible con el creyente. El
cristiano nacido de nuevo, es una persona que está aprendiendo a amar, y no
tiene dentro de su configuración el odio a los demás, mucho menos el
resentimiento. Es importante comprender esto dentro del tema de la santidad, ya
que a veces se piensa que es simplemente evitar el pecado o no caer en
tentaciones, cuando en realidad tiene que ver con mucho más que eso. Se trata
de amar hasta los enemigos, los que para nada nos traten bien o vean por nuestro
beneficio.

III. La constancia del carácter cristiano v. 14-17


El joven cristiano, de forma particular, se encuentra muy vulnerable en estos
tiempos que en ningún otro momento en la historia humana. La facilidad de la
obtención de información inapropiada, pornografía e ideas contra el cristianismo
están al alcance de su mano. Por lo que resulta complicado para cualquier joven el
vivir su fe, y hacerlo de forma práctica, es por ello que, en esta sección del
mensaje, el pasaje clave es: “No amen este mundo ni las cosas que les ofrece
porque, cuando aman al mundo, no tienen el amor del Padre en ustedes.” V.
15, texto que mal interpretado puede causar mucho más daño aún. ¿De qué está
hablando Juan con no amar al mundo? No está hablando de no practicar ciertas
cosas específicas como un deporte, ver televisión, etc. está hablando de no amar
las ideas, posturas y filosofías que este mundo sin Cristo presenta. Está hablando
de no tener comunión con los pensamientos, ideas, ideologías y tendencias que
son contrarias a la fe cristiana. En este mundo se encuentran una serie de
pensamientos y filosofías inventadas por hombres, que tienen como propósito
alejar al hombre de Dios. Juan lo deja claro en el versículo 16: “Pues el mundo
sólo ofrece un intenso deseo por el placer físico, un deseo insaciable por
todo lo que vemos y el orgullo de nuestros logros y posesiones. Nada de eso
proviene del Padre, sino que viene del mundo...” este versículo aclara
específicamente lo que este mundo ofrece. El placer físico, un deseo insaciable
por lo que se percibe visualmente, el orgullo por las posesiones, todo aquello que
es finito, innecesario y poco importante para la vida. Juan trata de eliminar los
afanes de esta vida, no con el fin de establecer que ellos son un pecado en sí
mismos, sino que el amor desmedido por aquellas cosas pueden llevar a la
persona a una vida pecaminosa, así también como la falta de límites en los
placeres de la vida, y el problema de las creencias que son contrarias a la fe.

CONCLUSIÓN:
El joven cristiano está vulnerable ante todo esto, por lo que necesita la
instrucción bíblica, unos versículos que no mencionamos nos servirán como
conclusión: “Les he escrito a ustedes, que son hijos de Dios, porque conocen
al Padre. Les he escrito a ustedes, los que son maduros en la fe, porque
conocen a Cristo, quien existe desde el principio. Les he escrito a ustedes,
los que son jóvenes en la fe, porque son fuertes; la palabra de Dios vive en
sus corazones, y han ganado la batalla contra el maligno.” Este versículo 14
resume en sí la actitud de un joven cristiano, así como de aquel que le dirige en la
vida, un Padre amoroso. Juan dedica esta carta a los jóvenes, hijos de Dios, y a
sus respectivos padres, porque han alcanzado la madurez de la vida cristiana, por
ese conocimiento especial que tienen de Cristo. Esta es la clave, conocer a Cristo
y alcanzar la madurez de la fe en él, para ello se hace necesario estudiar la
Palabra de Dios, pero hacerlo con suma intencionalidad.

También podría gustarte