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ASUNTO: COMUNIÓN

PROPÓSITO: PASTORAL
TEMA: CUALIDADES FUNDAMENTALES

EL MENSAJE DE LA CRUZ PARTE 2:


EL MENSAJE DE LA VERDAD
1 CORINTOS 2:1-5

INTRODUCCIÓN:
Pablo, así como los que predicamos el mensaje de la cruz actualmente, tenía
por competencia a los intelectuales filósofos, a los moralistas humanistas de aquel
entonces y a charlatanes que, al igual que estos tiempos, procuraban estafar a las
personas a través de la atractiva persuasión. Siendo que esta sección es parte
de .la argumentación de Pablo contra la división, es importante saber que esta es
la parte conclusiva del subtema del mensaje de la Cruz, mismo que funciona como
amalgama que unifica a la congregación en un mismo sentir y pensar. Pablo inicia
este pasaje indicando que cuando él llegó con ellos, no actuó del mismo modo que
los filósofos de su tiempo, tampoco como los moralistas a los que ya estaban
acostumbrados, por lo que no pretendía traer algo innovador como los demás,
sino un mensaje eterno que pretende unificar al ser humano consigo mismo, con
los demás y con Dios a través del mensaje de salvación. El texto determina, en
palabras de Pablo, la importancia y centralidad que tiene el mensaje de la Cruz,
tanto para el creyente para el no creyente. Es lo que lleva al apóstol a retirar de su
discurso palabrería filosófica, que no la desprecia Pablo ni la devalúa,
simplemente que no pretendía manchar la magnificencia divina de un mensaje que
tiene como propósito principal salvar a las personas. En los tiempos de Pablo, sus
palabras tienen tanto sentido, dado a que la mentalidad y la cultura de aquel
entonces era sumamente susceptible a la indagación sin la intervención emocional
de estos tiempos, y de nuestra cultura latinoamericana. Por lo que es muy
significativo para Pablo establecer que no pretendía manipular a las personas,
sino presentar un mensaje que lleve de manera intelectual moral al entendimiento
de la verdad, con un mensaje que por sí solo es suficiente. En esta parte muestra
las cualidades del mensaje de la Cruz.

I. La suficiencia del evangelio v. 1,2


El evangelio es suficiente, no requiere de adornos humanistas. Pablo afirma lo
siguiente: “Así que, hermanos, cuando fui a ustedes para anunciarles el
testimonio de Dios, no lo hice con palabras elocuentes ni sabias. Más bien,
al estar entre ustedes me propuse no saber de ninguna otra cosa, sino de
Jesucristo, y de éste crucificado.” Existe una insistencia en las palabras
escritas en esta carta, por parte de Pablo, que pretenden indicar que le mensaje
de la Cruz no requiere de palabras elocuentes ni sabias, que el mismo Apóstol
determinó renunciar a sus conocimientos para exponer el mensaje. Debemos
entender que este no es un rechazo a la intelectualidad, sino una forma
vehemente de establecer la suficiencia del mensaje evangélico, identificado con el
mensaje de la Cruz. La palabra suficiencia indica que no se requiere de nada más,
Jesucristo y su evangelio no requiere de adornos, ni de acompañamientos
humanos, solamente el mensaje es suficiente. Pablo no pretendía en su
predicación evangelística a los corintios mostrar o presumir conocimientos, su
intención no era presentar credenciales de ser un profesional, sino un humilde
servidor de Cristo quien pretendía comunicar su mensaje de salvación. Es en esto
en que se centra el evangelio, en mostrar la salvación provista divinamente, no en
mostrar que tan inteligente es un ser humano o que tan creativo. No se trata de
ninguna manera de exaltar al hombre, se trata de mostrarle al hombre lo bajo que
ha caído por el pecado y la gracia lo restaura hasta la forma en la que Dios lo
creó. En los tiempos de Pablo se pretendió impregnar el suficiente mensaje
evangélico con connotaciones humanas, pero fue desechado por el mismo canon
bíblico. En estos tiempos, ese mismo conjunto de libros aceptados como
canónicos, siguen rechazando todo aquello que sea reconocido como
conocimiento humano, filosofías de hombres o las mismas ciencias que son
totalmente contrarias a la fe. Lamentablemente es en los púlpitos evangélicos
donde la manipulación lisonjera, las artimañas psicológicas y la elocuencia
humana han cobrado mucho auge alejando el oído de la congregación del consejo
de Dios, mismo que es sabio y prudente. El cristiano no necesita de otra cosa más
que no sea el mensaje de la Cruz, no necesita psicoterapia, programas de
autoayuda o autosuperación. El hijo de Dios y discípulo de Cristo no necesita da la
filosofía humanista para sentirse bien, encontrar paz interior como lo ofrece el
yoga y otras filosofías humanas. Todo su problema mental, moral, emocional y
espiritual se resuelve en el evangelio, por el simple mensaje de que somos
pecadores, incapaces de salvarnos a nosotros mismos y que en Cristo Jesús
tenemos perdón de pecados. Si pretendemos inflar nuestro ego, orgullo y
soberbia, el evangelio no es para nosotros. El evangelio es suficiente para
demostrarnos que no servimos, como Pablo explica en el capitulo 1, nos
demuestra que fuera de Cristo nada somos, y que debemos depender de su
gracia. Es en el evangelio que comprendemos que nuestra única manera de
alcanzar la grandeza, sería imitando al más grande, entendiendo que sin él nada
somos. Afirmar entonces la suficiencia del evangelio, es tener la humildad
suficiente para admitir que somo inútiles por causa de nuestra naturaleza
pecaminosa.

II. La reverencia del evangelio v. 3,4


No se trata de rechazar el conocimiento humano o la ciencia a la cual el hombre
ha llegado, se trata de dejar lugar a la Biblia como suficiente, así como
reverenciarla como autónoma de toda maquinaria humana. No se requiere de
ningún acompañamiento, ni ayuda para este maravilloso mensaje. Tampoco se
trata de menos preciar el conocimiento y el estudio científico y sistemático.
Simplemente, con comunicar el mensaje de la cruz es suficiente. Habiendo
establecido este hecho, pablo lo argumenta con la idea de reverencia del
evangelio, misma que los creyentes le merecemos: “Estuve entre ustedes con
tanta debilidad, que temblaba yo de miedo. Ni mi palabra ni mi predicación
se basaron en palabras persuasivas de sabiduría humana, sino en la
demostración del Espíritu y del poder…” Pablo, como muchos que predicamos
el evangelio, expresaba un alto grado de reverencia y temor al momento de
comunicar lo establecido por Dios. El predica la verdad bíblica, aunque lo hace
con el denuedo producido por el respaldo divino, lo hace experimentando su
propia debilidad humana que le impulsa a ser reverente a exponer la realidad tal
como ha sido revelada por Dios, sin pretender agradar a los que el escuchan, no
para agradarles o generarles asombro, sino para demostrar el poder de Dios y no
la habilidad humana. Pablo deja en claro la reverencia que hay que sostener sobre
el mensaje, sin tratar de opacarlo con lo que pretendemos conocer. En un análisis
más profundo del pasaje, debemos comprender que Pablo habla de la
demostración del Espíritu y del poder de Dios. La palabra demostración que utiliza
Pablo en esta carta, era utilizada para definir pruebas legales, o lo que
comúnmente se llama evidencia. Pablo pretendía evidenciar el poder de Dios y la
manifestación del Espíritu Santo en su predicación, esto no implica lo que
actualmente se considera como manifestación del Espíritu, en realidad lo que
Pablo indica es que el mensaje que él predicaba no tenía origen humano sino
divino, revelado e inspirado por el mismo Espíritu Santo con el poder de Dios en la
transformación de las vidas de quienes le escuchaban. No se trata de denigrar la
predicación pentecostal, solo de interpretar más correctamente el pasaje, porque
es el mismo Pablo en la parte introductoria de la Carta a los Romanos, en la que
expresa que el evangelio es poder de Dios para salvación, siendo estas las
palabras de Pablo, quien escribió también a los corintios, por lo que estaría
implicando lo mismo sin caer en exponer la doctrina de la salvación, simplemente
exponiendo la razón por la cual se debe reverenciar el mensaje del evangelio. Si al
evangelio no hay que agregarle filosofías humanas, tampoco debe de ser
irrespetuoso con lo que este mismo significa. Se trata de dejar al Espíritu de Dios
hacer su trabajo en la mente y corazón de las personas, para ello no se requiere
de artimañas mundanales de manipulación, simplemente de la predicación llana
del mensaje de la Cruz. ¿En qué momento se le falta el respeto al mensaje de la
cruz? Cuando pretendemos inundarlo con ideas humanísticas, mensajes
politiqueros e ideas sustraídas de la psicología y discursos ajenos a la palabra de
Dios. Es a todo esto a lo que Pablo llama “palabras persuasivas de sabiduría
humana…” término que directamente puede traducirse como “discursos
humanos con énfasis en el hombre y no en Dios”.

III. La supremacía del evangelio v. 4


La razón por la que el evangelio es suficiente, y por lo que la predicación de la
Cruz amerita reverencia, es debido eminentemente a la supremacía que ella tiene.
Dicho en palabras mas concretas, el evangelio es el mensaje del cielo para la
tierra, son las palabras del Dios Santo a los hombres pecadores. El evangelio es
supremo porque Dios es supremo, porque Cristo es supremo y porque el Espíritu
de Dios es supremo. Merece respeto, admiración y la obligación de ser predicado
con vehemencia y sin entremezclarlo con filosofías humanas. No fue diseñado
para el agrado humano, sino por la necesidad humana de salvación, no trata de
adular al pecador, sino demostrarle que es pecador y que necesita la gracia divina
para ser perdonado. El evangelio y su predicación no es un circo, ni un programa
de entretenimiento, es el mensaje supremo de Dios para el hombre, mensaje que
el ser humano necesita para conocer el camino hacia la salvación. Pablo dice lo
siguiente: “…para que la fe de ustedes no esté fundada en la sabiduría de los
hombres, sino en el poder de Dios.” A manera de adelanto, y como
complemento de lo que este mensaje pretende comunicarnos a todos los
creyentes, podemos, previo a analizar el versículo 5 del capitulo 2, el versículo 6,
mismo que analizaremos en próximas oportunidades, indica lo siguiente: “Sin
embargo, entre los que han alcanzado la madurez sí hablamos con sabiduría,
pero no con la sabiduría de este mundo ni la de sus gobernantes, los cuales
perecen.” El que predica tiene la responsabilidad de estudiar apropiadamente la
Palabra de Dios, el mensaje evangélico de la Cruz contiene sabiduría que debe
ser aprendida, para poder ser vivida, defendida y predicada. El versículo 6 forma
parte de la siguiente sección que analizaremos, pero recordemos que es una carta
y que esta conectada, y que además estamos tratando el tema principal de esta
sección de la carta que trata con el problema de la división. Por consiguiente,
Pablo está aclarando que el fundamento de fe de todo creyente, no son palabras
adornadas con elegancia, ni pensamientos filosóficos, mucho menos con
tratamientos psicoterapéuticos que se puedan lanzar desde el púlpito. El
fundamento de la fe y la sabiduría de todo creyente es la palabra de la Cruz, lo
que Jesús predicó colgado en una madre, mismo que indudablemente resuena en
el silencio de su injusta muerte.

CONCLUSIÓN:
El desafío de Pablo a la congregación es centrarse en la veracidad y efectividad
del mensaje de la Cruz, del evangelio mismo. Este es suficiente, no hay que
agregarle nada, ni adornarle nada, es perfecto tal cual. Es relevante, porque no
hay otra cosa más que nos debiera importar. Es supremo porque no hay nada por
encima de él, ni que se le iguale.

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