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PROPÓSITO: PASTORAL
TEMA: PRINCIPIOS BÍBLICOS PARA ENFRENTAR DESAFÍOS
INTRODUCCIÓN:
Es costumbre en muchos países de Latinoamérica que, para cada 31 de
diciembre se establezcan propósitos o metas para el próximo año. Algunos de
estos propósitos siempre son un tanto irreales, por ejemplo: aprender otro idioma,
bajar varias libras de peso, terminar algún proyecto inconcluso del año anterior,
etc. Es probable que como cristianos no tengamos esa costumbre, pero si
esperamos tener un año “bendecido” o mejor que el anterior. Una de las ideas
más ingenuas de la fe cristiana, incluso en los últimos tiempos, es pensar que no
vamos a enfrentar ningún problema; es más, cave la posibilidad que muchos
clamen a Dios diciendo: “Señor, que este año todo me salga bien, y que no tenga
problemas para el próximo año”. La realidad del caso es que problemas siempre
vamos a tener, situaciones difíciles tendremos que enfrentar, ciertamente, si
somos realistas muchos de nosotros talvez no terminemos el próximo año en esta
vida. No es que sea pesimista, pero la Biblia nos advierte que por el hecho de ser
cristianos no estamos exentos de dificultades, luchas, adversidades, tropiezos o
pruebas, eso es y debe ser siempre nuestro pan nuestro de cada día. Es a través
de las dificultades que aprendemos, crecemos y maduramos, no podemos ni
debemos rechazarlas. Contrario a lo que ahora se enseña, la negación de la
realidad nunca cambia dicha realidad, es necesario aceptarla y muchas veces vivir
con ella para que también glorifique a Dios. Las situaciones difíciles no son el
enemigo de nuestra vida, son formas divinas de aprendizaje, crecimiento y
madurez, tenemos ejemplo en las palabras de Jesé, el mal aparente que hicieron
sus hermanos, tuvo como resultado beneficio para él, su familia y muchas otras
personas más. El dolor no es diabólico, a veces nos ayuda a medir nuestros
límites y a alcanzar metas en la vida, a madurar y crecer. Aunque parezca extraño,
también contrario a lo que se predica ahora, son los Escritos Sagrados, y
específicamente el Nuevo Testamento, que nos hace el llamado a enfrentar la vida
con lo que trae y sea lo que sea. Entonces, ¿cuál debe ser la actitud para
enfrentar los desafíos que traerá el próximo año? Será la Escritura que nos
plantee los principios divinos para poder responder esta pregunta, dichos
principios servirán de fundamento en el cual debemos de edificar nuestro carácter.
Es en la carta de Santiago que se nos impulsa a depositar nuestros planes en las
manos de Dios, a depender de Dios bíblicamente con prudencia y sabiduría. El
Pastor de Jerusalén amonesta fuertemente contra aquellos que no consideran a
Dios y su voluntad en sus planes, debido a que la vida misma, dice Santiago, es
pasajera y momentánea por lo cual se vuelve incierta. Siendo esta la dificultad
primordial que como seres humanos limitados tenemos, se hace importante
entonces considerar tres principios bíblicos para enfrentar los desafíos.
I. Esperanza (Romanos 4:16-19)
Como parte de la introducción al tema se hablaba de estar dispuestos a espera
cualquier desafío, obstáculo, dificultad o problema que el próximo año, y la vida
misma, nos puedan ofrecer. Debe serse consecuente con lo dicho anteriormente,
para que tenga sentido lo que la Biblia plantea en cuanto a la esperanza. El
ejemplo la Escritura expone es el de Abraham, en la carta a los Romanos, y se
afirma claramente es que las condiciones que enfrentaba este patriarca no eran
para nada positivas. La vida de Abraham no era un jardín de rosas; en primera
instancia, según relata el libro de Génesis, Abraham fue llamado a salir de la casa
de sus Padres, a travesar todo un valle donde cualquiera que se aventurara era
victima de delincuentes, llegar a una tierra desconocida y vivir ahí. Curiosamente,
en el momento en que Abraham llegó a Canaán, había escasez extrema. Luego
tiene que creer y tener esperanza en que Dios le daría un hijo, el cual
posteriormente fue pedido para ser sacrificado en manos del propio Abraham.
Pensar que todo le estaba yendo bien a este hombre es absurdo, la esperanza
que él tenía era grande y puesta a prueba por las dificultades. Pablo afirma lo
siguiente: “Por eso la promesa viene por la fe, a fin de que por la gracia
quede garantizada para toda la descendencia de Abraham; esta promesa no
es sólo para los que son de la ley sino para los que son también de la fe de
Abraham, quien es el padre que tenemos en común delante de Dios, tal
como está escrito: «Te he confirmado como padre de muchas naciones.» Así
que Abraham creyó en el Dios que da vida a los muertos y que llama las
cosas que no son como si ya existieran. Contra toda esperanza, Abraham
creyó y esperó, y de este modo llegó a ser padre de muchas naciones, tal
como se le había dicho: «¡Así de numerosa será tu descendencia!» Su fe no
flaqueó, aunque reconocía que su cuerpo estaba como muerto, pues ya tenía
unos cien años, y que también estaba muerta la matriz de Sara. Ante la
promesa de Dios no vaciló como un incrédulo, sino que se reafirmó en su fe
y dio gloria a Dios…” La frase de esperanza contra esperanza puede expresarse
afirmando que para Abraham no había esperanza alguna, todo estaba en su
contra, pero aun así fue la esperanza que le permitió seguir adelante. En la
actualidad, se manifiesta algo que es contrario al pensamiento que Pablo
transmite en una carta trascendental; la idea del positivismo cristiano que hoy se
predica, anula totalmente las circunstancias difíciles de la vida y procura
rechazarlas en lugar de enfrentarlas. Pablo instruye a confiar a pesar de que todo
vaya en contra, a no desmayar ciertamente, así como a estar conscientes de las
vicisitudes de la vida. Las contrariedades son reales, una enfermedad, crisis
financiera, problemas familiares, etc. todo eso es probable y se debe estar
preparado así como también tener esperanza.
CONCLUSIÓN:
No sabemos que nos depara en el próximo año, no conocemos el futuro, no nos
queda más que tener esperanza, perseverancia y confianza. Nada de esto sirve
sin una verdadera aceptación de la realidad que nos toca vivir, por dura que sea.
Usted puede acusarme de insensible, pero la realidad de la vida se enfrenta con
carácter cristiano y no con emociones simplemente. La fe cristiana actual hace
énfasis a las emociones, y ha olvidado que el principio fundamental de la misma
es la convicción.