Una buena alimentación es aquella que le proporciona al organismo todos los
nutrientes que necesita para trabajar de manera adecuada a lo largo del día. No debe excluir ningún grupo nutricional, debe ser variada y se tiene que adaptar a los requerimientos del cuerpo según la edad, el peso y el estado de salud. A través de la alimentación se obtienen decenas de nutrientes que participan en todas las funciones del cuerpo. Cuando los requerimientos no se cumplen, los órganos empiezan a tener dificultades y se producen enfermedades. Adoptar una alimentación equilibrada, completa y reducida en calorías tiene múltiples beneficios, tanto físicos y mentales, que a veces se pasan por alto. La Organización Mundial de la Salud señala que una buena alimentación no es aquella que excluye grupos de alimentos con el fin de reducir el número de calorías. Aunque lo ideal es moderarlas, es primordial garantizar la absorción adecuada de todos los nutrientes esenciales. Por lo tanto, las recomendaciones generales para comer bien son las siguientes: Alimentos bajos en grasa Optar por las fuentes de ácidos grasos saludables. Evitar grasas saturadas Carbohidratos y almidones moderados Siempre y cuando no sean refinados, está bien comer pequeñas porciones de pasta, patatas o pan. Alto contenido de fibra Los cereales integrales, las legumbres y los vegetales son algunas de las principales fuentes de fibra dietética. Este nutriente es clave para regular la digestión, prolongar la saciedad y controlar el colesterol. Asimismo, contribuye con la mejora del estado del ánimo. Vitaminas, minerales y antioxidantes Para obtener dosis adecuadas de vitaminas y minerales, se deben consumir de 5 a 6 porciones de frutas y vegetales al día. Dependerá del tamaño y tipo de la fruta. En líneas generales, frutas y verduras deben ocupar la mitad de la comida. Según el tipo de verdura se recomienda que ocupe casi la mitad de un plato principal en lo que respecta a alimentación saludable, como indican los expertos de la Universidad de Harvard. También se pueden encontrar en otros alimentos sanos como los cereales integrales y carnes magras. Azúcar limitado El azúcar blanco, los dulces de panadería, las golosinas y todas las fuentes de azúcar deben limitarse al máximo. Esta sustancia es uno de los principales enemigos de la salud metabólica y el peso, tal y como revelan varios estudios al respecto. Poca sal La sal está presente en decenas de alimentos de consumo diario. Además de limitarla de las comidas regulares, conviene revisar las etiquetas de los empaquetados para no caer en excesos. Proteínas de alta calidad Las carnes magras, legumbres y lácteos son algunas fuentes de proteínas de alta calidad. Su consumo, diario y moderado, es primordial para recargar el cuerpo de energía y cuidar la salud muscular y metabólica. Comer despacio Masticar bien los alimentos y consumirlos en un lugar tranquilo también es clave en la dieta. Hay que dedicar el tiempo necesario a la comida. Dividir las porciones En lugar de comer tres porciones abundantes, lo ideal es dividir los platos en cinco o seis comidas al día. Esto evita los “picoteos” continuos y, a su vez, mejora la actividad del metabolismo. Cambiar los hábitos alimentarios es una de las mejores formas de promover la salud del organismo