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HABLEMOS DE LA IGLESIA DE DIOS.

Rev. Lorenzo Mondragón

Cuando el Señor Jesús pronunció las palabras, "edificaré mi iglesia y las puertas del
Hades no prevalecerán contra ella" (Mateo 16: 18), Él sin duda se refería solamente a
una iglesia. Hoy día lo que uno ve son centenares de iglesias. Muchas de ellas se
identifican según el nombre de sus fundadores, (Luteranos, Menonitas, Wesleyanos,
etc.); por el estilo de gobierno, (Episcopal, Reformador, Congregacional, etc.); o por
el énfasis en doctrina, (Adventista, Ciencia Cristiana, Séptimo Día, etc.)

Si nosotros mencionamos que pertenecemos a la Iglesia de Dios, siempre nos vemos


con la obligación de definir la asociación a la que pertenecemos (Anderson, Indiana)
porque hay como doscientos (200) grupos religiosos en EEUU que utilizan alguna
versión del nombre, Iglesia de Dios.

La Iglesia de Dios, Anderson, Indiana, tuvo su comienzo a finales del siglo 19 cuando
Daniel Sídney Warner decidió separarse de una denominación llamada Iglesia de Dios
Winebrennerian y dedicarse a predicar toda la verdad del Nuevo Testamento haciendo
énfasis en la unidad del pueblo de Dios y la santidad como estilo de vida para todo
creyente. Warner y las personas que lo siguieron decidieron apartarse del
denominacionalismo y aceptar como hermanos en la fe a todas las personas que habían
recibido a Cristo como único y suficiente salvador.

En una reunión en Beaver Dam, Indiana en 1881, Warner y cinco personas se


declararon libres de todo sectarismo y establecieron la primera congregación de la
Iglesia de Dios. Hoy día la Iglesia de Dios cuenta con 2.300 congregaciones en EEUU
y Canadá, y en términos globales el trabajo misionero de la Iglesia de Dios lo ha llevado
a más de 90 países con un crecimiento de más de 800.000 creyentes en 7.000
congregaciones.
El propósito de los primeros pioneros de la Iglesia de Dios no fue la creación de otra
denominación. Ellos rechazaban las barreras denominacionales porque separaban al
pueblo de Dios. Ellos buscaban ser como la Iglesia del Nuevo Testamento, "una iglesia
gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin
mancha" (Efesios 5:27). Cristo estableció la iglesia y la iglesia nunca ha dejado de
existir. No obstante, los esfuerzos diabólicos para destruirla con doctrinas falsas, falsos
cristos, y persecuciones políticas y religiosas, la iglesia sigue vigente hoy día. La
historia de la iglesia antes de la Reforma del siglo dieciséis relata las persecuciones
religiosas que diezmaron comunidades enteras de evangélicos como los Huguenots de
Francia (la masacre del día de Bartolomé, 1572), y silenciaron las voces de líderes
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como Juan Huss, Bohemio, (1369-1415) ejecutado en la hoguera; Savonarola, Italiano,


(1452-1498) ejecutado en la hoguera; Guillermo Tyndale, Inglés, (1491-1536)
ejecutado en la hoguera, y muchos más que pagaron con el martirio su fidelidad al
Señor Jesús. Sin embargo, grupos pequeños de fieles creyentes han mantenido abiertas
las puertas de la iglesia. Siempre donde dos, tres, o más cristianos están congregados
perseverando en la doctrina de los apóstoles, en comunión unos con otros, en el
repartimiento del pan y en las oraciones como lo describe Hechos 2:42, allí está la
iglesia.

En esa iglesia todas las verdades bíblicas deben ser escuchadas. No es aceptable que la
palabra de Dios sea reducida a una lista de credos elaborados por hombres y disponibles
solamente a personas pertenecientes a su denominación. La iglesia siempre ha sido
caracterizada por una simpleza y unidad de sus miembros. Hechos 4:32 dice que "la
multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma... que tenían todas las
cosas en común". Era una congregación sin jerarquía donde sus miembros se dedicaban
a una causa común. No obstante, las diferencias naturales que existían en la
congregación, el apóstol Pablo declara que en aquella iglesia "Ya no hay judío ni griego;
no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo
Jesús" (Gálatas 3:28). La iglesia es un simple compañerismo de cristianos cuyo
propósito es glorificar a Dios, y servir al prójimo. En ese sentido la iglesia no sólo es
una organización que se auto perpetua, sino también un organismo dedicado a la
proclamación del evangelio de Cristo por todo el mundo. Con este fin Cristo "constituyó
a unos apóstoles; a otros profetas; a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, a
fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo
de Cristo" (Efesios 4: 11-12).
En el principio la iglesia funcionaba bajo la dirección del Espíritu Santo. Tristemente,
con la muerte del último apóstol comenzó un enfriamiento espiritual. La iglesia
empezó a buscar dirección humana en vez de dirección divina. El liderazgo de la
iglesia pasó a manos de personas que habiendo recibido el visto bueno del imperio
Romano con el Edicto de Tolerancia A.D.3l3, montaron una jerarquía con rastros
monárquicos que gobernó el mundo religioso por mil años.

Con la Reforma Protestante muchos creyentes rechazaron la organización monárquica


de la iglesia Romana y pusieron en su lugar modelos de organización que tampoco
daban cabida al Espíritu Santo. La iglesia de Dios rechaza todo tipo de organización
que excluye la dirección del Espíritu Santo. Como cuerpo de Cristo, la iglesia funciona
como su fundador desea cuando todos sus miembros se someten a la dirección del
Espíritu Santo. Sin duda la iglesia cumple sus propósitos cuando lo humano y lo divino
trabajan juntos en armonía.
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Organización
Los primeros líderes de la iglesia de Dios se oponían a la organización humana de la
iglesia, especialmente una organización sin la participación del Espíritu Santo. Ellos
no se iban a someter a una autoridad eclesiástica humana, sino solamente a Dios. Por
casi 40 años el movimiento de la iglesia de Dios se mantuvo sin mucha organización
formal. Siempre se buscaba la dirección del Espíritu Santo cuando enfrentaban
decisiones importantes. Sin embargo, llegó el día cuando vieron la necesidad de
organizar, no la iglesia, sino el trabajo de la iglesia para evitar duplicaciones de
esfuerzos y asegurar que ciertas responsabilidades no se les escapaban. Los líderes se
unieron para planificar el trabajo de evangelismo, discipulado de nuevos convertidos,
educación de niños, y administración de las obras misioneras. Con el tiempo los líderes
aprendieron que el Espíritu Santo trabaja tanto en sistemas de organización, como
también con personas dedicadas a servir a Dios.

Lo primero que se organizó fue la casa de publicaciones Gospel Trumpet. Esta agencia
ha funcionado en Anderson, Indiana desde 1906. De este ministerio millones de
tratados, libros, material de escuela dominical etc., han sido enviados por todo el mundo
para la obra evangelista. La Junta Misionera se estableció en' 1909 para enviar
misioneros a diferentes partes del mundo. También se empezó una escuela Bíblica en
Anderson, Indiana en 1917 que para 1925 había evolucionado a lo que hoy es conocida
como la Universidad y Seminario Teológico de Anderson, Indiana. En 1919 se fundó
el Instituto Bíblico del Pacifico hoy día conocido como Wamer Pacific College.
Después se abrieron otros centros de educación como Warner Southern College, en
Florida, la universidad MidAmerica, en Oklahoma, y Bay Ridge Christian College, en
Texas. En J 917 la Asamblea Ministerial de la iglesia de Dios se organizó en Anderson,
Indiana no para gobernar, sino para funcionar y canalizar los recursos económicos y
humanos en la misión colectiva de la iglesia sin jurisdicción eclesiástica o autoridad
sobre las congregaciones individuales. Esta asamblea autorizó el establecimiento de
comités y agencias para llevar a cabo el trabajo de la iglesia. La Asamblea conformada
por ministros y laicos que desempeñan funciones oficiales, ya sean al nivel local o
nacional, tiene la última palabra en el trabajo de la iglesia de Dios.
La Asamblea Ministerial se reúne cada Junio en Anderson, Indiana para elegir
representantes de las agencias y comités, y para aprobar el presupuesto que todos
voluntariamente se comprometen a apoyar para financiar el trabajo global de la iglesia
de Dios. Hay que aclarar que las congregaciones locales son autónomas y no están bajo
el mando de una Asamblea Nacional. Todos cooperamos voluntariamente como un sólo
cuerpo apoyando con recursos humanos y económicos para que el reino de Dios se
extienda por todo el mundo, Unidos se hace un trabajo mucho más eficiente
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Unidad
La iglesia de Dios históricamente ha hecho mucho énfasis en el tema de la unidad
cristiana ya que Cristo oró por la unidad de su iglesia, "que todos sean uno" (Juan 17:
11). El Salmista escribió: "mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos
juntos en armonía" (Salmos 133: 1). La unidad de la iglesia es el resultado lógico de
su unidad con Cristo. Todos los redimidos somos hijos de Dios mediante la fe en Cristo
Jesús (Gálatas 3:26). La iglesia, siendo el cuerpo de Cristo, metafóricamente hablando,
no admite divisiones porque "hay un solo cuerpo, y un solo Espíritu, ... un Señor, una
fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual está sobre todos, por todos y en
todos" (Efesios 4:4-6). Sin la unidad, la efectividad del testimonio de los creyentes se
debilita. Este mundo está moralmente fracturado y necesita no sólo escuchar a los
creyentes predicar que son un sólo cuerpo en Cristo, sino también ver esa unidad en
forma activa y visible. Todo lo que perjudica esa unidad debe ser descartada.
El deseo Divino es "que no haya entre vosotros divisiones" (1 Corintios 1:10). Para
que la iglesia cumpla con su misión en el mundo necesita no sólo la unidad espiritual,
sino también unidad de propósito. La iglesia como obra redentora de Cristo es llamada
para ir por todo el mundo predicando el evangelio a toda persona (Marcos 16:15).
"Edificaré mi Iglesia", dijo el Señor. Se trata de una sola iglesia. El plan de Dios
siempre ha sido: un evangelio pregonado por una iglesia santa a un mundo en pecado.

Durante el ministerio terrenal de nuestro Señor Jesucristo, Dios habló por boca del
sumo sacerdote, cuando Caifás profetizó que Jesús, "había de morir por la nación y no
solamente por la nación, sino también congregar en uno a los hijos de Dios" (Juan
11:51-52). Antes de su muerte, Cristo oró por la unidad de sus seguidores (Juan 17:21).
La unidad por la cual Cristo oró no se logra con acuerdos ecuménicos,
pronunciamientos de Concilios, ni se impone a la fuerza por un alto mando político o
religioso. La unidad bíblica tampoco es uniformidad ya que la uniformidad es algo
externo. Unidad verdadera ocurre cuando los creyentes en quien mora el Espíritu Santo
reconocen que la unidad, por la cual Cristo oró, es más importante que los factores que
los dividen. Por más de cien años la iglesia de Dios ha predicado el mensaje de "una
iglesia unida para un mundo dividido".
Líderes de la iglesia antigua condenaban las divisiones. Juan Crisóstomo de Antioquia,
Siria (344-407), escribió que nada provoca la ira de Dios como la división de la iglesia.
Agustín de Hippo, hoy día Algeria, (354-430), y uno de los más destacados líderes de
la iglesia Latina dijo, "no hay ninguna necesidad que justifique la división de la iglesia;
lo cismático sobre pasa todo crimen". La realidad es que iglesias divididas producen
comunidades divididas, y lamentablemente esas divisiones llegan hasta el núcleo
familiar.
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El camino a la unidad se encuentra cuando nuestro amor al Señor es tan profundo que
nos une en un compañerismo con todas las personas que aman al Señor. Nuestra
devoción al Salvador nos hace conscientes que la iglesia es más amplia y más inclusiva
que las diferencias que nos separan. Pablo declara que todos fuimos bautizados por un
sólo Espíritu y somos un sólo cuerpo (1 Corintios 12: 13). Y, si como dice Pablo, "Dios
ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo como él quiso" (1 Corintios
12:18), ¿Quiénes somos nosotros para dividir ese cuerpo? Ese cuerpo es la iglesia de
Dios.

Admitimos que la meta de la unidad cristiana ha sido muy difícil de alcanzar. Las
divisiones denominacionales del siglo dieciséis se aceleraron en los siglos posteriores
alcanzando una cifra de más de 300 grupos cristianos separados. Son muchas las
razones que explican esas divisiones, pero incluyen diferencias doctrinales entre
conservadores, liberales, y moderados; tipo de gobierno; posición social; nivel de
educación; prejuicios raciales, etc. etc. Las divisiones dañan el testimonio de la iglesia.
Aunque es cierto que los que están en Cristo ya gozan una unidad espiritual, los
inconversos sólo ven rivalidad entre grupos cristianos. Queda mucho por hacer para
que la unidad sea visible.

Libertad
La iglesia de Dios, Anderson, Indiana es un movimiento dentro del Cristianismo. Entre
muchas de las cosas que caracterizan a la iglesia de Dios, se encuentra el tema de la
libertad. Nuestros pastores son libres para predicar sus convicciones. Obviamente, debe
haber acuerdo con las doctrinas fundamentales, pero al mismo tiempo hay libertad de
conciencia. Algunos son ·pacifistas y se niegan a prestar servicio militar. Otros son
patriotas y animan a la juventud a enlistarse en las Fuerzas Armadas. También hay
libertad en cómo se organizan las congregaciones locales. Algunos prefieren utilizar
mesas directivas, otros comités de ancianos, o equipos pastorales, etc. Hay libertad para
escoger la metodología que la congregación o pastor desea.
En la iglesia de Dios no existe una membresía formal. La iglesia se constituye de todos
los redimidos del Señor Jesús. La Biblia dice, "Y el Señor añadía cada día a la iglesia
los que habían de ser salvos" (Hechos 2:47). En otras palabras, no es el hombre el que
determina quién es miembro de la iglesia, sino Dios. Dios es el único quién conoce
quiénes están escritos en el registro familiar-libro de la vida (Filipenses 4:3). Esas
personas son los miembros de la iglesia universal. Es por eso que la iglesia de Dios no
establece otro requisito para ser miembros que el requisito bíblico. Las personas que
se unen a nuestro compañerismo son aquellas que han entregado sus vidas al Señor
Jesús y dan frutos de esa fe por medio de su carácter y conducta. Tampoco existe una
supervisión estructurada. Todos somos hermanos en Cristo y lo único que nos
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distingue son los dones que el Espíritu Santo confiere a cada uno para el trabajo de la
iglesia. Nuestro compañerismo y nuestra colaboración están basados simplemente en
un amor por la causa de nuestro Salvador.

Siendo un movimiento conservador en doctrina y evangelística en método


mantenemos una postura de libre albedrío, libre de sectarismos, credos o jerarquías
humanas, siempre dispuestos a obedecer la voluntad de Dios a medida que esa voluntad
se descubre. Nuestra búsqueda por la verdad es sincera. Reconocemos que no todos
llegamos a las mismas conclusiones en nuestras interpretaciones, y en eso hay libertad.
Nuestro movimiento no posee un manual al cual todos tienen que profesar lealtad.
Tampoco creemos que poseamos un monopolio sobre la verdad. Al contrario, hemos
aprendido mucho de nuestros hermanos de otros grupos cristianos. Nuestro deseo es
ser fiel 8 las creencias básicas cristianas que pertenecen a todo el pueblo de Dios.

La Biblia es nuestra regla de fe y práctica. Creemos que la Biblia es la palabra inspirada


y autoritativa de DIOS. En ella encontramos la última palabra de Dios para su pueblo.
Todas las doctrinas, dogmas, y credos pertinentes a la fe se encuentran en la Biblia.

Un autor desconocido ha escrito, "La Biblia contiene la mente de Dios, el estado del
hombre, el camino de salvación, la condena de los pecadores, y la felicidad de los
creyentes. Sus doctrinas son santas, sus preceptos obligatorios, sus historias ciertas, y
sus decisiones incambiables, Léela para ser sabio, créela para estar seguro y practícala
para ser santo, Ella contiene luz para guiarte, alimento para sustentarte, y consuelo para
alegrarte. Es el mapa del viajero, el cayado del peregrino, la brújula del piloto, la espada
del soldado, y el carácter del cristiano. Aquí el paraíso es restaurado, el cielo abierto, y
el infierno descubierto. Cristo es su gran objeto, nuestro bien su diseño, y la gloria de
DIOS su fin. Deberá llenar la memoria, gobernar el corazón, y guiar los pies. Es una
mina de riqueza, un paraíso de gloria, y un río de placer. Lo recibes durante tu vida,
será abierto en el juicio y será recordada por siempre. Implica las mayores
responsabilidades, premiará las más grandes labores y condenará a todos los que se
burlen de sus contenidos sagrados".

Ecclesia
La palabra griega, "ecclesia," de donde proviene nuestra palabra castellana, "iglesia,"
originalmente se refería a personas que habían sido llamadas a desempeñar alguna
función legislativa en el gobierno griego. El Nuevo Testamento utiliza la misma
palabra griega y la aplica a personas llamadas a ser miembros de la Iglesia de Dios.
Estas personas han sido llamadas a salir de las tinieblas pecaminosas del mundo para
entrar por medio de Cristo Jesús a la luz gloriosa del Reino de Dios.
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La iglesia es universal y local. En el sentido universal, la iglesia abarca todos los


creyentes cristianos del mundo entero sin barreras geográficas, Lingüísticas, o raciales.
La iglesia universal es una sola familia sin distinciones denominacionales. Todos los
creyentes pertenecen a la amada familia de Dios.

La iglesia también es local. Nuestro movimiento suele usar el nombre Iglesia de Dios
en sus congregaciones locales porque la iglesia le pertenece a Dios. Él es nuestro
Padre. Decir que la iglesia es de Dios es dar a Dios la preeminencia que Él merece.
Además, vemos ese nombre en el Nuevo Testamento. Habiendo mandado llamar a los
ancianos de Éfeso, Pablo los aconseja, "Tengan cuidado de sí mismos y de todo el
rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha puesto como obispos para pastorear la
iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre" (Hechos 20:28 NVI). En
1Corintios 15:9, Pablo dice que no es digno de ser llamado apóstol, "porque perseguí
la iglesia de Dios" En Gálatas 1: 13 Pablo dice, "Perseguía sobremanera la iglesia de
Dios" En 1 Corintios 10:32 leemos, "No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la
iglesia de Dios". Luego en 1 Tesalonicenses 2:14 se usa la palabra plural, "Iglesias de
Dios en Cristo Jesús que están en Judea". La frase "iglesia de Dios" se usa unas doce
veces en el Nuevo Testamento para referirse a las congregaciones del pueblo de Dios.

Hay solamente un requisito para ser miembro de la iglesia de Dios. Ese requisito es el
arrepentirse de su pasado pecaminoso, aceptar la gracia salvadora que Dios ofrece por
medio de su hijo Cristo Jesús y comenzar a vivir una vida nueva que agrada a un Dios
Santo. Todo esto implica una experiencia en la cual aceptamos un nuevo corazón, una
nueva mente, nuevos motivos, nuevos deseos y nuevos propósitos. Es como renacer
de nuevo. Cristo le dijo al fariseo, Nicodemo, "el que no naciere de nuevo, no puede
ver el reino de Dios" (Juan 3:3). La persona que nace de nuevo, nueva criatura es, dice
la Biblia, "las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto
proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo" (2 Corintios 5:17-
18). Toda persona redimida por la sangre de Cristo pertenece a la Iglesia de Dios. Pero
no todos los que están en una iglesia local necesariamente pertenecen a la iglesia de
Dios. Sin duda, habrá miembros de iglesias locales ya sean Bautistas, Metodistas,
Asambleas de Dios, Luteranas, Iglesias de Dios etc. etc. que no han renacido de nuevo
y por ende no forman parte de la familia de Dios. El único registro válido de quienes
son miembros de la iglesia de Dios se encuentra en el cielo. Allí está la lista de todos
los hijos de Dios.

La Biblia claramente dice que la iglesia es considerada como el cuerpo de Cristo,


"porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros
del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo
Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo" (1 Corintios 12:13). En Colosenses 1:18
el apóstol Pablo escribe acerca de Cristo, "Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia,
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él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga
preeminencia". También en Efesios 1:22-23 Pablo declara, "Y sometió todas las cosas
bajo sus pies, y 10 dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su
cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo". Cristo es quien está al frente de
la iglesia. Nadie entra si no es por medio de él. Él se declaró ser la puerta de entrada
cuando dijo, "Yo soy la puerta, el que por mi entrare será salvo; entrará y saldrá y
hallará pastos" (Juan 10:9). El apóstol Pedro se refirió a esa verdad cuando le dijo a los
líderes religiosos de Jerusalén, "Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro
nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4:12).
Quien entra a la iglesia de Dios lo hace por medio del nuevo nacimiento ofrecido por
el Señor Jesús mediante su muerte y resurrección.
Otras metáforas se usan para describir la iglesia. Por ejemplo, somos ovejas del redil
de Dios y el Señor Jesús es el Buen Pastor quien da su vida por las ovejas (Juan 10:11).
También somos como la esposa de Cristo (Juan 3:29); "Y yo te mostraré la desposada,
la esposa del cordero" (Apocalipsis 21:9).

Santidad
Desde sus inicios el movimiento de la iglesia de Dios ha incluido en sus enseñanzas el
tema de la santidad. La iglesia de Dios predica que todo creyente debe vivir una vida
santa. El nuevo Testamento contiene muchas referencias que exhortan a la santidad
como 1 Corintios 1:2, "los santificados en Cristo, llamados a ser santos"; Hebreos 12:
14, "seguid la paz con todos y la santidad sin la cual nadie verá a Dios". Para Daniel
Sídney Wamer, la santidad era una madurez espiritual lograda a través de la obra del
Espíritu Santo. Una vida santificada es una vida potenciada por el Espíritu Santo para
vivir en victoria sobre el pecado. El apóstol Juan escribió, "Todo aquel que es nacido
de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él, y no puede
pecar porque es nacido de Dios" (\ Juan 3:9). Cristo Jesús vino a este mundo para salvar
a los pecadores de sus pecados. Una persona no es verdaderamente liberada de sus
pecados si sigue en el pecado. Juan Wesley, considerado el Padre del movimiento de la
santidad, definió el pecado como una trasgresión consciente de la ley de Dios, pero no
una equivocación o error humano. Donde no hay intención o premeditación para hacer
el mal no existe pecado, sino una falla humana la cual puede ser corregida sin
condenación divina Cuando recibimos el bautismo del Espíritu Santo somos investidos
con la capacidad para vivir victoriosamente sobre los deseos y tentaciones pecaminosas.
Pablo escribe, "más ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos
siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna"
(Romanos 6:22). Si la iglesia es santa como dice Efesios 5:25-26, es lógico que los
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miembros que la constituyen sean santos. Pablo le escribe a los creyentes de Tesalónica,
"porque esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación... pues no nos ha llamado
Dios a inmundicia, sino a santificación" (1 Tesalonicenses 4:3,7). Más adelante, Pablo
dice, "Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu,
alma y cuerpo, sea guardado irreprensiblemente para la venida de nuestro Señor
Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará" (1 Tesalonicenses 5:23-24).
Los creyentes que luchan por vivir vidas que agradan a Dios, pero no sienten paz en
sus corazones porque la carne es débil, tienen acceso a la persona del Espíritu Santo
quien siempre está disponible para investir de poder al que clama. La promesa es,
"recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros" (Hechos 1:8). Ese
poder continúa en el cristiano la obra de limpieza y purificación de todo lo que impide
un crecimiento en gracia, en madurez espiritual, para que se desarrolle un carácter y
conducta que glorifica a Dios. El poder también es para rendir servicio santo al Señor.
Así como los utensilios del Tabernáculo y después el Templo eran separados y
santificados para el servicio de la adoración a Dios, también el creyente cuando se
consagra por entero para el Señor es purificado y santificado para servir a Dios. Pablo
le dice a los hermanos de Roma, "así que hermanos, os ruego por las misericordias de
Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que
es vuestro culto racional" (12: 1). A Timoteo Pablo escribe, "así que si alguno se limpia
de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para
toda obra" (2 Timoteo 2:21).

Todo creyente puede recibir el bautismo del Espíritu Santo. Esto ha sido llamado
"segunda obra de gracia". Ejemplos de esta segunda obra la vemos en la vida de los
discípulos quienes habiendo sido justificados antes del día de Pentecostés, puesto que
el Señor Jesús ya les había dicho, "regocijaos de que vuestros nombres están escritos
en los cielos" (Lucas 10:20), después recibieron el bautismo del Espíritu Santo
(Hechos 2). También vemos que los samaritanos que recibieron el evangelio y se
bautizaron cuando Felipe les predicó en Hechos 8:12 no recibieron el bautismo del
Espíritu Santo hasta después cuando Pedro y Juan oraron por ellos para que recibiesen
el Espíritu Santo (Hechos 8: 15). Saulo de Tarso, a quien después conocemos como el
Apóstol Pablo fue convertido en el camino a Damasco (Hechos 9:5-7). Cuando llega
Ananías a verlo; el saludo de Ananías fue, "Hermano Saulo, el Señor Jesús quién se te
apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas
lleno del Espíritu Santo" (Hechos 9: 17).

Es importante aclarar que todos los cristianos poseen el Espíritu Santo. No debemos
dar la impresión que si no somos santificados no tenemos el Espíritu Santo. En la
Salvación obtenemos a todo el Espíritu Santo, mientras que en la santificación el
Espíritu .Santo obtiene nuestro todo, La santificación es instantánea, reclamada por fe,
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y también es progresiva a medida que vamos creciendo en gracia. La santificación no


solamente es imputada, sino también impartida por lo que Cristo logró en la cruz.

Como creyentes somos santos porque el Espíritu de Dios mora en nuestros corazones.
El pecado puede ser evitado por esa presencia divina en nuestras vidas, ya que el
Espíritu Santo nos fortalece para rechazar lo malo, cosa que no podríamos hacer con
nuestras propias fuerzas.

La meta de la santificación es llegar a una madurez tan íntima con Dios que seamos
no sólo liberados de la culpabilidad del pecado, sino también liberados del poder del
pecado. La santificación es un don divino que requiere de la colaboración humana.
Habiendo recibido el Espíritu Santo, debemos hacer uso de los medios de gracia como
la oración y ayuno, la lectura de la palabra de Dios, y no dejar de congregamos con
nuestros hermanos cristianos, para que el proceso de crecimiento espiritual nos
impulse a desear ser más y más como Cristo. Cuando se le pidió a Juan Wesley que
definiera le frase "santificación entera", él respondió, "amar al Señor tu Dios con todo
tu corazón, toda tu alma, toda tu mente, y todas tus fuerzas, y a tu prójimo como a ti
mismo".

Hubo un tiempo cuando la iglesia de Dios juntamente con otros grupos religiosos que
enfatizaban la santidad, amonestaba a sus miembros a evitar todo adorno personal que
podría llamar la atención como relojes de oro, aretes, vestimentas indecorosas, y se les
evitaba ir al cine carnavales etc. En fin, existía el sentir de que las cosas del mundo
debían ser evitadas por' completo. Hoy día lo que antes se consideraba "cosas del
mundo" ya no cobran la misma importancia en la iglesia de Dios. El énfasis ahora no
es tanto en el testimonio externo como el interno. Los frutos del Espíritu: amor, gozo,
paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio son los
verdaderos signos de una vida santa. Sin el Espíritu Santo en nuestras vidas, la santidad
personal es imposible. Una vida llena del Espíritu ya no vive en el pecado, SIDO en
plenitud de vida creciendo en gracia y madurez espiritual con un creciente deseo de
servir en cualquier ministerio que el Señor conceda.

Sanidad
La sanidad divina es una de las doctrinas que la iglesia de Dios siempre ha enseñado.
Los primeros pioneros practicaban la unción con aceite y la oración por los enfermos.
En esos primeros años muchos de ellos rechazaban los servicios médicos. Ellos ponían
su confianza en Dios para que los sanara y muchos esperaban hasta la muerte. Con el
tiempo esa tendencia fue modificada y se empezó a utilizar la medicina, juntamente con
la oración para combatir la enfermedad.
Hablemos de la Iglesia de Dios 11

La ciencia nos ha ayudado a comprender que nuestros cuerpos fueron creados por Dios
con capacidades para mantenerse sanos. Cuando alguna infección invade nuestro
organismo, el cuerpo rápidamente produce anticuerpos para destruir la infección. Las
medicinas que nos recetan los médicos están diseñadas para apoyar al cuerpo en su
lucha contra la enfermedad. Hemos sido creados con un sistema inmunológico para
mantener el cuerpo fuerte y sano. Cuando ese sistema se debilita por razones de
cansancio excesivo, dieta inadecuada, o abuso de drogas, la enfermedad invade,
debilita, y hasta puede destruir algún órgano del cuerpo. Todos tenemos la obligación
de evitar un estilo de vida o hábitos que conducen a una existencia enfermiza.
La Biblia dice que el Señor Jesús sanó a muchas personas. Estas sanidades divinas
eran milagros de misericordia, no se utilizaban remedios o medicamentos. Mateo
relata que cuando Jesús vio una gran multitud, "tuvo compasión de ellos, y sanó a los
que de ellos estaban enfermos" (Mateo 14:14). En otra ocasión un oficial del rey vino
a Jesús y le rogó que sanase a su hijo que estaba a punto de morir. Jesús le dijo, "ve,
tu hijo vive" (Juan 4:50). El hijo fue sanado en ese mismo instante sin que el Señor
tuviera que verlo. El Señor Jesús sanó a ciegos, leprosos, paralíticos, endemoniados, y
muchas otras personas con diversas enfermedades. Hasta los muertos regresaron a vida
por el poder del Señor Jesús, como el caso de Lázaro que tenía cuatro días muerto y
fue resucitado (Juan 11:1-44). El Señor también resucitó al hijo de la viuda del pueblo
de Nain (Lucas 7:11-17).
La Biblia nos dice que ese ministerio de sanidades continuó con los discípulos. Mateo
10:1 dice que el Señor Jesús llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad sobre
espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda
dolencia. Los discípulos salieron predicando el arrepentimiento, "y echaban fuera
muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban" (Marcos
6:12-13).
Hay quienes creen que los milagros de la sanidad divina terminaron con la muerte del
último apóstol. Otros piensan que los avances científicos y la proliferación de
medicamentos hacen de la sanidad divina un tema irrelevante, que carece de
importancia. Pero, no es así. El Espíritu Santo dio dones a los creyentes para la
edificación de la iglesia, una iglesia que hasta el día de hoy sigue creciendo. En esa
lista de dones está el don de la sanidad (1 Corintios 12:9). También está el don de la
fe. Cualquier persona con este' don puede orar por la sanidad de un enfermo, "y la
oración de fe", dice Santiago, "salvará al enfermo, y el Señor lo levantará" (5: 15).
Sin duda muchos de nosotros hemos orado por enfermos que no fueron sanados. En la
mente de los cristianos surge la interrogante: Si Cristo llevó nuestras enfermedades y
sufrió nuestros dolores, como dice Isaías 53:4, ¿Por qué seguimos enfermos? Nos
vemos obligados a confesar que solamente Dios sabe porque unos son sanados y otros
no lo son. Los propósitos de Dios son ocultos a nuestro entendimiento. La Biblia nos
Hablemos de la Iglesia de Dios 12

dice que Pablo tenía el don de sanidad, ''y hacia Dios milagros extraordinarios por
mano de Pablo, de tal manera que aún se llevaban a los enfermos los paños o delantales
de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían" (Hechos
19:11-12). Pero cuando su amigo Timoteo se enfermó, Pablo no le envío un paño
ungido con aceite, sino un consejo: "ya no bebas agua, sino usa un poco de vino por
causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades" (1 Timoteo 5:23). En su
segunda carta a Timoteo, Pablo le dice que tuvo que dejar a Trofimo en Mileto enfermo
(4:20).

Pablo sufría lo que se llama "un aguijón en mi carne" (2 Corintios 12:7) que lo
angustiaba y lo debilitaba. No sabemos si era algo físico, espiritual, o una combinación
de ambos, pero después de haber rogado tres veces al Señor para que se lo quitara, el
Señor le dio suficiente gracia para soportar la aflicción. Si Dios permite la aflicción es
porque existe un propósito más elevado que nuestra comodidad. Dios ve por nuestro
bienestar integral. La salud espiritual es más importante que las debilidades físicas
puesto que en varias ocasiones el Señor Jesús perdonó pecados antes de efectuar la
sanidad física (Marcos 2:5).

Enoch Byrum, uno de los pioneros del movimiento de la iglesia de Dios, poseía el don
de sanidad. Él a veces enviaba paños ungidos con aceite a personas enfermas como
símbolo de apoyo en oración, y muchas personas fueron sanadas. Sin embargo, uno de
los mejores conocidos compositores de himnos de la iglesia de Dios, Charles Naylor
(1874-1950) sufrió un accidente mientras ayudaba a levantar una carpa para servicios
evangélicos. El accidente lo dejo inválido con dolor crónico el resto de su vida, a pesar
de las muchas oraciones de los hermanos de muchas iglesias. Durante su aflicción,
Naylor escribió muchos himnos que se encuentran en el himnario de la iglesia de Dios.
Uno de ellos traducido al castellano es "A Tu Casa Padre Venimos Hoy".

Siempre debemos estar conscientes que Dios es el que sana. Él sana a su tiempo y a
quien él desea sanar. Todas las decisiones de Dios con respecto a su pueblo son buenas.
Ninguna decisión es caprichosa. Dios no puede ser injusto. El dolor que en esta vida
nos trastorna y tiende a nublar nuestra capacidad de ver que Dios solamente obra para
nuestro bien, pasará como una ligera neblina y nos encontraremos felices y finalmente,
con el ser que nos amó tanto que nos dio vida en abundancia por medio de su Hijo
Cristo Jesús.

Segunda Venida
Pasamos a un tema que se ha desarrollado con diferentes interpretaciones, y se trata
de la segunda venida de Cristo.
Hablemos de la Iglesia de Dios 13

La historia humana ha sido catalogada por comentaristas bíblicos en seis periodos


(dispensaciones) de mil años cada uno, correspondientes a los seis días de la creación.
El último periodo de mil años corresponde al día de descanso y será cuando Cristo
regresa por segunda vez. Esta teoría mantiene que a finales del sexto día (mil años), las
persecuciones de los cristianos aumentarán, el anticristo se levantará con poder por un
tiempo, luego Cristo regresa, destruye al anticristo, ata a Satanás, y establece el reinado
terrenal milenial. Este periodo de mil años será tiempo de paz y felicidad cuando
muchos judíos por fin aceptan a Jesús como su Mesías. Algunas variaciones de esta
enseñanza son que las promesas hechas a los judíos en tiempos antiguos serán
cumplidas durante el milenio. Esto quiere decir que Israel se adueñará de las tierras que
hoy están en manos de los árabes, y el templo de Jerusalén se construirá de nuevo.
Muchos vieron la fundación del estado moderno de Israel en 1948 como prueba de esta
creencia.

Para algunos dispensacionalistas, el nacimiento de la Iglesia fue algo como el plan "8"
de Dios ya que su pueblo escogido, Israel, había rechazado al Mesías, y por
consiguiente también había rechazado su plan original. La Iglesia, Se supone,
funcionaría temporalmente y después sería "raptada" al ciclo mientras Dios continúa
su plan original con Israel. En esta interpretación las bendiciones del milenio son para
la nación restaurada de Israel. Otra versión milenialista enseña que las promesas
hechas a Israel se cumplen en la Iglesia y el milenio es un periodo Cristiano que nada
tiene que ver con el estado de Israel.

Para Agustín (354-430), el milenio no era literal, sino una forma de describir las
bendiciones de la era de la gracia, el evangelio, y la Iglesia.

En el Concilio de Éfeso en el año 431, la interpretación literal del milenio fue


condenada y declarada superstición. Por más de mil años y pasando por la Reforma
del siglo dieciséis, ésta ha sido la enseñanza aceptada por los Cristianos. Ellos no se
preocupaban por tribulaciones futuras, raptos, o múltiples resurrecciones, sino que se
gozaban que el reinado de Cristo era algo presente. El enfoque era gozarse sobre lo
que Dios ya había hecho por medio de Cristo, celebrar la nueva vida en el Espíritu, y
ser fieles discípulos para que muchas otras personas entraran en el reino de Dios. La
interpretación aceptada era que el milenio es simbólico de un periodo indefinido de
espera, y de fidelidad, mientras Cristo regresa por segunda vez. Satanás es atado,
aunque vivo y activo, pero con limitaciones y sin el poder para destruir la Iglesia.

La iglesia de Dios siempre ha mantenido la creencia que Cristo regresara por segunda
vez. Jesús le dijo a sus discípulos, "y si me fuere y os prepare lugar, vendré otra vez
Hablemos de la Iglesia de Dios 14

y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis." (Juan
14:3). Otra referencia a su segunda venida la encontramos en Apocalipsis 1:7, "He
aquí que viene en las nubes, y todo ojo le verá".

Lo que no sabemos es cuándo su venida será. El Señor mismo dijo, "pero del día y la
hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre" (Mateo 24:36). La
venida del Señor será de repente y sorprenderá al mundo entero. La obra de redención
llegará a su fin y ya no habrá oportunidades alternativas para escapar el Santo Juicio de
Dios. Pedro describe el evento con estas palabras, "el día del Señor vendrá como ladrón
en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo y los elementos ardiendo
serán desechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas" (2 Pedro 3:10).
Otro de los eventos que habrán de ocurrir en la segunda venida de Cristo, es la
resurrección de los muertos y el juicio final. El Señor Jesús dijo, "no os
maravilléis... porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su
voz, y los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación" (Juan 5:28-29). El
apóstol Pablo declara que "ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como
de injustos" (Hechos 24: 15).
En su primera carta a los Tesalonicenses, Pablo les escribe, "porque el Señor mismo
con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo;
y los muertos en Cristo resucitarán primero" (4: 16). Pablo les asegura que quienes
esperaban La venida del Señor Y murieron no se perderán la bendici6n de ver ese
gran evento, ya que el Señor los resucitará primero para que observen su venida
“Luego”, dice Pablo, "nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos
Juntamente con ellos en la nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos
siempre con el Señor" (v.17). Mateo cita las palabras de Jesús, "verán el Hijo del
Hombre viniendo
sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz
de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del
Cielo hasta el otro" (24:30-31).

En su segunda venida el Señor juzgará el mundo. Todas las naciones serán reunidas
delante de él y los apartará como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. A las ovejas
las bendice y les da el reino preparado para ellas desde la fundación del mundo. A los
cabritos los maldice al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Los que
heredan el reino son los que alimentaron al hambriento, vistieron al desnudo,
albergaron al forastero y visitaron al enfermo y al encarcelado. Los que son
condenados al infierno son' los que se negaron hacer las mismas obras de caridad
(Mateo 25:31-46). El capítulo 20 de Apocalipsis también menciona que en el JUICIO
las personas serán juzgadas, "según sus obras" (12-13).
Hablemos de la Iglesia de Dios 15

Milenio
Cuando uno considera el tema de la segunda venida de Cristo, uno se encuentra con
muchas especulaciones sobre los eventos que podrían ocurrir antes, durante, o después
de la venida del Señor. Las diferentes teorías se basan mayormente en tres versículos
del capítulo 20 de Apocalipsis, "vi un ángel que descendía del cielo con la llave del
abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón la serpiente antigua, que es
el diablo y Satanás, Y lo ató por mil años, y lo arrojó al abismo y lo encerró y puso su
sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil
años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.
El libro de Apocalipsis fue escrito por Juan mayormente para los cristianos del primer
Siglo que sufrían intensas persecuciones. Juan les aseguro que llegará el día cuando la
bestia que mata a los santos de Dios será juzgada y los santos “reinaran con Cristo mil
años” (Apocalipsis 20:4)
Es en el reinado de mil años, comúnmente llamado "el milenio" que surgen diferentes
interpretaciones.
Pos-Milenarismo: El ministro Presbiteriano Inglés, Matthew Henry (1662-1714),
popularizó esta doctrina. La creencia es que el Espíritu de Dios obrara para traer un
avivamiento global logrando convertir tanta gente, que la Sociedad mejorara
moralmente a tal grado que el ambiente es oportuno para que Cristo regrese y
establezca su reino por mil años. El Teólogo Adam Clarke también creía que este
mundo seguiría mejorando hasta que Cristo regresara. Jonatán Edwards (1703-1758)
predicaba que el evangelio sería tan eficaz que prepararía el terreno para que empezara
el milenio. Todo este optimismo se deslizó cuando se desató la Primera Guerra
Mundial, seguida por la segunda y otros conflictos posteriores entre naciones. La
realidad ha Sido que el mundo no mejora. El pecado y sus secuelas no han sido
erradicados. La maldad crece exponencialmente por todo el mundo.

Pre-Milenialismo: Al ver que la maldad aumenta, muchos cristianos sintiéndose


amenazados, temerosamente buscan un mensaje de escape. Hay diferentes
interpretaciones milenarias, pero la mayoría coincide en que antes que Cristo venga, se
levantará un líder malévolo llamado el anticristo. Durante el periodo de la gran
tribulación él tratará de dominar el mundo y su propósito será destruir a los cristianos y
a los judíos. Cuando la maldad sea insoportable, Cristo regresará, se llevará a los
creyentes que aún están vivos, destruirá al anticristo, establecerá su reino en Jerusalén
por mil años y muchos judíos finalmente aceptarán a Jesús como el Mesías. Será un
tiempo de paz y justicia, luego Satanás será desatado por un corto tiempo, después será
Hablemos de la Iglesia de Dios 16

juzgado en el juicio final. Hay muchas variaciones de estas creencias que notamos en
libros y películas sobre los acontecimientos de los últimos días.
Los premilenialistas esperan que Cristo regrese cuando la maldad aumente en forma
incontrolable y establezca su reino; mientras que los Posmilenialistas piensan que la
maldad será frenada, la justicia florecerá y en esa utopía el reino se materializará aquí
en la tierra para que Cristo regrese. Ambos asumen que cuando Cristo regrese habrá
un breve periodo en que la iglesia es arrebatada de la tierra, para después colocar un
reino político en Jerusalén utilizando la nación Judía como núcleo del gobierno. Se
utilizará poder militar y será un tiempo de bendiciones temporales. El templo Judío
será reconstruido y la adoración restaurada. La ley de Moisés se aplicará en asuntos
como el sábado, la circuncisión, casamientos, y divorcios. Los sacrificios serán
nuevamente ofrecidos para remisión de pecados.
Hay muchos líderes cristianos que aceptan estas teorías de la restauración del pueblo
Judío porque piensan que los judíos tienen una posición muy especial con Dios. Sin
duda los judíos tienen más oportunidades de bendiciones hoy que antes si aceptan al
Señor Jesús como el Mesías. Los verdaderos Israelitas son aquellos que tienen la fe de
Abraham, no los que tienen la sangre de Abraham. Si las promesas hechas a los judíos
no fueron cumplidas, fue porque ellos no cumplieron con los pactos o fueron
cumplidas en forma más amplia en la era de la Iglesia. Cristo cumplió con la profecía
que heredaría el trono de David y lo asimiló a su Reino universal, Cristo ya es Rey de
los judíos como lo es para los Gentiles.
La iglesia de Dios no acepta ni el pre ni el pos de las doctrinas del milenio. La iglesia
de Dios se considera Amilinialista que quiere decir que no creemos que habrá un reino
terrenal de mil años en el futuro. El reino de Dios fue anunciado y ha sido personificado
por el Señor Jesús durante su primer advenimiento. Cuando el reino de Dios fue
anunciado, (Lucas 16: 16), no era referente a un reino miles de años en el futuro, puesto
que el texto claramente dice que, "todos se esfuerzan por entrar en él".
Hay que mencionar que las promesas del milenio no son espirituales, sino sensuales. El
milenio no ofrece una salvación mejor que la salvación disponible hoy día. No promete
que seremos más santos, ni que la gracia será más eficaz. No se habla de que habrá
mejores bendiciones espirituales que las que hoy gozamos. Al contrario, sus promesas
son sensuales con suficiente comida y bastante tiempo libre para reposar debajo de una
higuera. El milenio retrocede \as ganancias que hemos obtenido por medio de la gracia.
La sangre de los animales se verá nuevamente en los altares como si Cristo no hubiera
muerto. Esto es un rechazo al sacrificio del Señor en la cruz.
Cristo dijo, "buscad primeramente el reino de Dios y su justicia" (Mateo 6:33). ¿Si el
reino era futuro porque les dice que lo busquen? El Señor Jesús al echar fuera
Hablemos de la Iglesia de Dios 17

demonios dijo que era prueba de que "ciertamente ha llegado a vosotros el reino de
Dios" (Mateo 12:28). El reino ya era una realidad.
Felipe predicó el reino de Dios en Samaria (Hechos 8: 12).
Pablo predicó el reino de Dios aun estando en la cárcel (Hechos 20:25 y 28:31).
El reino de Dios es un reino espiritual y todas las personas redimidas por Cristo
pertenecen a ese reino. "Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia,
paz y gozo en el Espíritu Santo" (Romanos 14:17). Cuando uno es liberado de la
potestad de las tinieblas, como dice Pablo, esa persona es "trasladada al reino de su
amado Hijo" (Colosenses 1:13).
¿Cómo es posible creer que el Hijo de Dios trató de establecer su reino durante su
primera venida pero sus planes fueron frustrados por el enemigo y tuvo que
postergarlos? ¿Si Dios sabía que Cristo no lograría establecer su reino la primera vez,
por qué permitió que sus profetas profetizaran que sí lo haría? ¿Si Cristo no pudo
establecer su reino en su primera venida, qué seguridad tenemos que no fallara por
segunda vez cuando regrese de nuevo?
La verdad es que no falló. El reino ya vino, pero muchos esperaban un reino político
o geográfico. El Señor fue muy claro cuando dijo "mi reino no es de este mundo... mi
reino no es de aquí" (Juan 18:36).
En otra ocasión dijo, "El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán, helo aquí,
o helo allá; porque he aquí, el reino de Dios está entre vosotros" (Lucas 17:20-21). El
reino de Dios es espiritual y se encuentra en los corazones de todas las personas que
gozosamente se someten a la autoridad de Dios quien reina por los siglos de los siglos.
El ángel le dijo a María al anunciar el nacimiento del niño Jesús, que Jesús reinaría
sobre la casa de Jacob para siempre, "y su reino no tendrá fin" (Lucas 1:33). Esto
quiere decir que su reinado no está limitado a mil años, sino que seguirá vigente por
toda la eternidad.
En vez de especular sobre eventos futurísticos, deberíamos dedicamos a predicar las
buenas nuevas del evangelio. Dios ya nos dio la victoria sobre el pecado y Satanás, y
nos ha dado el poder por medio del Espíritu Santo para vivir vivir vidas victoriosas. No
debemos permitir que las cosas que ocurren hoy día en Irán, Iraq, Rusia, la Unión
Europea, etc. nos descarrilen de la misión de ir por todo el mundo y predicar el
evangelio. El reino de Dios está presente entre nosotros y seguirá creciendo en el futuro.
Reconocemos que no hay unanimidad con respecto a las creencias sobre lo que ha de
ocurrir en los últimos días, pero sería bueno considerar un dicho popular: En cosas
esenciales, Unidad. En cosas no esenciales, libertad. En todas las cosas, amor
Hablemos de la Iglesia de Dios 18

La Eficacia de la Propiciación.
En el Cristianismo existe una doctrina conocida como "la perseverancia de los santos"
que abarca una predestinación tanto de creyentes como de incrédulos. Los teólogos
han catalogado tres corrientes o pensamientos distintos sobre la efectividad y eficacia
del sacrificio de Cristo en la cruz: Universalismo, Calvinismo, y Arminianismo.
Uno de los líderes de la iglesia primitiva, Origen (185-254), promovía la creencia
universalista que mantiene Que toda la gente, sin excepción, finalmente pasarán la
eternidad en el cielo. Los impíos, después de haber 'sido castigados por un tiempo y
purgado sus pecados, se les permitirá entrar en la gloria. Este pensamiento abrió las
puertas para que la iglesia Católica Romana elaborara su doctrina del purgatorio. Creer
que justos y pecadores por fin podrán pasar la eternidad juntos en el cielo hace difícil
explicar las palabras del Señor Jesús, "venid benditos de mi Padre, heredad el reino
preparado para vosotros desde la fundación del mundo... apartaos de mí, malditos, al
fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles... E irán éstos al castigo eterno"
(Mateo 25: 34, 41, 46). Las primeras palabras son dirigidas a sus seguidores, las finales
a los que lo rechazaron. Aquí no hay nada que indica un sufrimiento temporal. El
castigo es para siempre. El infierno no es un lugar de reforma, es un sitio de castigo.
El Calvinismo, enseñanzas del Francés Juan Calvino (1509-1564), Reformador
Protestante del siglo dieciséis, mantiene que el sufrimiento de Cristo fue eficaz
solamente para un grupo de personas ya determinadas por Dios. Mucho antes que
Cristo fuera al Calvario, Dios ya había predestinado quiénes se beneficiarían de la
muerte y resurrección de Cristo. Ese sería un grupo llamado y escogido por Dios.
Ninguno de ellos podría resistir ese llamado. Habiendo sido escogidos para vida
eterna, no importaría qué tan lejos se hayan apartado del camino recto, ellos
perseverarían salvos hasta la muerte.
Quienes hayan recibido la gracia salvadora de Dios, siempre estarían en estado de
gracia. La decisión de quien se salva y quien se pierde es decisión soberana de Dios y
el hombre no tiene que ver nada en ese asunto. El Calvinismo alega que si es cierto que
Cristo cargó con los pecados de todo el mundo, no hay necesidad 'del infierno - todos
deberán ser salvos, pero no todos van al cielo. El hombre está muerto en pecado y sólo
Dios puede dar vida al muerto por medio de la gracia que Dios le da y Que el hombre
no puede rechazar. Dios no envía su gracia a todos, puesto que él no está obligado a
salvar a nadie, Pero, Dios ha predeterminado que salvará un grupo selecto y el resto se
pierde por su propia maldad. El infierno es necesario porque la propiciación sólo es
eficaz para Quienes Dios predestinó.
El Arminianismo, enseñanzas del Teólogo de la iglesia Reformada Holandesa, Jacobo
Arminius (l560-1609) rechazaba la ortodoxia estricta del Calvinismo, a favor de la
universalidad de la gracia de Dios en el cual la persona es libre para aceptar por fe, la
Hablemos de la Iglesia de Dios 19

gracia salvadora de Dios. La doctrina declara que Cristo murió en la cruz, y cumplió
con el plan de redención que salvaría por completo a todos los que lo aceptan. Las
condiciones para esa salvación son iguales para todos: arrepentimiento hacia Dios, fe
en su Hijo, y obediencia incondicional a los mandatos de Dios.

La Iglesia de Dios no acepta la doctrina de la salvación universal promovida por la


iglesia Católica Romana, ni la doctrina de la salvación predeterminada de los
Calvinistas. Dios es un Dios de gracia. Él ama y escoge a toda la humanidad. Uno no
puede poner límites a ese amor, de lo contrario contradecimos Juan 3:16, "Porque de
tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel
que en él cree, no se pierda más tenga vida eterna". Si todo el mundo aceptara la
salvación, los humanos no tendrían que ir al infierno. Su llamado es para toda la
humanidad, pero no es un llamado irresistible. El hombre se puede hacer el loco e
ignorar ese llamado.
Dios nunca entra en un pacto incondicionalmente, sea con un individuo o una nación
como Israel. Pactos por definición son acuerdos entre dos partidos y si uno no cumple,
el pacto queda inválido. El pacto de la salvación entre el creyente y Cristo lleva
consigo la posibilidad de romperse. Sabemos que Dios siempre es fiel y cumple todas
sus promesas. Si el pacto se rompe es porque el hombre así lo quiso. ¿Si el pacto de la
salvación fuera incondicional sin importar la conducta del creyente, por qué se nos
amonesta a una conducta intachable? Pablo dice, "renunciando a la impiedad y a los
deseo mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa, y piadosamente" (Tito 2: I 2).
Nosotros como creyentes somos responsables de obedecer la voluntad de Dios, de
nutrir nuestras nuevas vidas en Cristo, y de madurar hasta reflejar la imagen de Cristo
en nuestras vidas. Nuestra conducta forma parte de nuestro pacto con el Señor. Si
abandonamos la fe, y como el hijo pródigo nos vamos lejos de nuestro Padre para no
regresar perderemos la herencia celestial. La salvación se puede perder.

Cuando los creyentes llamados Ananías y Safira trajeron su ofrenda a los apóstoles,
Pedro los reprochó por haber mentido al Espíritu Santo al quedarse con parte de la
ofrenda. Ambos cayeron muertos al instante. Lucas dice que al ver esto, "vino gran
temor sobre la iglesia" (5: 11). La iglesia no tenía por qué temer si estos dos creyentes
tenían la salvación asegurada. El temor fue porque vieron como Dios azotó a los
descarriados mentirosos.
No vamos a negar que podemos sentimos seguros en nuestra salvación siempre y
cuando permanezcamos en el Señor como relata Juan 15:4-5 y Romanos 8:1. También
es cierto que nada puede separamos del amor de Dios como dice Romanos 8:35-39.
Pero, para el humano existe la posibilidad de fallar, ya que llevamos dentro de nosotros
el potencial para descarriarnos.
Hablemos de la Iglesia de Dios 20

Dios sabe quiénes aceptarán la salvación ofrecida, pero él no decide por ellos. Dios en
su soberanía creó a los humanos con libre albedrío y la capacidad para aceptar
responsabilidades. Calvino mantenía que la imagen de Dios en el hombre fue destruida
por completo a causa del pecado de Adán. Para Juan Wesley esa imagen estaba dañada
y el hombre posee la capacidad para buscar a Dios cuando recibe la gracia de Dios, obra
del Espíritu Santo que lo hace reconocer que sin la intervención divina no puede ser
salvo. Amamos a Dios porque Dios primero nos amó (1 Juan 4:19). Esa gracia nos
invita, nos llama. No podemos ser salvos sin Dios y sin nuestra participación Dios no
nos salva. Dios dijo, "sin mí no podéis hacer nada" (Juan 15:5). Pablo declaró, "todo lo
puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4: 13).
Los que se aferran a la seguridad eterna citan las palabras de Jesús, "yo les doy vida
eterna, y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano" (Juan 10:28). Si
vemos el versículo anterior (v.27), nos damos cuenta que el Señor se estaba refiriendo
a sus seguidores y no a hipócritas y descarriados. Apocalipsis 2:10 dice, "sed fiel hasta
la muerte y yo te daré la corona de la vida". Tenemos la responsabilidad de ser fieles
hasta la muerte.
No olvidemos que los primeros descarriados fueron Adán y Eva. Luego en Gálatas 5:4
escuchamos a Pablo reprochar a los que se desligaron de Cristo, "de la gracia habéis
caído". Uno no puede caer de la gracia si primero no está en la gracia.

La doctrina de la seguridad eterna incondicional es doctrina de hombres y no de la


Biblia. La seguridad eterna es para los que permanecen en Cristo. "El que hace la
voluntad la Dios permanece para siempre" (1 Juan 2: 17). Nadie nos puede arrebatar de
la mano del Padre, pero nadie está obligado a permanecer en la mano del Padre. El
aceptar la gracia de Dios y permanecer en ella es escogencia libre y personal. La libertad
para decir "sí" incluye la libertad para decir "no".
Los Arminios critican a los Calvinistas con la frase, "una vez en gracia, siempre en
gracia, sin importar lo desgraciado que sean".

El calvinista responde: "salvo hoy, descarriado mañana y a veces una docena de veces
durante ese tiempo"

Ordenanzas
La iglesia de Dios practica el Bautismo por inmersión, la Cena del Señor y el
Lavamiento de pies.
Para varios grupos cristianos el Bautismo y la Cena del Señor, (también llamada Santa
Comunión), son sacramentales. Esto quiere decir que cuando se practica Dios envía su
Hablemos de la Iglesia de Dios 21

gracia en forma de bendición especial. Algunas creencias sostienen que los pecados
son perdonados, i bautizarse, mientras que al participar en la Santa Cena Cristo
realmente es tomado en cuerpo y vida. Ambos son actos sagrados y santos para los
sacramentalistas.
La iglesia de Dios considera estas prácticas ceremoniales y simbólicas y las llama
"ordenanzas". Al celebrarlas uno cumple con el mandamiento del Señor Jesús quien
ordenó a sus discípulos antes de ascender al cielo, "Por tanto, id, y haced discípulos a
todas las naciones. Bautizándolos en el nombre del Padre. y del hijo, y del Espíritu
Santo" (Mateo 28: 19). La noche que observaron la fiesta de' la Pascua ordenó que
celebraran la Santa Cena, y habiendo dado ejemplo, que también lavaran los pies unos
a otros.

El Bautismo
El bautismo es sólo para personas que han aceptado a Cristo Jesús como único y
suficiente Salvador. Las palabras de Cristo son: "El que creyere y fuere bautizado, será
salvo; mas el que no creyere será condenado" (Marcos 16: 16). El libro de Hechos
8:12-13 relata que los hombres y mujeres que creyeron el mensaje que Felipe
predicaba sobre el reino de Dios y el nombre de Jesucristo se bautizaron.
No pasaron muchos años después de la muerte del último apóstol, cuando los líderes
cristianos decidieron bautizar infantes, pensando que de esa manera remitían el pecado
transmitido por Adán. El primer informe que tenemos de bautismos a infantes lo
menciona Irenaeus (I30 -190) alrededor del año A.D. 185. Tertulio (160-220?) se
oponía al bautismo de infantes hasta que el carácter se desarrollara. Agustín (35 - 430)
quien fue el primero en usar la frase "pecado original" apoyaba el bautismo de infantes
para asegurar que el pecado de Adán no les impedía la entrada al cielo. Esta práctica se
convirtió en doctrina y fue aceptada por las iglesias Romanas y ortodoxas de oriente y
aún continúa hoy en muchas iglesias Protestantes.
La iglesia de Dios no ve la necesidad de bautizar infantes ya que ellos están en un
estado de inocencia y el Señor Jesús declaró que de ellos "es el reino de los cielos"
(Mateo 19:14). El Señor también dijo, "De cierto os digo, que si no os volvéis y os
hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos" (Mareo 18:3).
A principios de la era Cristiana. Todos los creyentes eran bautizados por inmersión,
puesto que esa era la definición de la palabra griega "bautizo". Sin embargo, más tarde
por razones culturales o simplemente por comodidad, empezaron a bautizar rociando
el agua sobre el candidato. La iglesia Católica Romana y la mayoría de iglesias
Protestantes continúan bautizando por rociamiento.
La iglesia de Dios y muchas otras iglesias evangélicas mantienen la práctica de
Hablemos de la Iglesia de Dios 22

bautizar solamente por inmersión, aunque habrá ocasiones cuando el creyente por
razones de enfermedad o incapacidad física no puede bajar a las aguas bautismales y
es rociado.
El bautismo es para personas que habiendo reconocido su condición pecaminosa. Se
han arrepentido y han aceptado el perdón ofrecido por Dios por medio de la muerte y
resurrección de su amado Hijo, Cristo Jesús. El bautismo es símbolo de perdón y
muerte. El agua simboliza una limpieza interna y al desaparecer momentáneamente
bajo el agua, el cristiano declara que ha muerto a la vida vieja de pecado. En
Colosenses 2:12, Pablo habla de ser "sepultados con él (Cristo), en el bautismo".
Romanos 6:4, "Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el
bautismo, a fin de como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así
también nosotros andemos en vida nueva" El bautismo es símbolo de entierro y al salir
del agua el símbolo es resurrección.

La Santa Cena
La Cena del Señor es una representación simbólica de la participación del creyente en
los beneficios de la muerte del Señor Jesús. La noche antes que el Señor fuese
crucificado, él y sus doce discípulos celebraron la Fiesta de la Pascua. Fue en esa
ocasión que el Señor instituyó el rito de la Santa Cena diciendo, "haced esto... en
memoria de mí, Así, pues, todas las veces que comiereis este pan y bebiereis esta copa,
la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga" (1 Corintios l 1:25-26).
Algunos grupos le llaman a este rito la "eucaristía," (la copa de dar gracias), y también
la "comunión," basándose en 1 Corintios 10: 16-17; mientras que 1 Corintios 11:20 lo
llama "la cena del Señor", Las tres expresiones se refieren a la misma actividad. En
esta ceremonia recordamos el cuerpo traspasado y la sangre derramada del Señor Jesús
en una cruenta cruz. Al participar estamos anunciando la muerte del Señor hasta que
él venga. Sólo los redimidos deben participar en la Santa Cena ya que es un testimonio
personal de lo que Cristo hizo por ellos. En esta celebración la iglesia anuncia la
comunión que existe con el Señor y con todos los redimidos del mundo.

En la iglesia de Dios practicamos una comunión abierta permitiendo que toda persona
redimida por el Señor participe sin necesidad de identificarse como miembro de
nuestra iglesia. No hay horario establecido para su celebración, aunque la mayoría de
las congregaciones de la iglesia de Dios celebran la Cena del Señor cuatro veces al
año. Otras la celebran cada semana. La frecuencia no es tan importante como el
espíritu en que se celebra.
Hablemos de la Iglesia de Dios 23

El Lavamiento de Pies
Son pocas las iglesias que acostumbran este rito. La mayoría de las denominaciones
no lo consideran una ordenanza. No obstante, leemos en Juan 13:14-15, "Pues, si yo,
el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los
pies los unos a los otros. Porque os he dado ejemplo, para que como yo os he hecho,
vosotros también hagáis así". También leemos en l Timoteo 5:1O que uno de los
requisitos para que una viuda necesitada recibiera ayuda de la iglesia era haber "lavado
los pies de los santos" El lavamiento de pies simboliza la disposición del creyente de
servir al necesitado en un espíritu de humildad. Aunque son pocos los grupos de
cristianos que practican el lavamiento, la iglesia de Dios lo ha practicado desde sus
inicios en el siglo diecinueve sin considerarlo como "prueba de compañerismo".
Las ordenanzas son actos humanos, recuerdos gráficos, testimonios públicos y
compañerismos colectivos que expresan gratitud por la gracia que ya han recibido de
Dios. Son importantes para la salud y los frutos de la salvación.
Recopilación del libro
HABLEMOS DE LA IGLESIA DE DIOS
Del. Rev. Lorenzo Mondragón
BOLIVIA 2018

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