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4. ÉTICA Y POLÍTICA.
La ética propuesta por santo Tomás se basa en algunos conceptos aristotélicos:
■ El concepto de naturaleza humana como fundamento de la ética. La fe cristiana, por su
parte, enseña que el fin de la vida humana no es natural, sino sobrenatural. Dios ha elevado la
naturaleza humana, destinando al hombre a la felicidad eterna en el cielo. En su condición de
teólogo, Tomás de Aquino explicó que la esencia de la vida bienaventurada es la
contemplación directa de Dios. Ninguna criatura puede ver directamente a Dios a menos que
él mismo actúe sobre su entendimiento, elevándolo mediante la luz de la gloria.
■ La virtud moral. Según Aristóteles, las virtudes son hábitos operativos buenos. Son
indispensables para actuar bien y, consecuentemente, llevar una vida feliz. Constituyen un
justo medio racional entre dos vicios opuestos y se adquieren mediante la repetición de actos
buenos.
■ La conciencia moral. La razón humana tiene un doble uso:
- Teórico o especulativo. Su primera noción es el ser. Principio de no contradicción: << es
posible ser y no ser al mismo tiempo y en el mismo sentido>>.
- Práctico. Regula u ordena la acción. Su primera noción es el bien. El bien es el ser
considerado como apetecible o deseable. «Es preciso hacer el bien y evitar el mal».
La naturaleza humana es el modo de ser propio del hombre, su esencia. Como el bien consiste
en la perfección de la naturaleza humana, la razón práctica ordena secundar las inclinaciones
esenciales de la naturaleza. Ahora bien, la esencia humana incluye tres características, de las
que se derivan las principales inclinaciones y, por lo tanto, los principales preceptos de la razón
práctica:
■ Sustancialidad. Como sustancia, el hombre tiende a su propia conservación. El primer tipo
de deberes morales se refiere a la conservación de la propia vida.
■ Animalidad. Como animal, el ser humano está dotado de inclinación sexual y tiende también
al cuidado de los hijos.
■ Racionalidad. Como racional, el hombre tiende a conocer la verdad, especialmente la que se
refiere a Dios, y a relacionarse con los otros seres racionales, de modo que el ámbito de la vida
política no puede separarse del que corresponde a la ética.
Para santo Tomás, la conciencia moral es el juicio de la propia razón práctica, ya que juzga la
moralidad de las propias acciones teniendo en cuenta el primer principio: es preciso hacer el
bien y evitar el mal.
Es decir: nuestra razón natural conoce de modo inmediato que es preciso hacer el bien y evitar
el mal, y también que aquello que en general resulta conveniente a la naturaleza racional
humana es bueno, mientras que aquello que va en contra de esta misma naturaleza es malo.
De acuerdo con estas premisas, la conciencia juzga el valor moral de los actos que nos
disponemos a hacer o que ya hemos realizado.
El bien es el fin de la naturaleza humana pero, puesto que la naturaleza humana es social, la
sociedad es el ámbito en que los seres humanos pueden alcanzar la felicidad. El bien común
está por encima del bien individual, ya que incluye los bienes particulares de todos los
miembros de la sociedad. El bien común es el conjunto de los medios a través de los cuales los
seres humanos pueden satisfacer sus necesidades materiales y espirituales.
Tomás de Aquino define la ley, en un sentido general, como el ordenamiento de la razón hacia
el bien común por parte de la autoridad competente.
Distinguen tres tipos de leyes:
■ Ley eterna. Es el orden de la inteligencia divina, de acuerdo con el cual Dios gobierna todas
las cosas creadas.
■ Ley natural. Es el orden divino inscrito en la naturaleza humana.
■ Ley positiva. Es la ley política que concreta o determina la ley natural. Es promulgada por la
autoridad competente, que representa a Dios. Para santo Tomás, el orden político es
autónomo respecto del religioso