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ASUNTO: MILAGROS

PROPÓSITO: PASTORAL
TEMA: PRINCIPIOS BÍBLICOS PARA ENFRENTAR DESAFÍOS

ENFRENTANDO LOS DESAFÍOS DEL PROXIMO AÑO


BÍBLICAMENTE
SANTIAGO 4:13

INTRODUCCIÓN:
Es costumbre en muchos países de Latinoamérica que, para cada 31 de
diciembre se establezcan propósitos o metas para el próximo año. Algunos de
estos propósitos siempre son un tanto irreales, por ejemplo: aprender otro idioma,
bajar varias libras de peso, terminar algún proyecto inconcluso del año anterior,
etc. Es probable que como cristianos no tengamos esa costumbre, pero si
esperamos tener un año “bendecido” o mejor que el anterior. Una de las ideas
más ingenuas de la fe cristiana, incluso en los últimos tiempos, es pensar que no
vamos a enfrentar ningún problema; es más, cave la posibilidad que muchos
clamen a Dios diciendo: “Señor, que este año todo me salga bien, y que no tenga
problemas para el próximo año”. La realidad del caso es que problemas siempre
vamos a tener, situaciones difíciles tendremos que enfrentar, ciertamente, si
somos realistas muchos de nosotros talvez no terminemos el próximo año en esta
vida. No es que sea pesimista, pero la Biblia nos advierte que por el hecho de ser
cristianos no estamos exentos de dificultades, luchas, adversidades, tropiezos o
pruebas, eso es y debe ser siempre nuestro pan nuestro de cada día. Es a través
de las dificultades que aprendemos, crecemos y maduramos, no podemos ni
debemos rechazarlas. Contrario a lo que ahora se enseña, la negación de la
realidad nunca cambia dicha realidad, es necesario aceptarla y muchas veces vivir
con ella para que también glorifique a Dios. Las situaciones difíciles no son el
enemigo de nuestra vida, son formas divinas de aprendizaje, crecimiento y
madurez, tenemos ejemplo en las palabras de Jesé, el mal aparente que hicieron
sus hermanos, tuvo como resultado beneficio para él, su familia y muchas otras
personas más. El dolor no es diabólico, a veces nos ayuda a medir nuestros
límites y a alcanzar metas en la vida, a madurar y crecer. Aunque parezca extraño,
también contrario a lo que se predica ahora, son los Escritos Sagrados, y
específicamente el Nuevo Testamento, que nos hace el llamado a enfrentar la vida
con lo que trae y sea lo que sea. Entonces, ¿cuál debe ser la actitud para
enfrentar los desafíos que traerá el próximo año? Será la Escritura que nos
plantee los principios divinos para poder responder esta pregunta, dichos
principios servirán de fundamento en el cual debemos de edificar nuestro carácter.
Es en la carta de Santiago que se nos impulsa a depositar nuestros planes en las
manos de Dios, a depender de Dios bíblicamente con prudencia y sabiduría. El
Pastor de Jerusalén amonesta fuertemente contra aquellos que no consideran a
Dios y su voluntad en sus planes, debido a que la vida misma, dice Santiago, es
pasajera y momentánea por lo cual se vuelve incierta. Siendo esta la dificultad
primordial que como seres humanos limitados tenemos, se hace importante
entonces considerar tres principios bíblicos para enfrentar los desafíos.
I. Esperanza (Romanos 4:16-19)
Como parte de la introducción al tema se hablaba de estar dispuestos a espera
cualquier desafío, obstáculo, dificultad o problema que el próximo año, y la vida
misma, nos puedan ofrecer. Debe serse consecuente con lo dicho anteriormente,
para que tenga sentido lo que la Biblia plantea en cuanto a la esperanza. El
ejemplo la Escritura expone es el de Abraham, en la carta a los Romanos, y se
afirma claramente es que las condiciones que enfrentaba este patriarca no eran
para nada positivas. La vida de Abraham no era un jardín de rosas; en primera
instancia, según relata el libro de Génesis, Abraham fue llamado a salir de la casa
de sus Padres, a travesar todo un valle donde cualquiera que se aventurara era
victima de delincuentes, llegar a una tierra desconocida y vivir ahí. Curiosamente,
en el momento en que Abraham llegó a Canaán, había escasez extrema. Luego
tiene que creer y tener esperanza en que Dios le daría un hijo, el cual
posteriormente fue pedido para ser sacrificado en manos del propio Abraham.
Pensar que todo le estaba yendo bien a este hombre es absurdo, la esperanza
que él tenía era grande y puesta a prueba por las dificultades. Pablo afirma lo
siguiente: “Por eso la promesa viene por la fe, a fin de que por la gracia
quede garantizada para toda la descendencia de Abraham; esta promesa no
es sólo para los que son de la ley sino para los que son también de la fe de
Abraham, quien es el padre que tenemos en común delante de Dios, tal
como está escrito: «Te he confirmado como padre de muchas naciones.» Así
que Abraham creyó en el Dios que da vida a los muertos y que llama las
cosas que no son como si ya existieran. Contra toda esperanza, Abraham
creyó y esperó, y de este modo llegó a ser padre de muchas naciones, tal
como se le había dicho: «¡Así de numerosa será tu descendencia!» Su fe no
flaqueó, aunque reconocía que su cuerpo estaba como muerto, pues ya tenía
unos cien años, y que también estaba muerta la matriz de Sara. Ante la
promesa de Dios no vaciló como un incrédulo, sino que se reafirmó en su fe
y dio gloria a Dios…” La frase de esperanza contra esperanza puede expresarse
afirmando que para Abraham no había esperanza alguna, todo estaba en su
contra, pero aun así fue la esperanza que le permitió seguir adelante. En la
actualidad, se manifiesta algo que es contrario al pensamiento que Pablo
transmite en una carta trascendental; la idea del positivismo cristiano que hoy se
predica, anula totalmente las circunstancias difíciles de la vida y procura
rechazarlas en lugar de enfrentarlas. Pablo instruye a confiar a pesar de que todo
vaya en contra, a no desmayar ciertamente, así como a estar conscientes de las
vicisitudes de la vida. Las contrariedades son reales, una enfermedad, crisis
financiera, problemas familiares, etc. todo eso es probable y se debe estar
preparado así como también tener esperanza.

II. Perseverancia (Romanos 5:1-4)


La perseverancia es la santa terquedad, es la insistencia que produce el
Espíritu Santo de Dios que nos impulsa a seguir a pesar de la adversidad. Una
persona que afirma tener el Espíritu, debe ser una persona constante y
perseverante: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de
poder, de amor y de dominio propio.” (2 Timoteo 1:7) Esta afirmación nace de
lo establecido en la Escritura misma y en palabras del apóstol Pablo en su carta a
los romanos con la intención enviar una carta de presentación, y que mejor que
una carta o documento escrito por sus manos en donde expresa su doctrina y
amplio conocimiento de Cristo y su evangelio. El Apóstol no se iba a dar el lujo de
exagerar algo o fallar en algún punto de vista doctrinal teológico. No pretendía
presumir de su conocimiento, pretendía enviar una carta que le recomendara a él
mismo para abrirse espacio en aquel lugar. Por lo que el establecer una postura
de la fe cristiana prudente y bíblica, debía dejar en claro la idea de enfrentar
posibles adversidades y desafíos según la voluntad de Dios. Es por esto que él
afirma lo siguiente: “En consecuencia, ya que hemos sido justificados
mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor
Jesucristo. También por medio de él, y mediante la fe, tenemos acceso a
esta gracia en la cual nos mantenemos firmes. Así que nos regocijamos en la
esperanza de alcanzar la gloria de Dios. Y no sólo en esto, sino también en
nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce
perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de
carácter, esperanza.” En estos versículos se encuentra un preciso condesado de
la fe cristiana, la justificación que proviene por parte de Dios, la nueva relación con
nuestro Padre celestial, hasta la participación de la gloria de Dios, conlleva
resultados gloriosos como ser perseverantes, no solo para llegar al reino de Dios,
también para enfrentar el sufrimiento. Todo esto tiene como producto un carácter
renovado y una esperanza firme. El creyente debe ser perseverante, no se dice
nada de negar o no aceptar las situaciones desagradables de la vida, no obstante
si existe una exhortación a enfrentar dichas situaciones con el carácter Cristiano,
el cual es renovado por el Espíritu Santo en Amor, Poder o capacidad y Dominio
Propio que es en sí la habilidad para contener nuestras emociones y pasiones.

III. Confianza (Juan 16:33)


Todo lo anteriormente planteado proviene de una palabra que tiene su origen
en Cristo, siendo que es Él el que manda a sus discípulos a confiar en Dios,
aunque la situación sea obscura, peligrosa y desagradable. Ciertamente se ha
hablado entorno a las situaciones difíciles y desafíos que pueda presentar el
próximo año, no con el fin de ser pesimistas o negativos. Pero para ser realista
este mensaje, todos nos preparamos para lo bueno de la vida, y a veces esa
preparación no sirve para los momentos difíciles de la vida. En cambio, los
principios previamente establecidos, pueden dar fundamento para enfrentar
cualquier situación de la vida. Este fundamento es bíblico y conforme a la voluntad
de Dios. La confianza, que es otra forma de expresar la fe, no es ciega ya que se
origina de íntima y constante relación personal con alguien. En este punto de la
vida y ministerio de Cristo junto a sus discípulos, los lazos relacionales eran
fuertes. Estaban tanto Cristo como sus discípulos, por experimentar una
experiencia difícil y dolorosa. La crucifixión de Cristo y su resultante muerte fue un
momento muy complicado para sus discípulos, incluyendo a Pedro. Dicha
experiencia, necesaria para la redención de nuestros pecados, fue dolorosa en
extremo. ¿Qué es lo que Jesús les recomienda en esta situación?, que confíen en
él y su obra maravillosa. Jesús se había ganado esa confianza, y aún así generó
muchas situaciones en la vida de los discípulos posterior a este evento. Al punto
que Pedro mismo retomó su trabajo de pescador, sabiendo que le habían llamado
para desarrollar una función aún más importante. Luego de la resurrección de
Cristo, y la posterior acción del Espíritu sobre los discípulos para la vida de aquella
recién nacida comunidad de fe, las cosas fueron de mal en peor; fueron
perseguidos por sus compatriotas, y posteriormente por el mismo e implacable
imperio Romano. No fue sino un poco más de 200 años que aquella nueva fe
habría de ser parte del mismo imperio; la persecución fue implacable y
sanguinaria, pero los creyentes confiaban en Cristo, incluso los que no lo habrían
visto con sus ojos. Esto mismo dice Jesús a uno de sus discípulos: “Luego le dijo
a Tomás: —Pon tu dedo aquí y mira mis manos. Acerca tu mano y métela en
mi costado. Y no seas incrédulo, sino hombre de fe.” (Juan 20:27) Esto lo dijo
Jesús por la incredulidad de uno de sus discípulos, hombre que había caminado
con él y aprendido sus enseñanzas y visto sus señales y milagros. La confianza en
Cristo se fundamenta en su evangelio, la verdad absoluta que cambia vidas de
aquellos que la escuchan. Es en el Evangelio de Juan 16:33 que se encuentra una
exhortación a la Esperanza que proviene de Dios: “Les he dicho todo lo anterior
para que en mí tengan paz. Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y
tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo.” Este tan utilizado
versículo para traer consuelo a las personas que están pasando una crisis, es la
más grande exhortación a la esperanza. Muchos de los creyentes quieren victoria,
éxito, las promesas de bendición, pero esta promesa es extraordinariamente
valiosa. No se nos promete ausencia de problemas, enfermedades, crisis o
muerte, pero sí se nos promete que Jesús, quien venció al mundo es nuestro
Salvador, Señor y guía.

CONCLUSIÓN:
No sabemos que nos depara en el próximo año, no conocemos el futuro, no nos
queda más que tener esperanza, perseverancia y confianza. Nada de esto sirve
sin una verdadera aceptación de la realidad que nos toca vivir, por dura que sea.
Usted puede acusarme de insensible, pero la realidad de la vida se enfrenta con
carácter cristiano y no con emociones simplemente. La fe cristiana actual hace
énfasis a las emociones, y ha olvidado que el principio fundamental de la misma
es la convicción.

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