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LECCIÓN 2. EL CONCEPTO Y LAS TENDENCIAS ACTUALES DEL DERECHO MERCANTIL.

1. CONCEPTO Y CONTENIDO DEL DERECHO MERCANTIL.


Es necesario aclarar qué es el Derecho mercantil. Para ello, conviene distinguir entre el derecho presente en el
vigente Código de Comercio (1885) y el Derecho Mercantil presente en la realidad del tráfico.

1.1. El derecho mercantil del Código de Comercio de 1885.


El Código de Comercio (1885), aún vigente, sigue un sistema que aspira a ser predominantemente objetivo, es
decir, regula los actos objetivos de comercio. Para comprobarlo basta con leer su ART. 2, en el que se establece
que “los actos de comercio sean o no comerciantes los que los ejecuten, y estén o no especificados en este
Código, se regirán por las disposiciones contenidas en él; en su defecto, por los usos de comercio observados
generalmente en cada plaza, y a falta de ambas reglas, por las del Derecho común”. Ello quiere decir que, para el
legislador español de 1885, el Derecho Mercantil no era un ordenamiento de tráfico profesional realizado por los
comerciantes o empresarios, sino, por el contrario, un ordenamiento de actos objetivos de comercio, a los que
se aplican las prescripciones del CdeC, sean o no comerciantes quienes las llevan a cabo. Podría decirse que, para
el legislador español, el Derecho Mercantil es un ordenamiento destinado a regular los actos objetivos de
comercio.
NOTA: Todo acto, sea o no realizado por un empresario, si está incluido en el CdeC es Derecho Mercantil.
La concepción del legislador manifestada en el ART. 2 CdeC, es altamente criticable y debe postularse su reforma
por varias razones fundamentales:
 Porque al analizar el contenido del CdeC en su globalidad se descubre que éste no responde íntegramente al
sistema objetivo, pues en él se regula también a los comerciantes en el ejercicio de su tráfico.
 El CdeC carece de un verdadero concepto de acto de comercio, que el ART. 2 parece convertir en el centro del
Derecho Mercantil codificado. Así, en algunos casos, un acto jurídico se considera de comercio cuando lo
estipula un comerciante; en otros, cuando, además de ser un comerciante el autor, el acto posee una finalidad
mercantil; en otros, cuando sin ser comerciante el autor, la operación se realiza para vender con lucro una
mercancía, y finalmente, otros actos son mercantiles por razones históricas, como es el caso de la letra de
cambio.
Por todo ello, si no podemos definir el acto de comercio, difícilmente podremos comprender la afirmación de
que el derecho mercantil es el destinado a regularlo.
Por tanto, no se puede aceptar el sistema objetivo seguido por el CdeC, por las razones expuestas al enjuiciar con
carácter general este sistema. Y es que, efectivamente, es criticable el viejo CdeC porque el Derecho Mercantil
moderno es el destinado a regular los actos en masa realizados por los empresarios en la explotación de su
empresa y no los actos de comercio objetivos y aislados realizados ocasionalmente por cualquier persona.

EL DERECHO MERCANTIL PRESENTE EN LA REALIDAD ECONÓMICA


Una observación de la realidad pone de manifiesto la importancia de la profunda transformación que se produjo
en el seno del Derecho Privado a consecuencia del proceso de generalización. Este proceso ha aumentado su
vitalidad causando un lento pero progresivo efecto de generalización del Derecho Mercantil o de comercialización
del Derecho Civil.
Es conocido que este fenómeno ha llevado a una unificación efectiva del Derecho privado en determinados
países, y debería conducir también en el Derecho privado español a la unificación del derecho de obligaciones, la
cual debe concretarse en:
 La desaparición del doble régimen civil y mercantil de la teoría general de las obligaciones y del derecho
concursal.
 La supresión de la doble regulación civil y mercantil de ciertos contratos.
Objetivos que son insistentemente reclamados por la doctrina española.
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Resulta necesario confesar que la atenta observación de la realidad económica a la que se aplica el Derecho
Mercantil demuestra que su contenido se estructura en torno a tres elementos o bloques esenciales:
 EMPRESARIO MERCANTIL. Es el elemento personal especialmente relevante, el cual puede definirse como
persona física o jurídica que en nombre propio y por sí o por medio de otro (a través de otros) ejercita,
organizada y profesionalmente, una actividad económica dirigida a la producción o mediación de bienes o
servicios para el mercado. Como es aquél que se dedica al ejercicio profesional de una actividad, quiere decir
que se requiere una habitualidad en la realización de la actividad, es decir, una reiteración de los actos de
comercio.
La especialidad de este sujeto, frente a los restantes del derecho privado, le viene atribuida por realizar
profesionalmente y de forma organizada una actividad económica. Desde un punto de vista jurídico, se
justifica la especialidad del sujeto y su inclusión en el Derecho Mercantil por el hecho de que el ordenamiento
le atribuye un status especial por razón de la actividad que explota y del método y la forma mediante las
cuales la realiza.

 EMPRESA. Es el segundo elemento de la realidad económica que explica la especialidad y el fundamento del
Derecho Mercantil. Se entiende como la organización de capital y trabajo destinada a la producción o
mediación de bienes o servicios para el mercado. Con lo cual se resalta que es un medio del que el empresario
se sirve instrumentalmente para realizar una determinada actividad económica. Se pone de manifiesto que el
régimen jurídico de la empresa corresponde a varias disciplinas: al derecho laboral, al fiscal, al mercantil y al
civil.

 ACTIVIDAD ECONÓMICA DEL EMPRESARIO realizada por medio de una empresa. Es el tercer criterio o
elemento que justifica la especialidad del derecho mercantil y que delimita su contenido. Tal actividad puede
contemplarse desde una:
 Perspectiva económica. Según ésta, la actividad del empresario se concreta en la actividad de producción o
mediación de bienes y servicios que con la empresa se realizan.
 Perspectiva jurídica. La actividad del empresario es relevante para el Derecho Mercantil porque:
a. Al ser realizada profesionalmente atribuye al sujeto agente un status especial.
b. Para hacerla posible surgen principios e instituciones especiales.
c. La explotación de esta actividad se concreta en la realización de un conjunto de actos y en la
estipulación de negocios jurídicos con quienes se ponen en relación con el empresario, por razón de la
actividad económica explotada por éste.
Para hacer posible la explotación de la actividad económica en masa, realizada por un empresario por medio
de una empresa, y para satisfacer adecuadamente las exigencias que nacen de aquella actividad, surgen, en el
ámbito del Derecho mercantil, las siguientes instituciones:
 El régimen de los auxiliares o colaboradores del empresario, quienes, si en sentido económico forman
parte de la empresa, son elementos personales que auxilian e incluso sustituyen al empresario en su
actividad profesional.
 Los signos distintivos (nombre comercial y las marcas), instituciones mercantiles que surgen para
individualizar al empresario como sujeto que interviene en el tráfico y a las mercancías o servicios cuya
producción y distribución justifica la actividad económica externa de este sujeto.
 El principio de libertad de competencia, cuya formalización se halla presente de forma implícita en la CE.
 Ciertos títulos-valor que, como el cheque o los resguardos de almacenes generales de depósito, no solo
hacen posible la actividad económica de ciertos empresarios, sino que presuponen necesariamente su
presencia en el ejercicio de una empresa.

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 La actividad económica externa del empresario realizada por medio de una empresa, que se concreta
fundamentalmente en la estipulación de contratos con otros empresarios o con su clientela. La mayor parte
de estos contratos son mercantiles y continuarán siéndolo aun cuando se produzca la ansiada unificación
legislativa del Derecho privado de las obligaciones y de los contratos. En la estipulación y en el
cumplimiento de estos contratos, cuando afecten a relaciones con los consumidores, deberá respetarse el
principio de protección a los consumidores que está presente en la CE y en numerosas leyes mercantiles.

1.2. Aproximación al concepto del derecho mercantil.


Una vez examinadas las causas económicas, así como los efectos jurídicos que produce, en el Derecho privado, la
generalización del Derecho Mercantil, y analizado brevemente el contenido de esta disciplina, se trataría de
formular un concepto de la misma que comprenda fielmente la realidad, resalte los elementos que justifican la
especialidad del mismo y, además, explique su mismo fundamento o razón de especialidad.

En realidad, es muy difícil ofrecer un concepto del Derecho Mercantil que resulte coherente y que, al mismo
tiempo, no sea criticado. Sin embargo, se pueden dar las siguientes pautas seguras. Así, parece claro que el
contenido del Derecho Mercantil gira entorno del empresario, de la empresa y de la actividad conjunta de ambos
y que la empresa no sirve por si sola como criterio único de delimitación del ámbito de esta disciplina (porque su
regulación no corresponde en exclusiva al Derecho mercantil), por lo que para dar con un concepto de Derecho
mercantil será necesario partir del empresario y de su actividad.

Por ello, se podría definir el DERECHO MERCANTIL como el ordenamiento privado propio de los empresarios y de
su estatuto, así como de la actividad externa que éstos realizan por medio de una empresa. Es decir, es el derecho
del empresario, de la empresa y de la actividad externa que realiza de producción o mediación de bienes y
servicios a través de esa organización que es la empresa. De donde se desprende que esta disciplina tiende a
contener todo el derecho privado que regula la actividad económica de los empresarios en su tráfico, es decir,
con otros empresarios y con los consumidores que contratan con ellos. Es por ello mismo por lo que los
empresarios y consumidores son los sujetos relevantes para el Derecho Mercantil, por ser los sujetos del tráfico
económico; síntesis conceptual que:
 Reduce la función de la empresa a su verdadero carácter instrumental.
 Acepta de la teoría de los actos en masa y de la teoría de la empresa, lo que ambas poseen de exacta
comprensión de la realidad.
 Afirma que el Derecho Mercantil es un ordenamiento especial de sujetos y de actos o actividades
profesionales, como lo fue en sus orígenes, si bien extiende la aplicación de las instituciones que lo integran a
la regulación y protección de los consumidores, como parte de los actos de los empresarios mercantiles y de
su tráfico.

2. TENDENCIAS EN LA EVOLUCIÓN DEL DERECHO MERCANTIL


Serie de tendencias para la ampliación del derecho mercantil:

2.1. Tutela del consumidor.


Se advierte un creciente protagonismo de la normativa protectora de los consumidores y usuarios. Es decir, se
debe tener muy presente que la evolución de la materia ha comportado la aparición del consumidor, su
importancia y la necesidad de protegerlo. Hasta tal punto de que si, por una parte, se ha asistió a una progresiva
unificación o desaparición de la dicotomía Derecho civil/mercantil en el ámbito de obligaciones y contratos, se
aprecia en las últimas décadas una nueva tendencia que coloca la línea divisoria entre el Derecho privado común,
por una parte (basado en la autonomía de la voluntad) y el Derecho del consumo, por otro (mucho más tuitivo).
Ahora bien, lo anterior no implica que el DERECHO DE CONSUMO pueda fundarse, en sentido estricto, en una
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nueva categoría jurídica dotada de autonomía jurídica, entre otras cosas, por la propia dificultad de aislar al
destinatario de las normas de esta presunta nueva categoría.

Con todo, resulta necesario reconocer la profunda transformación que ha experimentado el Derecho Mercantil
como consecuencia del desarrollo de esta política de protección del consumidor (lo que se traduce en un
incremento muy notable en el número de normas imperativas presente en esta disciplina). Ciertamente, a partir
de la configuración en el ART. 51 CE como principio rector de la política social y económica, puede decirse que
adquiere una gran relevancia la tutela de los mismos en nuestro ordenamiento, que debe equilibrarse con el
principio de libertad de empresa consagrado en el ART. 38 CE.

Posteriormente, se promulgó en desarrollo de la norma constitucional, la LEY 26/1984, de 19 de julio, GENERAL


PARA LA DEFENSA DE LOS CONSUMIDORES Y USUARIOS, que elevó la defensa de los consumidores a principio
general informador del ordenamiento jurídico, y que luego sería seguida por diversas leyes autonómicas en
aquellas CCAA con competencias en materia de defensa de los consumidores.

El contenido de dicha Ley ha sido objeto de refundición, quedando integrado junto con el de otras normas
relativas a los consumidores, que hasta ahora eran objeto de ley especial (responsabilidad civil por los   daños
causados por los productos defectuosos; viajes combinados, y otras leyes que serán objeto de tratamiento).
Todo ello en virtud del REAL DECRETO LEGISLATIVO 1/2007 (principal ley en España que regula la protección de
los consumidores), de 16 de noviembre, por el que se aprueba el TEXTO REFUNDIDO DE LA LEY GENERAL PARA LA
DEFENSA DE LOS CONSUMIDORES Y USUARIOS y otras leyes complementarias.
El RDL 1/2007 modifica ligeramente el concepto de consumidor. Si en la Ley 26/1984 lo era aquella persona física
o jurídica destinatario final de bienes o servicios, en el RDL 1/2007 (tras la reforma por la LEY 3/2014)
consumidores o usuarios son:
 Las personas físicas que actúen con un propósito ajeno a su actividad comercial, empresarial, oficio o
profesión.
 Las personas jurídicas y las entidades sin personalidad jurídica que actúen sin ánimo de lucro en un ámbito
ajeno a una actividad comercial o empresarial (ART. 3).

Al propio tiempo se suministra una definición de EMPRESARIO, señalando que lo es toda persona física o jurídica,
ya sea privada o pública, que actúe directamente o a través de otra persona en su nombre o siguiendo sus
instrucciones, con un propósito relacionado con su actividad comercial, empresarial, oficio o profesión.

Es preciso tener en cuenta que diversos preceptos del citado RDL 1/2007 han sido modificados en profundidad
con ocasión de las reformas introducidas por la LEY 29/2009, de 30 de diciembre, por la que se modifica el
régimen legal de la competencia desleal y de la publicidad para la mejora de la protección de los consumidores y
usuarios; y la LEY 3/2014, de 27 de marzo.
Pero, sin duda, toda la evolución y desarrollo experimentados en el terreno de la defensa de los consumidores en
España tiene mucho que ver con la actuación de los órganos comunitarios, que ha sido particularmente destacada
en esta materia, siendo muchas las directivas que se han dictado buscando promover los intereses de los
consumidores y garantizarles un alto nivel de protección.
Así, entre otras muchas:
 DIRECTIVA 85/577/CEE, del Consejo, de 20 de diciembre de 1985, referente a la protección de los
consumidores en el caso de contratos negociados fuera de los establecimientos mercantiles.
 DIRECTIVA 90/314/CEE, de 13 de junio de 1990, relativa a los viajes combinados, las vacaciones y los
circuitos combinados.
 DIRECTIVA 93/13/CEE, del Consejo, de 5 de abril de 1993, sobre las cláusulas abusivas en los contratos
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celebrados con consumidores.
 DIRECTIVA 94/47/CE, del PE y del Consejo, de 26 de octubre de 1994, relativa a la protección de los
adquirentes en lo relativo a determinados aspectos de los contratos de adquisición de un derecho de
utilización de inmuebles en régimen de tiempo compartido.
 DIRECTIVA 97/7/CE, del Parlamento y del Consejo, de 20 de mayo de 1997, relativa a la protección de los
consumidores en materia de contratos a distancia.
 DIRECTIVA 1999/44/CE, del Parlamento y del Consejo, de 25 de mayo de 1999, sobre determinados
aspectos de la venta y las garantías de los bienes de consumo.
 DIRECTIVA 2005/29/CE, del PE y del Consejo, de 11 de mayo de 2005, relativa a las prácticas comerciales
desleales de las empresas en sus relaciones con los consumidores en el mercado interior.

1.2. Intervención administrativa y desregulación. (IMPORTANTE)


Se puso de relieve que se ha asistido a un incremento en la intervención de la Administración en muchos sectores
de la contratación (lo que se traduce en una cierta confluencia de normas públicas y privadas en el Derecho
Mercantil).
No obstante, y siendo cierto, es necesario matizar, en el sentido de que junto al incremento de la normativa
ordenadora se aprecia en la actualidad un claro fenómeno de desregulación y liberalización de la actividad
económica, como mecanismos que ponen de relieve la inhibición o retraimiento de la acción directa del Estado en
la economía, comportando el abandono por el Estado de su condición de agente económico en ciertos sectores
antes reservados para sí en exclusiva (monopolios) y, por tanto, la apertura a la acción de los particulares.

La desregulación significa pasar de un sector que se encontraba sometido al derecho público
(administrativo) al derecho privado, que conlleva una liberalización del sector (es decir, se somete al
derecho de defensa de la competencia) y normalmente va acompañada de una privatización.

A estas medidas, tendentes a incrementar la competencia en el mercado, no es ajeno el impulso de la UE. Es


decir, al pasar España a ser un Estado miembro de la UE, vuelve a imperar la filosofía liberal (que es la misma que
rige en dicha organización), lo que conlleva la DESREGULACIÓN.
En este sentido, cabe destacar la promulgación de la DIRECTIVA 2006/123/CE del Parlamento Europeo y del
Consejo, de 12 de diciembre de 2006, relativa a los servicios en el mercado interior, que impone a los Estados
miembros la obligación de eliminar todas las trabas jurídicas y barreras administrativas injustificadas a la libertad
de establecimiento y de prestación de servicios que se contemplan en los ARTS. 49 y 56 TFUE. Esta directiva ha
conllevado la promulgación de la LEY 17/2009, de 23 de noviembre, SOBRE EL LIBRE ACCESO A LAS ACTIVIDADES
DE SERVICIOS Y SU EJERCICIO, que a su vez ha provocado la reforma de diversas leyes estatales con la antedicha
finalidad de eliminar las trabas y barreras administrativas injustificadas a la libertad de establecimiento y de
prestación de servicios.
Se observa también un claro proceso de privatización, como fenómeno tendente a disociar la empresa pública del
Estado, contribuyendo así a la transparencia de costes e incrementando tanto la presión de los gastos como el
estímulo de tales empresas hacia economías más eficientes.

1.3. Unificación del derecho mercantil internacional. (IMPORTANTE)


En el plano del DMI se asiste desde hace tiempo a una unificación, especialmente evidente en el plano del
Derecho de los contratos. Unificación que se produce por varias vías. De una parte, puede hablarse de una
unificación por vía convencional. Por citar algunos convenios que sí han entrado en vigor:
 El Convenio de Viena de 11 de abril de 1980, sobre contratos de compraventa internacional de
mercaderías, aprobado bajo los auspicios de la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho del
comercio internacional (UNCITRAL).
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 El Convenio de Ginebra de 19 de mayo de 1956, sobre contrato de transporte internacional de mercancías
por carretera (CMR), aprobado en el marco de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para
Europa.

Pero, sobre todo, los logros más notables se han conseguido a través de la UNIFICACIÓN EFECTIVA, es decir, al
margen de cualquier convenio internacional.
Han sido los operadores económicos quienes han ido instituyendo una serie de condiciones generales, contratos-
tipo y usos codificados que, desconectados de los ordenamientos nacionales, tenderán a regir las relaciones
contractuales internacionales, siendo objeto de aceptación generalizada, creando así una nueva lex mercatoria.
Ésta viene a fundarse en Derecho de producción autónoma, que reunirá unas características análogas a las del
Derecho mercantil medieval. Básicamente será un Derecho universal, autónomo, tanto en el plano de las fuentes
de producción, como en el de la jurisdicción: la función que en su día cumplían los Tribunales consulares hoy será
llevada a cabo por las Cortes o Cámaras arbitrales de carácter privado.

Las fuentes de este Derecho autónomo vendrán constituidas por:


 Las formas estandarizadas de la contratación internacional (condiciones generales y contratos-tipo).
 Los usos formulados de la práctica internacional [EJEMPLO: INCOTERMS (normas para la interpretación
de ciertos términos comerciales, cuya última versión data de 2010); o las Reglas y usos uniformes sobre
créditos documentarios, elaborados por la Cámara de Comercio Internacional].
 Dentro de esta misma lex mercatoria han de incluirse también aquellos intentos por sistematizar
principios o reglas comunes en materia de contratación internacional. Buscan:
o Servir como modelo a una futura codificación del Derecho contractual
o A corto plazo, que las partes del contrato se basen en ellos a la hora de redactar el contrato o
con vistas a resolver los eventuales conflictos que puedan surgir (en la medida en que ello sea
posible. Así, por ejemplo, cuando hayan escogido como fórmula de resolución de disputas el
arbitraje de equidad, o la aplicación de los principios generalmente aplicables o la lex
mercatoria o expresiones similares). Merecen destacarse:
a) Principios para los contratos del comercio internacional, principios jurídicamente no
vinculantes aprobados en mayo de 1994 en el seno del Instituto Internacional para la
Unificación del Derecho Privado (UNIDROIT), con sede en Roma, y reformados por última
vez en 2010.
b) Principios de Derecho contractual Europeo (PECL en su acrónimo en lengua mercado
interior (así, en Resoluciones de 26 de mayo de 1989, 6 de mayo de 1994, 15 de noviembre
de 2001 y 23 de marzo y 7 de septiembre de 2006).
Estos principios suponen un compromiso entre las soluciones del Common Law y del Derecho continental y
buscan servir de modelo a una hipotética unificación europea en materia de obligaciones y contratos,
pronunciándose en forma de articulado en cuestiones básicas en materia de contratación.
Sin duda ha de destacarse, en este sentido, la Comunicación de la Comisión al Consejo y al PE, de 11 de julio de
2001, sobre Derecho contractual europeo.
La misma ha de considerarse fundamental, por lo que supone de planteamiento abierto de un debate acerca de la
conveniencia o necesidad de emprender una acción comunitaria de mayor alcance en el plano del Derecho
contractual y, en su caso, cuáles han de ser los medios idóneos para llevarla a cabo (que, reconoce, no
necesariamente ha de ser por vía de directiva).

Con posterioridad, la propia Comisión volvió a pronunciarse en su importante Comunicación al PE y al Consejo,


de enero de 2003, sobre un Derecho Contractual europeo más coherente (DOCE de 15 de marzo de 2003),
proponiendo un Plan de Acción en este terreno, que debiera llevar a aumentar la coherencia del acervo
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comunitario en el ámbito del Derecho contractual, así como a la elaboración de cláusulas contractuales generales
a nivel uniforme, aunque sin optar claramente, de momento, por la elaboración de un Código civil o texto
equivalente. La iniciativa desembocó, de manera más reciente, en el Libro Verde de la Comisión sobre opciones
para avanzar hacia un Derecho contractual europeo para consumidores y empresas e, incluso, en la elaboración
de una Propuesta de Reglamento del PE y del Consejo relativo a una normativa común de compraventa europea,
que prevé la creación de una regulación común de la compraventa europea.

A pesar de optar por el Reglamento como forma jurídica para articular el proyecto, directamente aplicable en
todos los Estados miembros, no contempla ni la derogación ni la modificación de las normativas contractuales
nacionales vigentes, sino la creación de un segundo régimen de Derecho contractual para las transacciones
transfronterizas que, sin embargo, sólo se aplicaría previo acuerdo entre las partes contratantes (ART. 3 de la
Propuesta).

3. LAS MATERIAS QUE COMPRENDE EL DERECHO MERCANTIL Y LAS COMPETENCIAS DE LOS JUECES DE LO
MERCANTIL. (IMPORTANTE)
Ha sido tradicional la discusión en torno a la conveniencia de adscribir el conocimiento de los asuntos mercantiles
a unos tribunales especiales. No obstante, pese a la especialidad del Derecho mercantil (respecto del Derecho
privado común o civil), dicho conocimiento ha estado encomendado a los Tribunales ordinarios, sin que hayan
existido juzgados especiales, por razón de la materia, en el sector del Derecho mercantil.
Así, el mismo juez de primera instancia que debía conocer, por ejemplo, de un arrendamiento de vivienda, al día
siguiente se podía encontrar resolviendo una complicada cuestión de Derecho societario.

La situación ha tratado de cambiarse con ocasión de la Reforma concursal del 2003. Aprovechando la
promulgación de la LEY CONCURSAL, el legislador decidió profundizar en el criterio de la especialización, creando
los JUZGADOS DE LO MERCANTIL, mediante la LO 8/2003, de 9 de julio, PARA LA REFORMA CONCURSAL, por la
que se modifica la LOPJ (en concreto el ART. 86 ter 2). En principio, estos juzgados radicarían en toda capital de
provincia, implantándose un sistema de especialización semejante en segunda instancia, mediante la creación de
una o varias secciones de las Audiencias Provinciales, para que asumieran en exclusiva el conocimiento de los
asuntos propios de esta Jurisdicción mercantil.

La competencia de los Juzgados de lo Mercantil no se limita a los asuntos concursales (uno de los campos donde
más se constataba la inadecuación de la jurisdicción ordinaria), sino que se amplía al conocimiento de diversas
cuestiones que nada tienen que ver con el tema concursal. No obstante, tampoco se llega al extremo de adscribir
a estos juzgados el conocimiento de todos los asuntos que pueden incardinarse dentro del Derecho mercantil. De
hecho, la propia Ley señala que no es intención de la misma que se produzca una absoluta equiparación entre la
disciplina mercantil y la competencia de estos nuevos tribunales.

De acuerdo con el ART. 86 ter LOPJ (introducido por la referida LO 8/2003), los Juzgados de lo Mercantil
conocerán, con carácter exclusivo y excluyente, y al margen de sus amplias competencias en materia concursal,
de las cuestiones que se susciten en el orden jurisdiccional civil respecto de las siguientes materias:
 Las demandas en las que se ejerciten acciones relativas a competencia desleal, propiedad industrial,
propiedad intelectual y publicidad, así como todas aquellas cuestiones que dentro de este orden
jurisdiccional civil se promuevan al amparo de la normativa reguladora de las sociedades mercantiles y
cooperativas.
 Las pretensiones que se promuevan al amparo de la normativa en materia de transportes, nacional o
internacional.
 Pretensiones relativas a la aplicación del Derecho Marítimo.
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 Las acciones relativas a condiciones generales de la contratación en los casos previstos en la legislación sobre
esta materia.
 Los recursos contra las resoluciones de la Dirección General de los Registros y del Notariado en materia de
recurso contra la calificación del Registrador Mercantil, con arreglo a lo dispuesto en la Ley Hipotecaria.
 Los procedimientos de aplicación de los ARTS. 101 y 102 TFUE, así como los procedimientos de aplicación de
los artículos que determine la Ley de Defensa de la Competencia (es decir, las acciones en el marco de la
aplicación privada del Derecho de la competencia).

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