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McClelland dice que, independientemente de nuestro género, cultura o edad, todos tenemos tres
motivadores, donde uno de ellos será el dominante y dependerá en gran medida de nuestra
cultura y experiencia vital. Asimismo, el autor afirma que las motivaciones deben ser entendidas
como procesos inconscientes, de modo similar a los planteamientos psicoanalíticos
La necesidad que ocupa el primer lugar se denomina el motivadora dominante.
Necesidad de logro.
Los trabajadores que tienen como prioridad el logro, se fijan objetivos difíciles que les suponga
asumir retos, arriesgándose a cumplir metas, aunque conlleven un gran trabajo, dedicación,
esfuerzo y sacrificio.
Les gusta recibir retroalimentación sobre su trabajo, evolución y resultados dentro de la empresa.
Entre trabajar solo o en equipo, siempre se decantarán por trabajar de manera individual.
Necesidad de afiliación.
Su prioridad es formar grupo y trabajar en equipo, se caracterizan por ser personas que les gusta
trabajar de forma cooperativa, en lugar de competitiva.
Suelen ser complacientes con el equipo, es decir, prevalece su necesidad de pertenecer al grupo,
antes de que sus opiniones sean tenidas en cuenta.
No se fija como objetivo asumir grandes riesgos y prefieren trabajar de manera colaborativa y
grupal.
Necesidad de poder.
Se caracterizan por ser dominantes y quieren tener controlado todo aquello que está a su
alrededor. Son personas competitivas que ansían el poder, y éste creen obtenerlo ganando a los
demás.
Consideran que el poder les proporcionará reconocimiento dentro del equipo y estatus dentro de
la empresa, su necesidad a satisfacer son las ganas de destacar sobre los demás.
Más tarde, David McClelland se basó en este trabajo en su libro de 1961, «La sociedad de los
logros», para identificar tres motivadores que creía que todos tenemos: la necesidad de logro, la
necesidad de afiliación y la necesidad de poder.
Importancia de la teoría
El modelo de McClelland toma la pirámide de Maslow para colocar en ella las potencialidades y
habilidades del ser humano. Mirando el comportamiento visible de una persona, sus
conocimientos, habilidades y las capas subyacentes más profundas no expresadas e inconscientes.
En consecuencia, cualquier aspecto por encima de la línea es poderosa y tangible en la que el foco
no está en el «qué» sino en el «cómo». Por ello, estos aspectos son importantes en una empresa,
porque en una organización esto puede traducirse en una visión y estrategia organizacional,
contenido, estructura, finanzas y especialmente el resultado del trabajo, los arreglos de trabajo, la
capacitación y la retroalimentación. Lo que permite crear una guía para los empleados.
En la parte media de la pirámide se ubican aspectos son mucho más abstractos y se alimentan de
la corriente subterránea. Se trata del sentimiento siempre presente sin que sea tangible. Las
relaciones entre las personas (interacción), sus sentimientos, su expresividad, el sentido de
propósito, todo esto se puede encontrar en esta parte media de la pirámide de lo que la gente
piensa y siente.
La teoría de McClelland se puede aplicar para gestionar los equipos corporativos, identificando y
clasificando a cada miembro del equipo entre las tres necesidades. Conocer sus atributos puede
ciertamente ayudar a manejar las expectativas y a dirigir el equipo sin problemas.
Examinar el equipo para determinar las tres necesidades que se consideran un motivador para
cada persona. Los rasgos de personalidad y las acciones pasadas pueden ayudar en este proceso.
Por ejemplo, se ve reflejado el poder en el que siempre se hace cargo del equipo cuando se asigna
un proyecto, el que habla en las reuniones para animar a la gente, y delega responsabilidades para
facilitar el logro de los objetivos del grupo. Alguien a quien le gusta controlar los resultados
finales.
Otro miembro del equipo que no habla durante las reuniones, y que se alegra de estar de acuerdo
con los pensamientos del equipo, es bueno para manejar los conflictos y puede parecer incómodo
mientras alguien habla de emprender tareas de alto riesgo y alta recompensa. En este caso, es
probable que este miembro del equipo se vea impulsado por la afiliación.
Basándose en las necesidades de motivación de los miembros del equipo, altere su estilo de
liderazgo para asignar proyectos según el tipo de necesidad de cada miembro del equipo. Los
proyectos desafiantes serían definitivamente parte de la cartera de trabajo de alguien que disfruta
del poder, mientras que los proyectos relativamente más simples van a alguien derivado de la
afiliación.
Esta información es crucial para influir al tiempo que se establecen los objetivos pertinentes para
el individuo, se supervisa, se proporciona retroalimentación, se recomienda el plan de aprendizaje,
entre otras ventajas. Si un determinado tipo de necesidad no se ajusta a la posición del individuo,
se le puede hacer saber la misma, de modo que pueda trabajar en la dirección correcta y tomar las
mejores decisiones.