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1. VARIACION LINGÜÍSTICA.
Las formas diferentes de decir lo mismo muestran que existe la variación lingüística. Esta variación es
la responsable de la evolución de las lenguas, van apareciendo formas nuevas, que conviven con
otras, y algunas sobreviven y otras no.
La variación lingüística se manifiesta aportando a la lengua, sin alterar su naturaleza, sin modificar su
significado, que implica unos rasgos concretos que derivan de factores, que la diversifican en distintas
variedades (geográficas, sociales o estilísticas). Estas variedades las distinguimos sólo oyendo la
forma de hablar del hablante (de dónde es, en qué contexto se encuentra, su grupo social).
La variable es la unidad lingüística que puede mostrarse de formas diferentes, de forma variable, en
distintas variantes, sin que eso suponga un cambio de significado.
La variante es una de las manifestaciones de la variable, una forma alternativa de realizarla. Una
variante se emplea en función de factores lingüísticos o extralingüísticos de los miembros de una
comunidad lingüística.
Algunos cambios pueden tener relación con la pronunciación, otros con la morfológica, sintaxis,
léxico o la pragmática, porque la variación se da en todos los niveles de la lengua y obedece
motivaciones lingüísticas y extralingüísticas. A veces es difícil determinar si existe variación o no, pues
hay que tener en cuenta muchos factores como la situación comunicativa, la intención del hablante,
el estilo, el contexto y otros. En el nivel fónico es más sencillo.
Estos estudios son los más productivos y numerosos porque tanto sus variables como variantes no
tienen significado, por lo que no plantean problema a nivel semántico. El inventario de estas variables
es limitado; en español, sólo hay 19 fonemas consonánticos y cinco vocálicos. El problema en este
nivel es determinar qué sonidos se pueden considerar variantes, pues las realizaciones de fonemas
son prácticamente ilimitadas y la pronunciación está condicionada por las circunstancias concretas de
cada emisión o por la configuración del aparato fonador del hablante.
La variación morfosintáctica es más difícil de estudiar, porque sus variables son más frecuentes y se
reconocen mejor, ya que pertenecen a un sistema más estructurado y delimitado. Estos estudios se
enfrentan a problemas como la equivalencia de significados, la escasa aparición de las variables en el
discurso y la identificación y definición de los contextos de ocurrencia con la delimitación de dichas
variables.
Las dificultades de este estudio se centran en la equivalencia de significados entre las variantes, en
determinar si éstas son realmente sinónimos. En este estudio, a parte de los factores geográficos o
sociales, también hay que tener en cuenta la situación comunicativa, el propósito y la actitud del
hablante. Así pues, pueden ser adecuadas para el estudio las variantes geográficas, sociales,
estilísticas o de registro, como las jergas, los tabúes y las formas eufemísticas.
Otro problema es el de obtener las variantes que alternan en el discurso. Aún estando mucho tiempo
con alguien sólo conocemos una pequeña parte de su repertorio lingüístico; por eso, en los estudios
del léxico, se suelen realizar encuestas en las que de forma indirecta se formulan preguntas sobre las
variables de un campo semántico y obtener un inventario lo más amplio posible de variantes.
2. VARIEDADES LINGÜÍSTICAS.
La variación surge porque sobre una lengua se ejercen permanentemente influencias de todo tipo
que condicionan y explican la diversidad y el valor de las numerosas variedades. Las variedades se
entienden como conjuntos definidos de rasgos específicos que caracterizan el uso de una lengua por
parte de los hablantes, conforme a factores de distinta naturaleza.
Los factores que tienen un papel más determinante en la variación lingüística puede ser lingüísticos o
extralingüísticos (históricos, geográficos, sociales o situacionales) y pueden actuar por separado o
conjuntamente.
En el sistema interno de la lengua hay una serie de condicionamientos que tienen un papel relevante
y que no tienen por qué estar correlacionados con factores extralingüísticos.
Sólo es posible establecer qué factores lingüísticos son determinantes a partir de estudios de los
distintos niveles. La variación fonético-fonológica y la gramatical son las que más afectadas se ven por
factores lingüísticos. La variación léxica depende más de los extralingüísticos.
Los factores lingüísticos que pueden dar lugar a la variación fonético-fonológica son:
Los factores extralingüísticos (geográficos, sociales y situacionales) dan lugar a tres tipos de
variedades):
1. La variedad diatópica, o espacial: está relacionada con factores geográficos. Se trata del dialecto y
sus divisiones internas.
Las dos primeras variedades dependen de las características personales del usuario (hablante), y la
tercera es una variedad funcional relacionada con la situación comunicativa, el uso.
A estas variedades hay que añadirle la individual, denominada idiolecto, que son los rasgos
dialectales y sociales propios de una persona para expresarse en una situación comunicativa
concreta. Es una variedad individual en las que se manifiestan todas las demás.
En la variación lingüística hay que tener en cuenta también la dimensión temporal. Los estudios
sincrónicos se encargan de investigar un momento concreto de la lengua. Los estudios diacrónicos
(históricos) explican por qué se habla una lengua en distintos ámbitos geográficos y cómo ha
evolucionado esa lengua a lo largo del tiempo (se mueven de un momento sincrónico a otro).
Las lenguas presentan diferencias dependiendo del ámbito geográfico en el que se desarrollan. Así en
algunos lugares decimos niños, subid a casa y en otros niños, suban a casa; en unos subimos al
autobús, y en otros a la guagua.
Estas formas distintas de decir lo mismo, según la zona geográfica, son variedades dialectales, de
cuyo estudio se ocupa la dialectología.
PERO, EN REALIDAD, ¿QUÉ HABLAMOS: LENGUAS O DIALECTOS?
Aunque aparentemente estos conceptos están claros, hay que hacer una serie de precisiones para
poder valorarlos y comprender sus implicaciones.
La lengua es un sistema lingüístico compartido por una comunidad que mantiene la homogeneidad
necesaria para permitir la comunicación entre hablantes. Es un concepto abstracto que solo se realiza
a través de los dialectos. Nadie habla una lengua, sino una variedad de esa lengua, se habla algunos
de los dialectos de las lenguas (español, alemán, francés…), que son los que están más próximos al
uso real de una lengua.
El dialecto, es una modalidad concreta de una lengua, reducido a un espacio geográfico, que posee
unas características lingüísticas propias, y rasgos comunes con otras variedades. Los límites de un
dialecto rara vez coinciden con las demarcaciones administrativas o geográficas, pues lo habitual es
que en las áreas dialectales exista una zona de transición donde confluyen o conviven características
de áreas contiguas, dando lugar a un continuum dialectal formado por una cadena de inteligibilidad
que será menor entre las variedades que se encuentren en los extremos de la secuencia.
También hay que tener en cuenta la consideración social del dialecto, pues se juzga como poco
prestigiosa, propia de zonas rurales. Esta valoración se ha intentado mejorar con el uso del término
geolecto, o con el de variedad; así reflejan tanto el aspecto geográfico y también el social.
La actitud negativa hacia el dialecto no tiene fundamento lingüístico, sino que deriva del prestigio,
que por razones sociales, políticas o económicas se le ha dado a algunas variedades respecto a otras.
En todas las lenguas hay una variedad considerada culta (propia de los intelectuales y clases altas), a
la que se le otorga reconocimiento social y se denomina lengua estándar.
1. Desde el punto de vista histórico, todas las lenguas comenzaron siendo dialectos que fueron
evolucionando y desarrollando características propias hasta que se convirtieron en lenguas, que se
fueron diversificando a su vez en dialectos; por ejemplo, el español, italiano o francés, fueron
dialectos del latín, y el alemán e inglés, del germánico.
2. En ámbitos geográficos (como el español o inglés), los dialectos son las lenguas nacionales de muy
distintos países, con sus propias divisiones dialectales, a veces muy diferenciadas, con una norma
culta que suele proceder de la capital o núcleos urbanos considerados como centros de cultura. Así
tan dialecto es la variedad murciana como la mexicana, o la escocesa como la australiana, aunque su
ámbito geográfico y circunstancias sociales no sean comparables.
EL ACENTO.
En la lengua inglesa, el acento despierta gran interés, pues existen unos dialectos muy fragmentados
con muchas diferencias fonéticas. El acento considerado el más correcto sería el de las clases sociales
más elitistas, denominado “the Queen’s English”, “Oxford English” o “BBC English”, propio sólo de
personas que han estudiado en los colegios privados. Este es el que se enseña en Europa. Se le llama
RP (Received Pronunciation) y tiene mucho prestigio en la sociedad británica, que ha llevado incluso a
hacer una jerarquización de carácter sociolingüístico dentro del propio acento de mayor a menor
prestigio en base al RP.
En la estructura social británica está muy presente el aspecto geolingüístico, a parte del
sociolingüístico. Esto indica que cuanto más alta es la posición social, es menos acusado el acento
regional y el uso de formas gramaticales y léxicas locales, que estarían en la zona inferior de la escala.
En el ámbito hispánico la apreciación del acento es distinta, pues no existe un único acento propio de
la clase social más alta, sino un conjunto de acentos con características propias que representan la
norma culta de cada país e incluso de distintos dialectos dentro de ellos (castellano, canario,
andaluz…). Esto no es un estorbo para que se manifiesten actitudes valorativas sobre determinadas
variedades o para que en medios de comunicación se siga prefiriendo el acento de la variedad central
peninsular y eliminando rasgos dialectales muy marcados (sobre todo en América). Esta
pronunciación (más correcta) se denomina acento neutro y partió de un canal dirigido a la
comunidad hispana de EEUU y países americanos hispanohablantes, para que no se relacionara a los
presentadores con los acentos de ningún país.
La creación de un idioma unitario ha tenido como objetivo dotar a los estados de un símbolo de
cohesión social y de identidad nacional. En zonas geográficas muy grandes se intenta mantener una
variedad estándar neutra, que se suele basar en la modalidad lingüística de la capital, donde reside el
poder político, económico y cultural.
El proceso mediante el cual una variedad lingüística se convierte en una variedad estándar se llama
estandarización.
La lengua estándar no tiene hablantes reales, pues no surge de una evolución ni se adquiere como
lengua materna; tampoco se utiliza todo el tiempo pues se está más o menos próximo a ella
dependiendo del nivel sociocultural y de la situación comunicativa. Esta variedad, además, se va
adaptando a los cambios lingüísticos y a la valoración de los hablantes. Todos los rasgos que están en
el estándar pertenecen a las normas cultas, pero no todos los que pertenecen a las normas cultas,
están en el estándar (el voseo argentino está aceptado en la norma culta pero no en el español
estándar). Las reglas ortográficas son comunes para todo el ámbito hispánico.
Ahora vamos a ocuparnos del concepto de norma, y nos interesan dos de sus acepciones desde el
punto de vista lingüístico:
Cada país tiene sus propias normas prestigiosas que se asocian a la cultura y a los niveles sociales
altos. Esta norma culta es la que goza de reconocimiento de sus hablantes y la que se toma como
modelo.
En español, se reconoce las normas cultas de los distintos países, propias normalmente de la clase
sociocultural alta de sus respectivas capitales.
En el mundo anglosajón existe menos consenso. Cada zona geográfica distinta diferencia su inglés del
resto. Ya hemos visto que en Gran Bretaña el inglés estándar se basa en criterios geográficos y
sociales, mientras que en EEUU las diferencias se establecen por un marcado carácter social, en un
intento de diferenciarse del inglés afroamericano, un idioma que no se limita a la raza negra, sino
también puertorriqueños, y personas de clases menos favorecidas fuera de estos grupos.
Los usos del español estándar se regulan por la Real Academia Español. En Gran Bretaña y EEUU no
existen instituciones así y se siguen las normas de diccionarios de prestigio como el Oxford English
Dictionary y el Webster.
Aunque la sociedad no es homogénea, dentro de la variabilidad existe un sistema que regula el uso
de la lengua para evitar que vivamos en un caos. La variación lingüística está muy relacionada con
factores sociales, con los sociolectos, como por ejemplo el nivel sociocultural, la profesión, el sexo, la
edad, e incluso con la raza, etnia o procedencia (rural o urbana). En cada sociedad estos factores
actúan de forma diferente según su estructura social.
Del estudio de la variación lingüística en la sociedad se ocupa la sociolingüística y de otros aspectos
de la lengua y la sociedad la sociología del lenguaje y la etnografía de la comunicación. Además el
variacionismo es la corriente sociolingüística que se ocupa del estudio cuantitativo de la variación
lingüística; sus objetivos son el estudio de la lengua en su contexto social y el cambio lingüístico.
También se le llama sociolingüística variacionista o sociolingüística cuantitativa urbana, pues se
estudian las ciudades. En estas grandes ciudades es donde se tiene en cuenta la etnia y procedencia
para ver las repercusiones que tienen los movimientos migratorios en la lengua.
Estos son los tres factores más importantes que intervienen en la variación lingüística: la clase social,
el nivel de educación y la profesión. Los tres están relacionados entre sí, pues uno influye en los
demás.
Según la sociología americana en los estratos sociales hay que considerar: la ocupación (profesión), la
clase (ingresos), el estatus (valoración social) y el poder (capacidad de influencia en otros). También
hay distintos indicadores de carácter individual: ocupación, nivel de instrucción, ingresos, tipo de
vivienda, localidad, ocupación de padre/madre, el barrio, ingresos familiares… Todos los indicadores
se combinan para determinar de forma precisa: clase trabajadora baja, media, alta, media baja,
media-media, media alta, etc.
Los estratos sociales están relacionados con el uso de la lengua, dependiendo de la estructura social
de la comunidad. En las ciudades en las que hay grandes desequilibrios sociales existen diferencias
muy notables en el uso del lenguaje. De todas maneras, hay que tener en cuenta, que nadie, por muy
culto que se, habla de la misma forma en todo momento.
El sexo también se tiene en cuenta en la variación social, pero no influye tanto en la variación
lingüística como la edad o la clase social. También se consideran en este tema, variables como la
estructura de la sociedad, el nivel sociocultural, la profesión, la edad, la situación comunicativa, el
tema de conversación o el sexo de los interlocutores.
La mayor parte de las diferencias entre el habla de hombres y mujeres (se han llevado a cabo muchas
investigaciones) son socioculturales, porque en todas las sociedades desde la infancia los sexos están
socialmente diferenciados y es natural que esto se refleje en la forma de comunicarse.
Las investigaciones se hacen desde la sociolingüística en los niveles fonológico, gramatical y léxico y
desde la etnografía de la comunicación en la interacción comunicativa entre hombres y mujeres.
Según estos estudios:
Las mujeres utilizan con más frecuencia formas prestigiosas y cultas que los hombres. Tienen una
tendencia hacía las “normas correctas” que las lleva a autocorregirse mucho más que los hombres en
contextos formales. En el habla informal aparecen como impulsoras de variantes innovadoras y
suelen evitar palabras malsonantes. Usan más eufemismos (palabras más decorosas).
Las mujeres participan en la conversación de forma más ordenada y coherente; respetan los turnos
de habla e intervienen en la conversación creando relaciones de solidaridad cuando hablan con otras
mujeres. Los hombres tienden a hacerlo con relaciones de poder. Si una mujer introduce un nuevo
tema de conversación, el hombre tiende a rechazarlo; mientras que si es al revés, la mujer lo acepta.
Las mujeres emplean más marcadores discursivos: venga, vale… o formulan preguntas de
confirmación al final de los enunciados para solicitar acuerdo (tag question): ¿verdad?
Cuando las mujeres hablan con mujeres tienden a usar el estilo indirecto (¿Te importaría…?,
¿podrías…?). Los hombres recurren más al estilo directo (Pide la cuenta; Pásame eso).
Las mujeres suelen usar más diminutivos para dar fuerza expresiva: pequeñito, chiquitito; calificativos
apreciativos y desparece el valor denotativo: horrible, genial, precioso, divino, mono…;
acortamientos: me voy a la pelu, porfa, finde; el prefijo super: super interesante, super cariñoso.
Parece que las mujeres utilizan un léxico más rico para expresar los matices de los colores: verde
botella, azul cielo, blanco roto, rosa palo…
Los rasgos lingüísticos vinculados a esta variable están estrechamente relacionados con la identidad
grupal y sirven para establecer diferencias entre las distintas generaciones. Los jóvenes crean y
utilizan una jerga para comunicarse entre ellos de manera informal; con personas adultas hablan un
estándar lingüístico, aunque menos cuidado que los adultos.
La forma de hablar de los jóvenes está más vinculada a la edad que al nivel cultural, por lo que
cambia con el tiempo adaptándose a las circunstancias sociales de cada etapa de la vida. En la
juventud no suelen seguirse los estándares, mientras que en la edad adulta se usan formas más
prestigiosas. La sociolingüística sobretodo estudia los cambios debidos a las distintas generaciones.
Se parte de la hipótesis de que cada generación utiliza una norma adquirida durante la adolescencia y
primera juventud. Si un rasgo lingüístico se da entre jóvenes pero no aparece en generaciones
posteriores, será un fenómeno reciente; si se da exclusivamente en generaciones de mayores, será
un fenómeno en desuso.
2.2.4. VARIEDAD DIAFÁSICA.
ESTILO O REGISTRO.
Las variedades difásicas, denominadas estilos o registros, hacen referencia a la adecuación del uso
de la lengua a la situación comunicativa. Son modalidades del habla que dependen de la elección del
hablante y en las que influyen sus características sociales y las de sus interlocutores. Además hay que
añadirles factores extralingüísticos:
Campo: es el contexto o situación comunicativa. Depende del tema (vida privada, aficiones, derecho,
ciencia…) y del marco donde tiene lugar el acto comunicativo (en familia, amigos, trabajo, acto
público…).
Tenor: tipo de relación e interacción entre los interlocutores. El factor determinante es la selección
de los registros en función de su grado de formalidad. Los dos tipos básicos son el formal (cortesía) y
el informal (coloquial), más espontáneo y expresivo.
Modo: el medio o canal (escrito, oral…), el modo de discurso (diálogo, monólogo, planificado…) y el
género (narrativo, descriptivo, didáctico…).
Nivel culto (sociolecto alto). Se relaciona con la clase social alta y es el referente de la norma culta,
propia de los intelectuales (médicos, abogados, profesores…) y de las personas que ocupan un lugar
destacado en la sociedad. Corresponde a contextos comunicativos formales. Se usan recursos
lingüísticos de la modalidad culta: un código elaborado, cuidado y correcto, una pronunciación
esmerada, un buen dominio de la gramática y un léxico rico y preciso.
Nivel coloquial (sociolecto medio). Se sigue la norma culta pero de manera menos rígida, pues
corresponde a situaciones comunicativas más informales. Se usa correctamente la lengua, aunque la
pronunciación es menos esmerada, la sintaxis menos compleja y el léxico es correcto, pero no tan
rico como en el nivel alto. Se identifica con la variedad estándar de la lengua, que es la que se suele
usar en medios de comunicación e instituciones públicas. En este nivel estarían las personas con una
formación media, en incluso alta en situaciones comunicativas no formales.
Nivel vulgar (sociolecto bajo). Se identifica con la clase social baja y poco instruida. Se desconocen las
normas lingüísticas, no se cuida la pronunciación, se cometen frecuentes errores gramaticales y se
usa un léxico muy pobre con numerosos vulgarismos. No hay adaptación a los contextos
comunicativos; las personas en este nivel no son capaces de utilizar los recursos lingüísticos de los
dos anteriores.
Las jergas son variedades especiales dentro de la variación diafásica porque no son variedades
dialectales sociolingüísticas, sino formas de hablar en una situación comunicativa concreta, de un
grupo de personas que comparten estatus social, profesión o afición, a veces como signo de
identidad grupal y cohesión social. Como suelen contar con su propio léxico, es difícil que el resto
accedan a esta comunicación, aunque los hablantes no lo hagan de manera voluntaria. Los hablantes
de las jergas la usan de manera natural debido a su conocimiento especializado (disciplinas,
profesiones, artes…). Ejemplos de jergas:
- La jerga más común hoy día es la relacionada con las nuevas tecnologías de la información y
comunicación, ya que ha ido extendiendo su uso a grupos sociales de usuarios no profesionales:
software, webcam, cookie, WiFi, selfie, hashtag…).
- También sería una jerga la forma de hablar de los jóvenes, que al tener en cuenta la variable social
edad, les sirve para comunicarse entre ellos y reafirmar su identidad grupal. Suelen usar sufijos
(segurata, careto, fumeta, bocata), acortamientos (finde, tranqui), extranjerismos (family, brother,
crack) y sobretodo un léxico característico en chats y SMS (xfa, ok, xq, tqm).
- Existen las jergas argóticas, que caracterizan el lenguaje de grupos marginados. También se les llama
lenguas secretas. Persiguen la autoidentificación y ser crípticas para el resto, por lo que actúan como
códigos restringidos. Algunas palabras como búho (soplón), árbol (cuerpo) pertenecen a grupos
delincuentes. Se caracterizan por su artificio y constante innovación, pues van desechando las
palabras que se vuelven conocidas y sustituyéndolas por otras palabras o frases, creando nuevos
términos crípticos. Algunos pasan al léxico general sin que lo sepamos: estar al loro, abrirse, currar…
Cuando en un área geográfica coexisten varias lenguas, los gobiernos tienen que tomar decisiones
sobre éstas que afectan a la vida cotidiana de los ciudadanos. Se denomina política lingüística al
conjunto de medidas, desarrolladas por distintas instituciones (gobierno, ministerios, academias de la
lengua…) cuyo fin es influir sobre la forma y el uso de una variante lingüística en la sociedad. Estas
políticas pueden afectar a la estructura lingüística directamente cuando se proponen, por ejemplo,
cambios en la pronunciación, gramática o vocabulario; también pueden cambiar el estatus de una
variedad en la sociedad, por ejemplo, cuando se permite que se use una lengua en los medios de
comunicación, publicaciones oficiales del estado o en tribunales de justicia.
Es habitual que en el mundo coexistan en un estado distintas variedades lingüísticas, que interactúan
e influyen unas a otras. Esto trae cambios en las lenguas, que desde el punto de vista lingüístico, son
naturales y tienen lugar sin que ninguna institución los regule.
Existe un conjunto de factores económicos, políticos y culturales que llevan a buscar la uniformidad
lingüística y que se consideran una de las variedades que coexisten en un territorio como la lengua
común de todos los habitantes.
El proceso mediante el cual se convierte una variedad lingüística en lengua común estándar se
denomina estandarización, y se desarrolla en distintas etapas resumidas en:
Esta es la primera fase del proceso de estandarización. Para elegir una variante como lengua estándar
no siempre se toman en cuenta sólo razones lingüísticas; esto es habitual cuando la variante está
asociada con los centros de poder político o económico (como el Castellano en España). El prestigio
asociado a la lengua hablada en la corte o capital lleva a menudo a elegirla como estándar. Otras
veces se elige la variante con mayor número de hablantes o con mayor extensión geográfica. En
ocasiones, se opta por una lengua sincrética, que recoja rasgos de algunas de las variantes, y de esta
forma no se identifica sólo con un dialecto (como el caso del euskera batua, o vasco unificado,
basado en distintos dialectos).
En naciones africanas y asiáticas, ha sido un problema elegir la lengua estándar tras la colonización.
Elegir las lenguas colonizadoras (francés o inglés) otorgaba muchas ventajas pero implicaba elegir una
lengua que simbolizaba la opresión. La mayor parte de estados africanos subsaharianos eligieron la
lengua de la ex colonia por varias razones (Bratt 2003):
En 1961 Tanganika y Zanzíbar formaron la República Unida de Tanzania y la política lingüística del
momento se centró en convertir el suahili en lengua nacional. Estas son algunas de las características
del suahili:
- Es una lengua con larga tradición como lengua de intercambio en el este de África.
- Ya había sido estandarizada y usada como medio de escolarización por misiones y por la
administración colonial alemana.
- Es una lengua bantú (como el 90% de las 130 lenguas aprox. en Tanzania), por tanto resultaba más
fácil de aprender para los hablantes de estas lenguas que el inglés.
- No es la lengua de un grupo étnico dominante (lo que habría dado lugar a luchas étnicas internas)
sino que apenas tenía 12.000 hablantes en Tanzania.
- El suahili se convirtió en un símbolo contra la opresión y el colonialismo europeo.
3.2.2. CODIFICACIÓN.
El proceso de codificación tiene como fin desarrollar y explicitar la forma de la lengua estándar, su
estructura lingüística: ortografía, fonología, gramática y léxico. Este proceso tiene que ver con los
aspectos internos de las lenguas. La codificación establece una variante estándar en una comunidad
que no es lingüísticamente homogénea.
El primer paso es seleccionar un alfabeto, si se trata de una lengua sin tradición escrita y diseñar las
reglas de pronunciación y puntuación. Si hay varias formas de pronunciar una palabra, hay que elegir
una (ejemplo de la letra ñ, se puede escribir también ‘ny’ o ‘ng’, pero se usa la letra n con un signo
diacrítico). En la elección influyen factores históricos, sociales y políticos. Hay que decidir qué
elementos lingüísticos se representan en la escritura o no.
El segundo paso es elaborar una gramática de la lengua estándar para poder establecer un conjunto
claro de reglas. Se han de especificar las variantes morfológicas preferidas cuando haya varias donde
elegir, el orden de las palabras…
El tercer paso es crear un diccionario. Se pueden usar vocablos de distintos dialectos, o bien sólo de
uno. Son imprescindibles las definiciones precisas como guía para los futuros usuarios. Hay que ir
modernizando el vocabulario, así como introducir términos técnicos que no hayan existido hasta
entonces. La lengua estándar tiene que contener vocabulario como para poder hablar en contextos
formales e informales.
3.2.3. IMPLEMENTACIÓN.
La supervivencia de algunas lenguas minoritarias depende en gran parte de la política educativa que
desarrollen los gobiernos.
4. EL CAMBIO LINGÜÍSTICO.
En este apartado vamos a ver algunos fenómenos relacionados con el cambio histórico en las
lenguas. Esta área de estudio se denomina lingüística diacrónica.
El cambio en las lenguas es una consecuencia de la capacidad creativa de los hablantes. Esta
capacidad sigue unas reglas estructurales, psicolingüísticas y sociolingüísticas. El proceso es muy
lento, casi inapreciable; por eso se empezó a poner de manifiesto a través de los textos escritos, con
testimonios culturales del pasado.
Aún así es complicado conocer el momento en que comienza un cambio. Los expertos se han
ayudado de evidencias indirectas obtenidas en rimas, juegos de palabras o faltas de ortografía. A
través de textos antiguos, como obras de teatro (La Tragicomedia de Calixto y Melibea; La Celestina),
se pueden reconocer momentos en los que comienzan cambios o se expande su instalación en la
lengua (En la EM facere, hacer); a través de las dudas de los hablantes, la variación social, la estilística
y la difusión de nuevas tendencias, se puede observar la aparición y desarrollo de un cambio
lingüístico.
Es el más perceptible que los cambios lingüísticos; la evolución de los sistemas de sonidos en las
lenguas se refleja en su traslación a la escritura, y en las vacilaciones ortográficas. Es un cambio
profundo, pues cuando cambia un solo elemento, todos los demás se ven afectados y el sistema
entero se reajusta. Algunos ejemplos en español son la Ley de Grimm en las consonantes o el
reajuste del sistema de fricativas en español medieval. Es esos casos se produjeron cambios
encadenados que modificaron sustancialmente las oposiciones fonológicas en el sistema de sonidos.
4.1.2. EL CAMBIO MORFOSINTÁCTICO.
Las lenguas, con el tiempo también varían a nivel gramatical; las mismas relaciones sintácticas
(sujeto, objeto…) se pueden expresar mediante mecanismos diferentes: orden de palabras,
preposiciones o flexión (como las declinaciones latinas).
En el español actual contamos con un sistema de casos del latín reducido: los pronombres personales
átonos (lo, los, la, las, le, les). Los cuatro primeros actúan como CD (Acusativo) y los dos últimos como
CI (Dativo). Esta peculiaridad resulta un punto de debilidad del sistema, pues tendemos a reutilizarlos
para marcar las distinciones de género (verle, verla, verlo), o distinciones de cosas o animales (lo vi,
le vi).
Los cambios analógicos favorecen la regularidad; se modifica una forma para ajustarla al patrón de
otras. En español esto ocurre con ejemplos como las formas verbales irregulares anduve, anduviera,
que tienden a sustituirse por *andé, *andara. La estandarización de la lengua y la generalización de la
escritura frenaron los procesos de regularización, pero no los ha detenido.
En este campo, los cambios están sujetos a los avatares en las vidas de los hablantes. Los contactos
entre pueblos acaban afectando a los repertorios de palabras de cada pueblo. Hay lenguas más
resistentes, y otras más abiertas.
En español, unas tres cuartas partes del léxico común son palabras patrimoniales, gran parte
procedentes del latín, y también de lenguas prerromanas (celtismos como cama, carro o cerveza) y
del griego (baño, cuchara, cuerda); en inglés, un 60% se ha incorporado como préstamos.
La herencia andalusí trajo consigo la entrada de numerosos términos árabes, que singularizan nuestra
lengua frente a otras romances. La colonización de América también tuvo repercusión en la base
léxica del español, debido a la incorporación de términos de origen amerindio (chocolate, papa,
canoa), a través de esclavos de procedencia africana (bongó, samba) y también por el cambio
semántico producido al utilizar significantes conocidos para significados nuevos (albañil en Colombia
y Venezuela es un pájaro; jarabe es un baile mejicano).
En España contamos con diccionarios etimológicos como ‘El Tesoro de la lengua castellana o
española’ (1611, Sebastián de Covarrubias), que fue el primer diccionario monolingüe de una lengua
viva, o vulgar, en el que además del significado de las palabras, se establecía su origen. El gran
etimologista contemporáneo fue Joan Corominas, autor del ‘Diccionario crítico etimológico castellano
e hispánico’.
Los cambios en el campo semántico a veces son difíciles de comprender. A veces palabras que tienen
un mismo origen o comparten raíces pueden tener significados contrarios.
El cambio comienza en un punto “débil” del sistema, en una zona de equilibrio inestable. Al principio
su expansión es lenta, pero si la tendencia continúa, llega un momento en que se acelera y avanza
con cierta rapidez. Por último, vuelve a bajar; es lo que algunos denominan “patrón lento-rápido-
rápido-lento”, o curva de crecimiento en forma de S.
Durante todo ese tiempo de cambio (hasta siglos), la forma antigua y la nueva coexisten. A medida
que la nueva va siendo adoptada, la antigua pierde terreno. Si la nueva forma alcanza a los grupos de
prestigio, el rasgo se introduce en la norma y desplaza definitivamente a la forma antigua.
La variación estilística y social puede ser indicio de un posible cambio (todos los cambios han ido
precedidos por una variación, pero no todos los casos de variación sociolingüística terminan en un
cambio).
Un ejemplo prototípico en español puede ser la perdida de /d/ en las terminaciones -ado. El
fenómeno comenzó posiblemente hace cinco siglos en los participios ([kansáo] por ‘cansado’). A
principios del siglo XX alcanzó su fase de expansión al extenderse a otros contextos e incluso en el
habla culta. Aún así, en lectura o habla cuidada se pronuncia la /d/. Actualmente, la Academia
admite, un debilitamiento “notable” en los participios –ado y en ciertos nombres, aunque
recomienda evitarlo en el habla esmerada y en las terminaciones –ido –ida. El fenómeno continúa su
camino.
Los cambios suelen avanzar, obstaculizados hasta cierto punto por la alfabetización y otros factores
sociales, pero sin detenerlos durante mucho tiempo. Las Academias desempeñan un papel unificador
y garante de la cohesión, ralentizando la desintegración que podría derivarse de una dispersión
geográfica como la de nuestra lengua.
4.3. ¿POR QUÉ CAMBIAN LAS LENGUAS?
Las lenguas cambian por razones que explican la existencia de las lenguas: su estructura interna, su
presencia en la mente de los hablantes y su uso social.
Los dos primeros se incluyen en los factores calificados como internos, por oposición a los factores
externos o sociolingüísticos.
Algunos factores internos destacados son los de tipo fonético: la tendencia del hablante a la
relajación articulatoria; aunque esta se ve frenada un poco por la necesidad de entender claramente
los mensajes y diferenciar correctamente los sonidos.
Otra variable importante es la frecuencia del uso de las palabras: cuánto mayor frecuencia, más
rápidos serán los cambios. Por difusión léxica se va expandiendo.
Entre los factores externos destacan los contactos de lenguas, geográficos (entre sistemas de
vecinos) e históricos (cuando una lengua se sustituye por otra debido a una invasión y la antigua
ejerce influencia sobre la nueva; esto se llama sustrato lingüístico).
Los cambios en las necesidades sociales tienen que ver en el dominio del léxico: el abandono de una
actividad (agricultura, ganadería), provoca la desaparición de toda su terminología propia. La
aparición de nuevas ocupaciones viene acompañada de nuevas palabras propias (formatear, chip,
bit…).
Se han dado varias respuestas a los largo de los años de hacia dónde avanzan las lenguas.
a) “Todo tiempo pasado fue mejor”: la pureza inicial se ha ido perdiendo, y el paso de los siglos ha
supuesto una lenta decadencia lingüística (tendencia dominante en el siglo XIX).
b) “Sólo sobreviven los mejores”: Darwin en el S.XIX, sostenía que las lenguas seguían las leyes de la
evolución y que la selección natural hace que las formas más adaptadas superaren el paso del
tiempo.
c) “El ying y el yang”: nada existe en absoluta quietud, todo es movimiento y equilibrio inestable entre
avance y retroceso, por la acción simultánea de fuerzas contrarias. El equilibrio y la tendencia
simultánea a la ruptura son propiedades indispensables de ese todo que constituye la lengua. Esta es
la posición actual de la mayor parte de los expertos hoy día: no existen lenguas más avanzadas que
otras, ni mejores ni peores que los anteriores en una misma lengua.