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Filosofía grado décimo

Tercer Período

HOMBRE Y DIOS EN SANTO TOMÁS DE AQUINO

EL PROBLEMA DE DIOS
Santo Tomás distingue dos órdenes de conocimiento: el natural procede de la
razón humana y da lugar a la filosofía; el sobrenatural procede de la revelación y
de la fe y es un conocimiento oscuro. Ambos provienen, en último término, de
Dios, por lo que entre ellos no puede haber contradicción, y sí colaboración, dando
lugar p. ej. a la teología: la revelación orienta a la razón y evita errores; la razón
puede servir a la fe para aclarar y defender los misterios de la revelación. Algunas
creencias nunca podrán ser demostradas por la razón y otras sí, como los
preámbulos de la fe (la existencia de Dios y la inmortalidad del alma), por lo que
habrá dos tipos de teología: la racional o natural, que llega a Dios mediante la
razón y la teología cristiana o sobrenatural, basada en la doctrina revelada y la fe.
Llama Santo Tomás “proposiciones evidentes en sí mismas” a aquellas en las que
el predicado se incluye en el sujeto, y que describen propiedades esenciales de
las cosas, como "los hombres son animales racionales"; parte de ellas serán,
además, evidentes para nosotros, cuando vemos su verdad con sólo comprender
el concepto sujeto. Algunos filósofos han creído posible la comprensión intelectual
directa de la esencia de Dios, y, en esa medida, la demostración de su existencia
a partir del concepto de Dios (el argumento ontológico). Sto Tomás mantendrá, por
el contrario, que no cabe una argumentación meramente racional de la existencia
de Dios, por no ser acorde con las facultades cognoscitivas humanas. La
proposición "Dios existe" no es evidente para nosotros, aunque sea evidente en sí
misma (pues la existencia de Dios se incluye en su esencia). Debemos llegar a
Dios a partir de lo más conocido para nosotros, de la experiencia sensible. Las
pruebas del Aquinate (las Cinco Vías) son demostraciones a posteriori: parten de
los efectos de la actuación de Dios en el mundo (un dato de experiencia),
introducen un principio metafísico, y concluyen en la necesidad de la existencia de
un ser supremo trascendente. La Tercera Vía comienza destacando la
contingencia de los seres finitos, su poder dejar de existir y de ser como son. Por
ello es pensable un tiempo en el que no existían; y si nada más que ellos existiera
en la realidad, ahora nada existiría. Como éste no es el caso, es preciso que junto
con los seres contingentes exista un ser necesario, un ser que tenga la razón de
su existencia en sí mismo: Dios. La Quinta Vía parte de la existencia de orden en
la naturaleza y de la necesidad de que haya siempre una inteligencia que dirija el
comportamiento de los seres que tienen conducta final, conducta ordenada a un
propósito. Es el caso que los seres naturales no disponen de inteligencia, luego
han tenido que ser creados por otro ser inteligente y que les haya dado su
disposición al comportamiento más adecuado para alcanzar los fines que les son
propios; debe existir una Inteligencia Ordenadora, Dios.
La esencia de Dios. Santo Tomás emplea varios recursos para conocer a Dios sin
caer en su antropomorfización: la afirmación de las propiedades puras que no
traen consigo imperfección; la negación de las propiedades de las criaturas que
implican imperfección; la eminencia o posesión infinita por parte de Dios de las
perfecciones puras; y la analogía: las palabras empleadas para pensar a Dios no
tienen el mismo significado que cuando con ellas nos referimos a las cosas finitas,
pero tampoco totalmente distinto, sino analógico, en parte igual y en parte distinto.
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Tercer Período

El constitutivo formal es el atributo fundamental y que más le distingue de los


seres creados: Dios es el ser subsistente, puesto que en Él la esencia se identifica
con la existencia. Los atributos divinos entitativos de Dios se refieren a su ser
(simplicidad, perfección, infinidad, inmutabilidad, unidad, bondad, omnipresencia y
eternidad) y hacen de Dios un ser trascendente al mundo, completamente distinto
y superior a todos los seres creados; los operativos se refieren a su obrar y son el
entender, querer y poder. Dios está dotado de voluntad y es libre, y su potencia se
manifiesta en la creación, conservación y gobierno (providencia) del mundo.

EL PROBLEMA DEL HOMBRE


El Aquinate parte de la contingencia de todo ser finito: las cosas no se han dado a
sí mismas su propio ser, ni su existencia ni su esencia. Todas las criaturas tienen
una composición metafísica de esencia y existencia (son contingentes, limitadas)
frente al único ser necesario e infinito, Dios, que es la causa de su existencia. El
hombre se sitúa entre dos mundos: se compone de cuerpo material y alma
espiritual; por el cuerpo se vincula con el mundo sensible y por el alma con el
mundo espiritual. Es lo más perfecto en el orden sensible y la sustancia intelectual
menos perfecta. Gracias a su alma los vivientes tienen operaciones distintas de
los no vivientes: nacer, nutrirse, crecer, reproducirse, moverse localmente y morir,
y en los grados superiores sentir, pensar y querer. Santo Tomás define el alma
como el principio de la vida y como la forma de un cuerpo físico que tiene vida en
potencia. Hará mención también a las facultades o potencias activas del alma, que
pueden ser corpóreas o incorpóreas: las primeras requieren un órgano corporal,
las segundas (el entendimiento y la voluntad) necesitan únicamente del alma.
Además del intelecto, el alma humana contiene tres tipos de facultades mentales:
la voluntad o apetito racional, las facultades de la sensación (vista, oído...) y la
sensualidad o apetito sensible. Santo Tomás defiende un dualismo antropológico
moderado pues entiende que la palabra "hombre" designa la unidad de cuerpo y
alma, y no únicamente alma.
El hombre se encuentra en el orden sobrenatural por la gracia divina, merced a la
cual alcanza un estado de perfección al que no puede llegar por sí mismo, pero
ninguna esfera de la actividad humana se puede comprender sin referencia a
Dios; así por ejemplo, el conocimiento se ordena a la verdad y Dios es la suprema
verdad. El objetivo supremo del hombre es la visión de Dios en la otra vida.

EL PROBLEMA DE LA MORAL
Dios es también el objeto último de la voluntad humana; el ser y la bondad son
equivalentes; así, Dios, por ser el ser superior, es también la bondad perfecta e
infinita. La vida moral está dirigida hacia el logro de la beatitud. Para Santo Tomás
todos los seres tienden a realizar los fines que les son propios, pero el hombre
posee conciencia de los fines y de los medios y puede actuar a partir de sus ideas
de lo bueno y de lo correcto. La voluntad tiene una tendencia natural a buscar el
bien y en relación con Dios está orientada necesariamente; pero respecto de los
bienes menos perfectos no está obligada inevitable- mente a ir hacia ellos (es
libre), por lo que en esta búsqueda hemos de utilizar la razón para dar con lo
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bueno y evitar lo malo. En su teoría de las virtudes sigue a Aristóteles, añadiendo


elementos cristianos. Las virtudes son los hábitos gracias a los cuales el alma
puede realizar bien cada uno de los fines a los que tiende. Puesto que en el alma
encontramos distintas partes, habrá también distintos tipos de virtudes: las
virtudes intelectuales o perfecciones del intelecto (arte, prudencia, inteligencia,
ciencia y sabiduría), y las perfecciones de las facultades apetitivas o virtudes
morales (justicia, fortaleza y templanza), que consistirán en el justo medio entre
dos vicios, uno por defecto y otro por exceso. A esas virtudes añade las virtudes
sobrenaturales o teologales (fe, esperanza y caridad), que tienen como objetivo a
Dios, perfeccionan la disposición humana hacia al orden sobrenatural y son
infundidas en nosotros por Él.

EL PROBLEMA DE LA SOCIEDAD
El Estado es una institución natural fundamentada en la naturaleza del hombre,
que es un ser social (político). El hombre por naturaleza vive en comunidad, lo
cual exige un gobierno que mire por el bien común. Tanto la sociedad como el
gobierno tienen en último término justificada su existencia en Dios, creador de la
naturaleza humana. Como el fin último del hombre consiste en conseguir la
beatitud eterna, competencia de la Iglesia, el Estado se subordina a ésta y debe
guiar y legislar para que los ciudadanos vivan virtuosamente y alcancen dicho fin.
Las leyes (mandatos que descansan en la razón y según los cuales algo es
inducido a obrar), deben favorecer el bien común. Santo Tomás distingue tres
clases de leyes: la ley natural dirige y ordena los actos de los seres naturales para
la adecuada realización de los bienes que les son propios; la naturaleza, principio
intrínseco que determina el comportamiento ordenado de los seres naturales,
permite distinguir la conducta buena de la mala: lo bueno es lo natural y lo malo lo
contrario a ella; las inclinaciones naturales descansan en último término en Dios,
que gobierna todas las cosas y les da las disposiciones convenientes para su
perfección. En los seres irracionales la ley inscrita en su naturaleza determina sus
acciones de manera pasiva y necesaria, en los hombres descansa en su razón y
se realiza a partir de su voluntad y libertad. Santo Tomás interpreta la ley natural
como la ley moral, y la identifica con la razón humana que ordena hacer el bien y
prohíbe hacer el mal. La ley moral es natural y racional: racional pues es dictada
por la razón; natural porque la razón es un rasgo de la naturaleza humana y
porque describe las acciones convenientes para los fines inscritos en nuestra
naturaleza. La ley natural contiene los preceptos básicos que rigen la vida moral,
el primero de los cuales es “debe hacerse el bien y evitarse el mal” y en el que
descansan todos los demás preceptos de la ley moral. Dado que la ley natural se
fundamenta en la naturaleza humana, y ésta en Dios, la ley natural no es
convencional, es inmutable y la misma para todos (universal). La ley positiva (ley
que promulgan los Estados) debe ser expresión de la ley natural, por tanto no será
convencional. Las leyes positivas contrarias a las leyes naturales no son buenas y
es justo que el ciudadano se niegue a cumplirlas, y aquellas que sean conforme a
la ley natural serán justas y buenas, y el ciudadano está obligado a cumplirlas. La
ley natural tiene su origen en el orden del Universo, orden que es expresión de la
ley eterna, ley que descansa en la propia razón de Dios y de la cual derivan todas
las demás.
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ACTIVIDAD:
De acuerdo con la lectura del anterior texto responda:
1. ¿Cuáles tipos de conocimiento reconoce Santo Tomás de Aquino?
¿Cuáles tipos de Teología reconoce Santo Tomás?
2. ¿Cómo se argumenta la existencia de Dios de acuerdo con los
paradigmas Tomistas? Explique las cinco vías propuestas.
3. ¿Cuáles son los dos mundos ante los que se sitúa el hombre según
Santo Tomás? Y ¿Cuál es la función de cada mundo en el desarrollo
de su existencia?
4. Explique en que sentido el hombre se encuentra en el plano
sobrenatural según Santo Tomás.
5. Explique la concepción de la voluntad humana, la virtud y el intelecto
en torno a la concepción tomista del problema moral.
6. Que relación debe existir entre el estado y la iglesia según Santo
Tomás? Explique
7. Explique las tres clases de leyes que propone Santo Tomás respecto a
la organización social
8. ¿En qué sentido la ley natural es la ley moral según Santo Tomás?
explique
9. Abstraiga las cinco principales doctrinas de la filosofía de Santo
Tomás de Aquino.
10. ¿Cuáles son los principales planteamientos de Santo Tomás sobre el
problema de la sociedad?

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