Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
(TEMAS 1-6)
Curso 2017/18
Las formas diferentes de decir lo mismo ponen de manifiesto que existe variación lingüística.
Esta variación impulsa la evolución de las lenguas, el cambio lingüístico. Aparecen formas
nuevas que conviven con otras ya existentes; unas sobreviven, otras desaparecen.
Los estudios lingüísticos más numerosos y productivos son los relacionados con la variación
fonético-fonológica, ya que tanto sus variables como sus variantes carecen de significado y no
plantean problemas de equivalencia semántica. Por otra parte, son fáciles de obtener.
Además, este nivel posee un inventario limitado. El problema es determinar qué sonidos se
pueden consideran variantes, porque las realizaciones de un fonema son prácticamente
ilimitadas, debido a que la pronunciación está condicionada por las circunstancias concretas de
cada emisión o por la configuración del aparato fonador del hablante. Un ejemplo sería el del
fonema /s/ antes mencionado.
1
El estudio de la variación pragmático-discursiva entraña muchas dificultades, ya que a los
problemas que supone el delimitar las variables y establecer la equivalencia de sus variantes
hay que añadir las que se derivan de sus características intrínsecas relacionadas con el
significado. Además, la falta de suficientes estudios impide poner en relación todos los
aspectos pragmáticos con factores lingüísticos o extralingüísticos.
La variación lingüística surge porque sobre una lengua se ejercen influencias de todo tipo que
condicionan y explican la diversidad y sus variedades. Las variedades son un conjunto de
patrones lingüísticos suficientemente homogéneo. Deben ser entendidas como conjuntos
definidos de rasgos específicos que caracterizan el uso de una lengua por parte de los
hablantes, conforme a factores lingüísticos o extralingüísticos.
Por ejemplo, un estudio sobre la variable /-d-/ intervocálica en Las Palmas de Gran Canaria,
pone de manifiesto que la pérdida es más frecuente cuando forma parte de un participio o
cuando la vocal anterior es una /a/ o una /o/ y la vocal posterior es una /o/.
A estas variedades hay que añadir la individual, denominada idiolecto, utilizada por un
individuo para expresarse con rasgos dialectales y sociales propios en una situación
comunicativa concreta, con interactuación de la variación diatópica, diastrática y diafásica.
2
VARIEDAD DIATÓPICA (VARIACIÓN GEOGRÁFICA)
Para determinar si una modalidad lingüística es una lengua o un dialecto, los criterios que se
esgrimen no son de índole lingüística. Son argumentos de tipo social, y a veces político, porque
no hay ningún rasgo lingüístico que pueda otorgarle a una variedad la categoría de lengua o de
dialecto.
Las apreciaciones negativas del dialecto no tienen ningún fundamento lingüístico, ya que
responden al prestigio que, por razones sociales, políticas o económicas, se concede a unas
variedades. De hecho, en todas las lenguas hay una variedad considerada culta, propia de la
élite intelectual y de las clases sociales altas y poderosas, que se denomina lengua estándar.
En ámbitos geográficos como los que abarca el español, los dialectos son las lenguas
nacionales de muy distintos países, con sus propias divisiones dialectales y con una norma
culta que, generalmente, procede de la capital o de núcleos urbanos.
Desde el punto de vista histórico, todas las lenguas nacieron como dialectos, que fueron
evolucionando hasta conformar sus propias características y convertirse en lengua.
3
VARIEDAD DIASTRÁTICA (VARIACIÓN SOCIAL)
La variación lingüística está estrechamente relacionada con los factores sociales, es decir, con
los sociolectos. Los factores sociales más importantes que intervienen en la variación
lingüística son: la clase social, el nivel de educación y la profesión. Los tres están
interrelacionados. Otra variable que se tiene en cuenta es el sexo.
Uno de los factores más relevantes en la variación lingüística es la edad. Los rasgos lingüísticos
vinculados a esta variable están estrechamente relacionados con la identidad grupal y sirven
para establecer diferencias entre distintas generaciones. Los jóvenes crean y utilizan una jerga
para comunicarse entre ellos solo en situaciones informales; con personas adultas y en
contextos formales hablan en un estándar lingüístico, aunque menos cuidado que el de los
adultos, debido a que todavía no han terminado de desarrollar su competencia comunicativa.
Campo: contexto o situación comunicativa. Depende del tema y del marco donde tiene
lugar el acto comunicativo.
Tenor: tipo de relación e interacción que se crea entre los interlocutores. Los dos tipos
básicos son el formal y el informal.
Modo: el medio o canal, el modo del discurso y el género.
1. Nivel culto (sociolecto alto): se identifica con la clase social alta y es el referente de la
noma culta; corresponde a contextos comunicativos formales. Se usa un código
elaborado, cuidado y correcto, una pronunciación esmerada, un buen dominio de la
gramática y un léxico rico y preciso.
2. Nivel coloquial (sociolecto medio): se sigue la norma culta, pero de manera menos
rígida, ya que corresponde a situaciones comunicativas algo más informales. Se
caracteriza por un uso correcto de la lengua, aunque la pronunciación es algo menos
esmerada, la sintaxis menos compleja y el léxico es correcto, pero no tan rico como en
el nivel alto. Se identifica con la variedad estándar de la lengua, que es la que se suele
utilizar en los medios de comunicación y en las instituciones públicas. En general, en
este nivel se sitúan las personas con una formación media, e incluso alta en situaciones
comunicativas no formales.
3. Nivel vulgar (sociolecto bajo): se identifica con la clase social baja y poco instruida. En
este nivel se desconocen las normas lingüísticas, no se cuida la pronunciación, se
4
cometen frecuentes errores gramaticales y se usa un léxico muy pobre con numerosos
vulgarismos.
Las jergas son formas de hablar, en una situación comunicativa concreta, de un grupo de
personas que comparten estatus social, profesión o afición, en algunas ocasiones como signo
de identidad grupal y de cohesión social. Sus peculiaridades lingüísticas, fundamentalmente
léxicas, obstaculizan el acceso de los demás a esta comunicación, aunque la intención de sus
participantes no es la de hacer su lenguaje impenetrable, ya que lo usan como consecuencia
natural de su conocimiento especializado.
También existen las jergas argóticas, o lenguas secretas, propias de grupos sociales
marginados. Buscan la autoidentificación y ser crípticas. Son propias de grupos de
delincuentes. Se caracterizan por su artificio y su constante innovación de palabras y frases,
pues desechan las que se hacen conocidas por todos y crean nuevos términos crípticos.
Algunos pasan al léxico general: currar, estar al loro…
DIACRONÍA Y SINCRONÍA
En la variación lingüística hay que tener en cuenta también la dimensión temporal. Los
estudios sincrónicos se ocupan de investigar un momento concreto de la lengua, y los
diacrónicos o históricos explican por qué se habla una lengua en distintos ámbitos geográficos
y cómo ha ido evolucionando esa lengua a lo largo del tiempo.
¿ESPAÑOL O CASTELLANO?
En la discusión en torno a estos dos términos como denominación de la lengua que se habla en
España, en América y en otros lugares entran en juego intereses políticos. La Academia de la
5
Lengua, para zanjar discusiones, acordó que se podían utilizar ambas denominaciones como
sinónimos, aunque recomienda el uso de español.
En las zonas bilingües del Estado español se prefiere el término castellano, porque se mantiene
que español incluye otras lenguas (gallego, catalán...) que tienen consideración oficial dentro
de sus respectivas comunidades autónomas. Pero utilizando la denominación del antiguo
dialecto se refieren realmente al español, pues no solo están aludiendo a quienes lo hablan en
las comunidades castellanas, sino a los restantes hispanohablantes del mundo. En las zonas
monolingües de España el término más utilizado es español. También hay quien usa en ambas
zonas uno u otro indistintamente como sinónimos.
Cuando se produce una asociación entre la lengua estándar y una variedad prestigiosa
concreta, las restantes variedades adquieren peor valoración social. Así, lo que algunos
consideran lengua estándar no es más que una variedad más de la lengua que, por razones
extralingüísticas, se ha convertido en el modelo prestigioso. En el caso del español, la
consideración de estándar para una variedad suele tener límites nacionales, ya que cada país
posee su propio modelo prestigioso, que es su norma culta.
6
La lengua estándar no tiene hablantes reales, puesto que no es una variedad que haya surgido
de una evolución natural y nadie la utiliza en todo momento. Dependiendo del nivel
sociocultural y de la situación comunicativa, un hablante puede estar más o menos próximo a
la lengua estándar. Además, no es un sistema rígido, sino que se va adaptando a los cambios
lingüísticos y a la valoración de los hablantes.
Lo compartido excluye todo lo exclusivo de una de las variedades de la lengua, que no debe
formar parte de su estándar, aunque sea prestigioso para una comunidad de habla. Si
confeccionamos el sistema del español estándar bajo esta acepción, quedarían casillas vacías
ante la no existencia de formas comunes para sus variedades.
Por lo tanto, cuando hablamos de estándar, es importante distinguir si nos referimos a una
variedad modélica determinada (variedad estándar) o al conjunto de elementos compartidos
por todas las variedades de una lengua (lengua estándar o general). La carencia de argumentos
lingüísticos para considerar a una variedad la más prestigiosa nos puede atraer hacia la
creencia de superioridad cultural de un grupo respecto de otros.
LA NORMA
El concepto de norma, en el caso del español, nos obliga a hablar de normas. Desde el punto
de vista lingüístico, nos interesan dos de las acepciones que aparecen en el DRAE:
El primer significado tiene un carácter prescriptivo, relacionado con los usos normativos y
correctos de la lengua. La segunda supone una elección, basada en el prestigio, entre las
distintas variedades de una lengua, con el fin de convertirla en una variedad estándar, sobre la
que se basarán las reglas ortográficas, la gramática y los diccionarios.
En niveles cultos sólo un grupo selecto de hablantes representa la norma de manera modélica
y ejemplar, y se les reconoce mayor autoridad para hacer adaptaciones de uso. La norma tiene
la cualidad de ser guía prescriptiva para sus hablantes, la fijan entidades, personalidades... Los
usos no correctos pueden hacerse generales e imponerse en la norma.
La norma es la apuesta segura para obtener un plus de prestigio social. Obviamente, no todo
en una lengua es norma, ni siempre somos normativos.
Si por lengua estándar entendemos algo cercano a lo que Saussure consideraba lengua,
sistema reducido y común, la lengua estándar estaría por encima del concepto de norma. La
norma representaría un paso de concreción más cercano a la realidad lingüística del hablante
7
culto. Así, la norma puede contener usos fuera o dentro de la lengua estándar. Las normas
serían varias, circunscritas a zonas geográficas específicas, con sus propios núcleos de
prestigio.
Los usos del español estándar se regulan a través de las obras conjuntas de las Academias de la
Lengua Española, y sus normas, por las Academias respectivas de los países.
1. Sociedades de tipo I: hay dos lenguas que son habladas por dos grupos diferentes y
cada grupo es monolingüe. Esta situación era común en las antiguas colonias.
2. Sociedades de tipo II: hay dos lenguas, pero todos sus hablantes son bilingües. Por
ejemplo, en la mayoría de los países africanos.
3. Sociedad de tipo III: un grupo es monolingüe y otro es bilingüe; el primero suele ser el
grupo dominante y el bilingüe, el minoritario. Por ejemplo, en Ceuta y Melilla, donde
hay hablantes monolingües de español y hablantes bilingües de español y árabe.
8
F. Superioridad demográfica: cuando en un país existe una lengua mayoritaria, la
población monolingüe de otras lenguas se ve obligada a utilizar dicha lengua. Por
ejemplo, en los Estados Unidos las múltiples minorías utilizan el inglés.
G. Relaciones comerciales, económicas y políticas de carácter internacional: se impone el
uso de una lengua que sirva de comunicación, como lengua franca. En Europa hay
varias ciudades donde existe un bilingüismo relacionado con estas actividades, debido
a que acogen instituciones de la Unión Europea, como Bruselas.
H. Las colectividades de emigrantes, que utilizan una lengua que no funciona en el medio
en que viven y la lengua oficial del país de acogida, dependiendo de la situación.
Otra consecuencia del contacto de lenguas es la de las lenguas pidgin y criollas (o criollos),
cuyo nacimiento se remonta a la época de la expansión colonial. Los criollos del español son
mucho más escasos que los de otras lenguas.
A menudo los hablantes o las comunidades se ven ante la necesidad o la posibilidad de elegir
entre el uso de una lengua o el uso de otra según las circunstancias. En ocasiones la elección se
hace con la intención de satisfacer unas necesidades inmediatas, pero a veces la elección de
una lengua supone el abandono de otras.
9
La elección de lengua es un proceso que tiene unas consecuencias lingüísticas, pero que en la
que influyen factores de naturaleza sociológica, psicosociológica y antropológica.
En estudios de la sociología del lenguaje se aprecia que cada lengua, cada comunidad, vive una
circunstancia particular que hace difícil la comparación de unas con otras, aunque ello no ha
impedido la constatación de la importancia que tienen los ámbitos sociolingüísticos en una
elección y la incidencia que tienen factores sociales como la edad o el nivel de instrucción.
Los psicosociólogos definen la elección de lengua como un fenómeno propio del hablante
bilingüe. La elección de lengua depende de los tipos de situaciones psicológicas en que el
hablante se ve envuelto y se distinguen tres clases principales. La primera está relacionada con
las necesidades personales del hablante, la segunda con la gente con la que se desarrolla la
interacción comunicativa y la tercera con las características del grupo social del que procede el
individuo. Estas situaciones suelen superponerse, aunque suele predominar alguna.
El mantenimiento de una lengua supone que una comunidad ha decidido utilizar la lengua o las
lenguas que ha usado tradicionalmente. El mantenimiento se ve favorecido por factores y
realidades sociales, que se pueden agrupar en torno a tres conceptos: estatus, demografía y
apoyo institucional. Cuanto mejor sea el estatus de una lengua, cuantos más hablantes tenga y
cuanto mayor sea el apoyo institucional, más probabilidades habrá de que se mantenga.
La sustitución de una lengua supone el abandono completo de una lengua: los miembros de la
comunidad han elegido otra lengua para las situaciones en las que antes utilizaban la otra.
Para que pueda darse un proceso de sustitución, la comunidad debe incluir al menos una
generación bilingüe, que hará posible que el cambio se complete en la siguiente generación.
Algo similar ocurre con el mantenimiento de una lengua, si bien este fenómeno suele
producirse cuando la comunidad es diglósica.
Cuando los contactos entre grupos y lenguas diferentes están en condiciones de provocar una
sustitución de lengua, puede aparecer el fenómeno de lealtad lingüística. En realidad, la
lealtad, que tiene como fondo un sentimiento de afecto o de emoción hacia lo que se ha
aprendido en la primera etapa de la vida, se puede detectar prácticamente en cualquier
hablante. Surge como reacción ante un posible cambio de lengua, lo que lleva a los individuos
a conservar la lengua amenazada y a convertirla en un símbolo social. Los “leales” a menudo
son puristas en sus actitudes lingüísticas y conceden una especial trascendencia a todo lo
relacionado con la estandarización y regulación de su lengua.
Lealtad y nacionalismo no siempre corren parejos. La lealtad lingüística puede aparecer sin que
ello vaya acompañado de deseo de reconocimiento político, de independencia, de
organizaciones propias o de extensión de sus peculiaridades a territorios vecinos.
10
convirtiéndolo en una situación de conflicto lingüístico. Hay casos en que los hablantes que
tienen como lengua materna la lengua minoritaria optan por utilizar la lengua mayoritaria.
Otro caso sería el de los hablantes que tienen la lengua mayoritaria como lengua materna, que
incluso pueden desconocer la lengua minoritaria y que reniegan de su propia lengua en un
deseo de aproximarse a los sentimientos y actitudes de los que son leales a la lengua
minoritaria: estaríamos ante un tipo específico de deslealtad lingüística.
El conflicto lingüístico se define como la coyuntura en la que surge el dilema entre la extinción
de una lengua minoritaria o la normalización de esa lengua para permitir su mantenimiento. Se
hace evidente cuando se da una contradicción entre la aceptación de una lengua mayoritaria y
el rechazo de las condiciones sociales y políticas que condujeron a su predominio. La
normalización lingüística es un proceso de planificación que se produce con la intención de
recuperar una lengua dominada.
Las comunidades lingüísticas de España serían, en su mayor parte, de tipo primario. También
existen comunidades secundarias, si bien, en las comunidades que manejan más de una
lengua, los hablantes o son monolingües en español o son bilingües, por lo que no se
presentan problemas graves de incomunicación.
En las situaciones lingüísticas primarias se producen distintos tipos de relación entre hablas
diferentes o entre unas hablas y normas cultas y prestigiosas. Dentro del mundo hispánico
encontramos situaciones que muestran cómo las hablas y las variedades más prestigiosas se
están disputando muchos contextos de uso.
Hay distintas situaciones en las que existen hablas locales vinculadas a normas prestigiosas,
que se hallan dentro de un modelo de lengua regulada al que llamamos modelo normativo:
11
2. Situación 2: relación entre dos hablas locales vinculadas a una misma norma de
prestigio y a una misma lengua. Se producen influencias de la norma sobre ambas
hablas y a menudo de una variedad sobre la otra.
3. Situación 3: dos hablas locales, cada una de ellas con su propia norma culta, aunque
pertenecientes a una misma lengua. Una de estas hablas acusa la presión de la otra
norma culta, favorecida por tener detrás una misma referencia prescriptiva.
4. Situación 4: dos hablas locales, cada una de ellas con su propia norma culta,
pertenecientes a una lengua diferente. Puede observarse la influencia sobre un habla
de otra habla, otra norma y otra lengua diferentes. Suelen aparecer variedades
lingüísticas mezcladas que tienen como base una u otra lengua.
Cualquier planificación de la lengua española tendría que tratar los siguientes aspectos:
El español merece una planificación lingüística que aporte soluciones a los problemas que se
presentan a sus hablantes. Aunque son necesarias unas líneas de conducta comunes para el
conjunto del territorio hispánico, cada país requiere una planificación concreta.
Las situaciones lingüísticas del mundo hispánico encierran varios problemas: cómo tratar los
préstamos, qué variedad del español enseñar y en qué variedad enseñarla, qué variedades
deben usarse en los medios de comunicación, cómo solucionar las relaciones entre lengua
escrita y lengua hablada y qué estatus deberían tener las lenguas minoritarias y las variedades
mixtas.
12
Garantizar el derecho a comunicarse en esa lengua en situaciones públicas.
Proteger el derecho a hacer un uso correcto y prestigioso de la lengua.
Una planificación de la lengua española en los territorios bilingües debería atender al estatus
que habría de ocupar respecto de otras lenguas y a su uso en la enseñanza, la administración,
las instituciones o los medios de comunicación. Tendría que garantizar el derecho de los
ciudadanos a comunicarse en esa lengua de forma correcta y adecuada. En cuanto a las
situaciones monolingües, una planificación tendría que ser capaz de proporcionar una
respuesta a la pregunta de qué variedad del español hay que enseñar y cómo hacerlo.
La planificación del corpus del español se ha venido haciendo desde que se iniciaron las tareas
del scriptorium supervisado por Alfonso X. El proceso ha conocido impulsores tan decisivos
como Nebrija o la RAE.
Antes del siglo XIX, hay aportaciones que se pueden denominar dialectológicas, pero es en el
siglo XX cuando nace la dialectología científica, gracias a Graziadio Isaia Ascoli, que postulaba
el interés de los dialectos para el conocimiento de la historia de una lengua. Iba en contra de
las corrientes investigadoras historicistas que atendían a los textos escritos y despreciaban la
lengua hablada.
Los primeros logros en la investigación de los dialectos los obtuvo P. J. Rousselot al demostrar,
en 1891, mediante el estudio del habla de una familia que, entre sus miembros existían
diferencias dependiendo de la edad, el sexo o la ocupación. Si no existía regularidad ni siquiera
en los miembros de una familia, difícilmente podrían existir en una comunidad. En 1905, Louis
Gauchat llegó a la misma conclusión estudiando el habla de un pueblo suizo, donde comprobó
que había grandes diferencias entre los individuos.
13
Hugo Shuchardt dio un paso más al demostrar la existencia dentro de un mismo dialecto de
hablas individuales que variaban según el sexo, la edad, el temperamento, la cultura...
DIALECTOLOGÍA ESTRUCTURAL
A principios del siglo XX, surgió el estructuralismo, lo que trajo tres principios que tuvieron
importantes repercusiones en la investigación dialectológica:
La expresión dialectología estructural presenta una contradicción, puesto que las estructuras
se establecen en la lengua funcional, que no presenta variedad. La disciplina lingüística
estructural por excelencia sería la gramática que describe las oposiciones y estructuras
funcionales de un sistema lingüístico. Al concentrarse en un solo sistema lingüístico, ignora la
variación. Pero admite que en la dialectología también se tenga en cuenta que los hechos
lingüísticos funcionan en oposiciones funcionales y estructuras. La gramática colabora, así, con
la dialectología, proporcionándole descripciones estructurales con las que operar. Este tipo de
dialectología es solo estructural.
14
En 1962, Morris Halle es el primero que hace referencia a los estudios dialectológicos
utilizando el modelo generativo. Pero ya en 1965, Sableski intentó aplicar las ideas de W.
Harris, aunque, por la arbitrariedad de su interpretación, recibió duras críticas.
Las investigaciones dialectológicas empiezan a surgir a finales del siglo XIX. Los dialectos se
pueden estudiar a través de textos o en la lengua hablada, aunque las investigaciones se han
centrado en el estudio de los registros orales.
Los estudios dialectales son de dos tipos: descriptivos, siguiendo el método histórico-
comparativo, y los que siguen el método geográfico lingüístico. Ambos métodos estudian la
evolución de la lengua recurriendo a la comparación entre sistemas lingüísticos.
La geografía lingüística ha contribuido a enriquecer los trabajos de lexicografía, que suelen ser
los primeros en el estudio de los hechos dialectales. Es importante utilizar una metodología
adecuada para la confección de léxicos dialectales, a fin de ver las características del lugar
frente a la lengua general. En el caso de hacer un estudio autónomo, se deberá registrar la
totalidad del vocabulario. Puede también hacerse un estudio contrastivo del léxico de un lugar
con el de otras zonas. A la hora de clasificarlo, hay que ver si la palabra existe o no en el léxico
general, las diferencias estilísticas, etc. Se debe señalar la extensión geográfica de una palabra
y llevar a cabo su clasificación por grupos conceptuales.
Para la descripción del habla de un espacio geográfico concreto, se emplean las monografías.
Trabajan con textos escritos, aunque también se han servido de encuestas. Suelen ofrecer
datos sobre la cultura de la localidad que se investiga y referencias geográficas, económico-
sociales e históricas. Nunca analizan las diferencias o semejanzas entre variedades.
Los atlas y las monografías deben complementarse y enriquecerse. Las monografías pueden
recoger los aspectos diastráticos, mientras que un atlas estudia una variedad diatópica. Los
15
atlas no pueden proporcionar una descripción exhaustiva del habla para cada punto y, por
tanto, no sustituyen a las investigaciones monográficas.
En los primeros trabajos de geografía lingüística se tuvo en cuenta el factor social como posible
causa del cambio lingüístico: se admitían ya las diferencias entre el habla rural y el de las
grandes ciudades. Los desplazamientos demográficos se realizan normalmente del campo a la
ciudad, y es allí donde dan lugar a nuevos dialectos urbanos. En la actualidad, los objetivos de
la dialectología incluyen las variables sociales en el estudio de los dialectos, lo que ha
permitido dar cuenta de la variación lingüística asociada con factores sociales y explicar el
rango de variación estilística de los hablantes. Además, en los trabajos de geografía lingüística,
se establecen criterios sociales al seleccionar a un informante.
16
lingüistas basaban sus investigaciones tan sólo en el material reunido o en los glosarios de
aficionados. En estas condiciones, el valor de los estudios era muy limitado.
Conscientes de estas limitaciones, nace la idea de proyectar sobre un mapa los rasgos de un
grupo de hablas a la vez, para poder compararlos y estudiar sus relaciones. El mapa lingüístico
proporcionaba el material espacialmente ordenado y resultados más satisfactorios y claros.
Los precursores de los estudios dialectales son L. Tobler, K. Haag y G. I. Ascoli. Por otra parte,
aunque se suele considerar a J. Gilliéron como el fundador de la geografía lingüística, G. W.
Leibniz ya había pensado antes en la necesidad de hacer mapas lingüísticos y etnográficos y J.
Schmidt y H. Schuchardt, alrededor del 1870, también hicieron trabajos en este campo.
No obstante, fue Georg Wenker el primero en llevar a la práctica un método similar al utilizado
posteriormente por la geografía lingüística, aunque, como su único objetivo era confirmar la
tesis neogramática del carácter mecánico de las leyes fonéticas, tenía en cuenta solo el sonido.
Otro antecesor de la geografía lingüística es Weigand, quien en su atlas rumano utiliza un
método más cercano al que se emplea en la actualidad: la encuesta directa realizada con un
cuestionario previamente elaborado.
Los puntos más importantes de los principios sobre la evolución de la lengua que estableció
Gilliéron fueron:
Para Gilliéron, la fonética solo interesa para ayudar a conocer la historia de la palabra, puesto
que no existe el cambio autónomo de sonidos, sino alteraciones individuales de las palabras en
conjunto.
Un hito definitivo para la geografía lingüística fue el Atlas realizado por Karl Jaberg y Jakob Jud,
que se publicó entre 1928 y 1942. Su publicación supuso un gran avance de los métodos de
investigación de la geografía lingüística. Las principales innovaciones fueron:
a) Se utilizan tres cuestionarios: uno general, otro para usarlo en las grandes ciudades y
el tercero en las zonas o en los grupos más interesantes.
17
b) Se investiga por primera vez en las grandes ciudades, porque se admitían ya las
diferencias entre el habla rural y el de las grandes ciudades.
c) Interesa sobre todo el léxico, aunque no se olvida la fonética, porque conociendo las
palabras se conoce la cultura de un pueblo.
d) Se fotografían o dibujan los objetos de cultura popular y se registra su nombre y
descripción. Gracias a la combinación del método geográfico con el de “palabras y
cosas” nace un nuevo tipo de atlas lingüístico: el atlas lingüístico y etnográfico.
e) Los mapas se agrupan por campos: agricultura, ganadería, etc. Incluye además un
volumen con mapas morfológicos y sintácticos.
f) Se introducen modificaciones en la forma de presentar los materiales: en cada mapa,
se incluyen aclaraciones sobre algún aspecto del material cartografiado, se dan las
referencias del mismo mapa en otros atlas y se incorporan notas bibliográficas.
g) Otra innovación fue el número de investigadores. Se decidió encargar la encuesta a
tres investigadores distintos: Scheuermeier, Rohlfs y Wagner.
Con el tiempo, se dio un paso fundamental: nacieron atlas no generales, sino regionales,
naciendo la oposición entre atlas de gran domino y atlas de pequeño dominio.
Los atlas de gran dominio respondían a la necesidad de contar con una visión de conjunto, de
saber sobre una situación dialectal que podía verse alterada. Al investigar territorios tan
extensos, no se podía encuestar en muchos lugares. El cuestionario tenía que caracterizarse a
grandes pinceladas para poder adaptarse a culturas y dialectos muy diferentes y distantes. Con
el atlas de pequeño dominio se buscó lo específico de una zona concreta y de su dialecto. Los
cuestionarios tenían una parte común y luego una parte que podía incluir lo más adecuado a la
zona concreta. Además, la red de puntos se estrechaba todo lo necesario para no dejar
escapar nada interesante.
Los atlas regionales son mucho más válidos como testimonio dialectal. El inconveniente de
estas obras es que no cobran sentido sino en el conjunto, de ahí la necesidad de que coexistan
atlas generales y regionales.
Las reacciones ante esta metodología fueron diversas. Muchas fueron entusiastas por las
posibilidades que ofrecían los mapas y porque nunca antes habían contado con materiales tan
fiables. Sin embargo, los historicistas tradicionales lo criticaron.
Lo que más revolucionó el panorama lingüístico europeo fueron los trabajos posteriores de
Gillieron, en los que estudiaba la vida de la lengua a partir de esos mapas, reconstruyendo las
situaciones anteriores a la que aparecía cartografiada. Para él, la evolución fonética hace que
por diversas causas las palabras pierdan cuerpo fonético, corriendo el riesgo de desaparecer,
porque al cambiar, confluyen con otras. De este modo se llegan a producir homonimias. El
18
hablante resuelve estos procesos de homonimia y etimología popular poniendo en marcha
recursos como la adición de sufijos. Todo esto surgía al estudiar las palabras en los mapas.
A partir del análisis de los mapas se vio que las palabras disponen de vías para avanzar y que a
veces encuentran obstáculos que las detienen. En sus viajes, luchan por imponerse. También
se vio que hay lugares que dan prestigio a las palabras que difunden, como las capitales, que
las regiones aisladas son menos receptivas ante lo nuevo… Esto puso de manifiesto que es un
error estudiar la vida de las palabras solo en su evolución fonética.
Gracias a este sistema, podemos delimitar las áreas de distribución de las distintas variantes,
mediante líneas imaginarias que se denominan isoglosas. Si dos isoglosas llegan a
superponerse, se dice que existe una frontera dialectal.
Otra conclusión que se obtiene es que los límites de un dialecto no coinciden con las
demarcaciones administrativas o geográficas, salvo en el caso de que esté delimitado por un
accidente geográfico que haga de barrera. Lo normal es que exista una zona de transición en la
que conviven características de zonas contiguas, dando lugar a un continuo dialectal formado
por una cadena de inteligibilidad que será menor entre las variedades que se encuentren en
los extremos de la secuencia. Este fenómeno también se puede dar entre lenguas diferentes.
Esa metodología aplicada a los distintos puntos de encuesta permitió compararlos sin riesgo
de error. Así, se descubrió que no hay límites tajantes entre dialectos, sino haces de isoglosas
que se cruzan y no suele coincidir. También que cada palabra tiene su propia historia, que no
19
tiene por qué ir acorde con la de otras palabras de su misma familia, porque un estado de
lengua no depende de una inercia evolutiva ciega, sino de la actividad de los hablantes, que
buscan en su lengua un instrumento de comunicación rentable y prestigioso. En los mapas se
pudieron trazar las zonas conservadoras, las vías de expansión, etc., que dieron origen a la
reflexión que llevó a establecer la teoría de las áreas lingüísticas.
La Dialectología se ha beneficiado de las innovaciones de los atlas. De ahí tomó el interés por
incorporar a sus tareas los indicadores de variación social. Del mismo modo, la dialectometría,
que mide las distancias dialectales, nunca podría haberse llegado a plantear de no contar con
los atlas lingüísticos.
El siguiente paso es determinar las localidades donde se van a hacer las encuestas. Los puntos
de encuesta se representan con siglas y números. De este modo aparecerán identificadas las
localidades en el atlas. La densidad de puntos dependerá de los objetivos del atlas y de las
características de la región. Para determinar esta red hay que estudiar la geografía, la
demografía, la historia, la economía y la cultura del país. En general, se tienen en cuenta los
siguientes factores:
20
No es posible ver la dificultad que entraña realizar la encuesta en una población hasta que se
emprende el viaje. Siempre hay circunstancias imprevisibles en algunas zonas: averías de los
autobuses, derrumbes que cortan el acceso a una población o catástrofes naturales.
En la parte dedicada a la fonética se plantean preguntas que exijan respuestas únicas, que no
tengan variación léxica y que contengan todos los fonemas del español en contextos fónicos
diversos, para establecer su distribución. Las respuestas irán transcritas fonéticamente.
Los investigadores que van a llevar a cabo el trabajo de campo deben tener una sólida
preparación lingüística, experiencia en la realización de encuestas y un amplio conocimiento
21
de la zona en la que van a trabajar. Lo ideal es que hayan participado en la elaboración del
cuestionario, pero, si esto no es posible, deben estudiarlo minuciosamente.
Para que el material obtenido mediante la encuesta pueda ser considerado representativo de
una localidad, las características que debe reunir el informante son:
Que sea natural de la localidad o que haya vivido desde muy niño en ella.
Que haya viajado poco.
Que sus padres sean de la misma zona.
Que tenga la dentadura intacta para no distorsionar los sonidos.
Que conozca bien la localidad en la que vive.
Que tenga agilidad mental para responder con prontitud y seguridad.
Que tenga deseos de colaborar.
Además, se tienen en cuenta las variables sociales: nivel sociocultural, la edad y el sexo.
LA ENCUESTA DIALECTAL
Los sistemas de transcripción deben ser unitarios, de modo que los mismos sonidos sean
representados con los mismos símbolos. Para poder revisar las transcripciones fonéticas, llevar
a cabo análisis acústicos y crear una base de datos de lengua hablada, la encuesta debe
grabarse. Los datos podrán pasar a formar parte de los corpus para su empleo en la
elaboración de gramáticas y diccionarios, libros de estilo y para la creación de bancos de datos.
22
A lo largo de una encuesta se obtiene material diverso. Hay que interrumpir lo menos posible
al informante, hay que hablar lo justo como para que él perciba que estamos atentos a lo que
nos dice y para reconducir la entrevista por el camino que deseamos.
Encuesta dirigida: preguntas cortas. No buscan la opinión del informante, sino recoger
los nombres de determinadas realidades, la pronunciación o fenómenos morfológicos
y sintácticos. En esta parte, se ofrece al informante un significado para que él dé el
significante. Cuando el informante tiene dificultades para entender determinado
concepto, se le muestran dibujos o fotografías que sirvan de ayuda o se le sugiere
alguna de las respuestas que hayan dado otros informantes.
Encuesta semidirigida: se intercala en la encuesta dirigida. Son preguntas diseñadas
para que el informante hable sobre un tema concreto y se extienda en su respuesta.
Se recurre a cuestiones de carácter etnográfico, ya que suelen ser temas conocidos
sobre los que el informante no tiene inconveniente en hablar y permite hacer
ulteriores comparaciones.
Entrevista libre: se hace al final de la encuesta. Es una conversación que se mantiene
con el informante sobre temas que se sabe que van a propiciar un estilo espontáneo.
El tema de conversación viene condicionado por su carácter o sus gustos ya que el
sujeto habla con libertad y naturalidad.
A todo este material programado hay que añadir el que se obtiene de manera espontánea en
el transcurso de las encuestas, ya que es raro que se produzca sistemáticamente la reacción
pregunta-respuesta, y es lógico que se intercalen conversaciones, interrupciones de terceras
personas, etc. Este material complementario resulta provechoso por presentar un contexto
imposible de obtener en la encuesta con cuestionario.
Silva-Corvalán sugiere algunas pautas para que la entrevista se dé con la mayor naturalidad
posible:
El factor más importante es elegir un informante que esté dispuesto a colaborar. Al llegar a la
localidad que se va a investigar, conviene ponerse en contacto con personas que conozcan a
sus convecinos y que puedan presentar a los sujetos con los que se va a trabajar, para no crear
23
desconfianza: al alcalde, al párroco, etc. No siempre es fácil dar con una persona que tenga
tiempo y ganas de sentarse frente a un extraño durante horas. Como la entrevista se
remunera, muchos entrevistados lo toman como un trabajo y como una experiencia nueva.
Suelen ser gente con curiosidad y con ganas de hablar de sus vidas, por lo que es fácil
conseguir que se sientan cómodos.
Es muy importante para que el informante no se sienta cohibido que el lugar en el que se hace
la encuesta sea cómodo y silencioso, evitando que la presencia de otras personas interrumpa
la entrevista y haga que el entrevistado se sienta juzgado por personas de su entorno.
A pesar de todo, la relación investigador e investigado tiene una serie de aspectos de poder y
de lejanía que hacen difícil que el hablante pueda expresarse como normalmente lo haría. Lo
más importante es ganarse, desde el principio, la confianza del entrevistado. Para ello,
conviene que el sujeto no sienta que se le va a juzgar, o que no piense que la encuesta se trata
de un examen de conocimientos. Una actitud distendida, una broma y proporcionar alguna
información personal sobre el investigador suelen ser buenas herramientas. A lo largo de la
entrevista, se irá desarrollando un vínculo que acorte la distancia que se tiene en un principio.
Se debe mostrar ética y respeto cuando para una investigación debemos contar con personas.
Los informantes están proporcionando información al investigador y éste debe
recompensarles. Es conveniente remunerar al informante, aunque se puede sentir ofendido
con una oferta que considera ridícula o porque no cree que deba cobrar. En cualquier caso, la
cantidad que se ofrece es una pequeña gratificación por lo mucho que el investigador se
enriquece de la experiencia de conocer las palabras y la vida de personas de lugares distintos.
Labov y Wolfram formularon unos principios éticos. Labov lo llamó principio de la deuda
contraída: un lingüista que consigue datos de los miembros de una comunidad tiene la
obligación de utilizar ese conocimiento en beneficio de la comunidad. Wolfram lo denominó
principio de agradecimiento lingüístico: un lingüista que haya obtenido datos lingüísticos de los
miembros de una comunidad debería buscar el modo de devolver ese favor.
Como investigador, es difícil distanciarse del hecho de que algunos informantes son personas
de bajos recursos económicos. Se debe intentar comprender las vivencias del informante y de
su entorno. Siempre es posible reunir libros para donarlos a las bibliotecas o a las escuelas,
prestar ayuda económica, pagar la matrícula del colegio o, simplemente, escuchar.
24