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Resumen DERECHO COMERCIAL

Unidad 1

DERECHO COMERCIAL
Resumen DERECHO COMERCIAL

1) Concepto de comercio y del derecho comercial


Comercio: la palabra “comercio” proviene de la ciencia económica, se conoce como
comercio a la intermediación entre la oferta y la demanda de mercadería que se
realiza con la finalidad de obtener un beneficio.
La actividad comercial es una consecuencia del principio de a división del trabajo en
virtud del cual ciertas personas, los comerciantes, se especializan en la función de
acercamiento entre el ofertante (productor, exportador, importador o mayorista) y el
minorista o hasta incluso el consumidor, con una finalidad de lucro. El Derecho es el
conjunto de normas que regula la actividad humana. Como ésta asume gran variedad
de manifestaciones existe una variedad consecuente de normas jurídicas. Por
razones de sistematización el Derecho se ordena en diversas ramas, en función de
las actividades que pretende regular. El Derecho Comercial es una de estas ramas
del Derecho.
1.1) Concepto económico de comercio vs concepto jurídico
El concepto de comercio proviene de la ciencia económica, lo que hace el legislador
es tomarlo y regularlo, pero en ocasiones y dependiendo de cada legislación en
particular se pueden apreciar actos que económicamente no serían de comercio, pero
que la ley deliberadamente los trata como tales para atender otras cuestiones de
política legislativa.
1.1.1) Concepto económico
Se lo define como la intermediación entre la producción y el consumo de mercadería
con la finalidad de obtener un lucro.
Intermediación: supone que la mercadería entra al patrimonio del intermediador y
vuelve a salir, sea en el mismo estado, o después de darle una forma de mayor o
menor valor.
Mediación: llevada a cabo por ejemplo, por el corredor o el rematador.
1.1.2) Concepto jurídico de comercio
Es todo lo que el legislador califica como comercio.
La calificación que realiza el legislador, no siempre coincide con el concepto
económico de comercio, muchos actos considerados comercio por la ley, no son
comercio desde el punto de vista económico. El caso más claro es el caso de la
empresa de fábrica, se encuentra situada en el polo productivo y según vimos la
producción no es comercio desde el punto de vista económico, sin embargo el
legislador quiso que el fenómeno de la fábrica fuera regulado por el Derecho
Comercial y por ello lo colocó en la nomina de actos que a su criterio deben regirse
por esta normativa especial. En conclusión, los conceptos económicos y jurídico de
comercio no siempre coinciden, el concepto jurídico de comercio es más amplio que
el económico porque comprende más negocios que éste.
El concepto económico comprende sólo los negocios en donde existe intermediación;
el concepto jurídico en cambio comprende no solo fenómenos que responden a la
intermediación, como la compra-venta, sino también otros que no obedecen a éste
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fenómeno como la empresa de fábrica, los seguros, los títulos valores y el transporte.
Estos últimos negocios fueron incluidos entre los actos calificados como comerciales
por razones históricas, por conveniencia o por estar íntimamente relacionados con la
actividad comercial.
El comercio no es una creación legislativa. El legislador reconoce un hecho
económico al que considera como comercio y sanciona la norma que debe regirlo. No
obstante, existen algunos actos que se reputan comerciales porque así lo dispone la
Ley, a pesar de que, de acuerdo con su naturaleza económica, no lo sean.
El comercio, desde el punto de vista jurídico, no coincide con su concepto económico.
La diferencia entre el concepto económico y el jurídico, se explica por razones
históricas y de política legislativa. En términos generales, se observa que el Derecho
comercial ha ido ampliando progresivamente su ámbito de aplicación. Por otra parte,
el concepto jurídico de comercio varía según el país de que se trate. Por lo tanto,
desde el punto de vista jurídico, para determinar qué es lo que constituye materia
comercial, en última instancia, debemos corroborar qué es lo que la Ley considera
como comercial. La Ley hace esto de dos maneras: enuncia lo que reputa comercial
en el art. 7 del Código de Comercio y califica como mercantiles a ciertos contratos y a
algunos otros negocios jurídicos en otras normas, especialmente en el libro II del
Código de Comercio.
2) Evolución histórica, situación actual y tendencias del derecho comercial
moderno
En etapas rudimentarias de la civilización, en épocas primitivas, existió lo que se
llama “economía individual”, en que cada familia o individuo se bastaba a sí misma.
Luego cuando los hombres se organizaron en colectividades mayores, tuvo lugar un
fenómeno económico. Ciertas colectividades produjeron con exceso ciertos bienes,
mientras carecían de otros, que eran producidos por otras colectividades, nació
entonces el trueque. Hasta aquí existe intercambio, pero no intermediación. El mero
intercambio de productos no requiere de monedas, ni del crédito, ni de ninguno de los
negocios jurídicos que, en cambio, si se desarrollan en torno de la intermediación. En
esta etapa todavía no existe comercio.
Evolución histórica
Existen un conjunto de teorías tradicionales, modernas y actuales.
2.1.1) Doctrinas tradicionales
1. Derecho Comercial como derecho del comercio: considera que el Derecho
Comercial es el derecho del comercio en su concepto económico, esto es la
actividad de intermediación entre producción y consumo. Desechamos esta
tesis porque en nuestro Derecho Positivo la actividad calificada como
comercial comprende la actividad comercial desde el punto de vista económico
pero también comprende otros tipos de actividades vinculadas a la producción
industrial y a los servicios que exceden el concepto económico de comercio.
2. Derecho Comercial como derecho de los comerciantes: el derecho comercial
nace como un derecho subjetivo porque no regula la actividad comercial sino la
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actividad del comerciante, esto es en la Edad Media. El siglo XVI empieza a


desarrollarse el derecho del comercio, en el siglo XVIII es la época de la
codificación, el derecho paso de ser subjetivo a objetivo.
3. Derecho Comercial como derecho de los Actos de Comercio: en el siglo XX el
Derecho comercial ya no regula al comerciante, sino a la actividad mercantil, al
comercio. Cambia la forma de producir, aparecen grandes sociedades de
capital (revolución industrial). Surge un derecho que tiene más en cuenta a los
actos de comercio que al sujeto que los realiza. Según la cual la ley comercial
enuncia como comerciantes a ciertos actos que reúnen determinados
caracteres. La figura del comerciante resulta del ejercicio de tales actos.
2.1.2) Doctrinas modernas
1. Derecho Comercial como derecho de los actos realizados en masa: también
existen en la actualidad tendencias que desplazan el centro del derecho
comercial a las empresas y algunos lo consideran como el Derecho de las
empresas, vemos aquí una cierta regresión a la concepción subjetivista del
Derecho Comercial. Esto va acompañado por una actividad de producir en
serie o en masa que trae como consecuencia contratos en serie. Ellos tienen
como características: están pre-redactados, contrato de adhesión, es
necesario proteger al particular que va a contratar con dichas empresas.
2. Derecho Comercial como derecho de la empresa: es el que regula a las
empresas. En esta concepción el acto aislado no interesa, lo que tiene
relevancia es la organización empresarial. El acto aislado no tiene por sí
mismo importancia como para justificar un Derecho especial, solo tiene
relevancia la organización de la empresa con la cual se ejerce el comercio.
3. Derecho Comercial como derecho de los negocios: el derecho comercial se ha
hecho para los negocios. Dicen que la actividad económica de los hombres
puede adoptar dos formas bien caracterizadas: ya el hombre extrae del suelo
los productos que necesita para satisfacer sus necesidades; ya el hombre
trabaja esos productos originales, transformándolos materialmente o
transportándolos para ponerlos a disposición de los consumidores.
2.1.3) Doctrinas actuales
Derecho Comercial: rama del Derecho Privado que se ocupa de regular la materia
comercial. La cual esta compuesta por varios elementos:
Actos y contratos comerciales: el Derecho Comercial únicamente regula el comercio
en su acepción jurídica, aquellas actividades que la ley califica como comerciales y
que fundamentalmente se encuentran enumeraos en el art 7 del Código de Comercio
(Actos de Comercio). Dentro de los Actos Jurídicos se encuentra la sub-categoría
denominada contratos, son una especie dentro el género Actos. Algunos contratos
comerciales se encuentran comprendidos en la enumeración del art 7 como por
ejemplo la compra-venta, los contratos bancarios y el contrato de sociedad comercial.
Otros se encuentran establecidos en diferentes artículos del Código de Comercio,
como el contrato de seguro y el de transporte, también en leyes especiales (leasing).
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Sujetos comerciantes y sus auxiliares: la actividad comercial es desarrollada por


determinados sujetos llamados comerciantes que pueden actuar en forma individual
(persona física) o asumir la forma de una sociedad comercial (persona jurídica).
Además de estos, también participan en la actividad comercial otros sujetos como los
factores, dependientes, corredores, rematadores y barraqueros.
Objeto: bienes y derechos mercantiles. Los bienes pueden ser: corporales (como
buques y aeronaves), incorporales (derechos que proviene del registro de las marcas
y las patentes de invención) y complejos (establecimiento comercial).
Procesos concursales: quiebra, liquidaciones judiciales, concordatos, moratorias.
Mercado: no todos los autores están de acuerdo en que el mercado y el marketing
sean parte del contenido del Derecho Comercial. Mercado en sentido amplio: lugar
físico donde los bienes y las mercaderías cambian de titular. Mercado en sentido
estricto: conjunto de dispositivos mediante los cuales entran en contacto los
compradores y vendedores de un bien para comercializarlo.
2.2) Características del Derecho Comercial
1. De carácter privado.
2. Se actualiza constantemente.
3. Tendencia a la internacionalización.
4. No se puede considerar un derecho de privilegio porque las normas sobre
sociedades comerciales pueden ser adoptadas por cualquier empresa.
5. Es autónomo: implica que no es de excepción. Se aplica a un determinando
conjunto de actos y negocios jurídicos. No es un derecho subordinado.
6. Lo influye todo aquello que es regulable por la economía, lo influye el derecho
tributario, el régimen aduanero y monetario, así como también lo influye el
sistema bancario nacional.
2.3) Situación del Derecho Comercial Uruguayo
El Derecho Comercial uruguayo, por un lado excede la actividad económica de la
empresa y por otro lado no regula aspectos fundamentales de ésta.
Decimos que excede la actividad de la empresa puesto que también regula la
actividad del comerciante no empresario y hasta actos de comercio realizado
por civiles.
Decimos que no regula aspectos fundamentales de la empresa, puesto que los
aspectos tributarios, de previsión social y laboral no se incluyen en su órbita.
3) Fuentes del Derecho Comercial. El Código de Comercio y principales
leyes, decretos y reglamentos. El Derecho Comercial vigente
El Código Comercial carece de una norma expresa que establezca cuáles son las
fuentes del Derecho Mercantil. En cambio, el Código Civil la contiene en el artículo 9.
Esta norma es aplicable a nuestra materia, ya que se entiende que los artículos 1 a
20 del referido cuerpo de leyes, son preceptos de carácter general aplicables a todas
las leyes civiles o comerciales. Por lo tanto, aplicando el artículo 9 del Código Civil
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podemos decir que el Derecho Comercial posee las siguientes fuentes directas e
indirectas:
3.1) Fuentes del derecho comercial
3.1.1) Fuentes directas
En nuestro país, la única fuente de Derecho es la Ley. La costumbre sólo lo es
cuando la LEY se remite a ella.
Constitución Nacional: la constitución por un lado consagra principios que interesan el
Derecho Comercial y por otro lado, establece un marco normativo a las diversas
posibilidades de que el Estado intervenga en las actividades económicas.
Principios generales del Derecho comercial:
Principio de libertad individual: libertad de comercio e industria (art 36), libertad
de circulación (art 37) y libertad de asociación (art 39)
Derecho de propiedad (art 32)
Tutela contra la usura (art 52)
Marco constitucional para la actuación estatal:
Comercio exterior (art 50)
Servicios públicos (art 51)
Dominio industrial y comercial del Estado (arts. 185 a 201)
Defensa del medio ambiente (art 47)
Principio de integración económica y social de los Estados Latinoamericanos
(art 6)
Ley mercantil: por ley mercantil entendemos no sólo el Código Comercial sino
también aquellas leyes complementarias que recaen sobre una materia mercantil.
Decretos y normas administrativas: al lado de la Ley, existen otras fuentes de normas:
los decretos y las resoluciones dictadas por el Poder Ejecutivo. Son actos de carácter
administrativo, por los cuales se reglamenta la aplicación de las leyes. Desde luego
que son múltiples los decretos que recaen sobre la materia comercial. Por otro lado,
nos encontramos también con normas emanadas de otros organismos públicos que
también tienen obligatoriedad (ejemplo, Banco Central, Auditoria Interna de la Nación,
etc.).
3.1.2) Fuentes indirectas: costumbre y equidad
Costumbre: la costumbre puede cumplir la función de integración de los contratos. Un
ejemplo, se encuentra en el art 379 Código Comercial que dispone: “Todo
comisionista tiene derecho a exigir del comitente una comisión por su trabajo, la cual
no habiendo sido expresamente pactada será determinada por el uso comercial del
lugar donde se hubiese ejecutado la comisión”.
La costumbre sirve para la interpretación de los contratos. Cuando interpreta un
contrato, no es fuente de Derecho, porque sólo sirve para explicar los términos de un
contrato o la voluntad de las partes. Sirve para esclarecer los convenios celebrados.
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Equidad: la equidad surge como fuente formal del Derecho de los artículos 25, 199 y
477 del Código General del Proceso. El artículo 25 establece que la equidad es
fuente de Derecho cuando la Ley lo establezca o cuando las partes así lo acuerden,
tratándose de derechos disponibles. Ello se reitera en el artículo 199. Tratándose de
arbitraje, la norma se invierte. Si no se estableciere otra cosa en el compromiso, los
árbitros fallarán el caso por equidad (art 477).
4) La especialidad o autonomía del derecho comercial y la unidad del
derecho privado
4.1) Autonomía
Autonomía: para determinar si es un derecho autónomo se deben analizar los
distintos tipos de autonomía:
Autonomía didáctica: conjunto de normas que son motivo de una enseñanza
separada
Autonomía legislativa: cuando sus normas integran un conjunto orgánico con
independencia formal (Código).
Autonomía científica o jurídica: una rama del Derecho tiene autonomía
científica cuando es autosuficiente para integrar sus vacios legales gracias a
principios jurídicos que le son propios y exclusivos y que precisamente lo
diferencian de otras ramas del Derecho que no lo poseen.
A favor de la autonomía: es autónomo porque tiene principios propios que le sirven
para integrar sus normas sin necesidad de utilizar los principios generales del
Derecho establecidos en el Derecho Civil. Los principios aludidos son:
La necesidad de refuerzo del crédito
La necesidad de rapidez de las operaciones de comercio
El principio de conservación del negocio societario
En contra de la autonomía: contesta a la primera posición que los dos principios
aludidos no son tales, sino características del Derecho Comercial. El tercer principio
no es más que aplicación del principio general de Derecho que alude a la
conservación de los negocios; la sociedad es un contrato por lo tanto no tiene
autonomía científica pues carece de principios propios y exclusivos. Para integrar los
vacios en las normas del Derecho Comercial, hay que utilizar el orden establecido en
el art 16 del Código Civil, leyes análogas, principios generales del Derecho y
doctrinas más recibidas.
4.2) Especial o excepcional
Derecho excepcional: Derecho que presupone la existencia de normas de mayor
alcance y jerarquía a las cuales se les introducen derogaciones o modificaciones en
aspectos parciales. Es excepcional porque en los aspectos modificados contradice al
Derecho común. Para que integrar este derecho habrá que recurrir a las normas del
Derecho Civil pues lo excepcional es la interpretación estricta.
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Derecho especial: Derecho que regula una materia propia. No contradice al Derecho
común, sólo aparta categorías y las somete a un régimen específico. Para integrar
este derecho habría que recurrir a las leyes análogas comerciales, principios propios
del Derecho Comercial y a las doctrinas más recibidas.
Posiciones: especial, excepcional, tesis intermedia
Algunos sostienen que es un derecho especial pues no es una rama
jerárquicamente inferior al Derecho Civil.
Otros sostienen que es excepcional puesto que el Derecho Comercial necesita
del Civil para la integración de sus vacios.
Tesis intermedia: establece que el Derecho Comercial es especial y
excepcional a la vez. Hay materias del Derecho Comercial que solo se regulan
en ese Derecho (ej. Títulos valores) y otras materias que están reguladas en el
Derecho Comercial y Civil (compraventa).
Es excepcional en las materias reguladas por el Derecho Civil y, con modificaciones,
también en el Derecho Comercial. Respecto a estos aspectos las lagunas del
Derecho Comercial se integran acudiendo al Derecho Civil, pues es la principal fuente
integradora.
Es especial en las materias que sólo están reguladas en el Derecho Comercial. Las
lagunas en este aspecto se integran con las normas análogas comerciales pues no
existe norma análoga civil a la cual recurrir. Si no se tiene éxito, entonces habrá que
recurrir a los principios generales del Derecho Civil y a las doctrinas más recibidas.
5) El Derecho Comercial en el MERCOSUR
Las normas sustanciales de derecho comercial son las mismas para los países
miembros del MERCOSUR porque nuestra principal fuente es el derecho Romano.
Hay diferencias en cuanto a las costumbres locales de cada país, hay que ir limitando
estas pequeñas diferencias.
Uruguay y Paraguay son los países que están más atrasados en materia comercial.
Algunas de las cosas que debemos arreglar con los países del MERCOSUR son:
legalidad concursal, legalidad de sociedades, la parte de los contratos, etc.
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Unidad 2

MATERIA COMERCIAL
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1) Los Actos de Comercio


El legislador no definió el Acto de Comercio, se limitó a realizar una enumeración de
las actividades que consideró necesario regular por el Derecho Comercial. La doctrina
ha proporcionado muchas definiciones de acto de comercio, pero lo cierto es que la
enumeración legal de los actos de comercio no se corresponde estrictamente con
ninguno de los conceptos doctrinarios. Son muchos los autores que han renunciado a
la posibilidad de dar un concepto único de acto de comercio, Bolaffio escribe “el acto
de comercio típico no existe, es un acto de comercio aquel que el legislador a querido
como tal”.
Los actos de comercio están enunciados en el art 7 del Código de Comercio, algunos
de ellos responden al concepto económico de comercio pero otros no. Responde al
concepto económico la compra de bienes muebles para revender. Este negocio es
comercial en la ciencia de la economía y en el Derecho; pero, en los restantes
incisos, se califica como comerciales a otros actos, aun cuando no responden al
concepto económico de comercio. Así es que se considera comercial no sólo la
intermediación entre la producción y el consumo sino, también, la intermediación en la
circulación del dinero que realizan los bancos y demás entidades de intermediación
financiera, la intermediación en los riesgos que realizan las empresas aseguradoras,
la fabricación, el transporte, etc.
La determinación de cuales son actos de comercio es importante por lo siguiente:
1. Delimita el ámbito de aplicación del Código de Comercio: importa saber si un
determinado acto reviste naturaleza civil o comercial, para poder establecer si
se le aplicara el Código Civil o el Código de Comercio y la demás legislación
comercial. El acto que la Ley califica como comercial, será siempre comercial y
regido por la Ley Comercial, sea quien fuere quien lo realiza. Un civil puede
realizar actos comerciales y estará sujeto, entonces, a la Legislación
Comercial, sin haberse convertido en comerciante (art 6 Código de Comercio).
2. Proporciona la definición de comerciante: en función de la determinación del
acto de comercio, se llega a la definición del comerciante. En efecto, es
comerciante quien realiza habitualmente actos de comercio, haciendo de ello
su profesión habitual.
3. Determinación de la naturaleza comercial de las sociedades: la caracterización
de una sociedad como comercial se hace, en principio, en función de su objeto
aunque, también, la Ley de Sociedades comercializa a las sociedades
cualquiera sea su objeto cuando adoptan un tipo de los previstos.
4. Jurisdicción: en algunos países, las cuestiones comerciales se dilucidan ante
tribunales especiales o jueces de comercio. En nuestro país, a partir del
Código de Organización de los Tribunales se suprimió la judicatura comercial.
Los mismos jueces entienden en contiendas civiles y comerciales.
1.1) Enumeración y análisis de los actos de comercio
A continuación se desarrollará la enumeración realizada por el art. 7 del Código de
Comercio y el análisis de los Actos de Comercio allí incluidos.
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1.1.1) Enumeración
Artículo 7 Código de Comercio: “La ley reputa actos de comercio en general:
1. Toda compra de una cosa para revenderla o alquilar el uso de ella, bien sea en
el mismo estado que se compró, o después de darle otra forma de mayor o
menor valor (artículo 515 y 516).
2. Toda operación de cambio, banco, corretaje o remate.
3. Toda negociación sobre letras de cambio o de plaza, o cualquier otro género
de papel endosable.
4. Las empresas de fábricas, comisiones, depósitos o transportes de mercaderías
por agua o por tierra.
5. Las sociedades anónimas, sea cual fuera su objeto.
6. Los fletamentos, seguros, compra o venta de buques, aparejos, provisiones, y
todo lo relativo al comercio marítimo.
7. Las operaciones de los factores, tenedores de libros y otros empleados de los
comerciantes, en cuanto concierne al comercio del negociante de quien
dependen.
8. Las convenciones sobre salarios de dependientes y otros empleados de los
comerciantes.”
1.1.2) Análisis art. 7 Código de Comercio
1. “Toda compra de una cosa para revenderla o alquilar el uso de ella, bien
sea en el mismo estado que se compró, o después de darle otra forma de
mayor o menor valor”
La adquisición a titulo oneroso con la finalidad de reventa o alquiler de su uso,
constituye uno de los actos típicos de intermediación en la circulación de bienes,
siendo calificado este acto de comercio como natural. La Ley exige que se trate de
una cosa o derecho de naturaleza mueble; los inmuebles están expresamente
excluidos como objetos de actos mercantiles según los arts. 515 y 516. Hace
referencia al estado de la cosa adquirida como posiblemente diversa en el momento
de su enajenación, se está previendo la industrialización de los bienes adquiridos.
2. “Toda operación de cambio, banco, corretaje o remate”.
La operación de cambio consiste en la compra-venta de moneda extranjera, los que
realizan dichas operaciones obtienen sus ganancias por la diferencia existente entre
los valores de la moneda entregada y recibida. Esta operación será comercial si la
persona que la realiza, lo hace en forma habitual y repetida, haciendo de ella su
profesión. Nos encontramos ante una operación bancaria cuando en la intermediación
del crédito interviene un Banco. El corretaje es el acercamiento entre la oferta y la
demanda cuya finalidad es la realización de un contrato entre las partes interesadas.
El remate es la venta pública al mejor postor de bienes de todo tipo.
3. “Toda negociación sobre las letras de cambio o de plaza o cualquier otro
género de papel endosable”.
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Para las operaciones mercantiles es muy importante que se ayude a la utilización y


circulación de papeles de comercio. En este caso el legislador determina la existencia
de un acto de comercio allí donde naturalmente no se está realizando ninguna
actividad de intermediación, tratándose por tanto de acto de comercio legal.
4. “Las empresas de fábricas, comisiones, depósitos o transportes de
mercaderías por agua o por tierra”.
Por empresas de fábrica se entiende aquellas que se dedican a la elaboración de
productos que se realiza con la transformación de las materias primas. El depósito es
acto de comercio cuando es ejercido como actividad profesional y en forma de
empresa. El transporte puede ser de mercader o de personas y debe ser realizado
por empresas.
Cabe destacar que el listado de actividades de empresa que son acá consideradas
como actos de comercio se ha ampliado considerablemente por medio de recursos
analógicos, especialmente interpretando la expresión “empresa de fábrica”, así como
en el caso del transporte por aire.
5. “Las Sociedades Anónimas sea cual fuera su objeto”.
Las Sociedades Anónimas serán siempre comerciales, no importando su objeto.
Están reguladas en la Ley 16060.
6. Los fletamentos, seguros, compra venta de buques, aparejos,
provisiones, y todo lo relativo al comercio marítimo”.
El criterio para la determinación en este caso de la comercialidad de estas actividades
viene impuesto por la especialidad del medio respecto del cual se realizan las
operaciones que se enuncian: la navegación marítima tradicionalmente medio de
transporte del comercio. El fletamento es el transporte que se realiza por mar, que
será siempre comercial no importando la causa por la cual se celebre. Igualmente es
el tratamiento merecido por los restantes contratos mencionados que en algunos
casos, como el del seguro, otras normas aún ajenas a este Código de Comercio
califican como comercial.
7. “Las operaciones de los factores, tenedores de libros y otros empleados
de los comerciantes, en cuanto conciernen al comercio del negociante de
quien dependen”.
Los actos de lo factores, tenedores de libros empleados de los comerciantes serán no
actos de comercio según la calificación legal del acto mismo y no solo por ser
realizado por esos auxiliares del comerciante.
8. “Las convenciones sobre salarios de dependientes y otros empleados de
los comerciantes”.
La calidad de acto de comercio de las obligaciones del comerciante y sus empleados
corresponde a un resabio de la antigua organización del trabajo que hoy ha sido
totalmente superada. Estas relaciones se rigen actualmente por el derecho laboral, si
bien quedan algunas normas vigentes tales como la reglamentación del mandato
institorio y las obligaciones y derechos del personal de la navegación, tal como ésta
previsto en el Código de Comercio.
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1.2) Clasificación
1.2.1) Actos de comercio naturales
En esta categoría podemos encontrar a todos los actos de comercio que responden al
concepto económico de comercio, es decir, que responden al fenómeno de la
intermediación entre la oferta y la demanda o entre la producción y el consumo.
Existe intermediación cuando el sujeto (intermediario) se ubica en el medio de la
oferta y la demanda de bienes y servicios, participando directamente en el negocio,
esto es, adquiriendo para sí los objetos, no para destinarlos a su consumo sino para
aplicarlos a un nuevo negocio jurídico: su reventa.
Es importante distinguir la figura del intermediario de la del mediador. Existe
mediación cuando el sujeto (mediador) se ubica n medio de la oferta y demanda de
bines y servicios, pero sin participar directamente en el negocio. La función del
mediador consiste en acercar a las partes de manera de que éstas celebren entre sí
el negocio.
En esta categoría la definición económica y jurídica de comercio coinciden. Los actos
que responden a esta categoría son:
Compra-venta comercial. Hay intermediación en las mercaderías, pues se
compra para revender o alquilar su uso.
Algunas operaciones de banco, como el préstamo bancario el banco es
intermediario en el crédito, presta al solicitante dinero que sus clientes le han
prestado a él.
Operaciones de cambio de moneda. La casa de cambio intermedia entre los
oferentes y demandantes de moneda.
1.2.2) Actos de comercio legales
En esta categoría incluimos a todos aquellos actos que, aunque no suponen
intermediación, son considerados por el legislador como comerciales por su
vinculación con el comercio. Dentro de esta categoría encontramos:
Actos que suponen mediación: acto de corretaje y el acto de remate. El
corretaje es la mediación entre la oferta y la demanda de bienes y servicios,
tiende a provocar el acercamiento entre las partes para facilitar la conclusión
de contratos directamente entre ellas, quien desarrolla esa actividad es el
corredor. El rematador también realiza medición pues es el nexo entre los
oferentes y demandantes de bienes en las subastas públicas a cambio de una
comisión.
La negociación de títulos valores: donde se incluyen las letras de cambio, los
vales y los cheques.
Las empresas de fábrica, comisión, depósito o transporte: el fletamento, los
seguros, la compra-venta de buques, aparejos y provisiones, son negocios que
pertenecen al comercio marítimo.
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Operaciones de factores y tenedores de libros en cuanto conciernen al negocio


de su principal. La expresión legal no es correcta porque los factores y los
tenedores de libros actúan siempre en representación del dueño del
establecimiento. Por lo tanto, no pueden haber atribuciones a estos, no todos
esto actos serán comerciales, sólo lo serán aquellos concernientes al negocio
del principal para quien trabajan.
1.2.3) Actos de comercio por conexión
Son actos de comercio por conexión aquellos cuya naturaleza no es intrínsecamente
mercantil. Ordinariamente son civiles, pero cuando se vinculan con un acto mercantil
o con el ejercicio del comercio quedan sometidos al Derecho Comercial. Puede
hacerse una distinción:
Conexión objetiva: ciertos negocios son comerciales cuando tiene
vinculaciones con otro acto comercial, se trata de comercialidad derivada.
Ejemplo, el mandato, la prenda, la fianza, la hipoteca.
Conexión subjetiva: ciertos negocios son comerciales sólo cuando en su
concertación interviene un comerciante o dos. Son: el préstamo, depósito
(aunque en ellos también se requiere una conexión objetiva).
1.2.4) Actos mixtos
Son aquellos que tiene carácter comercial para una sola de las partes que en ellos
intervienen, revisten carácter comercial para uno de los dos sujetos que lo realizan y
civil para el otro. Ejemplo: entre un comerciante y un civil (un comerciante vende una
mercadería a un civil que la compra para su consumo) o entre un civil y un
comerciante (el labrador vende sus cosechas al comerciante).
Debemos realizar una precisión, ya que en primer lugar, corresponde recordar que, al
menos en nuestro Derecho, la posibilidad de que el acto sea comercial para uno de
los contratantes y civil para el otro, se da sólo en el caso de la compraventa. En
consecuencia, las operaciones de cambio y banco, las letras de cambio y el contrato
de seguro, son siempre comerciales para todos los que intervienen o participan en
ellas, pues para estos casos la comercialidad no depende de los sujetos que
intervienen sino del acto que se realiza. Se han creado varias posiciones con
respecto a que derecho se aplica en estas situaciones. Nuestro Código de Comercio
no regula este tema, hay diferentes posiciones:
Aplicación de ambos derechos: consideran que a la parte desde cuyo punto de
vista la relación es civil, se le debe aplicar el Derecho Civil y a la parte desde
cuyo punto de vista la relación es comercial, se le debe aplicar el Derecho
Comercial. Entonces, de un único contrato nacerán obligaciones comerciales
para quien es ese acto es comercial y obligaciones civiles para quien en este
acto es civil. Para los casos en que es imposible aplicar ese criterio (por
oposición de normas), sostienen que se debe aplicar la ley del deudor. Si para
el deudor el contrato es civil, se aplica el Derecho Civil.
Aplicación de la ley correspondiente al demandado: consideran que al acto
mixto se le deberá aplicar el Derecho Comercial o el Civil, según sea su
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naturaleza según el punto de vista del demandado. Si es demandada la


persona para quien el acto es civil, el juicio debe regirse por el Derecho Civil, si
es demandada la persona para quien el acto es comercial, el juicio debe
regirse por el Derecho Comercial.
Aplicación del Derecho Civil: ya que sostienen que la legislación comercial es
excepcional con respecto al Derecho Civil. El acto mixto debe ser regido en su
totalidad por el Derecho Civil pues lo contrario será dar preferencia a lo
excepcional sobre lo común y el comerciante tendrá un privilegio sobre los no
comerciantes que son la gran mayoría de los miembros de la sociedad.
Aplicación del Derecho Comercial: argumentan que, habiendo creado el
legislador una normativa especial para la actividad comercial, bastará que un
acto tuviese carácter comercial, aunque fuera para una de las partes, para que
todos los que en él intervengan deban someterse a la Ley mercantil. Si un civil
se introduce en una negociación que es mercantil para la otra parte, acepta el
imperio de la Ley Comercial.
Inexistencia de los actos mixtos: esta posición es muy distinta a las anteriores,
pues parte de la premisa de que no existen los actos mixtos ya que se trata de
un mismo acto indivisible, por lo tanto, en estos casos debe resolverse si el
acto es comercial o civil para saber la legislación aplicable.
1.3) Caracteres de la enumeración del artículo 7
Teniendo a la vista el artículo 7 del Código de Comercio pueden apreciarse los
caracteres que tiene la enumeración allí realizada.
1.3.1) Heterogénea u homogénea
Para algunos autores la enumeración que realiza el legislador es heterogénea.
Significa que contiene actos de diferente naturaleza sin una conexión lógica entre sí.
Explica que a todos se les llama actos pero alguno de sus contenidos son más que
actos, por ejemplo, las Sociedades Anónimas son mucho más que un acto, son un
contrato, y además son personas jurídicas. Otros autores sostienen que por el
contrario, esta enumeración es homogénea. Todos los incisos señalados por el
legislador, son siempre actos y dentro de esta categoría están los contratos.
1.3.2) De orden público
La determinación de los actos de comercio no queda librada a la voluntad de los
particulares. Estos no pueden atribuir naturaleza civil a un acto calificado como
comercial, ni calificar como comercial a un acto no incluido en la nómina.
1.3.3) Declaratoria de comercialidad
El legislador hace una declaración de comercialidad, declara cuales actos son
considerados comerciales a su criterio. Los actos no se presumen comerciales, por el
contrario se declaran comerciales, esto significa que no hay presunciones
configuradas de los atributos para que un acto sea considerado comercial, no puede
alegarse que no lo sea.
1.3.4) Predominantemente objetiva
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La comercialidad de cada acto depende de su calificación legal y no se la calidad de


comerciante de a persona que lo realiza. En nuestro Derecho no hay actos de
comercio subjetivos, esto es, actos que sean comerciales por la sola razón de que
quienes los realiza sean comerciantes. Sin embargo, hay determinados actos que son
comerciales en función del sujeto que los realiza, el ejemplo más claro es el de las
operaciones de banco. Por ello decimos, que la enumeración es “predominantemente
objetiva” porque en primera instancia considera únicamente al acto de comercio sin
perjuicio de considerar, en determinados actos la participación de determinado sujeto.
1.3.5) No es exhaustiva
No es exhaustiva porque los actos de comercio no se agotan en el artículo 7. Otros
actos como la fianza, la prenda y la hipoteca comercial se encuentran regulados en
otros artículos del mismo Código.
1.3.6) Taxativa o enunciativa
Enunciativa es una enumeración cuando se ha hecho a vía de ejemplo. En este caso,
se pueden incluir otros casos similares utilizando un método interpretativo
denominado analogía. Taxativa es cuando debe interpretarse estrictamente sin
inclusión de otros casos que los enumerados, porque de ello depende la aplicación de
un Derecho especial.
Tesis restrictiva: la enumeración es taxativa, por ello no es posible agregar
otros actos a la lista por más similares que sean.
Tesis amplia: para esta posición la enumeración es enunciativa, se
fundamentan en el acápite del art 7 que dice “se reputa Actos de Comercio en
general…” Entienden que ello favorece al comercio que está en permanente
evolución y que por medio de esta teoría puede adaptarse a normas legales
vigentes.
Tesis intermedia: consideran que no es posible agregar a la lista otros casos,
sin embargo advierten que si hay un criterio lógico en cada inciso del art 7. En
efecto, cada inciso del art encierra una categoría. Dentro de esta categoría
puede utilizarse la analogía para incluirse los casos no previstos
expresamente. Siguiendo este criterio puede ampliarse el art 7 en su inciso
cuatro y entender que las empresas de transporte por aire son también
comerciales.
1.4) Las relaciones jurídico-comerciales
El artículo 1 del Código de Comercio define al comerciante como aquel que tiene
capacidad legal para contratar, es decir son aquellas personas mayores de edad que
no sean incapaces, dementes o sordomudos que no se puedan hacer entender.
La materia comercial habla de una actividad caracterizada por una persona que
realiza actividades comerciales, actos de comercio. A toda persona capaz que realiza
actos de comercio por cuenta propia se le aplica el Derecho Comercial.
El Derecho Comercial uruguayo es un derecho objetivo porque trata de demostrar
que lo importante es el acto de comercio, más que el comerciante. Los comerciantes
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están definidos en función de una actividad, son ciudadanos que tienen las mismas
obligaciones civiles que las otras pero tienen otro tipo de obligaciones, las
comerciales (por ejemplo: llevar los libros de comercio).
1.5) Concepciones actuales de la materia comercial
Hay concepciones actuales que recurren a conceptos económicos. Hay teorías que
recurren a conceptos jurídicos. Los actores del derecho en principio se basan en
criterios económicos.
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Unidad 3

COMERCIANTE INDIVIDUAL Y SUS OBLIGACIONES


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1) Los sujetos de las relaciones jurídico-comerciales


Si bien entre los sujetos de las relaciones jurídicas comerciales se destacan los
comerciantes y los auxiliares de comercio, también, pueden ser sujetos de la
actividad mercantil las personas jurídicas (sean ellas comerciantes o no) y hasta los
civiles. Lo particular de los comerciantes y auxiliares, consiste en que el Código de
Comercio y las leyes mercantiles, establecen para ellos respectivos estatutos que se
caracterizan por su complejidad y severidad. Estos estatutos están compuestos por
un conjunto de derechos, obligaciones, cargas y prohibiciones, que regulan los
diversos aspectos de la profesión.
Por lo tanto, en las relaciones jurídico-comerciales podemos encontrar:
a) Comerciante y auxiliares de comercio
b) Personas jurídicas comerciales
c) Sujetos no comerciales (personas físicas y jurídicas) que participan de
negocios jurídicos mercantiles pero sin llegar a convertirse en comerciantes. El
art 6 del Código de Comercio establece “Los que verifican accidentalmente
algún acto de comercio no son considerados comerciantes. Sin embargo,
quedan sujetos, en cuanto a las controversias que ocurran sobre dichas
operaciones, a las leyes y jurisdicción del comercio”.
2) Concepto de comerciante. El comerciante individual y social
El art. 1 del Código de Comercio dispone: “La Ley reputa comerciante a todos los
individuos que, teniendo capacidad legal para contratar, se han inscripto en la
matricula de comerciantes y ejercen de cuenta propia actos de comercio, haciendo de
ello su profesión habitual”.
La primera observación que podemos formular, ante el texto del art. 1 del Código de
Comercio, es que en la definición se hace referencia a los individuos y no se
menciona a las personas jurídicas que, también, pueden desarrollar una actividad
mercantil. De acuerdo a esa redacción, las personas jurídicas no podrían ser
comerciantes porque no son individuos. No obstante la omisión, tanto los
comerciantes individuales como las sociedades comerciales, están sujetos al mismo
estatuto profesional. Unos y otros tienen las mismas obligaciones, las mismas cargas,
el mismo régimen jurídico, en virtud de que la LSC considera comerciales a todas las
sociedades en ella reguladas. El comercio puede ser ejercido por un individuo o
persona física pero, también, puede serlo por un grupo de individuos, asociados en
una organización especial, a la que se denomina sociedad comercial y que es
persona jurídica por la LSC.
Entonces podemos identificar tres elementos:
Capacidad para contratar
Inscripción en la matricula de comerciantes
Ejercicio de actos de comercio de cuenta propia y haciendo de ello su
profesión habitual
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Como veremos más adelante, existe la duda sobre si la Ley 16871 que reorganizó el
sistema registral público elimina la matricula de comerciante, la mayoría de la doctrina
entiende que esto no es así y que la ficha registral de la Ley 16871 reemplaza a la
matricula del comerciante establecida en el Código de Comercio, es decir, cambia la
mecánica registral pero no su esencia.
2.1) ¿Cómo se pierde la calidad de comerciante?
Así como se adquiere la calidad de comerciante por la presentación conjunta de los
elementos vistos anteriormente, cuando alguno de ellos desaparece, también,
desaparece esa calidad.
Si el comerciante deviene incapaz, cesa de ser comerciante.
Si el comerciante es declarado en liquidación, debe cesar su actividad de
comerciante, pues la Ley establece la “incapacidad” de los fallidos para el
ejercicio del comercio.
Si el comerciante deja de realizar actos de comercio en forma profesional,
termina su carácter de comerciante. En este caso, será cuestión de hecho
determinar cuándo dejo de serlo puesto que, en general, la actividad se deja
en forma gradual.
2.2) Comerciante individual vs comerciante colectivo
Comerciante individual: persona física que se dedica al ejercicio de comercio. Se
debe distinguir al comerciante individual de la actividad profesional y del empresario
civil (actividad no comercial). Por medio de la actividad profesional van a actuar en el
área de servicios y requiere la previa expedición de un título que lo habilite para su
ejercicio.
Comerciante colectivo: sociedades comerciales.
2.3) Comerciante al por mayor vs comerciante al por menor
Comerciante al por mayor: la venta es indirecta a otro comerciante en grandes
cantidades.
Comerciante al por menor: la venta se va a hacer en forma diaria, al consumidor
directo y en pequeñas cantidades.
La diferencia entre ambos es como se ejerce el comercio. En cuanto a la manera de
llevar los libros, los primeros en su libro diario anotaran todas las operaciones a
medida que se van realizando, mientras que los otros harán un asiento diario del total
de las ventas realizadas ese día. En las cobranzas, en el caso de los comerciantes al
por menor, sus dependientes encargados de ellas podrán cobrar en sumas de dinero
en todos los casos en nombre de su principal, sin embargo los de al por mayor
podrán cobrar únicamente las efectuadas al contado y que se realicen dentro del
establecimiento, si es fuera o por ventas a plazos los recibos tendrán que ser
necesariamente firmados por el principal p apoderado para hacer la cobranza.
2.4) Personas jurídicas comerciantes
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Las personas jurídicas comerciantes por antonomasia son las sociedades


comerciales. El art. 4 establece la comercialidad formal de las sociedades que
adopten alguno de los tipos previstos por la Ley de Sociedades Comerciales n°
16.060 de 1989 (LSC), cualquiera sea su objeto.
No son comerciantes las sociedades civiles ni las asociaciones.
Las asociaciones, por definición, persiguen una finalidad extraeconómica, por lo cual
no pueden dedicarse al comercio.
Las sociedades civiles, en realidad, ni siquiera son personas jurídicas. Sólo un tipo de
sociedad civil es persona jurídica, las de propiedad horizontal pero, en razón de la
especificidad de su objeto, tampoco son comerciantes (Leyes 14.804 y 15.460). Por
otra parte, las sociedades civiles tienen, por definición, un objeto que puede ser
económico pero nunca comercial.
Las fundaciones reconocidas por el Ministerio de Educación y Cultura, son personas
jurídicas pero carecen, por disposición legal, del propósito de lucro (Ley 17.163).
La doctrina, por lo general, ha entendido que el Estado puede realizar actos de
comercio pero, no haciendo de ellos su profesión habitual, no sería comerciante ni se
le aplicaría el estatuto propio de éste.
En cuanto a las sociedades de economía mixta se debe distinguir según su origen
(art. 188 Constitución). Si tienen su origen en la participación del Estado en
sociedades comerciales constituidas con capitales privados, entendemos que son
comerciantes. En definitiva, una vez que el Estado participa en el capital, por ejemplo,
de una sociedad anónima, en tanto accionista queda sujeto al estatuto que establece
la LSC. La finalidad de la sociedad será la distribución de utilidades y el Estado tendrá
parte en ellas.
Si la empresa mixta se origina por la admisión de capitales privados en la constitución
o ampliación del patrimonio de entes autónomos o servicios descentralizados, la
situación es dudosa. Corresponde analizar la Ley que establezca las condiciones de
la coparticipación del capital privado en la empresa estatal, para aventurar una
respuesta sobre si se trata o no de un comerciante. En principio, no obstante, cabría
pronunciarse por la negativa, puesto que, tratándose de un ente estatal, debería
quedar sometido al estatuto de Derecho público que le establecen la Constitución y
las normas de Derecho administrativo.
No deben confundirse las empresas estatales con las entidades de Derecho privado
que explotan ciertos servicios públicos, en razón de concesiones del Estado. Las
entidades privadas, al realizar la explotación de una concesión, ejercen la actividad
mercantil, haciendo de ello su profesión habitual. Por lo tanto, los titulares de estas
empresas concesionarias son comerciantes. Corresponde agregar que las relaciones
de las entidades privadas concesionarias, con el poder otorgante de la concesión, se
rigen por el Derecho administrativo, pero la constitución de esas entidades, su
funcionamiento y sus relaciones con los particulares, se rigen por el Derecho privado.
La Constitución contiene algunas normas sobre concesión de servicios públicos. La
concesión puede ser otorgada tanto por el Estado como por los gobiernos
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departamentales (art. 51). A nivel departamental, la concesión la realiza el órgano


legislativo comunal, a propuesta del intendente (art. 273, n. 8). Asimismo, la
homologación de las tarifas la efectúa la junta, a propuesta del intendente. A nivel
nacional, el órgano asesor del Estado para la fijación de tarifas públicas es la Oficina
de Planeamiento y Presupuesto (Decreto 96/985).
La Ley 16.211 de 1991, reestructuró el régimen de los servicios públicos, permitiendo
al Poder Ejecutivo la concesión u otorgamiento de permisos para la ejecución de
servicios públicos nacionales a su cargo. En caso de que la prestación esté a cargo
de un ente autónomo o servicio descentralizado, el directorio o director general podrá
otorgar la concesión, con aprobación del Poder Ejecutivo.
3) Requisitos legales para serlo: incapacidades y prohibiciones
3.1) Capacidad
En la definición legal se exige como condición para adquirir la calidad de comerciante,
que el individuo tenga capacidad legal para contratar. La exigencia es lógica, pues el
comercio origina relaciones jurídicas, el comerciante celebra contratos y contrae
obligaciones, de ahí la necesidad de que este dotado de capacidad.
El Código de Comercio, en el artículo 1, al definir al comerciante, establece la
exigencia de que el individuo tenga capacidad legal para contratar, por otro lado, el
artículo 8 dispone algo más: Es hábil para ejercer el comercio toda persona que,
según las leyes comunes, tiene la libre administración de sus bienes”.
Entonces, en el análisis de la capacidad para ser comerciante tenemos dos
elementos: “capacidad legal para contratar” y “libre administración de bienes”.
En cuanto a la “capacidad legal para contratar”, el artículo 191 del Código de
Comercio establece que se aplican normas del Código Civil. Por lo tanto,
debemos remitirnos en principio a las disposiciones contenidas en el Código
Civil, sin perjuicio de analizar, luego, si existen modificaciones o restricciones
en el Código de Comercio.
En cuanto a la “libre administración de bienes”, no tenemos más que la
remisión contenida en el propio artículo 8 del Código de Comercio, a las “leyes
comunes”, con la cual se hace referencia, nuevamente, al Derecho Civil.
En consecuencia, para ser comerciante se requiere la capacidad legal para contratar
y tener libre administración de bienes, de acuerdo al régimen del Código Civil. El
Código Civil, el principio consiste en que tiene capacidad toda aquella persona que la
Ley no declara incapaz (art 1278). Por lo tanto, debemos analizar quienes son
considerados incapaces por el Código Civil.
3.2) Incapacidad
3.2.1) Incapacidad Absoluta
Son incapaces absolutos los impúberes, los dementes y los sordomudos que no
pueden darse a entender por escrito ni mediante lengua de señas (Ley 17535 del
2002). Sus actos no producen ni siquiera obligaciones naturales y no admiten caución
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(art 1279 Código Civil). Son menores impúberes, los varones menores de entre 14 y
17 años y las mujeres menores de entre 12 y 17 años (art 91 Código Civil).
Los actos y contratos realizados por personas absolutamente incapaces son
absolutamente nulos (art 1560, inc. 2 Código Civil). La nulidad absoluta puede ser
declarada por el juez, de oficio, a pedido del Ministerio Público o a pedido de parte
interesada. No se subsana ni por ratificación de las partes ni por el transcurso del
tiempo menos a 30 años (art 1561 del Código Civil).
3.2.2) Incapacidad Relativa
El CC establece que son incapaces relativos los menores adultos que se hallen bajo
patria potestad o que no han obtenido habilitación de edad y los comerciantes fallidos
(art. 1.280 CC). Los actos y contratos realizados por estas personas relativamente
incapaces son relativamente nulos (art. 1.560, inc. 3, CC). La nulidad requiere
declaración judicial a instancia de parte. Es subsanable por el transcurso del tiempo o
la ratificación de las partes (art. 1.562). El plazo para pedir la anulación durará cuatro
años, contándose desde el día en que haya terminado la incapacidad (art. 1.568).
a) Menores adultos bajo patria potestad
Puede ser que los menores púberes no se hallen bajo la patria potestad porque ésta
se acabó o porque los padres la perdieron. La patria potestad se acaba por la muerte
de los padres, por la mayor edad de o los hijos y por el matrimonio de los hijos (art.
280 CC). En virtud de la modificación del art- 280 del CC dispuesta por la Ley 16.179,
la mayoría de edad se adquiere a los 18 años. La patria potestad puede perderse de
pleno derecho en los casos previstos por el art. 284 del CC y a instancia de parte en
los casos previstos en el art. 285 del mismo código. Cuando se acaba la patria
potestad y el hijo es menor, queda sujeto a tutela (art. 313), salvo que la patria
potestad se haya acabado por matrimonio.
b) Menores adultos habilitados
En el caso de contraer matrimonio, el menor adulto no se encuentra bajo patria
potestad ni bajo tutela. Deja de ser incapaz relativo pero no adquiere capacidad plena
sino con restricciones. En efecto, el artículo 283 del CC establece que el matrimonio
de menores de 18 años produce el efecto de adquirir el poder de ejercer todos los
actos de la vida civil, excepto los que el CC prohíbe a los menores habilitados de
edad. De manera que el efecto del matrimonio del menor de 18 años se circunscribe
al ámbito civil.
Será capaz pero con limitaciones, esto es, no tiene la libre administración de sus
bienes. En consecuencia, no cumple con la exigencia del art. 8 del Código de
Comercio - en cuanto a tener la libre administración de sus bienes - y no puede ser
comerciante.
En el Código de Comercio, el art. 9, partiendo de la base de que la capacidad para
administrar se adquiría recién a los 21 años, se establecía un régimen en que se
admitía, como excepción, que una persona con 18 años pudiera ejercer el comercio,
cumpliendo determinadas condiciones. De ningún modo y en ningún caso, se admitía
que una persona menor de 18 años pudiera ejercer el comercio, ni aun cuando
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hubiere quedado emancipado por matrimonio. La exigencia para ser comerciante era
tener, como mínimo, 18 años.
En resumen, debe entenderse que, en el sistema de nuestro Código de Comercio, el
menor de 18 años, en ningún caso, puede ser comerciante. La habilitación civil,
producida por el matrimonio, tiene efecto solamente en el ámbito civil. En el régimen
del Código de Comercio es capaz para ejercer el comercio, quien tiene la libre
administración de sus bienes de acuerdo del Derecho común y en éste, el menor
púber que contrae matrimonio tiene capacidad para ejercer actos en la esfera civil
pero con restricciones; con lo cual no estaría habilitado para ejercer el comercio
según dispone el art. 8.
c) Comerciante fallido
En la Ley Concursal Ley 18.387de 2008 (LC), se sustituye la figura del "comerciante
fallido" por la del "deudor concursado". No se trata de un mero cambio nominal.
En el régimen del Código de Comercio, la declaración de quiebra implicaba la
clausura de sus actividades. Nos permitimos recordar el fundamento de este conjunto
de normas: impedir que el fallido dispusiera de sus bienes en perjuicio de los
acreedores y asegurar el valor de los bienes concursados sustrayéndolos de su
administración. El art. 263 de la Ley 18.387 declara que la norma contenida en el inc.
1 del art. 1.280 del CC, no se aplica al deudor concursado. Por lo tanto, los deudores
concursados no son incapaces relativos. Cuando se declara el concurso no se
dispone el desapoderamiento y la ocupación de los bienes del concursado ni su
incapacidad.
El art. 44 de la Ley 18.387 establece que la declaración del concurso, no implica el
cese o clausura de la actividad del deudor, salvo que el Juez disponga lo contrario.
d) Análisis artículo 30 del Código de Comercio
El art. 30 del Código de Comercio habla de incapacidad notoria y no notoria, dice así:
“Son nulos para todos los contrayentes los contratos mercantiles celebrados por
personas notoriamente incapaces para comerciar. Si la capacidad no fuese notoria el
contrayente que la oculta queda obligado, pero no adquiere derecho para compeler al
otro al cumplimiento de las obligaciones que éste contrajere.
Sin embargo, la nulidad de la obligación comercial del menor no comerciante es
meramente personal; y no se extiende, por consiguiente, a los demás coobligados”
Entonces, la pregunta que surge de inmediato es: ¿Cómo juega este artículo con los
conceptos de incapacidad absoluta y relativa vistos anteriormente?
Mezzera Álvarez sostiene que el artículo 30 quedó parcialmente derogado por el
régimen del Código Civil visto anteriormente. Mezzera entiende que actualmente este
artículo se refiere a los actos de quienes tiene prohibición de comerciar (como el
fallido, el corredor y el juez) y no a los actos celebrados por incapaces.
La posición de la cátedra es que el artículo 30 es complementario del régimen visto
anteriormente y debe interpretarse del siguiente modo:
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Si además de absoluta, la incapacidad es notoria, ninguno de los contrayentes


queda obligado. Si la incapacidad absoluta no es notoria, quien la ocultó queda
igualmente obligado, a pesar de la nulidad que afecta el acto (art 30 Código de
Comercio).
Si además de relativa, la incapacidad es notoria, ninguno de los contrayentes
queda obligado. Si la incapacidad relativa no es notoria, quien la ocultó queda
igualmente obligado, a pesar de la nulidad que afecta al acto (art 30 Código de
Comercio).
3.2) Prohibiciones
El Código prevé, aparte de la incapacidad otras circunstancias que impiden el
ejercicio del comercio, donde se protege el interés general. En el Capítulo II del
Código de Comercio, se establecen dos clases de prohibiciones: por incompatibilidad
de estado y por incapacidad legal. Estas no son las únicas prohibiciones para
comerciar. Existen otras contendidas en el Código Comercial y en otras leyes.
Según el art. 8 del Código de Comercio, lo hecho contra las leyes prohibitivas es nulo.
Consecuentemente, los actos realizados por quien tiene prohibido ejercer el comercio
son nulos. Esta nulidad es absoluta e invocable por quien contrató con el prohibido,
pero no por este último.
3.2.1) Prohibición por incompatibilidad de estado
El art. 27 establece la prohibición de ejercer el comercio por incompatibilidad de
estado a dos categorías de personas: por un lado, las corporaciones eclesiásticas y
clérigos, y, por otro lado, los magistrados civiles y jueces.
El art. 28 establece que esta prohibición no comprende la facultad de dar dinero a
interés (con tal que no hagan del ejercicio de esa facultad su profesión habitual), ni
tampoco la de ser accionistas desde que no tomen parte en la gerencia administrativa
de la compañía.
Analizaremos ambas categorías, así como el alcance de la prohibición.
a) Corporaciones eclesiásticas
Las corporaciones eclesiásticas son entidades religiosas. La norma se refiere a las
instituciones creadas por un Superior Eclesiástico para fines religiosos.
b) Clérigos (mientras vistan el traje clerical)
Los clérigos, según el Derecho Canónico, son ministros ordenados para el culto de
Dios y la santificación de los hombres. La prohibición legal del inc. 2, coincide con la
legislación canónica, que es terminante en tal sentido. La Ley establece que les está
prohibido el ejercicio del comercio mientras vistan traje clerical. Esto quiere decir,
mientras conserven sus investiduras de clérigos.
El fundamento de estas prohibiciones es múltiple. En primer término, las prohibiciones
legales contenidas en los incs. 1 y 2, responden a motivos tradicionales. Se entiende
que es incompatible el ejercicio del comercio con las funciones eclesiásticas.
Debe suponerse un desprecio absoluto de las organizaciones religiosas y de sus
componentes por todo lo que signifique provecho material. Además, las graves
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consecuencias que puede aparejar el ejercicio del comercio, como la quiebra, no


hace aconsejable su ejercicio por las corporaciones religiosas o por los clérigos. Una
quiebra de un clérigo o de una organización eclesiástica, provocaría grandes
perturbaciones en los círculos religiosos, causando daños morales. Existen,
finalmente, motivos éticos que llevaron a implantar la prohibición: evitar que la
corporación o el clérigo se valga de su investidura para obtener provechos indebidos
en el ejercicio de una actividad comercial.
c) Los magistrados civiles y jueces en el territorio donde ejercen su
autoridad y jurisdicción con título permanente
También, pesa una prohibición por incompatibilidad de estado sobre los magistrados
civiles y jueces en el territorio donde ejercen su autoridad y jurisdicción con título
permanente. El fundamento de la prohibición legal del inc. 3 es, también, múltiple. En
primer lugar, el ejercicio de determinados cargos o funciones supone una gravitación
sobre terceros que hace desaconsejable el ejercicio simultáneo del comercio.
Además, los titulares de esos cargos, pueden hacer uso de sus atribuciones, que le
fueron conferidas en atención al interés público, en su propio provecho, valiéndose
indebidamente de las influencias que ejercen. Finalmente, se corre el riesgo de que,
insensiblemente, si se quiere, los intereses comerciales predominen y se desatiendan
las funciones públicas. En resumen, con esta prohibición la Ley tutela un interés o
utilidad pública; si no fuera así, la prohibición sería atentatoria de la libertad del
trabajo y de la industria, asentada en nuestra Constitución (art. 36).
3.2.2) Prohibición por incompatibilidad legal
Tiene prohibido comerciar (art. 29 Código de Comercio):
Los que se hayan en estado de interdicción (personas procesadas con
penas de penitenciaria)
En nuestra opinión, el condenado a pena de penitenciaría no es un incapaz sino que,
en algún caso, podrá estar afectado con la pena accesoria de inhabilitación para
ejercer el comercio.
Los quebrados que no hayan obtenido rehabilitación
El art. 29 incluye en la prohibición a los quebrados que no hayan obtenido
rehabilitación. La norma quedó derogada por la Ley concursal.
El Código Civil (CC) y el Código de Comercio calificaban al quebrado como incapaz
pero, a pesar de esa calificación, la doctrina entendía que no lo era. La situación del
fallido era muy especial. Cuando se iniciaban los procedimientos de quiebra, el juez
ordenaba, entre otras cosas, el desapoderamiento de los bienes del fallido (art. 1.583,
inc. 2) y, como consecuencia de ello, el fallido quedaba separado de sus bienes y por
lo tanto, impedido de administrarlos (art. 1.597). En la LCRE, el concursado tiene
restricciones o limitaciones pero no es incapaz. La LCRE no prevé un régimen
especial para la rehabilitación. Cuando se configuran causales para la conclusión del
proceso concursal, se produce, ipso iure, su rehabilitación, recuperando su plena
capacidad.
3.2.3) Prohibiciones establecidas respecto de auxiliares de comercio
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a) Corredor
El art. 106 del Código de Comercio establece “Es prohibida los corredores: 1º Toda
especie de negociación y trafico directo ni indirecto, en nombre propio ni bajo el
ajeno…”. Fundamento de la prohibición: el corredor podría utilizar en provecho propio,
conocimiento de los negocios de sus clientes. Las funciones del corredor se basan en
la confianza que merece; si se le permitiera comerciar, existiría peligro de deslealtad.
El corredor ejerce una profesión comercial limitada al corretaje.
b) Factor
El art. 142 del Código de Comercio establece: “Ningún factor podrá negociar por
cuenta propia, ni tomar interés bajo nombre propio ni ajeno en negociaciones del
mismo género de las que le están encomendada, a no ser que sea con expresa
autorización de su principal. Si lo hicieran, las utilidades serán de cuenta del principal,
sin que esté obligado a las pérdidas”. Fundamento de la prohibición: el factor sería un
cometido peligroso, pues podría explotar los secretos del comercio de su principal, en
provecho propio. Existiría peligro de deslealtad.
c) Socios y administradores de sociedades comerciales
Los arts. 85, 209 y 389 de la ley 16060, contienen normas prohibitivas. El art. 209
prohíbe a los socios realizar actos de competencia con la sociedad salvo
consentimiento de los demás. Se trata de una norma para sociedades colectivas pero
que se aplica también a otros tipos sociales, salvo a los accionistas de las sociedades
anónimas y de las sociedades en comandita por acciones.
Fundamento de este texto: lealtad que se deben los socios. Un socio podría burlarla,
realizando negocios en ramo similar al de la sociedad que integra.
El art. 85 prohíbe a los administradores y representantes de sociedades realizar
actividades en competencia con la sociedad, salvo autorización expresa de los
socios. El art. 389, también, prohíbe a los administradores o directores de sociedades
anónimas realizar actividades en competencia con la sociedad. El fundamento de la
prohibición es evitar una competencia desleal.
d) Situación de los cónyuges de los prohibidos
Si nos fundamos en el principio de la libertad de comercio y de que las prohibiciones
son de aplicación e interpretación estricta, debemos concluir que los cónyuges de
personas afectadas por una incompatibilidad, pueden ejercer el comercio. Hay quien
ha sostenido que tampoco podrá el cónyuge comerciar. Se han dado los siguientes
fundamentos:
Consecuencias que traería el concurso del cónyuge para la posición que ocupa
el otro cónyuge sobre el cual recae prohibición. Se expondría a desprestigio y
se perjudicaría el decoro de su función.
El cónyuge comerciante podría aprovechar de las influencias y gravitaciones
del prohibido.
Entre los cónyuges existe una sociedad legal de bienes a la cual pertenecen
todos los bienes que se adquieren durante el matrimonio. Es decir, el prohibido
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se beneficiaría en la actividad de su cónyuge, que se aprovecha de su


posición. El tema es discutible, pero aun en la tesis en que se admita que el
cónyuge puede comerciar, en razón de no existir texto prohibitivo claro, es
indudable que su ejercicio transgrede normas de ética elemental.
4) Situaciones especiales
4.1) Menor que hereda un establecimiento comercial
Caso 1: el menor que hereda el establecimiento comercial está sometido a
tutela.
Los menores huérfanos de padre y madre o cuyos padres hayan perdido la patria
potestad, deben quedar sujetos a tutela (art. 313 C.C.). El tutor es el encargado de
administrar los bienes del menor (art. 384 C.C.).
En esta situación, el juez de la tutela es quien decide si el establecimiento comercial
continua o no su operativa, si continua, el tutor es quien se hace responsable del
negocio si cesa, el tutor será el responsable de la enajenación. Recordemos que los
menores huérfanos de padre y madre cuyos padres hayan perdido la patria potestad,
deben quedar sujetos a tutela, siendo el tutor el encargado de administrar los bienes
del menor.
Si el Juez resuelve que el establecimiento continúe, autorizará al tutor para que, por
sí o por los agentes de que se sirva bajo su responsabilidad, dirija las operaciones y
trabajos, haga pagos y todos los demás actos de un mandatario con libre
administración (art. 410 C.C.). El inciso 2 del artículo 410 agrega: “Pero si hubiese de
cesar el establecimiento, el juez autorizará al tutor para enajenarlo en venta pública o
privada, después de tasada o regulada su importancia; y mientras no fuese posible
venderlo, para proceder como el tutor lo encontrase ser menos perjudicial al menor”.
Advertimos que el Derecho civil autoriza al tutor a continuar una explotación comercial
heredada pero no lo autoriza a iniciar una actividad comercial nueva. La diferencia se
justifica porque comenzar una actividad comercial importa exponer el patrimonio del
incapaz a todas las alternativas e incertidumbres propias de toda especulación que se
inicia. En cambio, no se asumen iguales riesgos con la continuación de la explotación
de un establecimiento que ya funciona, organizado, con clientela, cuyo rendimiento y
resultado se conoce (art. 394 C.C.). El Juez ha de analizar y apreciar las condiciones
y circunstancias en que se encuentra el establecimiento antes de conceder su
autorización.
Caso 2: el menor que hereda el establecimiento comercial está sometido a
patria potestad.
Esta situación no ha sido objeto de previsiones especiales. Las disposiciones sobre
tutela no le son aplicables pues están en pugna con el régimen general sobre
facultades de los padres en ejercicio de la patria potestad. El régimen general es que
los padres tienen el usufructo y la administración de los bienes de sus hijos menores
(art. 266 y 267 del Código de Comercio). Pueden enajenarlos salvo algunas
excepciones (art. 271). Bajo este régimen general, no hay duda de que los padres
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pueden resolver, por sí solos, sobre la continuación de la explotación de un


establecimiento comercial.
El menor comerciante de hecho
El inciso 4 del artículo 267 del Código civil, establece que el hijo tendrá la
administración del peculio profesional o industrial. Se plantea, entonces, la posibilidad
de que un menor de 18 años, de hecho, ejerza el comercio. Nos preguntamos si se
convierte entonces en un comerciante, sujeto al estatuto del comerciante, a sus
cargas y obligaciones, pudiendo ser incluso llevado a la quiebra.
Entendemos que no. El menor de 18 años no tiene capacidad para ser comerciante y
la capacidad es un elemento de la definición del artículo 1 del Código de comercio.
De modo que no le es aplicable el estatuto del comerciante, con todas sus
consecuencias.
En cuanto a los actos de comercio aislados que el menor realice, se podrá alegar su
nulidad de acuerdo con el régimen general de las nulidades provocadas por los actos
de los incapaces en el Código civil. La nulidad sólo puede ser invocada por los
representantes del menor o por éste cuando llegue a la mayoría de edad, pero no por
los terceros que contrataron con él, con las salvedades establecidas en el artículo 30
del Código de comercio.
4.2) La mujer comerciante
La mujer tiene igual capacidad civil que el hombre. La mujer tiene plena capacidad
para ejercer actos de comercio y la mujer puede ser comerciante. La mujer que ejerce
el comercio está en la misma situación que el hombre. El definitiva, la mujer soltera,
viuda o divorciada siempre fue considerada en términos de igualdad con el hombre
por el Código de Comercio 8art. 12) y a partir de la Ley 10783 (Ley de Derechos
Civiles de la Mujer), la mujer casada, también, pudo ejercer el comercio, sin que sea
necesaria la autorización del marido.
5) Obligaciones del comerciante
El Código de Comercio le impone al comerciante ciertas obligaciones. Algunas de
estas obligaciones las enumera expresamente en el art. 44. Otras surgen del resto del
articulado.
Obligaciones y cargas que surgen del artículo 144 del Código de Comercio:
1. Registro de Documento.
2. Seguir un orden uniforme de contabilidad y tener los libros necesarios a tal fin.
3. Conservación de los libros de contabilidad y de la correspondencia que tenga
relación con el giro del comerciante.
4. Rendición de cuentas
Cargas que surgen de otras normas del Código:
1. Matriculación.
2. Denuncia de cesación de pagos.
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5.1) Registro de documentos


5.1.1) Documentos comerciales que deben inscribirse en los Registros Públicos
En principio, sólo pueden inscribirse en el Registro Nacional de Comercio los
documentos mencionados en la Ley 16.871 de 1997. El Registro no estaría obligado
a inscribir documentos fuera de los enumerados en el artículo 44. No sería
indeterminado el número de documentos que se pueden registrar.
No obstante, observamos lo siguiente. Es indubitable que sólo es registrable aquello
que la Ley determina que debe inscribirse pero esto no significa que sólo puedan
inscribirse los actos que enumera el art. 49 de la Ley 16.871. Este artículo no dispone
que sólo se pueda inscribir lo que el mismo enumera. Además de lo que dicho artículo
enumera, también, debe inscribirse lo que otras leyes ordenan inscribir.
La única limitación a esta extensión de los actos inscribibles se encuentra en el art.
100. Aquellos actos que se mencionan en las normas que el artículo 100 refiere
expresamente, es obvio que ya no deben inscribirse. Aquellos actos que se
mencionan en disposiciones que directa o indirectamente se oponen a la Ley 16.871
tampoco deben inscribirse.
Fuera de los actos aludidos en el inciso 1 del artículo 100, habrá que determinar caso
a caso si existe oposición a la Ley 16.871. Si, sin oponerse a esta Ley, una Ley
anterior - como el Código de comercio (artículo 47) o la Ley 16.060 - ordena la
inscripción de algún acto, el Registro debe proceder a inscribirlo.
El art. 49 de la Ley 16.871 contiene la nómina de documentos inscribibles: “En este
Registro se inscribirán los siguientes actos y contratos:
1) Las donaciones y legados en el caso del artículo 1.600 del Código de Comercio.
2) Los contratos constitutivos de sociedades comerciales, cooperativas, grupos de
interés económico y consorcios. Se exceptúan las sociedades accidentales o en
participación. Respecto a las sociedades comerciales constituidas en el extranjero, se
inscribirán cuando corresponda y en los términos del artículo 193 de la Ley 16.060, de
4 de setiembre de 1989.
3) Los embargos de participaciones sociales a que refiere el artículo 78 de la misma
ley.
4) Los embargos específicos de establecimientos comerciales.
5) Las promesas de enajenación de establecimientos comerciales.
6) Las trasmisiones por cualquier título y modo y adjudicaciones por partición de
cuotas sociales y de establecimientos comerciales.
7) Las demandas y sentencias sobre demandas inscriptas o no, recaídas en los
juicios promovidos por rescisión judicial de promesa o enajenación de
establecimientos comerciales.
8) Los reglamentos que refiere el artículo 253 de la Ley 16.060 de 4 de setiembre de
1989.
9) Los privilegios marítimos.
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10) Las reservas de prioridad.


11) Todos los actos que alteren o modifiquen las inscripciones efectuadas.”
Documentos inscribibles en el Registro Nacional de Comercio:
El art. 49 de la Ley 16871 (Ley Registral) establece la lista de los documentos
inscribibles: las donaciones y legados, los contratos constitutivos de
determinadas sociedades comerciales, ciertos embargos, las promesas de
enajenación de establecimientos comerciales, etc.
Ley 16060: establece la inscripción de distintos documentos relacionados con
el negocio societario.
Documentos relacionados con el Derecho Comercial inscribibles en otros registros
(previsto en la Ley 16871)
Documentos que se inscriben en el Registro Nacional de Actos Personales:
capitulaciones matrimoniales (son las convenciones que pueden celebrar los
conyuges antes del matrimonio para administrar sus bienes durante éste),
demandas y demás resoluciones del proceso concursal.
Documentos que se inscriben en el Registro de la Propiedad: contratos de
crédito de uso y prendas sin desplazamientos.
5.1.2) Requisitos para el registro de documentos
Los requisitos para el registro de documentos están establecidos por la Ley 16871.
a) Plazo para la inscripción
El plazo para la inscripción es de 30 días que se cuentan desde el día siguiente al
otorgamiento. Se precisa que si se trata de sociedades anónimas, el plazo se cuenta
desde el siguiente a la expedición del testimonio o constancia del órgano estatal de
control 8art. 50 de la Ley).
Personas que solicitan la inscripción:
Quien tenga la carga de inscribir.
Quien tenga interés en la protección de la publicidad registral.
El profesional interviniente.
El representante de cualquiera de las personas indicadas precedentemente.
b) Forma de los documentos que se inscriben
Documentos públicos: si se trata de un documento público, el art. 87 dispone: "Los
instrumentos públicos que se presenten para su inscripción deberán estar extendidos
en la forma requerida por Derecho para su validez y tener la calidad de título del
derecho o su extinción. Tratándose de primeras o segundas copias de escrituras
públicas se presentarán las expedidas para quien resultare titular de los derechos
registrables."
Documentos privados: si se trata de documento privado, el artículo 88 dispone: "En
los casos en que la Ley admite los documentos privados para los actos sujetos a
registro, deberán adoptar alguna de estas formas:
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1) El otorgamiento y suscripción de dichos documentos deberá ser recibido por


escribano público.
2) Si el documento privado ya estuviere otorgado y firmado, los suscriptores lo
ratificarán ante escribano público.
En ambos casos el escribano actuará por certificación notarial. Podrá prescindirse de
la certificación notarial en los casos de excepción que el Derecho vigente autoriza."
El artículo 89 dispone:
"Se admitirán asimismo, los testimonios de protocolización de documentos privados
con certificación notarial de firmas (art. 88). Si el documento a protocolizar a los
efectos expresados no tuviere certificación notarial, podrá ser previamente reconocido
o dado por reconocido conforme al procedimiento establecido por el artículo 173 del
Código General del Proceso y concordantes.
Dicha protocolización será preceptiva en los casos previstos en el artículo 2º de la
Ley 12.480, de 19 de diciembre de 1957, en la redacción dada por el artículo 276 de
la Ley 16.320, de 1º de noviembre de 1992 y para los actos y negocios jurídicos que
se presenten en el Registro Nacional de Comercio."
Documentos extendidos en el extranjero: Para los documentos extendidos en el
extranjero el artículo 91 dispone: "El documento público o privado proveniente del
extranjero deberá sujetarse a los siguientes requisitos previos:
1) Si estuviere en otro idioma deberá estar traducido al idioma español por traductor
público nacional. Si viniere traducido de origen un traductor público nacional
certificará la correspondencia de la traducción con el original.
2) Legalizarse en forma.
3) Tratándose de bienes inmuebles ubicados en el país deberán protocolizarse el
documento y su traducción. La protocolización tendrá carácter de matriz a los efectos
previstos por los artículos 1591 y siguientes del Código Civil."
Oficios: Si se trata de un oficio, el artículo 85 dispone en el inciso 2: "Los Juzgados y
Tribunales de la República y las oficinas de la Administración del Estado
comunicarán por oficio, en doble ejemplar, al Registro competente, los actos cuya
inscripción hubieren dispuesto conforme al Derecho vigente."
Inscripción y devolución de documentos inscriptos: los documentos presentados a
inscribir serán devueltos, una vez registrados, con nota que firmará el Registrador en
la que conste el número, fecha y hora de su presentación y de estar inscripto.
Caducidad de inscripciones: se establecen distintos plazos según los documentos de
que se trate. En lo que interesa al Derecho Comercial se establece: un plazo de
caducidad de cinco años para los contratos de crédito de uso, para los embargos de
participaciones sociales y de establecimientos sociales y de establecimientos
comerciales; un plazo de caducidad de diez años para las promesas de enajenación
de establecimientos comerciales inscriptas a partir de la entrada en vigencia de la Ley
16871.
5.1.3) Eficacia de la registración
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El artículo 54 de la Ley 16.871 establece que la inscripción en el Registro Nacional de


Comercio hace oponibles los documentos registrados respecto a terceros (efecto
declarativo). En el inciso final del artículo 54 se hace la salvedad de su eficacia
constitutiva de derechos reales de acuerdo a lo que establece la legislación vigente.
Por aplicación del artículo 100 se derogan las normas que directa o indirectamente se
opongan a esta ley. No quedan derogadas, por disposición expresa del inciso final del
artículo 54, las leyes que den al registro la eficacia constitutiva de derechos reales,
pero sí podrían estarlo las normas que dan efectos distintos a los señalados.
Con el registro de documentos se logran estos efectos:
a) Efecto declarativo
La Ley 16.871 atribuye al registro una eficacia declarativa. Los actos registrables son
oponibles frente a terceros, a partir de su inscripción.
El documento debe ser inscripto para que se pueda oponer su existencia frente a los
terceros. Por otra parte, los terceros no pueden alegar ignorancia con relación a un
hecho que ha sido inscripto en cumplimento de un mandato legal, con tal sentido.
b) Efecto constitutivo
En ciertos casos, el Registro cumple una función constitutiva de derechos reales. En
el artículo 54, primer inciso, de la Ley Registral, se establece un efecto declarativo,
pero en el inciso final establece que la inscripción determinará el nacimiento del
respectivo derecho real de acuerdo con lo que establece la reglamentación vigente.
Aplicando esa norma, en relación con la materia comercial, tiene función constitutiva
la inscripción del compromiso de compraventa de casa de comercio, registrable en
el Registro Nacional de Comercio (art. 1 Ley 14.433). Respecto de ese caso, la Ley
mantiene el régimen legal especial vigente.
c) Otros efectos
Publicidad: El Registro cumple, aunque no se diga expresamente por la Ley, una
función de publicidad. Cuando la Ley obliga al comerciante a registrar ciertos
documentos, se le está imponiendo hacer conocer ciertos hechos o actos relativos a
su comercio, dado que el Registro es público, esto es, abierto a los requerimientos de
informaciones de los interesados.
Mediante esta publicidad, los terceros conocen la situación jurídica del comerciante.
Saben con quien tratan: si con un comerciante individual – y sus datos personales - o
con una sociedad comercial, tomando noticia de su tipo y otros datos que figurarán en
las fichas. El conocimiento afianza la seguridad y difunde la confianza con la cual se
promueven las transacciones comerciales.
Prueba: Los documentos adquieren fecha cierta a partir de la inscripción (art. 1.587
C.C.). Los certificados de las inscripciones en el Registro pueden servir como medio
de prueba de hechos, contratos u obligaciones que interesan al comercio (art. 73 Ley
Registral).
5.2) Libros de Comercio. Clases. Formalidades. Efectos. Exhibición. Eficacia
probatoria
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Los libros objeto de nuestro estudio se pueden clasificar en dos categorías: libros de
comercio y libros sociales.
Denominamos "libros de comercio" aquellos que se encuentran regulados por el
Código de Comercio (Código de Comercio). Tanto el comerciante como las
sociedades llevan estos libros.
Algunos libros de comercio son necesarios, como el libro diario, el inventario y el
copiador de cartas. Otros no son imprescindibles, como el libro mayor, quedando
librado a la voluntad del comerciante llevarlo o no. Algunos son libros de contabilidad,
como el libro diario, el inventario y el mayor, y otros no, como el libro copiador de
cartas.
Denominamos "libros sociales" aquellos que se encuentran regulados por la Ley de
Sociedades Comerciales n° 16.060 de 1989 (LSC). Estos no son libros de
contabilidad en ningún caso. En algunos de los libros sociales se lleva el registro de
las acciones nominativas o de las escriturales, que hubiere emitido una sociedad
anónima. En otros se registra la asistencia a asambleas. En otros se llevan las actas
de las sesiones de los órganos sociales.
La contabilidad es impuesta por la Ley en interés no sólo del comerciante sino
también de los terceros que contratan con él y del Estado. Ello justifica los requisitos y
formalidades que se imponen para su regular teneduría.
El régimen actual en materia de libros se encuentra establecido en las normas legales
siguientes:
1. Título II del Código de Comercio: establece el tipo de libros que debe llevarse y
ciertas formalidades para su teneduría regular, que les confiere eficacia legal.
El Código es liberal con relación a los métodos y sistemas contables, solo se
exige regularidad.
2. Sección X de la Ley 16060: admitió (solo para las Sociedades Comerciales)
que la reglamentación habilitase a llevar la contabilidad por los medios técnicos
disponibles, en reemplazo o complemento de los libros obligatorios. El Decreto
103/91 estableció como deben formularse los Estados Contables de las
sociedades y el Decreto 540/91 autorizó a las sociedades comerciales a llevar
su contabilidad en hojas móviles o fichas microfilmadas.
3. Capítulo IV de la Ley 16871: extendió a todos los comerciantes la posibilidad
de reemplazar los libros obligatorios por hojas móviles pre o post numeradas
correlativamente o por fichas microfilmadas.
5.2.1) ¿Quién debe llevar los libros?
Están obligados llevar contabilidad en forma regular los comerciantes, tanto los
individuales como las sociedades comerciales. También, tienen obligación de llevar
libros, ciertos agentes auxiliares del comercio, como los corredores, rematadores,
transportistas, barraqueros y despachantes de aduanas.
En el régimen establecido por el Código de Comercio, para poder certificar libros, el
comerciante debía matricularse. En la Ley 16.871 de 1997, art. 51, se admite que el
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comerciante y la sociedad comercial no inscriptos en el Registro Nacional de


Comercio, también, puedan certificar libros.
5.2.2) ¿Qué libros están obligados a llevar los comerciantes y las sociedades
comerciales?
El art. 55 del Código de Comercio establece los libros que los comerciantes deben
tener indispensablemente: libro diario, libro inventario y libro copiador de cartas. Se
trata de una exigencia mínima, aplicable a toda clase de comerciantes, sea cual fuere
la importancia de sus negocios. Nada impide que un comerciante lleve otros libros, en
cuanto lo estime necesario, según el volumen de sus operaciones comerciales.
Para las sociedades comerciales los libros de contabilidad obligatorios son los
mismos que para el comerciante individual.
a) Libro Diario
El art. 56 establece cuál es su contenido: "En el libro diario se asentará día por día, y
según el orden en que se vayan efectuando, todas las operaciones que haga el
comerciante, letras u otros cualesquier papeles de crédito que diere, entregare, de su
cuenta o de la ajena, por cualquier título que fuera, de modo que cada partida
manifieste quién sea el acreedor y quién el deudor en la negociación a que se refiere.
Las partidas de gastos domésticos basta asentarlas en globo, en la fecha en que
salieren de la caja."
De ese texto surge que el comerciante debe asentar en este libro cada una de las
operaciones que realiza diariamente y todas esas operaciones. De ahí la importancia
de este libro, que refleja toda la actividad y que se considera el eje de la contabilidad.
Es un libro analítico, pues se anotan las operaciones una por una, en forma separada
y sucesiva, por orden cronológico. Hay excepciones, como las partidas de gastos
domésticos y las ventas a contado y a crédito del comerciante minorista.
b) Libro Inventario
El libro "inventario", en realidad, es más que un inventario. Contiene inventario y
balances. Se abre con el inventario de los bienes afectados al giro en el momento de
empezar la actividad comercial y contiene, además, el inventario y balance que se
debe formular todos los años, al vencimiento de cada ejercicio.
El libro inventario se abre con el inventario de los bienes afectados al giro en el
momento de empezar la actividad comercial (inventario de apertura) y contiene,
además, el inventario y balance que se debe formular todos los años, al vencimiento
de cada ejercicio (inventario de cierre y balance anual).
El comerciante debe saber, al comenzar sus negocios, con qué elementos y con qué
bienes cuenta para enfrentar las obligaciones que contraiga. Luego, al finalizar el
ejercicio y realizar un nuevo inventario, podrá hacer un examen comparativo
verificando, de ese modo, los resultados de su actividad.
En cuanto a las sociedades, la LSC regula especialmente los estados contables que
se deben formular a fin de ejercicio y establece mayores precisiones en cuanto a la
forma en que se han de formular estos estados contables. El art. 87 de la LSC
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dispone que los administradores deben preparar ciertos documentos que, luego, han
de ser aprobados por los socios dentro de un procedimiento dispuesto por la LSC.
Los documentos enunciados son los mínimos. El administrador puede formular otros
estados para presentar a la consideración de los socios.
El art. 87 de la LSC, bajo el nomen iuris de "Estados Contables" establece la
siguiente nómina:
1. el inventario de los diversos elementos que integran el activo y pasivo social a
la fecha del cierre;
2. el balance general (estado de situación patrimonial y de resultados);
3. la propuesta de distribución de utilidades, si las hubiere.
También, por disposición del art. 92 de la ley 16060, se debe elaborar una memoria.
c) Libro copiador de cartas
El inc. 3, art. 44, del Código de Comercio, entre las obligaciones de los comerciantes,
enumera: "La conservación de la correspondencia que tenga relación con el giro del
comerciante..."
A su vez, el art. 55 del Código de Comercio, entre los libros obligatorios, incluye el
copiador de cartas. El art. 63: "En el libro copiador, trasladarán los comerciantes,
íntegramente y a la letra todas las cartas que escribieron relativas a su comercio.
Están asimismo obligados a conservar en legajos y en buen orden todas las cartas
que reciban con relación a sus negociaciones, anotando al dorso la fecha en que las
contestaron o haciendo constar en la misma forma que no dieron contestación."

Correspondencia enviada
En el art. 64 se establece: "Las cartas deberán copiarse por el orden de sus fechas
en el idioma en que se hayan escrito los originales. Las posdatas o adiciones que se
hagan después que se hubieran registrado se insertarán a continuación de la última
carta copiada, con la respectiva referencia."
El Decreto 540/991, en su art. 5, autorizó a las sociedades a sustituir el libro copiador
de cartas, por la conservación y archivo de copia de la correspondencia enviada. Esta
posibilidad no fue prevista para el comerciante individual.
Se impone su archivo en orden progresivo de fechas.
El archivo de la correspondencia se debe llevar al Registro Nacional de Comercio
para su intervención, con la periodicidad establecida para las hojas móviles.
El libro copiador no constituye un libro de contabilidad estrictamente sino un registro
de la correspondencia. Interesa, en particular, la conservación de la correspondencia
porque mediante ella se pueden celebrar contratos comerciales.
Considerado como libro de comercio, se le aplican todas las normas de libros y, por lo
tanto, puede servir como medio de prueba.
Correspondencia recibida
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La correspondencia que se recibe se guarda en el orden que el comerciante estime


adecuado según sus necesidades. Puede guardarlos en forma cronológica o por
materia o según los lugares de donde provienen. El art. 63 establece: “Están
asimismo obligados a conservar en legajos y en buen orden todas las cartas que
reciban con relación a sus negociaciones, anotando al dorso la fecha en que las
contestaron o haciendo constar en la misma forma que no dieron contestación."
5.2.3) ¿Cuándo nace y muere la obligación de llevar libros y de registrarlos?
Es un deber inherente a la calidad de comerciante. Nace y termina simultáneamente
con el principio y el fin del ejercicio profesional del comercio. En consecuencia, debe
llevarse contabilidad desde el momento en que se inicia la actividad mercantil.
Mientras ésta se desarrolla se mantiene la obligación y finalizada esa actividad cesa
la obligación de llevar contabilidad, pero nace la obligación de conservar los libros por
el término de 20 años. En efecto, el art. 80 del Código de Comercio establece: “Los
comerciantes tienen obligación de conservar sus libros de comercio por el espacio de
veinte años, contados desde el cese de su giro o comercio”. El punto de partida del
término es el cese del giro.
Vendido el plazo de 20 años desaparece la obligación de conservarlos. De manera
que aun cuando se les conserve no existe obligación de exhibirlos.
Respecto de otros documentos comerciales debe tenerse en cuenta el plazo de
prescripción de las obligaciones que estos acreditan. A este respecto, el Código de
Comercio establece, como principio general, qua todas las acciones provenientes de
obligaciones comerciales quedan prescriptas si no fueron intentados dentro de veinte
años (art. 1018). Por lo tanto, es conveniente la conservación de los documentos por
ese plazo.
5.2.4) Formalidades para la teneduría regular de libros
La teneduría regular implica el cumplimiento de requisitos que se refieren a toda la
contabilidad, en general, y concierne ya a su aspecto exterior o su contenido interior
(formalidades extrínsecas e intrínsecas). En general, las formalidades tienen como
finalidad evitar el falseamiento de las constancias en la contabilidad, impidiendo
agregados y sustituciones, y con ello se garantiza la verosimilitud de los libros de
comercio.
La omisión total de llevar libros, hasta la mera irregularidad en algún asiento de algún
libro, provoca que se considere a la teneduría como irregular, lo cual tiene
consecuencias bastante graves para el comerciante o la sociedad comercial omisos.
a) Formalidades intrínsecas
Régimen general
El Código de Comercio es liberal con relación a métodos y sistemas contables.
Solamente se impone el cumplimiento de algunas formalidades intrínsecas.
1. Regularidad y orden uniforme de contabilidad: el Código de Comercio exige
regularidad (art. 54), que se lleven los libros que considera indispensables, en
un orden uniforme (art. 44). Orden uniforme y regularidad, únicas exigencias
del Código son, por otra parte, exigencias impuestas por la técnica contable.
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No existe posibilidad de organizar racionalmente registros contables, si no hay


uniformidad en el sistema que se elija o si no se utiliza un mismo sistema para
todos los libros.
2. Utilización del idioma español: el art. 44, n° 2, del Código de Comercio, exige la
utilización del idioma español, con una excepción: el libro copiador de cartas,
previsto por el art. 63. Si se escribe a un comerciante en el exterior, utilizando
el idioma del destinatario, la carta se copiará en el idioma en que fue escrita y
remitida (art. 64).
3. Exigencias impuestas por el art. 66: El art. 66 del Código de Comercio
establece ciertas prohibiciones:
a. alterar en los asientos el orden progresivo de las fechas y operaciones;
b. dejar blancos o huecos, hacer interlineaciones, raspaduras o enmiendas, tachar
asientos;
c. mutilar alguna parte del libro, arrancar alguna hoja o alterar la encuadernación y
foliación.
En lo que refiere al orden cronológico de los asientos, el art. 66 remite al art. 55. Éste
establece que en el libro diario se asentará día por día y según el orden en que se
vayan efectuando, todas las operaciones que haga el comerciante, letras u otros
cualesquier papeles de crédito que diere, recibiere o entregare, de su cuenta o de la
ajena, por cualquier título que fuere, de modo que cada partida manifieste quién es el
acreedor y quién el deudor en la negociación a que se refiere. Las partidas de gastos
domésticos basta asentarlas en globo, en la fecha en que salieren de la caja.
En lo referente a la prohibición de dejar blancos, el artículo 66 especifica que las
partidas han de sucederse una a otras, sin que entre ellas quede lugar para
intercalaciones ni adiciones.
En cuanto a las interlineaciones y otras alteraciones en los asientos, el artículo 66
especifica que todas las equivocaciones y omisiones que se cometan, se han de
salvar por medio de un nuevo asiento, hecho en la fecha en que se advierta la
omisión o el error. Adviértase que la Ley 10.490 tipifica como delito la falsificación de
documento privado.
Formalidades intrínsecas en la Ley de Sociedades Comerciales 16.060 (LSC)
Dentro de los cuatro meses de la fecha de cierre del ejercicio económico, los
administradores de la sociedad deben formular los estados contables. Estos incluyen
el inventario de los diversos elementos que integran el activo y pasivo social a dicha
fecha, el balance general (estado de situación patrimonial y de resultados) y la
propuesta de distribución de utilidades, si las hubiera.
La ley 16060 mantuvo el régimen de formalidades intrínsecas, con el agregado de
mayores previsiones en cuanto a los estados contables que se recogen en el libro
inventario (art. 87, art. 88, inc. 2 y 3, arts. 89 y 90).
1. Continuidad y coherencia: En el inc. 3 del art. 88, se impone la continuidad de
las formas y métodos de avaluación. Sólo se admite variación si ella es
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aprobada por la mayoría de los socios. Se quiere impedir, con esta norma,
cualquier tipo de maniobra, que se pueda pretender efectuar mediante
variaciones en esas formas y métodos: "Para la elaboración de los estados
contables correspondientes a cada ejercicio, se seguirán las mismas formas y
los mismos métodos de avaluación utilizados en los ejercicios precedentes.
Toda variación, en tal sentido, deberá ser razonablemente fundada y aprobada
expresamente por la mayoría social o la asamblea."
El art. 91 dispone que la reglamentación establecerá las normas contables adecuadas
a las que deberán ajustarse los estados contables de las sociedades comerciales. En
función de la delegación efectuada, el Poder Ejecutivo ha dictado normas
reglamentarias, sobre normas contables adecuadas.
Sinceridad de los balances: El Código de Comercio impone la sinceridad de los
balances con las expresiones "sin reserva ni omisión alguna" (artículo
59). El artículo 88 de la Ley 16.060 establece que los estados deben
reflejar, con claridad y razonabilidad, la situación patrimonial de la
sociedad, las utilidades y las pérdidas. Los decretos reglamentarios
dictados, imponen, también, la veracidad.
2. Aplicación de normas contables adecuadas y apropiadas para cada caso: El
art. 88, inc. 2, establece: “Los estados contables deberán ser confeccionados
de acuerdo a normas contables adecuadas que sean apropiadas a cada caso,
de tal modo que reflejen, con claridad y razonabilidad la situación patrimonial
de la sociedad, los beneficios obtenidos o las pérdidas sufridas.”
El art. 91 dispone: “La reglamentación establecerá las normas contables adecuadas a
las que habrán de ajustarse los estados contables de las sociedades comerciales.
Asimismo podrá autorizar para estas sociedades, el empleo de todos los medios
técnicos disponibles en reemplazo o complemento de los libros obligatorios impuestos
a los comerciantes.”
La Ley 18.083 agrega un inciso al texto original del art. 91 de la Ley 16.060: “Podrá
excluir de esta obligación a las sociedades comerciales en las que la totalidad de sus
activos se encuentren radicados en el exterior.”
La norma es clara. Si la sociedad constituida en el país tiene todos sus activos
radicados en el exterior, la reglamentación puede disponer que no se le aplique la
obligación de ajustarse a las normas contables adecuadas.
En función de la delegación efectuada por el artículo 91, se dictaron varios decretos
relacionados con la contabilidad.
b) Formalidades extrínsecas:
Régimen general
El art. 65 del Código de Comercio establece: "Los tres libros que se declaran
indispensables estarán encuadernados, forrados y foliados, en cuya forma los
presentará cada comerciante del Departamento de la Capital al Juzgado L. de
Comercio para que por el Juez y Escribano del mismo Juzgado le rubriquen todas sus
fojas y se ponga en la primera una nota datada y firmada por ambos del número de
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hojas que contiene el libro. En los demás departamentos se cumplirán estas


formalidades por el Alcalde Ordinario, actuando con el Escribano, y a falta de éste,
con dos testigos."
Los comerciantes deberán presentar los tres libros obligatorios (Libro Diario, Libro
Inventario y Libro de Correspondencia) encuadernados, forrados, foliados ante el
Registro Nacional de Comercio (en Montevideo) o los Registros de Propiedad (en el
interior) para su habilitación.
“Encuadernados” quiere decir: con forma de cuaderno.
“Forrados” quiere decir: que tengan tapa.
“Foliados” quiere decir: que sus hojas sean numeradas correlativamente.
Con estos requisitos se evita la posibilidad de sustituir hojas con fines fraudulentos.
En cuanto a la rúbrica, en virtud de leyes posteriores al Código de Comercio, fue
sustituida por una certificación. La Ley 16.871 se refiere a habilitación de libros y no a
certificación. Sin embargo, establece que la habilitación contiene una certificación.
La habilitación se hará por el Registro Nacional de Comercio. Tratándose de
comerciantes o sociedades, domiciliados en el interior del país, podrán habilitar los
libros ante el Registro de la Propiedad Inmueble de su domicilio.
Ley 16060 (solo para Sociedades Comerciales)
En cuanto a las formalidades extrínsecas, la LSC habilitó que la reglamentación
dispusiese el empleo de medios técnicos disponibles, en reemplazo de los libros
obligatorios (art. 91, inc. 2, LSC). Ello fue reglamentado por Decreto 540/991, que
autorizó a las sociedades comerciales a reemplazar los libros diario e inventario por
hojas móviles pre o post numeradas, así como el empleo de fichas microfilmadas. De
modo que es facultativo de cada sociedad utilizar los libros con las formalidades
extrínsecas prescritas en el Código de comercio o manejarse con hojas móviles o
fichas microfilmadas.
Claro que las formalidades intrínsecas se mantienen. Los asientos en tales hojas se
deben hacer cumpliendo con lo dispuesto por el art. 56 del Código de Comercio.
Efectuadas las registraciones contables, las hojas móviles deben encuadernarse y ser
llevadas al Registro Nacional de Comercio para que éste las intervenga. El art. 2 del
Decreto 540/991 establece:
“En los casos previstos en el inciso 1º del artículo anterior, una vez realizadas las
registraciones, las Sociedades Comerciales presentarán ante el Registro Público de
Comercio, a efectos de su intervención, las hojas móviles referidas, encuadernadas
en piezas que contendrán mil folios como máximo.”
Las hojas deben ser presentadas al Registro, por lo menos, una vez al año, dentro de
los 30 días siguientes a la aprobación de los estados contables por los socios o la
asamblea de accionistas, o dentro de los 210 días del cierre del ejercicio social (el
que sea menor de ambos plazos).
Damos un ejemplo. Si el cierre del ejercicio es el 31 de diciembre los estados
contables deberán estar formulados dentro de los cuatro meses siguientes (art. 87
Resumen DERECHO COMERCIAL

Ley de Sociedades Comerciales n° 16.060 de 1989), esto es, al 30 de abril del año
siguiente y aprobados por los socios dentro de los 180 días del cierre del ejercicio,
esto es, al 30 de junio. Si se aprueban el 30 de junio hay plazo para la intervención
registral hasta el 30 de julio.
De acuerdo al Decreto, una sociedad comercial que tenga registraciones contables de
gran volumen podrá concurrir periódicamente, cuando le resulte más conveniente,
con las hojas móviles encuadernadas a los efectos de su intervención. No tiene que
esperar a que se acumulen los registros de un año, para recién entonces pedir la
intervención (art. 4 Decreto 540/991).
La intervención se formaliza en el último folio encuadernado, con los siguientes datos:
denominación social, nombre del libro, cantidad de folios y numeración, lugar y fecha
de presentación (art. 3, inc. 1). Si se utilizan fichas microfilmadas, la intervención del
Registro será por sistema de perforación en cada una de ellas, indicando la fecha (art.
3, inc. 2).
De esta manera, la certificación de la primera foja de cada libro de comercio es
sustituida, por una intervención del Registro Nacional de Comercio que servirá para
asegurar la inalterabilidad futura en los asientos registrados. El Decreto 540/991
establece, en su art. 6, que los asientos en las hojas móviles, intervenidas por el
Registro Nacional de Comercio tienen la misma eficacia probatoria que los libros de
comercio y produce los demás efectos de la teneduría regular de libros de comercio.
¿Qué sucede si se presentan las hojas para su intervención vencido el plazo
reglamentario? El Decreto crea la presunción de que los registros contables se
efectuaron en la fecha de la intervención del registro (art. 4, inc. 2). ¿Qué quiere
significar tal presunción? Entendemos que quiere significar que se presume que la
sociedad no llevó la contabilidad de las operaciones en forma diaria y que no se han
formulado los estados contables en las fechas legalmente establecidas y que por lo
tanto no se cumple con la obligación establecida en el artículo 56 del Código de
comercio, en cuanto a la forma de llevar el libro diario y las disposiciones de la Ley
16.060 en cuanto al plazo para formular los estados contables anuales y para
aprobarlos. Por consecuencia se considerará como una teneduría de libros irregular
con todas sus consecuencias legales.
5.2.5) Consecuencias de la teneduría irregular de libros
Se entiende por Teneduría regular de Libros, la tenencia que se realiza cumpliendo
con todas las normas legales. Implica llevar todos los libros que la Ley dispone
obligatoriamente y hacerlo de acuerdo a los requisitos intrínsecos y extrínsecos que
establece el Código de Comercio. La teneduría irregular es cuando se omite algún
libro o no se llevan cumpliendo con los requisitos.
La irregularidad puede tener diversos grados: desde la omisión total de llevar libros,
hasta la mera irregularidad en algún asiento de algún libro. El Código de Comercio no
establece una sanción directa general ni especial para cada irregularidad. El
comerciante está sujeto a sanciones de carácter indirecto. Las sanciones son
diversas. Las consecuencias son:
Resumen DERECHO COMERCIAL

a) Consecuencias respecto a la quiebra: la contabilidad refleja la buena o mala


conducta del comerciante. En nuestro Derecho, a través del examen de los
libros se hacen apreciaciones sobre la conducta del fallido o del deudor
concordatario. Si la teneduría de libros es irregular el comerciante puede ser
considerado culpable de su quiebra pues la falta o irregularidad en su
contabilidad es una prueba de su mala administración. En el juicio de
calificación que se hace de su conducta la quiebra puede ser declarada:
culpable o fraudulenta.
b) Consecuencias respecto a los concordatos: todo comerciante que atraviesa por
dificultades económicas puede lograr un acuerdo con sus acreedores de forma
de obtener una quita o un plazo (o ambas cosas) para cumplir con sus
obligaciones. Este acuerdo se logra a través de los denominados
“Concordatos” y que asumen variadas modalidades: hay concordatos que
buscan evitar la quiebra. Son los concordatos preventivos o judiciales o
extrajudiciales (son los que conceden una moratoria provisional); también
existe el concordato privado). El comerciante que ha cumplido con sus
obligaciones con respecto a los libros, puede solicitar cualquiera de estos
concordatos. En cambio, el comerciante que no lleva libros podrá tramitar sólo
un concordato privado, pero éste no le confiere las ventajas de la moratoria
provisional. El art. 1545 establece que para que se de curso de solicitud de
concordato preventivo judicial o extrajudicial, el deudor deberá comprobar que
se halla inscripto en el Registro Nacional de Comercio y presentar sus libros de
contabilidad debidamente rubricados. Agrega el texto legal: “No se entenderá
que los libros de comercio están en forma, sino cuando estén debidamente
asentados en ellos, las operaciones de comercio registradas con arreglo a las
prescripciones de la Ley, quedando al arbitrio del Juez la operación de si se ha
cumplido con lo establecido en el art.54 del Código de Comercio”.
c) Consecuencias respecto a la prueba de libros: en el Derecho positivo actual los
libros sirven como medio de prueba de las obligaciones y los contratos
celebrados por el comerciante que los lleva. En cuanto medio de prueba, los
libros interesan al propio comerciante que los lleva, a los terceros que han
contrato con él y a la administración de justicia. Si el comerciante lleva una
teneduría regular, podrá utilizar sus libros como prueba en juicio con otro
comerciante por algún hecho de su comercio. Harán prueba en su contra pues
es un documento confeccionado por él mismo, pero si el otro comerciante no
tiene libros o los lleva irregularmente, el Juez fallará la controversia de acuerdo
a los libros del comerciante que cumplió la Ley. De modo que llevar bien los
libros es una forma de lograr que se admitan en juicio y que, de darse el caso
de que el contrincante no haya sido obediente, se admitan como prueba a
favor.
5.2.6) ¿Qué debe hacerse en caso de extraviar los libros?
Si se hubiera perdido, destruido o hubiera habido una sustracción de libros que
componen la contabilidad, se debe publicar el hecho en el Diario Oficial y acreditarlo
Resumen DERECHO COMERCIAL

sumariamente en el Juzgado de Paz. Con el testimonio de la resolución Judicial se


podrán habilitar nuevos libros.
5.3) Rendición de Cuentas
Rendir cuentas es la obligación de poner en conocimiento de las personas
interesadas, todos los antecedentes, hechos y resultados de una operación. La
obligación de rendir cuentas está prevista en el artículo 44 del Código de Comercio y
reglamentada en los art. 81 a 87, en normas que constituyen un capitulo
independiente. El art. 81 establece: "Toda negociación es objeto de una cuenta. Toda
cuenta debe ser conforme a los asientos de los libros de quien la rinde y debe ser
acompañada de los respectivos comprobantes."
Es una obligación y no es una carga pues, en todos los casos, hay un acreedor de la
misma: el co-contratante.
Ejemplo: el vendedor esta obligado a rendir de cuenta, su cuenta se llama “Factura”.
Entendemos que la rendición de cuentas tiene naturaleza contractual, puesto que es
una obligación impuesta al comerciante que ha celebrado negocios comerciales
imponiendo que, en todos los casos, debe rendir cuentas a su co-contratante. La
obligación puede ser descartada por acuerdo de partes y ello es así porque no afecta
el orden público. Si una parte está de acuerdo en que la otra no le rinda cuentas,
puede entonces dispensarla, sin que esto implique eximirla también de
responsabilidad.
5.3.1) ¿Quién tiene obligación de rendir cuentas?
Todo comerciante tiene obligación de rendir cuentas, según surge del art. 44, n°
4, También, están obligados a rendir cuentas otros sujetos que no son comerciantes,
como el factor, el mandatario o gestor, y el administrador o directorio de una
sociedad.
a) Comerciantes
La obligación alcanza a todo comerciante, siempre que de una operación surja un
interés legítimo de un co-contratante o de un tercero, por cualquier operación que
realice. Así resulta del art. 44, n° 4, y de los arts. 81 y 82.
Se entiende que la obligación de rendir cuentas no constituye una obligación
estrictamente personal. En consecuencia, se trasmite a los herederos. El comerciante
que ha administrado un negocio ajeno o que ha celebrado un negocio cualquiera, ha
debido anotar en su contabilidad, las operaciones realizadas y ha debido conservar
los comprobantes y, con todo eso, el heredero podrá formular una rendición de
cuentas
En algunas normas dispersas del Código de comercio y de leyes comerciales se
impone la obligación de rendir cuentas para ciertos casos específicamente. El
corredor debe rendir cuenta y ella se llama minuta (art. 103 Código de Comercio). El
vendedor está obligado a rendir cuenta; su cuenta se llama factura (art. 557). La Ley
6.895 de marzo de 1919 impone a los bancos rendir cuentas a sus clientes cuenta-
correntistas, en forma trimestral.
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b) Mandatario o gestor
En un primer momento, la doctrina elaborada respecto a estos textos legales sostenía
que sólo había obligación de rendir cuentas de las operaciones que realizaba el
comerciante como mandatario o gestor, esto es, cuando el comerciante actuaba
administrando un negocio ajeno (art. 83). El art. 83 dispone: "Todo comerciante que
contrata por cuenta ajena, está obligado a rendir cuenta instruida y documentada de
su comisión o gestión".
En realidad, el art. 83 incluye un caso especial de rendición imponiendo esta
obligación al comerciante que actúa como mandatario de un negocio ajeno. En este
caso, la rendición de cuentas tiene exigencias mayores.
c) Administrador o directorio
El administrador o el directorio de una sociedad, está obligado a rendir cuentas de su
gestión. Se establece en el artículo 92 de la Ley 16.060, como obligación, al final de
cada ejercicio: "(Memoria). Los administradores de las sociedades deberán rendir
cuentas sobre los negocios sociales y el estado de la sociedad, presentando una
memoria explicativa del balance general (estado de situación patrimonial y de
resultados), informando a los socios sobre todos los puntos que se estimen de
interés.
Especialmente se establecerá:
1) Las razones de variaciones significativas operadas en las partidas del activo y del
pasivo.
2) Una adecuada explicación de los gastos y ganancias extraordinarias y su origen y
de los ajustes por ganancias y gastos de ejercicios anteriores, cuando sean
significativos.
3) Las razones por las cuales se proponga la constitución de reservas, explicadas
clara y circunstanciadamente.
4) Explicación u orientación sobre la perspectiva de las futuras operaciones.
5) Las relaciones con las sociedades vinculadas, controladas o controlantes y las
variaciones operadas en las respectivas participaciones y en los créditos y deudas.
6) Las causas, detalladamente expuestas, por las que se proponga el pago de
dividendos o la distribución de ganancias en otra forma que en efectivo."
A su vez, los socios tienen derecho a pedirles informes. El artículo 75 dispone:
"(Control individual de los socios). Los socios podrán examinar los libros y
documentos sociales así como recabar del administrador los informes que estimen
pertinentes, sin perjuicio de las limitaciones que se establecen para determinados
tipos sociales.
Este derecho no corresponderá a los socios de las sociedades en que la ley o el
contrato social impongan la existencia de un órgano de control sin perjuicio de lo
establecido en el artículo 339."
Resumen DERECHO COMERCIAL

También, los liquidadores de una sociedad disuelta deben rendir cuenta, por cuanto
tienen las mismas obligaciones que el administrador (artículo 172 Ley 16.060).
5.3.2) ¿Cómo se debe rendir cuentas?
La rendición de cuentas puede hacerse voluntariamente por quien está obligado a
hacerla. También, puede ser el resultado de una acción judicial que le obligue a
efectuarla, cuando se niega a hacerlo extrajudicialmente. Esta acción judicial se
encuentra regulada en los artículos 332 y 333 del Código General del Proceso.
a) Rendición de cuentas extrajudicial
Requisitos de la rendición de cuentas
1. Conformidad con los asientos contables (la rendición de cuentas debe hacerse
de conformidad con los asientos que figuran en los libros).
2. La rendición debe ser documentada.
3. Instrucción: el artículo 83 dispone que el comerciante que contrata por cuenta
ajena, debe rendir cuenta instruida. Esto quiere decir que debe contener todas
las explicaciones y referencias que sean necesarias para el cabal conocimiento
de la gestión realizada.
Oportunidad de la rendición de cuentas
1. Cuando se trata de una negociación aislada: la rendición se realiza al término
de la negociación.
2. Cuando se trata de negociaciones sucesivas: la rendición se realiza al final del
ejercicio anual.
Lugar en que debe hacerse la rendición de cuentas
Art. 87 del Código de Comercio: “La presentación de cuentas debe hacerse en el
domicilio de la administración, no mediando estipulación en contrario”. Tal cosa se
impone, pues se presume que es en ese domicilio donde se encuentran los libros y
documentos.
b) Rendición de cuentas judicial
La acción judicial de rendición de cuentas se encuentra regulada en los artículos 332
y 333 del Código General del Proceso.
Artículo 332: "Declaración preliminar. Todo aquél que se considerare con derecho a
exigir de alguien rendición de cuentas, podrá pedir que se declare judicialmente que
el futuro demandado está obligado a rendirlas. La pretensión se sustanciará y decidirá
en la forma prevista por los artículos 321 y 322."
Artículo 333: "Discusión de las cuentas. Si la resolución ejecutoriada declarare que el
demandado está obligado a rendir cuentas, se le intimará que las presente dentro del
plazo prudencial que el tribunal le señalará. Si dentro de ese plazo se presentaren las
cuentas, se discutirán en proceso ordinario (artículo 337 a 344).Si no se presentaren
dentro de ese plazo, se estará a las cuentas que presente la parte contraria, en todo
cuanto el obligado a rendirlas no probare ser inexacto. En este caso las cuentas se
discutirán en proceso ordinario."
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5.3.3) Aceptación o rechazo de la rendición


La aprobación puede ser total o parcial, respecto de algunas partidas de la cuenta. La
aceptación de la cuenta, asimismo, puede ser expresa o tácita (art. 86).
El art. 86 establece una hipótesis de aceptación tácita. Dispone que quien deja
transcurrir un mes, contado desde la recepción de una cuenta sin hacer
observaciones, se presume que reconoce implícitamente la exactitud de la cuenta.
Este principio general tiene algunas excepciones: la existencia de normativas
específicas para ciertos casos y la posibilidad de probar en contrario.
5.4) Exhibición de la contabilidad
La exhibición es un procedimiento para tomar conocimiento de los asientos de los
libros.
El éxito del comercio depende en gran parte del secreto de las operaciones. La
divulgación de los negocios puede aparejar graves inconvenientes. Por ello el Código
dispone que ninguna autoridad puede hacer pesquisas de oficio para inquirir si los
comerciantes llevan o no libros rubricados (art 70. Código de Comercio).
No obstante, en ciertos casos, la Ley faculta al Juez ordenar la exhibición de los
libros. Se reconoce así que, frente al interés del comercio existe el interés de la
justicia, en dictar fallos ajustados a la verdad.
Existen dos clases de exhibiciones: general y parcial. La exhibición general tiene
como objeto la totalidad de los libros del comerciante. La exhibición parcial se
concreta a uno o algunos asientos determinados.
La doctrina suele llamar comunicación a la exhibición general y compulsa a la parcial.
En nuestra exposición usaremos también estos términos.
5.4.1) Exhibición general de libros
La exhibición general de libros, tiene por objeto la totalidad de los libros de un
comerciante, incluso los auxiliares si se llevan. Se caracteriza, además, porque quien
solicita la exhibición puede examinar toda la contabilidad y tenerla a su disposición a
los efectos de ese examen.
Entendemos que los casos en que procede la exhibición general de libros deben
encontrarse establecidos a texto expreso en la Ley. De manera que fuera de los
casos en que se dispone la exhibición general, no se puede disponerla por analogía.
La aplicación de un criterio restrictivo se justifica por la excepcionalidad del régimen.
Analizaremos, rápidamente, cada caso para ver el interés especialmente tutelado en
la exhibición total.
a) Exhibición intra y extra judicial
Los casos en que corresponde la exhibición general dentro de un proceso (intra
procesal) están, en principio, enumerados en el art. 71 del Código de Comercio:
juicios de sucesión, comunión, sociedad y de administración o gestión mercantil por
cuenta ajena, y quiebra (hoy concursos). La exhibición general puede darse, también,
fuera del proceso (extra judicial), ante ciertos organismos públicos como la Auditoría
Interna de la Nación y la Dirección General Impositiva.
Resumen DERECHO COMERCIAL

1. Juicios de sucesión: se trata de la hipótesis en que fallece un comerciante,


quienes lo heredan continúan a este y son copropietarios de lo que el poseía,
por lo tanto, cualquiera de los herederos puede solicitar la exhibición general
de los libros. Supongamos que un heredero posea los libros. Los demás
herederos pueden requerirle la exhibición para establecer cuál es la entidad de
los bienes heredados, a cuánto asciende su cuota. No existe peligro de
intromisión abusiva de un tercero, puesto que quien pide la exhibición tiene
igual interés que quien los tiene. No hay dudas en cuanto a que pueden pedir
la exhibición general de libros los herederos, tanto los legítimos como los
testamentarios. Hay otras situaciones que podrían ser discutibles.
2. Juicios de sociedad: los socios pueden pedir la exhibición general de los libros
de la sociedad. El art. 71 del Código de Comercio prevé que los libros puedan
exhibirse en juicios de sociedad. Juicios de sociedad serán aquéllos que
tengan que ver con un contrato societario y que se plantean entre uno o más
socios y la sociedad y, también, lo serán los juicios de la sociedad o de los
socios contra los administradores de la sociedad.
La exhibición general de los libros de la sociedad se justifica por el interés común de
los socios en los negocios sociales y, por ende, en los libros.
El art. 75 de la Ley de Sociedades Comerciales n° 16.060 de 1989 (LSC) establece,
para todos los tipos sociales, la posibilidad de que los socios exijan a los
administradores la exhibición general de los libros y documentos sociales, salvo en
los casos en que la sociedad disponga de un órgano de control. Según este artículo,
entonces, los socios pueden, en principio, examinar los libros y documentos sociales.
Lo que constituye título legitimante para pedir la exhibición es la relación social,
cualquiera sea la intensidad del vínculo que liga al socio con la entidad de que forma
parte.
En función de lo dispuesto por el art. 75 de la LSC, el derecho a pedir la exhibición
corresponde exclusivamente a los socios. No podría ejercerlo el socio del socio ni
tampoco el acreedor del socio, a pesar de que puedan demostrar su interés en la
exhibición. Asimismo, cuando una persona ha perdido la calidad de socio, se extingue
su derecho a pedir la exhibición de los libros de la sociedad.
La Ley 16060, art. 339: de acuerdo a este articulo, referente a sociedades anónimas,
pueden pedir la exhibición judicial accionistas que representan por lo menos el 10%
del capital integrado; pero se agrega que deben indicar actos violatorios de la Ley o
del contrato social o deben existir fundadas sospechas de graves irregularidades
cometidas por cualquiera de los órganos de la sociedad. Los accionistas deben
acreditar el agotamiento de los recursos previstos por la Ley o el contrato.
La Ley 16060, art. 413: impone a las sociedades anónimas la obligación de exhibir
libros y documentos sociales a la Auditoria Interna de la Nación.
3. Comunidad: existe comunidad cuando la propiedad sobre un bien pertenece a
varias personas. Casos en que se puede dar esta situación:
Resumen DERECHO COMERCIAL

Existe comunidad entre los herederos de un establecimiento comercial (se les


llama condominios) mientras no resuelvan explotarlo, pues en cuanto
comiencen la explotación se convierten en socios (es el caso previsto en el
numeral anterior).
Se da una situación similar a la anterior en el caso de cónyuges que resuelven
disolver la sociedad conyugal y entre los bienes a repartir existe un
establecimiento comercial, mientras no decidan explotarlo se convierten en
condóminos del establecimiento.
En los casos previstos de comunidad, cualquiera de los condóminos podrá solicitar la
exhibición general de libros.
4. Administración por cuenta ajena: la doctrina señala que en este caso quien
pide la exhibición es el dueño del negocio frente al tercero que tiene sus libros
por ser o haber sido su administrador. En este caso, no se da el interés para
proteger la reserva de los negocios, pues no puede haberla en relación con su
dueño. El interés de quien pide la exhibición es, por otra parte, superior al
interés de quien los tiene.
El ejemplo que da la doctrina es del principal que pide al factor le exhiba los libros que
lleva en el desempeño de su gerencia. Nosotros entendemos que en el ejemplo dado,
más que una exhibición, el principal puede exigir la entrega de los libros (art. 322
C.Com.).
La hipótesis legal se puede aplicar, también, al caso del tutor o del curador,
autorizados para administrar el establecimiento de su pupilo o del incapaz y que están
obligados a rendir cuentas y a exhibir los libros a su administrado, cuando éste
adquiera o readquiera su capacidad. En estos casos, los libros pertenecen al incapaz.
Como en el caso anterior se podría requerir, más que la exhibición, la entrega de los
libros. En el CC en los arts. 415 y siguientes hay, además, normas que obligan al
tutor y al curador a rendir cuentas al juez.
5. Liquidación: los libros pasan a manos del síndico y quienes tienen acceso
serán los órganos judiciales y administrativos del concurso. En este caso
podemos decir que hay algo más que una exhibición, hay un
desapoderamiento de los libros.
6. Procesos concursales: Cuando se produce el concurso del comerciante, el
interés de la reserva de sus negocios ya no existe, pues se encuentra
suspendida o limitada, su legitimación para administrar o disponer de sus
bienes. En el caso de suspensión de su legitimación, la administración de sus
bienes quedará a cargo de un síndico y en el caso de limitación de la
limitación, quedará sometido a la co-administración de un interventor (art. 45).
La exhibición de libros en el concurso presta gran utilidad. Por los asientos de los
libros se verifica el estado del activo y del pasivo; se comprueba la exactitud de las
pretensiones de los acreedores del deudor e incluso se puede apreciar la conducta
del deudor. Existe, entonces, un interés general en la exhibición, pues el concurso es
Resumen DERECHO COMERCIAL

un proceso sobre el que pesa especialmente la consideración de intereses generales,


vinculados a la tutela del crédito y de la actividad empresarial.
En la Ley Concursal 18.387 hay una referencia expresa a la exhibición de libros, en el
art. 16.
Debemos señalar que, en el concurso, hay algo más que una exhibición general, hay
un desapoderamiento de los libros. El comerciante concursado es desapoderado de
bienes y libros; se le incautan y pasan a manos del síndico o del interventor. Quienes
tienen acceso a los libros del fallido serán los órganos judiciales y administrativos de
la quiebra.
Lo mismo sucede en caso de liquidación judicial de una sociedad anónima. La
sociedad anónima no quiebra sino que se liquida judicialmente y la liquidación judicial
es un instituto similar a la quiebra. Los libros de la sociedad anónima son
desapoderados y ocupados por los síndicos designados.
Existen otros dos textos legales que imponen exhibición general de libros. En los
casos de concordatos preventivos y de moratoria, es el propio comerciante o
sociedad comercial quien tiene interés en efectuar la exhibición, pues ello es
condición para gozar de los beneficios del concordato o de la moratoria.
El artículo 1.545, inciso 2, referente a los concordatos preventivos impone su
exhibición al juez, como requisito para la admisión del trámite. En otros textos,
también en materia de concordatos, se prevé que, en circunstancias especiales, la
totalidad de los libros sean examinados por un contador interventor.
El artículo 1.767, referente a la moratoria - instituto especial aplicable sólo a las
sociedades anónimas, mediante la cual éstas pueden obtener una espera para el
pago de sus créditos - prevé que el juez designe dos acreedores que deben informar
sobre el balance presentado por la sociedad anónima acogida a la moratoria, con
vista de los libros y papeles que deberá exhibir en su domicilio. La exhibición se hará,
entonces, a los acreedores informantes que se designen en su trámite.
7. Venta del establecimiento comercial: el enajenante deberá exhibir los libros a
su comprador. También, aunque indirectamente, se impone la exhibición
general de libros en el caso de enajenación de un establecimiento comercial.
Por disposición de la Ley 2.904 de 1.904, el comprador de un establecimiento
responde solidariamente con el enajenante de los créditos que se denuncien
en el plazo del emplazamiento que se hace por publicaciones dispuestas por
esa ley y de los créditos que figuren en los libros de comercio del enajenante.
Por aplicación de ese precepto, el enajenante deberá exhibir sus libros al
comprador para que éste pueda constatar su pasivo. También, aunque
indirectamente, se impone la exhibición general de libros en el caso de
enajenación de un establecimiento comercial. Por disposición de la Ley 2.904
de 1.904, el comprador de un establecimiento responde solidariamente con el
enajenante de los créditos que se denuncien en el plazo del emplazamiento
que se hace por publicaciones dispuestas por esa ley y de los créditos que
figuren en los libros de comercio del enajenante. Por aplicación de ese
Resumen DERECHO COMERCIAL

precepto, el enajenante deberá exhibir sus libros al comprador para que éste
pueda constatar su pasivo.
8. Al Estado: existen distintas normas que establecen la obligatoriedad de exhibir
libros a órganos estatales de contralor, por ejemplo, el art. 68 del Código
Tributario regula la exhibición general a la DGI. El art. 413 de la LSC impone a
las sociedades anónimas la obligación de exhibir libros y documentos sociales
a la Auditoría Interna de la Nación: “Las sociedades anónimas estarán
obligadas a exhibir al órgano estatal de control sus libros y documentos
sociales, en los límites de la fiscalización correspondiente.”
b) Fundamento de la exhibición general
En la mayor parte de las hipótesis de exhibición general analizadas, existe una
propiedad o copropiedad o una comunidad de intereses que justifican plenamente la
exhibición. Cuando una persona tiene libros de comercio, está obligado a exhibírselos
a su dueño o a quienes comparten con ella su propiedad. La Ley consagra
expresamente ese derecho, que, por otra parte, es connatural con la existencia de
una copropiedad o de una comunidad de interés.
En el caso de quiebra o de liquidación judicial de una sociedad anónima, el juez
decreta la ocupación de los bienes en función de los intereses generales de todos los
acreedores y de los intereses sociales comprometidos en el proceso concursal.
En los casos de concordatos preventivos y moratorias, la exhibición general de libros
se hace voluntariamente por su dueño, que desea obtener la tutela de tales
procedimientos preventivos de una quiebra o de una liquidación judicial
respectivamente.
c) Trámite procesal para pedir la exhibición general
La exhibición general debe ser pedida por la parte a quien le interesa. No procede de
oficio. Este rasgo marca una diferencia con la exhibición parcial, que puede ser
pedida por la parte interesada o decretada de oficio, por el juez, en una contienda
planteada.
Tratándose de la quiebra, las cosas son un tanto distintas. La declaración judicial de
quiebra se decreta a pedido del propio deudor, a pedido de un acreedor o de oficio,
en ciertos casos establecidos por la Ley. La resolución judicial en que se declara la
quiebra, sea promovida por quien fuere, contiene la orden de ocupación de los libros.
De modo que la ocupación se decreta por el juez de la quiebra, por mandato legal,
tanto cuando la quiebra es decretada de oficio, como cuando la pide un acreedor o
cuando la solicita el propio fallido.
5.4.2) Exhibición parcial de libros
La exhibición parcial consiste en la exhibición que se hace al juez, a pedido de parte o
de oficio, de determinados asientos de determinados libros (art. 72 del Código de
Comercio). Tiene por finalidad servir de prueba en juicio.
a) Diferencias más importantes entre exhibición parcial y general
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En la exhibición general se exhiben los libros del comerciante. En la exhibición


parcial se exhiben ciertos asientos de ciertos libros, relacionados con un
determinado negocio.
La exhibición general procede en casos determinados taxativamente. La
exhibición parcial en cualquier juicio en que se plantee una contienda
relacionada a un negocio mercantil.
En la exhibición general los libros se exhiben, en principio, a la parte que la
pide. En la exhibición parcial los libros se muestran al juez, porque este debe
resolver la contienda con la prueba que ellos producen. Los libros constituyen
un medio de prueba y la exhibición es el mecanismo para su producción.
La exhibición parcial sólo se decreta a pedido de parte. La exhibición parcial
puede ser decretada a pedido de parte o de oficio.
b) Alcance de la prueba de libros
Los asientos contables asentados en los libros prueban la existencia de una variación
patrimonial pero no prueban actos jurídicos. La celebración de un contrato no requiere
registración en los libros, pero los pagos y cobranzas que a consecuencia de este
contrato se realicen si estarán asentados en los libros. Entonces, los asientos
contables no son prueba de la celebración de contratos pero si permiten deducir su
existencia.
Excepción: en el Libro de Correspondencia pueden existir cartas que prueben la
existencia de la celebración de contratos, puesto que muchos negocios jurídicos se
celebran por un intercambio de propuestas y aceptaciones de propuestas formuladas
por cartas cursadas entre comerciantes.
c) Condiciones para la eficacia probatoria de los libros de comercio (art. 76
del Código de Comercio)
1. Debe tratarse de un juicio entre comerciantes: en un juego entre un
comerciante y un civil los libros no tienen la fuera probatoria que le atribuye el
código de Comercio, en razón de que el civil, al no llevar libros, estaría en
inferioridad de condiciones; no tendría prueba precostituida a su favor para
oponer al comerciante.
2. Debe tratarse de un hecho de su comercio.
3. Los libros deben ser llevaos regularmente.
d) Eficacia probatoria de la exhibición parcial de libros de comercio
1. Prueba de libros en contra del comerciante que los lleva:
Prueba en contra: el art. 76 del Código de Comercio establece que los libros
siempre prueban en contra del comerciante que los lleva. La declaración o
confesión contenida en los libros probará que es deudor si así resulta de los
asientos respectivos.
La prueba en contra es indivisible: el comerciante contrario en el juicio, no
puede aceptar los asientos que le sean favorables y desechar los que le
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perjudiquen. Si él pidió la exhibición de libros debe estar a las resultas


combinadas de todos los asientos relativos al punto controvertido.
2. Prueba de libros a favor del comerciante que los lleva, dos casos:
Caso 1: el comerciante que no lleva alguno de los libros indispensables o que
los oculte o los destruyera, será juzgado por los libros de su adversario. Hay
quienes sostienen que igualmente podrá presentar prueba en contrario. Se
puede pensar que esta situación obra a favor del comerciante cuando este
resuelve ocultar sus libros porque sabe que se su exhibición resultan pruebas
en su contra.
Caso 2: el comerciante contrario lleva libros, pero no tiene asiento contrario y
no ofrece otra prueba.
5.5) La matricula de comerciante
El art. 1 del Código de Comercio establece que el individuo que pretende ser
comerciante debe haberse inscripto en la matrícula de comerciante. Esta exigencia ha
sido objeto de interpretaciones diversas.
5.5.1) Régimen anterior a la Ley 16871 (Ley Registral)
El art 1 de Código de Comercio establece como uno de los elementos de la
definición la inscripción en la matrícula de comerciantes.
El art. 39 del Código de Comercio establece que se supone el ejercicio habitual
del comercio para todos los efectos legales, desde la fecha de inscripción en la
matrícula de comerciantes.
Mecanismo de inscripción:
El interesado debe ir ante el Juez presentando un escrito con ciertos datos
establecidos en el artículo 34 (datos personales del solicitante, el giro al que se
va a dedicar, etc.) y acreditando: crédito, probidad y capacidad para ejercer el
comercio.
El juez aprecia todas las circunstancias referidas y ordena, si corresponde, la
inscripción en el Registro.
5.5.2) Régimen de la Ley 16871
El art 48 de la Ley 16871, al establecer la base registral del Registro de Comercio,
impone que se organizará en base a fichas personales de los comerciantes, sean
éstos personas físicas o jurídicas. El Decreto Reglamentario establece el contenido
de las fichas de los comerciantes, personas físicas y de las sociedades comerciales.
Se agrega una ficha (no prevista en la Ley) que se abriría a los establecimientos
comerciales).
Esta Ley establece que la persona que es comerciante y desea tener la tutela de la
Ley Comercial debe inscribirse en la ficha registral, para ello, debe entenderse que se
debe presentar ante el juzgado, donde justificará su capacidad, crédito y probidad. El
juez ordenará la inscripción en el Registro Nacional de Comercio, librando el oficio
respectivo.
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La duda que se plantea es: ¿la Ley 16871 deroga el régimen anterior?
La mayoría de la doctrina entiende que esto no es así y que en la ficha registral de la
Ley 16871 reemplaza a la matricula del comerciante establecida en el Código de
Comercio, es decir, cambia la mecánica registral pero no su esencia.
5.5.3) Relevancia de la matrícula en el Código de Comercio
Luego de varias idas y venidas, en función de lo establecido por el DL 888 de 1867 –
interpretativo del art. 1del Código de Comercio - y de otras normas del Código, se
concluyó que la matriculación no era una conditio sine qua non para ser comerciante.
Se podía ser comerciante a pesar de no estar inscripto en la matrícula.
En realidad, la inscripción nunca fue una obligación del comerciante sino una carga,
esto es: un imperativo legal cuyo cumplimiento es de interés del propia persona que
está sujeta a la carga. Con otras palabras, nadie tuvo nunca el derecho de exigirle al
comerciante el cumplimiento de la inscripción en la matrícula.
Se consideraba que la matriculación permitía al inscripto gozar de una presunción
legal en cuanto a su calidad de comerciante. Esto es, la matriculación hacía presumir
que quien estaba inscripto ejercía habitualmente actos de comercio. Tal es lo que
dice el art. 39 Código de Comercio: "Se supone el ejercicio habitual del comercio para
todos los efectos legales, desde la fecha de la inscripción en la matrícula de
comerciante".
De modo que, si el comerciante clausura su actividad pero mantiene su inscripción en
el Registro Nacional de Comercio, tal inscripción crearía una presunción de que
ejerce actos de comercio (si consideramos vigente el art. 39 Código de Comercio).
Para algunos autores se podría probar contra esa presunción. Para otros la
presunción sería absoluta y no admitiría prueba en contrario. Para nosotros se trata
de una presunción a favor del comerciante, pero no utilizable en su contra.
5.6) Defensa de la competencia
5.6.1) Antecedentes
Durante mucho tiempo, el fenómeno de la competencia permanecía ignorado por el
legislador. Apenas se referían al tema, dos disposiciones de rango constitucional, de
contenido meramente programático y casi ningún desarrollo legislativo:
El art. 36 de la Constitución, que garantiza la libertad de los habitantes de la
República, para desarrollar la actividad económica que juzguen más
conveniente: “Toda persona puede dedicarse al trabajo, cultivo, industria,
comercio, profesión o cualquier otra actividad licita, salvo las limitaciones de
interés general que establecen las Leyes”.
El art. 50 de la Carta, que dispone: “Toda organización comercial o industrial
trustificada estará bajo el control del Estado”, sin expresar cuales son los
alcances ni los propósitos de dicho control.
Como ninguna de estas dos reglas había sido desarrollada por la Ley, su puesta en
práctica era casi imposible, de manera que no resultaban útiles para impedir la
realización de conductas anticompetitivas.
Resumen DERECHO COMERCIAL

Sin embargo en un período de apenas 8 meses, se incluyeron normas relativas a las


competencia en la primera Ley de Urgencia (17 243) y en la Ley de Presupuesto
(17296), a las cuales debe agregarse el Decreto 86/2001.
En comparación con las Leyes de muchos países, estas normas uruguayas eran muy
escuetas y generales, pero sirvieron para crear un marco regulatorio básico, cuya
puesta en práctica permitió ir apreciando las necesidades del país en este sentido.
Es así, que en Julio de 2007 se aprueba la Ley 18 159 que contiene una normativa
mucho más robusta en la materia.
5.6.2) Ley 18159: Ley de Promoción y defensa de la competencia
Principio general: Todos los mercados estarán regidos por los principios y reglas de la
libre competencia, excepto las limitaciones establecidas por ley, por razones de
interés general.
La Ley crea la Comisión de Promoción y Defensa de la Competencia, que funcionará
como órgano desconcentrado en el ámbito del Ministerio de Economía y Finanzas.
La Ley es de aplicación a todas las personas físicas y jurídicas, públicas y privadas,
nacionales y extranjeras, que desarrollen actividades económicas con o sin fines de
lucro en el territorio uruguayo, o en el extranjero, en tanto desplieguen toda o
parcialmente sus efectos en el territorio uruguayo.
Se prohíbe el abuso de posición dominante, así como las prácticas, conductas o
recomendaciones, individuales o concertadas, que tengan por efecto o objeto,
restringir, limitar, obstaculizar, distorsionar o impedir la competencia actual o futura en
el mercado relevante.
Se establecen, en forma enunciativa, una serie de prácticas que se consideran
prohibidas en tanto configuren alguno de los supuestos mencionados en el párrafo
anterior, entre ellos:
1. Concertar o imponer directa o indirectamente precios de compra o venta u
otras condiciones de transacción de manera abusiva.
2. Limitar, restringir o concertar de modo injustificado la producción, la distribución
y el desarrollo tecnológico de bienes, servicios o factores productivos, en
perjuicio de competidores o consumidores.
3. Aplicar injustificadamente a terceros condiciones desiguales en el caso de
prestaciones equivalentes, colocándolos así en desventaja importante frente a
la competencia.
4. Subordinar la celebración de contratos a la aceptación de obligaciones
complementarias o suplementarias que, por su propia naturaleza o por los
usos comerciales, no tengan relación con el objeto de esos contratos.
5. Coordinar la presentación o abstención a licitaciones o concursos de precios,
públicos o privados.
6. Impedir el acceso de competidores a infraestructuras que sean esenciales para
la producción, distribución o comercialización de bienes, servicios o factores
productivos.
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7. Obstaculizar injustificadamente el acceso al mercado de potenciales entrantes


al mismo.
8. Establecer injustificadamente zonas o actividades sonde alguno o algunos de
los agentes económicos operen en forma exclusiva, absteniéndose los
restantes de operar en la misma.
9. Rechazar injustificadamente la venta de bienes o la prestación de servicios.
10. Las mismas prácticas enunciadas, cuando sean resueltas a través de
asociaciones o gremiales d agentes económicos.
La conquista del mercado resultante del proceso natural fundado en la mayor
eficiencia del agente económico en relación con sus competidores, no constituye una
conducta de restricción de la competencia.
El ejercicio de un derecho, facultad o prerrogativa excepcional otorgada o reconocida
por la ley no se considerará práctica anticompetitiva ni abuso de posición dominante.
Notificación de concentraciones: salvo algunas excepciones establecidas en la ley,
todo acto de concentración económica deberá ser notificado a la CPDC cuando se dé
por lo menos una de las condiciones siguientes:
1. Cuando como consecuencia de la operación se alcance una participación igual
o superior al 50% del mercado relevante (se refiere al mercado donde opera la
empresa).
2. Cuando la facturación bruta anual en el territorio uruguayo del conjunto de los
participantes en la operación, en cualquiera de los últimos tres ejercicios
contables, sea igual o superior a UI 750 000 000.
La Ley considera posibles actos de concentración económica aquellas operaciones
que supongan una modificación de la estructura de control de las empresas participes
mediante: fusión de sociedades, adquisición de acciones, de cuotas o de
participaciones sociales, adquisición de establecimientos comerciales, industriales o
civiles, adquisiciones totales o parciales de activos empresariales, y toda otra clase
de negocios jurídicos que importen la transferencia del control de la totalidad o parte
de unidades económicas o empresas.
Autorización de concentración monopólica: en los casos en que el acto de
concentración económica implique la conformación de un monopolio de hecho, dicho
proceso deberá ser autorizado por la CPDC.
Luego la Ley establece todo un capitulo de investigación y sanción de las prácticas
prohibidas:
Denuncia: cualquier persona física o jurídica, pública o privada, nacional o
extranjera, puede denunciar la existencia de prácticas prohibidas por la
presente ley.
En caso de que la conducta objeto de los procedimientos fuese capaz de
producir daños graves, la CPDC podrá disponer el cese preventivo de esa
conducta y/o solicitar a la justicia ordinaria las medidas cautelares que
considere pertinentes.
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Sanciones: cuando las actuaciones administrativas concluyeran con la constatación


de que se desarrollaron prácticas anticompetitivas, la CPDC deberá ordenar su cese
inmediato y de los efectos de las mismas que aún subsistieren, así como sancionar a
sus autores y responsables. Las sanciones pueden ir desde un apercibimiento (un
aviso) hasta una multa que se determinará entre una cantidad mínima de 100 000 UI
y una cantidad máxima del que fuere superior de los siguientes valores:
- 20 000 000 UI
- El equivalente al 10 de la facturación anual del infractor.
- El equivalente a tres veces el perjuicio causado por la práctica anticompetitiva,
si fuera determinable.
Incluso la ley dispone la posibilidad de imponer sanciones a administradores,
directores y representantes de personas jurídicas, y a sociedades controlantes.
5.6.3) Defensa de la competencia vs competencia desleal
“Defensa de la competencia” y “competencia desleal” si bien son conceptos que están
emparentadas, son de naturaleza jurídica diferente.
La normativa de defensa de la competencia se ocupa de proteger un bien jurídico
general, el sistema de competencia en el mercado, mientras que la competencia
desleal se refiere a la utilización de medios ilícitos, en la lucha que los agentes
económicos entablan para maximizar beneficios.
Estas dos categorías tiene puntos de encuentro: puede suceder, pero no
necesariamente sucede, que los actos competitivos desleales distorsionen o eliminen
la competencia. Cuando ello no acontece, la competencia desleal se regulará
exclusivamente por la normativa de responsabilidad aquilina, más concretamente, el
art. 1321 del Código Civil relativo al abuso de derecho.
Para determinar si los actos competitivos desleales afectan o no la competencia,
debe analizarse quienes son los sujetos que los practican, para ver si tienen poder de
mercado suficiente para poder dañar el sistema. En efecto, quienes carecen de poder
de mercado individualmente, porque no detentan una posición dominante, nunca van
a poder desestabilizar el sistema de competencia, salvo que actuarán de forma
coordinada.
Competencia desleal
Normativa aplicable a la competencia prohibida
1. Ningún factor o encargado podrá negociar por cuenta propia, ni tomar interés
bajo nombre propio no ajeno en negociaciones del mismo género de las que le
están encomendadas, a no ser que sea con expresa autorización de su
principal. Si lo hicieran las utilidades serán de cuenta del principal, sin que esté
obligado de las perdidas.
2. Ningún socio puede realizar actos de competencia con la sociedad, el daño
ocasionado a la sociedad por dolo o culpa de un socio obliga a su autor a
indemnizarla. El socio que aplique los fondos y bienes de la sociedad a usos o
negocios por cuenta propia o d terceros estará obligados a traer a la sociedad
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las ganancias resultantes siendo las perdidas o daños de su cuenta exclusiva.


La Ley prohíbe a los socios realizar actos de competencia, salvo
consentimiento unánime.
Normativa aplicable a la competencia desleal
La competencia desleal integra la doctrina uruguaya por 3 elementos:
Acto de concurrencia entre competidores.
Conducta incorrecta de quien realiza el acto voluntario a las reglas de la lealtad
comercial y ubican medios de confusión y desintegración interna de un
competidor.
Acto susceptible de provocar un perjuicio al competidor por atracción o
desviación de su clientela.
Los actos son considerados ilícitos por el derecho uruguayo. Se define como acto de
competencia desleal aquel contrario a los usos en materia industrial o comercial, a la
vez que se considera específicamente tal: cualquier acto capaz de crear una
confusión respecto del establecimiento, los productos o la actividad de un competidor,
las aseveraciones o indicaciones que pudieran inducir en error al público sobre la
naturaleza, etc.
5.7) El consumo y la protección al consumidor
El consumo no debería ser materia del Derecho Comercial. El Derecho Comercial
estudia la intermediación. Producción y consumo, en principio, quedan fuera de su
órbita. El consumo no es un acto de comercio. Pese a estas buenas razones, el
interés que ha suscitado el Derecho dedicado a la defensa del consumidor, ha creado
un tira y afloje entre civilistas y comercialistas, a ver quién se queda con el tema. En
pro de su inclusión en la materia comercial, puede decirse que, aunque el consumo
sea un acto civil, el Derecho de Defensa del Consumidor afecta al tráfico mercantil,
por lo que igualmente debería ser objeto de nuestro estudio y es por este motivo que
lo incluimos en el programa de la materia.
En el Derecho uruguayo, el consumo y la protección del consumidor tiene su marco
legal en la Ley 17250, publicada el 17 de Agosto de 2000. Se trata de una Ley de
orden público o sea que no puede ser derogada por acuerdo de partes. En lo no
previsto, la Ley se remite al Código Civil, recogiendo la realidad actual y la doctrina
mayoritaria que considera la relación de consumo como una contratación civil y no
comercial.
Esquemáticamente y en lo principal, la Ley 17250 tiene por objeto la regulación de
tres cosas: los sujetos que intervienen en la relación de consumo, la relación de
consumo en sí misma y ciertos aspectos de Derecho Público relacionados con un
órgano específico que se crea el control del cumplimiento de la Ley.
5.7.1) Sujetos de la relación de consumo
El objeto de la Ley 17250 es regular las relaciones de consumo, las cuales son
definidas en su art. 4 como “Relación de consumo es el vinculo que se establece
entre el proveedor que, a título oneroso, provee un producto o presta un servicio, y
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quien lo adquiere o utiliza como destinatario final. La provisión de productos y la


prestación de servicios que se efectúan a título gratuito, cuando ellas se realizan en
función de una eventual relación de consumo, se equiparan a las relaciones de
consumo."
Entonces, los sujetos de la relación de consumo son: proveedor y consumidor.
a) Proveedor
De acuerdo al art. 3 de la Ley 17250, es proveedor “toda persona física o jurídica,
nacional o extranjera, privada o pública, y en este último caso estatal o no estatal, que
desarrolle de manera profesional actividades de producción, creación, construcción,
transformación, montaje, importación, distribución y comercialización de productos o
servicios en una relación de consumo”
Es de fundamental importancia la clara determinación de los personajes involucrados
en la cadena de producción y comercialización porque sólo cuando estemos ante un
proveedor en el sentido legal de la expresión, es que quien adquiere o utiliza un
producto o servicio como destinatario final, podrá accionar en base a la normativa que
estamos analizando. En efecto, si quien vende no es un proveedor, puesto que no
desarrolla la actividad en forma profesional, los vicios en el producto deberán ser
objeto de reclamación en base al Derecho civil común, con sus limitaciones. Sería el
caso de un particular que vende su automóvil a otro particular.
Profesionalidad: El elemento más importante de la definición de proveedor
radica en la profesionalidad. Este elemento aproxima en forma evidente la
figura del proveedor a la de comerciante. Como se recordará, la
profesionalidad habitual en el ejercicio de actos de comercio era el elemento
fundamental de la definición de comerciante. Profesión es el empleo, facultad u
oficio que cada uno tiene y ejerce públicamente. No basta, entonces, poseer la
aptitud o el oficio, se requiere el cumplimiento efectivo de la proveeduría de
bienes o prestación de servicios. Ésta debe ser el medio de vida de quien
ejerce la profesión de proveedor.
Actividades del proveedor: las actividades que deben ejercerse
profesionalmente, para se considerado proveedor, están referidas por la Ley
en forma descriptiva, enumerando las siguientes: producción, creación,
construcción, transformación, montaje, importación, distribución y
comercialización de productos o servicios. A esta enumeración se le agrega,
al final del art. 3, la expresión "en una relación de consumo".
Respecto a la enumeración legal cabe señalar que está perfilada desde el punto de
vista fáctico, al contrario de lo que sucede con respecto a los "actos de comercio" en
el Código. En el art. 7 del Código de comercio se enumeran diversos actos jurídicos,
con la única excepción de la empresa de fábrica.
Los hechos enumerados como actividades del proveedor, no obstante, se vinculan
necesariamente a algún acto de comercio. Así, por ejemplo, la producción, creación,
construcción, transformación y montaje, pueden quedar incluidos en el concepto de
"empresa de fábrica" que maneja el art. 7 del Código de Comercio. Por su parte, las
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actividades de importación, distribución y comercialización, se vinculan a las diversas


modalidades de contratos de distribución y constituyen, en última instancia,
compraventas.
Responsabilidad por daños: si del vicio o riesgo de la cosa o de la prestación del
servicio resultara un dalo al consumidor, será responsable el proveedor de
conformidad con el régimen impuesto en el Código Civil. El comerciante o distribuidor
sólo responderá cuando el importador y fabricante no pudieran ser identificados. De la
misma forma serán responsables si el daño se produce como consecuencia de una
inadecuada conservación del producto o cuando altere sus condiciones originales.
b) Consumidor
De acuerdo al art. 2 de la Ley 17250, es consumidor “toda persona física o jurídica
que adquiere o utiliza productos o servicios como destinatario final en una relación de
consumo o en función de ella. No se considera consumidor o usuario a aquel que, sin
constituirse en destinatario final, adquiere, almacena, utiliza o consume productos o
servicios con el fin de integrarlos en procesos de producción, transformación
comercialización”.
Para ser considerado como consumidor por la Ley 17.250, se debe ser persona física
o jurídica. Quedan excluidos, por lo tanto, los grupos familiares o sociales, que
carezcan de personería. Tal es el caso, por ejemplo, de los condóminos de un
edificio.
Quienes sí quedan incluidos en la definición de consumidor son las sociedades
comerciales, puesto que con la única excepción de las sociedades accidentales,
tienen personería jurídica. La Ley no limita la calidad de consumidor a las personas
jurídicas sin finalidad de lucro o no empresariales, por lo cual el intérprete carece de
fundamento para excluir a las sociedades comerciales del ámbito de la definición
legal.
Producto y servicio: desde el punto de vista del objeto de la relación de consumo, el
art. 5 define lo que se entiende por producto y por servicio. La Ley define producto
como “cualquier bien corporal o incorporal, mueble o inmueble”. Por su parte servicio
es “cualquier actividad remunerada, suministrada en el mercado de consumo, con
excepción de las que resultan de las relaciones laborales”.
Derechos básicos del consumidor:
Derechos relacionados con la protección de diferentes intereses:
1. Protección de la vida, la salud y la seguridad
2. Protección contra la publicidad engañosa: se entiende por publicidad
engañosa, “cualquier modalidad de información o comunicación contenida en
mensajes publicitarios que sea entera o parcialmente falsa, o de cualquier otro
modo, incluso por omisión de datos esenciales, sea capaz de incluir a error al
consumidor respecto de la naturaleza, cantidad, origen, precio, respecto de los
productos o servicios”.
Derechos relacionados con la información:
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1. Derecho a la información propiamente dicha (existen normas en cuanto a los


detalles que el proveedor deberá proporcionar en todas las ofertas previas a la
celebración del contrato).
2. Derecho a la educación y divulgación sobre el consumo, la libertad de elegir y
el tratamiento igualitario en la contratación.
En relación a la información, se establecen dos principios importantes:
1. Cuando en la oferta se dieran dos o más informaciones contradictorias
prevalecerá la más favorable al consumidor.
2. Se refiere a la publicidad previa a la realización del contrato. En este sentido la
Ley dispone que: “toda información, aún la proporcionada en avisos
publicitarios, difundida de cualquier forma o medio de comunicación, obliga al
aferente que ordenó su difusión y a todo aquel que la utilice e integra el
contrato que se celebre con el consumidor”.
Derecho a la prevención y resarcimiento:
1. Derecho a la prevención y resarcimiento de los daños patrimoniales y
extramatrimoniales causados por una relación de consumo.
2. Derecho al acceso a organismos judiciales y administrativos a los efectos de
satisfacer las pretensiones del consumidor.
3. Derecho a la asociación en organizaciones que tengan por objeto la defensa
del consumidor y la representación de este.
5.7.2) La relación de consumo
a) La Oferta
Art. 12 Ley 17250: plazo de la oferta
1. Su plazo de duración es el mismo tiempo que dura su realización. Mientras se
exhibe la mercadería, se publicita en la prensa, escrita o televisada, o se
mantiene en internet, la oferta está vigente. Esto no es impedimento para que
el proveedor le establezca un plazo de vigencia.
2. Debe tenerse en cuenta que aún cuando tenga un plazo de vigencia, el
proveedor puede dejarla sin efecto unilateralmente, cumpliendo con la
exigencia de que su determinación se comunique por el mismo medio en que
se llevó a conocimiento de la oferta. Si se comunico por radio, por la radio
deberá comunicarse su finalización, si se hizo por correo, deberá enviarse una
nueva misiva al destinatario de la oferta. La revocación sólo puede realizarse
antes de que el consumidor haya aceptado, después de la aceptación, el
contrario ha nacido a la vida jurídica. El contrato se perfecciona cuando el
destinatario de la oferta haga llegar al proponente su respuesta en el sentido
de aceptar la oferta.
Art. 15 Ley 17250: información. El proveedor deberá informar, y previamente a
la formalización del contrato respectivo:
1. El precio incluido los impuestos.
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2. En las ofertas de crédito, la cantidad de pagos, su periodicidad, y la tasa de


interés efectiva anual, efectivo, el monto del crédito, la cantidad de pagos, su
periodicidad, y la tasa de interés efectiva anual, en el caso de las empresas de
intermediación financiera.
3. Antes de la formalización del contrato, se debe informar al consumidor sobre
las formas de actualización de la prestación, los intereses, y todo otro adicional
por mora, los gastos extras adicionales si los hubiere y el lugar de pago.
Situaciones especiales:
1. Ofertas fuera del local: (ejemplo: ventas a domicilio por medio de televisores,
catálogos, etc.). En el entendido que el consumidor está en desventaja para
comprobar la calidad, el precio, etc., el art. 16 de la Ley 17250 establece el
llamado derecho de retracto del consumidor: derecho de rescindir el contrato
en un plazo de cinco días hábiles contados desde la formalización del contrato
o de la entrega del producto, a su sola opción, sin responsabilidad alguna de
su parte. El proveedor debe restituir de inmediato las sumas pagadas al
consumidor. En caso de servicios (ejemplo: educación a distancia) solo se le
devolverá la parte del servicio aún no prestada.
2. Componentes y repuestos: art. 18 Ley 17250: “Los fabricantes e importadores
deberán asegurar la oferta de componentes y repuestos mientras subsista la
fabricación o importación”.
3. Productos defectuosos o usados: art 19 Ley 17250: “La oferta de productos
defectuosos o usados deberá indicar tal circunstancia en forma clara y visible”.
Prácticas abusivas en la oferta: las prácticas abusivas se limitan a la etapa de
la oferta, sin perjuicio de que pueden existir comportamientos abusivos en la
etapa de perfeccionamiento del contrato, como en la ejecución. La práctica se
sanciona con anterioridad a la concreción del vínculo o relación contractual ya
que tales prácticas se dirigen a potenciales consumidores. Un potencial
consumidor que desee adquirir un producto, podría eventualmente reclamar los
daños y perjuicios que se le ocasiones como consecuencia de una práctica
abusiva.
La Ley intenta erradicar ciertas prácticas del mercado, en función de que exceden los
límites del derecho al libre comercio.
La Ley considera abusivas las siguientes prácticas (no es una lista taxativa):
1. Negar la provisión de productos o servicios al consumidor mientras exista
disponibilidad de lo ofrecido según los usos y costumbres y la posibilidad de
cumplir con los servicios, excepto cuando se haya limitado la oferta y lo haya
informado previamente al consumidor, sin perjuicio de la facultad de revocar la
oferta.
2. Hacer circular información que desprestigie al consumidor a causa de acciones
realizadas por éste, en ejercicio de sus derechos.
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3. Fijar el plazo o plazos para el cumplimiento de las obligaciones de manera


manifiestamente desproporcionada, en perjuicio del consumidor.
4. Enviar o entregar al consumidor cualquier producto o proveer cualquier servicio
que no haya sido previamente solicitado.
5. Hacer aparecer al consumidor como proponente de la adquisición de bienes o
servicios cuando ello no corresponda.
b) Publicidad
La Ley 17250 regula la publicidad con carácter general, en los arts. 24 a 27. Para las
infracciones a la Ley, en materia de publicidad, se establecen sanciones que pueden
aplicar la Dirección General de Comercio, dependiente del Ministerio de Economía y
Finanzas.
Publicidad engañosa: la publicidad engañosa está prohibida (art. 24 Ley
17250): “Se entenderá por publicidad engañosa cualquier modalidad de
información o comunicación contendida en mensajes publicitarios que sean
entera o parcialmente falsa, o de cualquier otro modo, incluso por omisión de
datos esenciales, sea capaz de inducir a error al consumidor respecto a la
naturaleza, cantidad, origen, precio, respecto de los productos y servicios”.
Publicidad comparativa: de acuerdo con el art. 25, la publicidad comparativa
será permitida siempre quien se base en la objetividad de la comparación y no
se funde en datos subjetivos de carácter psicológico o emocional, y que la
comparación sea pasible de comprobación. Con respecto a cualquier
información o comunicación publicitaria, la carga de la prueba de la veracidad y
exactitud de dicha información corresponde al anunciante.
c) Garantía contractual de productos y servicios
La garantía del proveedor de productos y servicios debe ser ofrecida por escrito, y
estandarizada cuando sea para productos idénticos. Deberá ser fácilmente
comprensible y legible, e informará al consumidor sobre el alcance de sus aspectos
más significativos.
d) Caducidad y prescripción
La acción para reclamar la reparación de los daños personales prescribirá en un
plazo de 4 años a partir de la fecha en que el demandante tuvo o debería haber
tenido conocimiento del daño, del vicio o defecto, y de la identidad del productor o
fabricante.
Tal derecho se extinguirá transcurrido un plazo de 10 años a partir de la fecha en que
el proveedor colocó el producto en el mercado o finalizó la prestación del servicio
causante del daño, este plazo se establece para evitar que se prolongue
indefinidamente la inseguridad del proveedor respecto de las posibles acciones de los
consumidores.
La prescripción se interrumpe con la presentación de la demanda, o con la citación a
audiencia de conciliación, siempre que ésta última sea seguida de demanda dentro
del plazo de 30 días de celebrada dicha audiencia.
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e) Vicios aparentes y ocultos


Vicios aparentes: son aquellos que una persona de diligencia media puede
descubrir sin esfuerzo: la mala calidad de los pisos de parquet, la rotura del
vaso de la licuadora, perillas que no funcionan bien en un equipo de música,
etc.
Plazo para realizar el reclamo: el derecho a reclamar por vicios parientes o de fácil
constatación, salvo aceptación expresa de los mismos, caduca en 30 días a partir de
la provisión del servicio o del producto no duradero, y en 90 días cuando se trate de
prestaciones de productos o servicios duraderos. Los plazos comienzan a contarse a
partir de la entrega efectiva del producto o de la finalización de la prestación del
servicio. Estos plazos pueden suspenderse si el consumidor efectúa una reclamación
debidamente comprobada ante el proveedor y hasta tanto éste deniegue la misma en
forma inequívoca.
Vicios ocultos: son aquellos que pasan inadvertidos no obstante una
verificación diligente. Por ejemplo, el desnivel de un piso en una construcción
que no es visible al examen diligente, siendo necesario practicar una
mediación por un técnico; los defectos de programación de una computadora;
etc.
Plazo para realizar el reclamo: éstos deberán evidenciarse en un plazo de 6 meses y
caducarán a los 3 meses del momento en que se pongan de manifiesto. Ello sin
perjuicio de las previsiones legales especificas para ciertos bienes y servicios. El
plazo comienza a contarse a partir de que el vicio se evidencia.
5.7.3) Organización administrativa
El Ministerio de Economía y Finanzas, a través de la Dirección General de Comercio
es la autoridad nacional de aplicación de la Ley de Relaciones de Consumo.
La Dirección General de Comercio tiene entre sus competencias:
1. Informar y asesorar a los consumidores sobre sus derechos.
2. Controlar la aplicación de las disposiciones de protección al consumidor.
3. Fomentar, formar o integrar, comisiones compuestas por representantes de los
proveedores, consumidores, organismos públicos y privados, para aportar
información y proponer medidas correctivas sobre la defensa del consumidor.
4. Fomentar la construcción de asociaciones de consumidores.
5. Citar a los proveedores a solicitud del o de los comerciantes afectados, a una
audiencia administrativa que tendrá por finalidad tentar el acuerdo entre las
partes (la incompetencia del citado se tendrá como presunción simple en su
contra).
6. Sancionar las infracciones en materia de defensa del consumidor, en subsidio
de los órganos o entidades públicas estatales y no estatales, que tengan
asignada por normas constitucionales o legales, competencia de control n
materia vinculada a la defensa del consumidor.
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a) Sanciones
Las sanciones son apercibimiento, multas, decomiso de mercaderías y productos,
clausura temporal hasta por 90 días, y suspensión de hasta un año de los Registros
de Proveedores que habilitan a contrata con el Estado.
En los casos de infracciones graves a las disposiciones de la Ley de Relaciones de
Consumo, la Dirección del Área de Defensa del Consumidor, podrá colocar en el
frente o interior del establecimiento, carteles que indiquen claramente el carácter de
infractor de la ley por un plazo de 20 días, y también puede disponer la publicación de
la resolución sancionatoria en los diarios de circulación nacional. En los casos de
comprobación de realización de publicidad engañosa o ilícita, sin perjuicio de las
demás sanciones que puede aplicar, el órgano competente puede solicitar
judicialmente la suspensión de la publicidad, u ordenar la realización de
contrapublicidad con la misma frecuencia que la publicidad infractora.
b) Proceso sumario para el reclamo de montos menores
La Ley 18507 establece la posibilidad para los consumidores de instaurar un
procedimiento judicial sencillo y sumario para llevar adelante reclamos originados en
relaciones de consumo reguladas por la Ley 17250, cuyo monto no exceda las 100
UR.
Serán competentes para entender en los procesos a que refiere esta ley los Juzgados
de Paz.
El proceso consta de las siguientes etapas:
1. Formulario: el consumidor debe presentar un formulario solicitando audiencia
ante el Juzgado competente.
2. Audiencia: se fija por el juez en un término de 48 horas y debe realizarse en un
plazo máximo de 30 días. La fecha se le notifica personalmente únicamente al
demandado, mientras que el reclamante tiene la carga de concurrir al Juzgado
a notificarse de la misma, bajo apercibimiento de tenerlo notificado. El la
audiencia las partes deben formular sus preposiciones y ofrecer prueba. Luego
se tienta la conciliación. Si no se logra, se reciben las pruebas ofrecidas. En
caso de no poder diligenciar toda la prueba, la audiencia puede prolongarse
por única vez y por un plazo no mayor a 15 días. No es obligatorio concurrir a
la audiencia con asistencia letrada, aunque la misma es altamente
recomendable para lograr una protección adecuada de los interese de las
partes involucradas.
3. Sentencia: en principio debe dictarse en la propia audiencia, sólo en casos
excepcionales se puede diferir su dictado por un plazo de hasta tres días. Las
cotas y costos son de cargo del vencido salvo que el Juez considere que parte
actúo con alguna razón.
4. Recursos: contra las resoluciones dictadas en el proceso sólo puede
interponerse el recurso de reposición, a efectos de que el Juez considere que
la parte actuó con alguna razón.
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El consumidor puede hacer uso de este proceso en la medida que no haya


transcurrido más de un año de “verificado el acto, hecho u omisión” en que se basa
su reclamación.
Dado que la ley no limita las pretensiones a deducir por los consumidores, se puede
reclamar por esta vía sumaria a vía de ejemplo: el pago de daños y perjuicios, el
cumplimiento de una obligación de dar (entrega de un bien), o una obligación de
hacer (prestación de un servicio), la rescisión o resolución de un contrato, etc.
Al igual que en la acción de amparo, el Juez, si lo considera necesario, puede actuar
en forma inmediata tomando medidas de carácter provisional para ampara a los
titulares de derechos o libertades presuntamente violados.
Para acceder al proceso, las partes sólo deberán reponer un timbre Poder Judicial
equivalente al 1% del monto reclamado.
Cabe destacar que la posibilidad de realizar reclamos en sede judicial no impide que
los consumidores planteen también sus reclamos ante el Área de Defensa del
Consumidor a efectos de que dicha repartición imponga las sanciones pertinentes, en
caso de así corresponder.
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Unidad 4

Auxiliares de Comercio
Resumen DERECHO COMERCIAL

1) Aspectos generales
El Código clasifica a las personas que actúan en el comercio en dos grandes
categorías: los comerciantes y los auxiliares. Este especial destaque de los agentes
auxiliares, se debe a la importancia que revisten los auxiliares para el comerciante. La
complejidad del comercio siempre ha obligado a los comerciantes a recurrir a
personal especializado y especialmente capacitado, que lo auxilie en la tarea de
dirigir un establecimiento comercial y lo complemente en el ejercicio del comercio.
El comerciante puede realizar la actividad comercial por sí mismo, sólo en tanto el
volumen de sus negocios sea reducido, pero aún en ese caso, frecuentemente ha de
necesitar otras personas que le presten su colaboración.
Como consecuencia de la complejidad creciente del comercio, se han diversificado
las actividades accesorias, a las cuales se dedican profesionalmente determinadas
personas. También, la intensidad del tráfico comercial y la necesidad de buscar
nuevos mercados para la negociación de productos, impone el uso de figuras
auxiliares.
1.1) Concepto
El Código de Comercio no define al agente auxiliar de comercio. El lugar de ello, el
legislador enumeró los sujetos que consideró debían ser calificados como agentes
auxiliares, es su art. 88: “Son considerados agentes auxiliares del comercio, y como
tales, sujetos a las leyes comerciales, con respecto a las operaciones que ejercen en
esa calidad:
1º. Los corredores
2º Los rematadores o martilleros
3º Los barraqueros y administradores de casas de depósito
4º Los factores o encargados, y los dependientes de comercio
5º Los acarreadores, porteadores o empresarios de transporte”.
De la enumeración que acabamos de transcribir y del contexto legal, se puede inferir
que el Código considera auxiliares a aquellas personas que realizan como profesión
habitual, actividades que no suponen su participación en la intermediación por cuenta
propia entre la oferta y demanda de mercaderías, pero que, a pesar de ello, cumplen
con una función instrumental accesoria a la intermediación.
Algunos de los sujetos enumerados por la Ley como auxiliares, son simples
mediadores entre la oferta y la demanda (corredores y rematadores). Otros prestan
un servicio complementario esencial para la intermediación comercial (depositarios y
transportistas). Otros participan en la intermediación pero por cuenta del principal
(factores y dependientes).
No sólo son auxiliares los que enumera el Código. En la práctica aparecen otras
categorías de comerciantes que actúan como auxiliares de otro u otros comerciantes.
Damos como ejemplo, los agentes. El agente es un comerciante que tiene una casa
de comercio en una ciudad y recibe encargo de venta de bienes. Se organiza para
recibir y cumplir encargos, generalmente en régimen de exclusividad.
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El Código señala que los sujetos calificados como agentes auxiliares del comercio
están sujetos a un estatuto especial, regulado por las leyes comerciales, pero la
aplicación de este Derecho especial tiene un límite: sólo es aplicable el Derecho al
rematador, en lo que respecta al acto de remate.
1.1.1) Distinción de los auxiliares respecto de los comerciantes
El primer problema que se plantea es saber cuál es el criterio distintivo que permite
caracterizar a esos agentes auxiliares, como una categoría distinta a la de los
comerciantes. De la reglamentación legal no se desprende un criterio general que
permita distinguir a los auxiliares de los comerciantes y, más aun, hemos de ver que
algunos de los calificados como auxiliares del comercio, son comerciantes. En rigor,
son calificados como auxiliares porque su actividad no se corresponde con el
concepto económico de comercio: intermediación entre oferta y demanda de bienes.
En efecto, la actividad de estos auxiliares es de apoyo a esa actividad de
intermediación. Sin perjuicio de ello, realizan profesionalmente actos calificados como
comerciales por el artículo 7, aunque no se corresponden con el concepto de
comercio desde el punto de vista económico.
1.1.2) Falta de un elemento en común entre la variedad de auxiliares
El segundo problema consiste en la existencia de una variedad de auxiliares, en cuya
reglamentación no existe ningún elemento unificante que permita elaborar un
concepto general que los comprenda a todos ellos. Entre los distintos auxiliares
previstos en el Código, se constatan diferentes posiciones jurídicas en lo que
concierne a sus relaciones con el comerciante. La asistencia que el comerciante
puede recibir de los auxiliares es de diversa naturaleza y son diversos los vínculos
contractuales que unen al comerciante con sus colaboradores. Algunos están
vinculados al comerciante por un nexo estable y en situación de subordinación. Otros
sólo prestan colaboración transitoria y lo hacen en plano de igualdad con el
comerciante con quien contratan. Ello impide una sistematización de su estudio. Es
necesario estudiar cada auxiliar en particular.
1.2) Auxiliares no previstos en la enumeración legal
Por otra parte, no sólo son auxiliares los que enumera el Código. En la práctica
aparecen otras categorías de comerciantes que actúan como auxiliares de otro u
otros comerciantes. Damos como ejemplo, los agentes. El agente es un comerciante
que tiene una casa de comercio en una ciudad y recibe encargo de venta de bienes.
Se organiza para recibir y cumplir encargos, generalmente en régimen de
exclusividad.
1.3) Clasificación
El Código no contiene una clasificación de auxiliares propiamente dicha. Sólo se
enumera las personas que, a criterio del legislador, son considerados agentes
auxiliares del comercio. La doctrina sí se ha encargado de clasificar a los agentes
auxiliares del comercio. Hay tantas clasificaciones como autores se han encargado
del tema. Así, hay autores que clasifican a los auxiliares en comerciantes y no
comerciantes atendiendo a la definición de comerciante. Otros, en cambio, prefieren
Resumen DERECHO COMERCIAL

clasificarlos atendiendo principalmente a su poder de representación. De esta forma


clasifican a los auxiliares en auxiliares con poder de representación y auxiliares sin
poder de representación.
Finalmente, todos los autores recurren a un criterio distintivo sumamente importante:
la subordinación. La subordinación es el elemento fundamental que determina la
existencia de un contrato de trabajo. Básicamente, es la posibilidad de que el
empleador cuando lo crea necesario o conveniente, una cierta dirección a la actividad
del trabajador. Atendiendo a la subordinación, los agentes auxiliares del comercio
pueden ser clasificados en: auxiliares dependientes y auxiliares autónomos.
1.3.1) Auxiliares dependientes
El comerciante puede realizar su actividad personalmente y por sí sólo, o puede
organizar el trabajo de otras personas para la explotación del giro comercial elegido.
Se llama “personal” a todas las personas vinculadas al principal, mediante una
relación de empleo y, por consiguiente, ligadas a él por una relación de
subordinación. La subordinación es lo que caracteriza a los auxiliares dependientes, a
pesar de que no todo subordinado puede ser calificado como auxiliar dependiente.
Los auxiliares dependientes, son personas vinculadas con el comerciante por un
contrato laboral, con funciones más o menos extensas de representación del
principal. La dependencia laboral supone, principalmente, la subordinación de los
dependientes frente al comerciante. La subordinación se constata fundamentalmente
por la presencia de diferentes circunstancias preestablecidas con el contrato de
trabajo como, por ejemplo, el cumplimiento de un horario, el desarrollo de una
actividad determinada en un lugar específico de trabajo, sometimiento directo al
jerarca y acatamiento de las órdenes de éste.
Son auxiliares dependientes el factor o gerente, y los dependientes propiamente
dichos, así como los viajantes y vendedores de plaza.
1.3.2) Auxiliares autónomos
Son aquellos sujetos que no se relacionan con el comerciante mediante un contrato
de trabajo. No se encuentran en condiciones de subordinación ni dependencia de
clase alguna. Estos sujetos desarrollan su actividad con absoluta independencia. Su
actuación es externa al establecimiento comercial por lo cual no cumplen un horario y
no tienen establecido un lugar específico de trabajo. Al no estar vinculados al
comerciante por un contrato de trabajo, le son ajenas las prerrogativas laborales
como la indemnización por despido, el salario vacacional y el aguinaldo.
Son auxiliares independientes los siguientes sujetos: los corredores, los rematadores,
los barraqueros, los administradores de casas de depósito y los empresarios de
transporte.
Son auxiliares independientes los siguientes sujetos: los corredores, los rematadores,
los barraqueros, los administradores de casas de depósito y los empresarios de
transporte. En cuanto a los auxiliares vinculados con el comercio exterior pueden
considerarse incluidos los agentes marítimos, los despachantes de aduana y los
Resumen DERECHO COMERCIAL

proveedores marítimos. En Derecho Aeronáutico, encontramos categorías similares:


agentes aeronáuticos y proveedores.
2) Auxiliares subordinados. El factor. Los dependientes. Viajantes de
Comercio y Vendedores de Plaza
2.1) Factor o gerente
El Código de Comercio define al factor en el artículo 133, inciso 1: “Se llama factor a
quien un comerciante encarga la administración de sus negocios, o la de un
establecimiento en particular”.
El factor es el sujeto encargado en forma permanente y estable de administrar los
negocios del comerciante o el establecimiento comercial con amplias facultades de
representación.
Por lo dispuesto en el artículo 133, es factor tanto aquél a quien se le encarga la
administración de todos sus negocios como aquél a quien se le confiere la
administración de un establecimiento. Esta última, sería la hipótesis, por ejemplo, de
un comerciante con varios establecimientos, que podría colocar al frente de cada uno
de un factor sin perjuicio de tener un factor a cargo de todos sus negocios en general.
2.1.1) El factor como representante y auxiliar de comercio
El factor realiza actos de comercio. No obstante, no puede ser considerado como
comerciante, puesto que no los realiza de cuenta propia sino en representación del
principal.
La figura queda precisada con lo dispuesto en los artículos 136 y 147, en virtud de los
cuales se caracteriza el factor por ser un representante del comerciante. El artículo
136, en su inciso 10 establece: “Los factores constituidos con cláusulas generales se
entienden autorizados para todos los actos que exige la dirección del
establecimiento.”
El artículo 147 dispone en su inciso 1: “Sólo tiene el carácter legal de factor para las
disposiciones de esta sección, el gerente de un establecimiento comercial o fabril, por
cuenta ajena, autorizado para administrarlo, dirigirlo y contratar sobre las cosas
concernientes a él, con más o menos facultades, según haya tenido por conveniente
el propietario.”
Del conjunto de esas normas, se deduce que el factor es el auxiliar del comerciante,
encargado de administrar todos los negocios de su principal o un establecimiento
comercial o industrial. Dentro de esas facultades de administrar queda comprendida
la de celebrar actos jurídicos a nombre y por cuenta del principal con amplias
facultades de representación. Desde este ángulo su relación con el principal es de
mandato.
Según hemos de ver, se trata, además, de un auxiliar subordinado del comerciante,
con lo cual su relación con el principal tiene rasgos de un contrato de trabajo. En
cumplimiento de ese contrato, presta servicios, realizando actos de administración
interna. Cada uno de estos aspectos del concepto serán analizados más adelante.
Resumen DERECHO COMERCIAL

Queremos sólo señalar, para precisar el concepto, que el factor colocado al frente del
establecimiento sustituye al comerciante en todo lo relativo a su gestión y actúa como
si fuera el principal. Se ha dicho que el factor es el alter ego del comerciante y esa
característica es la que lo diferencia de los demás auxiliares dependientes, que
ayudan al comerciante pero sin sustituirlo. Otros auxiliares, también, tienen poderes
de representación, pero la diferencia está en la extensión de los poderes otorgados al
factor.
2.1.2) Características
Estabilidad y permanencia al frente del establecimiento y amplitud de facultades. El
dueño del comercio se llama Principal y el administrador es el Factor. El contrato
mediante el cual se estipulan las relaciones entre principal y factor es denominado
“mandato institorio”.
2.1.3) Mandato institorio
La fuente de las facultades de representación del factor se encuentra en el
denominado “mandato institorio”. El factor no es un simple mandatario. El mandato al
factor es un mandato reglamentado en forma especial por el Código de Comercio con
normas que lo separan del mandato común. Por otra parte, la Ley le acuerda al factor
facultades de representación, aún en el silencio del contrato (Decreto Ley de Títulos
Valores 14701).
Los artículos 136 y 147, caracterizan al factor como un representante del
comerciante. El art 136, en su inciso 10 establece: “Los factores constituidos con
cláusulas generales se entiende autorizados para todos los actos que exige la
dirección del establecimiento”. El artículo 147 dispone en su inciso 1: “Sólo tiene el
carácter legal de factor para las disposiciones de esta sección, el gerente de un
establecimiento comercial o fabril, por cuanta ajena, autorizado para administrarlo,
dirigirlo y contratar sobre las cosas concernientes a él, con más o menos facultades,
según haya tenido por conveniente el propietario”.
Comparación del mandato institorio con el manato común:
En primer lugar, el mandato institorio difiere del mandato común en cuanto a su
contenido. En el mandato institorio lucen solamente las limitaciones a las
facultades del factor. El factor, entonces, tiene amplias facultades para la
administración del establecimiento del principal. Las limitaciones deben ser
establecidas expresamente. El mandato común, se deben señalar las
facultades que se otorgan.
En segundo lugar, el mandato institorio permite al factor, en los casos del art
139, no invocar el nombre del principal e igualmente obligarlo. En el mandato
común, si el mandatario no invoca el nombre de su mandante no lo obliga en
ningún caso.
En tercer lugar, el mandato institorio no es delegable. El factor no puede
delegar sus funciones sin autorización para ello. El mandatario común puede
delegar salvo que se le prohíba.
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El cuarto lugar, el mandato común se extingue por muerte del mandante; en el


caso del mandato institorio no se da esta causal de extinción. Es causa
especial de extinción del mandato institorio, la venta del establecimiento. En
cambio no se extinguen por ese hecho, los mandatos comunes otorgados.
Formalidades del mandato institorio (art 134 del Código de Comercio):
Autorización especial por escrito. No se requiere escritura pública, basta
documento privado.
Inscripción en el Registro de Comercio. La falta de inscripción solo produce
efecto entre el principal y su factor, pero no respecto a los terceros con quienes
haya contratado.
2.1.4) Facultades conferidas al factor
Representación legal para la firma de títulos valores: para firmar títulos valores,
la Ley requiere mandato con facultades suficientes. Como excepción, el
artículo 23 del Decreto Ley 14701 establece: “Los administradores o gerentes
de sociedades o de establecimientos comerciales se reputarán autorizados por
el solo hecho de su nombramiento, para suscribir títulos valores a nombre de
las entidades que administren”. Se trata de un caso de representación
acordada por Ley, aunque el mandato no lo estipule.
Facultades para actuar en juicio: en algún momento cierta doctrina entendió
que la facultad de actuar en juicio entenderse implícita en el mandato al factor.
Vale decir que, aunque nada se dijera, el factor tenía naturalmente esa
facultad. Sin embargo, no es ésta la posición correcta. De acuerdo al Código
General del Proceso, para actuar en juicio se requiere poder especial para
pleitos otorgado en escritura pública, requiriéndose, además, la calidad de
abogado o de procurador. Si no se tiene tal calidad debe conferírsele las
facultades para sustituir en un abogado o procurador. En consecuencia, no
puede el factor actuar en juicio, salvo que se reúnan las calidades referidas.
2.1.5) Forma de actuación
El factor debe actuar invocando el nombre del principal en cuya representación actúa.
Siendo así, los actos celebrados por el factor obligan al mandante. Aun cuando no
declararse que actúa en nombre del principal, si se da cualquiera de las
circunstancias previstas en el artículo 139, su actuación produce los mismos efectos.
Cuando el factor actúa a nombre propio, el principio es que obliga personalmente,
porque se entiende que contrató a titulo personal; pero aún en esta hipótesis
debemos distinguir dos situaciones. Si actuó a nombre propio, se obliga
personalmente. Si actúo a nombre propio pero por cuenta de su principal, el tercero
que prueba esa circunstancia podrá opcionalmente actuar el factor o contra el
principal que quedará obligado.

2.1.6) Derechos del factor


Resumen DERECHO COMERCIAL

El factor es un mandatario mercantil. Los mandatos pueden ser gratuitos u onerosos;


pero, a falta de previsión en el contrato, se presume que es oneroso, porque así lo
dispone el artículo 296, inciso 5, que contiene una norma general sobre interpretación
de los contratos y establece que los contratos comerciales siempre se presumen
onerosos. Por lo tanto, el factor tiene derecho a la remuneración por su trabajo.
Por otra parte, habíamos dicho que el factor asume un múltiple carácter y que,
además de ser mandatario, es empleado y, por lo tanto, tiene derecho a
remuneración, de acuerdo a normas de derecho laboral. El salario podrá consistir en
un sueldo fijo o en un sueldo más una habilitación (participación en las ganancias).
Además, tiene derecho a aguinaldo, licencias pagas y salario vacacional.
2.1.7) Prohibiciones
Ningún factor podrá negociar por cuanta propia, ni tomar interés bajo nombre propio
ni ajeno en negociaciones del mismo género de las que le están encomendadas, a no
ser que sea con expresa autorización de su principal. Si lo hicieren, las utilidades
serán de cuenta del principal, sin que éste obligado a las pérdidas.
2.1.8) Obligaciones y deberes del factor
La principal obligación del factor es el cumplimiento del encargo conferido:
administrar el establecimiento de su principal, haciendo uso de las facultades
conferidas por el poder y por la Ley. La Ley enumera distintos deberes que
deben ser observados por el factor. El articulo 146 establece: “Los factores
observarán, con respecto al establecimiento que administren, las mismas
reglas de contabilidad que se ha prescrito generalmente para los comerciantes
(art.55 y siguientes).”
Si el factor sustituye al principal en la administración del establecimiento, esta
obligado a llevar la contabilidad en la misma forma que si fuera el principal. En
caso de incumplimiento del factor, las consecuencias recaerán en el principal,
quien, por ejemplo, en caso de quiebra sufrirá las consecuencias de la
calificación de fraudulenta de acuerdo con el art. 1662, inciso 8.
El factor tiene el deber de fidelidad para con su principal. En virtud de ese
deber, recaen sobre el factor diversas prohibiciones. No puede negociar por
cuenta propia en operaciones del mismo género que el explotado por su
principal. En otros términos, no puede hacer competencia a su principal,
competencia que sería desleal, pues se aprovecharía de su posición para
obtener ventajas.
Tampoco puede tomar interés en negociaciones del mismo género, esto es, no puede
participar de ningún modo en estas negociaciones, aún cuando no intervenga
personalmente sino a través de una sociedad sea ésta de tipo personal o no (por
ejemplo, una sociedad anónima). Ambas actividades prohibidas las podría realizar
sólo con autorización expresa del principal.
El factor que incumple con estas prohibiciones que la Ley le impone, será pasible de
dos sanciones, también, establecidas por Ley. En primer lugar, las utilidades que
perciba serán de su principal, que no responderá por las pérdidas. Pierde las
Resumen DERECHO COMERCIAL

utilidades que haya generado el negocio; pero sufre las pérdidas, es decir, que
traslada al principal las ganancias aunque no las pérdidas. En segundo lugar, se
configura una causal de despido, aún cuando hubiere plazo pendiente. El art. 171
prevé, también, la posibilidad de un despido sin indemnización, en el caso que haya
negociado por cuenta propia o ajena.
El factor no puede delegar su mandato. Solamente podrá sustituir si tiene
autorización escrita del principal. Así lo establece expresamente el artículo
162. Si el factor tiene autorización para sustituir, puede delegar ciertos
encargos. Si lo hiciere, no mediando autorización escrita del principal, será
directa y personalmente responsable por los actos de los sustitutos y las
obligaciones que hubieren contraído.
El régimen del mandato comercial común es distinto. El principio es inverso aunque
las consecuencias son similares. El artículo 320 del Código de Comercio establece
que el mandatario puede sustituir siempre que el mandante no se lo haya prohibido;
pero responde de los actos del sustituto en dos circunstancias: cuando no se le
hubiere dado facultad de sustituir y cuando el sustituto sea notoriamente incapaz o
insolvente.
2.1) Dependientes
El dependiente es un empleado al que el comerciante acostumbra encomendar tareas
en su comercio, otorgándole sólo en algunos casos, ciertas facultades de
representación. Jerárquicamente está por debajo del factor. Es un colaborador del
comerciante, esta subordinado y no tiene la facultad general de contratar y obligarse
por su principal, salvo existencia de autorización. Para esta autorización especial es
necesaria su inscripción en el Registro Público de Comercio.
2.2.1) Facultades de representación conferidas por el principal
Como principio general, los dependientes tienen ciertas facultades de representación
limitadas, acordadas por la Ley y pueden tener facultades de representación
resultantes de un mandato expreso del principal. El principal puede conferirles
autorización expresa para ciertas operaciones. El art. 147 en el primer inciso se
refiere al factor. Luego en el segundo inciso establece: “Los demás empleados con
salario fijo, que los comerciantes acostumbran emplear, como auxiliares de su trafico,
no tiene la facultad de contratar y obligarse por sus principales, a no ser que tal
autorización les sea expresamente concedida, para las operaciones que con
especialidad les encarguen, y tengan autorizados la capacidad legal necesaria para
contratar válidamente”.
El art. 148 dice: “El comerciante que confiera a un dependiente de su casa el encargo
exclusivo de una parte de su administración, como el giro de letras, la recaudación y
recibo de capitales bajo firma propia, u otras semejantes en que sea necesario firmar
documentos que produzcan obligaciones y acción, está obligado a darle autorización
especial para todas las operaciones comprendidas en el referido encargo, la que será
anotada y registrada en los términos prescriptos en el artículo 134.
Resumen DERECHO COMERCIAL

No será lícito por consiguiente, a los dependientes de comercio girar, aceptar ni


endosar letras, poner recibo en ellas, ni suscribir ningún otro documento de cargo ni
de descargo sobre las operaciones de comercio de sus principales, a no ser que
estén autorizados con poder bastante legítimamente registrado”.
Se trata, como se puede apreciar de los textos citados, no de autorizaciones
generales sino especiales para ciertos actos. El artículo 147 usa el término
especialidad y el artículo 148 da ejemplos: giro de letras, recaudación o recibo de
capitales.
No es forzoso que estas operaciones de individualicen una por una. Se puede conferir
a un dependiente el encargo exclusivo de una parte de la administración del
establecimiento como, por ejemplo, autorización genérica para girar letras o para
cobrar sumas y otorgar recibos correspondientes. Lo esencial es que el poder indique
el tipo de las operaciones comprendidas en el encargo.

2.2.2) Facultades conferidas por la Ley


El art. 149 autoriza a los dependientes a recibir importes adeudados: “Sin embargo,
de lo prescrito en el articulo precedente, todo portador de un documento en que se
declare el recibo de una cantidad adeudada, se considera autorizado a recibir su
importe”. En este caso, el dependiente actúa como un mero mensajero. Lleva el
recibo firmado por el principal con lo cual el tercero queda liberado, entregándole
dinero a cambio de ese recibo. La norma dice “tofo portador”, con lo cual se aplica a
cualquier empleado y no necesariamente a un dependiente.
El artículo 152, inciso 1, autoriza a los dependientes para cobrar y expedir recibos:
“Los dependientes encargados de vender por menor en tiendas o almacenes
públicos, se reputan autorizados para cobrar el precio de las ventas que verifican y
sus recibos son válidos, expidiéndolos a nombre de sus principales”. La Ley confiere
al dependiente una representación limitada para vender y recibir el pago de ventas y
para firmar recibos a nombre de sus principales por operaciones realizadas dentro del
establecimiento.
Cuando el dependiente realiza sus funciones dentro del establecimiento, se supone
que actúa bajo la vigilancia del principal. Por ello, se le presume autorizado para
celebrar todos los actos que habitualmente se cumplen en el lugar que se le ha
asignado. El público que entra en su establecimiento no tiene por qué averiguar que
qué poderes han sido conferidos al dependiente que lo atiende, siempre que se
desempeñe como es habitual en la vida de los negocios, en el tipo de negocios de
que se trate. Si el principal quiere restringir el poder conferido por la Ley, debe
hacerlo saber al público, mediante publicidad adecuada dentro del local. Por ejemplo,
un aviso visible que diga: pagos en caja”. Con ellos se quita a ciertos dependientes
las facultades de cobrar y se indica cuál de ellos puede cobrar y dar recibo. El
dependiente detrás de la caja podrá recibir pagos y firmar el recibo correspondiente.
El art. 152, inciso 2, dice así: “La misma facultad tienen los dependientes que venden
en los almacenes por mayor, siempre que las ventas sean al contado, y el pago se
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verifique en el mismo almacén; pero cuando las cobranzas se hacen fuera de éste, o
proceden de ventas hechas a plazo, los recibos serán necesariamente suscritos por
el principal, su factor o legitimo apoderado constituidos para cobrar”.
La norma se refiere al dependiente en almacenes por mayor: sólo le faculta para
recibir precio en ventas al contado y cuyo pago se realice en el almacén. Esto es,
siempre bajo la vigilancia del principal. A contrario sensu de lo dispuesto por el
articulo 152, inciso 2, se interpreta que el dependiente del comercio minorista podrá
cobrar ventas al contado y ventas al fiado. Se argumenta que la restricción para el
dependiente del comercio mayorista se funda en que se supone un mayor volumen
económico de las transacciones comerciales en este caso. Una venta al fiado en
negocio por mayor supone conceder crédito de mayor entidad.
Del art. 154 surge la facultad para recibir mercaderías: “Siempre que un comerciante
encarga a un dependiente del recibo de mercaderías compradas, o que por otro título
deban entrar en su poder, y el dependiente las recibe sin objeción ni protesta, se tiene
por buen la entrega, sin que se le admita al principal reclamación alguna, a no ser en
los casos prevenidos en los artículos 546, 548, 1255 y 1256”.
Si el comerciante encarga a un dependiente la recepción de mercaderías, el
dependiente está autorizado por ley para formular las observaciones que
correspondiese. Si no las hace se tiene por bien efectuada la entrega, sin que el
principal pueda luego hacer reclamo. Es un caso de representación para ejercitar
actos conservatorios.

2.2.3) Diferencias entre ser factor y ser dependiente


El dependiente jerárquicamente está por debajo del factor. La diferencia fundamental
entre el factor y el dependiente es en cuanto a las facultades de representación. El
factor, según vimos, está dotado de amplias facultades de representación. El
dependiente, en cambio, prestará fundamentalmente servicios de carácter material. El
principal, por contrato, puede darles determinadas facultades.
2.2.4) Estatuto del Dependiente
Los derechos de los dependientes son similares a los analizados para el factor. El
dependiente no puede realizar negocios por cuenta propia o ajena sin autorización del
principal. El dependiente no puede delegar. Su responsabilidad tiene un régimen
similar al del factor, pues se le aplica el art. 155.
El dependiente debe actuar invocando el nombre del principal. Si no lo hace no lo
vincula. Sus actos vinculan y obligan al principal, de igual modo que se analizó
respecto al factor.
2.2) Viajantes o vendedores de plaza
Esta actividad está regulada por las leyes 12156 y 14000. Viajantes son aquellas
personas que representando a una o varias firmas comerciales, conciertan negocios
por cuenta de sus representados, fuera del lugar del domicilio principal y sucursales
de éstos, haciendo de ello su profesión habitual. Vendedores de plaza son aquellas
personas que desempeñando funciones análogas a los viajantes, las realizan en el
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lugar del domicilio principal de las firmas representadas, pero fuera del
establecimiento industrial o comercial. Pertenecen estas dos figuras a la clasificación
de auxiliares dependientes del comerciante por expresa declaración legal.
2.3.1) Función
La función de estos dos agentes se cumple siempre fuera del establecimiento, a
veces en la misma plaza donde funciona el establecimiento (vendedor de plaza),
otras en plazas distintas (viajante) y siempre de manera profesional. El artículo 2, de
la Ley 12.156, cuando define a las dos figuras, se refiere a la profesión habitual. Este
rasgo se reitera en el artículo 2 de la Ley 14.000, que precisa que la persona que
represente al principal, en un solo acto de comercio, no será considerada viajante ni
vendedor de plaza.
La designación “vendedor de plaza” podría hacer pensar que estos auxiliares sólo se
dedicarían a la intermediación en negocios de compraventa. El Decreto
reglamentario, precisando el concepto, en el artículo 2, expresa que los negocios que
pueden concertar no sólo son ventas sino que puede ser cualquier otro:
arrendamiento, seguro, propaganda.
El artículo 3 del Decreto reglamentario, para precisar estas figuras, establece quiénes
no son viajantes o vendedores de plaza: el repartidor de mercadería aun cuando
cobre el precio; quien, ocasionalmente, realice un negocio, cuando su tarea principal
es otra como reparto o cobro (art. 2 Ley 14.000); quienes no representan a empresas
comerciales y promueven ventajas para entidades gremiales, deportivas, religiosas o
culturales, asociaciones mutualistas o asociaciones civiles; los representantes de
fábricas o firmas extranjeras; las personas que tienen como misión la de fiscalizar a
los viajantes o vendedores de plaza; los directores, socios o gerentes de casas
centrales o gerentes de sucursales con personal a sus órdenes; quienes representan
a la empresa en licitaciones públicas.
2.3.2) Mecanismo de actuación
La actuación de estos auxiliares puede adoptar distintas modalidades. En general, se
limitan a procurar clientes dejando que el principal concluya directamente con ellos
los negocios. Otras veces, el principal puede atribuirle facultades para concluir
negocios en nombre del principal (representación).
Algunos trabajan para una sola casa. Otros trabajan para varias casas. Algunos
trabajan para una sola casa, teniendo la exclusividad para distribuir sus productos en
una zona; pero la exclusividad no es rasgo característico de esta figura y puede darse
que trabajen en competencia con otros.
El viajante y el vendedor de plaza actúan de esta manera: van en busca de clientes,
ofrecen mercaderías en venta, llevan muestras y recogen pedidos de clientes. Luego,
someten los pedidos a la consideración de su principal. Pueden, con ese mecanismo,
ofrecer otros servicios, concertación de arrendamientos, de seguros, etcétera; tal
como admite el Decreto citado precedentemente.
En resumen, la actividad del viajero o vendedor de plaza consiste en hacer ofertas y
recoger pedidos que luego comunica al empleador, para que éste resuelva aceptarlos
o rechazarlos. El titular de la empresa puede rechazar los pedidos presentados.
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2.3.3) Naturaleza jurídica


No se discute su naturaleza de empleado desde la sanción de la Ley 14.000. El
artículo 1 de la Ley 14.000 dice así: “Los viajantes y vendedores de plaza a que se
refiere la ley 12.156 de 22 de octubre de 1954, son empleados y, como tales, están
comprendidos en la legislación de trabajo y leyes de previsión social”.
2.3.4) Diferencia con factores y dependientes
Nos encontramos frente a una clase de auxiliares que, a diferencia de los factores y
dependientes, trabajan fuera del establecimiento del principal. También, se
diferencian en cuanto pueden trabajar para más de un comerciante.
2.3.5) Diferencia con el corredor
Sólo se asimilan al corredor, en que trabajan fuera del establecimiento. Sus
diferencias son varias. Tienen un estatuto jurídico particular y diverso. El corredor es
un auxiliar autónomo; debe actuar, además, con total imparcialidad con relación a las
partes que vincula para una contratación. En cambio, el viajante, por propia definición
de la Ley, hace su profesión del trabajo para una o varias firmas comerciales. En el
artículo 2, se habla de representación aun cuando pueda no tenerla; pero lo cierto es
que el viajante mantiene con la firma comercial con quien trabaja, ciertos lazos de una
mayor estabilidad; tanto que se le considera empleado, lo que lo aparta de la figura
del corredor.
Los agentes en estudio pueden tener como rasgo bien distintivo, funciones de
representación del comerciante que lo utiliza: se le puede encomendar concertar
negocios a nombre del principal y hacer cobranzas. La Ley lo califica de
representante en el artículo 2; pero él, por sí mismo, no puede obligar al comerciante
de acuerdo al contexto legal, salvo que se le confiera poder por el principal. Para
poder cobrar, necesitaría también un poder expreso. El corredor nunca tiene
funciones de representación. Se trata de una diferencia fundamental: cuando se
analiza la figura del corredor, se descarta asimilarlo con un mandatario o con un
comisionista.
2.3.6) Derechos
A los viajantes y vendedores de plaza se les reconoce el derecho a la remuneración,
derecho al reintegro de los gastos realizados y el derecho a una indemnización por
despido especial.
Derecho a la remuneración: Puede asumir distintas formas. Puede ser un sueldo fijo o
un sueldo fijo más una comisión o comisiones solamente.
Derecho al reintegro de gastos: El viajante o vendedor de plaza, incurre en gastos por
el sólo hecho de su desplazamiento. Esos y otros gastos deben serle
reembolsados.
Derecho a una indemnización por despido especial: el artículo 5 de la Ley 14.000
establece: “En caso de despido, los viajantes y vendedores de plaza que
hubieran mantenido o contribuido a aumentar el volumen de los negocios de
la empresa, tendrán derecho a recibir una indemnización por clientela cuyo
monto será equivalente al 25% (veinticinco por ciento) de la indemnización
que les corresponde por despido. Ambas indemnizaciones las pierde el
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empleado que hubiere sido despedido por notoria mala conducta. Los
viajantes y vendedores de plaza que con más de cinco años de antigüedad
en el establecimiento se retiren por su voluntad, tendrán igualmente derecho
a la indemnización de clientela la cual se calculará considerando al
empleado que se retira como si hubiera sido despedido”.
2.3.7) Responsabilidades y Sanciones
El artículo 4 de la Ley 14.000 establece que el viajante y el vendedor de plaza no son
responsables de la insolvencia del cliente, salvo que hayan incurrido en dolo o culpa
grave. El artículo 7 de la Ley 14.000 fija sanciones pecuniarias, reajustables
anualmente, aplicable a los vendedores o viajantes o a sus empleadores.
3) Auxiliares autónomos
3.1) Corredores
3.1.1) Corretaje
El corretaje es un contrato por el cual una parte se obliga a mediar entre la oferta y
demanda de determinados bienes o servicios, promoviendo el perfeccionamiento de
un contrato entre los oferentes y demandantes respectivos. La contraparte en el
contrato de corretaje se obliga a pagar una comisión por el servicio de mediación.
Quien participa como mediador es el corredor. La actividad del corredor se
caracteriza porque se limita a vincular a las partes sin entrar dentro de la circulación
de los bienes. El contrato cuyo perfeccionamiento se promueve se celebra
directamente entre quien ofrece determinado bien o servicio y quien lo demanda.
El contrato de corretaje es siempre un contrato autónomo: el contrato de
corretaje es autónomo respecto del contrato cuya concreción promueve. Por el
contrato de corretaje se encomienda a un corredor que busque un interesado
en un negocio que se desea celebrar. Independientemente del contrato de
corretaje, existe el contrato pues las partes interesadas concluyen directa y
personalmente entre sí. El contrato de corretaje no es un contrato conexo con
el definitivo, puesto que se trata de contratos independientes y la calidad de
uno no tiene al otro. No hay conexión ni accesoriedad. El contrato de corretaje
es un contrato autónomo y existe el definitivo no se celebre.
El contrato de corretaje es siempre un contrato comercial: el corretaje es
siempre comercial porque así lo dispone el artículo 7, inciso 2, del Código de
Comercio. En el artículo se establece que es comercial toda operación de
corretaje. Como la norma no distingue, se entiende por la doctrina que es
corretaje comercial tanto el que se vincula con operaciones comerciales como
el que tiene por objeto negocios civiles.
3.1.2) Corredores
a) Concepto
El corredor es un sujeto que se especializa profesionalmente en la mediación entre la
oferta y la demanda de bienes y servicios. El corredor es la figura personal que
cumple con esa mediación. Se lo define como la persona que se interpone
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profesionalmente entre la oferta y la demanda de bienes para facilitar o promover la


conclusión de los contratos.
El corredor es un colaborador del comerciante, cuya actividad se dirige a buscar
interesados en contratar:“No siempre el que desea vender, sabe o quiere o puede
encontrar compradores y no siempre el que desea comprar se encuentra en
condiciones de dirigirse a los que ofrecen lo que él necesita. Hay personas que por su
conocimiento de los mercados se encargan de efectuar las negociaciones
preliminares, que necesariamente preceden a todo contrato de alguna importancia; y
cuando han aproximado las voluntades de los contratantes, allanando dificultades y
procurando el acuerdo, dejan que los interesados concluyan directa y personalmente
el negocio. De este modo ahorran tiempo y esfuerzo con esa labor de intermediación
por lo cual tienen derecho a cobrar retribución.”
Interesa recalcar que el corredor no tiene representación de las partes que le
encomiendan un negocio. No es mandatario. Sólo presta su concurso para lograr el
acuerdo directo de los contratantes.
b) Requisitos legales para ser corredor
Domicilio: se le exhibe domicilio por más de 1 año en el lugar sonde pretende
actuar como corredor. Con esta existencia se asegura que el corredor tenga
conocimiento de la plaza donde va a actuar.
Edad: para ser corredor no basta con la capacidad para ejercer el comercio (18
años de edad), se requiere una edad especial: 21 años.
Matriculación: acorde a lo establecido en el nuevo régimen registral (Ley
16871) los interesados deberán inscribirse en la fecha registral, para ello, debe
entenderse que se debe presentar ante el juzgado, donde justificará su
capacidad e idoneidad. El juez ordenará la inscripción en el Registros Nacional
de Comercio, librando el oficio respectivo.
Se le requiere una actuación anterior en el ámbito comercial. Quien pretende ser
corredor debe acreditar haber ejercido el comercio por sí o en alguna casa de
corredor o de comerciante por mayor en calidad de socio gerente o, cuando menos,
de tenedor de libros, con buen desempeño y honradez.
Juramento: el art. 91 del Código establece que “Antes de entrar al ejercicio de
sus funciones prestarán ante el Juez L. de Comercio, o ante el Alcalde
Ordinario de su domicilio, juramento de llenar fielmente los deberes que les
están impuestos”. Se trata de una exigencia análoga a la impuesta para otras
profesiones y tiende a reforzar con el peso de sentimientos éticos o religiosos
el concepto del cumplimiento del deber. Para algún autor se trata de una
ceremonia anacrónica.
c) Obligación del corredor
Obligaciones relacionadas con los libros que deben llevar los corredores:
Tienen la obligación de llevar dos libros: el Libro Manual y el Libro de Registro
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Libro Manual: “Los corredores deben llevar un asiento exacto y metódico de todas las
operaciones en que interviene, tomando nota de cada una, inmediatamente después
de concluida, en el cuaderno manual foliado”. El libro manual es un borrador. Se
explica su exigencia porque, frecuentemente, el corredor realiza sus operaciones
fuera de sus oficinas. El corredor lo llevaría consigo. El único requisito formal
impuesto por la norma es que debe estar foliado.
Libro Registro: se debe llevar con requisitos similares a los libros del comerciante:
encuadernado, forrado, foliado y habilitado por el Registro Nacional de Comercio.
Equivale a un libro diario. Diariamente se trasladarán todos los artículos del Libro
Manual al Libro de Registro copiándolos literalmente, sin enmiendas, abreviaturas, ni
interpretaciones, guardando la misma numeración que lleven en el manual.
Los libros de los corredores son medios de prueba. Pueden servir para probar
aquellos contratos comerciales celebrados con su intervención y sirve además como
prueba de las relaciones del corredor con las partes que le han encomendado su
intervención.
Obligaciones relacionadas con el corretaje:
1. Proponer los negocios con exactitud
2. Controlar la identidad y capacidad de los contratantes a quienes ha acercado
3. Debe asistir a la entrega de los efectos vendidos
4. Debe estar presente en la firma del contrato
5. Debe entregar una minuta a cada uno de los contratantes del asiento
realizando en su registro. La minuta tiene por objeto precisar las condiciones
del contrato para la redacción del acto definitivo y servir como prueba para l
caso de dificultad o controversia. Debe contener las condiciones dl contrato y
el número de orden del asiento en el registro. Viene a ser una rendición de
cuentas. Si el corredor no entrega la minuta dentro de las 24 horas siguientes a
la conclusión del contrato, perderá el derecho que hubiese adquirido a su
comisión, y quedará sometido a la indemnización de daños y perjuicios.
6. Puede extender un certificado de las negociaciones celebradas por su
intermedio.
7. Debe guardar secreto riguroso de todo lo que concierna a las negociaciones
que se le entrega. Sólo en virtud de mandado de autoridad competente, podrá
atestiguar lo que vio u oyó relativamente a los negocios de su oficio. El Juez
podrá requerir su testimonio en un juicio relacionado con un negocio celebrado
por su intermedio, en que las partes litiguen.
d) Prohibiciones
1. Prohibición del ejercicio del comercio por cuenta propia, sea por si o por
interpuesta persona, así como ser mandatario, comisionista, o factores de los
comerciantes.
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2. Prohibición de contratar sociedad de ninguna clase y denominación solo se


admite ser titulares de acciones de SA, sin ninguna participación en la gestión
de la sociedad.
3. Prohibición de tener parte en los buques mercantes o en sus cargamentos
4. Prohibición de hacer cobranzas y pagos por cuenta ajena.
5. Prohibición de adquirir para si las cosas cuya venta les haya sido encargada, ni
las que dieren a vender a otro corredor.
6. Prohibición de dar garantía de la solvencia de las partes.
7. Prohibición de intervenir en contratos ilícitos.
8. Prohibición de proponer negocios en que intervenga personas desconocidas
en la plaza.
9. Prohibición de intervenir en contratos de persona que haya suspendidos sus
pagos.
e) Derechos
El principal derecho es cobrar una comisión por su trabajo. El monto puede pactarse
contractualmente. En caso contrario, el art. 112 del Código, establece que fijara
según un arancel cuya organización fue encomendada al órgano superior del Poder
Judicial, lo que nunca fue concretado.
f) Pérdida de la calidad de corredor
La Ley establece varias causales de distinción del corredor por el Juzgado y entre
ellas la liquidación (quiebra) y la actuación con dolo o fraude, además de la eventual
acción criminal cuando corresponda.
g) Regulaciones especiales del corredor
Corredores de bolsa: las actividades de los corredores de Bolsa de Valores
están reglamentadas y controladas por el Banco Central de Uruguay. Cada
Bolsa de Valores reglamentará las exigencias pertinentes para desarrollar tal
actividad en las respectivas ruedas, debiendo cernirse a las normas generales,
especialmente de contralor y teniendo también como deben llevar un registro
de los corredores de bolsa que en la misma están habilitados para operar.
Corredores de seguros: cada entidad dispone a su vez de requisitos
específicos para quienes realizan el corretaje de sus seguros.
3.2) Rematadores
El remate es la actividad y caracterización jurídica que se encuentra reglamentada
fuera del Código de Comercio.
El remate se puede realizar: por su solicitud de un particular (remate privado) o por
orden judicial (remate oficial). El remate puede ser: con base (base determinada de
antemano) o sin base (valor de 2/3 del valor de catastro).
El rematador o martillero –la Ley usa estas dos denominaciones indistintamente– es
la persona que, en forma habitual y como profesión, realiza actos de remate. Preside
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el acto del remate, siendo la pieza fundamental, la realmente definidora, de esta


forma de contratar. es aquella persona que se ocupa de la venta pública y al mejor
postor de los bienes de otras personas.
El martillero domina los contratos efectuados bajo forma de remate. Es quien formula
al público las condiciones del contrato, es quien recibe las ofertas que los interesados
efectúan, es quien –con un golpe de martillo– acepta el precio más alto ofrecido.
3.2.1) Naturaleza jurídica del rematador
a) Condiciones para ser rematador
Los requisitos para ser rematador están fijados por el art. 1 del DL 15.508. Debe ser
mayor de edad, tener capacidad, ser ciudadano natural o legal, y tener certificado
policial de buena conducta; debe acreditar idoneidad: haber aprobado cursos oficiales
de rematador dictados por la Universidad del Trabajo. Esto no se exige para los
inscriptos a la fecha de la sanción de la Ley (art. 16).
Matrícula y registro
Se le exige estar inscripto en la matrícula de rematadores que lleva la Asociación
Nacional de Rematadores. Al respecto, debemos distinguir entre matrícula y registro
de rematadores (art. 5, inc. 1). La matrícula se necesita para ser rematador y el
registro para intervenir en remates públicos.
Sociedades civiles
El DL 15.508 admite la formación de sociedades de carácter civil, cuyo objeto sea la
realización de actos de remate y actividades afines. El art. 10 del DL 15.508
establece: “El ejercicio de la actividad de rematador, es esencialmente personal. Se
admitirá sin embargo, la formación de sociedades de carácter civil, cuyo único objeto
lo constituya la realización de actos de remate y actividades afines (art. 2º literal a) de
la presente ley) con tal que la sociedad sea de tipo personal y que los actos de
remate se cumplan en todos los casos por intermedio de un Rematador.”
Con esta norma se admite la formación de sociedades de carácter civil cuyo único
objeto lo constituya la realización de actos de remate y actividades afines. El
legislador incurrió en error, pues el remate es una operación comercial y si una
sociedad se constituye para realizar actos comerciales, esa sociedad es comercial y
no civil.
El Decreto reglamentario 493/984, trata de subsanar el error y dispone que se admite
la formación de sociedades de carácter personal, para el ejercicio de la actividad del
rematador. Excluye la calificación de sociedad civil. Se establece que puede ser una
sociedad, bajo cualquiera de las formas permitidas por el Decreto Ley. Su objeto
exclusivo debe ser la realización de actos de remate y actividades afines (art. 15).
El Decreto Ley, en el art. 10 trascripto, dispone que las sociedades deben realizar los
actos de remate, por intermedio de un rematador. Lo mismo dispone el Decreto (art.
16). En la publicidad previa de los remates se debe indicar, el nombre de la sociedad
y los números de matrícula de los componentes.
3.2.2) Cometidos del rematador público
Es el único que puede efectuar ventas en remate público de cualquier clase de
bienes. Además puede:
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Tasar o informar sobre el valor de cualquier clase de bienes.


Recabar informaciones o certificados de oficina pública.
Requerir el auxilio de la fuerza pública para asegurar la normalidad del acto de
remate.
Suspender o diferir el remate toda vez que las pujas no alcancen el precio
establecido.
Desempeñar funciones de balanceador, depositario judicial y consignatario.
Efectuar ventas de todo tipo
3.2.3) Requisitos para ser rematador
Mayoría de edad (18 años) o encontrarse emancipado, habilitado en pleno
goce de derechos civiles y facultades.
Ciudadanía legal o natural.
Aprobación del curso que dicta la Universidad del Trabajo del Uruguay (UTU).
Exhibir certificado de habilitación policial que acredite la buena conducta.
Estar inscripto en la matricula del Registro de Rematadores Públicos que lleva
el MTSS.
3.2.4) Obligaciones
Anunciar el remate con la publicidad adecuada.
Hacer el remate en voz alta.
Recabar como mínimo en cada oferta una seña del 20% del precio.
Ubicar datos precisos en relación con el rematador, el acto de remate, el bien o
bienes a subastar, la seña y comisión.
Realizar el remate personalmente en la fecha, hora y lugar señalados.
Dar cuenta de la gestión al comitente en 8 días hábiles, desde la fecha del
remate, entregando el saldo del dinero en ese momento.
Llevar libros de “entradas” y de “remates y comisiones” con las formalidades
previstas para los libros de comercio.
3.2.5) Derechos
Cobreo de la comisión u honorarios.
Podrá pactar comisión de garantía, corren por su cuenta los riesgos de la
cobranza.
Podrá exigir reintegro de gastos convenidos y realizados, salvo suspensión del
remate por su culpa.
En caso de que el comitente suspenda el remate iniciada la tramitación, tiene
derecho a cobrar la mitad de la comisión calculada sobre el valor real de plaza.
3.2.6) Prohibiciones
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Comprar los bienes que rematen o adjudicarlos o familiares dentro del segundo
grado de parentesco.
Usas palabras como “judicial”, “extrajudicial” o “municipal” si el remate no tiene
tal carácter.
Disponer o utilizar las señas que le entregan.
Vender a crédito sin autorización por escrito del comitente.
Bajar el martillo sin pregonar claramente la última oferta con indicación de
quien la formulo y su expresa aceptación.
Las sanciones por incumplimiento, tales como multa, suspensión hasta 2 años o
cancelación del registro son aplicadas por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
3.3) Barraqueros y administradores de casas de depósito
3.3.1) Actividades comprendidas
1. Barraqueros son los titulares de una empresa de depósito
2. Administradores de casas de depósito son los gerentes de una empresa
dedicada a recibir depósitos
Su actividad consiste en recibir mercaderías y entregarlas cuando el dueño lo solicite.
3.3.2) Obligaciones
Llevar un libro diario del movimiento de la barraca con las formalidades
exigidas para los libros de comercio.
Dar recibos de las mercaderías que van recibiendo en depósito.
Guardar y conservar los efectos depositados en la barraca.
Mostrar a los compradores, por orden de los dueños, los efectos depositados.
Devolver la mercadería que se les ha confiado.
3.3.3) Derechos
El barraquero tiene derecho a una retribución, ya sea aquella que fue estipulada entre
las partes o la de uso en el lugar del contrato. En caso de liquidación (quiebra) del
depositante, tiene privilegio especial sobre las cosas depositadas.
3.4) Acarreadores, porteadores y empresarios de transporte
El Código distingue por un lado el sujeto de la actividad y por otro lado al contrato de
transporte. Empresario de transporte es aquella persona que por esa actividad se
obliga a realizar el transporte bajo su riesgo. Su estatuto jurídico establece:
3.4.1) Obligaciones del transportista
Entregar las mercaderías fielmente en el tiempo y lugar convenido.
Cuidar el buen estado de las mercaderías.
Llevar un registro particular.
Indemnizar las averías o pérdidas provenientes de su culpa o negligencia.
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Seguir la ruta pactada o, en caso contrario, elegir aquella que se dirija en línea
recta al punto de entrega de los efectos.
3.4.2) Derechos del transportista
Cobrar comisión o flete.
Exigir al cargador la carta de porte que documenta la calidad, condiciones y
recepción de los objetos.
3.4.3) Naturaleza del transportista
El Código hace una calificación jurídica inadecuada de los empresarios y
comisionistas de transporte. En el artículo 164 dispone: “Los empresarios o
comisionistas de transporte, además de los deberes que tienen como mandatarios
mercantiles...”. El empresario de transporte nunca es mandatario, cumple con un
contrato en que se obliga a trasladar bienes de un lugar a otro. Tampoco es un
comisionista, por cuanto no actúa por cuenta de un comitente. Podrá la Ley disponer
que se le apliquen normas del mandato pero ello no lo convierte en mandatario ni en
comisionista. El transportador ejerce un acto de comercio – el transporte – de cuenta
propia y haciendo de ello su profesión habitual. Por lo tanto, el transportador es
comerciante.
3.5) Agentes de comercio exterior. Despachantes de aduana
Regulación legal: Ley 13925/70, decreto 391/71
3.5.1) Cometidos
Los despachantes de aduana son las personas encargadas de realizar las gestiones
necesarias respecto del pasaje de las mercaderías por la Aduana, están facultados
para tramitar la importación, exportación, transito y yoda otra operación de carácter
aduanero. Los corredores de cambio fueron incluidos en la Ley 13927 quedando
habilitados a desarrollar las mismas tareas que los despachantes de Aduana,
denominados Agentes de Comercio Exterior, bajo el régimen anteriormente exclusivo
de los despachantes de aduana.
3.5.2) Requisitos
Ser mayor de 21 años y tener educación secundaria.
Aprobar un examen de conocimientos.
Acreditar honradez y costumbres morales, mediante una información sumaria
que se tramita judicialmente.
No haber sido declarado en liquidación ni en concurso civil.
Estar inscripto en el Registro de Despachantes de Aduana de la Dirección de
Escribanía de la Dirección Nacional de Aduanas.
3.6) Agentes marítimos
El agente marítimo se desempeña como agente del armador, ya sea como gerente de
una sucursal de la empresa armadora o en forma independiente, siendo en este
último caso cuando adquiere propiamente la calidad de agente.
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3.6.1) Cometidos
Tramitación de la entrada y salida de buques ante las autoridades portuarias.
Contratar el personal de estiba.
Recibe y entrega la mercadería documentando las relaciones.
Celebrar contratos de transporte, cobrar fletes de mercaderías y billetes de
pasaje.
Representación del armador ante autoridades administrativas y judiciales.
3.7) Agentes de viaje
Regulada por el Decreto 386/94 que define las agencias de viajes como las
empresas, personas físicas o jurídicas, cuya actividad consiste en prestar servicios a
los viajantes, actuando como intermediario entre estos y los demás prestadores de
servicios turísticos o suministrando sus propios servicios.
Según las funciones y actividades que desarrollen el decreto las clasifica en Agencias
de Viaje y Turismo, Agencias Mayoristas de Turismo, Agencias de venta de pasajes y
excursiones, Operadores Turísticos Nacionales y Agencias de representaciones
turísticas.
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Unidad 5

La Empresa Comercial
Resumen DERECHO COMERCIAL

1) Importancia jurídica-económica
La empresa, como fenómeno de organización humana, ha tomado un papel
preponderante en la vida económica de las sociedades modernas.
Debemos estudiar la empresa para saber lo que es y lo que no es desde el punto de
vista jurídico, con el fin de determinar el régimen jurídico que debe serle aplicado. Al
considerar la empresa debemos precisar que esta palabra “empresa” en cierto modo
se ha incorporado al lenguaje común; es un término cómodo, penetrante, siendo
frecuente su uso en distintos ámbitos. Es nuestro deber, precisar su alcance jurídico,
si es que lo tiene, porque en el campo del Derecho no se puede hacer el mismo uso
del término que en el lenguaje corriente. Debe dársele, si se puede, una dimensión
jurídica o definirse como mera realidad económica, pero descartando su utilización
ambigua.
2) Evolución del concepto
La empresa apareció cuando los procedimientos económicos de producción hicieron
que los artesanos dejaran de trabajar en pequeña escala y lo hicieron para un
intermediario que ofrecía dichos productos o sectores más amplios de público.
Más adelante las formas de producción llevaron a que el empresario reuniera en un
mismo edificio bajo su dirección y responsabilidad a sus colaboradores las que
elaboran allí los productos.
El Código de Comercio Francés de 1807 atribuye a la empresa de fábrica o
manufactura la calidad de acto de comercio como forma de cometerla a los tribunales
mercantiles. Con el tiempo las organizaciones dedicadas a la producción de bienes
inmateriales y a los servicios tuvieron idéntica consideración legal que las fábricas,
productoras de bienes materiales.
El concepto de empresa es un concepto de la ciencia económica.
2.1) Concepto económico de empresa
En general, existe un relativo acuerdo en la ciencia económica, en cuanto a que en la
empresa hay combinación de capital, de trabajo humano y de organización, pero en
torno a esos elementos los economistas hacen múltiples elaboraciones, dispares
entre sí, de tal modo que existen discrepancias en torno a la definición de la
empresa. Preliminarmente, proponemos la definición siguiente: la empresa es la
organización del trabajo ajeno y del capital, para producir bienes o servicios
destinados a ser cambiados. Esto es: el capital puede ser propio o ajeno; en cuanto al
trabajo, necesariamente se debe organizar el trabajo ajeno, para ser considerado
como empresa.
Algunos autores agregan la finalidad de obtener una ganancia y, opuestamente, otros
autores prevén que la empresa pueda no tener finalidad de lucro.
Empresario es la persona que organiza y explota la empresa. La empresa es un
producto de la obra del empresario. Toda empresa supone un titular, persona física o
jurídica, que la ha creado, que la ha dotado de organización, que la hace funcionar y
que obtiene las utilidades que en su funcionamiento se producen o que se hace cargo
de las pérdidas.
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2.2) Concepto jurídico de empresa


La única definición legal de “empresa” la encontramos en el Derecho Tributario:
De acuerdo con el art. 2 del Título IV del Texto Ordenado Tributario (cuya última
versión de 1996), se considera empresa a “toda unidad productiva que combina
capital y trabajo para producir un resultado económico, intermediando para ello en la
circulación de bines o en el trabajo ajeno”.
3) Elementos y características. Alcance y límites del concepto
3.1) Naturaleza jurídica
Algunos autores le atribuyen personalidad jurídica, otros la identifican con el concepto
de establecimiento comercial, otras tendencias la definen como una actividad,
caracterizándola como un conjunto de bienes y actividades económicamente
orientados.
La empresa no es lo mismo que el empresario. El empresario es la persona que
organiza y explota la empresa, siendo la empresa un producto de la obra del
empresario, es la organización.
Del punto de vista jurídico la empresa no es un sujeto de derecho. La empresa
tampoco es lo mismo que el establecimiento comercial, lugar jurídico donde de realiza
la actividad. La empresa es el establecimiento más la organización que se realiza es
ese establecimiento.
Empresa y sociedad comercial tampoco es lo mismo, la sociedad comercial es la que
organiza su actividad a través de un empresario. La sociedad comercial es sujeto de
derecho, la empresa no es sujeto de derecho.
3.2) Aspectos de la empresa
Morfología: organización independiente que produce o distribuye bienes o servicios
para el mercado. Es una organización ya que el empresario organiza los medios de
producción capital y trabajo de acuerdo a un plan.
Los rasgos de la organización empresarial son: permanencia, independencia,
finalidad y destino.
La permanencia significa que la organización empresaria no se crea para un acto
aislado. El empresario cumple con autonomía su función, como contrapartida de su
libertad e independencia, el empresario asume el riesgo de la explotación. La
finalidad de las empresas es atender las necesidades económicas del hombre, tanto
la producción como la distribución de bienes y servicios. El destino de la empresa es
conquistar el mercado para ello utiliza la publicidad.
Proceso de formación de la empresa: se apoyan en bienes materiales, inmateriales y
relaciones.
3.3) Fines de la empresa
Garantizar la continuidad de la misma.
Desarrollo del personal
Lograr valor económico añadido.
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Satisfacer necesidades
3.4) Clasificación de las empresas
Las empresas pueden clasificarse siguiendo muy diferentes criterios.
a) Clasificación de las empresas en función de su objeto
Industriales: tienen por objeto la explotación de recursos naturales y su
transformación. Se subclasifican en extractivas y de transformación.
Comerciales: tienen por objeto el intercambio o la distribución de los productos
de las empresas industriales.
Financieras: atienden a las necesidades financieras de otras empresas
(ejemplo: bancos, sociedades de inversión, empresas de seguros, bolsa de
valores).
De servicios: prestan servicios (ejemplo: estudio jurídico, sanatorio, estudio de
arquitectos o ingenieros)
b) Clasificación de las empresas según el propietario
Unipersonales: es propiedad de una persona jurídica.
Colectivas: es propiedad de una persona jurídica (asociación, sociedad civil o
sociedad comercial).
c) Clasificación de las empresas en función de su carácter público o privado
Públicas: pertenecen al Estado.
Privadas: pertenecen a agentes privados.
d) Clasificación de las empresas en función de un criterio cuantitativo
Activos destinados a la empresa, personal empleado, ventas anuales o todos juntos.
Microempresas
Pequeñas
Medianas
Grandes
e) Clasificación de las empresas según los sectores productivos a los que
pertenecen
Empresas del sector primario: realizan actividades que utilizan recursos
naturales tal como se obtienen de la tierra o del subsuelo; empresas agrícolas,
ganaderas y minera, por ejemplo.
Empresas del sector secundario: realizan actividades que transforman bienes:
empresas metalúrgicas, fabricas textiles, fabricas de automotores, fabricas de
juguetes.
Empresa del sector terciario: realizan actividades de servicio: bancos,
empresas de seguros, supermercados, hoteles, empresas de transporte.
3.5) Dimensiones de la empresa
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Subjetiva o dinámica: empresa es la actividad del hombre tendiente primero a


la creación de la empresa y luego a la conservación de lo creado. Se
manifiesta en la realización de los sucesivos actos y contratos jurídicos por
parte del empresario.
Objetiva o Estática: resultado objetivo de la actividad del empresario. La
empresa necesita un sustrato material formado por locales, maquinas, etc., por
elementos cambiantes.
4) Concentraciones empresarias
4.1) Definición
Las concentraciones de empresa constituyen un fenómeno reciente que aparece
como consecuencia de la producción y comercio, en gran escala necesario para
satisfacción de necesidades masivas. Ha sido definido como un fenómeno económico
que responde a la evolución del capitalismo moderno, en la búsqueda por satisfacer
necesidades de un mejor aprovechamiento de recursos de varias empresas mediante
la unificación de la dirección y decisión de las empresas agrupadas.
Según la Dra. Nuri Rodríguez: la concentración empresarial es la función de 2 o más
empresas que confluyen en un determinado centro para unificar sus actividades o
coordinarlas con distintas modalidades y distintos grados de intensidad.
La empresa y la concentración empresarial son fenómenos económicos y no
jurídicos.
4.2) Clasificación
Explicaremos algunas modalidades de concentración empresarial y explicaremos su
funcionamiento.
4.2.1) Concentraciones de tipo primario y de tipo secundario
Concentración de tipo primario: la concentración de tipo primario tiene por objeto
aumentar la talla y el poderío económico de las empresas, disminuyendo su número.
Una concentración de tipo primario se logra por la fusión de sociedades.
Fusión por absorción: en la fusión por absorción, una sociedad absorbe el
patrimonio de otra u otra, que desaparecen como personas jurídicas. La
sociedad absorbente incrementa su capital y su patrimonio; quienes eran
socios o accionistas de las sociedades absorbidas pasan a ser socios o
accionistas de la absorbente.
Fusión por amalgama: en la fusión por amalgama dos o más sociedades
acuerdan crear una sociedad, a la cual transfieren todo su patrimonio después
de lo cual desaparecen las fusionadas. La nueva sociedad, producto de la
fusión, tendrá un patrimonio formado con la suma de los patrimonios de las
fusionadas y los socios o accionistas de éstas pasan a ser socios o accionistas
de aquella. De lo dicho resulta que con la técnica jurídica de la fusión, se
aumenta el volumen de una empresa, a expensas de la existencia de varias.
Concentración de tipo secundario: en la concentración de tipo secundario, se
mantiene el mismo número de sociedades existentes formando enjambres integrados
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a una organización económica. La doctrina distingue dos motivaciones básicas para


que existe una concentración de tipo secundario: la colaboración y el control.
Colaboración o cooperación entre empresas: las concentraciones de empresas
cuyo objetivo es la colaboración, no son determinantes de una incidencia
dominante de una de las empresas sobre otra. La concentración se obtiene a
través de contratos como los joint ventures, los grupos de interés económico,
los consorcios o sociedades accidentales. En estos casos, la independencia
jurídica y económica de las empresas agrupadas no se ve afectada.
Concentraciones para el control empresarial: las concentraciones de empresas
cuyo objetivo es el control, se caracterizarán por el hecho de que algunas
empresas se encontrarán sujetas a un centro de decisión dominante. Existe,
entonces, un sujeto dominante o sujeto piloto, por un lado, y sujetos
dominados o controlados, por otra parte. Las empresas mantiene su
independencia jurídica, pero pierden autonomía desde el punto de vista
económico. Existen dos modalidades de concentración para el control
empresarial según el contralor sea interno o externo.
Se puede hablar de contralor interno cuando la sociedad controlante posee una
porción del capital accionario de las restantes sociedades que le permite controlarlas.
Hay contralor externo cuando la controlante no basa su control en la tenencia de
capital de las controladas. Para dar ejemplos de contralor externo, mencionamos el
que se crea cuando un fabricante celebra con determinados comerciantes contratos
por los cuales les confiere exclusividad de la venta de sus productos; pero le impone
su sometimiento a todas las directivas que imparta en cuanto a las condiciones y a la
forma de comercialización. Otro ejemplo: un empresario celebra un contrato de
suministro con un fabricante y por ese contrato absorbe toda su producción, pero le
impone las consiguientes condiciones.

4.2.2) Concentración vertical y horizontal


Concentración vertical: se agrupan empresas interesadas de modo sucesivo en un
ciclo económico. Ejemplo: se agrupa el productor de trigo, con el molino y la
panadería (mismo ciclo económico vinculado a la fabricación y venta de pan).
Concentración horizontal: se coordina la actividad de entidades que desarrollan el
mismo giro, reglamentando de común acuerdo su concurrencia en un determinado
mercado. Ejemplo, se agrupan varias panaderías para formar una cadena de
panaderías (mismo nombre, mismos procesos, mismos productos, etc.).
Al agrupamiento de empresas que se dedican a productos o servicios disímiles, se le
denomina conglomerado.
5) Concentración societaria y conjunto económico
Concentración societaria: cuando los acuerdos de concentración empresarial se
celebran entre sociedades, se utiliza la expresión concentración de sociedades. Esta
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modalidad de concentración no supone, en principio, que exista comunicación de


responsabilidad entre las sociedades intervinientes. Los actos, derechos y
obligaciones de cada una se imputan a la sociedad actuante en cada caso.
Conjunto económico: la concentración societaria o el agrupamiento empresarial
puede derivar en lo que se conoce como conjunto económico. La expresión conjunto
económico carece de una dimensión jurídica generalmente aceptada. Sin embargo,
tanto en el ámbito del Derecho Tributario como el Derecho Laboral, se maneja esta
expresión, fundada en la existencia de alguna de las modalidades referidas de
concentración empresarial, para sustentar la comunicación de responsabilidad entre
los sujetos que integran el conjunto económico.
6) La empresa comercial en la legislación nacional
Las empresas comprendidas son: Fábrica, comisiones, depósito y trasporte.
6.1) ¿Qué significa la palabra “empresa” en nuestro Código de Comercio?
6.1.1) Empresa como organización de capital y trabajo ajeno
Los actos de fábrica, comisión, depósito y transporte, sólo son comerciales si
están organizados en forma de empresa: utilizando capital y trabajo ajeno. Si
no están organizados así entonces son actos civiles y se rigen por el Código
Civil.
Cualquier otro acto que no sea los enunciados, si no está en la enumeración
del art.7 no son comerciales aún cuando se organicen en forma de empresa.
Son comerciales, tanto los actos que dan vida a la empresa y la ponen en
condiciones de funcionar, como los actos que son emanación de su actividad.
La empresa sería el producto de una organizativa del empresario que la ideó.
Organización de factores de producción. La empresa no sería un mero acto, no
es un contrato, no es un negocio jurídico.
6.1.2) Empresa como actividad
La palabra “empresa” fue utilizada por el legislador francés de 1808 (fuente de
nuestro Código de Comercio de 1866) como sinónimo de acto; esto es como
actividad. Los actos de fábrica, comisión, depósito y transporte son siempre
comerciales, sean realizados o no combinando capital y trabajo ajeno.
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Unidad 6

Organización Pública y Privada del Comercio


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1) Registro Público
El requisito de publicidad en materia mercantil a pasado a ser una exigencia común.
La publicidad puede realizarse mediante publicaciones o mediante la inscripción
registral. Esto último lo brindan los registros públicos.
1.1) Registro Nacional de Comercio
1.1.1) Base legal
El Registro Nacional de Comercio está regulado por los arts. 48 a 53 de la ley 16871
(ley registral) del 28 de setiembre de 1997 los arts. 42 a 49 del Decreto 99/998 del 21
de abril de 1998.
1.1.2) Organización
El Registro Nacional de Comercio tendrá competencia nacional y cede centralizada
en Montevideo. El art. 48 establece que se organizará sobre la base de fichas
personales de los comerciantes, ya se trate de personas físicas o jurídicas.
1.1.3) Documentos inscribibles
El art. 49 de la ley enumera los actos y contratos inscribibles en el Registro Nacional
de Comercio:
- Las donaciones y legados en el caso del art. 1600 del Código de Comercio.
- Los contratos constitutivos de sociedades comerciales, cooperativas, grupos
de interés económico y consorcios. Se exceptúan las sociedades accidentales
o en participación. Respecto a las sociedades comerciales constituidas en el
extranjero, se inscriben cuando corresponda y en los términos del art. 193 de
la Ley 16060.
- Los embargos de participaciones sociales a que refiere el art. 78 de la misma
ley.
- Los embargos específicos de establecimientos comerciales.
- Las promesas de enajenación de establecimientos comerciales.
- Las trasmisiones por cualquier titulo o modo y adjudicaciones por partición de
cuotas sociales y de establecimientos comerciales.
- Las demandas y sentencias sobre demandas inscriptas o no, recaídas en los
juicios promovido por rescisión judicial de promesa o enajenación de
establecimientos comerciales.
- Los reglamentos que refiere el art. 253 de la Ley 16060.
- Los privilegios marítimos.
- Las reservas de prioridad.
- Todos los actos que alteren o modifiquen las inscripciones efectuadas.
1.1.4) Inscripción
Los actos y negocios jurídicos que se presenten a inscribir, cualquiera sea la forma
del documento que los contenga, deberán estar acompañados de minuta con los
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datos y las copias que el reglamento determine. La minuta y sus copias deberán ser
suscritas por las partes, por el escribano interviniente o por el profesional que tiene a
su cargo la gestión.

1.1.5) Plazo de inscripción


El plazo para la inscripción es de 30 días que se cuentan desde el día siguiente al
otorgamiento. Se precisa que si se trata de sociedades anónimas, el plazo se cuenta
desde el siguiente a la expedición del testimonio o constancia del órgano estatal de
control (art.50 de la ley).
1.1.6) Personas que solicitan la inscripción
Personas que pueden solicitar la inscripción:
1. Quien tenga la carga de inscribir.
2. Quien tenga interés en la protección de la publicidad registral.
3. El profesional interviniente.
4. El representante de cualquiera de las personas indicadas precedentemente.
1.1.7) Efectos de la inscripción
Con el registro de los documentos se logran estos efectos:
1. Efecto declarativo: los actos registrales son oponibles frente a terceros a partir
de su inscripción. Por otra parte, los terceros no pueden alegar ignorancia en
relación a un hecho que ha sido inscripto.
2. Efecto constitutivo: en ciertos casos el Registro cumple una función constitutiva
de derechos reales. El registro determina el nacimiento de los derechos reales
vinculados a la operación.
1.2) Otros registros vinculados con la actividad mercantil
Además del Registro Nacional de Comercio, componen el sistema de publicidad
registral en materia comercial los siguientes registros:
a) Registro nacional de Buques llevado por la Escribanía de Marina, en relación
con actos y contratos referidos a buques flotantes (ley 16.387).
b) Registro Nacional de Aeronaves a cargo de la Dirección General de Aviación
Civil, encargada de la inscripción de actos y contratos referidos a aeronaves,
medidas cautelares y créditos privilegiados y constancias de seguros de las
aeronaves (decreto ley 14.305)
c) Registro de prenda sin desplazamientos con relación a la hipoteca industrial,
prenda industrial y warrants, así como a los actos modificativos y extintivos de
las mismas con excepción de los contratos referidos a marcas.
d) Registro de la propiedad Inmobiliaria sección Hipotecas donde se inscriben las
hipotecas de buques, diques flotantes y las hipotecas industriales.
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e) Registro de actos personales donde son inscriptos los embargos de buques,


demandas de prescindencia de la persona jurídica y sentencia y demás
resoluciones del proceso concursal.
Integran el sistema de publicidad registral comercial los registros que tienen a su
cargo la Dirección Nacional de Propiedad Industrial:
- Registro relacionados con la titularidad de los derechos sobre marcas, patentes
de invención, modelos de utilidad y modelos o diseños industriales, así como
los actos modificativos, limitantes y extintivos de los mismos.
- Registro de Licencia de Marcas, accesorio al anterior.
- Registro de embargos y prohibiciones de Innovar.
- Registro de denominaciones de Origen.
- Registro de la Matricula de Agentes
2) Jurisdicción comercial y Arbitraje comercial
2.1) jurisdicción comercial
No existe jurisdicción en materia comercial en Uruguay desde el 19/09/1933, pues la
ley 9.164 reformó el régimen de organización de la Judicatura existente hasta esa
época, suprimiendo la existencia de los Juzgados de Comercio. Los asuntos de
naturaleza mercantil se plantean ante los mismos jueces encargados de la materia
civil.
2.2) Arbitraje comercial
Todas las disposiciones legales que imponían el arbitraje forzoso en materia civil y
comercial en el Uruguay fueron derogados. En el ámbito de la Bolsa de Comercio se
ha organizado un centro de conciliación y arbitraje.
A nivel regional se creó la Corte de Arbitraje Internacional para el MERCOSUR,
presidido por el presidente de esa Bolsa e integrada por nueve miembros que
cuentan con estatutos así como reglamentos de conciliación y de Arbitraje propios
que tiene por objeto la administración de métodos alternativos de resolución de
conflictos. El Consejo de MERCOSUR ha aprobado el acuerdo sobre Arbitraje
Comercial Internacional del MERCOSUR el 23/07/1998.
3) Organizaciones profesionales
3.1) Consideraciones generales
Las organizaciones profesionales de los empresarios nacionales se limitan a la
representación y defensa gremial de los intereses de sus asociados, cumplen
funciones de asesoramiento interno y externo en el ámbito de su competencia e
integran otras entidades sectoriales o multisectoriales vinculadas con la consecución
de sus objetivos.
3.2) Bolsa de Comercio
La bolsa de comercio si bien es una Sociedad Anónima, no tiene fines de lucro y su
objeto principal es “velar por el interés general de comercio y del sector privado de la
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economía nacional y ofrecer un punto de reunión para tratar toda clase de negocios
listos”.
Los socios de la bolsa podrán ser activos, suscriptores y honorarios, pudiendo
constituirse dentro de la institución organizaciones que representen gremios o
sectores de la actividad privada las que tendrán carácter de entidades afiliadas.
También podrán afiliarse entidades constituidas.
Los órganos de la bolsa serán: Asamblea General, Cámara Nacional de Comercio y
Servicios y la Comisión Administrativa.
La Asamblea General constituye el órgano máximo de la institución, está integrada
por los socios activos o entidades afiliadas, quienes darán tantos votos como
acciones posean en la sociedad.
La Cámara Nacional de Comercio y Servicios se compone de 24 miembros titulares
elegidos, parte por los socios activos (18), parte por los socios suscriptores (6), entre
sus partes disponiendo el estatuto que en la comisión de este órgano deberá
procurarse que esté incluido el mayor número de gremios posibles. Cometidos que
desempeña: estudio de las cuestiones económicas, financieras, sociales u jurídicas
de importancia en el desarrollo nacional, para la adopción de las medidas que
considere necesarias, expedir consultas e informes, vincular a la institución con
organizaciones de fines similares, y acordar con ellas medidas de mutuo interés,
realizar publicaciones, conocer y fallar por medios de Tribunal Arbitral las diferencias
de naturaleza mercantil que fueran sometidas a su solución por los socios entre otros.
La comisión administrativa tiene por cometido la administración de los bienes y
negocios de la sociedad, la organización de la administración social por la
autorización de la trasmisión de acciones, entre otras gestiones. La integran el
presidente de la Cámara Nacional de Comercio y Servicios y otros 4 miembros
activos.
Cuando la Bolsa actúe en el ámbito laboral como asociación profesional de
empleadores se denominara Cámara Nacional de Comercio.
3.3) Cámara de Industrias del Uruguay
Fue constituida el 12/11/1989 con el objeto de promover los intereses nacionales, la
defensa de sus derechos y estimular desarrollo industrial del país. Tendrá la forma de
federación de cámaras de los diferentes sectores de actividad industrial.
Actividades que desarrolla:
Estudio y asesoramiento de los diversos asuntos socio-laborales que pueden
afectar al sector que representa con el objeto de promover la modificación y
aplicación de las normas jurídicas.
El departamento de estudio económico investiga e informa a las entidades
afiliados sobre diversos problemas de la industria uruguaya.
La división del comercio exterior tiene por objetos el asistir y apoyar al sector
exportados en las actividades concernientes a la promoción y concreción de
las exportaciones.
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3.4) Unión de exportadores del Uruguay


Entidad sin fines de lucro fundada el 16/05/1967.
Objeto: lograr el acercamiento de todas las personas naturales o jurídicas, privadas o
públicas, que directa o indirectamente estén interesadas en la exportación para la
mejor defensa, promoción y desarrollo de sus aspiraciones e intereses, a quienes
representa procurando por todos los medios posibles incrementar las exportaciones.
El Consejo Directivo integrado por representantes de diferentes instituciones, tales
como Cámara Nacional de Comercio, Cámara de Industrias del Uruguay, Cámara
Mercantil de productos del país, Federación Rural del Uruguay y Confederación
Granjera del Uruguay, en calidad de miembros permanentes.
3.5) Liga de Defensa Comercial
Asociación civil constituida el 14/06/1995 en Montevideo. Objeto: creación de un
órgano representativo del comercio y la industria nacionales organizado para la
defensa de intereses colectivos y que pueda desarrollar actividades como:
Propiciar todos los principios y normas comerciales
Combatir fraudes realizados a través de concursos y arreglos privados o
liquidaciones amistosas
Fomentar el relacionamiento de los asociados
3.6) Cámara mercantil de productores del país
Objetivo: promoción y defensa de la actividad privada en la economía nacional,
propósito estudio y fomento de la producción agrícola y ganadera, su
comercialización, industrialización y exportación.
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Unidad 7

SOCIEDADES COMERCIALES
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1) La legislación societaria. Principios orientadores


1.1) Concepto
Art 1 Ley 16060: “habrá sociedad comercial cuando dos o más personas, físicas o
jurídicas, se obliguen a realizar aportes para aplicarlos al ejercicio de una actividad
comercial organizada, con el fin de participar en las ganancias y soportar las pérdidas
que ella produzca.”
1.1.1) La sociedad comercial como contrato
En la LSC, la sociedad comercial es un contrato. De acuerdo al Código Civil "contrato
es una convención por la cual una parte se obliga para con la otra o ambas partes se
obligan recíprocamente a una prestación cualquiera, esto es, a dar, hacer o no hacer
alguna cosa (art. 1.247).
Siguiendo el modelo del Código de Comercio, la ley 16060 provee de una regulación
específica al contrato de sociedad, sin perjuicio de una remisión expresa a normas y
principios generales. El art. 5 de la ley establece: “Regirán para las sociedades
comerciales, las normas y los principios generales en materia de contratos en cuanto
no se modifiquen por esta ley”. La remisión debe entenderse hecha a las normas
sobre contratos del Código de Comercio, pues la sociedad es un contrato comercial, y
a las del CC por la remisión que a su vez hace el art. 191 del Código de Comercio.
La sociedad es un contrato cuya vigencia se ha de prolongar en el tiempo, por ello es
susceptible de modificaciones en sus estipulaciones durante el plazo de su duración.
El contrato social puede irse adecuando a las alteraciones que experimenten los
intereses originarios de los contratantes e, incluso, puede variar su estructura
personal con el ingreso o el egreso de socios. Se puede aumentar o reducir el capital,
modificar el domicilio o el régimen de administración y aun el tipo adoptado. Las
sociedades pueden fusionarse o escindirse. Por ello, la normativa no se agota en la
regulación del contrato que da nacimiento al sujeto sino que disciplina, también, la
posibilidad de sucesivos cambios de sus cláusulas y de las estructuras societarias
adoptadas.
El contrato de sociedad comercial tiene las siguientes características:
es un contrato plurilateral porque es celebrado por más de dos personas;
es un contrato de organización porque en su estatuto se organiza la actuación
de los diversos órganos de la sociedad;
es un contrato consensual porque no se requieren solemnidades cuya
inobservancia afecte la validez del contrato;
es un contrato oneroso porque cada socio se obliga en beneficio de los demás
y de la utilización en común de los bienes aportados todos sacan provecho;
es un contrato que da nacimiento a un nuevo sujeto de Derecho.
1.1.2) La sociedad comercial como persona jurídica
El art. 2 de la ley 16060 establece: “La sociedad comercial es un sujeto de Derecho
desde la celebración del contrato social y con el alcance fijado en esta ley”.
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En tanto es sujeto de Derecho, la sociedad es capaz de adquirir derechos y contraer


obligaciones y de realizar una actividad comercial organizada.
La ley 16060 al calificar a la sociedad de sujeto, le está atribuyendo personería
jurídica porque sujeto de Derecho es la persona capaz de adquirir derechos y capaz
de obrar.
Las sociedades comerciales son sujetos de Derecho, con la única excepción de la
sociedad accidental, que no tiene personería jurídica. Todo lo que digamos entonces,
sobre este carácter, no está referido a ese tipo. La personería se adquiere desde la
fecha de celebración del contrato. No se exige condición alguna para el
reconocimiento de la personalidad jurídica, por lo tanto, las sociedades comerciales
son sujetos de Derecho a partir de la celebración del contrato de sociedad.
La ley 16060 recoge el principio de la especialidad. La capacidad en la sociedad es
amplia pero se limita al objeto social. El principio no se recoge con un texto legal
expreso pero se deduce de lo dispuesto en el art. 79 de la ley que establece que los
administradores obligan a la sociedad por los actos que no sean notoriamente
extraños al objeto social.
1.1.3) La sociedad como comerciante
La sociedad como persona, es persona comerciante y, como tal, estará sujeta al
estatuto del comerciante: deberá inscribir ciertos documentos en el Registro Nacional
de Comercio, llevar libros, rendir cuentas. Al realizar una actividad comercial, debe
encuadrarse en la disciplina jurídica que rige cada uno de los actos realizados dentro
del giro social. En caso de insolvencia - en los términos que ésta se encuentra
definida en el art. 1, inc. 2, de la Ley 18.387 - concursa.
1.1.4) Conclusión
La sociedad comercial es un contrato por el cual dos o más personas físicas o
jurídicas se obligan a realizar aportes para aplicarlos al ejercicio de una actividad
comercial organizada, con el fin de participar en las ganancias y soportar las pérdidas
que ella produzca. También, es sociedad comercial es sujeto jurídico que surge a
partir de ese contrato.
1.2) Principios orientadores
1. Considera a la sociedad como un contrato plurilateral de organización.
El art. 1 de la Ley 16060 (Ley de Sociedades Comerciales) establece que “habrá
sociedad comercial cuando dos o más personas físicas o jurídicas se obliguen a
realizar aportes para aplicarlos al ejercicio de una actividad comercial organizada, con
el fin de participar en las ganancias y soportar las perdidas que ella produzca” y se
complementa con que “regirán para las sociedades comerciales las normas y los
principios generales en materia de contratos en cuanto no se modifiquen por esta
ley”.
2. La sociedad comercial tiene personería jurídica, aunque su capacidad se
limita al objeto social y se restringe en el caso de sociedades en
formación, irregulares y en liquidación.
Resumen DERECHO COMERCIAL

El art. 2 de la ley establece que “la sociedad comercial será sujeto de derecho desde
la celebración del contrato social y con el alcance fijado en esta ley”.
3. Recoge el principio de conservación de la empresa.
Se desarrolla en múltiples disposiciones entre las que podemos destacar: las
sociedades irregulares y de hecho; vigencia de la sociedad comercial; validez del
contrato; etc.
4. Se organizan los distintos tipos sociales.
Se confirma con la readmisión de los tipos sociales clásicos y del mantenimiento de
su regulación esencial.
5. Se regula el conjunto de instrumentos legales que habilitan el desarrollo
de un Mercado de Capitales.
Se hace evidente en múltiples normas, por ejemplo: sociedades anónimas abiertas
que recurren al ahorro público para la integración de su capital fundacional o
aumentarlo.
6. Procura la protección jurídica de la pequeña y mediana empresa.
Se concreta en la sistematización y perfeccionamiento del régimen de las sociedades
colectivas, en comandita simple, de capital e industria y d responsabilidad limitada y
en el reconocimiento de los grupos de interés económico y consorcios.
1.2.1) Otros principios orientadores que no están explicitados como tales pero
surgen del análisis de la Ley:
1. Principio de neutralidad: se refleja en la no toma disposiciones de política
económica.
2. El principio de la libertad contractual y de la autonomía de la voluntad que
resulta de la libre elección de los tipos sociales, de la permisibilidad y validez
de múltiples pactos contractuales de carácter supletorio de numerosas
disposiciones de la ley.
3. Principio de la legalidad y de su control jurisdiccional que se manifiesta en
también múltiples artículos de la ley.
4. Principio de la ética y de la buena fe en las relaciones intra societarias y
respecto a terceros que se reflejan especialmente en exigencias de diligencias,
colaboración y lealtad de comportamiento de socios, accionistas,
administradores, representantes y síndicos y en la protección de los derechos
de los terceros.
5. Principios de la responsabilidad societaria o personal y solidaria de esos
mismos sujetos.
2) Sociedad comercial. Conceptos fundamentales. Diferencias con
otros institutos. Naturaleza jurídica
2.1) Existencia de la sociedad comercial
Art. 1 Ley 16060: “habrá sociedad comercial cuando dos o más personas físicas o
jurídicas, se obliguen a realizar aportes para aplicarlos al ejercicio de una actividad
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comercial organizada, con el fin de participar en las ganancias y soportar las perdidas
que ella produzca”.
Tenemos 4 elementos:
1. La pluralidad de personas físicas y jurídicas, condición que descarta la
posibilidad de que una única persona física o jurídica por si misma pueda
conformar una entidad social.
2. Realización de aportes por partes de esas personas para constituir el capital de
la sociedad. Con los aportes se forma el patrimonio de la sociedad.
3. Realización de una actividad mercantil como objeto de la sociedad comercial,
actividad que tendría que realizarse en forma organizada. Para que exista
sociedad, no basta con que las personas celebren un contrato de sociedad y
se comprometan a aportar; debe darse, además, el compromiso de afectar los
aportes a una actividad comercial organizada. La actividad debe entonces ser
comercial, esto es la sociedad debe ejercer actos de comercio.
4. Finalidad perseguida por los socios, participación en las ganancias y la
asunción de las pérdidas que se produzcan.
El concepto legal no define la naturaleza del vinculo societario, pero diferentes
disposiciones de la ley permiten afirmar que trata de un vinculo contractual. La
naturaleza contractual permite concluir que la ley por una parte incorpora el concepto
de los contratos plurilaterales de la organización y admite la aplicación de normas
generales relativas a los contratos. Para la doctrina en general el contrato plurilateral
de organización se distingue por:
La realización de las prestaciones no concluye el contrato sino que crea la
sociedad.
Las prestaciones constituyen un fondo común, propio del ente social que se
crea.
Los intereses de los contratantes son opuestos pero su satisfacción no es
contradictoria.
Puede haber dos o más partes.
Son contratos abiertos.
La relación se establece entre cada parte y el nuevo sujeto de derecho.
Consecuencias de esas características:
El vínculo social no se extingue por la nulidad o anulación aislada que la falta
de aportación de la misma no haga imposible la consecuencia del fin común.
Si una prestación no se hace durante la vida de la sociedad se extinguen los
derechos y las obligaciones del socio que debía hacerla.
Todo socio está obligado a aportar.
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Art. 2 Ley 16060: “La sociedad comercial será sujeto de derecho desde la celebración
del contrato social y con el alcance fijado en esta Ley”, personería que surge desde el
momento en que existe el acuerdo para formar sociedad.
El contrato de sociedad comercial da nacimiento a una persona jurídica. Ese nuevo
sujeto de derecho es totalmente independiente de las personas de los socios; tiene
sus propios derechos y sus propias obligaciones. Al igual que la persona física, la
persona jurídica tiene un patrimonio, un nombre y un domicilio. También tiene
capacidad para obligarse y para exigir el cumplimiento de las obligaciones contraídas
por aquellos que contrataron con ella.
La personería jurídica esta condicionada por dos criterios:
1. La sociedad comercial es sujeto de derecho para todo lo que tiene relación con
el objeto o actividad económica de la sociedad.
2. La sociedad comercial tiene una capacidad predeterminada en el esquema de
la Ley. Las sociedades en formación, irregulares, de hecho y en liquidación
tienen limitada su capacidad de actuación.
Art. 3 Ley 16060: “Las sociedades comerciales deberán adoptar alguno de los tipos
previstos por esta Ley”. La Ley se ha inclinado por la tipicidad de las sociedades
comerciales estableciendo que se debe adoptar única y exclusivamente alguno de los
tipos sociales admitidos por la propia ley. Si la sociedad no se ajusta a ningún tipo
social es atípica pero no se sanciona con su inexistencia o nulidad, estas se regirán
por las normas de las sociedades irregulares y de hecho.
Art. 4 Ley 16060: “Las sociedades con objeto no comercial que adopten cualquiera de
los tipos previstos por esta ley quedaran sujetas a sus disposiciones, considerándose
sociedades comerciales. Las sociedades que tengan por objeto el ejercicio de
actividad comerciales y no comerciales serán reputadas comerciales y sujetas a la
ley”.
La comercialidad es calificada o atribuida según la naturaleza mercantil del objeto o
actividad social, pero la ley también habla de comercialidad formal de todas las
sociedades comerciales, siendo suficiente para ello que adopten alguno de los tipos o
formas previstos aún cuando no desarrollen el objeto o actividad mercantil. La
comercialidad tendrá importancia para calificar la mercantilidad de una sociedad
cuando ella sea irregular, de hecho, atípica o nula, solo acá importa la naturaleza
mercantil.
2.2) Diferencias entre sociedades comerciales y otros conceptos
2.2.1) Sociedades comerciales vs Asociaciones
1. Finalidad: la asociación es una unión voluntaria, duradera y organizada de
personas, que ponen bienes y fuerzas en común para alcanzar un fin extra
económico. En la sociedad las personas persiguen un fin común de carácter
desinteresado. En cambio, en la sociedad comercial, se persigue obtener
utilidades para distribuir entre lo socios. Las personas están ligadas por un
interés personal de conseguir ganancias y distribuirlas entre sí. Guía a los
socios un interés económico.
Resumen DERECHO COMERCIAL

Una asociación puede obtener ganancias con su actividad y con esas ganancias
aumentar su patrimonio; pero el socio de la asociación no lucra con esa ganancia,
como lo hace el socio de la sociedad comercial. Además, el asociado que se retira de
la asociación no puede pretender su parte en el patrimonio social ni la entrega de
ganancias acumuladas, como si puede hacerlo el socio de la sociedad comercial en
las hipótesis en que se permite su retiro o es excluido.
2. Personería jurídica: las asociaciones, para obtener personería jurídica,
necesitan de un acto administrativo emanando del Poder Ejecutivo. Las
sociedades comerciales son personas jurídicas por disposición legal.
3. Contralor estatal: las asociaciones están controladas por el Ministerio de
Educación y Cultura, el Decreto Ley 15089 establece que el Ministerio de
Educación y Cultura, ejercerá la policía administrativa de las asociaciones
civiles y fundaciones o que controlará su creación, funcionamiento, disolución y
liquidación.
Las sociedades comerciales, en general, están solo sujetas al contralor de legalidad
del Registro Nacional de Comercio, en ocasión de la inscripción del contrato de
constitución o de sus modificaciones. Las sociedades anónimas están sujetas a un
contralor de legalidad en el acto de constitución y a un contralor permanente durante
su vida, por un órgano de contralor estatal (ahora Auditoria Interna de la Nación,
antes Inspección General de Hacienda).
2.2.2) Sociedades Comerciales vs Sociedades Civiles
La Ley distingue entre sociedad civil y comercial de acuerdo a los dos criterios de
distinción tradicionales:
1. El criterio primordial es la actividad que la sociedad se propone realizar (criterio
objetivo). Es comercial la sociedad cuyo objeto es realizar operaciones
comerciales (art. 1 Ley 16060).
2. La Ley prevé, además, que la sociedad con objeto civil que adopte tipo
comercial será reputada comercial (criterio formal, art. 4 Ley 16060).
El criterio objetivo sirve, fundamentalmente, para determinar la comercialidad de
sociedades irregulares o atípicas; pues las regulares y típicas ya lo serán por la sola
adopción del tipo social.
Algunas diferencias entre sociedad civil y sociedad comercial:
1. Las sociedades comerciales y civiles están sujetas a distintos requisitos para
su constitución. En las sociedades civiles la Ley sólo impone que se formalice
un documento a los efectos probatorios. Las sociedades comerciales deben
constar en un documento e inscribirse en el Registro de Comercio y cumplir
otras formalidades y exigencias, según el tipo, con una eficacia especial:
adquirir regularidad.
2. Hay varios tipos de sociedades comerciales. Hay un solo tipo de sociedad civil.
Resumen DERECHO COMERCIAL

3. Las sociedades comerciales son sujetos de derecho. Las sociedades civiles no


lo son, salvo algunas, a las que la Ley les ha reconocido tal carácter. El
principio en esta materia, es que la sociedad civil no tiene personería jurídica.
Con la sociedad civil se constituye una comunidad organizada de bienes. Los socios
aportan bienes con los cuales se crea una comunidad y los socios son comuneros de
todos los bienes aportados.
Los socios designan un administrador que al actuar invoca la existencia de la
sociedad y compromete los bienes en común y el patrimonio individual de cada socio.
Los socios son los propietarios de los bienes y los responsables de las obligaciones
sociales.
De este modo, la sociedad civil no se proyecta frente a terceros 8art. 1918 Código
Civil) como un sujeto jurídico, con patrimonio separado del patrimonio de los socios.
Los actos del socio administrador obligan al conjunto de socios y no a un sujeto
distinto con patrimonio diversificado (arts. 1901 y 1921 del Código Civil).
3) El Contrato Social
La ley reafirma la existencia de un contrato y declara la aplicación de las normas y los
principios generales en materia de contratos (art. 5). El contrato social puede hacerse
en documento público o privado.
Art. 6 ley 16060: “El contrato de sociedad comercial se otorgará por escritura pública
o privada”.
La escritura no es un requisito de solemnidad. Si no se cumple con esta forma
estaremos de todos modos ante una sociedad (sociedad de hecho) aunque con un
régimen jurídico especialmente delineado por la ley.
Con otras palabras, la escritura no es un requisito esencial y no es una solemnidad.
La falta de la forma hace que el contrato no produzca todos sus efectos normales sino
que tiene efectos especiales. Por ello, alguna doctrina señala que el documento es
una cuasi solemnidad del contrato de sociedad; la sociedad existe sin documento
pero el contrato en tal caso no tiene plena eficacia, tiene efectos distintos, tanto
respecto a socios como a terceros.
En algunos casos, la constitución de la sociedad se hace en un proceso más
complejo. Por ejemplo, en la constitución de una sociedad anónima por suscripción
pública, si bien en la asamblea constitutiva se aprueba el contrato social, el negocio
societario se debe complementar con el programa elaborado por los promotores,
inscripto en el Registro Nacional de Comercio, con los contratos de suscripción y con
la documentación de las integraciones. De manera que en esta hipótesis, el acuerdo
de voluntades no se recoge en un acto único.
Según ya lo hemos dicho, es posible que el contrato social se modifique en la vida
social. Si se producen modificaciones, el contrato de sociedad estará recogido en
varias piezas documentales. Cuando se modifica un contrato, es corriente que se
modifique una cláusula y se mantengan las otras. Otras veces, cuando se modifica,
se cambia todo el contrato; pero será siempre necesario disponer del original
modificado.
Resumen DERECHO COMERCIAL

Cuando se requiere la intervención del órgano de control en el proceso de


constitución de una sociedad, las modificaciones del estatuto de una sociedad
anónima pueden provenir de observaciones de ese órgano. Generalmente, en el
estatuto se prevé que los fundadores pueden aceptar las observaciones y efectuar
los cambios pertinentes en la redacción para que ellas sean levantadas. En estos
casos el texto del contrato debe complementarse con el análisis de las observaciones
formuladas y de los cambios realizados en función de esas observaciones que no se
incorporan al estatuto y que quedarán registradas en el proceso administrativo para la
regular constitución. Lo mismo sucede cuando se reforma un estatuto y la asamblea
autoriza a una persona para que levante observaciones, efectuando las
modificaciones que sean necesarias para ello.
3.1) Contenido del contrato social
Art. 6 ley 16060: “El contrato de sociedad comercial se otorgará en escritura pública o
privada. Deberá contener la individualización precisa de quienes lo celebren, el tipo
social adoptado, la denominación, el domicilio, el objeto o actividad que se proponga
realizar, el capital, los aportes, la forma en que se distribuirán las utilidades y se
soportarán las pérdidas, la administración y el plazo de la sociedad”
3.1.1) Individualización de quienes lo celebran
Como es regla respecto de los contratos en general, se debe individualizar a cada
otorgante del contrato de sociedad. Si se trata de una sociedad anónima
que se constituye por acto único, quienes deben ser individualizados son
los fundadores. En la constitución sucesiva, intervienen promotores,
fiduciarios y suscriptores que se han de individualizar, según surge de
distintos textos de la Ley (arts. 259, 260 y 262). La Ley 16.060 no
establece, como otras legislaciones, los datos que se deben aportar.
Si se trata de personas físicas, se indicará su nombre, nacionalidad, domicilio, estado
civil y, si es casado, con quién y si existe sociedad conyugal o régimen de separación
de bienes.
Si se trata de personas jurídicas, ésta debe ser individualizada, indicando su
denominación, domicilio, sede, datos sobre su inscripción en el Registro Nacional de
Comercio. En nuestro concepto debe, también, indicarse la resolución del órgano
competente que dispuso la celebración del contrato de sociedad. Se debe, además,
identificar a la persona que actúe por la persona jurídica, fecha de su designación
como representante legal o convencional de la sociedad y las facultades para el
otorgamiento del contrato. Identificar a las partes sirve, en cuanto permite determinar
quiénes contraen obligaciones y responsabilidades. Sirve, también, para determinar
su capacidad para contratar, en especial, para contratar sociedad.
Del estado civil surgirá el régimen legal de la participación social. También, el dato de
la nacionalidad y domicilio puede ser relevante, especialmente en las hipótesis en que
se reserven ciertas actividades a nacionales o se imponga la radicación en el país.
Si faltan datos, la autoridad del Registro Nacional de Comercio deberá rechazar la
inscripción. Si se omite el control y aparece un socio no individualizado, se sostiene
Resumen DERECHO COMERCIAL

por la doctrina, que existiría una nulidad que afecta al vínculo del socio (art. 24).
También, se advierte que no habrá tal nulidad si con los datos aportados fuere
posible, de todos modos, identificar al firmante. Si es sociedad anónima, el control lo
ejercerá la Auditoría Interna de la Nación, que formulará la correspondiente
observación.
Si alguno de los socios firma el contrato de sociedad por poder, se debe dejar
constancia de la existencia del poder y de las facultades del apoderado para contratar
sociedad. De acuerdo al art. 44, los padres, tutores o curadores podrán contratar
sociedad por sus representados con autorización judicial fundada según ya se analizó
en otra parte de este trabajo. En el contrato se debe individualizar al representado,
justificar la calidad de representante legal o curador especial y la existencia de la
autorización judicial requerida.
3.1.2) Tipo social adoptado
Una vez que se ha resuelto constituir una sociedad comercial, la Ley impone que en
el contrato que recoja el acuerdo de voluntades se disponga la adopción de un tipo
regulado por la Ley, respetando la estructura imperativa con que la Ley lo configura
(art. 6).
El artículo 3 de la Ley 16.060 obliga a los contratantes a adoptar uno de los tipos en
ella regulados: “Las sociedades comerciales deberán adoptar alguno de los tipos
previstos por esta ley. Las sociedades comerciales que no se ajusten a lo dispuesto
precedentemente, estarán sujetas al régimen establecido en la Sección V del Capítulo
I.”
En el capítulo segundo - "De las sociedades en particular" - la Ley 16.060 incorpora y
regula diversos tipos sociales: colectiva, comandita simple y por acciones, de capital e
industria, de responsabilidad limitada, sociedad anónima y sociedad accidental o en
participación.
Los particulares pueden adoptar libremente cualquiera de los tipos previstos, salvo
que la Ley prohíba o imponga determinados tipo en razón de la actividad que se
proponen realizar o de otros factores.
3.1.3) Denominación
La sociedad comercial es un contrato, con cuya celebración nace un nuevo sujeto de
Derecho. En el contrato se debe estipular una denominación que ha de individualizar
al sujeto creado. La denominación de las sociedades comerciales se considera como
un atributo de la personalidad, de la misma naturaleza que el nombre de las personas
físicas.
La denominación de la sociedad cumple la función del nombre de las personas
físicas: distingue e identificar al sujeto jurídico societario.
Además, la denominación social es el instrumento que debe utilizar la sociedad para
vincularse con terceros y para celebrar todos sus negocios jurídicos, de modo que se
puedan imputar a la sociedad. La denominación social sólo puede ser utilizada por el
representante de la sociedad.
Resumen DERECHO COMERCIAL

En resumen, es imposible que una sociedad pueda funcionar si no tiene


denominación, porque para contratar debe usar esa denominación porque de otro
modo no sería posible imputar los actos de sus órganos a la sociedad. La función que
cumple la denominación determinó que el legislador se ocupara de dar normas a su
respecto.
En el régimen previsto para las sociedades comerciales, en nuestro Código de
Comercio, se distinguía entre razón social y denominación (art. 395, nº 2).
Advertimos que la Ley 16.060 abandona la expresión “razón social” en todos los
casos, empleando respecto de todos los tipos sociales, la expresión “denominación
social”.
El artículo 6 dispone que el contrato de sociedad debe contener, entre otras
estipulaciones, la denominación que los socios eligen para individualizar a la sociedad
que se constituye.
El art 12. “Contiene reglas para la formación de una denominación: “Denominación.
Se dará a la sociedad una denominación con la indicación del tipo social, expresado
éste en forma completa, abreviado o mediante una sigla. La denominación podrá
formarse libremente pudiendo incluir el nombre de una o más personas físicas. Podrá
utilizarse como tal una sigla. La denominación no podrá ser igual o semejante a la de
otra sociedad preexistente”.
El segundo inciso del art. 12 establece la regla de la libertad en la elección y
formación de la denominación. Se puede adoptar un nombre que indique el objeto
social o una designación de fantasía. También, puede ser una sigla, esto es la letra o
letras iníciales de una palabra o palabras.
La Ley prevé que se puede incluir el nombre de personas físicas en cuyo caso, por
reglas generales, se deberá contar con su autorización. Si se usa el nombre de un
socio, su autorización estará dada por su firma del contrato de sociedad que significa
que presta consentimiento a todos los términos del contrato. Con este régimen liberal
el sistema vigente se adapta a nuestros usos comerciales.
El inciso 1 del art. 12 dispone que en la denominación se debe incluir una referencia
al tipo social, en forma completa, abreviada o mediante sigla. Por ejemplo, en una
sociedad anónima puede establecerse como denominación “La Margarita Sociedad
Anónima”, “La Margarita Soc. Anónima” o “La Margarita S.A.”.
Cuando se celebran contratos y cualquier tipo de negocio jurídico se debe utilizar la
denominación con el tipo social. La omisión de indicar el tipo se sanciona
diversamente cuando se trata de sociedades en comandita, sociedades de capital e
industria, sociedades de responsabilidad limitada y sociedades anónimas (art. 214,
inc. 2, 220, 225 y 245). Las sanciones revisten un carácter de tutela a los terceros.
Otras normas obligan a que la sociedad en proceso de regular constitución agregue a
su denominación la frase “en formación” y a que la sociedad en liquidación agregue a
su denominación la frase “en liquidación” (arts. 19 y 169).
Resumen DERECHO COMERCIAL

La única restricción relacionada con la denominación se contiene en el inciso 3 del


artículo 12. No se pueden usar denominaciones ni siglas iguales o semejantes a las
adoptadas por otras sociedades preexistentes.
De todas esas normas nos interesa destacar el principio de la autonomía de la
voluntad en la elección y formación de la denominación y la excepción al principio
contenida en la exigencia restrictiva de que una sociedad no puede adoptar como
denominación una que sea igual o semejante a la de otra sociedad preexistente.
Hay normas especiales para determinados tipos sociales. No tienen denominación las
sociedades accidentales (art. 483).
El artículo 214 prohíbe que en la denominación de las sociedades en comandita
simple se incluya el nombre de un socio comanditario. La sanción para el caso de
incumplimiento es la responsabilidad ilimitada, solidaria y subsidiaria de ese socio.
El artículo 220 que regula a la sociedad de capital e industria establece que en la
denominación no puede figurar el nombre del socio industrial. Si se viola la norma, el
socio se hace responsable solidariamente por las obligaciones sociales. Se trata de
normas dictadas para tutela de terceros, resabio del régimen del Código de Comercio,
en que la “razón social” evocaba responsabilidades personales.
Cuando la sociedad está en formación debe así indicarlo, con un agregado en su
denominación. Lo mismo sucede cuando se encuentra en estado de liquidación (arts.
19 y 169).
3.1.4) Domicilio
La sociedad como sujeto jurídico debe tener domicilio. Orgaz lo define como “el
centro territorial de las relaciones jurídicas de una persona”. Importa una relación de
derecho entre una persona y un determinado lugar. El domicilio debe ser único.
El artículo 13 de la Ley, en su segundo inciso, hace una distinción entre domicilio y
sede: “El domicilio de la sociedad será el departamento, ciudad o localidad donde se
establezca su administración. La sede de la sociedad será la ubicación precisa de su
administración dentro del domicilio.”
Esa distinción entre domicilio y sede no se encuentra en el Código de Comercio ni en
el Código Civil. Domicilio es el departamento (por ejemplo Soriano) o la ciudad o
localidad (por ejemplo Mercedes). Sede supone indicar calle y número de ubicación
de la administración dentro de la ciudad o localidad.
Lo que debe figurar en el contrato es el domicilio. La Ley no prohíbe que en el
contrato se establezca la sede; pero no se impone. Si la sede figurara en el contrato,
toda vez que se quiera cambiar habría que modificar el contrato, cumpliendo con
todos los requisitos de una modificación del contrato social. En cambio, la sede no
incluida como enunciación en el contrato podrá variar toda vez que sea necesario o
conveniente.
Si el contrato no dice nada, la sede deberá ser adoptada por el administrador, pues
ello es un acto típico de administración. No debe cumplirse ninguna formalidad. El
domicilio debe ser el lugar donde se establezca la administración. Puede no coincidir
con el lugar donde se instale el establecimiento comercial o la fábrica.
Resumen DERECHO COMERCIAL

La sociedad constituida en el extranjero que se proponga ejercer actos en el país,


mediante el establecimiento de sucursal o una representación permanente, debe
inscribirse en el Registro Nacional de Comercio, indicando el domicilio en nuestro
país. Nuestra Ley no prohíbe que en el contrato de sociedad se establezca domicilio
en el extranjero. La Ley ha previsto el cambio de domicilio para llevarlo al extranjero.
Ello implica una modificación del contrato y el disidente y ausente puede receder
(arts. 240 y 362). Si se puede modificar el contrato llevando domicilio al extranjero,
nada impide que se constituya una sociedad fijando el domicilio en el extranjero.
Interesa para publicaciones que deban efectuarse. El artículo 17
establece: “Cualquier publicación exigida legalmente sin determinación del órgano de
publicidad o del número de días por que deba cumplirse, se efectuará por una vez en
el Diario Oficial y en otro diario o periódico. Este último deberá ser del lugar de la
sede de la sociedad y si allí no existieran publicaciones, se efectuará en uno del
departamento o, en su defecto, en uno de Montevideo.
Fija la competencia judicial para los casos en que la sociedad sea demandada, en el
caso previsto en el artículo 21 de la Ley 15.750 de organización de la judicatura. El
primer criterio determinante de la competencia es el lugar en que deba cumplirse la
obligación y, a falta de designación de ese lugar, el del domicilio del demandado. El
artículo 26 contiene una norma especial para las personas jurídicas: “Cuando el
demandado fuese una persona jurídica se tendrá por domicilio, para fijar la
competencia del tribunal, el lugar donde tenga asiento su administración, si en el
estatuto o en la autorización que se le dio no tuviere domicilio señalado”.
El artículo 27 establece: “Si la persona jurídica o la sociedad comercial o civil tuviere
establecimientos, agencias u oficinas en diversos lugares, podrá ser demandada ante
el tribunal del lugar donde exista el establecimiento, agencia u oficina que celebró el
contrato o que intervino en el hecho que da origen al juicio”.
3.1.5) Objeto o actividad a realizar
El art. 6 de la Ley 16.060 dispone que el contrato debe contener una cláusula donde
se especifique el objeto o actividad que la sociedad se proponga realizar. En este
sentido, se trata de una enunciación específica del contrato de sociedad.
La determinación del objeto social interesa a los socios, por cuanto establece la
actividad elegida para la aplicación de los aportes realizados. De esa manera,
demarca el campo de actuación de la sociedad. El art. 79 establece: "Los
representantes de la sociedad la obligarán por todos los actos que no sean
notoriamente extraños al objeto social." La LSC contiene normas sobre competencia
desleal de socios, que presuponen la determinación precisa del objeto social.
El art 209 de la LSC establece: “Un socio no podrá realizar, por cuenta propia o ajena,
actos que importen competir con la sociedad, salvo consentimiento unánime y
expreso de los otros socios. La violación de esta prohibición autorizará la exclusión
del socio y otorgará a la sociedad el derecho a percibir los beneficios que resulten de
aquellos actos y al resarcimiento de los daños y perjuicios.”
Resumen DERECHO COMERCIAL

También, contiene normas sobre la posibilidad de que una sociedad contrate con sus
administradores. El art. 84 dispone: “Los administradores y los representantes podrán
celebrar con la sociedad contratos que se relacionen con su actividad normal, en las
mismas condiciones que los terceros, debiendo comunicarlo a los socios. Los
contratos no comprendidos en el inciso anterior podrán ser celebrados con la
autorización previa de los socios. Los otorgados en violación de esta norma serán
absolutamente nulos.”
Respecto de los administradores de sociedades anónimas, el art. 388
establece: “Será de aplicación a los administradores y directores lo dispuesto en el
artículo 84, con las siguientes salvedades: el administrador que celebra un contrato
con la sociedad dentro de las condiciones del inciso primero del artículo referido,
deberá ponerlo en conocimiento de la próxima asamblea; tratándose de un órgano
colegiado, el director que lo celebre deberá comunicarlo al directorio. La autorización
previa requerida por su inciso segundo deberá ser concedida por la asamblea de
accionistas."
El objeto social puede ser una actividad de carácter permanente, como la explotación
de una fábrica de productos alimenticios o de un comercio de compraventa de
calzado o de un banco. Asimismo, el objeto puede ser una actividad de carácter
transitorio, como la construcción de un edificio o de una carretera o de un puente.
Interesa la distinción, por cuanto si el objeto es transitorio, cumplido con el objeto, la
sociedad habrá de disolverse, por cuanto es causal de disolución la consecución del
objeto social.
De la misma manera, si es imposible lograr el objeto social, también, se produce una
causal de disolución (art. 159, n. 4). La imposibilidad de lograr el objeto puede ser de
hecho o de Derecho. Será de hecho, cuando la sociedad se constituya para explotar
una mina y ésta se agota. La imposibilidad de Derecho será, por ejemplo, el caso en
que caduque una concesión otorgada por el Estado o por un gobierno departamental,
para explotar un hotel o un restaurante en un determinado lugar público.
Si se realiza una actividad ilícita o prohibida o se cometen actos ilícitos que desvirtúen
el objeto social, se configura otra causal de disolución (art. 159, n. 10). El objeto
social debe ser determinado y posible, y no puede ser ilícito o prohibido.
Determinación del objeto social
El artículo 6 no utiliza el término determinado cuando dispone sobre las
enunciaciones del contrato. El artículo 6, simplemente, establece que el contrato debe
contener “el objeto o actividad que se proponga realizar”.
No obstante, se entiende que el objeto social debe estar determinado.
Por definición, la sociedad se constituye para realizar “una actividad comercial”.
Además, la necesidad de determinación del objeto social resulta del contexto y las
funciones del objeto sociales, que acabamos de analizar. Éstas sólo se cumplen si el
objeto está determinado, a saber:
1. El contrato debe contener un objeto determinado, que sirva para delimitar la
capacidad o el régimen de imputación de los actos de sus representantes.
Resumen DERECHO COMERCIAL

2. En el régimen de la Ley 16.060, no podría el contrato establecer que el objeto


es realizar actividades comerciales o realizar actividades industriales porque el
objeto no puede ser de tal amplitud que pierda su función delimitativa de la
capacidad del ente societario. Debe estar determinado el giro para que pueda
cumplir con la función legitimadora o de imputación que la Ley le atribuye.
3. Debe estar determinado porque con ello se delimita la competencia desleal de
socios o administradores y la posibilidad de la contratación de éstos con la
sociedad que integran.
4. La determinación del objeto interesa, además, para la apreciación de su licitud
o de su posibilidad. Por otra parte, la determinación del objeto ha de servir para
la inserción de la sociedad que se crea, dentro de los regímenes especiales
que se han creado por la ley, para determinadas actividades, como la
intermediación financiera, la de mercado de valores, la de seguros, la de
radiotransmisión, la de transporte, etcétera. El contrato no podrá decir
simplemente que se propone realizar actividad comercial, cuando los
interesados quieren realizar una actividad de intermediación financiera, sujeta
a un régimen de autorizaciones previas. Los interesados no podrán establecer
que se dedicarán a la industria, si se proponen instalar un laboratorio, por
cuando existe una normativa específica para esta actividad, que prohíbe a
médicos, odontólogos y veterinarios ser socios de sociedades que exploten un
laboratorio. Por la vía de establecer un objeto indeterminado se podría
transgredir normas legales de interés general.
Posibilidad del objeto social
El objeto social debe ser posible. Si es imposible, no habrá posibilidad de actuación
del ente jurídico.
La imposibilidad puede ser material o jurídica.
Enviar equipos a Saturno para, allí, explotar recursos minerales. Es eventualmente
posible, pero hoy, es irrealizable. La imposibilidad jurídica será realizar una actividad
monopolizada por el Estado.
En el inciso 4 del artículo 159 se establece que es causal de disolución el objeto
imposible, por causa superviniente. Por ejemplo, se crea una sociedad para explotar
una mina, que, luego, se agota.
a) Objeto ilícito o prohibido
El artículo 23 de la Ley 16.060 establece: “Serán nulas las sociedades cuyo contrato
prevea la realización de una actividad ilícita o prohibida, sea con carácter general o
en razón de su tipo”.
Ilícito es lo contrario a una norma legal. Lo prohibido puede no ser ilícito. Ciertas leyes
prohíben ciertas actividades, porque se reservan para el Estado o se prohíbe a
sociedades de determinados tipos realizar ciertos giros o se imponen condiciones
para realizarlos, como la nominatividad de acciones si se trata de una sociedad
anónima. Damos ejemplo, en las normas transitorias de la Ley 16.060, se prohíbe a
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las sociedades de responsabilidad limitada realizar actividad de intermediación


financiera.
La Ley sanciona con nulidad el contrato que prevea una actividad ilícita o prohibida
(art. 25 y art. 26).
Desde luego difícilmente se dará la hipótesis de que en un contrato de sociedad se
estipule un objeto ilícito o prohibido. Lo que puede suceder es que constituida la
sociedad con un objeto lícito, luego se realice una actividad ilícita o prohibida o se
cometan actos ilícitos que desvirtúen el objeto social, en cuyo caso se ha de
configurar una causal de disolución de la sociedad (art. 159 n. 10). La Ley dispone
que, para esta causal de disolución, el liquidador debe ser designado judicialmente y
el remanente de la liquidación ingresará al patrimonio estatal para el fomento de la
educación pública, salvo el derecho de los socios que acrediten su buena fe.
3.1.6) Capital
El capital debe figurar en el contrato, porque así lo dispone el art. 6 de la Ley de
Sociedades Comerciales n° 16.060 de 1989. El art. 14 incorpora más exigencias: “El
capital social deberá expresarse en moneda nacional”. Las únicas sociedades
exceptuadas de aplicar este artículo son las sociedades financieras de inversión, que
mantienen su régimen vigente que les permite expresar su capital en moneda
extranjera (art. 518).
La ley imponía mínimos de capital para las sociedades anónimas y mínimos y
máximos para el capital de las sociedades de responsabilidad limitada, reajustados
todos los años por el Poder Ejecutivo. Esta imposición fue derogada por la Ley 18.083
de 2007.
Para determinados tipos sociales se exige otras enunciaciones relacionadas con el
capital. En la sociedades de responsabilidad limitada, por la caracterización del tipo,
se establece que el capital se dividirá en cuotas de igual valor, acumulables e
indivisibles. El contrato, por lo tanto, debe establecer la división en cuotas y el número
y monto de las que corresponden a cada socio (art. 226). Se impone un mínimo de
valor para cada cuota.
Si se trata de una SA. se debe disponer la división del capital en acciones. Luego se
debe establecer las características de las acciones, su monto, forma, portador,
nominativas o escriturales, condiciones de creación y emisión. No se impone un
importe mínimo por acciones.
3.1.7) Aportes
El contrato debe contener entre sus enunciaciones la determinación de los aportes
que los socios se obligan a realizar. Lo establece el art. 6 de la ley 16060.
No puede faltar en el contrato la obligación de aportar; si no existiera, no existiría el
contrato de sociedad. En el contrato debe estipularse lo que cada socio ha de aportar,
su valor si no fuere dinero, la modalidad del aporte y también la oportunidad en que
se efectuara el aporte. Los bienes que se aportan ingresan al patrimonio de la
persona jurídica que se crea.
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En contrapartida del aporte, el socio recibe una participación social representativa de


sus derechos de socio. Los aportes que realizan los socios pueden ser de importancia
desigual y de naturaleza diferente.
El artículo 58 establece, en el inciso 2: “Los aportes podrán consistir en obligaciones
de dar o de hacer, salvo para los tipos de sociedad en los que se exige que consistan
en obligaciones de dar”.
3.1.8) Forma de distribuir las utilidades y soportar las perdidas
El artículo 6 impone incluir en el contrato una estipulación sobre la forma en que han
de distribuir ganancias y pérdidas. Si nada se estipula, el artículo 16 contiene una
norma supletoria. Dice así: “Las ganancias y pérdidas se dividirán entre los socios en
proporción de sus respectivos aportes, a no ser que otra cosa se hubiera estipulado
en el contrato”. “De haberse previsto sólo la forma de distribución de las ganancias,
ella se aplicará también para la división de las pérdidas y viceversa”.
El principio general en la materia es que las utilidades se repartan en proporción al
aporte. El aporte da la medida de todos los derechos del socio. El mismo criterio sirve
para la división de las pérdidas. Si en el contrato se previó una fórmula especial para
la distribución de utilidades, ella se aplicará para la división de las pérdidas, si nada
se hubiere establecido y viceversa. Se admite un pacto distinto al principio general,
siempre que no signifique privación de utilidades para un socio o una participación
ínfima o desproporcionada.
Para el socio industrial rige el mismo principio, por ello debe avaluarse sus aportes, a
los efectos de determinar el porcentaje de su participación (art. 64). El socio industrial
de la sociedad de capital e industria participa en las pérdidas pues pierde su trabajo e
incluso las ganancias no percibidas (art. 218). Las sociedades cooperativas se rigen
por principios no capitalísticos, propios del movimiento cooperativista, según ya se
analizó al considerar los elementos específicos del contrato de sociedad.
El contrato social puede establecer que la remuneración de los administradores o
directores puede consistir en un porcentaje de las ganancias (art. 385). Si se trata de
una sociedad anónima y se previó la emisión de bonos o partes beneficiarias, la
participación de éstas en las utilidades no puede exceder del 10% anual (art. 422).
El estatuto puede disponer que con un porcentaje de las utilidades anuales se
constituya un fondo de reservas. Las reservas son utilidades no distribuidas que se
mantienen en el patrimonio de la sociedad. El artículo 93 de la Ley 16.060 prevé tres
modalidades de reservas: legales, estatutarias y voluntarias. Las previstas en el
contrato son convencionales.
El capital social que figura en el contrato de sociedad se mantiene inalterado aunque
se hayan constituido reservas. Con otras palabras, cuando se resuelve llevar
utilidades a reservas, con ello se logra aumentar el patrimonio de la sociedad. No se
aumenta el capital social, porque la cifra capital sólo se puede aumentar mediante
una modificación del contrato de sociedad. Tampoco aumenta el capital integrado.
En razón de que la participación en las utilidades y en las pérdidas es el elemento
específico del contrato de sociedad, la Ley, en el artículo 25 (apartados 2, 3, 4 y 5),
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ha establecido la prohibición de ciertas estipulaciones, por cuanto si se incluyeran


serían opuestas a este elemento específico del contrato de sociedad y desvirtuarían
el contrato. Se sancionan los pactos que priven de utilidad a un socio. También, son
nulos los que la exoneran de participar en las pérdidas. Ello es así porque la
distribución de las utilidades y la participación en las pérdidas constituyen un
elemento específico del contrato de sociedad.
Los socios se han unido para correr los riesgos de una actividad económica. Sí un
socio no participa en las ganancias o en las pérdidas, falta un elemento específico del
contrato. Por otra parte, ese socio se desinteresaría de la gestión social. La sanción
de la Ley es la nulidad de tales estipulaciones; se mantiene la validez del contrato. La
distribución de ganancias y pérdidas se regirá por las normas legales.
3.1.9) Administración
El contrato de sociedad, por definición, se celebra porque los socios pretenden
abordar una actividad económica y quieren hacerlo con cierta organización. El artículo
6 dispone que el contrato debe contener el régimen de administración de la sociedad.
Si en el contrato se estipularon aportes y pacto de distribución de utilidades y
pérdidas, aun no estaría completo. En el contrato debe preverse necesariamente la
actividad que se quiere emprender con el instrumento de los aportes y también
deberá establecerse un mínimo de organización del ente jurídico, fundamentalmente,
quien administrará, el modo de consulta a los socios para la adopción de resoluciones
sociales y los derechos de información de los socios y el régimen para obtenerlo.
Para el caso de imprevisión, se aplican las normas legales.
La Ley contiene normas relacionadas con el funcionamiento del nuevo sujeto jurídico
creado por el contrato. Algunas son supletorias de la voluntad de las partes y otras
imperativas.
Insistimos en que la organización, a que se refiere la Ley, no es la empresaria. La
sociedad creada podrá, si lo requieren las necesidades de su giro, organizar una
empresa con los bienes aportados y con trabajo ajeno y convertirse en titular de una
organización empresaria. Tal organización empresaria será una creación del sujeto
jurídico societario; es un hecho futuro y eventual. No es condición de validez del
contrato de sociedad. Si, constituida la sociedad, no se organiza ni se maneja luego
una empresa, ello no implica una nulidad del contrato ni puede ser tal hecho
considerado como una causal de disolución.
3.1.10) Plazo de la sociedad
El plazo debe figurar en el contrato (art. 6). Toda sociedad debe tener un plazo
determinado. Podrá establecerse en el contrato una fecha fija. Puede establecer un
término, como por ejemplo, 2 años, disponiendo el punto de partida del cómputo, que
podrá ser la fecha del contrato o la fecha de su registro. Si nada se dijera debe
entenderse que es la fecha del contrato y no se cuenta el día de la fecha (art. 250
C.Com.).
El plazo tiene el mayor interés. Si se quiere ampliar o reducir, debe modificarse el
contrato. Para el caso de ampliar o prorrogar el plazo, se aplica el artículo 161, que
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exige consentimiento de mayoría o unanimidad, según el tipo, y además exige que se


resuelva e inscriba en el Registro Nacional de Comercio antes del vencimiento del
plazo.
Las partes pueden resolver disolver la sociedad antes de la expiración del plazo. En
tal caso no es menester modificar el contrato. Basta con la decisión de los socios. Tal
la norma general (art. 159, n.1).
El artículo 240 para sociedades de responsabilidad limitada dispone que si se
prorroga el plazo, en los casos en que se puede resolver la reforma por mayoría, los
disidentes o ausentes pueden receder. Norma similar para las sociedades anónimas
(art. 362). Si la sociedad anónima quisiera disolverse anticipadamente se requiere
una mayoría especial para resolverla. Estos textos marcan la importancia de esta
enunciación del contrato.
El artículo 15 contiene más precisiones. Dice así: “Las sociedades comerciales no
podrán ser pactadas con plazo superior a treinta años, sin perjuicio de lo establecido
respecto de cada tipo social y de las cláusulas de prórroga automática”.
De acuerdo a este texto, el plazo no puede ser superior a treinta años. Se fijó ese
lapso por entender que no es conveniente que los socios se obliguen y comprometan
por un tiempo prolongado.
Hay una norma especial para sociedades anónimas, en el artículo 251, para las
cuales no hay un límite máximo en el plazo. El artículo 15 prevé la posibilidad de
incluir cláusulas de prórroga automática. Por éstas se fija un plazo determinado y se
estipula que a su vencimiento la sociedad quede prorrogada sucesivamente por otros
períodos que se fijan, salvo que alguno de los socios manifieste su propósito de que
la sociedad se disuelva o su voluntad de separarse de ella antes del plazo fijado o de
cualquiera de las prórrogas.
Es causal de disolución la expiración del plazo (art. 159). En el artículo 166 hay una
norma que atenúa el efecto de la disolución por vencimiento del plazo o por cualquier
otra causal permitiendo la reactivación de una sociedad disuelta por decisión de la
mayoría requerida para modificar el contrato social, según el tipo.
Esta solución contempla los intereses de la sociedad y a los distintos socios. Si la
actividad emprendida es próspera, los socios que lo deseen pueden mantener la
sociedad creada, siendo desinteresados los socios con voluntad contraria.
3.2) Características del contrato social
Este contrato tiene las siguientes características:
1. Es un contrato plurilateral porque es celebrado por más de dos personas.
2. Es un contrato de organización porque es celebrado con el ánimo de colaborar
en forma organizada.
3. Es un contrato consensual porque no se requieren solemnidades cuya
inobservancia afecte la validez del contrato.
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4. Es un contrato oneroso porque cada socio se obliga en beneficio de los demás


y del propio. De la utilización en común de los bienes aportados todos sacan
provecho.
5. Es un contrato que da nacimiento a un nuevo sujeto de derecho. El contrato de
sociedad comercial es un contrato que tiene la particularidad de dar nacimiento
a una persona jurídica.
3.3) Inscripción del contrato social
El contrato de sociedad comercial debe inscribirse en Registro Público de Comercio
del domicilio social dentro del plazo de 30 días a contar desde el siguiente al de la
fecha de otorgamiento. En las S.A. es distinto, el plazo de 30 días corre desde el día
siguiente a la fecha de expedición de testimonio de la resolución administrativa o
constancia de su aprobación ficta.
La inscripción determina la constitución regular de la sociedad comercial salvo S.A. y
S.R.L que deben hacer las publicaciones.
Si se instala una sucursal en otro departamento deberá inscribir su contrato en el
Registro Público de Comercio correspondiente. Modificaciones en el contrato social
deben realizarse de la misma forma que la constitución regular de la sociedad. La
inscripción de las modificaciones podrá ser realizada por cualquiera de los socios u
otorgantes o personas facultades al efecto (art. 7).
El Registro Público de Comercio debe formar un legajo para cada sociedad con
copias del contrato legal, modificaciones y demás documentos que disponga la ley en
su reglamentación, legajo cuyo conocimiento y consulta será publica.
3.4) Publicaciones
Las publicaciones exigidas se efectuaran una en el diario oficial y otra en otro diario
deberá cumplir los siguientes requisitos:
1. Ser del lugar de la sede de la sociedad.
2. Si no hay diario se realizará en uno del departamento.
3. Si no hay diario en el departamento se realizará en uno de Montevideo.
Cuando esta ley disponga o autorice una acción judicial, ella se sustanciará por el
procedimiento establecido en los arts. 346 y 347 de Código General del Proceso,
salvo disposición legal en contrato (art. 18).
4) Sociedades atípicas, en formación, nulas, irregulares y de hecho
En síntesis podemos decir lo siguiente:
Sociedades en formación: es aquella que esta en plazo para regularizarse.
Sociedad irregular: es cuando dejaron trascurrir el plazo para regularizarse,
pero se instrumentaron, es decir realizaron un contrato.
Sociedad de hecho: es cuando no se regularizo y ni siquiera realizaron un
contrato.
La Ley les da el mismo trato a las irregulares y a las de hecho.
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4.1) Sociedades en formación


Para la constitución regular de una sociedad debe cumplirse con ciertos requisitos
formales. El contrato debe extenderse en escritura pública o privada (art. 6 Ley
16060), registrarse y, eventualmente, publicarse. El art. 8 establece: “Las sociedades
se considerarán regularmente constituidas con su inscripción en el Registro Público
de Comercio, salvo las sociedades anónimas y las sociedades de responsabilidad
limitada para cuya regularidad deberán realizar las publicaciones previstas en los
respectivos Capítulos de esta ley”.
La sociedad está en formación cuando se ha celebrado un contrato social y se está
cumpliendo, en tiempo, con los trámites para su constitución regular. Se entiende que
la sociedad está en formación, durante el lapso entre la firma del contrato y su
registro o su publicidad.
Las sociedades en formación se encuentran reguladas en la Sección II del Capitulo I
de la Ley 16060.
4.1.1) Personería jurídica de la sociedad en formación
La sociedad nace como sujeto de derecho desde que se celebra el acuerdo social.
Los requisitos legales mencionados en el artículo 8, sólo dotan de regularidad al
contrato social, completando la capacidad o la legitimación del sujeto creado.
Concordantemente, de la redacción del artículo 2 resulta que la sociedad en
formación tiene personería jurídica, puesto que se establece que la sociedad
comercial es un sujeto de derecho desde la celebración del contrato, sin condicionarlo
a ningún otro requisito.
Hay norma expresa y concreta para las sociedades anónimas, en el artículo 258 que
dispone lo siguiente: “(Personería jurídica de las sociedades anónimas). Las
sociedades anónimas adquirirán personería jurídica desde la celebración del contrato
constitutivo (art. 258) o desde la suscripción del acta de la asamblea constitutiva (art.
276 y 277) con el alcance establecido en la Sección III (De las sociedades en
formación)”.
Durante el trámite, más o menos largo según el tipo, para lograr la regularidad, la
sociedad será persona jurídica. El legislador entendió conveniente crear un sujeto
capaz de recibir aportes y con un patrimonio que afrontara los compromisos que se
contrajeran, durante esta etapa, para la mayor tutela de los terceros. De esta manera,
la Ley 16.060 soluciona las dificultades mencionadas en el párrafo 2 precedente.
Legitimación de la sociedad en formación
El artículo 2, al atribuir a la sociedad comercial la calidad de sujeto de derecho agrega
“Con el alcance fijado por la ley”. La sociedad comercial en formación es persona
jurídica y en la sección que la regula se determina el alcance de su capacidad o
legitimación.
El art. 20 dice así: “Suscrito el contrato social, la sociedad sólo podrá realizar los
actos necesarios para su regular constitución, incluyendo la adquisición de los bienes
aportados. No obstante, la realización de actos que supongan el cumplimiento
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anticipado del objeto social comprometerá a la sociedad, sin perjuicio de las


responsabilidades establecidas en el artículo siguiente”.
Coordinando las normas mencionadas señalamos que, en principio, la sociedad sólo
puede realizar actos para su regular constitución, pero frente a la eventualidad de que
se anticipe a ejecutar el objeto social, se determina que el patrimonio social responde
por ello y, además, se responsabiliza a los socios, administradores y representantes,
fundadores y promotores.
La responsabilidad de los socios y administradores es un régimen tutelador de los
terceros y, además, sancionatorio de quienes han realizado o tolerado la actuación
anticipada o que han consentido en la irregularidad. Esa responsabilidad se adiciona,
repetimos, a la afectación directa del patrimonio social.
a) Similitud con el régimen de las sociedades irregulares
El régimen creado para las sociedades en formación es similar al establecido para las
sociedades irregulares. La sociedad no constituida regularmente que realiza actividad
social, exteriorizándose frente a terceros, también es persona jurídica en la Ley. Se
entendió, por los redactores de la Ley, que las dos situaciones debían ser sometidas
a un régimen similar dotando a la sociedad, en ambos casos, de personería jurídica.
En ambos casos, la personería jurídica no funciona con eficacia plena, no se crea un
centro de imputación jurídica totalmente separado sino que, por los actos celebrados
por la sociedad en formación y la sociedad irregular, se responsabiliza simultánea y
solidariamente al patrimonio social y a los socios administradores. Recién después de
cumplidos los trámites para la regular constitución o después de regularizada, los
actos cumplidos a su nombre se imputan exclusivamente a la sociedad.
4.1.2) Régimen de actuación y responsabilidades
La Ley establece que quienes concierten actos y contratos por la sociedad durante el
proceso de su constitución, agregarán a la denominación elegida el aditamento “en
formación”. Se trata de una exigencia que cumple con la función de publicidad
permanente. Los terceros han de conocer la situación en que se encuentra la
sociedad con la cual negocian o se vinculan.
Por otra parte, la ley contiene una distinción entre diversas categorías de actos y
contratos:
a) Actos y contratos celebrados a nombre de la sociedad durante el proceso
de constitución
La referencia legal a los actos y contratos celebrados a nombre de la sociedad
durante el proceso de constitución, comprende los trámites para obtener la
regularidad: la instrumentación debida del contrato, los tramites de inscripción y, si se
trata de sociedades anónimas, los tramites para la obtención de la aprobación de
estatutos por el órgano estatal de control y la publicidad en el caso de sociedades
anónimas y sociedades de responsabilidad limitada.
Adquisición de los bienes aportados y su correspondiente administración: la sociedad
en formación tiene personería jurídica con plena capacidad y legitimación para recibir
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los aportes prometidos en el contrato social. Si los socios se obligaron a efectuar


aportes de dinero o aportes de bienes, la sociedad podrá recibirlos.
Los bienes aportados pasan a integrar de inmediato de patrimonio social, esto es, el
patrimonio de la sociedad en formación. En tanto no se realice el aporte, la sociedad
en formación como persona jurídica es acreedora del socio.
b) Actos y contratos de ejecución anticipada del objeto social
Como ya dijimos, la ley admite la personería jurídica y la validez de los actos
celebrados por una sociedad en formación. La sociedad tiene patrimonio propio y los
actos celebrados la comprometen.
La diferencia con respecto a una sociedad ya regularmente constituida es el régimen
de responsabilidad personal (responsabilidad solidaria y no subsidiaria) de socios y
administradores o de fundadores y promotores si se trata de una sociedad anónima.
Ratificación de los actos de ejecución anticipada del objeto social: los actos
celebrados pueden ser objeto de ratificación cuando la sociedad culmina con su
proceso constitutivo. Si no son ratificados después de su regular constitución, de
todos modos vinculan a la sociedad. La ratificación es necesaria, para los actos de
realización anticipada del objeto social, con el sólo fin de liberar de responsabilidad a
los socios, administradores o fundadores y promotores. La ratificación los libera frente
a terceros. Los terceros sólo tendrán acción contra la sociedad que ha ratificado.
Con otras palabras: no es ratificación para asumir las consecuencias de actos, porque
de todos modos esos actos ya vinculan a la sociedad y obligan a su patrimonio, sino
que la ratificación simplemente tiene el efecto de liberar de responsabilidad personal
a los socios y administradores y fundadores y promotores.
c) Actos y contratos preparatorios
La norma legal se refiere a los negocios jurídicos cumplidos antes de la celebración
del contrato social. Dentro de esta categoría estarían comprendidos, por ejemplo, la
contratación de profesionales, abogados o escribanos, para la redacción del contrato
social que se proponen celebrar o de contadores o administradores para estudios
sobre la empresa que se pretende explotar.
Para estos actos se incorpora una presunción. Se reputan celebrados en el período
del proceso constitutivo con lo cual se les somete al mismo régimen que el previsto
para las categorías ya analizadas (art. 19).
4.1.3) Disolución de la sociedad en formación
Si la sociedad no llega a inscribirse, cualquiera de los socios podrá pedir su disolución
y liquidación, aplicando las normas sobre sociedades irregulares. Con el patrimonio
social se atenderán prioritariamente las obligaciones contraídas y los gastos de
constitución realizados. Sólo si hubiere remanente, se restituirán los aportes.
4.2) Sociedades irregulares y de hecho
La Ley se refiere a la sociedad irregular y a la sociedad de hecho; pero no establece
criterios para diferenciarlas. La doctrina entiende que la sociedad de hecho es la que
se convino, pero no se documentó. La sociedad irregular es la que se documentó y no
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se registró o no se publicó en los tipos en que se exige la publicidad, habiendo


vencido los plazos para ello.
Las sociedades irregulares y las sociedades de hecho tienen la misma regulación
legal (art. 36 al 43 Ley 16060).
4.2.1) Condiciones para la existencia de una sociedad irregular
Para que haya sociedad irregular es indispensable que se de una condición positiva y
una condición negativa. La condición positiva es que la sociedad existe. La condición
negativa es que no se haya cumplido con requisitos legales sobre forma de
constitución. La condición positiva tiene un aspecto interno y un aspecto externo.
Aspecto interno: debe existir un contrato de sociedad válido. Las personas que
se conceptúan como socios debe encontrarse, efectivamente, en una relación
jurídica de carácter social.
Aspecto externo: Las sociedades son entidades que han de hacerse públicas y
no permanecer en secreto. El objeto de la sociedad se cumple precisamente
cuando se relaciona y se declara su existencia frente a los terceros.
La plenitud de una sociedad se obtiene a través de la declaración de su existencia
frente a terceros cumpliendo los requisitos que sobre publicidad legal establece el
ordenamiento jurídico (registro y publicaciones, según el tipo), pero hay otros medios
de publicidad que tienen, también, trascendencia jurídica. La diferencia radica en que
cumplida la inscripción en el Registro Nacional de Comercio (RNC) tanto la sociedad
como los terceros tienen que pasar por lo declarado. En cambio, cuando existe una
publicidad de hecho, no se tiene con ella la verdad legal sino una apariencia de
relaciones sociales que deberá ser objeto de prueba y de la consiguiente apreciación
judicial en caso de conflicto. Para que se produzca la publicidad de hecho, debe
actuarse por los socios de tal modo que los terceros tengan la impresión de la
existencia de una sociedad.
En resumen, podemos decir que la sociedad irregular es la que se constituye por un
contrato válido y se exterioriza frente a terceros realizando una actividad social pero
sin haber cumplido en los requisitos de una regular constitución.
Situación especial: ¿Qué pasa con una sociedad en formación que dejó vencer los
plazos para cumplir con los requisitos para la regular constitución y no realizó
actividad comercial ninguna y por lo tanto no exteriorizó de modo alguno su
existencia?
En este caso, no sería sociedad en formación porque se vencieron los plazos, pero
tampoco sería sociedad irregular porque no se exteriorizó frente a terceros, entonces,
¿Qué es?
Esta situación fue advertida en el año 1988 en una sesión de la Cámara de
Representantes y se señalo que a tal situación especial se aplicaría a todos modos
las normas sobre disolución de sociedades irregulares.
4.2.2) Diferencias de la sociedad irregular y de hecho con otras sociedades
Sociedad de hecho o irregular y sociedad en formación
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La sociedad de hecho y la irregular es la que se constituye por un contrato válido y se


exterioriza frente a terceros realizando una actividad social pero sin haber cumplido
con los requisitos de una regular constitución. La sociedad en formación es la
válidamente constituida que está cumpliendo con requisitos de regular constitución y
está en tiempo para ello.
El régimen creado para las sociedades en formación es similar al establecido para las
sociedades irregulares. Se entendió, por los redactores de la Ley, que las dos
situaciones debían ser sometidas a un régimen similar dotando a la sociedad, en
ambos casos, de personería jurídica.
En la sociedad en formación y en la irregular, la personería jurídica no funciona con
eficacia plena, no se crea un centro de imputación jurídica totalmente separado. Por
los actos celebrados por la sociedad en formación y la sociedad irregular, queda
obligada la sociedad pero se responsabiliza simultánea y solidariamente a los socios
y a los administradores. Recién después de cumplidos los trámites para la regular
constitución o después de regularizada, los actos cumplidos a su nombre se imputan
exclusivamente a la sociedad.
Sociedad de hecho y sociedad oculta
La sociedad oculta es una sociedad que no se manifiesta exteriormente. Puede
ocurrir que una o más personas quieran hacer aportes para realizar una actividad
económica pero no deseen utilizar la vestidura jurídica de la sociedad en las
relaciones externas. En este caso, quien negocia y actúa frente a terceros responde
personalmente puesto que no aparece como administrador social.
La sociedad oculta se diferencia de la sociedad de hecho y de la irregular, porque
éstas se exteriorizan frente a terceros. Se expresa: “Suele constituirse entre pocas
personas que no quieren aparecer ad extra como socios. Internamente existe entre
ellos una relación de sociedad, pero externamente actúa uno de ellos en su propio
nombre como si la sociedad no existiese...”
El régimen de las sociedades irregulares y de hecho (artículos 36 y ss.) no se aplica a
la sociedad oculta, que se regirá por lo convenido entre las partes.
Sociedades de hecho o irregulares, y sociedades accidentales o en
participación
La sociedad accidental o en participación, es un contrato entre dos o más personas
cuyo objeto es la realización de negocios determinados y transitorios, a cumplirse a
nombre de uno o más gestores. No tiene personería jurídica y carece de
denominación. No está sujeta a requisitos de forma ni a inscripción. La celebración y
el contenido del contrato se deben probar por los medios de prueba previstos por el
Derecho comercial (art. 483 Ley 16.060).
La similitud que presenta la sociedad de hecho y la irregular con la sociedad
accidental o en participación, radica en que ninguna de las dos cumple las
formalidades de orden externo que se aplican a los demás tipos sociales. La sociedad
de hecho o la sociedad irregular debió cumplirlas y no lo hizo. La sociedad accidental
está exonerada de cumplir formalidad alguna (art. 483).
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La diferencia principal entre las sociedades de hecho y las sociedades accidentales o


en participación, radica en que en las segundas, el socio gestor es el único que actúa
ante terceros, en su propio nombre aunque por cuenta ajena y asumiendo frente a
ellos las obligaciones y responsabilidades resultantes de las operaciones realizadas.
En las primeras, la actuación de los socios en nombre y por cuenta de la sociedad, es
la que explica y justifica la responsabilidad de ésta como sujeto de derecho, así como
la responsabilidad solidaria de los socios, que se analizará más abajo.
Por lo demás, las sociedades accidentales o en participación no podrían ser nunca
sociedades irregulares porque, al no estar sometidas a requisitos de forma ni de
inscripción (art. 483 Ley 16.060), no pueden estar irregularmente constituidas.
4.2.3) Régimen jurídico de las sociedades irregulares y de hecho
Las sociedades irregulares y de hecho, están reguladas por la LSC en el capítulo I,
"Disposiciones Generales", sección V, artículos 36 a 43. Las sociedades irregulares y
de hecho son sociedades; pero el contrato social no produce todos los efectos de una
sociedad regularmente constituida, sólo produce algunos de ellos. De acuerdo a las
normas de la Ley se sanciona la irregularidad, impidiendo a la sociedad y a los socios
invocar el contrato en acciones o defensas frente a terceros y creando
responsabilidades a cargo de socios, fundadores, administradores y representantes.
Validez de las sociedades irregulares y de hecho
Los requisitos y exigencias legales para la regular constitución de sociedades, no son
esenciales. El contrato de sociedad celebrado sin su cumplimiento es válido. Cuando
no se cumplan tales requisitos, si se dan los elementos comunes de todos los
contratos y los específicos de los contratos de sociedad, habrá, de todos modos, una
sociedad que se denomina irregular, con una disciplina legal específica.
Personería de las sociedades irregulares y de hecho
De los textos legales resulta que las sociedades irregulares y de hecho, tienen
personería. La atribución de personería jurídica a estas sociedades da coherencia al
régimen jurídico integral sobre sociedades. El artículo 2 de la Ley, cuando atribuye a
la sociedad la calidad de sujeto jurídico, lo hace sin condicionarlo al cumplimiento de
requisitos de documentación y registro o publicidad.
Alcance de la personería en las sociedades irregulares y de hecho
Las sociedades irregulares y de hecho, por tener personería jurídica, tienen un
patrimonio propio. Con sus bienes, responde por las obligaciones contraídas en su
nombre; sin perjuicio de la responsabilidad solidaria - y no subsidiaria - de socios y
administradores (art. 39).
Régimen jurídico para el relacionamiento de las sociedades irregulares con
terceros
De acuerdo a lo expuesto precedentemente, la sociedad irregular es una sociedad
comercial, dotada de personería, con patrimonio propio y que actúa en el mundo de
los negocios relacionándose con los terceros. Analizaremos, a continuación, de qué
modo afecta la irregularidad a la actuación de esta sociedad, en relación con los
terceros.
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Representación de la sociedad irregular en su actuación con terceros


El art. 38 de la ley establece que, en las relaciones con los terceros, cualquiera de los
socios representa a la sociedad. Al no existir documento escrito o registro del contrato
social, los terceros no pueden conocer el régimen de administración que se podría
haber convenido; se entenderá que cualquiera de los socios puede celebrar negocios
jurídicos actuando a nombre y por cuenta de la sociedad irregular y que las
consecuencias de tales operaciones comprometen el patrimonio social, así como el
patrimonio de quienes asumen una responsabilidad patrimonial, según se verá en el
párrafo siguiente.
Responsabilidad de la sociedad, socios y administradores por deudas sociales
El art. 39, inc. 1, dispone: “Sin perjuicio de la responsabilidad de la sociedad, los
socios serán responsables solidariamente por las obligaciones sociales sin poder
invocar el beneficio de excusión (art. 76) ni las limitaciones que se funden en el
contrato social. Igual responsabilidad tendrán los administradores por las operaciones
en que hubieran intervenido.”
Los terceros tienen un elenco de varios responsables por los negocios sociales, la
sociedad, los socios, que lo son solidariamente y sin beneficio de excusión y el
administrador, por los actos en que haya intervenido.
El art. 39, inc. 2, establece: “Los terceros podrán accionar, indistinta o conjuntamente,
contra la sociedad, los socios y administradores”.
Con otras palabras, el inciso 1 contiene una norma de derecho material consagrando
la responsabilidad de la sociedad irregular de socios y administradores y luego se
agrega una norma instrumental para servir a la norma material y estableciendo la
posibilidad de accionar. De modo que la responsabilidad afecta a todos: a la
sociedad, a los socios y a los administradores confiriéndose acción contra todos.
Responsabilidad del patrimonio social: El patrimonio de la sociedad
irregular responde por las deudas que se contraigan en su nombre. Los bienes
adquiridos por la sociedad irregular están afectados al pago a los acreedores
sociales.
La responsabilidad de la sociedad se establece en el primer inciso del artículo 39, y
en el segundo inciso, en forma complementaria, se agrega la posibilidad de accionar
contra la sociedad. Los terceros pueden acreditar la existencia de la sociedad y
accionar contra el patrimonio de ésta.
Responsabilidad de socios y administradores: La responsabilidad de los socios y
administradores se adiciona a la responsabilidad del sujeto societario. El
artículo 39 establece la responsabilidad solidaria de socios y
administradores que no pueden invocar el beneficio de excusión. No se
trata, por lo tanto, de una responsabilidad de socios y administradores en
subsidio y en caso de insuficiencia de patrimonio social, sino de
responsabilidad directa, asumida a la vez por sociedad, socios y
administradores.
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El administrador vincula a la sociedad administrada, pero, además, responde


parcialmente por las obligaciones contraídas. Su responsabilidad es solidaria e
ilimitada, aunque sólo por las operaciones en que hayan intervenido.
Los socios no pueden invocar las limitaciones establecidas en el contrato social. Por
ejemplo: se constituyó una sociedad de responsabilidad limitada pero no se
regularizó. El socio no puede invocar su calidad de socio responsable limitadamente.
A diferencia del régimen de las sociedades en formación, tratándose de sociedades
irregulares, los socios no quedan liberados por la regularización ni se crea una
técnica de liberación por la vía de la ratificación ulterior. La regularización no produce
la liberación de las responsabilidades contraídas. No se prevé tampoco una
ratificación de actos, que produzca efectos liberatorios, como se hace respecto a las
sociedades en formación. Así lo establece el artículo 21: "(Responsabilidad de los
socios, los administradores y los representantes). Los socios, los administradores y
los representantes serán solidariamente responsables por los actos y contratos
celebrados a nombre de la sociedad en formación, sin poder invocar el beneficio de
excusión del artículo 76 ni las limitaciones que se funden en el contrato social. Dicha
responsabilidad cesará en cuanto a los actos indispensables para la constitución de la
sociedad cuando ésta se haya regularizado y respecto de los demás, una vez
ratificados por la sociedad."
Otras consecuencias sobre las relaciones entre sociedad y terceros
Respecto de las relaciones de la sociedad con terceros, se analizarán tres
posibilidades: la posibilidad de que la sociedad o los socios invoquen el contrato
social, la posibilidad de que los terceros actúen contra la sociedad y la posibilidad de
que exista un conflicto entre los acreedores sociales y los acreedores de alguno de
los socios en particular.
Inoponibilidad del contrato social frente a terceros (art. 37): se excluye cualquier
acción de la sociedad o de los socios contra cualquier tercero que se
funde en el contrato de sociedad. Por ejemplo, la sociedad no puede
hacer valer una cesión de un crédito aportado por un socio e
instrumentada en el contrato social no inscripto. Tampoco se podría
promover una tercería de dominio fundada en el aporte de un bien por
uno de los socios.
La Ley hace la salvedad del ejercicio de acciones fundadas en relaciones de derecho
resultantes de la actividad social realizada. Las acciones se fundarán en relaciones
creadas por esa actividad y no en el contrato social.
La razón de esta solución radica en que el tercero ha conocido la existencia de la
sociedad y eximirlo de cumplir las obligaciones asumidas sería premiar la mala fe.
Se puede reclamar a terceros obligaciones contraídas por contratos o por actos
unilaterales. La sociedad tiene también posibilidad para reclamar de los terceros la
indemnización de los daños que sufre originados en actos ilícitos, conforme a normas
generales sobre responsabilidad extracontractual.
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Los terceros pueden probar e invocar la existencia de la sociedad: ya consideramos


en los párrafos precedentes que una sociedad irregular compromete, con
su actuación, su propio patrimonio y afecta la responsabilidad personal –
no subsidiaria - de sus socios y administradores. En consecuencia, los
terceros podrán promover acciones contra la sociedad y contra los socios
y contra los administradores, probando la existencia de la sociedad, los
socios que la integran y las personas que actúan como administradores.
Repetimos, la regulación del instituto de la sociedad irregular se hace atendiendo,
fundamentalmente a la tutela de los terceros que contratan con una sociedad; en
consecuencia ellos podrán probar su existencia e invocar el contrato social por
cualquier medio de prueba, promoviendo acciones contra esa sociedad y su
patrimonio. Incluso podrán pedir la quiebra de la sociedad, si se dan los presupuestos
para ello.
A respecto de la prueba, el artículo 41 establece: “(Prueba de la sociedad). La
existencia de la sociedad podrá acreditarse por cualquier medio de prueba admitido
legalmente”.
Esto significa que la Ley admite que se pruebe el contrato de sociedad por cualquier
medio de prueba que las leyes comunes hayan previsto.
Conflictos entre acreedores de la sociedad y acreedores del socio: supongamos que
una sociedad irregular adquiere un bien mueble a título de aporte y ese
bien es embargado por el acreedor particular de un socio. No podría la
sociedad oponer la existencia de la sociedad y decir que el bien es de la
sociedad porque fue aportado.
Sin embargo, si hay enfrentamiento entre acreedores de la sociedad y acreedores del
socio, todo funciona como si la sociedad fuere regular, pues así lo dispone el artículo
40 que dispone lo siguiente:
“Las relaciones entre los acreedores sociales y los acreedores particulares de los
socios, inclusive en caso de quiebra, se juzgará como si se tratara de una sociedad
regular.”
En el ejemplo antes planteado, el acreedor de la sociedad podrá oponer la existencia
de la sociedad frente al acreedor del socio. Entre el interés de los acreedores de la
sociedad y el interés de los acreedores del socio, la Ley tutela a los primeros.
En conclusión: la existencia de la sociedad irregular no puede ser invocada por ésta
en sus relaciones con terceros, pero un acreedor social si puede invocarla frente a los
acreedores particulares de los socios.
Régimen jurídico de las relaciones de los socios entre sí y con la sociedad
El contrato social es válido y sus estipulaciones rigen las relaciones de los socios
entre sí y con la sociedad. En el régimen de la Ley, la inscripción se ha establecido en
beneficio de terceros. La omisión no afecta las relaciones de los socios entre sí y con
la sociedad. Se rigen, por lo estipulado en el contrato, el derecho a las utilidades, el
derecho a participar en la administración, la forma de liquidación de los bienes en
caso de disolución, etc.
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Los socios deberán respetar lo convenido por escrito. Si no se hubiere instrumentado


el contrato (sociedad de hecho), deberá probarse lo convenido por cualquier medio de
prueba legalmente admitido (art. 41).
Si la administración y representación social se hubiere atribuido a uno de los socios,
ninguno de los restantes podrá realizar actos de este tipo y si lo hiciere podrá ser
responsabilizado por los restantes y aún excluido por el incumplimiento del contrato.
Sin perjuicio de ello, como se expresó, frente a terceros, cualquiera de los socios
representa válidamente a la sociedad (art. 39).
4.2.4) Regularización o disolución de las sociedades irregulares y de hecho
Regularización de la sociedad
La Ley permite la regularización de la sociedad (art. 42). La sociedad de hecho sólo
puede ser regularizada si los socios firman un documento en que se recoja el
contrato. El socio que no consienta en instrumenta el contrato puede receder (art. 42,
inc. 2).
Si es una sociedad irregular, cualquiera de los socios puede inscribir el contrato y
publicarlo, si correspondiera y con ello la regulariza, aunque no basta con ello. La Ley
impone, además, que se comunique tal regularización a los demás socios, en forma
fehaciente. Tal comunicación es a los efectos de que éstos puedan ejercer el derecho
que les acuerda el inciso 2 del artículo 42: derecho de receder exigiendo el valor de
su parte.
Efectos de la regularización
La Ley dispone que la sociedad regularizada continúe la personalidad jurídica de la
sociedad irregular. La responsabilidad contraída por los socios no se modifica. La
regularización no produce la liberación de las responsabilidades contraídas. No se
prevé tampoco una ratificación de actos, que produzca efectos liberatorios, como se
hace respecto a las sociedades en formación.
La Ley nada establece respecto a la responsabilidad de los administradores. Podría
entenderse que ellos quedan liberados, a contrario sensu de lo dispuesto respecto a
los socios.
Comparación con el régimen de sociedades en formación
La Ley ha establecido un régimen de responsabilidad, semejante al creado para las
sociedades irregulares, por la similitud de las situaciones y para facilitar la aplicación
de las normas. No olvidemos que, según ya se expresó, una sociedad en formación
puede pasar de un día a otro a una situación de irregularidad. En toda sociedad en
formación existe el germen de una sociedad irregular.
En efecto, iniciado el proceso de constitución de una sociedad, si éste no se culmina
en la forma y plazos legalmente establecidos, la sociedad que fue contemplada como
una sociedad en formación se convierte de un día para otro en una sociedad irregular.
Por ello, se adoptó una solución armónica, creando un régimen semejante en cuanto
a la responsabilidad de los socios y administradores, para evitar períodos nebulosos
de transición. Si los regímenes fueran distintos, siempre habría dificultades para
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determinar cuál es el aplicable en casos concretos que se planteen. Por otra parte no
parece lógico crear regímenes diferenciados para situaciones semejantes.
La única diferencia que se estableció entre sociedad en formación y sociedad
irregular es en materia de responsabilidad de socios y administradores. Su
responsabilidad, en la sociedad en formación, por los actos de ejecución del objeto
social, cesa cuando la sociedad se inscriba y sus negocios sean ratificados. En
cambio, tratándose de sociedades irregulares, los socios no quedan librados por al
regularización ni se crea técnica de liberación por vía de la ratificación ulterior.
Disolución de la sociedad irregular
El artículo 43 dispone: “Cualquiera de los socios de una sociedad irregular o de hecho
podrá exigir su disolución. Esta se producirá a la fecha en que el socio notifique
fehacientemente su decisión a todos los consocios. La disolución no tendrá efecto si
dentro del décimo día de recibida la última notificación la mayoría de los socios
resolviera regularizar la sociedad de acuerdo a lo establecido en el artículo anterior.
Gozarán para ello de un plazo de sesenta días a contar desde la fecha en que se
hubiese acordado proceder a su regularización.
Vencidos los plazos establecidos en este artículo, la disolución de la sociedad
adquirirá vigencia legal y carácter irrevocable, debiéndose proceder a la liquidación
de la sociedad según lo dispuesto en la Sección XIII – Subsección III del Capítulo I de
esta ley. Respecto de los terceros la disolución producirá efectos cuando se inscriba
en el Registro Público de Comercio y se publique. Para la inscripción bastará que el
socio presente una declaratoria en escritura pública o privada documentando su
decisión y acredite el cumplimento de los extremos establecidos en este artículo.”
El texto legal es claro. Basta, para provocar la disolución de la sociedad, la voluntad
de cualquiera de los socios; pero es preciso que éste haga conocer a sus consocios,
en forma inequívoca y fehaciente su propósito de disolver la sociedad.
Notificada por un socio al otro u otros, su disposición de disolver, se produce la
disolución, siempre y cuando los restantes socios por mayoría no resuelvan impedirla,
regularizando la sociedad.
La Ley fija un plazo breve para adoptar la decisión de regularizar la sociedad: 10 días.
Se fija un plazo mayor, 60 días, para cumplir los requisitos omitidos.
Con el texto legal en análisis, la sola voluntad del socio provoca la disolución bajo una
condición legal. Es decir, esa voluntad no produce efectos si se manifiesta la voluntad
contraria de los restantes socios de continuar la sociedad.
Por la remisión del segundo inciso del artículo 43 al 42 debe entenderse que el socio
que no adhiere a la regularización podrá receder. Si los socios no resuelven la
regularización, la disolución deviene irrevocable. El socio debe instrumentar su
voluntad de disolver en una declaratoria y tener documentada la notificación a los
consocios, a los efectos de la anotación en el Registro Nacional de Comercio.
La disolución se entiende producida en la fecha que el socio comunique su decisión a
los demás, pero se hace efectiva a partir del vencimiento de los plazos del inciso 2 del
artículo 43, correspondiendo recién entonces comenzar la liquidación. Frente a
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terceros, la disolución no produce efectos sino a partir de la inscripción en el Registro


Nacional de Comercio y la publicidad (art. 43).
La liquidación de la sociedad irregular se rige por las normas legales establecidas
para la disolución de sociedades. La Ley se remite expresamente a esas normas (art.
43).
4.2.5) Semejanzas y diferencias entre una sociedad en formación y una
sociedad irregular en cuanto a la responsabilidad
a) Semejanzas
1. Responsabilidad solidaria.
2. Imposibilidad de invocar limitaciones fundadas en el contrato social.
3. Responsabilidad de los socios y administradores.
b) Diferencias
En las sociedades en formación la responsabilidad se extingue por la regularización
(en cuanto a los actos indispensables para su constitución) o por la ratificación (en
cuanto a los actos no indispensables para la constitución) y en las sociedades
irregulares la responsabilidad no se extingue ni por ratificación ni por regularización
(art. 42).
Responsabilidad indiscriminada de administradores y representantes (en las
sociedades en formación) y responsabilidad de los administradores exclusivamente
por las operaciones en que hayan intervenido (en las sociedades irregulares).
Responsabilidad de fundadores y promotores (sociedad anónimas en formación) y
responsabilidad de socios y administradores (sociedades anónimas irregulares).
4.3) Sociedades nulas. Régimen de las nulidades
La ley 16060 crea un régimen especial para las nulidades en materia societaria en la
Sección IV del Capitulo I de Disposiciones Generales.
La Ley establece la aplicabilidad del régimen general de nulidades en materia de
contrato, sin perjuicio de incorporar normas especiales que atienden a las
peculiaridades del contrato de sociedad. El articulo 22 dispone: “(Remisión). Se
aplicará a las sociedades comerciales el régimen de nulidades que rige para los
contratos en todo lo que no se encuentre expresamente previsto o modificado por
esta ley”.

4.3.1) Causales de nulidad


Hay causales de nulidad en el Derecho Civil que son aplicables al contrato de
sociedad y hay otras causales que se incorporan en la Ley 16060.
a) Causales de nulidad en el Derecho Civil
1. Falta de elementos esenciales del contrato. Es nulo el contrato cuando le falta
un elemento esencial de todo contrato, como la capacidad, el consentimiento,
el objeto o la causa. Por la remisión del art. 22, entonces es nulo el contrato de
sociedad por las siguientes causales:
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- Falta o vicio del consentimiento.


- Incapacidad del contratante.
- Falta de causa o causa ilícita.
- Falta de objeto u objeto ilícito.
Las nulidades relacionadas con el consentimiento, capacidad o causa pueden afectar
sólo el vinculo de uno de los socios, en cuyo caso no provoca necesariamente la
nulidad de todo el contrato social (art.24). No obstante, podría provocar la nulidad del
contrato en la hipótesis prevista en el segundo inciso del art. 24, que dispone: “la
sociedad será anulable cuando la nulidad afecte el vinculo de socios a los que
pertenezca la mayoría del capital o aquella quede reducida a un solo integrante o
quede desvirtuado el tipo social adoptado”.
2. Falta de un requisito de forma considerado esencial. En materia de sociedades
no se dará esta última modalidad, porque no hay requisitos esenciales para el
contrato sociedad. La sociedad que no cumple con un requisito de forma y con
las inscripciones y publicaciones establecidas por la Ley, según el tipo, será
una sociedad irregular.
b) Causales de nulidad en la Ley 16060
1. Nulidad por objeto ilícito o prohibido: el art. 23 dispone: “serán nulas las
sociedades cuyo contrato prevea la realización de una actividad ilícita o
prohibida, sea con carácter general o en razón de su tipo”. En esta disposición
se utiliza el término objeto como actividad a realizar por la sociedad y así se
explicita en la norma.
2. Nulidad mediante constitución por participaciones reciprocas aún por persona
interpuesta.
Existen participaciones reciprocas cuando una sociedad participa en otra y esta a su
vez participa en aquella.
4.3.2) Situaciones de nulidad
La Ley prevé tres situaciones distintas: nulidad del contrato social, nulidad del vínculo
de un socio y nulidad de estipulaciones del contrato.
Respecto a la nulidad del vínculo de un socio, el art. 24 establece que no provoca
necesariamente la nulidad de todo el contrato social, salvo que la nulidad afecte el
vínculo de socios a los que pertenezca la mayoría del capital o aquella quede
reducida a un solo integrante o quede desvirtuado el tipo social adoptado.
Respecto a la nulidad de estipulaciones del contrato, el art. 25 de la Ley establece la
lista de las estipulaciones nulas:
1. Las que tengan por objeto desvirtuar el tipo social adoptado.
2. Las que dispongan que alguno o algunos de los socios reciban todas las
ganancias o se les excluya de ellas o sean librados de contribuir a las perdidas
o que su participación en las ganancias o en las perdidas sea claramente
desproporcionada con relación a sus aportes o prestaciones accesorias.
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3. Las que aseguren que alguno o algunos de los socios la restitución integra de
sus aportes o con un premio designado o con sus frutos o con una cantidad
adicional, cualquiera sea su naturaleza, haya o no haya ganancias.
4. Las que aseguren al socio su capital o las ganancias eventuales.
5. Las que prevean en caso de rescisión o disolución de la sociedad no se liquide
la parte de alguno o algunos de los socios en las ganancias o en el patrimonio
social.
6. Las que permitan la determinación de un precio para la adquisición de la parte
de un socio por otro u otros que se aparte notablemente de su valor real al
tiempo de hacerla efectiva.
4.3.3) Efectos de la nulidad
La Ley 16.060 establece reglas sobre los efectos de la nulidad respecto a terceros,
socios y administradores. En particular, el legislador ha tenido en cuenta que un
contrato de sociedad nulo o con una estipulación nula, cualquiera fuera la causa de la
nulidad, de todos modos, crea relaciones entre los socios, entre éstos y la sociedad y,
también, entre la sociedad y terceros.
Así, por ejemplo, los socios se obligaron a realizar aportes o pudieron haber hecho
efectivos sus aportes. Además, la sociedad, no obstante la nulidad, puede haber
realizado una actividad que generó relaciones jurídicas con terceros.
Efectos de la nulidad cuando afecta a todo el contrato de sociedad
Cuando la nulidad afecta a toda la sociedad se producen distintos efectos
relacionados con la sociedad misma, con los terceros y con los socios. Los
estudiaremos en este orden.
Efectos sobre la sociedad
En atención a estos aspectos, del contexto legal resulta que la sociedad afectada por
una causal de nulidad es, de todos modos, un sujeto de derecho. Se le aplica el art. 2
de la LSC que se refiere a todas las sociedades comerciales. Los actos realizados por
cuenta de la sociedad nula, vinculan al sujeto societario y afectan su patrimonio,
como tutela para los terceros. Sólo hay responsabilidad solidaria de socios,
fundadores y administrador, cuando se trata de nulidades no subsanables.
Sin embargo, el sujeto societario no podrá continuar las actividades sociales. El art.
26, inc. 1, establece lo siguiente: “La declaración de nulidad de la sociedad impedirá
la continuación de sus actividades y se procederá a su liquidación por quien designe
el Juez conforme a lo dispuesto en la Sección XIII del presente capítulo.” Por lo tanto,
deberá liquidarse el patrimonio de la sociedad aplicándose las normas dictadas para
la liquidación en el caso de disolución. Cualquiera sea la causa de nulidad, es el Juez
quien debe designar al liquidador.
El art. 26, inc. 2, dispone: “En los casos de nulidad por objeto o causa ilícitos, el
remanente de la liquidación ingresará al patrimonio estatal para el fomento de la
educación pública.”
Efectos de la nulidad respecto a terceros
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El art. 29 dispone: “La declaración de nulidad no afectará la validez y eficacia de los


actos y contratos realizados por la sociedad”.
La declaración de nulidad no tiene efectos retroactivos y no afecta las relaciones
creadas antes de esa declaración. La declaración de nulidad produce sus efectos
hacia el futuro.
La sociedad nula pudo haber desplegado una actividad, celebrando actos jurídicos.
Tales actos no quedan afectados por la nulidad pues ello atentaría contra la
seguridad jurídica. El patrimonio social ha de responder por los efectos de esa
actividad.
Consecuentemente, declarada la nulidad, corresponde proceder a la liquidación del
patrimonio social, pagando las deudas sociales contraídas y se liquidarán las
operaciones pendientes. Si hubiere utilidades se distribuirán entre los socios y si no
las hubieren se restituirán los aportes en la medida en que alcancen los bienes
remanentes.
Sin perjuicio de ello, el acto celebrado con un tercero será atacable según sus vicios
propios, por normas generales en materia contractual.
Efectos de la nulidad respecto a los socios y administradores
La nulidad declarada del contrato societario, tampoco afecta la validez de las
relaciones creadas con los socios.
Sin embargo, el art. 28 establece lo siguiente: “En los casos de nulidades no
subsanables, la declaración de nulidad de la sociedad implicará que los fundadores,
socios, administradores y quienes actuaron como tales en la gestión social
responderán solidariamente por el pasivo social y los perjuicios causados.”
Las nulidades no son subsanables, cuando se basan en causa u objeto ilícito; por lo
tanto, las responsabilidades personales se plantean sólo para estas hipótesis. En
tales casos, la responsabilidad se justifica porque todas estas personas deben
conocer la ilicitud. Se trata de una sanción.
Si la nulidad obedece a cualquier otra causa, no se genera una especial
responsabilidad a cargo de socios o de administradores.
a) Efectos de la nulidad o anulación del vínculo de un socio
El art. 24 de la Ley establece: “La nulidad o anulación que afecte el vínculo de
algunos de los socios no producirá la nulidad del contrato, salvo que la participación
de ese socio deba considerarse indispensable, habida cuenta de las circunstancias.
La sociedad será anulable cuando la nulidad afecte el vínculo de socios a los que
pertenezca la mayoría del capital o aquélla quede reducida a un solo integrante o
quede desvirtuado el tipo social adoptado,"
b) Efecto de la nulidad cuando afecta una de las estipulaciones
La estipulación nula no anula el contrato. Se termina con discusión doctrinaria que
suscitaba el art. 390 del Código de Comercio, sobre si se anulaba todo el contrato o
sólo la estipulación. En el régimen actual la estipulación se debe considerar como no
escrita.
4.3.4) Subsanación de determinadas nulidades
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Todas las nulidades serán subsanables a excepción de las producidas por objeto o
causa ilícita (art. 30). La subsanación podrá realizarse hasta que quede ejecutoriada
la sentencia definitiva que declare la nulidad. El juez, a instancia de cualquier
interesado o de oficio y antes de dictar sentencia definitiva, podrá fijar un plazo para
subsanar la nulidad (art. 31). Las nulidades podrán ser subsanadas mediante nuevos
acuerdos sociales, decisiones de los socios que eliminen su causa o incorporación de
nuevos socios. La anulabilidad de la sociedad supone que se requiere una
declaración judicial para que la sociedad devenga nula. Esto es, la anulación no se
produce ipso iure. Para que la sociedad del caso pueda ser considerada como nula
debe ser declarada como tal.
4.3.5) Acción de nulidad
La acción de nulidad será removida por quien corresponda de acuerdo a los principios
generales. La nulidad por objeto o causa ilícita podrá ser solicitada por cualquiera de
los socios, por terceros o declarada de oficio por el juez. Extinción: la acción de
nulidad se extinguirá cuando la causal que la haya provocado deje de existir antes de
ejecutoriada la sentencia definitiva.
4.3.6) Acción de responsabilidad
La acción de responsabilidad fundada en la existencia de nulidades, prescribirá a los
3 años contados desde el día en que la sentencia definitiva que declare la nulidad
adquiera autoridad de cosa juzgada. La desaparición de la causal de nulidad o de su
subsanación no impedirá el ejercicio de la acción de responsabilidad. En este caso, el
término de prescripción de 3 años se contará desde el día en que desaparezca o sea
subsanada la causal de nulidad.
4.4) Sociedades atípicas
El artículo 3 obliga a los contratantes a adoptar uno de los tipos regulados: “Las
sociedades comerciales deberían adoptar alguno de los tipos previstos por esta ley.
Las sociedades comerciales que no se ajusten a lo dispuesto precedentemente,
estarán sujetas al régimen establecido en la Sección V del Capitulo I (sociedades
irregulares y de hecho)”. Una vez que se ha resuelto constituir una sociedad
comercial, la Ley impone que el contrato que recoja el acuerdo de voluntades se
disponga la adopción de un tipo regulado por la Ley.
La Ley 16060 incorpora y reglamenta los tipos que ya estaban previstos en nuestra
legislación tradicional: colectiva, comandita simple y por acciones, de responsabilidad
limitada, de capital e industria, anónima y accidental o en participación. En cuanto a
las sociedades cooperativas el art. 515 dispone: “Las sociedades cooperativas se
regirán por sus leyes especiales, sin perjuicio de la aplicación de esta ley en el no
previsto por ellas y en cuanto sea compatible”. Las particulares pueden adoptar
libremente los tipos previstos salvo que la Ley prohíba o imponga determinados tipos
en razón de la actividad que se proponen realizar o de otros factores. Si no se adopta
un tipo, la sociedad comercial quedará sujeta a la disciplina de las sociedades
irregulares.
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Una sociedad atípica pudo haber realizado una actividad económica de la cual
nacieron negocios jurídicos que vincularon a la sociedad y a terceros. Con esta
construcción legal, si la sociedad atípica es comercial por su objeto, no deja de ser
sociedad comercial a los efectos de serle aplicado el régimen de esta Ley y se le
aplicarán las normas sobre sociedades irregulares en lo que respecta a las
consecuencias de la actividad realizada así como a las responsabilidades de los
socios y administradores.
Caso particular: cuando una sociedad constituida en el extranjero, bajo un tipo
desconocido por nuestras leyes, establezca una sucursal o representación
permanente en nuestro país, quedará sometida al mismo régimen que se le aplica a
las sociedades anónimas, en cuanto a los requisitos de inscripción y publicación, en
cuanto a la responsabilidad de los administradores que se designen para administrar
a la sucursal y en cuanto a los contralores administrativos a que estará sujeta la
sucursal.
5) El Socio
Se considera socio a cada una de las partes que integran el contrato de sociedad,
sea porque concurrieron a la celebración del contrato o sea porque hayan adquirido la
calidad de socio con posterioridad.
El socio adquiere, por el contrato social, un estatuto jurídico. Nace para el socio, a
partir de la celebración del contrato, un complejo haz de derechos, obligaciones,
prohibiciones y responsabilidades, que lo relacionan con sus consocios, con la
sociedad y con los terceros. A este haz, conformante de un estatuto especial, se lo
conoce como “status” de socio o posición de socio.
Al contratar sociedad, el socio entra en relación con los demás socios contratantes y
con la sociedad creada. Eventualmente - en los tipos sociales en que el socio
responde personalmente por las deudas sociales – se relaciona, también, con los
terceros que contratan con la sociedad. Todos esos derechos y obligaciones de los
socios están ligados y entrelazados entre sí.
El contrato puede fijar una fecha para el ejercicio de los derechos y para el
cumplimiento de las obligaciones. Si el contrato nada establece, los derechos y
obligaciones comienzan en la fecha del otorgamiento del contrato. El art. 57, inc. Ley
16.060 dispone: “Los derechos y obligaciones de los socios comenzarán en la fecha
establecida en el contrato de sociedad y si ella no se hubiere estipulado, desde la
fecha de su otorgamiento.”
5.1) El estado de socio
Para ser socio de una sociedad comercial se requerirá la capacidad para ejercer el
comercio, salvo las excepciones establecidas en esta ley.
La Ley contempla tres situaciones especiales:
1. los padres, los tutores y curadores no pueden contratar sociedades ni adquirir
participaciones sociales, cuotas sociales o acciones, por sus representados,
sin autorización judicial fundada. Esta autorización no puede concederse en
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caso de que los representantes adquieran la calidad de socios ilimitadamente


responsables (art. 44)
2. Los representantes de incapaces que reciban participaciones o cuotas sociales
por herencia, legado o donación, requieren previa autorización judicial para
aceptarlas en nombre de sus representados debiendo modificarse el contrato
social o transformarse la sociedad en su caso, para que el representado no se
constituya en socio ilimitadamente responsable; no se requiere esta
autorización cuando se trata de acciones (art. 45).
3. Los padres pueden celebrar o participar en sociedades con sus hijos menores,
previo cumplimiento de tres requisitos (art. 46):
- Designación de curador especial.
- Autorización judicial fundada.
- El menor tenga la condición de socio de responsabilidad limitada, los tutores y
curadores, por su parte, no pueden celebrar sociedades con sus
representados.
5.2) Participación de sociedades en otras sociedades
Nos estamos refiriendo al caso concreto en que una sociedad es socia en otra
sociedad.
Las modalidades concretas de participación de una sociedad en otra sociedad son:
Participación de sociedades en otras sociedades.
Sociedades vinculadas.
Sociedades contraladas.
Participaciones recíprocas.
5.2.1) Participación de sociedades en otras sociedades
Ninguna sociedad salvo las de inversión podrá participar en el capital de otra o de
otras sociedades por un monto superior a sus reservas disponibles y a la mitad de su
capital y reservas legales, exceptuándose el caso de que el exceso de participaciones
resulte del pago de dividendos en acciones, por la capitalización de reservas o por la
capitalización del aumento patrimonial a que se refiere el art. 287. La excepción se
explica porque se usan fondos generados por la sociedad participada que no suponen
nuevos desembolsos de la sociedad participante.
Las participaciones que excedan aquel monto deberán ser enajenadas, esto es, la
sociedad debe desprenderse de ellas y recuperar su inversión adicional, dentro del
año siguiente a la fecha de la aprobación del balance general del que resulte que el
límite ha sido superado. Esta situación deberá ser comunicada por la sociedad
participante a la sociedad o sociedades participadas dentro de los 10 días de la
aprobación del referido balance general.
El incumplimiento de la enajenación del excedente produce: suspensión de los
derechos de votar y a percibir las utilidades.
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5.2.2) Sociedades vinculadas


Se consideran sociedades vinculadas cuando una sociedad participe en más del 10%
del capital de la otra.
Consecuencias:
1. Si la sociedad participa en más del 25% del capital de otra deberá
comunicárselo.
2. Son de aplicación las normas sobre deberes y responsabilidades de los
administradores contenidas en el art. 50 que establece: “los administradores no
podrán favorecer a una sociedad vinculada, controlada o controlante en
perjuicio de la sociedad administrada, debiendo vigilar que las operaciones
entre las sociedades se efectúen en condiciones equitativas o con
compensaciones adecuadas. Serán responsables de los daños y perjuicios
causados en caso de violación de esta norma”.
3. Estas sociedades no pueden ser fiduciarias.
5.2.3) Sociedades controladas
Son sociedades controladas aquellas que en virtud de participaciones sociales o
accionarias o en mérito a especiales vínculos, se encentren bajo la influencia
dominante de otra u otras sociedades. Situaciones en la que se presenta: “contratos
de empresa”, “contratos de suministro”, de distribución, concesión, agencia,
transferencia de tecnología.
Consecuencias:
1. Una sociedad contralada no puede participar por un monto superior al de sus
reservas disponibles en la controlante ni en una sociedad controlada por ésta y
si exceden dicho monto tiene la obligación de enajenar las participaciones
excedentarias, dentro del año siguiente a la aprobación del balance general.
2. Una sociedad controlante o controlada está sometida a las disposiciones del
art. 50.
3. Las sociedades controlantes o controladas deberán ajustarse a las normas
sobre sociedades anónimas abiertas si alguna de ellas fuera abierta, no podrán
ser fiduciarios y deberán presentar como información complementaria estados
contables consolidados.
Obligaciones de sociedades controlantes y responsabilidades: la sociedad controlante
deberá usar la influencia para que la controlada cumpla su objeto, debiendo respetar
los derechos e intereses de los socios o accionistas.
La sociedad controlante responderá por los daños causados en caso de violación de
estos deberes y por los actos realizados con abuso de derecho. El o los
administradores de la sociedad de la sociedad controlante serán solidariamente
responsables con ella cuando infrinjan esta norma.
Cualquier socio o accionistas podrán ejercer acción de responsabilidad por los daños
sufridos personalmente o para obtener la reparación de los causados a la sociedad.
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Esta acción de responsabilidad prescribe a los 3 años de contados desde la fecha de


los hechos que la motive.
5.2.4) Participaciones recíprocas
Otra forma de participación de una sociedad en otra es mediante las participaciones
recíprocas. Cuando se constituyen sociedades de esta manera, se crea una ilusión de
un patrimonio constituido con aportes efectivos, cuando en rigor ese patrimonio va a
estar constituido por cuotas, partes o acciones de otra sociedad, que tampoco tiene
un respaldo económico real, porque tiene, como único bien en su patrimonio, cuotas,
partes o acciones de la primera. Por esta razón las sociedades constituidas de esta
forma son nulas.
La Ley no prohíbe las participaciones reciprocas en general, lo que prohíbe es la
utilización de ese mecanismo para la constitución de sociedades o el aumento de su
capital.
Nulidad
El art. 52 de la Ley 16.060, declara nula la constitución de sociedades o el aumento
de su capital, mediante participaciones recíprocas aun por persona interpuesta. Se
prevé en primer término la nulidad del contrato de sociedad o la nulidad del aumento
de capital efectuado. La sociedad quedará afectada por nulidad, aun cuando
simultáneamente se efectuara una integración real por parte de otros socios. Por
aplicación de los principios generales en materia de sociedad, la declaración judicial
de nulidad podrá ser pedida por los socios de las sociedades involucradas, los
terceros y aun por el juez de oficio. Se trata de una nulidad absoluta pues contraría
una ley prohibitiva (art. 8 CC).
De acuerdo a la LSC, la nulidad puede subsanarse si dentro del término de 6 meses
se procede a la reducción del capital indebidamente integrado. El plazo debe
computarse desde el hecho que configura la violación. Si la nulidad no se subsana,
toda la sociedad será anulada afectándose a los socios que hicieron aportes reales.
Responsabilidad solidaria
Además de la sanción de nulidad, la LSC hace responsables solidarios a los
fundadores, socios, administradores, directores y síndicos, por los perjuicios
causados por la violación de los dispuesto en este art. 52. Los fundadores de las
sociedades anónimas y los socios contratantes de otros tipos sociales, son
responsables puesto que son los autores de la maniobra. La responsabilidad alcanza,
también, a los administradores y síndicos porque se ha entendido que deben conocer
la maniobra, se aprovechan de ella y no la denuncian a socios no culpables o a los
órganos de control estatal.
5.3) Socio. Socio aparente, oculto, socio de socio y condominio
5.3.1) Socio aparente
El artículo 53 de la Ley 16.060 dispone: "El que preste su nombre como socio o el
que sin ser socio tolere que su nombre sea incluido en la denominación social, no
será reputado como tal respecto de los verdaderos socios, tenga o no participación
en las ganancias de la sociedad, pero con relación a los terceros, será considerado
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con las obligaciones y responsabilidades de un socio, salvo su acción contra la


sociedad o los socios para ser resarcido de lo que haya pagado."
Socio aparente es la persona que presta su nombre para figurar como socio en el
contrato social. También, lo es quien, sin ser socio, tolera que su nombre sea incluido
en la denominación social. El artículo trascripto, recoge el principio de la apariencia,
haciendo responsable a la persona que voluntariamente presta su nombre o que
tolera su uso en una denominación social, creando así la apariencia de que es socio.
Frente a los terceros tendrá las obligaciones y responsabilidades de un socio. Si, por
aplicación de esa norma, el socio aparente es obligado a un pago, puede repetir lo
pagado contra la sociedad y los otros socios.
5.3.2) Socio oculto
El artículo 54 dispone: "El socio oculto será responsable de las obligaciones sociales
en forma ilimitada y solidaria con la sociedad sin poder invocar el beneficio de
excusión."
Según surge de la norma transcripta, el socio oculto está sujeto a un régimen más
severo que el socio aparente. El socio oculto responde en forma ilimitada, solidaria y
carece del beneficio de excusión. El socio aparente, en cambio, es considerado con
las obligaciones y responsabilidades de un socio; por lo tanto, las obligaciones y
responsabilidades que asuma dependerán del tipo social.
5.3.3) Condominio
Si una o más partes de interés, cuotas o acciones, pertenecieran proindiviso a varias
personas, éstas designarán a quien habrá de ejercitar los derechos inherentes a las
mismas.
El artículo 56 de la Ley 16.060 dispone: “Si una o más partes de interés, cuotas o
acciones, pertenecieran proindiviso a varias personas, éstas designarán a quien
habrá de ejercitar los derechos inherentes a las mismas”.
El artículo 56 se aplicará a la indivisión sobre una participación que resultare de una
sucesión o de una disolución de una sociedad conyugal o por adquisición a cualquier
otro título, de una participación por más de una persona.
a) Ejercicio de los derechos de socio
En el régimen de condominio del Código Civil, todos los condóminos deben
administrar el bien común en forma conjunta. El artículo 56 establece que, para el
ejercicio de los derechos sociales, los condóminos deberán designar un
representante común.
La designación tiene el carácter de un negocio de apoderamiento, pudiéndose hacer
a favor de uno de los condóminos o de un tercero. Los herederos o los cónyuges o
los condóminos por cualquier título, deberán ponerse de acuerdo en la designación
de un representante común. Si tal acuerdo no se lograre, cualquiera de ellos o los
demás socios podrán demandar judicialmente la aplicación de la norma y,
eventualmente, será el juez quien designará al representante común, que ejerza el
derecho del socio.
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La sociedad no puede rehusar la actuación del apoderado. La sociedad sí puede


rehusar la actuación conjunta de los condóminos.
b) Divisibilidad o indivisibilidad de la participación social
Si se trata de una parte de una sociedad colectiva, ésta es divisible y los condóminos
podrán requerir que se divida entre ellos, en las proporciones que determinen, lo cual
implicará una reforma del contrato de sociedad que deberá ser consentida por todos
los demás socios. Pongamos un ejemplo. En una sociedad colectiva, se pactó la
continuación de la sociedad para el caso de muerte de un socio. En caso de que se
produzca el fallecimiento de un socio con una parte de $ 100.000, esa parte pasa a
sus herederos que serán condóminos. Supongamos que sean dos herederos. Ellos
podrán requerir la división y pasarán – si los demás socios acuerdan modificar el
contrato – a tener cada uno $ 50.000 como su parte en la sociedad.
El artículo 223 establece la indivisibilidad de la cuota de las sociedades de
responsabilidad limitada. En materia de sociedades anónimas, se establece la
indivisibilidad de la acción, en el artículo 296, inciso 3, que contiene una remisión
expresa al artículo 56. Si, por herencia o por otro título, una cuota o una acción fuese
adjudicada a varias personas, ellas no podrán solicitar que se divida su cuota o
acción y tendrán que nombrar un representante que ejerza los derechos de socio, por
aplicación del art. 56.
5.3.4) Socio de socio
Cualquier socio podrá dar participación a terceros en lo que corresponda a ese
carácter. Los participes carecerán de la calidad de socios y de toda acción social y se
aplicarán las reglas sobre las sociedades accidentales o en participación.
5.4) Derechos del socio
5.4.1) Derecho de receso
El receso es el derecho esencial, irrenunciable e irrestringible que tiene el socio de
cualquier sociedad comercial, de retirase voluntariamente de la sociedad en los casos
previstos por la Ley o el contrato, y cuya principal consecuencia es la recisión parcial
del contrato social. En pocas palabras, el receso de un socio o accionista implica que
este abandona la sociedad a cambio del pago de su participación, cuota o acción.
Para que pueda ejercerse, se exige la ocurrencia de determinadas causales que se
verán más adelante.
El socio que lo ejerza podrá acordar con los restantes la rescisión parcial modificando
el contrato social. Si no lograra el acuerdo, podrá pedir judicialmente se admita su
receso. La demanda deberá promoverse, bajo sanción de caducidad, en el plazo de
30 días de conocido por el recedente el hecho que lo motiva o en los plazos
especiales establecidos por la Ley.
La sociedad podrá dejar sin efecto la resolución que motive el receso cuando
considere que éste compromete su estabilidad o buen funcionamiento, dentro de los
60 días a contar del vencimiento del plazo establecido en el artículo precedente.
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Salvo pacto en contrario, el valor de a participación del socio saliente se fijará


conforme al patrimonio social, a la fecha del hecho o acuerdo que haya provocado la
rescisión parcial o de la demanda de exclusión.
La sociedad deberá comunicar al socio o accionista saliente el valor de su
participación, cuota o acción, acompañando el balance correspondiente. El reembolso
podrá efectuarse al contado o en cuotas con plazos máximo de un año, a partir de la
fecha en que se haya resuelto o producido la rescisión.
Lo dispuesto es sin perjuicio de lo establecido en casos especiales tales como los de
transformación, fusión y escisión. El ejercicio del derecho no afectara la
responsabilidad del recedente hacia los terceros, por las obligaciones contraídas
antes de la inscripción del nuevo tipo social.
Causales para el ejercicio del derecho de receso: el contrato puede indicar otras
causales de receso, pero no podrá eliminar ni condicionar, ni limitar las legalmente
acordadas.
Las causales previstas por la Ley son:
c) Causales respecto de todos los tipos sociales
1. Exigencia de nuevos aportes. Art 152 Ley 16060: “Si por un cambio de
circunstancias no pudiese realizarse la actividad social sin aumentar los
aportes, el socio que no lo consienta podrá ejercer el derecho de receso o ser
excluido.”
2. Transformación (art. 108), fusión (art. 129) y escisión (art. 139).
3. Reactivación (art. 166) y regularización (art. 42).
d) Causales respecto de algunos tipos sociales
1. Causales en las sociedades colectivas: en las sociedades colectivas, la
remoción del administrador cuyo nombramiento fuera condición expresa para
la constitución de la sociedad, constituye una causal del receso.
2. Causales en las sociedades de responsabilidad limitada:
- Cambio de objeto.
- Prórroga.
- Disolución anticipada.
- Transferencia del domicilio al extranjero.
- Toda modificación que imponga mayores obligaciones o responsabilidades a
los socios.
- Remoción del administrador cuando la designación sea condición expresa para
la constitución de la sociedad, la revocación del administrador y representante,
aún por causa justa, habilitará el derecho de receso de los socios
disconformes.
3. Causales en las sociedades anónimas:
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- Art. 362: cambio fundamental de objeto, prórroga, transferencia de domicilio al


extranjero, aumento o reintegración total o parcial del capital (excepto cuando
se efectúe por medio de acciones liberadas).
- Art. 249: conversión de una SA abierta en cerrada y viceversa.
- Limitación o suspensión al derecho de preferencia 8art. 330).
- Transformación de las acciones al portador en nominativas, restricción o
condicionamiento de la transmisibilidad de las acciones nominativas (art. 364).
- Transformación del tipo social (art. 109).
5.4.2) Exclusión
a) Concepto
La exclusión es la acción o el acuerdo mediante el cual se expulsa a un socio como
consecuencia del incumplimiento de una obligación, contractual o legal, o por
configurarse determinadas situaciones, legalmente previstas, como la liquidación
(quiebra) o concurso civil del socio. La exclusión puede ser promovida por la sociedad
o por los restantes socios. Se resuelve en interés de los socios que han de
permanecer en la sociedad y en contra del socio que ha incumplido o se encuentra en
la situación legalmente prevista.
b) Naturaleza jurídica de la exclusión
La exclusión como sanción
En una tesis se sostiene que es una sanción. De ello deriva la conclusión de que la
enumeración legal de causales de exclusión es taxativa. Siendo pena, la
interpretación debe ser estricta. No se puede extender por analogía. La exclusión
sería entonces un instrumento excepcional de interpretación estricta. Esta tesis del
carácter sancionatorio no puede sustentarse en el sistema de la Ley, porque los
casos en que se habilita la exclusión no siempre configuran una conducta
merecedora de sanción. Algunos casos de incumplimientos de un socio revisten
carácter involuntario. Tenemos, por ejemplo, el caso en que perece el bien que se
prometió aportar, en que no se trata de un incumplimiento voluntario sino de una
imposibilidad de cumplir. Por ello, no se trata de un régimen sancionatorio, en nuestro
concepto.
La exclusión como resolución por incumplimiento
Para otros autores, la exclusión supone la aplicación de normas comunes sobre
resolución por incumplimiento del contrato (art. 246). Los demás socios pueden pedir
la rescisión del contrato respecto al socio incumplidor de normas convencionales. Las
normas no son, en esta tesis, de interpretación estricta y habrá posibilidad de excluir
a un socio frente a cualquier incumplimiento contractual.
Tampoco esta tesis nos convence porque, según hemos visto hay hipótesis de
exclusión en que no existe o puede no existir un efectivo incumplimiento contractual,
como los casos de exclusión vinculados a la decisión judicial de liquidar la masa
activa del socio concursado (art. 256 Ley 18.387 de 2008).
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La exclusión como instrumento para la conservación del negocio societario


En nuestro concepto, la rescisión no es sanción ni se basa en el incumplimiento
contractual, sino que es un instrumento ideado como técnica para la salvaguarda del
negocio societario. Se salvaguarda a la sociedad, ente jurídico, frente a ciertos
incumplimientos de alguno o algunos de los sujetos que la componen o frente a
ciertas inconductas o frente a ciertas especiales situaciones que quebrantan la
confianza en el socio. La Ley posibilita la expulsión del socio, sin que se resienta la
vida del ente social. Se trata de una medida de defensa de la sociedad.
De la redacción de los textos resulta que existen casos de aplicación estricta del
instrumento, en que el socio podrá ser excluido, cuando se configuran hechos que se
constatan objetivamente, pero en otros casos se podrá aplicar exclusivamente
cuando se trata de incumplimientos graves de un socio. El incumplimiento de
cualquier obligación podrá justificar una exclusión, en tanto se pueda reputar como
grave, en la interpretación judicial si se planteara en una contienda.
c) Causales de exclusión
Causales de exclusión:
1. Grave incumplimiento de sus obligaciones: quien contrata sociedad, adquiere
un estado de socio, conformado por un conjunto de derechos, obligaciones,
deberes y prohibiciones de naturaleza patrimonial y de carácter político. Debe
entenderse, que toda vez que el socio transgrede una obligación, una
prohibición o un deber impuesto por el contrato o por la Ley y la transgresión
reviste carácter de gravedad, podrá ser expulsado de la sociedad.
2. Situaciones concursales: el art. 147 dispone que exista justa causa de
exclusión en los casos de declaración de liquidación (quiebra) o concurso civil
del socio. Se supone que, cuando el socio ha incurrido en cesación de pagos,
que lo ha llevado a una situación concursal ya no es merecedor de la confianza
reciproca que había entre los socios y entonces el socio puede ser excluido.
3. Otros casos de exclusión:
- Casos de exclusión relacionados con obligaciones patrimoniales: tiene que ver
con la no realización de los aportes acordados (arts. 61, 70, 71, 152 y 318 de
la Ley 16060).
- Casos de exclusión relacionados con la violación de deberes de fidelidad hacia
la sociedad (arts. 74 y 209).
- Cuando el socio comanditario o el socio industrial de una sociedad de capital e
industria violen la prohibición de administrar la sociedad (a estos tipos de
socios la ley les prohíbe ejercer la administración de la sociedad en los arts.
216 y 221 de la Ley 16060).
- Hipótesis de exclusión para accionistas: el art. 109 prevé la hipótesis en que se
transforma una sociedad anónima o una en comandita por acciones en una
sociedad de otro tipo. Como, es razón del tipo adoptado, se requiere que
conste quienes son los socios, al accionista ausente en la asamblea que
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resolvió la transformación, que no concurre a adherir por escrito a la


transformación ni ha recedido, se le excluye. La sociedad surgida de la
transformación estará integrada, entonces, exclusivamente por los accionistas
que estuvieron presentes en la Asamblea Extraordinaria que la resolvió (y por
ello quedaron identificados) y por los que adhirieron posteriormente.
d) Procedimiento
Acuerdo de exclusión
Producido el hecho que justifica una exclusión, los demás socios y el socio a excluir
podrán acordar la rescisión, consintiendo en la consecuente modificación del
contrato: reduciendo el número de socios, rebajando el capital social y modificando
otras cláusulas que deban ser ajustadas según las circunstancias y resolviendo
liquidar y pagar la parte que corresponda al excluido.
En este caso, habrá negociación entre todos los socios incluyendo el socio que sale.
El acuerdo de modificación se inscribirá en el Registro Nacional de Comercio y se
publicará, cuando corresponda, según el tipo, para que produzca efectos.
Acción de exclusión
Como el acuerdo puede no lograrse, la Ley establece la posibilidad de promover una
demanda judicial para obtener una sentencia que disponga la exclusión. Dictada la
sentencia, los restantes socios deben modificar el contrato social, inscribirlo y
publicarlo, en su caso, y luego procederán a liquidar y pagar la parte del socio
excluido (arts. 148 y 153).
Legitimación: La Ley determina quiénes están legitimados para promover la
acción de exclusión: cualquiera de los socios o la sociedad como ente
judicialmente diferenciado (art. 148).
- Si se promueve por la sociedad, la resolución de excluir debe ser adoptada por
la mayoría de los socios restantes. Los realmente interesados en la exclusión
son los demás socios, pues la conducta del socio afecta el contrato social
celebrado y la confianza recíproca, fundamento del contrato. La acción debe
ser promovida por el representante de la sociedad, pero si el socio a excluir es
precisamente el representante, los socios deben resolver quien ha de ejercer la
representación de la sociedad en ese juicio.
- Cualquier socio, por sí solo, puede resolver promover un juicio de exclusión
pues tiene interés personal y directo en ello. Incluso, es conveniente que así
sea pues no siempre se ha de lograr acuerdo entre los restantes socios.
Supongamos la hipótesis de colusión entre el socio culpable y otros de los
socios.
- Si la acción de exclusión se promueve por un socio, se sustancia con citación
de los demás, que podrán coadyuvar con el demandante o con el socio a
excluir.
- No podrán promover la exclusión el propio socio culpable, ni los terceros, ni
los acreedores ni el Estado.
Suspensión provisoria de los derechos del socio: La Ley autoriza al juez a
decretar la suspensión provisoria de los derechos del socio; ello ha de
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depender de la gravedad de los hechos y de la prueba adelantada por quien


promueve la acción (art. 148, inc. final). Por ejemplo, si ese socio incurrió en un
grave incumplimiento y, por los documentos presentados en la demanda de
exclusión, se percibe la gravedad del incumplimiento, el juez puede decretar la
suspensión de derechos de ese socio a percibir ganancias que se liquidan
anualmente.
Extinción de la acción de exclusión: La acción de exclusión se extinguirá si
no se ejerce en el término de un año desde la fecha en que se conoció el
hecho que la justifica.
Inscripción registral de la sentencia: La sentencia que acoja la demanda de
exclusión se deberá inscribir en el Registro Nacional de Comercio. Luego, los
socios restantes tendrán que hacer un nuevo acuerdo social en el cual se haga
constar las modificaciones resultantes de la exclusión. Ese acuerdo también se
inscribirá, cumpliendo con las demás exigencias que corresponden al tipo.
5.4.3) Derechos patrimoniales
a) Derecho a la participación en las ganancias
Es un derecho esencial e inderogable, es además abstracto ya que se concreta
cuando efectivamente hay utilidades y se resuelve su distribución. Si nada se dijo en
el contrato, cada socio participará en las utilidades según su participación en el capital
de la sociedad.
Para distribuir ganancias, deben surgir utilidades netas resultantes de un balance
regularmente confeccionado y aprobado por la mayoría social (art. 98). Los socios
pueden resolver no distribuir ganancias y destinarlas a reservas voluntarias o a otros
destinos, pero esta resolución debe ser adoptada por la mayoría social y debe
responder a una prudente administración (art. 93).
En materia de SA, el art. 320 reconoce el derecho de los accionistas a percibir como
mínimo el 20% de los dividendos. Por resolución fundada de la asamblea con el voto
de accionistas que representen el 75% del capital podrá no distribuirse este dividendo
mínimo.
Se pueden distribuir ganancias en forma anticipada a cuanta de las ganancias del
ejercicio en dos hipótesis:
Cuando existan reservas de libre disposición suficientes
Cuando de un balance especialmente confeccionado y aprobado por el órgano
de control interno (y por los socios) y luego de realizadas las amortizaciones y
provisiones necesarias y absorbidas las pérdidas anteriores, existan utilidades.
b) Derecho a percibir su participación en el resultado de la liquidación total
o parcial del patrimonio social
Desde la creación de la sociedad se genera, como derecho esencial del socio, el
derecho a recibir de la sociedad su parte proporcional en el patrimonio social cuando
la sociedad se disuelva. El socio dispone de un crédito no exigible en tanto la
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sociedad subsiste; se convierte en crédito exigible cuando se disuelve. Se invierten


las posiciones que se daban al momento de contratar.
Cuando la sociedad se disuelve por vencimiento de plazo u otra causal legal, se inicia
un proceso de liquidación de la sociedad. La distribución definitiva del patrimonio
social entre los socios se efectuará una vez aceptado el balance y el proyecto de
distribución, formulado por el liquidador. Entonces, los socios recibirán los bienes
remanentes, teniendo en cuenta la alícuota de cada uno en el capital social.
El liquidador determina el porcentaje que corresponde a cada socio, de acuerdo a su
alícuota en el capital social o a lo convenido en el contrato, en que pudo pactarse una
distribución del remanente no proporcional al aporte. En este aspecto debe tenerse
en cuenta la nulidad de ciertas estipulaciones, establecida por el artículo 25 (incisos
3, 4 y 5). De manera que, si bien hay libertad para pactar formas de liquidación, se
debe tener en cuenta las restricciones de la norma citada.
La liquidación, de acuerdo a las previsiones legales, puede hacerse mediante la
atribución a los socios de los bienes remanentes pero si no admiten cómoda división
o si con tal división su valor disminuyera, se procederá a su venta para el reparto
entre los socios (artículo 178, inciso 5).
La Ley 16.060 prevé que si un socio aportó un bien que se conserva en el patrimonio,
este bien le sea atribuido. Si hubo un socio que aportó industria, se le adjudicarán
bienes en proporción al valor en que se estimó su aporte.
c) Derecho a la participación en caso de recisión parcial (art. 154)
Salvo pacto en contrario, el valor de la participación del socio se fijará según el valor
patrimonial a la fecha del hecho o del acuerdo que provocó la recisión parcial o de la
demanda de exclusión.
Art. 154 ley 16060: “Salvo pacto en contrario, el valor de la participación del socio
saliente se fijará conforme al patrimonio social, a la fecha del hecho o del acuerdo
que haya provocado la rescisión parcial o de la demanda de exclusión.
La sociedad deberá comunicar al socio o accionista saliente o a sus herederos o
representantes legales en su caso, el valor de su participación, cuota o acción,
acompañando el balance correspondiente.
En todos los casos, el socio saliente, sus herederos o representantes tendrán
derecho a demandar a la sociedad el pago de las diferencias a su favor que estimen
procedentes por cualquier causa, en el plazo perentorio de sesenta días a contar de
aquél en que hayan tomado conocimiento del valor de su participación social.
El reembolso podrá efectuarse al contado o en cuotas con plazo máximo de un año, a
partir de la fecha en que se haya resuelto o producido la rescisión.
Si la sociedad no hiciera efectivo el reembolso al contado o si no pagara las cuotas
pactadas a su vencimiento, el socio podrá exigir el pago de la totalidad del importe
adeudado, previa intimación judicial, siendo título ejecutivo la liquidación hecha por la
sociedad.
Los saldos impagos generarán un interés que se liquidará a la tasa media que cobran
los bancos de plaza por sus prestaciones.
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En el caso de receso, no se podrán promover acciones para obtener el reembolso de


las participaciones, cuotas o acciones, ni para demandar el pago de diferencias sino
después de vencido el plazo establecido en el inciso final del artículo 151.
Lo dispuesto es sin perjuicio de lo establecido en casos especiales tales como los de
transformación, fusión y escisión.”
d) Derecho de asumir el activo y pasivo social, cuando queda afectada la
pluralidad de socios como consecuencia de la rescisión parcial de la
sociedad (art. 156)
Art. 156 ley 16.060: “Cuando por efecto de una causal de rescisión quede afectada la
pluralidad de socios, el restante podrá optar por disolver la sociedad o continuar la
misma mediante la incorporación de nuevos socios dentro del plazo de un año. En el
primer caso, tendrá el derecho de asumir el activo y pasivo sociales continuando
personalmente la actividad de la sociedad.
La titularidad del patrimonio social le será trasmitida mediante declaratoria ante
escriban público que se inscribirá en el Registro Público de Comercio y los demás
que correspondan de acuerdo a la naturaleza de los bienes transferidos. Todo ello sin
perjuicio de lo establecido en el artículo 154. Mientras el socio restante no formalice
cualquiera de las opciones concedidas, responderá ilimitadamente por las
obligaciones sociales que contraiga.”
e) Derecho a la disponibilidad de la participación
Todo socio tiene derecho a disponer de su participación. Sin embargo, el derecho a la
cesión de la parte de interés no es de libre ejercicio en las sociedades personales
(art. 211), como no lo es la transmisión de cuotas a terceros en las sociedades de
responsabilidad limitada, puesto que está sujeto a una decisión de los restantes
socios (arts. 231 y 232).
En cambio, el principio de la libre transmisibilidad de la acción es un rasgos tipificante
de las sociedades anónimas.
El primer derecho del accionista es a exigir la entrega de las acciones que integró y a
que se le inscriba en el libro registro de acciones nominativas, en su caso, o a que se
le inscriba en el libro de registro de acciones escriturales.
Además, el accionista tiene derecho a trasmitir su participación accionaria (art. 305,
inc. 1). Este derecho, también, se refiere a los certificados provisorios que se
hubieren emitido (art. 298, inc. 3).
El art. 305 establece: "La trasmisión de las acciones será libre. El contrato social
podrá limitar la transmisibilidad de las acciones nominativas, o de las escriturales
siempre que no implique la prohibición de su transferencia. La limitación deberá
constar en el título o en el Libro de Registro de Acciones Escriturales, en su caso."
5.4.4) Derechos políticos
a) Derecho a participar en el funcionamiento de los órganos sociales
Participación en la adopción de resoluciones sociales
El socio tiene derecho de participar en la adopción de resoluciones sociales. Las
resoluciones se adoptan en forma más o menos orgánica, según el tipo social.
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No se requieren mayores formalidades para las sociedades colectivas, en comandita


simple, ni para las sociedades de capital e industria.En las sociedades anónimas y en
las en comandita por acciones, las resoluciones sociales se deben adoptar en
asamblea. El derecho a asistir a las asambleas y a votar, es un derecho calificado
como derecho fundamental del accionista por el art. 319 de la Ley 16.060 (LSC).
En las sociedades de responsabilidad limitada con menos de veinte socios, no se
exigen formalidades para las reuniones de socios. Si tiene veinte o más socios, las
resoluciones se deben adoptar en asamblea, con mecanismos similares a los
previstos para las sociedades anónimas (art. 239 LSC).
Las resoluciones se adoptan por mayorías de capital y, en algunos tipos y casos, por
mayorías de capital presente en la asamblea. Se manejan en la regulación de cada
tipo, distintas mayorías – simples o calificadas - según los asuntos sobre los cuales
deba recaer la resolución.
Para ciertos tipos sociales, las modificaciones del contrato social la transformación,
fusión y escisión se requiere la unanimidad de los socios. En los tipos sociales en que
tales negocios pueden adoptarse por mayorías calificadas, los disidentes pueden
receder.
Los socios o accionistas, reunidos en forma orgánica o inorgánica, deben resolver
sobre la aprobación de los balances anuales y sobre la distribución de las utilidades.
En general, también, han de resolver sobre cuestiones que exceden las facultades
conferidas a los administradores. Asimismo, han de resolver sobre la modificación del
contrato de sociedad y otros negocios societarios.
Participación en la administración
Como la sociedad comercial es una persona jurídica – ente ideal – carece de voluntad
propia y de voz para manifestarla. Necesita, por lo tanto, quienes actúen por ella, esto
es, necesita un administrador.
En el contrato social se puede establecer quién administrará la sociedad, pudiendo
designarse a un socio o a un extraño.
Tratándose de sociedades colectivas, cuando no haya sido designado administrador
en el contrato social o por acto social posterior, cualquier socio puede administrar y
celebrar negocios jurídicos, invocando el nombre de la sociedad. Así lo admite la Ley
(art. 200).
También, respecto de las sociedades irregulares y de hecho, el art. 38 establece que
cualquier socio representará a la sociedad.
b) Derecho a la fiscalización
Derecho a examinar y aprobar o desaprobar los estados contables y memoria
Los socios reunidos informalmente o en asamblea, cuando ésta se impone por el tipo
estipulado, tienen la función y el derecho de aprobar o desaprobar los estados
contables, los informes que los acompañen y la memoria, según establece el art. 97:
“La documentación referida en los artículos anteriores será sometida a la aprobación
de los socios o accionistas...”
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El derecho a aprobar o impugnar los estados contables es irrenunciable. Así lo


establece el inciso segundo del art. 97.
Derecho a pedir exhibición de libros y a recibir información
En el art. 75 se establece, como un principio general de la materia societaria, el
derecho del socio a examinar los libros y documentos sociales. A los efectos del
control individual, el art. 75, también, prevé que el socio tiene derecho a solicitar a los
administradores, los informes que estime pertinentes.
El principio expresado en el art. 75 presenta dos excepciones a los derechos
referidos: las limitaciones que la LSC establezca para determinados tipos sociales y
los casos en que exista un órgano de control interno (art. 75, inc. 2).
Hay normas especiales sobre el derecho de información para las sociedades
anónimas. En éstas, el derecho de información se encuentra limitado a los
documentos que refiere el art. 321: nómina de los integrantes del directorio y
del órgano de control; resoluciones propuestas por el administrador a la
asamblea de accionistas; lista de accionistas inscriptos para asistir a las
asambleas y lista de quienes asistieron a ellas; acta de asambleas; balance
general, memoria del órgano administrador, informe del fiscalizador.
El inc. final del art. 321 dispone lo siguiente: “Si el órgano administrador rehusara
proporcionar total o parcialmente la información o copia solicitada, el accionista podrá
pedir al Juez que la ordene. En este caso, todos los gastos y honorarios que se
devenguen serán de cuenta del administrador o de los directores omisos, los que
responderán personal y solidariamente entre ellos.”
Se considera que si existe un órgano de control, cuyos miembros han sido
designados por los socios, se hace innecesario el control individual. La
sindicatura se ha previsto para las sociedades anónimas. Su existencia es
facultativa, si se trata de una sociedad anónima cerrada. Puede preverse su
existencia en los estatutos y si estos no la prevén, la asamblea puede disponer
su creación y designarlos (art. 397, inc. 4). La sindicatura es obligatoria si se
trata de una sociedad anónima abierta.
Para la sociedad de responsabilidad limitada, se prevé la existencia de un órgano de
control, en el art. 238 que establece: “Podrá establecerse un órgano de fiscalización,
sindicatura o comisión fiscal, que se regirá por las disposiciones establecidas para las
sociedades anónimas, en cuanto sean compatibles.
La sindicatura o la comisión fiscal será obligatoria cuando la sociedad tenga veinte o
más socios.”
Existiendo órgano de control, los socios tienen derecho a solicitarle
información. El art. 402 establece: “(Atribuciones y deberes). Serán
atribuciones y deberes de los síndicos o de la comisión fiscal, sin perjuicio de
los demás que la ley determine y los conferidos por el contrato social:....
7) Suministrar a accionistas que representen no menos del 5 % (cinco por ciento)
del capital integrado, en cualquier momento que éstos se lo requieran, información
sobre las materias que sean de su competencia.
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8) Investigar las denuncias que le formule por escrito cualquier accionista,


mencionarlas en informe a la asamblea y expresar acerca de ellas las
consideraciones y proposiciones que correspondan; convocar de inmediato a
asamblea extraordinaria para que resuelva al respecto, cuando la situación
investigada no reciba del órgano de administración el tratamiento que conceptúen
adecuado y juzguen necesario actuar con urgencia...”
Si existe sindicatura, el socio no tiene derecho a pedir exhibición de libros, pero
en el caso de la sociedad anónima se establece la salvedad de lo dispuesto en
el art. 339. Este artículo establece que la exhibición de libros puede ser
solicitada por accionistas que representen el 10 % del capital integrado, pero
deben justificar el pedido judicial en la realización de actos violatorios de la Ley
o del contrato social, o en fundadas sospechas de graves irregularidades
cometidas por los órganos sociales. También, deben acreditar haber agotado
los recursos previstos por el contrato social o la Ley.
No se confiere ese derecho a cualquier accionista, por las dificultades prácticas que
ocasionaría el ejercicio de tal pretensión y por la posibilidad de que un accionista, con
escasa participación en el capital social, pudiera solicitar una exhibición inspirado en
intereses personales, contrarios a los intereses sociales, para conocer los negocios
sociales con el fin de favorecer una actividad de un competidor, por ejemplo.
En todos los casos, estos derechos deben ser ejercidos en tal forma que no implique
un uso abusivo. Si se comprueba el abuso de ese derecho, se podrá negar la
exhibición y los informes.
5.4.5) Otros derechos básicos
Derechos especiales para los socios de una sociedad de responsabilidad
limitada
Los socios de una sociedad de responsabilidad limitada tienen derecho de
preferencia para adquirir las cuotas que un socio quiere ceder (art. 232). Se analizó
esta normativa en párrafos precedentes, sobre la adquisición de la calidad de socio.
Derechos especiales de los accionistas de una sociedad anónima
Se analizarán estos derechos al estudiar las normas relacionadas con sociedades
anónimas. Sólo mencionaremos ahora el artículo 319 que establece: “Serán derechos
esenciales de los accionistas:
1) Participar y votar en las asambleas de accionistas.
2) Participar en las ganancias sociales y en el remanente de la liquidación, en el caso
de disolución de la sociedad.
3) Fiscalizar la gestión de los negocios sociales.
4) Tener preferencia en la suscripción de acción, partes beneficiarias convertibles en
acciones y debentures convertibles en acciones.
5) Receder en los casos previstos por la ley.
Estos derechos sólo podrán ser condicionados, limitados o anulados cuando
expresamente la ley lo autorice.”
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Condicionamiento legal a los derechos fundamentales o esenciales de los


accionistas
La Ley 16.060, que reglamenta minuciosamente el funcionamiento de las sociedades
anónimas, enumera los derechos esenciales de los accionistas y a la vez establece
condiciones para el ejercicio de cada uno de los derechos calificados como tales. Los
derechos fundamentales están reglamentados en su ejercicio por la Ley. No se trata
de derechos ilimitados e incondicionales, que se pueden ejercer en cualquier
momento o de cualquier forma.
La Ley no autoriza el condicionamiento de los derechos fundamentales por los
estatutos ni por la asamblea, pero la Ley sí condiciona el alcance, oportunidad y
efectos del ejercicio de cada derecho consagrado. En la mayor parte de los casos, la
Ley impone el ejercicio de los derechos de los socios en el marco de la estructura
orgánica; excepcionalmente, se autoriza su ejercicio en forma individual, sin la
mediación de los órganos sociales.
Derechos sobre la acción
La división del capital en acciones y la transmisibilidad de la acción son rasgos
tipificantes de las sociedades anónimas.
El accionista tiene derecho de exigir la entrega de las acciones o que se le inscriba en
el Libro de Registro de Acciones Escriturales de la sociedad si el estatuto hubiere
previsto que las acciones no se representarán en título negociables (art. 298).
También, tiene derecho el accionista a trasmitir su participación accionaria (art. 305,
inc. 1). El derecho, asimismo, se refiere a los certificados provisorios que se hubieren
emitido (art. 298, inc. 3).
Derechos relacionados con el capital social
Derecho de preferencia y de acrecer: El art. 326 atribuye a los accionistas el derecho
de preferencia y de acrecer en la suscripción de nuevas acciones, cuando
se resuelve un aumento de capital o la emisión de partes beneficiarias
convertibles en acciones o la emisión de debentures convertibles en
acciones.
El derecho de preferencia es el derecho del accionista de suscribir las acciones
correspondientes a un aumento de capital en proporción a las que ya tiene. El
derecho de preferencia es un derecho fundamental del accionista y permite que cada
uno de ellos pueda mantener su ecuación económica dentro del capital integrado.
El derecho de preferencia es un derecho fundamental de accionista. Sin perjuicio de
ello, ese derecho puede ser cedido a otros accionistas o a terceros (art. 327).
El derecho de acrecer surge cuando no todos los accionistas ejercen el derecho de
preferencia. El accionista interesado puede suscribir el capital no suscrito por otros.
Este derecho permite mantener el sustrato personal de la sociedad impidiendo el
ingreso de personas ajenas.
Resumen DERECHO COMERCIAL

Derechos en caso de reducción del capital o de rescate de acciones: La Ley impone


un tratamiento igualitario a los accionistas, cuando se resuelve la reducción
del capital o el rescate de acciones (arts. 292 y 312).
Defensas cuando hay aumento de capital: El art. 287 impone que, previamente a una
resolución sobre un aumento de capital, se formule un balance especial, se
actualicen los valores de los bienes del activo y se proceda a una
capitalización del aumento patrimonial que resulte de ese balance especial
así como a la capitalización de las reservas, que no tuvieron afectación
especial.
Capitalización obligatoria: El art. 288 de la LSC impone la capitalización obligatoria de
reservas, cuando el capital social guarde una determinada relación con
capital integrado y reservas. Con esta norma se procura que la cifra
contable “capital integrado” se aproxima al valor real del patrimonio.
La sociedad que capitaliza reservas debe emitir acciones liberadas que corresponden
a tal capitalización. Con ello aumenta el número de papeles en circulación. Se logra
que cada accionista disponga de mayor número de títulos y la posibilidad de que
negocie unos y se quede con otros y que se produzca mayor dispersión de capital
social, flexibilizando y agilizando los negocios con acciones.
Derecho a solicitar la fiscalización por el órgano de control estatal
Las sociedades anónimas se encuentran sometidas a la fiscalización de la Auditoría
Interna de la Nación, respecto de la constitución y modificación de su contrato social,
así como respecto a su disolución anticipada, transformación, fusión, escisión y
cualquier variación del capital social. Las sociedades anónimas abiertas, además,
están sujetas al control estatal durante su funcionamiento y liquidación (art. 409).
Además de estos casos de control preceptivo, los accionistas que representen, por lo
menos, el 10 % del capital integrado, pueden solicitar la fiscalización de la Auditoría
Interna de la Nación, sea cual fuere la clase de sociedad anónima. Una vez requerida
la fiscalización, la Auditoría podrá recabar información al órgano de administración de
la sociedad y, en su caso, al de control privado. Las medidas de fiscalización se
limitarán a lo que se haya solicitado por los accionistas (art. 410).
Derecho al ejercicio de acciones judiciales
Acciones contra la sociedad: Los socios tienen derecho de reclamar a la sociedad por
el desconocimiento de sus derechos o por los daños sufridos como terceros.
Tal como ya expresamos, no podría reclamar que se le repare por las
pérdidas sufridas por el patrimonio social, por cuanto todos deben soportar
las pérdidas.
Acciones contra los administradores y síndicos: Los socios y accionistas tienen acción
contra los administradores para reclamar por los daños sufridos
directamente, como socios o como terceros. En materia de sociedades
anónimas, el artículo 394 otorga legitimación a los accionistas para ejercitar
la acción social de responsabilidad por daños causados a la sociedad (art.
391). Nos explicamos: la acción de responsabilidad contra los
Resumen DERECHO COMERCIAL

administradores corresponde, en primer término, a la sociedad. Si la


sociedad no la ejerce, pueden hacerlos los accionistas.
Legitimación para solicitar la intervención de la sociedad (art, 185): El socio
podrá solicitar, cuando se den las condiciones para ello, la intervención de la
sociedad, al amparo de los arts. 184 y ss.

Legitimación para impugnar asambleas: El art. 367 establece: “Estarán legitimados


para ejercer la acción de impugnación cualquiera de los directores, el
administrador, el síndico o los integrantes de la comisión fiscal, el órgano
estatal de control y los accionistas que no hayan votado favorablemente o
hayan votado en blanco o se hayan abstenido y los ausentes. También
podrán ejercerla quienes hayan votado favorablemente si su voto fuera
anulable por vicios de la voluntad o la norma violada fuera de orden
público.”
Legitimación para promover la acción de exclusión de un socio: Se considera que
existe una justa causa de exclusión cuando el socio incurre en un grave
incumplimiento de sus obligaciones y en los supuestos de declaración en
quiebra, concurso civil o liquidación judicial del socio (art. 147). La Ley
16.060 prevé otras causales de exclusión en el resto de su articulado.
Cuando se produce una causal de exclusión, se aplica el art. 148, inc. 1:
"(Acción de exclusión). Producida una justa causa de exclusión, los socios,
incluyendo el socio a excluir, podrán acordar la rescisión parcial,
modificando el contrato social.”
El art. 148 agrega: “De no lograrse acuerdo entre los socios, la rescisión podrá ser
declarada judicialmente. La exclusión podrá se solicitada por uno de los socios o
resuelta por la sociedad...”
El art. 149 agrega: “La acción de exclusión se extinguirá si no se ejerciera en el
término de un año desde la fecha en que se haya conocido el hecho que la justifique”.
Legitimación para solicitar la disolución de la sociedad (art. 162): Las sociedades se
disuelven cuando se verifican algunas de las causas referidas en el art. 159
LSC Algunas de estas causas operan independientemente de la voluntad de
los socio. En otros casos, en cambio, los socios podrán demandar la
disolución judicial de la sociedad. Algunas veces la legitimación les
corresponde exclusivamente a los socios y otras veces comparten esta
legitimación con terceros interesados (art. 162).
Derechos especiales en la liquidación de una sociedad disuelta: El liquidador se
designa por mayoría simple de presentes, en hipótesis del art. 170. Si la
mayoría no lo designa, cualquier socio puede pedir su designación judicial
(art. 170). Si el liquidador no desempeña su cargo, cualquier socio puede
solicitar una nueva designación (art. 170).
El liquidador puede ser removido por las mismas mayorías requeridas para su
designación (art. 171). El art. 171, inc, 2, agrega: “Cualquier socio podrá demandar la
remoción judicial por justa causa. Si se tratara de sociedad anónima o en comandita
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por acciones dicha remoción podrá ser solicitada por el síndico, cualquier socio
comanditado o accionistas que representen el 10 % (diez por ciento) del capital
accionario integrado.” El art. 179 establece la posibilidad de impugnar el balance final
y el proyecto de distribución de bienes, confeccionados por el liquidador.
6) Relaciones de los socios con la sociedad y los terceros
6.1) Las relaciones de los socios con la sociedad
Los derechos y obligaciones de los socios comenzarán en la fecha establecida en el
contrato de sociedad y si ella no se hubiera estipulado, desde la fecha de su
otorgamiento.
Los socios responderán de los actos realizados a nombre o por cuenta de la
sociedad, por quienes tengan o hayan tenido su representación y de acuerdo con lo
que se dispone para cada tipo social.
6.1.1) Aportes
La principal obligación del socio es la de aportar. Los aportes constituyen el
patrimonio social. Por ser la sociedad un contrato plurilateral y por ser persona
jurídica, las prestaciones que los socios se obligan a realizar, no se intercambian
entre ellos sino que se vuelcan en el patrimonio del sujeto nacido.
Cuando un socio cumple con su obligación de aportar, el bien que aporta sale de su
patrimonio. A cambio de su aporte, el socio recibe una participación social, medida
por el valor de su aporte en relación al capital integrado total de la sociedad. El
patrimonio constituido por los aportes cumple dos funciones: una función instrumental
y una función de medida de la responsabilidad.
Los aportes están especialmente regulados en la parte general de la Ley 16.060
(LSC), sección VII, con normas comunes para todos los tipos aunque la LSC,
también, contiene normas particulares para ciertos tipos. Lo prevé especialmente el
art. 72, que establece: “Sin perjuicio de lo dispuesto en esta Sección, los aportes a
sociedades anónimas y de responsabilidad limitada se regirán por lo que se prevé en
los Capítulos respectivos.”
Cada socio será deudor frente a la sociedad de lo que haya prometido aportar. No
podrá exigírsele un aporte mayor sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 152.
Los aportes podrán consistir en obligaciones de dar o de hacer. En las sociedades
anónimas, en las de responsabilidad limitada y en las en comandita respecto del
capital comanditario, el aporte deberá ser de bienes determinados, susceptibles de
ejecución forzada. El crédito personal y la mera responsabilidad no serán admisibles
como aportes.
a) Definición de aporte
La palabra “aporte” puede ser entendida en dos sentidos diversos: como obligación o
como el contenido de la obligación.
El aporte como obligación
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El contrato crea una relación jurídica entre el socio y la sociedad. El socio es deudor
del aporte respecto de la sociedad. La obligación de aportar surge de la propia
definición de sociedad (art. 1). También, se encuentra referida en los incs. 12 y 2 del
art. 58. El inc. 2 del art. 58 parece definir al aporte como obligación. Dispone: “Los
aportes podrán consistir en obligaciones de dar o de hacer, salvo para los tipos de
sociedad en los que se exige que consistan en obligaciones de dar”.
El aporte como contenido de la obligación de aportar
No obstante, en general se llama aporte al objeto sobre el cual recae la obligación de
aportar. Esto es, al objeto de la obligación del socio, también, se le llama aporte. En
este sentido, FERRO ASTRAY definía al aporte como a todo bien, valor o relación
jurídica pecuniariamente estimable, susceptible de constituirse en el objeto de la
obligación de aportar a cargo del socio.
Así como en el contrato de compraventa, su particularidad es el contenido de las
obligaciones de las partes - pagar el precio y entregar la cosa - en el contrato de
sociedad lo específico es el contenido de la obligación: el aporte. El “aporte” es el
contenido de la obligación.
b) Funciones del aporte
Los aportes de los socios constituyen el patrimonio inicial de la sociedad o, cuando se
trata de aportes por aumentos del capital, contribuyen a aumentar los bienes que
integran su activo.
Función instrumental
En lo que respecta a su función instrumental, el patrimonio y los bienes que lo
integran sirven para la explotación del giro previsto como objeto de la sociedad.
Por ello, el art. 58 prohíbe que se constituya como aporte el "crédito personal" o la
"mera responsabilidad".
Función de medida de responsabilidad
En lo que respecta a su función de responsabilidad, la sociedad, con su patrimonio,
responderá frente a terceros. Con los bienes del patrimonio social, la sociedad debe
afrontar el pago a los acreedores sociales.
La sociedad, en su actuación en el mundo de los negocios, va a contraer obligaciones
y el respaldo para ella está constituido por el patrimonio social. Para determinar la
solvencia de una sociedad, no se ha de estar a la cifra de capital, que es una cifra
meramente ideal, suma de aportes oportunamente recibidos; lo que interesa es el
patrimonio con que la sociedad cuenta, formado inicialmente por los aportes pero que
se modifica día a día de acuerdo al resultado de la actividad comercial de la sociedad.
El interés de estas funciones determina que la formación y preservación de ese
patrimonio sea de la mayor importancia. El legislador cuida que efectivamente se
forme y, luego, no se diluya, mediante controles de distinta naturaleza y entidad.
El equilibrio entre capital integrado y patrimonio se cuida fundamentalmente en
materia de sociedades anónimas, en razón de la limitación de responsabilidad de los
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socios. En otros tipos sociales, los acreedores pueden acudir al patrimonio de los
socios cuando el patrimonio social es insuficiente.
c) Tipos de aportes
Clasificación según el objeto del aporte
En las sociedades personales cada socio se obliga a aportar una suma de dinero o un
bien o un crédito o trabajo por un determinado valor. Las sumas de esos valores
totaliza el capital que ha de figurar en el contrato. El artículo 58, en su inciso 2,
establece el contenido del aporte. Dispone: “Los aportes podrán consistir en
obligaciones de dar o de hacer, salvo para los tipos de sociedad en los que se exige
que consistan en obligaciones de dar”.
Obligaciones de dar: Cuando el aporte consiste en una obligación de dar, puede
cumplirse en dinero o en especie. Cuando el aporte se cumple en
especie, supondrá la entrega de un bien corporal o incorporal. El
aporte en bienes corporales puede estar constituido por cualquier
clase de bien, sea mueble o inmueble. La Ley 16.060 menciona,
especialmente, a los títulos cotizables (art. 65) y al establecimiento
comercial (art. 68).
En cuanto a los bienes incorporales susceptibles de ser aportados, la Ley dispone
respecto del aporte de derechos y del aporte de créditos. En cuanto al aporte de
derechos, el art. 59 de la LSC establece: "Los derechos podrán aportarse cuando,
debidamente instrumentados, se refieran a bienes susceptibles de ser aportados y no
sean litigiosos".
También, pueden aportarse créditos. En efecto, el art. 60 de la LSC
dispone: "Cuando se aporte un crédito y éste no pueda ser cobrado a su vencimiento,
la obligación del socio se convertirá, en la de aportar suma de dinero equivalente, que
deberá hacer efectiva en el plazo de treinta días a partir de aquél salvo que otra cosa
se haya pactado".
Obligaciones de hacer: El aporte, también, puede consistir en obligaciones de
hacer. La LSC regula este aporte en el art. 61 al referirse al aporte de
industria. Esta norma dispone lo siguiente: "Cuando se aporte
industria, el trabajo del socio aportante deberá ser prestado en
exclusividad, salvo estipulación en contrario. Los aportes de industria
conferirán al aportante idéntica posición que los demás socios en
cuanto a sus derechos y obligaciones. Dejándose de cumplir con el
aporte de industria comprometido y no existiendo previsión expresa, la
participación del socio se reducirá proporcionalmente al trabajo ya
realizado, sin perjuicio de lo establecido en el artículo 147."
Clasificación según la modalidad del aporte
De acuerdo al alcance de los derechos que confiere, el aporte puede darse en
propiedad, en usufructo o en uso.
Aporte en propiedad: El aporte en propiedad está previsto en el art. 58, inc. 5. La
norma dispone: "Tratándose de obligaciones de dar se presumirá que
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el socio se obliga a trasmitir la propiedad del bien aportado, salvo


estipulación en contrario". Con el aporte, se produce el traspaso de
propiedad del socio a la sociedad. Si el socio se obligó a aportar la
propiedad de bienes muebles o inmuebles, el título de la transmisión
podrá ser el propio contrato social o podrá instrumentarse por
separado. El art. 58 en su inc. final dispone: "El contrato de sociedad
será título hábil para la trasmisión de los bienes que se aporten en el
momento de su suscripción. Sin perjuicio de lo antes previsto podrá
instrumentarse por separado la enajenación de los bienes aportados a
la sociedad." Se requerirá, además, el modo tradición.
El art. 69 dispone, además, que quien aporta un bien en propiedad, tiene las
obligaciones y responsabilidades del vendedor. En consecuencia, habrá que aplicar
las normas del contrato de compraventa para medir la extensión de tales obligaciones
y responsabilidades.
Si se trata de una sociedad anónima la trasmisión se hace a la sociedad
representada por los fundadores o los promotores en su caso. Deberá extenderse un
documento para probar que se efectuó esa trasmisión, en que, el aportante declare
que transfiere la propiedad de un determinado bien, cumpliendo con el contrato social
y en que los fundadores declaran recibirlo.
La forma del documento dependerá de la naturaleza del bien según dispone el art. 69,
inc. 1. Si para la trasmisión se requiere una solemnidad, ella deberá cumplirse.
Aporte en usufructo: El aporte de usufructo de bienes tiene dos variantes. El socio
retiene en su patrimonio la nuda propiedad del bien y trasmite a la
sociedad el usufructo, desmembrando, así, los derechos emergentes
de la propiedad. Un socio, que ya era usufructuario de un bien, aporta
a la sociedad el derecho de usufructo que tiene sobre ese bien.
Aporte del uso: El aporte de uso o goce, está previsto en el art. 62 de la LSC. La
norma dispone lo siguiente: “El aporte de uso o goce se autorizará a
los socios de responsabilidad ilimitada. En los demás casos, sólo será
admisible como prestación accesoria. En los casos de aportes de uso
o goce, salvo pacto en contrario, el socio soportará la pérdida total o
parcial cuando no sea imputable a la sociedad o a alguno de los otros
socios. Disuelta la sociedad podrá exigir la devolución en el estado en
que se halle. No será admisible el aporte de uso o goce de cosas
fungibles.” Puede aportarse una cosa o el derecho de uso o de goce
que se tiene sobre un bien, siempre y cuando se trate de cosas no
fungibles. Este aporte sólo es permitido a los socios que responden en
forma ilimitada. Los socios que respondan en forma limitada, sólo
podrán realizar este tipo de aporte en calidad de prestación accesoria
en las condiciones establecidas en el art. 73.
d) Valuación del aporte
Los aportes deben ser avaluados. La LSC establece los criterios de avaluación de los
bienes que sean aportados.
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Régimen general (arts. 64 y 66)


Se deben avaluar todos los aportes a la fecha del contrato, salvo que el contrato
establezca una solución distinta. Con esta norma se quiere asegurar un tratamiento
igualitario para todos los socios, puesto que la medida del aporte determina la medida
de los derechos de cada uno.
En épocas de inflación, los valores de los bienes aumentan. Si se constituye una
sociedad hoy y se prometen aportes en especie que se entregarán en distintas fechas
y si las estimaciones se hicieran a las fechas en que cada aporte se realice, ello
puede resultar inequitativo para los socios.
El art. 66 de la LSC prevé qué sucede si avaluado el bien prometido aportar, resultare
que el valor no coincide con la suma que figura en el contrato:
a. si resultara que el bien vale menos que la cifra que figura como aporte, el socio
deberá integrar la diferencia o se podrá modificar el contrato, reduciendo el capital
social y reduciéndose así la participación del socio aportante, con el consentimiento
de los demás socios que representen las ¾ partes del capital restante;
b. si el bien aportado vale más de la suma prometida aportar, se admite el aporte, sin
ninguna compensación. La sociedad se beneficia con el mayor valor recibido y ello no
cambia la cuota de participación del socio. De esta manera el capital, en principio, se
mantiene en el valor fijado en el contrato, aunque los bienes efectivamente aportados
valgan más.
Régimen de valuación aplicable a determinados aportes
Aporte de títulos cotizables (art. 65)
Para éste tipo de aporte, la Ley establece lo siguiente: “No mediando pacto contrario,
los Títulos Valores, incluso acciones, cotizables en Bolsa serán aportados por su
valor de cotización. Si no fueran cotizables, o si siéndolo, no se hubieran cotizado en
el último trimestre anterior al contrato, se valorarán por peritos en la forma establecida
para los aportes no dinerarios, salvo acuerdo de partes”.
Aporte de bienes gravados (art. 67)
Los bienes gravados deben avaluarse de la siguiente manera: “Los bienes gravados
sólo podrán ser aportados por su valor con deducción del gravamen, el que deberá
ser declarado por el aportante”.
Aporte de establecimiento comercial
Puede aportarse un establecimiento comercial. Al ser éste un bien complejo,
integrado por diversos bienes de distinta naturaleza, se hace necesaria la realización
de un inventario.
El artículo 68 dispone el procedimiento a seguir en este tipo de aporte: “Cuando se
aporte un establecimiento mercantil se practicará inventario y avaluación de los
bienes que lo integren y de su conjunto”.
e) Cumplimiento de aportes
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El cumplimiento de los aportes deberá ajustarse a los requisitos dispuestos por la Ley
según la distinta naturaleza de cada bien. Quien aporte un bien en propiedad o
usufructo tendrá las obligaciones y responsabilidades del vendedor. El aportante de
uso o goce tendrá las obligaciones y responsabilidades del arrendador.
Mora en el aporte: el socio que no cumpla con la obligación de aportar incurrirá en
mora sin necesidad de interpelación alguna y deberá pagar el interés bancario
corriente para operaciones activas y resarcir los daños y perjuicios. La sociedad
podrá exigir el cumplimiento del aporte mediante juicio ejecutivo o de entrega de la
cosa salvo que se haya optado por la exclusión del moroso.
La evicción del bien aportado autorizará la exclusión del socio. Si no fuera excluido
deberá su valor. El socio podrá evitar su exclusión reemplazando el bien por otro de
igual especia y calidad.
f) Prestaciones accesorias
Podrá pactarse que los socios efectúen prestaciones accesorias las que no integrarán
el capital. Su naturaleza, duración, modalidad, retribución y sanciones para el caso de
incumplimiento deberán ser establecidas en el contrato. No podrán pactarse
prestaciones accesorias en dinero.

6.1.2) Prohibiciones que afecten al socio


Las prohibiciones que afectan a los socios se relacionan con la ejecución del contrato.
Los principios generales que orientan el cumplimiento y ejecución de los contratos, se
recogen en el art. 209 del Código de Comercio: “Las convenciones legalmente
celebradas, son la ley para los contrayentes y para sus herederos. No pueden ser
revocadas, sino por mutuo consentimiento, o por las causas que la ley expresamente
señala. Todas deben ejecutarse siempre de buena fe, sea cual fuere su
denominación; es decir, obligan no sólo a lo que se expresa en ellas sino a todas las
consecuencias que la equidad, el uso o la ley atribuyen a la obligación, según su
naturaleza.”
a) Prohibición de utilizar bienes de la sociedad
El socio no puede utilizar el dinero o los bienes de la sociedad ni puede aplicarlos a
negocios por cuenta propia o de tercero.
El deber de aplicar los fondos o bienes sociales exclusivamente en provecho de la
sociedad es tutelado por la LSC por las sanciones que establece el inc. 2 del art. 74:
“El socio que aplique los fondos o bienes de la sociedad a uso o negocios por cuenta
propia o de tercero estará obligado a traer a la sociedad las ganancias resultantes,
siendo las pérdidas o daños de su cuenta exclusiva.”
El socio no puede utilizar el dinero o los bienes de la sociedad ni puede aplicarlos a
negocios por cuenta propia o de tercero. Una conducta de este tipo implicaría un
ilícito y a la vez un incumplimiento del contrato pues significaría apropiarse de los
bienes sociales y de desviarlos del uso que todos los socios pretendieron darle.
Implica además y debiendo reparar los daños causados (art. 74). Podrá, además, ser
excluido (art. 147).
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En nuestro concepto, además, podría configurar el delito de apropiación indebida


previsto en el Código Penal.
b) Concurrencia y conflicto de intereses
Concurrencia: es socio no puede realizar, por cuenta propia o de terceros, actos que
importen competir con la sociedad (art. 209). Podrá hacerlo si los demás socios lo
consienten expresamente.
Esta norma es aplicable a sociedades colectivas, sociedades de capital e industria, en
comandita y sociedades de responsabilidad limitada. No es aplicable, sin embargo, a
los accionistas de una sociedad anónima o de una sociedad en comandita por
acciones.
Las sanciones por la violación de esta prohibición son varias. La sociedad se
beneficiará de los actos realizados en competencia y el socio esta obligado a reparar
los daños y perjuicios que haya causado (art. 209). El socio que realizó la
competencia podrá ser excluido (art. 209).
Conflicto de intereses (solo aplicable a Sociedades Anónimas): el art. 325 establece
que los accionistas o sus representantes que en una operación determinada tengan
por cuenta propia o ajena, un interés contrario al de la sociedad, deberán abstenerse
de votar los acuerdos relativos a aquella.
Si contravinieran esta disposición, serán responsables de los daños y perjuicios
cuando, sin su voto, no se hubiera logrado la mayoría necesaria para una decisión
válida.
c) Prohibición de administrar
Los socios comanditarios y los socios industriales, tiene prohibido administrar las
sociedades a las cuales pertenecen. Ello se fundamenta en el principio según el cual
a mayor responsabilidad mayor injerencia en los negocios sociales.
Estos socios responden en forma limitada el primero y hasta el límite de las
ganancias no percibidas el segundo, de ahí que no pueden ser administradores. Esta
última atribución la tiene el socio capitalista y el socio comanditado.
6.1.3) Dolo o culpa del socio
El daño ocasionado a la sociedad por dolo o culpa de un socio obligará a su autor a
indemnizarla sin que pueda alegar compensación por lucro que su actuación haya
proporcionado en otros negocios.
6.1.4) Control individual de los socios
Los socios podrán examinar los libros y documentos sociales así como recabar del
administrador los informes que estimen pertinentes, sin perjuicio de las limitaciones
que se establecen para determinados tipos sociales. Este derecho no corresponderá
a los socios de las sociedades en que la ley o el contrato social impongan la
existencia de un órgano de control sin perjuicio de lo establecido en el art. 339 (este
artículo habla sobre la Exhibición de libros en el caso de las Sociedades Anónimas).
6.2) Las relaciones de los socios con terceros
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Los acreedores sociales no podrán exigir de los socios el pago de sus créditos sino
después de la ejecución del patrimonio social y cuando corresponda en relación de su
responsabilidad, según el tipo social adoptado.
6.2.1) Embargo de participaciones sociales
Los acreedores de un socio podrán embargar su participación social, pero sólo
podrán cobrarse con las ganancias que se distribuyan y con los bienes que se le
adjudiquen en la liquidación de la sociedad cuando ella se disuelva o en la liquidación
de su participación, en caso de rescisión parcial. El embargo deberá notificarse a la
sociedad y comunicarse al Registro Público de Comercio. La sociedad no podrá ser
prorrogada ni reactivada si no se satisface al acreedor embargante. Lo mismo ocurrirá
en el caso de transformación, fusión y escisión.
En cualquiera de los casos previstos en el inciso anterior los acreedores de los socios
podrán pedir la liquidación de la cuota del socio deudor aplicándose la norma sobre
rescisión parcial. Igual derecho tendrán los acreedores cuando haya vencido el plazo
vigente y se hubiera pactado la prórroga automática.
Esta norma no se aplicará en las acciones de las sociedades anónimas y en
comandita por acciones, así como tampoco a las cuotas de sociedades de
responsabilidad limitada:
- Las cuotas sociales de responsabilidad limitada son embargables y ejecutables
pero en caso d ejecución forzada se respetará el derecho de preferencia de los
socios de esas sociedades para optar por la compra de las mismas y
eventualmente a la propia sociedad con las utilidades sociales.
- Las acciones de SA son embargables y admiten su ejecución forzada sin
plantearse el derecho de preferencia de los socios.
7) Administración y representación
7.1) Funciones y facultades de administradores y representantes
Los administradores tendrán a su cargo la gestión de los negocios sociales.
Representarán a la sociedad salvo que la ley o el contrato atribuyan las funciones de
representación a alguno o algunos de ellos o establezcan otro sistema para la
actuación frente a terceros.
Deben administrar los bienes sociales, organizar internamente el establecimiento y al
empresa social (gestión interna) y luego realizar la actividad o el giro social (gestión
externa). Para el desempeño de todas estas funciones deben celebrar negocios
jurídicos que relacionarán a la sociedad con terceros, para lo cual se agrega la figura
del representante. La sociedad queda vinculada por los actos y negocios celebrados
por el representante y sólo queda obligada cuando es él quien actúa.
La Ley ha distinguido claramente entre la función de administración y la función de
representación. Estas dos funciones pueden ser atribuidas a una sola persona. Es el
caso del administrador de una sociedad colectiva, que tendrá también la
representación social.
Resumen DERECHO COMERCIAL

Los representantes de la sociedad la obligarán por todos los actos que no sean
notoriamente extraños al objeto social.
La sociedad no queda obligada si el administrador o el representante celebran actos
notoriamente extraños al objeto social. Extraño es ajeno; notorios es lo público y
sabido por todos. La Ley supone que los terceros deben conocer lo que esta dentro o
fuera del objeto social, dada la publicidad del contrato. Debe resultar claro y visible a
todos, cuando un negocio se corresponde al objeto social sin que sea menester un
examen de fono o una investigación precisa de móviles, que pueden ser muchas
veces ocultos.
También, puede suceder que esas funciones deban ser cumplidas por distintas
personas u órganos sociales. Damos como ejemplo, la sociedad anónima, en la cual
el directorio es el órgano de administración que forma la voluntad social y su
Presidente es el órgano de representación que la ha de exteriorizar. Las resoluciones
relacionadas con la gestión se adoptan por el directorio y el acto de ejecución de lo
resuelto, celebrando un negocio con un tercero, es cumplido por el Presidente, su
representante.
El desdoblamiento de funciones (de administración y representación) puede ser
dispuesto por la Ley o puede ser establecido en el contrato. En materia de
sociedades anónimas, la Ley establece que cuando se ha designado un directorio, el
Presidente tendrá su representación salvo pacto en contrario. El estatuto podría
establecer que la representación será ejercida por ejemplo por el Presidente y el
directorio actuando conjuntamente.
Para los demás tipos sociales, el desdoblamiento de funciones debe ser
expresamente previsto en el contrato social o en el acto de designación posterior. Si
nada se dice en el contrato o en el acto de designación, el administrador será el
representante de la sociedad.
Se entenderán comprendidos dentro de los actos de gestión el arrendamiento, el
gravamen y la enajenación de bienes sociales.
El contrato social puede contener restricciones a las facultades de los
administradores, disponiendo, por ejemplo, que para enajenar inmuebles o
hipotecarlos se requiere el previo acuerdo de todos o de una mayoría de socios o que
para contraer obligaciones superiores a cierta cantidad se requiere un previo acuerdo
social. Tales restricciones, aún cuando resulten del contrato, que está sometido a
publicidad registral, son inoponibles a terceros.
De modo que, si un contrato tiene una restricción y el administrador la viola, la
sociedad queda igualmente comprometida frente al tercero. El tercero ha confiado en
la calidad de “administrador” y de “representante” y no se le impone el contralor
riguroso y detallado sobre la extensión de las facultades. Si el administrador conoce
la restricción y no obstante ello celebró el negocio en violación de la norma restrictiva,
la sociedad no queda obligada (art. 79). La Ley no ha querido tutelar al tercero de
mala fe.
7.2) Condiciones para ser representantes o administradores
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Podrá ser administrador o representante una persona física o jurídica, socia o


extraña. Se requerirá la capacidad para el ejerció del comercio y no tener prohibido el
mismo.
Será justa causa de revocación la incapacidad o la afectación por una prohibición
legal, sobreviniente a la designación.
Todo nombramiento de administrador o representante por acto distinto del contrato
social, así como su cese o revocación deberá comunicarse al Registro Público de
Comercio para su incorporación al legajo de la sociedad.
7.3) Prohibición de delegar
Los administradores y representantes no podrán delegar sus funciones sin el
consentimiento de los socios, salvo pacto en contrario.
7.4) Persona jurídica administradora
Cuando una persona jurídica sea administradora o representante, actuará a través de
la persona física que designe, la que podrá reemplazar toda vez que lo considere
conveniente. La persona jurídica y sus administradores serán solidariamente
responsables por la actuación de la persona designada y asumirán como propias las
obligaciones y responsabilidades derivadas de su condición de administradora o
representante.
7.5) Diligencia y responsabilidad de los administradores y representantes
Los administradores y representantes de la sociedad deberán obrar con lealtad y con
la diligencia de un buen hombre de negocios. Los que falten a sus obligaciones serán
solidariamente responsables frente a la sociedad y los socios, por los daños y
perjuicios que resulten de su acción u omisión.
Los administradores y los representantes no podrán participar, por cuanta propia o de
terceros, en actividades en competencia con la sociedad, salvo autorización expresa
de los socios, bajo pena de incurrir individualmente en la responsabilidad prevista
anteriormente.
7.6) Régimen de contratación con la sociedad
Los administradores y los representantes podrán celebrar con la sociedad contratos
que se relacionen con su actividad normal, en las mismas condiciones que los
terceros, debiendo comunicarlo a los socios. Los contratos no comprendidos con su
actividad normal podrán ser celebrados con la autorización previa de los socios. Los
otorgados en violación de esta norma serán absolutamente nulos.
8) Documentación y contabilidad, aspectos jurídicos
8.1) Estados contables
Dentro de los cuatro meses de la fecha de cierre del ejercicio económico, los
administradores de la sociedad deberán formular como mínimo:
1. El inventario de los diversos elementos que integran el activo y pasivo de dicha
fecha.
2. Los estados contables (balance general).
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3. La propuesta de distribución de utilidades, si las hubiera.


El ejercicio económico será de un año y su fecha de cierre determinada por los
administradores de la sociedad. La duración del ejercicio sólo podrá ser modificada
excepcionalmente con aprobación de la mayoría social o de la asamblea en su caso y
tratándose de una sociedad anónima abierta, con la conformidad del órgano estatal
de control.
Los estados contables deberán ser elaborados y presentados de acuerdo con normas
contables adecuadas. Toda referencia al término balance general se considerará
efectuada a estados contables. En los casos en que las normas contables adecuadas
requieran la preparación de estados contables consolidados los emisores deberán
presentar además sus estados contables individuales.
Los estados contables de deben realizar de acuerdo a las NICS: son las normas
internacionales de contabilidad. Las cuales son introducidas al Uruguay mediante un
decreto del poder ejecutivo.
Lo que se busca mediante las NIC s es establecer por ley un marco estable para
realizar los Estados Contables en iguales condiciones todos, ya sea un comerciante,
un banco, etc. Es decir, evitar que hagan los estados contables como quieran. Si no
que sigan la normativa para confeccionarlos.
Tener en cuenta el nuevo decreto 162/004 sobre las NICs, art 1. Las normas
contables adecuadas son todos aquellos criterios técnicos, previamente establecidos
y conocidos por los usuarios, que se utilizan como guía de las acciones que
fundamentan la preparación y presentación de la información contable (estados
contables) y que tienen como finalidad exponer en forma adecuada la situación
económica y financiera de una organización.
Asimismo el decreto 298 del 2000, donde se crea una comisión asesora del Poder
Ejecutivo con el cometido de estudiar y aconsejar a éste sobre las normas a dictar
respecto de la creación de un Registro de Estados Contables de Sociedades a cargo
de la Auditoria Interna de la Nación.
La Ley 17243 (Primer Ley de Urgencia) estableció que las sociedades cualquiera sea
su forma, cuyos activos totales al cierre de cada ejercicio anual superen las 30 000
UR o que registren ingresos operativos netos durante el mismo periodo que superen
las 100 000 UR, deberán registrar ante el órgano estatal de control sus estados
contables dentro del plazo que establezca la reglamentación.
La sociedad no podrá distribuir utilidades resultantes de la gestión social sin que
previamente haya registrado los estados contables correspondientes al último
ejercicio cerrado.
El órgano estatal de control es la Auditoria Interna de la Nación (AIN).
La Ley 18362 en su art. 503, autoriza a la DGI a proporcionar a la AIN información en
su poder relacionada con los estados contables de las firmas contribuyentes, a
efectos de permitir al órgano estatal de control el cumplimiento de su cometido de
registro. La AIN deberá guardar el secreto tributario y no podrá difundir de manera
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alguna la información recibida de la DGI, destinándola exclusivamente a su


registración.
8.2) Memoria
Los administradores de las sociedades deberán rendir cuentas sobre los negocios
sociales y el estado de la sociedad, presentando una memoria explicativa del balance
general (estado de situación patrimonial y de resultados), informando a los socios
sobre todos los puntos que se estimen de interés. La ley establece algunos temas
que se deberán incluir en la memoria.
8.3) Reserva legal y otras
Las sociedades deberán destinar no menos del 5% de las utilidades netas que arroje
el estado de resultados del ejercicio, para la formación de un fondo de reserva hasta
alcanzar el 20% del capital social. Cuando esta reserva que disminuida por cualquier
razón, no podrán distribuirse ganancias hasta su reintegro.
En cualquier tipo de sociedad podrán constituirse otras reservas siempre que las
mismas sean razonables, respondan a una prudente administración y resulten
aprobadas por socios o accionistas que representen la mayoría del capital social, sin
perjuicio de las convenidas en el contrato.
8.4) Informe de los órganos de control
En las sociedades en las que existan órganos de control interno establecidos por la
ley o por el contrato, deberá remitirse a dichos órganos el estado de situación
patrimonial y de resultados, la información que deberá acompañarlos y la memoria de
los administradores, con treinta días de anticipación a la fecha de la reunión de los
socios o de la asamblea de accionistas.
El órgano de control deberá presentar un informe con las observaciones que le
merezca el examen de los referidos documentos y las proposiciones que estime
convenientes.
8.5) Consideraciones de los estados contables. Comunicación
La documentación referida en los artículos anteriores será sometida a la aprobación
de los socios o accionistas en un plazo que no excederá los 180 días a contar de la
finalización del ejercicio. De no haber impugnaciones dentro de los 30 días siguientes
a su comunicación, dicha documentación se tendrá por aprobada, salvo que se trate
de sociedades en la que funcionen asambleas.
La aprobación de los estados contables no implicará aprobación de la gestión ni
liberación de la responsabilidad de los administradores ni de los integrantes del
órgano fiscalizador.
El derecho a la aprobación e impugnación de los estados contables y a la adopción
de resoluciones de cualquier orden a su respecto, será irrenunciable y cualquier
convención en contrario será nula.
Si se tratara de sociedades sujetas a control estatal se remitirá otra copia al
organismo oficial correspondiente. Estas sociedades publicarán su balance general,
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estado de situación patrimonial y de resultados, y proyecto de distribución de


utilidades aprobados, con la visación respectiva.
8.6) Distribución de utilidades
No podrán distribuirse beneficios que no deriven de utilidades netas, resultantes de
un balance regularmente confeccionado y aprobado por la mayoría social o el órgano
competente.
Las ganancias no podrán distribuirse hasta tanto no se cubran las perdidas de
ejercicios anteriores.
Las ganancias distribuidas en violación a las normas procedentes serán repetibles,
con excepción de los dividendos percibidos de buena fe por los accionistas de
sociedades anónimas, de sociedades en comandita por acciones y por los socios de
sociedades de responsabilidad limitada con veinte o más socios.
Cuando los administradores, directores o síndicos sean remunerados como tales
únicamente con un porcentaje de ganancias, los socios o la asamblea podrán
disponer en cada caso su pago total o parcial, aún cuando no se cubran las pérdidas
anteriores.
Pago: los beneficios que se haya resuelto distribuir a los socios o accionistas les
serán abonados dentro del plazo de 90 días contados desde la fecha de la resolución
que acordó su distribución.
Distribución anticipada: podrá adelantarse el pago de utilidades o dividendos a cuenta
de las ganancias del ejercicio, cuando existan reservas de libre disposición suficientes
a ese efecto. También podrá hacerse cuando de un balance realizado en el curso del
ejercicio, aprobado por el órgano de control interno, en su caso, y luego de
efectuadas las amortizaciones y previsiones necesarias, incluso la deducción por
pérdidas anteriores, existan beneficios superiores al monto de las utilidades cuya
entrega a cuenta se disponga.
9) Transformación, fusión y escisión de sociedades
9.1) Transformación
Habrá transformación cuando una sociedad regularmente constituida adopte otro tipo
social. Por ejemplo, una sociedad constituida bajo el tipo de sociedad de
responsabilidad limitada puede adoptar el tipo de sociedad anónima o una sociedad
anónima adoptar el tipo de colectiva.
La sociedad se disolverá, se mantendrá su personalidad jurídica y no se altearán sus
derechos y obligaciones.
9.1.1) Efecto
La transformación no modificará la responsabilidad solidaria e ilimitada de los socios,
aún cuando se trate de obligaciones que deban cumplirse con posterioridad a la
adopción del nuevo tipo, salvo que los acreedores lo consientan expresamente.
9.1.2) Resolución de la transformación
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Para resolver la transformación se exigirá la confección de un balance especial y el


cumplimiento de las normas relativas a la modificación del contrato del tipo de la
sociedad que se transforme.
En todos los casos y salvo pacto contrario, se requerirá el consentimiento expreso de
los socios o accionistas que en virtud de la trasformación, pasen a ser ilimitadamente
responsables de las deudas sociales.
S la sociedad que se transforma hubiera emitido obligaciones, bonos o partes
beneficiarias, se requerirá la previa autorización de los tenedores otorgada en
asamblea.
9.1.3) Publicación
Deberá publicarse por tres días, un extracto con las estipulaciones más importantes
de la resolución de transformación, en el que se prevendrá que ésta y el balance
especial estarán a disposición de los socios o accionistas en la sede o sedes
sociales, durante el plazo de 30 días a contar del siguiente a la última publicación.
Las publicaciones se efectuarán en el Diario Oficial y en otro diario.
Cuando la transformación haya sido resuelta por la unanimidad de los socios o
accionistas será suficiente que el acuerdo social se inscriba en el Registro Público de
Comercio.
9.1.4) Derecho de receso
Cuando legal convencionalmente no corresponda la unanimidad para decidir la
transformación, los socios o accionistas que hayan votado negativamente o los
ausentes tendrán derecho de receso. En caso de ejercerlo, deberán comunicar
fehacientemente su decisión a la sociedad bajo sanción de caducidad del derecho, en
el plazo de 30 días a contar del siguiente al de la última publicación. Todo ello, salvo
lo que se establezca para determinados tipos sociales. El ejercicio del derecho no
afectará la responsabilidad del recedente hacia los terceros, por las obligaciones
contraídas antes de la inscripción del nuevo tipo social. La sociedad, los socios con
responsabilidad ilimitada y los administradores garantizaran solidariamente a los
socios recedentes por las obligaciones sociales contraídas desde el ejercicio del
derecho hasta la inscripción de la transformación.
9.1.5) Situación especial
Tratándose de sociedades anónimas o en comandita por acciones, quedarán
excluidos los accionistas ausentes que en el plazo del artículo anterior no se hayan
adherido por escrito a la transformación o no hayan ejercido el derecho de receso.
9.1.6) Liquidación de la cuota del socio o accionista recedente o excluido
En los casos de receso o exclusión del socio o accionista, el importe de su
participación, cuota o acciones, le será reembolsado de acuerdo al balance especial
formulado y a las normas previstas en el art. 145.
9.1.7) Requisitos y formalidades
Vencido los plazos establecidos anteriormente, la transformación será instrumentada
por los representantes de la sociedad y los nuevos otorgantes en su caso y se
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integrará con el balance especial ajustado a la fecha. Deberán cumplirse los mismos
requisitos y formalidades exigidos para el nuevo tipo social; cuando corresponda
realizar publicaciones, se establecerá además la denominación, la sede o sedes y el
tipo social anterior.
9.1.8) Revocación de la transformación
La transformación podrá ser revocada si no se inscribiera. En este caso quedarán sin
efecto los recesos y exclusiones producidos.
9.1.9) Liquidación (quiebra) de la sociedad transformada
Si la sociedad transformada se liquidara dentro de los seis meses de inscripto su
nuevo tipo social en el Registro Público de Comercio, los acreedores por obligaciones
contraídas con anterioridad a esa inscripción podrán solicitar la liquidación de los
socios que sean solidariamente responsables, siempre que se compruebe que en
aquel momento la sociedad se encontraba en estado de cesación de pagos.
9.2) Fusión y escisión
9.2.1) Conceptos introductorios y normas comunes a la fusión y escisión
a) Fusión
Habrá fusión por creación cuando dos o más sociedades se disuelven sin
liquidarse y transmitan sus patrimonios, a titulo universal, a una sociedad
nueva que constituyan.
Habrá fusión por incorporación cuando una o más sociedades se disuelvan sin
liquidarse y transmitan sus patrimonios, a titulo universal, a otra sociedad ya
existente.
En las dos modalidades, los socios o accionistas de las sociedades fusionadas
recibirán en compensación, participaciones, cuotas o acciones de la sociedad que se
cree o de la incorporante.
b) Escisión
Habrá escisión cuando una sociedad se disuelva sin liquidarse y transmita cuotas
partes de su patrimonio, a titulo universal, a una sociedad o a sociedades que se
creen. Los socios o accionistas de la sociedad escindida recibirán participaciones
sociales o acciones de todas o algunas de las nuevas sociedades.
c) Operaciones asimiladas
Se considera comprendida en las normas de fusión y escisión la operación por la que
una sociedad, disolviéndose o no, trasmita una o más cuotas partes de su patrimonio
a una sociedad o a sociedades existentes o participe con ella o ellas, en la creación
de una nueva sociedad.
Asimismo, la sociedad que transmita parte de su activo a una sociedad existente
podrá convenir con ésta que la operación quedará sometida a las disposiciones de
fusión y escisión.
Comentario: en la fusión se suman sociedades mientras que en la escisión se dividen,
podemos decir que la escisión es el proceso inverso a la fusión.
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d) Principios generales y condiciones


La fusión y escisión podrán realizarse entre sociedades de tipos iguales o distintos y
aún en liquidación.
Serán resueltas por las mayorías y con los requisitos exigidos para la modificación de
sus contratos sociales. Deberán contar con la conformidad de los socios o accionistas
que, por efecto de la operación, asuman responsabilidad ilimitada, salvo pacto en
contrario.
Si una sociedad hubiera emitido obligaciones, bonos o partes beneficiarias, se
requerirá la previa autorización de sus titulares concedida en asamblea especial.
Art. 121 Ley 16060 (Requisitos): “Cuando por la fusión o escisión se creen una o más
sociedades, se transformen o modifiquen las existentes, deberá cumplirse con los
correspondientes requisitos y formalidades según el tipo.”
e) Balance especial
Las sociedades que proyecten fusionarse o escindirse deberán confeccionar un
balance especial, previamente a la adopción de las respectivas resoluciones sociales.
Si en la operación participaran dos o más sociedades se adoptarán criterios para su
elaboración y para la avaluación y estimación de activos y pasivos, estableciéndose la
fecha a la cual se realicen y el tratamiento de las variaciones posteriores que se
produzcan.
f) Trasmisiones patrimoniales. Registración
El contrato de fusión o el acto de escisión, producirá la trasmisión de los bienes,
derechos y obligaciones pertinentes, a favor de las sociedades ya existentes o de las
que se creen. Dichos actos serán instrumento hábil para la anotación en los registros
correspondientes de las transferencias de bienes, derechos, obligaciones o
gravámenes comprendido en la trasmisión patrimonial operada.
g) Efectos
El primer efecto de la fusión es la disolución de alguna o algunas de la sociedades
que participan en el negocio. La fusión es, precisamente, una causal de disolución
(art. 159, n.7).
El efecto fundamental de la fusión es la trasmisión, a título universal, de los
patrimonios de las sociedades que se disuelven a la sociedad creada o a la sociedad
absorbente.
Como consecuencia de lo precedente, las sociedades que se disuelven trasmitiendo
sus patrimonios, no entran en el proceso de liquidación previsto, con carácter general,
para los demás casos de disolución. Así lo establece el artículo 115 al definir la
fusión. Después de producida la fusión, no es necesario entrar en liquidación porque
no hay patrimonio para liquidar; el patrimonio pasó íntegramente a la sociedad creada
o absorbente. Como consecuencia de la fusión, los socios o accionistas de las
sociedades fusionadas adquieren participaciones sociales de la sociedad creada o de
la absorbente (art. 115, inc. 3, y 124, incs. 1 y 2).
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La fusión y la escisión no alterarán los derechos de las sociedades que se fusionen o


escindan salvo pacto en contrario contenido en los contratos que originan los
derechos antedichos. La fusión y la escisión no afectarán los convenios contractuales
de agrupamientos societarios otorgaos por las sociedades intervinientes, salvo pacto
en contrario.
h) Participaciones y compensaciones a socios o accionistas
En el contrato de fusión o en el acto de escisión, al establecerse la distribución de
participaciones sociales entre socios o accionistas, podrá estipularse el pago de
compensaciones en dinero, pero éstas no excederán el 10% del valor nominal que se
adjudique a cada uno.
Subsistirán los derechos de terceros sobre las participaciones, cuotas sociales o
acciones en las sustitutivas de aquellas y en las compensaciones que se hayan
convenido.
9.2.2) Normas particulares de la fusión
a) Mecanismo de fusión
PASO 1: Compromiso de fusión
La fusión deberá ser precedida de un compromiso que será otorgado por los
representantes de las sociedades, en cumplimiento de lo resuelto por ellas.
El compromiso contendrá las bases del acuerdo, incluyendo las estipulaciones del
contrato de la sociedad que se creará o las modificaciones del contrato de la sociedad
incorporante, o su transformación, así como la determinación del monto y caracteres
de las participaciones y compensaciones que corresponderán a los socios o
accionistas de las sociedades que se fusionen.
Los balances especiales de cada sociedad formarán parte del compromiso.
Otorgado el compromiso de fusión, cada sociedad continuará los negocios bajo la
fiscalización de representantes de las otras sociedades.
El compromiso de fusión podrá ser modificado o revocado de común acuerdo antes
de otorgado el contrato definitivo. También podrá ser rescindido judicialmente a
instancia de cualquiera de las sociedades cuando media justa causa.
La decisión de modificar o revocar deberá ser adoptada por las mayorías y con los
requisitos requeridos para resolver la fusión.
PASO 2: Publicidad por diez días en Diario Oficial y otro
Deberá publicarse por diez días un extracto de compromiso que contendrá sus
estipulaciones más importantes, indicando especialmente la denominación social de
las sociedades que quedarán disueltas y de la nueva o incorporante, así como su
capital.
En el aviso se prevendrá que el compromiso y los balances sociales especiales
estarán a disposición de los socios o accionistas y de los acreedores en las sedes de
cada sociedad.
La modificación, revocación o rescisión también deberán ser publicadas.
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Las publicaciones se realizarán en el Diario Oficial y en otro diario.


PASO 3: Los acreedores justifican sus créditos y presentan sus oposiciones
(tienen 20 días desde la última publicación para hacerlo)
1. Justificación de créditos: en la publicación se convocará además a los
acreedores de las sociedades que se disuelvan para que justifiquen sus
créditos en lugar que se indicará, en el plazo de 20 días a contar desde la
última publicación. También se convocará a los acreedores de las sociedades
contratantes para que en el mismo plazo deduzcan oposiciones.
Importante: la sociedad que se crea por fusión o la incorporante serán responsables
por las deudas de las sociedades que se disuelvan siempre que sean denunciadas
por los creedores en el plazo de 20 días visto anteriormente o figuren en los balances
especiales.
La responsabilidad establecida es sin perjuicio de las responsabilidades personales
de los socios, según el tipo, por las deudas anteriores a la inscripción de la fusión en
el Registro Público de Comercio.
2. Oposición de acreedores: los acreedores sociales deberán comunicar
fehacientemente a la sociedad deudora su oposición a la fusión proyectada.
El contrato de fusión no podrán otorgarse si ellos no son desinteresados o
debidamente garantizados. Los acreedores no podrán oponerse al pago aunque se
trate de créditos no vencidos. En caso de discrepancia acerca de la garantía, se
resolverá judicialmente. La sentencia será inapelable. En cualquier momento del
proceso, sin otro trámite, el Juez podrá resolver inapelablemente que el crédito está
suficientemente asegurado, si ello resulta de las justificaciones que pueda presentar
la sociedad involucrada.
PASO 4: Receso de socios ausentes o en desacuerdo y exclusión de socios de
socios ausentes (hay un plazo de 30 días desde la última publicación)
1. Receso: cuando para resolver la fusión no se requiera la voluntad de los socios
o accionistas, quienes voten negativamente y los ausentes podrán receder;
pero deberán comunicar su decisión a la sociedad que integren, dentro del
plazo de 30 días a contar de la última publicación, bajo sanción de caducidad
de este derecho.
La participación del socio o accionista recedente se determinará y pagará de acuerdo
al balance especial. Será responsable de su pago la sociedad creada o la
incorporante, no admitiéndose pacto en contrario. Los recesos quedarán sin efecto en
los casos de revocación o rescisión del compromiso de fusión.
2. Exclusión: el socio ausente que no reciba ni adhiera expresamente en el plazo
de 30 días desde la última publicación será excluido, salvo cuando la sociedad
que se cree o la incorporante fuera anónima. En este caso, al accionista se le
adjudicarán acciones de la sociedad nueva o de la incorporante.
Las exclusiones quedarán sin efecto en los casos de revocación o rescisión del
compromiso de fusión.
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PASO 5: Contrato de fusión


Vencidos los plazos anteriores y resueltas las incidencias sobre oposición de
acreedores en su caso, los administradores o representantes de las sociedades
celebrarán el contrato de fusión en escritura pública o privada. Contendrá las
estipulaciones de la operación de acuerdo a lo establecido en el compromiso y
aquellas correspondientes a la creación de la nueva sociedad o, en su caso, a la
modificación o transformación de la incorporante y la determinación de las sociedades
que se disuelvan. Sise hubiera ejercido derecho de receso, deberá estipular la
nomina de socios o accionistas recedentes, con especificación del capital global que
representen y el monto individual de la liquidación de sus respectivas participaciones
sociales, estableciéndose por quién, cómo y cuándo serán pagados.
PASO 6: Inscripción
El contrato de fusión se inscribirá en el Registro Público de Comercio, a pedido de los
administradores o representantes de la sociedad creada o de la incorporante o de las
personas autorizadas especialmente al efecto, indistintamente. Se incorporará una
copia el legajo de las sociedades disueltas.
Liquidación (quiebra) de la sociedad incorporante o de la que se crea
Si la nueva sociedad o de la incorporante se liquidará dentro del plazo de sesenta
días de inscripta la fusión, cualquier acreedor anterior tendrá derecho a solicitar la
separación de los patrimonios a efectos de que los créditos sean pagos con los
bienes de las respectivas masas.

9.2.3) Normas particulares de escisión


a) Mecanismo de la escisión:
PASO 1: Resolución o compromiso de escisión
La sociedad deberá adoptar resolución válida que contendrá, por lo menos, la
determinación de las alícuotas de su patrimonio a trasmitirse, con la relación de los
bienes, derechos y obligaciones que las formarán.
Si se trata de las operaciones asimiladas vistas anteriormente será necesario un
compromiso de escisión.
El Balance Especial formará parte de la resolución o el compromiso.
La resolución de escisión podrá ser modificada o revocada, por las mismas mayorías
y con ls requisitos exigidos para su adopción.
PASO 2: Publicidad por diez días en Diario Oficial y otro
Igual que en el caso de fusión.
PASO 3: Los acreedores justifican sus créditos y presentan sus oposiciones
(tienen 20 días desde la última publicación para hacerlo)
Igual que en el caso de la fusión.
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Las sociedades que se creen por la escisión serán solidariamente responsables entre
sí y con la escindida, si ella subsiste, por los créditos denunciados por los acreedores
en el plazo de 20 días visto anteriormente y por los que figuren en los balances
especiales.
Los pactos celebrados para la distribución de las deudas, sólo tendrán eficacia entre
las sociedades creadas por la escisión.
Todo ello, sin perjuicio de la responsabilidad personal de los socios de la sociedad
escindida, según el tipo, por las deudas anteriores a la inscripción de la escisión en el
Registro Público de Comercio.
PASO 4: Receso de socios ausentes o en desacuerdo y exclusión de socios de
socios ausentes (hay un plazo de 30 días desde la última publicación)
Igual que en el caso de fusión.
Las sociedades creadas y la escindida, si subsiste, serán solidariamente
responsables del pago de las participaciones del socio recedente o excluido.
PASO 5: Acto definitivo o contrato de escisión
Cumplidas las etapas previas previstas anteriormente, los representantes de la
sociedad formalizarán el acto de escisión u otorgación el respectivo contrato, según
los casos.
PASO 6: Inscripción
El acto de escisión de inscribirá en el Registro Público de Comercio a pedido de los
administradores o representantes de cualquiera de las sociedades creadas o de la
escindida, si ella subsiste, o de las personas autorizadas especialmente al efecto,
indistintamente.
10) Rescisión parcial
De acuerdo al diccionario de Couture, rescisión es la acción y efecto de extinguir un
contrato, normalmente de ejecución continuada o sucesiva, por causas supervinientes
a su perfeccionamiento y con referencia sólo hacia el fututo. Resolución es la acción y
efecto de extinguir un contrato por causas supervinientes a su perfeccionamiento, con
alance retroactivo. La ruptura del vínculo de un socio produce efectos hacia el fututo,
por lo que corresponde utilizar la denominación rescisión.
En conclusión, la rescisión parcial es la ruptura del vínculo de un socio con la
sociedad comercial como consecuencia del acaecimiento de determinadas causales,
legales o contractuales, que produce efectos hacia el futuro.
10.1) Causas de rescisión parcial
10.1.1) Rescisión parcial y autonomía de la voluntad
El principio rector, en lo relativo a la rescisión parcial, es el de autonomía de la
voluntad.
Los socios, al celebrar el contrato social, pueden estipular causas de rescisión parcial
no previstas por la Ley. La importancia de este principio queda de relevancia pues se
incluye, como norma, en el artículo 143, con el cual se abre esta sección.
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También, se podrá convenir que ciertas causas, legalmente previstas, no provocarán


la rescisión parcial de la sociedad. No se admite pacto contrario para los casos de
exclusión. Para los casos en que la Ley confiere el derecho de receso, tampoco se
admite pacto contrario, salvo en las hipótesis de aumento de capital social por nuevos
aportes (art. 362 con su redacción actual).
10.1.2) Clasificación de las causales legales
Las causales de rescisión parcial pueden ser agrupadas en las categorías siguientes.
a) Causales que afectan a la persona del socio
Una primera categoría comprende las causales que tienen que ver con circunstancias
que afectan la persona del socio. Estas causales de disolución parcial tienen especial
disciplina para los distintos tipos sociales, según se verá en párrafos siguientes.
En algunos tipos sociales la Ley establece como causales de rescisión parcial la
muerte del socio, su incapacidad o inhabilitación superviniente. En estos casos, la
rescisión se produce automáticamente; el socio queda ipso iure separado de la
sociedad y los restantes socios deberán luego modificar el contrato social y liquidar la
participación del socio afectado por la muerte, incapacidad o inhabilitación (art. 153).
De acuerdo al art. 144 de la LSC, la muerte es causal de rescisión parcial, salvo
disposición legal o pacto en contrario. La muerte del socio tiene distintos efectos
según se trate de sociedades personales, sociedades de responsabilidad limitada,
sociedades anónimas o en comandita por acciones.
La muerte del socio provoca la rescisión parcial en las sociedades colectivas,
sociedades de capital e industria, sociedades en comandita simple y sociedades
accidentales. También, se ha de producir una rescisión parcial si muere el socio
comanditado de una sociedad en comandita por acciones. En todos estos casos,
tiene importancia fundamental, en el momento de celebrar el contrato, la persona del
contratante afectado. Son contratos intuito personæ y, por lo tanto, cualquier vicisitud
que afecte a la persona de un socio, ha de tener repercusión en el negocio societario.
Exclusión de un socio
La exclusión es la acción o el acuerdo mediante el cual se expulsa a un socio como
consecuencia del incumplimiento de una obligación, contractual o legal, o por
configurarse determinadas situaciones, legalmente previstas, como la quiebra,
concurso civil o liquidación judicial del socio.
La exclusión puede ser promovida por la sociedad o por los restantes socios. Se
resuelve en interés de los socios que han de permanecer en la sociedad y en contra
del socio que ha incumplido o se encuentra en la situación legalmente prevista.
Receso
El receso es el derecho esencial, irrenunciable e irrestringible, que tiene el socio de
cualquier sociedad comercial, de retirarse voluntariamente de la sociedad en los
casos previstos por la Ley o el contrato, y cuya principal consecuencia es la rescisión
parcial del contrato social.
El receso supone un acto voluntario de un socio que desea retirarse de la sociedad.
Como el socio está vinculado contractualmente con los demás y el contrato le obliga
en todos sus términos, en especial, en cuanto al plazo estipulado, el principio general
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es que ningún socio puede retirarse cuando así lo quiera. Por vía excepcional, la Ley
autoriza que un socio pueda receder, cuando los socios o accionistas restantes han
adoptado, por mayoría, determinadas resoluciones sociales, sobre aspectos
fundamentales del contrato o de los derechos de los socios, que la Ley prevé
taxativamente. El artículo 150 prevé que el receso es un derecho del socio que éste
podrá ejercer en los casos dispuestos por la Ley o por el contrato. El artículo 151
dispone que el derecho de receso es irrenunciable y que su ejercicio no puede ser
restringido. El artículo 319 establece que es un derecho fundamental o esencial de
los accionistas.
10.2) Inscripción
Producida una causal de rescisión parcial cualquier interesado podrá inscribir en el
Registro Público de Comercio el documento o documentos que la acrediten. La
rescisión parcial producirá efectos respecto a terceros a partir de esta inscripción.
10.3) Efectos de la rescisión parcial
10.3.1) Respecto a sociedad
La sociedad subsiste entre los restantes socios pero con modificaciones de distintas
estipulaciones del contrato. Ha de variar el número de socios, el capital, el régimen de
administración, en la hipótesis que el socio excluido fuera administrador y la
denominación social, si en ella estuviera el nombre del excluido. En algún caso la
sociedad quedará transformada en otro tipo. Por ejemplo, si se excluye al único socio
industrial o al único socio comanditario, la sociedad se deberá transformar en
colectiva a menos que algún otro socio asuma la calidad de socio industrial o
comanditario.
10.3.2) Respecto al socio, que deja de serlo
El socio se desvincula del negocio societario y, por consecuencia, deja de tener todos
los derechos, obligaciones, deberes y prohibiciones que corresponden al estatuto del
socio. El socio saliente, si es socio colectivo o comanditado o el socio capitalista de
una sociedad de capital e industria será responsable por las deudas contraídas hasta
la inscripción del documento que acredite la rescisión en el Registro de Comercio (art.
145). Se debe liquidar su parte en el patrimonio y luego se le debe pagar. La Ley fija
plazo y da normas precisas en el artículo 154.
10.3.3) Situaciones especiales
El efecto del ejercicio del derecho de receso es la rescisión parcial de la sociedad,
respecto al socio recedente. Esta rescisión parcial, eventualmente, en los casos en
que se vea afectada la pluralidad de socios o desvirtuado el tipo social, puede
provocar la disolución de la sociedad (arts. 156 y 157).
a) Rescisión que afecta la pluralidad de socios
Puede suceder que producida una causal de rescisión parcial que afecte a uno o más
socios, resulte que sólo permanezca en la sociedad un socio. Ello afecta la estructura
plurilateral del negocio societario.
La exigencia de la pluralidad de socios no sólo rige para el momento constitutivo, sino
durante el funcionamiento de la sociedad. Las opciones son las siguientes: disolver la
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sociedad o continuar la sociedad, logrando interesar a otra u otras personas para que
se incorporen a la sociedad, recomponiendo la pluralidad.
Disolución de la sociedad: Si el socio restante opta por la disolución tiene
otro derecho que la Ley describe así: derecho de asumir el activo y pasivo de
la sociedad para continuar con el mismo giro de la sociedad.
Recomposición de la pluralidad: El socio puede negociar el ingreso de
nuevos socios, lo que ha de suponer la celebración de un contrato con ellos,
que se obligarán a efectuar un aporte de capital o a adquirir una participación
de la sociedad. En el nuevo contrato, que recoja la adhesión de nuevos socios
se incluirán las estipulaciones necesarias de acuerdo a las circunstancias.
Cualquiera de las opciones debe ser adoptada en el plazo de un año. En ese
año, en tanto no se opte, el socio único responderá ilimitadamente por las
obligaciones sociales.
Aplicación del artículo 156 a otras situaciones: Una situación similar a la
prevista en el artículo 156 se puede presentar por otras circunstancias. Así, por
ejemplo, por vía de cesión de partes o cuotas, una persona puede resultar
cesionaria de todas las partes o cuotas. Otro ejemplo: por vía de negociación
de acciones de una sociedad anónima éstas pueden quedar en manos de un
solo accionista. Para tales hipótesis se aplica el artículo 159 que enumera
causales de disolución y entre ellas, el numeral 8 dice: “Por reducción a uno
del número de socios según se dispone en el artículo 156”. De acuerdo con
esta disposición, la sociedad se disuelve cuando queda reducida a un socio
porque no puede haber sociedad de un solo socio; pero como se hace
remisión al art. 156, el socio único restante puede optar por la reactivación de
la sociedad por la incorporación de nuevos socios.
b) Rescisión que desvirtúa el tipo social
El artículo 157 establece: “Si por efecto de la rescisión parcial quedara desvirtuado el
tipo social, los socios restantes podrán optar por disolver la sociedad o por continuarla
mediante la incorporación de nuevos socios o transformarla dentro del plazo de ciento
ochenta días. Mientras no formalicen la opción concedida, los socios responderán
ilimitada y solidariamente por las deudas sociales que se contraigan”.
La Ley crea varias opciones para ser ejercidas por los socios restantes después de
una rescisión parcial si, como consecuencia de ella, se desvirtúa el tipo social:
disolver la sociedad;
continuarla incorporando nuevos socios;
continuarla transformándola.
El plazo para ejercer la opción es de 180 días. En tanto no se resuelve cual de las
vías se adoptará, todos los socios responden personalmente y en forma ilimitada y
solidaria por las deudas sociales.
10.3.4) Liquidación de la participación del socio saliente
Cuando se produce rescisión, por cualquier causal, debe liquidarse la parte que
corresponde al socio en el patrimonio social. Se debe fijar el valor de la parte o de la
cuota o de la acción sobre la base del valor del patrimonio social neto a una fecha
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que la Ley predetermina y que es distinta según los casos. En nuestro concepto, el
balance especial debe reflejar los valores patrimoniales reales al momento
determinado que la Ley dispone.
10.4. Pactos de continuación
Se admitirá el pacto de continuación de la sociedad con los sucesores o el cónyuge
del socio fallecido o con el representante del socio incapaz.
El pacto obligará a los sucesores del socio fallecido y al cónyuge supérstite en su
caso. Si el socio fallecido fuera de responsabilidad ilimitada sus sucesores podrá
condicionar su permanencia en la sociedad a la transformación del tipo social, de
manera que su responsabilidad no exceda la participación del causante. Este derecho
deberá necesariamente ejercerse dentro del término de un año a contar de la muerte
del socio.
10.5. Liquidación y pago de la participación
Salvo pacto en contrario, el valor de la participación del socio saliente se fijará
conforme al patrimonio social, a la fecha del hecho o del acuerdo que haya provocado
la rescisión parcial o de la demanda de exclusión.
La sociedad deberá comunicar al socio o accionista saliente o a sus herederos o
representantes legales en su caso, el valor de su participación, cuota o acción,
acompañando el balance correspondiente.
En todos los casos, el socio saliente, sus herederos o representantes tendrán
derecho a demandar a la sociedad el pago de las diferencias a su favor que estimen
procedentes por cualquier causa, en el plazo perentorio de 60 días a contar de aquel
en que hayan tomado conocimientos del valor de su participación social.
El reembolso podrá efectuarse al contado o en cuotas con plazo máximo de un año, a
partir de la fecha en que se haya resuelto o producido la rescisión.
Lo dispuesto es sin perjuicio de lo establecido en casos especiales tales como los de
transformación, fusión y escisión.
Situaciones especiales: la sociedad podrá ser judicialmente autorizada a retener total
o parcialmente el pago de la participación social cando existan negocios pendientes
que puedan hacer variar de manera fundamental su valor. En este caso, la liquidación
toral o parcial se la cuota se realizará una vez finalizados aquellos negocios. En los
casos de exclusión por culpa del socio, la sociedad podrá negarle participación en las
utilidades en atención a la naturaleza o gravedad del incumplimiento con autorización
judicial.
Cuando el socio haya aportado el usufructo, uso o goce de bienes, su restitución se
efectuará en el plazo que judicialmente se fije, de acuerdo a las circunstancias del
caso y estableciéndose las compensaciones que correspondan.
11) Disolución y liquidación. Aspectos jurídicos
11.1) Disolución
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Se llama disolución de una sociedad comercial al efecto que produce el acaecimiento


de alguna de las denominadas “causales de disolución”. La disolución da origen de un
procedimiento liquidatario que culminará con la extinción del contrato de sociedad y
de la persona jurídica por este generada.
11.1.1) Causales de disolución
Art 143 Ley 16060: “Los socios podrán establecer en el contrato social causales de
rescisión parcial y de disolución no previstas por la Ley”.
Art 159 Ley 16060: “Las sociedades se disolverán:
1. Por decisión de los socios de acuerdo a lo establecido en cada tipo
social.
La sociedad se ha de disolver toda vez que los socios acuerden en ello. Así lo
dispone el artículo 159, inciso 1. Se trata de lo que la Ley llama, en otras
disposiciones, disolución anticipada. Teniendo el contrato de sociedad, un plazo de
duración, éste debe ser respetado, pero nada impide que los socios consientan en
disolver la sociedad no obstante la pendencia del plazo.
No es necesario indicar la causa de la decisión; basta que expresamente y por las
mayorías necesarias se adopte la resolución de disolver. El artículo 159 establece
que la decisión de los socios se ha de tomar “de acuerdo a lo establecido en cada tipo
social”.
2. Por la expiración del plazo.
Se trata de la disolución por una estipulación de plazo que el propio contrato contiene.
En esta materia hay que recordar varias disposiciones: los artículos 6 y 15. El artículo
6 impone que el contrato de sociedad estipule un plazo de duración. El artículo 15
impone que no puede ser superior a 30 años, salvo para las sociedades anónimas
que pueden tener plazo mayor. La exigencia de un plazo determinado se establece
en tutela de los socios contratantes.
3. Por el cumplimiento de la condición a la que se subordinó su existencia.
Se pudo haber pactado, en el contrato social, una condición resolutoria. Pudo
estipularse en el contrato de sociedad, que producido un determinado hecho o acto,
la sociedad se disuelva. Una condición podría ser, a vía de ejemplo, la caducidad de
una concesión para cuya explotación se constituyó la sociedad.
4. Por la consecución del objeto social o la imposibilidad sobreviniente de
lograrlo.
La norma se refiere al objeto social, en su acepción de giro o actividad comercial (o
civil para la sociedad comercial por el tipo). En el contrato social debe establecerse,
según lo dispone el artículo 6, el objeto o actividad que los socios se proponen
realizar.
Puede suceder que el objeto de la sociedad tenga: a) carácter transitorio como, por
ejemplo, la construcción de un edificio o de una carretera o de un puente o b) carácter
permanente como la explotación de una fábrica de productos alimenticios o de un
comercio de compraventa de calzado o de un banco.
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La consecución del objeto social se ha de dar en el primer caso, esto es, cuando la
sociedad ha cumplido con un objeto específicamente determinado, de carácter
transitorio.
La imposibilidad sobreviniente de lograr el objeto, podrá ser de hecho o de Derecho.
La imposibilidad de hecho sería, por ejemplo, el agotamiento de los filones de una
mina; la imposibilidad de Derecho sería, por ejemplo, que se dictara una ley posterior
a la celebración del contrato que cree un monopolio estatal o prohíba la explotación
de un giro.
En los casos establecidos en este inciso, debe haber un acuerdo social o una
declaración judicial que constate el hecho o la causal de disolución.
En cualquiera de estos casos, nada impide que producida la causal de disolución, los
socios acuerden modificar el objeto de la sociedad para mantener la existencia de la
sociedad. Se tratará de un acuerdo o convención de modificación que debe
celebrarse con las mayorías requeridas según el tipo y que son las mismas
analizadas precedentemente para resolver la disolución anticipada o para convenir la
prórroga.
5. Liquidación de la masa activa del concurso
De acuerdo con lo dispuesto por el artículo 261 de la Ley 18.387 de 2008, el n° 5 del
artículo 159 de la Ley 16.060 se sustituye por el siguiente: "5) Por la decisión judicial
de liquidación de la masa activa del concurso". En estos casos, la disolución produce
sus efectos a partir del auto que declare la liquidación de la masa activa del concurso.
De acuerdo al régimen vigente, la sociedad queda disuelta cuando se dicta la
sentencia que dispone la liquidación de la masa activa. La sociedad se mantendrá
existente a los efectos de la liquidación de su activo y el pago de los créditos, pero
representada por el síndico. Se extinguirá cuando termine el proceso liquidatorio y no
queden bienes remanentes ni pasivos.
6. Por pérdidas que reduzcan el patrimonio social a una cifra inferior a la cuarta
parte del capital social integrado.
Para que se configure esta causal, el patrimonio neto de una sociedad debe ser
inferior a la cuarta parte del capital integrado. La existencia de las pérdidas puede ser
constatada por los socios o accionistas. La constatación puede surgir de un balance
de fin de ejercicio o de un balance especial, en que la diferencia entre los activos y los
pasivos arroje una suma menor a la cuarta parte del capital integrado.
El artículo 160 prevé distintos mecanismos para evitar la disolución por la causal de
pérdidas patrimoniales:
el reintegro de capital
la reducción del capital
La Ley no fija plazos para adoptar estas medidas pero mientras no se declare la
disolución por esta causal habrá tiempo para hacerlo. Desde luego, interesará hacerlo
cuanto antes, para evitar que cualquier socio, accionista o tercero promueva la
declaración judicial de disolución.
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Si los socios no se ponen de acuerdo en el reintegro o reducción del capital, cualquier


socio podrá pedir la declaración judicial. Disuelta la sociedad, de todos modos podrá
reactivarse la sociedad, mediante mecanismos similares.
7. Por fusión o escisión en los casos previstos por la ley.
En el caso de fusión por creación, se disuelven las sociedades fusionadas, con la
peculiaridad de que no existe proceso de liquidación (art. 115). Este es innecesario
pues hay trasmisión universal del patrimonio de las sociedades fusionadas a la
sociedad creada, que asume posición de aquéllas en las relaciones contractuales y
demás relaciones jurídicas. Cuando la fusión es por incorporación se disuelven sólo
las sociedades absorbidas. Tampoco en este caso habrá proceso de liquidación.(art.
115, inc. 2). Se opera una trasmisión universal del patrimonio de las absorbidas a las
absorbentes. Será la sociedad absorbente la que cumpla con los contratos
pendientes, cobre créditos y pague deudas de las fusionadas.
En ninguna modalidad de fusión existe un patrimonio a liquidar.
Se efectúan balances especiales sólo para determinar las participaciones que han de
corresponder a los socios de las sociedades que se disuelven, en la sociedad nueva
o en la absorbente y para determinar lo que haya que rembolsar a los socios o
accionistas, en caso de receso o de exclusión (art. 119).
Cuando se produce la escisión se disuelve la sociedad escindida; pero también sin
liquidación (art. 116). No se requiere un proceso de liquidación de patrimonio, pues
éste se trasmite, por alícuotas a las sociedades resultantes de la escisión. Las
sociedades resultantes de la escisión serán continuadoras de la escindida, por las
alícuotas trasmitidas y habrá responsabilidad solidaria de todas ellas por créditos
denunciados o que figuren en balances especiales (art. 138).
8. Por reducción a uno del número de socios según dispone el art. 156.
La Ley ha calificado a la sociedad como un contrato, lo cual supone el acuerdo de, al
menos, dos personas para su celebración y que la pluralidad se ha de mantener
durante todo el transcurso de la ejecución del contrato de sociedad en el tiempo. La
pluralidad de socios es requisito esencial para la existencia de la sociedad y para su
mantenimiento. Por distintos motivos - transferencias por acto entre vivos o por
sucesión, recesos, exclusiones - pueden concentrarse las participaciones sociales en
una sola mano. En tales supuestos se habrá producido una causal de disolución.
9. Por la imposibilidad de su funcionamiento, por la incapacidad de los
administradores o de los órganos sociales o por la imposibilidad de
lograr acuerdos sociales válidos, sin perjuicio de los dispuestos por el
inciso segundo del art. 184.
La sociedad no funciona, no puede desarrollar la actividad social y ello por las causas
que se explicitan en el texto legal: por la inactividad de los órganos sociales o por la
imposibilidad de lograr acuerdos válidos.
Damos ejemplos. Los directores no se reúnen o cuando se reúnen no adoptan
resoluciones válidas por disentimiento entre sus integrantes. No se reúnen las
asambleas o reunidas no se adoptan resoluciones porque hay grupos de socios
enfrentados y no se logran las mayorías requeridas por la Ley o el estatuto.
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La inactividad debe ser de tal grado, que afecte e impida la gestión de los negocios.
Suele suceder que en una sociedad no se convoque regularmente al Directorio o que
haya atraso en la realización de asambleas ordinarias y, no obstante ello, se esté
realizando la actividad comercial, industrial o civil que sea su objeto, en cuyo caso,
entendemos no se configuraría esta causal de disolución.
Cuando se configura esta causal de disolución en sociedades integradas por dos
socios o por grupos de socios enfrentados, difícilmente se ha de lograr un acuerdo ni
aún para declarar disuelta la sociedad. En estos casos, cualquier socio podrá solicitar
la declaración judicial de disolución.
La otra solución, para estas situaciones es la intervención judicial de la sociedad,
prevista específicamente en el artículo 184, inciso 2, como medida cautelar
autosatisfactiva, que no necesita de un juicio posterior.
10. Por la realización continuada de una actividad ilícita o prohibida o por la
comisión de actos ilícitos de tal gravedad que se desvirtué l objeto social.
Si la sociedad transgrediendo el objeto lícito y permitido, previsto en el contrato social,
realiza una actividad ilícita continuada o comete actos ilícitos de gravedad que
desvirtúen su objeto, se la sanciona con la disolución. En esta hipótesis, no se puede
reactivar la sociedad (art. 166).
11. En los demás casos establecido por la ley.”
Disolución a pedido de cualquiera de los socios de una sociedad irregular
Desvirtuación del tipo social por rescisión parcial
El art. 165 de la Ley establece que en caso de duda sobre la existencia de una causal
de disolución se estará a favor de la subsistencia de la sociedad.
11.1.2) Reactivación de la sociedad disuelta
Aún disuelta la sociedad y fuera de las causales 7 (fusión y escisión) y 10 (actividad
ilícita o prohibida), los socios podrán resolver la continuación de aquella por
resolución de la mayoría requerida para modificar el contrato. La sociedad conservará
su personería jurídica. Los socios que hayan votado negativamente o los ausentes
podrán receder.
La reactivación se regula por el artículo 166. Procede cuando se ha acordado la
disolución o se ha declarado judicialmente y aun cuando haya comenzado el proceso
de liquidación.
Terminado el proceso de liquidación se disuelven los vínculos contractuales,
desaparece la personería jurídica y, en tal caso, ya no podrá ser reactivada.
Si hay fusión o escisión no se puede reactivar porque la sociedad o sociedades
absorbidas o escindidas quedaron disueltas y extinguidas automáticamente como
consecuencia de la trasmisión patrimonial.
Si la sociedad ha realizado actividad ilícita o cometido actos ilícitos no merece la
tutela legal y debe ser liquidada para proteger a los acreedores.
El artículo 166 establece que la reactivación debe adoptarse por la mayoría requerida
para modificar el contrato y dispone también la aplicación del artículo 10.
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Aplicando esta norma, se necesitará para las sociedades colectivas, unanimidad,


salvo pacto en contrario e inscripción en el Registro. Para sociedades anónimas se
requiere una resolución adoptada en asamblea extraordinaria por mayoría de
presentes o la mayoría absoluta de acciones con derecho a voto (arts. 356 y 362),
según el caso, y luego control estatal, inscripción y publicidad.
Para los demás tipos sociales, se requiere la unanimidad o las mayorías establecidas
por remisión a las normas de sociedades colectivas y de Sociedades anónimas y
requisitos de inscripción y publicidad según el tipo.
En el artículo 166, inciso 3, se ha establecido el derecho de receso a favor de los
socios que hayan votado negativamente o los ausentes.
11.1.3) Declaración judicial
Producida alguna de las causa de disolución y su los socios, de común acuerdo, no
procedieran a hacerla efectiva, cualquiera de ellos o los terceros interesados, podrán
solicitar la declaración judicial de disolución. El acuerdo o la sentencia declarativa se
inscribirán en el Registro Público de Comercio.
11.1.4) Efectos de la disolución
Respecto de los socios, producirá sus efectos a partir del acuerdo social de disolución
o de su declaración judicial. Frente a terceros, desde su inscripción. En el caso de
expiración del plazo, los efectos se producirán aún respecto de terceros, por el solo
hecho del vencimiento.
Producido el acuerdo o la declaración judicial o la causal de disolución, según los
casos, la sociedad debe cesar en su actividad normal, no puede continuar explotando
el giro de los negocios sociales y comienza una etapa llamada de liquidación. En esta
etapa, fundamentalmente, se terminan los negocios pendientes, se cobran los
créditos y se pagan las deudas. Durante esta etapa, la sociedad subsiste con su
personería para que el patrimonio social se mantenga afectado al pago de las deudas
sociales. Con otras palabras, como efecto inmediato de la disolución los
administradores de la sociedad deben cesar la actividad comercial que era objeto de
la sociedad y adoptar las medidas necesarias para iniciar de inmediato el proceso de
la liquidación.
Los efectos de la disolución no se retrotraen a la fecha del hecho configurativo de la
causal de disolución. Respecto a los socios, produce sus efectos desde el acuerdo o
desde la declaración judicial (art. 163). Respecto a los terceros, la disolución produce
sus efectos a partir de la inscripción en el Registro. El artículo 163 hace la salvedad
de lo dispuesto en el artículo 164. El artículo 164 establece la responsabilidad de los
administradores respecto a terceros, por las operaciones que se realicen después del
acuerdo o de la declaración judicial - se haya o no inscripto - o después del
vencimiento del plazo, cuando sean ajenas a los fines de la liquidación a la cual
deben abocarse. También son responsables personal y solidariamente los socios. El
artículo 164, entre paréntesis, menciona al art. 39 y éste dispone que los terceros
puedan accionar, indistintamente contra la sociedad, los socios y los administradores.
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11.1.5) Facultades, deberes y responsabilidades de los Administradores


Los administradores de la sociedad, con posterioridad al vencimiento del plazo de
duración o al acuerdo de disolución o a la declaración judicial de haberse
comprobado alguna de las causales, sólo podrán atender los asuntos urgentes y
deberán adoptar las medidas necesarias para iniciar la liquidación.
Cualquier operación ajena a esos fines los hará responsables ilimitada y
solidariamente respecto a los terceros y a los socios.
11.2) Liquidación
Disuelta la sociedad entrará la liquidación, la que se regirá por las disposiciones del
contrato social y en su defecto, por las disposiciones establecidas en la Ley 16060.
Se prescindirá de la liquidación en los casos que la ley lo establezca o permita. La
sociedad disuelta conservará su personería jurídica a los efectos de su liquidación y
se regirá por las normas correspondientes a su tipo en cuanto sean compatibles.
A la denominación social se agregará la mención “en liquidación”. Su omisión, en
cualquier acto, hará solidariamente responsables a los administradores o
liquidadores, por los daños y perjuicios que de ella se deriven frente a los socios y
terceros.
11.2.1) Designación de liquidadores
La liquidación de la sociedad estará a cargo de sus administradores, salvo casos
especiales o estipulación contraria.
En su defecto, el o los liquidadores serán nombrados por la mayoría social que
corresponda según el tipo, dentro de los 30 días de haber entrado la sociedad en
estado de liquidación. No designados los liquidadores o si éstos no desempeñaran el
cargo, cualquier interesado podrá solicitar el Juez el nombramiento omitido o nueva
elección.
Cuando corresponda el nombramiento de liquidadores y mientras ellos no asuman
sus cargas, los administradores continuarán en el desempeño de sus funciones.
El nombramiento de liquidadores deberá comunicarse al Registro Público de
Comercio para su incorporación al legajo de la sociedad.
11.2.2) Remoción de los liquidadores
Los liquidadores podrán ser removidos pos las mismas mayorías requeridas para su
designación.
Cualquier socio podrá demandar la remoción judicial por justa causa. Si se tratara de
sociedad anónima o en comandita por acciones dicha remoción podrá ser solicitada
por el síndico, cualquier socios comanditario o accionistas que representen el 10% del
capital accionario integrado.
11.2.3) Inventarios, balance inicial e información periódica
Los liquidadores confeccionarán dentro de los 30 días de asumido el cargo, un
inventario y balance del patrimonio social. Ese plazo podrá extenderse hasta 120 días
por resolución de la mayoría social o de la asamblea de accionistas, según los casos.
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Además, informaran trimestralmente sobre el estado de la liquidación. Si esta se


prolonga, se confeccionarán balances anuales.
Las copias del inventario, balance e informes quedarán depositadas en la sede social,
a disposición de los socios o accionistas.
11.2.4) Facultades de los liquidadores
Los liquidadores ejercerán la representación de la sociedad.
Deberán concluir las operaciones sociales que hayan quedado pendientes al tiempo
de la disolución. No podrán iniciar nuevos negocios salvo que sean necesarios para la
mejor realización de la liquidación.
Estarán facultados para celebrar todos los actos necesarios para la realización del
activo y cancelación del pasivo.
Se hallarán sujetos a las instrucciones de los socios, impartidas según el tipo de
sociedad.
11.2.5) Balance final y proyecto de distribución
Extinguido el pasivo social, o garantizado debidamente el pago de las obligaciones no
exigibles o de aquellas que por justa causa no pudieran ser canceladas, los
liquidadores confeccionarán el balance final y el proyecto de distribución.
Los liquidadores determinarán el importe que corresponda a cada socio por
reembolso de su parte en el capital y por concepto de utilidades y proyectarán la
distribución de los bienes.
Los socios tendrán derecho a que se les adjudiquen los mismos bienes remanentes.
De ser posible, el bien aportado que se conserve en el patrimonio social será
atribuido a quien lo haya aportado.
Si con los bienes adjudicados a un socio no se cubriera su participación, la diferencia
de compensará en dinero.
Si los bienes remanentes no admitieran cómoda división o si con ella su valor
disminuyera en mucho, se procederá a su venta para el reparto entre los socios del
precio obtenido.
Contribuciones debidas: cuando los bienes sociales fueran insuficientes para
satisfacer las deudas, los liquidadores exigirán a los socios los aportes y
contribuciones debidas de acuerdo al contrato social y al tipo societario.
Distribución parcial: si todas las obligaciones sociales estuvieran suficientemente
garantizadas, podrá hacerse una distribución parcial de los bienes entre los socios (es
decir, hacer una distribución antes del balance final y a la distribución definitiva).
11.2.6) Aceptación del balance y proyecto de distribución
El balance final y el proyecto de distribución, suscritos por los liquidadores, serán
comunicados a los socios y se considerarán aprobados so no fueran impugnados en
el término de 30 días a contar de la fecha de su recibo. En las sociedades en que
funcionen asambleas, el balance y el proyecto de distribución serán sometidos a la
aprobación de la asamblea extraordinaria que se convoque al efecto.
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La Ley prevé mecanismo para que los socios disidentes o ausentes impugnen el
balance y el proyecto que luego pasará a consideración de los liquidadores y en caso
de desacuerdo irá a la justicia (art. 179).
11.2.7) Ejecución de la distribución
Aprobados privada y judicialmente, el balance final y el proyecto de distribución, los
liquidadores procederán a transferir a cada socio los bienes que le correspondan,
cumpliendo con los requisitos y forma exigidos por la ley, según su naturaleza.
Terminadas estas operaciones, los liquidadores formularán una declaración en la que
constarán las transferencias efectuadas, así como la extinción del activo y pasivos
sociales y solicitarán al Registro Público de Comercio la inscripción de ese
documento.
11.2.8) Caso de liquidación por actividad ilícita o prohibida (causal 10)
Los liquidadores serán designados judicialmente y el remanente de la liquidación
ingresará al patrimonio estatal para el fomento de la educación pública, salvo el
derecho de los socios que acrediten su buena fe a percibir su participación en el
patrimonio social.
11.2.9) Conservación de libros y documentos sociales
En defecto de acuerdo de los socios, se decidirá judicialmente quien conservará los
libros y documentos sociales.
12) Intervención judicial. Inoponibilidad de la personalidad jurídica
12.1) Intervención judicial
12.1.1) Procedencia de la intervención judicial
La intervención judicial es una medida procesal que el código general de proceso
ubica en el marco del proceso cautelar y significa intervenir un patrimonio individual o
social, pudiendo ser el de una sociedad comercial como el de una sociedad civil o una
cooperativa, o de una persona jurídica.
La Ley admite 3 supuestos de intervención:
1. Cuando el o los administradores de la sociedad realicen actos o incurran en
que la pongan en peligro grave.
2. Cuando el o los administradores nieguen a los socios o accionistas el ejercicio
de derechos esenciales, procederá la intervención judicial como medida
cautelar, con los recaudos establecidos en la ley.
3. Cuando por cualquier causa no actúen los órganos sociales o cuando
actuando, no sea posible adoptar resoluciones válidas, afectándose el
desarrollo de la actividad social. En esta hipótesis no será necesario entablar
un juicio posterior.
El solicitante de una intervención judicial deberá cumplir estos requisitos:
1. Acreditar su condición de socio o accionista.
2. Acreditar los hechos invocados como causal de la intervención.
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3. Acreditar agotamiento de los recursos previstos en el contrato social.


12.1.2) Clases. Atribuciones de los interventores. Duración
La intervención podrá consistir en:
1. La designación de un mero veedor.
2. La designación de un ejecutor de medidas concretas.
3. La designación de uno o varios coadministradores (trabajarán en forma
conjunta con los administradores de la sociedad, coadministran la sociedad).
4. La designación de uno o varios administradores que desplazarán
provisoriamente a quienes desempeñan tales funciones.
El juez fijará sus cometidos y atribuciones que no podrán ser mayores que las
otorgadas a los administradores por la ley o el contrato social. Para enajenar o gravar
los bienes que componen el activo fijo deberán requerir autorización judicial expresa y
fundada en cada caso. Igual oposición regirá para transar, conciliar o suscribir
compromisos arbitrales.
El juez fijará el plazo de duración de la intervención que podrá ser prorrogado
mediante información sumaria de su necesidad.
El Juez podrá remover en cualquier momento, con o sin expresión de causa, al
interventor designado.
12.1.3) Aplicación de normas procesales
Lo previsto en la Ley 16060 es sin perjuicio de lo establecido en el Libreo II del
Código General del Proceso, cuyas normas se aplicarán en lo pertinente a la
intervención judicial que esta ley regula.
12.2) Inoponibilidad de la personalidad jurídica (también llamada Disgregard)
12.2.1) Introducción y antecedentes
Podrá prescindirse de la personalidad jurídica de la sociedad, cuando ésta sea
utilizada en fraude a la ley, para violar el orden público, o con fraude y en perjuicio de
los derechos de los socios, accionistas o terceros.
La Ley recoge un instituto de elaboración jurisprudencial y doctrinario que comenzó
en Estados Unidos. La sociedad comercial es una persona jurídica lo cual significa
que es un ente susceptible de adquirir derechos y de contraer obligaciones y un
centro de imputación de hechos y actos jurídicos. Se explica que la personalidad
atribuida a la sociedad constituye un recurso de la técnica jurídica que permite la
pluralidad de socios actuar como una unidad en el mundo jurídico, a los efectos de
lograr el fin común que los ha llevado a asociarse.
En términos generales, se sustenta que la personalidad es siempre un mecanismo
jurídico al servivio de fines determinados que el derecho pretende tutelar; pero consta
que esta técnica de la personería suele ser utilizada con fines distintos a los tutelados
o con fines ilícitos. En efecto, como la creación de la personería jurídica societaria es
fruto de la libre voluntad de los particulares, ha sucedido y puede seguir sucediendo
que se cree, por ejemplo una sociedad persona jurídica, con el sólo fin de ocultarse
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detrás de ella, como detrás de una máscara, actuando en el mundo de los negocios
en forma encubierta. De este modo, las personas físicas, se disfrazan para la
realización de maniobras ilícitas o fraudulentas con el vestido de la persona jurídica
societaria.
Frente a la posibilidad de un uso indebido de la técnica de la personería jurídica, nace
la creación de la jurisprudencia norteamericana en virtud de la cual, en los casos de
utilización indebida del negocio societario corresponde prescindir de la personería
jurídica dejando al descubierto la maniobra que se pretendió perpetrar. Se sostiene
que, en tales casos, corresponde superar la forma jurídica adoptada o prescindir de
ella o levantar el velo para constara cuál es la realidad interna encubierta y aplicar a
tal realidad el derecho que corresponda.
La novedosa resolución fue recepcionada en Europa y luego recibida en
Latinoamérica.
Hasta la sanción de la Ley 16060 no existían normas que autorizaran a los jueces a
desestimar la personería jurídica. Los jueces fundaban sus fallos en el abuso del
derecho o en la existencia de un negocio simulado. La Ley 16060 incorpora una
norma que los autoriza a hacerlo, en determinados casos pero encauzando y
limitando la aplicación del instituto, para que no se convierta en un instrumento de
utilización arbitraria y discrecional.

12.2.2) Procedencia de la inoponibilidad de la personalidad jurídica


Según el art. 189 de la Ley 16060 se “Podrá prescindirse de la personalidad jurídica
de la sociedad, cuando ésta sea utilizada en fraude a la ley, para violar el orden
público, o con fraude y en perjuicio de los derechos de los socios, accionistas o
terceros”.
Fraude a la ley: es cuando se actúa de acuerdo a las normas jurídicas pero
contrariando los fines para los cuales estas se han dictado. Aplicando este
concepto general, habrá fraude a la ley cuando se utilice el negocio societario
con fines distintos a los queridos por el legislador. La Ley organiza el instituto
societario para permitir que dos o más personas unan bienes y esfuerzos para
realizar una actividad económica. Si el instrumento jurídico se utiliza por una
persona con otros fines, como por ejemplo, el de limitar su responsabilidad
personal para el ejercicio de actividades económicas, se está cometiendo un
fraude a la ley.
Se violará el orden público cuando mediante el negocio societario se vulneren
normas de interés general, como podría ser el caso en que una persona
constituya una sociedad anónima para transferirle bines y luego distribuir las
acciones al portador entre ciertas personas vulnerando las legítimas para el
caso de muerte.
En fraude y en perjuicio de socios o accionistas. Podrá darse tal circunstancia
en el caso de sociedades vinculadas o de sociedades controlantes y
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controladas, en que se trasfieran bienes y utilidades o gastos de una a otra,


perjudicándose a los socios o accionistas de una de ellas.
12.2.3) Personas legitimadas para promover la acción de legitimación
¿Quién puede promover la acción para obtener una declaración judicial de
prescindencia, para imputar hechos o actos a las personas ocultas tras ese velo?
La Ley no lo dice. Debe sobreentenderse que quien tiene interés tiene acción y que
por lo tanto tendrá acción, quien resulte perjudicado por el uso indebido de la
personería jurídica.
12.2.4) Procedimiento
La pretensión debe promoverse por la vía del juicio ordinario, donde debe producirse
prueba fehaciente de los hechos invocados.
12.2.5) Efectos de la declaración de inoponibilidad de las personalidad
jurídica
La declaración de inoponibilidad de la personalidad jurídica de la sociedad, sólo
producirá efectos respecto del caso concreto en que ella sea declarada. Como
consecuencia del fallo que se dice y, según las circunstancias, determinados bienes,
derechos u obligaciones de la sociedad y aún todo su patrimonio se atribuirá a quien
se oculte detrás del velo de la personería societaria (art 190). Por ejemplo, si se
celebró la sociedad para defraudar las legitimas en caso de sucesión, los bienes
sociales se imputarán al fallecido para luego incluirlos en es activo sucesorio.
12.2.6) Inscripción
El Juez interviniente es un proceso en el cual se pretenda la prescindencia de la
personalidad jurídica de una sociedad, ordenarán si correspondiera, la inscripción del
testimonio de la pretensión en el Registro Nacional de Actos Personales de acuerdo
al art. 35 de la Ley 16871, sin perjuicio de otras medidas cautelares que pueda
adoptar.
13) Sociedades constituidas en el extranjero
Las sociedades constituidas en el extranjero se regirán, en cuanto a su existencia,
capacidad, funcionamiento y disolución por la ley del lugar de constitución salvo que
se contraríe el orden público internacional de la República. Por ley del lugar de
constitución se entenderá la del Estado donde se cumplan los requisitos de fondo y
forma exigidos para su creación.
La capacidad admitida a las sociedades constituidas en el extranjero serán
reconocidas de pleno derecho en el país, previa comprobación de su existencia.
Podrán celebrar actos aislados y estar en juicio.
Si se propusieran el ejercicio de los actos comprendidos en el objeto social, mediante
el establecimiento de sucursales o cualquier otro tipo de representación permanente,
deberán cumplir los siguientes requisitos:
1. Inscribir en el Registro Público y General de Comercio, el contrato social, la
resolución de la sociedad de establecerse en el país, la indicación de su
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domicilio, la designación de la o las personas que la administrarán o


representarán y la determinación del capital que se le asigne cuando
corresponda por la ley.
2. Efectuar las publicaciones que la ley exija para las sociedades constituidas en
el país, según el tipo.
Las sociedades que establezcan sucursales u otro tipo de representación permanente
deberán llevar contabilidad separada y en idioma español y someterse a los controles
administrativos que correspondan.
Sociedades de tipo desconocido para la legislación uruguaya: a las sociedades
debidamente constituidas en otro Estado bajo un tipo desconocido por las leyes de la
República que establezcan una sucursal o representación permanente, se regirán por
las normas de las sociedades anónimas en cuanto a la inscripción y publicación, la
responsabilidad de los administradores que se designen y los controles
administrativos a que estarán sujetas.
14) Sociedades colectivas, en comandita simple y por acciones, de capital e
industria, accidentales o en participación
14.1) Sociedades Colectivas
Los rasgos característicos de las sociedades colectivas son los que se exponen a
continuación.
14.1.1) Carácter intuito personae
En la sociedad colectiva interesa, en forma primordial, la persona de los socios, cuyos
nombres figuran en el contrato. Se basa en la confianza recíproca que se dispensan
unos a otros. Por ello la sociedad colectiva se califica como una "sociedad personal"
porque, cuando se constituye, se hace en función de las personas que la integran.
a) Aspectos reveladores del carácter personalista
1. Se forman con pocas personas que se tienen confianza mutua. Cualquier cosa
que afecte a una de ellas determina que la sociedad no pueda seguir en sus
condiciones originales porque se altera aquella base de confianza.
Por lo tanto, en este tipo, las vicisitudes personales de los socios afectan el contrato
social. En las sociedades colectivas, la muerte, incapacidad o quiebra del socio
provoca la rescisión parcial de la sociedad. Cualquiera de esas circunstancias
determina la rescisión parcial salvo pacto contrario en el contrato (art. 144).
2. También, como consecuencia del carácter “personal” de este tipo social, un
socio no puede ceder su participación en la sociedad a un extraño sin el
consentimiento de todos los demás (art. 211). La cesión supone una
modificación del Contrato que debe hacerse por escrito e inscribirse en el
Registro de Comercio.
b) Aspecto capitalista
La relación entre el aporte de cada socio y el capital social fijará la medida de su
participación en las utilidades o pérdidas y en la distribución del remanente, cuando la
sociedad se disuelva. También, determinará el peso de su voto en la adopción de
resoluciones.
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14.1.2) Aspectos básicos de su régimen jurídico


a) Régimen de responsabilidades
Otro rasgo tipificante es el régimen de responsabilidad. Los socios responden
personal, subsidiaria, ilimitada y solidariamente por las deudas contraídas por la
sociedad.
Personal: La responsabilidad es personal, porque responde cada uno con sus
bienes propios.
Ilimitada: Es ilimitada porque responde por el pasivo social con todos sus
bienes. La responsabilidad es solidaria porque los acreedores pueden exigir el
pago de la deuda a cualquiera o a todos los socios y por el todo.
Subsidiaria: Los acreedores sociales deben perseguir los bienes sociales, pero
si éstos no son suficientes pueden exigir el pago de sus deudas a los socios.
Por ello, la responsabilidad de los socios es subsidiaria; responden cuando no
son suficientes los bienes sociales.
Solidaria: El acreedor social, agotado el patrimonio social, puede reclamar su
crédito de cualquiera de los socios o de todos. El acreedor puede elegir contra
quien o quienes han de promover su acción. Advertimos que la solidaridad se
crea entre los socios y no entre la sociedad y los socios, en función de la
subsidiariedad.
b) Régimen de administración
El contrato puede prever el régimen de administración y designar a quien ha de ser el
administrador. La LSC contiene un régimen supletorio para las imprevisiones del
contrato. Si no se designa administrador en el contrato ni por acto posterior,
cualquiera y todos los socios pueden administrar y representar a la sociedad.
El administrador o el representante podrán ser removidos por decisión de la mayoría
de los socios en cualquier tiempo sin invocación de causa aún en el caso que hayan
sido designados por el contrato social, salvo pacto en contrario.
Cualquier socio podrá demandar judicialmente la remoción del administrador o el
representante con invocación de justa causa, pero el administrador o representante
que niegue la existencia de esa justa casusa conservará su cargo hasta la sentencia
judicial, salvo su separación provisional por el instituto de la intervención judicial.
Las resoluciones sociales, salvo disposición legal o contractual en contrario se
adoptarán por mayoría, se entenderá por mayoría la absoluta de capital. Toda
modificación de contrato, así como la disolución de sociedad anticipada requerirá el
consentimiento unánime de los socios.
Régimen de regular constitución
Para su constitución regular se exige documento e inscripción en el Registro Nacional
de Comercio.
c) Otros aspectos
Se prohíbe que las partes sociales se representen en títulos negociables aunque la
ley admite la cesión de una parte social a otro socio o a un extraño. La cesión de una
parte social a otro socio o a un extraño requerirá el consentimiento unánime de los
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socios. Se admitirá pacto en contrario sólo para la cesión a otro socio. Si el cedente
fuera el administrador deberá designarse su sustituto. El adquiriente será
solidariamente responsable con el enajenante por los aportes aún no integrados. El
cedente será responsable de las deudas sociales contraídas antes de la inscripción
de la cesión en el Registro Nacional de Comercio. El cesionario será responsable de
las deudas anteriores y posteriores a dicha inscripción.
14.2) Sociedades en comandita
Hay dos clases de sociedades en comandita: simple y por acciones.
La sociedad en comandita simple está regulada en la sección II de la Ley 16.060
(LSC). Subsidiariamente se le aplican las normas de las sociedades colectivas, con
las salvedades de las normas especiales de los artículos de esa sección. La sociedad
en comandita por acciones está regulada en la sección VI y se le aplican, en subsidio,
normas de las sociedades en comandita simple y las de sociedades anónimas. Por
ello, la comandita simple está regulada, de inmediato, después de la regulación a las
sociedades colectivas y las sociedades en comandita por acciones se regulan
después de las normas sobre sociedades anónimas. Se entendió cuando se redactó
la Ley, que para poder regular la comandita por acciones había que determinar
primero el régimen de la sociedad anónima, porque muchas de las normas que la
regulan se aplican a la sociedad en comandita por acciones.
La sociedad en comandita es una sociedad en que hay dos tipos de socios:
comanditados y comanditarios. El socio comanditado tiene el estatuto del socio
colectivo con un régimen de responsabilidad subsidiaria, ilimitada y solidaria. El
comanditario, en cambio, tiene una responsabilidad limitada. Así lo establecen los
arts. 212 y 474: los comanditados responden como los socios de una colectiva y los
comanditarios sólo por la integración de su aporte.
14.2.1) Sociedad en comandita simple
a) El contrato
El contrato constitutivo se otorgará en escritura pública o privada con las
enunciaciones establecidas en el art. 6 de la LSC. El documento debe inscribirse en
el Registro Nacional de Comercio (art. 7).
En el contrato de una sociedad en comandita simple, es una sociedad de carácter
personal. Los nombres de todos los socios figuran en el contrato social. También, se
debe dejar constancia del aporte de cada socio y el dinero o los bienes que integraron
o prometieron aportar.
La sociedad en comandita simple se caracteriza por poseer dos clases de socios: los
comanditados (o colectivos) y los comanditarios. El o los socios comanditados
responderán por las obligaciones sociales como los socios de la sociedad colectiva y
el o los socios comanditarios sólo por la integración de su aporte.
Denominación
El art. 214, inc. 1, establece: “Cuando figure en la denominación que se adopte, el
nombre de un socio comanditario, éste responderá por las obligaciones sociales
como si fuera comanditado.”
No se prohíbe que el nombre del socio comanditado figure en la denominación.
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Si el nombre del comanditario figura en la denominación, éste ha de responder por las


obligaciones sociales, como un socio comanditado. Ello es así, porque la presencia
del nombre del comanditario en la denominación de la sociedad podría inducir a
confusión a los terceros. Es una norma para su tutela.
El art. 214, inc. 2, establece: "La omisión de la indicación del tipo hará solidariamente
responsable al firmante con la sociedad, por las obligaciones así contraídas”.
Esta norma sanciona la no indicación del tipo social en la celebración de los actos y
contratos sociales, haciendo al firmante responsable personalmente por las deudas
sociales así contraídas. El firmante puede ser un administrador no socio y, sin
embargo, va a ser responsabilizado con una responsabilidad solidaria y no
subsidiaria. La responsabilidad es sólo por actos celebrados omitiendo la indicación
del tipo. Se pretende de esta manera que el firmante sea diligente e informe a los
terceros que actúa por una sociedad en comandita, en la cual hay socios que no van
a responder ilimitadamente.
Capital
El capital se divide en partes, que no pueden ser representadas en títulos
negociables. Fuera de ello, el capital no tiene un régimen especial. Su importe se
puede fijar libremente. No hay exigencias especiales relacionadas con su integración.
Modificaciones
Toda modificación del contrato social, incluso la transferencia de la parte a otro socio,
debe resolverse por unanimidad, salvo pacto en contrario. Para los comanditarios la
intransferibilidad de la calidad de los socios comanditados reviste gran importancia,
pues en manos de estos está la administración de la sociedad. Para los
comanditados la intransferibilidad de la calidad de socio comanditario también reviste
importancia dada la injerencia directa que tienen estos en la fiscalización de la
marcha de la sociedad y de la administración y en la posibilidad de participar con su
voto en la designación de los administradores y de exigir la remoción de los
administradores (art. 217).
b) Estatuto de los socios
Socio comanditados
El estatuto del socio comanditado es similar al del socio colectivo.
Los socios comanditados son responsables de las obligaciones sociales como los
socios de las sociedades colectivas.
Socios comanditarios
Los socios comanditarios no responden por las obligaciones sociales (art. 212).
El primer inciso del art. 217 establece: “Los socios comanditarios podrán realizar
todos los actos que como socios no se les prohíba expresamente”.
De acuerdo a esta redacción, los socios comanditarios tienen los mismos derechos
que el socio comanditado, salvo las restricciones que la Ley establezca. Según
hemos de señalar, el comanditario no puede ser administrador.
Se establece expresamente en el inc. 2 del art. 217, que pueden examinar, vigilar,
inspeccionar e incluso dar opinión o consejo.
Prohibición de competir
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Se aplica al socio comanditado y, también, al comanditario, el art. 209 sobre la


prohibición de realizar actividad competitiva. La prohibición tiene por objeto la defensa
de los intereses sociales y la lealtad que se deben los socios. Alguna doctrina
sostiene que podría admitirse al comanditario que compita, por cuanto no tiene la
administración de la sociedad. Esta tesis no es admisible. La norma del art. 209 no
distingue entre socios que administren y socios que no administren. El art. 213 que
hace la remisión tampoco distingue y el art. 209, por ende, es aplicable a las dos
clases de socios.
c) Organización
Administración
El otro rasgo tipificante de la sociedad en comandita es el régimen de administración,
que se reserva a los comanditados o a un tercero. El socio comanditario no puede ser
administrador. No puede intervenir en la gestión social.
Tampoco podrá el socio comanditario actuar como mandatario de la sociedad. Lo
establece expresamente el art. 216 de la ley 16.060.
Si, no obstante esta prohibición, el socio comanditario fuere designado mandatario o
factor, o se le atribuyera en cualquier carácter, facultades de representación, aun para
negocios ocasionales, será responsable como socio comanditado, sin perjuicio de la
responsabilidad de la sociedad por las obligaciones contraídas de acuerdo con el
encargo conferido.
Para la eventualidad de que hubiere realizado actos de gestión en forma repetida, se
establece la posibilidad de que pudiera ser declarado responsable por todas las
deudas sociales. Con otras palabras, si el socio comanditario actúa en un acto aislado
responde por las consecuencias y por las obligaciones de ese acto como si fuera
comanditado, es decir con responsabilidad subsidiaria, solidaria e ilimitada. Si fueran
dos o tres actos aislados responde por las consecuencias de esos actos aislados
frente a terceros. Si resulta que estuvo, por ejemplo, un año realizando actos de
gestión, creando la apariencia de ser un socio comanditado, entonces podrá ser
responsabilizado por todos los actos, aquellos en que intervino y aquellos en los que
no intervino. La sanción se agrava cuando hay reiteración de la violación.
El comanditario tiene prohibido intervenir en todo acto de administración, aun en la
esfera interna de la sociedad. Se le prohíbe la actuación representativa frente a
terceros y la gestión interna.
La Ley prohíbe al socio comanditario ser administrador de la sociedad pero nada se
prevé sobre la posibilidad de actuar como liquidador de la misma. A este respecto
sostiene GARO que el socio comanditario no sólo puede concurrir al nombramiento del
liquidador, sino serlo él mismo sin que esto pueda considerarse como una intromisión
en la administración de la sociedad, dada la diversa finalidad del proceso liquidatorio.
La limitación de responsabilidad del socio comanditario subsiste en la etapa de la
liquidación; y si es liquidador, en tanto opere dentro de su reducida esfera, esto es,
mientras no realice otras operaciones que las necesarias para la liquidación.
El socio comanditario, también, podrá pedir la intervención judicial de la sociedad,
cuando se dan condiciones para ello y cumpliendo exigencias legales (arts. 184 y ss).
Resoluciones de socios
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Para la adopción de resoluciones sociales los socios actúan inorgánicamente, como


los socios de una colectiva. No se prevé el funcionamiento de asambleas.
En la adopción de resoluciones participan todos los socios y todos participarán en la
adopción de resoluciones que competen a los socios: aprobar los balances, aprobar
la gestión de los administradores, resolver sobre la distribución de utilidades.
De acuerdo al artículo 217, los socios comanditarios tienen voto en la designación y
remoción de los administradores o representantes y para decidir la acción de
responsabilidad contra estos. La norma es criticada por la doctrina, “... porque
mediante este rodeo llegarían a controlar de un modo efectivo la administración de la
sociedad”.
Como ya señalamos, puede ser designado administrador alguno o algunos de los
socios comanditados o un tercero. Este último supuesto puede dar lugar a serios
inconvenientes ya que los comanditarios, reuniendo la mayoría necesaria, pueden
designar un administrador que actúe sin la debida diligencia y sin atender los
intereses sociales, con lo cual se puede perjudicar a los comanditados cuya
responsabilidad es ilimitada.
El socio comanditario tiene el mismo derecho que el comanditado para intervenir y
votar las decisiones que se refieren a la modificación del contrato social.
El artículo 213 remite a las normas de las sociedades colectivas y el artículo 208
dispone para ese tipo social, que la modificación del contrato y la disolución
anticipada deben ser resueltas por unanimidad.

d) Responsabilidades
En estas sociedades el o los socios comanditados responderán por las obligaciones
sociales como los socios de la sociedad colectiva. Esto es responsabilidad
subsidiaria, solidaria e ilimitada por las obligaciones sociales y él o los socios
comanditarios sólo por la integración de su aporte.
Cuando figure en la denominación que se adopte el nombre de un socio comanditario,
este responderá por las obligaciones sociales como si fuera comanditado. Además, la
omisión del tipo social hará solidariamente responsable al firmante con la sociedad
por las obligaciones así contraídas.
14.2.2) Sociedad en comandita por acciones
La comandita por acciones es una combinación de sociedad personal y sociedad de
capital. Es una sociedad personal respecto al socio comanditado, puesto que interesa
su persona. En cuanto al socio comanditario, se despersonaliza, por cuando su
participación se representa en títulos negociables. El artículo 475 dispone: “Se
aplicarán a estas sociedades las normas de las sociedades en comandita simple. Sin
perjuicio de lo dispuesto precedentemente, lo relativo a los socios comanditarios y a
las acciones que representen su capital, se regirá por las normas respectivas de las
sociedades anónimas, salvo disposición en contrario de esta Sección.”
a) El contrato
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En la sociedad en comandita por acciones, el contrato se otorga por el o los socios


comanditados y por el o los suscriptores del capital comanditario. El capital del
comanditario se puede representar en títulos negociables.
El contrato se instrumentará en escritura pública o privada. Luego se deberá inscribir
en el Registro Nacional de Comercio.
La remisión a las normas de la sociedad anónima del artículo 475, es sólo respecto
del régimen aplicable a los socios comanditarios y a las acciones. En consecuencia,
no se le aplica el régimen de constitución de una sociedad anónima.
En cuanto a la constitución, el art. 476 establece: “El contrato social se otorgará por el
o los socios comanditados y el o los suscriptores del capital comanditario”.
b) Estatuto de los socios
Socio comanditado
El socio comanditado tiene un estatuto similar en los dos subtipos.
La responsabilidad de los socios comanditados es subsidiaria, ilimitada y solidaria,
como la de los socios colectivos.
En la regulación de la comandita por acciones, hay una norma especial para la cesión
de partes del socio comanditado. Se requiere la conformidad de la asamblea con los
quórum de asistencia y de votos exigidos por los arts. 355 y 356.
Los socios comanditados pueden tener acciones del capital comanditario. No hay
prohibición para ello. Se analizó en casos jurisprudenciales argentinos. Se entiende
que ello no desvirtúa los caracteres del tipo societario.
Socio comanditario
El comanditario tiene un estatuto similar en los dos subtipos. No responde por las
deudas sociales. No puede ser administrador (art. 477, inc. 2). Participa en la
adopción de resoluciones sociales pero, en este caso, por vía de la asamblea. Tiene
derecho a la exhibición de libros (art. 75); puede pedir remoción de un administrador
con justa causa (art. 478, inc. 2).
La única diferencia radica en que el comanditario, en la comandita simple, participa
en la designación del administrador; en la sociedad en comandita por acciones el
comanditario no participa en tal designación.
c) Organización
Las sociedades en comandita por acciones cuentan con dos órganos: administrador o
directorio, y asamblea (art. 480).
Administrador o directorio
El artículo 477 establece: “La administración y representación estará a cargo de uno o
más administradores o integrantes del directorio según se prevea en el contrato
social. Los administradores o integrantes del directorio deberán ser socios
comanditados o terceros designados por estos o en el contrato social. Se le aplicarán
al administrador las disposiciones contenidas en la Sección I del Capítulo II para las
sociedades colectivas. Tratándose de directorio se le aplicarán las normas relativas
de las sociedades anónimas.”
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El contrato debe prever si se designará un administrador o más de uno o un


directorio. Pueden ser designados en el contrato social. Si no lo son se les nombra
por los socios comanditados.
Los socios comanditarios no participan en la designación de los administradores o
directores; pero sí en su remoción. En efecto, el art. 478 dispone: “Los socios
comanditados podrán remover a los administradores o directores, por decisión de su
mayoría en las condiciones del artículo 203. Los socios comanditarios que
representen por lo menos el 5 % (cinco por ciento) del capital accionario integrado
podrán pedir judicialmente su remoción cuando exista justa causa. El socio
comanditado removido de la administración tendrá derecho a receder o a
transformarse en comanditario.”
En el inciso final se confiere al socio administrador dos opciones: puede receder o
transformarse en comanditario. Si se recede, se aplicarán normas sobre rescisión
parcial, debiendo modificarse el contrato social.
La transformación del socio comanditado en comanditario requerirá la modificación
del contrato social y el cumplimiento de normas registrales.
En ambos casos, se impone por aplicación del art. 10, la inscripción registral de la
modificación.
Norma especial sobre administrador provisorio
El art. 479 establece: “Cuando la administración no pueda funcionar, la asamblea
deberá reorganizarla en el término de tres meses. Mientras tanto, los socios
comanditados deberán designar un administrador provisorio para el cumplimiento de
los actos ordinarios de administración, quien actuará frente a terceros con aclaración
de su calidad. En estas condiciones, el administrador provisorio no asumirá la
responsabilidad del socio comanditado.”
El administrador provisorio debe indicar en qué calidad actúa. De acuerdo a la oración
final, si no dice que actúa como administrador provisorio asumirá la responsabilidad
del socio comanditado. Es sanción similar a la del comanditario que administra o a la
del administrador que no indica el tipo de sociedad cuando contrata.
Asamblea
En la asamblea participan y votan los socios comanditados y los comanditarios.
El artículo 480 dispone: “La asamblea se integrará con socios de ambas categorías.
Las partes de interés de los comanditados se considerarán divididas en fracciones del
mismo valor de las acciones a los efectos del quórum y del voto, salvo pacto en
contrario. Cualquier cantidad menor no se computará a ninguno de estos efectos.”
La competencia de la asamblea es aprobar balances, modificar estatutos y prestar su
conformidad para la cesión de partes del socio comanditado (arts. 97, 481 y 482).
14.3) Sociedades de capital e industria
Las sociedades de capital e industria, son sociedades personales en que coexisten
dos clases de socios. Los socios capitalistas aportan bienes y responden por las
obligaciones sociales como los socios de las sociedades colectivas. Los socios
industriales aportan exclusivamente trabajo y responden sólo hasta la concurrencia
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de las ganancias no percibidas. El socio que aporta capital, podría aportar, además,
trabajo sin asumir el carácter de socio industrial (art. 218).
De acuerdo con el art. 219, a las sociedades de capital e industria, se les aplican las
normas de las sociedades colectivas, en lo no previsto especialmente en la sección
que las regula.
14.3.1) El contrato
a) Constitución
Las sociedades de capital e industria se constituyen como las colectivas. No hay
formalidades especiales para este tipo. Basta con un documento escrito y su
inscripción en el Registro Nacional de Comercio
b) El capital
El capital se divide en partes. Cada socio adquiere una parte que fija su participación
en el capital social. La participación de cada socio debe figurar en el contrato social.
Las partes pueden ser de importes desiguales.
c) La denominación
En la denominación no puede figurar el nombre del socio industrial. Lo establece el
art. 220: “En la denominación no podrá figurar el nombre del socio industrial. La
violación de esta norma hará responsable solidariamente al mismo por las
obligaciones sociales.”
Se ha dispuesto así porque la denominación es una forma de publicidad permanente.
La inclusión del nombre del socio industrial en la denominación, podría confundir
sobre la calidad de ese socio.
En la celebración de negocios sociales, se debe utilizar la denominación con la
indicación del tipo. La omisión de la indicación del tipo social hará responsable
solidariamente al firmante con la sociedad por las obligaciones así contraídas (art.
220, inc. 2).
14.3.2) Estatuto de los socios
a) Socio capitalista
El socio capitalista responde por las deudas sociales como el socio colectivo (art.
218).
b) Socio industrial
El estatuto del socio industrial es similar al estatuto del socio de la sociedad colectiva,
salvo en cuanto al aporte, a la responsabilidad por deudas sociales y a la prohibición
de administrar. No puede realizar actividad en competencia con la sociedad, siendo
de aplicación el art. 209.
Aporte
El aporte del socio industrial debe ser avaluado en el contrato de sociedad. Ello
importa para medir los derechos económicos y políticos del socio industrial. Para el
caso de que no se hubiera avaluado, el art. 222 dispone: “En las resoluciones
sociales, para el voto del socio industrial se tendrá en cuenta la avaluación de su
aporte. Si se hubiera omitido la avaluación se computará su voto en proporción a su
participación en las utilidades.”
Responsabilidad
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El socio industrial no responde por las deudas sociales salvo con las ganancias no
percibidas.
Supongamos que en uno o varios ejercicios no se hubieran distribuido utilidades. El
socio industrial tiene derecho a parte de esas utilidades. Si existen utilidades no
distribuidas, la sociedad es deudora de su importe frente al socio y el socio tiene el
crédito correlativo. El art. 218 dispone que mientras no se hayan distribuido
efectivamente las utilidades, el socio industrial responde con esas utilidades frente a
los acreedores sociales.
Un acreedor de la sociedad puede embargar todos los bienes sociales y el socio
industrial no podrá cobrar sus utilidades. El hecho de que en la contabilidad figure el
derecho de crédito del socio, no implica la indisponibilidad del importe en la caja de la
sociedad. El tercero puede embargar cualquier bien social y no se le puede oponer un
mejor derecho del socio industrial.
Ganancias
El socio industrial percibe una participación en las utilidades si las hay; si hay
pérdidas, las soporta con el trabajo realizado por el cual no recibió compensación.
Queremos destacar las diferencias del socio industrial con el empleado habilitado. El
empleado habilitado percibe, además de su sueldo, una parte en las utilidades pero
no participa en las pérdidas. El empleado puede ser despedido. El socio industrial
puede ser excluido. El empleado no puede pedir exhibición de libros; el socio
industrial, sí.
14.3.3) Organización
a) Administración y representación
El art. 226 establece: “La administración y representación de la sociedad podrá
ejercerse por cualquiera de los socios capitalistas, conforme a lo dispuesto en la
Sección I de este Capítulo.”
La sección I está dedicada a las sociedades colectivas. Por lo tanto, el régimen de
administración de las sociedades de capital e industrias es el mismo que el de las
colectivas, con la única excepción de que el socio industrial no puede ser
administrador.
Como no responde por las deudas sociales, no se le permite administrar. Al respecto,
se mantiene el principio tradicional de que a mayor responsabilidad, mayores
facultades de administración y viceversa.
El socio industrial no administra pero tiene derecho a participar en las resoluciones
que la LSC o el contrato reserva a los socios. Surge del art. 222 antes trascripto.
b) Resoluciones de los socios
En la sección dedicada a las sociedades de capital e industria, no se establece nada
respecto a la forma en que los socios adoptarán resoluciones. Por lo tanto, en virtud
de la remisión que el art. 219 realiza al régimen de las sociedades colectivas,
respecto de lo no previsto en la sección en análisis, damos por reproducidas aquí las
consideraciones que realizamos al analizar esta cuestión en cuanto a las sociedades
colectivas.
14.5) Sociedades accidentales o en participación
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Las sociedades accidentales o en participación, están disciplinadas en la sec. VII del


cap. II de la Ley 16.060 (LSC) como un tipo social diferenciado. Se las designa
tradicionalmente con dos nombres distintos pero se trata de un solo tipo social con
reglamentación única. No hay una sola norma que distinga subtipos o modalidades.
El nombre accidental se le da porque se constituye para negocios comerciales
determinados y transitorios (art. 483).
Para buena parte de la doctrina y en algunas legislaciones se niega a este tipo el
carácter societario, llamándolo “cuentas en participación”. Quizás por ello el nombre
utilizado de “sociedad en participación”, que alude a la obligación del socio gestor de
llevar una cuenta para la operación en común, en que surja la participación de cada
uno.
La Ley disciplina este tipo en seis artículos, conteniendo uno de ellos – el art. 488 –
una norma que remite a las normas de las sociedades colectivas, para lo no previsto
y que no contraríe las disposiciones específicas establecidas y, en especial, para el
funcionamiento, la disolución y liquidación. Otra norma hace remisión a las normas
sobre socios comanditarios (art. 487).
14.5.1) Concepto
De la definición contenida en el art. 483 resultan los elementos que la tipifican y que
resultan complementados por los artículos siguientes. El art. 483 establece: “Los
contratos entre dos o más personas cuyo objeto sea la realización de negocios
determinados y transitorios a cumplirse a nombre de uno o más gestores, serán
considerados como sociedades accidentales o en participación. No tendrán
personería jurídica y carecerán de denominación. No estarán sujetas a requisitos de
forma ni a inscripción (arts. 6 y 7). La celebración y el contenido del contrato se
probará por los medios de prueba del derecho comercial.”
a) Negocio plurilateral
De la definición surge que sus contratantes deben ser dos o más personas. Se trata,
como las demás sociedades, de un negocio plurilateral.
b) Objeto
Las sociedades accidentales se constituyen con un objeto social determinado y
transitorio. Este elemento es el propiamente definidor del tipo. Las sociedades
accidentales no se crean para explotar un giro o desarrollar una actividad empresarial
continuada.
c) El socio gestor
El otro rasgo es la presencia de uno o más gestores, quienes celebrarán los actos
necesarios para cumplir el objeto a nombre personal, esto es, sin invocar la existencia
de la sociedad. La LSC no impone que los gestores deban ser socios; podrán ser, por
lo tanto, extraños. Como consecuencia de la actuación a nombre propio, los actos del
gestor le vinculan sólo a él frente a terceros.
El socio gestor asume, frente a terceros, una responsabilidad personal e ilimitada por
las obligaciones que contraiga en su actuación. Si se hubiera designado más de un
socio gestor, su responsabilidad será solidaria (art. 484). Aun cuando actúa a nombre
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propio, lo hace por cuenta de la sociedad, debiendo distribuir los resultados de su


actividad entre los socios, cuando se disuelva y liquide la sociedad.
No es de la esencia de este tipo social, que el gestor oculte los nombres de los
socios; podemos decir que, ordinariamente, ha de actuar de esa forma. Puede
suceder que el gestor haga conocer los nombres de los socios y, si lo hace con el
consentimiento de ellos, todos quedan obligados solidariamente hacia los terceros
con quienes se haya contratado (art. 486). Por ello, la sociedad accidental no es,
necesariamente, una sociedad con socios ocultos.
Tampoco es una sociedad irregular, puesto que la sociedad irregular se exterioriza y
sus administradores actúan en el mundo de los negocios invocando su existencia. La
sociedad accidental es un tipo especial con una regulación diferenciada, a la cual no
se le imponen especiales requisitos de constitución, por lo cual no puede padecer de
irregularidad.
En materia de control de la administración, se hace remisión a las normas sobre
socios comanditarios. Será aplicable, entonces, en lo pertinente, el art. 217. Los
socios no gestores no se pueden inmiscuir en la administración pero tienen facultad
para realizar actos de examen, inspección, vigilancia, verificación, opinión o consejo.
También, tendrán voto en la consideración de los balances y estados contables, así
como para la designación y remoción del gestor, y para decidir el ejercicio de la
acción de responsabilidad contra éste. Expresamente, se establece que los socios
tienen derecho a exigir una rendición de cuentas de la gestión (art. 487, inc. 2).

14.5.2) Informalidad
Para la constitución de sociedades accidentales, la Ley no impone requisitos de forma
ni inscripciones registrales ni publicidad (art. 483). Consecuentemente, la Ley dispone
que su existencia y sus términos se podrán probar por todos los medios de prueba del
Derecho comercial (art. 483).
No obstante la no exigencia de formas, habrá un acuerdo social con estipulaciones
mínimas que los socios, si lo desean, podrán instrumentar por escrito a los efectos de
facilitar la prueba para el caso de una controversia. Los socios deben acordar las
operaciones a realizar, la forma en que se realizarán, los aportes que cada uno
efectuará, su participación en las utilidades y la participación en las pérdidas,
designación del gestor, sus obligaciones y la forma en que rendirá cuentas.
14.5.3) Carencia de personería jurídica
La Ley no le confiere personería jurídica, introduciendo una excepción a lo dispuesto
en el artículo 2 para todas las sociedades comerciales (art. 483). La no atribución de
personería jurídica se justifica precisamente por la accidentalidad y la transitoriedad
de los negocios.
La falta de personería provoca distintas consecuencias en su regulación.
a) Ausencia de denominación
No tiene denominación (art. 483). La denominación es un atributo de la personería
jurídica; se impone para distinguir a la sociedad, en especial en su relación con
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terceros. Como la sociedad accidental no tiene personería jurídica y no debe


necesariamente exteriorizarse, no hay motivo para exigirle denominación.
b) Inexistencia de un patrimonio diferenciado
No se constituye un patrimonio separado. El aporte es un requisito de toda sociedad
y, también, ha de existir en la sociedad accidental. En este tipo, con los aportes no se
forma un patrimonio separado, ya que la sociedad creada no tiene personería jurídica.
Los bienes aportados los recibe el socio gestor, para su administración y para la
realización de las operaciones determinadas que constituyen el objeto social. Luego,
dará cuenta de su destino y utilización y de los resultados de la gestión social a los
demás socios.
En doctrina se discute qué pasa con esos bienes. ¿Hay comunidad de todos los
socios sobre esos bienes? ¿o cada socio conserva la propiedad sobre el bien
aportado? ¿hay trasmisión de los partícipes al socio gestor y pasa el socio gestor a
ser dueño de los aportes?
Como los bienes aportados por todos los socios se entregan al socio gestor, se
confunden de hecho con su patrimonio, pero no hay traspaso de la propiedad de los
aportes al gestor. Se creará una apariencia de que los bienes son del gestor y
quienes pudieran verse afectados por esa apariencia, podrán probar que los bienes
que éste tiene en su poder no le pertenecen.
A falta de personería atribuida a la sociedad, debe entenderse que los bienes
aportados pasan a ser comunes a todos los socios. Se crea una comunidad
organizada. El gestor será su administrador y podrá destinarlos a la realización de la
actividad económica, objeto de la sociedad.
c) Inexistencia de un centro diferenciado de imputación de derechos y
obligaciones
Por no tener personería no se crea un centro de imputación diferenciado al cual se
atribuyan los actos y negocios que celebre el socio gestor. Quien adquiere derechos y
asume obligaciones en las relaciones con los terceros es el gestor, con las
salvedades analizadas en el párrafo precedente y sin perjuicio de que deba rendir
cuentas a sus consocios (art. 484).
d) Imposibilidad de los socios de promover acciones contra terceros
Por otra parte, el único que ha de tener acción contra terceros por los negocios
sociales, es el gestor. Los socios no tienen acción alguna contra los terceros, puesto
que no se ha creado un vínculo que los una (art. 485). Terminada la operación
concreta y transitoria, para la cual se constituyó la sociedad, ésta se disuelve y
deberá liquidarse aplicando los fondos comunes al pago de cuentas y deudas
sociales y repartiendo el remanente entre los socios.
15) Sociedad de responsabilidad limitada
Se denomina sociedad de responsabilidad limitada al tipo societario regulado en los
arts. 223 a 243 de la Ley 16060, caracterizado por la irresponsabilidad de los socios
por las deudas sociales (en principio), un régimen de constitución aligerado (no está
sometido al contralor de la Auditoría Interna de la Nación) y la división de su capital
en cuotas sociales (lo cual supone un régimen especial para la cesión de la
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participación). En lo no previsto por los artículos referidos, se le aplica el régimen de


las sociedades colectivas (art. 243), pero para algunas situaciones la Ley remite a las
normas sobre sociedades anónimas (arts. 238 a 242).
15.1) Principales características
Son personas jurídicas desde la celebración del contrato social.
Son sociedades comerciales cualquiera sea su objeto
Es una sociedad de tipo personal. Ello se demuestra en que el nombre de los
socios se encuentra en el contrato social, la complejidad de ceder las cuotas a
terceros y la previsión legal de que se rija por las disposiciones de las
sociedades colectivas en lo no previsto, sin embargo los socios no responden
por las deudas sociales, en este sentido se asemeja a las sociedades tipo
capitalistas.
El capital se dividirá en cuotas de igual valor, acumulables e indivisibles, la
responsabilidad de los socios se limitará a la integración de sus cuotas. Las
cuotas no se representan en títulos negociables. Las cuotas son libremente
trasmisibles, salvo las limitaciones del contrato social.
No se disuelven por la muerte o incapacidad de un socio.
El número de socios no podrá exceder de 50, si supera este número se va a
tener que transformar en SA en un plazo de 2 años. El capital no podrá ser
mayor de $923403 ni menor de $20531, y se integrara en cuotas no menores
de $230 (estos valores corresponden a enero de 2007, son actualizados
anualmente por el Poder Ejecutivo de acuerdo a la variación de la UR).
Puede tener cualquier denominación que puede incluir el nombre de uno o más
socios con la indicación del tipo social.
El contrato de SRL además de las especificaciones para las sociedades en
general, deberá contener: el número de cuotas que corresponden a cada
socio, el valor asignado a los aportes en especie y la mención de los
antecedentes justificativos de la valuación, el régimen de administración y
representación. El contrato debe inscribir en el Registro Nacional de Comercio
y dentro de los 60 días siguientes se va a publicar en el Diario Oficial.
Cada socio deberá integrar como mínimo el 50% de su aporte en dinero en el
acto de suscribir el contrato social obligándose a completarlo en un plazo de 2
años. Si es en especie debe aportar la totalidad en el momento de suscribir
(firmar) el contrato.
La Administración y representación: podrán tener uno o más socios según lo
estipule el contrato o terceros designados en el contrato. Los derechos,
facultades y obligaciones serán igual a los administradores y representantes de
sociedad colectiva, pero en caso de administración colegiada se aplicará
normas de SA. La Ley establece el régimen de reuniones y forma de
deliberación de los socios, los que serán distintos según se trate de sociedad
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de menos de 20 socios o de más de 20 socios. Cada cuota social da derecho a


un solo voto.
La cesión de cuotas entre socios será libre, salvo las limitaciones establecidas
en el contrato social o cuando varíe el régimen legal de mayorías en cuyo caso
de aplicará que cuando la sociedad tenga 5 o más socios se necesitará el
acuerdo de los socios que representen el 75% del capital social y cuando la
sociedad tenga 5 o menos socios por unanimidad. La cesión de cuotas a
terceros no podrán ser cedidas sin el acuerdo de los socios que representen el
75% del capital cuando la sociedad tenga más de 5 socios y por unanimidad
cuando tenga 5 o menos socios. No se computará el capital del socio cedente.
15.2) El Contrato
Para su constitución se requiere una escritura con las enunciaciones establecidas en
el artículo 6 de la Ley, más las exigidas por el artículo 226. El artículo 226
establece: “Además de lo previsto en el artículo 6º, el contrato constitutivo deberá
determinar el número y monto de las cuotas que corresponda a cada socio, el valor
asignado a los aportes en especie y la mención de los antecedentes justificativos de
la avaluación, el régimen de administración, representación y en su caso, el sistema
de fiscalización interna de la sociedad (art. 238).”
En resumen, el contrato de sociedad debe contener el nombre de quienes otorgan el
contrato, el tipo social adoptado, la denominación, el domicilio, el objeto, el plazo, el
capital, el número y monto de las cuotas, los aportes, y el valor que se asigna a los
aportes en especie, la forma en que se distribuirán las utilidades y en que se
soportarán las pérdidas, el régimen de administración y representación y de
fiscalización.
15.2.1) Denominación
El artículo dice así: “Las sociedades de responsabilidad limitada se individualizarán
por una denominación, en la que podrá incluirse el nombre de uno o más socios con
indicación de tipo social. La omisión de esta última referencia hará responsables
individual y solidariamente a los socios, administradores, representantes o firmantes,
según el conocimiento o participación de cada uno de ellos en el acto realizado.”
La norma exige que se incluya en la denominación la indicación del tipo social. Con
ello se crea un sistema de publicidad permanente, para la gestión de los negocios
sociales. El inciso 1 del artículo trascripto se refiere a la denominación que debe ser
prevista en el contrato social. En el inciso 2, se trata del no uso de la denominación
con la indicación del tipo en los actos sociales, en los actos de gestión. Se impone la
utilización de la denominación con la indicación del tipo en todos los negocios
sociales, de manera que los terceros sepan con quien contratan y con qué
responsabilidades cuenta. La sanción por el no uso de la denominación social es la
responsabilidad de los socios, administradores, representantes o firmantes, pero se
tiene en cuenta el conocimiento que cada uno tenga en la realización del acto o su
participación en ese acto. En las sociedades de industria y en comandita, se
establece la responsabilidad del firmante; en la norma que comentamos la
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responsabilidad es más extensa: se impone a mayor número de personas, según sea


su participación o conocimiento del acto.
La Ley autoriza a la utilización del nombre de un socio en la denominación. El hecho
de que figure el nombre de un socio en la denominación, no altera su responsabilidad;
con el aditamento del tipo, se sabe que los socios no responden por las deudas
sociales.
El hecho de que un socio figure en la denominación no significa que pueda
administrar. El nombre del administrador debe necesariamente figurar en el contrato
social o en un acto separado.
15.2.2) Plazo
En el contrato debe figurar el plazo, que no podrá ser mayor de 30 años, por las
normas generales de la Ley.
15.2.3) Objeto social
Hay límites en cuanto al objeto de la sociedad. Están establecidos en el artículo 518:
“Las sociedades de responsabilidad limitada no podrán tener por objeto actividades
de intermediación financiera o de seguros”.
No pueden tener por objeto actividades de intermediación financiera. No se le prohíbe
a la sociedad anónima realizar actividad de intermediación financiera, porque si bien
los accionistas tiene limitada su responsabilidad, este tipo social está sujeto a un
severo contralor estatal y hay, también, un severo régimen de responsabilidad para
directores para síndicos. En cambio, la sociedad de responsabilidad limitada, es un
tipo en que tenemos responsabilidad limitada y ningún o poco contralor estatal.
15.2.4) Aportes
La Ley establece que en el documento figure el número y monto de las cuotas
que corresponden a cada socio y el valor asignado a los aportes en especie y
la mención de los antecedentes justificativos de la avaluación.
El artículo 228 establece: “Cada socio deberá integrar como mínimo el 50 %
(cincuenta por ciento) de su aporte en dinero en el acto de suscribir el contrato
social, obligándose a completarlo en un plazo no mayor de dos años. Los
aportes pactados en especie se deberán integrar totalmente al celebrarse el
contrato de sociedad.”
En el acto de suscribir el contrato social se debe integrar mínimos de capital. Si el
aporte a que se obliga un socio es un bien, debe integrarse en su totalidad en el
momento de celebrar el contrato. Si el aporte prometido es una suma de dinero, se
debe aportar por lo menos el 50 %. El resto se puede aportar en el momento en que
los socios estipulen en el contrato, que no podrá extenderse por un plazo mayor de
dos años.
Las exigencias de integración excluyen la posibilidad de que en este tipo se realicen
aportes de industria. No puede haber aporte de industria en este tipo de sociedad,
porque evidentemente no se podría aportar el 100 % del aporte en el momento de la
constitución.
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El artículo 58, en sus incisos 2 y 3 establece: “Los aportes podrán consistir en


obligaciones de dar o de hacer, salvo para los tipos de sociedad en los que se
exige que consistan en obligaciones de dar. En las sociedades anónimas, en
las de responsabilidad limitada y en las en comandita respecto del capital
comanditario, el aporte deberá ser de bienes determinados, susceptibles de
ejecución forzada”. La severidad del régimen se justifica por cuanto el único
respaldo por las obligaciones sociales que se contraigan es el patrimonio social
que se forma con el capital que se aporta.
Del artículo 228 en adelante, hay normas especiales sobre el aporte que
tienden a asegurar que el aporte se haga efectivo, por cuanto en estas
sociedades sólo existe responsabilidad de la sociedad con su patrimonio.
La Ley no incorpora mecanismos de contralor de la efectividad del aporte y de las
avaluaciones; pero se crean responsabilidades personales de los socios (art. 229).
El artículo 229 establece que los socios garantizarán solidariamente a los terceros
por la integración de los aportes y el valor de los aportes en especie. El artículo 229
es un refuerzo más del principio de la realidad del capital con el fin de asegurar un
sustento patrimonial a la sociedad.
Si en un contrato de sociedad se establece que un socio aportó dinero y en realidad
no hizo ese aporte, todos los socios serán solidariamente responsables frente a
terceros. Esa garantía se puede hacer efectiva por los terceros interesados.
El socio de una sociedad de responsabilidad limitada no asume responsabilidad por
obligaciones sociales; pero responde frente a terceros por la realización efectiva de
los aportes y por el valor que se les asignó. Como la responsabilidad no puede ser
ilimitada en el tiempo, se estableció que esa responsabilidad se ha de tener por dos
años.
En el inciso 4 del artículo 229 se establece que no podrá impugnarse la avaluación si
se hizo por peritos designados judicialmente.
En el inciso 2 del artículo 229, se prevé la hipótesis de transferencia de cuotas.
El artículo 229 establece que si se transfiere la cuota, el o los adquirentes
responden con el o los enajenantes por la obligación de integrar el aporte. Se
trata de una responsabilidad frente a la sociedad y frente a terceros.
El inciso 3 del artículo 229 establece la ineficacia de cualquier pacto contrario. Como
se establece la ineficacia respecto a terceros y frente a la sociedad, puede
entenderse que este inciso 3 se refiere sólo al inciso 2, esto es, a la responsabilidad
en caso de transferencia de cuotas.
Cuotas suplementarias. Se prevén en el artículo 230 de la Ley. Supone que el socio
se obligue en el contrato a realizar su aporte de capital y además a efectuar un
aporte complementario sometido a la condición de que una determinada mayoría de
socios resuelva que se efectivice.
Se ha señalado que la razón de la creación del instituto de las cuotas suplementarias
está en la necesidad de créditos, que no es fácil de obtener para este tipo de
sociedades, o en la de realizar trabajos extraordinarios por un breve período de
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tiempo, de este modo, le permite a la sociedad contar con un futuro ingreso de fondos
genuinos a ser aportados por los socios evitado la necesidad de unanimidad, como
sería requerido para el caso de un aumento de capital no previsto en el contrato.
15.3) Capital
Una de las enunciaciones esenciales del contrato de sociedad es su capital que
expresa el valor de todos los bienes que los socios se obligan a aportar (en dinero o
en especie), en el momento de celebrase el acto constitutivo. El capital social
permanece invariable durante toda la vida de la sociedad, salvo que los socios
decidan su aumento o reducción, para lo que deberán modificar el contrato social. Por
el contrario, el patrimonio de la sociedad, esencialmente variable, es el conjunto de
los bienes, derechos y obligaciones de la misma.
En lo que refiere a las funciones que cumple el capital:
En las SRL, es la contrapartida de la exoneración de responsabilidad de los
socios por las obligaciones contraídas por la sociedad.
Sirve para la realización de las actividades de la sociedad para la obtención del
fin común, o sea, las ganancias.
En las sociedades de responsabilidad limitada se manejan dos conceptos de capital,
el suscrito y el integrado. El primero es el valor total de los bienes que los socios se
obligan a aportar al momento de celebrar el contrato social y el segundo es el valor
total de los bienes que los socios han efectivamente aportado en la SRL. Al momento
de la constitución cada socio debe integrar por lo menos el 50% del capital que haya
suscrito. El otro 50% en un plazo máximo de dos años. La Ley no estableció quien
debe decidir en qué plazo se debe integrar el 50% restante. La decisión
corresponderá a los socios y deberá ejecutarla los administradores. Si se trata de
aportes en especie se deben integrar totalmente al momento de su constitución.
Límites del capital
La ley establece límites mínimos y máximos al capital social. El máximo coincide con
el mínimo de las SA. Dichos valores se reajustan anualmente por el Poder Ejecutivo
acorde a la variación de la UR en los doce meses inmediatos anteriores. El límite
máximo se estableció en la medida que se pensó que estos tipos sociales están
destinados a emprendimientos de mediana envergadura económica y el mínimo como
forma de asegurarle a los acreedores la existencia de un capital que responsa por las
obligaciones de la sociedad. El capital de la SRL se debe expresar en moneda social.
15.4) Prestaciones accesorias
Las prestaciones accesorias son independientes de la obligación de aportar que tiene
los socios. Consiste en cumplir con prestaciones dinerarias que se establecen
contractualmente. Pueden ser prestaciones tales como la transferencia de un bien
mueble o de derechos. Pueden consistir en obligaciones de hacer o de no hacer. El
art. 73 establece que cuando las prestaciones accesorias sean conexas a cuotas de
SRL para su transferencia se requerirán las mayorías de la cesión de cuotas a
terceros.
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15.5) Cuotas
Con el nombre de cuota se designa a las partes en que se divide el capital de una
SRL y representan el aporte que cada socio efectúa a la misma y el conjunto de
derechos y obligaciones que se derivan de su calidad de socio. Todas las cuotas
sociales son de igual valor.
El art. 224 de la ley establece el valor mínimo que debe tener una cuota social, siendo
modificado a principio de cada año por el Poder Ejecutivo, según la variación de la
UR en los doce meses inmediatos anteriores.
Cada socio puede tener más de una cuota. Sin embargo cada una de ellas tiene la
característica de ser indivisibles. No pueden ser representadas en títulos negociables,
por lo que, la forma de trasmisión es a través del mecanismo de la cesión de cuotas
sociales previsto en los arts. 231 a 233.
15.5.1) Cesión de cuotas entre socios
En principio la trasmisión de cuotas entre socios es libre, salvo que por estipulación
contractual se establezca algún tipo de condición. Se podrá condicionar la trasmisión
pero nunca prohibirse tal como lo establece el art. 234.
Otra limitación a la trasmisión de cuotas entre socios es el caso de que se modifique
el régimen de mayorías, caso en el que se debe recurrir al procedimiento establecido
para la cesión de cuotas a terceros.
15.5.2) Cesión de cuotas a terceros
La sociedad de responsabilidad limitada es una sociedad que toma en consideración
la persona de los socios. Es por ello que se establece una serie de condiciones para
la cesión de cuotas a terceros. El socio cedente debe comunicar al resto de los socios
el nombre del cesionario y el precio de la cesión para que, en su caso, se impugne el
precio de las cuotas.
Recibida la comunicación del socio que pretende ceder sus cuotas, el resto debe
manifestar su aprobación dentro de los 15 días siguientes a la recepción de la misma.
Si la sociedad tiene más de cinco socios se deberá lograr la aprobación de los socios
que representen el 75% del capital. Si son menos de 5 socios la aprobación es por
unanimidad.
Si en ese plazo no hay pronunciamiento la ley presume la conformidad de los socios
y el cedente puede realizar la cesión.
La oposición por parte de los socios se debe efectuar por escrito estableciendo los
fundamentos de la oposición. En este caso, el socio que pretende ceder sus cuotas
se presenta ante el Juez competente, el que previa audiencia a la que deberán
concurrir el cedente, los socios opositores y el representante de la sociedad, decidirá
si existe justa causa de oposición a la cesión. La Ley establece que será justa causa
el cambio en el régimen de las mayorías. Si el juez autoriza la cesión, la ley confiere
al resto de los socios el derecho de preferencia se prorratearán las cuotas y si no
fuera posible se asignarán por sorteo.
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Si ningún socio ejerciera el derecho de preferencia o lo hicieron parcialmente, la


sociedad tiene la posibilidad de adquirir las cuotas sociales con utilidades o resolver
la reducción del capital social. Esto ameritará una resolución por parte de los socios,
que deberá pronunciarse en el plazo de los 10 días siguientes al plazo que los socios
tenían para ejercer el derecho de preferencia.
Quien ejerza el derecho de preferencia puede en forma concomitante impugnar el
precio de la cesión. En este caso el Juez deberá designar un perito que fijará el precio
de la cesión. El valor establecido por el perito será obligatorio salvo que:
Sea mayor que la cesión propuesta, lo que hará exigible este último; o
Que sea menor que el precio ofrecido por los impugnantes, en cuyo caso
deberán el mismo.
El contrato social podrá fijar pautas para la avaluación de las cuotas, estableciendo
un precio justo.
15.5.3) Muerte o incapacidad del socio
En el caso de las sociedades de responsabilidad limitada, a diferencia del art. 144 de
la ley, en el art. 235 no se establece que la sociedad se rescinda parcialmente por la
muerte o incapacidad del socio.
En este caso se pueden dar dos situaciones:
Que en el contrato se haya previsto el pacto de continuación con los herederos
o el cónyuge del socio fallecido o el curador incapaz: lo que pasarán a integrar
la sociedad.
Si no se ha previsto pacto de continuación, las cuotas del socio
fallecido/incapaz serán trasmitidas de acuerdo al procedimiento establecido en
el art. 232 de la ley.
15.3.4) Disolución y liquidación de sociedad conyugal
Deben aplicarse las disposiciones del art. 235. En el caso que se prevea la
continuación deberá esperarse a la liquidación para saber a cuál de los dos cónyuges
se le adjudican las cuotas.
15.4) Administración y representación
La administración puede estar a cargo de una o más personas, socias o no, que
puedan ser designadas en el contrato o en acto social posterior.
Si se trata de persona física se requiere que tenga capacidad para ejercer el comercio
y no tener prohibido el mismo según el art. 80 de la ley.
Si se trata de persona jurídica, el art. 82 establece que actuará a través de una
persona física.
En lo que refiere a los derechos, facultades y obligaciones de los administradores y
representantes, la ley en los capítulos de las SRL, hace una remisión a las
disposiciones de las sociedades colectivas. En perspectiva la existencia de un órgano
de administración, por lo que no es aplicable el art. 200 (en sede de colectivas) que
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establece que a la falta de designación sería administrada por cualquiera de los


socios indistintamente.
En materia de administración las disposiciones hay que conjugarlas con el art. 79 de
la ley. Dicha disposición establece que los administradores tendrán la gestión de los
negocios sociales. Luego cuando establece que comprende la gestión de los
negocios de la sociedad incluye dentro de esa noción del arrendamiento, el gravamen
(acto de administración extraordinaria) y la enajenación de los negocios sociales (acto
de disposición). El concepto de administración es mucho más amplio que el manejado
en derecho civil.
En lo que refiere a los representantes de la sociedad, serán los propios
administradores salvo que la ley o el contrato atribuyen funciones de representación a
algunos de ellos u otro régimen de actuación frente a terceros. La actuación de los
representantes obliga a la sociedad salvo que sus actos fueran notoriamente extraños
al objeto social.
El inciso 4° de dicho artículo estableció que las restricciones a las facultades de los
administradores y representantes, establecidas en el contrato o en acto posterior,
tendrán eficacia en la sociedad pero no perjudicarán a terceros. También se
establece que los actos realizados por los representantes en infracción a la
organización plural, de todas formas obliga a la sociedad cuando se trate de
obligaciones contraídas mediante títulos valores, por contratos de ausentes, de
adhesión o concluidos mediante formularios.
En los casos que los terceros conozcan restricciones a las facultades de los
administradores y representantes o que están actuando en infracción a la
organización plural, la sociedad no quedará obligada.
En sede de SRL, existe una remisión a las disposiciones de los directores de las SA
en caso que el órgano de administración sea colegiado.
En lo que refiere a la revocación de los administradores y representantes, la misma
no puede ser limitada. Si la designación fue condición expresa para la constitución de
la sociedad, podrán revocarse igual pero deberá invocarse justa causa. Los socios
que no estén conformes podrán ejercer el derecho de receso.
Son aplicables a las SRL las disposiciones generales de la ley en materia de
administración y representación, en cuanto al cese, a la remuneración o a los actos
en competencia con la sociedad. Estas disposiciones deben ser tomadas
particularmente en cuenta dado el rol que cumplen los administradores y
representantes en las SRL. En particular tener en cuenta los arts. 83, 84 y 85 de la
ley.
15.5) Reunión de socios
La Ley establece en el art. 239 que en las sociedades de menos de 20 socios, en
defecto de disposición contractual, la forma de reunirse, deliberar y adoptar
resoluciones, serán de aplicación de suposiciones sobre sociedades colectivas. En
realidad, en lo que refiere a las sociedades colectivas se establece la posibilidad que
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a voluntad se recabe por vía de consulta escrita y que las resoluciones se adoptarán
por mayoría.
En las sociedades de 20 o más socios, salvo previsión contractual en contrario, se
seguirán las disposiciones de las asambleas de SA. El medio para convocar a la
misma consistirá en la citación fehaciente dirigirá al último domicilio comunicado a la
sociedad. Se admite pacto en contrario.
La convocatoria puede hacerse por los administradores o por los socios. Es
conveniente que la convocatoria se realice por escrito, en dos ejemplares para que al
socio que se le notifique firme en señal de haber sido notificado de la reunión. En la
convocatoria se debe establecer el orden del día, para que los socios puedan ir
preparados a la misma. Si en la reunión están todos los socios presentes es posible
trata temas que no estén incluidos en el orden del día. Además en la convocatoria se
establece el día, la hora y el lugar de la reunión. Reunidos los socios, se designará al
presidente de la reunión que dirigirá el debate. También se designará a un socio a los
efectos de que redacte el acta de la reunión en la que constará el orden del día, los
debates suscitados y las resoluciones adoptadas. Discutido el asunto se pasará a la
votación.
Quórums: el cambio de objeto, prórroga, transferencia de domicilio al extranjero,
transformaciones, fusión, escisión, disolución anticipada o toda otra modificación que
imponga mayores obligaciones o responsabilidades a los socios se resolverá por
unanimidad en caso de ser menos de 20 socios. En caso de ser 20 o más se aplicará
las disposiciones de las SA. Es decir, mayoría absoluta de votos de accionistas
presentes. Los disidentes y ausentes tienen derecho de receso. El resto de las
modificaciones sociales requieren la unanimidad si la sociedad fuera de 5 socios o
menos, mayoría de capital si fueran más de 5 y menos de 20 y mayoría absoluta de
votos de accionistas presentes en caso de 20 o más socios.
Cualquier otra resolución, inclusive la designación de administrador, representante,
liquidador requerirá la mayoría absoluta de capital si son menos de 20 socios y
mayoría absoluta de accionistas presentes en el caso que fueran 20 o más socios.
Todas estas disposiciones a los quórums admiten pacto en contrario. Cada cuota
social da derecho a un voto. En el caso que el socio tenga un interés contario a la
sociedad debe abstenerse de votar. Si vota, será responsable de los daños y
perjuicios que irrogue.
15.6) Fiscalización
Si la SRL tiene 20 o más socios será obligatoria la sindicatura o comisión discal.
También será obligatoria en aquellos casos que el propio contrato lo prevea. En los
casos que esta exista, los derechos de los socios respecto a su derecho de
información se verá canalizado a través del órgano de fiscalización, no siendo posible
reclamarlo en forma personal. Sin perjuicio de ello los socios que representen el 10%
del capital integrado podrán solicitar una exhibición de libros (art. 339).
16) Sociedades anónimas
16.1) Introducción
Resumen DERECHO COMERCIAL

La sociedad anónima es uno de los tipos societarios regulados por la Ley 16.060
(LSC), que dan nacimiento a una persona jurídica, caracterizado por la
representación de la participación social en acciones, la irresponsabilidad del
accionista y la relevancia del capital.
16.2) Concepto, caracterización y clases
16.2.1) Sociedad anónima como contrato
La sociedad anónima es un contrato. El art. 1.247 del Código Civil proporciona la
siguiente definición de contrato: "Contrato es una convención por la cual una parte se
obliga para con la otra o ambas partes se obligan recíprocamente a una prestación
cualquiera, esto es, a dar, hacer o no hacer alguna cosa. Cada parte puede ser una o
muchas personas".
Como quiere el art. 1 de la LSC, la sociedad anónima constituye un acuerdo de
voluntades por el cual los contratantes se obligan a realizar aportes para destinarlos a
realizar una actividad económica y participar en las ganancias y pérdidas que ella
genere. El acuerdo se recoge en un documento que se llama indistintamente contrato
o estatuto. Ambos términos son considerados como sinónimos por la LSC (art. 250,
inc. 2).
Este contrato tiene las siguientes características: es un contrato plurilateral porque es
celebrado por más de dos personas; es un contrato de organización porque es
celebrado con el ánimo de colaborar en forma organizada; es un contrato consensual
porque no se requieren solemnidades cuya inobservancia afecte la validez del
contrato; es un contrato oneroso porque cada socio se obliga en beneficio de los
demás y del propio. De la utilización en común de los bienes aportados todos sacan
provecho.
Además, es un contrato que da nacimiento a un nuevo sujeto de derecho. El contrato
de sociedad comercial es un contrato que tiene la particularidad de dar nacimiento a
una persona jurídica. Así lo establece el art. 2 de la LSC y lo confirma el art. 278.
a) Sobre la pluridad de fundadores o suscriptores
La Ley prevé dos modalidades de constitución: por acto único y por suscripción
pública. Existen algunos elementos comunes en las dos modalidades, que hemos de
señalar a continuación. En las dos modalidades de constitución de la sociedad
anónima se requiere, básicamente, un sustrato personal: una pluralidad de
fundadores, dos o más, que celebren el contrato inicial o una pluralidad de
suscriptores, dos o más, que se reúnan en la asamblea constitutiva. Ello se concilia
con el artículo 1 que, al definir a la sociedad, se refiere al acuerdo de dos o más
personas.
En la constitución por acto único, el contrato se confecciona por los fundadores,
quienes no tienen por qué ser necesariamente los futuros socios o accionistas de la
sociedad. En la constitución por acto sucesivo, el contrato se aprueba en asamblea
de suscriptores, por mayoría.
Los fundadores y suscriptores pueden ser personas físicas o jurídicas. La estructura y
reglamentación de la Ley permite, expresamente, la participación de personas
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jurídicas en la celebración de contratos de sociedad. La nueva ley lo precisa, al


establecer en el artículo 1 que en la sociedad pueden participar personas físicas o
jurídicas. Quizás era innecesaria la precisión del artículo 1, pues podría
sobreentenderse que las personas jurídicas, dotadas de capacidad, pueden celebrar
todo tipo de negocio jurídico pero se estableció, expresamente, para descartar
cualquier duda al respecto.
La Ley, también, admite que una persona jurídica puede adquirir participaciones en
sociedades anónimas ya constituidas. En consecuencia, una persona jurídica puede
adquirir la calidad de socio en forma originaria, celebrando un contrato social o en
forma derivada, adquiriendo acciones de una sociedad ya constituida. La Ley no sólo
lo admite sino que, además, lo reglamenta con disposiciones sobre participaciones
societarias, sociedades vinculadas y sociedades controladas, contenidas en la parte
general de la Ley pero que son especialmente aplicables al tipo sociedad anónima.
La sociedad anónima de un solo socio
En nuestro concepto, la Ley 16.060 ha excluido la sociedad de un solo socio porque,
conceptualmente, sería incongruente. Entendemos que si se quiere permitir que una
persona pueda actuar en el mundo de los negocios – sin afectar todo su patrimonio –
deben arbitrarse soluciones legales específicas y no acudir al negocio societario que,
por definición, es un instrumento para responder al fenómeno asociativo por el cual se
unen esfuerzos y capitales de dos o más personas, para trabajar en común. Por otra
parte, cuando la sociedad anónima es de un solo socio, generalmente, se han de
configurar situaciones que justifiquen la aplicación de las normas sobre prescindencia
de la personalidad jurídica.
En las legislaciones francesa y belga, que lo han admitido, lo han hecho
restrictivamente y sólo se autoriza para las sociedades de responsabilidad limitada y
con algunas limitaciones adicionales. En la Ley brasileña, se permite que una
sociedad constituya otra sociedad creando las figuras de sociedad matriz y sociedad
filial, autorizando así la sociedad anónima de un solo socio pero se crea una especial
disciplina y reglamentación al efecto de regular esta situación de carácter
excepcional.
Sin embargo, la posibilidad de una sociedad anónima de un solo accionista podría
discutirse cuando se pretende conciliar algunas normas dispersas en materia de
rescisión parcial y disolución. Este podría ser el caso de los artículos 156 y 159 de la
Ley 16.060.
El artículo 156 se encuentra en la Sección XIII, Subsección I de la Ley, referida a la
rescisión parcial. En ese marco, el artículo 156 admite que, transitoriamente, una
sociedad permanezca con un solo socio.
Como principio general, las normas de la Subsección I se aplican a todos los tipos
sociales, salvo a los accionistas de la sociedad anónima y de las en comandita por
acciones, según dispone el artículo 158. A estos accionistas se les aplica sólo los
artículos 151, 154, 155 incisos 1 y 3. También, se les aplica las normas de esta
Subsección, en aquellos casos en que otras disposiciones de la Ley así lo dispongan
(art. 158, parte final).
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La Subsección II se aplica a todos los tipos sociales sin excepción. El artículo 159
enumera causales de disolución para todos los tipos sociales.
Dentro de este encuadre general, el numeral del artículo 159 dispone que es causal
de disolución de cualquier sociedad de cualquier tipo, la reducción del número de
socios a uno. Ese mismo apartado se remite al artículo 156, que da opciones al socio
que queda, entre las cuales se incluye la de recomponer la pluralidad para evitar la
disolución. Se confiere el plazo de un año para el ejercicio de esta opción.
Primera interpretación posible
Como el artículo 156 se ubica en la Subsección referente a la rescisión parcial, que
por el artículo 158 no sería aplicable a los accionistas, salvo excepción, podría
sostenerse que a las sociedades anónimas no se les aplica el artículo 159, numeral 8,
pues éste se remite al artículo 156 que la Ley declara no aplicable a las sociedades
anónimas. Por lo tanto, podría haber una sociedad anónima reducida a un solo socio
y ello no sería causa de disolución. También, puede sostenerse que no se aplica el
artículo 159, numeral 8, sólo en su remisión al artículo 156 y, entonces, la sociedad
anónima se disolverá necesariamente sin tener la opción que da el artículo 156.
Segunda interpretación posible
El artículo 158 dispone que no se aplica a las sociedades anónimas las normas de la
Subsección I sobre rescisión parcial, salvo en los casos en que la Ley lo disponga.
Puede entenderse que la remisión del numeral 8 del artículo 159 hace aplicable el
artículo 156 a todos los tipos sociales, sin distinción. El artículo 159, numeral 8,
incorpora una excepción al principio general enunciado en el artículo 158. La
aplicación del artículo 159, numeral 8, y del artículo 156, ha de interesar
fundamentalmente a terceros que tendrán la carga probatoria consiguiente, que ha de
revestir gran dificultad.
b) Estipulaciones contractuales
Por disposición de la Ley, el contrato de sociedad anónima debe contener ciertas
enunciaciones que se relacionan con la formación del capital, con su estructura, su
funcionamiento, extinción y liquidación. En principio, existe amplia libertad para la
adopción de cláusulas convencionales sobre todas estas materias, salvo ciertas
normas legales, de carácter imperativo que no admiten pacto en contrario y que se
incluyeron en atención a especiales intereses tutelados.
El carácter imperativo de algunas normas legales, resultará del análisis cuidadoso de
cada una de ellas, interpretando el fin seguido por el legislador. En algunos artículos,
la Ley contiene soluciones que admiten pacto contrario, porque así lo dice su propio
texto. En general, cuando una disposición de la Ley impone una determinada regla
sin prever el pacto contrario, debe entenderse que estamos ante una norma
imperativa.
Para el caso de imprevisión contractual, la Ley aporta soluciones supletorias.
Por lo tanto, en la redacción del estatuto, los fundadores deben tener cuidado de no
incluir estipulaciones contrarias a las normas imperativas de la Ley. También, tendrán
que prestar especial atención a las soluciones supletorias de la Ley.
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Los fundadores o promotores deben tener presente, respecto a cada término de la


contratación y en cuanto a las previsiones para el funcionamiento futuro de la
sociedad, que se constituye, si la respectiva previsión legal es o no imperativa. Si es
imperativa, el estatuto debe adaptarse a ella. Si se incluye una estipulación contraria
a la norma legal imperativa, seguramente el estatuto será observado por el órgano de
control estatal. No obstante, entendemos que la norma estatutaria que contraríe la
norma legal imperativa no será válida, aun cuando haya pasado el tamiz del control
estatal y del control registral. La situación regulada por la estipulación inválida,
quedará sometida al régimen legal.
Si la solución no es imperativa, pero la Ley contiene una previsión supletoria de la
voluntad de los contratantes para el caso de omisión, se apreciará si la solución legal
es buena y sirve para el caso concreto o si es mejor adoptar una solución diferente,
que se adapte mejor a las necesidades de quienes se asocian y de la explotación que
se proponen realizar.
Las estipulaciones que debe contener el contrato de sociedad anónima, están
dispuestas en el artículo 6 y siguientes, y en el artículo 251 de la Ley. Estas
estipulaciones que como mínimo debe contener el contrato de sociedad anónima son
las siguientes:
Individualización de los otorgantes
La individualización de los otorgantes, se realiza fundamentalmente, a través de la
denuncia de sus datos personales (nombre y apellidos, nacionalidad, estado civil y
domicilio si son personas físicas; si son personas jurídicas los datos serán la
denominación, el domicilio, la sede, el lugar y fecha de su constitución y de su registro
en el Registro Nacional de Comercio). En la constitución de la sociedad anónima se
requiere, básicamente, un sustrato personal: una pluralidad de fundadores, dos o
más, que celebren el contrato inicial. Ello se concilia con el artículo 1 que, al definir a
la sociedad, se refiere al acuerdo de dos o más personas. Los datos individualizantes
de estas personas deben estar estipulados en el contrato.
En la constitución por acto único, el contrato se confecciona por los fundadores,
quienes no tienen por qué ser necesariamente los futuros socios o accionistas de la
sociedad. En la constitución por acto sucesivo, el contrato se aprueba en asamblea
de suscriptores, por mayoría.
Los fundadores y suscriptores pueden ser personas físicas o jurídicas. La estructura y
reglamentación de la Ley permite, expresamente, la participación de personas
jurídicas en la celebración de contratos de sociedad. La Ley lo precisa, al establecer
en el artículo 1 que en la sociedad pueden participar personas físicas o jurídicas.
Indicación del tipo
Se debe estipular expresamente que se adopta el tipo de sociedad anónima
Denominación
Se debe adoptar una denominación. La denominación se exige en el artículo 6; pero
el artículo 12 contiene más previsiones. El segundo inciso del artículo 12, establece la
regla de la libertad en la elección y formación de la denominación. Puede ser un
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nombre que indique el objeto social o una designación de fantasía. También, puede
ser una sigla. Se prevé que se pueda incluir el nombre de personas físicas en cuyo
caso, por reglas generales, se deberá contar con su autorización. Con este régimen
liberal, se adopta el sistema vigente en nuestros usos comerciales.
La única prohibición se contiene en el inciso 3. No se puede usar denominación ni
siglas iguales o semejantes a las adoptadas por otras sociedades preexistentes. El
inciso 1 del artículo 12, dispone que en la denominación se debe incluir una
referencia al tipo social, en forma completa, abreviada o mediante sigla. Por ejemplo,
en una sociedad anónima puede establecerse como denominación “La Margarita
sociedad anónima” o “La Margarita Soc. Anónima” o “La Margarita sociedad
anónima”.
El artículo 245 de la Ley, dispone el uso de la denominación y del tipo en la actuación
de la sociedad. La sanción se dispone en ese artículo: “Actuarán bajo una
denominación social (artículo 12) con indicación del tipo societario. La omisión de esa
indicación hará responsables individual y solidariamente a los administradores,
representantes o firmantes, según el conocimiento o participación de cada uno de
ellos en el acto realizado.” (énfasis nuestro).
Objeto social
Se debe mencionar la actividad económica que se va a emprender. El objeto debe ser
determinado.
En la práctica, se solía incorporar a los estatutos una larga enunciación de giros, con
la finalidad de que la sociedad pudiera iniciar cualquiera de ellos una vez constituida o
para remitir que la sociedad abarque, después de un tiempo, nuevos giros sin
necesidad de modificar los estatutos. Entiendo que esa práctica, no debe mantenerse
y que en el estatuto debe preverse un objeto, que puede ser múltiple y abarcar giros
relacionados y conexos pero sin llegar a una indefinición.
Recordemos, además, que si para realizar una actividad económica civil, se adoptó
cualquiera de los tipos previstos por esta ley, la sociedad es comercial (art. 4).
Capital
El capital debe figurar en el contrato. Debe expresarse en moneda nacional excepto
las S.A.F.I. que pueden expresar su capital en moneda extranjera. El elemento capital
está explicado más extensamente en el apartado dedicado a constitución de sociedad
anónima
Acciones
La representación de la participación social en acciones, según se dijo, es un rasgo
caracterizante del tipo sociedad anónima. Por ello debe figurar necesariamente en el
contrato.
El estatuto debe prever el valor nominal de cada acción. La Ley no fija un valor
mínimo ni un valor máximo; impone que las acciones deberán ser de igual valor
nominal expresado en moneda nacional (art. 296), con la excepción de lo establecido
para las sociedades financieras de inversión (Ley de 1.948).
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El estatuto debe establecer la forma de las acciones a emitir: al portador, nominativas


(endosables o no) o puede establecerse que no se emitirán (arts. 303 y 304). Se
puede prever la emisión de títulos representativos de una o varias acciones (art. 296).
También, puede preverse la emisión de series de acciones, con especiales derechos
de cada serie, como por ejemplo, atribuyendo a los tenedores de las distintas series
la designación de uno o más directores de tal modo que los distintos grupos de
accionistas tengan representación en la administración.
Domicilio
En el estatuto debe indicarse el domicilio social. El artículo 13 de la Ley hace una
distinción entre domicilio y sede. En sus incisos 1 y 2, establece: “El domicilio de la
sociedad será el departamento, ciudad o localidad donde se establezca su
administración. La sede de la sociedad será la ubicación precisa de su administración
dentro del domicilio.”
Domicilio es el departamento, por ejemplo, Soriano, o la ciudad o localidad, por
ejemplo, Mercedes. Sede, es la calle y número dentro de la ciudad o localidad.
Lo que debe figurar en el contrato es el domicilio. La Ley no prohíbe que en el
contrato se establezca a sede; pero no se impone. Si la sede figurara en el contrato,
ello crearía dificultades prácticas pues, toda vez que se quiera cambiar, habrá que
modificar el contrato cumpliendo con todos los requisitos de una modificación del
contrato social. En cambio la sede, no incluida como enunciación en el contrato,
podrá variar toda vez que sea necesario o conveniente sin necesidad de tocar el
contrato.
Si el contrato no dice nada, la sede deberá ser adoptada por el administrador, pues
ello es un acto típico de administración. No debe cumplirse ninguna formalidad más
que una comunicación al Registro, que la incluirá en el legajo de la sociedad (art. 11).
Plazo
Toda sociedad debe tener un plazo determinado. El plazo debe figurar en el contrato
(art. 6). Para otros tipos sociales, el artículo 15 dispone que no podrán ser pactadas
con un plazo superior a treinta años; pero no hay límite máximo en el plazo de una
sociedad anónima , por lo dispuesto en el artículo 251.
Pacto sobre ganancias y pérdidas
Para este pacto hay normas de carácter general y otras especiales para el tipo. El
artículo 6 impone incluir en el contrato una estipulación sobre la forma en que se han
de distribuir ganancias y pérdidas. Si nada se estipula, el artículo 16 contiene una
norma supletoria. Dice así: “Las ganancias y pérdidas se dividen entre los socios en
proporción de sus respectivos aportes, a no ser que otra cosa se haya estipulado en
el contrato.
De haberse previsto sólo la forma de distribución de las ganancias, ella se aplicará
también para al división de las pérdidas y viceversa.”
De manera que, el principio general en la materia es que las utilidades se repartan en
proporción al aporte. El aporte da la medida de todos los derechos del socio. El
mismo criterio sirve para la división de las pérdidas.
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Se admite un pacto distinto, siempre que no implique privación de utilidades para un


socio o una participación ínfima o desproporcionada o un pacto que implique que un
socio no ha de soportar pérdidas. Un pacto de este tipo sería nulo (art. 25).
Si en el contrato se previó una fórmula especial para la distribución de utilidades, ella
se aplicará para la división de las pérdidas si nada se hubiere establecido y viceversa.
En especial, para sociedad anónima, la Ley permite la emisión de acciones
preferidas, con preferencia en la distribución de utilidades (art. 323).
De acuerdo a la Ley, el Directorio debe formular un proyecto de distribución de
utilidades al fin de cada ejercicio y, ese proyecto, se somete a la asamblea Ordinaria
de Accionistas, quien lo aprobará o no (arts. 87 y 98). En los estatutos se pueden
establecer estipulaciones especiales previendo, por ejemplo, reservas
convencionales, el pago de retribución a directores, cierto porcentaje de utilidades
para obras sociales, distribución de cierto porcentaje de utilidades para empleados,
etc. Aunque hay límites en la Ley, que son inderogables. En efecto, se impone por la
Ley un dividendo mínimo obligatorio (art. 320), reserva legal mínima obligatoria (art.
93 como norma general para todos los tipos) y tope a las retribuciones de los
administradores o directores (art. 385).
En conclusión, como principio general, en las sociedades comerciales, las utilidades
se distribuyen, y las pérdidas se soportan, en proporción al aporte realizado por cada
socio. Se admite un pacto distinto siempre y cuando ello no signifique privar de
utilidades a un socio, o acordarle una proporción ínfima o desproporcionada. Lo
mismo cabe respecto a las pérdidas. Un pacto de este tipo sería nulo. Para sociedad
anónima la Ley permite la emisión de acciones preferidas, con preferencia en la
distribución de utilidades (artículo 323). De acuerdo a la Ley, el Directorio debe
formular un proyecto de distribución de utilidades al fin de cada ejercicio y ese
proyecto se somete a la Asamblea Ordinaria de Accionistas, que lo aprobará o no
(artículos 87 y 98).
Régimen de administración
El contrato debe regular el régimen de administración de la sociedad, pudiendo
incluso contener designaciones de los primeros titulares de los órganos de
administración y fiscalización. De la misma forma, el estatuto puede contener la
designación de los integrantes del primer directorio o establecer que los fundadores
designarán los primeros directores.
Causales de disolución y procedimiento de liquidación
La Ley prevé las causales de disolución en el artículo 159. Estas causales se pueden
ampliar o restringir en el estatuto. El procedimiento de liquidación se regula por la
Ley en los artículos 167 y siguientes sin perjuicio de que el estatuto puede contener
una regulación distinta para aquello que no sea de orden público.
16.2.2) La sociedad anónima como persona jurídica
a) Consecuencias de la atribución de personalidad jurídica a las sociedades
anónimas
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Ser persona jurídica para una sociedad supone ser un ente con capacidad de
adquirir, de uso y de goce de los bienes adquiridos y de contratar y obligarse en el
mundo de los negocios, celebrando toda clase de actos jurídicos, dentro de la esfera
del objeto social. Actúa jurídicamente, celebrando actos con terceros, mediante sus
órganos de administración y la figura del representante (art. 386).
Como consecuencia de la personalidad jurídica, la sociedad anónima tiene sus
propios derechos y obligaciones, su propio patrimonio (garantía de los acreedores
sociales) y sus propias responsabilidades tanto frente a los terceros como frente a los
accionista.
b) ¿Desde cuándo es persona jurídica la sociedad anónima?
Según el artículo 2 de la Ley 16.060, la sociedad comercial es sujeto de derecho sin
ningún condicionamiento formal. Celebrado el contrato social, nace un nuevo sujeto
de derecho. Esta disposición general es enteramente aplicable a la sociedad
anónima, por lo que ésta, también, adquiere personería jurídica desde el momento de
la celebración del contrato social.
La celebración del contrato puede coincidir, en las sociedades anónimas constituidas
por acto único, con el acto en que los fundadores firman el contrato social. En el caso
de las sociedades anónimas constituidas por suscripción pública, la celebración del
contrato se produce en la asamblea constitutiva en que los suscriptores de acciones
aprueban el estatuto social.
Si no se cumple con la firma del estatuto social, estaremos en el ámbito de las
sociedades de hecho que, también, cuentan con personería jurídica. Si se firmó el
estatuto pero no se inscribió en el Registro Nacional de Comercio, no se sometió al
contralor de la Auditoría Interna de la Nación o no se publicó un extracto del estatuto,
nos encontraremos en una hipótesis de sociedad en formación (si todavía se está en
tiempo de cumplir con los requisitos de regularidad referidos) o en una hipótesis de
sociedad irregular (si se dejaron vencer los plazos respectivos).
16.2.3) Clases de sociedad anónima
Las sociedades anónimas pueden clasificarse siguiendo distintos criterios.
Atendiendo al origen del financiamiento de la sociedad anónima, la Ley 16.060 las
clasifica en abiertas y cerradas.
Sociedad anónima abierta
Las sociedad anónima abiertas son aquellas que recurren al ahorro del público en
busca de financiamiento (emisión de obligaciones negociables) o para constituir su
capital fundacional (constitución por suscripción pública) o para aumentarlo (emisión
pública de acciones). También, será abierta la sociedad controlada o controlante de
una abierta. El carácter de abierta de una, tiñe y arrastra a la otra a esa clase, pese a
ser cerrada.
Emisión de acciones en la Bolsa de Valores
Constitución por suscripción pública: Cuando la sociedad utiliza este
método para integrar su capital fundacional, necesariamente, se constituirá por
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suscripción pública. El régimen de constitución por suscripción pública fue


analizado en otra página, a la que nos remitimos.
Emisión pública de acciones: Puede suceder que una sociedad anónima ya
constituida por acto único, deba aumentar su capital. Si esto es así, la Ley
ordena ofrecer las nuevas acciones a los accionistas en virtud de su derecho
de preferencia. Si los accionistas no quieren adquirir estas acciones, entonces
las mismas pueden ofrecerse al público en general. En este caso, la sociedad
que nació cerrada, se convertirá en abierta pues recurrió al ahorro del público
para aumentar su capital.
Sociedades anónimas cerradas
Las sociedades anónimas cerradas son aquellas que no recurren al ahorro público
para formar su capital fundacional o para aumentarlo. En estas sociedades, el capital
se nutre de los aportes que integran o suscriben los fundadores al celebrar el contrato
social. En otras palabras, la obtención de este capital es enteramente privada.
Conversión de una clase a otra
El artículo 249 de la Ley permite que una sociedad anónima abierta se convierta en
cerrada y viceversa, con mayor o menor dificultad dependiendo del cambio que se
pretenda efectuar. Si la conversión se da de una sociedad anónima cerrada en
abierta, el procedimiento es relativamente sencillo, puesto que supone imponerle
mayores controles y exigencias debido a que, a partir de la conversión, en la sociedad
estará involucrado el público a través de su ahorro. En este caso la conversión de
cerrada en abierta se efectúa de pleno derecho, es decir automáticamente, por el sólo
hecho de recurrirse al ahorro del público, ya sea a través de la cotización de acciones
en la Bolsa o a través de la emisión pública de valores.
Si la conversión se realiza de una sociedad anónima abierta en cerrada, el
procedimiento es más complicado porque los derechos del público ahorrista no
pueden verse menoscabados por la conversión. Para proceder a la conversión deben
darse las siguientes condiciones: 1. haber permanecido abierta por un lapso de cinco
años; 2. la conversión debe ser resuelta en asamblea extraordinaria de accionista por
una mayoría especial: más del 50 % del capital integrado, es decir, efectivamente
aportado.
a) Diferencias entre las sociedad anónima abiertas y las sociedad anónima
cerradas
A continuación, haré una enunciación de las normas particulares para las sociedades
de estos subtipos.
Diferencias relacionadas con los órganos sociales
En cuanto a las asambleas: En las sociedades anónimas abiertas
necesariamente debe convocarse a las asambleas por publicaciones (art. 345).
En las cerradas, puede prescindirse de las publicaciones, convocando a los
accionistas por citaciones personales (art. 348).
En cuanto al directorio: La sociedad anónima abierta, necesariamente debe
tener directorio. No se admite el administrador único (art. 375). La sociedad
anónima cerrada puede designar director o manejarse con un administrador. El
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directorio de la sociedad anónima abierta debe reunirse por lo menos una vez
al mes (art. 386). El directorio de la cerrada podrá reunirse con menor
frecuencia.
En cuanto al órgano interno de fiscalización: La fiscalización privada es
obligatoria para las abiertas y facultativa para las cerradas (art. 387). El artículo
398 establece restricciones para la designación de los integrantes del órgano
fiscal de una sociedad anónima abierta.
Diferencia relacionada con el órgano de control externo
En principio, la Ley 16.060 contiene una norma que se aplica a sociedades anónimas
abiertas y cerradas, en cuanto al control estatal. El primer inciso del artículo 409
dispone: “Toda sociedad anónima quedará sometida a la fiscalización del órgano
estatal de control respecto a la constitución y modificación de su contrato social, así
como a su disolución anticipada, transformación, fusión, escisión y cualquier variación
de capital social".
Ya en el segundo inciso del artículo 409, se marca una diferencia sustancial en
cuanto a las facultades de control de la Auditoría Interna de la Nación: "Las sociedad
anónima abiertas quedarán sujetas, además, al control estatal durante su
funcionamiento y liquidación”.
A los efectos del contralor del funcionamiento y la liquidación de las sociedades
anónimas abiertas, la Ley establece, especialmente para éstas, las siguientes
exigencias.
En cuanto a la convocatoria y funcionamiento de las asambleas: Las
sociedades anónimas abiertas deben acreditar ante la Auditoría el
cumplimiento de todas las publicaciones dispuestas por la Ley (art. 414 inc.
3).Las abiertas deben remitir a la Auditoría las copias o fotocopias de las actas
de sus asambleas y copias del Libro de Registros de Asistencia de Accionistas
(art. 414 inc. 1). La Auditoría podrá designar un funcionario para que asista a
las asambleas de las sociedades abiertas con fines de contralor. Para ello, se
le debe comunicar la convocatoria con debida anticipación (art. 415).
En cuanto a la integración del directorio y del órgano de fiscalización:
Deben comunicar cambio de integración del directorio y del órgano de
fiscalización interno (art. 414 inc. 2).
Visación y publicación de estados contables: Se dispone la visación de
estados contables de la abierta. La Auditoría podrá examinar la contabilidad y
documentación social, a los efectos de la visación (art. 416). Se impone,
además, la publicación de los estados contables visados.
Diferencia relacionada con los derechos patrimoniales
En las sociedades anónimas abiertas se admite el pago de intereses sobre las
acciones. Lo dispone el artículo 101, con carácter excepcional. Dice así: “En las
sociedad anónima abiertas, el estatuto o la asamblea de accionistas podrán disponer
que mientras la sociedad no inicie sus operaciones comerciales se pague a los
accionistas un interés sobre sus acciones cuya tasa podrá exceder la de los títulos de
deuda pública en moneda nacional no reajustable. Ese interés no podrá pagarse por
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un período que exceda de tres años y su importe se incluirá entre los gastos de
constitución y de primer establecimiento, los que serán amortizados en el plazo
máximos de cinco años a partir del cese del pago de los intereses.”
16.2.4) Caracteres tipificantes
En la Ley de Sociedades Comerciales 16.060 de 1989 (LSC) se caracteriza a la
sociedad anónima como un tipo diferenciado de otros tipos sociales por rasgos que
son tradicionales. En el art. 244, bajo el nombre “Caracterización”, se establecen
como rasgos caracterizantes: el capital dividido en acciones, la posibilidad de
representarlo en títulos negociables y la responsabilidad limitada de los socios. Otros
rasgos resultan del contexto legal. Hemos de enunciar los rasgos tipificantes, sin
perjuicio de volver sobre su análisis en otros pasajes de este trabajo.
a) Caracteres mencionados en el artículo 244
División del capital en acciones: El capital se fracciona en partes que se
llama acciones, lo cual permite que se integre por un gran número de personas
(art. 244). Este carácter, sirve como instrumento para recoger aportes de
multiplicidad de personas, con las cuales se implantan industrias o se instalan
comercios o se realizan actividades financieras, etcétera. Las acciones en que
se fracciona el capital son integradas por los aportantes interesados. Al cumplir
la integración, el aportante adquiere el status de socio o accionista. La
integración del valor de la acción se contabiliza en la sociedad y la sociedad
libra y emite un título o papel denominado “acción” que representa la
participación de su portador en el negocio societario.
Posibilidad de representación de las acciones en títulos negociables: La
palabra acción tiene una doble acepción: fracción de capital y título que
representa la fracción. En tanto título, la acción es un documento numerado en
que se consigna la calidad de accionista de su portador, creada por un acto
unilateral (se suscribe sólo por la sociedad). La LSC la considera como una
cosa mueble transmisible. El art. 316 de la LSC dispone que a las acciones se
les aplicarán las normas sobre títulos valores en cuanto no sean modificadas
por esta ley. La posesión de una acción atribuye a su titular la calidad de socio
o accionista de la sociedad anónima. La acción representa el conjunto de
derechos y obligaciones integrantes de la condición de socio.
Irresponsabilidad del accionista por deudas sociales: En todos los tipos
sociales, todos los socios soportan las pérdidas con los aportes vertidos al
patrimonio social y con las sumas prometidas aportar, pero cambia de tipo a
tipo el régimen de responsabilidad de los socios frente a terceros. En la
sociedad anónima, por las deudas sociales, sólo responde el patrimonio social
formado inicialmente por el aporte de los accionistas. En las sociedades
anónimas, los accionistas no son responsables frente a terceros. El socio se
obliga a integrar el capital que suscribió y debe a la sociedad lo prometido
aportar, pero no responde con sus bienes particulares frente a los acreedores
sociales. No es llamado a responder en subsidio como los socios de las
sociedades colectivas. La separación o independencia patrimonial entre el
patrimonio social y el patrimonio de cada accionista es absoluta.
Resumen DERECHO COMERCIAL

16.3) Constitución de la sociedad por acto único y por suscripción pública.


Requisitos y trámites
Las sociedades anónimas se pueden constituirse:
Por acto único
Por suscripción pública
16.3.1) Constitución por acto único
En rigor, no se trata de una constitución por un único acto, puesto que la constitución
regular de la sociedad anónima implica el cumplimiento de una serie de trámites y
etapas, caracterizados por la fijación de plazos perentorios para su cumplimiento. Las
grandes etapas para la constitución por acto único son las siguientes.
Etapa de celebración del contrato social
Las estipulaciones mínimas del estatuto resultan de los artículo 6 y siguientes; del
artículo 251 y de otras disposiciones de la Ley. En este punto nos remitimos al
numeral destinado a considerar a la sociedad anónima como contrato.
Suscripción e integración de capital
Si la integración es en efectivo, los importes se deben depositar en una institución
bancaria en una cuenta a nombre de la sociedad en formación, bajo el rubro “Cuenta
de integración de capital” (art. 219). Si la integración es en especie, debe hacerse la
trasmisión del bien del aportante a la sociedad, representada por los fundadores. En
este caso, deberá extenderse un documento para poder probar que se efectuó esa
trasmisión, en que, por ejemplo, el aportante declare que transfiere la propiedad de
un determinado bien, a título de aporte y que en ese acto lo entrega a los fundadores
que declaran recibirlo.
En el proceso de constitución regular, los fundadores deberán acreditar los valores
ante el órgano estatal de control. Dentro de esta mecánica, la avaluación deberá
obtenerse con carácter previo o simultáneo a la firma del contrato de constitución.
Necesariamente, los fundadores, al firmar el contrato ya han de tener la avaluación en
las formas dispuestas por el artículo 282 o el avalúo de peritos
El artículo 256 establece: “Los fundadores, a efectos de la constitución de la
sociedad o cumpliendo con precisas estipulaciones del contrato, podrán emplear total
o parcialmente el monto depositado o los bienes aportados en especie por integración
del capital, bajo las responsabilidades del caso.”
Se trata de normas que cambian el régimen hasta ahora vigente, en que el dinero
permanecía en la cuenta del Banco de la República Oriental del Uruguay hasta la
terminación del proceso. Los fundadores pueden hacer uso del dinero y de los bienes
en especie aportados, puesto que también pueden anticipar la ejecución del objeto
social según el régimen previsto por el artículo 20. El artículo 256 hace salvedad de
las responsabilidades del caso.
a) Etapa regularizadora
Presentación del contrato a la Auditoría Interna de la Nación
Tanto en la constitución por acto único como en la constitución por suscripción
pública, se somete el contrato al contralor de la Auditoría Interna de la Nación. La
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Auditoría Interna de la Nación ejerce un control de legalidad y controla, además, las


suscripciones e integraciones mínimas (arts. 252 y 253). Debe entenderse que
controla la efectividad del aporte y las avaluaciones. En el sistema de la Ley, la
sociedad anónima estará sujeta a un doble control de legalidad, el efectuado por el
Órgano de Control Estatal y el que debe efectuar el Registro Nacional de Comercio.
Inscripción en el Registro Nacional de Comercio
Obtenida la aprobación expresa o ficta del órgano de control, los fundadores tienen
treinta días parta inscribir el contrato y el testimonio de la resolución administrativa
aprobatoria o la aprobación ficta, en el Registro Nacional de Comercio. El plazo se
computa desde el día siguiente a la fecha de expedición del testimonio de aprobación
o de la constancia de la aprobación ficta (art. 253).
Publicación
El régimen de publicidad al cual se somete a las sociedades anónimas es mayor que
el impuesto a otros tipos y, aun, reviste mayor grado de intensidad cuando se trata de
sociedades anónimas abiertas. Nos referimos a la publicidad mediante avisos en
diarios que se suma a la publicidad registral, impuesta a todos los tipos sociales.
El contrato social se inscribe en el Registro de Comercio y se publica un extracto del
estatuto. En ese momento, la sociedad anónima adquiere regularidad. Hasta ese
instante era una sociedad anónima en formación.
La Ley 16.296 sustituyó algunas normas de la Ley 16.060, referentes a ciertas
publicaciones que deban efectuarse en el Diario Oficial. Así es que se modificaron el
artículo 17 y el inciso final del artículo 227. El artículo 17 con su nueva redacción dice
así: "(Publicación). Cualquier publicación exigida legalmente sin determinación del
órgano de publicidad o del número de días por el que deba cumplirse, se efectuará
por una vez en el Diario Oficial y en otro diario o periódico. Este último deberá ser del
lugar de la sede de la sociedad y si allí no existieran publicaciones, se efectuará en
uno del departamento o, en su defecto, en uno de Montevideo”.
b) Trámites ulteriores a la constitución regular
Como etapa ulterior, se preveía la incorporación del estatuto en un legajo que llevaría
el Registro Nacional de Comercio (art. 11) y de la Auditoría Interna de la Nación (art.
418). La existencia de un legajo en el Registro Nacional de Comercio se derogó por
Ley 16.871.
La necesidad de formar legajo en la Auditoría Interna de la Nación, permanece
todavía si se tratase de una sociedad anónima abierta (art. 418, modif. por Ley
16.170). El artículo 418 se aplica sólo a las sociedades anónimas abiertas, por lo
dispuesto en el artículo 704 de la Ley 16.170. En consecuencia, en el caso de
constitución por acto único, no debe cumplirse con lo dispuesto por el artículo 418;
deberá cumplirse con la norma si la sociedad,luego, se transforma en abierta.
En el legajo que lleva la Auditoría Interna de la Nación, se incorporan copias del
contrato social con su aprobación, su inscripción en el Registro y la publicación.
También, se incorporan las modificaciones que se efectúen en el futuro, así como los
demás documentos que la Ley disponga.
c) Requisitos
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Si se constituyera por acto único deberá cumplir los siguientes requisitos:


1. Individualización precisa de quien lo celebre.
2. Tipo social adoptado.
3. Denominación.
4. Objeto o actividad que se proponga realizar.
5. Capital.
6. Aportes que se efectuarán cada uno de los socios.
7. Forma de distribuir las utilidades y de soportar las pérdidas.
8. Administración de la sociedad.
9. La naturaleza o clases, monto, condiciones de creación y de emisión en su
caso y demás características de las acciones.
10. El plazo, que podrá superar los 30 años.
11. El régimen de administración, asambleas y control interno en su caso,
pudiéndose designar el primer directorio o el administrador, así como el síndico
o la comisión fiscal y establecerse la forma de su nombramiento.
Todos los firmantes del contrato constitutivo se consideran fundadores.
Al celebrar el contrato social, los fundadores deberán suscribir e integrar los
porcentajes de capital.
Dentro de los 30 días de celebrado el contrato deberá ser presentado a la Auditoría
Interna de la Nación que fiscalizará su legalidad y las suscripciones e integraciones
efectuadas. El órgano de control estatal deberá expedirse dentro de los 30 días
contados a partir de la presente solicitud. Si se formularan observaciones, se
conferirá vista a los fundadores por 10 días transcurridos, los cuales evacuada o no a
vista el ´órgano estatal de control dispondrá de un término de 15 días para dictar una
resolución.
El contrato con la resolución administrativa deberá ser inscripto en el Registro
Nacional de Comercio. Luego se publicará un extracto que contendrá: denominación
de la sociedad, capital social, objeto, duración, domicilio, datos referente a su
inscripción. Queda perfeccionada la SA y está en condiciones de emitir acciones
correspondientes.
16.3.2) Constitución por suscripción pública
a) Etapa preliminar
Como se dijo, en la primera etapa aparece la figura de los promotores. Los
promotores son quienes proyectan la creación de la sociedad anónima. Los
promotores pueden ser dos o más. La Ley los menciona siempre en plural.
El artículo 263 establece la posibilidad de que sean suscriptores de capital. En la
primera etapa del proceso, no asumen especiales responsabilidades, ya que no
reciben los aportes.
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Contrato con el fiduciario


A los efectos de su inclusión en el programa fundacional, los promotores deben firmar
un contrato con el fiduciario. Sólo puede ser fiduciario una entidad de intermediación
financiera o la Bolsa de Valores.
Programa fundacional. Contenido del programa fundacional
Los promotores deben formular un programa cuyo contenido se establece por el
artículo 260 de la Ley: “El programa de fundación debe contener:
1) Individualización y domicilio de las personas.
2) Bases del estatuto.
3) Naturaleza de las acciones, monto de las emisiones programadas, condiciones del
contrato de suscripción y anticipo de pago a que se obligan.
4) Determinación del fiduciario.
5) Ventajas o beneficios eventuales que los promotores proyecten reservarse”.
El programa se firma por los promotores y sus firmas deben ser certificadas por
Escribano Público.
Aprobación e inscripción del programa fundacional
El programa debe ser sometido a la aprobación de la Auditoría Interna de la Nación.
Esta puede formular observaciones, a las cuales los promotores se pueden allanar o
no. La Ley establece el procedimiento administrativo, fijando plazos para todas las
etapas. Aprobado el programa, se inscribe en el Registro de Comercio, a los efectos
de la publicidad. La Ley fija un plazo de treinta días para la inscripción. Si no se
presenta en ese plazo, caduca la aprobación administrativa (art. 258).
Suscripción e integración de mínimos de capital
Después de inscripto el programa en el Registro Nacional de Comercio, se hace el
llamado a la suscripción de capital y a la integración del mínimo. La suscripción no
excederá el término máximo de tres meses, computados desde la inscripción del
programa. En ese plazo debe haberse integrado el 25 % del capital social y suscrito
importes hasta completar el 50 % (art. 261). El fiduciario será el encargado de recabar
las suscripciones y quien reciba las integraciones en efectivo. Su nombre ya debe
figurar en el programa.
Contrato de suscripción
Cada suscriptor debe firmar con el fiduciario un contrato de suscripción, por
duplicado. La Ley establece el contenido del contrato en el artículo 262. Entre otras
cosas, debe contener el programa.
Las enunciaciones del contrato son las siguientes (art. 262):
Individualización del suscriptor y su domicilio;
Número de acciones suscriptas
Anticipo de integración en efectivo cumplido en este acto y las promesas de
aportes en especie
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Al firmar el contrato de suscripción, cada firmante debe efectuar un anticipo de la


integración en efectivo, la promesa de aportes en especie – en su caso - y
comprometer su suscripción, en los porcentajes que establece el artículo 280. En el
caso de los aportes en especie, la entrega efectiva del bien se hará en un momento
ulterior, después de celebrada la asamblea de suscriptores que apruebe el contrato
social y antes de comenzar el procedimiento administrativo para obtener la
aprobación del órgano estatal de control (arts. 262.3 y 272). El total de los anticipos
en dinero más las promesas de aportes en especie, deben equivaler, como mínimo al
25 % del valor del capital social y el compromiso de suscripción se realiza por lo que
reste hasta alcanzar el 50 % del capital social.
Constancia de la inscripción del programa
Fecha y lugar de celebración del asamblea constitutiva y su orden del día
La asamblea constitutiva se convoca cuando se ha logrado la integración del 25 % del
capital social proyectado y se haya completado la suscripción del 50 % de ese capital
(arts. 261, 264 y 266).
b) Etapa de aprobación del contrato social
Celebración de la asamblea constitutiva
La asamblea constitutiva debe celebrarse en el término de dos meses a contar del
vencimiento del plazo de suscripción (art. 266). Su fecha está predeterminada pues
debe figurar en cada contrato de suscripción, junto con la indicación de lugar en que
ha de realizarse. En la asamblea se requiere la presencia de suscriptores que
representen la mitad más una de las acciones suscritas (art. 266). Debe estar
presente el fiduciario y es presidida por un funcionario de la Auditoría Interna de la
Nación. Si no se logra esa asistencia, se da por terminado el proceso de constitución
y los fiduciarios deben restituir los aportes.
Funciones y cometidos de la asamblea
Perfeccionamiento del acuerdo de voluntades respecto de la constitución
de la sociedad
Se trata de la asamblea constitutiva. En consecuencia, adopta en primer término la
resolución de constituir la sociedad y, luego, aprueba el contrato social o estatuto.
Los suscriptores, a partir de este momento, se convierten en socios fundadores.
Consideración sobre la actuación de los promotores
Tiene entre sus cometidos, juzgar la actuación de los promotores que deben rendir
cuentas de lo actuado. En este punto, si los promotores fueren suscriptores, se
abstendrán de votar.
Avaluación de los aportes en especie
Se resuelve sobre la avaluación de los bienes en especie prometidos aportar. Sobre
la avaluación se aplica el artículo 282 y deberá expedirse, además, la Auditoría
Interna de la Nación. En esta votación no participan los aportantes (art. 270).
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Adopción de las resoluciones (art. 267)


Cada suscriptor tiene tantos votos como acciones haya suscrito. Las decisiones se
adoptan por mayoría de los presentes, pero esa mayoría debe representar un tercio
del capital suscrito. Para modificar el contenido del programa, se requiere la
unanimidad de los presentes, esto es, como mínimo el 50 % del capital suscrito (art.
268).
Etapa regularizadora
Trámite administrativo
Los promotores deben cumplir, luego, con todos los trámites para lograr la aprobación
del órgano estatal de control, inscribir el contrato en el Registro de Comercio y
publicar el estatuto, para lo cual se aplican las normas de la constitución por acto
único (art. 237).
Retiro de fondos y beneficios de los promotores
Realizada la asamblea, el fiduciario hace entrega, a los promotores, de los contratos
de suscripción y de la documentación relativa a las integraciones en dinero. Los
suscriptores que prometieron aportes en bienes le han de entregar los bienes
prometidos (art. 272). A partir de entonces, los promotores deben custodiar y
administrar los bienes aportados en especie; pero no han de tener la disposición del
dinero.
Recién después de inscripta la sociedad en el Registro Nacional de Comercio, quien
la represente podrá retener los fondos por integración de acciones. Tienen derecho a
que se les reembolse los gastos que hubieren realizado para la constitución (art. 277).
En el programa debe establecerse qué ventajas o beneficios especiales los
promotores pretenden reservarse (art. 260). El artículo 277 establece que no pueden
percibir ningún beneficio que menoscabe el capital integrado; se sanciona con nulidad
cualquier pacto contrario. Debe entenderse, entonces, que no podrían cobrar una
suma de dinero como honorario o comisión por su actuación, a deducir de los
aportes. Podrían cobrarse con utilidades futuras; así es que se admite que sean
retribuidos con bonos o pares beneficiarias.
16.4) Capital. Acciones
En una acepción corriente, capital es el conjunto de bienes que un comerciante o una
sociedad dedica a la explotación de su negocio. Para el Derecho societario, la palabra
capital tiene un sentido diferente del vulgar y que, además, merece alguna precisión
según se trate, por un lado, de sociedades personales o de sociedades de
responsabilidad limitada, o, por otro, que esté referido a sociedades anónimas.
En las sociedades personales y sociedades de responsabilidad limitada, capital social
es una estipulación contenida en el contrato, indicativa de la suma total de los aportes
que se obligan a realizar los socios.
En las sociedades personales colectivas, de capital e industria, en comandita simple y
por acciones, para el capital comanditado, el capital se divide en "partes".
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En las sociedades de responsabilidad limitada y en las cooperativas, el capital se


divide en "cuotas" de igual valor.
En las sociedades anónimas es, también, una estipulación contenida en el contrato
pero que expresa la cifra que fija el monto hasta el cual esa sociedad puede recibir
aportes. En las sociedades anónimas el capital se divide en "acciones" de igual valor.

El capital social, por ser una estipulación contractual, no puede variar, salvo que los
socios acuerden modificar el contrato cumpliendo con las exigencias legales para ello.
Como excepción, en las sociedades cooperativas el capital es esencialmente
variable, aunque para algunos subtipos se imponga la estipulación de un capital inicial
o fundacional.
La Ley 16.060 (LSC) establecía un mínimo de capital, expresado en pesos, para las
sociedades anónimas (art. 279) y las sociedades de responsabilidad limitada (art.
224). Esa disposición fue derogada por los arts. 100 y 101, de la Ley 18.083 del 2007.
16.4.1) Concepto de capital social
El capital social es una mención indispensable de los estatutos sociales. La Ley
impone su inclusión en el estatuto (art. 6 y art. 251, que remite al artículo 6). La Ley
16.060 ya no utiliza la expresión capital autorizado, puesto que las sociedades
anónimas no están sujetas a autorización sino a un control de legalidad.
El capital social o estatutario, que figura en el estatuto, es el límite máximo hasta el
cual la sociedad podrá recibir aportes y emitir acciones. Damos un ejemplo. En el
estatuto de una sociedad anónima se establece: “Se constituye una sociedad
anónima denominada San Sebastián S.A., con un capital de $ 1.000.000”.
Esa cifra será su capital social o estatutario. Esa sociedad podrá emitir acciones
recibiendo los aportes correspondientes, sólo hasta esa cifra de $ 1.000.000.
El capital social es invariable y sólo puede modificarse mediante una reforma de los
estatutos, cumpliendo con los procesos y mecánicas previstos en la Ley. Se podrá
ampliar o reducir. Si se amplía, aumenta la capacidad emisora de acciones. Si se
reduce, habrá que rescatar acciones.
El capital social fija la capacidad emisora de acciones de cada sociedad. No refleja
los aportes efectivamente realizados por los accionistas. Tampoco es indicativo de los
aportes prometidos.
16.4.2) Concepto de capital integrado
El capital integrado es una cifra representativa del valor de lo aportado al momento de
celebrarse el contrato.
En las sociedades personales cada socio se obliga a aportar una suma de dinero o un
bien o un crédito o trabajo por un determinado valor. Las sumas de esos valores
totaliza el capital que ha de figurar en el contrato.
El art. 280 de la LSC exige para las sociedades anónimas un porcentaje de
integración mínima en el acto de la celebración del contrato. Luego, el capital
integrado ha de aumentar a medida que los interesados realicen nuevos aportes,
dentro del margen del capital social y con los mecanismos previstos por la Ley. La
sociedad anónima emite acciones contra el aporte integrado.
Resumen DERECHO COMERCIAL

En la sociedad anónima la integración se cumple por un acto separado pero es recién


con el cumplimiento del aporte que el aportante adquiere la calidad de accionista; en
tanto que, en las sociedades personales, el socio lo es desde que suscribe el contrato
y su nombre figura en el contrato, aunque no haya integrado el aporte prometido.
El capital integrado aparece en la contabilidad como un pasivo o deuda que la
sociedad contrae con sus accionistas, denominado “pasivo consolidado”, puesto que
los accionistas no pueden reclamar su pago más que en ciertas ocasiones: receso o
liquidación por disolución de la sociedad y, en ambos casos, previa deducción de las
deudas con terceros o pasivo exigible.
16.4.3) Concepto de capital suscrito
El capital suscrito es el monto representativo de los aportes que se han prometido
realizar a una sociedad.
El capital suscrito es aquél que los fundadores o promotores o los interesados en
ingresar a la sociedad prometen aportar dentro del límite del capital social. En tanto el
suscriptor no cumpla con el aporte prometido no adquiere acciones y, por lo tanto, no
tendrá los derechos que las acciones acuerdan.
La Ley exige la suscripción de un porcentaje mínimo del capital social en el momento
de celebrarse en el contrato. Luego, el capital suscrito ha de variar a medida que
nuevos interesados en incorporarse a una sociedad suscriban acciones, dentro del
margen del capital social.
La suscripción se instrumenta en el propio estatuto al momento de la constitución o
en un documento separado, en que una persona declara que se obliga a aportar una
determinada suma de dinero o determinados bienes por cierto valor para integrar
determinado capital y número de acciones de una sociedad. Genera un derecho de
crédito de la sociedad contra el suscriptor.
La Ley no impone un plazo preciso dentro del cual los suscriptores deban cumplir con
la integración prometida; ello puede ser dispuesto en una disposición transitoria del
contrato o en un programa o en una asamblea o por el directorio. En tanto no
cumplan con el aporte prometido no adquieren acciones y, por lo tanto, no tendrán los
derechos que las acciones acuerdan.
En los casos en que la asamblea o el directorio dispongan el cumplimiento de los
aportes que se suscribieron, se debe hacer una publicación, indicando las
condiciones de la integración, por tres días, en el Diario Oficial y en otro diario (art.
317). Se trata de un régimen de publicidad especial, para asegurar que los
suscriptores tomen conocimiento de la fijación de un plazo para cumplir con el aporte
y en razón de las graves sanciones a la morosidad.
Cuando los suscriptores de acciones no han cumplido con los aportes prometidos, la
sociedad puede ejercer las opciones establecidas por el artículo 318. Si se resolviera
declarar rescindida la suscripción, el moroso pierde lo efectivamente integrado. La
sociedad imputará ese importe a ganancias o a reservas.
16.4.4) Distinción entre capital y patrimonio
Patrimonio es el conjunto de bienes, derechos y obligaciones que tiene una persona
física o jurídica.
Resumen DERECHO COMERCIAL

En las sociedades, el patrimonio se forma en el acto de celebrar el contrato de


sociedad, con los créditos emergentes de la obligación de aportar asumida por los
socios o por los créditos por suscripciones de capital y por los bienes que se hubieren
aportado, efectivamente, al celebrar el contrato.
Las cifras patrimoniales no surgen del contrato social sino de los estados contables.
Varían, continuamente, según el acontecer de los negocios sociales.
El patrimonio social no tiene características propias que los distingan del patrimonio
de cualquier persona física. Se rige por iguales principios y normas que los aplicables
a las personas físicas. En consecuencia, toda sociedad tiene un patrimonio y sólo uno
y responde con todo su patrimonio por las obligaciones que contraiga en su actividad.
El patrimonio es esencialmente variable. El patrimonio inicial de la sociedad se forma
con el aporte efectuado o el aporte prometido por los socios. El patrimonio, luego, ha
de variar según los resultados de la gestión social. El patrimonio se acrecienta si tiene
éxito la actividad social; disminuye si tiene malos resultados.
Cuando se constituye una sociedad personal, el monto del capital – suma de los
aportes prometidos o aportados – ha de coincidir con el patrimonio inicial. En cuanto
la sociedad comienza su actividad económica, el patrimonio ha de variar al ritmo de
los resultados de esa actividad. La cifra de capital social se mantiene invariable, aun
cuando los bienes aportados aumenten o disminuyan su valor y aun cuando el
patrimonio social aumente por las utilidades no distribuidas o cuando pueda quedar
afectado o disminuido por pérdidas.
Si se trata de una sociedad anónima, el monto del capital integrado coincidirá con el
activo patrimonial inicial al fundarse la sociedad. Luego, la cifra del capital integrado
permanece invariable en la contabilidad, aun cuanto el patrimonio aumente o se
reduzca.
El monto de patrimonio neto relacionado con la cifra del capital integrado refleja el
desarrollo económico de la sociedad anónima.
Si el valor del patrimonio va en aumento, con respecto a la cifra del capital integrado,
ello significa que la sociedad ha mejorado su situación inicial.
Si disminuye, ello significa que la sociedad está en dificultades económicas, que ha
perdido bienes integrados al capital o los ha grabado con pasivos.
16.4.5) Funciones del patrimonio y del capital
Funciones del patrimonio
Los bienes aportados para integrar el capital forman el patrimonio y éste cumple dos
funciones.
Función instrumental: En algunas elaboraciones doctrinarias hay un manejo
equivocado de los términos legales. No son los rubros contables - entre
los cuales el capital - los que sirven para que una sociedad se
autofinancie o desarrolle su emprendimiento. El capital no puede cumplir
con función instrumental alguna. El capital no es un rubro que la sociedad
pueda utilizar para autofinanciarse. La función de productividad, así
como la de garantía, la cumple el patrimonio. El patrimonio y los bienes
que lo integran son los que sirven para la explotación del giro previsto
Resumen DERECHO COMERCIAL

como objeto de la sociedad. Con los aportes de los socios que forman el
capital inicial, se constituye el patrimonio del ente jurídico nacido del
contrato. El capital es una enunciación más del contrato social y el capital
integrado figurará como tal en la contabilidad social, como cifras
meramente ideales, confrontadas a un patrimonio esencialmente variable.
Son los activos del patrimonio los que se destinan a actividades
productivas y es el patrimonio neto, el tenido en cuenta como respaldo de
los créditos que se contraigan. El capital es una mera cifra: la función de
productividad la cumplen los bienes aportados y los que se vayan
incorporando con el desarrollo de la actividad social, incrementando el
patrimonio. La sociedad usa para su giro los bienes de su activo o
contrae deudas y todo ello se reflejará en los asientos contables, pero no
en el capital.
Función de responsabilidad: El capital marca un valor histórico de los aportes, por
lo cual no puede ser considerado por los acreedores como parámetro
para evaluar la responsabilidad social. Sería equivocado considerar que
el capital pudiera ser considerado como una garantía para los acreedores
sociales.
Funciones del capital
Funciones del capital social
En las sociedades anónimas, la función es fijar el monto hasta el cual esa sociedad
puede recibir aportes. El capital social o estatutario, que figura en el estatuto, es el
límite máximo hasta el cual la sociedad podrá recibir aportes y emitir acciones.
Damos un ejemplo. En el estatuto de una sociedad anónima se establece: “Se
constituye una sociedad anónima denominada San Sebastián S.A., con un capital de
$ 1.000.000”. Esa cifra será su capital social o estatutario. Esa sociedad podrá emitir
acciones recibiendo los aportes correspondientes, sólo hasta esa cifra de $
1.000.000.
El capital social es invariable y sólo puede modificarse mediante una reforma de los
estatutos, cumpliendo con los procesos y mecánicas previstos en la Ley. Se podrá
ampliar o reducir. Si se amplía, aumenta la capacidad emisora de acciones. Si se
reduce, habrá que rescatar acciones.
El capital social fija la capacidad emisora de acciones de cada sociedad. No refleja
los aportes efectivamente realizados por los accionistas. Tampoco es indicativo de los
aportes prometidos.
Funciones de capital integrado
Función de contención: En las sociedades anónimas, la cifra de capital integrado
cumple con una función de contención, pues no se puede distribuir
ganancias entre los socios si el patrimonio neto no supera la cifra de
capital integrado.
El capital integrado indica la valoración inicial de los bienes aportados pero, sobre la
base de la técnica contable por partida doble, el aporte figura en el activo y, además,
figura en el pasivo, como capital integrado. Figura en el pasivo porque, en rigor, lo
integrado lo debe la sociedad al socio que hizo el aporte.
Resumen DERECHO COMERCIAL

Al figurar el capital en la columna del pasivo, se utiliza como dique de contención, en


respaldo de los acreedores, con el fin de contrapesar los valores de los bienes
correspondientes del activo e impedir que puedan distribuirse entre los socios
mientras no excedan de esa cifra de capital integrado. Los aportes de los socios, al
integrar el capital de la sociedad, quedan en el pasivo, lo cual veda su distribución
bajo cualquier título que sea. De modo que el capital es una cifra ideal que figura en
los estados contables y, junto con las reservas y otros rubros patrimoniales, actúa
como una barrera que fortalece el patrimonio, pues actúa como tope para la
distribución de utilidades. Por disposición de la LSC y de normas contables, sólo se
pueden distribuir utilidades, si el patrimonio neto supera no sólo la cifra de capital
sino, también, la de reservas y las revaluaciones de activo. Con ello, se pretende
asegurar una protección razonable a los acreedores, puesto que procura un
patrimonio neto equivalente al capital histórico más los otros rubros patrimoniales.
Parámetro para evaluar el desarrollo de los negocios sociales: El “capital”, que
figura en la contabilidad, es una cifra invariable que sirve para poder
valorar debidamente los aumentos patrimoniales y sus disminuciones.
Cuando una sociedad se constituye, el monto de los aportes recibidos para la
integración de su capital ha de coincidir con el patrimonio inicial. Luego, en cuanto la
sociedad comienza su actividad económica, el patrimonio ha de variar al ritmo de los
resultados de esa actividad. El monto del patrimonio neto, entonces, comparado con
la cifra del capital que figura en el balance, reflejará el desarrollo económico de una
sociedad. Si el valor del patrimonio neto va en aumento con respecto a la cifra del
capital, ello significa que la sociedad ha mejorado su situación inicial. Si disminuye,
ello significa que la sociedad está en dificultades económicas, que ha perdido bienes
integrados al capital o los ha grabado con pasivos.
Parámetro de la participación del socio: Por otra parte consideramos que es
cierto que el capital representa el valor del aporte a la fecha de la constitución
de la sociedad o a la fecha en que se realizó. Con el paso del tiempo, puede
tener escasa significación económica pero tiene interés jurídico porque
mediante su formación, con los aportes iniciales, se marca la participación de
cada socio en el capital total y porque fija el tope - aunque no el único - para la
distribución de utilidades. Además, según ya se expresó, el capital es el
parámetro en función del cual se determina la importancia del voto de cada
accionista.
16.4.6) Aumento del capital
a) Aumentos reales y contables del capital integrado
Una sociedad puede resolver aumentar su capital integrado por distintas razones:
porque necesita nuevos aportes, para ampliar la actividad de la empresa societaria o
para adquirir nuevos equipos o tecnología o para instalar un nuevo establecimiento o
porque requiere recursos para saldar deudas contraídas. En estos casos se produce
un aumento real del patrimonio respecto del existente.
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En caso de aumento real, se reciben nuevos aportes, contra los cuales se emiten
acciones. Se produce entonces un aumento patrimonial y a la vez un aumento de
capital integrado.
También, puede aumentarse nominalmente el capital integrado, para adecuar su cifra
a la realidad patrimonial, capitalizando reservas o revaluaciones de activos. Estos
aumentos son meramente contables por oposición a los reales. En los aumentos
contables, no hay ingreso de nuevos bienes al patrimonio, que queda igual que antes.
Si el aumento es contable, los ya accionistas reciben acciones que se llaman
liberadas.
El aumento de capital integrado puede hacerse en el marco de dos posibilidades:
aumento del capital integrado dentro del tope del capital social; aumento del capital
integrado por encima del capital social. En cuanto a esta segunda posibilidad, es
necesaria una reforma del estatuto.
El art. 284 de la LSC establece que esa modificación no requiere la conformidad de la
Auditoría Interna de la Nación, salvo que el contrato social disponga que deba
seguirse el procedimiento establecido en el art. 252.
Las posibilidades analizadas se superponen con las modalidades antes señaladas de
aumento real y aumento contable del capital.
El aumento puede hacerse de las siguientes maneras:
con nuevos aportes (aumento real) - con aportes de dinero o bienes,
capitalizando pasivos, capitalizando obligaciones o debentures -;
o por meras operaciones contables (aumento contable) - contabilizando
reservas o contabilizando revaluaciones de activos.
Se puede aumentar el capital integrado dentro del tope del capital social o por encima
del tope del capital social (con reforma de estatuto o sin reforma de estatuto).
Las categorías referidas se pueden superponer. Por ejemplo, se puede efectuar un
aumento real de capital integrado con o sin reforma de estatutos. Se puede realizar
un aumento contable con o sin reforma de estatutos.
Al elevarse la cifra ideal del capital integrado ya existente, ello incide en las funciones
que cumple el capital: se eleva la unidad de medida para determinar los resultados de
la gestión social; aumenta el dique de contención para la distribución de utilidades; si,
además, aumenta el capital estatutario se eleva el porcentaje de la reserva legal. Sea
cual fuere la situación en que se realice el aumento del capital integrado - dentro del
tope previsto por los Estatutos o mediante reforma de estatutos - ese aumento puede
efectivizarse de distintas formas: mediante aumentos reales o aumentos contables.
Así lo establece el artículo 283.
Aumento real del capital integrado
En los casos de aumento real del capital integrado, se reciben nuevos aportes, contra
los cuales se emiten acciones. Por ello, hay aumento patrimonial a la vez que
aumento de capital integrado. La Ley autoriza que se ofrezca al público la suscripción
e integración de los aumentos pero, previamente, se debe respetar el derecho de
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preferencia de los ya accionistas y su derecho de acrecer (art. 326). Si el aumento se


hace con un llamado público por desinterés de los accionistas, se podría aplicar
normas sobre constitución por suscripción sucesiva, como ser la designación de un
fiduciario a quien se encargaría la preparación de los contratos de suscripción y el
recibo de los nuevos aportes hasta completar el aumento pretendido.
Nuevos aportes: El aumento se puede realizar con nuevos aportes en dinero o en
bienes susceptibles de ejecución forzada, tal como se prevé en las
disposiciones generales para el aporte en las sociedades anónimas
(art. 58). Los bienes deben ser debidamente avaluados, aplicando
normas de avalúo establecidas para los aportes iníciales. La avaluación
es la garantía de la realidad del capital aportado. No se impone un
control estatal sobre la avaluación; pero ello no significa que no deba
hacerse la avaluación. Si la avaluación no se hiciere, ello generará la
responsabilidad de los directores. Se deben comunicar los nuevos
aportes al órgano de control estatal (art. 289). De este modo, el referido
órgano recibirá información sobre los aumentos del capital integrado de
cada sociedad.
Capitalización de pasivos: La LSC admite que un acreedor de la sociedad aporte su
crédito contra la sociedad. Con ello se logra un aumento patrimonial, de
la misma manera que cuando se aporta dinero o bienes. En este caso,
se produce un aumento patrimonial real, pues desaparece un pasivo. El
crédito desaparecerá del pasivo y como contrapartida se ingresará un
asiento en el rubro capital integrado. El acreedor renuncia a cobrar su
crédito y la sociedad se ve liberada de pagarlo. Al acreedor se le
entregan acciones. La sociedad, en lugar de un acreedor, ha de tener
un nuevo accionista que ha de correr el riesgo de la actividad
empresarial.
Capitalización de obligaciones y de partes beneficiarias: Las obligaciones
negociables y las partes beneficiarias constituyen un endeudamiento de
la sociedad que las ha emitido. Con la conversión de estos títulos en
acciones, se pretende el saneamiento financiero de la empresa,
convirtiendo el pasivo exigible, en un pasivo no exigible (capital).
Cuando al tenedor de la obligación o de la parte beneficiaria se le
entrega una acción por el importe en que se estima su crédito, el aporte
correspondiente que hace el tenedor no es un aporte en efectivo sino la
condonación de su crédito, con la cual, se produce de igual modo un
aumento patrimonial real. El obligacionista ve transformada la
naturaleza de sus derechos pues se convierte de acreedor, con una
situación teóricamente privilegiada, en accionista, sometido a los riesgos
de la empresa.
Aumento contable del capital integrado
Existen varias modalidades de capitalización sin recibir nuevos aportes y que se
efectivizan por asientos contables.
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Capitalización de reservas: Una sociedad puede tener reservas. La reserva es la


utilidad no distribuida de un ejercicio. La formación de una reserva se
resuelve en la asamblea ordinaria anual. En ese momento, se dispone
cómo han de distribuirse las utilidades y puede resolverse que un
porcentaje se lleve a reservas, cumpliendo la norma legal o disposiciones
estatutarias o por mera voluntad de los accionistas. La cifra de la reserva
se contabiliza como un rubro “patrimonial”, esto es, un rubro diferente a
los pasivos comunes del balance tipo. Es decir, es un rubro de las
cuentas “patrimoniales”, como el capital integrado.
La sociedad podrá resolver capitalizar las reservas, antes efectuadas, lo cual ha de
significar una mera operación contable. Decimos que es un aumento meramente
contable, porque se efectivizará mediante un débito en el rubro reservas y un crédito
en el rubro capital integrado. Con ello el resultado final del rubro de cuentas
patrimoniales no ha de variar.
Cuando se capitalizan reservas no se producen efectivos aumentos patrimoniales. No
ingresan bienes, ni se reducen pasivos. En la sociedad ha de permanecer incambiada
la integración de su activo y pasivo patrimonial, en sentido jurídico.
El socio no efectúa un nuevo aporte, sustrayendo un bien de su patrimonio para
llevarlo al patrimonio social como se hace con un aporte corriente. Al socio se le dan
nuevas acciones, que se llaman liberadas y que corresponden a esa utilidad no
distribuida y llevada a reservas, de la cual es idealmente acreedor. Se entiende que
las reservas, como el capital, son importes ideales que la sociedad debe al accionista.
El accionista tiene contra la sociedad un crédito no exigible. No tiene derecho de
crédito actual ni por su aporte ni por su alícuota en las reservas. El accionista tiene
derecho al remanente que quede del patrimonio social en el caso de disolución y
liquidación.
Capitalización de otros fondos especiales: Pueden existir fondos especiales de
previsión, autorizados por el artículo 94 de la Ley. Se constituyen para
atender una eventual disminución patrimonial como, por ejemplo, una
previsión que se efectúe para pago de impuestos. Cuando cesa el destino
de la previsión, porque se hace innecesaria, dadas las circunstancias,
puede resolverse su distribución como dividendo o la capitalización de
ese fondo. Siguiendo con el ejemplo dado, no se generó una obligación
tributaria y ya no se requiere la previsión especial. En este caso, como
en los anteriores, la capitalización se efectiviza por asientos contables en
rubros patrimoniales. Se debita el rubro donde figura el fondo de previsión
y se acredita en el rubro de capital integrado. El accionista no hace un
desembolso y recibe acciones liberadas.
Capitalización de reservas fiscales: La Ley autoriza la capitalización de las
reservas efectuadas, para efectuar determinadas inversiones, que gozan
de un régimen de exención impositiva. La Ley tributaria autoriza
expresamente su capitalización.
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Capitalización de reajustes de valores del activo: Se revalúan bienes cuando se


les atribuye el mayor valor que adquirieron después de su ingreso al
patrimonio social. Si no se revaluaran existiría una reserva oculta o tácita.
El artículo 283 se refiere al reajuste de valores del activo. De acuerdo al
texto legal puede capitalizarse el aumento del valor experimentado por
los elementos patrimoniales que figuran en el activo del balance.
Aumento obligatorio del capital
El artículo 288 de la Ley impone la capitalización obligatoria de reservas, cuando el
capital social represente menos del 50 % del capital integrado más reservas. Con esa
norma se procura que la cifra del capital integrado y aun del capital social, se
aproxime al valor real del patrimonio. No se ha querido un ajuste total del capital
accionario al patrimonio social; se entendió como suficiente una aproximación. La
sociedad que capitaliza reservas debe emitir acciones liberadas que correspondan a
tal capitalización. Las acciones se entregan a los ya accionistas, que tienen derecho
sobre reservas. Con ello aumenta el número de papeles en circulación.
Efectos de la capitalización de las reservas y otros rubros patrimoniales
El accionista adquiere más papeles accionarios, lo cual le permite su mejor
negociabilidad
Al capitalizar reservas legales, debe recomenzar la afectación de utilidades a
reservas hasta alcanzar el tope al 20 %. Si con la capitalización se debe
aumentar, además, el capital social, se debe aumentar el volumen de las
reservas legales que deben llegar al 20 % del nuevo capital social. Ello sirve
como refuerzo de las garantías para los terceros.
Indisponiendo en forma definitiva rubros que no tienen afectación especial, se
pueden perseguir, además, fines de autofinanciación. La utilidad no se
distribuye y con ella se financia la gestión empresarial.
b) Modalidades de aumento de capital integrado en relación al capital social
Aumento del capital integrado dentro del tope del capital social
En el estatuto de cada sociedad debe establecerse un capital que fija el límite hasta el
cual puede recibir aportes. A este capital la Ley lo llama capital social o capital
estatutario o capital original.
En el momento de constitución debe estar integrado al menos un 25 % del capital
social y deben existir suscripciones que completen la diferencia hasta llegar a un 50
% (art. 280).
En tanto no se haya integrado el total del capital social, existe capacidad emisora de
acciones y la sociedad puede seguir aumentando su capital integrado. No se necesita
para ello modificar el estatuto social.
El capital integrado puede aumentarse hasta alcanzar el tope del capital social, pero
nunca puede excederlo.
Aumento del capital integrado por encima del capital estatutario
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Para aumentar el capital integrado por encima del capital social se requiere una
reforma o modificación del estatuto en que se aumente ese capital social.
16.4.7) Reducción del capital
La reducción del capital integrado se regula en los arts. 290 a 295 de la Ley 16.060
(LSC), incorporando dos modalidades: reducción real y reducción contable que
pueden efectivizarse con o sin modificación del contrato social, esto es, con o sin
reducción del capital social. La reducción puede ser voluntaria o forzosa u obligatoria.
a) Reducción con reintegro de aportes (reducción real)
En la reducción real la reducción de capital integrado supone la restitución de aportes
a los accionistas. Se reduce el capital integrado y se reduce el patrimonio. Se trata de
una reducción real.
Esa reducción supone el rescate consiguiente de las acciones emitidas. Los
accionistas devuelven las acciones para su anulación o se le reduce su valor nominal
en la proporción correspondiente.
Reducción por pérdidas (reducción contable)
Cuando una sociedad ha tenido pérdidas, ellas se reflejan en las cuentas
patrimoniales como una cifra de signo negativo en el rubro de resultados. Una
asamblea extraordinaria puede resolver adecuar la cifra nominal de capital integrado
al valor real del patrimonio. En este caso, hay reducción de capital pero no reducción
de patrimonio en sentido jurídico. No existen efectivos movimientos patrimoniales. No
se restituyen aportes a los accionistas. No salen recursos de la sociedad hacia el
patrimonio del accionista. Todo se reduce a una operación contable. Se debita el
rubro capital integrado con un crédito al rubro pérdidas y ganancias, con lo cual la
pérdida desaparecerá o disminuirá. No se devuelven aportes a los socios pero éstos
deben restituir las acciones correspondientes para su anulación o se debe rebajar su
valor nominal.
La reducción por pérdidas es una tutela para los terceros, pues evita el engaño de
mantener una cifra como capital integrado que no se aproxima al patrimonio real (en
sentido jurídico). Por otra parte, eliminando las pérdidas, en el futuro, la sociedad
podrá distribuir dividendos. En tanto existan pérdidas las utilidades deben destinarse
a cubrir pérdidas acumuladas (art. 98, inc. 3).
Reducción obligatoria
En determinada hipótesis, la Ley impone la reducción del capital integrado. Lo hace
cuando existen graves pérdidas patrimoniales. La Ley califica cuando ello sucede. El
artículo 293 dice así: “La reducción será obligatoria cuando las pérdidas insuman las
reservas y el 50% del capital integrado”.
Al reducirse el capital integrado y a la vez las pérdidas, se mantiene la misma
situación patrimonial en sentido contable y también en sentido jurídico.
Con esta norma se procura sanear contablemente la situación de la sociedad, cuando
está en riesgo de disolución. No debe olvidarse que si la pérdida es del orden del
75% del capital integrado, ello es causal de disolución, con la secuela que se quiere
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evitar (cierre de empresas en desmedro de fuentes de trabajo, pérdidas para


inversores, etc.). Queremos señalar que importaría, en estos casos, hacer un balance
especial con valores ajustados, aunque no lo impone la Ley.
Reducción en los casos de reducción real y contable sin modificar el estatuto
La reducción requiere un informe fundado del síndico o de la comisión fiscal, si este
órgano existiere y una resolución de una asamblea extraordinaria (art. 291). La
mecánica será la siguiente: un proyecto del directorio, que se somete a informe del
síndico o de la comisión fiscal. Luego se convoca a una asamblea extraordinaria. En
la asamblea, se determina el importe de la reducción y cómo se ha de hacer.
Condiciones del rescate de acciones
La Ley llama rescate a la operación de recuperación de acciones por el reintegro de
aportes o por reducción contable (art. 310). En todos los casos de rescate de
acciones por reducción de capital, la Ley exige un tratamiento igual a los accionistas
(art. 290, inc. 2).
En el caso de reducción voluntaria real, no se podría restituir el aporte a unos
accionistas y no a otros. En el caso de reducción por pérdidas no se podría imponer
el rescate o reducción del valor nominal de sus acciones a algunos accionistas y no a
otros.
Se debe efectuar el rescate respetando las proporciones de capital que cada
accionista tenga. Si ello no es posible, por el gran número de accionistas, algunos con
pocas acciones, se puede reducir su valor nominal. Para el caso de que no fuera
posible ninguna de tales soluciones habría que aplicar el artículo 312, inciso 3 que
dice así: “... El rescate y la amortización que no comprendan la totalidad de acciones
de una misma clase, será hechos por sorteo que se practicará ante el órgano estatal
de control, se publicará su resultado y se comunicará al Registro Público de Comercio
para su incorporación al legajo de la sociedad”.

Reducción del capital con reforma del estatuto


Puede reducirse el capital integrado sin que deba tocarse el capital social se deberá
sociedad anónima reformar el estatuto salvo en los casos que analizaré a
continuación.
Al reducirse el capital integrado pueden quedar abatidos los porcentajes de
integración mínima exigidos en la instancia de constitución de la sociedad.
Entonces, debe modificarse también el estatuto social.
En ningún caso, la reducción del capital puede llevarlo a una suma inferior al
mínimo de capital que debe tener una sociedad anónima. Los accionistas que
desean o deben reducir el capital social por debajo de los mínimos, pero
desean mantener el negocio societario podrían resolver la transformación de la
sociedad, adoptando otro tipo en que no haya exigencias de capital mínimo.
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También, debe modificarse el contrato o estatuto social cuando la operativa se


realice rebajando el valor nominal de las acciones. Si el estatuto establece que
las acciones tienen un valor, por ejemplo, de $ 100 y la reducción implica
atribuirles un valor de $ 80 será menester una previa modificación estatutaria.
En estos casos, los trámites de aprobación de la modificación estatutaria,
inscripción en el Registro de Comercio y publicidad consiguientes se seguirán
después de resueltas las eventuales oposiciones de los acreedores cuando la
reducción de capital es voluntaria y no por pérdidas (art. 295). Después de
inscripta y publicada la reforma se podrá efectivizar la restitución de los aportes
y las operaciones contables de reducción del capital.
Otras hipótesis de reducción de capital integrado
Mora del suscriptor
Cuando los suscriptores de acciones no han cumplido con los aportes prometidos, la
sociedad puede ejercer las opciones establecidas por el artículo 318. Si se resolviera
declarar rescindida la suscripción, el moroso pierde lo efectivamente integrado. La
sociedad imputará ese importe a ganancias o a reservas. Se debita el rubro capital
integrado con crédito al rubro de ganancias y pérdidas.
Si por anulación de la suscripción e integración del accionista moroso, las cifras del
capital integrado y suscrito quedaran por debajo de los límites legales del 25 % y del
50 %, se deberá en un año completar esos límites. Si ello no se logra, se deberá
reducir el capital social, reformando el estatuto.
Recesos
En aquellos casos en que el accionista ejerce el derecho de receso - porque se ha
configurado alguna hipótesis legal que se lo permite - la sociedad debe liquidar y
pagarle el valor de sus acciones. El artículo 313 llama reembolso a esta operación de
pago. El recedente por su parte, restituye sus papeles accionarios que se anulan.
En la contabilidad, se reducirán los valores del activo y la cuenta patrimonial de
capital integrado.
Podría suceder que por los recesos, el capital integrado quedara reducido por debajo
del 25% del capital social. Para esa hipótesis, el inciso final del artículo 363 da una
solución excepcional: no se anulan las acciones sino que quedan en cartera, por un
año, durante el cual se ofrecen a los accionistas y si éstos no las adquieren, al público
en general. Si pasado un año, nadie se ha interesado en adquirir las acciones, se
anulan y se modifica el estatuto, debiendo reducirse el capital social (arts. 328 y ss).

Adquisición de acciones por la sociedad (artículo 314)


La Ley no autoriza, sino excepcionalmente, que una sociedad anónima adquiera
acciones que ha emitido; por cuanto ello significaría, en los hechos, una restitución al
accionista de su participación en el patrimonio social, produciendo una rebaja del
patrimonio - en sentido jurídico - pero manteniendo intacto el capital integrado, con
engaño a terceros.
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16.4.8) Acciones
La acción es un valor representativo de la participación del accionista en el capital de
una sociedad anónima, que atribuye a su titular la calidad de socio. Puede estar
representada en un documento (acciones al portador o nominativas) o no (acciones
escriturales). Las acciones deben contener determinadas menciones especialmente
dispuestas en los arts. 300 y 301 de la Ley.
Las acciones son valores, incorporados o no a un documento, representativos de la
participación del accionista en el capital integrado de una sociedad anónima o de una
sociedad en comandita por acciones, que confieren a sus titulares los derechos que la
Ley 16.060 (LSC) atribuye a los accionistas (art. 319 ss.).
Puede estar representada en un documento (acciones al portador o nominativas) o no
(acciones escriturales). Para aquellos casos en que las acciones se encuentran
incorporadas a un documento, el art. 316 de la LSC dispone que se aplicarán a los
títulos respectivos, las normas sobre títulos valores.
Las acciones deben contener determinadas menciones especialmente dispuestas en
los arts. 300 y 301 de la LSC.
Las acciones serán de igual valor nominal expresado en moneda nacional, no
admitiéndose acciones sin valor nominal. Las SA de inversión pueden expresar su
capital en moneda extranjera.
Pudiéndose emitir serie de acciones y títulos representativos, la trasmisión de las
acciones será libre pero podrá limitarse la de las acciones nominativas y
escriturables. Pudiendo emitirse acciones bajo la par y sobre la par.
Para las acciones que no estén integradas totalmente solo podrán emitirse
certificados provisorios nominativos una vez cumplida aquella integración. Estos
certificados provisorios pueden ser endosados o cedidos pero mientras no se haya
cumplido la integración de las acciones, el endosante o cedente responderá
solidariamente por los pagos.
a) Características
Las acciones tienen las características siguientes:
Indivisibilidad: Los derechos que confiere la acción no pueden compartirse
con otras personas, son indivisibles. Si por alguna razón, por ejemplo en caso
de sucesión, se tienen en condominio, entonces los condóminos deben
designar a la persona que habrá de ejercitar los derechos inherentes a la
acción. En otras palabras, los condóminos no pueden pretender que las
acciones heredadas se dividan en tantas partes como herederos haya, deben
nombrar a un representante para que ejerza los derechos que la acción
confiere.
Transmisibilidad: El principio es que la transmisión de las acciones es libre
(art. 305, inc. 1, LSC). No influye para nada que se trate de sociedades
anónimas abiertas o cerradas. Sin embargo, el procedimiento para la
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transmisión de la calidad de socio de una sociedad anónima depende de la


clase de acción de que se trate.
El estatuto puede establecer limitaciones a la transferencia de las acciones
nominativas o escriturales, siempre que ellas no impliquen su prohibición (artículo
305). Así, por ejemplo, en los estatutos se suele prever un derecho de preferencia de
los otros accionistas para adquirir las acciones que se pretenden trasmitir.
Los estatutos no podrán prohibir la cesión en forma absoluta porque con ello se
desnaturalizaría a la sociedad anónima, privándola de una característica esencial.
La limitación debe constar en el propio título o en el libro registro de acciones
escriturales, en su caso.
Las acciones pueden trasmitirse por sucesión. A la muerte de una persona todo su
patrimonio se trasmite a sus herederos. Si en el patrimonio había acciones, ellas
pasarán al heredero único y si hay varios herederos, ellos pasarán a ser condóminos
de las acciones. Del condominio se podrá salir por una partición en que se adjudiquen
a alguno de ellos o se distribuyan entre varios.
Igualdad Las acciones tienen un igual valor nominal.
b) Valor nominal
El valor nominal de las acciones debe expresarse en moneda nacional.
Se llama valor nominal al valor expresado en el título. Este valor indica la cuantía del
aporte original del accionista. No refleja en cambio ni el precio de la adquisición de la
acción en el mercado, ni el crédito que el accionista posee en la sociedad cuando
ésta se liquide, porque esto depende del patrimonio y no del capital. De manera que
existe un valor efectivo en contraposición al valor nominal de la acción.
Cuando se constituye la sociedad, ésta tiene un capital social determinado e
invariable que resulta de la suma de todas las acciones emitidas por la sociedad
como contraprestación de los aportes efectuados.
Son nulas las acciones que no posean valor nominal. Esto es así porque la LSC
pretende conservar el principio de la invariabilidad del capital y poner de relieve la
diferencia que existe entre capital y patrimonio.
c) Acciones con prima y bajo la par
En virtud del mismo principio de la realidad del capital, la Ley sancionaba de nulidad
la emisión de acciones bajo la par. Decimos “sancionaba” porque la norma fue
derogada por la Ley de Mercado de Valores, nº 16.749 (art. 52).
Si se emiten acciones bajo la par, ello significa que la sociedad recibe valores
inferiores al monto nominal escrito en la acción. Damos un ejemplo. Si el valor
nominal de la acción es $ 10.000 y se admite su emisión bajo la par, la sociedad
podrá entregar a una persona una acción de $ 10.000 por un aporte real de $ 8.000.
Efectuada una emisión bajo la par, el capital integrado queda establecido en el valor
nominal que se emitió y lo menos en que se integró, ha de figurar como una pérdida.
El accionista que aportó por debajo de la par, tiene un crédito contra la sociedad que
es superior al valor de los bienes que realmente aportó.
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La emisión de acciones por debajo de la par, significa que el capital efectivamente


integrado no corresponde a la cifra que figura como capital integrado en el balance, lo
cual puede inducir a engaño a terceros y, además, perjuicios a los ya accionistas.
La prohibición que contenía la ley 16.060 como ya adelantamos, está derogada por la
Ley 16.749 (mal derogada, en nuestro concepto). Seguramente, admitiendo la
emisión por debajo de la par, el legislador quiso, favorecer inversiones mediante el
ingreso de nuevos accionistas, con el estímulo de un aporte bajo la par. Se quiso
amparar al inversor para la hipótesis en que la cifra del patrimonio está por debajo de
la cifra de capital y en que, por lo tanto, los accionistas existentes tienen acciones por
un valor nominal que es inferior al valor del patrimonio neto. Supongamos que la
sociedad tiene un capital integrado de $ 10.000.000 pero el patrimonio neto es de $
1.000.000. Hay accionistas que tienen acciones por valor nominal de $ 10.000.000. Si
un inversor aporta $ 9.000.00 adquirirá acciones por $ 9.000.000, esto es, tendrá
menos acciones que los accionistas anteriores, aun cuando con su aporte recompuso
el patrimonio social. Su aporte beneficiará a los accionistas anteriores. Por ello, se
quiso buscar una solución simplista. Se habilita a que el inversor reciba acciones por
un valor nominal, que supere el aporte efectivamente realizado. En el caso del
ejemplo, se admite que ese accionista que aportó $ 9.000.000, reciba a acciones, por
ejemplo, por valor nominal de $ 18.000.000, y así se coloca como accionista
mayoritario.
Entendemos que la emisión de acciones bajo la par no es la fórmula adecuada para
incentivar la inversión, porque se vulnera el principio de la realidad. Para la defensa
del inversor, en nuestro concepto, la solución recta y clara es otra. Primero, se debe
reducir el capital, rescatando acciones y luego aumentar el capital para recibir nuevos
aportes. En el ejemplo puesto, se reduce de $ 10.000.000 a $ 1.000.000 y los
accionistas anteriores se quedarán con $ 1.000.000 de acciones. El aporte nuevo de
$ 9.000.000 lleva el capital a $ 10.000.000. Los accionistas anteriores seguirán con $
1.000.000 y el nuevo tendrá $ 9.000.000.
d) Clasificación
Clases de acciones atendiendo a los derechos que confieren a los accionistas
La Ley distingue las acciones según su clase:
Acciones ordinarias: se llaman acciones ordinarias a las corrientemente
emitidas por la SA, esas acciones confieren derechos iguales a sus tenedores,
teniendo el derecho a un voto.
Acciones preferidas: se llaman acciones preferidas las que confieren a sus
tenedores derechos preferentes que pueden consistir, además de los derechos
conferidos por las acciones ordinarias, el cobro de un dividendo fijo o
porcentaje de ganancias, acumular al dividendo fijo el porcentaje de utilidades
con que se retribuye a las acciones ordinarias en concurrencia con éstas,
prioridad en el reembolso de capital en caso de liquidación, elegir determinado
número de directores.
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Acciones de goce: las acciones de goce son las que se entregan a los
accionistas cuando se amortizan acciones. Se amortizan acciones cuando la
sociedad resuelva anticipar a los accionistas el valor de sus acciones con
ganancias realizadas y liquidas y sin disminución del capital integrado. La
amortización puede ser total o parcial. Si la amortización fuera total se
entregarán acciones de goce con los derechos y restricciones del contrato
social.

Según la forma de trasmisión

Teniendo en cuenta la forma cómo se transmiten, las acciones pueden ser: al


portador, nominativas (endosables o no) y escriturales.

Acciones al portador: Las acciones al portador, se transmiten por la simple


entrega del título en forma manual. En este caso la calidad de accionista se
acredita con la posesión del título. Quien posea el título está legitimado para
ejercer los derechos inherentes a la calidad de socio.

Acciones nominativas: Las acciones nominativas son las acciones que tienen
incorporado en el documento el nombre de su poseedor legítimo. Pueden ser
endosables o no, es decir, pueden ser transmitidas por endoso o tener
prohibido este mecanismo de transmisión. Si son endosables, pueden
transmitirse a otras personas utilizando el mecanismo del “endoso”. El endoso
es un acto unilateral de voluntad por el cual el poseedor de un título lo
transmite a otra persona mediante su firma puesta en el documento. Debe,
además, de cumplirse con el endoso, realizarse una notificación por escrito a la
sociedad informándole la transmisión e inscribir dicha transmisión en un libro
especial que se lleva al efecto denominado “Libro registro de acciones
nominativas endosables”. Las acciones nominativas pueden ser “no
endosables”, o sea, tener prohibida la transferencia mediante el endoso. La
transmisión debe notificarse a la sociedad e inscribirse la transmisión el un
libro que se lleva al efecto llamado “libro registro de acciones nominativas no
endosables”.

Acciones escriturales: Las acciones escriturales, son acciones que no se


representan en títulos negociables. Recordemos que la sociedad anónima
puede representar las acciones en títulos negociables llamados “acciones” o
no hacerlo. Cuando no se representan en títulos negociables son acciones
escriturales, es decir, acciones incorpóreas. Su transmisión debe inscribirse en
un libro especial llamado “Libro registro de acciones escriturales” que la
sociedad anónima lleva al efecto. La calidad de accionista se prueba mediante
la inscripción practicada en este libro. Cuando esta acción se transmita, en
este libro constarán los nombres de los subsiguientes tenedores. Si se trata de
una sociedad anónima abierta, además, debe inscribirse la cesión en un libro
registro que lleva la bolsa o un banco o una caja de valores a elección de la
sociedad.
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16.5) Derecho y obligaciones de los accionistas


Los accionistas tienen el derecho fundamental de que solo podrán ser condicionados,
limitados o anulados en los casos expresamente autorizados por ley.
Serán derechos esenciales de los accionistas:
1. Participar y votar en la asamblea.
2. Participar en las ganancias sociales y en el remanente de la liquidación en el
caso de disolución.
3. Fiscalizar la gestión de los negocios sociales.
4. Tener preferencia en la suscripción de acciones, partes beneficiarias y
debentures convertibles en acciones.
5. Receder en los casos previstos por la ley.
6. Se consagra el derecho s la percepción de un dividendo mínimo del 20% a las
utilidades netas de casa ejercicio, salvo resolución fundada de una asamblea
adoptada con el voto conforme del 75% del capital social integrado y opinión
favorable del órgano interno de control, en caso de existir.
Los libros sociales: las SA deberán llevar los siguientes libros:
1. Libro diario.
2. Libro de inventario.
3. Copiador de cartas.
4. Registro de títulos nominativos.
5. Registro de acciones escriturables.
6. Registro de asistencia a los accionistas a las asambleas.
7. Actas de asambleas, de los órganos de administración y control.
8. Si la sociedad tuviera un administrador o un síndico cada uno llevará un libro
de resoluciones.
La exhibición total de los libros sociales podrá ser ordenada por el juez cuando lo
soliciten los accionistas que representen por lo menos el 10% del capital integrado y
se indiquen actos violatorios de la ley o del contrato social o existan fundadas
sospechas de graves irregularidades cometidas por cualquiera de los órganos de la
sociedad, acreditándose el agotamiento de los recursos previstos en el contrato social
y en la ley.
16.5.1) Derecho de receso
El receso es un derecho. Se denomina derecho de receso a la facultad propia del
socios de desvincularse de la sociedad mediante su recisión parcial, en los casos
previstos en la Ley o en el contrato.
Caracteres: irrenunciable e irrestringible. Sin embargo, la sociedad puede inhibir su
ejercicio dejando sin efecto la resolución que motivó el receso (art. 151). “El derecho
de receso será irrenunciable y su ejercicio no podrá ser restringido. La sociedad
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podrá dejar sin efecto la resolución que motive el receso cuando considere que éste
compromete su estabilidad o buen funcionamiento, dentro de los 60 días a contar del
vencimiento del plazo establecido en el articulo precedente.”
Causales de receso: en varias situaciones, previstas en la ley o en el contrato social,
se autoriza al socio o accionista a receder. Tal es lo que establece el art. 150:
“Cualquier socio podrá ejercer el derecho de receso en los casos previstos por la ley
o el contrato.”
16.6) Organización y funcionamiento de la sociedad. Las Asambleas. La
Administración y Representación
16.6.1) Las asambleas
La ley prevé 3 clases de asambleas: ordinarias, extraordinarias y especiales.
Asamblea ordinaria
La asamblea ordinaria se realizará dentro de los 180 días de cierre del ejercicio. La
asamblea debe reunirse en la sede social o en otro lugar de la misma localidad. No
podrá funcionar en otra localidad ni fuera del país.
Las facultades de la asamblea ordinaria tienen que ver con la gestión de la sociedad.
La competencia de la asamblea ordinaria:
1. Aprobar balance general, proyecto de distribución de utilidades, memoria e
informe del síndico o comisión fiscal y toda otra medida relativa a la gestión de
la sociedad que le competa resolver conforme a la ley al contrato o que se
sometan a su decisión el administrador o el directorio.
2. Designación o remoción del administrador, de los directores, de los síndicos o
de los miembros de la comisión fiscal y fijación de sus retribuciones.
3. Fijar responsabilidad de los administradores o de los directores, del síndico o
de los miembros de la comisión fiscal.
Quórum necesario: la constitución de la asamblea ordinaria en primera convocatoria
requerirá la presencia de accionistas que representen la mitad más uno de los
acciones con derecho de voto. En segunda convocatoria la asamblea se considerará
constituida, cualquiera sea el número de accionistas presentes.
Asamblea extraordinaria
Se va a convocar cualquier momento que estime conveniente o necesaria. Debe
reunirse en la sede social o en otro lugar de la misma localidad. No podrá funcionar
en otra localidad ni fuera del país.
Los cometidos son:
1. Cualquier modificación del contrato.
2. Aumento del capital.
3. Reintegro del capital.
4. Rescate.
5. Reembolso.
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6. Amortización de acciones.
7. Fusión, escisión y transformación.
8. Disolución de la SA, designación y retribución de los liquidadores.
9. Conversión de debentures y partes beneficiarias.
10. Limitaciones o suspensiones del derecho de preferencia.
También le corresponderá resolver sobre cualquier asunto que siendo de
competencia de la asamblea ordinaria, sea necesario resolver urgentemente.
Podrán requerir la convocatoria los accionistas que representen por lo menos el 20%
del capital integrado. Serán convocados por el órgano de administración o de control,
publicándose la convocatoria por lo menos por tres días en el Diario Oficial y en otro
diario. Contendrá la mención del carácter de la asamblea, fecha, lugar, hora de la
reunión y orden del día. La asamblea en segunda convocatoria por haber fracasado la
primera, deberá celebrarse dentro de los 30 días siguientes, requiere de nuevas
publicaciones.
Quórum necesario: se reunirá en primera convocatoria con la presencia de
accionistas que representen el 60% de las acciones con derecho de voto, si el
contrato no exigiese un quórum mayor. En segunda convocatoria se requerirá la
consecuencia de accionistas que representen el 40 %. Las resoluciones de la
asamblea serán adoptadas por la mayoría absoluta de voto de accionistas presentes.
Asamblea especial
Es aquella que funciona cuando se han emitido diversas clases de acciones o
acciones seriadas. Para cada clase o serie, se prevé el funcionamiento de una
asamblea especial. El art. 349 establece su competencia, adoptar resoluciones que
afecten los derechos de una clase de acciones. La oportunidad de la reunión y el
quórum de asistencia se regirán por las normas que regulan las asambleas ordinarias
y extraordinarias.
Funcionamiento de las asambleas
La convocatoria a la asamblea la debe realizar el órgano de administración (art. 344).
También el órgano interno de contralor pude convocar a asambleas (art. 402 inc. 2).
En determinadas circunstancia podrá hacerse a pedido de los accionistas, por el
´órgano estatal de control o por el Juez. Los accionistas pueden requerir la
convocatoria, siempre que representen, por lo menos el 20% del capital integrado.
Cuando la sociedad se ha disuelto la convocatoria debe hacerla el liquidador y si
fuera este omiso, la convocatoria la hará el órgano interno de control, el órgano de
control estatal y aún puede convocarse judicialmente.
La convocatoria debe realizarse mediante publicaciones. El art. 345 establece que
deben hacerse en el Diario Oficial y en otro diario, por tres días y con una anticipación
mínima de 10 días y no mayor de 30 días. También se impone el contenido de la
publicación: el carácter de la asamblea, fecha y hora y lugar de reunión y el orden del
día.
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La ley autoriza que se realice una segunda convocatoria, cuando fracase la primera.
El art. 346 establece que si se convocó a una asamblea y el día fijado no asisten
accionistas bastantes para que pueda funcionar, se admite que se realice una nueva
convocatoria con la misma publicidad. Luego la norma admite que al hacer la primera
convocatoria, para el caso de que fracase la primera, indicando día y hora en que se
debe reunir la asamblea en primera y segunda convocatoria.
Adopción de resoluciones
Las resoluciones se adoptan por mayoría y sus resoluciones obligan a disidentes y
ausentes, con excepciones. Como principio general, las mayorías se forman en las
asambleas con las mayorías de accionistas presentes prescindiendo de si ellos
reúnen o no la mayoría del capital social, salvo que el estatuto o la ley imponga
mayoría de capital.
Impugnación de resoluciones de asambleas
El art. 365 de la Ley 16.060 (LSC) dispone: “Impugnación. Cualquier resolución de la
asamblea que se adopte contra la Ley, el contrato social o los reglamentos, o que
fuera lesiva del interés social o de los derechos de los accionistas como tales, podrá
ser impugnada según las normas de esta Sub-Sección, sin perjuicio de la acción
ordinaria de nulidad que corresponda por violaciones a la Ley.”
El art. 365 establece distintas causales de impugnación:
que la resolución sea contraria a la Ley, al contrato social o a los reglamentos;
que la resolución fuere lesiva de los derechos de los accionistas;
y que la resolución fuere lesiva del interés social.
Puede ser impugnada cualquier resolución de la asamblea de la que se adopte contra
la Ley, el contrato social o los reglamentos. La resolución será impugnable sea cual
fuere la Ley que se contraríe. Por lo tanto, son impugnables las resoluciones no sólo
por su contenido ilícito o contrario a los estatutos sino, también, cuando en su
formación se han violado normas legales o estatutarias.
La resolución de la asamblea es la etapa final de un proceso formativo de la voluntad
social. La resolución no es separable de las etapas que la preceden, que son
formativas y conducentes a la resolución final. El acto asambleario se integra con
distintas etapas dispuestas por la Ley y que forman una unidad funcional, sin
relevancia jurídica alguna si se las considera por separado. De modo que, cuando la
Ley se refiere a decisiones o acuerdos violatorios de las leyes, debe entenderse que
la violación pudo producirse en cualquiera de las etapas de la formación de tal
decisión o acuerdo.
Son impugnables, también, aquellas resoluciones que signifiquen un excesivo o
injustificado sacrificio de los derechos de los accionistas.
Se consideran como tales cualquier derecho que emane de la posición de socio:
derecho de voto, derecho a las utilidades o derecho de preferencia en la suscripción
de acciones, en el caso de aumentos de capital.
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Por ejemplo, si la mayoría calificada resuelve, en sucesivos ejercicios, no distribuir


utilidades, destinándolas a reservas y postergando indefinidamente las expectativas
de los accionistas a una participación en las utilidades. En casos como éste o en
similares en que la minoría aparezca sufriendo sacrificios excesivos e injustificables,
corresponderá una acción de impugnación.
Las resoluciones pueden ser impugnadas por ser lesivas del interés social. El interés
social es aquél compartido por todos los accionistas: interés de realizar una actividad
en común y de obtener beneficios. Se considera interés contrario al social, todo aquel
interés particular que contraríe la consecución del objeto social.
El interés social podría resentirse con posibles acuerdos que, a pesar de no ser
violatorios de las Ley o el contrato social, son adoptados por los socios mayoritarios
en beneficio propio o de otra persona. La mayoría, entonces, debe ejercitar sus
prerrogativas atendiendo en todo momento al interés social como interés superior
común a todos los accionistas. La competencia reconocida por la Ley o por los
estatutos a la asamblea está destinada, en primer lugar o prioritariamente, a permitir a
dicho órgano ejercer una actividad beneficiosa para la sociedad, pudiendo ser
sometidos a examen o censura si los integrantes del órgano han utilizado sus
derechos o poderes en disconformidad con su destino.
Adviértase que la Ley no exige que la lesión del interés social sea acompañada de
una intención de causar daño, por lo que habría abuso de derecho y desviación de
poder, cada vez que el accionista actúe para satisfacer intereses particulares y de
esta conducta se derive, objetivamente, una lesión al interés social.
Respecto de los aspectos procedimentales de la impugnación de las asambleas nos
referiremos a tres temas: legitimación, condiciones para el ejercicio de la acción y
trámite.
Tiene legitimación para impugnar las resoluciones asamblearias, los accionistas
siguientes:
los que no hayan votado la resolución impugnada,
los que hayan votado en blanco o se haya abstenido,
quienes votaron afirmativamente, si su voluntad estuvo viciada o si la norma
legal violada fuere de orden público (art. 367).
También, la tienen los tenedores de bonos o partes beneficiarias, cuando las
resoluciones sean violatorias de sus derechos (art. 422, inc. 2).
Asimismo, están legitimados cualquiera de los directores, el administrador, el síndico
o cualquiera de los integrantes de la comisión fiscal y aun la Auditoría Interna de la
Nación.
La acción se promueve contra la sociedad. El art. 369, inc. 3, resuelve quien
representa a la sociedad, cuando ella es promovida por las mayoría o todos los
directores. Se dispone que el Juez designe al representante dentro de los accionistas
mayores que votaron la resolución impugnada.
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Si quien promueve la acción es el director que ejerce la representación de la


sociedad, los restantes directores designarán a otro representante, a los efectos del
juicio.
Se fija un plazo breve para plantearla: noventa días a contar de la fecha de la
clausura de la asamblea o de su última publicación, si la ley 16.060 ha impuesto
publicidad de la resolución asamblearia de que se trata (art. 366).
Este plazo es un plazo de caducidad. Así lo entiende toda nuestra doctrina. Siendo un
plazo de caducidad, no se aplica el art. 514, que dispone la interrupción de los plazos
previstos en esta ley.
Se trata de una caducidad que se establece en tutela de intereses generales de la
seguridad y de la certeza en el ámbito de la actuación de los órganos sociales. Tal
como hemos visto, los autores citados fundan el régimen de la caducidad en la
defensa de tales intereses.
El procedimiento judicial para la impugnación será el de los procesos extraordinarios
(art. 18).
Efectos de la sentencia que acoja la impugnación
La sentencia que acoja la demanda de impugnación, en primer lugar, dejará sin
efecto la resolución impugnada.
Se hace la salvedad de que la sentencia no afectará derechos adquiridos por
terceros, salvo que se pruebe su mala fe (art. 370, inc. 2).
En segundo lugar, deja expedita la acción de responsabilidad contra los
accionistas que hubieren votado favorablemente las resoluciones que se dejen
sin efecto. El art. 372 dispone: "Los accionistas que hayan votado
favorablemente las resoluciones que se dejen sin efecto, responderán
solidariamente de las consecuencias de las mismas, sin perjuicio de la
responsabilidad que corresponda al administrador, a los directores, al síndico o
a los integrantes de la comisión fiscal."
16.6.2) Administración y representación
La ley regula también con especial particularidad el régimen de administración y
representación que guarda cierto paralelismo con el régimen societario común en la
materia a la vez que se integra y complementa con aquel.
Se admite un administrador o un directorio que puede ser integrado por única
persona. El directorio es la organización administrativa interna obligatoria de las
sociedades anónimas abiertas. La representación de la sociedad corresponderá al
presidente del directorio, salvo pacto en contrario.
El administrador o los directores serán designados en la asamblea ordinaria de
accionistas. El contrato o estatuto puede designar el primer administrador o los
integrantes del primer directorio. El estatuto puede establecer un plazo de duración
del administrador o directores en su cargo. Si nada se previó, duran un año.
Condiciones para ser administrador o director: podrán ser designadas las personas
físicas o jurídicas, accionistas o no, capaces para el ejercicio de comerciante y que no
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lo tengan prohibido o estén inhabilitados para ello. Los funcionarios del órgano estatal
de control no podrán ser administradores ni integrar directores de SA.
El contrato social podrá establecer régimen de suplencias de los administrados o de
los directores para el caso de vacancia temporal o definitiva.
El estatuto fijará la duración del administrador o de los directores a su cargo. Si no
dice nada permanecerán un año desde su designación.
Se fija el régimen de su remuneración que podrá establecerse en el contrato o por la
asamblea. El administrador podrá recibir una retribución como máximo del 10% de la
ganancia. El director tendrá una remuneración como máximo del 25% de las
ganancias. Tales montos se limitan al 5% cuando no se distribuyan dividendos a los
accionistas, incrementándose proporcionalmente a la distribución, hasta alcanzar los
límites.
16.7) El contralor interno y externo de la sociedad
16.7.1) Contralor interno
El control interno con la existencia de un órgano de fiscalización privada sólo es
preceptivo en las sociedades anónimas abiertas y facultativas en las cerradas y
estará a cargo de uno o más síndicos o de una comisión fiscal compuesta de tres o
más miembros, accionistas o no, según determine el estatuto.
Si es estatuto no previera la existencia de órganos de fiscalización, estos podrán ser
creados y designados sus titulares por una asamblea ordinaria o extraordinaria, a
pedido de accionistas que representen por lo menos el 20% del capital integrado, sin
perjuicio de que en este caso una asamblea posterior podrá suprimirlo.
Atribuciones y deberes de los síndicos o de la comisión fiscal:
1. Controlar la administración y gestión social.
2. Examinar libros y documentos, el estado de la caja, los títulos valores y
créditos a cobrar así como las obligaciones a cargo de la sociedad.
3. Verificación de los Estados Contables anuales, presentando a la asamblea
ordinaria un informe escrito sobre la situación económica y financiera de la
sociedad, dictaminando sobre la memoria, inventario, balance y sobre la
distribución de las utilidades.
4. Asistir con vos, pero sin voto.
5. Controlar la constitución y subsistencia de la garantía del administrador o de
los directores.
6. Convocar a la asamblea extraordinaria cuando sea necesaria y a la ordinaria
cuando se omita hacerlo por el órgano de administración.
7. Suministrar a los accionistas con no menos del 5% del capital integrado
informando cualquier materia, cuando lo requieran.
8. Investigar las denuncias que les formule por escrito cualquier accionista.
9. Fiscalizar la liquidación de la sociedad.
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10. Determinar sobre los proyectos de modificación del contrato social.


16.7.2) Contralor externo (Auditoría Interna de la Nación)
El órgano de control externo es la Auditoría Interna de la Nación y controlará la
constitución, modificación de su contrato social, disolución anticipada, transformación,
fusión, escisión y cualquier variación del capital social. Las sociedades anónimas
abiertas quedaran sujetas al control durante su funcionamiento y liquidación, también
podrán ejercer funciones de fiscalización en cualquier tipo de SA cuando lo soliciten
accionistas que representen por lo menos el 10% del capital social integrado.
Funciones de la Auditoria:
Contralor de la legalidad del estatuto y sus modificaciones: para todo tipo de
sociedad anónima se impone la fiscalización estatal sólo de ciertos actos de
las sociedades anónimas: constitución, modificación de estatuto, disolución
anticipada, transformación, fusión, escisión, variación del capital social.
El control es más severo cuando se trata de una sociedad anónima abierta. Por ello
se impone, que los administradores o los síndicos, deben comunicar cuando se dan
las circunstancias que califican a la sociedad como abierta. Se establece la
responsabilidad de administradores y síndicos, cuando no se ha efectuado la
comunicación o cuando se ha intentado eludir la fiscalización.
Contralor de la legalidad del funcionamiento social: para cualquier tipo de
sociedad anónima se dispone la fiscalización cuando sea solicitada por
accionistas que representen al menos el 10% del capital integrado (art. 410).
La solicitud debe contener las cuestiones determinadas cuya investigación se
pide. Es decir, se debe denunciar hechos concretos sobre los cuales ha de
recaer el control.
Para el subtipo de sociedad anónima abierta, el control será ejercido, además en la
constitución, modificación de estatuto, disolución anticipada, transformación, fusión,
escisión, variación del capital social, también, durante el funcionamiento y liquidación.
Se trata de un control de oficio, pues no requiere petición de accionistas.
Las sociedades anónimas abiertas deben acreditar ante la Auditoría Interna de la
Nación, que se han cumplido con publicaciones que la Ley dispone. Asimismo, deben
remitir a la Auditoria, las copias de las actas de asambleas y del Libro de Registro de
Asistencia de Accionistas.
Las sociedades anónimas abiertas deben presentar a la Auditoría Interna de la
Nación sus estados contables, aprobados por la asamblea. Ellos son controlados y,
con su visación, deben ser publicados (art. 416).
Contralor de la efectividad de los aportes: según establece el art. 252, la
Auditoria debe fiscalizar las suscripciones e integraciones efectuadas.
Convocatoria a asambleas: uno sólo de los directores no puede convocar a
asamblea. Tampoco los accionistas pueden convocar asambleas. Sin
embargo, los accionistas pueden requerir la convocatoria al órgano de
administración o al órgano de control interno, siempre que representen, por los
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menos, el 20% del capital integrado. El estatuto puede fijar un porcentaje


menor.
El pedido deberá indicar los temas que se quieren tratar. Los órganos referidos deben
convocarla para que se celebre dentro de un plazo máximo de 40 días. Si no lo hacen
16.8) Los bonos y las partes beneficiarias. Las obligaciones o debentures
negociables
16.8.1) Bonos o partes beneficiarias
Son títulos negociables sin valor nominal ajenos al capital social, que confiere a sus
tenedores el derecho de participar en las ganancias anuales en un porcentaje no
superior al 10% de las mismas.
Estos documentos pueden ser entregados a:
1. Fundadores, promotores, accionistas y a terceros para retribuir servicios
realizados a la sociedad.
2. Asociaciones, fundaciones de índole benéficas constituida para satisfacer a
sus empleados.
3. Personal de la SA caso en que los títulos serán nominativos e intransferibles y
caducarán con la extinción de la relación laboral y las ganancias que le
corresponde se computaran como gasto.
16.8.2) Debentures u obligaciones negociables
Pueden emitirse por la SA y las sociedades comerciales en general, las cooperativas
y bajo ciertas condiciones por los entes autónomos, los servicios descentralizados,
las personas públicas no estatales y las asociaciones civiles.
Son títulos negociables a los que se les extiende supletoria contra la sociedad pueden
ser representado a titulo al portador o nominativos endosables o no. Aunque también
podrán emitirse obligaciones negociables escriturables y no convertibles en acciones.
16.9) Grupos de interés económico y consorcios
16.9.1) Grupos de interés económico
Art. 489: “Dos o más personas físicas o jurídicas podrán construir un GIE con la
finalidad de facilitar o desarrollar la actividad económica de sus miembros o mejorar o
acrecer los resultados de esa actividad. Por si mismo, no dará lugar a la obtención ni
distribución de ganancias entre sus miembros y podrá constituirse sin capital. Será
persona jurídica.”
Es un contrato intuito personae, lo que determina que no se pueda expresar la
participación de los integrantes del grupo mediante títulos negociables ni que se
puedan ceder (art. 498). Por la misma razón, el ingreso de nuevos miembros al grupo
debe ser resuelto por unanimidad.
a) Diferencia con las sociedades comerciales
Los Grupos de Interés Económicos son sociedades comerciales porque, en principio,
carecen de algunos de los elementos específicos que caracterizan a las sociedades,
como los aportes y la participación en las ganancias y pérdidas (sin perjuicio de que
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pueden ser incorporados al contrato, como elementos accesorios, sin


desnaturalizarlo).
En cuanto a las ganancias: los grupos de interés económico no dan lugar a la
distribución de ganancias.
En cuanto al capital y los aportes: Sus integrantes no se obligan a realizar
aportes para constituir un capital (al menos no necesariamente).Parte de la
doctrina entiende que el GIE carece de patrimonio. Al no haber aportes de los
agrupados, ni finalidad de obtener ganancias, algunos autores consideran que
en el GIE no existe patrimonio. Los beneficios que produce la actividad del
GIE, se radicarían directamente en el patrimonio de los miembros. Esto,
obviamente crea un obstáculo al catalogar al GIE como persona jurídica.
Entendemos que no existe tal contradicción porque el GIE, en nuestro concepto, tiene
patrimonio. De hecho sólo así se explica que el GIE responda en primer lugar por las
deudas sociales.
Al GIE le falta evidentemente un elemento que es la obligación de aportar, lo que no
quita que los miembros contribuyan a formar el patrimonio sin el cual difícilmente
podría cumplir con su objeto. Esas contribuciones no tendrán el carácter de aporte ni
el fin de constituir un capital en el sentido atribuido a estos conceptos en el Derecho
societario. El patrimonio del GIE se formará con éstas contribuciones que a título de
préstamo o donación (u otro) efectúen los agrupados.
Por otra parte, el hecho de que el GIE no tenga por objeto la obtención de ganancias
no quita que pueda tenerlo si así se pacta en el contrato. Si ello es así los miembros
tendrán el derecho a participar en la distribución de las ganancias obtenidas por el
GIE.
En cuanto al objeto: El GIE no ejerce una actividad comercial organizada.
Genéricamente, el objeto de un GIE será facilitar o desarrollar la actividad
económica de sus miembros o acrecer los resultados de esa actividad. El GIE
no tiene actividad propia como sucede en el caso de la sociedad comercial. El
objeto del GIE sólo puede ser el desarrollar la actividad económica de sus
miembros o acrecer los resultados de esa actividad. Los miembros del GIE no
se agrupan para crear un ente nuevo que actuará por cuenta de sus
integrantes. Son éstos últimos quienes continuarán comerciando por su
cuenta. El GIE limitará su actividad a coordinar la actuación individual de los
miembros del grupo. Ello explica que el GIE por sí mismo no dé lugar a la
obtención ni distribución de ganancias y que pueda constituirse sin capital.
b) Régimen jurídico
Requisitos constitutivos
El GIE se constituye mediante un documento (escritura pública o privada) que debe
contener determinadas enunciaciones. A los efectos de su regularidad, el contrato
deberá inscribirse en el Registro Nacional de Comercio. Las modificaciones al
contrato se realizan siguiendo las mismas formalidades que para su constitución; esto
es logrando el acuerdo de los agrupados, instrumentando por escrito las
modificaciones e inscribiéndolas en el Registro Nacional de Comercio. El contenido
del documento está señalado en el art. 490 de la LSC y es el siguiente.
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Organización
El contrato organizará la administración y representación. En su defecto se aplicará lo
dispuesto para las sociedades anónimas (art. 494).
La asamblea de los miembros del grupo estará facultada para adoptar cualquier
decisión, incluso la disolución anticipada o la prórroga de su duración en las
condiciones establecidas en el contrato constitutivo (art. 496).
Todas las resoluciones se adoptarán por unanimidad y cada miembro tendrá un voto,
salvo estipulación contraria.
La asamblea se reunirá obligatoriamente a pedido de cualquiera de los miembros del
grupo.
Responsabilidad de los agrupados
Los miembros del grupo serán responsables por las obligaciones contraídas por éste.
Esa responsabilidad será subsidiaria y solidaria (art. 495).
16.9.2) Consorcios
En este contrato, de acuerdo con el art. 503 de la Ley 16.060 (LSC), se regula la
actividad individual de cada uno de los asociados.
El art. 501 de la Ley define al consorcio de la siguiente manera: "El consorcio se
constituirá mediante contrato entre dos o más personas físicas o jurídicas, por el cual
se vincularán temporariamente para la realización de una obra, la prestación de
determinados servicios o el suministro de determinados bienes. El consorcio no
estará destinado a obtener y distribuir ganancias entre los partícipes sino a regular las
actividades de cada uno de ellos.
No tendrá personalidad jurídica. Cada integrante deberá desarrollar la actividad en las
condiciones que se prevean, respondiendo personalmente frente al tercero por las
obligaciones que contraiga en relación con la parte de la obra, servicios o suministros
a su cargo, sin solidaridad, salvo pacto en contrario."
a) Diferencia con las sociedades comerciales
En cuanto al objeto
A diferencia de la sociedad, el consorcio no tiene por objeto realizar una actividad
común, pues la actividad se divide entre los consorciados.
El objeto del consorcio es crear un vínculo temporario entre los consorciados a los
efectos de que éstos realicen una obra, presten determinado servicio o cumplan el
suministro de ciertos bienes.
El contrato de consorcio regula y coordina la actividad de cada uno de los miembros.
Cada consorciado participará en la obra, por ejemplo, desarrollando su actividad en
forma individual, obteniendo para sí los resultados económicos resultantes y
asumiendo la responsabilidad que le corresponda.
En cuanto a las ganancias
Por ello, no persigue el fin de distribuir utilidades y participar en las pérdidas, pues no
se generan utilidades ni pérdidas que se puedan imputar al consorcio y que luego
puedan dividirse entre los consorciados (art. 503).
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No es de esencia la realización de un aporte, aunque puede preverse en el contrato,


contribuciones para los gastos comunes (art. 502,n. 8).
En cuanto al capital y los aportes
El consorcio no tiene capital ni patrimonio propio porque no tiene personalidad
jurídica. Eso no significa que no tenga un fondo en donde cada consorciado
contribuya a los gastos de administración. Esta contribución no tiene el carácter de
aportes, porque no constituyen una integración del capital (que no existe).
Ese fondo pertenecerá a todos los miembros del consorcio los que entregarán su
contribución del modo que ellos consideren apropiado, esto es, en forma de préstamo
o donación o de otro modo.
b) Régimen jurídico
Requisitos constitutivos
El contrato de consorcio debe instrumentarse por escrito y deberá contener
determinadas enunciaciones dispuestas por la Ley en el artículo 502.
Debe inscribirse en el Registro Nacional de Comercio y publicarse un extracto en el
Diario Oficial (art. 503).
El escrito (en documento público o privado), no se exige como solemnidad, sino a los
efectos de la prueba. El registro y la publicación sólo tienen por objeto dar publicidad.
No se sanciona especialmente la omisión en el cumplimiento de estos requisitos.
Organización
Los consorcios serán administrados por uno o más administradores o gerentes (art.
504).
Se les aplicarán en lo compatible, las normas generales de esta ley y las especiales
de las sociedades colectivas, sobre administración.
Las modificaciones del contrato y su rescisión se resolverán por unanimidad. Las
demás resoluciones se adoptarán por mayoría de votos. Todo, salvo pacto en
contrario (art. 507).
Responsabilidad de los consorciados
Cada integrante deberá desarrollar la actividad en las condiciones que se prevean,
respondiendo personalmente frente al tercero por las obligaciones que contraiga en
relación con la parte de la obra, servicios o suministros a su cargo, sin solidaridad,
salvo pacto en contrario (art. 501).
17) Las sociedades cooperativas
17.1) Conceptos, principios y valores del cooperativismo
Entendida la cooperativa como un negocio societario, corresponde abordar el tema de
su comercialidad. Ninguna norma legal establece la comercialidad formal de las
cooperativas.
Para saber si una cooperativa es una sociedad civil o comercial hay que analizar
distintos elementos: la actividad que es su objeto; la existencia de una comercialidad
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formal; la obligación de inscripción en el Registro Nacional de Comercio y la remisión


a institutos de Derecho Comercial.
Si la cooperativa tiene por objeto la realización de alguno de los actos de comercio
regulados en el Código de Comercio será comercial. En este sentido no puede
dudarse que las cooperativas de consumo, de trabajo, las agroindustriales y las de
crédito son comerciales. Las cooperativas de consumo realizan intermediación pues
compran para revender, esto es, realizan actos de comercio. Las cooperativas de
trabajo y las agroindustriales también realizar actos de comercio ya que se asimilan a
las empresas de fábrica o de transporte contenidas en el art.7, n. 4, del Código de
Comercio. Las cooperativas de crédito realizan intermediación en el crédito realizando
operaciones similares a las operaciones de los bancos (art. 7, n. 2). La cooperativa
agraria cuyo objeto es la transformación, realizará actividad de fábrica y, por ello,
puede ser considerada comercial.
Si el legislador obliga que se inscriba su contrato en el Registro Nacional de
Comercio, se entiende que es comercial. Lo mismo si ordena que se le apliquen
regímenes propios del Derecho Comercial como los procedimientos concursales y de
liquidación.
La importancia de la distinción radica en el Derecho a aplicar. Las cooperativas que
no reúnan alguna de éstas características serán civiles.
17.1.1) Principios
Principio sobre distribución de excedentes o principio de retorno
Es un elemento especifico de todas las sociedades (y las cooperativas lo son en
concepto de la doctrina comercial más recibida) que los socios aporten bienes con
finalidad de formar un patrimonio con el cual realizar una actividad y de participar en
las utilidades o compartir las pérdidas que con esa actividad se generen. A este
elemento no escapan las sociedades cooperativas. Lo que cambia es el criterio que
se toma para distribuir utilidades. En las demás sociedades, ellas se reparten en
proporción al capital aportado cada socio; en las cooperativas, se deja ese principio
capitalista y en su lugar se dispone que las utilidades sean distribuidas en proporción
al trabajo realizado o a las operaciones concretadas por el socio con la sociedad
cooperativa, según sea su tipo.
La distribución de utilidades o “excedentes” en proporción al trabajo efectuado por
cada socio o a las operaciones de consumo o de crédito efectuada por cada uno de
ellos es recogida por todas las leyes mencionadas (art. 1 de la Ley 1946, art. 131 de
la Ley 13.728, art. 3 apartado 8 de la Ley 13988 y art. 21 de la Ley 15.645). En la Ley
1946 este principio es considerado como principal y definidor de este tipo social.
Las sociedades cooperativas en su gestión empresarial producen utilidades, como
cualquier otro entre comercial. Los socios cooperativistas ingresan a la sociedad con
el fin de obtener un provecho económico y la mecánica cooperativa aporta un sistema
no capitalista, según se vio.
Responsabilidad limitada de los socios
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Cada socio está obligado a efectuar un aporte que pasa a integrar el capital social.
Fuera del cumplimiento de su obligación de aportar, el socio no asume cargas
pecuniarias ni contrae responsabilidad por las deudas sociales.
El principio se establece en el art. 2 de la Ley 1946. Con esta norma se busca
fomentar la cooperación facilitando la creación de estas sociedades, con el incentivo
de que el socio no compromete su responsabilidad frente a los riesgos empresariales
de la sociedad a la cual se incorpore.
El la Ley 14.827 para cooperativas agroindustriales se establece una norma
totalmente distinta. En efecto, el art. 7 dice así: en lo relativo a la responsabilidad del
socio, los estatutos deberán prever algunas de las siguientes situaciones:
1. Responsabilidad limitada al monto de la participación suscrita;
2. Suplemento de responsabilidad hasta un monto de veinte veces de la
participación suscrita;
3. Responsabilidad ilimitada;
Toda modificación de los estatutos que suponga aumentar la responsabilidad de los
socios, deberá aprobarse en Asamblea, convocada a esos efectos, por el voto
conforme de los tres cuartos de los socios inscriptos en el registro.
Ninguna autoridad social podrá establecer limitaciones a la responsabilidad de los
socios, una vez aprobados los estatutos.”
La variante introducida por la Ley 14827 se justifica por un doble motivo:
1. Porque se quiere que el socio, a través de un compromiso económico mayor,
le dé más apoyo a la cooperativa;
2. Facilitar a estas sociedades un mejor acceso al uso de créditos.
Un régimen similar introduce la Ley 15.645 para las cooperativas agropecuarias,
estableciendo que el estatuto puede optar entre dos regímenes:
A. “responsabilidad limitada; es esta categoría la responsabilidad de sus
miembros queda limitada al aporte suscrito
B. Responsabilidad suplementaria: sus miembros serán responsables, además,
por un monto suplementario que deberá ser siempre predeterminado en los
Estatutos”.
La Ley autoriza la modificación del régimen mediante una posterior modificación del
estatuto, pero solo en el sentido de aumentar la responsabilidad. La ley aclara la
responsabilidad de los socios en subsidiaria de la correspondiente a la cooperativa y
que, agotados los bienes de ésta, los miembros son solidariamente responsables por
el monto correspondiente, según estatutos.
Principio de puertas abiertas o adhesión libre
El número de socios es ilimitado (art. 3 de la Ley 10.761, art. 11 de la Ley 15.645).
Los socios pueden ingresar y egresar libremente, sin perjuicio de que el estatuto
pueda establecer algunas condiciones para ello. Así, ´por ejemplo, el estatuto puede
exigir para el ingreso a la sociedad la condición de pertenecer a determinado gremio,
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profesión o actividad (art. 4 Ley 10761; art. 6 núm. 7 de la Ley 14.827 y art. 9 Ley
15.645).
Con estas normas se quiere evitar que, por retiro intempestivo de un número
cualquiera de socios, se produzca el fracaso de la sociedad, especialmente en los
primeros años de consolidación de la empresa, en que se necesita la cohesión de
todos.
En las cooperativas de vivienda el principio de puertas abiertas tiene algunas
restricciones. En efecto, la Ley establece para las unidades cooperativas de vivienda
un límite mínimo de socios de 10 y un máximo de 200 (art. 142 de la Ley 13.728).
Las cooperativas matrices de vivienda no pueden superar el número de mil socios sin
vivienda adjudicada, salvo autorización de la Dirección Nacional de Vivienda.
Capital ilimitado y variable
El capital de la cooperativa en variable e ilimitado. La Ley dispone expresamente la
ilimitación y variabilidad del capital social. La variabilidad del capital es una
consecuencia del principio de puertas abiertas. Con el ingreso o egreso de socios
aumenta o disminuye el capital. No obstante, se requiere un capital inicial o
fundacional en la mayor parte de los tipos. Para las cooperativas agrarias se exige
integración del 10% del capital suscrito, mediante depósito realizado en el Banco de
la República.
El capital de las sociedades cooperativas se fracciona en “partes”. Las leyes
establecen que todas las partes sociales tendrán el mismo valor. También, establecen
que serán nominativas e indivisibles. No se autoriza su representación en títulos
negociables. La ley 13.728 establece el monto mínimo de cada cuota. Las demás no
fijan importes. La ley de cooperativas de vivienda y la de cooperativas agrarias
autorizan la revaluación de las partes sociales, lo cual constituye una solución una
solución adecuada para épocas de inflación.
Tratamiento igualitario de los socios
Las distintas leyes sociales, además, que cada socio tiene un solo voto, aunque
posea más de una parte social, asentando así el principio igualitario. La Ley 14.827
para cooperativas agropecuarias, establece una salvedad: “Los estatutos no obstante,
podrán establecer un sistema de voto calificado con la finalidad de fomentar una
mayor adhesión al sistema cooperativo”. (art. 5).
Las leyes también prohíben atribuir privilegios a iniciadores, fundadores o directores.
Plazo ilimitado
Todas las leyes sobre cooperativas establecen que el plazo es ilimitado (art. 3 de la
Ley 1946, art. 131, inc. F de la Ley 13.728, art. 6 núm. 1 de la Ley 1978 y art. 54 inc.
A de la Ley 15.645).
Neutralidad
La Ley consagra la neutralidad de las cooperativas en materia política, religiosa, de
nacionalidad o de de la Ley regiones (art. 7 de la Ley 1946 y art. 131 inc. D de la Ley
13.728).
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17.2) Clasificación de las cooperativas


Las cooperativas se desdoblan en una variedad de subtipos, que la doctrina ha
tratado de ordenar o de clasificar, atendiendo a distintos criterios. Al realizar
clasificaciones de acuerdo a distintos criterios, es posible que se puedan superponer
y que una determinada cooperativa sea, por ejemplo, a la vez nacional, rural, de
producción, de primer grado.
Todas las cooperativas, sea cual fuere su subtipo o categoría, tienen más elementos
comunes que aspectos diferenciales. Todas se constituyen en función del movimiento
cooperativista y de acuerdo a los principios del cooperativismo y tienen estatutos
legales en que se confieren derechos a los asociados y se establece un régimen de
gobierno que no difiere sustancialmente de una a otra.
Sin embargo, según hemos de ver, en nuestro Derecho, no existe una reglamentación
común a todas las cooperativas sino que se han dictado normas separadas para cada
subtipo. Sólo recientemente se han dictado algunas normas aplicables a todas las
cooperativas.
17.2.1) Las cooperativas según su ámbito territorial de actuación
Se puede clasificar a las cooperativas de acuerdo a su ámbito territorial de actuación.
Se distinguen de acuerdo a este criterio, cooperativas “nacionales” constituidas en el
país y cooperativas constituidas en el extranjero pero que realizan su actividad
económica o desarrollan algún aspecto de ella en el país o tienen en él un
establecimiento o representación permanente.
También se pueden clasificar en cooperativas de actuación nacional por oposición a
cooperativas regionales que actúan en una determinada zona del país. Existen
cooperativas urbanas y cooperativas rurales, según sea el espacio concreto en que
desarrollen su actividad.
17.2.2) Las cooperativas según su ámbito económico de actuación
Con mayor frecuencia se distinguen subtipos, tomando como criterio el segmento o
sección de la economía en que la cooperativa actúa. Se puede hacer una gran
clasificación entre cooperativas de producción y de consumo.
Las cooperativas de producción tienden a regular la actividad de productores,
obreros, técnicos o profesionales para permitir su actuación coordinada y en común.
Las cooperativas de consumo se constituyen para atender las necesidades de sus
miembros. Dentro de éstas se incluyen las cooperativas de consumo propiamente
dichas, las de ahorro y crédito, las de vivienda y las de seguro.
17.2.3) Las cooperativas según su objeto
También, se clasifican según el ramo de actividad que constituye su objeto, en
cooperativas de transporte, agrarias, agroindustriales, industriales, de asistencia
médica, etcétera.
17.2.4) Las cooperativas según su grado
Además, existen cooperativas de base o de primer grado y otras de segundo y
ulteriores grados.
17.3) Naturaleza civil o comercial de las cooperativas
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17.3.1) Objeto de las cooperativas


Con respecto a las cooperativas que pueden entenderse que configuran un negocio
societario, corresponde abordar el tema de su comercialidad.
En principio y de acuerdo a normas generales, la distinción entre sociedad comercial
y civil se apoya en el objeto comercial o civil que se proponga realizar.
El objeto de las cooperativas será civil o comercial, según sus respectivas
reglamentaciones. Las cooperativas de consumo se dedican a comerciar bienes
(compra para revender, artículo 7, n. 1, Código de Comercio); las de producción
explotan empresas de fábrica (art. 7, n. 4, Código de Comercio); las de crédito,
intermedian en el crédito, realizando operaciones similares a las de un banco (art. 7,
n. 2, Código de Comercio). Es decir, que el objeto de todas estas cooperativas es
realizar actos de comercio.
En cuanto al objeto de las cooperativas agrarias, la Ley marca una amplia gama de
actividades posibles. Si se dedica a una producción agraria o a facilitar esas
actividades, siendo tal objeto civil, se tratará obviamente de una sociedad civil. Si se
dedica a la transformación, al comercio, la importación o la exportación, como éstas
son actividades comerciales, la cooperativa será una sociedad comercial.
En conclusión, para saber si una cooperativa es una sociedad civil o comercial hay
que analizar la actividad que es su objeto. Si la cooperativa tiene por objeto la
realización de alguno de los actos de comercio regulados en el Código de Comercio
será comercial. En este sentido no puede dudarse que las cooperativas de consumo,
de trabajo y las de crédito son comerciales, según señalamos en párrafo anterior.
17.3.2) Solución legal
La importancia de la distinción radica en el Derecho a aplicar, pero ello ha sido
solucionado expresamente. La Ley 18.407 impone la aplicación subsidiaria de las
normas sobre sociedades comerciales, a todos los subtipos de cooperativas (art. 3).
La utilización de soluciones establecidas para las sociedades comerciales, en cuanto
sean compatibles con los principios del cooperativismo, es posible si se tiene en
cuenta que si bien hay diferencias entre cooperativas y sociedades comerciales,
ambos contratos tienen muchos elementos en común: la cooperativa como la
sociedad nace de un negocio plurilateral; el proceso de su constitución regular guarda
similitudes; en ambas hay aportes que pueden merecer un tratamiento similar con las
particularidades a contemplar.
Las cooperativas se manejan, como las sociedades comerciales, utilizando órganos
para la gestión de la actividad económica, órganos deliberativos y órganos de
fiscalización, cuya estructura es sustancialmente igual, salvo las peculiaridades que
les imprime el cooperativismo.
En consecuencia, se pueden aplicar a las cooperativas soluciones establecidas en la
Ley comercial y, con las salvedades del caso, para el proceso de constitución, para
las sociedades irregulares, para la nulidad del negocio constitutivo. También, son
adecuadas las normas sobre funcionamiento de asambleas y la posibilidad de
impugnar sus resoluciones, sobre intervención judicial, sobre prescindencia de la
personería jurídica, etcétera.
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Si bien el movimiento cooperativo puede encontrar insatisfactorias las soluciones de


las leyes que regulan las sociedades constituidas según principios capitalísticos,
muchos de los negocios regulados en el ámbito comercial, son razonablemente
utilizables, máxime en la postura actual de la doctrina de dinamizar la actividad
cooperativa, para hacerla competitiva y constituirla en una entidad no meramente
defensiva, como antes se consideró.
La importancia de la distinción radica en el Derecho a aplicar. Las cooperativas que
no reúnan alguna de éstas características serán civiles.
17.4) Algunas características de las cooperativas en general
Son de capital variable y duración ilimitada
Los asociados ingresan y se retiran, en principio, libre y voluntariamente; tienen
derecho a un solo voto, con independencia de lo que su aporte representa,
porcentualmente en el capital social; participan en la distribución anual de
excedentes sociales, según su trabajo o sus operaciones, con igual
independencia del capital aportado.
La responsabilidad de los socios se limita a su compromiso de aporte, con
excepción de las agroindustriales y las agrarias: ambas admiten también la
responsabilidad suplementada, y la primera, adicionalmente, la responsabilidad
ilimitada.
Se exige para su constitución regular y adquisición de personalidad jurídica
contrato escrito e inscripción en el Registro Nacional de Comercio, aunque
algunas requieren la realización de trámites adicionales para su regular
constitución, por ejemplo, las de ahorro y crédito requieren autorización
gubernamental adicional para funcionar como tales.
La organización interna-tipo responde al esquema siguiente: la Asamblea
General, el Consejo Directivo y la Comisión Fiscal, órganos, estos últimos, en
los que sólo pueden participar, con alguna excepción, los propios asociados.
Operan en lo fundamental con sus propios asociados, pero también pueden
operar principalmente con terceros no socios, con excepción de las
cooperativas de vivienda.
En caso de retiro de un asociado o de disolución de la sociedad, los socios del
caso sólo reciben hasta el monto de su aporte, sin perjuicio que en algunos
casos se admite su reajuste: cooperativas de vivienda, en que es preceptivo,
agroindustriales y agrarias, en las que depende de previsiones estatutarias
expresadas al respecto.
Su sistema documental y contable es el propio de las sociedades comerciales.
Están sujetas, en algunos casos a contralor estatal, el que es ejercido, salvo
excepciones puntuales, por la Auditoría Interna de la Nación.
Gozan, en términos generales, de excepciones tributarias y del aporte
jubilatoria patronal, totales o parciales; aunque en el primer caso no están
exoneradas, ni el IVA ni del IMESI.
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Unidad 8

Los Contratos
Resumen DERECHO COMERCIAL

1) Fuentes de las obligaciones comerciales


Nuestra ley civil reconoce 5 fuentes: el contrato, el cuasicontrato, el delito, el
cuasidelito y la ley.
1.1) Requisitos para la validez de los contratos
1. Consentimiento valido de las partes
2. Capacidad
3. Objeto licito y causa licita
4. La solemnidad
Se requiere que el consentimiento no éste viciado por error de hecho, violencia o
dolo.
La capacidad para contratar, el principio general es que para celebrar un contrato
comercial se requiere la capacidad civil.
El objeto de los contratos debe ser lícito. El Código de Comercio califica de ilícito los
contratos que recaen sobre objetos prohibidos por la ley o cuyo fin fuese
manifiestamente ofensivo de la sana moral o de las buenas costumbres. El objeto
asimismo, debe ser posible y determinado. El Código Civil entiende como causa, en
los contratos onerosos, la ventaja o provecho que le procura la otra parte, la causa
debe ser ilícita, es decir no prohibido por la ley o contraria a las buenas costumbres o
al orden público, la causa se presume que existe y que es lícita, hasta que el deudor
no pruebe lo contrario.
1.2) Interpretación o integración de los contratos comerciales
En la interpretación del contrato, el “uso y la practica generalmente observada en el
comercio, de igual naturaleza y especialmente la costumbre del lugar donde debe
ejecutarse el contrato, prevalecen sobre cualquier inteligencia en contrario que se
pretenda dar a las palabras”.
En materia de integración, si se hubiera omitido alguna clausula necesaria para la
ejecución del contrato, el código presume que las partes “se han sujetado a la que es
de uso y práctica en tales casos entre los comerciantes, en el lugar de la ejecución
del contrato”.
Se recurre al uso, cuando la moneda, el peso o la medida están designados
genéricamente en el contrato, entendiéndose hecha la obligación “en aquella especia
de moneda, pero o medida que este en uso en los contratos de igual naturaleza”.
1.3) Prueba de las obligaciones y contratos mercantiles
Según el art. 192 las obligaciones y contratos mercantiles pueden probarse por
documentos públicos o privados, por la correspondencia epistolar, por las notas y
certificaciones extraídas de los libros de los corredores, por testigos, por
presunciones y por los libros de los comerciantes.
Documento privado es la factura comercial cuyo valor probatorio depende
básicamente de sí está o no firmada y si esa firma ha sido reconocida. La factura
firmada y con firma reconocida tiene el mismo valor que un documento público. Los
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libros de comercio como medio de prueba deben obtenerse su exhibición parcial o


general; esta última solo se admite en caso de sucesión, comunidad o sociedad,
administración o gestión mercantil por cuenta ajena y en caso de quiebra. El peritaje
es un medio de prueba utilizado asiduamente por nuestro derecho mercantil, es
especial al derecho comercial la distinción entre peritos y peritos arbitradores.
La actual ley de cheques admite que los talonarios de la libreta de cheques, llevados
en forma, se utilicen como medio de prueba en los pleitos sobre cheques emitidos en
el país. La correspondencia es admitida expresamente como medio probatorio por el
derecho mercantil.
1.4) Extinción de las obligaciones comerciales
Modos extintivos:
Paga
Compensación
Remisión
La novación
La prescripción
2) Clásicos
2.1) Compraventa mercantil. Modalidades. La factura comercial. Compraventas
Internacionales
Art. 513: “la compraventa es un contrato por el cual una persona sea o no propietaria,
poseedora de la cosa, objeto de la convención se obliga a entregarla o hacerla en
propiedad a otra persona que se obliga por su parte a pagar un precio convenido y la
compra para revenderla o alquilar su uso”.
Hay dos tipos de compraventa: comercial y civil. La compraventa es un contrato
donde una de las partes se obliga a dar una cosa y la otra a pagarle en dinero. Desde
el punto de vista económico la producción y el consumo no son comercio, comercio
es la intermediación que es lo que queda en el medio. La compra-venta entre
productor y consumidor directamente es civil. La que se realiza por intermediación
sería comercial. Lo que distingue a la compra-venta civil de la comercial es la
intención de venderla o alquilar su uso.
En líneas generales, puede decirse que el vendedor se obliga a entregar la cosa
vendida y el comprador se obliga a pagar el precio y a recibir la cosa vendida.
Analizaremos cada una de esas obligaciones.
Art. 516: “No se consideran mercantiles:
1. Las compras de bienes raíces y muebles accesorios. Sin embargo, serán
comerciales las compras de cosas accesorias al comercio, para prepararlo o
facilitarlo, aunque sean accesorias a un bien raíz.
2. Las de objetos destinados al consumo del comprador, o de la persona por
cuyo encargo se haya la adquisición.
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3. Las ventas que hacen los labradores y hacendados de los frutos de sus
cosechas y ganados.
4. Las que hacen los propietarios y cualquier clase de persona de los frutos o
efectos que perciban por razón de renta, dotación, salario, emolumento, u otro
cualquier título remuneratorio o gratuito.
5. La reventa que hace cualquier persona del resto de los acopios que hizo para
su consumidor particular. Sin embargo, si fuere mayor cantidad la que venden
que la que hubiesen consumido, se presume que obraron en la compra con
ánimo de vender y se reputan mercantiles la compra y la venta.”
Acto mixto: es cuando para una de las partes la compra-venta es civil y para otra
parte es comercial. A uno se le explicará el régimen del código civil y a otro del código
comercial (por ejemplo en el caso de la mora, en materia civil debe haber una
interpelación para que comiencen a correr los intereses y en materia mercantil los
intereses corren automáticamente desde el vencimiento del plazo.
Ubarrio entendió que las compras-ventas mixtas deben considerarse civiles ya que es
más genérico. Garridez es la posición más aceptada, considera que cuando el acto es
mixto, debe considerarse como compra-venta comercial.
Las 2 diferencias principales serán la intensión de revender o alquilar el uso y la
naturaleza del bien, ya que la compraventa comercial es siempre sobre bienes
muebles. Hay compraventa que es comercial y no se requiere la intensión de
revender o alquilar el uso por ejemplo la compraventa en moneda metálica, buques,
títulos públicos. Otra diferencia es que el riesgo por el daño que puede sufrir la cosa
lo corre el comprador (civil) en cambio si la compraventa es comercial el riesgo lo
corre el vendedor.
2.1.1) Obligaciones del vendedor
La obligación del vendedor es hacer la entrega de la cosa vendida. En tanto no se
efectivice esa entrega tiene obligación de conservarla.
Obligación de hacer entrega
En nuestro Derecho, para que haya trasmisión de propiedad, se requiere título y
modo. El contrato de compraventa es un título, pero se necesita, luego, la tradición
para que el comprador se convierta en dueño. La tradición puede ser real o simbólica,
como en materia civil.
Tradición: la tradición real consiste en la entrega material de la cosa hecha por el
vendedor al comprador. El artículo 760 del Código Civil dispone: “La
tradición real es la que verifica por la aprehensión corporal de la cosa,
hecha por el adquirente u otro en su nombre”.
Constituye la principal obligación del vendedor. El artículo 526 del Código de
comercio dispone: “Perfeccionada la venta (artículo 514), queda obligado el vendedor
a entregar al comprador la cosa vendida en el plazo y del modo estipulado en el
contrato; so pena de responder por las pérdidas y daños que de su falta resultasen.
Sin embargo, no hay obligación de entregar la cosa antes de pagado el precio, si
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entre el acto de la venta y el de la entrega, mudase notoriamente de estado el


comprador y no diese fianza bastante de pagar a los plazos convenidos.”
Tradición simbólica: La tradición simbólica es un acto que, sin dar la posesión
material, coloca al comprador en condiciones de disponer libremente
de la cosa. El artículo 527 del Código de comercio dispone: “La
entrega de la cosa vendida, en defecto de estipulación expresa, debe
hacerse en el lugar donde se hallaba la cosa al tiempo de la venta, y
puede verificarse por el hecho de la entrega material o simbólica o por
la del título, o por la que estuviese en uso comercial en el lugar en
donde deba verificarse.”
Entregas parciales: El principio general se establece en el primer inciso del artículo
537: no se puede obligar al comprador a recibir entregas parciales. El
segundo inciso establece una excepción al principio. Si el comprador
aceptó recibir una parte, se entiende cumplido el contrato en cuanto a
lo recibido. El artículo 537 dispone: “El comprador que haya contratado
por junto una cantidad determinada de efectos, sin hacer distinción de
partes o lotes con designación de épocas distintas para su entrega, no
puede ser obligado a recibir una porción, bajo promesa de entregarle
posteriormente lo restante. Sin embargo, si espontáneamente
conviniere en recibir una parte, queda irrevocable y consumada la
venta, en cuanto a los efectos que recibió, aun cuando el vendedor
falte a la entrega de los demás, salvo por lo que toca a éstos, la opción
que le acuerda el artículo 534.”
Plazo para la entrega y lugar de la entrega: si no se estipuló plazo de entrega, el
plazo para hacerla es de veinticuatro horas siguientes a la celebración
del contrato (art. 530) pero el comprador no puede exigir la entrega sin
pagar el precio.
En el Código Civil se establece que la entrega debe hacerse inmediatamente después
de celebrado el contrato (art. 1.688 CC). Al igual que en el régimen comercial, el
comprador no puede exigir la entrega si no paga el precio en el acto de la entrega.
La entrega debe hacerse en el lugar donde se hallaba la cosa al tiempo de la venta
(art. 527). Puede convenirse otra cosa.
El artículo 528 prevé que se hubiere convenido que las cosas se remitan, sin
establecer adonde. La solución legal es que se remitan al domicilio del comprador.
El Código prevé otra modalidad: la remisión a un consignatario del vendedor. El inciso
2 del artículo 528 dispone: “Exceptúase el caso en que el vendedor no pagado el
precio, remite los efectos a un consignatario suyo, no para entregarlos llanamente,
sino recibiendo el precio, o tomando garantías.”
La norma es similar a la contenida en el artículo 1.687 del Código Civil. Este artículo
prevé otra eventualidad: la designación de dos localidades para la entrega y da cómo
solución que el vendedor debe elegir el lugar de la entrega. El artículo 1.687 del
Código Civil establece: “La entrega debe hacerse en el lugar convenido y si no
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hubiere lugar designado, en el lugar en que se encontraba la cosa vendida a la época


del contrato. Si se hubieren designado para la entrega dos localidades
alternativamente, sin indicar de cuál de los interesados será la elección, se entenderá
que ésta corresponde al vendedor.”
Mora: en el régimen del Código de Comercio, para hacer incurrir en mora al
vendedor, se debe interpelarlo judicial o notarialmente (art. 536). Para
el vendedor no hay mora automática, a menos que así se hubiere
pactado.
En el Código Civil, también, el deudor cae en mora, sea por la interpelación judicial,
por la intimación de la protesta de daños y perjuicios, por la propia naturaleza de la
obligación o por el solo vencimiento del término cuando así se pactó (art. 1.336). La
intimación de la protesta de daños y perjuicios se realiza por intermedio de escribano.
Obligación de conservar la cosa
El vendedor debe conservar la cosa hasta su entrega efectiva. De acuerdo al artículo
531 del Código de Comercio, cuando el vendedor pone la cosa a disposición del
comprador y éste se da por satisfecho de su calidad, el vendedor se constituye en
depositario y obligado a su conservación, bajo el régimen del depósito. La norma se
justifica porque, cuando se pone la cosa vendida a disposición del comprador, se ha
hecho tradición. El vendedor dejó de ser dueño y contrae obligaciones del depositario.
Obligaciones del comprador
Por la compraventa el comprador asume dos obligaciones: pagar el precio y recibir la
cosa vendida.
Pagar el precio
El precio se fija de común acuerdo al celebrarse el contrato, según se infiere del
artículo 514 del Código de Comercio: “El contrato de compraventa queda perfecto
desde que el comprador y vendedor convienen en la cosa y en el precio, aunque éste
no se haya pagado, ni aquélla entregado todavía.”
Caso en que no se haya establecido expresamente el precio: si el precio
no surge del documento en que se instrumentó la compraventa, se entiende
que las partes se sujetaron al corriente en el día y el lugar de la entrega (art.
523).
Puede dejarse el precio al arbitrio de un tercero. En este caso, si el tercero no puede
o no quiere determinarlo se fijará por arbitradores. El artículo 524 establece: “El precio
de la venta puede ser dejado al arbitrio de un tercero. Si este no pudiere o no quisiere
hacer la determinación, será señalado el precio por arbitradores.”
Plazo: en el contrato puede haberse estipulado un plazo para el pago del precio. Si
así no se hizo, el Código establece que el comprador gozará de un
plazo de diez días para pagar el precio. El artículo 530, inciso 2, del
Código de Comercio establece: “El comprador gozará del término de
diez días para pagar el precio de los efectos; pero no podrá exigir la
entrega sin dar al vendedor el precio en el acto de verificarse aquélla.”
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El plazo se cuenta a partir del día siguiente a la fecha de celebración


del contrato (arts. 250, 252 y 530, C.Com.).
Incumplimiento: el artículo 535 confiere una opción al vendedor: podrá pedir
la rescisión del contrato o reclamar el precio con los intereses corrientes por la
demora. Se trata de una aplicación de la norma general contenida en el
artículo 246 sobre condición resolutoria implícita. No es resolución ipso jure y
debe reclamarse judicialmente.
Sin perjuicio de esto, las partes pueden convenir dejar sin efecto el contrato,
celebrando un acuerdo por el cual lo dejan resuelto. La rescisión de la compraventa
comercial no tiene normas particulares salvo lo dispuesto en el artículo 540. El
artículo 540 dispone: “Si el comprador devuelve la cosa comprada, y el vendedor la
acepta (artículo 154), o siéndole entregada contra su voluntad, no la hace depositar
judicialmente por cuenta de quien perteneciere, con notificación del depósito al
comprador, se presume que ha consentido en la rescisión del contrato.”
Recibir la cosa vendida
El artículo 535 del Código de Comercio establece: “Si el comprador, sin justa causa,
se niega a recibir los efectos comprados, tendrá el vendedor la facultad de pedir la
rescisión del contrato o de reclamar el precio con el interés corriente por la demora,
poniendo los efectos a disposición de la autoridad judicial para que ordene su
depósito por cuenta y riesgo del comprador. El mismo depósito podrá solicitar el
vendedor, siempre que haya por parte del comprador demora en recibirse de los
efectos contratados; y los gastos de la traslación al depósito y su conservación serán
de cuenta del comprador.”
2.1.2) Riesgos y saneamiento
Cuando existe tradición real, el dueño es el comprador y no corresponde la aplicación
de las normas que regulan los riesgos. Si hubo tradición ficta, el vendedor se
transforma en depositario con las obligaciones de tal (art. 531).
Las disposiciones que regulan el riesgo sólo son aplicables en los casos en que no se
verificó la tradición en ninguna de sus formas. Una vez producida la tradición, si los
bienes comprados están dañados o contienen vicios ocultos, corresponde aplicar las
normas sobre saneamiento.
2.1.3) Algunas modalidades especiales de compraventa
Ventas sobre muestras: es aquella que se realiza de acuerdo a un tipo o marca
determinada en el contrato. El código dispone que el comprador no puede
rehusar recibir las cosas vendidas, si las mismas se ajustan a la muestra
prefijada. Si el comprador alega disconformidad, la cuestión será dirimida por
peritos arbitradores, quienes decidirán, si las cosas vendidas se ajustan a las
muestras.
Ventas a prueba de ensayo: se refiere a la compraventa de efectos que no se
tienen a la vista ni pueden clasificarse por una calidad determinada y conocida
en el comercio, en tal caso, el contrato no se perfecciona hasta que el
Resumen DERECHO COMERCIAL

comprador examine y acepte los objetos, si se demora más de 3 días después


de la interpelación hecha por el vendedor, se considera el contrato sin efecto.
Círculos cerrados o consorcios: se caracterizan porque una parte se obliga a
vender un bien mueble determinado en un plazo máximo establecido y la otra
parte, a pagar el precio cuya integración se hará mediante pagos mensuales
consecutivos. En otra modalidad, el comprador comete a una empresa la
adquisición del bien confiriéndoles poderes para que organice y administre los
procedimientos de adquisición, entrega y pago del precio y cobro de las cuotas
adeudadas.
Compraventa internacional: por la ley 16.789, nuestro país ratifico la
Convención de las Naciones Unidas sobre los contratos de compraventa
internacional de mercaderías adoptada en Viena. En su parte III, se refiere a la
compraventa de mercaderías, estipulándose las disposiciones generales en los
arts. 25 a 29, las obligaciones del vendedor, arts. 30 a 52, las obligaciones del
comprador, arts. 53 a 65, la transmisión del riesgo, arts. 66 a 70 y
disposiciones comunes a las obligaciones del vendedor y del comprador, arts.
71 a 88.
2.1.4) Factura comercial
En general, la compraventa comercial es consensual, ya que se perfecciona con el
solo acuerdo de las partes. Como excepción a esta regla, son solemnes la
compraventa de buques y la compraventa de aeronaves y la compraventa de casas
de comercio.
No obstante el carácter consensual de la compraventa comercial, suele
instrumentarse un documento denominado "factura", que hemos de analizar a
continuación.
a) Concepto
La factura es un documento a través del cual el comerciante que vende, instrumenta
la rendición de cuentas correspondiente al contrato de compraventa comercial.
La factura se encuentra prevista en el art. 557 del Código de Comercio, que establece
el derecho del comprador a exigir la factura al vendedor: "Ningún vendedor puede
rehusar al comprador una factura de los géneros que le haya vendido y entregado
con el recibo al pie de su precio, o de la parte de éste que se hubiere pagado. No
declarándose en la factura el plazo del pago, se presume que la venta fue al contado.
Las referidas facturas no siendo reclamadas por el comprador, dentro de los diez días
siguientes a la entrega y recibo, se presumen cuentas liquidadas."
Es, entonces, un documento emanado del vendedor que ha de contener la referencia
al bien que se vende y al precio. Puede contener el plazo conferido para el pago
(factura a crédito). Puede emitirse en más de una vía, quedando una en poder del
vendedor y otra en manos del comprador.
El vendedor puede firmarla pero puede, también, emitirla sin su firma. El comprador
puede requerir del vendedor que firme la factura con la constancia del pago realizado.
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El vendedor podrá requerir la firma del comprador, en la vía que se reserva para sí,
para acreditar la entrega del bien.
Por exigencias del Derecho Tributario, se extienden en formularios numerados.
Funciones de la factura
El envío factura como de aceptación de la oferta
Algunas veces, el envío de la factura significa la aceptación del contrato por parte del
vendedor. Es el caso, poco frecuente, de ser el comprador quien se dirige al
vendedor, proponiéndole el contrato. El envío de la factura por el vendedor implica la
aceptación de la propuesta y, por consiguiente, el perfeccionamiento del contrato.
En la mayoría de los casos, la factura se remite por el vendedor con referencia a un
contrato de compraventa ya consentido por las partes. La factura se puede remitir
antes de la expedición de la mercadería o simultáneamente con ella. En estos casos,
la factura cumple diversas funciones.
La factura como rendición de cuentas
La factura es una rendición de cuentas de la compraventa que el vendedor pasa al
comprador.
La entrega o recibo de la factura, sin oposición, como tradición simbólica
Puede servir para la tradición simbólica de la cosa vendida. El Código de Comercio
establece que se considera tradición simbólica, la entrega o recibo de la factura sin
oposición inmediata del comprador (art. 529, n. 3). El comprador, con la factura en su
poder, puede alegar ser el dueño del bien comprado. Se admite prueba en contrario
en caso de error, fraude o dolo.
Valor probatorio
La factura, como documento emanado del vendedor y en poder del comprador,
prueba que se ha celebrado un contrato de compraventa, ya que la factura es una
cuenta sobre ese contrato.
La factura tendrá mayor fuerza probatoria si, además, está firmada por el vendedor y
si hay constancia firmada del recibo del precio o de parte de éste.
Factura conformada
Se le llama factura conformada a aquella que ha sido firmada por el comprador. La
expresión "conformada", proviene de la costumbre de comercial de dejar constancia
de que la factura fue recibida de conformidad ("recibí conforme"). Esta constancia
suele preceder a la firma del comprador.
2.2) Transporte terrestre, marítimo y aéreo
Es un contrato por el cual una persona llamada transportador o transportista se obliga
a cambio de un precio llamada flete o porte a conducir de un lugar a otros, personas o
cosas.
2.2.1) Contrato de transporte terrestre
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Esta estudiado a través de la persona transportista. Es estudiado a través de las


obligaciones que sume quien recibe una mercadería con el objeto de transportarla y
depositarla al recibidor. Este contrato nace cuando las partes convienen las
obligaciones, por lo que es un contrato consensual. Las obligaciones terminan cuando
la cosa es depositada en manos del destinatario. Este contrato puede probarse con la
carta de porte, donde se establecen las obligaciones de las partes. El no
cumplimiento de una obligación da lugar a una responsabilidad y solamente puede
eximir un caso de fuerza mayor, caso fortuito o vicio propio de la cosa.
a) Caracteres
Bilateral: genera obligaciones para las 2 partes contratantes. Transporta las
mercaderías que se le entreguen para eso y la obligación que nace es la de
pagar el porte, flete convenido.
Oneroso: por obligación de pagar el flete al transportador.
Consensual: para perfeccionarse se requiere el acuerdo de ambas partes. No
es solemne porque la carta de porte no es esencial.
No es un contrato real.
b) Prueba y documentación
Este contrato puede preparase y documentarse de distintas formas. El contrato de
transporte terrestre se prueba por la carta de porte, el marítimo mediante el
conocimiento de embarque. La carta de porte es un documento privado, en donde las
partes consignan las estipulaciones más importantes que se refieren al trasporte
contratado.
c) La carta de porte
Formulario impreso que contiene las estipulaciones más importantes del contrato y
transforma al transporte en uno de los contratos de adhesión. Es un documento
probatorio y es un titulo representativo de las mercaderías transportadas.
Conocimiento marítimo podrá emitirse a la orden o al portador.
d) Participantes
1. Remitente: es quien entrega los efectos al transportador.
2. Transportador: es quien se encarga profesionalmente de realizar el transporte.
3. Destinatario: es la persona a la que se remiten los efectos objeto de transporte
y quien debe recibirlos en el lugar de destino.
El contrato se celebra entre comisionista y el transportista.
e) Documentación
El contrato terrestre se documenta en la carta de porte. Debe contener:
- Nombre del dueño de los efectos (cosa, mercadería).
- El del acarreador, el de las personas a las que se le entregan los efectos y
lugar donde se va a hacer la entrega.
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- Determinar que se transporta, su calidad y el número de bultos y sus marcas y


signos exteriores.
- Plazo de entrega.
El contrato marítimo con el conocimiento de embarque.
El contrato aéreo con el conocimiento aéreo.
f) Obligaciones del transportador
1. Recibo de mercaderías cuyo transporte está estipulado en el contrato.
2. Acondicionar esas mercaderías en el vehículo en que se ha de transportar.
3. Ejecutar el transporte contratado.
4. Traslación de los efectos, procede a la entrega de los mismos al destinatario
en el lugar del destino. El transportador debe ir a entregar la carga al
destinatario y si este no se presenta a reclamarla debe realizar un depósito
judicial de los efectos transportados a la orden de quien tenga eventualmente
derecho a los mismos.
g) Obligación del remitente
La entrega de los efectos a transportarse tiene que hacerse en buenas condiciones y
de acuerdo con los usos del comercio en cuanto a embalaje, etc., por regla general se
estipula el pago adelantado del porte o flete.

h) Obligaciones del destinatario


No tiene obligación alguna a su cargo. Adquiere obligación solo cuando acuerde
retirar los efectos transportados.
i) Disponibilidad de la carga
La carga es transportada hacia el destino determinado en el contrato. Este destino
puede variar y el remitente puede mientras el trasporte se está ejecutando variar el
destino de los efectos transportados. Si la carta de porte se hubiera emitido a la
orden, podría ser endosada por su beneficiario. Un tenedor de esa carta de porte
podría designar a otra persona para que fuera a recibir la mercadería transportada en
el lugar de su destino.
j) Responsabilidad del transportador
Emana del contrato. El transportador que se haya obligado a una prestación
determinada, si no cumple en la forma y en el tiempo convenido, incurre en
incumplimiento contractual y debe pagar los daños y perjuicios consiguientes. El
transportador incurre en culpa personal o él o sus dependientes, transgrediendo un
reglamento o una ley y si derivan de ellos daños a los efectos transportados, será
responsable de los daños. La responsabilidad del trasportador empieza en el
momento de recibir las mercaderías a transportarse y la entrega de ellas señala el fin
de la responsabilidad de aquel. Las averías que no pueden apreciarse en el primer
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momento por que los objetos llegan embalados o envueltos al lugar de destino, el
destinatario tiene un plazo de 24 hrs. para efectuar la reclamación del caso. Si las
averías son extremas o fácilmente comprobadas se deberá reclamar de inmediato.
Comprobadas las averías y que tales averías son debidas a culpa imputable al
transportador corresponde que este abone una indemnización.
2.2.2) Contrato de transporte marítimo
Dentro de las compraventas marítimas, las más difundidas son las ventas CIF (Cost
Insurance y Freigth, que incluye el costo de la mercadería, seguro y flete) y ventas
FOB (Free On Borrad, que incluye solo costo de la mercadería).
Ventas CIF: el comprador paga una cantidad global que representa el precio de las
mercaderías, el monto del seguro y el precio del transporte. El vendedor está obligado
a contrata el transporte y el seguro, entregando las mercaderías al buque que ha de
transportarlas. Desde ahí el transportador corre con los riesgos consiguientes.
Documentación que determina la venta (vendedor envía al comprador):
Factura: detalla mercadería y precio.
Conocimiento de carga: justifica la celebración del contrato de transporte y el
comprador puede exigir la entrega de las mercaderías en el puerto de destino.
Póliza de seguros: comprador puede reclamar del asegurador la indemnización
de los daños o pérdidas que las mercaderías puedan sufrir durante el viaje.
Ventas FOB: el vendedor cumple entregando la mercadería borde del buque. El
vendedor debe cargar las mercaderías. Una vez cargada la mercadería se considera
entregada siendo el comprador quien debe encargarse del transporte y del seguro.
2.3) Cuenta corriente mercantil
La cuenta corriente se celebra cuando entre dos comerciantes, existe una relación
continuada de negocios. De sus relaciones nacen créditos y deudas recíprocas, que
se van creando sucesivamente. Uno a otro se remiten mercaderías, dinero, títulos
valores. De no existir contrato de cuenta corriente, ante tal estado de cosas, cada
operación de la cual surgiera una obligación o se extinguiera otra preexistente daría
lugar a una liquidación especial con los pertinentes movimientos de dinero. Por el
contrato de cuenta corriente se crea un mecanismo mediante el cual se evitan las
liquidaciones particulares. Todas las operaciones realizadas se incluyen en una
cuenta común y se inscribirán como anotaciones del debe o del haber y vencido el
plazo que se acuerde se sumarán las cifras anotadas en cada columna. En ese
momento, se compensarán las sumas, haciéndose exigible sólo el saldo final, que
será de cargo de una sola de las partes.
La cuenta corriente supone, así, un aplazamiento de la exigibilidad de los respectivos
créditos y la liquidación de los mismos en un momento posterior mediante
compensación.
2.3.1) Concepto de cuenta corriente
Contrato por el cual dos personas, en relación de negocios continuados, acuerdan
concederse temporalmente crédito recíproco, quedando obligados ambas partes a ir
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sentando en cuenta sus remesas mutuas, sin exigirse el pago inmediato sino el saldo
a favor de la una o de la otra, resultante de una liquidación por diferencia al ser
aquélla cerrada en la fecha convenida.
a) Objetivo del contrato
De acuerdo a la definición referida, el objetivo del contrato es doble.
Concesión recíproca de crédito puesto que se difieren los pagos. La concesión
recíproca de crédito es una consecuencia del diferimiento de los pagos. El
cuenta correntista tiene confianza en la voluntad de cumplir del otro cuenta
correntista; tiene una creencia en la capacidad de pago futuro de su
contraparte y por ello no exige el cumplimiento inmediato.
Sometimiento de los pagos a una posterior liquidación y compensación. Las
partes pueden señalar qué género de operaciones quedarán excluidas de ese
tratamiento jurídico. Así como pueden ponerse de acuerdo para que no entre
en la cuenta una remesa concreta y determinada.
b) Ventajas que ofrece la contratación de una cuenta corriente
En función de los caracteres enunciados, la cuenta corriente ofrece las siguientes
ventajas:
1. Las ventajas inherentes al crédito, puesto que la cuenta corriente supone un
crédito recíproco. Cuando una parte concede crédito a otra, le presta una
ayuda económica. En el caso de la cuenta corriente, como el crédito es
recíproco, cada parte se presta ayuda a sí mismo y satisface así necesidades
ajenas y propias.
2. En función del crédito recíproco el comerciante puede destinar su dinero a
otras actividades, haciéndolo fructificar en otros negocios. El comerciante no
tiene que tener en caja, inmovilizadas y disponibles, importantes sumas.
3. Se simplifican las relaciones comerciales pues se evitan pagos parciales,
repartidos, recíprocos, reduciéndolos a un pago único y definitivo y, además,
se evitan movimientos de dinero de una plaza a otra, con la consiguiente
supresión de riesgos y gastos.
c) Comercialidad de la cuenta corriente
El Código de Comercio no regula este contrato en forma completa. Sólo contiene
diversos artículos que lo mencionan: 82, 557, 719, 720, 964 y 1.019. Se trata de
normas aisladas y dispersas que no contienen una regulación completa de esta figura
contractual.
2.3.2) Caracteres del contrato
El contrato es consensual, conmutativo, bilateral, oneroso, innominado, de ejecución
sucesiva y normativo.
a) Consensualidad
El contrato de cuenta corriente se perfecciona con el simple consentimiento de las
partes (art. 1.252 CC). No está sometido a ninguna formalidad. Los asientos en los
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libros sirven para comprobación de las remesas; pero no se requieren para la


existencia del contrato. Tendrán valor probatorio.
Se ha sostenido que es real, diciendo que se requiere la existencia de una remesa de
un cuenta correntista a otro. No es así, porque el contrato de cuenta corriente es un
contrato normativo que va a encauzar la futura actividad de las partes pero que no
supone ineludiblemente esa actividad. El hecho de que se celebre un contrato de
cuenta corriente no obliga a que las partes se efectúen remesas; sólo obliga a que,
para el caso de que se efectúen remesas, ellas queden reflejadas en la cuenta
corriente.
b) Conmutatividad
Cada contratante busca y obtiene una ventaja a cambio de una prestación
equivalente (art. 1.250 CC). El hecho de no saberse quién resultará acreedor al
cerrarse la cuenta no envuelve un alea. No hay ganancias que dependan de un
acontecimiento incierto sino que de las remesas que voluntariamente se hayan hecho
resultará quién es deudor (art. 1.250 CC).
c) Otros caracteres
Es bilateral o sinalagmático (art. 1.248 CC) pues impone obligaciones recíprocas a las
dos partes.
Es oneroso, porque tiene por objeto la utilidad de ambos contratantes gravándose
uno en beneficio de otro (art. 1.249).
Es principal, subsiste por sí mismo, sin necesidad de otra convención (art. 1.251 CC).
Se ha pretendido por alguna doctrina que el contrato de cuenta corriente es accesorio
o un contrato preliminar; pero no es ni lo uno ni lo otro. El contrato de cuenta corriente
subsiste por sí mismo sin necesidad de ningún otro contrato (art. 1.251 CC). El
contrato preliminar es aquel por el cual se acuerda un contrato futuro, determinando
sus cláusulas esenciales. En el contrato de cuenta corriente no se reglamentan
situaciones futuras, pues los créditos o débitos pueden derivar de las más variadas
modalidades contractuales.
En un contrato innominado atípico, pues no está regulado por la Ley. No está
reglamentado.
De ejecución sucesiva y por ende de duración.
Normativo, establece entre las cuenta-correntistas un mecanismo general o modo de
regular sus operaciones futuras y eventuales. En el contrato normativo hay
coordinación y reglamentación de una actividad futura y eventual.
La cuenta corriente no obliga a realizar contratos sino que reglamenta cómo se
regularán sus efectos para el caso eventual de que se celebren. Como es obvio, para
que ese contrato produzca efectos útiles, será menester que entre las partes se
celebren negocios jurídicos, de los cuales nazcan créditos o deudas que permitan el
funcionamiento de la cuenta corriente.
2.4) Seguros. El mercado de seguros
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Art. 634 (Código de Comercio): “El seguro es un contrato por el cual una de las partes
se obliga mediante cierta prima a indemnizar a la otra de una pérdida o de un daño, o
de la privación de un lucro esperado que podría sufrir por un acontecimiento incierto."

Este artículo ha sido criticado por varias razones. En primer lugar, por haber intentado
dar, innecesariamente, una definición del contrato de seguro, cosa que algunos
autores consideran que debe ser librada a la doctrina. En segundo lugar, porque la
definición no comprende a los seguros de sumas. El art. 634 sólo se refiere a los de
seguros de indemnización. Se ha dicho, además, que queda excluido el seguro de
vida, en que no hay un acontecimiento incierto, puesto que la muerte no lo es.
Finalmente, se argumenta que no comprende el seguro mutuo.
La doctrina, las diferentes legislaciones e incluso nuestro Código de Comercio, han
intentado brindar un concepto de “contrato de seguro” que tuviere alcance general.
Sin embargo, debido a la gran variedad de figuras incluidas dentro de la
denominación “seguro”, ninguna definición puede ser comprensiva de esa variedad.
Jurídicamente se trata de un contrato bilateral, por el cual la parte asegurada a
cambio de una prestación (pago de prima) obtiene de la parte, llamada asegurador, la
promesa de determinada prestación. Es un contrato oneroso (cada parte busca su
particular utilidad), es aleatorio (por cuanto la equivalencia de las prestaciones
depende de una contingencia incierta), de prestaciones sucesivas (al asegurado debe
ir pagando un premio en oportunidades periódicas sucesivas y durante toda la
duración del contrato, el asegurador por su parte tiene sobre si la obligación eventual
de pagar una prestación si el riesgo se produce), solemne (la póliza es escrita),
contrato de adhesión (tiene perfectamente delimitadas las condiciones), es un
contrato comercial (siempre queda regido por el código de comercio), contrato de
buena fe.
2.4.1) Partes del contrato y sujetos relacionados
En el contrato de seguro participan varios sujetos. Algunos en calidad de partes -
asegurador y tomador - y otros que, a pesar de no ser partes, son los beneficiarios
designados en el contrato. A su vez, el asegurado puede no haber sido parte en el
contrato, como el caso del seguro sobre la vida de un tercero.
a) Partes del contrato
Las partes del contrato de seguro son sólo dos: el asegurador y el tomador. A
continuación, haremos un breve comentario que nos ayude a diferenciar
correctamente una figura de otra.
Asegurador
El asegurador es la persona que asume el riesgo. A pesar de que nuestro Código
supone como posible la existencia de un asegurador individual, la actividad
aseguradora, en nuestro país, se realiza por el Banco de Seguros de Estado y por
sociedades anónimas autorizadas por el Poder Ejecutivo. Las entidades privadas que
tengan por objeto la actividad aseguradora, deben revestir la forma de sociedad
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anónima, con acciones nominativas, que quedan sometidas a un régimen jurídico


especial, establecido en la Ley 16.426.
Obligaciones:
Asunción del riesgo: La principal obligación del asegurador es asumir el riesgo. No
debe pensarse que se evita el riesgo, transfiriéndolo a la persona del
asegurador. El asegurado no deja de soportar el riesgo, traducido por los
efectos físicos y jurídicos que el hecho cubierto le acarrea. La expresión
“asumir el riesgo” implica asumir las consecuencias negativas, de
carácter patrimonial, que la ocurrencia del riesgo previsto le traiga
aparejadas al asegurado.
Pago de una prestación: La segunda obligación es pagar una prestación - en general
de naturaleza indemnizatoria - una vez que se produce el siniestro.
Mientras no se produzca el siniestro, el asegurador no debe cumplir con
la obligación de abonar su prestación.
Derechos: el asegurador por su obligación tiene derecho al cobro de la prima
correspondiente.
Tomador
El tomador del seguro es cualquier persona física o jurídica que posee un interés
asegurable en que la cosa objeto del seguro no se vea alcanzada por el siniestro. Por
lo general, el asegurado es, también, quien contrata el seguro.
Puede contratar el seguro por sí y para sí o por cuenta de un tercero. En el primer
caso puede tomar el seguro personalmente con el objeto de beneficiarse a sí mismo
(es el caso del seguro de daños).
También, puede tomarlo personalmente con el objeto de beneficiar a un tercero (es el
caso del seguro de vida). El artículo 694 prevé esta eventualidad: “El interesado
podrá contratar el seguro, aun sin consentimiento o noticia de la persona cuya vida se
asegura”. X asegura la vida de Z. X es tomador y Z es el asegurado. Si Z muere, el
asegurador deberá cumplir su prestación frente a X o frente a quien X haya
designado en el contrato como beneficiario.
Obligaciones: la obligación principal del tomador está constituida por el pago de la
prima. El asegurado, con la prima, paga el precio del alea asumido por
el asegurador.
Aparte de esta obligación, existen una serie de cargas que pueden tener su origen en
la Ley o en el contrato. Al respecto, cabe señalar que es indiferente quién cumple con
las cargas; sólo interesa que se cumplan. Regularmente es el tomador quien debe
cumplir con las cargas; pero en el seguro por cuenta ajena, también el asegurado
debe cumplir con las cargas si quiere luego ejercer sus derechos sobre el seguro.
Por otra parte, cuando son varios los asegurados o beneficiarios, basta que uno solo
cumpla con la carga, si la acción de los demás nada puede agregar. Con eso se
satisface la función a que está destinada (por ejemplo, las informaciones).
Las cargas son las siguientes:
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Mantener el estado del riesgo: La carga de mantener el estado del riesgo involucra
las siguientes actitudes: comunicar las variaciones del riesgo, no
agravar el riesgo y prevenir el daño.
Comunicar las variaciones del riesgo significa proceder con franqueza al celebrar el
contrato y comunicar al asegurador las variaciones que pudiera haber en el riesgo.
Toda declaración falsa o reticencia, aun hecha de buena fe, anula el contrato (art.
640).
No agravar el riesgo significa abstenerse de realizar actos que pudieran agravar el
riesgo so pena de caducidad de la obligación del asegurador (arts. 681 y 682 sobre
seguro de incendio).
Prevenir el daño implica que, una vez producido el siniestro, tomar las medidas que
fueren necesarias para disminuir los daños, so pena de daños y perjuicios (art. 668).
Informar el siniestro: Una vez que se produce el siniestro, el asegurado debe,
inmediatamente, informar al asegurador el hecho y todas las circunstancias
que obren en su conocimiento. Así lo establece el artículo 668 so pena de los
daños y perjuicios que causare por su omisión.
Conservar las acciones contra terceros: La razón de esta carga es que el asegurador,
una vez pagada la indemnización, se subroga en las acciones que el
asegurado tuviere contra terceros. Así lo dispone el artículo 669: “Los
aseguradores que hayan pagado el daño o la pérdida de la cosa
asegurada, quedan subrogados en los derechos de los asegurados para
repetir de los terceros los daños que hayan padecido los efectos.”
El asegurado responde personalmente de todo acto que perjudique los derechos de
los aseguradores contra esos terceros.
Derechos: el derecho del tomador del seguro está establecido en el artículo 634 y
consiste en que se le resarzan los daños, de acuerdo a lo pactado, una
vez acaecido el siniestro. También, tiene derecho a que se le entregue
la póliza.
b) Sujetos relacionados con el contrato de seguro
Relacionados, de alguna manera, con el contrato de seguro, aparecen otras dos
figuras: el beneficiario y la vida asegurada.
Beneficiario
El beneficiario es la persona que recibe la prestación debida por el asegurador, en el
caso de ocurrencia del siniestro previsto en el contrato. El beneficiario no es parte del
contrato aun cuando se lo designe en la póliza, ya que no participa en su celebración;
pero tiene derechos sobre las prestaciones a cargo del asegurador, pudiendo acceder
a ellas en forma directa. La hipótesis de que el beneficiario no sea el mismo tomador
del contrato, está prevista en el artículo 693, que se refiere al seguro de vida: “La vida
de una persona podrá ser asegurada en favor de algún interesado por un tiempo que
se determinará en el contrato”.
Vida asegurada
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El seguro de vida puede contratarse a los efectos de prevenir el riesgo de muerte de


una persona ajena al contrato. El artículo 694 dispone: “El interesado podrá contratar
el seguro, aun sin consentimiento o noticia de la persona cuya vida se asegura”. X
asegura la vida de Z. X es tomador y Z es la vida asegurada. Si Z muere, el
asegurador deberá cumplir su prestación frente a X o frente a quien X haya
designado en el contrato como beneficiario.
c) Formalización del contrato: propuesta y póliza
El contrato de seguro se formaliza mediante una doble operación a cargo del
asegurador y del tomador del seguro. Inicialmente, el tomador propone al asegurador
mediante un formulario denominado “propuesta de seguro” o “solicitud de seguro”, la
operación que desea realizar. Esta propuesta no obliga a ninguna de las partes
contratantes. Por ende, el tomador puede retirarla antes de que le sea aceptada y el
asegurador puede tenerla sin contestar sin que este le cause perjuicio alguno.
Si el asegurador concuerda con la proposición, emite una “póliza de seguro”. Con
esto se perfecciona el contrato de seguro. Artículo 202: “Los contratos que exigen
escritura para su validación, sólo se consideran perfectos, después de firmada por las
partes. Mientras no haya sido firmada, cualquiera de las partes puede arrepentirse y
dejar sin efecto el contrato”.
La póliza es exigida por nuestra ley como requisito de solemnidad. Dispone el artículo
644: “En el contrato de seguro es absolutamente necesaria la póliza escrita, que
podrá ser pública o privada (art. 202)”.
Ahora bien, la solemnidad no llega más que a la existencia de la póliza escrita y no a
su contenido. Como curiosidad cabe señalar que la póliza sólo es firmada por una
parte: el asegurador. El consentimiento del asegurado luce en el documento
denominado “propuesta o solicitud de seguro”.
El artículo 645 establece el contenido de la póliza. No se aplica al seguro de vida.
Las enunciaciones previstas en el artículo 645 no son todas esenciales; algunas son
facultativas. Prueba de esto es que, el mismo Código, se ocupa de establecer
soluciones para el caso de que falte alguna de las estipulaciones que impone el
artículo 645.
Artículo 645: “Toda póliza o contrato de seguro, exceptuando los que se hacen sobre
la vida, debe contener:
1. La fecha del día en que se celebre el contrato.
2. El nombre de la persona que hace asegurar, sea por su cuenta o por la ajena.
3. Una designación suficientemente clara de la cosa asegurada y del valor fijo que
tenga o se le atribuya.
4. La suma por la cual se asegura.
5. Los riesgos que toma sobre sí el asegurador.
6. La época en que los riesgos hayan de empezar y acabar para el asegurador.
7. La prima del seguro, etcétera
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8. En general, todas las circunstancias cuyo conocimiento pudiese ser de interés real
para el asegurador, así como todas las demás estipulaciones hechas por las partes.
La póliza debe estar firmada por el asegurador.”
El artículo 21 del decreto 354/994 dispone: “Las entidades deberán remitir a la
Superintendencia de Seguros y Reaseguros para su conocimiento, los modelos de los
textos de pólizas, sus modificaciones, cláusulas adicionales y anexos que se
contraten en el mercado, no pudiéndose utilizar modelos que no hubieren sido
comunicados a dicho órgano previamente da su uso.”
2.5) Mandato y comisión mercantil
2.5.1) Concepto
El art. 299 del Código de Comercio define el “mandato en general” como "un contrato
por el cual una persona se obliga a administrar un negocio que otra le encomienda".
El mandato es un contrato por el cual una persona confiere a otra el poder para
representarla en la gestión de uno o más negocios por cuenta de la primera. El
concepto de representación se incorpora en el art. 300 del Código de Comercio: “Se
llama especialmente mandato, cuando el que administra el negocio obra en nombre
de la persona que se lo ha encomendado”.
Este concepto es coincidente con el previsto para el mandato civil en el art. 2.051 del
Código Civil (CC): "contrato por el cual una parte confiere a otra, que lo acepta, el
poder para representarla en la gestión de uno o más negocios por cuenta y riesgo de
la primera".
Quien confiere el poder se llama mandante. Mandatario es la persona designada. El
mandatario, cuando celebra el negocio con un tercero, expresa que actúa por cuenta
del mandante. Esto es, actúa a nombre y cuenta del mandante, dueño del negocio.
Cuando se concierta el negocio quedan vinculados por él, el mandante y el tercero. El
mandatario no se obliga por ese negocio. Damos un ejemplo. Un mandante A otorga
poder a un mandatario B para que le venda un equipo industrial. El mandatario
encuentra un tercero X interesado en la compra. B celebra el negocio con X y al
celebrarlo dice que vende por cuenta de A. Celebrado el negocio, el contrato de
compraventa con todos sus derechos y obligaciones vincula a A con X. Quien debe
entregar el equipo vendido es a y X debe pagar el precio a A.
El art. 308 establece: “El mandante responde por todos los actos del mandatario,
siempre que sea dentro de los términos del mandato. No está obligado por lo que se
ha hecho excediendo el mandato, sino en cuanto lo haya ratificado expresa o
tácitamente (art. 332).”
2.5.2) Distinción respecto del mandato civil
Las diferencias fundamentales entre el mandato comercial y el civil, atañen al objeto y
a la onerosidad o gratuidad del contrato.
a) Distinción en cuanto al objeto
Según los términos del artículo 299, el mandato mercantil tiene por objeto la
administración de un negocio. Esto es coincidente con lo que establece el artículo 133
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respecto de los factores, a quienes se encarga "la administración de sus negocios, o


la de un establecimiento particular".
Para que el mandato sea regulado por el Derecho Comercial, el negocio que el
mandatario se obliga a administrar debe ser mercantil. El artículo 306 dispone: “El
mandato comercial, por generales que sean sus términos, sólo puede tener por objeto
actos de comercio. Nunca se extiende a los actos que no son de comercio, si
expresamente no se dispusiera otra cosa en el poder”.
Queda claro que, eventualmente, el mandato comercial puede tener por objeto la
realización de actos civiles pero, para ello, esta facultad debe haber sido
especialmente dispuesta en el poder.
En definitiva, es comercial el mandato para la administración de un negocio mercantil.
En principio, el poder otorgado al mandatario encargado de la
administración de un negocio mercantil, está habilitado para realizar actos
de comercio en representación del principal. Si se pretende otorgarle
representación para la realización de actos civiles en nombre del
principal, debe disponerse en ese sentido expresamente.
b) Distinción en cuanto a la onerosidad
El mandato civil, en principio, es gratuito. El mandato comercial, es oneroso. El art.
310 del Código de Comercio dispone: “El mandante debe abonar al mandatario todos
los gastos que haya hecho para llenar su encargo, indemnizándole de las
anticipaciones que haya hecho y de las pérdidas que haya sufrido, y pagándole el
salario estipulado o el que fuere de uso, caso de no mediar estipulación. Si no hay
culpa imputable al mandatario, no puede el mandante excusarse de hacer ese abono,
aún cuando el negocio hubiese dado malos resultados ni pedir la reducción del
importe, alegando que pudiera haberse gastado menos.”
2.5.3) Régimen jurídico del mandato comercial
Nos referiremos, a continuación, a aquéllos aspectos del régimen aplicable al
mandato comercial, que presenta alguna particularidad respecto del mandato civil.
Dentro de este régimen, son pocas las normas especiales en el Código de Comercio,
que no están el CC. Se analizan a continuación.
Sobre la responsabilidad
Responsabilidad del mandante
Art. 312: “El mandante debe también indemnizar al mandatario de los daños que sufra
por vicio o defecto de la cosa comprendida en el mandato, aunque aquél los
ignorase.”
Responsabilidad del mandatario
Art. 315: “Habiendo diferencia entre un tercero y el mandatario que contrató con aquél
a nombre del mandante, quedará libre de toda responsabilidad el mandatario,
presentando el mandato o la ratificación de la persona por cuya cuenta contrató.”
Sobre la finalización del mandato
Renuncia
Resumen DERECHO COMERCIAL

El art. 2.093 del CC establece: “La renuncia del mandatario no pondrá fin a sus
obligaciones, sino después de transcurrido el tiempo razonable para que el mandante
pueda proveer a los negocios encomendados. De otro modo, deberá indemnizar al
mandante, si es perjudicado; a menos que él se halle en la imposibilidad de
administrar por enfermedad u otra causa, o sin grave perjuicio de sus intereses
propios.”
El artículo 304 del Código de comercio dispone: “El mandatario puede en cualquier
tiempo renunciar al mandato, haciendo saber al mandante su renuncia.
Sin embargo, si esa renuncia perjudica al mandante, deberá indemnizarle el
mandatario, a no ser que:
1. Dependiese la ejecución del mandato de suplemento de fondos, y no los hubiese
recibido el mandatario, o fueran insuficientes.
2. Se encontrase el mandatario en la imposibilidad de continuar el mandato, sin sufrir
personalmente un perjuicio considerable.”
Como se advierte de la comparación de los textos, las soluciones son similares, con
diferencias de detalles. El mandatario responde de los daños y perjuicios que causa
con su renuncia, con ciertas excepciones establecidas en las normas respectivas.
Revocación
El artículo 329 Código de ccomercio dispone que la revocación que sólo se notificó al
mandatario, no puede alegarse contra el tercero que contrató ignorando la
revocación. La nueva Ley de Registros impone tanto, para el mandato civil como para
el comercial, la inscripción de la revocación. En consecuencia, la revocación será
oponible a terceros desde la inscripción.
Rendición de cuentas
El artículo 322 del Código de ccomercio y el 2.074 del Código civil imponen al
mandatario la obligación de rendir cuentas. La norma del Código civil tiene un
segundo inciso que no está en el Código de ccomercio: “La relevación de rendir
cuentas no exonera al mandatario de los cargos que contra él justifique el mandante”.
3) Modernos
3.1) El suministro. La suscripción
Este contrato se caracteriza por que el vendedor se obliga a realizar en el tiempo una
serie de entregas determinadas (conforme a la necesidad del comprador) contra el
precio en forma unitaria o por cada prestación periódica. El contrato es consensual,
bilateral, de trato sucesivo, innominado y en general de adhesión.
Desde el punto de vista de su función económica, el contrato de suministro supone
para el suministrante, la colocación estable de determinada cantidad de producción.
Para el suministrado, implica la satisfacción de sus necesidades constantes.
Cuando el suministrado es un industrial, este contrato asegura la entrega de materia
prima que le es indispensable para su actividad de transformación. Si se trata de un
comerciante mayorista o minorista porque se asegura la provisión de mercaderías
para comercializar mediante reventas. También, por vía de este contrato se asegura
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el aprovisionamiento de otros bienes consumibles, como el gas, carburantes, agua,


etc. necesarios para el funcionamiento de una actividad industrial o comercial.
La obligación de entregar una cosa y la obligación de pagar un precio constituyen el
contenido obligacional fundamental del contrato de suministro. Ciertamente, en el
contrato se ha de pactar cual es el bien que será objeto de las entregas futuras, el
precio fijo o variable en condiciones que se pacte y el plazo de duración del contrato.
3.2) El contrato estimatorio. El grupo de consorcio o círculo cerrado
3.2.1) Estimatorio o de consignación
Una parte se obliga a entregar uno o más bienes muebles a la otra, quien deberá
pagar al vencimiento del plazo el valor de aquellos bienes vendidos y devolver al
consignatario los bienes no vendidos.
Obligaciones:
Para el consignante: entregar al consignatario los bienes en consignación,
autorizarlo a venderse o a comprarlo para sí.
Para el consignatario: poner los bienes en venta, custodiarlos y devolverlos en
las mismas condiciones en que lo recibió al vencimiento del plazo.
3.2.2) Grupo de consorcio o círculo cerrado
Es una concesión de crédito destinada a determinadas personas, que no poseen en
efectivo pero sin embargo pueden comprometerse mensualmente al pago de una
determinada suma. Sirve para la adquisición de bienes muebles como de bienes
inmuebles.
3.3) El contrato de licencia y de transferencia tecnológica. EL “Know How”. La
asistencia técnica. El engineering. Otros
3.3.1) Licencia o transferencia de tecnología
Consiste en licencias de uso y goce o trasferencia de propiedad de conjuntos de
conocimientos que puedan encontrarse protegidos por títulos de propiedad industrial.
3.3.2) Asistencia técnica
Contrato por los cuales una parte se obliga a prestar a la otra asistencia técnica en
forma específica.
3.3.3) Servicios de ingeniería (engineering)
Hace referencia a la ejecución de tareas en aspectos o estudios específicos, la
ejecución de un proyecto industrial, la reorganización de una empresa.
3.4) El fideicomiso
“El fideicomiso es el negocio jurídico por medio del cual se constituye la propiedad
fiduciaria de un conjunto de derechos de propiedad u otros derechos reales o
personales que son trasmitidos por el fideicomitente al fiduciario para que los
administre o ejerza de conformidad con las instrucciones contenidas en el
fideicomiso, en beneficio de una persona (beneficiario), que es designada en el
mismo, y la restituya al cumplimiento del plazo o condición al fideicomitente o la
transmita al beneficiario”.
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Se establece básicamente que es un negocio por medio del cual se constituye la


“propiedad fiduciaria” de un conjunto de derechos que son trasmitidos por el
fideicomitente, para que éste los administre o ejerza en beneficio de una persona. Se
determina cuales son las figuras personales involucradas en este negocio:
fideicomitente, fiduciario y beneficiario.
De la definición se desprenden los elementos siguientes:
1. el fideicomiso se define como negocio jurídico;
2. por medio de ese negocio se constituye la propiedad fiduciaria de un conjunto
de derechos de propiedad u otros derechos reales o personales;
3. los derechos con que se constituye la propiedad fiduciaria son transmitidos por
el fideicomitente al fiduciario;
4. la transmisión se realiza a los efectos que el fiduciario administre o ejerza los
derechos en beneficio de una persona designada en el fideicomiso;
5. una vez cumplido el plazo o condición, la propiedad fiduciaria debe ser
restituida al fideicomitente o trasmitida al beneficiario.
3.4.1) Naturaleza jurídica del fideicomiso
El artículo 1 define al fideicomiso como un negocio jurídico. No existe en nuestro
Derecho positivo la figura del negocio jurídico. Se trata de una creación de la
doctrina, que adopta ese término para designar genéricamente a distintos contratos o
actos jurídicos.
De manera que el legislador emplea una terminología, tomada de la doctrina,
seguramente porque ha querido valerse de una fórmula amplia con la que, luego,
pudiera abarcar distintas posibilidades que la propia ley incorpora. En efecto, en el
artículo 2 se hace referencia a que puede constituirse por acto entre vivos o por
testamento. En ese mismo artículo se establece que el acto entre vivos es un contrato
aunque, luego, en el artículo 25 se establece que puede constituirse por acto
unilateral. El propósito del legislador, debe haber sido por lo tanto, utilizar un término
que abarcara distintas figuras: el contrato, el acto unilateral y el testamento para dar
una definición que sirviera para las distintas hipótesis.
3.4.2) Elementos personales
El fideicomitente o fiduciante: es la persona que trasmite la propiedad de un
bien al fiduciario para que éste con dicho bien cumpla determinada finalidad en
beneficio de un tercero o del propio fideicomitente (fideicomisario).
Fideicomitente puede ser cualquier persona física o jurídica.
El fiduciario: es quien recibe en propiedad los bienes para cumplir con ellos las
instrucciones del fideicomitente.
El beneficiario o fideicomisario: es el destinatario final de los bienes, pudiendo
serlo el mismo fideicomitente. Puede no indicarse el fideicomisario en el
momento de constituir el fideicomiso y ser señalado después. Se ha sostenido,
por algunos autores, que, en tal caso y mientras tanto, el fideicomiso no estaría
constituido.
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El fideicomitente puede reservarse derechos respecto a los bienes dados o respecto


a las facultades del fiduciario y responde por saneamiento frente al fideicomisario
(destinatario final de ellos).
3.4.3) Propiedad fiduciaria
De acuerdo a la definición, el fideicomiso es un medio por el cual se trasmite un
conjunto de derechos al fiduciario y, además, se le encarga respecto a los derechos
fideicomitidos “que los administre o ejerza de conformidad con las instrucciones
contenidas en el fideicomiso”.
El fideicomiso puede recaer sobre cualquier tipo de bienes: inmuebles y muebles,
títulos valores, acciones y dinero.
Resulta de la definición que es un negocio librado a la confianza que el fideicomitente
otorga al fiduciario, puesto que le trasmite bienes para que cumpla con el encargo
conferido. El fiduciario ha de administrar los derechos que le son trasmitidos pero,
también, podrá ejercer tales derechos, tal como resulta del texto legal.
Desde luego, el fiduciario tiene varios límites:
Ejercerá los cometidos y los derechos de acuerdo a las instrucciones
impartidas por el fideicomitente.
Deberá ejercerlos en beneficio de una persona que es designada en el negocio
jurídico.
Deberá restituirlos al cumplimiento del plazo o de la condición establecida. La
restitución se hará al fideicomitente o se trasmitirá su propiedad al beneficiario.
De manera que a la conclusión del contrato se produce una nueva transmisión
de bienes o derechos.
Si se trata de un fideicomiso de garantía, en caso de incumplimiento del
fideicomitente, el bien no se le restituye, puesto que el fiduciario coincide con el
beneficiario y se ha de quedar con el bien.
3.4.4) Modalidades de fideicomiso
Según su forma de constitución:
1. Contrato de fideicomiso: las partes que celebran el contrato de fideicomiso son:
el fideicomitente y el fiduciario. El contrato es puramente obligacional y por ser
puramente obligacional, después de celebrado el contrato, las partes tendrán
que ejecutar las obligaciones contraídas y el fideicomitente deberá entregar los
bienes fideicomitidos al fiduciario. El art. 2, inciso 3, establece que el contrato
de fideicomiso es un título hábil para producir la trasferencia de la propiedad de
los derechos que constituyen su objeto. Con esta norma se complementa lo
establecido en el art. 1. En el art. 1, se establece que por el negocio se
constituye la propiedad fiduciaria. Por este art. 2 inciso 3, se precisa que el
contrato es un titulo. Luego, se requerirá del modo tradición para trasmitir al
fiduciario, los bienes y derechos que formarán el patrimonio de afectación.
2. Fideicomiso testamentario: en el fideicomiso testamentario, el testador tiene
interés en que los bienes fideicomitidos se entreguen a determinada persona
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que él ha de designar, respetando las legítimas, las asignaciones forzosas y la


porción conyugal. Se designa un fiduciario que ha de administrar los bienes
sucesorios, con instrucciones de que después de un plazo se entregarán al
fideicomisario designado. El fideicomitente otorga un testamento, en que
dispone que todos sus bienes o algún bien o algunos bienes determinados,
serán atribuidos a un fiduciario, quien se obligará a administrarlos y
gestionarlos en beneficio de la persona que se dedigne por testamento y a
trasmitirlos al vencimiento de un plazo o condición, a la persona que se
indique.
Según su función:
1. Fideicomiso en garantía: el fideicomitente trasmite un bien al fiduciario, en
garantía de una obligación, con la condición de devolverlo una vez satisfecha
la obligación. Se dan instrucciones al fiduciario para que, en caso de
incumplimiento proceda a su venta, para la cancelación de la deuda. Si existe
un remanente, se reintegrará al fideicomitente.
2. Fideicomiso de administración: se trasmiten bienes al fiduciario, en custodia,
para efectuar un uso determinado de esos bienes.
3. Fideicomiso de inversión: se encarga al fiduciario que realice colocaciones con
el dinero o valores que se le trasmiten.
4. Fideicomiso financiero: se caracteriza porque el fiduciario emite títulos en
participaciones en el patrimonio de afectación o títulos de deuda garantizados
por ese patrimonio o títulos representativos de créditos que integran ese
patrimonio o títulos mixtos. Los tenedores de esos títulos serán los
beneficiarios del fideicomiso y tendrán derechos sobre ese patrimonio o sobre
los créditos que integran ese patrimonio. Ello determina la aparición de nuevos
títulos en el mercado, que ofrece ventajas para los inversores.
3.5) Los contratos de distribución. La agencia. La distribución strictu sensu. La
concesión. El Franchising.
Los contratos de distribución son contratos que se celebran entre, por un lado,
fabricantes, mayoristas o importadores, y, por otro lado, distribuidores. Los
fabricantes, mayoristas o importadores, encargan a los distribuidores la
comercialización de determinadas mercaderías en una zona determinada, en
condiciones que se estipulan y, generalmente, en régimen de exclusividad.
Dentro del concepto genérico de contrato de distribución, se distinguen diversas
figuras típicas como la distribución propiamente dicha, la concesión, la agencia y,
para algunos, también, la franquicia.
La distribución propiamente dicha, la agencia, la concesión y la franquicia, constituyen
técnicas para la distribución de productos - o, también, servicios.
No existen diferencias sustanciales entre un distribuidor, en sentido estricto, y un
concesionario. La doctrina que distingue las dos figuras, señala que la concesión
tiene la particularidad de que recae sobre bienes de alta tecnificación o de valor
económico elevado y que se le impone al concesionario la prestación de servicios de
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asesoramiento para su uso, de reparación o de mantenimiento o de venta de


accesorios y repuestos.
El agente actúa de otra forma. Promueve negocios que luego ha de celebrar
directamente el fabricante o el importador o actuará como su mandatario o
comisionista. En los contratos de agencia, generalmente, se le atribuye al agente, la
exclusividad para actuar dentro de determinada zona y se le imponen condiciones de
comercialización.
Los contratos de distribución tienen una estructura jurídica compleja. Dentro de esta
estructura contienen diversas relaciones convencionales que guardan autonomía
entre sí, sin perjuicio de estar coligadas por la función económica del contrato: lograr
la mejor comercialización posible de ciertos productos. Estas diversas relaciones
pueden ser promesas de compraventas, mandatos, cesiones de derechos,
licenciamientos de patentes y marcas, y arrendamientos de bienes o servicios.
No obstante, podemos marcar los siguientes caracteres comunes en los contratos
que se celebren en estos sistemas de distribución.
a) Sujetos intervinientes en los contratos de distribución en general
Contrato entre comerciantes: Los contratos de distribución, de agencia y de
concesión se caracterizan por ser contratos entre comerciantes. Son
comerciantes quienes asumen las calidades de principales o
concedentes. Los son los fabricantes, por estar al frente de una empresa
de fábrica, a la cual nuestro Derecho positivo erige en acto de comercio.
Lo son los importadores, quienes se dedican a la compra de bienes en el
exterior para revender en el país. Lo son quienes se dedican a comprar al
fabricante para revender a un minorista.
Son comerciantes los distribuidores, los agentes y los concesionarios, aun antes de la
celebración del contrato de agencia y concesión. Son comerciantes, personas físicas
o sociedades mercantiles, dueños de establecimientos comerciales adecuados para
la distribución que se les encarga. Las personas de los contratantes son, en
consecuencia, personas calificadas por su profesión comercial.
Ausencia de subordinación: los distribuidores no son subordinados del principal o
concedente. Ni el distribuidor ni el agente ni el concesionario pueden
catalogarse como empleados ni dependientes, ni factores del principal.
Todos ellos tienen una organización empresaria propia con la cual realizan su
actividad intermediaria a su propio riesgo. Los distribuidores deben regir su actividad
por ciertas condiciones impuestas por el principal o el concedente, a cuyo contralor
están sujetos. Las limitaciones no les quitan autonomía y, por ende, no les privan de
su calidad de comerciantes. Si bien se le imponen ciertas condiciones sobre la forma
en que debe ejecutarse el encargo o la comercialización, se mueven,
independientemente, al frente de su propio establecimiento y organización
empresarial, manejándolos a su arbitrio y conduciendo los negocios por su cuenta y
riesgo.
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Efectuamos estas precisiones porque en doctrina se ha sostenido que ni el agente ni


el concesionario son comerciantes, con distintos argumentos. Así, por ejemplo, se
argumenta que el agente no lo es por cuanto actúa en representación del dominus
negotii y sólo éste reviste la calidad de comerciante. Se sostiene que el concesionario
no es un comerciante, puesto que las condiciones generales del contrato de
concesión le privan de autonomía.
Carácter intuito personæ de los contratos de distribución en general: Quien resuelve
comercializar sus productos por intermedio de distribuidores, agentes y
concesionarios, los selecciona entre comerciantes que ya tienen
experiencia en el ramo de que se trate, con un establecimiento instalado
en la zona que se le atribuirá y con una clientela propia. En la selección,
también, se tiene en cuenta el prestigio comercial así como la solvencia
material y moral; quien accede a ser distribuidor, agente o concesionario
lo hace atraído por el prestigio comercial del fabricante y por la fama y
bondades del producto a distribuir. Si se trata de bienes tecnificados se
exigirá cierto grado de capacitación técnica.
Se trata, por lo tanto, de un contrato que se celebra atendiendo a las condiciones
personales de los contratantes. Cada una de las partes contrata con la otra en razón
de consideraciones que le merecen sus cualidades personales y su competencia en
el campo de sus respectivas actividades mercantiles.
En los contratos se impone al distribuidor la obligación de cumplir con todas las
normas legales que rigen a los comerciantes en general y a los dedicados al
respectivo ramo en particular. Se suele establecer que toda la documentación relativa
a la persona física o jurídica, del agente o concesionario, sea puesta de manifiesto
ante el principal. Se impone que el agente o concesionario disponga de un capital
para poder afrontar las obligaciones que contraiga con el principal o concedente. Se
les exige, además, una organización empresarial adecuada, para el volumen de
ventas que se programa realizar.
Todas esas exigencias personales determinan, como consecuencia, que el contrato
no puede ser, en principio, cedido. Los derechos que el contrato atribuye no pueden
ser trasmitidos a ningún título. Generalmente se establece, en el contrato, que la
calidad de agente es intransferible o que los derechos que acuerda la concesión no
se pueden ceder. Incluso se prevé que los derechos que acuerdan la agencia y la
concesión, no son transferibles por la muerte del agente o concesionario.
Si se trata de sociedades, los cambios en el contrato social o estatuto y,
especialmente los cambios en las personas de los socios o de los directores o
administradores y aun las enajenaciones de las acciones, también deben ser
comunicadas. Se suele prohibir que el agente designe sub-agente o colaboradores o
revendedores, sin autorización previa del principal. Al concesionario se le prohíbe el
nombramiento de subconcesionarios o agentes o auxiliares de cualquier tipo sin
similar registro. También, es consecuencia de todas estas exigencias, que el contrato
pueda ser revocado toda vez que las condiciones personales tomadas en cuenta al
contratar, experimenten un cambio.
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b) Comercialidad
Los contratos de distribución, de agencia y de concesión tienen naturaleza comercial.
No están incluidos en la nómina de actos de comercio del artículo 7 de nuestro
Código de comercio, ni están reglamentados por ese cuerpo de leyes, pero revisten
igualmente ese carácter por su conexión con actos de comercio y con comerciantes.
Conexión objetiva: Los contratos de distribución, de agencia y de concesión se
vinculan con contratos de compraventa comercial, tienden a facilitarlos y
preparan su culminación. El contrato de agencia, según se verá, contiene
fundamentalmente un mandato comercial o un arrendamiento de obra
comercial puesto que al agente se le encomienda celebrar contratos de
compraventa mercantil o promoverlos. El contrato de distribución y
concesión contiene un contrato de coordinación en el cual se establecen
condiciones para regir los futuros contratos de compraventa comercial
que se han de celebrar entre las partes y con terceros.
Conexión subjetiva: Siendo, en general, ambas partes del contrato comerciantes,
juega la presunción de comercialidad contenida en el artículo 5 del
Código de comercio, que presume comerciales los actos de los
comerciantes. Por otra parte, esa presunción se ve reforzada porque
estos contratos se vinculan con la actividad comercial de los contratantes.
Para el fabricante los contratos de agencia y concesión preparan la colocación de su
producción. Los actos que realice el empresario de una fábrica, con ese fin, revisten
naturaleza comercial por aplicación del artículo 7, inciso 4; por cuanto no sólo es
comercial la fabricación de bienes sino, también, la actividad que el fabricante realiza:
desde la compra de equipos industriales y materias primas, pasando por la labor de
producción y terminando con la venta del producto fabricado. Los contratos de
distribución, de agencia y de concesión constituyen, por lo tanto, el acto final o
semifinal de la actividad económica-mercantil del fabricante. Para el importador o el
mayorista constituyen actos propios de su actividad típicamente de intermediación.
Para el distribuidor, el agente o el concesionario, la celebración del contrato de
agencia o de concesión, constituye el acto inicial o preparatorio de una futura
actividad de intermediación comercial.
c) Otros caracteres
Entre otros caracteres de los contratos de distribución en general mencionaremos que
se trata de contratos de duración y de ejecución continuada, de adhesión, de
coordinación e innominados.
Contratos de duración, de ejecución continuada y de coordinación: Los contratos de
distribución, concesión y agencia crean relaciones estables entre sus partes. Son
contratos de duración. El contrato de duración es “aquél que está destinado por
voluntad de las partes a producir sus efectos durante un lapso más o menos
prolongado, precisamente porque el cumplimiento de las prestaciones a lo largo del
tiempo es el presupuesto necesario para que el contrato produzca el efecto querido
por las partes y satisfaga las necesidades tenidas en vista por ella”.
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Son contratos de ejecución continuada o sucesiva, por cuanto está destinado a


perdurar en el tiempo. No se agotan con la ejecución de actos instantáneos. Su objeto
es la ejecución de una serie indeterminada de negocios. No se celebran para
encargar la promoción o concertación de una operación aislada sino para una serie
indefinida de operaciones.
Además, por ser contratos de coordinación, sus términos se aplican hacia el futuro,
para regular los contratos sucesivos que las partes celebren entre sí.
3.5.1) Distribución propiamente dicha y concesión
Naturaleza jurídica y contenido obligacional de ambos contratos
En nuestro concepto, la principal obligación - o por lo menos la obligación
característica - que surge de los contratos de concesión o de distribución
propiamente dicha, es la de celebrar entre fabricante o importador y distribuidor, una
serie de compraventas futuras.
Mediante el contrato de distribución, el fabricante o importador se compromete a
venderle al concesionario o distribuidor, determinado número de unidades por ciertos
períodos. Como ya se dijo, puede no establecerse cifras en el contrato de concesión
o distribución, dejando su determinación para momentos futuros, según programas de
producción y estudios sobre las posibilidades de colocación de cada concesionario o
distribuidor.
Cualquier sea el caso, el fabricante se está comprometiendo a celebrar compraventas
futuras con el distribuidor o concesionario. Están celebrando, entonces, un contrato
preliminar: una especie de promesa de compraventa. Las parte asumen, en lo
principal, obligaciones de hacer: celebrar sucesivos contratos de compraventas. El
contrato de concesión o distribución, cumpliría la función de marco para dichas
contrataciones futuras.
En el caso de que se impusiese al concesionario mantener un stock de repuestos y
accesorios, o prestar servicios a los adquirentes de los bienes objeto de la concesión,
se pactará, también, una promesa de compraventa de dichos repuestos y accesorios.
No es necesario que se concrete en el contrato de distribución los precios ni las
cantidades de dichos artículos que serán objeto de las respectivas compraventas
futuras.
Otras obligaciones han de surgir cuando el contrato comience su ejecución. Así
cuando se concreten ventas dentro del marco del contrato, surgirán obligaciones de
pagar el precio y de entregar los bienes objeto del contrato.
Es frecuente establecer que el precio de venta y reventa se fije por el fabricante o
quien otorgue la distribución. Se suele estipular ventas mínimas a cargo del
distribuidor.
También, es frecuente que en el contrato se estipule las condiciones de venta o se
disponga que el distribuidor deban someterse a instrucciones que se le impartan.
Generalmente, se impone tener determinadas instalaciones, se exige que se contrate
el personal adecuado y competente. Se suele prever un régimen de publicidad y en
algunos casos los elementos para la publicidad son dados por quien otorga la
Resumen DERECHO COMERCIAL

distribución. Incluso se puede imponer un especial sistema de contabilidad para las


registraciones de operaciones que se celebren.
Todas estas obligaciones son impuestas para que se asegure una eficaz colocación
de los productos en la zona asignada. Al fabricante o importador o mayorista le
interesa la calidad de la atención al cliente, con lo cual se prestigia lo que produce o
comercializa. Todas las obligaciones se acompañan con la atribución de facultades
sancionatorias de multas y rescisión del contrato, con moras automáticas, en un
régimen de extrema severidad. Para controlar el cumplimiento de las obligaciones
impuestas, se crea un régimen de contralor al cual se ha de someter el distribuidor.
Estos contratos se suelen establecer con plazo o sin plazo. Si no se fija plazo,
generalmente se estipula que cualquiera de las partes puede rescindir unilateralmente
el contrato, mediante un preaviso cuyo lapso se fija. La posibilidad de una ruptura
intempestiva o de una ruptura abusiva del contrato ha generado muchas
controversias, por cuanto su ejercicio causa muchas veces daños y perjuicios al
distribuidor que ha debido crear y mantener una estructura empresarial para poder
atender la distribución, cumpliendo con exigencias del contrato. Esa estructura le
implica un costo que no siempre ha de poder recuperar en el plazo que ha durado el
contrato. Los mismos riesgos se corren cuando se fijan plazos cortos, de un año o
dos. Esta misma cuestión se plantea en todos los contratos de distribución que
hemos de analizar.
3.5.2) Distribución
La distribución en sentido estricto es un contrato por el cual una parte (fabricante,
importados o comerciante mayorista) se obliga a vender mercaderías a un sujeto
(distribuidor) que se obliga a adquirirlas y a distribuirlas, mediante su reventa, a los
comerciantes minoristas, en una zona determinada y, generalmente, en régimen de
exclusividad.
El fabricante o importador, se obliga a venderle al distribuidor, en forma continuada,
ciertos bienes. Por su parte, el distribuidor se obliga a comprar los bienes que se le
suministrarán, para revenderlos - a nombre y por cuenta propia - a comerciantes
minoristas, en las condiciones establecidas en el contrato. La remuneración del
distribuidor surge de la diferencia entre el precio de compra al fabricante o importador,
y el precio de reventa al comerciante minorista.
Generalmente, el contrato contiene cláusulas que limitan la distribución a una zona
determinada. Es común, también, que se obligue al distribuidor a no comercializar
productos de otros fabricantes.
Asimismo, se suele otorgar la distribución en régimen de exclusividad para dicha
zona. Esto significa que el fabricante no puede designar otro distribuidor para esa
zona ni vender directamente en ella. Sin embargo, la existencia de un pacto de
exclusividad no hace a la esencia de esta figura.
Recapitulando, los dos contratantes se obligan a celebrar contratos futuros, dentro de
un determinado marco normativo. Dicho marco suele incluir la autorización del
fabricante respecto del uso de una determinada marca al distribuidor. El distribuidor
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no vende, en principio, al consumidor. El distribuidor revende a comerciantes


minoristas, en tanto el concesionario vende al público.
Consecuentemente, en general, el distribuidor no tiene un local propio, por lo cual
deberá transportar los bienes dados en distribución, hasta los comercios minoristas,
en vehículos de su propiedad o que deberá arrendar; el concesionario, en cambio,
deberá disponer de un local en condiciones adecuadas para la presentación del
producto que se ofrece al público.
Sin perjuicio de lo dicho respecto de la figura típica en los párrafos anteriores, pueden
existir casos en que el fabricante tenga un local para el expendio de los bienes, con
instalaciones adecuadas y ceda su uso al distribuidor. En este caso, como
contraprestación por el uso concedido de marcas, local y bienes, se podría pactar una
retribución a cargo del distribuidor.
También, es posible que a la figura típica se agreguen elementos propios de otros
contratos, como el de franquicia. Sería el caso en que el fabricante, no sólo se
obligase al suministro de ciertos bienes para su reventa a minoristas, concediendo el
uso de la marca, sino que prestase asistencia tecnológica, aportando métodos y
medios de venta.
En resumen, el contrato de distribución tiene como objeto principal el suministro de
bienes para su reventa a minoristas pero, en la práctica, la figura típica puede
aparecer desdibujada por otras figuras contractuales - contrato de arrendamiento de
bienes o franquicia, por ejemplo - que dificultan el encuadramiento del contrato en
una categoría determinada.
3.5.3) Concesión
La concesión es un contrato por el cual una parte, denominada concedente
(fabricante, importador o comerciante mayorista), se obliga a vender determinados
bienes a la otra parte, denominada concesionario, quién se obliga a adquirirlos y a
distribuirlos mediante su reventa, a los consumidores, en una zona determinada y,
generalmente, en régimen de exclusividad.
Por el contrato de concesión, el principal suele conferir a un comerciante la
exclusividad de la comercialización de sus productos dentro de una determinada
zona. En ejecución de ese contrato de concesión, el concesionario compra al principal
y revende al consumidor. Se comporta, generalmente, como un comerciante
minorista, con la característica de que comercializa ciertos productos en un régimen
de exclusividad dentro de una determinada zona.
También, se utiliza el término concesión para designar el contrato por el cual una
parte se obliga a otorgar autorización a otra para la explotación de un servicio que le
compete y desea prestar a terceros, obligándose esta otra parte a realizar tal
explotación en su propio nombre, por su cuenta y a su riesgo. La diferencia entre la
concesión para prestación de servicios no es de esencia con la concesión para la
venta.
Resumen DERECHO COMERCIAL

Ante todo se caracteriza la figura del concesionario por el objeto de su actividad, que
consiste en comercializar bienes o servicios en un régimen de exclusividad, dentro de
una determinada zona.
La doctrina que distingue las dos figuras, señala que la concesión tiene la
particularidad de que recae sobre bienes de alta tecnificación o de valor económico
elevado y que se le impone al concesionario la prestación de servicios de
asesoramiento para su uso, de reparación o de mantenimiento o de venta de
accesorios y repuestos.
3.5.4) Agencia
Contrato por el cual una parte, denominada agente, se obliga a promover o concluir
contratos por cuenta de la otra parte, denominada principal, en una zona determinada
y, generalmente, en exclusividad, a cambio de una comisión, que deberá abonar el
principal, por cada contrato promovido o concluido.
Por el contrato de agencia, el agente se obliga a promover o concluir contratos por
cuenta ajena, establemente, dentro de una zona determinada, generalmente, en un
régimen de exclusividad, y el principal o proponente se obliga al pago de una
comisión sobre las ventas realizadas por el agente.
a) Agente
El agente es un auxiliar del comerciante que se dedica a la promoción o conclusión
de negocios por cuenta del dominus negotii. Este es un fabricante que ha producido
bienes que desea colocar en distintos mercados o es un importador que ha
introducido en un país determinado bienes que le interesa comercializar en distintos
puntos o es el comerciante mayorista que ha adquirido la producción de una fábrica y
organiza una red de agentes para su más eficaz reventa o es el concesionario que ha
obtenido la exclusividad de la venta de un producto en una vasta zona y requiere la
colaboración de los agentes para atenderla.
b) Naturaleza jurídica de la agencia
La agencia asume tres modalidades principales.
En todas las modalidades, el agente percibe una comisión toda vez que ha
preparado, promovido o concertado un negocio pero los gastos de su actividad
promotora o representativa son de su exclusivo cargo. El agente es titular de una
empresa para promover o concertar negocios y asume el riesgo de la misma. Claro
está que el principal sigue corriendo el riesgo de la definitiva colocación de los bienes
cuya venta encomendó la función, los gastos consiguientes y el riesgo de la
comercialización a los agentes, que los asumen en las zonas que respectivamente se
les fijan.
1. Agencia y corretaje: En una, el agente sólo media en la circulación de bienes
acercando interesados en comprar al principal, interesado en vender. La
conclusión definitiva del negocio la realiza el dueño del bien y el tercero. Su
figura es asimilable a la del corretaje.
Al agente de comercio se le encarga en la plaza en que tiene su domicilio comercial,
en que ha establecido una casa de comercio, buscar compradores a quienes ofrecerá
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los productos del principal, con los cuales ajustará precios y condiciones de pago.
Cuando se cierran las bases de un negocio, trasmite la oferta de compra completa al
preponente. También, debe remitirle sus informaciones.
Quien acepta o rechaza las ofertas trasmitidas es el principal. Si la acepta trasmite su
declaración de voluntad directamente al ofertante o lo hace sirviéndose de la
intermediación del agente.
2. Agencia y mandato comercial: En otra modalidad el agente asume la
representación del principal y no sólo promueve sino que, también, celebra
contratos de compraventa en nombre del principal y por cuenta de éste. En
esta segunda modalidad su actuación se asimila a la del mandatario.
3. Agencia y comisión: Puede suceder, también, que el agente actúe como
comisionista, esto es, por cuenta del proponente pero contratando a su propio
nombre.
El contrato de comisión está definido en el artículo 300, segundo inciso: “Se llama
comisión o consignación, cuando la persona que desempeña el negocio obra a
nombre propio, sin declarar el nombre del individuo que le ha hecho el encargo.”
El agente, en esta modalidad, cuando celebra el negocio, no debe mencionar el
nombre del comitente. El agente celebra el negocio con el tercero a su propio nombre
aunque por cuenta ajena.
Como consecuencia de esta distinta forma de actuar, en esta modalidad, el comitente
no queda vinculado frente al tercero. Quien se vincula es directamente el agente.
En esta modalidad, los actos celebrados como agente, suponen el establecimiento de
relaciones entre el agente y el tercero. No se crean relaciones jurídicas entre el
comitente y el tercero. El artículo 337 dispone: “El comisionista queda directamente
obligado hacia las personas con quienes contratare, sin que éstas tengan acción
contra el comitente, ni éste contra aquéllas...”
De esta manera, se evidencian ciertas ventajas. La primera ventaja es el secreto para
el comitente. El agente celebra negocios y los terceros no saben por cuenta de quién.
Eventualmente, el comitente aprovecha del crédito y del conocimiento del agente en
una plaza determinada y que el comitente no tiene, por estar radicado en otra. El
tercero tiene frente a sí al agente, conocido en la plaza. No tienen por qué informarse
sobre la solvencia del comitente, ni tienen por qué analizar la extensión de sus
poderes.
3.5.5) Franquicia
Contrato según el cual una parte, denominada franquiciante, se obliga a ceder el uso
de su marca, patente y los métodos de producción y venta (know how) de sus
productos y servicios a la otra parte, denominada franquiciado, quien se obliga a
pagar un precio (pago inicial más un canon) y a producir o comercializar bienes y
servicios de acuerdo con las condiciones establecidas por el franquiciante.
La franquicia es frecuente en el negocio hotelero aunque, también, se utiliza en ese
giro otras figuras como el management o gerenciamiento. Las cadenas de hoteles,
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que funcionan en múltiples países, suelen otorgar el uso de la marca que los
distingue y a la vez, suministrar conocimientos y técnicas de la explotación.
Funciona, también, la franquicia para la prestación de servicios de comida. Estamos
ante la realidad en que los propietarios de marcas de prestigio, imponen sus
productos y los comerciantes minoristas que no están en condiciones de competir con
esas marcas, tienen como alternativa la de utilizar esas marcas bajo el régimen de la
franquicia. El contrato de franquicia pone en relación al concedente o “franchisor” o
franquiciante y al concesionario o “franchisee” o franquiciado.
El franquiciante se obliga a ceder el uso de su marca al franquiciado y suministrarle
los instrumentos para producir y comercializar los productos o los servicios con esa
marca. Entre los medios para producir y comercializar los productos o servicios, se
pueden incluir los siguientes:
el “engineering” que implica un estudio previo a la creación del negocio para la
realización y puesta en marcha de los arreglos y de las instalaciones
necesarias y adecuadas para explotar la marca;
el “marketing”, es decir los métodos, medios y técnicas de comercialización:
estudio de mercado en el plano nacional, regional o local y publicidad sobre el
lugar de venta y el producto, sobre ventas promocionales y lanzamiento de
productos nuevos;
la formación profesional para el personal del “franchisee”
y una organización contable y administrativa de su empresa.
El franquiciado, como comerciante autónomo y que actúa para sí, financia las
inversiones, realiza la función comercial bajo su responsabilidad y retribuye los
servicios al franquiciante, pagándole un derecho de utilización de la marca en
oportunidad de concertar el contrato de franquicia o en cuotas. El franquiciado es un
comerciante autónomo, pero está sometido al contralor del franquiciante, quien vigila
si aquél sigue las instrucciones y condiciones establecidas en el contrato de
franquicia.
El precio por la franquicia, generalmente, consiste en un pago inicial al cual se
agregan pagos periódicos, relacionados con los ingresos del franquiciado. Ese precio
puede responder a distintos conceptos; puede ser la contraprestación por la
concesión del uso de la marca y puede ser también la contraprestación por el
arrendamiento de equipos o por los servicios que presta el franquiciante. A la vez, el
franquiciado asume múltiples obligaciones que se relacionan con la forma y
condiciones de la producción y comercialización y del uso de la marca, para asegurar
el éxito de la marca franquiciada que sirve a las dos partes.
Se le impone al franquiciado utilizar locales con determinadas instalaciones y equipos
con imposición de sus condiciones y decoración y se le impone obligaciones de
conservación y mejoramiento del local y mobiliario. Se le obliga a contratar
determinado personal, a quien se le instruirá previamente sobre sus cometidos. Se le
obliga a efectuar publicidad, que resultará del uso de emblemas en el propio local del
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franquiciado. Incluso se le puede imponer un sistema de contabilización, en especial,


cuando el precio de la franquicia se relaciona con ingresos del franquiciado.
Se le impone, también, obligación de reserva. El franquiciado no podrá divulgar las
técnicas de producción y comercialización del franquiciante. Las obligaciones
referidas y otras antes mencionadas se sancionan diversamente y pueden llevar,
incluso, a la revocación del contrato.
a) Diferencia de la franquicia con respecto a otros contratos
En la franquicia no hay, estrictamente, un contrato de distribución. El franquiciado no
compra para revender sino que adquiere el derecho al uso de una marca y de
métodos de producción y comercialización. Generalmente, el franquiciante celebra
contratos similares con otros comerciantes, formando una red de contratos,
asignando zonas y exclusividades. Sin embargo, queremos aclarar que la franquicia
puede contener elementos del contrato de suministro o de distribución y viceversa, en
muchos contratos de suministro o de distribución se incorpora la figura de la
franquicia. Es decir que las figuras se ligan en múltiples formas.
b) Naturaleza jurídica
De las obligaciones que asumen las partes puede concluirse que el contrato de
franquicia es un contrato de naturaleza compleja, en el cual se combinan distintas
figuras contractuales. El contrato central y principal es la licencia para el uso de una
marca y un nombre comercial.
El artículo 63 de la Ley 17.011 se refiere a las franquicias que contengan una licencia
de marcas y dispone se le apliquen los artículos 57 y siguientes. Se deben registrar
en el Registro de Licencias de Marcas a cargo de la Dirección Nacional de la
Propiedad Industrial.
Complementariamente, se puede celebrar un contrato de arrendamiento de bienes o
equipos que proporcione el franquiciante y un arrendamiento de servicios, en tanto el
franquiciante se obliga a prestar distintos tipos de servicios. Así, también, puede
integrar la franquicia un pacto de suministro.
c) Caracteres del contrato
1. Contrato de duración: Es un contrato de duración, puesto que el uso de la
marca se dispondrá por el tiempo que se fije.
Con respecto a este contrato como respecto a otros contratos de distribución, se
plantea la posibilidad de la ruptura unilateral del contrato, cuando no se estableció
plazo. También, genera controversias los contratos en que se fijan plazos cortos y en
que el franquiciante se niega a renovar los plazos, a su vencimiento.
2. Contrato de colaboración: El contrato se celebra en interés de las dos partes.
Al franquiciante le interesa mantener el prestigio de su marca y obtiene un
provecho con la cesión de su uso. Por ello, durante el plazo del contrato
prestará su colaboración para la actividad que presta el franquiciante.
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3. Exclusividad: Generalmente el franquiciante atribuye una zona de exclusividad


y, a su vez, el franquiciado se obliga a dedicarse exclusivamente a la
explotación del giro con el régimen de la franquicia.
3.5.6) Semejanzas y diferencias entre los contratos de distribución

Contrato Actuación Objeto Obligaciones accesorias

Licencia de la marca,
Intermediario Compra service y
Concesió Promesa de compraventa
para revender al acondicionamiento de local
n de bienes
consumidor
Exclusividad y territorio

Distribuci Intermediario Promesa de compraventa Licencia de la marca


ón Compra para de mercaderías de
consumo masivo Exclusividad y territorio
revender al minorista

Mediador, mandante
o comisionista Promoción o conclusión
Agencia Exclusividad y territorio
No compra para de contratos
revender

Intermediario Licenciamiento de marca, Engineering, marketing y


Franquici capacitación
Compra para patente, nombre y
a
revender métodos Exclusividad y territorio

3.5.7) Auxiliares vinculados a la distribución


Dentro del género “contratos de distribución”, hemos de distinguir varias categorías:
distribuidores propiamente dichos, agentes y concesionarios.
a) Distribuidores y concesionarios
No existen diferencias sustanciales entre un distribuidor y un concesionario. En los
dos casos, el comerciante designado actuará comprando al fabricante o al
importador, y, luego, revendiendo lo que compra, generalmente en régimen de
exclusividad para determinada zona y en condiciones que se le imponen en el
contrato de distribución o concesión.
Distribuidores en sentido estricto
El distribuidor, propiamente dicho, es un auxiliar comerciante que se obliga a comprar
a un comerciante principal los bienes que éste, a su vez, se obliga a suministrarle,
para revenderlos - a nombre y por cuenta propia - a comerciantes minoristas, en las
condiciones establecidas en el contrato de distribución. La remuneración del
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distribuidor surge de la diferencia entre el precio de compra al fabricante o importador,


y el precio de reventa al comerciante minorista.
El contrato de distribución no está legalmente regulado. Es innominado aunque
socialmente típico.
Generalmente, el contrato contiene cláusulas que limitan la distribución a una zona
determinada. Es común, también, que se obligue al distribuidor a no comercializar
productos de otros fabricantes.
Asimismo, se suele otorgar la distribución en régimen de exclusividad para dicha
zona. Esto significa que el fabricante no puede designar otro distribuidor para esa
zona ni vender directamente en ella. Sin embargo, la existencia de un pacto de
exclusividad no hace a la esencia de esta figura.
Es frecuente establecer que el precio de venta y reventa se fije por el fabricante o
quien otorgue la distribución. Se suele estipular ventas mínimas a cargo del
distribuidor.
También, es frecuente que en el contrato se estipulen las condiciones de venta o se
disponga que el distribuidor debe someterse a instrucciones que se le impartan.
Generalmente se impone tener vehículos propios de determinadas características
para realizar la distribución, se exige que se contrate el personal adecuado y
competente. Se suele prever un régimen de publicidad y, en algunos casos, los
elementos para la publicidad son dados por quien otorga la distribución. Incluso, se
puede imponer un especial sistema de contabilidad para las registraciones de
operaciones que se celebren.
También, es corriente que el fabricante de la exclusividad al distribuidor para la
comercialización de su producto y que el distribuidor, a su vez, se comprometa a
dedicarse exclusivamente a esa comercialización.

Concesionarios
Concesionario es un auxiliar que se obliga frente al comerciante principal a adquirir
ciertos productos a los efectos de comercializarlos dentro de una determinada zona.
El comerciante concedente se obliga a proveer al concesionario de esos productos
para que éste pueda comercializarlos en una zona determinada.
Esta figura no es sustancialmente diferente a la del distribuidor. En general, se llama
concesionario al distribuidor de productos de alta tecnología y valor, a quien se le
impone un servicio de post-venta. En efecto, en los contratos en que se les designa,
se les suele imponer obligaciones accesorias: atención y reparación de los bienes,
intermediar en la venta de repuestos, asesorar sobre su uso, prestar servicios de
mantenimiento y poseer un establecimiento que cuente con instalaciones adecuadas.
El concesionario actúa por cuenta propia pero un régimen particular, en que el
vendedor le impone condiciones de comercialización, zonas de exclusividad,
pudiéndose obligar el concedente, a su vez, a otorgarle exclusividad. Se le suele
imponer el precio y forma de la reventa, un sistema de publicidad, condiciones de
local a emplear y hasta los uniformes de los empleados de sus establecimientos. El
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concesionario puede valerse de subconcesionarios o de agentes, para llegar a zonas


más alejadas de su establecimiento principal.
b) Agentes
Agente es el auxiliar que se obliga a promover o concluir contratos, establemente,
dentro de una zona determinada, generalmente, en un régimen de exclusividad.
El agente generalmente cuenta con un establecimiento comercial y recibe encargos
para vender bienes de un fabricante o de un importador o de un comerciante
mayorista. Puede actuar de varias maneras:
1. acercando al interesado en comprar a quien le hizo el encargo (en este caso,
actúa como corredor);
2. concertando el negocio, asumiendo la representación del dueño de los bienes
(su figura se acerca a la del mandatario);
3. puede suceder que actúe, también, como comisionista.
En todos los casos, el agente recibe como contraprestación una comisión. El agente
realiza su actividad en su propio establecimiento, afectando todos sus bienes a ella.
Los gastos de su establecimiento, de su organización empresarial y de las
operaciones de agenciamiento, son de su cargo. Corre el riesgo de la actividad
asumida. Se distingue, por ello, del viajante o vendedor de plaza, porque no es un
dependiente, no es un subordinado sino que el agente es un auxiliar autónomo, con
su propio establecimiento y organización empresaria.
No existe un régimen legal establecido para esta figura. Generalmente, el agente
actúa en régimen de exclusividad en el país o en una zona en que se le marca. Se
comporta como un mandatario, comisionista o corredor, pero dentro de su
establecimiento, afectando a esa actividad todas sus instalaciones propias. La
comercialización se hace siguiendo instrucciones del dueño de los bienes, que puede
imponer precios, modalidades de venta y una publicidad especial.
Según cómo actúe en cada caso, encuadrará o no en la definición de comerciante.
Entonces, cuando el agente actúa como corredor, le son aplicables las mismas
consideraciones que la doctrina realiza respecto de la calidad de comerciante o no del
corredor. En mi opinión, el corredor es un comerciante porque realiza por cuenta
propia, como profesión habitual, un acto de comercio: el corretaje. Si el agente actúa
como mandatario o comisionista, no es comerciante, porque no actúa por cuenta
propia.
3.6) Los contratos de publicidad. El contrato de emisión.
Son contratos que pueden celebrarse en relación “anuncios públicos”. Los contratos
son consensuales (alcanza el consentimiento de las partes), bilaterales, onerosos,
conmutativos, de naturaleza comercial, innominados.
Hay 4 modalidades del contrato:
Contrato de creación publicitaria: obliga a la empresa de publicidad a crear a
favor del cliente un programa o plan de publicidad o campaña a cambio de
dinero.
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La campaña publicitaria: la empresa se obliga a crearla a la propaganda y a


contratar los medios de publicidad y difusión a nombre propio o por cuenta del
cliente.
Contrato de difusión publicitaria: se celebra entre el medio de publicidad y la
agencia de publicidad o con clientes particulares.
Contrato de mediación publicitaria: es la comisión publicitaria, es la relación
que ha entre el mediador (empresa publicitaria) de los medios de difusión al
usuario (cliente).
3.7) Joint Ventures
Se usan distintos nombres para distinguir este negocio: joint adventure, joint venture,
joint enterprise, syndicate. En nuestro idioma se las llama “operaciones conjuntas”. En
el lenguaje empresarial del mundo de los negocios, joint venture designa toda
situación en que dos o más personas se unen para la ejecución de un proyecto
determinado, respecto del cual coparticiparán en el esfuerzo y en el resultado.
3.7.1) Función del negocio
Actualmente la figura del joint venture se está usando para actividades determinadas
y también para permanentes. Es un mecanismo mediante el cual el productor de
bienes o el propietario de una tecnología, pueden ampliar su mercado.
Analizaremos, a continuación, las distintas alternativas que se le presentan para
luego poder entender la función del joint venture.
El productor en un país puede valerse de diversos instrumentos para comerciar en
otros países, los bienes que produce; exportar directa o indirectamente sus bienes;
celebrar contratos de licencia y otros con personas radicadas en otros países; realizar
una inversión directa en otros países; constituir joint venture con empresarios del país
donde desea llevar sus productos.
Exportación de Productos
Este instrumento puede no convenir por factores económicos o legales para la
exportación de productos. Por ejemplo, el producto terminado puede ser tan
voluminoso o pesado que su transporte internacional resulta demasiado costoso y
quita provecho a la operación. Las tarifas y otras medidas del comercio internacional
pueden desestimular una exportación como una opción.
Otorgamiento de una Licencia
El productor de ciertos bienes puede otorgar una licencia por la cual se da el uso de
una tecnología a cambio de un royalty. En este mecanismo el producto se fabrica por
el licenciado en otro país. La operativa tiene ventajas y desventajas.
El otorgante de la licencia no debe realizar una inversión de capital y, por ende, no
corre riesgos. No necesita establecer personal en otros países. Además, genera
ingresos rápidos pues no debe esperarse el período de desarrollo que implica una
inversión.
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También se utiliza el procedimiento de otorgar licencias como una manera de prueba


sobre un mercado extranjero, previa a la realización de inversiones que requieren
importantes recursos.
En fin, cuando los países restringen la inversión extranjera, el otorgamiento de
licencia es la mecánica única posible. Se eluden, por otra parte, restricciones de
importaciones y costos de transporte. También señalamos como ventaja, que el
acuerdo puede establecer que el licenciado puede modificar o desarrollar la
tecnología y transferir sus innovaciones al propietario de la tecnología.
Tiene desventajas porque, generalmente el dueño de la tecnología no puede ejercer
un efectivo control sobre las actividades del licenciado. Estas actividades pueden
perjudicar la reputación del propietario. Además, el propietario, mediante la licencia,
crea en otro país un competidor; pues el licenciado, después que desarrolla un
mercado, puede resolver terminar con el acuerdo y actuar con independencia. En fin,
el otorgamiento de una licencia es el negocio menos lucrativo para entrar en un
mercado.
Inversión Directa
La inversión puede hacerse adquiriendo o constituyendo una sociedad local, a la cual
se transferirá la tecnología. La inversión directa permite el completo control de la
comercialización de productos y de la explotación de una tecnología, permite eludir
restricciones al comercio internacional, se evitan costos de transporte o son menores
y, a menudo, son menores los costos laborales. Señalamos como inconveniente que
la inversión directa supone la aplicación de mayores recursos y mayores riesgos.
Además, se necesita el transcurso de cierto tiempo para obtener utilidades. Otro
inconveniente de la inversión directa, tal como se describe, es la falta de familiaridad
del inversor con las condiciones locales de los negocios. Vistas las conveniencias e
inconveniencias de las formas de inversión y de explotación y comercialización de
productos y tecnologías, antes enunciadas, podemos explicar el mecanismo de un
joint venture.
3.7.2) Concepto jurídico
Para DOBKIN y otros, el joint venture supone la creación de una entidad legal
separada, que pertenecerá y será manejada por los venturers. Los elementos de un
joint venture son para estos autores: una entidad separada identificable; una
participación en la entidad, propiedad de cada joint venturer y una activa y
comprometida participación en la administración por cada joint venturer o una
deliberada abdicación del derecho a administrar de alguno de ellos. Se considera que
existe joint venture en sentido estricto, cuando uno de los partícipes asume la
dirección y ejecución del proyecto; los demás contribuyen a los gastos comunes y
ejercen cierto control sobre esos gastos y la ejecución de las operaciones.
4) Bancarios
No existe un concepto legal de contrato bancario. La doctrina entiende por contrato
bancario: “toda convención destinada a constituir o regular una relación que tenga por
objeto una operación bancaria”.
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Jurídicamente las operaciones bancarias son contratos. En otras palabras, las


operaciones de banco se reducen en todos los casos a contratos de tal forma que el
contrato bancario no es otra cosa que el esquema jurídico de la operación de banco.
4.1) Préstamo bancario
4.1.1) Introducción
El préstamo financiero es el contrato por el cual, una entidad de intermediación
financiera entrega a su cliente una suma determinada de dinero, obligándose el
cliente a restituirla en el mismo género y cantidad en el plazo convenido, pagando los
intereses pactados.
El artículo 700 del Código de Comercio establece: “El préstamo mercantil es un acto
en virtud del cual un comerciante recibe una cantidad de dinero o mercancías para
destinarla a las operaciones de su tráfico obligándose a devolver otro tanto de la
misma especie.”
La norma transcripta no define al préstamo como un contrato sino como acto, pero se
le incluye entre los contratos. También, cuando se definen otros contratos se elude la
utilización de este término.
En el artículo 2.197 del Código civil se define el mutuo o préstamo de consumo, en
los términos siguientes: “contrato por el cual se da dinero u otra cosa fungible, con
cargo de volver otro tanto de la misma especie y calidad”.
4.1.2) Caracteres
Es una operación activa porque el banco se hace acreedor de los intereses,
comisiones y, eventualmente, de los intereses moratorios para el caso de
incumplimiento del cliente. Sus principales caracteres son los siguientes.
El préstamo como contrato real
El Código Civil, en el artículo 1.252 categoriza tres clases de contratos pero no lo
hace con un solo criterio. Se establece la categoría de contrato solemne y de contrato
consensual, atendiendo al acto del consentimiento. El contrato solemne se
caracteriza porque se requieren formalidades especiales para su perfeccionamiento;
se califica de consensual cuando obliga por el simple consentimiento de las partes.
El artículo 1.252 del Código Civil califica de real al contrato “cuando la obligación
principal que nace de él supone necesariamente la tradición de la cosa”. El segundo
inciso agrega: “Antes de la tradición, la promesa aceptada de entregar o recibir la
cosa sobre que versare el contrato, entra en la clase de los contratos consensuales”.
El contrato de préstamo es real, en el sentido que le da el artículo 1.252 del Código
Civil, por cuanto la principal obligación que nace de él, supone la tradición de la suma
prestada al prestatario, que se cumple simultáneamente con la celebración del
contrato. En la calificación de real del Código Civil, no interesa el momento del
consentimiento sino que se atiende a las obligaciones emergentes del contrato. La
única obligación que genera el contrato es restituir esa suma al vencimiento del plazo
estipulado.
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Precisamente, el contrato de préstamo se diferencia del contrato de apertura de


crédito; en esta última, el banco abre una línea de crédito al cliente con un límite
máximo que el cliente irá utilizando y amortizando a medida que necesite el dinero.
En el préstamo, en cambio, se le entrega la cantidad de dinero estipulada y se
restituirá una vez finalizado el plazo contractualmente fijado.
El préstamo como contrato unilateral
El contrato de préstamo es un contrato unilateral. La única obligación principal que se
genera está a cargo del prestatario (cliente), consistiendo en pagar los intereses
pactados y las comisiones estipuladas en el contrato y devolver el capital prestado en
la fecha concertada (art. 2.201 CC).
La celebración del contrato de préstamo no genera obligaciones para el propietario
del dinero porque el dinero lo entrega al celebrar el contrato. Lo mismo sucede en el
Código de Comercio (art. 700).
4.1.3) Obligaciones del prestatario
Devolver la suma prestada en el plazo establecido
Pagar los intereses generados y los intereses generados por el incumplimiento
del plazo
4.1.4) Modalidades
Según su plazo: corto plazo, largo plazo o amortizable
Según su instrumentación: préstamo cambiario o préstamo en cuenta
Según su garantía: personal, cambiaria, real
Según su destino: consumo, industrial, comercial
4.2) Contrato de apertura de crédito
La apertura de crédito es un contrato por el cual un banco se obliga a poner a
disposición de su cliente una suma de dinero determinada, por un período de tiempo
determinado o indeterminado, que el cliente puede utilizar según le convenga, y el
cliente se obliga a la devolución del dinero del cual dispusiere, así como al pago de
una comisión más los intereses que se devengaren por la utilización del crédito. La
apertura de crédito no está regulada legalmente. En la práctica no se instrumenta.
Para algunos autores, la apertura de crédito es un contrato preliminar de promesa de
préstamos, al que sigue uno o varios contratos definitivos de préstamos al disponer el
cliente de los fondos acreditados.
Para otros, el contrato es uno y los eventuales y sucesivos actos de disposición del
crédito, no son más que actos de cumplimiento de la obligación única de suministrar
fondos, asumida por el banco. El acreditado tiene derecho de disponer de la suma
total que el banco pone a su disposición. Los singulares actos de disposición de esa
suma por el cliente, no son más que el ejercicio concreto del derecho concedido.
4.2.1) Formas
La apertura de crédito puede materializarse de distintas formas:
Resumen DERECHO COMERCIAL

El cliente se acerca al banco, firma el contrato y se lleva una suma de dinero.


El contrato de apertura de crédito se firma e inmediatamente se firma el vale.
Cuando el cliente devuelve la suma de dinero cancela el contrato de apertura
de crédito y se le devuelve el vale para que lo destruya.
El cliente libra cheques contra el banco donde tiene una apertura de crédito y
el banco va a atender esas órdenes de pago en la medida o dentro de los
límites de las cantidades que le va a prestar a su cliente (limite del crédito). Por
ese importe va a atenderle cheques que el cliente libre.
Otra forma es el caso de que la persona que necesita dinero sea un girado de
una letra de cambio y el banco le preste su aval (garantía propia de los títulos
valores).
4.2.2) Caracteres
La apertura de crédito es un contrato consensual. Se perfecciona por el mero acuerdo
de voluntades. No requiere formalidad alguna para su validez.
La apertura de crédito es un contrato bilateral. Se generan obligaciones tanto
respecto del banco como del tomador del crédito.
La obligación del banco consiste en poner a disposición del cliente la cantidad de
dinero estipulada en el contrato y respetar el plazo convenido en el mismo. La
obligación del cliente se resume en el pago de la comisión convenida más los
intereses derivados de la utilización del crédito y, fundamentalmente, la restitución de
las sumas que le fueron adelantadas.
En este contrato cobra especial relevancia el elemento “disponibilidad”. En efecto,
que el cliente tenga a su disposición el dinero que necesita, significa que tiene la
posibilidad de emplear la caja del banco, como si fuera propia, hasta el monto
acordado y por el período de tiempo señalado en el contrato. Podrá entonces efectuar
los retiros que necesite, sea en una sola vez o fraccionadamente. Esta disponibilidad
no es consecuencia de una previa entrega de dinero por parte del cliente como en el
contrato de depósito. El dinero está disponible para el cliente porque el banco le ha
concedido un crédito.
Es un contrato marco para regular futuros contratos de préstamo o de descuento de
documentos. Es un contrato de ejecución sucesiva que se cumple ante los
requerimientos del cliente.
Es un contrato convenido intuitu personae, en razón a que el banco acreditante se
obliga en consideración a la solvencia y demás condiciones personales del cliente
acreditado. Este carácter trae consigo tres consecuencias esenciales: A. que el banco
se reserva la facultad de cancelar el crédito y cerrar la cuenta en cualquier momento;
B. que el cliente no puede transferir los derechos nacidos del contrato sustituyendo a
otra persona en su lugar y C. que el contrato termina con la muerte o extinción del
acreditado.
4.2.3) Modalidades de apertura de crédito
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La apertura de crédito asume modalidades diversas, según cuál sea la forma en que
se utilice el crédito por el cliente del banco.
Apertura de crédito en cuenta corriente: En la práctica bancaria, la apertura de
crédito suele vincularse con la cuenta corriente. El banco debita en la cuenta
del cliente las sumas de que éste vaya disponiendo y le acredita las entregas
que efectúe para ir reintegrando los fondos dispuestos, resultando así un saldo
diario, sobre el que se liquida el interés pactado.
Apertura de crédito con garantía: La apertura del crédito puede ser con
garantía o sin ella. La primera es más frecuente que la segunda; lo normal es
que la apertura venga acompañada de una garantía de carácter personal o
real.
Apertura de crédito impropia o a favor de terceros: La apertura de crédito
impropia es aquella en la que el crédito abierto por el banco no es utilizado por
el cliente que da la orden sino por un tercero (beneficiario) designado por éste.
En cualquier caso, la operación tiene siempre una finalidad solutoria, normalmente
nacida de un contrato de compraventa realizado entre el cliente y el beneficiario. El fin
típico de la apertura de crédito impropia es, en efecto, el pago del precio en el
contrato de compraventa y, especialmente, en las ventas de plaza a plaza.
4.2.4) Obligaciones del banco
Poner a disposición del cliente la cantidad convenida de dinero.
4.2.5) Obligaciones del cliente
Pagar los intereses por el tiempo de la efectiva utilización de los fondos.
Restituir las sumas que le fueron adelantadas.
4.2.6) Finalización del contrato
Por vencimiento del plazo o por rescisión unilateral del banco.
4.3) Contrato de descuento. El redescuento
A pesar de su gran importancia económica, el descuento carece de una regulación
legal específica.
Por medio de este contrato, el cliente accede al importe de su crédito sin necesidad
de esperar y afrontar él mismo el cobro del documento. Para que ello sea posible, es
fundamental que el documento no se encuentre vencido porque de lo contrario el
banco no podrá cobrarlo.
Su mecánica es la siguiente: soy tenedor de un vale que vence el 1º de enero del año
2008. Como necesito, en forma urgente, hacerme de ese dinero, llevo el documento a
un banco. El banco me anticipará el importe del vale pero le descontará, además de
su comisión por el servicio, los intereses que correspondan por el período que falte
para que se produzca el vencimiento del documento.
4.3.1) Concepto de descuento
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La definición de descuento bancario depende de la naturaleza jurídica que se le


atribuya, tema respecto al cual existen dos posiciones fundamentales. Analizaremos
estas posiciones a continuación.
El descuento como trasmisión de un crédito
Según una posición doctrinaria, el descuento consiste en la trasmisión de un crédito.
Los créditos pueden ser trasmitidos mediante procedimientos diversos, según dónde
se encuentren documentados.
El régimen general por el cual cualquier crédito puede ser cedido es el de la cesión de
crédito no endosable. Si el crédito se encuentra documentado en un título valor, el
régimen de cesión variará según la forma en que se haya emitido el título valor: al
portador, a la orden o nominativo. En este último caso, también varía el régimen
según se trate de títulos nominativos endosables o no.
De acuerdo con esta posición doctrinaria, el descuento bancario sería el contrato
bancario por el cual un cliente se obliga a trasmitir un crédito no vencido al banco y,
como contrapartida, el banco se obliga a anticipar al cliente el importe de dicho
crédito, descontando los intereses correspondientes al tiempo que media entre el
anticipo de dinero y el vencimiento del documento a descontar. Normalmente, se
refiere a créditos incorporados a títulos valores, pero nada se opone, sin embargo, a
que sean descontados créditos ordinarios.
a) El descuento como préstamo con prenda de un crédito
La función de la operación de descuento es esencialmente crediticia. La entidad de
intermediación financiera (descontante) concede crédito al cliente, anticipándole el
importe de un crédito de vencimiento posterior. Mediante el descuento del papel
comercial, la descontante hace a sus clientes entregas de fondos que, luego, ha de
recuperar en el plazo de vencimiento de los efectos descontados. La causa que lleva
a la descontante a contratar es el cobro de la denominada tasa de descuento, que no
es otra cosa que una tasa de interés.
Visto desde otro punto de vista, la descontante, al adquirir el crédito no paga en
nombre y por cuenta del deudor cedido ni pretende hacer una inversión comprando el
documento y asumiendo, por ende, el riesgo crediticio sino que lo adquiere como
simple medio instrumental para reembolsarse de las sumas entregadas a su cliente
descontado. La cesión de crédito puede obedecer a una multiplicidad de causas - el
pago de una obligación preexistente, hacer una donación, etc. - mientras que en el
descuento la cesión cumple una función instrumental de garantía. Teniendo en cuenta
esta función, debe considerarse que el descontado da en garantía los créditos que
descuenta y el descontante es acreedor prendario. En cualquiera de los casos, el
descontante queda garantizado por la protección que le ofrecen los enérgicos
recursos cambiarios contra el deudor cambiario y aun contra quien se lo endosó.
En este sentido, el descuento sería definido como el contrato por el cual una entidad
de intermediación financiera entrega una suma de dinero a su cliente (descontado), a
cambio de la entrega de un crédito no vencido, obligándose el cliente a la devolución
de la cantidad entregada para el caso de que la entidad de intermediación financiera
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no pueda hacer efectivo el crédito referido. Se trata, entonces, de un contrato


complejo, compuesto por un mutuo más un negocio de garantía consistente en la
transmisión “pro solvendo” de un derecho de crédito.
La entidad de intermediación financiera, entonces, concedería un préstamo cobrando
anticipadamente los intereses. El deudor, por su parte, le transfiere un crédito a cargo
de un tercero, que habilita a la descontante para recuperar directamente la suma
entregada. Esta operación se realiza siempre bajo la garantía del deudor, en el
sentido de que devolverá la suma recibida, de no ser oportunamente pagada por el
deudor del crédito cedido. La transferencia del crédito por parte del descontado no es
liberatoria de su obligación sino apenas “pro solvendo”. La transferencia del crédito
sólo tendrá efectos liberatorios cuando el crédito sea satisfecho por el tercero.
Los bancos pueden, además, sin esperar al vencimiento de los títulos descontados,
obtener fondos líquidos de su cartera de descuentos mediante el redescuento en otro
banco. El redescuento es un segundo descuento que permite al banco obtener un
rápido beneficio gracias a la diferencia entre el tipo o tasa del descuento y el tipo del
redescuento, siempre menor. Entendido como préstamo, el descuento sería un
contrato real y unilateral.
Los críticos de esta posición doctrinaria sustentan que si se tratara un muto con
garantía, no tendría razón de ser la transmisión del crédito en propiedad. Esto es, la
prenda de un crédito es un instrumento subsidiario para satisfacer la obligación, si ella
no es atendida por el deudor principal. En el descuento, el crédito es transferido con
el objeto de que la descontante obtenga en él, directa e inmediatamente, el
reembolso de las cantidades entregadas; sólo si fracasara la gestión de cobro,
entraría el descontado a responder en forma subsidiaria.
4.3.2) Efectos del descuento
Por virtud del descuento la descontante adquiere la propiedad o el título en garantía
(según la posición que se adopte en cuanto a su naturaleza jurídica) y el cliente el
importe de ese crédito con deducción del interés correspondiente. Cuando se
descuentan títulos valores, la transmisión o la dación en prenda de éstos al banco se
hace ateniéndose a la Ley de circulación correspondiente a la forma del título.
El cliente queda obligado a devolver al banco la suma recibida si el crédito
descontado no es pagado a su vencimiento por el deudor cedido. El banco no se
obliga a actuar contra el deudor pero sí a presentar el crédito al cobro y a realizar los
actos conservatorios del mismo. Si deja que se perjudiquen los créditos no pagados,
el descontado quedará liberado de su obligación de devolver la suma percibida según
el régimen de los títulos valores.
4.3.3) Modalidades
Puede ser descuento cambiario (es aplicable a la normativa de títulos valores) y
descuento no cambiario (se aplica las normas de la cesión de crédito endosable).
4.3.4) Obligaciones del cliente
Trasmitir el crédito a descontar
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Pagar los intereses


Pagar el importe del crédito transferido y no pagado
Pagar comisiones y gastos
Pagar garantías cuando el banco así lo exija
4.3.5) Obligaciones del banco
Entregar la suma de dinero correspondiente al descuento
Requerir el pago de los créditos descontados
Restituir el crédito impago
4.3.6) Redescuento
El redescuento es un contrato por el cual, un banco anticipa a otro banco dinero sobre
el importe de un crédito a vencer, descontando los intereses correspondientes al
tiempo que media entre el anticipo efectuado y el vencimiento del crédito a descontar.
El redescuento es un contrato que se realiza entre bancos y tiene el mismo alcance
que el realizado con un particular (descuento).
La principal finalidad de esta operación es la de movilizar los créditos que los bancos
concedieron a través del descuento. Esta movilización puede generar problemas de
liquidez en los bancos además de alterar el mercado monetario general. Por esta
razón, la operación de redescuento sólo se puede realizar con el Banco Central del
Uruguay.
4.4) El crédito documentado
Se denomina "crédito documentario" al conjunto de negocios jurídicos por los cuales
un banco se obliga a pagar el importe de una compraventa a distancia, por cuenta del
comprador, sólo cuando el vendedor le proporcione determinados documentos, y el
comprador se obliga a devolver ese importe más la comisión respectiva a cambio de
la entrega de la documentación referida. En el artículo 2 de las "Reglas y Usos
Uniformes sobre Créditos Documentarios" (revisión 1.983), se establece la definición
siguiente: "todo convenio, cualquiera sea su denominación o designación, por medio
del cual un banco (banco emisor) obrando por solicitud y de conformidad con las
instrucciones de un cliente (el ordenante del crédito): a) debe hacer un pago a un
tercero (el beneficiario) o a su orden, o a pagar, o aceptar letras de cambio giradas
por el beneficiario o b) autoriza a otro banco para que efectúe el pago o para que
pague, acepte o negocie tales letras de cambio, contra la entrega de los documentos
exigidos, siempre y cuando se cumplan los términos y condiciones del crédito".
El crédito documentario funciona como una mecánica ideada para asegurarles a
ambas partes de una compraventa a distancia, el cumplimiento de sus respectivas
obligaciones. La seguridad respecto del cobro del precio, se obtiene a través de la
participación de un banco con sede en el lugar donde se encuentra el vendedor. La
seguridad respecto de la remesa de la mercadería adquirida, se obtiene a través de la
entrega al banco de los documentos de embarque correspondientes. La obtención del
crédito documentario y de la confirmación cumple con una función económica, porque
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facilita las operaciones de compraventa, por la seguridad de pago que se acuerda al


vendedor y por cuanto el comprador sabe que el pago se efectuará sólo cuando la
mercadería se haya efectivamente embargado en un medio de transporte y que los
bienes comprados que se le envían están con la documentación en regla y
suficientemente asegurados.
Los bancos en esta operativa, fundamentalmente, prestan servicios pero, además,
celebran negocios de crédito, prestando su firma para la seguridad de las relaciones
comerciales internacionales. Complementariamente, los bancos pueden prestar
asistencia financiera tanto al comprador como al vendedor de la relación jurídica
básica, adelantando el banco emisor al comprador los fondos requeridos para pagar
el precio y anticipando el banco negociador al vendedor el importe del crédito
documentario o de las letras aceptadas. Existen otras figuras de financiamiento que
no son del caso analizar.
El crédito documentario, entonces, no es un único negocio jurídico con pluralidad de
partes sino diversos negocios vinculados entre sí por una misma finalidad económica:
asegurar a un vendedor el cobro de su crédito sobre el precio de la mercancía,
mediante la asunción por un banco de la obligación de pagar el precio. Cada uno de
los contratos tiene una causa diferente pero todos tienen una misma finalidad
económica.
Cumple una doble función económica: asegura al vendedor el cobro de las
mercaderías y garantiza al comprador el envío de las mismas.
4.4.1) Obligaciones del banco
Abrir la carta de crédito
Verificar el cumplimiento de las obligaciones del beneficiario
Rechazar los documentos en caso de discrepancia con lo solicitado
Entregar los documentos al ordenante
4.4.2) obligaciones del ordenante
Pagar la comisión por la apertura del crédito, hacer la provisión de fondos o
reembolsar la suma pagada.
4.5) El contrato de crédito de uso o “Leasing”
4.5.1) Concepto de leasing
De la legislación uruguaya se desprende la definición siguiente: contrato por el cual
un sujeto se obliga frente al usuario a permitirle la utilización de un bien, por un plazo
determinado y el usuario se obliga a pagar por esa utilización un precio en dinero
abonable periódicamente.
A la parte que mencionamos en primer lugar, se la denomina “acreditante” y a la
segunda “usuario”.
a) Naturaleza jurídica
El contenido obligacional básico del crédito de uso es idéntico al del contrato de
arrendamiento: el acreditante se obliga a entregar una cosa y permitir su utilización, y
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el cliente se obliga a pagar un precio periódicamente. Su denominación en inglés es


confirmatoria de esa identidad: “lease” significa arrendamiento.
Objeto del contrato
El contrato puede tener por objeto bienes muebles no fungibles y bienes inmuebles,
cualquiera sea su destino. Así lo establece el artículo 5 de la Ley 16.072 con la
redacción dada por la Ley 16.205.
El inciso 2 del artículo mencionado contiene una previsión que pretende evitar que se
fije un precio final exagerado que frustre el derecho de opción conferido al usuario:
“Cuando el objeto sea un inmueble, el contrato se regirá por las disposiciones de la
presente ley siempre que exista opción de compra a favor del usuario (artículo 1º
inciso segundo) y que el precio final estipulado a tal efecto no exceda a la fecha del
contrato del 25% (veinticinco por ciento) del valor real, fijado por la Dirección General
del Catastro Nacional y Administración de Inmuebles del Estado”.
b) Documentación e inscripción
El artículo 6 de la Ley establece que el contrato deberá otorgarse en instrumento
público o privado, con firmas certificadas por Escribano Público y en triplicado.
De acuerdo con la Ley 16.871 de Registros, el contrato se debe inscribir en distintas
secciones: si recae sobre inmuebles, en la Sección Inmobiliaria del Registro de la
Propiedad; si recae sobre automotores, en el Registro Nacional de Vehículos
Automotores. Si el contrato recae sobre naves, se inscribe en el Registro de la
Escribanía de Marina. Si recae sobre aeronaves, se inscribe en el Registro Nacional
de Aeronaves. Si se tratare de otros bienes, concretamente identificables, en el
Registro Nacional de Prenda sin desplazamiento.
El artículo 7 de la Ley 16.072 establece que el contrato se inscribirá, a pedido de la
institución acreditante. El plazo para pedir la inscripción es de 5 días hábiles. El
artículo 7 establece además: “Si la institución acreditante omitiera la presentación del
contrato al Registro respectivo para la inscripción dentro de los cinco días hábiles
siguientes al de su otorgamiento, incurrirá en una multa en beneficio del usuario,
equivalente al importe de la primera cuota periódica pactada en el contrato y
responderá además de los daños y perjuicios que pueda sufrir el usuario por su
incumplimiento, sin perjuicio del derecho del usuario a solicitar su inscripción.
La inscripción caduca cada cinco años. Se puede reinscribir por períodos iguales, a
solicitud de cualesquiera de las partes, sin otro requisito que la presentación del
contrato original y una fotocopia firmada por la institución acreditante”.
Los efectos de la inscripción se establecen en el artículo 8: “La inscripción en el
Registro confiere al usuario, derecho real respecto de cualquier enajenación o
gravamen posterior, le acuerda acción para recuperar la utilización del bien y, cuando
haya pagado su prestación y cumplido con todas las obligaciones estipuladas, para
exigir su transferencia forzada si se hubiere pactado la opción de compra, cuando
circunstancias posteriores a la inscripción del contrato inhibieren o impidieren el
ejercicio de la opción de compra o sus efectos. El Juez competente, previa citación
con emplazamiento en forma, restituirá al usuario en la utilización del bien u otorgará,
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en su caso, el consentimiento para el contrato de compraventa en representación del


enajenante; en caso de oposición, se seguirá el procedimiento de los incidentes”.
4.5.2) Modalidades
a) Crédito de uso financiero
El inciso 1 del artículo 1 de la Ley 16.072 - en la redacción dada por la Ley 16.205,
provee una definición de leasing financiero: “El crédito de uso es el contrato de crédito
por el cual una institución financiera se obliga frente al usuario a permitirle la
utilización de un bien por un plazo determinado y el usuario se obliga a pagar por esa
utilización un precio en dinero abonable periódicamente.”
La sociedad leasing se limita a mediar entre el fabricante y el usuario. El usuario se
dirige al financiero generalmente banco o sociedad leasing para que adquiera el bien
que le interesa, se cede el uso del bien a cambio de un canon calculado sobre la base
del costo del bien, los intereses que corresponden, los gastos generales de la
sociedad leasing y la utilidad que se espera obtener, el final del plazo hay una triple
opción a favor del usuario: compra el bien por un valor residual (costo estimado del
bien con descuento de lo ya pactado por su uso), renovación del contrato de
utilización o devolución del bien a su propietario (sociedad leasing).
Objeto: pueden ser todos los bienes muebles no fungibles y los inmuebles afectados
a la actividad agraria, industrial o comercial. Comprende bienes corporales como los
incorporales. Por lo tanto pueden ser objeto de leasing la propiedad y el derecho de
usufructo y el de superficie sobre bienes determinados.
Plazo: es un contrato de ejecución continuada. Se van cumpliendo a medida que
trasncurre el tiempo, con el pago de las prestaciones y con la utilización del bien. El
plazo puede ser muy variable y va a depender de las necesidades financieras,
económicas y de forma de trabajo de la empresa.
b) Leasing back o retroarriendo
El usuario es ya propietario de los bienes y lo que pretende movilizar sus activos.
Para ello le vende a la sociedad leasing el bien y después adquiere su uso mediante
un contrato de leasing que le permitirá adquirir y mientras tanto usufructúa de su valor
en forma más reproductiva. La empresa tiene una maquina (activa) se la vende a la
sociedad leasing y la sociedad se la entrega en leasing (préstamo) a la empresa
misma. Naturaleza jurídica: se parece a la compra-venta y al arrendamiento.
c) Leasing operativo
Los fabricantes o los suministradores de bienes, son quienes adaptan esta modalidad
de leasing, el usuario se reserva la facultad de terminar unilateralmente el contrato
con preaviso al dador, cuando las condiciones de la cosa no le son satisfactorias. Es
el fabricante que da en uso y goce un equipo durante un tiempo determinado y recibe
una suma de dinero en forma periódica. El industrial sustituye la propiedad por el uso
redituable.
4.5.3) Diferencia con el arrendamiento
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En el arrendamiento tradicional el arrendatario asegura a su arrendado el uso y


goce de un bien a cambio de un precio (cuotas periódicas) a lo largo del plazo
del contrato. Dicho precio guarda relación con el valor del bien y es un sustituto
del interés que guardaría el capital que significa el bien arrendado.
En el arrendamiento de leasing el precio debe tener:
- La amortización del valor total del bien arrendado durante el plazo del
arrendamiento.
- El interés del capital invertido por el arrendado en la compra de bienes que
arrienda.
- Los gastos generales de la sociedad leasing.
- La utilidad que se espera obtener.
La causa del contrato es distinto a la del arrendamiento, al aceptar la opción de
compra por el valor residual.
Los gastos de mantenimiento están a cargo del arrendamiento, solución
inversa a las del arrendamiento.
En el leasing no se responsabiliza por la posibilidad del uso del bien. El usuario
debe pagar la cuota aunque la utilización del bien se haya vuelto imposible
cualquiera sea su causa (caso fortuito, fuerza mayor), en leasing los riesgos
corren por parte del usuario.

4.5.4) Diferencia con la compra-venta


Es característica de la venta que la transferencia de la propiedad se haga en el
momento del contrato lo que precisamente no ocurre en el leasing (los pagos
que el usuario debe realizar tienden a cubrir finalmente el costo del propio
bien).
El contrato de leasing es una operación jurídico-económica, es una suma de
contratos, no unidos por un elemento jurídico combinado. Quien adquiere un
bien por compraventa, adquiere el uso y el abuso (destruido, modificarlo). En el
leasing a la persona que adquiere el bien lo único que le interesa es el uso
fungible (que no se consumen con el uso) y todos los inmuebles afectados a la
actividad industrial, comercial o agraria).
4.5.5) Características del contrato leasing
Es un contrato bilateral celebrado entre dos partes y del que se derivan
obligaciones para cada una de ellas (dador y tomador del leasing), el
proveedor del equipo no es parte del contrato.
Es un contrato solemne, según nuestro criterio debería ser inscripto en algún
registro público de comercio a fin de que su existencia fuese conocida “ergo
omnes” para asegurar su existencia legal como el conocimiento por parte de
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terceros. Debe hacerse en escritura pública o privada. Firma certificada por


escribano público.
Es un contrato oneroso desde el momento en que el crédito es remunerado por
el tomador mediante el precio pactado por el uso y eventual transferencias del
bien, más intereses y demás conceptos que se hayan convertido, existe un
canon.
Es un contrato de ejecución continuada (sucesivo), su cumplimiento se
prolonga a través del tiempo durante el plazo pactado.
Contrato de crédito garantido, la utilización del derecho de propiedad como
garantía de las obligaciones que sume el tomados del bien dado en leasing. El
deudor del leasing no se desprenderá de su propiedad hasta tanto no se haya
pagado total o parcialmente el precio del bien que financia (el derecho de
propiedad activa como garantía).
Es un contrato innominado.
Es un contrato comercia.
4.5.6) Obligaciones de las partes
El contrato es necesariamente financiero (la sociedad leasing limita su actividad a la
parte financiera) vinculándose lo menos posible en el contrato de compraventa. Por
esta razón tiende a cobrar importancia el proveedor que estaba destinado a
permanecer fuera del contrato de leasing. Algunos autores se preguntan si el leasing
es un contrato bilateral.
4.5.7) Obligaciones de la sociedad leasing (dador)
Adquirir el bien:
- Es una operación comercial.
- Esa adquisición tiene características especiales: quien elige es el usuario,
quien paga es la sociedad leasing. La sociedad leasing actúa como
mandataria, cualquier incumplimiento por parte del proveedor no compromete
su responsabilidad, por el contrario, estará en condiciones de reclame al
usuario el reembolso de los gastos originados.
- La defensa de la sociedad leasing aunque quien paga es ella, quien trata con
el vendedor es el futuro usuario la mejor solución es reconocer la existencia de
una promesa unilateral de venta entre proveedor y usuario anterior a la
convención del contrato de leasing. Así el usuario responsable de todo lo que
haya estipulado con el proveedor y este a su vez también responsable frente a
la sociedad leasing si no se ajusta a lo convenido.
- A su vez todas las ventajas que puedan obtenerse del proveedor con motivo de
la compra-venta por parte del banco favorecen a éste y no al usuario.
Entrega del bien
Siempre en el contrato de leasing la entrega debe hacerse directamente al usuario.
Este a su vez debe dejar constancia escrita que recibe el bien a satisfacción. Así la
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sociedad leasing se excluye de toda responsabilidad a la recepción. El contrato


comienza su plazo a partir de la entrega del bien. Instalación y levantamiento del
mismo: la sociedad leasing descarga en el usuario todos los gastos y riesgos de la
instalación del bien, el mantenimiento y reparaciones.
Asegurar el goce del bien
La doctrina distingue:
- Perturbaciones de hecho: corresponde al usuario la defensa y responsabilidad
por las consecuencias.
- Perturbaciones de derecho: pueden ser de cargo de determinado vendedor si
la causa es anterior a la compra-venta o de la empresa leasing en caso
contrario.
Respetar la opción de compra del usuario
El usuario tiene tres alternativas:
- Adquisición del bien por un valor residual
- Un nuevo contrato de estimación del bien cuyo precio debería tener en cuenta
que su costo está ya amortizado, luego de haber vencido al plazo
- Devolverle el bien a la sociedad leasing
4.5.8) Obligaciones del usuario o tomador
Seleccionar el bien: el hecho de que el usuario seleccione el bien y determine
su proveedor permite a la sociedad leasing sacarse obligaciones respecto a la
calidad del bien y sus eventuales deficiencias, así como los riesgos de su
entrega al usuario.
Recepcionar el bien: en todos los contratos de bienes se establece por parte
del usuario de declarar en forma expresa, mediante documentos, su
conformidad con la recepción del bien.
Mantenimiento, pago de reparaciones y conservación del bien: si los deterioros
son desconocidos por el usuario a pesar de su conformidad, el desplazamiento
de obligaciones se hace de nuevo el proveedor ya que está obligado frente a la
sociedad leasing pero como la sociedad hace cesión al usuario sobre los
derechos contra el proveedor, las reclamaciones se hacen en forma directa
entre proveedor y arrendatario al margen de la sociedad leasing.
Pagar el canon establecido: el precio del leasing está integrado por el costo del
bien, los intereses sobre el capital, gastos generales y utilidad estimada. Ese
precio establecido se paga anquen el bien no pueda ser utilizado por haberse
destruido por fuerza mayor. Para garantizar el pago la sociedad leasing exige
garantías y se le agrega seguros para cubrir el daño que pueda sufrir el bien
otorgado en uso. El incumplimiento del pago da lugar a la recesión del
contrato, reclamo por daños y perjuicios e incluso la aplicación de medidas
penales.
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Restitución eventual del bien al terminar el plazo: debe restituir a la sociedad


leasing el bien utilizado en buen estado de conservación y funcionamiento sin
otros deterioros que los ocasionados por su uso normal y el transcurso del
tiempo. Debe entregar el bien en buen estado para que siga funcionando.
4.5.9) Algunas precisiones
El contrato esta desprovisto de toda clase de publicidad. Se obliga en casi todos los
contratos leasing la colocación de una placa fija en el lugar visible diciendo que el
bien no pertenece al usuario. Vencido el contrato, si el usuario no devuelve el bien
deberá pagar a la sociedad una indemnización equivalente al valor residual. En caso
de quiebra de la sociedad leasing no se afecta la permanencia y ejecución del
contrato.
4.5.10) Fin del contrato
El leasing no es un arrendamiento sino un contrato actualizado, innominado. Existe
diferencia en el fin normal y anormal de la opción:
Fin normal: opción de compra por el valor residual, concertación de un nuevo
leasing o devolución del bien.
Fin anormal: en caso de incumplimiento del usuario solo por la rescisión del
contrato.
4.6) Factoring. Underwriting. Securitización. Fideicomiso Financiero.
4.6.1) Factoring - Underwritting
Contrato de financiación
El banco se llama factor y los clientes del banco se llaman factoreados. En el caso del
factoring el comerciante no está capacitado a conceder crédito a ninguno de sus
compradores porque necesita tener determinada liquidez en un momento
determinado y no puede esperar que las ventas que se dijeron a crédito vayan siendo
percibidas.
Entonces una forma de conseguir esa liquidez es recurriendo al banco y solicitando la
cartera de factores. La venta comercial tiene como documento que la respalda las
facturas, entonces los factoreados le ceden toda la cartera de factura al factor, quien
les adelanta el monto de todas esas operaciones que están documentadas en las
facturas. El factor se hace dueño de esa cartera de facturas y los factoreados no son
más deudores del banco. Si el banco no cobra las facturas, corre un riesgo porque no
le puede exigir al factoreado el reembolso de esa cifra. El factor es el que realiza las
actividades judiciales y extrajudiciales a efectos de que cuando llegan los
vencimientos pueda cobrar a los clientes del factoreado, el factor asume todos los
riesgos.
El contrato de factoring tiene un precio que es la comisión o los gastos del factor. Este
contrato no se puede asimilar con el descuento porque en el descuento el cliente del
banco, beneficiario del título valor queda ligado al banco. Una vez que se contrata con
el factoring, después que se ceda la masa de facturas, el factoreado no es acreedor
del factor. El factor no paga el 100% de las facturas, sino que tiene una comisión que
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es su ganancia. El factor tiene la posibilidad de adelantar ese dinero en virtud de lo


que tiene por los contratos de depósitos, esa es la esencia de la operativa bancaria.
En un contrato oneroso desde el momento en que se paga un precio. Es un contrato
innominado porque no ha legislación aplicable. Es un contrato consensual en el
sentido de que queda realizado desde el momento en que lo convierten en partes. Es
también conmutativo porque desde el inicio las partes tienen una visión precisa de
cuál es el beneficio y cuál es la carga de uno y de otro. Característico de los contratos
bancarios es que no tienen regulación dentro del derecho. Otra característica entra en
la parte de contratos de adhesión desde el momento que el que impone las clausulas
es la entidad bancaria.
b) Factoring
Contrato por el cual el factoreado se obliga a ceder los créditos actuales o futuros que
éste tenga sobre su clientela y el factor se obliga a adquirirlos, anticipándose a aquel
un parte del cobro como precio por la cesión. Eventualmente, el factoraje puede
incluir servicios de gestión de cobro, asistencia técnica y administrativa. El factor
puede asumir el riesgo de cobro pero puede, también, no hacerlo.
Las partes de este contrato son la sociedad de “factoring” o factor y el cliente
(factoreado). El cliente puede ser una persona física o jurídica que ejerce una
actividad comercial y es el titular de los créditos, objeto de este contrato. Los
deudores de los créditos acordados por el cliente, no son parte del contrato.
Es un contrato: consensual, bilateral, oneroso, conmutativo, innominado y de tarto
sucesivo.
Obligaciones del factor
Adquirir del factoreado los créditos actuales o futuros que éste tenga sobre su
clientela, derivada del giro normal de sus negocios.
Otorgar anticipos sobre los créditos adquiriros, asumiendo o no el riesgo del
cobro.
Eventualmente: servicios de gestión de cobro, asistencia técnica, comercial o
administrativa.
Obligaciones del factoreado
Ceder sus créditos al factor. Es un contrato de financiación, la empresa necesita
determinada liquidez y no puede esperar que las ventas a crédito se vayan cobrando
entonces le pasa sus deudores al banco y este le paga el monto de los créditos
menos la remuneración del banco. La diferencia entre el contrato de factoring y el
descuento es que el descuento el banco y el cliente quedan ligados, el cliente es
responsable por el no pago del crédito; en el factoring el responsable del crédito pasa
a ser el banco.
c) Underwritting
El underwriting es un contrato celebrado entre una entidad de intermediación
financiera (underwriter) y una sociedad anónima, por el cual la primera se obliga a
refinanciar la emisión de acciones u obligaciones negociables, a cambio de una
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determinada remuneración. Se ha caracterizado al contrato de underwriting como un


negocio consensual, innominado, bilateral y oneroso. Su naturaleza jurídica depende
de la modalidad de underwriting, según sea en firme o no.
Underwriting en firme
En el underwriting en firme, la entidad de intermediación financiera adquiere las
acciones u obligaciones que se emiten. Por lo tanto, asume el riesgo de la colocación.
La entidad de intermediación financiera que realiza operaciones de underwriting
adquiere la totalidad o parte de la emisión de acciones u obligaciones, con el fin de
enajenarlas en el mercado a medida que la capacidad de absorción del mercado de
dichos valores lo permita. En definitiva, compra acciones u obligaciones negociables
para revenderlas.
El underwriter no es una entidad cuyo objeto sea la inversión de su capital en
acciones u obligaciones de otras sociedades. Su propósito es desprenderse - en el
menor tiempo y en las mejores condiciones posibles - de los valores adquiridos. El
underwriter actúa como “prefinanciador”, adelantando al emisor, aportes de capital o
el importe de las obligaciones, para luego trasmitir la titularidad de las acciones u
obligaciones que coloca en el mercado.
Underwriting no en firme
Si el underwriting no es en firme, el underwriter no adquiere las acciones y
obligaciones emitidas. Sólo adelanta el precio de éstas a la sociedad anónima, siendo
esta última la que corre con el riesgo de la colocación. Ese "adelanto" o
"prefinanciamiento", en última instancia, constituye un préstamo.
4.6.2) Securitización
Como introducción al tema, podríamos decir que "securitizar" es convertir "algo" en un
"valor". Ese "algo" que puede interesar convertir en un "valor", son créditos no
endosables. Este tipo de crédito se trasmite por medio de un contrato de cesión de
créditos.
El contrato de cesión supone la notificación al deudor cedido. Si ésta no se realiza, la
cesión es inoponible al cedido. Además, aunque la notificación se realice, el cedido
puede oponerse, con lo cual conserva la posibilidad de presentar contra el cesionario
aun las excepciones personales que podría interponer ante el cedente.
De lo que se acaba de exponer surge que los créditos no endosables carecen de la
característica fundamental de los "valores": la transferibilidad. Los créditos no
endosables no son fácilmente transferibles, puesto que requieren la notificación al
cedido, que activa el mecanismo de oposición. Los valores, en cambio, pueden ser
transferidos por su mera entrega (en el caso que sean al portador) o por endoso (en
el caso que sean a al orden).
Por lo tanto, en principio, securitizar es aplicar un procedimiento para que un crédito
no endosable, que ordinariamente se transmitiría mediante el complicado contrato de
la cesión de crédito, se convierta en un valor fácilmente transmisible, a los que se les
llama securities.
Ahora bien ¿por qué alguien querría hacer esto?
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Porque ese alguien cuenta en su activo con una cantidad de créditos no endosables a
cobrar pero carece de liquidez. Una forma de recuperar liquidez puede ser la
transferencia de sus créditos. Siéndole difícil la transferencia de créditos no
endosables, parecería de utilidad recurrir a alguna forma de alquimia jurídica para
convertirlos en créditos fácilmente transferibles, o sea valores, o sea securities.
4.8) Contrato de depósito
El depósito bancario es el contrato por el cual el banco recibe del cliente una suma de
dinero, de la cual puede disponer libremente, obligándose a restituirla el mismo
género y cantidad, en el plazo convenido. Los depósitos pueden ser a plazo fijo o a la
vista. En el primer caso, el banco remunera al cliente con intereses por el plazo de la
colocación. En los depósitos a la vista, en general, no se paga interés.
4.8.1) Clasificaciones
Depósito a la vista y depósito a plazo fijo
El depósito de dinero puede ser a la vista, con previo aviso o a plazo fijo, según sean
las condiciones previstas para la devolución del dinero por el banco. En el depósito a
la vista, la institución bancaria tiene obligación de reintegrar el dinero depositado en el
momento en que el depositante se lo exige. En el depósito con previo aviso se
estipula que el depositante puede retirar el dinero dando un aviso previo al banco,
dentro de un determinado término de días. En el depósito a plazo fijo el depositante
no puede retirar el dinero depositado y el banco no tiene obligación de reintegrarlo
mientras esté pendiente el plazo pactado.
El plazo es un término fijo, esto es, un acontecimiento futuro y cierto. El previo aviso o
preaviso es un acontecimiento incierto que se compone de una declaración de
voluntad, de dar por rescindido el depósito y de un plazo que empieza a correr a
partir del momento en que se hizo la denuncia (se dio el preaviso).
Los depósitos a plazo se distinguen tradicionalmente en depósitos a largo plazo y a
corto plazo. Los depósitos a plazo son llamados de ahorro, porque precisamente
responden a un propósito de ahorro. Son dineros que se acumulan, como una forma
de capitalización privada sujeta a los planes y posibilidades del ahorrista.
Depósito individual y depósito colectivo
El depositante puede ser una sola persona. Se dice que la cuenta es conjunta cuando
tiene más de dos titulares. Puede abrirse una cuenta a nombre de una persona y a la
orden de otra.
Jurídicamente, las cuentas colectivas crean un régimen de solidaridad activa, es
decir, con solidaridad entre los acreedores, por lo cual cualquiera podría retirar el
todo. Puede abrirse a nombre de dos o más personas y a la orden indistinta de
cualquiera de ellas o a la orden conjunta de dos o más o a la orden conjunta de todas.
Generalmente se estipula la forma de operar la cuenta conjunta.
4.8.2) Naturaleza del depósito
Respecto de la naturaleza del contrato de depósito se han sostenido dos posiciones,
que se trata de un depósito irregular y que se trata de un préstamo.
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Depósito irregular
Buena parte de la doctrina los llama depósitos irregulares, afirmando que es de todos
modos un depósito mercantil en que la obligación de custodia, cuando se trata de
estas cosas fungibles, consumibles, queda cumplida por la conservación de otro tanto
de la misma especie y calidad de la cosa depositada. Otros autores sostienen que el
depositario se obliga al empleo prudente de la cosa depositada, de manera que
pueda garantizarse su restitución, tan pronto como el depositante lo solicite.
En el título del Código de comercio que regula el contrato de depósito, el art. 740
dispone: “Los depósitos hechos en bancos públicos, quedan sujetos a las
disposiciones de las leyes, estatutos o reglamentos de su institución; y en cuanto en
ellos no se halle especialmente determinado, serán aplicables las disposiciones de
este título.”
Debemos señalar que, no obstante ese texto legal, el depósito bancario tiene
caracteres especiales que lo distinguen del depósito mercantil común.
Préstamo
Según otra posición, se trata de un depósito de cosas fungibles, consumibles, cuya
propiedad se transfiere al depositario, que puede disponer de ella, con la obligación
de restituir otro tanto de la misma especie y calidad.
Sobre la propiedad del objeto depositado
En el Código de Comercio, el artículo 724 prevé el depósito de una cantidad de
dinero pero se establece que el depositario no puede usar de ella. Agrega la norma
que si lo hiciere, son de su cargo todos los perjuicios que ocurran en la cantidad
depositada, y debe abonar al depositante los intereses corrientes.
En el depósito bancario, el régimen general es precisamente el inverso. El banco
recibe depósitos para volcarlos en operaciones de préstamo. La propiedad del dinero
depositado se transfiere al depositario.
Sobre la fungibilidad del objeto depositado
El depósito bancario es un depósito de cosas fungibles, consumibles, cuya propiedad
se transfiere al depositario que puede disponer de ella, con la obligación de restituir
otro tanto de la misma especie y calidad. Se opera una trasmisión de dominio de la
cosa depositada, a favor del depositario, en contraste con el depósito ordinario, en
que esta propiedad se mantiene siempre en el depositante.
La obligación de restitución se cumple, no devolviendo la misma cosa depositada sino
entregando al depositante otro tanto de la misma especie y calidad. La conservación
de la cosa no consiste en el mantenimiento de la sustancia de la misma sino el de un
tanto equivalente.
Sobre la onerosidad del depósito bancario
El depósito es normalmente retribuido, es decir que el depositario tiene derecho a
obtener una remuneración por el servicio que hace al depositante. En los depósitos
bancarios existe una retribución pero no a favor del depositario sino a favor del
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depositante que, de este modo, asume una posición jurídica similar a la del
prestamista.
Por esos caracteres, entendemos que no se trata de un depósito sino de un
préstamo. De acuerdo al artículo 2.254 del Código Civil, si el depositario tiene
permiso de usar la cosa depositada, el contrato cambia de naturaleza y ya no es
depósito sino préstamoo.
4.8.3) Documentación y mecanismos
Documentación del depósito a la vista
El depósito queda constituido, por la entrega de la partida inicial. La operación se
realiza mediante la entrega del dinero en el banco y se documenta con la firma de
una tarjeta de apertura y por la entrega por parte del banco al cliente de un
comprobante de ese depósito.
Identificación del depositante
En el momento de practicarse el depósito inicial, el banco está obligado a identificar al
depositante. La firma estampada en la tarjeta, sirve de cotejo con las firmas que se
requerirán cuando el depositante realice retiros.
Condiciones de funcionamiento
El banco abre una cuenta al depositante. En el haber de la cuenta se anotarán los
depósitos en dinero realizados por el depositante y también los intereses que el
banco le acredite. En el debe de la cuenta se anotarán los retiros.
Sólo caben dos movimientos en el depósito en cuenta de ahorro: crédito y débito. Los
créditos se harán normalmente en dinero. También, se acreditan los intereses. El
abono de dinero no presenta dificultades.
Toda vez que se realiza un depósito el depositante firma una nota de depósito que le
proporciona el banco. Esta nota queda en poder del banco, que entrega un duplicado,
generalmente con el sello del cajero que lo recibe. Cuando el cliente retira dinero se
firman otros comprobantes que también le proporciona el banco.
Documentación del depósito a plazo
El depósito de ahorro a plazo se reduce a una operación de constitución del depósito.
El depositante no tiene el derecho de hacer sucesivos depósitos o retiros. El
depositante tiene derecho a la restitución del dinero depositado cuando ha vencido
el plazo convenido.
El depósito de ahorro a plazo puede ser documentado de diversas maneras:
mediante la emisión de un comprobante de depósito que es nominativo y no
negociable. Por circulares del Banco Central del Uruguay se admite que el banco
emita certificados transferibles. El artículo 123.2 de la Recopilación establece: “Las
empresas de intermediación financiera autorizadas a recibir depósitos podrán
documentar la recepción de los constituidos a plazo fijo mediante la emisión de
certificados transferibles, nominativos, al portador o escriturales. Los certificados de
depósitos al portador se consideran emitidos a favor de residentes. Los bancos de
inversión, las casas financieras y las instituciones financieras externas sólo podrán
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emitir certificados de depósitos a plazo nominativos o escriturales a favor de no


residentes, siempre que en dichos certificados se establezca expresamente que sólo
pueden ser transferidos a no residentes”.
El artículo 123.4 establece enunciaciones del certificado y la obligación del emisor de
llevar Registro de los emitidos.
Otras eventualidades en el funcionamiento de la cuenta de depósito
En el caso de muerte del depositante en cuenta de ahorro, el saldo de la cuenta
respectiva, podrán entregarse a los herederos mediante la comprobación de sus
derechos hereditarios. El derecho de crédito del depositante puede cederse como
cualquier otro crédito mercantil, mediante las correspondientes notificaciones.
También, podría prendarse el derecho de crédito.
4.8.4) Obligaciones del depositario
Restituir la suma que le fue depositada en la moneda recibida y en plazo convenido.
Pagar los intereses pactados.
Todas las cuentas tienen un mínimo y en la cuenta corriente si no se tiene un
promedio al mes hay un cargo adicional.
4.8.5) Diferencias entre depósito bancario y mercantil
Al banco se lleva determinada suma de dinero y al término de un plazo o cuando
desee retirar, el banco no tiene la obligación de entregar el mismo dinero que se llevó
inicialmente. Sin embargo, si se hace un contrato de depósito mercantil con un
escribano y se le da cierta cantidad de determinados bienes al culminar el plazo se
tiene que devolver exactamente la misma cantidad de lo que entrego. Se cuestiona si
el depósito bancario es un contrato de depósito al no contemplar la obligación de
devolver la legítima cosa, algunos dicen es un depósito irregular, otro que es un
préstamo que se le hace al banco.
4.9) Servicios de caja de seguridad
Por el contrato de arrendamiento de cajas de seguridad se pone, a disposición del
cliente, el uso individual de un determinado compartimiento o caja fuerte que se halla
en un espacio blindado que el banco construye al efecto. El uso de la caja se concede
a cambio de un precio.
El contrato suele documentarse en el llamado contrato de coffre fort, que especifica
los respectivos derechos y obligaciones de ambas partes. El banco se obliga a
custodiar las cajas, velando por la integridad física de las mismas y debe responder
de la idoneidad de los locales en que estén instalados para el fin que se le destina. El
cliente puede acceder a la caja en los horarios que se le fijan.
La apertura de las cajas se hace previa firma del usuario en una ficha especial en
presencia de un funcionario del banco y con el concurso de dos llaves distintas, una
en posesión del usuario y otra del banco. Abierta la caja, el funcionario se retira y el
cliente guardará allí bienes o los retirará sin que el banco tome conocimiento de ello.
La naturaleza jurídica del contrato por el que se adquiere el uso de la caja es muy
discutida. En general, predomina la tesis del arrendamiento de cosas. A nuestro
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juicio, lo más acertado será ver en esa figura jurídica un contrato mixto de
arrendamiento de cosa, puesto que se cede el uso de la caja y de arrendamiento de
servicios pues el banco se obliga a vigilar y custodiar el lugar en que se halla
instalada la caja.
No es un depósito porque falta el acto de la entrega al banco de los objetos a colocar
en la caja. El cliente deposita bienes en la caja pero el banco los desconoce.
Es un contrato de ejecución continuada. Se trata de una convención de la cual
emanan una serie de prestaciones reiteradas que se cumplen durante todo el término
por el cual se ha concertado el contrato.
Se trata de un contrato de adhesión: la entidad prestadora del servicio presenta e
impone un contrato con cláusulas predispuestas, que no han surgido de previas
tratativas y que el cliente debe aceptar, sin posibilidad de modificar su contenido y
alcances.
4.9.1) Obligaciones y derechos de las partes
Obligaciones de la arrendadora del servicio
Las obligaciones de la entidad prestadora del servicio son las siguientes:
1. entregar la caja de seguridad en perfecto estado de funcionamiento y con las
llaves necesarias para la apertura y cierre;
2. permitir el ingreso al recinto y el acceso a la caja, en los días y las horas,
previamente determinadas;
3. asegurar la idoneidad del recinto y la integridad de la caja y su contenido.
Derechos del usuario
Correlativamente, los derechos del usuario son:
1. exigir que le mantengan el compartimiento;
2. mantener en su poder la llave que le asegura la exclusividad de utilización de
la caja.
Obligaciones del usuario
Las obligaciones del usuario son:
1. pagar el precio pactado;
2. utilizar personalmente la caja sin perjuicio de su facultad de nombrar un
apoderado;
3. no sublocar la caja ni ceder los derechos del contrato;
4. guardar las llaves que le entregue el banco y denunciar diligentemente su
extravío o sustracción, debiendo cargar con los gastos que demanda la
apertura de la caja;
5. no introducir en la caja objetos nocivos, peligrosos o inflamables;
6. permitir la revisión por parte del banco del contenido de la caja, cuando éste
presumiese la existencia de elementos peligrosos.
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4.9.2) Responsabilidades
En la ejecución del contrato pueden generarse responsabilidades. El usuario podrá
exigir las indemnizaciones pertinentes por pérdidas y demás daños soportados en
ocasión o con motivo del contrato. Damos un ejemplo: si se produce un robo, en que
los delincuentes ingresan al recinto bancario y abren los cofres vaciándolos.
La resarcibilidad del daño cuya reparación se persigue requiere que el mismo sea
cierto y no eventual o hipotético. Al respecto señalamos que, en caso de controversia,
habrá gran dificultad para probar los valores que se hallaban en el cofre. Debe el
usuario probar la existencia de los bienes depositados y de su respectivo valor. La
carga de la prueba del contenido de la caja le corresponde al usuario pues, caso
contrario, se le exigiría al banco la prueba de un hecho negativo.
La especial privacidad o secreto del cual el usuario se prevalece en el esquema
negocial objeto de análisis y la consecuente ausencia de conocimiento por parte del
banco respecto de la existencia y cualidades de los efectos que se guarden en el
cofre, hacen difícil, por no decir imposible, la prueba del daño.
En los contratos se suelen incluir cláusulas tendientes a eximir de responsabilidad al
banco. Es discutible su validez porque los clientes buscan la garantía de máxima
seguridad contra el riesgo de robo, extravío o pérdida de las cosas que guardan en el
cofre. El deber de custodia del banco es de la esencia del negocio, es causa de su
celebración y, por ende, las cláusulas exonerativas de responsabilidad no tendrían
valor alguno, pues implican una renuncia anticipada de derechos por parte del
cliente.
La solución adecuada sería incluir en el contrato una cláusula limitativa de
responsabilidad que establezca el importe de la indemnización para la hipótesis de
pérdidas de los bienes guardados en el cofre. Otra solución es la contratación de
seguros por el arrendatario o por el arrendador para cubrir los riesgos de todas las
cajas.
4.10) La tarjeta de crédito. Otros
Para el funcionamiento de tarjetas de crédito existen varias figuras personales: la
entidad financiera emisora de las tarjetas; comerciantes adheridos al sistema; y
usuarios o tarjeta-habientes. Puede agregarse la figura de una sociedad que agrupa a
los emisores de tarjetas.
La emisión de tarjetas de crédito implica la celebración de múltiples contratos dentro
de un sistema ideado y organizado por la entidad emisora o por la sociedad que
agrupa a las entidades emisoras. Por una parte se celebran sendos contratos de
emisión de tarjetas, entre la entidad financiera emisora y cada uno de los adquirentes
de tarjetas, a quienes se llama usuarios o tarjeta-habientes. Por otra parte se
celebran sendos contratos entre cada entidad financiera emisora y cada uno de los
titulares de comercios que se adhieren al sistema. Por esos contratos, los
comerciantes se obligan a vender bienes o prestar servicios a quienes exhiban
tarjetas de créditos, previa su adecuada identificación.
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A este complejo entramado de relaciones jurídicas, se añade la posibilidad de la


emisión de una determinada tarjeta por varios emisores a la vez. En este caso, éstos
celebran un contrato de sociedad creando una entidad cuyo objeto es organizar el
funcionamiento del sistema de adquisición de bienes y servicios por medio de tarjetas
y, en algunos casos, media entre los emisores y los comerciantes adheridos.
En el mecanismo de la tarjeta de crédito, cuando el usuario realiza una compra o
contrata un servicio con la tarjeta de crédito, firma un documento emitido por el
comerciante adherido (comprobante, cupón o voucher). El comerciante entrega – en
fechas convenidas – los cupones a la emisora que, en función del contrato que ha
celebrado con el comerciante, se hace cargo de su importe, menos una comisión.
Cuando existe una sociedad de entidades emisoras, los cupones se remiten a esa
sociedad, que computariza todas las adquisiciones realizadas y las comunica a la
entidad emisora.
A partir de la entrega de dinero al o a los comerciantes proveedores, el tarjeta-
habiente se convierte en deudor del Emisor y debe pagar lo que adeuda en las
condiciones pactadas en el contrato de emisión.
Los contratos que hemos mencionado son contratos normativos o contratos marco,
que regulan las relaciones futuras que podrán o no celebrarse. Luego, se han de
celebrar contratos entre los comerciantes afiliados y los tarjeta-habientes, dentro del
mecanismo predispuesto. Esos contratos son independientes de los demás, aunque
se celebren dentro de su marco normativo.
La operativa tiene interés para el comerciante que se asegura un mercado de clientes
y el pago. En el contrato se pacta una comisión que el adherente debe pagar a la
entidad emisora.
El tarjeta-habiente se beneficia con el crédito que se le acuerda para la adquisición de
bienes o servicios en los establecimientos adheridos. Le sirve además, como un
instrumento de pago desplazando la necesidad de utilizar dinero efectivo.
La emisora se beneficia con el precio obtenido de la colocación de tarjetas y con la
comisión que le deben pagar los comerciantes adheridos. En general, la emisora no
cobra intereses compensatorios al tarjeta-habiente por la utilización del crédito
concedido. Cobrará intereses moratorios si no cancela la totalidad del crédito en la
fecha fijada.
El número e identidad de los tarjeta-habientes puede variar en el tiempo y, de la
misma manera, puede cambiar el número de los comerciantes adheridos. No
obstante tales cambios, el sistema se mantiene.
Tal como ya señalamos, la emisión de una tarjeta de crédito y su utilización se
produce en ejecución de varios contratos celebrados entre diversas parejas de
actores. Existe una vinculación entre los contratos referidos porque la existencia de
unos depende y se explica en función de la existencia de otros. Si una entidad emite
tarjetas de crédito, es porque existe una vinculación con comerciantes que aceptan
vender o prestar servicios a los tarjeta-habientes (también llamados “clientes” o
“usuarios”). Además, existe un entrecruzamiento de las obligaciones, de modo que
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sólo se puede llegar a una cabal comprensión de este fenómeno jurídico si se


reconoce que los contratos y actos jurídicos que lo componen, lejos de ser
autónomos, están profundamente coligados entre sí.
El conjunto de relaciones a que nos hemos referido, a los efectos de su análisis,
pueden ser divididas en tres grupos. Por un lado, el conjunto de relaciones jurídicas
que tienen lugar entre la entidad emisora de la tarjeta y cada tarjeta-habiente. Por otro
lado, el contrato celebrado entre la entidad emisora y cada comerciante adherido, así
como las operaciones que se efectúan en función de ese contrato. Por último, el
relacionamiento jurídico entre el comerciante adherido y el cliente tarjeta-habiente.
4.10.1) Relacionamiento jurídico entre la entidad emisora y el tarjeta-habiente
La entidad emisora de la tarjeta de crédito establece con su cliente una relación
jurídica compleja cuyas condiciones se estipulan en un documento denominado,
generalmente, como “contrato de tarjeta de crédito”. En virtud de la suscripción de
este documento, la emisora entrega a su cliente – también llamado “usuario” o
“tarjeta-habiente” - una “tarjeta de crédito”. Esta tarjeta es entregada a los efectos de
que el cliente le baste su presentación ante determinados comercios, para evitar el
pago en efectivo; en lugar de dicho pago, el cliente suscribirá lo que en la práctica se
denomina como “cupón” o “voucher”. La tarjeta de crédito, asimismo, puede habilitar
al cliente a retirar dinero en efectivo de dependencias bancarias o cajeros
automáticos.
Si una entidad emite tarjetas de crédito, es porque ha trabado una vinculación con
comerciantes que aceptan vender o prestar servicios a crédito, a aquellas personas
que se identifiquen como clientes de la entidad emisora, mediante la presentación de
la tarjeta de crédito.
El contrato por el cual el emisor hace entrega de una tarjeta de crédito se llama,
usualmente, “contrato de tarjeta de crédito”.
La entidad financiera emisora celebra sendos contratos de tarjeta de crédito, con
cada uno de los adquirentes de tarjetas, a quienes se llama usuarios o tarjeta-
habientes. El usuario puede ser una persona física pero, también, puede ser una
persona jurídica. En la práctica, se llaman tarjetas empresariales las que se emiten a
solicitud de una persona jurídica a nombre de determinadas personas físicas; la
persona jurídica se obliga al reembolso de los importes que resulten de la utilización
de la tarjeta.
Es un contrato de ejecución sucesiva puesto que está destinado a cumplirse en el
tiempo. Es un contrato normativo o contrato marco, que regula las relaciones futuras
que podrán o no celebrarse. Desde el punto de vista formal es, también, un contrato
de adhesión y contrato tipo, con un capítulo de condiciones generales.
Complejidad
El contrato de tarjeta de crédito es de contenido complejo. La complejidad del
contrato de tarjeta de crédito radica en que en él se acuerdan varios negocios
jurídicos y, a la vez, se reglamentan varios aspectos de distintos contratos de
celebración futura y eventual. El contrato contiene, básicamente, una apertura de
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crédito. A esa figura contractual se añade la obligación del emisor de entregar una
tarjeta al usuario y, según algunos autores, un contrato de cuenta corriente.
El contrato de tarjeta de crédito como acto de comercio
El numeral 2 del artículo 7 del Código de comercio establece, entre los actos de
comercio, las operaciones de banco. En virtud de una interpretación extensiva de este
numeral 2, debe entenderse que las operaciones de las entidades de intermediación
financiera son comerciales. El contrato celebrado para la emisión de una tarjeta de
crédito es, por lo tanto, un contrato comercial tanto cuando se emita por un banco
como por otra entidad financiera. Se rige por la Ley comercial.
El contrato celebrado para la emisión de una tarjeta de crédito es, por lo tanto, un
contrato comercial tanto cuando se emita por un banco como por otra entidad de
intermediación financiera.
El contrato en análisis, puede ser celebrado entre un comerciante (emisor) y una
persona que puede ser civil o comerciante y ello no le quita carácter comercial,
puesto que las operaciones de bancos son comerciales para los dos contratantes.
El contrato de tarjeta de crédito como relación de consumo
El contrato de tarjeta de crédito crea relaciones que son calificables como relaciones
de consumo reguladas por la Ley 17.250. La relación entre la emisora y el tarjeta-
habiente es una relación de consumo, en el sentido que indica el artículo 2 de la Ley
17.250: “Relación de consumo es el vínculo que se establece entre el proveedor que,
a título oneroso, provee un producto o presta un servicio y quien lo adquiere o utiliza
como destinatario final.”
La entidad emisora es un proveedor, en tanto encuadra perfectamente en la definición
que proporciona el artículo 3 de la Ley 17.250: “Proveedor es toda persona física o
jurídica, nacional o extranjera, privada o pública, y en este último caso estatal o no
estatal, que desarrolle de manera profesional actividades de producción, creación,
construcción, transformación, montaje, importación, distribución y comercialización de
productos o servicios en una relación de consumo.”
El tarjeta-habiente es un consumidor, en los términos que señala el artículo 2 de la
Ley 17.250: “Consumidor es toda persona física o jurídica que adquiere o utiliza
productos o servicios como destinatario final en una relación de consumo o en función
de ella.”
4.10.2) Relacionamiento jurídico entre la entidad emisora y los comerciantes
adheridos
La entidad emisora o la sociedad que las agrupa, celebra sendos contratos con cada
uno de los comerciantes que se adhieren al sistema. La entidad emisora crea una red
de contratos, que son independientes entre sí pero conexos. Se trata de contratos
normativos, que se aplicarán a las relaciones futuras que se generen.
La operativa tiene interés para el comerciante, que amplía su mercado de clientes y
se asegura el pago de las ventas a crédito que realice. El comerciante no tiene
necesidad de organizar dentro de su establecimiento un sector para la concesión de
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créditos y, por otra parte, aun cuando esté concediendo un crédito, no asume riesgos
por la certeza que le otorga la presencia de la emisora.
Obligaciones del comerciante
Por estos contratos, el comerciante se obliga a proveer de bienes o servicios a los
tarjeta-habientes, contra la suscripción de un cupón o voucher. Cuando el consumidor
se identifica mediante una tarjeta de crédito, el comerciante inmediatamente procede
a suministrarle el cupón referido, porque así lo determina el contrato que lo vincula
con la emisora.
Además, el contrato le impone la obligación de no discriminar a los tarjeta-habientes
respecto al resto de sus clientes recargando el precio con el valor total o parcial de la
comisión. Si lo hiciera, el tarjeta-habiente no tiene acción contra el comerciante,
puesto que la obligación de éste es para con la emisora.
Se agregan algunas obligaciones de diligencia, como la de consultar los medios
impresos o boletines que bloqueen tarjetas y, antes de aceptar la tarjeta que presenta
el cliente, consultar a la emisora por vía telefónica o realizar la consulta mediante el
pasado de la tarjeta por una terminal electrónica independiente o integrada a la caja
del establecimiento, en cuyo caso la autorización de pago se obtiene automática y
directamente de una central común.
Asimismo, el comerciante se obliga a aceptar la tarjeta sólo para la venta de bienes o
servicios de su establecimiento y, exclusivamente para instrumentar una real
operación comercial y no, por ejemplo, para proveer de efectivo a un cliente.
El proveedor entrega a la emisora los comprobantes de venta, llenando un formulario
que ésta le entrega. En ellos se detallan los importes de los comprobantes. Luego, la
emisora liquida un porcentaje de descuento.
Obligaciones de la emisora
La emisora, por su parte, se obliga a abonarle al comerciante el monto de todos los
vouchers firmados por sus tarjeta-habientes, menos una comisión, siempre y cuando
el comerciante haya cumplido con ciertos deberes de diligencia impuestos
expresamente en el contrato en análisis: debida identificación del tarjeta-habiente,
correcto completado del vale, consulta al emisor para la verificación del crédito,
etcétera.
Generalmente, se conviene que la emisora hará los pagos, mensualmente, en fechas
que se estipulan. En alguna modalidad, el pago se realiza de inmediato y por
sistemas computarizados, que se instalan en el comercio adherido. Se registra la
operación y queda su importe debitado en la cuenta del tarjeta-habiente y
simultáneamente acreditado a la cuenta corriente bancaria del comerciante adherido.
a) Naturaleza jurídica
Sobre la naturaleza de la relación que vincula a la emisora con los comercios
adheridos, pueden sustentarse dos posiciones.
Según una posición, la emisora se obliga a realizar pagos por cuenta de terceros. Es
usual que en el contrato de tarjeta de crédito se establezca que la emisora ha de
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pagar por cuenta y orden del usuario. Esta posición es defendida en nuestra doctrina
por JIMÉNEZ DE ARÉCHAGAy HOLZ.
HOLZ sustenta esta posición en los términos siguientes: “La entidad emisora celebra
con cada comerciante individualmente considerado un contrato por el cual
principalmente, la primera se obliga a abonar al comerciante el importe de las
compras realizadas o los servicios utilizados por el adherente, mientras que el
comerciante se obliga a aceptar que el adherente que exhiba la tarjeta de crédito,
extinga su obligación de pagar la compra realizada o el servicio utilizado mediante la
firma de la factura o el cupón de venta correspondiente.”
En otra posición, puede entenderse que la entidad emisora se obliga, frente al
adherido, a descontar los conformes firmados por los tarjeta-habientes, en
oportunidad de realizar la adquisición de un producto o servicio, en tanto hayan sido
contempladas las condiciones que se estipulan. Podría, entonces, considerárselo
como una promesa de descuento. Esta consideración surge del siguiente análisis:
1. El comerciante adherido se obliga a entregarle a la entidad emisora, los vales
firmados por los tarjeta-habientes cada vez que compran o contratan un
servicio.
2. La entidad emisora se obliga a recibir estos vales, siempre y cuando hayan
sido firmados por tarjeta-habientes, entregando como contraprestación una
cantidad de dinero en efectivo.
3. La entidad emisora no le devuelve al comerciante adherido el total del importe
en el vale sino el saldo remanente, una vez deducida una comisión. El monto
de la comisión depende de un cálculo financiero.
10.4.3) Relacionamiento jurídico entre el comerciante y el cliente
Dentro del marco de las relaciones estudiadas en los párrafos anteriores, se celebran
contratos entre los comerciantes afiliados y sus clientes tarjeta-habientes. La relación
entre el tarjeta-habiente y el comerciante adherido se constituye cuando el segundo
provee bienes o servicios y el primero los adquiere haciendo uso de la tarjeta de
crédito.
a) Operativa
El contrato de tarjeta de crédito prevé la posibilidad de que el usuario celebre con los
comerciantes adheridos al sistema, contratos de compraventa o de arrendamiento de
servicios o de obra. Al contratar con el comercio adherido, el usuario presenta su
tarjeta de crédito, que lo identifica como una de las personas a las cuales el
comerciante está obligado a proveer un bien o servicio en idéntica forma que a
cualquier otro de sus clientes pero contra la firma un documento llamado “cupón” o
“voucher”. El cliente deberá acreditar que su nombre es el que aparece en la tarjeta,
mediante su cédula de identidad. El comerciante podrá requerir una autorización
telefónica o realizada mediante el pasado de la tarjeta por una terminal electrónica,
según ya se refirió.
El comerciante o proveedor de servicios puede conceder al usuario, plazo para el
pago de sus adquisiciones. Se trata de un beneficio adicional que le otorga.
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b) El cupón o voucher
El “comprobante”, “cupón” o “voucher” es un documento privado impreso preparado
por la entidad emisora o según sus instrucciones, de los cuales se expiden, en
general, dos o tres vías. Contiene, por lo menos, el importe de la operación realizada,
la fecha de emisión, el domicilio del tarjeta-habiente y su firma. Eventualmente, llevan
el nombre comercial del establecimiento, la marca que identifica a la tarjeta de
crédito, el número de tarjeta de crédito del cliente, el código de autorización de la
operación, alguna referencia más o menos explícita a la operación comercial a que se
debe la emisión del voucher y una cláusula referente a la mora y a los intereses
punitorios. En la práctica comercial actual de nuestro país, se incluyen la palabra
“conforme” o “vale” y la promesa incondicional de pagar una suma de dinero.
4.10.4) Modalidades
Según su función: de compra o de crédito
Según su forma de pago:
- Por los gastos efectuados y cancelación total
- Por los gastos mínimos dentro del total de crédito autorizado
En función del emisor: bancarias y no bancarias
En relación al ámbito territorial: domésticos, regionales, internacionales.
Según su duración: a plazo o sin plazo
Según el monto del crédito concedido: limitado y sin límites
4.10.5) Obligaciones del usuario
Frente al usuario:
Entrega de la tarjeta
Entrega de la lista de las empresas adheridas
Liquidar los gastos realizados por el usuario
Cuidar al usuario de las prácticas desleales del sistema
Frente a la empresa adherida:
Abonar el monto de las operaciones realizadas descontando la comisión
Informar sobre las tarjetas habilitadas o inhabilitadas
Autorizar o no las operaciones de los usuarios en función del crédito concedido
4.10.6) Obligaciones del emisor
Pagar el canon periódico
Pagar los intereses por lo que se haya financiado
Pagar las liquidaciones periódicas
Comunicar y denunciar el extravío de la tarjeta
Firmar el cupón por cada operación que realice
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4.11) El sistema de Intermediación Financiera


4.11.1) Concepto
El Decreto Ley de Intermediación Financiera n° 15.322 de 1982 se denomina "Ley de
Intermediación Financiera", porque se refiere precisamente a lo que se califica como
intermediación financiera en el artículo 1, inciso 2. La norma proporciona la siguiente
definición de intermediación financiera:
“A los efectos de esta ley se considera intermediación financiera la realización
habitual y profesional de operaciones de intermediación o mediación entre la oferta y
la demanda de títulos valores, dinero o metales preciosos.” Según surge de la
exposición de motivos, la definición no abarca la totalidad de la actividad financiera, o
sea todo el comercio o manejo de instrumentos financieros. La “intermediación
financiera” es una especie del género “actividad financiera”. A los efectos, entonces,
de delimitar el concepto de “intermediación financiera”, procederemos a desglosar
cada uno de los elementos de la definición legal.
a) Oferta y demanda de títulos valores, dinero o metales preciosos
Según explica CAJARVILLE, la naturaleza “financiera” de la intermediación resulta del
objeto sobre el que recae: la oferta y demanda de títulos valores, dinero o metales
preciosos.
“Oferta” y “demanda” refieren al comportamiento de determinados sujetos en el
mercado financiero: los ofertantes, que transferirán a otros sus recursos financieros, y
los demandantes, que adquirirán la disponibilidad de esos recursos.
El art. 1 del Decreto Ley 14.701 define a los títulos valores: “Los títulos valores son
los documentos necesarios para ejercer el derecho literal y autónomo que en ellos se
consigna”.
Obsérvese que el derecho a que refiere la definición de título valor, no
necesariamente tiene por objeto un recurso financiero. La doctrina unánimemente
considera comprendidos en la definición a los títulos valores representativos de
mercaderías (como las cartas de porte) y a los títulos valores de participación (como
las acciones).
“Dinero” es tanto la moneda nacional como la moneda extranjera, tanto metálica
como en papel.
Los “metales preciosos” son el oro, la plata, el platino. La intermediación alcanzada
por el Decreto Ley 15.322 es la referente a la oferta y demanda de esos metales para
uso financiero, no en cuanto a su utilización industrial.
b) Intermediación o mediación
La actividad puede ser de intermediación propiamente dicha o de mediación. En la
intermediación, un sujeto adquiere para volver a trasmitir. En la mediación, un sujeto
acerca a los interesados en la adquisición y enajenación de determinados bienes.
No se consideran comprendida en el concepto de intermediación financiera la
actividad de quienes operan con recursos propios. Por lo tanto, quedaría fuera del
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concepto legal de intermediación financiera, tanto la actividad de los prestamistas


particulares como la de las cooperativas de crédito.
c) Profesionalidad y habitualidad
La definición legal tiene elementos de la definición de comerciante del artículo 1 del
Código de Comercio, que establece que se reputa comerciante a quien ejerce actos
de comercio, haciendo de ello su profesión habitual. Aquí se dice que la
intermediación financiera es una actividad de carácter habitual y profesional.
No se considera que exista intermediación financiera cuando una persona realiza un
negocio aislado de mediación o intermediación en operaciones de títulos valores,
dinero o metales preciosos.
Profesión es el empleo, facultad u oficio que cada uno tiene y ejerce públicamente
(REAL ACADEMIA ESPAÑOLA). No basta, entonces, poseer la aptitud o el oficio, se
requiere el cumplimiento efectivo de la actividad de intermediación financiera.
4.11.2) Clasificación de las operaciones bancarias
En un intento por sistematizar los contratos bancarios, la doctrina los ha clasificado en
operaciones activas, operaciones pasivas y operaciones neutras. El criterio de
clasificación atiende a la posición acreedora, deudora o neutra, que el banco asume
respecto del cliente.
a) Operaciones activas
Las operaciones activas son aquellas en las que el banco asume la posición de
acreedor frente al cliente. Son operaciones activas, entre otras, los siguientes
contratos: el préstamo, la apertura de crédito, el descuento, el crédito de uso y el
factoring.
b) Operaciones pasivas
Por el contrario, las operaciones pasivas son aquellas en las que el banco asume la
posición de deudor frente a su cliente. Son operaciones pasivas el contrato de
depósito bancario y el redescuento.
c) Operaciones neutras
Las operaciones neutras son aquellos respectos de las cuales el banco no es deudor
ni acreedor. Son operaciones instrumentales que sirven a las demás. Las
operaciones neutras son la cuenta corriente bancaria, el arrendamiento de cajas de
seguridad o cofre-fort, los giros y transferencias y las garantías bancarias.
4.11.3) Secreto profesional bancario
En el art. 25 del Decreto Ley 15.322 de 1982 se tipifica un delito. Se castiga
penalmente a las empresas financieras que faciliten noticias sobre fondos o valores
que tengan en cuenta corriente, depósito o cualquier otro concepto, cualquier persona
física o jurídica. Es decir, que se les impone a las entidades financieras la obligación
de guardar secreto sobre fondos o valores que tenga un cliente suyo. También, se le
impone guardar secreto sobre informaciones confidenciales que reciban de sus
clientes o sobre sus clientes. Quienes incumplan con ese deber serán sancionados
con tres meses de prisión a tres años de penitenciaría.
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a) Alcance del secreto profesional financiero


Límites a la extensión objetiva del secreto profesional financiero
Anotamos que no se puede dar noticias de los bienes, dineros o valores que un
cliente tenga. Se podría dar noticias sobre el pasivo de un deudor. El banco puede
informar sobre el pasivo de un cliente, no puede informar sobre el activo del cliente.
El art. 1 de la Ley 17.948 de 2006 dispone que el secreto profesional instituido por el
art. 25 del Decreto Ley 15.322, ampara exclusivamente las operaciones bancarias
pasivas que realizan las instituciones de intermediación financiera y toda otra
operación en la que éstas asumen la condición de deudores, depositarios,
mandatarios o custodios de dinero o de especie respecto de sus clientes, sin perjuicio
del amparo de toda la información confidencial recibida del cliente -tanto en relación a
operaciones pasivas como activas- comprendida, también, en la citada norma.

b) Extensión subjetiva del secreto profesional financiero


La Ley 16.320, en el art. 504 establece que la obligación de guardar secreto no
alcanza a las empresas que administren créditos, interviniendo en ventas o servicios
prestados por terceros, si la información la pide la Dirección General Impositiva.
El Decreto 614/992, en el art. 17, agrega: “El deber de secreto profesional,
consagrado en el artículo 25º de la Ley Nº 15.322 de 17 de setiembre de 1982,
alcanza además de las empresas, a todas las personas físicas que en virtud de las
tareas que desempeñen, relacionadas con la organización, funcionamiento y contralor
de las empresas de intermediación financiera, tengan acceso a las operaciones e
informaciones a que se refiere la disposición legal citada, cualquiera sea la naturaleza
jurídica del vínculo que une a tales personas físicas con los titulares de las empresas
de intermediación financiera, incluyendo a los auditores externos abocados a las
mismas.
Declárase que no es violatorio del deber de secreto profesional, consagrado por el
artículo 25º de la Ley Nº 15.322 de 17 de setiembre de 1982, el conocimiento de las
operaciones e informaciones cubiertas por el secreto que las personas físicas,
referidas en el artículo anterior, adquieran necesariamente en el cumplimiento de sus
tareas relacionadas con las empresas de intermediación financiera.”
La misma obligación de guardar secreto la tiene el Banco Central y sus funcionarios.
La Ley 16.696 establece en el art. 22: “(Secreto y reserva). El Banco estará obligado
a guardar secreto, en los términos establecidos en el artículo 25 del Decreto Ley
15.322, de 17 de setiembre de 1982, cuando ejerza actividad financiera. En todos los
demás casos los miembros del Directorio deberán ajustar la divulgación de sus
informaciones y opiniones a las reservas propias de la materia objeto de competencia
del Banco, sin perjuicio de su inherente transparencia pública propia de la
responsabilidad que les compete.”
El art. 23 agrega: “(Obligación de secreto). Los funcionarios del Banco tienen el deber
de guardar el más estricto secreto y la más absoluta reserva sobre cada uno de los
asuntos bancarios que lleguen a su conocimiento en el ejercicio o en ocasión del
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ejercicio de sus funciones, bajo la más severa responsabilidad administrativa, civil y


penal, si fuere del caso (artículo 25 “in fine” del Decreto Ley 15.322, de 17 de
setiembre de 1982, y artículo 163 del Código Penal).”
Casos de relevamiento del secreto bancario
Los casos en que el banco o la entidad de intermediación financiera pueden levantar
el secreto bancario, son excepcionales y por lo tanto de aplicación estricta. El banco o
la entidad de intermediación financiera puede proporcionar la información reservada
en los siguientes casos: 1. cuando lo solicite el propio interesado en forma expresa y
por escrito; 2. cuando lo solicite en forma fundada un Juez Penal sea cual sea la
causa que juzga; 3. cuando lo solicite también en forma fundada un Juez de Familia
siempre y cuando se trate de un proceso en la que esté en juego una obligación
alimentaria; 4. cuando lo solicite en forma fundada un Juez Civil siempre y cuando se
trate de un proceso de rebaja del alquiler; 5. cuando lo solicite la Auditoría Interna de
la Nación; 5. cuando lo soliciten los organismos recaudadores de tributos (DGI).
5) Bursátiles
El mercado bursátil es el lugar en donde confluyen la oferta y demanda de diversos
productos financieros, a los que nuestro Derecho se refiere como “valores”. Es allí a
donde recurren quienes están necesitados de financiamiento para el desarrollo de sus
actividades económicas.
El estudio de las denominadas operaciones de bolsa, determina la necesidad de
analizar previamente el campo donde estas naturalmente se desenvuelven. Este
ámbito es el mercado de capitales, también llamado mercado de valores.
El mercado de capitales es el lugar en donde confluyen la oferta y demanda de
diversos productos financieros. Es allí a donde recurren quienes están necesitados de
financiamiento para el desarrollo de sus actividades económicas. En esencia, es el
punto de encuentro entre los tomadores de fondos y los inversores de capital que se
produce como consecuencia de la crisis de financiamiento tradicional a través de las
instituciones de intermediación financiera. A este proceso de crisis se lo conoce como
“desintermediación financiera”. En efecto, la caída internacional de las tasas de
interés, y la necesidad de optimizar los resultados del ahorro han favorecido el
desarrollo de los mercados de capitales.
La importancia económica del mercado de valores, radica en la movilización de
grandes volúmenes de valores. Por otra parte, posibilita la participación de pequeños
inversores y permite que el otro se vuelque a la actividad productiva del país.
El mercado de capitales está regulado en nuestro Derecho por la Ley 16749 del 30 de
mayo de 1996.
5.1) Las Bolsas de Valores
El origen de las bolsas se encuentra en el siglo XVI, en la propiedad de un
terrateniente llamado Van der Burse en donde se reunían los comerciantes de la
ciudad de Brujas para realizar sus contratos. En el escudo de armas del terrateniente
lucían tres bolsas, de ahí el nombre actual.
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A partir del siglo XIX, se empiezan a vislumbrar los caracteres que hoy tiene la bolsa,
producto del avance de la industria, el transporte y el comercio en general que se
desarrolló en ese momento.
Con el paso del tiempo, los estados nacionales comenzaron a tener interés en estas
bolsas y, de acuerdo a las circunstancias de tiempo y lugar, tuvieron mayor o menor
interés en ellas. Esta mayor o menor injerencia del Estado en las bolsas, produjo la
coexistencia, a partir del siglo XIX, de tres sistemas de constitución: el restrictivo, el
liberal y el mixto.
Actualmente y gracias a la Ley 16749 de Mercado de Valores, nuestro país adopta un
sistema mixto de constitución, lo que la convierte en una bolsa fiscalizada.
5.1.1) Concepto de bolsa
La palabra bolsa tiene diferentes aceptaciones: bolsa como lugar físico, bolsa como
contrato y bolsa como sujeto. El art. 13 de la Ley 16.749, contiene una definición
atendiendo a esta última acepción. En tal sentido se define a las bolsas de valores
como las entidades que tienen por objeto proveer a sus miembros los medios
necesarios para poder realizar eficazmente las transacciones de valores, mediante
mecanismos de subasta pública y para que puedan realizar eficazmente las
transacciones de valores, mediante mecanismos de subasta pública y para que
puedan realizar las demás actividades de intermediación de valores permitidas por la
Ley. El concepto alcanza tanto, a las bolsas que funcionen con un sistema de rueda
física, como a los que funcionan en rueda electrónica.
Perceptivamente deberán adaptar la forma jurídica de asociación civil o de sociedad
anónima con acciones nominativas. El art. 14 regula la autorización y registro para
funcionar, autorización que deberá recabarse del Banco Central del Uruguay,
cumpliendo con los requisitos legales y reglamentarios correspondientes. Quedan
exceptuadas de esta obligación las bolsas de valores existentes con anterioridad a la
Ley, es decir la Bolsa de Valores de Montevideo y la Bolsa Electrónica de Valores. A
estas últimas sólo les corresponde registrarse en el Registro de Mercado de Valores
que lleva el Banco Central del Uruguay.
5.1.2) Actividades que se desarrollan en la bolsa
En las bolsas se realiza la oferta pública, entendiendo por tal, la oferta dirigida al
público en general o a sectores determinados del público, con el objeto de realizar
transacciones con valores. Se ha dicho que las bolsas son una clase especial de
mercado que se diferencia de otros por su organización corporativa (sólo es
frecuentado por determinado tipo de comerciantes) y por la circunstancia de que no
es necesario que los valores objeto de los contratos se hallen presentes en la bolsa al
momento de la contratación.
En cuanto al procedimiento de contratación, corresponde realiza las siguientes
observaciones. Tradicionalmente, los contratos bursátiles se realizaban a “viva voz”.
El corredor o el agente de bolsa voceaban la oferta del título especificando su precio.
Modernamente se viene desarrollando la modalidad operativa por vía informática, en
la cual los compradores y vendedores hacen saber sus posiciones en el mercado por
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medio de un ordenador. Luego todas las ofertas pasan por un tanteo informático
ajustado por las condiciones del mercado que determina el precio del mercado.
5.2) Sujetos intervinientes en el Mercado Bursátil
En el mercado bursátil intervienen las personas siguientes: los emisores, las bolsas y
los corredores de bolsa.
5.2.1) Los emisores
Los emisores son los sujetos que emiten valores que luego se cotizan en la bolsa.
Estos emisores son: las sociedades comerciales tanto nacionales como extranjeras,
las sociedades cooperativas, los entes autónomos y servicios descentralizados, la
Corporación Nacional para el Desarrollo, las personas públicas no estatales y
asociaciones civiles que emitan obligaciones negociables. Todos estos emisores
tienen la obligación de registrarse en el Registro de Valores que, a esos efectos, lleva
el Banco Central del Uruguay. Su principal función es nutrir a la bolsa de los valores
de cotización.
5.2.2) Las Bolsas
La función de la bolsa, analizada desde su aspecto subjetivo, es la de regular el
mercado bursátil mediante sus facultades de administración y dirección, además de
sus potestades disciplinarias y sancionatorias. Además, vigila las cotizaciones y el
cumplimiento de la actividad de los demás sujetos intervinientes.
5.2.3) Los intermediarios de valores y corredores de bolsa
a) Concepto
Se consideran intermediarios de valores aquellas personas físicas o jurídicas que
realizan en forma profesional y habitual operaciones de corretaje, de comisión u otras
tendientes a poner en contacto a oferentes y demandantes de valores de objetos de
oferta pública.
De lo expresado se desprende que los intermediarios de valores están definidos
como una categoría subjetiva de amplio alcance pero que no coincide, al menos
totalmente, con el concepto jurídico de intermediación. En efecto, incluye al corredor
de bolsa, que no es necesariamente un intermediario, puesto que puede actuar como
un mediador. Esta discordancia entre el concepto legal y el concepto jurídico general
de “intermediación” es más explicito cuando se incluye entre tales a “otras tendientes
a poner en contacto a oferentes y demandantes de valores objeto de oferta pública”.
En cambio, la figura del comisionista fue incluida acertadamente, puesto que este si
es un intermediario. En efecto, actúa a nombre propio pero por cuenta de su
comitente, adquiriendo y vendiendo él el bien para luego entregarlo a su comitente.
El art. 17 de la Ley 16.749 define a los corredores de bolsa como aquellos
intermediarios que actúan como miembros de una Bolsa de Valores. Nuevamente, la
Ley equivoca la clasificación a los corredores, en tanto éstos, estrictamente, serían
mediadores, no intermediadores. Sin embargo, justo es reconocer que,
habitualmente, los corredores bursátiles operan como comisionistas.
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Conclusión: la ley hace una clasificación errónea, pero hay que reconocer el esfuerzo
del legislador por contemplar la realidad bursátil. En esta realidad, la figura más
común no es la del corredor, simple mediador sino la del comisionista. Lo que sucede
es que los corredores actúan muchas veces como comisionistas.
b) Estatuto
Cada bolsa se encarga de regular las condiciones de admisión a la bolsa, así como
los principios a observar en el desempeño de su función y las condiciones personales
que deben poder los aspirantes. Todo sin perjuicio de las facultades del Poder
Ejecutivo y del Banco Central del Uruguay.
En los estatutos respectivos de cada bolsa, se encuentra la normativa
correspondiente a los corredores que actúan en ellas. Este es el caso, por ejemplo,
del Estatuto de la Bolsa de Valores de Montevideo.
5.3) Los Valores
El art. 7 de la Ley 16.749 define a los valores como “los bienes o derechos
trsnferibles, incorporados o no a un documento, que cumplen con los requisitos que
establezcan las normas vigentes…”. El segundo inciso de este artículo, incluye
expresamente en el concepto de valor a los siguientes: acciones, obligaciones
negociables, fututos, opciones, cuotas de fondos de inversión, títulos valores y, en
general, todo derecho de crédito o inversión.
5.3.1) Acciones
Las acciones son valores que representan la participación de un accionista en el
capital de la sociedad anónima. Pueden estar representadas en un título negociable o
no. En el primer caso ese valor se representará en un titulo (documento)
esencialmente transferible denominado acción. En el segundo caso, se tratará de un
valor incorpóreo, cuya existencia se probará mediante la inscripción en el registro
correspondiente. Cotizan en la bolsa toda clase de acciones y especialmente lo hacen
las acciones de las sociedades anónimas abiertas, es decir, aquellas que recurren al
ahorro público para integrar su capital fundacional o para aumentarlo.
5.3.2) Debentures u obligaciones negociables
Los debentures, también llamados obligaciones negociables, son valores que una
sociedad anónima puede emitir y que confieren a sus titulares los derechos de crédito
que resulten de su tenor literal y del acto de creación (art. 434). Por su forma de
transmisión son al portador, nominativos (endosables o no) y escriturables,
aplicándose lo referido anteriormente sobre trasmisión de acciones. En este aspecto,
la Ley de Mercado de Valores, ha derogado todo el capítulo de la Ley de Sociedades
Comerciales con la sola excepción del art. 434.
5.3.3) Futuros y opciones
Los futuros representan derechos de promesa de compra de valores, bienes o
moneda, que serán entregados en el futuro, pero cuyo precio es pagado y pactado
con anticipación. Las opciones consisten en el derecho de comprar o vender a un
precio fijo, anticipadamente establecido, un determinado valor, bien o moneda, hasta
determinada fecha y al precio fijado.
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Existen dos modalidades de opciones. La opción de compra, que se llama call y la


opción de venta, que se denomina put.
En el call, quien desea adquirir determinados bienes, se asegura un precio para una
fecha futura. Un industrial puede utilizar la figura del call para fijar el costo máximo de
materias primas que debe comprar en el futuro. El vendedor queda obligado frente al
titular de la opción.
Un productor puede utilizar la figurar del put para establecer con meses de
anticipación el precio mínimo de venta de su cosecha. El comprador queda vinculado
frente al titular de la opción.
Quien adquiere una opción puede ejercerla o no. El obligado es el vendedor o el
comprador que emitió la opción. Por ejemplo: el vencimiento, quien tiene la opción de
compra puede cancelarla y comprar por otro precio.
5.3.4) Cuotas de fondos de inversión
Las cuotas de los fondos de inversión son los valores que representan la participación
de una persona en un fondo de inversión determinado. Los fondos de inversión, en
general, están regulados en la Ley 16.774 sobre Fondos de Inversión. La Ley 16713
prevé los fondos de ahorro previsional (AFAP), estableciendo que constituyen un
patrimonio independiente del patrimonio de las personas afiliadas al fondo. Este
patrimonio, es propiedad de los afiliados (art. 111). Cada afiliado tiene una cuota de
ese patrimonio.
5.3.5) Títulos valores
Los títulos valores han sido regulados en el Decreto Ley 14.701. Su art. 1 contiene
una definición de los títulos valores. “Los títulos valores son los documentos
necesarios para ejercer el derecho literal y autónomo que en ellos se consigna”.
El Decreto Ley 14.701 contiene la normativa aplicable a las letras y a los vales,
conformes y pagarés. Los cheques se encuentran regulados en el Decreto Ley
14.412.
La inclusión de los títulos valores en el concepto que la Ley 16.749 atribuye a la
palabra “valor”, no implica que todo titulo valor cotice en bolsa. La Ley de Mercado de
Valores se aplica, en general, a los valores emitidos en masa o en serie (art. 7, inc.
2).
5.3.6) Todo derecho de crédito o inversión
El inciso 1 del art. 7 de la Ley 16.749, culmina la enumeración de lo que considera
que debe considerarse incluido en el concepto de “valor”, con una referencia a “todo
derecho de crédito o inversión”. La norma advierte, no obstante que los derechos de
crédito o inversión, deben ser considerados como incluidos “en general”.
En ninguna otra disposición de la Ley 16.749 se aclara que son los derechos de
crédito o inversión. Tampoco es claro el alcance de la expresión “en general”. Tal vez
signifique que considera que, en principio, todos los derechos de crédito o inversión
son valores, pero que algunos “en particular” pueden no serlo. Lo cierto es que la
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expresión que ahora analizaremos abre el abanico el concepto de valor, al estilo de


las leyes similares que en la materia existen en el Derecho angloamericano.
El derecho de crédito tiene un valor en la actividad económica en general y en los
negocios mercantiles en especial. Por ello, interesa que el crédito, como valor en sí
mismo, pueda entrar en circulación económica como los demás bienes. En el caso de
los títulos valores, esto se hizo posible documentado el derecho de crédito, es decir
dándole al crédito los atributos de una cosa corporal de forma tal que, transmitido el
documento, se transmite también el derecho de crédito en él incorporado. El art. 7
menciona expresamente a los títulos valores, por lo cual debe entenderse que aquí se
refiere a derechos de crédito que carezcan de los atributos caracterizantes de los
títulos valores.
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Unidad 9

Bienes y Derechos con régimen Jurídico Especial


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1) Buques y aeronaves. Breves referencias a su régimen jurídico


La compraventa de buques siempre es comercial (art. 7, n. 6). No es necesario, para
atribuirle comercialidad, que se verifique la intención de revender o alquilar. Tampoco
interesa la calidad del buque ni a qué se dedica. Será tan comercial la compraventa
de un buque mercante como la de un pesquero o la de un buque destinado al recreo
o a la investigación científica.
La compraventa de aeronaves no se incluye en el art. 7, pero entendemos que es
comercial, por cuanto se regula en el Código aeronáutico, que integra en nuestro
concepto, el derecho comercial.
2) Casa de Comercio
Nuestro legislador ha utilizado indistintamente los términos casa de comercio o
establecimiento comercial, que se han entendido comprensivos de los
establecimientos industriales.
La casa de comercio es un bien objeto de composición heterogénea, compuesto por:
instalaciones, mercaderías, nombres, marcas, patentes de invención, etc. Integra la
empresa junto con la organización humana.
2.1) Conceptos. Elementos. Naturaleza Jurídica
La doctrina la define como un conjunto de bienes materiales e inmateriales
destinados al desarrollo de una actividad comercial organizada para la producción y
comercialización de bienes o prestadores de servicio, siendo calificado bien complejo,
universalidad jurídica o universalidad mueble por diferentes corrientes de opinión.
Los elementos que se organizan para el desarrollo de la actividad comercial
mantienen su propia singularidad jurídica, diversa del establecimiento, y sus
alteraciones o sustituciones no modifican a éste como conjunto. La titularidad sobre el
establecimiento comercial no implica necesariamente la titularidad sobre los
elementos que lo integran. No existe enumeración legal de los mismos, siendo
tradicionalmente enunciados por la doctrina, distinguiendo los elementos materiales
de los inmateriales, los esenciales de los eventuales.
Constituyen elementos materiales del establecimiento comercial, las instalaciones
como muebles, útiles estanterías, maquinarias, herramientas, mercaderías, vehículos
de carga o transporte.
2.2) Caracteres
Unidad funcional: Los bienes que componen el establecimiento, al ser organizados,
adquieren una coherencia tal que pasan a ser parte integrante de un
nuevo bien, propiedad de su creador. Los distintos bienes que
componen el establecimiento están organizados para cumplir una
función productiva o comercial en el ciclo económico y esto es
reconocido por el Derecho.
No se trata de una coherencia física, como la tienen otras obras del hombre (por
ejemplo: una casa, un buque o una aeronave) sino de una coherencia funcional. En
efecto, la casa de comercio sirve como instrumento para la realización de actividades
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comerciales o industriales ya que el comerciante no puede ejercerlas sin organizar un


mínimo de bienes. Entre el establecimiento y la actividad del comerciante existe una
relación de medio a fin.
Ese único bien constituido por el establecimiento comercial sería un bien complejo, en
virtud de su heterogeneidad y de la mutabilidad de algunos de sus componentes.
Heterogeneidad: La heterogeneidad del establecimiento puede ser considerada
tanto desde el punto de vista de la naturaleza intrínseca de cada uno
de los bienes que integran el establecimiento, como del punto de vista
del vínculo jurídico que el comerciante ostenta sobre los bienes que
integran el establecimiento.
En cuanto al primer punto de vista, se constata que en la formación del
establecimiento comercial entran bienes de la más variada índole, corporales o
incorporales, consumibles y fijos. El tipo y clase de bienes depende de la actividad
que con el establecimiento se pretenda realizar. No hay un patrón único que sirva
para todos y cualquier tipo de casa de comercio.
En cuanto al segundo punto de vista, cada bien integrante de la casa de comercio
está sujeto a un estatuto jurídico específico. El propietario de la casa de comercio
puede estar ligado con los bienes que la integran por distintos vínculos jurídicos:
reales o personales. Lo esencial es que el comerciante tenga la posesión o tenencia o
el uso de los bienes, sea cual fuere el título que se los confiera. Como es obvio,
determinados títulos permiten obtener el mejor goce de los bienes. En efecto, el
derecho real de propiedad le permite al máximo aprovechamiento del bien, pero el
dueño de la casa de comercio puede poseer algunos bienes a otro título como un
usufructo o un arriendo o un préstamo.
Los atributos que acabamos de exponer determinan que la casa de comercio se
caracterice por una complejidad, que provoca la complejidad consecuente de los
negocios jurídicos que la toman como objeto, especialmente de su enajenación. Así
es que, concomitante o posteriormente a la celebración del contrato de enajenación,
deben concertarse otros negocios jurídicos que tiene por objeto asegurar al
adquirente la propiedad o el uso y goce de ciertos bienes, con sujeción a sus
estatutos legales particulares.
Por otra parte, los bienes que son propiedad de un comerciante no pueden sin más,
por este solo hecho, ser considerados como elementos del establecimiento. Tampoco
los bienes de propiedad de terceros, deben ser descartados como elementos del
establecimiento por ese solo hecho. Forman parte del establecimiento siempre que,
integrados de un modo efectivo al establecimiento – sea por la vía de un
arrendamiento o un leasing - pueda el comerciante disponer de ellos legítimamente.
Mutalidad: Aun cuando la casa de comercio se conforma con diversos bienes, cada
uno de ellos puede ser retirado o sustituido sin afectar su existencia.
Se crea con ciertos bienes determinados que, a lo largo de su
explotación, son cambiados o reemplazados por distintos motivos,
pero en tanto no se produzca su dispersión total, mantiene su
existencia y su identidad. A este atributo se le denomina "mutabilidad".
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2.3) Enajenación del establecimiento comercial


2.3.1) Promesa de enajenación
La promesa no es esencial. Teóricamente podría faltar pero se torna imprescindible
por los múltiples requisitos que la Ley exige para que se pueda efectuar una
enajenación definitiva. La promesa se hace necesaria, básicamente, por las razones
siguientes:
imposición legal respecto de la obtención de determinados certificados fiscales
en el momento de celebrar la enajenación,
por la necesidad de cumplir trámites previos para la cesión del arriendo del
local,
y por la carga de efectuar un publicaciones con un llamado a acreedores (Ley
2.904 de 1904).
El cumplimiento de tales requisitos insume cierto tiempo y, en tanto éste corre, las
partes necesitan asegurar el mantenimiento de las bases negociadas en sus
tratativas preliminares. En los hechos, aun cuando las partes puedan teóricamente
ponerse de acuerdo directamente sobre las bases de la enajenación, no es posible
proceder a su escrituración inmediata. No hay otra forma de hacerlo sino mediante la
celebración de una promesa en la cual se obligan a la concertación del negocio
definitivo en los términos pactados, en cuanto se hayan cumplido con todas las
exigencias legales.
La promesa de enajenación puede hacerse en documento público o privado.
En general, una promesa es un contrato cuyo objeto es la realización de un contrato
futuro. Su efecto normal es engendrar obligaciones de hacer, que tienen por objeto el
“hacer otro contrato” (pactum de contrahendo), esto es, manifestar una nueva
declaración de voluntad para la celebración de un contrato.
En la promesa de enajenar, las partes se obligan a celebrar un contrato que sea título
hábil para trasmitir el dominio de un bien, ya que, en nuestro Derecho, la trasmisión
de bienes requiere un título hábil y el modo tradición. El título más frecuentemente
utilizado es la compraventa, por lo cual, en general, la promesa de enajenar será una
promesa de compraventa en que las partes se obligan a celebrar un contrato de
compraventa.
Las obligaciones que nacen de un contrato de venta, por ejemplo, son obligaciones
de dar: pagar el precio y entregar la cosa vendida. En cambio, las obligaciones que
nacen de una promesa de compraventa son obligaciones de hacer: celebrar el
contrato definitivo, efectuando una nueva manifestación de voluntad. La promesa
conduce a la celebración de un contrato; luego de celebrado éste, las partes pueden
exigirse el cumplimiento de las prestaciones que son su objeto específico.
Las partes, en la promesa, se obligan a prestar su consentimiento para la celebración
del contrato definitivo. La promesa les acuerda un derecho personal para exigir la
escrituración definitiva. En tanto no se cumpla con la promesa, el promitente
enajenante sigue siendo dueño, aun cuando reciba el precio. De este modo, se le
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confieren las mayores seguridades; conserva la propiedad del bien y sólo cuando se
complete el pago del precio, estará obligado a transmitir el dominio.
El contrato de promesa de enajenación de una casa de comercio es,
fundamentalmente, un contrato preliminar o contrato de promesa en que las partes se
obligan a celebrar un nuevo contrato: el contrato de enajenación definitiva. Contiene
obligaciones de hacer para los dos contratantes.
Sin embargo, en nuestro Derecho esa promesa de enajenación puede contener,
además, obligaciones de dar: el promitente enajenante se puede obligar a entregar la
posesión del establecimiento; el promitente adquirente se puede obligar a pagar el
precio o parte del precio o la prestación a su cargo.
Por una práctica recogida por las leyes vigentes, en el acto de celebrar la promesa o
después de ella, el promitente enajenante hace entrega del establecimiento al
promitente adquirente, quien continúa en su nombre y por su propia cuenta la
explotación. Además, a partir de la suscripción de la promesa y antes de la escritura
definitiva de la enajenación, si el promitente enajenante es arrendatario del local,
debe cumplir determinados trámites para la cesión del arriendo en los casos que la
Ley le autoriza para hacerlo.
La entrega del bien no se hace con el fin de trasmitir el dominio. El promitente
adquirente no poseerá el bien con ánimo de dueño; sólo lo hará después del contrato
definitivo y de su consecuente tradición.
El promitente enajenante entrega el bien para que el promitente adquirente lo
administre y lo explote en tanto se realizan los trámites previos requeridos para poder
escriturar. Por lo tanto, el establecimiento comercial que se prometió enajenar, sigue
formando parte del patrimonio del promitente enajenante.
El promitente adquirente continuará la explotación del establecimiento a nombre
propio y por cuenta propia. En consecuencia, si ya no lo era, se convertirá en
comerciante con todas las obligaciones consiguientes y quedará sujeto al estatuto
legal que corresponde a esta profesión. Por disposición de normas tributarias, deberá
inscribirse en las distintas oficinas recaudadoras que, a partir de ese momento, lo
reputan como contribuyente, obligado directo de los impuestos que se generen por la
actividad comercial. Por las necesidades del giro, el promitente adquirente podrá
vender mercaderías del establecimiento, utilizar sus materias primas para la
producción, usar los bienes del equipo, ocasionando su desgaste y podrá efectuar
reparaciones o sustituciones de elementos de ese equipo en cuanto sea necesario
para mantener su funcionamiento. En el desarrollo de la explotación contraerá deudas
y celebrará contratos que lo vincularán personalmente respecto a terceros. Como
consecuencia de la promesa y de la entrega de la posesión del establecimiento, se
produciría algo similar a lo que sucede cuando se constituye un usufructo sobre un
bien: un desmembramiento del dominio por el cual el promitente enajenante conserva
la nuda propiedad confiriendo el uso y goce al promitente adquirente.
Por distintas leyes se ha exigido que el promitente vendedor recabe certificados de la
Dirección General Impositiva y del Banco de Previsión Social, en que conste que el
vendedor nada adeuda o que tiene plazo para el pago. El dueño de una casa de
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comercio no puede solicitar certificados para tenerlos prontos por si aparece un


interesado en comprar, ya que por las disposiciones legales y reglamentarias, al pedir
el certificado ya debe indicar el nombre del adquirente y debe declarar que ha cesado
en su actividad en una fecha determinada para que, a esa fecha, se liquiden los
adeudos fiscales.
Como la clausura del establecimiento no es conveniente, generalmente se hace
entrega del establecimiento al promitente comprador, para que éste continúe la
explotación sin interrupción. De este modo, por la sola exigencia legal de obtener los
certificados aludidos, se hace necesaria la formalización de una promesa, en que se
estipulen las condiciones de la venta futura y, además, la entrega del establecimiento
al promitente comprador.
De acuerdo con lo dispuesto por el artículo 667 de la Ley 16.170, el Registro Nacional
de Comercio debe exigir los certificados emitidos por las Oficinas Recaudadoras de
Tributos para la inscripción de las enajenaciones definitivas de casas de comercio y
para la inscripción de las cesiones de promesas de enajenación.
2.3.2) Contrato de enajenación
a) Formalidades, registro y tradición
La enajenación del establecimiento comercial debe extenderse en escritura pública.
Por el tono imperativo con que este requisito ha sido impuesto, se deduce que se
trata de una solemnidad (art. 1, inc. 3, D.L. 14.433).
El contrato debe inscribirse en el Registro Nacional de Comercio, por aplicación del
artículo 49 inciso 6 de la Ley 16.871. La enajenación es oponible a terceros desde su
inscripción (art. 54 Ley 16.871). La inscripción sirve, además, para ejercer los
contralores fiscales establecidos por distintas leyes. El plazo para la inscripción es de
treinta días a contar de la fecha de su otorgamiento.
Por el artículo 59 de la Ley 11.924 de 1.953, se prohíbe a los escribanos, contadores
y demás personas o funcionarios, intervenir en operaciones relacionadas con
instrumentos que no fueron inscriptos. Tampoco serán admitidos en oficinas del
Estado ni en juicios. En consecuencia, si el contrato de enajenación no se inscribe, el
adquirente es dueño del bien pero no podrá celebrar ningún nuevo negocio jurídico a
su respecto, ni podrá presentarlo en oficinas públicas para ningún tipo de trámite. En
otras palabras, el adquirente no puede invocar su calidad de dueño ni frente a
terceros ni frente al Estado podrá iniciar un juicio invocando o basado en ese
contrato.
La Ley no contiene previsiones especiales para la tradición de la casa de comercio.
Entendemos que, por tratarse de un bien compuesto de bienes materiales e
inmateriales, puede haber una tradición ficta.
Mediando una tradición ficta, el adquirente se hace dueño del establecimiento como
bien compuesto pero a los efectos de asegurar al adquirente la disponibilidad jurídica
o el uso y goce de algunos de sus elementos componentes, será menester cumplir
con los requisitos legales que sus respectivos estatutos jurídicos establecen.
b) Efectos de la enajenación sobre las relaciones laborales
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Las relaciones laborales no integran la casa de comercio y, por lo tanto, no se


trasmiten con ésta. De acuerdo al procedimiento seguido en la práctica, reconocido
por la Ley, el promitente adquirente toma posesión de la casa de comercio y, a partir
de ese momento, debe decidir sobre el destino a dar a las relaciones laborales.
El adquirente de una casa de comercio puede no tener interés en mantener en la
explotación de su establecimiento a los trabajadores vinculados al enajenante. En
este caso, los trabajadores quedan cesantes. Si al adquirente le interesa su
permanencia puede convenir con el enajenante en que éste le ceda las relaciones
laborales, requiriendo el consentimiento de los trabajadores laborales o puede
celebrar nuevos contratos directamente con ellos.
Si se cede el contrato, la relación laboral se mantiene en todo sus términos,
cambiando sólo la persona del patrón. El trabajador conserva todos los derechos
adquiridos, especialmente aquellos que resultan de su antigüedad. Si se celebra un
nuevo contrato, el trabajador tendrá los derechos y obligaciones que se establezcan
en éste y perderá los derechos legales adquiridos en razón de su antigüedad con su
anterior empleador, con las salvedades que analizaremos a continuación.
2.3) Elementos del establecimiento industrial
No existe, en el Derecho positivo uruguayo, ninguna norma que establezca cuáles
son los bienes que integran el establecimiento comercial. En consecuencia, la
determinación de los bienes que componen una casa de comercio se ha dejado
librada a las construcciones doctrinarias y jurisprudenciales, en las cuales se anotan
diferencias y discrepancias.
En general, se considera que, para calificar un bien como integrante de un
establecimiento comercial, es esencial el destino funcional que el comerciante haya
dado a ese bien. Por el contrario, es irrelevante el título jurídico que legitime al
comerciante respecto del bien de que se trate.
El silencio de la Ley, en esta materia, es inconveniente, especialmente cuando la
casa de comercio es objeto de negocios jurídicos, porque da base para controversias
sobre los elementos efectivamente comprendidos. En la práctica, para solucionar
eventuales conflictos, cuando se celebran contratos de enajenación se suele
inventariar los bienes que las partes consideran incluidos. No obstante, sentimos la
necesidad de un texto legal que claramente determine la integración de la casa de
comercio, por encima de las previsiones o imprevisiones de los particulares.
La determinación de los bienes que integran la casa de comercio interesa,
fundamentalmente, cuando ésta se enajena y para precisar, los bienes que quedan
comprendidos en su enajenación. Por ello, al referirnos a cada bien, haremos alusión
a si queda o no comprendido en la compraventa.
2.4.1) Elementos corporales
No existe, en el Derecho positivo uruguayo, ninguna norma que establezca cuáles
son los bienes que integran el establecimiento comercial. En consecuencia, la
determinación de los bienes que componen un establecimiento comercial se ha
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dejado librada a las construcciones doctrinarias y jurisprudenciales, en las cuales se


anotan diferencias y discrepancias.
En general, se considera que, para calificar un bien como integrante de un
establecimiento comercial, es esencial el destino funcional que el comerciante haya
dado a ese bien. Por el contrario, es irrelevante el título jurídico – real u obligacional –
que legitime al comerciante respecto del bien de que se trate. Por otra parte, la
composición y la dimensión del establecimiento depende de la actividad del
comerciante
a) Mercaderías, instalaciones, muebles, útiles y enseres
Dentro de la nómina de bienes corporales se incluyen las materias primas, los objetos
fabricados y las mercaderías. Son bienes fungibles, destinados a ser transformados o
cambiados o consumidos. Están involucrados en el dinamismo de la explotación
haciendal. Precisamente, por este carácter y por el hecho de las variaciones
continuas de su valor, son los bienes que generalmente crean mayores problemas
cuando se trata de delimitar el contenido de la casa de comercio que ha sido objeto
de negocios jurídicos. No obstante, nuestro legislador no ha efectuado previsiones a
su respecto.
Las instalaciones, muebles, útiles y demás enseres, no están destinados al cambio
pero son susceptibles de sustitución paulatina por desgaste o depreciación o cuando
devienen obsoletos. Su mutabilidad, según vimos en párrafo anterior, no afecta la
existencia e identidad de la casa de comercio.
Quedan comprendidos en este grupo los bienes muebles que son inmuebles por
destino, puesto que su propietario puede destruir su inmovilización.
No existen previsiones especiales respecto a estos bienes salvo las contenidas en la
Ley 8.292 sobre hipoteca industrial, que permite gravar en una hipoteca bienes
muebles afectados a una actividad industrial y la Ley 17.228 sobre prenda sin
desplazamiento, que determina que pueden ser objeto de una prenda sin
desplazamiento los bienes afectados a una explotación comercial o industrial como
instalaciones, maquinarias y útiles. Más aún, se admite la prenda sobre
establecimiento comercial, en cuyo caso, salvo pacto en contrario, quedarán
comprendidos los bienes concretos que los integran, con excepción de las
mercaderías, materias primas y productos elaborados para su venta.
b) Vehículos
Resulta difícil determinar si los vehículos integran la casa de comercio. Puede
entenderse que la casa de comercio es el local con los muebles e instalaciones,
materias primas y mercaderías ubicadas y organizadas dentro de sus paredes.
Los vehículos no aparecen como piezas de la estructura de la casa de comercio. Si el
dueño de un almacén tiene una camioneta para reparto de mercaderías, puede
entenderse que ella no integra el almacén. Al vender el almacén, en la venta no está
comprendida la camioneta, pero puede convenirse que también se ha de enajenar.
Para alguna doctrina, debe distinguirse, teniendo en cuenta el objeto de la empresa.
Si se trata de una transportadora de caudales, resultará fundamental la cesión de los
vehículos, que se asimilan a las máquinas en un proceso de producción. Si los
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vehículos son prescindibles, porque son utilizados accesoriamente, habrá que estar a
lo que se pacte, en caso de enajenación del establecimiento.
c) El local
Local es el espacio en una construcción donde se colocan las instalaciones, muebles,
útiles y mercaderías. Todo establecimiento comercial requiere un local donde ubicar y
organizar los bienes que lo integran y donde su dueño desarrolle su actividad
mercantil. El local sirve de asiento a los bienes organizados y contribuye a delimitar
su extensión. Además, puede ser un factor importante para la atracción de la
clientela, a tal punto que, en algunos casos, es considerado como un elemento
esencial del establecimiento.
En su sentido “natural y obvio” (art. 18 Código Civil), de acuerdo a la definición del
Diccionario de la Real Academia, establecimiento es el lugar donde se ejerce
habitualmente una industria o una profesión. El diccionario asimila la palabra local con
el establecimiento.
Tal como ya expresamos, el dueño del establecimiento comercial puede tener los
distintos elementos a diferentes títulos: propiedad, usufructo, préstamo o arriendo.
Esas diversas posibilidades, también, se presentan con respecto al local. El dueño de
la casa de comercio puede ser propietario del inmueble donde se instaló el
establecimiento o puede ser un usufructuario o sólo arrendatario del mismo.
Las leyes uruguayas no se pronuncian sobre este elemento, como tampoco lo hacen
sobre los demás que la doctrina considera integrantes de la casa de comercio.
2.4.2) Bienes controvertibles
El valor llave
Concepto
De las distintas construcciones elaboradas en torno al concepto de llave, nos
inclinamos por la de ASCARELLI para quien la llave es la plusvalía que obtienen los
bienes gracias a la vinculación que los une e integra en el establecimiento comercial.
Cada bien que integra la hacienda tiene un valor, que se forma por su costo y por su
función y conserva ese valor aún cuando se incorpore y se ensamble en una casa de
comercio; pero todos los bienes, al ser organizados, constituyen un bien nuevo que
cumple una función distinta y que por la utilidad que presta tiene un valor económico
superior a la suma de valores de las unidades que lo componen. La llave es ese valor
superior. Por lo tanto, nos afiliamos a la tesis que considera a la llave como una
cualidad y no como un bien jurídico, elemento de la hacienda.
Otros autores sostienen que la llave es la aptitud para producir o la riqueza en
potencia que existe en la hacienda. Quizás sea más exacta la tesis de LA LUMIA, quien
sostiene que el aviamento es la aptitud para producir beneficios y que la valorización
es un efecto de esa aptitud.
Naturalmente que, cuando se enajena la casa de comercio, se produce la trasmisión
de ese bien con su cualidad de organización y de llave. Todo ello, por su importancia,
debe ser tenido en cuenta y generalmente lo es, en la fijación del precio de la casa de
comercio para el caso de venta.
La llave en normas tributarias uruguayas
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En algunas leyes fiscales uruguayas se estableció que la llave era un bien incorporal.
La Ley 12.804 de 1960, al organizar el Impuesto a la Renta permitía deducir el valor
llave para hallar la renta neta: “Las amortizaciones de bienes incorporales tales como
llaves, marcas, patentes y privilegios siempre que importen una inversión real y se
identifique al enajenante” (art. 19). En otra disposición no se autorizaba deducir “las
amortizaciones de llaves, marcas y activos similares, establecidos por simple
valuación” (art. 20). Estas normas fueron posteriormente sustituidas. La Ley vigente
sobre este impuesto, n° 14.252 de 1974, establece, en el art. 341, lit. j, como
deducción posible: “Las amortizaciones de bienes incorporales tales como marcas,
patentes y privilegios, siempre que importen una inversión real y se identifique al
enajenante.” En el art. 342 se agrega que no podrán deducirse las: “C)
Amortizaciones de llaves”.
En el art. 33 del Decreto 996/75, reglamentario del Impuesto a las Rentas de la
Industria y Comercio se establece: “La diferencia entre el precio de venta y el valor
fiscal de los bienes transferidos, si aquel hubiera sido abonado por la empresa
sucesora, constituirá el valor llave.”
De este conjunto de normas resulta que el legislador nacional calificó a la llave como
un bien, en normas que no son de fondo, sino tributarias y en forma meramente
incidental.
b) Las relaciones contractuales, créditos y deudas del dueño del
establecimiento
Las relaciones jurídicas contraídas por el dueño del establecimiento comercial, en su
explotación, no son elementos que lo integren, porque el principio de la unidad del
patrimonio, vigente en nuestro derecho positivo, se opone a la formación de centros
de relaciones jurídicas autónomas.
Créditos y deudas
Como consecuencia de la explotación de una casa de comercio, nacen créditos y
deudas a favor y a cargo de su dueño. Ni unos ni otras forman parte del
establecimiento comercial y por lo tanto no se consideran comprendidas en su
enajenación.
Créditos: Si el enajenante desea trasmitir al adquirente de la casa de comercio
la cartera de créditos nacidos en su explotación deberá formalizar los actos
jurídicos necesarios para la cesión de cada uno de ellos: cesión de créditos si
son documentos nominativos no endosables, endoso, si son títulos a la orden o
la simple entrega en caso de papeles al portador. Tales actos, endoso, cesión
o entrega, son negocios jurídicos totalmente independientes de la enajenación
del establecimiento, que no se consideran implícitamente comprendidos en
ella.
La trasmisión por simple tradición de los documentos al portador, sólo requiere un
acto material de entrega del enajenante, simultáneo con el acto de recepción por el
adquirente. En el caso de documentos a la orden, el endoso es un acto unilateral del
titular del crédito que debe acompañarse con la subsiguiente tradición del título. Para
la cesión de los créditos no endosables se requiere el acuerdo de voluntades del
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enajenante y adquirente y además la correspondiente notificación al deudor, quien


tendrá oportunidad para formular su oposición, con los efectos que la Ley le atribuye.
Deudas: Si el adquirente ha convenido que se hace cargo del pasivo vinculado a la
explotación comercial, será menester efectuar respecto a cada deuda, la
correspondiente novación con el consentimiento del acreedor (arts.
1.256, inc. 3, y 1.531 C.C.). Esos negocios de asunción de deudas
serán independientes de la enajenación del establecimiento.
En el Derecho uruguayo, la Ley 2.904 ha establecido que el adquirente es
responsable de ciertas deudas del enajenante, pero sin liberar a éste. En
consecuencia, no se trata de imponer la trasmisión del pasivo sino de una medida de
tutela a favor de ciertos acreedores que pudieran verse perjudicados por la
disminución de la solvencia patrimonial del enajenante.
Contratos
El dueño de un establecimiento comercial es normalmente parte en distintos contratos
nacidos en y para su explotación. Por señalar los más corrientes, baste recordar los
contratos de suministros con proveedores de materias primas, combustibles y
mercaderías y los contratos celebrados con los clientes para la colocación de los
productos elaborados por el establecimiento o de las mercaderías con las cuales éste
realiza su función de intermediación.
Estos contratos no integran la casa de comercio sino que son una consecuencia de la
actividad desplegada por su dueño. En consecuencia, no se trasmiten con la
enajenación del establecimiento. Si el adquirente desea colocarse en las posiciones
contractuales del enajenante, será necesario que éste, expresamente, le ceda los
contratos celebrados y que - de acuerdo a los principios generales en materia de
cesión de contratos - se recabe el consentimiento del cedido. Otra posibilidad que
tiene el adquirente es la celebración de nuevos contratos con los terceros que
estaban vinculados anteriormente con el enajenante.
Contratos de seguros: Debemos señalar una excepción en esta materia, en materia
de seguros en que, según dispone el artículo 648 del Código de
Comercio, con la enajenación de la cosa asegurada se produce la
trasmisión de derechos y obligaciones del contrato al nuevo dueño, aun
sin mediar cesión o entrega de la póliza. De manera que si el dueño de
la casa de comercio ha asegurado la casa de comercio o los elementos
que la integran, al enajenarla, se transfieren automáticamente los
derechos y obligaciones del contrato al adquirente, sin que sea
necesario ninguna nueva expresión de voluntades y sin que sea
necesario recabar el consentimiento del asegurador. Esta norma no se
aplica al seguro de incendios (art. 683 C.Com.).
Fuera de la hipótesis del seguro, no existe en nuestro Derecho ningún otro contrato
cuyas obligaciones y derechos tácitamente se trasmitan al adquirente de la casa de
comercio.
Contrato de arrendamiento sobre el local: Hay normas especiales sobre cesión en
materia de contratos de arrendamiento de locales, según se analiza en
otra sección de esta página web.
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Contratos laborales: También, se han previsto normas especiales para el caso de


que se produzca la continuidad de las relaciones laborales, aunque sin
consagrar esa continuidad como una consecuencia necesaria de la
enajenación de la casa de comercio, según se verá a continuación. Los
contratos de trabajo celebrados con los empleados y obreros no
integran la hacienda. Son una consecuencia de su funcionamiento. Por
lo tanto, no pueden considerarse comprendidos en su enajenación. El
adquirente no tiene derecho de exigir a los trabajadores contratados por
el enajenante las prestaciones de los servicios convenidos; ni los
trabajadores tienen derecho de exigir al adquirente que respete los
términos de los contratos de trabajo que los ligan al enajenante.
Con respecto a los trabajadores, pueden suceder dos cosas. Primero, que al enajenar
el establecimiento comercial, los trabajadores queden cesantes. En este caso, se
genera a su favor el derecho a reclamar una indemnización por despido del
enajenante.
Segundo, que al enajenar el establecimiento los trabajadores sean mantenidos en sus
posiciones laborales. Esta segunda situación se puede lograr mediante dos
mecanismos distintos.
El enajenante de la casa de comercio, arrendador de los servicios, cede los
contratos laborales respectivos al adquirente, recabando el consentimiento
expreso de los trabajadores involucrados. Con este primer mecanismo, los
trabajadores se verán beneficiados pues conservan todos los derechos
adquiridos por su antigüedad en la relación laboral cedida.
Se celebran nuevos contratos laborales entre al adquirente de la casa de
comercio y los trabajadores. Los contratos preexistentes se rescinden. Se
produce el cese de las relaciones laborales anteriores y se generan los
correspondientes derechos a indemnizaciones por despido, pago de licencias,
aguinaldos, etcétera, a favor de los trabajadores y a cargo del enajenante.
Los contratos con el nuevo dueño de la casa de comercio, se autonomizan de las
relaciones preexistentes. Los trabajadores con este segundo mecanismo, perderían
los derechos que la antigüedad con el anterior patrón le conferían. El legislador ha
acudido a la tutela de los trabajadores estableciendo ciertos derechos a favor de los
trabajadores, que continúan en la misma empresa, no obstante el cambio en su
titularidad, como el de que se tenga en cuenta su antigüedad, para la determinación
de los días de licencia que les corresponden y para el cálculo de la indemnización
por despido, cuando éste se produzca.
También, por distintas leyes laborales, se ha establecido la responsabilidad del
adquirente por las deudas laborales del enajenante, dando un estatuto jurídico
especial a esos créditos.

c) Otros elementos que consideramos no integrantes del establecimiento


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Los libros de comercio


En nuestro Derecho los libros de comercio deben ser conservados por el
comerciante, que los ha certificado y llevado, por espacio de veinte años contados
desde el cese de su giro o comercio (art. 80 C.Com.). Esta obligación es legal y
personal del comerciante en caso de enajenación del establecimiento comercial. Los
libros y documentación de respaldo no se trasmiten.
Por aplicación de las normas dictadas para la tutela de los acreedores, el enajenante
tiene obligación de exhibir los libros al adquirente, a los efectos de que éste conozca
las deudas que lo gravan. Igual obligación se tendrá frente a cualquier acreedor que
quiera probar que su crédito está asentado en ellos.
La autorización administrativa
Para la instalación y funcionamiento de algunos establecimientos se requiere
autorización administrativa: pero ésta no es un elemento de la hacienda. Cuando la
casa de comercio se enajena, el adquirente debe recabar una nueva autorización del
Poder Público, que podrá concedérsela o no, según las circunstancias y condiciones
que las leyes y reglamentaciones establezcan.
Se plantea en doctrina el problema de si puede considerarse como una condición
implícita de la enajenación, la obtención de la autorización y para el caso de que no
se obtenga, si el adquirente podrá pretender la resolución de la promesa o de la
enajenación celebrada. Entendemos que, si bien la autorización está subordinada a la
voluntad de la autoridad pública, que es un tercero respecto al enajenante y
adquirente, la trasmisión de la casa de comercio no puede producir sus efectos sin
que concurra la voluntad de ese tercero. De este modo, la autorización administrativa
es una condición que debe entenderse admitida, aun en el silencio de las partes, en
todo negocio de transferencia de casa de comercio. Si no se obtiene la autorización,
el negocio debe resolverse, sin responsabilidad para ninguna de las partes. La
opinión formulada, desde luego, es controvertible. Por otra parte, será prudente que
las partes hagan previsiones al respecto.
La importancia del problema planteado merece una solución legal. No debe ser
librado a las previsiones de los particulares ni a las disquisiciones doctrinarias.
Entendemos que sería conveniente que, por disposiciones legales, se establecieran
los efectos que produce la no obtención de la autorización administrativa por el
adquirente, cuando se le ha enajenado un establecimiento comercial, cuya
explotación la requiere.
La organización
La organización es el vínculo que liga y coordina entre sí a los elementos dispares y
de distinta naturaleza que integran el establecimiento comercial para que éste cumpla
su función dentro de la economía.
Si bien reconocemos que la casa de comercio no es un mero conglomerado de
elementos y admitimos la existencia de una actividad humana que los combina y
coordina, siendo, precisamente, por su organización que los elementos aunados
pueden cumplir su función instrumental al servicio del comerciante; no participamos
de las corrientes doctrinarias que sustentan que la organización es un bien incorporal
que se suma a los restantes para conformar el establecimiento. No lo es, pues no
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tiene autonomía ni tutela jurídica propia, ni se concibe sin los elementos materiales e
materiales de la casa. En realidad la organización es una cualidad del
establecimiento.
La clientela
El llamado derecho a la clientela no es más que una expectativa del propietario de la
casa de comercio de que seguirá concurriendo a la hacienda un grupo de personas
para continuar sus adquisiciones de bienes o servicios. En nuestro concepto, la
clientela no es un bien - elemento integrante de la hacienda - sino una resultante de la
actividad mercantil. Surge de la interacción de la hacienda sobre el medio. Por ello,
entendemos que no está comprendida en la enajenación de la casa de comercio. El
propietario de la casa de comercio no tiene un derecho sobre la clientela susceptible
de ser trasmitido.
La propiedad industrial
Regulado por la ley 17.011, comprende las patentes de invención, modelos de
utilidad, modelos o diseños industriales, marcas comerciales, nombre comercial,
indicación geográfica.
3.1) Concepto, contenido y caracterización. Normas vigentes
Se denomina Derecho de la Propiedad Intelectual al conjunto de normas que tutelan y
regulan los derechos sobre diversas creaciones del intelecto humano, entre las cuales
se encuentran los siguientes: derechos de autor, derechos de privilegio, derechos de
propiedad industrial y derechos sobre elementos distintivos de actividades, productos
o servicios. Tiene como auditoria nacional de aplicación a la Dirección Nacional de la
Propiedad Industrial, dependiente del Ministerio de Industria Energía y Minería.
Cuenta con un órgano de publicidad oficial, el boletín de la propiedad industrial en el
que se realizan todas las publicaciones correspondientes a sus trámites.
En el boletín de la Propiedad Industrial, se publicarán:
1. La solicitud de registro de la marca y del reglamento de uso, cuando
corresponda, en la forma que se reglamentará.
2. Todas las resoluciones que se adopten en relación a la marca.
3. El extracto del contrato de licencia, sublicencias y sus modificaciones, previstas
en la Ley.
4. Las notificaciones, que debiendo realizarse personalmente, no pudieran
cumplirse por causa imputable al gestionante, salvo lo previsto en el art. 317
de la Constitución de la República.
5. Los emplazamientos.
6. La inscripción en el Registro de Agentes.
7. Los demás actos que se establezcan en el reglamento o cuando así lo
disponga la Dirección Nacional de la Propiedad Industrial.
El agente de la propiedad industrial es la persona que ejerce en forma principal o
secundaria una profesión consistente en realizar gestiones ante la Dirección Nacional
de Propiedad Industrial en representación del interesado.
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3.2) Privilegios industriales


El privilegio es un derecho de explotación exclusiva de una actividad industrial nueva
en el país o una industria cuya explotación fue abandonada por un período mayor de
tres años, otorgado por el Poder Ejecutivo por un plazo que no puede ser mayor de
tres años. El Poder Ejecutivo puede concederlo dentro de límites y condiciones
legales. Esta competencia se la atribuye el artículo 168 de la Constitución establece
la competencia del Presidente de la República, actuando con el Ministro o Ministros
respectivos, o con el Consejo de Ministros y, entre otras, en el inciso 21 establece:
“Conceder privilegios industriales conforme a las leyes”.
3.2.1) Condiciones legales para la constitución de privilegios industriales
1. Novedad de la industria: Debe tratarse de una industria nueva en el país o una
industria cuya explotación fue abandonada por un período mayor de tres años
(art. 1, inc. 1). La misma ley califica lo que es industria nueva: “Se entiende por
industria nueva, a los efectos de esta ley, aquella cuya explotación no pueda
realizarse por los establecimientos industriales ya instalados en el país, sin la
inversión de nuevos e importantes capitales en la modificación de las
respectivas plantas industriales”.
Beneficio a la economía del país: El Poder Ejecutivo sólo puede conceder el privilegio
si, con la implantación de la industria, se beneficia la economía general del
país.
2. Inversión mínima: El Poder Ejecutivo impondrá una inversión mínima.
Enumeración legal de las industrias excluidas
En el artículo 3 se excluye de privilegios a determinadas industrias:
“A) Que se relacionen con la obtención o elaboración de combustibles líquidos o
carburantes.
B) De productos farmacéuticos o medicinales y de productos químicos de uso
exclusivo o casi exclusivo en farmacia.
C) Que no constituyan una verdadera transformación o que puedan explotarse por
procedimientos sencillos o de aplicación general.
D) Que puedan considerarse como una modalidad o complementarios de las
existentes por requerir, además, su explotación, simples implementos mecánicos o
aquéllas que sólo constituyan etapas en el progresivo desenvolvimiento o
perfeccionamiento técnico de las ya instaladas.
E) Cuyos productos puedan reemplazar a otros similares fabricados en el país a base
de materia prima genuinamente nacional”.
3.2.2) Derechos acordados por privilegio industrial y obligaciones del
privilegiado
La concesión del privilegio acuerda a su titular el derecho a la explotación exclusiva
de una industria. El plazo del privilegio será improrrogable y único, de nueve años.
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Este derecho está tutelado incluso por normas de carácter penal (arts. 24 y 27 Ley
10.079).
Existe un límite en el artículo 6: “La concesión de un privilegio al amparo de esta ley,
no podrá impedir a otra industria la elaboración del mismo producto cuando ella
misma lo utilice como materia prima y lo someta a una substancial transformación de
estado.”
Las obligaciones del privilegiado se establecen en el artículo 14 de la Ley. Debe
invertir el capital que se le fijó y debe instalar una industria o adquirir un
establecimiento industrial para su explotación.
3.3) Patentes industriales
La propiedad industrial está constituida por los derechos establecidos para la
protección de las creaciones intelectuales de aplicación industrial.
Nuestro Derecho contiene normas sobre patentes de invención, modelos de utilidad, y
modelos o diseños industriales.
La Ley 17.164 regula distintas figuras:
patentes de invención,
modelos de utilidad
diseños industriales.
En el art. 1 de la Ley 17.164 se dispone que la regulación se hace atendiendo al
interés público y a objetivos de desarrollo nacional en sus diferentes áreas.
En el art. 2 se distingue entre el derecho moral y los derechos patrimoniales del
inventor y diseñador en sus incs. 1 y 2: “El derecho moral de los inventores y
diseñadores a que se los reconozca como autores de sus invenciones y creaciones
es inalienable e imprescriptible y se transmite a sus herederos. Los derechos
patrimoniales emergentes de las invenciones, los modelos de utilidad y los diseños
industriales se protegerán mediante patentes, los que se acreditarán con los títulos
correspondientes.”
El art. 5 establece que pueden ser titulares e esos derechos, las personas físicas o
jurídicas nacionales o extranjeras. El artículo 7 atribuye a los extranjeros los mismos
derechos que a los nacionales, haciendo la salvedad de los convenios internacionales
celebrados y agrega: “El Poder Ejecutivo podrá limitar la aplicación de esta
disposición a los nacionales de aquellos países, o personas asimiladas a ellos, que
concedan una reciprocidad adecuada.”
En los art. 108 y ss. se establecen normas registrales. De su contexto resulta que son
inscribibles las licencias, los embargos y las prendas que se pueden constituir sobre
los derechos de patente.
Interesan las disposiciones contenidas en los artículos 118 y siguientes, en especial,
el artículo 120 que establece: “El personal que intervenga en la tramitación de las
solicitudes de los derechos regulados por la presente ley está obligado a mantener la
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reserva sobre el contenido de los expedientes. La violación de este deber se


considerará falta grave.”
Para todos los bienes comprendidos en esta ley se establece un régimen para
diversos accionamientos de los titulares de las patentes, en los artículos 99 a 105,
incluyendo sanciones penales. Se establece, también, un término de prescripción
corta, en el artículo 104: “La acción civil destinada a la reparación del daño prescribirá
en el plazo de cuatro años, contados desde que el titular tuvo conocimiento de la
infracción.”
3.3.1) Patentes de invención
La patente de invención, es el título que reconoce a una persona como creadora de
un producto o procedimiento novedoso, de aplicación industrial.
Para que un invento sea patentable, es necesario que sea novedoso y que esté
destinado a la aplicación industrial. El artículo 8 de la Ley 17.164 establece qué
inventos son patentables: “Son patentables las invenciones nuevas de productos o
de procedimientos que supongan una actividad inventiva y sean susceptibles de
aplicación industrial.”
El artículo 11 agrega: “Una invención supone actividad inventiva cuando dicha
invención no se deduzca en forma evidente del estado de la técnica para un experto
en la materia.”
Luego, la Ley precisa lo que considera como novedoso y lo que no considera
invención patentable. A su vez, hay materias que no pueden patentarse como por
ejemplo: las teorías científicas y los métodos matemáticos; las plantas y los animales;
los esquemas, planes y métodos comerciales o contables; las obras literarias y
artísticas; los programas de computación aislados y el material biológico y genético
que existe en la naturaleza.
El organismo que concede la patente es la Dirección Nacional de la Propiedad
Industrial (art. 47). Los derechos conferidos por la patente nacen con la resolución
que la concede. Así lo establece el artículo 3 de la Ley, sin perjuicio de los derechos
que emergen de la sola presentación de la solicitud y del derecho de prioridad.
Se debe cumplir con determinados requisitos legales para que su titular goce de los
derechos de exclusividad reconocidos por el Estado. Del régimen muy minucioso de
la Ley destacamos el artículo 16, inciso 2: “Si varias personas hicieren la misma
invención en forma independiente unas de otras, la patente se concederá a aquélla o
a su sucesor, que presente primero la solicitud de patente o invoque la prioridad de
fecha más antigua para esa invención”.
El artículo 42 admite la posibilidad de que se patenten invenciones comprendidas en
monopolios existentes a favor del Estado o de particulares.
Los artículos 22 y siguientes establecen el trámite para obtener la patente. Cumplidas
las formalidades y los trámites exigidos, la solicitud de patente deberá ser publicada
en el Boletín de la Propiedad Industrial transcurridos dieciocho meses contados a
partir del día siguiente al de su presentación o del día siguiente al de la fecha de
prioridad, en su caso (art. 26).
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En opinión de MEZZERA ÁLVAREZ, a diferencia de lo que sucede con las marcas, la


transferencia del establecimiento no implica la transferencia de la patente de
invención. Ello se explica por cuanto la patente se refiere a una creación
personalísima del inventor, no necesariamente vinculada con el establecimiento.
a) Las clases de patente
Patente ordinaria: se acuerda por un plazo de 15 días, no siendo prorrogables
desde la fecha de su concesión.
Patente de perfeccionamiento: se acuerda a todo el que mejora un
descubrimiento o invento patentado, por igual plazo.
Patente de revalidación: se acuerda a los titulares o derechos de patentes
extranjeras que no estén en explotación en el país, dentro de los 3 años de
concedidas en el país de origen y que tendrá un término de concesión de 15
años, descontándose el plazo de protección que hubiera disfrutado en el país
de origen.
Derechos concedidos al titular: explotar en su provecho sus descubrimientos o
invenciones, conceder licencias de explotación a un tercero, transferir la patente por
herencia, legado o actos entre vivos, deducir acciones civiles o penales contra los
terceros que defrauden los derechos que le otorga el titulo.
3.3.2) Modelos de utilidad
El artículo 81 de la Ley 17.164 define los modelos de utilidad: “Considerase modelo
de utilidad patentable a toda nueva disposición o conformación obtenida o introducida
en herramientas, instrumentos de trabajo, utensilios, dispositivos, equipos u otros
objetos conocidos, que importen una mejor utilización o un mejor resultado en la
función a que están destinados, u otra ventaja para su uso o fabricación. Se
entenderá que un modelo de utilidad es novedoso cuando no se encuentre en el
estado de la técnica. Un modelo de utilidad para ser patentable deberá implicar una
mínima actividad inventiva.”
En otros artículos se establecen precisiones, sobre el alcance de la norma transcripta.
Las patentes de modelos de utilidad se conceden por un plazo de 10 años, contados
a partir de la fecha de presentación de la solicitud, prorrogable por 5 años (art. 84).
Diseños industriales
El artículo 86 define los diseños industriales: “Considérense diseños industriales
patentables a las creaciones originales de carácter ornamental que incorporadas o
aplicadas a un producto industrial o artesanal, le otorgan una apariencia especial.”
El artículo 88 establece los derechos que confiere: “El titular de la patente de diseño
industrial posee el derecho de impedir que terceras personas sin su autorización
puedan fabricar, vender, ofrecer en venta, utilizar, importar o almacenar con fines
comerciales, un producto con un diseño que reproduzca el suyo o diseños similares al
suyo; incorpore ese diseño o sólo presente diferencias menores con él.
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Se podrá impedir también la realización de algunos de los actos referidos en el inciso


anterior, cuando el diseño reproducido o incorporado se aplique a un tipo de género
de productos distinto de los indicados en la patente.”
Los artículos 92 y siguientes, establecen el procedimiento para obtener la patente.
Se confiere por el plazo de 10 años a partir de la presentación de la solicitud y es
prorrogable por el término de 5 años.
3.4) Elementos distintivos
Entre los elementos distintivos, tenemos a las marcas, los nombres comerciales y las
indicaciones geográficas.
3.4.1) Marcas
El artículo 1 de la Ley 17.011 de 1998 establece lo siguiente: "Se entiende por marca
todo signo con aptitud para distinguir los productos o servicios de una persona física o
jurídica de los de otra".
RIPPE KÁISER señala que el registro de la marca confiere a su titular el derecho a
utilizarla y que ese derecho tiene su origen en el acto administrativo de concesión del
registro. El derecho es conferido en los términos siguientes.
a) Registro de marcas
Los derechos sobre la marca se adquieren con su registro en la Dirección de la
Propiedad Industrial (art. 9). Los artículos 10 y siguientes regulan el trámite del
registro, con previsiones sobre oposición, anulación y reivindicación.
Exigencias para el registro: distintividad
Como regla general, para que un signo pueda constituirse en marca, debe ser
“distintivo”. Como consecuencia de ello, por ejemplo, el artículo 4, numeral 11,
establece que no puede usarse como marcas: “Las palabras o locuciones que hayan
pasado al uso general, y los signos o diseños que no sean de fantasía, es decir, que
no presenten características de novedad, especialidad y distintividad”.
GUTIÉRREZ CARRAU señala que la doctrina internacional ha clasificado a los signos de
acuerdo a una escala decreciente de “distintividad”, de la siguiente manera:
“‘Signos de fantasía’, son los creados totalmente por la imaginación y que no
trasmiten otro significado que el de ser ‘marca’.
‘Signos arbitrarios’, trasmiten un significado determinado, pero que aplicados al tipo
de productos o servicios en cuestión resultan de fantasía por no tener ninguna
vinculación directa o indirecta con los mismos.
‘Signos evocativos o sugestivos’, son los que requieren imaginación y razonamiento
para llegar a una conclusión acerca del producto o servicio sugerido o evocado.
‘Signos descriptivos’, son aquellos que trasmiten una inmediata idea sobre calidad,
características o ingredientes de los bienes a adquirir.
‘Signos genéricos’, serían los que concretamente definen un producto o servicios.
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Como principio general, se ha entendido que los signos de ‘fantasía’, ‘arbitrarios’ y


‘evocativos o sugestivos’ son intrínsecamente distintivos y pueden constituirse en
marcas.
En cambio los ‘descriptivos’ y los ‘genéricos’ no son intrínsecamente distintivos y no
pueden - en principio – constituirse en marcas”.
La Ley crea una excepción en cuanto a los signos descriptivos y genéricos en el
artículo 8 que establece: “Cuando una palabra o conjunto de palabras, de las
comprendidas en las prohibiciones de los numerales 9º), 10), 11) y 12) del artículo 4
de la presente ley, hayan adquirido probada fuerza distintiva respecto de un producto
o servicio asociado a una determinada persona física o jurídica, serán admitidos
como marca para esa persona física o jurídica y respecto de esos productos o
servicios.
Extinguido el registro concedido al amparo de lo dispuesto por el inciso precedente,
no podrá volver a ser registrado por terceros.
El inciso primero del presente artículo será de aplicación también a las marcas
registradas antes de la entrada en vigencia de la presente ley, que reúnan las
condiciones previstas en el mismo”.
Al respecto, el artículo 11 del Decreto 34/999 agrega:“A efectos de lo previsto en el
inciso 1° del artículo 8° de la Ley 17.011, se entiende por fuerza distintiva el hecho
que el signo haya perdido su significado literal en la mente del público, asociándose
instantáneamente con el producto o servicio del solicitante, ya sea porque se haya
usado públicamente durante un largo tiempo o porque se haya usado con la suficiente
intensidad y exclusividad que den por configurada la hipótesis.
En ambos casos estos hechos deberán ser probados fehacientemente”.
La doctrina, comentando esta norma, se refiere a la “significación secundaria”
(secondary meaning) entendiendo que el signo genérico, en principio no admisible
como marca, puede tener igualmente una función distintiva, por su asociación
probada con un determinado producto o servicio de una determinada persona.
Se le llama “significación secundaria” porque existe un significado “primario” - el
significado gramatical o literal del signo - pero ese signo, por el uso que le ha dado
una persona en un comercio, adquiere un significado “secundario” en virtud del cual el
público lo asocia con determinado producto o servicio.
La norma legal y su reglamentación requieren que se pruebe fehacientemente la
fuerza distintiva.
Desde luego, cuando una expresión genérica adquiere esta significación secundaria,
la persona que la usa deberá requerir su registro como marca para obtener derecho a
su exclusividad. Inscripta como marca, su titular puede oponerse a que otros la usen.
En tanto no se registre, las palabras genéricas podrán ser utilizadas libremente por
los demás actores del mercado.
Existen otras prohibiciones en el texto legal al cual nos remitimos. Sólo
mencionaremos las denominaciones de origen, las indicaciones de procedencia y
cualquier nombre geográfico que no sea suficientemente original y distintivo respecto
Resumen DERECHO COMERCIAL

a los productos o servicios a los que se aplique o cuyo empleo sea susceptible de
crear confusión con respecto al origen, procedencia, cualidades o características de
los productos o servicios para los que se aplique, o si su empleo sea susceptible de
crear confusión con respecto al origen, procedencia, cualidades o características de
los productos o servicios para los cuales se use la marca.
El artículo 6 de la Ley 17.011 establece: “Para ser registradas, las marcas deberán
ser claramente diferentes a las que se hallen inscriptas o en trámite de registro, a
efectos de evitar confusión, sea respecto de los mismos productos o servicios, o
respecto de productos o servicios concurrentes”.
Derechos emergentes de su registro
RIPPE KAISER señala que el registro de la marca confiere a su titular el derecho a
utilizarla y que ese derecho tiene su origen en el acto administrativo de concesión del
registro. El plazo de la protección legal es 10 años pero es indefinidamente renovable
(art. 18). El derecho es conferido en los términos siguientes.
Derecho al uso exclusivo de la marca: en relación con la propiedad de la
marca, la Ley establece una presunción de propiedad y confiere el derecho de
uso exclusivo. El registro importa la presunción de que la persona física o
jurídica, a cuyo nombre se verificó la inscripción, es su legítima propietaria. En
efecto, el artículo 9 de la Ley establece: "El derecho a la marca se adquiere por
el registro efectuado de acuerdo con la presente ley. El registro de la marca
importa la presunción de que la persona física o jurídica a cuyo nombre se
verificó la inscripción es su legítima propietaria".
El derecho reconocido legalmente supone la facultad de utilización en forma
exclusiva, aunque sólo con relación a los productos y los servicios para los que
hubiere sido solicitada. El artículo 11 dispone: “La propiedad exclusiva de la marca
sólo se adquiere con relación a los productos y los servicios para los que hubiera sido
solicitada. Cuando se trata de una marca en la que se incluye el nombre de un
producto o un servicio, la marca sólo se registrará para el producto o el servicio que
en ella se indica".
La Ley otorga el derecho a usar o no la marca salvo que el Poder Ejecutivo decrete la
obligatoriedad de su uso por motivos de interés general. Esto está establecido en el
artículo 19.
Derecho de oposición, reclamación de daños y perjuicios y ejercicio de acciones
penales: La Ley otorga el derecho a oponerse al uso o registro de
cualquier marca que pueda producir confusión entre productos o
servicios. El artículo 14 establece: "El derecho de oponerse al uso o
registro de cualquier marca que pueda producir confusión entre productos
o servicios corresponderá a la persona física o jurídica que haya llenado
los requisitos exigidos por la presente ley."
Este derecho de oposición se encuentra complementado con acciones civiles y
acciones penales tendientes a proteger los derechos reconocidos en la Ley (art. 81 y
ss.).
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Para valerse de este derecho, quien haya registrado una marca debe acreditar la
similitud entre algún producto o servicio que él fabrica o presta con otro que esté
utilizando la misma marca. Esto es esencial para fundamentar el derecho de
oposición, puesto que debe determinarse la existencia de confusión. En sentencia del
21 de abril de 1.999, el Tribunal de lo Contencioso Administrativo argumentaba en la
forma siguiente:
“Al igual que la semejanza entre los signos, la similitud entre los productos o servicios
requiere complejos y sutiles juicios valorativos para dilucidad con ayuda de las pautas
o criterio que la jurisprudencia ha ido elaborando, si existe o no riesgo de confusión.”
(La Justicia Uruguaya, caso 13.855).
Al respecto, es particularmente abundante la jurisprudencia brasileña. Se ha
entendido repetidamente que sólo existe infracción a la Ley de Marcas cuando se
imita una marca para calificar productos o servicios idénticos, en virtud de la
confusión o error que esto habilita. Si no existe semejanza en las actividades, no hay
posibilidad de confusión ni de inducción a la clientela en error. La sola violación de la
marca no genera, por sí sola, derecho a indemnización, siendo necesario probar,
además del hecho del uso de la marca, la etiología y los efectos dañosos.
El perjuicio o daño que sufre quien haya registrado una marca, debe ser considerado
con relación a las ganancias que esa persona dejó de percibir como consecuencia de
la infracción. Por lo tanto, debe ofrecerse prueba sobre las ganancias que le
proporciona el uso de la marca y el eventual perjuicio que se sufre por la desviación
de clientela.
RIPPE KÁISER ha sostenido - en consulta formulada a partir de la Ley 9.956 - que “el
margen de ganancia del infractor tiene aptitud objetiva, cierta y verificable para exhibir
la medida del margen de ganancia que hubiera obtenido la víctima del proceder
desleal del infractor, si la primera hubiera podido actuar en el mercado con sus signos
distintivos sin la presencia competitivamente desleal del segundo, en tanto conducta
ilegítimamente apropiante de derechos de terceros e ilegítimamente desviadora de
clientela ajena.”
b) Signos no registrables
Hay signos que no pueden ser registrados como marca. Los artículo 4 y 5 de la Ley
establecen cuáles son y las consecuencias de su registro. Así, el artículo 4 establece
lo siguiente: "A los efectos de la presente ley no serán considerados como marcas, y
por tanto irrogarán nulidad absoluta:
1º) El nombre del Estado y de los Gobiernos Departamentales, los símbolos
nacionales o departamentales, los escudos o distintivos que los identifiquen, excepto
respecto de ellos mismos, de las personas públicas no estatales, de las sociedades
con participación del Estado y en los casos de los artículos 73 y siguientes de la
presente ley.
2º) Los signos que reproduzcan o imiten monedas, billetes o cualquier medio oficial
de pago, nacionales o extranjeros, así como los diseños o punzones oficiales de
contralor y garantía adoptados por el Estado.
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3º) Los emblemas destinados a la Cruz Roja y al Comité Olímpico Internacional.


4º) Las denominaciones de origen, las indicaciones de procedencia y cualquier
nombre geográfico que no sea suficientemente original y distintivo respecto a los
productos o servicios a los que se aplique, o que su empleo sea susceptible de crear
confusión con respecto al origen, procedencia, cualidades o características de los
productos o servicios para los cuales se use la marca.
5º) La forma que se dé a los productos o envases, cuando reúnan los requisitos para
constituir patente de invención o modelo de utilidad conforme a la ley.
6º) Los nombres de las variedades vegetales que se encuentren registradas ante el
Registro de Propiedad de Cultivares, creado por la Ley nº 16.811, de 21 de febrero de
1997, respecto de dichas variedades en la clase correspondiente.
7º) Las letras o los números individualmente considerados sin forma particular.
8º) El color de los productos y los envases y las etiquetas monocromáticos. Podrán
usarse, sin embargo, como marcas, las combinaciones de colores para los envases y
las etiquetas.
9º) Las denominaciones técnicas, comerciales o vulgares, que se empleen para
expresar cualidades o atributos de los productos o servicios.
10) Las designaciones usualmente empleadas para indicar la naturaleza de los
productos o servicios o la clase, el género o la especie a que pertenecen.
11) Las palabras o locuciones que hayan pasado al uso general, y los signos o
diseños que no sean de fantasía, es decir, que no presenten características de
novedad, especialidad y distintividad.
12) Las palabras o las combinaciones de palabras en idioma extranjero cuya
traducción al idioma español esté comprendida en las prohibiciones de los numerales
9º), 10) Y 11) precedentes.
13) Los dibujos o expresiones contrarios al orden público, la moral o las buenas
costumbres.
14) Las caricaturas, los retratos, los dibujos o las expresiones que tiendan a ridiculizar
ideas, personas u objetos dignos de respeto y consideración."
Por su parte, el artículo 5 dispone: "A los efectos de la presente ley no podrán ser
registradas como marcas, irrogando nulidad relativa:
1º) Las banderas, los escudos, las letras, las palabras y demás distintivos que
identifiquen a los Estados extranjeros o las entidades internacionales e
intergubernamentales, siempre que su uso comercial no esté autorizado por
certificado expedido por la oficina correspondiente del Estado u organismo
interesado.
2º) Las obras literarias y artísticas, las reproducciones de las mismas y los personajes
de ficción o simbólicos que merezcan la protección por el derecho de autor, excepto
que el registro sea solicitado por su titular o por un tercero con su consentimiento.
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3º) Los nombres o los retratos de las personas que vivan, mientras no se obtenga su
consentimiento, y los de los fallecidos mientras no se obtenga el de quienes hayan
sido declarados judicialmente sus herederos, entendiéndose por nombres, a los
efectos de esta disposición, los de pila seguidos del patronímico, así como el solo
apellido, los seudónimos o los títulos cuando individualicen tanto como aquellos.
4º) El solo apellido cuando haya mediado oposición fundada de quienes lo llevan, a
juicio de la autoridad administrativa.
5º) Las marcas de certificación o de garantía comprendidas en la prohibición del
artículo 54 de la presente ley.
6º) Los signos o las palabras que constituyen la reproducción, la imitación o la
traducción total o parcial de una marca notoriamente conocida o de un nombre
comercial.
7º) Las palabras, los signos o los distintivos que hagan presumir el propósito de
verificar concurrencia desleal."
Trasmisión
La Ley otorga el derecho a transmitir la marca. El artículo 16 y el artículo 70 de la Ley
17.011 establecen que la propiedad de la marca puede ser transmitida por sucesión o
por acto entre vivos. El artículo 70 agrega que en la venta de un establecimiento
comercial se consideran comprendidas las marcas salvo estipulación en contrario.
El artículo 16 establece: “La propiedad de una marca pasa a los herederos y puede
ser transferida por acto entre vivos, por disposición de última voluntad, por ejecución
forzada o por la acción de reivindicación. La transferencia total o parcial del derecho
de propiedad de la marca podrá hacerse por instrumento público o privado. Para que
surta efectos frente a terceros, deberá inscribirse en la Dirección de la Propiedad
Industrial y publicarse en el Boletín de la Propiedad Industrial que se crea por el
artículo 80, de la presente ley.”
El artículo 70 dispone: “La cesión o venta del establecimiento comprende la de la
marca, salvo estipulación en contrario, y el cesionario tiene el derecho de servirse de
ella aunque fuera nominal, de la misma manera que lo hacía el cedente, sin otras
restricciones que las impuestas expresamente en el contrato de venta o cesión.”

3.4.2) Nombre Comercial


El nombre comercial está regulado en un capítulo de la Ley 17.011 de 1998 (arts. 67-
72). La Ley no define el nombre comercial. Del contexto de sus normas resulta que el
nombre comercial es la forma en que se identifica la actividad comercial o industrial
de un comerciante.
El artículo 67 de la Ley establece que “el nombre comercial constituye una propiedad
industrial”. El derecho al nombre comercial se adquiere por el uso y no es registrable.
a) Nombre comercial, nombre del comerciante y denominación social
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El nombre del comerciante o la denominación social, identifican al sujeto de derecho,


quien lo utiliza para celebrar negocios jurídicos. El nombre comercial es el que se da
a una actividad para distinguirla de otras del mismo giro.
El artículo 68 se refiere al “nombre” o “designación convencional”. Puede entenderse
que el nombre comercial puede ser el nombre de una persona física o la
denominación de una sociedad o puede utilizarse como nombre comercial una
denominación de fantasía. Sería ésta la distinción adoptada por la Ley.
Damos un ejemplo. El propietario de un bar puede ser una persona física llamada
Ricardo Martínez, quien utiliza su nombre personal en todas sus transacciones
mercantiles, pero designó su actividad con el nombre “Germinal” que aparece en
letreros al frente del establecimiento. En este caso, se distinguen el nombre comercial
del nombre del comerciante.
El Sr. Ricardo Martínez podría utilizar su nombre personal para distinguir su actividad.
En este caso, su nombre personal adquiere carácter de nombre comercial sujeto a la
disciplina de esta ley. El nombre del comerciante, en este caso, cumple varias
funciones: identifica al comerciante, persona física o jurídica, quien lo utiliza para la
celebración de negocios mercantiles y, a la vez, sirve para identificar la actividad
ejercida en el establecimiento y para conservar la clientela que va ligada a ese
nombre.
b) Nombre comercial y establecimiento comercial o industrial
El nombre comercial como identificación del establecimiento
MERLINSKY Y SALABERRY entienden que el artículo 70 se refiere, no solamente a la
marca, como dice el texto de la norma sino, también, al nombre comercial, porque la
norma está incluida en sede de nombres comerciales.
Dicen textualmente: “La ley no prevé hipótesis alguna de separación de un nombre
comercial del establecimiento que lo lleva (art. 70 ley). Para que esa separación
pueda darse, es necesario pacto expreso en contrario en la enajenación del
establecimiento. Se sigue aquí el principio general: si nada se estipula la enajenación
del establecimiento comprende la del nombre comercial.
Esta norma no es nueva, sino que ya se encontraba en el texto legal anterior.
Solamente que estaba ubicada en otro lugar. Era el art. 7 de la vieja ley, Capítulo I, en
la parte general relativa a marcas.
En el nuevo texto ha sido reubicado y colocado en sede de ‘nombre comercial’.
Estimamos que el cambio no ha sido feliz, y crea confusiones.
Entendemos que lo que el legislador ha querido era extender el régimen previsto para
las marcas y su transferencia con el establecimiento comercial, al nombre comercial.
Pero se crea confusión reglamentando sobre marcas en sede de nombre comercial.
Lo mismo es válido para la o las marcas, con la salvedad de que la marca no
necesariamente va unida al establecimiento como el nombre. El titular de una marca
es una persona física o jurídica pero no un establecimiento comercial.
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Interpretando armónicamente el texto legal, utilizando además el método lógico


sistemático, debemos concluir en lo siguiente:
a) el art. 70 se refiere, no solamente a la marca, como dice el texto de la norma, sino
también el nombre comercial. Obsérvese que la norma está incluida en sede de
nombres comerciales.
b) La enajenación del establecimiento, si nada se dice comprende el nombre
comercial que lo prestigia, valoriza y permite distinguirlo de los demás
establecimientos del mismo género. Por lo que es lógico que la enajenación del
establecimiento comprenda la de su nombre, salvo pacto expreso en contrario. Ello es
por otra parte el principio general.
c) Respecto de la o las marcas, ellas no son de propiedad del establecimiento, como
ya quedó dicho. Pero ellas pueden ser utilizadas por su titular en un establecimiento
fabril de su propiedad, o explotadas en un establecimiento comercial en el que se
expenden con exclusividad, artículos con dichas marcas.
En estos casos, el titular de esa marca, persona física o jurídica que es a la vez
propietaria de dicho establecimiento, al enajenar este último, estará obligándose
igualmente a realizar los trámites necesarios, para transferir las marcas que allí se
explotan. Ello salvo que exista pacto en contrario”.
El nombre comercial como identificación de la actividad comercial
No tenemos el honor de compartir la interpretación reseñada. El artículo 70 está mal
ubicado, pero sólo se refiere a la marca. En la Ley, la marca tiene su especial
régimen legal y el nombre tiene, también, su régimen especial. Lo que se establezca
para marca no es extensivo al nombre y viceversa. Más aun, en interpretación a
contrario sensu, si la Ley admite que la marca queda comprendida en la venta del
establecimiento comercial y no lo dispone para el nombre, es porque se ha querido un
régimen distinto. Tan distinto es, que la norma sobre nombre, lo vincula a una
“actividad comercial” y no a un establecimiento.
En cuanto a la vinculación del nombre comercial con el establecimiento deben
realizarse las siguientes precisiones. La Ley no considera el derecho al nombre
comercial como un bien que integre la casa de comercio. La Ley, textualmente, no
vincula el nombre comercial a un establecimiento sino a una actividad con fines
comerciales. Quien desee realizar una actividad comercial puede adoptar un nombre
comercial, tenga o no establecimiento comercial y aunque no haya creado una
organización empresarial. Así resulta de los artículos 68 y 71 de la Ley 17.011. El
artículo 71 dispone: “El derecho al uso exclusivo del nombre como propiedad
industrial, se extinguirá con la actividad con fines comerciales que lo lleve”.
c) Régimen aplicable al nombre comercial
Derecho al uso exclusivo y oposición
Varios artículos de la Ley desarrollan los atributos de esa propiedad que, dada la
inmaterialidad del bien, consisten en el derecho al uso exclusivo y el derecho a
oponerse a su uso por terceros. Resulta de los artículos 68 y 69.
Resumen DERECHO COMERCIAL

El artículo 68 establece: “Si una persona física o jurídica quisiera desarrollar con fines
comerciales una actividad ya explotada por otra persona, con el mismo nombre o con
la misma designación convencional, deberá adoptar una modificación clara que haga
que ese nombre o esa designación sea visiblemente distinto al preexistente.”
Por el artículo 68 no se prohíbe directamente el uso del nombre comercial ya usado
por otro pero se impone, a quien quiere usarlo, la obligación de efectuarle una
modificación que lo haga visiblemente diferente al preexistente. La restricción se
impone sólo cuando se trate de las mismas actividades.
El artículo 69 dispone: “La acción judicial del titular del derecho exclusivo al uso de un
nombre comercial caducará a los cinco años desde el día que se empezó a usar por
otro."
Indicaciones geográficas
El artículo 73 establece: “Constituyen indicaciones geográficas las indicaciones de
procedencia y las denominaciones de origen”.
El artículo 74 dispone: “Indicación de procedencia es el uso de un nombre geográfico
sobre un producto o servicio que identifica el lugar de extracción, producción o
fabricación de determinado producto o prestación de determinado servicio, en tanto
que lugar de procedencia.
Las indicaciones de procedencia gozarán de protección sin necesidad de registro.”
3) Los derechos de autor
El registro de derechos de autor lo lleva la biblioteca nacional y está bajo
responsabilidad del director de la misma. Determinación del objeto de protección: es
el derecho normal del autor de toda creación literaria, científica o artística, siendo
reconocido el derecho de dominio sobre las producciones de su pensamiento, ciencia
o arte. Quienes defienden los derechos de autor es AGADU.
Resumen DERECHO COMERCIAL

Unidad 10

Títulos Valores
Resumen DERECHO COMERCIAL

1) Teoría de los Títulos Valores. Concepto. Elementos. Requisitos.


Clasificación general
1.1) Concepto
El artículo 1 del Decreto Ley 14.701 dispone: “Los títulos valores son los documentos
necesarios para ejercer el derecho literal y autónomo que en ellos se consigna.”
En esta definición se dicen tres cosas:
que los títulos valores son documentos;
que en los títulos valores se consigna un derecho literal y autónomo;
que el documento es necesario para ejercitar el derecho en el consignado.
El título valor es definido como un documento. Otros negocios jurídicos son definidos
por el DLTV, como actos o contratos, poniendo énfasis en la manifestación de
voluntad de quien o quienes intervienen en ellos. En cambio, en el título valor el
documento tiene la mayor importancia.
1.1.1) Naturaleza del documento
El documento ha de ser un papel. Podría consignarse un derecho en algo que no
fuera un papel. En un sentido lato es un documento, también, una piedra o una pared
pero, como es obvio, el DLTV no se refiere a tales tipos de documentos pues ellos no
servirán para cumplir la función que los títulos valores normalmente desempeñan en
el comercio.
En los llamados “documentos electrónicos”, se sustituye la firma ológrafa por otros
medios mecánicos y electrónicos, que resultan eficaces y seguros porque permiten
identificar con certeza a la persona que emite el mensaje. En estos documentos
electrónicos, la obligación no nacería con la creación y firma de un papel, sino que
emergería de la voluntad unilateral del creador del documento en un determinado
soporte electrónico, lo cual origina una “obligación electrónica”, sin que sea necesario
su entrega física al benefiario de dicha obligación unilateralmente creada.
Así, por ejemplo, en le práctica francesa se admite la creación de un título valor sin
soporte físico, al que se denomina letra de cambio magnética (lettre de change
magnetique). Esta letra es utilizada por grandes empresas que cuenta con el equipo
informático adecuado. El cliente de un banco registra en un soporte magnético todas
las estipulaciones de una letra y la remite en ese mismo formato a su banquero. Su
banquero hará llegar por la misma vía la letra magnética al banquero del girado.
Consideramos que, en nuestro Derecho, no es sustentable la existencia de los
llamados “títulos valores electrónicos”.
En primer lugar, fundamos nuestra opinión en que el art. 1 del DLTV define a los
títulos valores como documentos.
En segundo lugar, debe observarse que nuestro Derecho confiere efectos jurídicos a
la voluntad unilateral, con carácter excepcional, sólo cuando ésta se manifiesta en un
título valor que reúne las mínimas formalidades exigidas por el DLTV (art. 2). El
carácter solemne de los títulos valores no ha sido discutido nunca por la doctrina.
Estas solemnidades, por su propia naturaleza y por dar base a un régimen
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excepcional, no pueden ser interpretadas en forma amplia ni con el auxilio de la


analogía.
1.1.2) Solemnidad
Los títulos valores son documentos "solemnes" aunque no en el sentido en que se
emplea esta palabra en materia de contratos. La falta de los requisitos "esenciales"
no implica la nulidad del documento como instrumento privado sino su inhabilidad
como título valor. Incide en el ámbito de la eficacia, no en el de la validez.
Esta "solemnidad" está consagrada en el art. 2 del Decreto Ley de Títulos Valores n°
14.701 de 1977 (DLTV) que dispone: “Los documentos y los actos a que esta ley se
refiere, sólo producirán los efectos previstos en la misma cuando contengan las
menciones y llenen los requisitos que la misma ley señala salvo que ella lo presuma.
La omisión de tales menciones y requisitos no afecta el negocio jurídico que dio
origen al documento o al acto.”
Como se desprende de la norma, la solemnidad alcanza al documento y a los actos
que pueden existir en torno a un título valor, por ejemplo, el acto de endoso, el acto
de aval, el acto de pago y el acto de aceptación. Tanto el documento como cada uno
de estos actos deben contener determinadas menciones y llenar determinados
requisitos. Por eso, se dice que unos y otros son solemnes.
El art. 3 establece las menciones esenciales que debe contener todo título valor. Este
artículo dispone lo siguiente: “Además de lo dispuesto para cada título valor en
particular, tanto los tipificados por la ley como los consagrados por los usos deberán
llenar los requisitos siguientes:
1. El nombre del título valor de que se trate.
2. La fecha y el lugar de creación.
3. El derecho que en el título se incorpore.
4. El lugar y la fecha del ejercicio de tal derecho.
5. La firma de quien lo crea.”
Alcance de la solemnidad
La falta de alguno de los requisitos esenciales incide sobre la eficacia del título, lo que
provoca su "inhabilidad".
Que un título sea "inhábil" tiene como consecuencia que el obligado cambiario podrá
oponer la excepción de "inhabilidad del título" en el juicio ejecutivo cambiario que se
le promueva.
El título, no obstante su inhabilidad como título ejecutivo cambiario, puede que sea
válido como documento privado y apto para promover un juicio ejecutivo común.
Podrá convertirse en título ejecutivo – aunque nunca título ejecutivo cambiario - en
tanto contenga una obligación de pagar cantidad líquida y exigible, una vez que haya
sido reconocido judicialmente. Podría, asimismo, servir como elemento de prueba en
un juicio ordinario.
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En el Derecho común, en cambio, la falta de alguna de las solemnidades previstas


por la Ley, provoca la nulidad absoluta del acto. En la parte final del art. 2, se
establece que la omisión de una mención esencial, no afecta al negocio jurídico que
dio origen al documento o al acto. La referencia al negocio jurídico que dio origen al
documento o al acto debe entenderse como una referencia a la relación fundamental.
Lo que quiere establecer el DLTV es que ciertas menciones son esenciales y los
documentos sólo producen efecto si esas menciones existen pero, si falta alguna de
esas menciones, ello no afecta al negocio jurídico que dio origen al documento.
Creado un título valor éste es independiente del negocio fundamental que fue causa
de su creación. El negocio fundamental es causa de la creación del título valor pero,
creado el título valor, la relación fundamental no se extingue sino que subsiste con él.
Con mayor razón no se afecta la relación fundamental si el título creado adolece de
un defecto que lo hace ineficaz.
Damos un ejemplo. Si creamos un vale a consecuencia de una compraventa el hecho
de que se haya omitido en el vale un requisito fundamental quita eficacia cambiaria al
vale pero no puede anular el contrato de compraventa. Tal es lo que está diciendo la
norma final del art. 2. La omisión de un requisito esencial en el título valor en nada
afecta la relación fundamental.
Por último, corresponde advertir que la solemnidad no sólo alcanza al documento sino
a cada uno de los actos que en él se celebran.
El art. 2 se refiere a “documentos” y a “actos”. Los actos que pueden haber en torno
a un título valor son los siguientes: el libramiento, el endoso, el aval y la aceptación.
El DLTV impone que todos los actos relativos al título valor deben celebrarse con
ciertos requisitos. Todos esos actos son solemnes.
Salvedad
El art. 2 del DLTV, luego de establecer que los documentos y actos establecidos en el
Decreto Ley sólo tendrán eficacia cambiaria cuanto contengan las menciones y llenen
los requisitos exigidos, agrega una salvedad: “salvo que ella, los presuma”.
Por lo tanto, el documento debe contener los requisitos que el DLTV señala, salvo
que éste los presuma. Eso significa que, en algunos casos, el DLTV autoriza a no
incluir una determinada mención porque se crea una presunción para suplir la omisión
del suscriptor. En los casos en que hay presunciones legales para llenar vacíos de
menciones exigidas por el DLTV, el título continúa teniendo eficacia cambiaria, a
pesar de la falta una mención.
Así, por ejemplo, en el inciso final del art. 3 es establece: “Si no se menciona el lugar
de cumplimiento o ejercicio del derecho se tendrá como tal el domicilio del creador del
título y si tuviera varios, entre ellos podrá elegir al tenedor, quien tendrá igual derecho
de elección si el título señala varios lugares de cumplimiento.”
En este inciso final se realiza, precisamente, una salvedad que concuerda con la
dispuesta en el art. 2.
1.1.3) Naturaleza jurídica de los títulos valores
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De acuerdo con esta definición legal, encontramos en los títulos valores dos aspectos
distintos que están íntimamente relacionados. Por un lado, encontramos el aspecto
material; desde este punto de vista, el título valor es un documento escrito, un pedazo
de papel que contiene diversas menciones. Por otro lado, encontramos el aspecto
sustancial; desde este punto de vista, el título valor es un derecho, un derecho de
crédito en beneficio de la persona a quien se entregue el documento. Finalmente, en
cuanto negocio jurídico, sería un negocio unilateral.
a) El título valor como documento
El título valor es definido como un documento. Otros negocios jurídicos son definidos
por la Ley, como actos o contratos, poniendo énfasis en la manifestación de voluntad
de quien o quienes intervienen en ellos. En cambio, en el título valor el documento
tiene la mayor importancia. En efecto, la Ley define a los títulos valores como
documentos, agregando que a éstos se les consigna un derecho.
El documento debe ser un papel porque sólo el papel puede cumplir la función que
los títulos valores normalmente desempeñan en el comercio. En los títulos valores el
documento no es meramente probatorio de un derecho, sino que es constitutivo de un
derecho. El derecho consignado en el título no preexiste al título sino que nace con él.
En el documento se hace constar un derecho y la obligación correlativa. Con la firma
de ese documento nacen uno y otro. Al crearse el documento, nace el derecho y la
obligación correspondiente. Precisamente, el título valor es un mecanismo creado en
la práctica, elaborado por la doctrina y luego recogido por la Ley, que permite hacer
constar un derecho en un documento, corporizándolo y jerarquizando el documento
que, de esta manera, adquiere valor en sí mismo.
La jerarquía del documento permite una forma más fácil de circulación de los
derechos. En efecto, en lugar de ceder tales derechos, se transmite el documento
como una cosa mueble, el que tendrá incorporado el derecho consignado en él.
b) El título valor como derecho
En un segundo plano, la Ley define al título valor como un derecho; un derecho de
crédito en beneficio de una persona. En efecto, la Ley define a los títulos valores
como documentos, agregando que esos documentos tienen consignado un derecho.
Consignar significa asentar por escrito.
Es muy importante señalar que el derecho consignado en el título no preexiste al
título sino que nace con él. El derecho consignado en el documento, nace con la
creación de éste. Creado el documento nace el derecho.
El derecho de crédito tiene un valor en la actividad económica en general y en los
negocios mercantiles en especial. Por ello, interesa que el crédito, como valor en sí
mismo, pueda entrar en circulación económica como los demás bienes. Esto se hizo
posible documentando el derecho de crédito, es decir dándole al crédito los atributos
de una cosa corporal de forma tal que, transmitido el documento, se transmite
también el derecho de crédito en él incorporado.
Entre las menciones esenciales que debe contener el documento, el Decreto Ley
14.701 incluye el derecho que en el título se incorpora. Este derecho de crédito,
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puede recaer en diferentes bienes: dinero, mercaderías o puede ser un derecho de


participación. Ello determina que los títulos valores se clasifiquen según su objeto en:
títulos valores representativos de dinero, títulos valores representativos de
mercaderías, títulos valores representativos de derechos o títulos valores
representativos de una participación.
El título valor como negocio jurídico unilateral
Los títulos valores, son negocios jurídicos unilaterales pues son la expresión de
voluntad del librador. La fuente de las obligaciones que emanan de un Título Valor es
la voluntad unilateral de quien la creó. Así lo dispone el artículo 7 que dice así: “Toda
obligación incorporada a un Título Valor deriva de la firma puesta en el mismo”.
Es unilateral porque el título se crea y produce sus efectos, con la sola expresión de
voluntad del firmante, sin necesidad de que su voluntad se combine con otra, que
haya de añadirse a ella para integrar un solo negocio. Quien suscribe el título valor se
obliga a una prestación frente al poseedor del título y no la subordina a ninguna
aceptación ni contraprestación. Así es a diferencia del contrato, ya que en el contrato
siempre hay una manifestación de voluntad que debe estar integrada con otra
manifestación de voluntad; en el título valor, el negocio jurídico nace con una sola
manifestación de voluntad de una sola parte.
No debe entenderse que este negocio necesariamente sea el resultado de una sola
voluntad puesto que pueden aparecer, en su creación, la voluntad de varias
personas.
Resumiendo, quien suscribe un título valor se obliga a una prestación frente al
poseedor del título y no subordina esa obligación a ninguna aceptación, a ninguna
contraprestación. En consecuencia, la fuente de las obligaciones que emanan de un
título valor es la voluntad unilateral de quien lo crea.
1.2) Caracteres que surgen de la definición legal
La definición de título valor contenida en el artículo 1, dice que son documentos y, a la
vez se refiere al derecho consignado en el título valor. Al documento se le atribuye
alguna característica y al derecho consignado otras.
1.2.1) Caracteres del documento
El artículo 1 de la Ley 14.701 define a los títulos valores como documentos. El
documento en el cual se consigna el derecho tiene las siguientes características.
Necesariedad: La posesión del documento es indispensable para ejercer el derecho
que en él se consigna. No hay derecho sin título. No se puede ser titular
del derecho mencionado en el título si no se dispone del mismo.
Transmitiendo el documento se transmite el derecho que él contiene.
Mientras existe el documento, existe el crédito en él establecido y éste al
circular, lleva consigo el derecho que contiene. Este carácter surge del
artículo 6 del Decreto Ley que establece: “El ejercicio del derecho
consignado en un título requiere la exhibición del mismo”.
Quien pretenda ejercer el derecho consignado en un título, debe demostrar que lo
tiene y esto se realiza a través de la exhibición del mismo al momento de exigir la
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prestación debida. Quien posea el título y lo exhiba ante el obligado, es el sujeto


legitimado para recibir la prestación, por eso se dice que los títulos valores son títulos
de presentación. Además, cuando la prestación contenida en el título se cumple, el
portador debe entregarlo al deudor para que no siga circulando y el deudor no quede
expuesto a que se le reclame nuevamente la prestación. Por eso se dice también que
los títulos valores son títulos de rescate.
Solemnidad: Los títulos valores son documentos solemnes. La solemnidad está
consagrada en el artículo 2 del Decreto Ley que dispone: “Los documentos
y los actos a que esta ley se refiere, sólo producirán los efectos previstos
en la misma cuando contengan las menciones y llenen los requisitos que la
misma ley señala salvo que ella lo presuma. La omisión de tales
menciones y requisitos no afecta el negocio jurídico que dio origen al
documento o al acto”.
Como se desprende de la norma, la solemnidad alcanza al documento y a los actos
que pueden existir en torno a un título valor, por ejemplo, el acto de endoso, el acto
de aval, el acto de pago y el acto de aceptación. Tanto el documento como cada uno
de estos actos deben contener determinadas menciones y llenar determinados
requisitos. Por eso, se dice que unos y otros son solemnes.
El artículo 3 establece las menciones esenciales que debe contener todo título valor.
Este artículo dispone lo siguiente: “Además de lo dispuesto para cada título valor en
particular, tanto los tipificados por la ley como los consagrados por los usos deberán
llenar los requisitos siguientes:
1. El nombre del título valor de que se trate.
2. La fecha y el lugar de creación.
3. El derecho que en el título se incorpore.
4. El lugar y la fecha del ejercicio de tal derecho.
5. La firma de quien lo crea”.
La falta de un requisito formal torna ineficaz al título. En otras palabras, si un título
valor carece de una mención esencial será inhábil y el obligado por el título, podrá
oponer la excepción de inhabilidad de título en el juicio que se le promueva.
El artículo 2 dispone una salvedad. Dice: “debe contener los requisitos que la ley
señala, salvo que ella los presuma”. Esto significa que, en algunos casos, la Ley
autoriza a no incluir una determinada mención porque se crea una presunción para
suplir la omisión del suscriptor. En los casos en que hay presunciones legales para
llenar los vacíos de menciones exigidas por la Ley, no hay problema si falta esa
mención.
1.2.2) Caracteres del derecho
Literalidad: La literalidad significa que el tenor literal del documento es decisivo para
determinar el contenido y la extensión del derecho que emerge de dicho
título. Sólo puede hacerse valer lo que está mencionado en el documento,
no así lo que no consta en el mismo. El alcance de este atributo está
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precisado en el artículo 9 de la Ley que establece: “El suscriptor de un


título valor quedará obligado en los términos literales del mismo, aunque el
título entre en circulación contra su voluntad o después de que
sobrevengan su muerte o incapacidad”.
El tenedor no puede pretender más de lo que figura en el documento y el deudor no
puede oponerse al cumplimiento de la prestación, alegando razones que no resulten
del propio documento. Los derechos no pueden ser ni ampliados ni restringidos por
constancias que surjan de otros documentos. Como la literalidad es un rasgo típico de
los títulos valores, cuando falta no hay título valor. La literalidad no se presenta con
iguales rasgos en todos los títulos valores. Existen algunos en los cuales los derechos
del poseedor no resultan de los enunciados del título y deben completarse con los
enunciados de otros documentos. Ejemplo de éstos títulos son las acciones.
Autonomía: La autonomía significa que el poseedor – y cada poseedor - tiene un
derecho propio, nuevo, originario y, por lo tanto, no le son oponibles las
excepciones que el deudor podría invocar frente a los anteriores tenedores
del título. En otras palabras, el derecho del poseedor, es autónomo, es
originario, como si el documento hubiera sido creado directamente a favor
de él aunque haya tenido anteriores poseedores. Cada adquirente recibe
el título “ex novo” como si hubiera sido creado para él.
Damos un ejemplo: A firmó un vale a favor de B por $ 500, es decir que A se
comprometió a pagar $ 500 a B. B lo endosa a C, C lo endosa a D. El último
endosatario será entonces D. D ha adquirido con ese endoso un derecho autónomo
¿qué significa? y ¿cuál es la consecuencia de ello? Significa que D le puede exigir a
A la prestación y que A no le podrá oponer a D excepciones que tengan que ver con
sus relaciones con B o C. Supongamos: A no le podrá decir a D “no le pago $ 500
porque B me debe a mí $ 200 y entonces tengo derecho a compensar”, porque ello
sería una excepción que tiene que ver con una relación del deudor con su anterior
poseedor. Tampoco puede decirle a D: “No le pago a Ud. los $ 500 porque hice una
dación en pago al Sr. C”.
Este atributo se impone para fomentar la transmisibilidad del documento. Nadie
aceptaría recibir un título valor si los derechos que ese título valor le concede
pudieren verse de algún modo retaceados con excepcionamientos del deudor
basados en sus relaciones con tenedores anteriores.

1.3) Clasificación de los títulos valores


1.3.1) Clasificación de los títulos valores en función a su objeto
La variedad de documentos que la doctrina suele considerar como títulos valores, es
susceptible de varias clasificaciones. Hacemos la salvedad de que se formulan otras
clasificaciones de los títulos valores pero, a los efectos de este curso, hemos tomado
la que nos resulta útil.
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Entre las menciones esenciales que debe contener el documento, el Decreto Ley de
Títulos Valores n° 14.701 de 1977 (DLTV) incluye el derecho que en el título se
incorpora (art. 3). Este derecho de crédito, puede recaer en diferentes bienes: dinero,
mercaderías o puede ser un derecho de participación.
Atendiendo al objeto sobre el cual recaen, los clasificaremos en cuatro especies: I.
títulos valores cuyo objeto es una prestación dineraria; II. títulos valores
representativos de mercaderías; III. títulos valores representativos de un derecho; IV.
títulos valores de participación.
a) Títulos valores cuyo objeto es una prestación dineraria
Dentro de este grupo de títulos valores, reunimos a todos aquellos documentos en los
cuales se hace constar una obligación de dar una suma de dinero: vales, letras de
cambio y cheques.
Vale
El vale es un documento que contiene la promesa de quien lo suscribe de pagar una
suma de dinero. Involucra en su creación a dos elementos personales: el creador o
librador que es quien se obliga a pagar y el beneficiario que es la persona que ha de
recibir el pago.
Puede tener la siguiente redacción: “Montevideo, 20 de enero de 1999. Vale por la
suma de $100 que debo y pagaré a B. Firma A”. Puede no indicar el nombre del
beneficiario.
Quien crea un vale a favor de una persona determinada, lo hace porque está
previamente vinculado con esa persona por un negocio jurídico que se llama relación
extracartular o relación extracambiaria o relación fundamental.
Veamos algunos ejemplos. Una persona A obtiene un préstamo de dinero de B. En
virtud de este contrato de préstamo, A es deudor de la suma prestada respecto a B.
Una persona A compra mercaderías a otra persona B y en virtud de ese contrato de
compraventa A debe el importe del precio a B.
En los dos ejemplos la relación entre A y B ha generado un crédito de B contra A.
Letra de cambio
La letra de cambio es un documento que contiene una orden por la cual una persona
encarga a otra el pago de una suma de dinero, a favor de una persona determinada.
Involucra en su creación a tres elementos personales: el librador, que es la persona
que da la orden; el girado que es la persona a quien se imparte y el beneficiario que
es la persona que ha de recibir el pago. Puede tener la siguiente redacción:
“Montevideo, 20 de enero de 1999
Sírvase Ud. pagar por esta letra de cambio al Sr. C la suma de $ 100.
Sr. B (Girado)
Corriente 400
Buenos Aires Firma A”
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La diferencia más notoria de la letra con el vale son los elementos personales que
figuran en ella. En el vale, el firmante se obliga a pagar una cantidad de dinero a la
persona designada; se dan dos personas: librador y beneficiario o tomador. En la
letra, quien la libra, ordena el pago a una tercera persona. En la letra se agrega,
respecto al vale, una tercera persona que es el girado. Así se designa a la persona a
quien se imparte la orden. Ese girado no estará obligado sino cuando estampe su
firma en la letra, en señal de aceptación.
El librador de la letra, no asume por el tenor literal del título una obligación de pagar,
pues sólo emite una orden de pagar que debe ser cumplida por el girado. Aunque el
librador de la letra no asume formalmente, en el propio documento, la obligación de
pagar, la Ley se encarga de responsabilizarlo por el pago. Si el girado acepta, se
convierte en el principal obligado; pero la ley añade la responsabilidad solidaria del
librador. Si el girado no acepta la letra, el principal obligado – porque así la Ley lo
dispone – es el librador.
Detrás de la emisión de una letra existen relaciones previas, entre los elementos
personales vinculados. El librador de la letra está vinculado por relaciones
extracartulares con cada uno de los otros dos: con el beneficiario y con el girado.
Cuando el librador da una orden de pago al girado, es porque el girado tiene dinero
suyo o le debe dinero. Cuando el librador de la letra indica un beneficiario de ese
pago es porque le debe dinero a ese beneficiario.
Veamos un ejemplo de cómo funcionar la letra de cambio en la práctica comercial. A
vende mercaderías a B, radicado en el exterior, supongamos en Argentina. A, por
estar en un país distinto, no puede cobrar directamente el precio del comprador; por
ello utiliza la fórmula de la letra. En esa letra, el vendedor A ordena a B que pague el
importe de la letra –que equivale al precio de venta– a un tercero que se indica en ella
y que se encargará de su cobranza. La letra sirve de este modo, como instrumento
adecuado para el pago de los bienes comprados. Si en la letra se establece un plazo,
sirve además, para materializar el crédito concedido para el pago del precio. Ejemplo:
“Montevideo, 14.1.99
Sírvase Ud. pagar por esta letra de cambio, el 30.12.99, la cantidad de $ ..... al Sr. C.
Sr. B
Corrientes 400
Buenos Aires
Firma A”
El beneficiario de la orden puede ser, en el ejemplo dado, un banco a quien el
vendedor ha encomendado el cobro. El banco, en este caso, no se hace dueño del
importe que figura en la letra; sino que lo cobra y lo acredita en la cuenta del
vendedor, librador de la letra.
Cheque
Resumen DERECHO COMERCIAL

El cheque común es un documento que contiene una orden de pago por la cual una
persona encarga a un banco el pago de una suma de dinero a favor de una persona
determinada o al portador.
Implica en su creación tres elementos personales: el librador que es la persona que
da la orden, el Banco girado que es a quien se imparte la orden y el beneficiario o
portador que es la persona que ha de recibir el pago.
El cheque, como la letra, tiene tres elementos personales con la diferencia, entre
otras, de que el girado necesariamente es un Banco.
Debe tener la siguiente redacción:
Serie A-34 Banco XXX $ 500
Nº 338431 25 de Mayo 200 (Montevideo)
Montevideo, ...... de ............. de .... 19..
Páguese por este cheque a......................... la suma de pesos uruguayos ..................
Firma
Como en los otros títulos ya considerados, entre los distintos elementos personales
del cheque existen relaciones extracartulares.
El librador debe haber celebrado con el banco girado un previo contrato de cuenta
corriente y, además, debe haber depositado los importes correspondientes de dinero
para que se le asienten en el haber de su cuenta. El depósito bancario en la cuenta
corriente determina el nacimiento de un crédito del depositante contra el banco, que
se convierte en su deudor.
El beneficiario de la orden contenida en el cheque o el portador que lo ha recibido es
una persona a quien el librador debe el importe de ese cheque por una relación
extracartular. La entrega del cheque tiene por fin extinguir el crédito nacido de esa
relación previa.
El cheque, como la letra, es un instrumento que sirve para hacer pagos, mediante la
intervención de un tercero pagador.
Por ejemplo: A es comprador de mercadería y el vendedor es B. En lugar de pagar
con dinero efectivo, A entrega un cheque a B por el importe de la compra. El cheque
sustituye a la moneda.
El cheque, como el vale, se puede trasmitir por la simple entrega si es al portador o
por endoso si se libró a la orden de una persona determinada.
El portador o endosatario del cheque debe presentarlo ante el Banco girado y éste se
lo pagará, desde luego, si el librador tiene fondos en la cuenta corriente.
La presentación al cobro se puede hacer el mismo día de la fecha del libramiento.
Si el Banco paga, se extingue la obligación contenida en el cheque y también se
extingue la obligación nacida de la relación fundamental entre librador y tomador del
cheque y entre endosante y endosatario. También se reduce el crédito del librador
contra el Banco por el importe del cheque. En la cuenta corriente se debitará el
Resumen DERECHO COMERCIAL

importe del cheque y la cuenta corriente arrojará un saldo menor a favor del cuenta
correntista.
Existe otra diferencia importante, que queremos desde ya dejar marcada, entre el
cheque y la letra de cambio. En la letra de cambio, el girado se constituye en obligado
mediante su firma puesta en la letra; en cambio, el cheque no es suscrito por el
Banco girado quien, por lo tanto, no se obliga cambiariamente.
Si el Banco no paga el cheque, el portador tendrá acción contra el librador y
endosantes.
Títulos valores cuyo objeto son las mercaderías
Carta de porte
La carta de porte es el instrumento que documenta el contrato de transporte. La carta
de porte se extiende, por lo menos, por duplicado: una vía se da al cargador y el
transportador se queda con otra.
La carta de porte en manos del cargador es un título representativo de las
mercaderías o de los bienes transportados. El tenedor de la carta de porte tiene la
disponibilidad material de los bienes transportados.
El poseedor de la carta de porte es quien tiene derecho a reclamar la entrega de los
bienes transportados.
El cargador puede trasmitir la carta de porte y con ella trasmitir su derecho a exigir la
entrega de los bienes objeto del transporte.
Mediante la transferencia de la carta de porte se trasmite la disponibilidad de los
bienes. No decimos la disponibilidad jurídica porque puede ser que la disponibilidad
jurídica o la propiedad de los bienes corresponda a otra persona.
El transportador, mediante la carta de porte, tiene derecho y acción para cobrar el
importe del flete.
Conocimiento marítimo y aéreo
Similares funciones que la carta de porte cumple el conocimiento marítimo en relación
con el fletamento y el conocimiento aéreo en relación con el transporte aéreo.
El artículo 1.222 del Código de comercio establece que no será admisible en juicio
ninguna acción entre el capitán y los cargadores o aseguradores si no se acompaña
alguno de los ejemplares del conocimiento original. El artículo 1.205 del Código de
comercio autoriza a que el conocimiento se extienda indicando el nombre del
consignatario o a la orden o que sea al portador, con lo cual crea un régimen da fácil
transmisibilidad. El artículo 1.212 admite expresamente su transferencia por endoso
Certificado de depósito
El certificado de depósito es aquél entregado por el depositario de bienes al
depositante. No hay disposiciones en nuestro Derecho con respecto al certificado del
depósito, salvo para los depósitos aduaneros y para los depósitos en zonas francas.
En normas específicas para los depósitos aduaneros se establece que la Aduana
puede extender certificados a la orden por los depósitos que se hacen en sus
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dependencias y se prevé que esos resguardos son endosables. El endosatario del


resguardo tiene derecho de exigir la entrega de las mercaderías depositadas en la
Aduana. Con esos certificados se puede vender o se puede prendar los bienes
depositados.
La Ley 15.921 de zonas francas, también, establece la posibilidad de que los usuarios
de zonas francas expidan warrants y certificados de depósito, que sólo serían
negociables una vez refrendados por la Dirección de Zonas Francas.
b) Títulos valores cuyo objeto son los derechos
Certificado de prenda
Con el certificado de prenda se documenta el contrato de prenda sin desplazamiento.
El documento se trasmite por endoso y al trasmitirse el documento se transfiere el
derecho de preferencia del tenedor sobre los bienes prendados. Tampoco este
documento es estrictamente un título valor.
Futuros
Son contratos de compraventa en que una persona se obliga a entregar bienes a otra
a cambio de un precio determinado y en fecha determinada.
Opciones
Hay dos modalidades. La opción de compra, que se llama call y la opción de venta
put.
En el call, quien desea adquirir determinados bienes, se asegura un precio para una
fecha futura.
Un industrial puede utilizar la figura del call para fijar el costo máximo de materias
primas que debe comprar en el futuro. El vendedor queda obligado frente al titular de
la opción.
Un productor puede utilizar la figura del put para establecer con meses de
anticipación el precio mínimo de venta de su cosecha. El comprador queda vinculado
frente al titular de la opción.
Quien adquiere una opción puede ejercerla o no. El obligado es el vendedor o el
comprador que emitió la opción. Por ejemplo: al vencimiento, quien tiene la opción de
compra puede cancelarla y comprar por otro precio.
c) Títulos valores cuyo objeto es una participación
El DLTV no contiene expresa referencia a los títulos de participación, pero entiende la
doctrina que están comprendidos en la definición legal dada la generalidad de sus
términos.
Se diferencian de los títulos valores de contenido dinerario por no ser ni abstractos, ni
asumir sus suscriptores solidaridad cambiaria.
Dentro de esta categoría la doctrina incluye a las acciones y a las cuotas partes de
fondos de inversión.
Acciones
Resumen DERECHO COMERCIAL

Las acciones de sociedades anónimas están reguladas en la Ley de Sociedades


Comerciales n° 16.060 de 1989 (LSC). La LSC dispone que a las acciones se les
aplique las normas sobre títulos valores (art. 316). El art. 316 no establece que las
acciones sean títulos valores sino que se les aplique el régimen de estos. No
obstante, entendemos que el título representativo de las acciones al portador y
nominativas, sí es un título valor, no porque lo establezca el art. 316 sino porque
encuadra en la definición legal de título valor contenida en el art. 1 del DLTV: "Los
títulos valores son los documentos necesarios para ejercitar el derecho literal y
autónomo que en ellos se consigna."
Corresponde advertir, sin embargo, que con la acción, la sociedad emisora no crea un
derecho nuevo sino que documenta la relación societaria del accionista con la
sociedad.
La acción es un ejemplo de título de participación. Es un documento creado por una
sociedad anónima y que se entrega a quien ha aportado capital. Representa la
participación del socio en el capital integrado de la sociedad y, a la vez, los derechos
que tal participación le atribuye.
Su tenedor, exhibiendo el título accionario, puede ejercer los derechos
correspondientes al socio: derecho al voto, derecho al cobro de dividendos, derecho a
una parte del patrimonio social, cuando se disuelva la sociedad, etcétera. El
accionista trasmite su posición (status) de socio con la sola transferencia del papel
acción.
Cuota partes en fondos de inversión
La Ley 16.713 prevé los fondos de ahorro previsional (AFAP) estableciendo que
constituyen un patrimonio independiente, propiedad de los afiliados (art. 111). Cada
afiliado tiene una cuota de ese patrimonio. De acuerdo a lo dispuesto por la Ley
16.774 el fondo de inversión es un patrimonio de afectación independiente, formada
con aportes de personas físicas o jurídicas, para su inversión en valores y otros
activos (art. 1). Los aportantes al fondo son copropietarios de los bienes que lo
integran. El artículo 4 admite que las participaciones se representen en títulos
negociables denominados cuota partes. Pueden ser al portador, nominativas o
escriturales.
1.4) Teorías
Hay distintas teorías respecto al por que obligan los títulos valores:
1.4.1) Teoría contractualita
Los títulos valores obligan porque así queda estipulado en el contrato que le dio lugar.
Critica: esta teoría es desechada por la mayoría de la doctrina porque niega la
abstracción de los títulos valores.
1.4.2) Teoría del acto unilateral de voluntad
Esta teoría nos dice que los títulos valores nos obligan por la sola voluntad de la
persona que lo realiza. Distingue dos momentos, para parte de la doctrina se obliga
desde el momento que lo emite. La ley considera que es desde el momento que se
crea (que se firma).
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1.4.3) Teoría de la obligación legal


Los títulos valores obligan porque la ley así lo establece. Tendríamos que unir la
teoría del acto unilateral de voluntad al momento de la creación con la teoría de la
obligación legal. El art. 3 menciona los elementos esenciales para que exista vale,
conforme o pagaré:
Nombre del título valor
Fecha y lugar de creación
Derecho que en el titulo se incorpora (al portador ó a la orden)
El lugar y la fecha del ejercicio de tal derecho
Firma de quien lo crea
Si los títulos valores están incompletos o en blanco, según el art. 4, si faltará alguno
de los requisitos nombrados en el art. 3 el tenedor legitimo podrá llenarlos antes de
presentarse al cobro.
Existen clausulas que se pueden llegar a poner en el titulo valor pero que no son
obligatorios, son las llamadas cláusulas facultativas.
Las clausulas facultativas en un vale, conforme o pagaré son:
Se va a poder pactar intereses corrientes y moratorias
Se puede pactar que si no se paga más de dos cuotas consecutivas se hará
exigible el pago de la totalidad adeudada
Se puede estipular que se renuncia a los tramites del juicio ejecutivo cambiario
Puede estipularse la clausula “sin mi responsabilidad”, esta clausula la puede
poner cualquier endosante, nunca la puede colocar el librador, es una
excepción la solidaridad cambiaria, significa no acciones contra mí porque yo
no voy a pagar.
Los vencimientos de los vales, conformes y pagarés pueden ser: a la vista, a cierto
plazo desde su fecha, a fecha fija.
1.4.4) Títulos valores incompletos (Pacto de completamiento)
El decreto ley 14.701 establece, en su art. 4, la posibilidad de emitir un documentos
con blancos. Dice así: “si se omitieren algunas menciones o requisitos, cualquier
tenedor legitimo podrá llenarlas antes de presentar el títulos para el ejercicio del
derecho que en él se consigne”.
Es el caso en que el creador del título valor, no haya colocado todas las
enunciaciones necesarias para su oración. Es decir esta incompleto. Y sabemos que
el titulo no va a existir como tal hasta que no esté completo.
El art. 4 autoriza al tenedor legítimo para completar las enunciaciones que falten. El
tenedor que pretende exigir la prestación prometida por el librador, deberá y podrá
previamente llenar los blancos, completando el titulo. Se autoriza al legítimo tenedor.
No podrá ser llenado por quien no tiene legítimos derechos sobre ese documento
como, por ejemplo, quien lo hurtó o quien lo encontró extraviado.
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2) Representación cambiaria
Tenemos representación legal, representación contractual, representación estatutaria,
representación aparente y al falso procurador.
2.1) Representación legal
La representación de origen legal se rige por el derecho común. En consecuencia
para saber si un padre, tutor o curador pueden firmar un título valor por el incapaz, a
falta de normas expresas de esta ley, tenemos que acudir al Código Civil (CC). De
acuerdo al CC ni el tutor ni el curador pueden firmar vales o letras de cambio por el
incapaz representado, ya que del contexto del CC resulta que no pueden obligarlo
(arts. 384 y 431 CC).
En cuanto a los padres, la doctrina está dividida. Hay quienes entienden que los
padres tienen la libre administración de los bienes de sus hijos y que por lo tanto
pueden firmar títulos valores. Nosotros entendemos que los padres están autorizados
para administrar pero no para comprometer el patrimonio de sus hijos con la firma de
títulos valores (art 267 CC).
Los padres pueden firmar títulos valores en representación de sus hijos cuando
tengan el usufructo de los bienes de ellos. Los tutores y curadores van a poder firmar
títulos valores por los incapaces cuando el juez los autorice.
2.3) Representación contractual
Quien firma un título valor puede hacerlo por sí y para sí; o puede hacerlo un tercero
a quien se ha conferido poder para ello. Quien actúa firmando un título valor sin poder
o excediendo los poderes que se le han concedido se obliga personalmente y no
vincula a quien pretendió representar. Este es un principio general en materia de
representación y de mandato. Está reiterado y establecido expresamente en el art. 24
del DLTV, en el inciso primero, en su primera parte: “Quien suscriba un título valor a
nombre de otro sin facultades legales, se obligará personalmente como si hubiera
obrado en nombre propio. Y si pagare tiene los mismos derechos que hubiera tenido
la persona a quien pretendió representar.”
Si una persona sin representación firma un título valor y si en virtud de haberlo
firmado le es requerido el pago y paga él, luego tendrá derecho a repetir lo pagado
contra los obligados cambiarios anteriores.
Supongamos que alguien, sin poder, firma el endoso de un vale. B firma por A el
endoso. Si no tiene poder, quien se obliga es B; A no queda obligado porque no le dio
el poder a B. El portador de ese documento podrá reclamar su importe a B. Si B paga,
tiene acción de regreso contra el librador y va a poder exigir de éste el pago del
documento. Eso es, lo que establece el artículo 24: “y si pagare tendrá los mismos
derechos que hubiese tenido la persona a quien pretendía representar.”
2.3.1) Mandato expreso
Modalidades de mandato expreso
En el artículo 21 se prevén dos modalidades de mandato expreso. Se establece que
la representación para obligarse, en un título valor se podrá conferir: mediante
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mandato con facultades suficientes; mediante carta dirigida al presunto tenedor del
título.
¿Qué significa mandato con facultades suficientes? En nuestro concepto, un mandato
general, por más amplios que sean sus términos no es suficiente, ya que el Código
civil establece que el mandato concebido en tales términos, sólo atribuye facultades
de administración (artículo 2.056 C.C.). Entendemos que la suscripción de un título
valor no es un acto de mera administración, en cuanto crea obligaciones a cargo del
firmante.
Para que las facultades sean suficientes, deben ser expresas. El mandato debe
expresamente establecer “autorizo a X a firmar títulos valores en mi representación”.
Si una persona otorgara a otra, un mandato general, con los términos más amplios y
dijera “otorgo mandato general y absoluto a X para hacer todo lo que yo pueda
hacer”, ese mandato no autoriza a X para firmar títulos valores, porque el mandato
debe conceder facultades suficientes y entendemos que debe ser conferidas
expresamente. Cuando se redacta un poder a favor de una persona a quien se quiere
autorizar para que firme un título valor, no basta con decir que se le confiere un poder
amplio y general sino que debe especialmente establecerse que puede firmar títulos
valores o letras, cheques o vales, según la extensión que quiera darse.
Desde luego que quien recibe un título firmado por un apoderado debe recabar y
examinar la documentación que acredita el mandato y conservar elementos
probatorios para el caso de que el obligado cambiario se excepcione en juicio
diciendo que quien firmó no era su apoderado.
La otra modalidad establecida en el segundo numeral del artículo 21 es la carta
dirigida al tenedor del título. No se trata de un mandato general para firmar títulos
valores, sino de un mandato que tiene relación con un determinado título valor, con
una determinada letra de cambio o un determinado vale. Supongamos que A va a
firmar un vale a favor de B. Le manda una carta a B y le dice que va a firmar un vale a
favor suyo y que en su representación lo va a firmar X. Esa persona X va a estar
entonces autorizada a firmar ese vale. De modo que la carta en la cual consta la
autorización va a ser una carta dirigida al tomador de ese documento quien podrá
acreditar con esa carta que quien firmó el vale tenía facultades para hacerlo. Cuando
B inicie el juicio contra el librador A, va a acreditar el mandato con la misma carta que
tiene su poder. A no podrá decir “no, yo no di mandato”, porque el tenedor ha de tener
el comprobante de que el mandato se confirió.
Firma por quien no tiene mandato
En el primer inciso del artículo 24 se establece que quien actúa sin mandato se obliga
personalmente. El inciso segundo prevé, para la hipótesis de que una persona ha
actuado sin mandato, la posibilidad de que el presunto mandante ratifique lo hecho
por quien no tenía poder. Se establece además que en caso de ratificación, va a estar
obligado por el acto de la persona que invocó la representación sin tenerla. Es decir,
que cuando actúa una persona sin representación puede suceder, al acto de la firma
del título valor un acto de ratificación posterior, expreso o tácito. El artículo 24 admite
las dos posibilidades y el inciso 3 distingue cuando la ratificación es tácita y cuando
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es expresa. La expresa supone una constancia en el mismo título valor o por


separado. Una carta en la cual se dijera autoricé o ratifico lo hecho en mi nombre, es
una ratificación expresa. La tácita supone la realización de determinados actos, por el
presunto mandante, que signifiquen su aceptación de lo firmado en su nombre, como
podría ser, el pago total o parcial del importe del título.
Mandato aparente
El artículo más novedoso de esta ley en esta materia, es el artículo 22. El artículo 22
establece que, quien haya dado lugar con hechos positivos o con omisiones graves, a
que se crea, conforme a los usos de comercio, que un tercero está autorizado para
suscribir títulos a su nombre, no podrá oponer la excepción de falta de representación
en el suscriptor.
El artículo 22 recoge la teoría de la apariencia. Esta es una teoría muy en boga en la
doctrina comercialista, por la cual en tutela de los intereses de terceros se hace
primar la apariencia sobre la realidad. Se argumenta que quien crea la apariencia y
quien se vale de una apariencia, debe soportar sus efectos. Igualmente debe tolerar
que esa apariencia produzca sus efectos si negligentemente permitió que se diera tal
situación. Quien confió, por otra parte, en una determinada apariencia o determinada
manifestación exterior, tiene derecho en confiar en que produzca sus efectos,
independientemente de que la manifestación corresponda o no a la realidad. Con la
adopción de esta teoría, la Ley procura asegurar el tráfico de los títulos valores.
Damos un ejemplo. Supongamos que un comerciante tiene un establecimiento y un
dependiente de su mayor confianza. Viene un determinado día un proveedor, deja
mercadería y su dependiente firma por el principal un conforme en su presencia. Otro
día el proveedor vuelve a entregar otra mercadería y vuelve a firmar el dependiente
en su presencia; otro día viene y el principal no está, vuelve a entregar mercadería y
firma el dependiente otro vale. En esta actuación del ejemplo, el comerciante ha
creado la apariencia de un apoderamiento; por lo tanto, no podrá alegar que ese
dependiente no tenía poder, para no pagar.
Con esta norma la Ley procura promover el tráfico de los títulos valores, pero
entendemos que en su aplicación podrán crearse situaciones de conflicto.
El artículo 22 no autoriza al demandado a excepcionarse con la falta de poder, en la
hipótesis planteada de mandato aparente. No obstante la redacción del artículo 22,
entendemos que su mecanismo de aplicación será el siguiente.
Si el portador ejecuta el título, el demandado podrá excepcionarse señalando que el
firmante no era su apoderado. El portador del título firmado por un mandatario
aparente deberá, entonces, invocar y probar los hechos positivos o las omisiones
graves que crearon la apariencia de un apoderamiento. Probados esos extremos el
demandado quedará vinculado por la firma del mandatario aparente.
Aun cuando la ley no establece quién debe probar la apariencia, entendemos que
quien tendrá que probarla será quien la invocó, es decir el acreedor demandante, ya
que la falta de apariencia es un hecho negativo imposible de probar.
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Señalamos, en un párrafo precedente, que quien recibe un título firmado por un


apoderado, debe cerciorarse de la existencia de un poder y además conservar
elementos probatorios del apoderamiento, para la eventualidad de que el obligado se
excepcione, diciendo que no dio poder. Con mayor razón, quien ha recibido un título,
sin haber verificado la existencia de un poder expreso, deberá tener y conservar los
elementos probatorios para acreditar la apariencia que haya de invocar.
Mandato al factor o gerente y al dependiente
El factor o gerente tiene un poder amplísimo ya que puede hacer todo lo que el
contrato no le prohíba. Si el principal quiere restringir las facultades del factor, debe
establecerlo con una norma expresa (artículo 136 Código de comercio).
En el artículo 23 del Decreto Ley 14.701 se prevén dos hipótesis distintas, la del
administrador de una sociedad comercial y la del gerente o factor de una casa de
comercio. El artículo 23 establece que los administradores o gerentes de sociedades
o de establecimientos comerciales se reputarán autorizados por el solo hecho de su
nombramiento para suscribir títulos valores a nombre de las entidades que
administran.
De acuerdo con ese texto el factor tiene facultades para firmar títulos valores.
Recordemos que por el artículo 21 el mandato tiene que tener constancia expresa
sobre las facultades de firmar títulos valores; pero si el mandato se confiere a un
factor no es necesario la cláusula expresa sobre la posibilidad de firmar títulos
valores.
Respecto a los dependientes cabe mencionar el artículo 150 del Código de comercio,
en el cual se establece la posibilidad de dar ciertas facultades a los dependientes y de
hacerlas conocer por circulares dirigidas a los corresponsales. De acuerdo a esta
norma, un comerciante podrá enviar una circular a distintos comerciantes o
corresponsales diciendo que ha dado poder a un dependiente para firmar títulos
valores, en cuyo caso, quedará comprometido por los títulos que éste firme.
3) Transmisión
La transmisión del título valor significa transmitir, a otra persona, el documento y, con
él, el derecho allí incorporado. El Decreto Ley de Títulos Valores n° 14.701 de 1977
(DLTV) clasifica a los títulos valores en tres categorías, organizando sendos capítulos
para cada una: títulos nominativos, títulos a la orden y títulos al portador. Cada
categoría tiene un régimen de trasmisión distinto.
La distinta forma en que se crea el titulo señala ostensiblemente su forma de
trasmisión y el régimen de legitimación para el cobro. El creador, al adoptar cualquier
de las modalidades se autoimpone al obligado cambiario una distinta diligencia al
momento del vencimiento.
En el documento al portador, el deudor paga bien a quien presente el título. El
obligado no debe hacer contralores; paga a quien sea que lo presente. Si el título es a
la orden, se impone, en cambio, una mayor diligencia: el obligado cambiario debe
controlar la continuidad de los endosos e identificar al último tenedor (arts. 48 y 49,
DLTV). En el documento nominativo, el deudor debe controlar la continuidad de los
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endosos, debe identificar al último tenedor y debe verificar que ese tenedor, que
figura como beneficiario en el título valor coincida con quien figura inscripto como tal,
en el registro. Cuando los valores son escriturales, quien está legitimado para ejercer
los derechos es quien aparece registrado como su propietario en el registro que lleva
el emisor o la entidad encargada al efecto (art. 9 Ley 16.749).
La modalidad adoptada por el creador no puede ser alterada. Así lo dispone el art. 12
del DLTV: “El tenedor de un título valor no podrá cambiar su forma de circulación sin
consentimiento del creador del título”.
Por ejemplo, si se crea un título valor a la orden, un endosante no puede estampar la
cláusula “al portador” y con ello cambiar el régimen de transmisión del título valor y
aligerar de ese modo la diligencia que el librador impuso al obligado para el momento
del pago.
3.1) Títulos valores al portador
Título valor al portador es aquél en el cual no figura el nombre del beneficiario. Para
que un título sea al portador no es necesario que se estampe la mención “al
portador”. En efecto, el art. 52 del DLTV establece: “Son títulos al portador los que no
se expidan a favor de persona determinada, aunque no contengan la cláusula ‘al
portador’ y su trasmisión se producirá por su simple tradición.”
Los títulos valores al portador se trasmiten por la sola entrega, por la simple tradición
(art. 52). No se requiere un título que preceda a la entrega.
En el régimen vigente, el principio general es que cualquier título valor puede ser
emitido al portador, sin necesidad de un texto legal expreso que lo autorice. En
materia de cheques, el Decreto Ley de Cheques N° 14.412 de 1975 autoriza
expresamente que se emitan al portador.
En cuanto a las letras de cambio, la Ley impone que se establezca en el título el
nombre de beneficiario (art. 55, n° IV, DLTV). Se trata de una mención esencial; en
consecuencia, no podrá crearse una letra de cambio pagadera al portador.
En materia de vales, el art. 120 que se refiere a las menciones que debe contener el
vale, se remite al art. 3, en el que no se impone que se indique el nombre del
beneficiario. De manera que puede concluirse que pueden ser al portador.
Las acciones de sociedades anónimas, las obligaciones y las cuotas partes de fondos
de inversión pueden ser al portador. Los títulos valores públicos, generalmente, se
emiten al portador.
3.2) Títulos valores a la orden
En los títulos a la orden se incluye siempre el nombre del beneficiario. En principio, el
título que lleve el nombre del beneficiario se entenderá que es a la orden (arts. 32,
inc. 3, y 36).
El título valor a la orden se trasmite por endoso y entrega. Es suficiente que contenga
el nombre del beneficiario para que se pueda trasmitir por endoso y entrega. No es
necesario incluir una mención que diga “a la orden”.
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El DLTV no prevé pero tampoco prohíbe que un título creado con inclusión del
nombre del beneficiario lleve la cláusula “no a la orden” o “no endosable” u otra
similar. Esta hipótesis se admite expresamente para los cheques, en el DLCh.
Aparece entonces un género o modalidad: título valor con indicación del beneficiario
pero que no es nominativo ni a la orden. Su transmisión se efectúa por el contrato de
cesión de créditos no endosables, requiriéndose además tradición.
Podría suceder que el creador lleve registro y al librar el título ponga además la
mención “no a la orden”; en este caso el título se trasmitirá por cesión de créditos no
endosables y, además, por la inscripción en el registro y la tradición.
La cesión de créditos se aplica en los títulos que no son transmisibles por endoso, por
ejemplo las acciones escriturales y a los títulos emitidos a nombre de un beneficiario
pero con la cláusula “no a la orden”.
3.3) Títulos valores nominativos
Si contienen la mención de que el creador lleva registro o si el registro es impuesto
por una ley, el título será nominativo, transmisible por endoso y tradición, o – si es no
endosable - por cesión de crédito y entrega. Además, en el caso de los títulos valores
nominativos, la trasmisión deberá inscribirse en el registro del creador como requisito
para conferirle legitimación frente a éste.
En los títulos nominativos el nombre del beneficiario debe aparecer en el documento
y, también, en un registro que lleva el creador del título. En el registro constaran las
sucesivas transmisiones que se han operado con ese título.
4) El aval
De acuerdo al art. 741 del Código de Comercio, el pago de las obligaciones
comerciales puede ser garantizado mediante los denominados “contratos de garantía”
que son la prenda, la prenda sin desplazamiento, la hipoteca y la fianza. Estos
contratos, también, sirven para garantizar el cumplimiento de las obligaciones que se
contraen al suscribir un título valor.
Además de la hipoteca, la prenda y la fianza, los títulos valores pueden garantizarse
de otra forma: utilizando el aval.
4.1) Concepto
Se denomina “aval” a la declaración unilateral que realiza la persona que garantiza el
pago total o parcial de un título valor. La persona que presta su aval se llama
“avalista” y la persona que recibe el aval se denomina “avalado”.
El Decreto Ley de Títulos Valores n° 14.701 de 1977 no define el aval, sólo refiere a
su función: es la forma en que se garantiza, en todo o en parte, el pago de un título
valor (art. 15).
4.2) Caracteres
Unilateralidad
El aval es un acto jurídico unilateral. La obligación del avalista tiene su fuente en su
voluntad unilateral. La garantía se crea y produce sus efectos, con la sola expresión
de su voluntad, mediante la suscripción del título valor, sin necesidad de que su
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voluntad se combine con otra, que haya de añadirse a ella para integrar un solo
negocio. El avalista se obliga a una prestación frente al poseedor del título y no la
subordina a ninguna aceptación ni contraprestación.
Literalidad
El aval confiere al tenedor del título valor un derecho literal contra el avalista. En
consecuencia, no se puede exigir del avalista nada más que lo que consta en el título
valor.
La única formalidad exigida por la Ley es que el aval debe constar en el título mismo
o en hoja adherida a él. No se admite el aval por documento separado.
Si se documenta por separado será una garantía sometida a la legislación común. Es
lógico que el aval se extienda en el mismo título, ya que todo lo relativo al título debe
constar en él.
Solemnidad
El avalista debe firmar el título (art. 16). Más aun, la sola firma puesta en un título,
cuando no se le pueda atribuir otro carácter, se tendrá como firma de un
avalista.
Expresión “por aval” o equivalente: No hay fórmulas sacramentales. Pueden utilizarse
los términos “por aval” u otra equivalente.
Cantidad avalada: El aval puede contener o no la mención referente a la cantidad. Si
hay una mención expresa, ése es el límite de la garantía del avalista. Si
no se menciona la cantidad, se entenderá que el aval garantiza la
totalidad del importe consignado en el título (art. 17).
Nombre del avalado: El aval puede contener o no el nombre del avalado. Si expresa
el nombre del avalado, sólo a éste garantizará el avalista. Si no hay
indicación del avalado, se entenderán garantizadas las obligaciones del
suscriptor que libere al mayor número de obligados. Por ejemplo, en la
letra de cambio quién libera al mayor número de obligados es el girado
aceptante. En este caso, si paga un avalista y no se estableció a quién
avala, se interpreta que libera al girado aceptante y con él al librador y
todos los endosantes.
El avalista
4.3.1) Obligación del avalista
Mediante el aval, el avalista contrae la obligación de pagar el importe del título valor
frente a cualquiera de sus tenedores legítimos, respecto de quienes estuviera
obligado el avalado. Pagará todo el importe o sólo una parte dependiendo de los
términos en que haya prestado su aval.
Autonomía
La obligación que contrae el avalista es una obligación autónoma. El art. 18
establece: “El avalista quedará obligado en los términos que corresponderían
formalmente al avalado y su obligación será válida aun cuando la de este último no lo
sea.”
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Como se recordará, la autonomía de las obligaciones contraídas por los firmantes de


un título valor, está consagrada con carácter general en el art. 8 del DLTV. Este rasgo
se reitera en el art. 18 trascripto. En virtud de esta norma, si la obligación del avalado
no fuera válida, por cualquier motivo, ello no altera la validez de la obligación del
avalista. Por ejemplo, si el avalado es incapaz para contraer las obligaciones
emergentes de un título valor, ello no libera al avalista de su obligación de avalarlo.
Solidaridad
Además, el avalista adquiere una responsabilidad solidaria frente al tenedor del título
gracias a lo dispuesto en el art. 105 del DLTV.
El avalista garantiza el pago del título valor, por su avalado o por cualquiera de los
obligados cambiarios, frente a cualquier portador legítimo, respecto de quien
estuviere obligado el avalado.
En cuanto a la responsabilidad del avalista de letras de cambio y la necesidad de
protesto para conservar las acciones contra él, lo analizaremos al estudiar el protesto
y las acciones cambiarias.
Extensión de la responsabilidad del avalista
El DLTV admite que el aval pueda limitarse en cuanto a la cantidad y en cuanto a las
personas avaladas (art. 15). El aval es absoluto cuando el avalista responde del pago
de todo el importe del título valor y por el incumplimiento de cualquiera de los
obligados.
Si nada se dice se entiende que se garantiza el total (art. 17) y que avala a aquel de
los obligados con cuyo pago, se libera al mayor número de obligados (art. 19).
Por ejemplo, si se trata del aval, en una letra de cambio, si nada se dice se entiende
que se avala al aceptante, porque el pago por el aceptante libera de responsabilidad
a librador y endosantes. Si se trata de un vale, se entiende que avala al librador,
porque el pago por el librador extingue la responsabilidad de todos los endosantes.
Derechos del avalista
El avalista que paga la obligación del avalado paga por otro, por lo cual adquiere los
siguientes derechos: el derecho a repetir del avalado lo pagado por él y el derecho a
subrogarse en los derechos del avalado y, por lo tanto, utilizar todos los derechos y
excepciones que éste hubiera podido utilizar. Así lo establece con toda claridad el art.
20 del DLTV.
El avalista que pagó, queda en la posición del avalado, para promover acciones de
reembolso contra quienes son obligados directos o de regreso respecto a éste.
Las acciones, en todos los casos, son para ejercer el derecho literal y autónomo que
el título confiere, como si el título hubiere sido librado a favor del avalista. Veamos
con un ejemplo. Una persona avala al tercer endosante de un vale. Luego paga.
Tiene acción contra su avalado; pero también puede, por vía de regreso,
reembolsarse exigiendo el pago al librador o al primer o segundo endosante o a todos
ellos, obligados solidarios.
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5) La letra de cambio. Aspectos generales. Libramiento, aceptación, endoso,


vencimiento y pago. El protesto
La letra de cambio es un título valor que contiene una orden por la cual una persona
encarga a otra el pago de una suma de dinero, a favor de una persona determinada.
El librador de la letra, no asume por el tenor literal del título una obligación de pagar,
pues sólo emite una orden de pagar que debe ser cumplida por el girado. Aunque el
librador de la letra no asume formalmente, en el propio documento, la obligación de
pagar, el DLTV se encarga de responsabilizarlo por el pago. Si el girado acepta, se
convierte en el principal obligado, pero la Ley añade la responsabilidad solidaria del
librador. Si el girado no acepta la letra, el principal obligado – porque así el DLTV lo
dispone – es el librador.
Detrás de la emisión de una letra existen relaciones previas, entre los elementos
personales vinculados. El librador de la letra está vinculado por relaciones
extracartulares con cada uno de los otros dos: con el beneficiario y con el girado.
Cuando el librador da una orden de pago al girado, es porque el girado tiene dinero
suyo o le debe dinero. Cuando el librador de la letra indica un beneficiario de ese
pago es porque le debe dinero a ese beneficiario.
Si en la letra se establece un plazo, sirve además, para materializar el crédito
concedido para el pago del precio. Ejemplo: El beneficiario de la orden puede ser un
banco a quien el vendedor ha encomendado el cobro. El banco, en este caso, no se
hace dueño del importe que figura en la letra sino que lo cobra y lo acredita en la
cuenta del vendedor, librador de la letra.
5.1) Elementos personales
Involucra en su creación a tres elementos personales: el librador, que es la persona
que da la orden; el girado que es la persona a quien se imparte y el beneficiario que
es la persona que ha de recibir el pago.
Estas personas sólo serán obligados cambiarios cuando firmen la letra: el librador lo
será al librar la letra; el girado lo será al aceptar pagarla y el beneficiario lo será sólo
si transmite el título a otra persona mediante su firma puesta al dorso. Los elementos
personales que figuran en la letra son la diferencia más notoria con el vale. En el vale
encontramos dos personas: el librador y el beneficiario. El librador se obliga a pagar
una cantidad de dinero a la persona designada como beneficiaria, si es a la orden de
una persona determinada, o al portador (en el caso que no establezca nombre
alguno). Sólo es obligado cambiario el librador del vale. El beneficiario sólo lo será si
coloca su firma en el título (endoso).
En la letra, quien la libra, ordena el pago a una tercera persona. En la letra se agrega,
respecto al vale, una tercera persona que es el girado. Así se designa a la persona a
quien se imparte la orden. Ese girado no estará obligado sino cuando estampe su
firma en la letra, en señal de aceptación.
5.1.1) Librador
El librador de la letra, no asume por el tenor literal del título una obligación de pagar,
pues sólo emite una orden de pagar que debe ser cumplida por el girado. Aunque el
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librador de la letra no asume formalmente, en el propio documento, la obligación de


pagar, el Decreto Ley de Títulos Valores n° 14.701 de 1977 (DLTV) se encarga de
responsabilizarlo por el pago.
5.1.2) Girado
Si el girado acepta, se convierte en el principal obligado pero el decreto ley añade la
responsabilidad solidaria del librador. Si el girado no acepta la letra, el principal
obligado – porque así el decreto ley lo dispone – es el librador.
5.1.3) Beneficiario
El beneficiario de la orden puede ser, en el ejemplo dado, un banco a quien el
vendedor ha encomendado el cobro. El banco, en este caso, no se hace dueño del
importe que figura en la letra; sino que lo cobra y lo acredita en la cuenta del
vendedor, librador de la letra.
El nombre del beneficiario debe indicarse en la letra porque así lo dispone el art. 55,
n° IV, del decreto ley de títulos valores. En consecuencia, la letra no puede ser al
portador.
5.2) Función de la letra
Detrás de la emisión de una letra existen relaciones previas, entre los elementos
personales vinculados. El librador de la letra está vinculado por relaciones
extracartulares con cada uno de los otros dos: con el beneficiario y con el girado.
Cuando el librador da una orden de pago al girado, es porque el girado tiene dinero
suyo o le debe dinero. Cuando el librador de la letra indica un beneficiario de ese
pago es porque le debe dinero a ese beneficiario.
Veamos un ejemplo de cómo funcionar la letra de cambio en la práctica comercial.
Carlos López vende mercaderías a Giullia Nalerio, radicado en el exterior,
supongamos en Argentina. Carlos López, por estar en un país distinto, no puede
cobrar directamente el precio del comprador; por ello utiliza la fórmula de la letra. En
esa letra, el vendedor Carlos López ordena a Giullia Nalerio que pague el importe de
la letra – que equivale al precio de venta – a un tercero (Jorge Urcelay) que se indica
en ella y que se encargará de su cobranza. La letra sirve de este modo, como
instrumento adecuado para el pago de los bienes comprados. Si en la letra se
establece un plazo, sirve además, para materializar el crédito concedido para el pago
del precio.
5.3) Enunciaciones de la letra de cambio
Podemos clasificar las cláusulas de las letras de cambio en varias categorías:
Esenciales: son obligatorias, no pueden faltar.
Facultativas: previstas por el Decreto Ley de Títulos Valores n° 14.701 de 1977
(DLTV), pueden faltar sin que se afecte la existencia del título valor.
Usuales: llamamos así a las no previstas por el DLTV pero que, en la práctica,
son usadas.
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5.3.1) Enunciaciones esenciales


Las enunciaciones que, en general, se consideran como esenciales para la letra de
cambio, surgen de lo dispuesto por el art. 3 y el art. 55 del DLTV.
Son las siguientes:
1. nombre del título (letra de cambio);
2. fecha de creación y lugar de creación;
3. orden incondicional de pago de una suma de dinero;
4. nombres del girado y del beneficiario;
5. firma del librador.
Si falta alguna de estas enunciaciones, el documento no es una letra (art. 56)
El art. 3 del DLTV establece que los títulos valores deben incluir el nombre del título
de que se trate. En el caso que nos ocupa, el nombre es “letra de cambio”.
El documento debe contener la expresión “letra de cambio”, es decir, debe indicar la
especie de título valor de que se trata. No es necesario que ese nombre se coloque a
manera de título o rótulo o en un lugar destacado del documento, basta que figure en
el documento.
La fecha de creación importa para determinar la capacidad del librador, para saber si
era capaz cuando la libró. Interesa también para determinar la fecha de vencimiento
de una letra cuando se ha librado a días o meses fecha. En un ejemplo de letra de
cambio con ese vencimiento especial, la letra dirá “sírvase pagar por esta letra la
suma de $... a tantos días de la fecha”. En este caso la fecha es importante porque
sirve como punto de partida para el cómputo del vencimiento.
También, señala el punto de partida para el término legal que tiene el portador para
recabar el pago de las letras a la vista y para recabar la aceptación en las letras a
cierto plazo desde la vista.
Si no se establece el lugar de creación, se entiende como tal el lugar designado junto
al nombre del librador.
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No obstante, si junto al nombre del librador tampoco aparece designado lugar alguno,
la letra no puede ser considerada como un título cambiariamente hábil, pues hace
imposible el funcionamiento de la solución legal supletoria.
El contenido de la letra es la orden incondicional de pago de una suma de dinero. La
orden de pagar una suma determinada de dinero, es la mención característica de la
letra de cambio, que la distingue de otros títulos valores. La orden la dirige el librador
al girado. La orden no puede contener condiciones.
El nombre del girado, es la otra mención esencial, según lo establece el n° II del art.
55: "El nombre de la persona que ha de pagar (librado)". Generalmente el girado es
un tercero, sin embargo, el DLTV, también, admite que el librador libre una letra
contra sí mismo (art. 57). Coincidiría entonces el nombre del librador con el nombre
del girado.
El nombre del beneficiario debe indicarse en la letra porque así lo dispone el art. 55,
n° IV. En consecuencia, la letra no puede ser al portador. En efecto, el DLTV dispone:
“el nombre de la persona a quien ha de hacerse el pago o a cuya orden debe
efectuarse”.El librador puede ser, también, el beneficiario. Lo admite el art. 57 en su
primera parte.
De manera que se prevén en materia de letras dos coincidencias personales: pueden
coincidir el librador con el girado y el librador con el beneficiario.
El librador es la persona que firma. En la letra no figura el nombre del librador, lo
único que figura es su firma. Para librar una letra se requiere la capacidad para
celebrar actos de comercio.
5.3.2) Enunciaciones facultativas
El DLTV dispone que algunas enunciaciones puedan faltar y suple su omisión. La
inclusión de estas cláusulas depende de la voluntad del librador o de otros firmantes.
Su falta no inhabilita al título.
El art. 55 no establece nada respecto al lugar de ejercicio del derecho consignado en
la letra. Sin embargo, en el art. 3 se establece que, entre los requisitos que debe
llenar la letra se encuentra “el lugar... de ejercicio del derecho”.
Vencimiento es la oportunidad en que debe verificarse el pago. Es el día en que la
obligación se hace exigible. Término es el período de tiempo que transcurre desde la
fecha de creación hasta el vencimiento. El DLTV prevé distintas modalidades de
vencimiento en el art. 78, que establece: “La letra de cambio podrá librarse:
I) A la vista.
II) A cierto plazo desde la vista.
III) A cierto plazo desde su fecha y
IV) A fecha fija.
Las letras de cambio que indiquen otros vencimientos o vencimientos sucesivos se
considerarán pagaderas a la vista”.
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De manera que sólo se admiten las cuatro modalidades de vencimiento, previstas por
la Ley. El librador de una letra no puede estipular otra modalidad de vencimiento; si lo
hiciere, la mención se tendrá por no puesta y la letra se reputará pagadera a la vista.
El vencimiento debe ser cierto para la seguridad de la circulación, inherente al
Derecho cambiario, en beneficio del portador y del mismo deudor. En consecuencia,
el vencimiento condicionado a la realización de un suceso futuro e incierto, o el
vencimiento que consista en un plazo sometido a condición resolutoria, no sería
válido.
Los vencimientos se clasifican en absolutos y en relativos. Los vencimientos
absolutos son aquellos que están determinados desde el mismo momento en que se
crea la letra. El DLTV establece dos modalidades de vencimientos absolutos. Son las
siguientes.
A fecha fija: En la letra se expresa “páguese esta letra el día 31 de diciembre
de 2003”. Se estipula en la misma letra el día de vencimiento.
A cierto plazo desde la fecha: La letra fija un término que se computa a partir
de la fecha del libramiento de la letra. La letra dice, por ejemplo, “páguese por
esta letra la suma de tantos pesos a los 60 días de la fecha”.
En los vencimientos relativos, éstos dependen de un hecho posterior a la creación.
Hay dos modalidades:
A la vista: El DLTV establece que, si no se estipula vencimiento, la letra de
cambio se considerará pagadera a la vista, esto es, que será pagadera a la
presentación, en el momento en que el beneficiario desee hacerlo (art. 56, inc.
2) pero dentro del término legal de un año o en el que se estipulare (art. 79). El
art. 79 establece: “La letra de cambio a la vista será pagadera a su
presentación”. Vencerá cuando el tenedor desee presentarla. De manera que
no se sabe cuando vence porque ello va a depender de la voluntad del
beneficiario; se pagará el día en que el beneficiario se presente a cobrarla. La
norma impone que el tenedor debe requerir el pago en el término de un año a
contar de la fecha de la creación. Se fija el plazo para que la obligación no
quede pendiente por tiempo indefinido.
El art. 79, también, prevé que el librador pueda acortar o alargar el plazo de un año
para la presentación. El librador lo hará de acuerdo a su conveniencia y a las
relaciones que tenga con el girado.
El creador puede diferir el plazo de presentación, estipulando que la letra no se
presente antes de una fecha indicada. Por ejemplo, la letra de cambio dirá: “Páguese
a la vista. Preséntese después del día 25 de marzo de 2005”.
El librador sabe que el girado tendrá la provisión de fondos, recién después de la
fecha indicada y por ello fija ese término, dejando luego en libertad al portador para
que la presente cuando lo desee. En ese caso, el plazo de un año, fijado por el
artículo 79 corre a partir de la fecha fijada, en el ejemplo, a partir del 25 de marzo de
2006.
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A cierto plazo desde la vista: Esta modalidad está prevista en el art. 80. La letra
de cambio dirá, por ejemplo, así: “Páguese por esta letra la cantidad de tantos
pesos en el término de 60 días a contar de la vista”. En este caso, el término
corre a partir de la aceptación por el girado o del protesto por falta de
aceptación.
El plazo de vencimiento empezará a correr a partir de un acto posterior al acto de
creación, cuya fecha no puede predeterminarse. En estas letras, el tenedor tiene la
carga de requerir la aceptación de la letra de cambio, para que comience a correr el
término.
El tenedor puede presentarla para requerir la aceptación cuando quiera, con el límite
fijado por el art. 71. El art. 71 dispone que las letras a cierto plazo desde la vista,
deben presentarse a la aceptación dentro del plazo de un año. El librador puede
acortar o alargar ese plazo.
El girado, al aceptar, debe poner la fecha de la aceptación (art. 73, inc. 2). Si el girado
no puso la fecha de la aceptación y no se protestó por tal motivo, se considerará
como fecha de aceptación, el último día del plazo de un año señalado por el DLTV o
el último día del plazo fijado por el librador para que se presente la letra a la
aceptación.
Si la letra de cambio, el término del vencimiento corre a partir del protesto.
En cuanto a los intereses, pueden contener una estipulación de intereses corrientes
las letras de cambio a la vista o a cierto plazo vista. En las letras con vencimientos
absolutos, ese tipo de cláusula se debe tener por no escrita.
Aun en las letras con vencimientos relativos, debe indicarse, también, el tipo de
intereses y si no se estipulan, la cláusula se tiene por no escrita.
Todo esto surge del art. 59 del DLTV, que dispone: “En una letra de cambio pagadera
a la vista o dentro de cierto plazo después de la vista, podrá estipularse por el librador
que la cantidad correspondiente devengue intereses. En cualquier otra letra de
cambio semejante estipulación se considerará como no escrita.
El tipo de interés deberá indicarse en la letra y, a falta de esta indicación, esta
cláusula correspondiente se considerará como no escrita.
Los intereses correrán a partir de la fecha que lleve la letra de cambio mientras no se
indique otra fecha al efecto.”
El art. 100 del DLTV se refiere a los intereses moratorios. Se establece que a partir
del vencimiento de la letra de cambio, se puede exigir los intereses al tipo fijado en el
título y si no hubiese sido estipulado, al tipo corriente bancario en la fecha de pago. El
art. 100, ns. 1 y 2, del DLTV establece:
“El portador puede exigir a aquel contra el cual ejercita su acción de regreso:
1. El monto de la letra de cambio no aceptada o no pagada con los intereses, si se
hubiesen estipulado.
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2. Los intereses, a partir del vencimiento de la letra de cambio, al tipo fijado en el


título, y si no hubiesen sido estipulados, al tipo corriente bancario en la fecha del
pago.”
El mismo interés se puede cobrar en la acción de reembolso. El art. 101 del DLTV
dispone:
“El que ha reembolsado la letra de cambio puede reclamar a sus garantes:
1. La suma íntegra desembolsada.
2. Los intereses de esta suma, calculados al tipo indicado en el inciso 2º del artículo
anterior, desde el día del desembolso.
3. Los gastos que hubiese hecho.”
5.4) Actos relacionados con la letra de cambio
5.4.1) Libramiento
La letra de cambio puede librarse de cuatro formas dependiendo del tipo de
vencimiento elegido por el librador. Vencimiento es la oportunidad en que debe
verificarse el pago. Es el día en que la obligación se hace exigible.
En esta categoría se encuentran la letra de cambio librada “a la vista” y la letra librada
“a cierto plazo desde la vista”.
El Decreto Ley de Títulos Valores n° 14.701 de 1977 (DLTV) prevé las cuatro
modalidades de vencimiento en el art. 78 que dispone: “La letra de cambio podrá
librarse:
I) A la vista.
II) A cierto plazo desde la vista.
III) A cierto plazo desde su fecha y
IV) A fecha fija.
Las letra de cambio que indiquen otros vencimientos o vencimientos sucesivos se
considerarán pagaderas a la vista.”
a) Efecto del libramiento: responsabilidad del librador
El DLTV establece que el librador garantiza que la letra sea aceptada y pagada (art.
60 y 106). Esto significa que, una vez librada la letra, el librador se hace responsable
por la aceptación de la letra y por el pago de la misma. Tanto la aceptación como el
pago son diligencias que realiza el girado.
¿Cómo se hace efectiva esta garantía? El tenedor debe presentar la letra al girado
para recabar su aceptación. Si éste no la acepta, entonces el girado no queda
obligado. El tenedor deberá protestar la letra para acreditar la falta de aceptación.
La no aceptación produce lo que se denomina “el vencimiento anticipado de la letra”
(art. 99). Como, por el art. 60, el librador garante la aceptación, el tenedor puede
reclamar el pago al librador de inmediato a pesar de que la letra aun no haya vencido.
Recordemos que el librador puede liberarse de la responsabilidad por la aceptación,
con una cláusula en la letra que diga: “no respondo de la aceptación”. El art. 60
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admite que el librador establezca que no responderá por la aceptación pero no puede
liberarse de su responsabilidad por el pago.
Garantía del pago
¿Cómo se hace efectiva? El tenedor debe presentar la letra al girado para reclamar el
pago. El girado puede pagar o no. Si paga habrá cancelado la obligación del librador
y con ello la suya propia. Si no la paga, el tenedor deberá formalizar el protesto.
Luego podrá reclamar su pago contra el librador.
Si el tenedor protesta tiene acción ejecutiva contra el librador, que ha garantido el
pago (art. 99). Tiene, además, acción ejecutiva contra el girado que aceptó, los
endosantes y los avalistas ya que todos son obligados cambiarios.
Si no protesta pierde acción cambiaria contra el librador, endosantes y avalistas; sólo
la conserva contra el aceptante (art. 106).
5.4.2) Aceptación
a) Concepto
La aceptación es el acto jurídico por el cual el girado admite la orden de pago que
contiene la letra y se obliga a pagarla a su vencimiento (art. 76 inc. 1).
La letra de cambio es una orden de pago del librador al girado. El girado no está
obligado cambiariamente por el solo hecho de ser mencionado en la letra; es
menester, para que quede obligado, que acepte. Recién con su aceptación deviene
en obligado. Su aceptación se manifiesta con la firma.
Una vez librada la letra, el tenedor debe presentarse ante el girado a los efectos de
recabar su aceptación. El girado puede aceptarla o negarse a hacerlo. Si la acepta,
entonces se obliga a pagarla una vez que se produzca el vencimiento. En otras
palabras, la aceptación tiene el efecto de convertir al girado en el obligado principal y
directo al pago de la letra.
Si el girado no acepta la letra, entonces no se hace responsable por el pago. Cabe
aclarar que aun cuando la letra no sea aceptada, ella es válida y produce sus efectos
respecto a los obligados cambiarios, que ya la han suscrito. Además, aunque no
acepte la letra, ello no libera al tenedor de tener que presentársela, nuevamente, al
pago, aunque sepa que no la va a pagar.
En resumen: la letra nació con la firma del librador y desde su nacimiento con esa
sola firma existen obligaciones y los derechos correlativos. La aceptación no es un
complemento esencial para que la letra produzca sus efectos. Lo que sucede
simplemente es que, en tanto no se acepte, el girado no es un obligado; aunque a su
respecto, el tenedor de la letra debe cumplir ciertas obligaciones o cargas: debe
requerirle la aceptación o pago y en caso de no aceptación o de no pago, formalizar
el protesto correspondiente.
Caracteres
La aceptación, por ser un negocio que tiene que ver con un título valor, reviste los
caracteres propios de los títulos valores.
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La obligación del girado nace por su sola declaración escrita de que acepta o por su
sola firma, que actúa como señal de aceptación. La fuente de su obligación en su
voluntad unilateral.
Consiste en una constancia escrita en el documento. La sola voluntad del girado de
aceptar aun cuando lo manifieste y exteriorice de cualquier modo y aun
documentalmente, no basta para que nazca una obligación cambiaria a su cargo.
Debe existir la constancia escrita de su aceptación en el propio documento.
La obligación contraída por el aceptante reviste el carácter de autonomía previsto por
el art. 8 del DLTV. El derecho correlativo que adquiere el portador es un derecho
literal y autónomo (art. 1).
El art. 74, inc. 1, dispone que la aceptación será pura y simple. El girado no puede
subordinar el pago de la letra al cumplimiento de una condición (art. 74, inc. 1).
La aceptación es irrevocable. No obstante, la ley autoriza que el girado - que tiene en
sus manos la letra ya que ha firmado la aceptación- antes de restituirla, tache su
aceptación. En tal caso debe tenerse por no aceptada.
Si aparece en una letra una aceptación tachada, la ley presume que la tachadura fue
realizada por el girado, antes de la restitución. Esta presunción admite prueba en
contrario. El portador, interesado en la responsabilidad del girado, podrá probar que la
aceptación fue tachada tiempo después de la aceptación.
Formalidades de la aceptación
La presentación es el acto por el cual se exhibe la letra de cambio al girado para que
ponga en ella su aceptación. El portador no tiene que entregar la letra pero la tiene
que exhibir, permitiendo que el girado estampe en ella su aceptación, si quiere
hacerlo.
La presentación de la letra para recabar la aceptación es una carga del tenedor (art.
69). Es una facultad que le beneficia, pues de contar con su aceptación, se refuerza
el valor de la letra. Si no la presenta para recabar la aceptación, nada impide que
luego la presente al vencimiento, exigiendo el pago al girado.
Hay un caso en que es obligatorio presentar la letra a la aceptación: cuando las letras
son a cierto plazo desde la vista. Por otra parte, el librador puede imponer la
obligación de que se presente o prohibir la presentación a la aceptación (art. 70).
Tiene capacidad para aceptar quien tiene capacidad para obligarse. Puede aceptar,
un mandatario aplicando las normas generales de la Ley (art. 21 y ss).
La aceptación es un acto formal. El art. 73 dispone que se escribirá en la misma letra.
No hay fórmulas sacramentales. Puede expresarse “acepto” o “conforme” pero basta
la sola firma del girado puesta en la letra y la firma estamparse en el anverso (art. 73).
Lo corriente es que el girado firme al pie de la letra, donde figura su nombre (art. 72).
El DLTV no establece la posibilidad de hacerla constar en hoja adherida, como se
prevé para el aval o para el endoso.
Efectos de la aceptación y de la falta de aceptación
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El girado que aceptó debe pagar, aun cuando no tenga fondos, porque la existencia o
no de fondos es irrelevante para el funcionamiento de la letra. El girado puede haber
aceptado sin tener provisión de fondos porque los esperaba y no los recibió o porque
simplemente concedió crédito al librador. En cualquiera de los casos, pagada la letra,
el girado tendrá una acción para reclamar al librador el importe pagado, pero se trata
de una acción extracambiaria.
El efecto principal de la aceptación consiste en que el girado se convierte en obligado
cambiario, siguiendo el principio genéricamente establecido de que todo aquél que
firme un título valor se obliga a pagarlo (arts. 8 y 9). El principio está expresamente
reiterado en los artículos 76 y 105 del Decreto Ley.
Tiene otro efecto importante. Refuerza el crédito que la letra ha incorporado, ya que
aumenta la confianza de que la letra será pagada a su vencimiento. Con la
aceptación, las letras obtienen un mayor respaldo pues, además de la firma del
librador tiene la firma del girado, ambos solidariamente responsables del pago, sin
perjuicio de las responsabilidades de endosantes y avalistas que pudieran haber
firmado. Ello contribuye, además, a facilitar su circulación pues el tenedor la ha de
colocar mejor en el mercado cuando la letra cuente con la aceptación del girado.
En las letras a cierto plazo desde la vista interesa la aceptación puesto que desde su
fecha empieza a correr el plazo señalado, con lo cual queda determinado el día del
vencimiento.
De acuerdo al artículo 99, literal B, inciso 1, si el girado no acepta la letra se produce
el vencimiento anticipado del derecho incorporado. Esto quiere decir que el tenedor
no tendrá que esperar al vencimiento de la letra; queda habilitado a presentarla
inmediatamente al pago.
Otro efecto es el protesto. El protesto es el acto formal que documenta la protesta del
tenedor frente a la negativa del girado. Es necesario para que, luego, puedan iniciarse
las acciones judiciales tendientes a su cobro.
El girado que no acepta, teniendo provisión de fondos, con su actitud afecta el crédito
del librador.
5.4.3) Pago
El art. 6 dispone que el ejercicio del derecho consignado en un título valor requiera la
exhibición del mismo. La presentación de la letra al pago, exigida por la ley, es
consecuencia de la aplicación de ese precepto general. Para reclamar el pago, el
portador debe exhibir o presentar la letra al obligado.
Además, el DLTV dispone que si el título es pagado, el portador debe entregarlo a
quien lo pagó (art. 6). De manera que se hace necesario presentar el documento a
quien debe pagarlo para, en caso de que éste pague, entregárselo. La presentación
al pago dependerá del vencimiento de la letra.
Para las letras a la vista, el vencimiento acaece el día de la presentación. En
consecuencia, respecto a estas letras no se requiere la previa aceptación: el portador
exige directamente el pago.
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La letra, con otros vencimientos, debe ser presentada al pago por el tenedor de la
letra el día en que debe pagarse o en uno de los dos días hábiles sucesivos. Así lo
dispone el art. 83.
El legislador ha previsto diversamente las dos situaciones. En el art. 106, para las
letras a la vista, dispone que la falta de presentación en el término de un año se
sancione con la caducidad de las acciones de regreso. En el art. 83, para las letras
con otros vencimientos, la falta de presentación no se sanciona especialmente. El
DLTV dispone que el tenedor debe presentarla pero nada dispone para el caso que
no se cumpla con el precepto legal. Entendemos que no hay sanción sin texto que la
imponga.
Sí hay sanción si la presentación notarial para realizar el protesto no se hace a
tiempo. El protesto fuera de tiempo será un protesto indebido y la letra quedará
perjudicada por cuanto se pierden las acciones cambiarias de regreso.
Efectos del pago
El girado puede pagar la totalidad de la letra o puede pagar parte de ella.
El artículo 85 del Decreto Ley, establece que el tenedor no puede rehusar un pago
parcial.
El pago total por parte del girado extingue la obligación del librador y la de todos los
demás firmantes de la letra de cambio: el girado, los avalistas y los endosantes. No
extingue las relaciones fundamentales que mantengan el librador y el girado. El
girado se convertirá en acreedor del librador si éste no le ha entregado fondos para
pagar la letra. El girado, al pagar la totalidad, tiene el derecho a exigir que se le
entregue la letra. Si ha efectuado un pago parcial, tiene derecho a exigir que se le
proporcione la letra a los efectos de colocar una constancia del pago que ha hecho
(art. 85).
Efectos de la falta de pago
El tenedor de la letra, aceptada y no pagada por el girado, debe protestar
formalmente para conservar las acciones tendientes a su cobro.
La letra que fue aceptada y, posteriormente, no se pagó, enerva la responsabilidad
del girado. En efecto, éste garantizó al librador el pago cuando aceptó. Si
incumpliendo su obligación no paga, es responsable frente al librador por los daños y
perjuicios ocasionados.
Si el librador entregó los fondos al girado para pagar, además de los daños y
perjuicios, el girado deberá el monto de la provisión de fondos. Si no hubo provisión
pero hubo pacto cambiario (según el cual el girado daría crédito al librador)
igualmente deberá los daños y perjuicios.
c) Efectos del pago parcial
El pago parcial solamente libera por la parte pagada. Para el caso de pago parcial, el
art. 85 establece, en su inc. 2, que el portador debe protestar por el resto que no se
pagó. Los efectos del protesto y de su omisión respecto al importe impago son
similares a los analizados en el caso de falta de pago.
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5.5) Protesto
El protesto es un acto auténtico y solemne por medio del cual se deja constancia de
determinados hechos, actos jurídicos u omisiones relativos a la letra de cambio. En
nuestro Derecho se formaliza con la intervención de un escribano público.
En materia de vales, el art. 124, inc. 1, del Decreto Ley de Títulos Valores n° 14.701
de 1977 (DLTV), excluye la necesidad del protesto para formar el título ejecutivo y
debe entenderse que aun sin protesto el tenedor conserva todas y cualquiera de las
acciones cambiarias.
En materia de cheques, el art. 39 del Decreto Ley de Cheques n° 14.412 de 1975,
impone a los bancos la obligación de hacer constar la negativa de pago en el propio
cheque, estableciendo que tal constancia tiene el carácter de protesto por falta de
pago. Si el banco girado se negara a poner tal constancia, sería procedente el
protesto de acuerdo al DLTV, para dejar constancia de la falta de pago y -
concomitantemente - de la omisión del banco en poner la constancia referida.
5.5.1) Clases
Los protestos se clasifican en dos categorías: los relacionados con el acto de
aceptación y los relacionados con el acto de pago. Hay muchos casos de protesto,
nosotros consideraremos los más importantes.
Protestos relacionados con la aceptación
Protesto por falta de aceptación
El portador tiene la facultad, en algunos casos, y, en otros, la obligación de recabar la
aceptación del girado. Si, al hacerlo, el girado se niega a aceptar, debe formalizarse
el protesto. También, debe protestarse si el girado que aceptó tacha su aceptación
antes de restituir el título (art. 77 DLTV).
Protesto por aceptación parcial
El art. 74, inc. 2, establece: “De admitirse por el tenedor una aceptación parcial
deberá protestarse por el resto.” Si el tenedor no admite la aceptación parcial
protestará por el todo. El Decreto Ley no lo dice, pero debe entenderse así, ya que es
facultad del tenedor admitir o no la aceptación parcial.
El protesto por aceptación parcial produce iguales efectos que el protesto por falta de
aceptación, respecto al importe por el cual se protesta. En consecuencia, el portador
puede exigir el pago anticipado de la parte que no fue aceptada por vía de regreso
pero debe esperar al vencimiento, para exigir del girado la parte que aceptó.
El obligado de regreso que paga anticipadamente sólo parte de la letra, no puede
exigir la letra, pero puede exigir: un recibo, que se anote en la letra su pago parcial y,
además, una copia certificada de la letra y del protesto. Con esos documentos puede
ejercer la acción de reembolso contra quienes son sus garantes.
Protesto al girado que quiere aceptar pero no puede o no sabe firmar
En virtud de lo que dispone el artículo 73, la aceptación debe constar en la misma
letra y debe ser firmada por el girado o por su representante (art. 7).
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Si el girado no puede o no sabe firmar y no tiene representante que firme por él, la
letra debe ser protestada por falta de aceptación, aun cuando el girado tuviera la
voluntad de aceptar. No dejar constancia de la aceptación en la forma que dispone la
Ley equivale a no aceptar.
Protestos por aceptación irregular
Dentro de este grupo podemos incluir varios casos:
Protesto por aceptación condicional: Cuando el girado, al aceptar, estipula una
condición, en nuestro concepto, es nula la condición y debe tenerse
por aceptada la letra (art. 74).
Protesto en caso de aceptación en que se incluye una modificación: La inclusión de
una modificación a la letra, en el acto de aceptar, equivale a una
negativa de aceptación (art. 74, inc. 3). En consecuencia, debe
protestarse a los efectos de conservar las acciones de regreso para el
cobro anticipado. Sin perjuicio de lo expresado, el portador conserva
acción directa contra el girado, que quedó igualmente obligado en los
términos de la letra con sus modificaciones.
Protesto de letras a cierto plazo desde la vista, aceptadas sin indicar fecha: En las
letras a cierto plazo desde la vista, el aceptante, al aceptar, debe
establecer la fecha de su aceptación (art. 73). La norma se explica por
cuanto, en este tipo de letras, el término empieza a correr a partir de la
fecha de la aceptación (art. 80). Si no se establece la fecha de
aceptación no puede determinarse la fecha de vencimiento. En
consecuencia, el tenedor tiene obligación de protestar. El efecto del
protesto, en este caso, es que se toma como fecha para determinar el
vencimiento. Los efectos de la omisión son varios.
Letras con obligación de presentar a la aceptación en un plazo determinado
La fijación de un término responde a la conveniencia de conocer rápidamente lo
resuelto por el girado y adoptar las previsiones del caso. En estas letras el girado
debe poner en la letra, al aceptar, la fecha de su aceptación y si el tenedor se lo
requiere la fecha de la presentación. Recordemos que la letra puede ser presentada
un día y aceptada en un día distinto, por aplicación del artículo 72, que admite que el
librado solicite se le presente en una segunda vez al día siguiente de la presentación.
Si el aceptante no pone fecha, tal como se le requiere, el portador debe protestar.
Sólo con el protesto se conserva acción anticipada de regreso contra el librador y los
endosantes (art. 73). Si no se protesta, se pierde la acción anticipada contra librador y
endosantes, se conserva acción contra el aceptante que no puso la fecha.
Análisis de la hipótesis de la letra que contiene prohibición de presentar la
aceptación
Si en el texto de la letra aparece la prohibición de presentarla a la aceptación, resulta
obvio que el tenedor no puede requerir la aceptación del girado y desde luego no
puede protestarla.
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Si, no obstante la prohibición, la presenta y protesta, por falta de aceptación ese


protesto no tendrá la eficacia analizada precedentemente: no producirá ningún efecto
y los gastos del protesto deberán ser absorbidos por quien solicitó la diligencia.

Protestos relacionados con el pago


Protesto por falta de pago
El pago debe exigirse, por el portador, el día del vencimiento o en uno de los dos días
hábiles sucesivos. Si el girado no paga, el tenedor debe formalizar el correspondiente
protesto (art. 89).
Protesto por pago parcial
Para el caso de pago parcial, el artículo 85 establece, en su inciso 2, que el portador
debe protestar por el resto que no se pagó.
Formalidades
El artículo 89 expresa que la negativa de la aceptación o del pago de la letra debe ser
comprobada mediante el protesto, que deberá hacerse por acta notarial, pero en el
artículo 94 del Decreto Ley se refiere a “las actas notariales que contengan las
diligencias del protesto”.
Existe sólo una contradicción aparente entre las dos normas. Estrictamente, el acto
del protesto se hace constar en una sola acta, tal como requiere el artículo 89, pero la
Ley impone, también, determinadas formas para el acta que debe labrar el escribano
cuando se le presenta la letra y se le pide su intervención para formalizar el protesto.
Se impone al escribano, asimismo, que protocolice las actas de presentación y de
protesto labrando la correspondiente acta de protocolización.
En total son tres actas las que se levantan: la de presentación, la de protesto
propiamente dicha y la de protocolización.
Las tres actas deben labrarse llenando requisitos legales que revisten carácter de
solemnidades. El artículo 94 establece las menciones que esencialmente deben
contener cada una de ellas. El incumplimiento de cualquier formalidad vicia el acto de
nulidad.
Para que el protesto tenga validez y eficacia debe efectuarse en las oportunidades,
en las condiciones y bajo las formas que la ley establece.
Resumidamente estas formalidades son las siguientes:
a) Presentación al escribano y acta de solicitud
La presentación al escribano debe efectuarse dentro de los dos días hábiles
siguientes a aquél en que la letra debía ser aceptada o pagada (art. 91).
El escribano labra, entonces, un acta de solicitud cuyo contenido esencial es el
siguiente:
1. el lugar, día, mes y año en que se realiza la presentación;
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2. referencia a la letra de cambio a protestar, especificando el lugar y fecha de


libramiento, cantidad y especie de moneda, plazo, nombre del librador, del tomador,
del girado y del avalista, fecha de los endosos, nombres de los endosantes y nombre
de los endosatarios, nombre de indicados y sus domicilios. La relación de datos se
puede sustituir por agregación al acta de copia fotostática de la letra. El Decreto Ley
establece que no es necesaria la traducción de los documentos redactados en otro
idioma.
Aunque el Decreto Ley no lo establezca, el acta debe contener el requerimiento del
portador de la letra de que se proteste la letra y su firma en el acta.
b) Protesto y acta de protesto
El escribano tiene dos días hábiles inmediatos siguientes al día de la presentación
para efectuar el protesto al girado (art. 91).
Realizado el protesto, el escribano labra un acta de protesto con el contenido
siguiente:
1. El lugar, día, mes y año de la diligencia.
2. La intimación hecha a la persona que debe aceptar o pagar la letra o no
estando presente, a la que sea intimada en nombre de ella y la respuesta dada
o la atestación de que no dieron ninguna.
3. La conminación de gastos y perjuicios contra todos los obligados a las resultas
de la letra.
4. Mención de haber entregado copia firmada por el escribano actuante y si
hubiere agregado copia fotostática de la letra, entrega de otro ejemplar
también firmado por el escribano, del documento que se protesta.
5. La interpelación para que el protestado firme el acta y si no pudiere hacerlo o
se negase a verificarlo, la constancia de esa circunstancia.
c) Acta de protocolización
Finalmente, el escribano protocoliza las actas anteriores mediante el acta de
protocolización. Debe efectuarlo al día siguiente de los dos días hábiles que tiene
para formalizar el protesto.
5.5.3) Efectos
Efectos de la realización del protesto por falta de aceptación o por aceptación
parcial
El portador de la letra protestada por falta de aceptación puede, si quiere, ejercer las
acciones ejecutivas, anticipadamente, antes del vencimiento (art. 99, n. 1, lit. B). La
acción es ejecutiva por lo dispuesto en el artículo 107.
De modo que con el protesto por falta de aceptación, la letra se convierte en título
ejecutivo contra el librador. El portador no tiene acción contra el girado porque,
precisamente, éste no aceptó.
Es facultativo para el portador exigir el pago anticipado. Puede, por lo contrario,
esperar el vencimiento y volver a presentarse ante el girado para exigir el pago.
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Como es obvio, si el portador promueve acción para el cobro de la letra


anticipadamente, se hace innecesaria y superflua la presentación de la letra al
vencimiento para requerir su pago.
No obstante, lo que terminamos de expresar, el art. 89 inc. 2 de la nueva ley
establece: “El protesto por falta de aceptación no exime al tenedor de la letra de la
obligación de protestarla de nuevo si no se pagase”. Entendemos que esta norma
sería aplicable cuando el portador renuncia al ejercicio de la acción anticipada.
Porque, insistimos, si el tenedor puede de inmediato ejercer las acciones de regreso
para obtener el pago y sí lo hace, no tiene sentido que se le obligue a protestar por
falta de pago.
También, funcionaría la norma en el caso en que el protesto por falta de aceptación
no provoque el vencimiento anticipado, esto es, en las letras a cierto plazo desde la
vista (art. 80 Decreto Ley) o en las letras con la mención “no aceptable”.
En el caso de una aceptación parcial se aplica el artículo 74, inciso 2. Esta norma
establece: “De admitirse por el tenedor una aceptación parcial deberá protestarse por
el resto”. Si el tenedor no admite la aceptación parcial protestará por el todo. La ley no
lo dice, pero debe entenderse así, ya que es facultad del tenedor admitir o no la
aceptación parcial. El protesto por aceptación parcial produce iguales efectos que el
protesto por falta de aceptación, respecto al importe por el cual se protesta. En
consecuencia, el portador puede exigir el pago anticipado de la parte que no fue
aceptada por vía de regreso, pero debe esperar al vencimiento para exigir del girado
la parte que aceptó.
El obligado de regreso que paga anticipadamente sólo parte de la letra, no puede
exigir la letra, pero puede exigir: 1. un recibo, 2. que se anote en la letra su pago
parcial y, además, 3. una copia certificada de la letra y del protesto. Con esos
documentos puede ejercer la acción de reembolso contra quienes son sus garantes.
Efectos de la realización del protesto por falta de pago o pago parcial:
formación del título ejecutivo
Si el tenedor protesta por falta de pago, la letra adquiere calidad de título ejecutivo
para accionar contra todos los obligados cambiarios con acciones judiciales
ejecutivas tendientes a lograr el cobro inmediato de la prestación. Si la letra no se
protesta, el tenedor pierde estas acciones cambiarias (art. 106). El tenedor, aun
cuando no la proteste, tiene acción contra el girado aceptante, pero no tiene la acción
ejecutiva que acuerda el artículo 107. En caso de pago parcial, los efectos son los
mismos en la parte que no se pagó y se protestó.
Efectos de la no realización del protesto por falta de aceptación o pago
Si no se protesta la letra por falta de aceptación, el portador pierde el beneficio del
vencimiento anticipado. Debe esperar al vencimiento y presentar la letra al pago y en
defecto de pago, debe protestarla. Si la letra no se protesta por la falta de pago, el
tenedor pierde las acciones cambiarias contra el librador (art. 106). Sin embargo,
conserva la acción contra el girado aceptante, pero no tiene la acción ejecutiva que
acuerda el artículo 107.
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5.5.5) Prescripción de las acciones contra una letra de cambio


El artículo 116, al establecer los plazos de prescripción de las letras de cambio, tiene
en cuenta sus elementos personales específicos. En esta disposición se prevé
distintos plazos de prescripción.
Prescripción de las acciones contra el aceptante
Toda acción contra el aceptante (obligado principal y directo), prescribe en el plazo
de tres años. El plazo se cuenta desde la fecha de vencimiento.
Prescripción de las acciones del portador contra endosantes y librador
La acción del portador contra endosantes y librador (obligados de regreso) prescribe
al año. El plazo se cuenta desde la fecha del protesto formalizado en tiempo útil y
desde el vencimiento de la letra si ésta no fuera protestable.
Prescripción de las acciones de reembolso
La acción del endosante que pagó la letra o que ha sido demandado por acción de
regreso, contra los otros endosantes y contra el librador, prescribe a los seis meses.
El plazo se cuenta desde le día en que el endosante pagó o desde aquél en que se le
notificó la demanda.
Prescripción de las acciones de enriquecimiento injusto
La acción de enriquecimiento injusto prescribe al año. El plazo se cuenta desde el día
en que se perdió la acción cambiaria.
6) Vale, conforme y pagaré
6.1) Distinción entre vale, conforme y pagaré
La Ley usa tres nombres: vales, pagarés o conformes. ¿A qué obedece la distinta
terminología?
La palabra “conforme” nació en la práctica de los negocios y se usaba, hasta la
sanción de la Ley, para designar al título en que se emitía para documentar el
financiamiento en el pago del precio en un contrato de compraventa de mercaderías.
En nuestra práctica, antes del Decreto Ley n° 14.701, era de uso extender un vale o
pagaré para documentar la obligación de pagar cuya causa fuese un contrato de
préstamo y un conforme para documentar la obligación de pagar cuya causa fuese un
contrato de compraventa de mercadería.
El decreto ley 14.701 recoge la terminología de la práctica, incorporándola al texto
normativo pero no establece ningún elemento que sirva para distinguir el vale, el
conforme y el pagaré. Cuando la Ley dispone el contenido de sus enunciaciones no
introduce variantes que permitan diferenciar un documento de otro. De acuerdo a lo
que resulta del texto legal, están sometidos a la misma disciplina jurídica.
En rigor, los tres vocablos: “conforme, vale y pagaré”, designan una misma cosa, esto
es, un título valor en el cual el librador promete pagar una cantidad de dinero. Cabe
destacar que el legislador los ha asimilado, puesto que el nomen juris del Capítulo II y
los artículos que contiene, usan la conjunción “o” marcando que se trata del mismo
instrumento denominado indistintamente, según los usos comerciales.
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6.2) Concepto
El vale es un título valor que contiene la promesa de quien lo suscribe de pagar una
suma de dinero. En su funcionamiento básico participan dos personas: el librador,
que es quien se obliga a pagar, y el beneficiario, que es la persona que ha de recibir
el pago. Puede tener la siguiente redacción:
Puede no indicar el nombre del beneficiario. Quien crea un vale a favor de una
persona determinada, lo hace porque está previamente vinculado con esa persona
por un negocio jurídico que se llama relación extracartular o relación extracambiaria o
relación fundamental.
Veamos algunos ejemplos.
Una persona A obtiene un préstamo de dinero de B. En virtud de este contrato de
préstamo, A es deudor de la suma prestada respecto a B.
Una persona A compra mercaderías a otra persona B y en virtud de ese contrato de
compraventa A debe el importe del precio a B. En los dos ejemplos la relación entre A
y B ha generado un crédito de B contra A.
La diferencia más notoria de la letra con el vale son los elementos personales que
figuran en ella.
En el vale, el firmante se obliga a pagar una cantidad de dinero a la persona
designada; se dan dos personas: librador y beneficiario o tomador.
En la letra, quien la libra, ordena el pago a una tercera persona. En la letra se agrega,
respecto al vale, una tercera persona que es el girado. Así se designa a la persona a
quien se imparte la orden. Ese girado no estará obligado sino cuando estampe su
firma en la letra, en señal de aceptación.
6.3) Contenido de los vales, pagarés y conformes
El vale, conforme o pagaré, es un documento formal. Debe contener ciertas
enunciaciones que revisten carácter esencial y otras en que la Ley prevé las
consecuencias de una omisión. La nómina de las enunciaciones esenciales resulta,
en principio, de lo dispuesto por el art. 3 del Decreto Ley de Títulos Valores n° 14.701
de 1977 (DLTV): "Además de lo dispuesto para cada título valor en particular, tanto
los tipificados por la Ley como los consagrados por los usos deberán llenar los
requisitos siguientes:
1. El nombre del título valor de que se trate
2. La fecha y el lugar de creación.
3. El derecho que en el título se incorpore.
4. El lugar y la fecha del ejercicio de tal derecho.
5. La firma de quien lo crea."
Según los términos del propio art. 3 hay, también, que considerar lo dispuesto para
cada título valor en particular, que en el caso de los vales se encuentra establecido en
el art. 120: "El vale, pagaré o conforme, además de los requisitos que establece el
artículo 3 debe contener la denominación de vale, pagaré o conforme inserta en el
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texto del mismo documento y expresada en el idioma en que se ha redactado y la


promesa incondicional de pagar una suma determinada de dinero."
El vale, conforme o pagaré es un documento formal. Debe contener ciertas
enunciaciones que revisten carácter esencial y otras en que le DLTV prevé las
consecuencias de una omisión.
La nómina de las enunciaciones esenciales resulta, en principio, de lo dispuesto por
el art. 3: "Además de lo dispuesto para cada título valor en particular, tanto los
tipificados por la Ley como los consagrados por los usos deberán llenar los requisitos
siguientes..."
Según los términos del propio art. 3 hay, también, que considerar lo dispuesto para
cada título valor en particular, que en el caso de los vales se encuentra establecido en
el art. 120.
El n° 1 del art. 3 dispone que se deberá consignar el “nombre del título valor de que
se trate”. El art. 120, por su parte, exige que, “además de los requisitos que establece
el artículo 3”, el documento contenga “la denominación de vale, pagaré o conforme
inserta en el texto del mismo documento y expresada en el idioma en que se ha
redactado”.
Cuando el art. 120 impone que en el texto figure “la denominación vale, conforme o
pagaré”, lo que pretende es que las palabras “vale, conforme o pagaré” aparezcan
como sustantivo. Por lo tanto, la inclusión de cualquiera de estas palabras con
cualquier otra función gramatical, supone un incumplimiento del precepto legal.
Como se advierte de la simple lectura del art. 120, no basta que la denominación
“vale, conforme o pagaré” aparezca en cualquier lugar del documento. Alguna de
esas denominaciones debe figurar “inserta en el texto del mismo documento”.
Como un segundo requisito, el art. 120 impone que “la denominación vale, conforme
o pagaré” sea “expresada en el idioma en que se ha redactado” el título. Está claro
que no es indispensable que la denominación del título aparezca en idioma español.
Lo único que el art. 120 exige es concordancia entre el idioma en que se redacta el
título y su denominación.
Lo específico de este título valor es que debe contener “la promesa incondicional de
pagar una suma determinada de dinero” y que la denominación “vale”, “pagaré” o
“conforme” esté inserta en el texto (art. 120 DLTV).
Si existe una condición, el documento de que se trate no será un vale. Si con ese
documento se promueve una acción ejecutiva cambiaria, el ejecutado podrá
interponer la excepción de inhabilidad del título. Ello es así porque, de admitirse el
título, habría que admitir la prueba del cumplimiento o incumplimiento de la condición,
extraña al documento, y ello es contrario al principio cambiario de literalidad.
El derecho incorporado en el título, en el caso de los títulos valores, es una suma
determinada de dinero. Un vale en el que se expresare que por ese título el suscriptor
pagará todo lo que adeude a Fulano de Tal o el saldo deudor que arroje una cuenta
corriente con un banco, carece de valor porque no contiene la obligación de pagar
una suma determinada de dinero.
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De las enunciaciones referidas en los ns. 2 y 4 del art. 3, respecto a fechas y lugares -
a pesar del tono imperativo del acápite de dicho artículo - sólo sería esencial la fecha
de creación. El lugar de creación y el lugar de pago, podrían no figurar en el título,
siempre y cuando pudiera aplicarse alguna de las soluciones subsidiarias previstas en
el DLTV.
El n° 2 del art. 3, establece que se debe indicar el día, mes y año, en que el título se
crea. La fecha sirve para determinar la capacidad de quien crea el documento.
Además, sirve como punto de partida de distintos términos legales. Así, por ejemplo,
en materia de vencimientos, la fecha tiene la mayor importancia si se emite a cierto
plazo desde su fecha (art. 78).
En principio, se debe estipular el día, mes y año en que puede exigirse la prestación
debida. Sin embargo, en materia de vales, no es una enunciación esencial pues, si
falta, el DLTV presume que es pagadera a la vista (art. 56, inc. 2).
El art. 3, n° 2, del DLTV establece que los títulos valores deberán contener una
mención con su lugar de creación. Si no se estipulara el lugar de creación debe
aplicarse el art. 56, inc. 4, en función de la remisión que el inc. 3 del art. 125 efectúa a
las disposiciones relativas a la letra de cambio: “La letra de cambio que no indique el
lugar de su creación se considerará librada en el lugar designado junto al nombre del
librador”.
De modo que, en principio, no se trataría de una enunciación esencial. No obstante, si
no figura lugar alguno junto al nombre del librador, no existiría posibilidad alguna de
integrar la omisión, lo que producirá la inhabilidad del título.
El art. 3 n° 4 del DLTV establece que los títulos valores deberán contener una
mención con su lugar de ejercicio del derecho incorporado en el título. La mención
debe especificar la calle, el número, el apartamento u oficina (en su caso) y la ciudad.
Eventualmente, si hubiera posibilidad de confusión, hasta el país donde se ubica la
ciudad (para evitar aquellos casos en que existen ciudades homónimas en países
diversos).
Esa referencia precisa existe en el art. 84: "La letra de cambio debe presentarse para
el pago en el lugar y dirección indicados en el título".
El domicilio del librador está mencionado en el art. 3, inc. 2, como solución sustitutiva
para el caso en que no se mencione el lugar de pago del vale. Así mismo, se
encuentra mencionado en el art. 56, inc. 4, como solución sustitutiva para el caso en
que no se estipulara el lugar de creación.
Por otra parte, establecer el domicilio del librador es relevante, cuando se trata de
determinar la Ley que ha de regir la capacidad de dicho librador puesto que, según lo
dispuesto por el art. 2.393 del CC, la capacidad de las personas se rige por la Ley de
su domicilio.
6.4) Cláusulas facultativas y cláusulas no permitidas
6.4.1) Menciones facultativas
El Decreto Ley de Títulos Valores n° 14.701 de 1977 autoriza la inclusión en los vales,
conformes o pagarés, de ciertas enunciaciones facultativas. Ellas se mencionan en el
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art. 125: "Los vales, pagarés y conformes pueden ser extendidos a la vista, a cierto
plazo desde su fecha y a fecha fija. Pueden asimismo, tener vencimientos sucesivos y
en tal caso, podrá pactarse, expresamente, que el no pago de una o varias cuotas
haga exigible el documento.
Podrán también incluirse en los vales, pagarés y conformes, otras cláusulas, tales
como las que estipulen el pago de intereses corrientes o moratorios; la de
constitución en mora por el solo vencimiento de los plazos estipulados para el pago
de capital e intereses; la de constitución de domicilio y la de atribución de jurisdicción.
En lo no expresamente previsto, son aplicables a los vales, pagarés y conformes, en
lo pertinente, las disposiciones generales de la presente Ley y las especiales relativas
a la letra de cambio."
a) Vencimientos
Vencimiento es la oportunidad en que debe verificarse el pago. El art. 125, en su
redacción actual, autoriza que los vales se extiendan a la vista, a cierto plazo desde
su fecha y a fecha fija. También, autoriza que se pacten vencimientos sucesivos y,
para tal caso, se admite que se estipule que la falta de pago de una o más cuotas
sucesivas hará exigible el pago de toda la suma adeudada.
En caso de que no se estipule el día, mes y año en que puede exigirse la prestación
debida, se presume que es pagadero a la vista, por aplicación de la norma sobre
letras (art. 56, inc. 2).
b) Cláusula de interés
El DLTV prevé que se pueda estipular en el vale el pago de intereses corrientes o
moratorios, en el inc. 1 del art. 125: "Podrán también incluirse los vales, pagarés y
conformes, otras cláusulas, tales como las que estipulen el pago de intereses
corrientes o moratorios...".
Se denomina "intereses corrientes" o "compensatorios" a aquellos que se generan
desde la fecha del libramiento hasta el vencimiento. Los intereses corrientes
constituyen una compensación al acreedor por el uso de su capital en la operación de
préstamo o en el crédito concedido, subyacente al título creado.
La norma es opuesta a la del art. 59. En materia de letras de cambio, sólo es
admisible pactar determinado interés corriente en las letras a la vista. Tratándose de
vales se podrá pactar en todos los casos.
Se denomina "intereses moratorios" o "punitorios" a aquellos que se pueden percibir a
partir del vencimiento. Los intereses moratorios tienen naturaleza sancionatoria;
constituyen una liquidación anticipada de los daños y perjuicios sufridos por el
acreedor que, al vencimiento, no recibe el capital que se le adeuda.
En materia de letras de cambio no es necesario pactar intereses moratorios, porque
los arts. 100 y 101 del DLTV, prevén que se deben intereses moratorios, aun cuando
no se hayan estipulado.
c) Otras menciones facultativas
Cláusula de mora automática
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El art. 125, inc. 2, prevé que se puede incluir en el vale la mención de constitución en
mora por el solo vencimiento de los plazos estipulados para el pago de capital e
intereses.
Atribución de jurisdicción y constitución de domicilio
Atribución de jurisdicción: Esta mención contempla una práctica de nuestro
medio por la cual, en los vales, se atribuye competencia privativa al juez de
una localidad o se autoriza al acreedor a elegir entre los jueces de uno u otro
lugar (art. 125, inc. 2).
Constitución de domicilio: La constitución de domicilio puede ser estipulada
a los efectos del juicio que se pudiera promover y a otros efectos como la
presentación al cobro, el protesto o el envío de telegrama colacionado (art. 3
DLTV). Si se constituye domicilio es a todos los efectos judiciales y
extrajudiciales tendientes al cobro de vales.
Si se omite la inclusión de una mención de constitución de domicilio y no se indica
lugar de cumplimiento se tiene como tal el domicilio del creador del título (art. 3, inc.
2) a todos los efectos judiciales y extrajudiciales.
Enunciaciones relacionadas con el beneficiario
Los vales pueden ser librados "a la orden", "no a la orden" o "al portador".
Se considera “a la orden” el vale que contenga el nombre del beneficiario (art. 32, inc.
3, y art. 36). No es necesario incluir una mención que diga “a la orden”. Como
consecuencia de la consignación del nombre del beneficiario, no basta la entrega
para trasmitir el vale, se requiere, previamente, su endoso.
El DLTV no prevé, pero tampoco prohíbe, que un vale creado con inclusión del
nombre del beneficiario, lleve la cláusula “no a la orden” o “no endosable” u otra
similar. En éste caso, la transmisión del vale requiere el contrato de cesión de
créditos no endosables, seguido de su tradición.
Vale al portador es aquél en el cual no figura el nombre del beneficiario. Para que un
vale sea al portador, no es necesario que se estampe la mención “al portador”. En
efecto, el art. 52 del DLTV establece: “Son títulos al portador los que no se expidan a
favor de persona determinada, aunque no contengan la cláusula ‘al portador’ y su
trasmisión se producirá por su simple tradición.”
El vale que contiene la mención “al portador” o en el que no figura el nombre del
beneficiario, se trasmite por su mera entrega.
6.4.2) Consecuencias de la inclusión de cláusulas no permitidas
a) Cláusula que establece una condición
Supongamos que se agregue a un vale una cláusula que establezca que se pagará el
importe consignado si se produce una determinada condición futura. En tal caso, se
transgrede el art. 120 del Decreto Ley 14.701 que dispone que el vale contenga una
promesa incondicional de pago.
b) Cláusulas que "causan" el título
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Por ejemplo, un vale se emite en pago del precio de una compraventa y en él se


estipula expresamente que se relaciona con la compraventa de cierta mercadería y
que el pago se realizará toda vez que se haya entregado la mercadería en el tiempo y
forma convenidas. En el caso del ejemplo, también, se desnaturaliza el vale, pues
pierde uno de los atributos que la ley le confiere, esto es, la abstracción. Incluso,
desnaturaliza el vale la cláusula "por igual valor recibido" pues, también, le hace
perder uno de sus atributos característicos: la abstracción.
Cuando el librador emite un documento donde se refiere a la relación fundamental,
está anulando uno de los elementos que indiscutidamente, hacen a la esencia de
cualquier título valor de contenido dinerario: la abstracción. El pretendido "vale", por lo
tanto, queda desvirtuado como título ejecutivo cambiario. El título no es abstracto sino
en cau sa do. La mención incorporada en un vale, que alude al negocio fundamental,
desnaturaliza el título transformándolo en un documento que pierde la característica
de la abstracción y, por lo tanto, lo transforma en un documento que no es un título
valor de contenido dinerario.
La cláusula de aceleración
La cláusula suele establecer que el documento se hará exigible antes del plazo
estipulado, si el firmante deja de pagar otras deudas contraídas con el mismo
beneficiario.
En una variante, se establece en un vale, que la falta de pago a su vencimiento hará
exigible el saldo de otros vales que el deudor tuviere pendientes con el mismo
acreedor o endosatario, operándose la caducidad de sus plazos. En esta segunda
fórmula, el vale no establece una fórmula alternativa de su propio vencimiento sino
que prevé que, para el caso de falta de pago, se harán exigibles otros vales o
conformes que el “deudor” tuviere pendiente con el mismo acreedor. Claro está, que
presupone la existencia de una serie de vales, que estarían encadenados por esta
cláusula. De modo que, si se incumple con el primer vale, se harían exigibles todos
los demás, a pesar de que en su tenor literal establezcan un vencimiento diferente. El
objetivo final, entonces, es que el plazo de cada vale dependa de los términos en que
está redactado otro documento.
En el Derecho esta cláusula no es admisible, puesto que supone que el título posea
dos fechas de vencimiento: una cierta y otra condicional. Esto contradice el principio
general en materia de títulos valores que reza que el deudor no puede ser obligado a
pagar antes del vencimiento, concretándose su obligación al plazo cierto que figura
literalmente en el título. El acreedor no puede disponer de este plazo a su antojo, ni
mediante una forma alternativa de vencimiento.
7) Cheques
7.1) Cheque común
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El art. 2 del Decreto Ley de Cheques n° 14.412 dispone: “El cheque común es una
orden de pago pura y simple, que se libra contra un banco en el cual el librador debe
tener fondos suficientes depositados a su orden en cuenta corriente bancaria o
autorización expresa o tácita para girar en descubierto”.
La fórmula impresa que el banco entrega, ya contiene parte de las enunciaciones que
todo cheque debe contener, dejando espacios en blanco que deben ser llenados por
el librador. Debe tener la siguiente redacción:
El concepto legal nos dice tres cosas sobre el cheque común:
que es una orden de pago pura y simple;
que esa orden se libra contra un banco;
que el librador debe tener fondos suficientes depositados a su orden en cuenta
corriente bancaria o autorización expresa o tácita para girar en descubierto.
7.1.1) El cheque como orden de pago de pago pura y simple
El cheque contiene una orden de pago, pues el librador ordena al banco pagar un
importe de dinero. El banco cumplirá la orden impartida, porque se ha obligado a ello
por el contrato de cuenta corriente y debitará su importe de la cuenta del librador.

Caracteres de la orden
La orden debe ser pura y simple, lo que significa que el librador no puede
condicionar su orden, lo que es coherente con los atributos de autonomía y
abstracción que dominan a todos los títulos valores.
Además, el art. 32, establece que esta orden es irrevocable, es decir no puede
ser revocada una vez impartida. La revocación del cheque, fuera de los casos
previstos por el legislador, está sujeta a responsabilidad penal (art. 58). Por
otra parte, las hipótesis de avisos cursados al banco por el librador, que
pudieran impedir el pago, no son, estrictamente, hipótesis de revocación (art.
36).
7.1.2) El cheque como orden librada contra un banco
Tal como surge de la definición del cheque y del estudio de sus enunciaciones,
resulta que pueden intervenir en un cheque las siguientes personas: el librador, el
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banco girado y el beneficiario, sin perjuicio, de la participación de endosantes y


avalistas (como en vales y letras).
El banco girado no se comporta como el girado de una letra de cambio. No acepta el
cheque y, por lo tanto, no se constituye en deudor de su importe. El art. 11 establece:
"El cheque no puede ser aceptado. Toda mención de aceptación puesta en el cheque
se reputa como escrita."
El librador ordena un pago al banco, pero el banco no asume la obligación de pagar el
cheque que contiene ese mandato, frente a su tenedor. Está obligado a atender los
cheques girados, pagándolos si hay provisión y si se presentan en tiempo y forma,
solo frente al librador con quien ha celebrado un contrato de cuenta corriente. En
virtud de ese contrato se ha comprometido, frente al cuenta correntista, a pagar los
cheques que él gire contra su provisión.
El banco no puede ni debe aceptar el cheque, pues ello le está prohibido por el art.
11. En consecuencia permanece ajeno a las obligaciones propias de cada cheque.
No se constituye en obligado “cambiario”. Su posición es distinta a la del girado de
una letra de cambio, que puede aceptar y al hacerlo se convierte en un nuevo
obligado por su importe.
El vínculo que une al librador con el banco es el contrato de cuenta corriente. El
contrato de cuenta corriente es un contrato normativo dentro de cuyo marco se
celebran otros contratos: depósitos de dinero, apertura de créditos. El libramiento de
cheques y su pago se efectúan en el marco del contrato de cuenta corriente para el
retiro del dinero depositado o para la utilización del crédito acordado.
7.1.3) Provisión de fondos suficientes o autorización para girar en descubierto
La definición contiene una referencia a la relación previa que debe existir entre el
librador y el banco: el contrato de cuenta corriente bancaria.
En efecto, la razón por la cual el banco recibe y cumple con la orden de pago, es
porque entre el banco y el cliente existe, previamente, un contrato de cuenta corriente
bancaria. La existencia del cheque, por disposición legal, depende de la previa
apertura de una cuenta corriente bancaria por el librador.
a) Concepto de cuenta corriente bancaria
La cuenta corriente bancaria es el contrato convenido entre un banco y su cliente, por
el cual aquél se obliga a realizar por cuenta de éste, todas las operaciones inherentes
al servicio de caja, contabilizando puntual y sistemáticamente los ingresos y egresos
de fondos.
Es un contrato de naturaleza instrumental porque puede servir a otros dos contratos:
el contrato de apertura de crédito y el contrato de depósito bancario.

b) La provisión de fondos
El decreto ley de cheuques exige que la cuenta corriente bancaria tenga provisión de
fondos. El librador no sólo debe haber celebrado un contrato de cuenta corriente sino
que, también, debe haberlo perfeccionado realizando o un depósito o solicitando la
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apertura de determinado crédito. En ello justamente consiste la provisión de fondos:


el derecho de disponer de lo depositado, o el derecho de disponer del crédito
concedido.
Requisitos
La provisión de fondos debe cumplir los siguientes requisitos: liquidez, suficiencia y
disponibilidad.
Liquidez: En la cuenta corriente, debe haber dinero depositado, lo que confiere
al librador un crédito contra el banco. Liquidez significa que no debe ser
necesario efectuar una liquidación para determinar el monto de ese crédito.
De acuerdo a la definición de cheque, la provisión debe existir en el momento en que
el cheque se crea. Ello es así porque el tenedor puede presentarlo inmediatamente
de recibido. Sin embargo, por aplicación de otras normas de la misma Ley, puede
deducirse que lo que interesa es que la provisión exista en el momento en que el
beneficiario o tenedor se presente al banco girado a cobrarlo. Es en ese momento en
que debe existir la provisión porque, de lo contrario, el banco no lo paga (art. 36, inc.
2).
Cuando el banco paga, debe controlar que exista provisión de fondos en el momento
de la presentación, sin que deba verificarse su suficiencia en la fecha de la creación.
El art. 58, lit. E, no sanciona el libramiento de cheque sin fondos sino al que librare un
cheque que, al tiempo de la presentación, careciere de provisión suficiente.
Suficiencia: La provisión de fondos debe ser suficiente, es decir debe alcanzar
para cubrir el importe total del cheque. En nuestra Ley, el tenedor de un
cheque no está obligado a recibir un pago parcial.
Disponibilidad: La provisión debe ser disponible. La disponibilidad de los
fondos es otorgada al librador por el contrato de cuenta corriente bancaria.
Puede suceder que esos fondos hayan sido objeto de un embargo; en ese
caso los fondos existirán, pero no estarán disponibles porque se encuentran
afectados por un embargo y en consecuencia no pueden destinarse al pago
del cheque.
Efectos de la inexistencia de provisión
El cheque es válido: Si la provisión integra la definición del cheque, podría
interpretarse que, faltando la provisión, el cheque no existe o el cheque es
nulo. Se ha considerado que tal sanción sería ineficaz y el legislador no la ha
adoptado, aun cuando ello sería el efecto normal a partir de la definición legal
del cheque.
Se ha estimado que el portador no está en condiciones de conocer las relaciones
entre librador y banco girado, y que la nulidad del cheque le afectaría. Manteniendo
su eficacia, el tenedor podrá accionar contra los obligados: librador y endosantes.
Entendemos que la inclusión de la referencia a la provisión de fondos – como la que
se efectúa al contrato de cuenta corriente – como elemento de la definición no fue
adecuada.
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Si una persona libra un cheque sin tener cuenta corriente o teniéndola, sin haber
efectuado una provisión de fondos suficiente, habrá creado un documento, al cual se
le ha de aplicar, de todos modos, la legislación específica sobre cheques.
El banco, en la hipótesis precedente, no pagará el cheque pero éste habrá sido
emitido, habrá circulado creando las responsabilidades consiguientes a cargo de su
creador y de sus endosantes.
El cheque es irregular: El cheque emitido sin provisión será formalmente válido
pero, al mismo tiempo, irregular. Como consecuencia de su irregularidad, el
cheque no será pagado por el banco girado, pero el tenedor podrá exigir su
pago de los obligados, librador y endosantes, mediante el ejercicio de la acción
ejecutiva acordada al cheque por este decreto ley (art. 39, inc. 3).
El DLCh establece que los obligados responden no sólo por el importe del cheque
sino, también, por sus intereses y los gastos que se hubieran originado (art. 42).
Además de las responsabilidades civiles, el DLCh prevé la responsabilidad penal del
librador. La insuficiencia de fondos constituye, un elemento de una figura delictiva
descripta en el art. 58, lit. E.
En fin, el libramiento de cheques sin provisión de fondos apareja la aplicación de
sanciones administrativas de suspensión o clausura de las cuentas corrientes del
librador (arts. 62 y ss. DLCh).
Resumiendo: el cheque sin provisión es válido pero irregular. Produce ciertos efectos
pero impide su efecto normal: el pago por el banco.
c) Autorización para girar en descubierto
La autorización concedida para girar en descubierto tiene que emanar de un contrato
de apertura de crédito. No obstante, el Decreto Ley prevé en la definición, la
existencia de autorizaciones tácitas para girar en descubierto.
¿Cuándo puede haber autorización tácita? Se puede considerar que hay tal
autorización, cuando un banco ha atendido cheques en descubierto en forma
repetida, lo cual, en el momento actual, no puede hacerse sino en determinadas
condiciones establecidas por el Banco Central del Uruguay.
7.1.4) Enunciaciones esenciales
Por disposición del art. 17 del Decreto Ley de Cheques n° 14.412, los cheques deben
extenderse en libretas ya impresas que los bancos entregarán a sus clientes. En
efecto, el artículo citado dispone lo siguiente: “Los bancos entregarán a sus clientes,
bajo recibo, libretas impresas y talonarios de cheques con numeración correlativa”. En
ocasión del pago, el banco sólo pagará los cheques girados por un librador, cuando
hayan sido extendidos en la libreta entregada.
La fórmula impresa que el banco entrega ya contiene parte de las enunciaciones que
todo cheque debe contener, dejando espacios en blanco que deben ser llenados por
el librador.
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Las enunciaciones que debe contener el cheque común, están establecidas en el art.
4 del Decreto Ley. Este artículo dispone: “El cheque debe contener las siguientes
enunciaciones:
1. La denominación 'cheque' inserta en el texto del documento, expresada en el
idioma empleado para su redacción.
2. El número de orden impreso en el documento y en los talones, si los tuviese.
3. La indicación del lugar y de la fecha de su creación y la indicación del lugar donde
debe efectuarse el pago.
4. El nombre y el domicilio del banco contra el cual se libra el cheque.
5. La expresión de si es a favor de persona determinada o al portador.
6. La orden incondicionada de pagar una suma determinada de dinero, expresada en
números y en letras, especificando la clase de moneda.
7. La firma del librador.”
Entre las menciones transcriptas, hay algunas que son esenciales, es decir que si
faltan el cheque es jurídicamente inexistente. Otras, en cambio, son facultativas es
decir que pueden o no incluirse en su redacción.
Enunciaciones preimpresas
La denominación "cheque" inserta en el texto del documento, expresada en el idioma
empleado para su redacción.
Con la inclusión de la denominación se pretende descartar cualquier tipo de dudas
respecto a la naturaleza del documento creado. Con esta designación,
visiblemente establecida, se distingue el cheque de cualquier otro mandato
de pago civil o comercial o de cualquier otro título valor. Tiene utilidad
práctica, ya que la distinción resulta de un mero signo formal, fácilmente
apreciable. Claro está que la sola denominación "cheque" no atribuye a un
documento tal calidad si no reviste los caracteres propios de este
documento. El DLCh no dispone una ubicación determinada para esta
mención. Sería suficiente una mención que estableciera: "Páguese por
este cheque...”.
Número de orden inserto en el documento y en los talones
Es característico del cheque el ser numerado. La numeración de los cheques es una
enunciación que lo distingue de las letras o de los vales. Con este requisito se
individualiza el documento.
Los bancos entregan a sus clientes cuenta-correntistas libretas con cheques
conteniendo una numeración correlativa, que permite distinguir los entregados a un
cliente respecto a los suministrados a los demás. En el recibo que el cliente firma, al
retirar la libreta, se hace constar esa numeración y, según hemos de ver más
adelante, uno de los contralores impuesto al banco girado, en el momento del pago,
es la coincidencia en la numeración del cheque presentado al cobro con la que figura
en el recibo firmado por el librador. Si el banco paga un cheque extendido en una
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fórmula que no corresponde a las entregadas al librador, responde de la falsificación


del cheque, aun cuando ésta no sea visible.
El número de orden es esencial sólo en los cheques de circulación interna. No lo es
en los cheques internacionales, en que puede faltar sin que el cheque pierda su
calidad de tal. Así lo establece el art. 5, inc.4.
El talón no integra el cheque. El cheque se desprende de la libreta talonaria y se crea
y circula con independencia del talón. El talón integra la libreta que el banco
proporciona a su cliente cuenta correntista. El artículo referido, al establecer que el
número de orden debe figurar en los talones, agrega una salvedad "si los tuviese",
con la cual se está admitiendo la posibilidad de que no los tenga.
El nombre y el domicilio del banco girado
El nombre del banco girado es, desde luego, esencial. El banco girado puede estar
domiciliado en el país, aunque el cheque se libre en el exterior o puede tener su
domicilio en el extranjero y librarse dentro de nuestras fronteras. La determinación del
domicilio del banco tiene importancia, porque la Ley aplicable es la del domicilio del
banco (art. 20, inc. 1). El domicilio del banco girado no es una enunciación esencial.
El DLCh suple su falta con una previsión especial. En el art. 5, n° 1, establece: "Si se
hubiere omitido el domicilio del banco librado, el cheque será pagadero en el
establecimiento principal de dicho banco en la República."
En el Decreto 739/975 se impone en la redacción del cheque, la inclusión del nombre
del banco girado y de la agencia y domicilio de ésta donde será pagado, con la
indicación de que es el lugar del pago. También, prevé el DLCh que se indiquen
varios lugares al lado o debajo del nombre del banco librado, estableciendo que en tal
caso, el cheque será pagadero en el primero de los lugares indicados (art. 5, inc. 2).
a) Enunciaciones que deben ser completadas
Lugar y de la fecha de creación y de pago
En el inc. 39 del art. 4, se agrupan varias enunciaciones que hemos de tratar por
separado.
Lugar de creación: El cheque puede ser creado en el país o fuera del país. Si se crea
fuera del país contra un banco domiciliado en él o si se crea en el país
contra un banco con sede en el exterior, estamos ante un cheque
internacional, admitido expresamente por el DLCh. La enunciación del
lugar de creación no es esencial. El art. 5, inc. 3, prevé la omisión de esa
enunciación y la suple por una presunción: se presume que el lugar del
libramiento es el domicilio que el librador tenga registrado en el banco.
Fecha de creación: La fecha de creación es esencial. Interesa su inclusión en el
documento ya que, en razón de la fecha, se determina la capacidad del
librador y, en consecuencia, su validez. También, interesa la fecha para el
cómputo del plazo de presentación al cobro, que tiene esa fecha como
punto de partida. Importa la fecha para el cómputo de los términos de
prescripción. El art. 68 del DlCh establece que prescribe a los seis meses
contados desde el vencimiento del plazo de presentación del cheque y
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según recién acabamos de ver, ese plazo se relaciona con la fecha de


creación.
Lugar de pago: esta enunciación es exigida por el art. 4, n° 3. Normalmente, el
cheque es pagadero en el domicilio del banco pero nuestro DLCh admite
la determinación de un lugar distinto para el pago.
La expresión de si es a favor de persona determinada o al portador
Sobre el contenido de esta enunciación se extiende el art. 7 del DLCh, que viene a
complementar este n° 5 del art. 4. El art. 7 establece que el cheque puede librarse: a
favor de persona determinada; a favor de persona determinada, con cláusula "no a la
orden" u otra equivalente; al portador.
La distinta forma de emisión interesa a los efectos de la trasmisión de propiedad. El
cheque al portador se trasmite por la simple entrega; el cheque a favor de persona
determinada se trasmite por endoso y entrega y el cheque con la cláusula "no a la
orden", mediante cesión de créditos.
El cheque nominativo se trasmite por endoso y entrega por cuanto así lo establece el
art. 21 de el DLCh, que dispone que "Los cheques expedidos a favor de determinada
persona se presumirán a la orden y se trasmitirán por endoso y entrega del Título". La
norma es concordante con la establecida, en general, para los títulos valores, en el
art. 36 de el DLTV. No se requiere que el librador del cheque lleve registro de los
títulos creados, por así disponerlo expresamente el art. 32, inc. 2, del DLTV.
En el cheque a la orden se debe indicar el nombre de una persona determinada. No
es admisible la designación de una persona indeterminada. No podría extenderse un
cheque a nombre del "administrador de una sociedad" o del "curador de un incapaz" o
del "representante de un menor" o del "albacea de una herencia”. Si se trata de una
persona jurídica, debe indicarse su denominación.
La fácil transmisibilidad de un cheque es un requisito natural, pero el legislador no ha
querido excluir la posibilidad de limitarla por motivos de seguridad u otros. El cheque
puede tener la constancia "no a la orden" u otra equivalente. Así lo establece el art. 7
y, a modo de ejemplo, el art. 8 agrega otra fórmula: "no transferible". Como no se
trata de términos sacramentales, cualquiera otra sería admisible como: "no
negociable" o "no endosable".
Esta fórmula debe ser puesta por el librador que no quiere que el cheque sea
endosado o por cualquier endosante que de este modo impide un endoso posterior
(art. 8, inc. 6). El art. 8, inc. 5, prevé que esa cláusula puede ser puesta por el propio
banquero. Entendemos que se admite la posibilidad de que la enunciación se imprima
en la libreta de cheques que el banco entrega.
Quien libra el cheque es quien determina su forma: a la orden, al portador, no
endosable. Tiene total libertad para establecerla. Sólo se prohíbe la emisión al
portador cuando se trate de cheques internos del banco, librados entre diversos
establecimientos del mismo (art. 9, inc. 2). El beneficiario o tomador que recibe el
cheque no podrá variar la forma impuesta por el librador. Así lo dispone el art. 12 del
DLTV para todos los títulos valores. Un cheque emitido al portador no deja de serlo
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porque uno de los tenedores haya efectuado un endoso, indicando el nombre


del beneficiario (art. 25 DLCh).
El beneficiario, en un cheque a la orden, podría endosar un cheque, sin indicar al
endosatario (endoso al portador). El DLCh señala que el endoso al portador equivale
a un endoso en blanco (art. 24, inc. 2), con lo cual quiere significar que no transforma
el cheque a la orden en cheque al portador. En consecuencia, el cheque podrá
circular, sin que medien nuevos endosos, por la simple entrega, pero en el momento
en que el último tenedor lo presente al cobro, éste deberá justificar su identidad frente
al banco girado, de igual modo que se procede con los cheques a la orden.
La orden incondicionada de paga una suma determinada de dinero expresada
en números y en letras
No hay términos sacramentales. Bastaría con la palabra "páguese". No puede
condicionarse; ya en la definición del cheque se establecía que era una orden de
pago pura y simple. De manera que el lit. b del art. 4 es reiterativo de lo dispuesto en
el art. 2. Se puede estipular la prohibición de que se pague en efectivo, mediante la
inclusión de la cláusula "para abono en cuenta" (art. 50), cuyo alcance hemos de
estudiar.
Como la letra, el cheque sólo puede contener referencia a dinero y no a otras cosas
fungibles. La cantidad debe indicarse, por lo menos dos veces: una en letras y otra en
números, especificando la clase de moneda. El DLCh no indica los lugares en que
deben figurar las cantidades pero ello está determinado precisamente por el Decreto
reglamentario 739/975.
El art. 14 del DLCh prevé la posibilidad de que existan diferencias entre las dos
cantidades y da idéntica solución que la prevista en el art. 5 del DLTV para los títulos
valores. El art. 14 dispone: "Cuando exista diferencia entre la cantidad escrita en el
cheque en números y en letras, valdrá la escrita en letras".
Debe especificarse la clase de moneda. Cuando se establece que el cheque debe
contener la enunciación de la cantidad de dinero, imponiendo que se especifique la
clase de moneda, se presupone la posibilidad de emitir un cheque en moneda
nacional o en moneda extranjera; posibilidad que es coherente con la previsión de
que existan cheques internacionales. Ello a su vez presupone la necesidad de que se
autorice la apertura de cuentas corrientes en moneda extranjera.
Firma del librador
La firma del librador en el cheque es esencial, como lo es la firma en cualquier
documento privado. La firma acredita la conformidad de quien la pone con el
contenido del documento. Mediante la firma se confiere autenticidad al documento y
quien la estampa contrae las obligaciones que en el documento se establecen.
Nuestro legislador, en el art. 15 del DLCh, admite como firma no sólo la que contenga
nombre y apellido sino la que contenga la inicial o el nombre abreviado, además del
apellido. De no existir esta disposición legal, debería exigirse al librador una firma con
nombre completo y apellido.
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De acuerdo al texto legal, la firma que sólo contenga el apellido no es suficiente para
la creación del cheque. Es necesaria la indicación del nombre, pero éste puede ser
abreviado o indicado con una inicial.
El DLCh no impone a los bancos la obligación de estampar en los cheques que
imprima, el nombre del titular de la cuenta. Los bancos pueden hacerlo si lo desean y
así lo hacen ya algunos bancos de plaza. Si en el cheque no figura impreso el nombre
del titular de la cuenta, esa constancia debe ser agregada por el librador,
admitiéndose que lo haga con un sello o en forma manuscrita.
En el DLTV para títulos valores, el art. 7 establece un principio general aplicable a los
cheques: "Toda obligación incorporada a un título valor deriva de la firma
puesta en el mismo". En el cheque la firma es esencial. Así lo establece
el art. 4.
La firma, como las demás constancias del cheque, debe ser auténtica. El banco
girado debe controlar la autenticidad de la firma antes de proceder a su pago. Si la
firma es falsa no paga. Si el banco paga el cheque con firma falsa, se hace
responsable frente al librador por el importe pagado en los casos que el DLCh
establece.
Si el banco no paga, el librador, cuya firma ha sido falsificada, también, se negará ya
que esa firma no ha sido puesta por él y no lo vincula. Pero ese cheque, con firma
falsa, ha sido creado, ha circulado y puede haber sido endosado. Para tal hipótesis, el
art. 16 del DLCh establece la validez de las obligaciones de los otros firmantes del
cheque. Ello es consecuencia y aplicación del principio de la autonomía de los títulos
valores.
7.1.5) Enunciaciones facultativas
En este apartado, estudiaremos las distintas cláusulas que facultativamente pueden
incluirse en un cheque común y que dan lugar a los llamados cheques cruzados,
cheques para abono en cuenta, cheques certificados y cheques con provisión de
fondos garantizada.
b) Cheque cruzado
El cruzamiento constituye una limitación a los derechos del tenedor, quien no puede
cobrar directamente el importe del cheque en la caja del banco sino que debe
cobrarlo a través de otra institución bancaria. El tenedor que recibe un cheque
cruzado debe depositar el cheque en el banco en que tiene una cuenta corriente o, si
no tiene cuenta corriente abierta, solicitar a un banco el servicio de su cobranza. Si el
cruzamiento es especial, el cheque debe ser depositado en el banco designado para
que sea éste el que proceda a su cobro frente a banco girado. Si no tiene cuenta
corriente en ese banco, el tenedor podrá solicitarle que le preste el servicio de
cobranza.
Tipos de cruzamiento
La Ley prevé dos tipos de cruzamiento: el general, que consiste en el trazado de dos
líneas paralelas en el anverso del cheque, con la palabra banco entre ellas o sin
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ninguna mención; el especial, que consiste en establecer entre dos líneas paralelas el
nombre de un banco determinado.
Finalidad del cheque cruzado
El cruzamiento del cheque tiene por fin evitar los riesgos de pérdida o robo. Con el
cruzamiento se quiere impedir que el cheque pueda ser cobrado por quien no tiene
derechos legítimos y si lo fuera, que pueda ser identificado fácilmente.
La identificación de la persona que lo cobró permite al tenedor promover las acciones
que le pudieren corresponder. Para lograr ese objeto, se limita la facultad del tenedor
de cobrar el cheque, ya que no lo puede hacer personalmente y en efectivo, mediante
el servicio de caja del banco girado, sino que necesariamente debe entregarlo a un
banco para que éste se encargue de efectuar el cobro.
Quien haya mal habido un cheque, no encontrará un banquero que consienta en
recibirle el cheque para el cobro: "El librador como el girado tienen la certidumbre de
que el cheque será presentado a nombre de una persona, del cual el banquero
califica su honorabilidad."
Puede suceder, sin embargo, que el cheque cruzado hubiera sido robado o
extraviado y que llegue a manos de un tercero de buena fe que recurre a un banco
para que se encargue de la cobranza, en cuyo caso el pago será regular. De manera
que el cruzamiento no suprime los riesgos de pérdida o robo; pero se puede
identificar a quien lo cobró y éste a su vez a la persona de quien lo recibió.
Formalidades del cruzamiento
El cruzamiento debe ser efectuado en el anverso del cheque. Tal como resulta de el
DLCh, se efectúa mediante el trazado de dos líneas paralelas.
En el cruzamiento especial se debe establecer, entre dos líneas, el nombre de un
banco determinado. Generalmente, se coloca el nombre del banco con el cual el
beneficiario está vinculado.
Se plantea en doctrina qué sucede si entre las dos líneas se incluyera el nombre de
quien no es banco o de un banco inexistente. Se ha resuelto en el sentido de que el
cruzamiento especial es nulo; pero en cambio vale como cruzamiento general.
El Decreto Ley establece que el cruzamiento general podrá transformarse en
especial, pero que el especial no podrá transformarse en general (art. 47, inc. 5). De
este modo se permite hacer más estricta la situación del girado, aumentando las
garantías que ofrece el cheque.
El Decreto Ley dispone que no se puede tachar el cruzamiento ni el nombre del
banco designado. Si se hiciere, el tachado se tendrá por no puesto (art. 47, inc. 6).
Con esta norma se consagra la irrevocabilidad del cruzamiento. La finalidad de la
norma es impedir que se disminuyan las garantías impuestas por el librador o
cualquier tenedor.
El legislador ha querido excluir, aunque quizá la palabra "tacha" no sea la más
adecuada, la posibilidad de revocar el cruzamiento. No podrá hacerlo ni siquiera el
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librador con una inscripción al dorso en que expresara que lo anula bajo su firma, El
Decreto Ley ha querido excluir tal posibilidad porque ella podría favorecer los fraudes.
Quien hurtó un cheque cruzado o quien encontró el cheque cruzado extraviado o
quien lo obtuvo por cualquier medio ilícito, podría estampar una constancia de ese
tenor e imitar la firma del librador, para luego pretender cobrarlo directamente en la
ventanilla del banco girado.
Efectos del cruzamiento
Si se trata de un cruzamiento general, el cheque debe ser pagado a cualquier otro
banco (art. 48). Si se trata de un cruzamiento especial, el cheque debe ser pagado al
banco designado. El DLTV, también, admite que pueda ser pagado a otro banco que
el banco designado haya indicado en el propio cheque (art. 48).
Quiénes pueden efectuar cruzamientos
El librador y el tenedor pueden efectuar cruzamientos (art. 47, inc. 19). Las
limitaciones a los derechos del tenedor pueden ser establecidas no sólo por el
librador frente a los beneficiarios eventuales sino por cualquiera de los tenedores para
los que le sigan.
Si el librador cruza un cheque, en forma general, cualquier tenedor puede efectuar un
cruzamiento especial. De este modo, tal como dice Echevarría en su trabajo sobre
este tema, "el tenedor de un cheque puede hacer más severas las medidas de
garantía que implica el cruzamiento... pero no puede disminuir las que haya impuesto
el librador o el endosante anterior". También, puede ser efectuado por el banco
especialmente designado, quien a su vez mediante un nuevo cruzamiento, puede
indicar el nombre de otro banco (art. 48, inc. 2, DLTV).
c) Cheque para abono en cuenta
Esta cláusula, prevista en el art. 50 del DLTV, puede ser puesta por el librador o por
el tenedor. No hay fórmula sacramental. Puede ser "para abono en cuenta" u otra
equivalente como: "para acreditar en cuenta".
Tiene el alcance de una prohibición de pago en efectivo. El banco girado no debe
pagar sino que debe acreditar el importe en la cuenta que tuviera el beneficiario o el
portador en el mismo banco. Esta cuenta puede ser de cualquier tipo: cuenta
corriente o caja de ahorros. La vida del cheque se resuelve con una escrituración
contable y a través de ella quedará documentada una compensación que extinguirá la
deuda del librador con el beneficiario.
La finalidad de la inclusión de esta mención es asegurar el ingreso del importe del
cheque en el patrimonio de su tomador. La inclusión de la cláusula "para abono en
cuenta", impone un mecanismo operativo que presupone que el beneficiario o
tomador debe tener una cuenta abierta en el banco girado. Si el tenedor del cheque
no la tiene, deberá abrirla a los efectos del depósito del cheque.
El art. 50, inc. 3, prevé que el tenedor no tenga cuenta y que el girado rehúse
abrírsela, en cuyo caso, el cheque no será pagado. El banco girado selecciona sus
clientes y puede no interesarle abrir una cuenta al tenedor. En este caso el banco no
paga el cheque.
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El art. 50, en su inc. final, establece: "El girado que pagare en forma diversa a la
prescrita en los artículos anteriores, responderá por el pago irregular".
Si el banco girado paga el cheque por caja, contrariando la enunciación, responde por
el pago irregularmente efectuado. Es menester precisar, ante la vaguedad de los
términos legales, que habrá responsabilidad si el pago irregular causó perjuicios y
frente a quien lo haya sufrido.
Formalidades
Nuestro legislador no reguló la forma en que debe incluirse esa enunciación. El art. 29
del Decreto 730/975 dispone que se inserte en el anverso del cheque pudiendo
estamparse con sello de goma.
Diferencias con el cruzamiento
En el cheque con la mención "para abono en cuenta", el importe de ese
cheque debe necesariamente acreditarse en una cuenta. En el cheque
cruzado, el banco girado debe pagar a otro banco; pero no necesariamente
con escrituraciones contables, aunque en la práctica el pago de los cheques
cruzados se hace siempre mediante la Cámara Compensadora.
El cheque cruzado supone provocar la presencia de un nuevo elemento
personal en la vida del cheque. Normalmente el cheque vincula a tres
personas: librador, banco girado y beneficiario.
Con el cruzamiento, se impone una cuarta figura: el banco encargado del cobro por el
tenedor o el banco especialmente designado en el cruzamiento. En el cheque para
abono en cuenta, no sucede lo mismo ya que el cheque debe ser acreditado en una
cuenta del tenedor en el mismo banco girado.
En este punto de la comparación, es menester realizar una aclaración muy
importante. El cruzamiento y la cláusula para abono en cuenta son dos enunciaciones
incompatibles. A un cheque cruzado, general o especialmente, no se le podría
agregar la mención para abono en cuenta, porque en el cheque cruzado debe
encomendarse el cobro a otro banco distinto al girado y el cheque con cruzamiento de
contabilidad no puede ser cobrado por otro banco, a me. nos que éste tenga cuenta
abierta en el banco girado.
En la práctica suele suceder que la mención para abono en cuenta se escritura entre
dos líneas que se atraviesan en el anverso del cheque. Debe entenderse que ello no
significa una acumulación de dos institutos distintos: cruzamiento y mención de abono
en cuenta; sino de una especial forma de escriturar la mención en estudio. Las dos
rayas consisten en un mero marco o encuadramiento para la mención especial. Tal
como ya dijimos el cruzamiento es incompatible con la cláusula para abono en cuenta
y no pueden coexistir.
7.1.6) Cláusulas prohibidas
El DLCh prohíbe ciertas estipulaciones y al hacerlo establece que en caso de que se
incluyan se tendrán por no puestas. Estas estipulaciones son las siguientes:
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Intereses: En los cheques no puede existir estipulación de intereses alguna. En


el art. 10 se prohíbe la estipulación de intereses. Si el cheque la contuviera se
reputa no escrita.
Plazo para el pago: El art. 28 establece que los cheques son pagaderos a la
vista, es decir a su presentación. Toda mención contraria se tendrá por no
puesta.
Exoneración de la responsabilidad del librador: El art. 12 establece que toda
cláusula según la cual el librador se exonere de responsabilidad, se tendrá por
no puesta.
7.1.7) Formalidades en la redacción del cheque
Por disposición del art. 17 de la DLCh, los cheques deben extenderse en libretas ya
impresas que los bancos entregarán a sus clientes. En efecto, el artículo citado
dispone lo siguiente: “Los bancos entregarán a sus clientes, bajo recibo, libretas
impresas y talonarios de cheques con numeración correlativa.”
En ocasión del pago, el banco sólo pagará los cheques girados por un librador,
cuando hayan sido extendidos en la libreta entregada.
La fórmula impresa que el banco entrega ya contiene parte de las enunciaciones que
todo cheque debe contener, dejando espacios en blanco que deben ser llenados por
el librador.
7.1.8) Plazos de presentación del cheque
El pago de un cheque exige la presentación del título. Ello es consecuencia de la
necesidad, rasgo que caracteriza a todos los títulos valores. Al respecto, el art. 6 del
Decreto Ley de Títulos Valores n° 14.701 de 1977 (DLTV) establece para todos los
títulos valores, incluido el cheque: "El ejercicio del derecho consignado en un títulos
valor requiere la exhibición del mismo".
Por disposición del art. 28 del Decreto Ley de Cheques n° 14.412 de 1975 (DLCh), el
cheque es pagadero a la vista, esto es, a su presentación. Una mención contraria que
se estipule en el cheque se tendrá por no escrita.
Sin perjuicio de que el cheque sea siempre a la vista, el art. 29 establece que el
tenedor debe presentarlo dentro de determinados plazos. Los plazos que el DLCh fija
no son plazos de vencimiento, ya que como dijimos, el cheque siempre es a la vista.
Su tenedor puede exigir su pago a partir del momento en que lo recibe, pero el DLCh
ha impuesto plazos dentro de los cuales debe presentarlo al banco girado a los
efectos de requerir su pago. Dentro de ellos, el tenedor puede exigir su pago en
cualquier momento.
El legislador no quiere que el cheque circule indefinidamente en el tiempo sino que se
liquide dentro de un breve término. Se ha entendido que la posibilidad de circular por
largo término, supone desnaturalizar el cheque, ya que podría usarse no con el fin de
pagar sino con el de obtener plazo para una prestación debida.
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El DLCh - modificado por el Decreto Ley 14.839 - establece distintos plazos para la
presentación, distinguiendo a los cheques en función del tipo de moneda en que se
expresan y del lugar de su libramiento con respecto al domicilio del banco girado.
a) Cheques en moneda nacional
Para cheques en moneda nacional, el plazo varía según cual fuere el lugar del
libramiento:
Si el cheque se libra en el mismo lugar en que el banco girado está situado, el
plazo será de quince días.
Si el cheque se gira de un punto a otro de la República, el plazo será de treinta
días.
Si el cheque se libra en el extranjero contra un banco domiciliado en el país el
plazo que tiene el tenedor para presentarlo al cobro será de sesenta días.
Admitido el cheque internacional, según ya señalamos anteriormente, era
necesario que la Ley estableciera un plazo de presentación más extenso que
para los cheques de circulación nacional.
b) Cheques en moneda extranjera
Los cheques en moneda extranjera sobre un banco domiciliado en el país, deben
presentarse al cobro dentro del plazo de ciento veinte días. Por circular del Banco
Central del Uruguay se ha autorizado a insertar en los cheques en moneda
extranjera, al dorso, la siguiente cláusula: "El plazo para el cobro caduca a los ciento
veinte días de la fecha de este cheque".
c) Cómputo de los plazos
El plazo de presentación se cuenta desde el día de la creación (art. 29, inc. 2). Se
computa el día de la creación. El texto no plantea ninguna duda. Se computan por
días corridos. No se interrumpen por la existencia de días feriados en el intermedio
(art. 29, inc. 2).
El art. 29 prevé que el plazo termine un día inhábil o en un feriado bancario. La
previsión es acertada. Existen feriados bancarios que no coinciden con los días
inhábiles declarados por ley o con los días no laborales comunes. Si el plazo vence
un día inhábil o en un día feriado bancario, el cheque debe ser presentado al cobro el
primer día hábil bancario siguiente.
El art. 30 del DLCh establece la prórroga del plazo. El efecto de la prórroga del plazo
es un beneficio para el tenedor, que le posibilita presentar el cheque al cobro ante el
banco girado, después del vencimiento de los plazos y en determinadas
circunstancias.
Se establece la prórroga cuando se presente un obstáculo insalvable. El DLCh
ejemplifica y entre paréntesis establece: disposición legal de un Estado extranjero o
caso de fuerza mayor.
Se establece la ampliación de los plazos por resolución de la autoridad monetaria
competente. Esta prórroga puede ser decretada por la autoridad monetaria, cuando
por causa de fuerza mayor los plazos legales resultaran insuficientes.
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d) Consecuencias del vencimiento del plazo de presentación


El vencimiento del plazo tiene un doble efecto:
El banco no debe pagar el cheque vencidos los plazos establecidos por el
DLCh (art. 29, inc. 4).
El tenedor pierde toda acción cambiaría (art. 29, inc. 4). El tenedor que no
presenta el cheque al cobro dentro de los plazos establecidos, pierde las
acciones cambiarias.
7.1.9) Casos en que un banco debe rechazar el cobro de un cheque
a) Causales de rechazo vinculadas a controles previos al pago
El art. 36 establece que el banco debe pagar el cheque inmediatamente a su
presentación pero, previamente, debe efectuar una serie de controles que tienen que
ver con los siguientes aspectos: con la existencia del cheque y su regularidad formal;
con la existencia de provisión de fondos; con los plazos de presentación y con la
persona que se presenta a cobrarlo.
Control de la regularidad formal del cheque
En cuanto al contralor de su regularidad formal, el banco debe controlar lo siguiente:
Que el cheque esté completo: esto significa que debe controlar que el cheque
contenga todas sus enunciaciones esenciales, sin blancos y sin alteraciones.
Si el banco paga un cheque sin las menciones esenciales o que tuviere
enmendaduras y no fueren expresamente subsanadas, paga mal y se hace
responsable por el pago frente al librador (art. 37). Además, el banco debe
controlar que el cheque haya sido extendido en las fórmulas entregadas por el
banco al librador. Si paga un cheque que no corresponde por la numeración a
los entregados oportunamente, paga mal y se hace responsable por el pago
frente al librador. En resumen, el banco no debe pagar el cheque si el cheque
no reuniere los requisitos esenciales enumerados en el art. 4.
Que el el cheque no esté raspado, interlineado, borrado o alterado en cualquier
forma que hiciere dudosa su autenticidad, salvo que estas deficiencias
estuvieren expresamente subsanadas bajo la firma del librador, a satisfacción
del banco.
Que el cheque sea de los entregados al librador.
Control de la firma del librador y la cadena de endosos
El banco controlará la firma del librador la que debe coincidir con la registrada por
éste en el banco. Si siendo ésta visiblemente falsificada el banco paga el cheque,
responderá por el mismo (art. 37). Si la falsificación no es visible entonces responde
el librador.
En conclusión, el banco no debe pagar el cheque en las situaciones siguientes:
si la firma del librador fuera visiblemente falsificada
cuando la cadena de endosos esté interrumpida
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Control de la provisión de fondos


En cuanto al control de la provisión de fondos, el banco no paga si la provisión de
fondos no existe, no es suficiente o no está disponible por una orden judicial de
embargo o porque se encuentren afectados al proceso de concurso (art. 36, n° 6). En
efecto, el banco no debe pagar un cheque girado sobre una cuenta embargada y
tampoco puede pagarlo si el cheque fue librado después de la declaración del
concurso del librador. Después de esta declaración, el quebrado queda
desapoderado de sus bienes y entre ellos, queda desapoderado, también, de su
cuenta bancaria.
En conclusión, el banco no debe pagar el cheque en los siguientes casos:
cuando no hubieren fondos disponibles en la cuenta corriente o faltare
autorización del titular para girar en descubierto;
cuando tuviere conocimiento que el librador hubiere sido declarado en
concurso con anterioridad a la fecha de la creación del cheque.
Control de los plazos de presentación
Con respecto al contralor de los plazos de presentación, el banco no paga el cheque
cuando ha transcurrido el término para la presentación del mismo.
Control de la persona que se presenta al cobro
El banco no pagará el cheque sino a la persona que esté legitimada para cobrarlo; ya
sea ésta el portador o la designada en el documento para cobrarlo. Si el banco paga
a una persona diversa de la establecida se hace responsable de su importe frente al
tenedor legítimo.
En el caso del cheque cruzado, el banco sólo puede pagarlo a un banco o al banco
designado en el cruzamiento. Si el cheque tiene la mención “para abono en cuenta”,
sólo puede acreditarlo en la cuenta del beneficiario, no puede pagarlo por caja. De
acuerdo al art. 50, el banco que pague por caja un cheque para abonar en cuenta,
será responsable por el pago irregular.
Si la persona beneficiaria concursó y el banco tiene conocimiento de este hecho, no
debe pagarle el cheque. El concurso o la quiebra del beneficiario producen el
desapoderamiento de sus bienes. La quiebra impide a los deudores pagar al fallido
pues esto significa burlar el procedimiento de quiebra. En este caso, el banco deberá
pagar el importe del cheque al síndico quién, ingresará el importe a la masa activa de
la quiebra. El banco tampoco puede pagar un cheque cuando recibe aviso de un
anterior tenedor que, bajo su responsabilidad y sin especificar razones, le indica que
no pague. En conclusión, el banco no debe pagar el cheque en las siguientes
circunstancias:
cuando el cheque no estuviera endosado con la firma del beneficiario o
cuando, siendo extendido a nombre de determinada persona con cláusula “no
a la orden”, no lo cobrara el beneficiario, su cesionario o un banco;
cuando se tratare de un cheque cruzado y no se presentare al cobro por un
banco o por el banco designado según el cruzamiento fuere general o especial;
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si se trata de un cheque para abono en cuenta, no puede pagarlo por caja,


debe depositarlo en la cuenta del beneficiario.
cuando el banco tuviere conocimiento del concurso del beneficiario o del
endosante.
b) Causales de rechazo vinculadas con avisos recibidos
Además de estos controles, el banco debe tener en cuenta determinadas
circunstancias que pueden alterar la eficacia del cheque como medio de pago. No
pagará el cheque en los siguientes casos:
cuando el librador notificara por escrito al banco, bajo su responsabilidad, para
que no se pague por haber mediado violencia al librarlo (art. 36, n° 4);
cuando el banco hubiere recibido aviso por escrito que deberá enviarle el
librador, del extravío o robo de la libreta de cheques (art. 36, n° 7);
cuando un anterior tenedor avisare por escrito al banco previniéndole bajo su
responsabilidad, que no se pague el cheque (art. 36, n° 8).
7.2) Cheque de pago diferido
Con la creación del cheque de pago diferido, se solucionó la práctica de la
postdatación de los cheques. Había cundido, desde bastante tiempo atrás, en la
práctica - y no sólo en nuestro medio- la postdatación. Quien no tenía fondos al librar
un cheque pero esperaba tenerlos luego, acudía al recurso de postdatarlo. El Decreto
Ley 14.234 del 25 de julio de 1974, penalizó la práctica de la postdatación.
En efecto, se tipificó como delito el libramiento de cheques sin fecha o postdatados
así como otras prácticas tendientes a la desnaturalización del cheque. Se entendió,
entonces, que la función normal del cheque era la de servir de instrumento de pago;
se desnaturalizaba toda vez que le empleara como instrumento de crédito, haciéndole
cumplir una función distinta a la normal.
Con esa práctica se desvirtuaba al cheque, tradicionalmente un medio de pago,
utilizándose como instrumento de crédito. Por otra parte, en tal caso, el librador
confiaba en que el beneficiario o tenedor del documento no lo presentara al cobro
hasta la fecha estipulada, pero el librador quedaba sometido al árbitro del tenedor del
documento pues si éste quería - podría burlar su confianza y lo presentaba antes de
la fecha que figuraba como fecha de libramiento. Se usó, además, el cheque
postdatado como una arma extorsiva en manos de acreedores inescrupulosos y en
ocasiones como instrumento de presión de usureros.
El Decreto Ley de Cheques n° 14.412 de 1975 (DLCh) elimina la postdatación del
cheque pues involucra un engaño y se crea un documento que sirve a la vez para
efectuar pagos y para instrumentar el crédito conferido al librador. En lugar de
legitimar una maniobra se legisla sobre un nuevo tipo de documento, permitiendo la
actuación de los particulares dentro de marcos legítimos.
El legislador de acuerdo a los antecedentes relacionados, incorporó el cheque de
pago diferido con el propósito de regularizar la práctica de la postdatación del cheque,
que desvirtuaba la naturaleza de medio de pago propia del cheque.
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Con la postdatación se recurría al falseamiento de la fecha del cheque, para que éste
sirviera como instrumento de crédito.
Mediante este nuevo cheque, el librador y beneficiario no deben recurrir al expediente
del falseamiento de las constancias del cheque. Se les ha proporcionado, lisa y
llanamente, un documento que permite aplazar el pago, conservando los atributos
comunes de un cheque.
Las ventajas que ha aportado este documento ha determinado que se autorice al
Estado a utilizarlo. El art. 703 de la Ley 16.170, habilita al Estado, Intendencias
Municipales y demás organismos públicos a emitir cheques diferidos con el fin de
cancelar sus obligaciones si ello se prevé en los recaudos del procedimiento de
contratación. Se agrega que no se podrán girar cheques diferidos con fecha de
vencimiento posterior al término del mandato constitucional que corresponda.
7.2.1) Concepto
El art. 3 del DLCh establece: “El cheque de pago diferido es una orden de pago que
se libra contra un banco en el cual el librador, a la fecha de presentación estipulada
en el propio documento, debe tener fondos suficientes depositados a su orden en
cuenta corriente bancaria o autorización expresa o tácita para girar en descubierto.”
a) Elementos de la definición
Al igual que en el cheque común, en el cheque de pago diferido encontramos los
siguientes elementos:
Orden de pago
El cheque de pago diferido es una orden de pago igual que el cheque común. Se
omitió establecer que la orden es pura y simple. No obstante esa omisión, la
generalidad de la doctrina entiende que el cheque de pago diferido no puede
condicionarse dado el carácter de título valor que tiene. En conclusión, aunque el
DLCh no lo diga, la orden de pago contenida en un cheque de pago diferido no puede
condicionarse sino que debe, al igual que en el cheque común, ser pura y simple.
Cuenta corriente bancaria y provisión de fondos
Respecto a este punto, nos remitimos a lo expuesto en oportunidad de analizar el
cheque común. La diferencia básica con el cheque común, radica en el momento en
que deben existir los fondos para pagar un cheque de pago diferido.
En el cheque común, de acuerdo a la definición legal, la provisión de fondos debe
existir en el momento en que se libra el documento por más que, como vimos, en
puridad basta con que los fondos existan al momento de presentación del cheque al
banco.
En el cheque de pago diferido, de acuerdo al DLCh, la provisión debe existir en la
fecha de presentación que se encuentra estipulada en el documento. Siguiendo el
mismo razonamiento que para el cheque común, entendemos que es suficiente que
existan fondos en el día de presentación del cheque al banco. El tenedor, a partir de
la fecha puesta en el cheque tiene 15, 30, 60 o 120 días para presentarlo al cobro; es
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por lo tanto, jurídicamente relevante, que los fondos existan en el momento en que el
tenedor, dentro de esos plazos, presente el documento al banco.
De esta manera el cheque de pago diferido funciona en el mundo de los negocios
exactamente como un vale o como una letra de cambio que a la vez sirven como
instrumentos de pago y de crédito. Se diferencia del cheque común, que sólo
funciona como medio de pago.
7.2.2) Enunciaciones
El art. 70 del DLCh establece las enunciaciones esenciales que debe contener el
cheque de pago diferido. No obstante la calificación contenida en la norma, no todas
las enunciaciones son esenciales. Algunas podrán faltar.
La mayor parte de ellas vienen impresas en los formularios de las libretas de cheques
entregadas por el Banco y son similares a las exigidas para el cheque común:
nombre del Banco girado y su domicilio;
el número de orden impreso en el documento, en el talón y en el control;
indicación del lugar y la fecha de su creación;
suma determinada de dinero que se ordena pagar, expresada en números y en
letras;
expresión de si es a favor de persona determinado o al portador;
la firma del librador.
Las enunciaciones especiales para este cheque, y que lo diferencian de un cheque
común, son las siguientes: *
el nombre del título, “cheque de pago diferido”, es específica del papel que
analizamos;
la frase “Páguese desde el....”.
La inclusión de la denominación tiene igual finalidad que la mención "cheque" en el
cheque común: distinguir este cheque, ostensiblemente, como instrumento diverso
del cheque común y de otros títulos valores.
El Decreto 739/975 establece la ubicación de esta mención, dentro de un rectángulo
en el centro de la parte superior (art. 4, ap. A, inc. b). Se le da ubicación más
ostensible que a la expresión "cheque" en el cheque común.
El legislador, en el inc. 2 del art. 4, establece para el cheque común la exigencia de
que el número de orden figurara en el documento y en los talones, si los tuviese. Ya
nos referimos a esa disposición. El número de orden del cheque debe corresponder al
número del talón y del control.
El art. 70 se diferencia del art. 4, inc. 2, en que se agrega una alusión al control, que
no existía para el cheque común. El control es lo que comúnmente se llama tirilla.
Para la fecha y lugar de creación nos remitimos a lo ya expuesto en materia de
cheque común, que es enteramente aplicable. El lugar puede faltar según ya se
estableció; pero la fecha es una enunciación esencial.
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La fecha desde la cual podrá ser presentado al cobro que seguirá a la expresión
empresa: “Páguese desde el…” es un requisito nuevo y distinto con respecto al
cheque común, según ya se analizó. El DLCh establece formalidades para esta
enunciación. La fecha debe ser establecida después de los términos
sacramentales: "Páguese desde el...".
Con esta redacción se quiso precisar que el día previsto en el cheque se computa
para el término de presentación. En ese mismo día ya se puede exigir el pago. El art.
73 del DLCh establece una limitación: el término entre la fecha de creación y la fecha
establecida para la presentación no puede exceder de 180 días.
Con respecto al nombre y domicilio del banco nos remitimos a lo expresado respecto
a la enunciación similar del cheque común.
Entendemos que en cuanto a la expresión de si es a favor de persona determinada o
al portador son aplicables las disposiciones sobre cheques comunes, puede este
cheque emitirse con la cláusula "no a la orden" como lo prevé el art. 7.
La enunciación de la suma en números y eltras es similar para el cheque común.
Nada dice la ley sobre estipulación de intereses. El DLTV no incluye entre las
estipulaciones posibles del cheque de pago diferido, una cláusula que fije un interés.
El DLTV la admite para las letras a la vista. Para el cheque común está prohibido
estipular intereses. En los formularios e n uso, impuestos por el Banco Central, no
hay espacio para una estipulación de intereses en el cheque de pago diferido.
Entendemos que no puede estipularse interés. El banco debe pagar la cantidad fija
estipulada; no se le puede imponer la obligación de liquidar intereses antes de
proceder a su pago, pues ello conspiraría contra la agilidad que debe revestir este
instrumento de pago. Será de aplicación, en nuestro concepto, el art. 10.
Nos remitimos a lo ya expresado respecto a la firma en el cheque común, que es
enteramente aplicable.
7.2.3) Formalidades
El DLCh impone que los cheques de pago diferido sean claramente diferenciables de
los comunes. Por vía reglamentaria se ha dispuesto que se impriman en papel de
color amarillo claro y ese color no podrá ser empleado en la impresión de cheques
comunes. De este modo se impone una caracterización material ostensible, para que
nadie se confunda o pueda ser confundido respecto al título de que se trata,
aportando un elemento de seguridad para su negociación.
Los cheques deben extenderse en libretas ya impresas que los bancos han de
entregar a sus clientes. El art. 74 establece que esas libretas serán claramente
diferenciales de las libretas de cheques comunes.
Es obligación del banco entregarlas si el cliente lo solicita, tal como surge de la
redacción del art. 74. Quien abre una cuenta corriente tiene derecho a que el banco le
entregue fórmulas de los dos tipos de cheques regulados: comunes y de pago
diferido.
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Muchas de las enunciaciones esenciales figurarán en el texto impreso por el banco,


debiendo el librador completarlo con la fecha del libramiento con la cantidad que debe
pagarse, con la fecha a partir de la cual se ha de computar el plazo de presentación y
con el nombre del beneficiario, si no se extiende al portador y con la firma.
El DLCh exige expresamente que figure impresa la orden con los siguientes términos:
"Páguese desde el... ".
El art. 4 del Decreto 739/975 establece los caracteres materiales de estos cheques:
"A) El cuerpo del cheque medirá 178 milímetros de largo por 76 milímetros de ancho.
El color de fondo del cheque será amarillo claro.
Las enunciaciones del cheque se distribuirán de acuerdo al modelo que proporcionará
el Banco Central del Uruguay el que será estructurado sobre las siguientes bases..."
En el mismo artículo se establecen los caracteres materiales del talonario.
"B) El talonario del cheque llevará impreso el número de orden del mismo y
establecerá el lugar donde deberá anotarse:
a) La fecha desde la cual podrá ser presentado al cobro;
b) La fecha de creación;
c) La suma librada, y
d) El nombre del beneficiario.
Se podrá sustituir el talonario por un duplicado impreso en papel simple, que
contenga el mismo texto y numeración del cheque y cruzado con la leyenda «sin
valor» u otra equivalente."
7.2.4) Régimen jurídico
El art. 71 establece: "A partir de la fecha a que se refiere el numeral 4° del artículo
anterior, serán aplicables al cheque de pago diferido todas las disposiciones que
regulan el cheque establecidas en el Capítulo II, salvo aquéllas que se opongan a lo
previsto en el presente."
La disposición marca dos etapas en la vida del cheque:
antes de la fecha fijada para su presentación,
después de esa fecha.
Después de la fecha fijada, son aplicables a los cheques todas las disposiciones que
regulan el cheque común; pero, ¿cuál es el régimen aplicable antes de que llegue la
fecha estipulada?
Para la primera etapa del cheque de pago diferido, el legislador incorpora pocas
previsiones. Regula la creación del documento, determinando las enunciaciones que
debe contener, algunas de las cuales son diferentes respecto al cheque común,
aunque sólo aquéllas que tienen que ver con el nombre del documento y la fecha de
presentación; en lo demás, la forma y contenido de las dos modalidades de cheque
son idénticas. En cuanto al funcionamiento del cheque de pago diferido, en la primera
etapa, la ley sólo ha previsto dos apartamientos al régimen del cheque común: en el
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art. 72 para la presentación al cobro y en el art. 75 para los casos de fallecimiento e


incapacidad sobreviniente del librador, acaecidos antes de la fecha de presentación.
Puede entenderse, en consecuencia, que en los demás aspectos, se aplica el
régimen del cheque común ya que cuando el legislador se quiso apartar de él así lo
estableció expresamente, como en los dos artículos recién mencionados.
Por otra parte, ante el silencio del legislador sobre las normas aplicables al cheque de
pago diferido, en su primera etapa, el recurso a las normas análogas nos llevaría
precisamente a aplicar las contenidas en la propia ley sobre cheque común.
a) Normas generales aplicables al cheque antes de la fecha estipulada
Ya hemos hecho referencia a las normas de la ley aplicables a la creación del título y
a las menciones que debe contener. Aunque el DLCh no dice nada, entendemos y así
se ha entendido sin controversias al respecto, que en el término que va de la creación
a la fecha de presentación y desde ésta hasta su presentación efectiva para el cobro,
el cheque de pago diferido puede circular como los cheques comunes: ya por su
entrega manual ya por endoso, según la forma en que se haya emitido.
Incluso se podría estipular en el cheque la cláusula “no a la orden” u otra equivalente,
con lo cual se traba su circulación por vía de endoso. Sólo se podrá pagar al
beneficiario o a un cesionario (art. 8, inc. 2, y art. 36, inc. 6, DLCh).
Para el endoso no hay normas especiales y produce los efectos del endoso tal como
se reglamenta para el cheque común y para la letra de cambio.
El cheque de pago diferido como los demás títulos valores puede ser avalado (es
decir tener un aval); sin perjuicio de que las obligaciones asumidas por los obligados
cambiarios sean también garantidas por los contratos de garantía del derecho común:
fianzas, prendas e hipotecas.
Puede emitirse un cheque de pago diferido con cruzamientos o con la cláusula para
abono en cuenta.
Lo que no resulta aplicable es la certificación por el banco girado. En efecto, quien
libra un cheque de pago diferido es porque no tiene fondos en ese momento o porque
desea pagar ese cheque con disponibilidades futuras; en consecuencia, no le sirve
que le quede afectada en su cuenta el importe del cheque, como consecuencia de la
certificación bancaria.
b) Normas generales aplicables al cheque de pago diferido después de la
fecha de presentación
Ya hemos analizado que el cheque puede ser presentado en los distintos plazos de
presentación previstos por la ley para el cheque común.
Cuando el cheque de pago diferido se presenta al banco girado, éste debe asumir las
mismas actitudes que frente a un cheque común. Examinará que el cheque cumpla
los requisitos legales, efectuará los contralores que se le imponen por la ley y lo
pagará a su legítimo tenedor, si está todo en orden y si hay fondos suficientes.
El pago del cheque de pago diferido puede hacerse por ventanilla o por el crédito en
la cuenta corriente que el tenedor, tenga en el propio banco girado o por intermedio
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de la cámara compensadora (clearing) con el arbitrio de mecanismos contables y sin


movimientos dinerarios.
Cuando el cheque de pago diferido no es pagado a su presentación por el banco,
éste debe poner una constancia al dorso con las explicaciones de la razón del no
pago y otras que impone el DLCh. Con tal constancia el cheque de pago diferido
constituye un título ejecutivo - de la misma manera que el común - que permite
promover acciones ejecutivas contra los obligados cambiarios.
El portador tiene obligación de dar avisos del rechazo del cheque al librador y a su
endosante y cada endosante debe avisar a su endosante, hasta llegar al librador en
los plazos fijados por el DLCh.
El DLCh establece un plazo uniforme: cinco días hábiles inmediatos siguientes al
rechazo del cheque, para el tenedor (art. 40, inc. 1). Cada endosante debe avisar en
igual término, pero a computar desde el día siguiente a su recepción del aviso (art.
40, inc. 2).
Además, el DLCh tutela el buen funcionamiento del cheque, tanto común como de
pago diferido, con sanciones administrativas: desde la suspensión de la cuenta
corriente del librador hasta la cancelación de todas las cuentas corrientes que pudiera
tener en el sistema bancario, para los casos de libramiento de cheques sin fondos o
con provisión insuficiente y para la hipótesis de reincidencia en tal comportamiento.
c) Normas especiales relativas al cheque de pago diferido
El art. 72 establece: "El cheque de pago diferido no podrá ser presentado al cobro
sino desde la fecha establecida en el numeral 4° del artículo 70 de la presente ley; y
si a pesar de ello se presentaré, el Banco se negará a su pago".
Creado el cheque de pago diferido, debe respetarse el plazo en él estipulado. El
tenedor no puede presentarlo al cobro, sino después de ese plazo. El legislador
insiste y remarca la única y gran diferencia con el cheque común: la existencia de un
plazo para la presentación.
7.3) ¿Qué es un cheque cruzado?
El cruzamiento constituye una limitación a los derechos del tenedor, quien no puede
cobrar directamente el importe del cheque en la caja del banco sino que debe
cobrarlo a través de otra institución bancaria.
El art. 48 del Decreto Ley de Cheques n° 14.412 de 1975 (DLCh) establece que si se
trata de un cruzamiento general, el cheque debe ser pagado a cualquier otro banco.
Si se trata de un cruzamiento especial, el cheque debe ser pagado al banco
designado.
El tenedor que recibe un cheque cruzado debe depositar el cheque en el banco en
que tiene una cuenta corriente o, si no tiene cuenta corriente abierta, solicitar a un
banco el servicio de su cobranza. Si el cruzamiento es especial, el cheque debe ser
depositado en el banco designado para que sea éste el que proceda a su cobro frente
a banco girado. Si no tiene cuenta corriente en ese banco, el tenedor podrá solicitarle
que le preste el servicio de cobranza.
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7.3.1) Finalidad del cheque cruzado


El cruzamiento del cheque tiene por fin evitar los riesgos de pérdida o robo. Con el
cruzamiento se quiere impedir que el cheque pueda ser cobrado por quien no tiene
derechos legítimos y si lo fuera, que pueda ser identificado fácilmente.
La identificación de la persona que lo cobró permite al tenedor promover las acciones
que le pudieren corresponder. Para lograr ese objeto, se limita la facultad del tenedor
de cobrar el cheque, ya que no lo puede hacer personalmente y en efectivo, mediante
el servicio de caja del banco girado sino que, necesariamente, debe entregarlo a un
banco para que éste se encargue de efectuar el cobro.
Puede suceder, sin embargo, que el cheque cruzado hubiera sido robado o
extraviado y que llegue a manos de un tercero de buena fe que recurre a un banco
para que se encargue de la cobranza, en cuyo caso el pago será regular. De manera
que el cruzamiento no suprime los riesgos de pérdida o robo; pero se puede
identificar a quien lo cobró y éste a su vez a la persona de quien lo recibió.
7.3.2) Formalidades del cruzamiento
El cruzamiento debe ser efectuado en el anverso del cheque. Tal como resulta del
DLCh, se efectúa mediante el trazado de dos líneas paralelas.
El DLCh prevé dos tipos de cruzamiento. El cruzamiento general consiste en el
trazado de dos líneas paralelas en el anverso del cheque, con la palabra banco entre
ellas o sin ninguna mención. En el cruzamiento especial se debe establecer, entre
dos líneas, el nombre de un banco determinado. Normalmente, se coloca el nombre
del banco con el cual el beneficiario está vinculado.
Se plantea en doctrina qué sucede si entre las dos líneas se incluyera el nombre de
quien no es banco o de un banco inexistente. Se ha resuelto en el sentido de que el
cruzamiento especial es nulo; pero en cambio vale como cruzamiento general.
El DLCh establece que el cruzamiento general podrá transformarse en especial, pero
que el especial no podrá transformarse en general (art. 47, inc. 5). De este modo se
permite hacer más estricta la situación del girado, aumentando las garantías que
ofrece el cheque.
El DLCh dispone que no se puede tachar el cruzamiento ni el nombre del banco
designado. Si se hiciere, el tachado se tendrá por no puesto (art. 47, inc. 6). Con
esta norma se consagra la irrevocabilidad del cruzamiento. La finalidad de la norma
es impedir que se disminuyan las garantías impuestas por el librador o cualquier
tenedor.
El legislador ha querido excluir, aunque quizá la palabra "tacha" no sea la más
adecuada, la posibilidad de revocar el cruzamiento. No podrá hacerlo ni siquiera el
librador con una inscripción al dorso en que expresara que lo anula bajo su firma, El
DLCh ha querido excluir tal posibilidad porque ella podría favorecer los fraudes.
Quien hurtó un cheque cruzado o quien encontró el cheque cruzado extraviado o
quien lo obtuvo por cualquier medio ilícito, podría estampar una constancia de ese
tenor e imitar la firma del librador, para luego pretender cobrarlo directamente en la
ventanilla del banco girado.
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7.3.3) Quiénes pueden efectuar cruzamientos


El librador y el tenedor pueden efectuar cruzamientos (art. 47, inc. 1). Las limitaciones
a los derechos del tenedor pueden ser establecidas no sólo por el librador frente a los
beneficiarios eventuales sino por cualquiera de los tenedores para los que le sigan.
Si el librador cruza un cheque, en forma general, cualquier tenedor puede efectuar un
cruzamiento especial. De este modo, tal como dice Echevarría en su trabajo sobre
este tema, "el tenedor de un cheque puede hacer más severas las medidas de
garantía que implica el cruzamiento... pero no puede disminuir las que haya impuesto
el librador o el endosante anterior". También, puede ser efectuado por el banco
especialmente designado, quien a su vez mediante un nuevo cruzamiento, puede
indicar el nombre de otro banco (art. 48, inc. 2).
7.4) Cheque para abono en cuenta corriente
El librador o el tenedor podrán prohibir que el cheque sea pagado en efectivo
mediante la inserción de la cláusula para abono en cuenta. En banco girado
solamente paga si el tenedor tiene una cuenta en él o si se ofrece a abrir una cuenta
para el pago del cheque. Es a la orden y después que se le pudo esa cláusula no se
puede endosar, lo cobra solamente el beneficiario en la cuenta que tiene a su nombre
en dicho banco o que el banco le abra una.
Diferencias respecto al cheque cruzado: el cruzado puede ser al portador, se puede
depositar en cualquier banco si el cruzamiento es general, en cambio el cheque para
abonar en cuenta es a la orden.
Art. 50 decreto-ley 14.412: “El librador o el tenedor podrán prohibir que el cheque sea
pagado en efectivo, mediante la inserción de la expresión "para abono en cuenta" u
otra equivalente. En este caso, el girado solo podrá abonar el importe del cheque en
la cuenta que llevare o abriere el tenedor. Si el tenedor no tuviere cuenta y el girado
rehusare abrírsela, negará el pago del cheque. El girado que pagare en forma diversa
a la prescrita en los artículos anteriores, responderá por el pago irregular.”
7.5) Cheques certificados
El cheque certificado está regulado en los arts. 51 y 52 del Decreto Ley de Cheques
n° 14.412 de 1975. La certificación consiste en una constancia, firmada por el banco
en el mismo cheque, en que se establece que existen fondos disponibles en la cuenta
del librador, para el pago del cheque (art. 51, inc. 1). La certificación se debe hacer
por el banco girado a pedido del librador.
La finalidad del cheque certificado es proporcionar una mayor seguridad a quien
recibe un cheque. Cuando en la celebración de determinados negocios debe hacerse
entrega de sumas importantes de dinero, resulta cómodo y útil el pago con un
cheque, pero quien lo recibe realiza en cambio una prestación, puede tener
desconfianza sobre la posibilidad y seguridad de su cobro. La certificación tiende a
despejar esa desconfianza.
El banco girado debe mantener afectada, en la cuenta corriente, la cantidad
correspondiente al cheque certificado, hasta que venza el término de presentación
(art. 52, inc. 3). Vencido ese término, el banco la desafecta ya que, según dispone el
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inc. 1 del art. 52, el banco es responsable de que existirán fondos durante el período
de presentación y no después de él.
7.5.1) Naturaleza jurídica de la certificación
De acuerdo al art. 52 del decreto-ley 14.412, el banco girado será responsable frente
al tenedor de que tendrá fondos suficientes para pagar el cheque durante su término
de presentación. No es una responsabilidad cambiaria. No se responde del pago sino
de la existencia de fondos.
Aceptación y certificación son conceptos diferentes. Nuestro legislador en el art. 11
prohíbe la aceptación del cheque, pero admite la certificación. De esta manera,
resulta bien claro, para nuestro régimen legal, que aceptación y certificación son dos
actos de naturaleza jurídica distinta.
En efecto, el art. 11 establece: "El cheque no puede ser aceptado. Toda mención de
aceptación puesta en el cheque se reputa no escrita. Sin embargo el librador tiene la
facultad de visar o certificar el cheque con los efectos previstos en el artículo 51."
7.5.2) Efectos de la certificación
El banco certifica que en la cuenta corriente del librador existen fondos suficientes
para el pago del cheque, pero, además, se responsabiliza de que los seguirá teniendo
durante el plazo de presentación. A tal efecto, el banco debe afectar, en la cuenta, la
cantidad correspondiente al cheque.
Entendemos que el banco, en virtud de la afectación de fondos, no permitirá que su
cliente efectúe retiros ni atenderá pagos de otros cheques. En la práctica, el banco, al
certificar el cheque, debita en la cuenta del librador su importe y lo acredita a una
cuenta de cheques certificados. Tal práctica ha sido autorizada por el banco Central
El banco, según ya señalamos, no se constituye en obligado del pago del cheque,
frente al tenedor. Asume responsabilidad de mantener afectada en la cuenta corriente
del librador, el importe correspondiente al cheque certificado.
El banco debe mantener afectada la provisión durante todo el plazo de presentación.
El banco no podría restringir el plazo de presentación del cheque como tampoco lo
puede hacer el librador.
Vencido el plazo, el banco debe desafectar el importe del cheque y puede atender
otros cheques librados contra esa cuenta corriente.
El tenedor que no presenta el cheque al cobro, dentro de los plazos legales de
presentación, pierde las acciones cambiarias. Agregamos que, también, pierde la
posibilidad de accionar contra el banco, ya que éste responde que existirán los fondos
durante el período de presentación.
7.5.3) Condiciones de la certificación
El decreto-ley 14.412 no establece formalidades especiales. No hay términos
sacramentales. Pueden utilizarse las palabras "visto bueno" u otras semejantes como
“certifico que", pero es suficiente la sola firma del banco extendida en el mismo
cheque (art. 52, inc. 2).
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Aunque el decreto-ley 14.412 no lo diga expresamente, el banco no debe certificar


sino un cheque completo que no contenga adulteraciones, raspaduras,
enmendaduras, etcétera. Por otra parte, el cheque para poder ser certificado debe
reunir determinadas condiciones.
El cheque, para poder ser certificado, debe ser extendido a favor de persona
determinada (art. 51, inc. 2). No se puede certificar un cheque al portador.
Además, el legislador establece que el cheque certificado no será endosable (art. 51,
inc. 3). No es necesario agregar al cheque la constancia "no a la orden"; no será
endosable por imperio de la Ley.
Por otra parte, el art. 51, inc. 2, establece: "La certificación no puede ser parcial".
La norma es coherente con el sistema del decreto-ley 14.412, que se organiza sobre
la base de la existencia de la provisión suficiente de fondos en el momento de la
creación. Sería contradictorio y por otra parte no interesaría ni al librador ni al
tomador, que el banco certificara que los fondos existentes en la cuenta sólo alcanzan
a cubrir parte del cheque.
7.5.4) ¿Quién puede pedir la certificación?
El art. 51 establece que el librador puede exigir la certificación. A esa exigencia
debemos entender que corresponde una obligación a cargo del banco girado de
certificar. El banco no puede negarse a certificar.
El decreto-ley de 14.412 no faculta al tenedor para pedir la certificación, lo cual se
justifica pues no tiene mayor fundamento atribuirle ese derecho al tenedor, quien
puede hacerlo efectivo: de inmediato.
7.5.5) ¿Cuándo se hace la certificación?
El art. 51 dice "antes de la emisión". Debe entenderse que el banco debe estampar su
certificación después de la creación y antes de la emisión del cheque.
El mecanismo y la seguridad en el funcionamiento del cheque certificado presuponen
que el banco certifique el cheque ya completo, con todas sus enunciaciones e incluso
firmado por el librador.
El cheque debe ser certificado antes de su entrega al beneficiario o tomador. El
cuenta correntista libra un cheque, pide al banco que se lo certifique y, luego, lo
entrega al beneficiario.
7.6) Cheques de provisión garantizada
El cheque con provisión de fondos garantizada, es un tipo de cheque que contiene la
garantía, prestada por el banco, de la existencia de fondos suficientes para
abonarlo. La finalidad de esta modalidad es aumentar la aceptación del cheque,
especialmente por el comercio, mediante el arbitrio de la "garantía" prestada por el
banco librado. Los eventuales tomadores recibirán en pago estos documentos, con
mayor confianza que un cheque simple.
Los cheques con provisión de fondos garantizada, se proporcionan en libretas de
cheque distintas a las de los cheques comunes. Las fórmulas impresas en los cuales
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se deben extender han de ser proporcionadas por los bancos al igual que los
formularios de cheques.
Mientras en materia de cheques comunes, los bancos están obligados a proporcionar
las libretas; tratándose de cheques con provisión garantizada es facultativo del banco
entregarlas o no. El banco puede, si quiere, entregar ejemplares de estos cheques a
sus clientes de cuentas corrientes. Nuestra ley no ha previsto la entrega de libretas de
cheques con provisión garantizada, sino sólo ejemplares de cheques.
El Decreto 739/975 contiene normas sobre aspectos materiales de esta modalidad de
cheque. En el art. 3 se establece: "Aspectos materiales del cheque con provisión
garantizada. El cheque con provisión garantizada tendrá los mismos caracteres
materiales que los cheques comunes salvo lo indicado en los numerales siguientes.
El color de fondo del documento será verde.
En el ángulo inferior izquierdo contendrá dentro de un rectángulo de 60 x 22
milímetros, el siguiente texto impreso: 'Provisión garantizada hasta N$
..............(nuevos pesos..............) durante sesenta días a contar desde el............. La
presentación al cobro deberá hacerse dentro de los plazos legales'.
La cuantía máxima por la cual cada cheque podrá ser librado, deberá constar con
caracteres impresos en el lugar correspondiente del texto referido en el numeral
anterior.”
El Decreto Ley de Cheques n° 14.412 de 1975 no establece las obligaciones y
responsabilidades del banco girado que entrega cheques con provisión garantizada.
Podría deducirse de los términos contenidos en el art. 53, que el banco garantiza la
existencia de la provisión. De modo que tendría similares obligaciones y
responsabilidades que las contraídas por una certificación o visación. El banco
responde que existe provisión de fondos pero no se responsabiliza de su pago,
cambiariamente, frente al tomador. En consecuencia, debe proceder, a nuestro juicio,
como el banco certificante de un cheque: debe afectar los fondos del librador por los
importes máximos establecidos en el cheque. Así lo establece el artículo 31, inciso 4
del Decreto 730/975.
7.7) Cheque de viajero
No es necesario tener cuenta corriente, la persona va a un cambio o a un banco y
solicita cheques de viajero por determinado monto. La persona que los recibe firma
todos los cheques en el momento que los emite. Los bancos podrán expedir cheques
de viajeros a su propio cargo y pagaderos en el establecimiento principal o en los
bancos, sucursales o agencias o corresponsalías que tengan en el República o en el
extranjero.
Art. 54 Decreto ley cheques: “Los bancos podrán expedir cheques de viajero a su
propio cargo y pagaderos en el establecimiento principal o en los bancos, sucursales,
agencias a corresponsalías que tengan en la República o en el extranjero”.
Art. 55 Decreto ley cheques: “El cheque de viajero deberá contener las siguientes
enunciaciones esenciales:
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1º La denominación "cheque de viajero" inserta en su texto o la denominación


equivalente si el título fuere redactado en otro idioma distinto al castellano.
2º El número del cheque.
3º El nombre del banco remitente.
4º La indicación del lugar y fecha de emisión.
5º La orden pura y simple de pagar una suma de dinero, expresada en letras y
números, con especificación de la especie de moneda.
6º La indicación de los bancos, sucursales, agencias o corresponsalías donde
pueda cobrarse el cheque.
7º El nombre y la firma del tomador o beneficiario.
8º La firma del emitente. Además el título deberá contener un espacio destinado a la
fecha y a la firma del control del beneficiario.
El cheque de viajero podrá o no indicar el término de validez del mismo. Si no indicare
término de vencimiento, el cheque de viajero vencerá a los cinco años contados
desde la fecha de emisión. Vencido el plazo de validez el beneficiario podrá cobrar su
importe únicamente en el banco emisor. Transcurrido un año contado desde el
vencimiento de los cinco años de validez, prescribirá toda acción emergente del
título.”
Art 56: “Los cheques de viajero serán pagados previa confrontación de la firma del
beneficiario puesta en el espacio de control con la que aparezca autenticada por el
banco emisor. En el caso de que el cheque de viajero indicare el número del
documento de identidad del beneficiario, éste deberá exhibir dicho documento para
obtener su pago.”
Art. 57: “Los cheques de viajero podrán ser, extendidos con la cláusula a la orden o
sin ella, o con la cláusula no a la orden. La indicación del número del documento de
identidad del beneficiario valdrá como cláusula no a la orden.”
8) Acciones vinculadas a los títulos valores
8.1) Acciones cambiarias y extracambiarias
La doctrina clasifica las acciones vinculadas a los títulos valores, en dos grandes
categorías: acciones cambiarias y extracambiarias.
Todo tenedor de un título valor está provisto, en principio, del llamado "derecho
cambiario", o sea, del derecho a exigir la prestación de la suma de dinero estipulada
en el documento. Para hacer efectiva esa prestación, cuando no media cumplimiento
voluntario, el Decreto Ley de Títulos Valores n° 14.701 de 1977 (DLTV) le confiere la
denominada "acción cambiaria".
La acción cambiaria (que puede ser ejecutivas u ordinarias) tiene por objeto la
satisfacción del derecho incorporado al título valor (la suma de dinero del título).
La regulación de la acción cambiaria se encuentra sólo en sede de letras de cambio,
en los arts. 99 y ss. del DLTV.
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Las extracambiarias se relacionan con las letras de cambio pero sin tener que ver
directamente con el cobro del derecho incorporado en ella, como sucede, a saber, en
la acción causal, en la acción de enriquecimiento injusto y en la acción de
cancelación.
Algunas de estas acciones extracambiarias se prevén en forma general para todos
los títulos valores y otras se disciplinan sólo para la letra de cambio.
Los arts. 25 y 26 del DLTV mencionan a la acción cambiaria, a la acción causal y la
acción de enriquecimiento injusto, con normas que, por su ubicación, pretenden ser
de aplicación general a todos los títulos valores. Estos dos artículos contienen,
apretadamente, la disciplina de sólo dos de ellas: la acción causal y la acción de
enriquecimiento injusto.
Por otra parte, el DLTV sólo ha previsto la acción de cancelación para el caso de
pérdida, sustracción o destrucción de las letras y no contiene normas generales para
el caso de que esos hechos sucedan respecto a los restantes títulos valores (art.
109). No obstante, es aplicable a los vales, en virtud de lo dispuesto por el art. 125, y
a los cheques, según la remisión establecida en el art. 126.
El DLTV condiciona el ejercicio de las acciones que prevé, al cumplimiento por el
portador de una serie de deberes y cargas.
Para empezar, antes de enfrentarse al deudor, el portador debe elegir: o le inicia las
acciones cambiarias o le inicia la acción causal. Obviamente si elige la segunda debe
devolverle el título valor pues, de lo contrario, el deudor queda expuesto a que le
cobren la misma deuda por medio de dos acciones.
Fuera de este DLTV, dentro del marco del Derecho civil y del Derecho comercial y de
su común Derecho procesal, encontramos otras posibilidades de accionamiento que
pueden tener por objeto a los títulos valores, como ser la acción de reivindicación y
otras que emergen de contratos que recaen sobre el título valor como bien.
8.1.1) Clasificaciones de las acciones cambiarias
Es necesario precisar previamente que no existe una “acción cambiaria” como una
acción, con caracteres típicos y especiales desde el punto de vista procesal. No hay
un tipo de proceso específico para obtener la satisfacción judicial de los derechos
cambiarios. Para lograr el reconocimiento judicial del derecho o la agresión efectiva
contra el patrimonio del deudor, el portador del título valor tendrá procesos ordinarios
o procesos ejecutivos que se regulan por el Derecho procesal común, aunque con
algunas normas particulares que se analizarán.
a) Clasificación de las acciones cambiarias en función de quién sea el actor
Teniendo en cuenta quién es el actor, las acciones se pueden clasificar en dos tipos:
Acciones para el cobro
La acción cambiaria de cobro es la que posee el último tomador, para demandar el
monto del título valor, más sus intereses, gastos del protesto y otros que se hubieran
efectuado para conservar el ejercicio de la acción (art. 100 DLTV).
Complementariamente, el art. 354.1 del Código General del Proceso (CGP)
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establece: "Cuando se pida ejecución en cualquiera de los casos que la aparejen, el


tribunal decretará inmediatamente el embargo y mandará llevar adelante la ejecución
hasta hacerse efectiva la cantidad reclamada, los intereses, costas y costos."
Acciones para el reembolso
La acción de reembolso es aquella que ejerce el obligado cambiario que ha pagado el
importe del título valor, sea endosante o avalista. En el caso de la letra de cambio, la
acción de reembolso la puede ejercer, también, el librador. La acción de reembolso se
dirige contra quienes sean obligados respecto a quien pagó por el título valor. Tiene
por objeto el reembolso de lo pagado, los intereses de esta suma, calculados desde
el día del desembolso, y los gastos que hubiese hecho (art. 101).
b) Clasificación de las acciones cambiarias en función de quién sea el
demandado
¿Contra quién se ejerce la acción cambiaria? Para contestar esta interrogante
debemos referirnos previamente al régimen de solidaridad que afecta a todos los
firmantes de títulos valores de contenido dinerario, establecido por el art. 105 del
DLTV. Esta norma establece que “todos los que firman una letra de cambio sea como
libradores, aceptantes o avalistas, quedan solidariamente obligados hacia el
portador”.
En virtud de esta disposición, el portador o el obligado que pagó el título valor tiene
derecho a dirigir su acción de cobro o de reembolso contra cualquiera de los
firmantes del título valor o contra todos ellos, en forma colectiva. También, prevé el
art. 105 que, cuando se haya promovido acción contra uno de los obligados, ello no
impide accionar contra los otros, aun cuando fuesen posteriores al primer
demandado. Teniendo en cuenta las figuras de los posibles demandados de una
acción cambiaria, se efectúa tradicionalmente una clasificación de las acciones en
directas y de regreso, que recoge el DLTV.
Acción cambiaria directa
La acción cambiaria directa es la que tiene el tenedor contra el principal obligado. En
el caso de los vales, el principal obligado es el librador. En el caso de la letras de
cambio, el principal obligado es el girado aceptante (art. 76, inc.2). Contra éste y su
avalista, el tenedor posee una acción cambiaria directa. Tanto en el caso del vales
como en el de la letras de cambio, el avalista del librador o del girado aceptante
(respectivamente), son considerados, también, como principal obligado, por cuanto
están obligados en iguales términos que su avalado (art. 18). En el cheque, el
principal obligado es el librador. El tenedor tiene acción directa contra el librador. No
hay acción contra el banco girado.
Acción cambiaria de regreso
La acción cambiaria de regreso es la que tiene el tenedor contra los demás obligados
cambiarios.
c) Clasificación de las acciones cambiarias teniendo en cuenta la naturaleza
de la acción
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La acción cambiaria, tanto directa como de regreso, puede ser ejecutiva u ordinaria.
El tenedor de un título valor puede exigir judicialmente el importe consignado, ya por
la vía ejecutiva, ya por el procedimiento ordinario.
Acción cambiaria ejecutiva
Nuestro DLTV, en el art. 107, confiere acción cambiaria ejecutiva a la letra de cambio
debidamente protestada: "La letra de cambio debidamente protestada es título
ejecutivo para accionar por el importe del capital y accesorios conforme a lo dispuesto
en los artículos precedentes".
Se confiere a la letra de cambio protestada carácter de título ejecutivo, dándole una
presunción de autenticidad. El DLTV presume la veracidad de las firmas cambiarias,
admitiendo directamente la acción ejecutiva contra todos o cualquiera de los
firmantes, sin exigir que se recabe previamente el reconocimiento de sus firmas,
como se exige en el Derecho procesal para otros documentos.
En la misma tesitura, el art. 124 declara que se presumen auténticos los vales,
pagarés o conformes. Por ello, la misma norma exime de realizar la diligencia judicial
de reconocimiento de firma.
Una norma con sentido similar se encuentra en el art. 39, inc. 3, del Decreto Ley de
Cheques n° 14.412 de 1975.
Sobre el alcance de la presunción de autenticidad la doctrina adoptó dos posturas
discrepantes:
TEITELBAUM consideraba que la presunción de autenticidad se refiere exclusivamente
al principal obligado. No abarcaría ni a los obligados de regreso, respecto a los cuales
habría que diligenciar el reconocimiento de firma.
Según TEITELBAUM, la necesidad de reconocimiento de firma de todo documento
privado - salvo que esté certificado por escribano - es un principio general. La
excepción a la regla debe establecerse claramente y, en caso de duda, debe primar
un criterio restrictivo.
RODRÍGUEZ OLIVERA, contrariamente, entiende que, por la generalidad de sus
términos, la presunción de autenticidad contenida en los arts. 107 y 124 se aplica
tanto a la acción directa como a la acción de regreso. Considera que es así, aun
cuando el art. 107 se refiere a los artículos precedentes y casi todos ellos, contenidos
en la misma sección, se refieren a las acciones de regreso.
Según ya se vio, la acción directa está prevista en otra sección del DLTV. No
obstante, se trata de una norma aplicable a todas las acciones cambiarias como,
también, son de aplicación general las contenidas en los arts. 105, 106 y 108, de la
misma sección.
Acción cambiaria ordinaria
El DLTV no prevé - pero tampoco excluye - que el portador de la letra protestada
pueda promover una acción cambiaria por la vía del juicio ordinario para el
reconocimiento de sus derechos, prefiriendo la mayor seguridad que ofrece la cosa
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juzgada de un juicio de este tipo sobre la ventaja que supone la rapidez que le
acuerda el juicio ejecutivo para la satisfacción de su prestación.
De manera que el portador de un título valor, tiene la posibilidad de optar por uno u
otro tipo de juicio.
8.1.2) Particularidades de la acción cambiaria y diferencias con la acción causal
a) Legitimación activa
Hechas estas precisiones pasamos a considerar otro tema: quiénes pueden ejercer
las acciones directas y de regreso.
1. En primer lugar, el portador que ha presentado la letra de pago al girado y que
no ha sido satisfecho, tiene acción cambiaria directa contra el aceptante y de
regreso contra cualquiera de los restantes obligados cambiarios y puede
demandar colectivamente a todos ellos - aceptantes y demás obligados
cambiarios (arts. 76 y 99).
2. En segundo lugar, el deudor cambiario que pagó la letra en vía de regreso
tiene la llamada acción de reembolso que puede ejercer mediante una acción
directa contra el aceptante (arts. 76 y 101) o una acción de regreso contra
quienes son sus garantes (art. 101). El actor, en este caso, no es el acreedor
originario sino un anterior deudor cambiario convertido en acreedor derivado
por efecto del pago.
Damos ejemplos. El portador tiene acción contra cualquiera o todos los firmantes: el
aceptante, el librador, los endosantes y los avalistas, esto es, acción directa y acción
de regreso a la vez. Un endosante que ha pagado la letra tiene acción de reembolso
de regreso contra el librador y los endosantes anteriores, además de conservar
acción de reembolso directa contra el aceptante.
3. En cuanto al librador pueden darse dos situaciones distintas.
El librador tiene acción directa de cobro contra el aceptante, cuando es
portador de la letra en virtud de un endoso efectuado a su favor, lo cual es
posible porque así lo admite el artículo 63. Este accionamiento está
expresamente permitido por el inciso 2 del artículo 76, que dispone: “A falta de
pago, el portador, aunque sea el propio librador, tendrá contra el aceptante una
acción directa ...”.
El librador que pagó la letra por vía de regreso tiene acción cambiaria de
reembolso contra el aceptante. El único que no tiene acción cambiaria es el
girado que pagó la letra. El girado aceptante es el principal obligado. La letra
no se crea ni se tramite a su favor. Quien crea la letra da orden al girado para
que pague y garante al tomador y a futuros tenedores que la letra será pagada.
Cada endosante, al trasmitirla, se constituye en garante, frente a futuros
tenedores, de que la letra será pagada por el girado.
Cuando el girado paga se extingue el derecho creado en la letra. Si el girado pagó es
porque tiene fondos del librador o porque le ha concedido crédito. Si el girado pagó
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sin tener fondos para ello sólo tendrá - según veremos - una acción extracambiaria
para obtener del librador el reintegro de las sumas pagadas.
b) Deberes y cargas del portador
Razón de ser y consecuencias del incumplimiento
Razón de ser: Las acciones cambiarias de regreso se pierden si el portador no
realiza determinados actos: si no la presenta para la aceptación o para el pago
en determinados casos y si no la protesta por falta de aceptación, por
aceptación irregular o por falta de pago.
¿Por qué es así? Porque la Ley dispone que la responsabilidad de los obligados de
regreso se haga efectiva sólo ante el incumplimiento del girado. Por ello, antes de
reclamar a los obligados de regreso, que son garantes de la aceptación y del pago, el
portador debe presentar la letra al girado. A los efectos de controlar que el portador
ha hecho la presentación de la letra y que es cierto que el girado se ha negado a
aceptar o a pagar, se impone que se proteste notarialmente. Con el protesto se
prueba fehacientemente la presentación en tiempo y la negativa del girado a aceptar
o pagar, con lo cual queda abierta la posibilidad de accionar contra los garantes.
Incumplimiento: caducidad de las acciones de regreso: Si el portador es
negligente y no se presentó a recabar la aceptación y el pago en tiempo o si se
presenta pero no protesta cuando el girado niega aceptación o el pago
requerido, no podrá probar fehacientemente la negativa del girado y, en
consecuencia, pierde las acciones contra quienes dieron su garantía. Así lo
establece el artículo 106 que sanciona esas omisiones con la “caducidad” de la
letra.
La omisión de esos deberes no perjudica la letra en cuanto a las acciones directas
con respecto al girado aceptante. Resulta del artículo 76, inciso 2, y 106 combinados.
Resumiendo, la caducidad de la letra afecta sólo las acciones de regreso y no a las
directas.
Ejercicio de acciones antes del vencimiento
Cabe precisar que la acción para el cobro se tiene, aun antes del vencimiento
estipulado en la letra si ésta, al no ser aceptada, fue protestada por falta de
aceptación (art. 99, ap. B, numeral 1). Explicación: cuando el girado no acepta está
dando un preaviso de que no pagará al vencimiento. La Ley, entonces, acude en
tutela del portador y le permite que accione, sin esperar al vencimiento. En esta
hipótesis, el portador sólo tendrá acciones de regreso (art. 99), puesto que si no hay
aceptante no puede haber acción directa.
Esta norma tiene dos excepciones: a) si el librador no garantizó la aceptación y la
letra no se acepta, no queda abierta la acción de regreso, hasta que no llegue el
vencimiento y se proteste por falta de pago (art. 60); b) cuando la letra es a cierto
plazo desde la vista y se protesta por falta de aceptación, no se produce el
vencimiento anticipado, puesto que en esta hipótesis rige el artículo 80 que establece
que en estas letras el plazo corre desde la fecha del protesto.
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El artículo 80 contiene una norma especial para este tipo de letras, contradictoria con
la norma de carácter general contenida en el artículo 99, ap. B, n. 1.
Existe otra hipótesis de accionamiento antes del vencimiento en los casos de
concurso, quiebra o concordato del girado (art. 99, ap. B, 2).
La norma es coherente con la antes comentada, que admite vencimiento anticipado
en caso de falta de aceptación. Cuando el girado concursa o quiebra queda de
manifiesto que no podrá pagar aun cuando quiera. El portador puede, entonces,
promover acción cambiaria de regreso contra los demás obligados, sin esperar al
vencimiento. Éstos tienen la posibilidad prevista por el artículo 104, inciso 2:
“El librador, endosante y avalista, en caso de reclamación, pueden diferir el pago
hasta el día del vencimiento, dando fianza bastante a juicio del tenedor, o depositar el
importe o abonarlo con descuento de los intereses por el tiempo que falte para su
vencimiento.”
Esta posibilidad está dada exclusivamente para el caso de quiebra, concurso o
concordato del girado y no para la primera hipótesis de vencimiento anticipado
estudiada en que se aplica el inciso final del artículo 100.
Existe un tercer caso de vencimiento anticipado, cuando se produce la quiebra,
concurso o concordato del librador de una letra no aceptable.
Cuando la letra tiene la mención “no aceptable” y respetando esa mención no se
presenta a la aceptación y no se acepta, el librador es el obligado principal en
regreso. Es el principal garante pues responde, según vimos, frente al tenedor y a
todos los endosantes. Si se produce su quiebra, concurso o concordato, disminuyen
las garantías que ofrece la letra y es justo que se autorice, entonces, como en los
casos antes señalados, el accionamiento antes del vencimiento.
En resumen, para la hipótesis de quiebra, concurso o concordato, sólo se produce el
vencimiento anticipado, si esos sucesos tienen lugar respecto al girado o con
respecto al librador pero, en este segundo caso, sólo cuando se trata de la letra “no
aceptable”. El concurso civil o comercial de los demás obligados cambiarios y del
librador en las letras con aceptación facultativa u obligatoria, no precipita el
vencimiento de la letra.
Prescripción
El art. 116, al establecer los plazos de prescripción de las letras de cambio, tiene en
cuenta sus elementos personales específicos. En esta disposición se prevé distintos
plazos de prescripción.
Prescripción de las acciones contra el aceptante: Toda acción contra el
aceptante (obligado principal y directo), prescribe en el plazo de tres años. El
plazo se cuenta desde la fecha de vencimiento.
Prescripción de las acciones del portador contra endosantes y librador:
La acción del portador contra endosantes y librador (obligados de regreso)
prescribe al año. El plazo se cuenta desde la fecha del protesto formalizado en
tiempo útil y desde el vencimiento de la letra si ésta no fuera protestable.
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Prescripción de las acciones de reembolso: La acción del endosante que


pagó la letra o que ha sido demandado por acción de regreso, contra los otros
endosantes y contra el librador, prescribe a los seis meses. El plazo se cuenta
desde el día en que el endosante pagó o desde aquél en que se le notificó la
demanda.
c) Diferencias con la acción causal
La creación y la trasmisión de una letra tienen como causa una relación fundamental
entre el librador y su tomador, entre librador y girado, entre cada endosante y su
endosatario, respectivamente. Tal como se establece en el art. 25, la relación causal
no se extingue por la creación o trasmisión del título. Por lo tanto, el propietario de un
título valor tiene dos derechos a la vez: el emergente de la relación fundamental que
lo liga al creador o al endosante que lo trasmitió y el derecho incorporado al título.
Para obtener el reconocimiento judicial de esos dos derechos tiene sendas acciones
judiciales que la Ley ha denominado, respectivamente, como “acción cambiaria” y
como “acción causal”. El objeto de la acción causal es obtener la prestación debida
por la relación fundamental que fue causa de la creación o de la trasmisión de la letra.
Tal como se analizó precedentemente, el objeto de la acción cambiaria es obtener la
prestación que consta en el título.
El propietario del título valor no puede pretender simultáneamente la satisfacción de
los dos derechos y, desde luego, no puede actuar judicialmente promoviendo a la vez
dos acciones. Si lo hiciera, si se le permitiera hacerlo, se enriquecería injustamente.
La Ley le impone una mecánica especial para el ejercicio de sus derechos. En efecto,
quien recibe un título valor, en el acto de recibirlo, renuncia a ejercer privada o
judicialmente los derechos emergentes de la relación fundamental, pero no renuncia
definitivamente a ello. Puede, en cualquier momento, por cualquier razón, resolver
exigir la prestación debida por la relación fundamental pero si así lo decide, debe
renunciar al ejercicio del derecho cartular. Esa renuncia debe materializarse con la
restitución del título a quien se lo entregó. Lo establece expresamente el artículo 26.
Con otras palabras, el portador de un título valor, a su vencimiento, debe optar entre
el ejercicio de la acción cambiaria o el ejercicio de la acción causal. No le está
permitido el ejercicio simultáneo de ambas.
El portador de una letra de cambio, llegado el vencimiento, si no es pagada, debe
adoptar una decisión. Debe resolver si exige judicialmente la suma de dinero
expresada en el título o letra o si promueve una acción contra el librador o el
endosante que se la entregó por un préstamo efectuado y cuyo importe se debe. No
puede ejercer la acción cambiaria y causal a la vez. Debe elegir promover el juicio
ejecutivo con su letra debidamente protestada contra cualquiera de los obligados
cambiarios o renunciar al ejercicio de esa acción y, en su lugar, demandar al
prestatario de la relación fundamental requiriéndole la devolución de lo prestado.
Al decir acción causal, el legislador no se está refiriendo a un especial rito procesal.
La acción causal se encauzará por las vías procesales que el Derecho Procesal ha
previsto para el negocio jurídico de que se trate. Tanto las expresiones “acción
causal” como “acción cambiaria” responden a un uso tradicional que podemos
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calificar como impropio, ya que pueden sugerir que se trata de ritos procesales
distintos y especiales, cuando en rigor no lo son. El calificativo causal o cambiaria
agregado a la palabra acción sólo tiene por fin llamar la atención sobre el objeto del
juicio que se promueve: en uno se busca el reconocimiento de un derecho emergente
de una relación fundamental y en el otro se procura la satisfacción del derecho
incorporado al documento.
Finalmente, la acción causal se promoverá por las vías procesales que la Ley
acuerde al negocio causal, juicio ordinario o juicio ejecutivo. No existe una acción
causal específica como no existe una acción cambiaria típica.
8.2) Excepciones cambiarias
Las normas aplicables en cuanto a este tema - art. 45 del Decreto Ley de Cheques n°
14.412 de 1975 (DLCh) y art. 108 del Decreto Ley de Títulos Valores n° 14.701 de
1977 (DLTV) establecen expresamente una limitación a las excepciones procesales
admisibles. El inc. 2 de ambos artículos hacen un especial énfasis en su carácter
taxativo: "Contra la ejecución de las letras de cambio no se admitirán más
excepciones que..."
8.2.1) Opinión de Teitelbaum
Para este autor, la limitación de las defensas no tiene carácter absoluto. La
taxatividad, a lo sumo, podría referirse a las causas de extinción de las obligaciones
pero no permitiría descartar infinidad de otro tipo de defensas de índole sustancial y
procesal, en marcadas bajo el rótulo de la inhabilidad del título.
TEITELBAUM sostiene que la enunciación de excepciones procesales no es taxativa.
Argumenta sobre la base de que el inc. 1 del art. 108 contiene la frase“no se admitirá
más excepciones que...” y que tal frase no se repite en el segundo inciso. El inc. 2
contiene un giro que hace pensar, para el autor, en una enumeración de carácter
enunciativo.
Las excepciones procesales, según este autor, difícilmente pueden estar
taxtativamente enumeradas. La omisión legal no impide oponer la excepción de cosa
juzgada, la incompetencia absoluta o falta de jurisdicción, el juicio seguido contra una
persona fallecida o inexistente, el emplazamiento irregular, defecto legal en el modo
de preparar la demanda, etcétera.
El punto es opinable; el legislador quiso limitar tanto las excepciones sustanciales
como las procesales. El inc. 1 del art. 108 establece el principio limitativo, creando
una nómina de excepciones oponibles; el inc. 2 dispone que “también será
admisibles...” y se enumeran excepciones procesales. Con él “también”, se amplía el
elenco de excepciones admisibles del inciso anterior, con el mismo criterio restrictivo.
8.2.2) Doctrina comercialista
En general, la doctrina comercialista explica la limitación de excepciones con
similares términos y concluye que las normas que limitan las excepciones oponibles
son de interpretación estricta.
Sin embargo, cabe advertir que la taxatividad de las excepciones oponibles es un
tanto relativa. El elenco de excepciones puede verse ampliado o restringido, apelando
a diversas consideraciones. En primer lugar, a los efectos de ampliar el elenco de
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excepciones oponibles, se suele invocar los principios generales en materia


cambiaria.
Por aplicación de principios generales se podrá admitir alguna excepción no
establecida en los textos legales; por ejemplo, en el caso de que se reclame más de
lo debido, el demandado podrá armar una defensa en base a la literalidad, rasgo de
los títulos valores contenido en la definición del art. 1 del DLTV. Además, la limitación
de excepciones nunca puede servir de premio a la mala fe.
Así, también, por la vía de la inhabilidad del título pueden incluirse situaciones no
previstas expresamente.
Como contrapartida, cualquier extensión que se pretenda tiene una valla en otro
principio fundamental de igual importancia: el de la limitación de defensas para
fortalecer el crédito cambiario. De modo que los principios generales manejados nos
sirven, a la vez, tanto para una interpretación extensiva, como para una interpretación
restrictiva del régimen legal de excepciones.
8.2.3) Sobre la inadmisibilidad de ciertas excepciones en función de los
principios del Derecho cambiario
Los principios generales en materia cambiaria, determinan la extensión de la
pretensión ejercida en juicio y delimitan el contenido de las defensas. Hemos de
analizar a continuación esos principios en función del estudio de las excepciones
cambiarias.
a) Autonomía
Autonomía del derecho
En aplicación del principio de la autonomía del derecho cambiario, no se pueden
oponer al portador de un título valor las excepciones que el demandado tuviere contra
un anterior tenedor.
Este principio es opuesto al que rige en materia de cesión de créditos, en que juega
otro: nadie puede transferir más derechos que los que tiene. El crédito cedido se
trasmite con los mismos vicios y limitaciones con que los poseía el cedente. Las
excepciones que el deudor podía esgrimir frente al cedente podrá esgrimirlas contra
el cesionario, a menos que se haya opuesto a la cesión.
Si se trata de una adquisición por cesión de créditos, ésta debe ser notificada al
deudor, quien puede consentirla o no. Si el deudor consiente la cesión, ya no podrá
oponer al cesionario excepciones que tenía contra el cedente. Si el deudor, una vez
notificado se opone a la cesión, entonces sí puede oponer al cesionario las
excepciones que tenía contra el cedente. Si el deudor no fue notificado, la cesión es
ineficaz a su respecto.
Autonomía de la obligación
Por aplicación del principio de la autonomía de la obligación cambiaria, el deudor no
puede excepcionarse por hechos que afecten la validez de las obligaciones de otros
firmantes.
El concepto de autonomía de la obligación se contrapone al concepto de
accesoriedad que se maneja en sede contractual. Un contrato se considera accesorio
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cuando la subsistencia de la obligación emergente de dicho contrato depende de la


validez del contrato principal, como sucede en los contratos de garantía.
Este rasgo de la autonomía de las obligaciones está dado en el art. 8 del DLTV que
dispone:
“Todo suscriptor de un título valor se obligará autónomamente. La circunstancia que
invalida la obligación de alguno o algunos de los signatarios, no afectará a las
obligaciones de los demás.”
La autonomía de la obligación se evidencia, también, en el art. 62:
"Cuando una letra de cambio lleve firma de personas incapaces de obligarse por letra
de cambio, o firmas falsas o de personas imaginarias o firmas que por cualquier otra
razón no pueden obligar a las personas que hayan firmado la letra de cambio, o con
cuyo nombre aparezca firmada, las obligaciones de cualesquiera otros firmantes no
dejarán por eso de ser válidas."
Así como el tenedor del título valor tiene un derecho autónomo, que lo protege contra
las excepciones que el deudor podría oponer a otros tenedores anteriores
(compensación de la deuda, incumplimiento de su parte, pago a otra persona, etc.),
de la misma forma, el que se obligó a pagar un título valor no puede negarse a pagar
alegando excepciones o defensas que tengan relación con la obligación asumida por
anteriores tenedores (por ejemplo la incapacidad de uno de ellos, la falta de
legitimación para firmar un título, la falsedad de la firma de otro obligado etc.). Si el
título tiene una firma de una persona incapaz, para esta persona la obligación
asumida es nula pero los demás no pueden negarse a pagar alegando la nulidad de
esta obligación.
Cada persona que firma un título valor contrae una obligación que es independiente
de las obligaciones contraídas por los demás obligados. En consecuencia, tales
obligaciones no están afectadas por circunstancias que invaliden la obligación de
otros. Por ejemplo, si el librador era incapaz, ello no invalida la obligación contraída
por un endosante.
Veamos un ejemplo. Un vale es firmado por el librador y pueden firmarlo, también,
varios endosantes y puede ser firmado por un avalista. Cuando decimos que sus
obligaciones son autónomas significamos que cada uno se obliga con independencia
del otro y que, si hay una circunstancia que invalida la obligación de uno de los
firmantes, esa circunstancia no afecta la validez de las obligaciones de los demás.
Supongamos que un joven de 15 años, firma un vale. No está capacitado para firmar
vales. Si ha firmado un vale su obligación será nula aplicándose la disciplina de las
nulidades del Código Civil. El menor firma el vale a favor de A y, luego, A lo endosa a
favor de X. Al vencimiento, X reclama el pago al librador y su representante legal
podrá alegar que su obligación es nula, en razón de su incapacidad, pero A no podrá
alegar la incapacidad del librador, para librarse de su responsabilidad como
endosante, porque cada obligación es autónoma y la invalidez de una obligación no
afecta la validez de las otras obligaciones.
Este criterio está desarrollado en el art. 62, para la letra de cambio, transcripta más
arriba. El art. 62 dice que cuando una letra de cambio lleva la firma de personas
incapaces de obligarse por la letra de cambio o firmas falsas o de personas
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imaginarias o firmas que por cualquier otra razón no pueden obligar a la persona que
haya firmado la letra de cambio, las obligaciones de cualquiera de los firmantes no
dejarán por eso de ser válidas.
Literalidad y principio de apariencia
Un principio general, recibido en materia cambiaria, es el de la apariencia. El título
valor contiene una declaración formal que obliga a los suscriptores en la forma
declarada.
Si hubiere discrepancia entre lo declarado y lo real, el DLTV se inclina por el sustento
de lo declarado. Ello es así aun cuando lo declarado no corresponda a lo real y ello
perjudique al firmante del título valor, por cuanto el legislador protege a los terceros
para la seguridad del tráfico de estos papeles.
El DLTV ha establecido que el derecho cambiario es literal, por lo cual la medida de la
prestación debida y reclamada resultará del texto del título. El obligado cambiario se
obliga con la extensión fijada en las cláusulas del título valor: a pagar una cierta
suma, en una fecha cierta o determinable o a la vista o a pagar a una determinada
persona o al endosatario o al portador.
Aplicando el principio de la literalidad, el actor no puede pretender más que lo
consignado en el título pero el demandado, por su parte, no puede excepcionarse
alegando deber menos u otra cosa distinta a la que surge del tenor del título. Podrá
excepcionarse – aunque no esté expresamente previsto en el art. 108 del DLTV – si
se le exigen prestaciones distintas y en condiciones distintas de tiempo y lugar que
las estampadas en el título. No puede excepcionarse diciendo que debe menos, salvo
que justifique un pago parcial.Este rasgo de la literalidad tiene atenuaciones. El DLTV
dispone que en la acción cambiaria se pueden reclamar los intereses compensatorios
si se hubieren estipulado y aun cuando nada se hubiere previsto se pueden exigir los
intereses moratorios y los gastos del protesto y de avisos y demás gastos (arts. 100 y
101). Los intereses moratorios se pueden exigir aunque no resulte del tenor literal del
título la obligación de pagarlos.
En el art. 100 se prevé la tasa de interés cuando no se ha pactado otra. El art. 100
establece: “El portador puede exigir a aquel contra el cual ejercita su acción de
regreso: Los intereses, a partir del vencimiento de la letra de cambio, al tipo fijado en
el título y, si no hubiesen sido estipulados, al tipo corriente bancario en la fecha de
pago.”
Para exigir judicialmente los gastos, habrá que probarlos con documentos distintos al
título valor. De manera que, al plantear la acción, se debe presentar no sólo el título
valor sino también las cuentas de los gastos. Si la acción se promueve antes del
vencimiento, debe efectuarse un descuento en base a las tasas pasivas corrientes del
descuento bancario (art. 100, n° 3).
Para los vales, hay previsión sobre intereses en el art. 125 del DLTV con la redacción
dada por la Ley 16.788. Se establece que en el vale pueden incluirse cláusulas que
estipulen el pago de intereses corrientes o moratorios.
b) Sobre las excepciones fundadas en relaciones personales entre actor y
demandado
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El art. 108 del DLTV, en su inc. final - al igual que el art. 45 del DLCh - impide oponer
como excepción aquellas que se funden en relaciones personales entre actor y
demandado, fuera de las expresamente enunciadas en el inciso primero. A esto se le
denomina “abstracción”.

9) Endoso
9.1) Concepto
El endoso es una declaración unilateral de voluntad de carácter formal, total e
incondicional, consistente en una constancia puesta al dorso del título o en hoja
adherida a él, a los efectos de operar como título para la trasmisión de ciertos títulos
valores.
Endoso como acto unilateral total e incondicional
Jurídicamente, el endoso es una declaración unilateral de voluntad de carácter formal
(solemne), pues debe realizarse siguiendo las instrucciones legales. Puede consistir
en la sola firma del endosante. El endoso no se debe notificar al deudor.
El endoso es total porque no se permite la transmisión de parte del derecho
incorporado en el título; es puro y simple porque no puede estar sujeto a condición
alguna.
Endoso como constancia en el título valor
El endoso es una constancia que se escritura en el mismo título valor. El art. 39 del
Decreto Ley de Títulos Valores n° 14.701 de 1977 (DLTV) establece su contenido y
dispone que debe constar en el título o en hoja adherida a él y que debe ser firmado
por el endosante. Puede consistir en la sola firma del endosante. Se firma sólo por el
endosante.
Clases de endosos
En el art. 43 del DLTV, se distingue distintos tipos de endosos: endoso que trasmiten
la propiedad; endosos en procuración; endosos en garantía. Cualquiera de los tipos
de endosos legitima al endosatario para el cobro frente al obligado, pero el DLTV
prevé distintos efectos para cada uno de ellos. Se analizarán en párrafos siguientes.
Endoso en propiedad
El endoso es el título requerido para poder trasmitir los títulos valores a la orden y,
también, los nominativos.
A los efectos de hacer oponible la trasmisión frente al creador del título, se requiere,
además, la inscripción en el Registro que lleva el emisor. En el registro constaran las
sucesivas transmisiones que se han operado con ese título.
El art. 37 del DLTV establece que puede trasmitirse el título a la orden por un medio
diverso del endoso. La norma se refiere a la posibilidad de trasmisión por sucesión o
por una cesión de créditos no endosables. En el caso de sucesión, el adquirente se
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coloca en la posición del causante, no adquiere un derecho nuevo y autónomo y por


lo tanto el deudor puede oponerle las excepciones que tenía frente al causante.
Para estas hipótesis de trasmisión por vía distinta del endoso, el art. 38 prevé: “Quien
justifique que se la ha trasmitido un título a la orden por medio distinto del endoso,
podrá exigir que el Juez en vía de jurisdicción voluntaria haga constar la trasmisión en
el título o en hoja adherida a él.”
Endoso en procuración
El art. 45 en su primer inciso establece lo siguiente: “El endoso en procuración se
otorgará con las cláusulas ‘en procuración’, ‘por poder’, “al cobro’ u otra equivalente.”
De manera que no hay términos sacramentales. El DL formula tres posibles
enunciaciones pero admite cualquier otra equivalente.
Los derechos que confiere el endoso en procuración se establecen en el art. 45:
derecho a cobrarlo, judicial o extrajudicialmente;
derecho a endosarlo en procuración.
El endosatario podrá nuevamente endosarlo, pero sólo en procuración. Lo cual es
lógico, ya que el endosatario no puede trasmitir más derechos que los que él tiene.
No se incluyó el derecho de realizar todas las diligencias necesarias para conservar
los derechos que derivan del título (protestos, avisos, etc.) en cuanto correspondan,
pero entendemos que son facultades implícitas.
Endoso en garantía
No hay términos sacramentales para el endoso “en garantía” o “en prenda” pudiendo
utilizarse cualquier otra expresión equivalente. En el art. 46 se establece cuál es la
eficacia de tal endoso. Dispone que constituya un derecho prendario sobre el título.
En consecuencia, quien endosa en garantía, está dando el título en prenda, bajo el
régimen de la prenda común regulado por el Código de Comercio. El art. 46
establece que el endoso en garantía confiere al endosatario los derechos del
acreedor prendario. Tales derechos son los establecidos en el art. 759 del Código de
Comercio: practicar los actos conservatorios del crédito y cobrar el importe del título y
sus intereses. El art. 46 agrega que el endosatario tiene, además, las facultades que
confiere el endoso en procuración, esto es, la cobranza judicial o extrajudicial y de
endosarlo nuevamente en procuración.
El inc. 2 del art. 46 reitera, para el endosatario que recibe el título en garantía, el
carácter de la autonomía que tiene el derecho consignado en el título valor. El
acreedor prendario adquiere un derecho autónomo frente al deudor, quien no puede
oponerle las excepciones que hubiera podido oponerle a anteriores tenedores. El
endoso en garantía es el que confiere al endosatario los derechos que corresponden
al acreedor prendario y que le permite, además, endosarlo en procuración.
La prenda acuerda al acreedor un derecho real de preferencia y de persecución. De
preferencia, porque excluye a otros acreedores en caso de concurso. Cobra antes
que los demás, con el importe del bien prendado y cobra todo. Incluso fuera de
concurso, en caso de que un tercero ejecute el bien prendado, el acreedor prendario
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se puede oponer con su mejor derecho y cobra primero. El art. 1.741 del CCom
establece en su inc. 1: “Para que el acreedor prendario pueda usar del derecho que le
acuerda el artículo 1737, es necesario que se encuentre en posesión de la cosa, y
que el contrato de prenda conste por escritura pública o por documento privado, cuya
fecha resulte comprobada por cualesquiera de los medios de prueba admitidos en
materia comercial”. De persecución, porque aun cuando el bien sea enajenado por su
dueño, el acreedor puede ejecutarlo de todos modos, siguiéndola en manos de su
nuevo dueño. La venta le es indiferente.
El acreedor tiene derecho de retención del bien prendado en tanto no se le pague la
deuda. El art. 761 permite retener el bien prendado, también, para cubrir los gastos
para la conservación de la cosa (inc. 3, art. 761). El equivalente de esta norma está
en el CC, art. 2.305 que establece: “El deudor no podrá reclamar la restitución de la
prenda en todo o en parte, mientras no haya pagado la totalidad de la deuda en
capital e intereses y en su caso, las expensas de conservación de la prenda: si el
acreedor abusare de ésta, se pondrá en secuestro”.
Otras modalidades del endoso
Endoso en blanco
El endoso en blanco está previsto en el art. 42. Se trata de una forma de endoso en
que se deja un espacio en blanco y, luego, se firma por el endosante. Para tal
hipótesis, la Ley autoriza a que cualquier tenedor llene el blanco con su nombre o el
de un tercero.
Endoso al portador
Se trata del caso en que el endosante estampe un endoso que podría ser así:
“Montevideo, 10 de diciembre de 1998. Endoso en propiedad al portador”. Podría
tener, también, el siguiente texto: “Al portador”.
El art. 42, inc. 2, dice que este endoso produce los efectos de un endoso en blanco.
Esto significa que, tanto en este caso como en el anterior, el título no deja de ser “a la
orden”. No pasa a ser un título “al portador”. La Ley de circulación no puede ser
variada por la sola voluntad del tenedor (art. 12).
De manera que cuando llegue el vencimiento, el deudor deberá actuar con la
diligencia requerida por el art. 49: deberá verificar la continuidad de los endosos y
deberá identificar al último tenedor.
Endoso póstumo
Se denomina endoso póstumo al realizado posteriormente al vencimiento del título.
Se entiende por “posterior al vencimiento” tanto el posterior al protesto por falta de
pago como el posterior al término fijado para efectuar el protesto (o sea dentro de los
dos días hábiles después del vencimiento, según el art. 91 del DLTV.
En el régimen vigente, en virtud de lo dispuesto por el art. 47 del DLTV, las letras
vencidas sí pueden ser endosadas pero el endoso produce los efectos de una cesión
de créditos: “El endoso posterior al vencimiento producirá efectos de una cesión de
créditos no endosables”.
Resumen DERECHO COMERCIAL

Que produzca los efectos de una cesión de créditos implica que el endosante sólo
tendrá la responsabilidad del cedente de un crédito y el deudor podrá oponer al
endosatario las excepciones que hubiere podido oponer al endosante. Esto último
significa que el endosatario no gozará de un derecho autónomo. Así lo dispone el
artículo 565 del Código de comercio: “Siempre que el deudor no haya consentido la
cesión, o verificado novación (art. 563), puede oponer al cesionario todas las
excepciones que habría podido oponer al cedente, aun las meramente personales.”
Por otra parte, existe incongruencia entre los dos incisos del artículo 47. En el primer
inciso se establece una norma para el endoso posterior al vencimiento. Luego, en el
inciso segundo, se establece otro punto de referencia para la aplicación de la misma
norma: el plazo para el protesto. Falta una debida coordinación entre las dos normas.
Aplicando estrictamente el artículo 47 podría hacerse un endoso con posterioridad al
vencimiento pero dentro del plazo que confiere la Ley para formalizar el protesto.
9.2) Formalidades
El artículo 39 dispone cuáles son los requisitos para el endoso. De la lectura del
primer inciso, podría deducirse que es un acto formal, solemne, pero leyendo el
artículo 40 resulta que en el endoso pueden faltar todas las enunciaciones dispuestas
por el artículo 39 y que puede consistir en la sola firma del endosante.
Requisitos para que un títulos valor sea transmisible por endoso
El título debe indicar el nombre del beneficiario. Puede contener un pacto en
contrario, en los casos que tal pacto sea admitido por la Ley. El pacto contrario puede
estipularse con las cláusulas “no a la orden” o “no negociable”.
Enunciaciones del endoso
Enunciaciones previstas en el artículo 39
Las enunciaciones previstas por el artículo 39 son las siguientes:
Fecha: La fecha del endoso interesa para determinar la capacidad del endosante.
Interesa, también, para determinar los efectos del endoso pues, según
hemos de ver, el endoso posterior al vencimiento (endoso póstumo)
produce efectos de una cesión de créditos no endosables. Si falta la
fecha, la Ley presume que el endoso se hizo en la misma fecha en que
el endosante lo recibió.
Lugar del endoso: Si se omite el lugar, se entiende que se hizo en el lugar del
domicilio del endosante. De manera que si no se estampa lugar de
endoso debería figurar el domicilio del endosante; si no figura, se
tendrá como lugar del endoso, el domicilio conocido del endosante.
Nombre del endosatario: Puede no indicarse el nombre del endosatario, dejando un
espacio en blanco. De acuerdo a lo que dispone el artículo 40, con una
remisión al artículo 4, el portador legítimo podrá llenar el claro.
Clase de endoso: Debe establecerse en el endoso, si se endosa en propiedad, en
procuración o en garantía. De acuerdo a lo dispuesto por el artículo 40
si nada se dice, se presume que se endosa en propiedad. Entendemos
Resumen DERECHO COMERCIAL

que la presunción es relativa y podría probarse lo contrario. La prueba


sería a cargo del endosante. Para el endoso en garantía, hay
disposición expresa en el artículo 758 del Código de Comercio que
establece lo siguiente: “Cuando se dan en prenda papeles endosables,
debe expresarse que se dan como valor en garantía. Sin embargo,
aunque el endoso sea hecho en forma de trasmitir la propiedad, puede
un endosante probar que sólo ha trasmitido el crédito en prenda o
garantía.”
La firma del endosante: Es el único requisito que no puede faltar. El endosante puede
firmar personalmente o por medio de un representante. El artículo 40
establece que, si falta la firma, el endoso se considerará inexistente.
El Decreto Ley 14.701 no prevé expresamente el endoso con la sola firma del
endosante que, en la práctica, es la forma más corriente de endosar. Sin embargo, el
artículo 40 prevé que cualquiera y todas las menciones del endoso enunciadas en el
artículo 39 puedan faltar. Lo único que no puede omitirse es la firma, con lo cual se
autoriza indirectamente el endoso por la sola firma. El art. 42, también, estaría
admitiendo el endoso con la sola firma aunque en forma imprecisa. El artículo 42
establece que “el endoso puede hacerse en blanco, con la sola firma del endosante”.
No es ajustada la terminología usada. Una cosa es endosar con la sola firma y otra es
endosar dejando en blanco un espacio para que sea llenado por el tenedor legítimo.
En materia de cheques se usa igual terminología. El art. 22 del Decreto Ley 14.412 de
cheques dice que el endoso puede “consistir simplemente en la firma del endosante,
en cuyo caso recibirá el nombre de endoso en blanco”. Luego el art. 23 establece que
el portador puede llenar el blanco. Realmente no entendemos qué blanco ha de
llenarse y cómo, cuando el endoso consiste en la sola firma del endosante.
Cláusulas facultativas del endoso
De acuerdo al artículo 44 se podrá incluir en el endoso la mención “sin mi
responsabilidad” u otra equivalente. La inclusión de esta mención tiene por efecto
liberar al endosante de responsabilidad por su endoso.
Enunciaciones prohibidas
Condiciones
El artículo 41 impone que el endoso debe ser puro y simple. Si se incluye una
condición se tiene por no puesta.
De modo que la inclusión de una condición no anula el endoso, pero la Ley quita
eficacia a la cláusula condicional. Advertimos que el Decreto Ley 14.701 impone la
incondicionalidad para el endoso, pero no la impone respecto a la creación del título
valor.
Endoso parcial
El art. 41 dispone que el endoso parcial es nulo. De modo que si el endosante
estipulara que endosa un documento por una cuarta parte de su valor, su endoso se
reputará como inexistente. El endosatario no podrá invocar ningún derecho sobre el
título.
Resumen DERECHO COMERCIAL

El endoso parcial no es posible dada la mecánica de los títulos valores que requieren
la posesión del documento para poder ejercer los derechos en él consignados. El
beneficiario no podría endosar en parte, porque el documento es único y no puede
fraccionarse de tal modo de permitir el ejercicio del derecho, en parte por el
adquirente de la parte trasmitida y, en parte, por quien pretende conservar para sí
otra parte del derecho. Siendo el título valor un documento de presentación, no sería
posible el desdoblamiento de los acreedores.
10) Cesión de créditos
El art. 37 del Decreto Ley de Títulos Valores n° 14.701 de 1977 establece que puede
trasmitirse el título a la orden por un medio diverso del endoso. La norma se refiere a
la posibilidad de trasmisión por sucesión o por una cesión de créditos no endosables.
En el caso de sucesión, el adquirente se coloca en la posición del causante, no
adquiere un derecho nuevo y autónomo y por lo tanto el deudor puede oponerle las
excepciones que tenía frente al causante.
La cesión de crédito es un contrato mediante el cual una parte, denominada cedente,
transmite la propiedad de un crédito, del cual es legítimo poseedor, a otra persona
llamada cesionario. Este contrato es la forma de transmisión de los denominados
“papeles no endosables” es decir, de todos aquellos créditos que no son susceptibles
de ser transmitidos a otra persona mediante el endoso.
Las partes en este contrato son dos: el cedente (poseedor del crédito) y el cesionario
(futuro poseedor). Además de éstas personas existe un tercer sujeto que, si bien no
es parte, está interesado en la cesión: es el deudor del crédito en cuestión a quien se
llama “deudor cedido”.
10.1) Actos inmediatos a la cesión
Para que la cesión efectuada resulte eficaz respecto del deudor cedido, éste debe
conocer la cesión.
Una vez realizada la notificación al cedido, el contrato de cesión de crédito produce
su efecto natural: liga al deudor con el nuevo acreedor y le impide que pague,
lícitamente, a otra persona: el Sr. B del ejemplo deberá pagar su deuda al Sr. C. Si le
paga al Sr. A (su antiguo acreedor) entonces pagará mal y no extinguirá su deuda.
Si el cedido consiente la cesión, entonces no podrá oponerle al cesionario las
excepciones que hubiera podido oponer al cedente. A los efectos de recabar ese
consentimiento se dan las siguientes variantes: el cedente debe notificarle la cesión al
deudor cedido y éste debe consentir la cesión estampando su firma en el contrato de
cesión o en otro contrato que haga remisión a éste, o; el deudor cedido renueva su
obligación a favor del cesionario en un contrato en dónde acepte que, a partir de ese
momento, pasará a deberle a éste.
Puede suceder que el deudor no quiera reconocer la cesión, pues, por la naturaleza
del crédito, sólo se siente obligado respecto del acreedor original. En este caso debe
oponerse a la cesión realizada entre el cedente y el cesionario dentro del plazo de
tres días contados desde la notificación a que hicimos referencia. Pasados estos tres
días se supone que consiente la cesión realizada (art. 564).
Resumen DERECHO COMERCIAL

La oposición no impide el perfeccionamiento de la cesión. Su única consecuencia es


que el cedido conserva las defensas que tenían contra el cedente.
10.2) Títulos que se transmiten por cesión de crédito y entrega
Los títulos valores que tienen incorporada la cláusula “no a la orden” o “no
transferible” o “no endosable” se transmiten mediante el contrato de cesión de
créditos más su entrega. Las menciones referidas significan que el tomador tiene
prohibido, expresamente, la trasmisión del título mediante su endoso del título. Esta
cláusula indica que la transmisión del título no puede hacerse mediante el endoso. El
librador del título puede pretender complicar la transmisión en atención, por ejemplo,
al monto del crédito incorporado. De esa manera obliga al beneficiario a transmitirlo,
únicamente, mediante un contrato de cesión de crédito que, según se vio, es mucho
más complicado que un simple endoso.
El Decreto Ley 14.701 no prevé, pero tampoco prohíbe, que un título creado con
inclusión del nombre del beneficiario lleve la cláusula “no a la orden” o “no endosable”
u otra similar. Por lo tanto, el vale y la letra, podrán contener la cláusula “no a la
orden”. Esta hipótesis se admite expresamente para los cheques, en el Decreto Ley
14.412.
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Unidad 11

Concurso y Reorganización Empresarial


Resumen DERECHO COMERCIAL

1) Declaración judicial del concurso y reorganización empresarial (ley


18.387)
1.1) Introducción
1.1.1) La nueva ley
Esta ley realiza una sustancial revisión y reforma de nuestro vetusto e ineficaz
régimen concursal que data del siglo XIX y principios del siglo XX, y que, en la
mayoría de los casos, se aplicaba cuando la empresa ya estaba económicamente
muerta.
En palabras del Dr. Ricardo Olivera García “la nueva ley se alinea con las más
modernas corrientes europeas en la materia, representadas por la Ley alemana de
1994 y la Ley española de 2003”.
Principales cambios introducidos por la nueva normativa:
Sustitución de los diferentes procesos concursales por un procedimiento único:
los numerosos procedimientos existentes hasta la fecha, destinados a encarar
las crisis empresariales, se sustituyen por un único procedimiento judicial
denominado CONCURSO.
Promueve la continuidad de la empresa: promueve el mantenimiento de las
empresas económicamente viables; es decir, la continuación de la empresa en
marcha, ampliando las modalidades posibles de acuerdos entre el deudor y
sus acreedores; y si el eventual Convenio al que arribaren, fracasare o no
fuese cumplido, se prevé la posibilidad de una venta en bloque que permita
que la empresa continúe en funcionamiento.
Cambios en la clasificación de los créditos: la nueva Ley diferencia las distintas
categorías y el orden en el cobro, e introduce sustanciales cambios en cuanto
a los créditos garantizados con prenda e hipoteca (que en el régimen hasta
ahora vigente quedaban absolutamente excluidos del régimen concursal),
haciendo además una reducción de los privilegios de los créditos, y creando la
categoría de “créditos subordinados”.
Responsabilidad del deudor y afines: como novedad importante, la Ley
determina consecuencias patrimoniales para el deudor, sus administradores, o
cómplices, cuando el concurso es calificado como culpable. Con el régimen
hasta ahora vigente, si el deudor actuaba contra culpa o intensión de
defraudar, era pasible de incurrir en responsabilidad penal, pero nada se
preveía respecto de la posibilidad de que respondiera con sus propios bienes.
Agilidad de los procedimientos: la definición de la solución a dar a la crisis
empresarial debe ser rápida, evitando que perduren en el tiempo situaciones
patológicas, que destruyen valor distorsionan el funcionamiento del mercado y
resulten costosas para la empresa en crisis.
Para esto, la nueva ley establece plazos breves y perentorios para las decisiones.
Declarado judicialmente el concurso, la definición sobre la posibilidad de un acuerdo
de reestructuración con los acreedores debe alcanzarse dentro de un plazo máximo
Resumen DERECHO COMERCIAL

de 180 días. Fracasada esta etapa, el Juez tiene 90 días para licitar la empresa en
marcha.
Se busca evitar dilaciones innecesarias, dando carácter no suspensivo a la mayoría
de los recursos contra las providencia judiciales y se prevé la separación del síndico
de su cargo en caso de una prolongación indebida de su actuación, luego de
transcurridos dos años de la resolución judicial de liquidación.
Finalmente, se establece un procedimiento simplificado para los pequeños concursos,
el monto cuyo pasivo no supere las 3.000.000 de UI.
1.1.2) Síntesis del nuevo procedimiento concursal
Dado que el contenido de la ley es bastante extenso, nos pareció una buena idea
realizar una síntesis del proceso concursal para luego pasar a un análisis más
detallado.
1. Solicitud del concurso
Si es solicitado por el deudor el juez debe expedirse dentro de los próximos 2
días
Si es solicitado por otro de los legitimados, la decisión del juez puede llevar 2 a
30 días dependiendo si el deudor presentó o no oposición y si fue necesaria o
una pericia
2. Acuerdo privado de reorganización
Antes de la declaración judicial de concurso el deudor podrá suscribir con los
acreedores un acuerdo privado de reorganización (la ley establece los mínimos de
adhesión requeridos).
Una vez obtenidas las mayorías requeridas, el deduo podrá elegir entre dos
alternativas de acuerdo:
Acuerdo puramente privado, requiriendo la actuación de un escribano público
Acuerdo sujeto a homologación judicial
3. Declaración judicial del concurso
La sentencia de declaración judicial del concurso, entre otras cosas, nombra al
síndico o interventor (dependiendo de si el deudor es suspendido o limitado en sus
facultades) y convoca a la Junta de Acreedores (a realizarse dentro de los próximos
180 días).
4. Formación de la masa activa
Acciones revocatorias: cuando el activo no alcance para cubrir el pasivo, el síndico
deberá revisar los actos anteriores a la declaración judicial del concurso, para
detectar situaciones de reducción de activos que puedan ser revocadas y de esta
forma recuperar dinero para aumentar la masa activa.
Estas acciones también podrán ser promovidas por acreedores que representen al
menos el 5% del pasivo total.
5. Formación de la masa pasiva
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Dentro de los 15 días siguientes a su nombramiento, el síndico o interventor


envía comunicado a los acreedores informando sobre la situación y solicitando
que se presenten a verificar sus créditos.
Dentro de los 60 días de la sentencia de declaración judicial del concurso, los
acreedores deberán presentar la documentación que acredita la existencia de
sus créditos.
Dentro de los 30 días siguientes, el síndico o interventor confecciona una lista
de acreedores (se indica nombre, monto, calificación, etc.), comunicando
expresamente a los acreedores que se hubiesen presentado a verificar sus
créditos.
Dentro de los 15 días siguientes, cualquier interesado podrá impugnar la lista
de acreedores presentada.
De no existir impugnaciones, o habiendo sido resueltas, el juez dicta sentencia
aprobando la lista de acreedores.

Clasificación de los créditos:


- Créditos privilegiados (dos tipos: con privilegio especial y con privilegio
general)
- Créditos quirografarios o comunes
- Créditos subordinados
Esta clasificación influye en el orden en que luego serán liquidados.
6. Propuesta de convenio
Con una anticipación no menos de 60 días a la fecha de reunión de la Junta de
Acreedores, el deudor podrá (no es obligatorio) presentar al juez del concurso una o
varias propuestas de convenio, acompañadas de un plan de continuación o
liquidación.
El síndico o el interventor deberán emitir un informe especial sobre la viabilidad del
plan de continuación o de liquidación, el cual deberá ser presentado al juzgado y
puesto a disposición de los acreedores con una anticipación mínima de 15 días a la
fecha prevista para la celebración de la Junta de Acreedores.
Procedimiento alternativo: el deudor podrá presentar al juez (antes de la celebración
de la Junta de Acreedores) una propuesta de convenio ya acordado con los
acreedores (la ley establece los mínimos de adhesión requeridos), en tal caso, el juez
suspenderá la realización de la Junta de Acreedores y abrirá un plazo de 20 días para
que los acreedores puedan presentar su oposición a la propuesta.
7. Realización de la Junta de Acreedores
En la junta se tratan estos temas:
- Informe de sindico o interventor
- Propuesta de convenio, si se hubiera presentado
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- Nombramiento de la Comisión de Acreedores


La comisión de Acreedores estará formada por 3 titulares y 3 suplentes (elegidos
entre los acreedores), y tendrá la función de seguir de cerca el proceso concursal en
representación de los acreedores.
8. Liquidación y pago
El juez del concurso ordenará la liquidación de la masa activa en los siguientes casos:
a) Cuando el deudor así lo pida en la solicitud de declaración judicial de concurso
b) En caso de falta de presentación o de aceptación de la propuesta de convenio
por la Junta de Acreedores
c) En caso de falta de aprobación judicial del convenio
d) En caso de incumplimiento del convenio
e) Cuando, en cualquier estado del procedimiento, así lo soliciten, en la Junta de
Acreedores o fuera de ella, acreedores que representen la mayoría de los
créditos quirografarios con derecho a voto
La ley establece dos procedimientos de liquidación de la masa activa:
a) Venta en bloque de la empresa en funcionamiento (es el preferido por la ley
porque permite que la actividad continúe). Se realiza mediante subasta pública.
b) Liquidación por partes de la masa activa (en caso de no lograrse la venta en
bloque).
El pago a los acreedores se hará en el orden que establece la ley; primero los
privilegiados, luego los quirografarios y por último los subordinados.
9. Suspensión o conclusión del concurso
Suspensión: será causa de suspensión del concurso de acreedores la inexistencia o
el agotamiento de la masa sin integra satisfacción de los acreedores.
Hay un plazo de 15 días para que cualquier persona interesada pueda oponerse a la
declaración de suspensión, vencido ese plazo resueltas las oposiciones, el juez
dictaminará la suspensión del concurso.
Reapertura del concurso: el concurso suspendido será reabierto a solicitud del deudor
o de cualquier acreedor concursal cuando, dentro del plazo de 5 años a contar desde
la firmeza del auto de suspensión, ingresen o aparezcan nuevos bienes o derechos
en el patrimonio del deudor.
Conclusión: son causas de conclusión del concurso de acreedores:
a) El integro cumplimiento del convenio.
b) La íntegra satisfacción de los acreedores.
c) El transcurso de 10 años desde la suspensión del concurso de acreedores.
2) Declaración judicial de concurso
2.1) Presupuesto objetivo del concurso
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El art. 1 de la Ley de Declaración Judicial del Concurso y Reorganización Empresarial


n° 18.387 de 2008 (LCU), en su inc. 1, establece que procede la declaración judicial
de concurso respecto de "cualquier deudor" que se encuentre en “estado de
insolvencia”. Se abandona, entonces, al menos nominalmente, el concepto de
“cesación de pagos”, que se utilizaba en nuestro Derecho concursal desde 1866.
En el inc. 2 se define a la insolvencia como aquel estado en que el deudor “no puede
cumplir con sus obligaciones”. Este concepto legal de insolvencia no coincide con el
concepto económico.
2.1.1) Concepto económico de insolvencia
Desde el punto de vista económico, un patrimonio es insolvente cuando el monto de
su pasivo supera la suma de los valores de su activo. La comprobación de la
insolvencia requiere un estudio de la situación patrimonial del deudor, con la
estimación del valor venal de cada una de las unidades que componen su activo y
con la confrontación de la suma de esos valores con el estado de su pasivo.
El insolvente no puede pagar su pasivo ni siquiera enajenando todos los bienes de su
activo.
2.1.2) Distinción respecto al concepto de iliquidez
El concepto legal de “insolvencia” se aproxima al de “iliquidez”, que es, también, un
concepto económico. Una persona presenta una situación patrimonial de liquidez,
cuando los bienes del activo disponible son, por lo menos, iguales al pasivo exigible a
corto plazo.
El deudor tiene la obligación de pagar sus deudas en dinero. El acreedor puede
recibir del deudor alguna cosa en pago de su deuda, pero ello es una facultad del
acreedor, nunca una obligación. La dación de bienes en pago constituye un modo
anormal de cumplir las obligaciones, que requiere el consentimiento expreso del
acreedor, según establecen el art. 1.490 del Código Civil (CC) y el art. 943 del Código
de Comercio.
En consecuencia, si el deudor no puede pagar, en efectivo, sus deudas de
exigibilidad inmediata o a corto plazo, su estado será de iliquidez y, por ende,
también, de “quiebra económica”. Entonces, aun teniendo un patrimonio solvente, una
persona puede estar en estado económico de quiebra, porque no basta la solvencia,
es necesaria, además, la realizabilidad de los valores que constituyen el activo.
2.1.3) Significado de la expresión “insolvencia”
Sin perjuicio de la proximidad entre el concepto legal, insolvencia, con el concepto
económico de iliquidez, estrictamente, el art. 1 de la LCU no se refiere, propiamente,
ni a la insolvencia ni a la iliquidez, sino al de “cesación de pagos”. Basta verificar los
términos en que inc. 2, define a la insolvencia: “Se considera en estado de
insolvencia… al deudor que no puede cumplir con sus obligaciones”.
El incumplimiento es un hecho cuya determinación depende de los términos
establecidos en la Ley o en el contrato. Se incumple con una obligación, cuando el
deudor no realiza la prestación que constituye su contenido, en el momento y forma
convenidos con el acreedor o determinados legalmente. En determinadas
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condiciones, el incumplimiento tiene relevancia jurídica como uno de los hechos que
habilitan la solicitud de concurso.
El art. 1 de la LCU no exige que se haya verificado, específicamente, el
incumplimiento sino que se establezca judicialmente que el deudor se encuentra en
un estado tal que “no puede cumplir con sus obligaciones”.
El art. 1 de la LCU hace una precisión: la insolvencia existe “independientemente de
la existencia de pluralidad de acreedores”. De manera que se configurará el
presupuesto objetivo y se habilita al proceso concursal, aunque exista un solo
acreedor.
2.2) Presunciones de insolvencia
2.2.1) ¿Qué es una presunción?
En los arts. 4 y 5, se establecen presunciones de insolvencia, que complementan lo
dispuesto en el art. 1 de la LCU. Éstas enuncian hechos o actos objetivos que sirven
para detectar una situación de dificultad económica, así como para justificar y
fundamentar la aplicación de la LCU.
La LCU establece que ciertos hechos son hábiles para llevar al concurso y los
enuncia como presunciones de insolvencia. Esos hechos enumerados en la LCU, han
sido considerados como indiciarios de una situación que justifica la apertura del
proceso. Se trata de meros índices de su existencia pero puede suceder que se den
tales hechos y no exista quiebra económica, no obstante lo cual, el concurso es
declarado.
En los casos enunciados por la LCU puede no existir un incumplimiento pero los
hechos referidos revelan la mala situación económica del deudor y la inminencia del
no pago futuro. De igual modo, no es necesario que se dé un efectivo incumplimiento
en la hipótesis en que el propio deudor confiesa su estado de insolvencia y pide su
propio concurso.
La LCU distingue entre presunciones de insolvencia relativas y presunciones
absolutas. Las relativas serán apreciadas por el juez y admiten prueba en contrario.
Si se trata de presunción absoluta, el juez deberá decretar el concurso.
Presunciones relativas de insolvencia:
1. Cuando exista un pasivo superior al activo, determinados de acuerdo con
normas contables adecuados.
2. Cuando exista dos o más embargos por demandas ejecutivas o por
ejecuciones contra el deudor por un monto superior a la mitad del valor de sus
activos susceptibles de ejecución.
3. Cuando existan una o más obligaciones del deudor, que hubieran vencido hace
más de tres meses.
4. Cuando el deudor hubiera omitido el pago de sus obligaciones tributarias por
más de un año.
5. Cuando exista cierre permanente de la sede de la administración o del
establecimiento donde el deudor desarrolla su actividad.
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6. Cuando el BCU hubiera dispuesto la suspensión de una o más cuentas


corrientes del deudor o la clausura de las cuentas corrientes del deudor en el
sistema bancario.
7. Cuando, en el caso de acuerdo privado de reorganización, el deudor omita
presentarse en plazo al Juzgado, no se inscriba el auto de admisión, se
rehace, anule o incumpla el acuerdo.
Presunciones absolutas de insolvencia:
1. Cuando el deudor solicite su propio concurso.
2. Cuando el deudor hubiera sido declarado en concurso, quiebra o cualquier otra
forma de ejecución concursal por Juez competente del país donde el deudor
tenga su domicilio principal.
3. Cuando el deudor hubiera realizado actos fraudulentos para la obtención de
créditos o para sustraer bienes a la presunción de los acreedores.
4. Cuando exista ocultación o ausencia del deudor o de los administradores, en
su caso, sin dejar representante con facultades y medios suficientes para
cumplir con sus obligaciones.
2.2.2) Análisis particular de las presunciones relativas de insolvencia
Advertimos que, en todos los casos que se referirán, quien invoque una presunción
relativa de insolvencia para pedir el concurso, será una persona que tenga
conocimiento de las actividades del deudor, de sus estados contables, etcétera.
Las presunciones establecidas en el art. 4, pueden no coincidir con un estado de
insolvencia. Algunas de las presunciones creadas, pueden llevar a procesos
concursales a quienes no se encuentran en situación de crisis económica que lo
amerite. Claro que, siendo presunciones relativas, el deudor se podrá oponer,
sosteniendo que no corresponde el concurso porque no se encuentra en estado de
insolvencia jurídica.
Las presunciones relativas de insolvencia enumeradas por el art. 4 son las siguientes:
a) Presunción demostrativa de una situación de insolvencia en sentido
económico
El n° 1 del art. 4, incluye como presunción, la existencia de un pasivo superior al
activo, determinado de acuerdo con normas contables adecuadas. En esta
presunción se maneja el concepto económico de insolvencia.
Siendo relativa, se podrá probar lo contrario; demostrando, por ejemplo, que en un
balance existen activos subvaluados, por lo que le sería posible al deudor cumplir con
sus obligaciones. También, por ejemplo, podría el deudor probar que obtuvo una
refinanciación de al menos parte de su pasivo, de modo que, a pesar de encontrarse
en una situación de insolvencia económica, puede continuar cumpliendo con sus
obligaciones.
El hecho de que la norma imponga que la determinación de la insolvencia surja de
normas contables adecuadas, está presuponiendo que el deudor lleve contabilidad.
Resumen DERECHO COMERCIAL

En nuestro Derecho, la obligación de llevar contabilidad se le impone a los


comerciantes (sean estos personas físicas o jurídicas). De ahí que, esta presunción
sólo le sería, en principio, aplicable a ellos.
Sin embargo, según advierte MARTÍNEZ BLANCO, la carga de llevar contabilidad es,
también, una exigencia de la administración tributaria, que se extiende a “pequeños
contribuyentes”, aunque no sean comerciantes, y a personas jurídicas no comerciales
pues, aunque algunas de ellas estén exentas de tributación, igualmente estarían
constreñidas a llevar contabilidad, en función de disposiciones estatutarias.
b) Presunciones demostrativas de un estado de cesación de pagos
Incumplimiento en el pago de sus obligaciones
Existencia de una o más obligaciones vencidas por más de tres meses: el n° 3
del art. 4 dispone como presunción la existencia de una o más obligaciones del
deudor, que hubieran vencido hace más de tres meses. El legislador ha
considerado a un solo incumplimiento como un hecho grave, perturbador de la
economía, que justifica la aplicación del proceso de ejecución colectiva del
concurso. Basta que haya una obligación vencida y que no se haya pagado en
el transcurso de tres meses desde su vencimiento, para que se configure la
presunción.
Advertimos que un incumplimiento puede ser revelador de un estado de insolvencia,
pero puede no serlo. El deudor puede omitir un cumplimiento por error o por
negligencia o por mala fe, siendo totalmente solvente y teniendo dinero en efectivo
disponible para atender el pago adeudado.
Omisión en el pago de las obligaciones tributarias por más de un año: en el n°
4 se establece como presunción, la omisión en el pago de sus obligaciones
tributarias por más de un año.
Existencia de embargos
El n° 2 del art. 4 establece como presunción, la existencia de dos o más embargos
por demandas ejecutivas o por ejecuciones contra el deudor, por un monto superior a
la mitad del valor de sus activos susceptibles de ejecución.
Se deben configurar, entonces, dos circunstancias:
En primer lugar, deben existir dos o más embargos trabados. No bastaría con
un embargo.
En segundo lugar, el importe de los embargos debe ser superior a la mitad del
valor de los activos susceptibles de ejecución.
De manera que para configurarse esta presunción se debe tener conocimiento de los
activos que tiene el deudor y tomar en cuenta los ejecutables. Quien solicite el
concurso deberá probar el valor de los bienes que integran ese activo.
Damos un ejemplo. Si el deudor tiene un activo integrado por bienes ejecutables que
suman la cantidad de $ 10.000.000, se configura la presunción si los embargos
trabados superan la cantidad de $ 5.000.000.
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En el caso, con los activos se cubren los importes reclamados por los juicios, pero se
trata de un alerta de que ese deudor está en dificultades.
Suspensión o clausura de cuentas corrientes
El n° 6 se refiere a la suspensión o clausura de cuentas corrientes que procede
cuanto se han librado cheques sin fondos.
Entendemos que esta hipótesis puede no corresponder a un estado de insolvencia
sino a una situación de iliquidez transitoria.
c) Otras presunciones
Cierre permanente de la sede de la administración o del establecimiento
El n° 5 establece como presunción: el cierre permanente de la sede de la
administración o del establecimiento donde el deudor desarrolla su actividad. No se
precisa por cuánto tiempo se ha prolongado el cierre. ¿Bastará una semana o un
mes? Aclaramos que así como puede producirse un incumplimiento que no obedezca
a un estado de insolvencia, también, podría darse que se haya cerrado un
establecimiento y no exista insolvencia. De todos modos, el deudor será llevado al
concurso. Asimismo, puede suceder a la inversa, que el deudor en estado de
insolvencia mantenga abierta su sede o establecimiento.
Hechos relacionados con acuerdos celebrados por el deudor
En el n° 7 del art. 4 se trata del caso en que el deudor hubiera firmado con sus
acreedores un acuerdo de reorganización pero no lo hubiera presentado para su
homologación o no se hubiera inscripto el auto de admisión en el Registro Nacional
de Comercio. También, establece otros supuestos: que el acuerdo se rechace, anule
o se incumpla.
2.2.3) Presunciones absolutas de insolvencia
a) Solicitud por el deudor de su propio concurso
La doctrina se plantea si el deudor debe haber incurrido en un incumplimiento
efectivo. Entendemos que no. Puede no haber existido un efectivo incumplimiento,
siendo suficiente que el deudor se encuentre ante la imposibilidad de pagar las
deudas de vencimientos próximos. De manera que no se requiere un efectivo
incumplimiento; basta que el deudor tenga la certidumbre de no poder pagar más.
b) Deudor declarado en concurso o quiebra en otro país
La norma se refiere a un deudor cuyo domicilio principal se encuentra en otro país y
en él fue concursado.
c) Deudor autor de actos fraudulentos
La comisión de actos fraudulentos con el fin de obtener crédito o de sustraer bienes
para frustrar accionamiento de los acreedores.
d) Fuga u ocultamiento del deudor
El deudor puede ser llevado al concurso cuando se oculta o se ausenta y no ha
dejado un representante con facultades y recursos para dar cumplimiento a sus
obligaciones. También, en esta situación, puede suceder que el deudor no haya
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incurrido en efectivos incumplimientos pero los hechos referidos revelan la inminencia


del no pago futuro. El deudor se oculta o se ausenta, precisamente, porque no puede
cumplir. Con ello trata de eludir el enfrentamiento con los acreedores, cuando lleguen
los vencimientos pendientes. En este caso hay presunción absoluta de insolvencia.
Como en otros casos analizados, podrá suceder que el deudor se haya ausentado y
no se encuentre en estado de insolvencia. Si se trata de una persona jurídica existe
presunción absoluta de insolvencia si los administradores se ocultan o se ausentan
sin dejar representante.
2.3) Presupuesto subjetivo
El art. 2 de la Ley Concursal uruguaya n° 18.387 de 2008 (LCU), establece que la
declaración judicial de concurso procederá respecto de cualquier deudor, persona
física que realice actividad empresarial o persona jurídica civil o comercial.
2.3.1) Las personas jurídicas y el presupuesto subjetivo del concurso de la LCU
El art. 2 delimita el ámbito subjetivo de aplicación de la LCU. Para determinar a qué
sujetos se aplica la LCU, su art. 2 se vale de dos categorías: deudor persona jurídica
civil o comercial, y deudor persona física que realice “actividad empresarial”.
a) Personas jurídicas comprendidas en la categoría “deudor persona
jurídica civil o comercial”
Deudor persona jurídica civil
Para las personas jurídicas que pudieran considerarse como “deudores civiles”,
existía – y todavía se mantiene respecto a las personas físicas sin actividad
empresaria - un procedimiento concursal diverso, regulado por los arts. 452 a 471 del
CGP y los arts. 2.359 a 2.389 del Código Civil. Hoy se rigen por la LCU.
Una importante diferencia con el régimen anterior consiste en la aplicación del mismo
régimen que se aplica a las sociedades comerciales, a las asociaciones y
fundaciones reconocidas por la autoridad pública (art. 21 CC).
Se entiende que, también, quedan comprendidas en la categoría “deudor persona
jurídica civil”, todas aquellas sociedades civiles que tienen personería jurídica, como
las sociedades civiles de propiedad horizontal, las instituciones privadas de asistencia
médica, las asociaciones agrarias y las sociedades de riego.
Deudor persona jurídica comercial
Entre los deudores que pueden ser calificados como personas jurídicas comerciales
se encuentran las sociedades comerciales, los grupos de interés económico, las
cooperativas y las sociedades de economía mixta.
b) Categorías excluidas
Personas jurídicas excluidas expresamente
Estado, entes autónomos, servicios descentralizados y gobiernos
departamentales
En principio, el art. 2 pareciera abarcar a todas las personas jurídicas, en tanto
enuncia que la declaración judicial de concurso procederá respecto de “cualquier
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deudor… persona jurídica civil o comercial”. Sin embargo, según ya se dijo, en el inc.
3 se especifica que se encuentran excluidas del régimen de la LCU al Estado, los
entes autónomos, los servicios descentralizados y los gobiernos departamentales.
La redacción del art. 2 pareciera indicar que las personas públicas que enumera
podrían encontrarse sujetas a un régimen concursal previsto en otra Ley. Allí se
dispone: "... Se encuentran excluidos del régimen de esta ley...". Sin embargo, no
existe otra Ley que disponga algún régimen concursal aplicable a las personas
públicas estatales.
Entidades de intermediación financiera
En el inc. 3 del art. 2, se excluye, también, del régimen de la LCU, a las entidades de
intermediación financiera. Si el deudor era una entidad de intermediación financiera,
antes de la LCU se aplicaba – y ahora, también - la Ley 16.327 de 1992 que,
modificando al DL 15.322 de 1982, incorporó un régimen general para la liquidación
administrativa de las entidades de intermediación financiera. Estas disposiciones
deben ser complementadas por las normas incluidas en las leyes dictadas como
consecuencia de la crisis que afectó al sistema bancario en el año 2002 y que
determinó la intervención y suspensión de actividades de varios bancos de nuestra
plaza: la Ley 17.523 (4 de agosto de 2002), la Ley 17.542 (21 de agosto de 2002) y la
Ley 17.613 (27 de diciembre de 2002).
Personas públicas no estatales
Las personas públicas no estatales deben recurrir al régimen concursal del CGP, en
cuanto no se opongan a las respectivas normas legales que las rigen, en función de
lo dispuesto por el art. 616 de la Ley 17.296 de 2001, que no fue derogado por la
LCU.
Sociedades y contratos de colaboración sin personería jurídica
Sociedades accidentales: las únicas sociedades comerciales que quedarían
excluidas serían las accidentales o en participación, puesto que no tienen
personería jurídica.
Consorcios: tampoco concursan los consorcios (arts. 501-509 LSC), puesto
que carecen de personería jurídica.
Sociedades civiles: las sociedades civiles, también, están en principio
excluidas del nuevo régimen, en tanto no tienen personería jurídica. Como
excepción, a algunas sociedades civiles les fue atribuida personería jurídica
por leyes especiales, razón por la cual, según ya se expresó, pueden
concursar.
2.3.2) Personas físicas
En el inc. 1 del art. 2, se establece que la declaración judicial de concurso procede
respecto de cualquier deudor, persona física que “realice actividad empresarial”.
a) Concepto de “deudor persona física que realice actividad empresarial”
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En Derecho se utiliza la expresión “persona física” o “persona natural” o “persona


real”, para referirse a los seres humanos, en tanto entes dotados de una existencia
propia, real, en el sentido de perceptible por los sentidos.
Para que una persona física deudora quede sujeta a las disposiciones de la LCU, se
requiere que “realice actividad empresarial”. La propia LCU, en su art. 2 define lo que
considera como “actividad empresarial”: “Se considera actividad empresaria a la
actividad profesional, económica y organizada con finalidad de producción o de
intercambios de bienes o servicios”.
Como se advierte de la mera lectura del artículo transcripto, para la definición de
“actividad empresarial”, la LCU acumula tres calificativos (profesional, económica y
organizada) y, además, agrega una especial finalidad (producción o intercambios de
bienes o servicios).
Actividad profesional
Según los diccionarios, “profesión” es el empleo, arte, facultad u oficio habitual que se
ejerce públicamente y con el cual se gana el sustento. Para que la actividad pueda
ser reputada como “empresaria”, entonces, se requiere que sea realizada por la
persona física deudora en función de una aptitud u oficio que le sea propio y que
ejerza públicamente, de modo que pueda ser considerado como su o medio de vida.
El concepto de “profesión” supone una actividad continuada y habitual. No se puede
considerar como “actividad empresarial”, por lo tanto, aquella realizada
ocasionalmente, aunque sí la realizada con ciertas interrupciones (como sucede con
las industrias estacionales).
La profesionalidad no requiere, necesariamente, de la exclusividad. Por lo tanto, se
considerará “actividad empresarial” la realizada concomitantemente con otra de
diversa índole.
En cambio, es de particular importancia para la calificación de una actividad como
“empresaria”, que la persona física deudora obtenga de esa actividad los medios para
su existencia. En este sentido, no constituiría “actividad empresarial” aquella que
tuviera carácter amateur.
Así mismo, el ejercicio público es fundamental para que una actividad pueda ser
considerada como profesional. Es necesaria la exteriorización de la actividad que
surja de la publicidad de las relaciones de la persona física deudora con terceros en
general. Es indispensable que la persona física deudora se presente frente al público
como un empresario.
Actividad económica
De acuerdo con los diccionarios, “económico” es lo concerniente, perteneciente o
relativo a la economía, y “economía” es la administración recta y prudente de los
bienes. En el contexto de definiciones similares a la del art. 2 de la LCU, se ha
entendido que la expresión “actividad económica” es aquella encaminada a la
producción y al cambio bienes y servicios. Se señala, entonces, la reiteración en que
incurre la definición legal, cuando agrega “con finalidad de producción o de
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intercambios de bienes o servicios”. La actividad económica siempre tiene esa


finalidad.
Actividad organizada
“Organizar”, según el diccionario, es establecer o reformar algo para lograr un fin,
coordinando medios y personas adecuadas. Aplicando este término a una “actividad
empresarial” implica una referencia, según la doctrina, a la organización de los
factores de producción - capital y trabajo – dirigida a la obtención de un resultado
económico. El capital que se organiza puede ser propio o ajeno. En eso existe
concordancia en toda la doctrina. En cambio, respecto de la organización del trabajo
la doctrina realiza interpretaciones divergentes.
b) Personas físicas excluidas
La LCU excluye de su régimen a aquellas personas que no queden comprendidas en
la descripción que del ámbito subjetivo efectúan los incs. 1 y 2, del art. 2.
Nuestros legisladores, lamentablemente, han dejado pasado una oportunidad
excelente para establecer un régimen concursal que abarcara todas la situaciones de
insolvencia, tanto de empresarios como de no empresarios, con el agravante de que
el criterio utilizado para realizar el distingo entre a quiénes se aplica y a quiénes no, el
nuevo régimen, adolece de cierta inconsistencia conceptual que, posiblemente,
genere dudas a la hora de su aplicación. Veremos, a continuación, diversas hipótesis
de deudores que podrían quedar excluidos del régimen establecido en esta LCU.
Deudores excluidos por no realizar actividad profesional ni económica
Siendo que sólo procede la declaración de concurso respecto de personas físicas que
realicen “actividad empresarial” y que se considera como tal a la actividad profesional
y económica, quedan excluidos como sujetos pasivos del concurso las personas
siguientes:
a. las personas que tienen un local donde se exponen obras de arte o donde
se dictan conferencias culturales o sobre temas científicos;
b. los empleados, los funcionarios públicos, los jubilados y las personas que
no realicen ninguna actividad;
c. los viajantes y los vendedores de plaza no entrarían, porque son reputados
como empleados;
d. quienes hayan cesado su actividad, puesto que el art. 2 exige que la
persona "realice" actividad, en tiempo presente.
Deudores excluidos por no tener una finalidad productiva ni de intercambio de
bienes o servicios
Para considerar a una actividad como “empresaria”, además, el art. 2 establece que
debe tener por finalidad la producción o el intercambio de bienes o servicios. Esta
exigencia dejaría fuera del alcance de la LCU, a las personas que, en un sentido
estricto, no serían producción o no serían intercambio de bienes o servicios, entre las
cuales se nos ocurren las siguientes:
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a. las personas que tienen un yacimiento minero y lo explotan, porque no son


productores, pues realizan extracción de minerales;
b. las personas que se dedican a la pesca, tampoco son productores;
c. los agentes marítimos y los agentes aéreos actúan como mandatarios, por
lo que tampoco quedarían comprendidos en la LCU.
d. quienes realizan intermediación, puesto que el intercambio es un concepto
distinto (intercambia quien realiza permutas e intermedia quien compra para
revender).
Si se adoptara una interpretación restrictiva de la expresión “intercambio”, quedarían,
también, fuera del alcance de la LCU, los sujetos siguientes:
a. quienes realizan transportes y los corredores - corredor inmobiliario,
corredor de seguros, corredor de bolsa, agentes de servicios turísticos,
quedarían excluidos puesto que ni producen ni intercambian bienes o
servicios, puesto que, estrictamente, celebran contratos de arrendamiento de
obra, no de arrendamientos de servicios;
b. los rematadores quedarían excluidos porque actúan como mandatarios o
comisionistas (no producen ni intercambian servicios, mucho menos bienes).
Deudores excluidos por carecer de organización
Por último, el art. 2 de la LCU exige que la actividad sea “organizada” para
considerarla como “empresaria”, por lo que quienes no dispusieren de organización
tampoco podrían ser concursados según el régimen de la LCU. Entre los sujetos que
realizan una actividad sin organización, podrán mencionarse los siguientes:
a. quienes poseen un establecimiento comercial pero lo explotan solos, sin
empleados;
b. los propietarios de una quinta o de una granja, que sólo tienen la ayuda de
su cónyuge o de sus hijos o de un peón;
c. los profesionales liberales - abogados, escribanos, contadores, médicos -
que ejercen su profesión, en forma personal;
d. los artesanos que producen bienes pero sin organización empresarial.
2.4) Legitimación para solicitar la declaración de concurso
El art. 6 de la Ley de Declaración Judicial del Concurso y Reorganización Empresarial
n° 18.387 dispone que pueden solicitar la declaración judicial de concurso:
1. El propio deudor. En el caso de personas jurídicas, la solicitud deberá ser
realizada por sus órganos con facultades de representación o por apoderado
con facultades expresas para la solicitud.
2. Cualquier acreedor, tenga o no su crédito vencido.
3. Cualquiera de los administradores o liquidadores de una persona jurídica, aun
cuando carezcan de facultades de representación, y los integrantes del órgano
de control interno.
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4. Los socios personalmente responsables de las deudas de las sociedades


civiles y comerciales.
5. Los codeudores, fiadores o avalistas del deudor.
6. Las Bolsas de Valores y las Instituciones Gremiales de empresarios con
personería jurídica.
7. En el caso de la herencia, podrá además pedirlo cualquier heredero, legatario o
albacea.
2.4.1) Consideraciones preliminares
a) Declaración de oficio
Corresponde advertir que en el art. 6 de la LCU, no se incluye la posibilidad de
declaración de oficio del concurso.
No obstante la omisión de esta posibilidad en el art. 6 de la LCU, procede la
declaración de oficio cuando el juez rechaza un acuerdo privado de reorganización. El
art. 231 dispone que el concurso se considerara declarado a solicitud del deudor.
La LCU denomina "acuerdo privado de reorganización" al convenio preventivo
celebrado por el deudor con el 75 % de sus acreedores quirografarios con derecho a
voto (art. 214).
b) Pluralidad de accionamientos
Se advierte sobre la posibilidad de que se presente más de una solicitud de
declaración judicial de concurso contra un mismo deudor, en función de la diversidad
de legitimados previstos por la norma que comentamos. La cuestión, además, es
relevante incluso entre los acreedores, en función del privilegio general que la LCU
atribuye al acreedor instante (art. 110, inc. 3). El acreedor instante asegura el cobro
del 50 % de su crédito antes que el resto de los acreedores quirografarios, siempre y
cuando no supere el 10 % de la masa pasiva (art. 182).
2.4.2) El deudor
Según establece el n° 1 del art. 6, el propio deudor tiene legitimación para solicitar la
declaración de concurso.
a) Representación de las personas jurídicas
Si el deudor fuere una persona jurídica, la solicitud debe ser realizada por sus
órganos con facultades de representación o por apoderado con facultades expresas.
b) Representación por apoderado
La LCU no establece expresamente que el deudor pueda actuar por medio de un
representante pero ello es admisible por lo dispuesto en el art. 117 del CGP, aplicable
por lo dispuesto en el acápite del art. 7 de la LCU. No obstante, el concurso debe ser
solicitado por un apoderado con poder especial. No basta con un poder general. Esta
exigencia se justifica por los importantes y graves efectos del concurso. El apoderado
debe ser abogado o procurador y el poder otorgado en escritura pública (art. 38
CGP).
c) Factor
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¿Puede solicitar el concurso el factor o gerente de un comerciante?


En principio, el factor no puede pedir el concurso de su principal, por dos razones:
porque el factor fue facultado para administrar los negocios y el concurso
puede suponer su clausura;
porque el factor conoce la situación del establecimiento que administra pero no
la situación patrimonial total de su principal.
El factor puede tener conocimiento de las dificultades en la marcha del
establecimiento del principal pero ello no justifica que pida el concurso que arrastra
todo el patrimonio del deudor, máxime cuando el principal puede ser solvente por la
propiedad de bienes no afectados a la explotación comercial.
No obstante, el factor podría pedir el concurso si en el poder se le facultase
expresamente para ello. Si se le ha autorizado, deberá sustituir el poder en un
abogado o procurador para su presentación en juicio.
2.4.3) Legitimación de acreedores
En el n° 2 del art. 6 se dispone que puede solicitar la declaración judicial de concurso
cualquier acreedor, tenga o no su crédito vencido.
Esta disposición contiene una aparente contradicción con lo dispuesto en el n° 3 del
art. 4, que establece como presunción relativa de insolvencia, la acreditación de la
existencia de una o más obligaciones del deudor, que hubieran vencido hace más de
tres meses.
Sin embargo, corresponde advertir que el acreedor instante puede solicitar la
declaración del concurso con base en cualquier otra de las presunciones. Inclusive,
podría instar el concurso mediante la acreditación de la existencia de un crédito de un
tercero, vencido hace más de tres meses.
2.4.4) Legitimación de administradores, liquidadores e integrantes del órgano de
contralor interno
a) Administradores
En el n° 3 del art. 6 se establece que cualquiera de los administradores está
legitimado para solicitar la declaración del concurso, aun cuando carezcan de
facultades de representación.
Existe una aparente contradicción entre lo dispuesto en el n° 1, en que se exige,
expresamente, que quien solicite el concurso por una persona jurídica, tenga
facultades de representación.
Sin embargo, corresponde advertir que en la hipótesis del n° 1, el concurso debe ser
considerado como pedido por el propio deudor, por lo que se considerará voluntario,
si su activo fuere suficiente para satisfacer su pasivo. En cambio, en la hipótesis del
n° 3, el concurso debe ser considerado como necesario.
Un administrador que no tiene la representación no obliga a la sociedad ni tiene
legitimación procesal. Por lo tanto, no es la sociedad la que solicita el concurso sino,
en definitiva, un tercero.
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Surge, claramente, del n° 1 del art. 6, que la solicitud de concurso, para que sea
considerara a pedido del propio deudor persona jurídica, por ella debe ser solicitada
por su órgano de representación o por un apoderado con facultades expresas.
b) Liquidadores
La LCU prevé que el liquidador puede pedir el concurso, refiriéndose, seguramente, al
liquidador de una sociedad en disolución. Asimismo, se confiere legitimación al
órgano de control interno (síndico o comisión fiscal).
c) Integrantes del órgano de contralor interno
El órgano de control es el referido en el art. 397 de la Ley de Sociedades Comerciales
n° 16.060 de 1989 (LSC).
El control interno de la sociedad está a cargo de uno o más síndicos o de una
comisión fiscal compuesta de tres o más miembros, accionistas o no, según lo
determine el estatuto (art. 397, inc. 1).
En las sociedades anónimas, la fiscalización privada sólo es obligatoria tratándose de
sociedades anónimas abiertas; en las cerradas es facultativa (art. 397, inc. 2). En las
sociedades de responsabilidad limitada, la sindicatura o la comisión fiscal es
obligatoria cuando la sociedad tenga veinte o más socios (art. 238).
2.4.5) Legitimación de socios
En el n° 4 del art. 6 se establece que pueden pedir el concurso, los socios
personalmente responsables de las deudas de una sociedad civil y comercial.
2.5) Documentación a presentar para solicitar el concurso
a) Si la solicitud la hace el deudor, deberá presentar:
Estuviera Memoria explicativa conteniendo información relativa al deudor.
Inventario de bienes y derechos de los que sea titular a la fecha de solicitud del
concurso (con estimación de su valor e indicando si alguno de los bienes se
encontrara gravado por derechos reales o hubiera sido embargado).
Detalle de acreedores (indicando nombre, domicilio, monto, fecha de
vencimiento de sus créditos, etc.)
Estados Contables de los últimos 3 ejercicios (si el deudor estuviera obligado a
llevar la contabilidad). Dichos estados deberán estar acompañados de informe
firmado por contador público o establecer expresamente la causa por la cual
no fue posible obtener dicha firma.
Si el deudor fuera una persona jurídica, deberá acompañarse también
testimonio notarial de la resolución del órgano de administración, aprobando la
presentación. La solicitud de declaración judicial de concurso y los documentos
mencionados en el presente artículo deberán estar firmados por el propio
deudor y, en el caso de personas jurídicas, por todos los administradores o
liquidadores. Si faltara la firma de alguno de ellos, se señalará en la solicitud y
en los documentos en que falte, indicando la causa.
3) Síndico o interventor
Resumen DERECHO COMERCIAL

3.1) Nombramiento
El síndico o interventor será designado por el Juez en la sentencia que declare el
concurso.
3.1.1) ¿Qué diferencia hay entre un síndico y un interventor?
Ambos intervienen en la actividad de la empresa, la diferencia entre uno y otro tiene
que ver con el grado de intervención, que a su vez depende si el deudor es
suspendido para limitado en sus facultades para disponer y obligar a la masa del
concurso. En los casos de suspensión, el deudor será sustituido por un síndico en la
administración y disposición de sus bienes.
En el caso de limitación, se designará un interventor que coadministrará los bienes
conjuntamente con el deudor.
Nota 1: las situaciones de suspensión y limitación las veremos más adelante.
Nota 2: eventualmente, la administración de la empresa podría estar a cargo de un
administrador designado por los acreedores. Por lo tanto hay tres alternativas de
administración de una empresa en concurso: administración realizada por el deudor
bajo el control del interventor, realizada por un síndico o realizada por un
administrador designado por los acreedores.
3.1.2) Quienes pueden ser síndico o interventor
Profesionales universitarios o sociedades de profesionales o instituciones gremiales
representativas con actuación en materia concursal con personería jurídica inscripta
en el Registro de Síndico e Interventores Concursales que llevará la Suprema Corte
de Justicia.
Situación especial: en los concursos radicados en el interior del país y en los
pequeños concursos, la designación podrá recaer en profesionales universitarios no
inscritos en el Registro de Síndico e Interventores Concursales, a condición de que
sean abogados, contadores públicos o licenciados de administración de empresas
con un mínimo de 5 años de ejercicio profesional o egresados de los cursos de
especialización para síndicos e interventores concursales.
3.1.3) Incompatibilidad y prohibiciones
No podrán ser nombrados síndicos:
1. Quienes no puedan ser administradores de sociedades comerciales.
2. Quienes hubieran prestado cualquier clase de servicios profesionales al deudor
o a personas especialmente relacionadas con éste en los últimos 5 años.
3. Quienes, en el último año, hubieran sido nombrados síndicos o interventores
en 2 concursos. A estos efectos, los nombramientos efectuados en sociedades
pertenecientes al mismo grupo se computarán como uno sólo. En el caso de
sociedades de profesionales e instituciones gremiales de empresas con
personería jurídica, este número se elevará a 10.
3.1.4) Aceptación
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El nombramiento del síndico o interventor será comunicado al interesado por el medio


más rápido. Dentro de los 5 días siguientes a la comunicación, el momento deberá
comparecer ante el Juzgado para aceptar el cargo. No podrá rehusar el cargo, salvo
que medie causa grave, la cual será apreciada por el Juez con criterio estricto, o que
renuncie además a su inscripción en el Registro de Síndicos o Interventores
Concursales.
En caso de falta de aceptación el Juez procederá de inmediato a un nuevo
nombramiento. Aceptado el cargo el nombrado sólo podrá renunciar por causa grave.
3.1.5) Auxiliares
Cuando la complejidad del concurso así lo exija, el síndico o el interventor podrá
solicitar del Juez autorización para nombrar auxiliares. La resolución judicial que
conceda la autorización especificará las funciones a desarrollar por dichos auxiliares,
así como la retribución que les corresponda, la cual será de cargo del síndico o del
interventor, salvo casos de gran complejidad a juicio del Juez.
3.2) Estatuto Jurídico del Síndico o Interventor
El síndico y el interventor no podrán adquirir por sí o por persona interpuesta
bienes y derechos que integren la masa activa del concurso.
Los síndicos o interventores tendrán derecho a ser retribuidos con cargo a la
masa. El arancel aplicable será determinado por la reglamentación de esta ley.
Responsabilidad: el síndico, el interventor y eventualmente los auxiliares
responderán frente al deudor y frente a los acreedores de los daños y
perjuicios causados a la masa del concurso por los actos y omisiones
contraídos a la ley o por los realizados sin la debida diligencia.
Cese: cuando concurra justa causa, el Juez, de oficio o a petición de
cualquiera de las personas legitimadas para solicitar la declaración de
concurso, podrá disponer el cese del síndico o del interventor.
3.3) Rendición de cuentas
El síndico rendirá cuentas de su gestión:
1. Cuando lo solicite la Comisión de Acreedores.
2. Al solicitar la suspensión o conclusión del concurso.
3. En caso de cese antes de la conclusión y si lo solicitará el nuevo síndico o la
Comisión de Acreedores. El plazo para la presentación de esta solicitud será
de un mes a contar desde la fecha en que el cese se hubiera producido.
El interventor deberá rendir cuentas de su gestión cuando lo acuerde el Juez del
concurso a solicitud de la Comisión de Acreedores.
3.3.1) Aprobación de las cuentas
Las cuentas presentadas por el síndico o el interventor y la documentación
respaldante quedarán de manifiesto en el Juzgado por el plazo de 15 días. Durante
este plazo el deudor, la Comisión de Acreedores y los demás interesados que
hubieran comparecido en el procedimiento podrán formular observaciones.
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En caso de que no se formularan observaciones el Juez aprobará las cuentas


presentadas, no admitiéndose contra el auto de aprobación recurso alguno.
En caso de que se formularan observaciones la sentencia que recaiga en este
procedimiento podrá ser recurrida con efectivo suspensivo.
3.3.2) Sanción por rechazo de las cuentas
Si las cuentas no fueran aprobadas, el síndico o el interventor quedará inhabilitada
para intervenir como síndico o como interventor en cualquier otro concurso de
acreedores durante el período que fije el Juez del concurso, que no podrá ser inferior
a 5 ni superior a 20 años.
Esta sanción será aplicada, sin perjuicio de las acciones de responsabilidad
patrimonial y criminal que su actuación pueda haber generado.
4) Efectos de la declaración de concurso
4.1) Efectos sobre el deudor
Los efectos de la declaración judicial de concurso sobre el deudor son,
fundamentalmente, de naturaleza personal y patrimonial. Están dirigidos a obtener la
inalterabilidad de su patrimonio, asegurándolo como garantía de sus acreedores.
4.1.1) Cese o clausura de la actividad del deudor
La LCU dispone que, como consecuencia de la declaración judicial de concurso, se
produzcan una serie de efectos sobre el deudor. Uno de estos efectos, de carácter
eventual, lo constituye el “cese o clausura de la actividad del deudor” (art. 44).
Si bien, en principio, la declaración judicial de concurso no implica el “cese o clausura
de la actividad del deudor”, el juez puede disponer lo contrario, tanto en el acto de
declarar el concurso, como en cualquier momento posterior del proceso concursal, a
solicitud del deudor, de los acreedores, del síndico o interventor, o de oficio (art. 44).
a) Regla general
La regla general se encuentra expresada en el nomen iuris del art. 44: “continuación
de la actividad del deudor”.
La continuación de la actividad económica desarrollada por el deudor, es considerada
como uno de los principios de la LCU y, consecuentemente, debe ser priorizada
frente a toda otra alternativa, sea porque se ha considerado que la “empresa en
marcha” tiene un mayor valor al de cada uno de los elementos que componen el
establecimiento por separado.
En particular, se evitaría la destrucción del valor de ciertos bienes inmateriales como
son las marcas o la clientela. No cabe duda de que el valor de una determinada
marca se vería drásticamente reducido por la mera paralización de la actividad del
deudor. Igualmente, el cese en la actividad del concursado provocaría la pérdida de la
clientela con lo que el posible precio que se pudiese obtener por una eventual
traspaso del establecimiento, también, menguaría considerablemente, pudiendo llegar
incluso a perderse.
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Asimismo, la continuación de la actividad facilita el aprovechamiento de las


posibilidades de rentabilidad de la empresa en funcionamiento. Se podrían obtener
los rendimientos de las inversiones realizadas, finalizar los procesos productivos,
obras y trabajos pendientes, así como los encargos efectuados por clientes. De esta
forma, la masa activa del concurso se vería favorecida por los ingresos percibidos
como consecuencia de la venta o puesta en el mercado de todos esos productos
resultantes. Si se interrumpiese la actividad del deudor, los productos resultarían
inacabados, con lo cual no sólo se perdería el beneficio derivado de su venta sino
que, además, se experimentaría el perjuicio que traería causa de su deterioro o de los
gastos y costes inherentes a su almacenaje.
Por otra parte, se aprecia como una especial ventaja el mantenimiento ininterrumpido
de las relaciones laborales. De esta forma se ahorra el coste indemnizatorio que
supondría el despido de la totalidad de una plantilla de trabajadores o la extinción
colectiva de los contratos de trabajo.
b) El cese o la clausura como excepción
Teniendo presente las dificultades reseñadas, el art. 44 establece que el juez puede
disponer el “cese o clausura de la actividad del deudor”, en cualquier momento del
proceso concursal.
Presupuestos de la imposición del cese de la actividad
El cese de la actividad o la clausura del establecimiento, procede a instancia de parte
o de oficio. La LCU otorga legitimación para solicitar esta medida al propio deudor, a
los acreedores y al síndico o el interventor.
La LCU no condiciona esta medida a la verificación de presupuesto alguno, por lo que
parecería que queda a la discrecionalidad del juez, al adoptar o no, esta medida. Sin
embargo, consideramos que la declaración de un cese de las actividades o de la
clausura del establecimiento, debe ser una resolución adoptada con carácter
excepcional.
Se trata de medidas de carácter cautelar, que atenderán a la preservación de la masa
activa, cuando sea claro que la continuación del giro del deudor tendrá como
consecuencia un agravamiento de la situación en la que ya se encuentra, en tanto no
sea económicamente viable.
Ocupación
El art. 44 de la LCU establece que la declaración del concurso no implica,
necesariamente, el cese o clausura de la actividad del deudor. No surge, tampoco, de
otras disposiciones de la LCU la imposición al síndico o interventor de que proceda a
realizar una diligencia de ocupación.
La LCU sólo menciona que el síndico o el interventor, debe realizar un inventario
valorativo de los bienes que integran la masa activa (art. 77) y tendrá la obligación de
conservar dichos bienes (art. 74). Para poder cumplir debidamente con esta segunda
obligación, es posible que, en algunos casos, sea conveniente que el síndico o el
interventor ocupe el establecimiento del deudor pero la LCU no lo impone.
Cese de la actividad y liquidación de la masa activa
Resumen DERECHO COMERCIAL

Por último, corresponde señalar que el cese de la actividad o la clausura del


establecimiento, no supone, teóricamente, la liquidación de la masa activa. Puede
ingresarse en la instancia de liquidación, sin que la actividad haya cesado y, a la
inversa, la LCU no inhibe que se apruebe un convenio, a pesar que el establecimiento
esté clausurado. Claro que, como reconoce MARTÍNEZ BLANCO, en la realidad
comercial, el cese de las actividades o la clausura del establecimiento, es el
prolegómeno casi inevitable de la liquidación.
4.1.2) Suspensión o limitación de la legitimación del deudor para disponer y
obligar a la masa del concurso
En el régimen establecido por la LCU, la declaración judicial de concurso no implica el
cese de la actividad del deudor o la clausura de su establecimiento, salvo que el juez
disponga lo contrario (art. 44). No obstante, en todo caso, la declaración del concurso
afecta las facultades del deudor, con distinto alcance, según se trate de un concurso
voluntario en que el activo sea suficiente para satisfacer al pasivo o se trate de un
concurso necesario o aun voluntario, si el activo no es suficiente para satisfacer al
pasivo (art. 45, ns. 1 y 2).
a) Hipótesis de limitación y suspensión de la legitimación del deudor
Según se acaba de señalar, el alcance de la limitación de las facultades del deudor,
depende de que el concurso sea “voluntario” o “necesario”, y de la suficiencia o no del
activo para la satisfacción del pasivo.
Concurso voluntario y concurso necesario
El concurso se considera “voluntario” cuando es solicitado por el propio deudor, a
condición de que no exista una solicitud de concurso previa, promovida por alguno de
los restantes legitimados legalmente. El concurso se considera “necesario” en los
restantes casos, esto es, cuando el concurso es solicitado por cualquier sujeto que no
sea el deudor, como, por ejemplo, los acreedores (art. 11).
Suficiencia o insuficiencia de la masa activa
La “suspensión de la legitimación” del deudor procede en todos los casos en que el
concurso es necesario y en los casos en que, a pesar de tratarse de un concurso
voluntario, el activo no es suficiente para satisfacer el pasivo. En los demás casos de
concurso voluntario, la declaración del concurso sólo “limita la legitimación” del
deudor.
El art. 45, n° 2, establece, con criterio restrictivo, que la suspensión de la legitimación,
procederá “solamente cuando el activo no sea suficiente para satisfacer el pasivo”.
Esta expresión, en nuestra opinión, pretende del intérprete algo más que una mera
operación matemática, que demuestre que el activo sea superior al pasivo (de lo
contrario se hubiera limitado a expresarlo de esa manera). El énfasis, en cambio, está
puesto sobre la suficiencia para la satisfacción del pasivo concursal.
Un activo es suficiente si, consideradas todas las circunstancias, sería
hipotéticamente posible que a través de su realización, se pagara el total del pasivo.
Entre esas circunstancias, creemos que el mantenimiento del establecimiento en
funcionamiento y la consideración de su valor llave, la existencia de garantías
Resumen DERECHO COMERCIAL

hipotecarias sobre bienes de terceros para cubrir determinados créditos, por ejemplo,
son elementos a tener en cuenta para calificar la suficiencia, en casos en que exista
una diferencia relativamente menor entre activo y pasivo.

b) Alcance temporal de la limitación o suspensión de la legitimación


Momento a partir del cual opera la limitación o suspensión de las facultades del
deudor
En el art. 1.597 del Código de Comercio, hoy derogado, se establecía que el
desapoderamiento de los bienes del fallido operaba, de pleno Derecho, desde la hora
cero del día en que se dictaba el auto de quiebra, lo cual constituía una excepción a
las reglas generales de procedimiento. Las consecuencias del auto de quiebra eran
invocables y oponibles al fallido aun cuando éste todavía no conociera su quiebra e,
incluso, respecto a los terceros de buena fe que hubieren celebrado negocios con el
deudor, ignorando la quiebra.
En el régimen establecido por la LCU no existe una disposición como la derogada.
Respecto de los acreedores de buena fe, el auto de declaración del concurso surte
efectos a partir de su registración y publicación (art. 46, n° 4). Nada se establece
respecto del deudor.
Podría, entonces, continuarse sustentando una interpretación similar a la que
imperaba hasta ahora y que, también, aparece a texto expreso en la fuente de
nuestra LCU. En esa línea interpretativa, la limitación o suspensión de las facultades
del deudor, operan desde el momento en que se declara el concurso, esté o no el
deudor al corriente de dicha declaración y sus consecuencias.
Puede entenderse, también, que el apartamiento de su fuente directa, así como de
los textos derogados, implica una vuelta a las reglas generales de procedimiento.
Todo apartamiento de éstas requiere texto expreso que, en el caso, no lo hay. En
esta tesitura, el deudor sólo vería limitadas o suspendidas, sus facultades una vez
que le fuera notificada la declaración de concurso o que se hubieran realizado las
publicaciones.
Momento en que se restablecen las facultades del deudor
La afectación de la legitimación se mantiene mientras no se revoque el auto
declaratorio del concurso o hasta la conclusión del concurso.
Se exceptúan de la suspensión o limitación de la legitimación del deudor los actos
personalísimos o referidos a bienes inembargables, la presentación de propuestas de
convenio y la impugnación o interposición de recursos contra la actuación del síndico
o del interventor y contra las resoluciones judiciales.
4.2) Efectos sobre los acreedores
4.2.1) Acreedores afectados la declaración del concurso
La declaración del concurso afecta a todos los acreedores con créditos anteriores a la
fecha de dicha declaración. Así surge de lo establecido en el art. 55 de la Ley de
Resumen DERECHO COMERCIAL

Declaración Judicial del Concurso y Reorganización Empresarial n° 18.387 de 2008


(LCU): "Todos los acreedores del deudor, cualquiera sea su naturaleza, nacionalidad
o domicilio, quedarán comprendidos en la masa pasiva del concurso...".
Se ven afectados, incluso, los acreedores con privilegio especial, puesto que, de la
lectura combinada de los arts. 60 y 61 se desprende que se prohíbe la promoción de
ejecuciones prendarias e hipotecarias, o se suspenden (si hubieren sido promovidas
con anterioridad), por el término de ciento veinte días, a contar de la sentencia
declaratoria del concurso.
Sólo quedan excluidos los acreedores con créditos posteriores a la declaración del
concurso. Esta afirmación se desprende de los términos del art. 60, en tanto limita la
moratoria en las ejecuciones, a los acreedores con créditos anteriores a esa
declaración: "Declarado el concurso, ningún acreedor podrá promover ejecución
contra el deudor por créditos anteriores a la declaración".
Estos crédito son incluidos por el n° 4 del art. 91 entre los denominados "créditos
contra la masa". El art. 92 establece que los créditos contra la masa se pagarán
“fuera del procedimiento de concurso”.
De este enunciado la doctrina deduce que los créditos contra la masa no soportan la
ley del dividendo, esto es, no padecen el cobro a prorrata. Por el contrario, cobran
íntegramente el crédito o sea, en términos que suele utilizar la doctrina, “en moneda
entera”.
A su vez, no tienen que aguardar el fin de la liquidación para cobrar. Se deben pagar
a medida que vencen. Por ello, la doctrina los denomina como “prededucibles”.
4.2.2) Moratoria provisional
a) Prohibición de promover nuevos juicios
Estrictamente, los acreedores no pierden el derecho de accionar sino que se
transforman las condiciones del ejercicio de ese derecho. Esto es totalmente
justificable: si se inició ejecución concursal para la satisfacción de todos los
acreedores, no corresponde promover o continuar acciones individuales. Para la
distribución equitativa del resultado de la ejecución colectiva el síndico debe
centralizar todas las pretensiones de los acreedores.
Además de las excepciones previstas en el art. 56, la doctrina considera que nada
impide que se promuevan contra la concursada, todos los procesos de conocimiento
imaginables, siguiendo la especialización jurisdiccional, pero una vez formado el título
(sentencia ejecutoriada líquida y exigible) entran en juego la imposibilidad de trabar
embargo, por paralización de la vía de apremio y el fuero de atracción.
b) Continuidad de los procesos judiciales de conocimiento o los procesos
arbitrales
Lo dispuesto en el inc. 1 del art. 56 genera dudas en cuanto a si continúan o no ante
la sede original, los juicios ejecutivos que se encuentren en trámite a la fecha de la
declaración del concurso.
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El posicionamiento dogmático general entre los procesalistas actuales, tiene que ver
con que en nuestro CGP, el proceso ejecutivo se encuentra regulado en una sección
del capítulo IV sobre los procesos de estructura monitoria, que integra, a su vez, el
título IV, denominado “Proceso de conocimiento”.
A nuestro entender, el hecho de que nuestro CGP haya incluido a los procesos
ejecutivos entre los procesos de conocimiento, es irrelevante, como lo es todo
pronunciamiento legal sobre la naturaleza de las cosas.
c) Prohibición de nuevas ejecuciones y suspensión de las ejecuciones en
curso
Prohibición de nuevas ejecuciones
Declarado el concurso, ningún acreedor podrá promover ejecución contra el deudor
por créditos anteriores a la declaración.
Suspensión de ejecuciones en curso
Como consecuencia de la suspensión de las ejecuciones en curso, una vez publicado
el auto de declaración de concurso, si otra sede judicial adopta medidas cautelares o
embargos sobre bienes del concursado, deben revocarse y disponerse su
levantamiento. Quien tiene la disponibilidad de las medidas cautelares adoptadas
sobre el patrimonio concursal es, exclusivamente, el juez del concurso, sin importar la
sede que, en principio, la decretó. Declarado el concurso, todos los expedientes de
ejecución en trámite deben remitirse a la sede concursal.

Situaciones especiales
Situación de los créditos prendarios e hipotecarios: en el caso de los créditos
prendarios e hipotecarios, la prohibición de promover ejecuciones y la
suspensión de las ejecuciones en curso caducará transcurridos ciento veinte
días de la sentencia declaratoria del concurso. En estos casos la ejecución
deberá promoverse o continuará, según los casos, ante el Juez del Concurso.
Situación de los créditos laborales: existiendo recursos líquidos suficientes o
bienes fácilmente realizables en la masa activa y siempre que la disposición de
los mismos no afecte la viabilidad de la continuación del giro del deudor, el
síndico o el interventor -previa autorización judicial- dispondrá el pago
anticipado de los créditos laborales de cualquier naturaleza que se hubieran
devengado y no estuvieran prescriptos. En este caso, no será necesaria la
verificación del crédito en el concurso ni sentencia laboral previa que lo
reconozca.
La solicitud de pago anticipado podrá ser denegada, total o parcialmente, solamente
en los casos en que los créditos laborales no surjan de la documentación del
empleador o cuando existan dudas razonables sobre el origen o legitimidad de los
mismos.
Cuando el crédito laboral hubiera sido verificado en el concurso o hubiera recaído
sentencia firme de la judicatura competente reconociendo su existencia, el síndico o
Resumen DERECHO COMERCIAL

el interventor procurarán la obtención de los recursos necesarios para la cancelación


de los mismos, pudiendo solicitar autorización al Juez para la venta anticipada de
activos del concurso, si fuera necesario, siempre que la disposición de dichos
recursos no afecte la viabilidad de la continuación del giro del deudor.
En caso de que los bienes de la masa activa fuesen insuficientes para la cancelación
de los créditos laborales, se aplicará lo dispuesto en el art. 183.
4.3) Efectos sobre los contratos
4.3.1) Efectos sobre los contratos pendientes de ejecución
a) Rescisión unilateral a requerimiento del síndico o del deudor
El art. 68 de la Ley de Declaración del Concurso y Reorganización Empresarial (LCU)
contiene una serie de disposiciones que son aplicables a aquellos contratos que, a la
fecha de la declaración del concurso tengan obligaciones pendientes de ejecución a
cargo del deudor. En primer lugar, el art. 68 atribuye al síndico o el deudor - con la
autorización del interventor - la facultad de rescindir unilateralmente dichos contratos.
Concepto de rescisión
La palabra “rescisión” implica la extinción de un contrato normalmente de ejecución
continuada o sucesiva, por causas supervinientes a su perfeccionamiento, con
referencia sólo hacia el futuro (ex nunc).
No se requiere el consentimiento de la contraparte, ni una resolución judicial que
declare la rescisión. Tampoco se exige que la notificación se tramite judicialmente,
por lo que bastará que se realice por cualquier medio fehaciente.
Oportunidad
El único requerimiento legal consiste en la notificación a la contraparte, dentro del
plazo establecido para que los acreedores presenten la solicitud de reconocimiento
de sus créditos. En el art. 94 se establece que los acreedores deberán presentarse a
verificar sus créditos dentro del plazo de sesenta días, contados desde la fecha de
declaración judicial de concurso. Sin embargo, resulta implícito del tenor del art. 99,
que los acreedores pueden presentarse a insinuar sus créditos aun transcurridos
esos sesenta días. Por lo tanto, si el plazo para insinuar los créditos no se agota a los
sesenta días de la declaración del concurso, tampoco se agotaría en ese término el
plazo para rescindir los contratos.
Dicho de otra forma, si la LCU hubiera pretendido establecer un límite de sesenta
días a la potestad rescisoria, lo hubiera dispuesto directamente. En cambio, realiza
una remisión al plazo con que cuentan los acreedores para insinuar sus créditos.
Entendemos que la remisión provoca una identificación de los plazos del acreedor
insinuante y del síndico, que obedece a que la sindicatura va tomando conocimiento
del relacionamiento jurídico de la concursada, en la medida en que se presentan los
acreedores a insinuar sus créditos. De ahí que consideremos que, en tanto los
acreedores cuenten con plazo para presentarse, el síndico tiene la oportunidad de
rescindir unilateralmente aquellos contratos cuya continuidad sea perjudicial a los
intereses que tutela el concurso.
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4.3.2) Derechos reconocidos a la parte in bonis


a) Derecho a exigir una manifestación del síndico o el deudor
El art. 68 establece a favor de la contraparte del deudor – parte in bonis - la facultad
de exigir al síndico o al deudor y al interventor, que manifiesten “si resolverán o no el
contrato”, dentro del mismo plazo que la LCU confiere al síndico y al deudor para
rescindir los contratos con obligaciones pendientes. Como se advertirá, es una
especie de jactancia.
La LCU no establece ningún requerimiento especial para cursar esa exigencia. En la
práctica forense, hemos visto que a las contrapartes de los deudores, presentarse en
el expediente judicial, solicitando que se intime al síndico y al deudor a pronunciarse
respecto a la resolución.
Concepto de resolución
Curiosamente, el legislador emplea aquí la palabra “resolverán”, en lugar de la
palabra “rescindirán” que hubiera sido coherente a lo que dispuso en el numeral
anterior y al sentido que la doctrina atribuye a estas expresiones. La “resolución”,
como la “rescisión”, provoca la extinción del contrato por causas supervinientes a su
perfeccionamiento pero la resolución, a diferencia de la rescisión, tiene alcance
retroactivo (ex tunc).
El presupuesto de la acción resolutoria es el incumplimiento del contrato por la otra
parte. Sin embargo, la existencia de obligaciones a cargo del deudor “pendientes de
ejecución” no implica, necesariamente, que el deudor haya incurrido en
incumplimiento alguno.
La resolución se ejercita a través de la acción procesal correspondiente, de manera
que el acreedor no puede poner fin al contrato por sí solo sino que necesita el
concurso del juez.
Plazo para requerir la resolución
Para ejercer la facultad resolutoria la LCU le confiere al síndico un plazo de cinco
días, desde la recepción del requerimiento. Vencido ese plazo, la LCU declara que ya
no podrán ejercer ese derecho, salvo que se apruebe un convenio que no implique la
continuación de la actividad del deudor o disponga la liquidación de la masa activa.
En estos casos, los contratos se extinguen necesariamente.
b) Derecho de la parte "in bonis" a solicitar la rescisión judicial o el
otorgamiento de garantías
Para que la parte "in bonis" pueda solicitar la rescisión del contrato que lo vincula con
el deudor, debe comenzar por exigir la manifestación a la que nos referimos en el
literal anterior.
Para el caso en que el síndico o el deudor no opten por la resolución del contrato - y
sólo en ese caso - el n° 4 del art. 68 le da a la contraparte del deudor, el derecho a
solicitar judicialmente la rescisión del contrato o que se garantice suficientemente el
cumplimiento del mismo. En la práctica forense, la solicitud de otorgamiento de
garantía la hemos visto presentada con carácter subsidiario a la solicitud de rescisión.
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Para poder hacer valer esa facultad rescisoria o de exigencia de garantía, el n° 4 del
art. 68 exige la acreditación de que el cumplimiento (sic) del deudor implica un riesgo
manifiesto y grave para su contraparte.
Llama la atención que la LCU habilite una pretensión rescisoria fundada en el
cumplimiento de su contraparte, así como es curioso que se entienda que del
cumplimiento de un contrato pueda derivarse algún riesgo. Luego, si del cumplimiento
del contrato puede derivarse un riesgo para la contraparte del deudor ¿para qué se
da la facultad, alternativa, de exigir garantías de cumplimiento?
Podría haber tenido sentido la atribución a la parte in bonis de una facultad rescisoria
para el caso en que ésta justificase el riesgo de incumplimiento. Si esto se hubiera
establecido, tendría pleno sentido la alternativa de exigir una garantía de
cumplimiento (que enervaría el riesgo). Sin embargo, no es esto lo que establece el
n° 4 del art. 68.
c) Derecho a indemnización
El n° 3 del art. 68 establece que si la resolución causare daños y perjuicios, el juez
fijará la indemnización correspondiente. El crédito correspondiente a la indemnización
se considerará comprendido en la masa pasiva del concurso.
No queda claro si la obligación de indemnizar los daños está limitada a las hipótesis
que el art. 68 denomina como “resolución” o si el intérprete debe asumir que el
legislador utilizó las palabras “rescisión” y “resolución” como sinónimos.
4.3.2) Nulidad de los pactos de resolución anticipada fundados en la
insolvencia o el concurso de la contraparte
En el n° 5 del art. 68 se declara la nulidad de las estipulaciones contractuales que
declaren resuelto el contrato o atribuyan la facultad de resolución a cualquiera de las
partes, en caso de insolvencia o de declaración de concurso del deudor.
5) Formación de la masa activa
En su título IV, la Ley de Declaración Judicial del Concurso y Reorganización
Empresarial n° 18.387 de 2008 (LCU) regula la composición de la masa activa del
concurso, tanto desde el punto de vista estático (resultado de la confección del
inventario y su valoración) como desde el punto de vista dinámico (resultado del
análisis de las existencias reales, esto es, las existencias encontradas luego de
puestos en práctica los procesos de reintegración [capítulo III] y reducción de la masa
activa [capítulo IV].
El éxito de todo el proceso concursal depende, en gran medida, del cuidado que se
haya tenido en la reunión de los bienes y derechos del deudor, tarea que corresponde
al síndico o al interventor.
Para orientar el desempeño de esa tarea, la LCU comienza el tratamiento del tema,
con la consagración del principio de universalidad (art. 71). A esto agrega algunas
precisiones en cuanto a bienes adquiridos por el cónyuge (art. 72) y a la hipótesis en
que existan cuentas indistintas (art. 73).
5.1) Principio de universalidad o unidad patrimonial
Resumen DERECHO COMERCIAL

El principio de la universalidad o unidad patrimonial, es uno de los pilares que


sostiene el sistema de ejecución colectiva. En la práctica, este principio se traduce en
la reunión de todos los bienes y derechos del deudor concursado, existentes a la
fecha de declaración de concurso y, además, los que vayan incorporándose
posteriormente, hasta su conclusión. Esto significa que la determinación de la masa
activa es una operación dinámica pues, durante el procedimiento concursal, es
posible que el patrimonio del deudor sufra modificaciones.
El principio de la universalidad considera, no sólo los bienes propios del deudor
concursado sino, también, los bienes gananciales de los cuales tenga la
administración. La excepción que establece la LCU, en este artículo, refiere a los
bienes y derechos declarados inembargables.
5.1.1) Concepto doctrinario de masa activa
Según el Diccionario de la lengua española, “masa” es un “conjunto o concurrencia de
algunas cosas”. En el Derecho concursal se distingue, tradicionalmente, entre masa
“activa” y masa “pasiva”, en alusión a las cuentas de activo y de pasivo que se llevan
en la contabilidad.
La doctrina distingue la denominada “masa activa de hecho” de la “masa activa de
Derecho”.
a) Masa activa de hecho y de Derecho
La masa activa de hecho es el conjunto formado por todos los bienes y derechos que
se encuentran en posesión del deudor al momento de la declaración de concurso.
La masa activa de Derecho es la masa activa depurada, esto es, la que resulta de
haber quitado los bienes que no son propiedad del deudor (mediante el procedimiento
de reducción) y de haber sumado los bienes que son propiedad del deudor pero se
encuentran en manos de otras personas (mediante el procedimiento de
reintegración). Además, la masa activa acrece con los bienes futuros que pueda
adquirir el concursado, así como con los frutos de sus bienes.
Los procedimientos de liquidación se practican, justamente, sobre la masa activa de
Derecho pues a ésta se reduce la garantía común de los acreedores. Por lo tanto, la
masa activa de Derecho puede ser definida como el conjunto de bienes y derechos
integrados en el patrimonio del deudor a la fecha de declaración del concurso y los
que se reintegren al mismo o adquieran hasta la conclusión del procedimiento, que
han de ser objeto de la liquidación en la etapa final del proceso concursal.
b) Precisión
El conjunto de bienes que integran la masa activa no tiene individualidad jurídica; no
es un bien distinto de los bienes que lo componen. La masa activa no configura un
patrimonio de afectación, que se separa del patrimonio del concursado. Tampoco es
sujeto de Derecho.
Esta precisión, que pudiera parecer obvia, es necesaria en tanto que en algunas
normas de la LCU, se subjetiviza a la masa. RODRÍGUEZ OLIVERA menciona los
siguientes ejemplos, en que se hace referencia a la masa como si fuera un sujeto de
Derecho:
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El art. 74 se refiere a la suspensión de la legitimación del deudor, para


disponer y obligar a la masa del concurso.
Los arts. 91 y 92 se refieren a los créditos contra la masa.
El art. 169 sobre la resolución judicial de liquidación, señala que debe contener
la suspensión de la legitimación para disponer y obligar a la masa del
concurso.
c) Concepto legal de masa activa
Según dispone el art. 71, la masa activa estaría integrada por “la totalidad del
patrimonio del deudor a la fecha de la declaración y por los bienes y derechos que
adquiera hasta la conclusión del procedimiento”.
La doctrina advierte que la norma no fue correctamente redactada. La noción de
patrimonio que adopta la LCU está circunscripta a su faz activa, esto es, sin tomar en
cuenta las deudas que podrían descontarse del activo. La masa activa no puede
considerarse integrada por todo el patrimonio. Para el Derecho, el “patrimonio” de un
sujeto está integrado por el conjunto de sus bienes, derechos y obligaciones. Las
obligaciones del deudor, como es obvio, no integran la masa activa del concurso sino
la masa pasiva. Deducidas las deudas que gravan a la sociedad, el remanente
constituye su patrimonio neto. Se debió establecer que la masa activa se integra con
todos los bienes del patrimonio. Evidentemente, en la LCU no se usa el término
patrimonio, en su sentido jurídico sino con el significado que le da la ciencia contable.
Se trata de un equívoco reiterado del legislador.
5.1.2) Composición de la masa activa de Derecho
La LCU se ocupa tanto de determinar qué bienes están incluidos en la masa activa de
Derecho, como de especificar cuáles están excluidos.
a) Bienes incluidos
La masa activa de Derecho, de acuerdo con la LCU, está integrada por los siguientes
bienes:
1. Los bienes y derechos que integran el patrimonio del deudor desde la fecha de
la declaración de concurso y los que adquiera hasta la conclusión del
procedimiento (art. 71, inc. 1).
2. Los bienes gananciales cuya administración le corresponda al deudor, de
acuerdo a la Ley o en atención al régimen establecido en capitulaciones
matrimoniales (art. 71, inc. 2). De acuerdo con lo dispuesto por el art. 1.970 del
Código Civil (CC), cada cónyuge administra los bienes gananciales que
adquiere.
3. Los bienes adquiridos por el cónyuge del deudor en el año anterior a la
declaración de concurso, llevados a la masa en virtud de una acción
revocatoria basada en la presunción establecida en el art. 72 de la LCU.
4. La totalidad del saldo acreedor de las cuentas indistintas abiertas con un año o
menos de antelación a la fecha de la declaración de concurso, llevado a la
masa en virtud de lo dispuesto en el art. 73.
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5. Los bienes reintegrados a la masa gracias al ejercicio de las acciones


revocatorias previstas en los arts. 80 y ss.
b) Bienes excluidos
Quedan excluidos de la masa activa de Derecho los bienes siguientes:
1. Los bienes que compongan el patrimonio del deudor, propios o gananciales
bajo su administración, que tengan el carácter de inembargables (art. 71, inc.
2).
2. Los bienes y derechos que, al momento de la declaración del concurso, se
encuentren en posesión del deudor pero que no sean de su propiedad y cuyo
destino es ser entregados a sus titulares en virtud del procedimiento de
reducción de la masa activa prevista en los arts. 88 y ss.
3. Los bienes gananciales cuya administración no le corresponda al deudor
concursado.
5.2) Bienes adquiridos por el cónyuge del deudor
5.2.1) Presunción legal
El art. 72 de la LCU establece que, si se dan las condiciones que se analizarán a
continuación, se presume que los bienes y derechos adquiridos por el cónyuge no
deudor, lo han sido a título de donación del cónyuge deudor. En virtud de esa
presunción, se torna aplicable el art. 81, que dispone el régimen para la revocación de
las donaciones efectuadas dentro de los dos años anteriores a la declaración del
concurso. En función de esa acción revocatoria, los bienes y derechos adquiridos por
el cónyuge ingresarían a la masa activa del concurso, sin perjuicio de la posibilidad de
incoar una acción de nulidad fundada en la prohibición de donaciones entre
cónyuges.
a) Fundamentación
El art. 72 viene a resolver, mediante el establecimiento de una presunción, un
problema común en la adquisición de bienes dentro del régimen de ganancialidad. La
norma trata de explicar el origen de los bienes y derechos adquiridos por el cónyuge
del deudor concursado, dentro del año anterior a la declaración de concurso, y
respecto de los cuales no pueda justificar cómo consiguió el dinero para adquirirlo. El
legislador parte del supuesto de que un deudor en dificultades puede haber destinado
recursos propios a la adquisición de bienes y derechos por parte de su cónyuge. De
esa manera dichos bienes y derechos quedarían a resguardo de las pretensiones de
sus acreedores.
Esta innovación ha sido recibida con beneplácito por la doctrina como una
herramienta efectiva contra los fraudes.
b) Alcance de la presunción legal
Se trata de una presunción simple, puesto que admite la prueba en contrario,
mediante la justificación de la procedencia del precio. La presunción legal produce la
inversión de la carga de la prueba, en beneficio de los acreedores. Estos no tendrán
que realizar el esfuerzo probatorio.
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La LCU facilita la prueba en contrario, a través de otra presunción, puesto que se


tiene por justificada la procedencia del precio, por el mero hecho de que el cónyuge
reciba sueldo, ejerza una profesión o tuviera dinero a su disposición. De modo que se
presume que, si el cónyuge tiene algún trabajo o profesión que le permita disponer de
un importe de dinero suficiente para la adquisición de los bienes y derechos que se
pretenden incorporar a la masa activa del concurso, los recursos necesarios para esa
adquisición provinieron del trabajo o profesión del cónyuge.
c) Ámbito de aplicación de la presunción
Ámbito material
La presunción del art. 72 sólo será invocada en acciones revocatorias sobre bienes
cuya administración no le corresponda al deudor.
El resto se considera que integra el patrimonio del deudor, tal como lo establece
expresamente el art. 71, inc. 2, por lo que carece de sentido promover una acción
revocatoria a su respecto. Ya integran la masa activa del concurso, por disposición
legal.
Ámbito temporal
La presunción opera, exclusivamente, respecto a adquisiciones de bienes y derechos
ocurridas dentro del año anterior a la declaración de concurso.
El limitar el plazo operativo de la presunción a un año es incongruente con el plazo
conferido para promover la acción revocatoria (art. 81). Resulta que la presunción
sólo opera respecto a adquisiciones realizadas en el año anterior a la declaración del
concurso.
Si se trató, efectivamente, de un acto gratuito del deudor que excede el año, podrá
igualmente revocarse pero sin estar facultado para invocar la presunción del art. 72.
Sin embargo, para que una adquisición del conyugue realizada más allá del año
pueda ser revocada se deberá, previamente, probar la simulación, que el verdadero
adquirente es el deudor y que, en todo caso, hubo una donación a su cónyuge.
5.2.2) Condiciones para que opere la presunción
Para que así sea deba sumarse dos condiciones:
1. En primer lugar, el cónyuge adquirente no debe poder justificar el pago del
precio, por carecer de recursos o no tener profesión o trabajo que explique de
dónde obtuvo el dinero suficiente para ello.
2. En segundo lugar, el bien o derecho, presumiblemente donado, debe haberse
adquirido dentro del año anterior a la declaración de concurso. El límite se
establece en el entendido de que toda adquisición del cónyuge del deudor,
durante este período, está bajo sospecha pues no es descabellado pensar que
se trate de una maniobra del deudor para insolentarse y, así, defraudar a sus
acreedores.
5.2.4) Excepción
En el inc. 3 del artículo que estamos comentando, se establece que la presunción no
rige cuando los cónyuges estuvieran “separados judicialmente”.
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La doctrina advierte que no queda claro si la referencia es a la separación judicial de


bienes conforme al régimen de la Ley 10.793 o a la separación judicial de los
cónyuges prevista en el CC. Se considera, sin embargo, que “por el tenor de la
norma”, parecería que la referencia sería a la primera de ambas situaciones.
No compartimos la opinión que se acaba de referir, por las razones siguientes:
La excepción del inc. 3 es idéntica a la contenida en el 78.2 de la Ley
Concursal española n° 22 de 2003 (LCE) pero allí referida, claramente, a la
separación judicial o de hecho de los cónyuges (no de sus patrimonios).
La excepción del caso de separación - que en la interpretación que pretende la
doctrina carece de cualquier justificación - se entiende en el contexto de la LCE.
En el régimen de la LCE, si el régimen económico del matrimonio fuese el de
sociedad de gananciales o cualquier otro de comunidad de bienes, los bienes
gananciales quedan incluidos en la masa activa por disposición legal, sin perjuicio de
que el cónyuge pueda pedir la disolución de la sociedad o comunidad conyugal (art.
77.2). Luego, el art. 78 de la LCE incluye la misma presunción que contiene nuestro
art. 72 pero sólo para la hipótesis de concurso de persona casada en régimen de
separación de bienes.
Es evidente que, en el régimen de la LCE carece de sentido que la presunción
operara respecto de un deudor casado en régimen de comunidad de bienes, puesto
que, en ese caso, es innecesario promover una acción revocatoria para incorporar a
la masa activa los bienes gananciales. Esos bienes ya la integran por imperio legal.
Entonces, cobra sentido una disposición que regule el caso del deudor separado de
bienes de su esposa, para facilitar las acciones revocatorias sobre las adquisiciones
de bienes por parte de su esposa. Cobra, también, sentido que se excepciones de tan
severo régimen a los cónyuges separados judicialmente o de hecho.
La excepción que acabamos de mencionar se refiere, obviamente, a la
separación de cuerpos, no a la de bienes, puesto que el estar separado de
bienes constituye el presupuesto mismo de la norma.
Por lo tanto, en nuestra opinión, sólo quedan excluidos de la presunción del art. 72,
los bienes adquiridos por el cónyuge no deudor con separación judicial de cuerpos o
divorciado. La presunción opera, entonces, tanto respecto a los bienes gananciales
adquiridos por el cónyuge no deudor como respecto a los bienes adquiridos por el
cónyuge no deudor en régimen de separación de bienes.
Esta interpretación, además, le atribuye sentido a la norma. En caso contrario,
bastaría para defraudar a sus acreedores, que el deudor concursal obtuviera la
separación de bienes. No advertimos, tampoco, por qué se habría de exceptuar de la
presunción, las adquisiciones de bienes por parte de un cónyuge separado de bienes,
que ni siquiera pueda acreditar tener un empleo, profesión o disposición de dinero
suficiente para adquirir los bienes que misteriosamente ingresan a su patrimonio en el
año anterior a la declaración del concurso.
5.3) Conservación de la masa activa
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La declaración de concurso, en principio, no determina el cese o la clausura de la


actividad del deudor. Excepcionalmente, de acuerdo a lo dispuesto en el art. 44 de
Ley de Declaración Judicial del Concurso y Reorganización Empresarial n° 18.387 de
2008 (LCU), el juez tiene la facultad de disponer estas medidas, cosa que puede
hacer en cualquier momento a instancia del deudor, los acreedores, el síndico o el
interventor y hasta de oficio.
Asimismo, la declaración de concurso no siempre trae consigo, necesariamente, la
separación del deudor de la administración de su patrimonio. Esta consecuencia sólo
es el resultado de una situación muy grave. En efecto, de acuerdo a lo establecido en
el art. 45, el juez debe disponer la suspensión de la legitimación del deudor para
disponer, sólo, cuando el concurso es necesario (solicitado por cualquier persona a
excepción del deudor (art. 11) o, cuando, aun siendo voluntario, el activo no sea
suficiente para satisfacer el pasivo (art. 45, ns. 1 y 2). En estos casos, el deudor es
sustituido por un síndico, pues la LCU entiende que el deudor no ha cumplido con la
obligación de solicitar su propio concurso (art. 10), o ha cumplido con la LCU pero
existe una situación de insolvencia que justifica su sustitución.
Cuando el concurso es voluntario, esto es, solicitado por el propio deudor (art. 11) y
cuando el activo es suficiente para la satisfacción completa del pasivo, la LCU
considera que el deudor merece seguir participando de la administración y disposición
de su patrimonio. Por esta razón, en estos casos, sólo se limita su legitimación y se
designa a un interventor para que co-administre los bienes (art. 45, n° 2).
Por tanto, cuando hay suspensión de la legitimación y, consecuentemente, sustitución
del deudor por un síndico, es a éste a quien corresponde la primera tarea de todo
administrador: la simple conservación del patrimonio.
5.3.1) Conservación de la masa activa
Conservar el patrimonio significa no empobrecerlo, no permitir que disminuya su
valor. En principio, el síndico no está facultado para disponer de los bienes y
derechos de la masa activa. Sólo puede enajenar estos bienes cuando de no hacerlo
se produzca, justamente, un empobrecimiento. Así, la LCU permite al síndico
enajenar, de inmediato, los bienes de fácil deterioro o los de difícil o costosa
conservación. La LCU, en este aspecto, facilita la liquidación de estos bienes y con
ello mejora el régimen anterior que exigía, en todo caso, el remate público.
Dentro de las obligaciones del síndico, en esta función de conservación, la LCU
señala la realización de todos los actos necesarios para poseer los libros y
documentos relacionados con el deudor y su actividad, sin los cuales no puede
realizar el inventario del art. 77, ni la tarea de depuración de la masa activa
consistente en la reintegración y reducción de bienes previstas en este título. Como
corresponde el síndico solicitará al deudor la entrega de todos estos documentos. Si
no los entrega voluntariamente, el síndico tiene la obligación de realizar la denuncia
correspondiente, de acuerdo a lo dispuesto en los arts. 248 y 249.
La tarea de conservación, generalmente, es muy costosa y, a veces, no se
corresponde con el valor de los bienes a conservar. Entre otras medidas, el síndico
deberá contratar seguros, servicios de vigilancia, si se trata de inmuebles deberá
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cerrarlos para evitar que ingresen intrusos y deberá, además, ocuparse de todos los
gastos de mantenimiento para evitar el deterioro de los bienes.
Si hay posibilidad de proceder a la venta en bloque de la empresa, estando los bienes
reunidos, todos estos gastos son aconsejables. Sin embargo, cuando esta posibilidad
está descartada y los bienes están dispersos, lo costoso del procedimiento de
conservación puede resultar desaconsejable para el concurso pues, lo más probable
es que acaben con el magro patrimonio a liquidar. Por esta razón, en estos casos, se
aconseja el remate inmediato de los bienes.
5.3.2) Administración de la masa activa
En este art. 75 se establece el alcance de la facultad de administración de los bienes
y derechos componentes de la masa activa, facultad que tendrá el síndico (si hay
suspensión de la legitimación para disponer) o el deudor, acompañado por el
interventor (si hay sólo limitación de la legitimación).
Al contrario de la simple conservación, en el sentido que le atribuye la LCU, la
administración trae consigo los poderes de disposición del patrimonio, tanto de
enajenación como de gravamen.
Esta facultad no está exenta de límites, a los que se refiere el propio art. 75.
En primer lugar, todo acto de disposición se debe realizar en interés de los
acreedores. De modo que la LCU, en este capítulo, prioriza el interés del acreedor por
sobre otros principios, como por ejemplo, el principio de conservación de la empresa.
En segundo lugar, los actos de disposición sobre bienes o derechos cuyo valor
supere el 5 % del valor total de la masa activa no pueden hacerse en cualquier
momento; habrá de aguardarse la resolución judicial que apruebe el convenio u
ordene la apertura de la liquidación y, en todo caso, con autorización del juez.
Como contrapartida, la LCU le brinda al síndico dos instrumentos excepcionales para
la administración de la masa activa: el levantamiento, a su respecto, del secreto
bancario y la posibilitar de rehabilitar contratos.
a) Administración de las cuentas bancarias del deudor
Si en la masa activa del concurso se encuentra algún valor depositado, en cuenta
corriente o en cualquier otro concepto, en una empresa de intermediación financiera,
al síndico o al interventor no le será oponible el secreto profesional (art. 76), dispuesto
en el art. 25 del Decreto Ley de Intermediación Financiera 15.322 de 1982.
El art. 76 debe compaginarse con lo dispuesto en el art. 73, ya visto, que refiere a la
existencia en la masa activa de cuentas indistintas. En este caso parece claro que,
dada la presunción establecida en la norma, el secreto profesional se levanta para los
dos titulares.
Respecto de contratos celebrados con más de un año de antelación, caso en que no
opera la presunción de propiedad dispuesta, el problema parece más difícil de
resolver. En principio parecería que respecto del co-titular, que no ha sido declarado
en concurso, no correspondería sea alcanzado por esta norma. Sin embargo, dada la
trascendencia que tiene la situación concursal para la sociedad, entendemos que el
derecho del particular a la reserva debe ceder frente al interés general en conocer el
contenido de estas cuentas para su administración.
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La doctrina señala que este art. contempla un caso poco probable, pues parte de la
base que las cuentas se encuentren operativas cuando, lo más lógico sería que se
encontraran suspendidas y hasta clausuradas.
b) Rehabilitación de contratos que hubieran caducado o hubieran sido
resueltos
En el art. 79, la LCU establece una solución novedosa, presumiblemente, para
favorecer la continuación de la actividad del concursado. Los incumplimientos,
comprendidos en la norma, encontrarían su explicación en las dificultades económico
financieras que atraviesa la empresa en crisis y que determinan su concurso.
Determinados contratos pueden ser objeto de “rehabilitación” siempre y cuando
cumplan ciertos requisitos. Se trata de una facultad que puede ejercer el síndico o el
interventor, aun contra la voluntad de la contraparte.
La norma plantea la posibilidad de una categoría distinta a las de rescisión y
resolución a las que estamos acostumbrados. Se refiere a la “rehabilitación”,
categoría que operaría entre la producción de la causal de resolución (el
incumplimiento), hasta el momento inmediatamente anterior a la sentencia firme de
declaración de resolución. Además se prescinde, completamente, de la voluntad del
co-contratante.
La LCU realiza una nómina restrictiva de contratos a los que se le puede aplicar este
procedimiento. Existe, por tanto, un límite objetivo y uno temporal que deben ser
respetados. Todos tienen, en común, la existencia de un crédito: mutuos pagaderos
en cuotas, compraventas a crédito, promesas de enajenación de inmuebles a plazos,
arrendamientos y créditos de uso (leasing) “caducos” por incumplimiento del deudor
de pagar el precio o los pagos comprometidos.
Para que puedan ser “rehabilitados”, es necesario que se cumplan,
acumulativamente, ciertas condiciones, pensadas para garantizar la contraprestación
del acreedor que se ve obligado a continuar un contrato que pretende resolver. Esto
supone, como es lógico, un concurso con activos líquidos como para poder enfrentar
los pagos.
1. En primer lugar, previamente, se deben consignarse los importes pendientes
de pago y los intereses moratorios, así como asumir la obligación de continuar
realizando los pagos periódicos. Los pagos posteriores a la declaración del
concurso se consideran créditos contra la masa.
2. En segundo lugar, se debe notificar la rehabilitación a la parte acreedora. La
notificación debe realizarse antes de que finalice el plazo para presentar la
solicitud de reconocimiento de créditos en el concurso.
3. En tercer lugar, no debe de haber recaído sentencia judicial pasada en
autoridad de cosa juzgada disponiendo la resolución del contrato por
incumplimiento.
5.6) Inventario
5.4.1) Concepto
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La palabra “inventario” corresponde a la voz latina “inventarium”, proveniente de


“invenio” que significa “encontrar”. Etimológicamente, entonces, “inventario” es una
lista de lo que se encuentra.
En el concurso, el inventario que elabora el síndico o el interventor, tiene como
función de informar a los acreedores y al juez sobre la conformación inicial de la masa
activa de hecho, a los efectos de la consideración de un posible convenio o de
orientar la liquidación, en su caso.
Asimismo, el inventario pude permitir que el juez a cargo del concurso modifique su
resolución inicial, transformando la suspensión de la legitimación en limitación o la
limitación en suspensión. En efecto, esta posibilidad se encuentra prevista en el art.
45.3 de la Ley de Declaración Judicial del Concurso y Reorganización Empresarial n°
18.387 de 2008 (LCU), para el caso de concurso voluntario, para cuando quede de
manifiesto que la relación entre activo y pasivo es distinta a la tenida en cuenta al
declarar el concurso.
La inclusión de un bien o de un derecho de crédito a favor de la concursada dentro
del inventario no supone necesariamente, aunque luego este inventario sea aprobado
judicialmente, un pronunciamiento declarativo de la propiedad o del derecho real del
concursado sobre aquellos bienes, o del derecho de crédito de la concursada frente a
un tercero
5.4.2) Diligencia de inventario
La diligencia de inventario es uno de los actos más serios del procedimiento
concursal. Por este acto, el síndico o el interventor toman su primer contacto con la
masa activa del concurso, constatando la existencia de los bienes que el deudor
declaró inicialmente poseer.
a) Personas que intervienen en la diligencia de inventario
La LCU se limita a encargar al síndico o al interventor, la confección del inventario. La
de ellos, por lo tanto, es la única presencia que la LCU impone en forma preceptiva
para la diligencia de inventario.
El criterio de los tribunales concursales no es unánime respecto a la necesidad de
recurrir al auxilio del alguacil del juzgado. La Juez Letrado en lo Concursal (JLC) de
1er turno se considera que su participación es, también, preceptiva en función de que
éste es el régimen general aplicable a las diligencias realizadas fuera de la Sede. El
JLC de 2° turno, en cambio, entiende que, puesto que la LCU no impone la presencia
del alguacil del juzgado, éste sólo participará de la diligencia si así es solicitado por el
síndico o el interventor.
Para diligencias de inventario fuera del departamento, se ha admitido la participación
de un escribano público, a los efectos de formalizar la diligencia.
Puesto que la LCU impone que el inventario sea valorativo, parecería oportuna la
presencia del tasador designado. Asimismo, parece conveniente la presencia del
deudor.
b) Bienes y derechos sobre los que debe recaer la diligencia de inventario
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La LCU encomienda tanto al síndico como al interventor, la confección de un


“inventario de la masa activa”. Este inventario es independiente de aquél dispuesto en
el art. 7, que debe ser presentado por el deudor al solicitar su propio concurso.
Crítica a la expresión “inventario de la masa activa”
La expresión utilizada por el legislador es inadecuada. El inventario no puede recaer
sobre la masa activa, pues ésta recién se determinará en función, precisamente, del
inventario que realice el síndico.
Contenido del inventario
El inventario debe realizarse sobre todos los bienes y los derechos, que pertenezcan
al deudor.
Bienes: especialmente, se han de inventariar los bienes que se encuentren en
los establecimientos comerciales o industriales deudor. También, se deben
incluir en el inventario los bienes personales del deudor, con la única
excepción de los inembargables. Asimismo, corresponde inventariar aquellos
bienes gananciales cuya administración corresponda al deudor.
Derechos: En cuanto a la referencia al inventario de los derechos, implica que
se incorporen el incorporen todos los créditos a favor del deudor, incluso los
litigiosos, que hubieran nacido a la vida jurídica hasta el día anterior al de la
presentación del inventario. No obstante, aquellos derechos que nazcan bajo la
titularidad del concursado con posterioridad a esa fecha, se habrán de integrar,
necesariamente y en su momento, en la masa activa para cumplir la finalidad
común de servir a la ordenada satisfacción de los créditos que sobre ella
pesan, conforme al principio de universalidad.
Es indiferente que se trate de créditos documentados en títulos valores o no. Así, por
ejemplo, en la jurisprudencia española, sobre un texto similar al nuestro, ha entendido
que corresponde incluir en el inventario el crédito correspondiente al precio impago de
la compraventa de un inmueble.
Relación entre el inventario y la masa activa
Una vez realizado el inventario quedará conformada la masa activa de hecho. En el
transcurso del proceso y sus diversas instancias, la masa activa de hecho será
depurada mediante el procedimiento de reducción, que eliminará de la masa activa
los bienes inventariados que se acredite no ser de propiedad del deudor. Asimismo,
se incorporarán a la masa activa los bienes que no hubieran podido ser inventariados
por encontrarse en manos de otras personas, a pesar de integrar el patrimonio del
deudor, mediante el procedimiento de reintegración. Sin perjuicio de ello, la masa
activa acrecerá con los bienes futuros que adquiera el concursado, así como con los
frutos de sus bienes.
c) Valoración
El inventario, debe contener la valoración de cada uno de los bienes y derechos
incluidos.
Asesoramiento de expertos independientes
Para valuar estos bienes y derechos, el síndico o el interventor deben a contratar los
servicios de “expertos independientes”, esto es, que no tengan relación con el deudor
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ni con los acreedores concursales. Previamente, deben solicitar autorización al juez.


Ciertamente el juez puede negar la autorización si considera que el candidato no
cumple con la condición de independencia que requiere la norma o si no lo considera
suficientemente calificado para la tarea.
Condiciones de la valoración
La valoración, esto es, la determinación de su equivalente en dinero, debe hacerse a
la fecha de declaración del concurso y, luego, a la fecha de presentación del
inventario. Debe indicarse la variación operada en caso de existir un aumento o una
disminución del valor, entre las dos fechas referidas. Si el valor inicial no ha sufrido
modificaciones no debe realizarse ninguna observación.
La LCU no establece reglas de valoración de los bienes. Sin embargo, parece lógico
que se atienda al valor de mercado y que se tenga presente la existencia de
gravámenes constituidos sobre los mismos.
Ahora bien, teóricamente, la valoración podría hacerse según el valor de costo o el
valor comercial de venta al público o el valor en remate. Por nuestra parte,
entendemos que para determinarse cómo hacer la valoración, debe tenerse en
consideración la función del inventario, ya referida en páginas anteriores.
Así, por ejemplo, si se trata de un inventario de las mercaderías existentes en un
establecimiento comercial, en un concurso en el que se mantiene la actividad del
deudor, la valoración deberá contemplar el precio de venta al público de esas
mercaderías. De la venta al público de la mercadería surgirán los recursos con que
contarán los acreedores para la recuperación de sus créditos. Ese es, entonces, el
valor relevante para los acreedores.
En esta hipótesis, también, es relevante el valor de remate de las mercaderías,
puesto que, de no prosperar el convenio constituirá, probablemente, los fondos con
que contarán los acreedores para el cobro de sus créditos. Por lo tanto, es
fundamental, para los acreedores, poder considerar este valor a la hora de determinar
si se acepta o no, el convenio ofrecido por el deudor. Pareciera, entonces, que en un
caso como el del ejemplo, no debiera haber una única tasación sino dos, según
diversos criterios, de modo de poder cumplir plenamente con la función que se le
reconoce al inventario.
5.7) Presentación del inventario
El inventario debe presentarse al juez del concurso quien ordenará sea puesta de
manifiesto, esto es, se ponga a disposición de los acreedores para su eventual
impugnación.
5.5.1) Plazos
La LCU no establece en qué oportunidad debe confeccionarse el inventario. No
obstante, dada la relevancia de esta diligencia, nos parece que el síndico o
interventor deben hacerlo a la brevedad posible.
La LCU sí establece - de una forma un tanto tortuosa - el plazo en que el inventario
debe ser presentado al juez, para que quede de manifiesto a disposición de los
acreedores. Este plazo surge de la lectura combinada de los arts. 77, 94 y 101 de la
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Ley de Declaración Judicial del Concurso y Reorganización Empresarial n° 18.387 de


2008 (LCU).
En el inc. 3 del art. 77 se establece que el inventario debe ser presentado al juez del
concurso, conjuntamente con la nómina de acreedores. Luego, el art. 101 dispone
que dentro de los treinta días siguientes, a contar de la terminación del plazo para
solicitar la verificación de créditos, el síndico o el interventor debe preparar la lista de
acreedores. El art. 94 establece que los acreedores deben presentarse a verificar sus
créditos dentro del plazo de sesenta días, contados desde la fecha de declaración
judicial de concurso.
Por lo tanto, el inventario debe ser presentado a la sede judicial dentro de los noventa
días contados desde la fecha de declaración judicial del concurso.
5.5.2) Impugnación del inventario
a) Condiciones para promover la impugnación
Plazo
Por la remisión que realiza el art. 78, a la impugnación de la lista de acreedores (art.
104), el inventario se puede impugnar dentro del plazo de quince días, contados
desde la puesta de manifiesto.
Legitimación
Cualquier interesado puede impugnar el inventario realizado por el síndico o por el
interventor. La LCU no distingue, por lo tanto, cualquier interesado puede ser un
acreedor, el propio deudor, o cualquier otra persona, siempre que tenga y pueda
demostrar interés en discutir al inventario realizado.
b) Objeto de la impugnación
El escrito de impugnación puede tener diversas pretensiones:
1. la inclusión o la exclusión de determinados bienes y derechos;
2. la modificación en la valoración de los elementos de la masa activa.
c) Resolución
Sin no hay impugnación, de acuerdo al art. 105, el juez debe aprobar el inventario
realizado.
El problema se suscita si hay impugnación y si ésta se acepta. Si en la impugnación
se solicitó la exclusión de ciertos bienes no habría mayor problema. Si lo que se
solicita es la inclusión de bienes o la modificación de la valoración efectuada,
entonces, deberá resolverse quién será la persona experta que realice esta tarea.
Puede tratarse de la misma persona o puede tratarse de otra. Respecto del pago del
nuevo peritaje, la doctrina plantea si deben ser considerados créditos contra la masa,
regulados en el art. 93 y ss., o si deben ser afrontados por el síndico o por el
interventor responsable de la designación del perito.
5.8) Reintegración de la masa activa
Se denomina “reintegración de la masa activa” a las actuaciones tendientes a
restaurar el patrimonio del deudor concursado, mediante la revocación de actos
realizados en perjuicio de la masa activa, antes de la declaración del concurso. Para
lograr ese objetivo, la Ley uruguaya de Declaración Judicial del Concurso y
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Reorganización Empresarial n° 18.387 de 2008 (LCU) provee una acción especial,


denominada “acción revocatoria”.
5.6.1) La acción revocatoria
En las líneas siguientes, nos referimos a sólo tres aspectos de la acción revocatoria
concursal: objeto, presupuesto y prescripción.
a) Objeto de la acción
En el art. 80, la LCU establece una acción que tiene por objeto la reintegración, a la
masa activa, de los bienes o derechos que hubieran salido del patrimonio del deudor
antes de la declaración de concurso.
Como se analizará más adelante, en principio, se trata de actos de disposición del
patrimonio válidos pero que, presumiblemente, han sido realizados con la intención
de defraudar a los acreedores o, por lo menos, tienen la potencialidad de empobrecer
su garantía. Para simplificar el ejercicio de la acción revocatoria, en algunos casos se
presume el perjuicio patrimonial.
b) Presupuesto de la acción
La LCU contiene un presupuesto aplicable a toda acción revocatoria sin importar el
tipo de acto involucrado: para ejercerla, el síndico debe demostrar que el pasivo es
superior al activo susceptible de ejecución forzada. Esto significa que el
procedimiento de reintegración no es necesario en todos los casos; sólo lo será
cuándo las obligaciones, a cargo del concursado, superen la garantía patrimonial de
sus acreedores. Si los bienes de la masa activa, susceptibles de ejecución forzada,
son suficientes, no habrá necesidad de revocar los actos realizados, por más causa
ilícita presumida que éstos puedan sugerir o por más que hayan depreciado la
garantía patrimonial de los acreedores.
c) Prescripción
De acuerdo al art. 84, toda acción revocatoria prescribe al término de dos años
contados desde la declaración de concurso. Con esta disposición, la LCU pone fin a
una discusión que se daba en el régimen anterior, donde no se establecía nada al
respecto.
La doctrina considera que el plazo de dos años es demasiado extenso si
consideramos, también, el período de sospecha correspondiente.
5.6.2) Actos revocables de pleno derecho
a) Actos revocables de pleno Derecho
Esquema
Esquematizando lo dispuesto por el art. 81, tenemos que se establece la
revocabilidad, de pleno Derecho, de los siguientes actos realizados por el deudor:
los actos a título gratuito:
- realizados dentro de los dos años anteriores a la declaración de concurso,
- salvo los regalos y liberalidades de costumbre y las donaciones a favor del
personal que tengan manifiesto carácter remuneratorio,
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- se consideraran actos a título gratuito, aquellos en que la contraprestación


recibida por el deudor hubiera sido notoriamente inferior al valor del bien
transferido;
los actos de constitución o de ampliación de derechos reales de garantía sobre
bienes o derechos del deudor,
- otorgados en los seis meses anteriores a la declaración de concurso,
- en garantía de obligaciones preexistentes no vencidas o que se hubieran
contraído con el mismo acreedor concomitantemente con la extinción de las
anteriores;
los pagos realizados por el deudor
- dentro de los seis meses anteriores a la declaración de concurso,
- por créditos que aún no se hallaran vencidos;
los actos de aceptación por el deudor de cualquier clase de requerimiento
resolutorio de contratos, dentro de los seis meses anteriores a la declaración
de concurso.
La LCU, en el n° 1 del art. 81, al referirse a los actos gratuitos en general, comprende
todas las donaciones – sean simples, onerosas o remuneratorias (art. 1.615 CC) -
realizadas a cualquier persona. Sólo se exceptúan los regalos y liberalidades de
costumbre y las donaciones “a favor del persona” que tengan manifiesto carácter
remuneratorio.
Dentro de los actos a título, también, quedan comprendidos los legados.
Período de sospecha
Los actos indicados en el art. 81 deben revocarse pues, más allá de la intención del
deudor al realizarlos, tienen el potencial de empobrecer la garantía de los acreedores
en un momento muy poco apropiado al que, históricamente, se le ha denominado
“período de sospecha”. El legislador sospecha que el deudor, ya en conocimiento de
su insolvencia, dispone lo que queda de su activo a cambio de nada o sin existir una
contrapartida que justifique, desde el punto de vista empresarial, el movimiento
operado.
La revocación debe respetar el límite temporal establecido. La LCU adopta un
sistema de reintegración relativo (limitado temporalmente) y, además, de fijación legal
(el período de tiempo considerado es fijo y establecido por el legislador).
Calificación de la revocación como “de pleno Derecho”
Si el deudor hubiera realizado cualquiera de los actos referidos en el art. 81, dentro
del período de sospecha, estos serían revocables de pleno Derecho. El sentido de
esta calificación no es obvio.
Adviértase que la revocación no es automática en ningún caso. Según lo dispuesto
por el art. 80, el síndico debe ejercitar una acción revocatoria para que reintegrar los
bienes o derechos al patrimonio del deudor.
Se nos ocurren, entonces, dos variantes interpretativas.
En una de ellas, la calificación como de pleno Derecho, se interpretaría en el
sentido de que, una vez obtenida la sentencia revocatoria, la eficacia de dicha
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sentencia se retrotrae al momento de la celebración del acto revocado. No


obstante, en el art. 87, al referirse a los efectos de la sentencia revocatoria, no
da un tratamiento especial a la revocación de los actos referidos en el art. 81.
El art. 87 es una norma aplicable, también, a las hipótesis del art. 82 y, para
todos los casos, dispone la retroacción de los efectos de la sentencia, en la
medida que establece la condena preceptiva a la reintegración de los frutos o
al valor que los bienes hubieran tenido al momento de ser enajenados más el
interés legal (a menos que posteriormente hubieran tenido un mayor valor) y, si
se tratara de la revocación de pagos, se impone la condena a la reintegración
de lo pagado más sus intereses.
En otra variante, se podría interpretar la calificación “de pleno Derecho” por
oposición a la otra categoría de actos revocables prevista por la LCU en el art.
82. En este artículo se exige la prueba del fraude y el perjuicio a los
acreedores, así como del conocimiento por parte del acreedor del estado de
insolvencia del deudor (salvo el caso de actos realizados con personas
especialmente relacionadas). Dado que la LCU exime de estas exigencias
probatorias en el caso de los actos referidos en el art. 81, podría entenderse
que la expresión “de pleno Derecho” pretende resumir esa circunstancia. En
las hipótesis enumeradas en el art. 81, el esfuerzo probatorio principal se
concentra en que el acto se haya realizado durante el período de sospecha.
b) Actos revocables en fraude de los acreedores o con conocimiento de la
insolvencia
Condiciones para la revocación
En el art. 82, a diferencia del anterior, ya no se trata de actos gratuitos, o
innecesarios. Aquí pueden considerarse comprendidos todos los actos, incluso
aquellos en los que hay apariencia de contraprestación a favor del deudor
concursado.
Para que estos actos se revoquen deben reunirse las siguientes condiciones:
En primer lugar, debe tratarse de actos o de omisiones ocurridos en el período
de sospecha (dos años).
En segundo lugar, el deudor debe haber actuado en fraude y perjuicio de sus
acreedores. Esto implica, un acto de disposición de sus bienes o derechos, con
la voluntad y conciencia de que, con ello, se perjudicaría la garantía común de
los acreedores. Se necesita, por tanto, probar el dolo.
En tercer lugar, la contraparte en el acto o en la omisión debe haber tenido
mala fe o incurrido en negligencia grave (en tanto conocía o debía conocer el
estado de insolvencia). El conocimiento de la insolvencia de su contraparte,
circunstancia que se presume si está especialmente relacionada con él de
acuerdo a lo dispuesto en el art. 112.
Terceros de buena fe
La revocación debe redundar en beneficio de la masa de acreedores pero no en
perjuicio de los tercero de buena fe. En ese caso, corresponde a la contraparte
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indemnizar a la masa por el valor de los bienes o derechos objeto de la acción


revocatoria, que ya no se encuentren en su patrimonio.
c) Irrevocabilidad de las operaciones ordinarias
El art. 83 establece que en ningún caso serán objeto de revocación las operaciones
ordinarias del giro a que se dedica el deudor.
La LCU no define qué se entiende por operaciones ordinarias del giro del deudor
pero, sin duda, sólo considera los actos comprendidos en el objeto habitual,
descartando aquellos que tengan la calidad de extraordinarios.
Definitivamente no son operaciones ordinarias del giro los actos relativos a bienes de
uso registrables, la venta o arrendamiento del establecimiento comercial y la emisión
de obligaciones negociables pues así lo dispone, expresamente, el art. 47, n° 2.
Se trata de actos que se consideran intrínsecos o inherentes a la actividad del
deudor. Por ejemplo, si se trata de una fábrica de zapatos, sería irrevocable el
contrato de compraventa de cuero o suelas, necesarios para su confección.
La excepción se justifica en la necesidad de respetar los actos y contratos sin los
cuales la empresa no puede funcionar. Revocarlos atentaría contra los propios
intereses del concurso. La LCU, en este caso, toma partido por el principio de la
seguridad jurídica.
5.6.3) Efectos de la sentencia de revocación
a) Restitución del estado anterior a la realización del acto revocado
En el art. 87 la LCU dispone los efectos de la sentencia de revocación del acto o
contrato. En términos generales, se trata de restituir las cosas al estado que tenían,
en el momento inmediatamente anterior a la celebración del acto o contrato que ahora
se revoca. Para ello, la LCU brinda soluciones diversas, dependiendo del acto que se
revoque.
Si el acto que se revoca había tenido por efecto la enajenación de algún bien o
derecho que formaba parte del patrimonio del deudor, la sentencia de condena
dispondrá la reintegración a la masa activa los bienes o derechos
indebidamente adquiridos, con sus frutos. Si eso ya no fuera posible, se
condenará a la entrega del valor que tenían los bienes al ser enajenados por el
deudor o en cualquier otro momento posterior, si hubiera sido mayor, más el
interés legal.
Si el acto que se revoca suponía la constitución de derechos reales de garantía
sobre bienes que integran el patrimonio del deudor, la sentencia revocatoria
ordenará la cancelación de las inscripciones registrales correspondientes.
Si lo que se revoca es un pago, se condenará a la reintegración a la masa de
las cantidades pagadas, más sus intereses.
b) Derechos reconocidos a la contraparte del deudor u otros adquirentes de
buena fe
En el caso de que la contraparte u otros adquirentes del bien enajenado en perjuicio
de los acreedores, sea de buena fe, la LCU prevé que la revocación pudiera haberles
generado un derecho de crédito. A ese derecho la LCU le atribuye el carácter de
crédito concursal.
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En el caso de que esas personas conocieran el estado de insolvencia del deudor, en


el momento de la realización del acto o la omisión, la LCU dispone que pierden el
derecho a cobrar su crédito “en el concurso”. Cabría, entonces, la posibilidad de un
resarcimiento del crédito, una vez culminado el proceso concursal.
5.7) Naturaleza jurídica de la revocación concursal
La doctrina ha sostenido tres posiciones respecto a la naturaleza jurídica de la
revocación concursal: que se trata de una acción de nulidad, que se trata de una
acción pauliana aligerada y que se trata de una acción sui generis.
5.7.1) La acción revocatoria concursal como acción de nulidad
Considerar a la acción revocatoria concursal como una acción de nulidad, implica
entender que los actos revocados no tendrían validez erga omnes, no sólo frente a la
masa (art. 1.565 CC). En caso de nulidad, por ejemplo, la propiedad no se transfiere
y, por ello, el bien se reivindica.
La doctrina considera que, en el régimen de la LCU, esta posibilidad queda
totalmente descartada, ya que, en ningún caso la consecuencia de la condena es la
nulidad del acto sino la inoponibilidad del mismo ante la masa activa del concurso o la
obligación de indemnizar su valor.
En el concurso, los actos revocables lo son sólo en relación a la masa y no en
relación a las partes, ni en relación a quienes no estén afectados por el concurso. Ello
resulta de la letra del art. 80 y del contexto de las normas.
La acción revocatoria concursal tiene carácter recuperatorio. Los bienes que se
recuperan tienen que ir, necesariamente, a integrar la masa activa de bienes que se
han de liquidar para distribuir su producido entre los acreedores. Por ejemplo, si se
revoca una compraventa, se tiene por no hecha y el bien enajenado ingresa a la
masa. El tercero se ve despojado de lo que compró. Si se pagó un crédito
anticipadamente, el acreedor debe restituir lo recibido y concurrirá con los demás
acreedores en la liquidación. Si se anula una garantía el acreedor queda como
acreedor quirografario.
5.7.2) Acción revocatoria concursal como acción pauliana
Para algunos autores la acción revocatoria es una acción pauliana aligerada en
exigencias. El art. 228 del Código de Comercio, al referirse a la acción pauliana, se
remite a normas sobre quiebra, confirmando la similitud. La acción pauliana se
caracteriza por el rigor probatorio y por la limitación del plazo en que puede
interponerse (un año).
a) Aligeramiento de las exigencias probatorias
Tal como está regulada en el Código de Comercio, requiere la prueba, por parte del
deudor, de la intención de defraudar y, de parte de quien la promueve, pérdida
efectiva. De acuerdo con los términos del art. 229 del Código de Comercio, hay
intención de defraudar, cuando el deudor que conoce o debe conocer su insolvencia,
disminuye o enajena sus bienes, aunque al hacerlo no se proponga precisamente
defraudar a sus acreedores.
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Sin embargo, las enajenaciones por título oneroso, hechas a personas de buena fe,
no pueden ser revocadas, aunque el deudor haya tenido intención de defraudar. Es
necesario que se pruebe además, que el adquirente tenía noticia del fraude.
Esa prueba no se requiere en el caso de donatarios o cesionarios por título lucrativo,
sea cual fuere su buena fe.
En la acción revocatoria concursal, las exigencias probatorias se aligeran respecto de
los actos enumerados en el art. 81 de la LCU. Según se verá, basta con acreditar que
el acto impugnado se realizó dentro del período de sospecha.
Sin embargo, en los casos previstos en el art. 82 se requiere la acreditación de que el
deudor actuó en fraude y perjuicio de los acreedores, y de que la contraparte conoció
o debió conocer que el deudor se hallaba en estado de insolvencia. En estas
hipótesis, el único aligeramiento de la carga probatoria es el que surge de lo
dispuesto en la presunción del inc. 2: “Se presume el conocimiento del estado de
insolvencia en el caso de personas especialmente relacionadas con el deudor.”
Según se advertirá, en los casos previstos en el art. 82, la acción revocatoria
concursal es tanto o más exigente que la prevista en el Código de Comercio. En el
caso de cesión por título lucrativo, por ejemplo, la acción pauliana prevista en el
Código de Comercio exime de la prueba de la mala fe del cesionario. En cambio, el
art. 82 exige la prueba de que el cesionario conoció o debió conocer que el deudor se
hallaba en estado de insolvencia. Entendemos que, en este caso, los acreedores
pueden pedir la revocación de los actos ejecutados por el deudor en fraude de sus
derechos, fundados en las disposiciones del Código de Comercio.
b) Limitación en el plazo
La acción pauliana prevista en el Código de Comercio debe ser ejercida dentro del
término de un año, contado desde el día en que los actos celebrados en fraude de los
derechos de los acreedores llegaron a su noticia.
Para el ejercicio de la acción revocatoria concursal se prevén plazos diversos.
Cuando se trate de actos gratuitos o de los previstos en el art. 82, el plazo es de dos
años anteriores a la declaración del concurso (art. 81, n° 1). Para el ejercicio de
acciones revocatorias sobre los restantes actos, el plazo es de seis meses.
Por lo tanto, el plazo previsto para la acción pauliana es más extenso en algunas de
las hipótesis.
c) Legitimación activa
Los únicos legitimados para promover la acción pauliana son los acreedores. Para
promover las acciones revocatorias son, en cambio, quien en principio está legitimado
es el síndico, sin perjuicio de la legitimación subsidiaria de los acreedores, en caso de
omisión de éste.
5.7.3) Acción especialísima
Para otros autores la acción revocatoria concursal es una acción especialísima,
nacida por imperio de la LCU. Esta tesis se afirma en las diferencias con la acción
pauliana.
La acción pauliana nace a raíz de una actividad civilmente delictuosa del deudor; las
acciones revocatorias se pueden promover sin que sea necesaria tal actividad
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delictuosa sino por el sólo hecho del concurso. Esto, en realidad, solo es cierto en las
hipótesis del art. 81, puesto que no se exige la prueba del fraude. En cambio, en las
hipótesis del art. 82 se parte de la base del fraude y perjuicio a los acreedores por
parte del deudor y de que la contraparte conoce su insolvencia.
5.8) Deudas contra la masa
La expresión “deudas de la masa activa” es equivoca. La masa activa no es un sujeto
y, por lo tanto, no puede tener deudas. Comentando expresiones similares, como la
de “acreedores de la masa”, utilizada por el Código de Comercio, la doctrina señalaba
que la denominación era cómoda pero jurídicamente inexacta pues la masa no tiene
personería jurídica que le permita poseer acreedores.
También, es equívoca la inclusión de este capítulo en un título dedicado a la
formación de la masa activa. Al darle esta ubicación, pareciera que el legislador
hubiera querido indicarnos que considera que se afilia a la idea de la prededucibilidad
de estos créditos, en el sentido que para la conformación de la masa activa se debe,
previamente, deducir estos créditos. Como contrapartida, estos créditos no
integrarían la masa pasiva del concurso.
5.8.1) Consideraciones generales
a) La expresión “créditos contra la masa”
“Crédito” es una cantidad de dinero o cosa equivalente, que alguien debe a otra
persona y cuyo cobro ésta tiene derecho a exigir, en calidad de acreedora.
La categoría “créditos contra la masa” no era utilizada por el Código de Comercio,
aunque sí era posible encontrarla en la doctrina. Esta expresión aparece en el art. 84
de la Ley Concursal española n° 22 de 2003 (LCE).
La terminología es mejor que la utilizada en el nombre del capítulo, puesto que se
trata de créditos que, según se verá en el artículo siguiente, se habrán de satisfacer
con bienes que integran la masa activa.
Se trata de créditos “nacidos” después de la declaración de concurso, como
contrapartida de una obligación extraconcursal derivada de hechos o actos realizados
por el deudor con autorización del interventor o por el síndico, según nos
encontremos en una hipótesis de limitación o de suspensión de la legitimación,
respectivamente. No se trata de créditos privilegiados. En primer lugar, porque no
están incluidos en la clasificación que enuncia el art. 108 de la Ley Declaración
Judicial del Concurso y Reorganización Empresarial n° 18.387 de 2008 (LCU). En
segundo lugar, como razón de fondo, porque los privilegios sirven al interés particular
de un acreedor, en tanto la calificación de determinados créditos como “de la masa”
sirve al interés general de todos los acreedores o del propio deudor y su familia.
b) Relevancia de pertenecer a la categoría “créditos contra la masa”
A los créditos contra la masa no les afecta el concurso, ni les alcanza la Ley del
dividendo. Por lo tanto, están excluidos de la carga de verificar. Tienen una situación
privilegiada, pues cobran antes que los acreedores en la masa, aun cuando son
posteriores en su nacimiento. En principio, se pagarán a medida que venzan, fuera
del procedimiento del concurso (art. 92).
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Este fenómeno recibe el nombre de “prededucción”, en tanto implica una disminución


previa del patrimonio destinado al reparto entre los acreedores. Antes de asignar a
cada acreedor la parte que le corresponde cobrar, tienen que abonarse estos costos.
Puede considerarse que son, entonces, los acreedores concursales los que asumen
la satisfacción de estos créditos, bajo la forma de reducción de su cuota de
liquidación en la masa activa del deudor.
c) Régimen de los créditos contra la masa
Los créditos señalados en el art. 91 gozan de una situación muy privilegiada.
En primer lugar, no tienen que aguardar el fin de la liquidación para cobrar. Por el
contrario, se van pagando a medida que vencen. En segundo lugar, no soportan la ley
del dividendo, esto es, no padecen el cobro a prorrata. Por el contrario, cobran
íntegramente el crédito. En tercer lugar, se satisfacen en los bienes de la masa activa.
Sólo deben respetar los bienes que están gravados por un derecho real de prenda o
hipoteca pues estos quedan reservados para los acreedores privilegiados especiales.
5.8.2) Créditos considerados “contra la masa”
Todos los créditos enumerados en este artículo, tienen en común el origen: todos se
generan a partir de obligaciones “nacidas” con posterioridad a la declaración del
concurso.
a) Obligaciones contraídas en interés de la propia masa pasiva
En los ns. 1 a 3 del art. 91, se enumeran créditos cuya existencia se justifica, sobre
todo, en el interés de los acreedores. Es a estos a quienes interesa que el proceso se
desarrolle sin interrupciones y que la masa activa se conserve y administre de la
mejor forma posible pues ello redundará en una liquidación más fructífera.
El orden en que coloca la LCU a los respectivos créditos, no implica un orden de
prelación.
Son las siguientes.
1. Costas y costos del proceso concursal, excluidos los honorarios
profesionales de quienes patrocinen al deudor
En el n° 1 del art. 91 se menciona a las costas y costos generados en el proceso
concursal, incluidos los que devienen de incidentes, como las acciones revocatorias
que promueve el síndico para formar la masa activa. La LCU hace la precisión de que
no se incluye dentro de esta categoría: los honorarios de quienes patrocinen al
deudor. No nos parece acertada esta exclusión. Es evidente que el deudor requiere
patrocinio y que los recursos para solventarlo deben surgir de su patrimonio. La
solución de la LCU condena al deudor a la indefensión.
2. Retribuciones del síndico o del interventor
El carácter de “crédito contra la masa” de los honorarios del síndico o del interventor,
es reconocido por el Decreto 180 de 23 de abril de 2009 que, en su art. 1 establece
que el ejercicio de las funciones que la LCU les atribuye, será retribuido con cargo a
la masa activa del concurso. Los criterios de fijación de retribuciones son los mismos,
sea que se trate de síndicos o interventores personas físicas, sociedades de
profesionales o instituciones gremiales autorizadas para actuar como tales por la Ley
(art. 1, inc. 2, Dec. 180/009).
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La retribución la fija el juez del concurso, previo informe del síndico o del interventor, y
del Secretario Contador, de acuerdo con la actuación del síndico o interventor, con los
importes máximos previstos en el Dec 180/2009 (art. 3).
En cualquier estado del procedimiento concursal, aun actuando de oficio, el juez
puede modificar la retribución del síndico o del interventor, siempre que exista justa
causa. Se entiende que existe justa causa, entre otras circunstancias, cuando hubiera
cambiado la situación de intervención o de suspensión de facultades del deudor,
cuando se hubieran constatado un cambio sustancial en el valor del activo social o la
variación de cualquiera de las circunstancias tomadas en cuenta para la fijación de la
remuneración (art. 11). En caso de separación del síndico por prolongación indebida
de la liquidación, de conformidad con lo dispuesto en el art. 179 de la LCU, el mismo
pierde el derecho a percibir las retribuciones devengadas, debiendo reintegrar a la
masa activa las cantidades que, en concepto de retribución, hubiera percibido (art.
12).
3. Los gastos de conservación, administración, valoración y liquidación de
la masa activa
Dentro de esta categoría quedan comprendidos los créditos generados por la
actuación del síndico o interventor, para las tareas necesarias para la conservación,
la administración, la valoración y liquidar los bienes del concursado.
Dentro de esta clase, se incluyen: los impuestos pagados por los bienes y los gastos
de conservación de los bienes. También, entran dentro de esta clase, los créditos
contractuales derivados de los contratos celebrados por el síndico como, por ejemplo,
con los empleados nombrados por él.
En lo referido a los gastos de valoración de la masa activa, corresponde recordar que
el art. 77 impone al síndico o al interventor, la contratación de un experto
independiente para que lo asesore en la valoración de los elementos de la masa
activa, solicitando previamente la autorización del juez del concurso. El honorario
correspondiente debe ser considerado como un “crédito contra la masa”.
Los honorarios de los expertos en valoración y de los rematadores, deben ser fijados
por el juez, con un máximo del cincuenta por ciento y un mínimo del diez por ciento
del honorario que surge de la escala básica prevista por el art. 5 del Dec. 180/009
para el interventor concursal, calculado sobre el monto de los activos sujetos,
respectivamente, a valoración o a remate, en función de la complejidad de la tarea
encomendada (art. 13 Dec. 180/009).
Quedan, también, incluidos en esta categoría las retribuciones de los auxiliares que el
síndico o el interventor, hayan sido autorizados a designar y a retribuir con cargo a la
masa, de conformidad con lo establecido por el art. 30 de la LCU. En el mismo
régimen entran los gastos justificados de desplazamiento fuera del departamento
donde se tramita el concurso (art. 2 Dec. 180/009).
b) Obligaciones contraídas en interés del deudor
En el n° 5 del art. 91, se incluye entre los “créditos contra la masa” a los pagos por
alimentos y entierro del deudor y de las personas frente a las cuales éste tenga deber
legal.
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Evidentemente, la inclusión de este crédito en la categoría de “créditos contra la


masa”, beneficia al deudor o a su familia.
c) Otras obligaciones “nacidas” después de la declaración de concurso
En el n° 4 del art. 91 se establece que los créditos “nacidos” después de la
declaración de concurso, incluidos los provenientes de la rehabilitación de contratos
que hubieran caducado, salvo que la Ley los considere créditos concursales.
Como se apreciará, no establece una especie diferente de actos que debieran ser
considerados como integrantes de la categoría “créditos contra la masa”. Todos los
créditos enumerados en el art. 91 nacen después de la declaración de concurso.
La importancia de este n° 4, radica en establecer un principio general: que los
créditos nacidos después de la declaración del concurso, deben ser considerados
“créditos contra la masa”. Sólo no serán considerados como tales, aquellos que la Ley
determine, expresamente, que constituyen créditos concursales.
Quedan sí comprendidos en este numeral, los contratos con obligaciones pendientes
a cargo del deudor. Es facultativo del síndico rescindirlos (art. 68). Si el contrato se
rescinde, el juez fija la indemnización de daños y perjuicios causados al contratante
solvente y su importe es considerado como crédito concursal.
Si el contrato no se rescinde o, incluso, si se rehabilita (art. 79), el síndico o el
interventor han de cumplir con obligaciones del deudor pendientes, por cuanto ello
interesa para la formación de la masa activa. Por ejemplo, si el síndico o interventor
resuelven mantener un contrato de arrendamiento de un inmueble; el alquiler que se
genere después de la declaración del concurso será un crédito contra la masa. Se
consideran los créditos por esas obligaciones como créditos contra la masa.
Se incluyen, también, en esta categoría, las obligaciones emanadas de los contratos
que aseguren el suministro para mantener la producción y las resultantes de la
responsabilidad extracontractual.

6) Formación de la masa pasiva


La masa pasiva del concurso, de acuerdo a lo dispuesto en el art. 55 de la Ley 18.387
comprende a todos los acreedores del deudor, cualquiera sea su naturaleza,
nacionalidad o domicilio, anteriores a la declaración del concurso, siempre que hayan
verificado sus créditos. Quedan excluidos los créditos contra la masa. A estos no les
afecta el concurso, ni les alcanza la Ley del dividendo.
6.1) Verificación de los créditos
La verificación de los créditos es un procedimiento que tiene por finalidad corroborar
la legitimidad del crédito esgrimido por el acreedor y depurar la masa de acreedores.
El acreedor, hasta el momento de presentación de su crédito a la verificación, tiene
un derecho potencial a participar en los procedimientos. Se lo llama “acreedor
concursal”. En cuanto su crédito es verificado, cambia de categoría y, de mero
concursal, pasa a ser “acreedor concurrente”. Se lo denomina “concurrente” pues
está en condiciones de “concurrir” al concurso.
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En principio, como la LCU no distingue, todos los acreedores que integran la masa
pasiva del deudor, deben proceder a verificar sus créditos: los privilegiados
especiales (art. 109), los privilegiados generales (art. 110), los acreedores con
créditos sujetos a condición y litigiosos (art. 103), los acreedores subordinados (art.
111 y 112) y los acreedores quirografarios o comunes. Sólo están excluidos los
créditos contra la masa (porque no integran la masa pasiva) y los acreedores con
créditos reconocidos por sentencias judiciales o laudos arbitrales (art. 100).
6.1.1) Comunicación a los acreedores
La comunicación a los acreedores se encuentra regulada en el art. 93. Por la
ubicación de este artículo dentro del capítulo referido a la verificación de los créditos,
pareciera estar concebida como el acto inicial del procedimiento de verificación.
a) Condiciones de la comunicación
Plazo
La comunicación debe realizarse, como máximo, dentro del plazo de quince días, a
contar de la designación del síndico o del interventor (art. 93).
Se ha estimado que el plazo es suficiente para unos pocos acreedores pero
demasiado exiguo cuando se trate de deudores con una cartera de muchos
acreedores. La práctica plantea problemas que, evidentemente, la LCU no consideró:
el domicilio de los acreedores puede no ser fácil de obtener o no estar actualizado, el
acreedor puede haber cerrado su establecimiento o mudado de dirección, el
procedimiento de entrega y, en caso de no encontrar al destinatario, devolución de
cartas por el correo puede ultrapasar el reducido plazo legal, etcétera.
Contenido
La comunicación tiene como función, notificar a los acreedores sobre diversos puntos
muy concretos:
la declaración del concurso;
la sede ante la cual se tramita el concurso;
el nombre del síndico o interventor;
la fecha fijada para la junta de acreedores.
En la comunicación no se emplaza a los acreedores a la verificación de sus créditos.
Sería útil, evidentemente, aprovechar esta oportunidad para comunicar a los
acreedores que deben comparecer a insinuar sus créditos. La LCU no lo establece.
Mucho menos obliga a incluir, en la notificación, una advertencia al acreedor respecto
de las consecuencias de no presentarse a la verificación de su crédito.
Destinatarios
Los destinatarios de la comunicación son tanto los acreedores del deudor
concursado, como sus codeudores, fiadores o avalistas. Han de recibir la
comunicación todos los acreedores del deudor, sea porque consten en su
contabilidad y documentos, o porque resulten conocidos de cualquier otra forma. La
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finalidad de la comunicación a los acreedores que consten en la contabilidad y


documentos es la corroboración de que el crédito realmente existe.
La norma no distingue entre los acreedores, de modo que todos deben recibir la
comunicación, sean privilegiados, subordinados o quirografarios, o sean anteriores o
posteriores a la declaración del concurso (obviamente hasta que se cursó la
comunicación).
Si el crédito contra el concursado estuviere incorporado a un título valor, se entiende
que el síndico o el interventor cumplen con notificar a la persona a favor de la cual el
deudor lo haya librado o endosado. Si el título circula, puede haber acreedores que
sean desconocidos para el propio concursado.
b) Función de la comunicación
La comunicación tiene como función poner en conocimiento de los acreedores y los
codeudores, de ciertos elementos esenciales del concurso.
Por encontrarse el artículo en análisis bajo el título “solicitud de verificación”, se debe
entender como el inicio de la etapa de verificación de créditos. Una vez recibida
personalmente la comunicación, los acreedores y codeudores no pueden desconocer
la existencia del proceso concursal, ni alegar desconocimiento de la LCU, por lo que
quedan colocados frente a la carga de proceder como mejor entiendan que conviene
a sus intereses. Hubiera sido útil, evidentemente, aprovechar esta oportunidad para
comunicar a los acreedores que deben comparecer a insinuar sus créditos.
La notificación que estamos analizando, debe hacerse sin perjuicio de la derivada de
la publicación de la sentencia de declaración de concurso, dispuesta en el art. 21. La
publicación del art. 21, tiene por objeto publicitar el contenido de la sentencia de
declaración del concurso (art. 19). Uno de esos contenidos es, precisamente, la
convocatoria a la junta de acreedores (n° 4). De modo que la convocatoria a la junta
se hace por dos personas distintas y de modos distintos: por el juez mediante
publicaciones (art. 19, n° 4 y art. 21) y por el síndico o interventor mediante carta u
otro medio fehaciente (art. 94).
6.1.2) Insinuación de los créditos
“Insinuación” es una expresión es utilizada por la doctrina, en general, para referirse a
la presentación que deben realizar los acreedores para convertirse en acreedores
concurrentes.
a) Naturaleza jurídica de la insinuación
Los autores coinciden en considerar que se trata de una carga. La insinuación es de
carácter facultativo.
Los acreedores no están obligados a participar en el procedimiento concursal y contra
su voluntad no pueden ser tenidos en cuenta.
Sin embargo, la presentación a la verificación del crédito es un acto necesario para
que el acreedor concursal devenga en concurrente. Es indispensable para que pueda
participar en el proceso y cobrar en él su cuota parte en la liquidación final. Si el
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acreedor no insinúa su crédito no puede participar en la junta ni en los restantes


procedimientos, ni en la liquidación.
La doctrina considera que la imposición de esta carga a los acreedores tiene su razón
de ser en el derecho de todos los acreedores a controlar la legitimidad de los títulos
de los que se presenten.
b) Condiciones de la presentación
Para no entorpecer el legítimo derecho del acreedor, no se establecen formalidades
ni honorarios, tributos o costos de ninguna especie.
No obstante, en virtud de lo dispuesto en el art. 37.1 del Código General del Proceso,
el acreedor insinuante deberá comparecer a todos los actos del proceso asistido por
abogado, debiendo el tribunal rechazar los escritos que no lleven firma letrada e
impedir las actuaciones que se pretendan realizar sin esta asistencia.
Fuera de esta exigencia, de carácter general, se establecen condiciones referidas a la
presentación del acreedor, al plazo en que se debe formular la insinuación, al
contenido de la misma y los documentos que se deben acompañar.
¿A quién se dirige la presentación?
De acuerdo con lo dispuesto en el art. 95, la solicitud de verificación debe realizarse
al síndico o al interventor por escrito y presentarse en el juzgado. Se ha señalado que
el legislador cometió un error, pues los escritos judiciales se deben dirigir al juez.
Pueden caber tres interpretaciones:
El escrito se debe presentar en el juzgado, dirigido al juez quien, luego, dará
vista al síndico o al interventor;
El escrito se debe presentar en el juzgado pero dirigido al síndico o al
interventor.
Plazo de presentación
Los acreedores deben presentarse en el juzgado dentro del plazo de sesenta días,
contados desde la fecha de la declaración de concurso. Evidentemente, la norma
debe relacionarse con la convocatoria a la junta de acreedores que realiza el juez de
acuerdo a lo dispuesto en los arts. 19 (n° 4) y 21. Esto replantea la utilidad de la
notificación que debe realizar el síndico o el interventor, de acuerdo al art. 93.
El plazo está previsto para la presentación de los acreedores pero no para el
cumplimiento de todo el procedimiento. Por tanto, tal como dispone el segundo inciso
de este artículo, si el síndico o el interventor no culminan la tarea de verificación de
todos los créditos, no se suspende la junta de acreedores.
Contenido de la solicitud
Indicaciones: la LCU establece la necesidad de que la solicitud sea declarada
en forma expresa, que contenga, además, una serie de detalles tendientes a
hacer posible el cotejo del crédito con los libros y documentos del deudor. Los
datos que se exigen serán, luego, las categorías utilizadas por el síndico o por
el interventor para la confección de la lista de acreedores. Así, el acreedor
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deberá indicar la fecha, la causa, el monto, el vencimiento y la calificación


solicitada de los créditos que se insinúan.
La referencia a la “causa” pareciera referirse a la vinculación de cada crédito con el
negocio jurídico al que deben su origen.
La calificación jurídica, a que hace referencia este artículo al procedimiento de
clasificación de créditos (art. 108 y ss.) que, en el régimen del Código de Comercio se
denominaba “graduación de créditos”. La calificación solicitada, entonces, deberá ser
la de privilegiado especial, privilegiado general, subordinado o quirografario.
Documentación: el art. 95 exige la presentación de los documentos originales
o medios de prueba que permitan acreditar la existencia de sus créditos. Si el
crédito consta en un título valor, debe tenerse presente que estos, por
definición, son abstractos. Alguna doctrina considera que debería
acompañarse el contrato de donde surge la relación fundamental
(compraventa, arrendamiento, transporte, seguro, etc.) o los documentos que
prueben la ejecución de estos contratos (factura, carta de porte, etc.), u otros
documentos de los cuales pueda surgir, en forma veraz, la causa del
libramiento de los títulos.
Constitución de domicilio: si los acreedores tienen domicilio en el exterior,
deberán constituir domicilio en la “sede del Juzgado”. Podría entenderse que la
norma dispone que la constitución de domicilio se haga en los estrados. Sin
embargo, esa no parece una interpretación que le brinde sentido a la norma.
Entendemos que por “sede del Juzgado” debe interpretarse “radio del
Juzgado”.
6.1.3) Excepciones
a) Créditos reconocidos por sentencias judiciales o laudos arbitrales, y
créditos laborales
No requieren verificación los créditos reconocidos por sentencias judiciales o laudos
arbitrales (art. 100) ni, tampoco, los créditos laborales, de acuerdo a lo dispuesto en
inc. 2 del art. 62 de la LCU (redacción dada por la Ley 18.593, de 18 de setiembre de
2009). Sin embargo, no por ello deben dejar de denunciarlos, en los plazos y
condiciones analizadas. Si no se denuncian, estos acreedores pierden el derecho a
percibir su participación sobre los pagos ya realizados. Se trata de una excepción al
principio general, según el cual, todos los acreedores deben solicitar la verificación de
su crédito. La razón de este régimen excepcional, se encuentra en la certeza que
otorga el reconocimiento judicial o arbitral del crédito. El síndico o el interventor, en
estos casos, no debe tener motivos para dudar de la legitimidad del crédito. Sin
embargo, para tenerlo presente en la liquidación, debe ser informado de su
existencia. Esa es la razón por la cual el artículo en estudio establece que, de todas
formas, deben denunciar el crédito oportunamente.
b) Créditos contra la masa
Están exceptuados, también, los acreedores con créditos contra la masa referidos en
el art. 91 pues, expresamente, el art. 92 dispone que se pagan a medida que vencen,
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fuera del procedimiento concursal. En estos casos, se trata de sujetos que no


participan del proceso de verificación, pues no los afecta el concurso y, por ende, son
indiferentes a las cargas que el proceso concursal impone.
c) Acreedores reivindicantes
Las personas cuyos bienes y derechos quedaron atrapados en la masa activa del
concurso pero que son objeto del proceso de separación (art. 88), tampoco deben
presentarse al proceso de verificación pues, estrictamente, ni siquiera son
acreedores.
6.1.4) Efectos de la insinuación tardía u omisión en la insinuación
a) Insinuación tardía
El vencimiento del plazo establecido para la insinuación de los créditos, no impide
que los acreedores se presenten tardíamente.
En ese caso, el síndico o el interventor deberán proceder, igualmente, a verificar esos
créditos, pero el acreedor debe hacerse cargo de los costos del procedimiento (art.
99).
La LCU no establece el procedimiento a seguir para proceder a esta verificación. Sólo
dispone que debe realizarse en el ámbito del juzgado. Por tanto, de acuerdo al art.
250, la verificación debe sustanciarse ante el juez del concurso, siguiendo el
procedimiento que para los incidentes prevé el CGP.
De modo de agilizar la verificación y, sobre todo, para no entorpecer el proceso
concursal, la LCU dispone que este incidente se desarrolle según las normas de los
incidentes fuera de audiencia. También, dispone que los actos procesales sean
notificados en la oficina y que el juez establezca los plazos de las actuaciones
procesales, de modo que no impliquen una demora para las demás etapas del
concurso.
b) Pérdida de los pagos ya realizados
El acreedor moroso no pierde el derecho a cobrar su crédito. Sin embargo, hasta
tanto no se presente a insinuar su crédito no podrá exigir su pago y, si ya se
efectuaron pagos a los acreedores, ya no podrá reclamar la cuota parte que le
hubiera correspondido cobrar. En efecto, el art. 99 dispone que el acreedor moroso
pierde el derecho a percibir la participación que le hubiere correspondido en los pagos
ya realizados, como sanción frente al incumplimiento de la carga de solicitar la
verificación de su crédito en tiempo.
Así, por ejemplo, si el deudor celebró un convenio con sus acreedores, aquél que se
presentó tardíamente no está excluido del convenio. Podrá exigir que se cumpla a su
respecto, en las condiciones de quitas y espera que se hayan establecido. No
obstante, si ya se hubieren efectuado pagos a los acreedores, el derecho que le
hubiera correspondido sobre su respectiva cuota parte en esos pagos se extinguió en
virtud de lo dispuesto en el art. 99.
c) Otras consecuencias de la falta de verificación o de la insinuación tardía
Imposibilidad de asistir a la junta de acreedores
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Si el acreedor no cumple con esta carga, no participa del concurso, aun cuando haya
sido denunciado por el deudor en la nómina de acreedores y, por tanto, pierde el
derecho a participar en las instancias que sobrevengan en el proceso concursal,
hasta tanto se presente a insinuar sus créditos.
En particular, en virtud de lo dispuesto en el art. 118, sólo tienen derecho a asistir a la
junta de acreedores, aquellos que hayan verificado sus créditos. Si en esa junta se
hubiese aceptado alguna de las propuestas de convenio presentadas por el acreedor,
sin que hubieren oposiciones o, aun habiéndolas, si fuere aprobado judicialmente, el
convenio será obligatorio, también, respecto de aquéllos créditos que, por cualquier
causa, no hubieran sido verificados (art. 158).
Indiferencia de su crédito respecto del cómputo de las mayorías para obtener
un convenio anticipado
Por otra parte, para poder presentar una propuesta de convenio con anticipación a la
junta de acreedores, el deudor requiere una mayoría de acreedores quirografarios
“con derecho a voto” (art. 163). Como acabamos de expresar en al párrafo anterior,
los acreedores que no hubieren verificado sus créditos no pueden participar de la
junta, por lo que, tampoco deben ser considerados a los efectos de determinar las
mayorías de suscriptores requerida para la presentación anticipada de un convenio
en los términos del art. 163.

Costos de le verificación
De acuerdo con lo dispuesto por el art. 56.1 del Código General del Proceso, se
consideran costos, los honorarios de los abogados y de los procuradores.
La exoneración de todo tipo de costos por la verificación de sus créditos, establecida
en el art. 95, constituye un incentivo para la presentación tempestiva de los
acreedores, que se pierde una vez vencido el plazo dispuesto por el art. 94.
Concretamente, corresponde que los acreedores que insinuaron tardíamente sus
créditos, paguen los honorarios del síndico o interventor, por la verificación tardía de
sus créditos.
6.2) Preparación de la lista de acreedores
6.2.1) Plazo de presentación
Una vez terminado el plazo de sesenta días, con que cuentan los acreedores para
solicitar la verificación de sus créditos (art. 94), empieza a correr el plazo de treinta
días, dentro del cual, el síndico o el interventor deben preparar la lista de acreedores.
6.2.2) Contenido
El art. 101 establece que el síndico o el interventor, deben preparar una lista de
acreedores que contenga dos nóminas.
Para poder confeccionarla, el síndico o el interventor tendrán que analizar cada
solicitud por separado, cotejar los dichos del acreedor con las anotaciones contables
del deudor y, si resulta necesario, investigar el crédito denunciado de modo de
convencerse de su legitimidad.
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a) Nómina de los acreedores “que forman la masa pasiva”


Analizadas todas las solicitudes, el síndico o el interventor deberán confeccionar una
lista, que debe contener todos los acreedores del deudor, cualquiera sea su
naturaleza, nacionalidad o domicilio, hayan solicitado o no la verificación de sus
créditos.
Orden alfabético: todos deben ser ordenados alfabéticamente. En este
aspecto, entendemos que el legislador no ha sido feliz pues el orden alfabético
no es relevante a los efectos del concurso.
Indicaciones: la LCU impone indicar, respecto de cada crédito, la fecha
(entendemos que corresponde a la fecha de asunción de la obligación), la
causa, el monto, el vencimiento, la existencia de garantías personales o reales,
y la calificación jurídica de cada uno de ellos. Además, de cada crédito, debe
distinguirse qué parte del monto total corresponde al capital y qué parte
corresponde a los intereses. La referencia a la “causa” sólo es razonable en los
documentos causados como, por ejemplo, la factura. En el caso de los títulos
valores, que son documentos abstractos, pareciera carecer de justificación.
Cuando la LCU refiere a la necesidad de que el síndico o el interventor
establezcan en la lista cuál es la calificación jurídica que le corresponde a cada
crédito, se refiere a la necesidad de ordenarlos de modo de preparar los pagos
resultantes de la liquidación. Ya se ha dicho que los acreedores no cobran
todos al mismo tiempo. Hay algunos que cobran antes. La calificación jurídica,
a que hace referencia este artículo, alude, justamente, al procedimiento de
clasificación de créditos (art. 108 y ss.) que, en el régimen del Código de
Comercio se denominaba “graduación de créditos”. A la vista de los
documentos presentados por los acreedores (quienes, por su parte, adelantan
su opinión), el síndico o el interventor decidirá quién es privilegiado especial, o
privilegiado general (en cuyo caso, además, deberá establecer el grado), quién
es quirografario y quién subordinado.
b) Nómina de acreedores excluidos
Por otra parte, debe realizarse otra nómina, ahora integrada por los acreedores que
han sido excluidos, indicando las razones de exclusión de cada uno de ellos (art. 101,
n° 2).
La LCU no especifica qué acreedores deben considerarse excluidos.
Podría entenderse que se trata de aquellos insinuantes que el síndico o el interventor
considerase que no integran la masa pasiva. En ese sentido, estarían "excluidos" de
la masa pasiva. Consecuentemente, no sólo carecerían de derecho a participar en la
junta de acreedores sino que tampoco tendrían derecho a participar en los pagos que
el deudor acordara mediante convenio con sus acreedores, ni en los pagos que se
realizara en la liquidación concursal.
Podría entenderse, también, que integran la nómina de acreedores excluidos, todos
aquellos que no insinuaron sus créditos en la forma y con los requisitos que la LCU
exige. en este sentido, no estarían excluidos de la masa pasiva sino de la nómina de
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acreedores verificados. Estos acreedores no participarán en la junta de acreedores


pero sí podrían requerir el pago de la cuota parte que les correspondiera en el
convenio o en la liquidación.
c) Nómina de acreedores verificados tardíamente
Durante los treinta días que el síndico o el interventor, tienen para preparar la lista de
acreedores, puede suceder que se presenten acreedores a verificar tardíamente sus
créditos.
En la práctica forense, se suele confeccionar una tercera nómina con esos
acreedores.
6.2.3) Puesta de manifiesto y comunicación
Las listas de acreedores deben quedar de manifiesto en el juzgado a disposición de
los acreedores para que la impugnen si les parece pertinente.
Sin perjuicio de ello, el síndico o el interventor debe comunicar a los acreedores que
se hubieran presentado a verificar sus créditos, el resultado de la verificación (tanto el
éxito como el fracaso, en virtud de lo dispuesto en el art. 104). Si el resultado fuese
positivo, comunicarán, también, las condiciones de verificación.
La LCU no establece cómo debe hacerse la comunicación, ni en qué plazo.
Por analogía con lo dispuesto en el art. 93, entendemos que la comunicación debe
hacerse por carta u otro medio fehaciente. Alcanzaría, entonces, que la comunicación
fuese realizada vía telegrama o por envío postal, en ambos casos con aviso de
recibo.
6.3) Efectos de la aprobación judicial
6.3.1) Alcance de la aprobación judicial
La aprobación de la lista de acreedores tiene como consecuencia, el reconocimiento
judicial de la legitimidad de los créditos allí detallados y el visto bueno respecto de la
fecha, causa, cuantía, vencimiento y calificación jurídica atribuida por el síndico o el
interventor. También, significa aprobar las exclusiones realizadas. De modo que
queda determinada la integración de la masa pasiva concursal, su entidad y
privilegios, dentro y fuera del concurso.
Los créditos verificados, por tanto, son legítimos y deben ser reconocidos, con el
alcance establecido en el concurso, tanto dentro como fuera del concurso,
eliminándose la posibilidad de que otro juez, en otro proceso, se pronuncie de forma
diferente.
6.3.2) Consecuencias de la conformación de la masa pasiva
Integrar la masa pasiva concursal, legítima a los acreedores para participar en
diversas instancias del concurso.
a) Legitimación para participar en la junta de acreedores
Sólo los acreedores con créditos verificados pueden participar de la junta de
acreedores.
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El convenio que en dicha junta se vote es obligatorio para el deudor y para los
acreedores quirografarios y subordinados cuyos créditos fueran anteriores a la
declaración judicial de concurso, incluidos los que, por cualquier causa, no hubieran
sido verificados (art. 145).
b) Legitimación para adherir a la propuesta anticipada de convenio
Sólo los acreedores con créditos verificados pueden adherir a la propuesta de
convenio que el acreedor, eventualmente, presente antes de la celebración de la junta
de acreedores. La condición exigida por el art. 163 para su adhesión, es la de ser
acreedores quirografarios con derecho a voto. Para tener ese derecho es condición
indispensable - aunque no suficiente – haber verificado sus créditos.
c) Legitimación para participar del producido de la liquidación
Integrar la masa pasiva como acreedores concurrentes, les genera el derecho a
participar en la liquidación de los bienes que integran la masa activa.
La verificación de sus créditos puede ser relevante, eventualmente, hasta para los
acreedores hipotecarios y prendarios, para participar en el pasivo concursal por el
saldo que no hubieren podido cobrar con el producido de la ejecución hipotecaria o
prendaria de su crédito.
Los acreedores que se presenten tardíamente, pierden el derecho a percibir la
participación que les hubiere correspondido con los pagos ya realizados (art. 99).
A los acreedores concurrentes, en principio, por aplicación de la pars conditio
creditorum, justificada en la necesidad de evitar que el deudor cumpla con unos
acreedores en detrimento de otros, se les otorgará un tratamiento igualitario, siempre
dentro de su clase. Esto implica lo siguiente:
En primer lugar, que los acreedores concurrentes no cobran en cualquier
momento. Como principio general, deben esperar a la liquidación de la masa
activa, procedimiento que se realiza de acuerdo a lo dispuesto en los arts. 168
a 180.
En segundo lugar, que los acreedores concurrentes sólo cobran íntegramente
sus créditos si la masa activa es suficiente. Si no alcanza, entonces, deben
soportar que se les pague a prorrata o, dicho de otro modo, en proporción a
sus respectivos créditos. La colectividad de acreedores, por imperio de la LCU,
queda sometida a una “comunidad de pérdidas”, que los obliga a sacrificar
parte de su crédito en beneficio de todos.
6.3.3) Recursos contra la sentencia que aprueba la lista de acreedores
Esta sentencia puede ser objeto de recurso de reposición y apelación (con efecto no
suspensivo) en un todo de acuerdo con lo dispuesto en el art. 252. Si así lo solicita el
recurrente, el juez tiene la facultad de disponer las medidas cautelares necesarias
que aseguren la efectividad de la sentencia que resuelva el recurso.
7) La junta de acreedores
El acreedor actúa o puede actuar en el concurso individualmente. Actúa
individualmente cuando solicita la declaración de concurso (art. 6, nº 2), cuando
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recurre la resolución de declaración del concurso (art. 22), cuando se presenta a


verificar su crédito (art. 94 y ss.) o cuando impugna la lista de acreedores que formula
la junta de acreedores.
También, la LCU prevé dos ámbitos de actuación orgánica de los acreedores: la junta
de acreedores y la comisión de acreedores.
En la junta de acreedores se deciden determinados asuntos de interés común de los
acreedores. En especial, se considerará la propuesta de convenio formulado por el
deudor y el informe del síndico, sobre la forma de liquidación de la masa activa (arts.
122 y 143). Las resoluciones de la junta son obligatorias para todos los acreedores,
aun para disidentes y ausentes.
La comisión de acreedores es un órgano de existencia eventual. Lo designa la junta
de acreedores (art. 130). Tienen funciones diversas, de fuente legal, como recibir los
informes semestrales del síndico o del interventor, sobre el estado de cumplimiento
del convenio aprobado (art. 165), aprobar el proyecto de liquidación por partes de la
masa pasiva (art. 174), decidir sobre la enajenación de bienes litigiosos (art. 176), etc.
7.1) Concurrencia a la junta
7.1.1) ¿Quiénes deben o pueden concurrir?
Participan de las juntas el concursado, los acreedores y el síndico o interventor.
a) Concurrencia del concursado
El concursado tiene el deber de asistir personalmente (art. 117). Si se trata de
personas jurídicas, quienes deben asistir son los administradores o liquidadores, con
poderes de representación.
La LCU no contiene una sanción expresa para el caso en que el concursado omita
cumplir con este deber. No obstante, podría constituirse en una presunción relativa de
culpabilidad, en tanto el n° 2 del art. 194 prevé que el incumplimiento del deber de
cooperación con los órganos concursales configura una presunción de ese tipo.
b) Concurrencia del síndico o el interventor
El síndico o el interventor, deben asistir, pues ha producido informes que se han de
considerar en la junta. Su inasistencia se sanciona por el juez con una multa de hasta
el 5 % del total del pasivo concursal (art. 115, inc. 4).
c) Concurrencia de los acreedores
Los acreedores son sus integrantes naturales. Pueden asistir a la junta sólo si sus
créditos han sido verificados. Los acreedores concurren voluntariamente a la junta.
No están constreñidos a asistir pero les puede interesar hacerlo para poder participar
de las decisiones que se adopten.
d) Concurrencia de otras personas
Pueden asistir otras personas pero se requiere una autorización del presidente de la
junta que la concederá, si lo juzga conveniente. Luego, la junta de acreedores podrá
revocar esta autorización en cualquier momento (art. 118). El presidente de la junta
es el juez del concurso (art. 115, inc. 1). En la práctica, hemos visto que el juez
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admite la presencia en la junta, de acreedores que no comparecieron a insinuar sus


créditos o no fueron verificados por no haber cumplido su presentación con los
requisitos previstos en el art. 95.
7.1.2) Quórum
El art. 115, inc. 5, establece que la junta se considerará válidamente constituida
cualquiera que sea el número de acreedores y el porcentaje de pasivo concurrentes.
Por lo tanto, no incide sobre la validez de la junta, ni la cantidad de acreedores que
asistan, ni el importe de los créditos que representen los asistentes.
La inasistencia de todos los acreedores, no invalidaría la junta, puesto que cero es,
también, un número y, además, los acreedores no son los únicos participantes
posibles de la junta. Sin embargo, la participación de sujetos que no sean acreedores
es meramente instrumental o accesoria. La junta es un órgano del concurso,
establecido como un mecanismo necesario para la adopción de determinadas
resoluciones por los acreedores.
La cuestión, además, no es si la junta es válida o no, sino qué sucede con el propio
proceso concursal en el caso en que no concurran acreedores a la junta. Resulta
evidente que es la junta la que debe resolver aprobar acuerdos celebrados o la
liquidación del activo y el juez cumple, luego, la función de homologar lo que se
resuelve. La no concurrencia de acreedores frustraría, entonces, el proceso
concursal.
No obstante, la LCU no prevé que la inasistencia completa de los acreedores sea una
causal de suspensión (art. 207), ni de conclusión del proceso (art. 211). Ciertamente,
no es causal de conclusión del proceso el desinterés de los acreedores. Tampoco
podría pretenderse su conclusión por la falta de pasivo, porque lo hay. Si el deudor
pidió su concurso, debió hacer una relación de sus acreedores. Si el concurso se
decretó a pedido de un acreedor, es porque éste ha justificado su crédito.
Debe tenerse en cuenta, también, que el art. 230 le confiere al síndico y al interventor,
la representación legal de los pequeños acreedores quirografarios. De modo que,
eventualmente, aunque no concurriera ningún acreedor, podrían adoptarse
resoluciones válidas respecto a la aprobación de alguna de las propuestas de
convenio, si los pequeños acreedores quirografarios, representados por el síndico o el
interventor, en su conjunto alcanzaran las mayorías exigidas legalmente.
7.2) Funcionamiento de la junta
La sentencia que declara el concurso debe contener la convocatoria a la junta (art.
19). Un extracto de la sentencia se publica (art. 21) y con esa publicación quedan
convocados quienes tienen obligación y derecho de asistir.
El art. 115 establece que la junta debe reunirse en el lugar, día y hora fijado por el
juez en la sentencia de declaración del concurso. La junta es presidida por el juez y el
actuario actúa como secretario.
El art. 121 establece que, antes de entrar a considerar el orden del día, el secretario
confeccionará la lista de asistentes, en la que hará constar la identidad de cada uno
de estos, así como el importe y la calificación de los créditos de que fuera titular.
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También, se dejará constancia de quiénes asisten, por medio de representante


voluntario con indicación de la identidad del representante y de quienes fueran
representados legalmente por el síndico o el interventor.
7.2.1) Competencia de la junta
El art. 122 establece las cuestiones a tratar en la junta:
1. informe del síndico o del interventor.
2. propuesta de convenio, si se hubiera presentado.
3. nombramiento de la comisión de acreedores.
A estas competencias corresponde agregar la de solicitar que se proceda a la
liquidación definitiva de la masa activa, prevista en el art. 168. Esta solicitud la
pueden adoptar, también, fuera de la junta, los acreedores que posean la mayoría de
los créditos quirografarios.
Además, consideramos que la junta debe resolver sobre la forma de liquidación de los
bienes, para la eventualidad de que no se apruebe la propuesta de convenio y de que
no se logre la venta en bloque de la empresa, prevista en el art. 172. A esos efectos,
justamente es que el art. 123 establece que el síndico o el interventor informe sobre la
forma más conveniente de proceder a la liquidación de la masa activa.
7.2.2) Adopción de resoluciones
a) ¿Cómo se vota?
El art. 125 establece cómo se vota:
1. en el orden en que figuran en la lista de acreedores, formulada por el síndico o
interventor y aprobada por el juez (alfabético);
2. en forma nominal y pública porque así lo dispone el mismo.
b) Acreedores que tienen excluido el derecho de voto
Por el art. 126 se establece una relación de personas que no tienen derecho de voto
en la junta de acreedores:
“1) Las personas especialmente relacionadas con el deudor, mencionadas en
el artículo 112.
2) Los acreedores quirografarios cuyos créditos se encuentren
adecuadamente garantizados con derechos reales de garantía sobre bienes o
derechos de terceros, o en cualquier otra forma.
3) Los acreedores que, después de la declaración judicial de concurso,
hubieran adquirido el crédito por actos ínter vivos, salvo que la adquisición
hubiera tenido lugar a título universal o como consecuencia de ejecución
judicial o extrajudicial.
4) Los acreedores en situación de conflicto de intereses”.
La LCU excluye del voto a esas personas para evitar la adopción de resoluciones
abusivas o contrarias a intereses tutelados por la normativa concursal.
7.3) Comisión de acreedores
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La Junta de Acreedores podrá nombrar una Comisión de Acreedores, compuesta de


tres miembros titulares y tres suplentes preferenciales. Cada uno de los miembros
titulares y suplentes de la comisión de Acreedores de elegirá mediante votación.
Serán elegidos miembros titulares de la Comisión de Acreedores aquellos tres
acreedores que obtengan un voto favorable representativo de mayor proporción del
pasivo quirografario.
Serán elegidos miembros suplentes de la Comisión de Acreedores, por su orden, los
acreedores que le sigan en la votación.
Cada acreedor votará asignando el importe de su participación en el pasivo
quirografario de la masa pasiva a los candidatos, pudiendo otra por adjudicar todo el
monto de su crédito a uno solo o distribuyendo entre varios. Los cargos de miembros
titulares y suplentes de la Comisión de Acreedores serán gratuitos, aunque tendrán
derechos a ser reembolsados de los gastos en que incurran por razón del ejercicio del
cargo.
8) Convenios
De acuerdo a la Ley de Declaración Judicial del Concurso y Reorganización
Empresarial n° 18.387 de 2008 (LCU), una vez declarado el concurso, la insolvencia
del deudor puede solucionarse con un convenio de pago (de contenido amplio y
flexible) o con la liquidación de su patrimonio. Ambas etapas tienen en común la
finalidad de satisfacer a los acreedores del deudor. Se distinguen en cuanto al medio
empleado para hacerlo.
El convenio es un pacto de naturaleza preclusiva, celebrado entre el deudor
concursado y una mayoría de acreedores no privilegiados, que resulta obligatoria
para todos los acreedores (lógicamente a los firmantes pero, también, a los disidentes
y hasta a los ausentes). La liquidación, en cambio, sugiere la imposibilidad de este
acuerdo.
El “convenio”, propuesto dentro del proceso concursal, no debe confundirse con el
denominado “acuerdo”, celebrado antes de ocurrir la declaración de concurso
(regulado en los arts. 214 y ss.). Mientras éste es “preclusivo” (pues tiene la finalidad
de concluir un proceso concursal ya iniciado), aquél es “preventivo” (su finalidad es
evitar su inicio).
A su vez, corresponde advertir que la LCU contiene dos modalidades de convenio. En
una de las modalidades, la propuesta de convenio es votada en la junta de
acreedores (arts. 138 y ss.). En la otra, la propuesta de convenio es presentada ante
la sede concursal con las firmas suficientes como para su aprobación, lo cual hace
innecesaria la celebración de la junta de acreedores, que se suspende (arts. 163 y
ss.).
Ateniendo al ámbito en que se recaba la voluntad de los acreedores que adhieren a la
propuesta, llamaremos, al primero, "convenio judicial" y, al segundo, "convenio
extrajudicial".
8.1) Convenio judicial
8.1.1) Presentación de la propuesta de convenio
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a) Las propuestas de convenio


La presentación de una o varias propuestas de convenio es un derecho del deudor,
que no se ve mayormente restringido por la declaración de concurso. Esto es, la
declaración de concurso que, en general, suspende o limita la legitimación del deudor
para disponer y obligar a la masa, no afecta la presentación de propuestas de
convenio (art. 19, n° 6).
Sin embargo, el concursado no goza de absoluta libertad: debe presentar su
propuesta en determinado tiempo y cumpliendo ciertos requisitos de forma. Ambos
condicionamientos se estipulan para evitar dilaciones a una eventual y fatal
liquidación o para abortar cualquier solución que, a la postre, resulte inviable.
Requisitos para la presentación de las propuestas
Respecto de la oportunidad, el artículo en estudio dispone que las propuestas se
presenten, por lo menos, sesenta días antes de la reunión de la junta de acreedores.
Este plazo es coherente con el indicado en el art. 19, n° 4, según el cual, la sentencia
judicial que declare el concurso del deudor deberá convocar la junta de acreedores de
modo que se reúna dentro del plazo máximo de ciento ochenta días.
El convenio debe presentarse cumpliendo determinados requisitos de forma.
En primer lugar, debe presentarse por escrito dirigido al juez de concurso. Del texto
debe surgir, claramente, en qué consiste el ofrecimiento de pago a los acreedores y
sus condiciones. En caso de existir más de una proposición, debe quedar claro si son
alternativas o subsidiarias o cómo deben compaginarse unas con otras.
La propuesta debe estar firmada por quienes resulten obligados: el deudor, persona
física o jurídica, uno o más acreedores o hasta terceros.
Lo que no puede contener el convenio son condiciones que lo suspendan o resuelvan
en caso de cumplirse.
Podría haberse dispuesto que la condición se tenga por no puesta. Sin embargo el
legislador ha sido muy severo. La consecuencia del establecimiento de una cláusula
condicional, prohibida, es la no presentación de la propuesta de convenio y, con ello,
la liquidación inmediata y obligatoria del patrimonio del deudor (art. 168, n° 2).
Sólo se exceptúa el caso del ofrecimiento de convenio realizado por una sociedad
integrante de un grupo de sociedades. La eficacia de la propuesta que presente una
de las sociedades, integrantes del grupo, puede condicionarse a que el juez apruebe
la propuesta de convenio de otra integrante.
Requisitos no exigidos por la LCU
Lo que no exige la LCU es la demostración de la buena fe del deudor. Quiere decir
que todo concursado, aun siendo, por lo menos, culpable de su situación de
insolvencia, tiene derecho a ofrecer un convenio. Ciertamente, si ha actuado con
culpa o dolo sus acreedores tendrán motivos para sospechar de sus intenciones y,
probablemente, no crean en la solución que ofrece. Sin embargo, la buena fe no es
un requisito a observar a la hora de presentar la propuesta.
b) Documentos que deben acompañar la propuesta
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Planes de continuación o de liquidación


En segundo lugar, el convenio debe acompañarse de varios recaudos. El primero
refiere al denominado “plan de continuación” y “plan de liquidación” que, a su vez,
deben respetar determinados parámetros. Existen, por tanto, dos planes de modo de
organizar dos objetivos: la continuación o la liquidación.
Respecto del plan de continuación, sí se proporciona alguna pista. La viabilidad de la
propuesta de continuación, depende, en gran medida, de los recursos financieros
prometidos. Por esta razón, la LCU requiere que el plan de continuación denuncie el
origen y detalle los recursos prometidos. Aunque no especifica cuáles son las
categorías que deberían considerarse en este detalle, en definitiva se trata de
denunciar cuánto dinero hace falta para continuar con la actividad, de dónde saldrá,
cuál será el costo de su obtención y cómo se aplicará.
Además, en el plan, el deudor debe incluir, necesariamente, una fórmula de pago
para satisfacer a los acreedores con privilegio especial (art. 109).
La liquidación a la que ha de referirse el plan, se trata de una sustitutiva de la
liquidación forzosa. La LCU nada dispone respecto a los detalles del plan de
liquidación. Pese a la omisión, el sentido común indica que el plan debe contener,
entre otros detalles, los bienes a liquidar y su orden (especialmente atendiendo su
naturaleza más o menos perecedera, los gastos de conservación, etcétera), la forma
de liquidación, el sujeto encargado de hacerlo, el plazo previsto para la finalización
del proceso, el orden de pago a los acreedores y los montos a distribuir.
Finalmente, la persona jurídica debe acompañar el testimonio de la resolución social
aprobando la presentación de la propuesta. De esta forma, quedan comprometidos
los órganos de administración y de reunión de socios que son los que gobiernan la
persona jurídica.
c) Consecuencias de la falta de presentación de propuestas
La omisión del deudor en presentar alguna propuesta impone al juez decretar la
liquidación de la masa activa (art. 168, n° 2). Sea que la solución pase por la
continuación o por la liquidación, la propuesta de convenio debe acompañarse con un
plan. Si la propuesta de convenio se presenta sin el plan, puede entenderse que
equivale a una falta de presentación del convenio y, por ende, procede la liquidación
forzosa de acuerdo a lo dispuesto en el art. 168, n° 2.
8.1.2) Contenido de la propuesta
a) Posibles contenidos previstos en la LCU
El contenido del convenio, esto es, la fórmula de pago de las obligaciones del deudor,
puede ser muy variada.
Además de las tradicionales quitas y esperas, permite la cesión de bienes (similar al
concordato de liquidación del régimen anterior), la constitución de una sociedad con
los acreedores quirografarios, la capitalización de los pasivos, la creación de un
fideicomiso, la reorganización de la sociedad, la administración de los bienes o
cualquier otro contenido siempre que sea lícito. Finalmente, la LCU permite que el
convenio disponga la entrega de los bienes del deudor a una cooperativa de trabajo,
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constituida con parte o todo el personal, a título de depósito con facultades de uso
precario (art. 174, n° 2). Puede ofrecerse, también, una combinación de lo anterior.
En la enumeración legal hay contenidos que suponen la entrega de dinero o bienes,
con la única finalidad de satisfacer a los acreedores. Acabado el proceso concursal,
una vez cumplido lo convenido, el empresario continuará su actividad con
independencia de los acreedores. Es el caso del pago con quitas o con esperas, de la
cesión de bienes y de la creación de un fideicomiso.
Otras fórmulas, en cambio, implican, en mayor o menor medida, la participación de
los acreedores en la nueva etapa que afrontará la empresa. Así será toda vez que el
convenio tenga por contenido la constitución de una sociedad con los acreedores, la
capitalización de pasivos y la entrega de los bienes en uso precario a la cooperativa
de trabajadores
Finalmente, la LCU dispone otros contenidos, un tanto ambiguos, que pueden o no
ubicarse en alguna de las categorías anteriores. Es el caso de la reorganización de la
sociedad y de la administración de los bienes en interés de los acreedores.
Quitas y esperas
Los acreedores pueden conceder al deudor una quita en el monto total de lo
adeudado, o pueden darle plazo para el pago. También, pueden aceptar las dos
cosas.
Cesión de bienes a los acreedores
Cuando el deudor cede sus bienes a los acreedores, transmite la propiedad de los
mismos y con ello paga lo adeudado. La cesión puede comprometer todo los bienes o
sólo algunos.
Constitución de una sociedad con los acreedores quirografarios
También se puede constituir una sociedad con los acreedores quirografarios. En este
caso, el deudor se aviene a constituir una sociedad con los acreedores quirografarios.
Puede ser una sociedad civil o una sociedad comercial. Si se trata de una sociedad
comercial, una vez celebrado el contrato social, la nueva persona jurídica será la
encargada de continuar la actividad del deudor concursado.
Capitalización de pasivos
La capitalización de pasivos es una operación contable que no supone movilización
de dinero alguno. Capitalizar significa llevar al capital. Capitalizar pasivos implica
debitar la obligación del rubro débitos y acreditarlo en el rubro capital integrado. De
esta forma se transforma al acreedor en socio. La solución es similar a la anterior
pero, a diferencia de ella, la sociedad ya está constituida.

Creación de un fideicomiso
El fideicomiso es un acto o un contrato por el cual se constituye lo que se denomina la
“propiedad fiduciaria”. Esta propiedad fiduciaria está conformada por una serie de
bienes y derechos transmitidos por el fideicomitente. Se trata de un “patrimonio de
afectación”, esto es, un patrimonio especialmente afectado a los fines previstos en el
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fideicomiso, como la simple administración, la enajenación o la inversión, en beneficio


de un tercero. La LCU permite que los créditos concursales sean, justamente, los
derechos que conforman este patrimonio de afectación. Los acreedores convienen la
celebración del fideicomiso y ceden sus créditos de modo de alimentar este
patrimonio de afectación que será gestionado por el fiduciario de acuerdo a los
criterios establecidos en el contrato. La LCU no establece el objeto del fideicomiso.
Puede disponerse que los bienes sean enajenados, o administrados, o invertidos. Los
beneficiados serán los acreedores y recibirán el producido de la venta, o la renta de la
administración o las ganancias de la inversión realizada.
Reorganización de la sociedad
Si la concursada es una sociedad comercial, una posible solución es reorganizar su
estructura de gobierno y control de modo de continuar la actividad comercial y
mejorar sus resultados. Con ello se benefician tanto los socios como los acreedores.
Puede, por ejemplo, sustituirse la integración del directorio o sustituirse al
administrador por otras personas de confianza de los acreedores. Lo mismo respecto
del órgano de control. También, se puede crear un órgano de control, si no estuvo
previsto en el contrato original.
Administración de todos o parte de sus bienes en interés de los acreedores
El convenio puede comprometer al deudor concursado a gestionar los bienes de
forma que redunde en beneficio de los acreedores. La LCU no especifica, por tanto
puede considerarse la opción de administración por sí y, también, la opción de confiar
la administración a un tercero.
Al referirse sólo a la administración parecería que el deudor concursado o el tercero
administrador deberían limitarse a conservar el patrimonio y no a disponer de él. Sin
embargo, esta interpretación restringida no se compadece con el objetivo dispuesto:
el beneficio a los acreedores. Entendemos, por tanto, que el término administración
debe interpretarse en forma amplia comprendiendo los actos de gestión y disposición.
Depósito a favor de la cooperativa de trabajadores
El art. 174, al que se hace referencia en este título, establece la estrategia a seguir en
caso de tener que resignarse a la venta de la masa activa en partes, por haber
fracasado la venta en bloque. En este caso se hace necesario obedecer un plan. La
LCU, por tanto, establece ciertas reglas.
La segunda regla del art. 174, n° 2, puede ser el contenido de nuestro convenio. El
legislador demuestra su preferencia por determinados créditos laborales a los que
privilegia sobre otros, incluso laborales. En caso que los créditos laborales
privilegiados generales, se vean en riesgo de no ser satisfechos en su totalidad, el
juez tiene la facultad de nombrar depositaria de los bienes en concurso a la
cooperativa de trabajo que los empleados constituyan, la que podrá utilizarlos en
forma precaria.
Para favorecer el acuerdo y estimular la constitución de la cooperativa, el juez tiene la
facultad de disponer la compensación de esos créditos y su integración como aporte
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a la cooperativa así como ordenar al administrador del seguro de desempleo la


entrega de las sumas correspondientes al seguro de paro.
Se ha objetado que una propuesta de convenio con este contenido no es probable en
la práctica.
Cualquier otro contenido lícito y combinaciones
El art. 139 no es taxativo. Como ya se ha adelantado, el legislador deja al deudor en
libertad para ofrecer otras propuestas distintas a las previstas y hasta combinaciones
tanto de las previstas por el legislador como de las propias. Lo único que se exige es
licitud, esto es, que lo propuesto no esté prohibido por la LCU.
Cuando se refiere a “contenido lícito”, ciertamente, el legislador está pensando en la
fórmula de pago de las obligaciones y no a otras cláusulas tendientes, por ejemplo, a
clarificar el contenido de la propuesta o favorecer su cumplimiento. Éstas, también,
son muy importantes y es recomendable incluirlas.
b) Irrevocabilidad e inmodificabilidad de las propuestas
La otra limitación que se dispone en la LCU, es la imposibilidad de revocar las
propuestas efectuadas. Se entiende que la propuesta debe mantenerse; lo contrario
es una oferta falta de seriedad.
Lo que sí puede hacer el deudor es modificar la propuesta original. Para ello debe
cumplir, acumulativamente, ciertos requisitos.
En primer lugar, la modificación no debe referirse a los aspectos sustanciales del
convenio, esto es, aquellos que resultan medulares y definitorios para los acreedores.
Va de suyo que, aunque no se exprese así, la Ley requiere que la modificación sea
relevante.
No podrían modificarse, por ejemplo, los porcentajes de quita o la espera ofrecidos,
los bienes seleccionados para ser incluidos en la cesión o la decisión de no ceder
todos los bienes, la valoración de los aportes a realizar a la sociedad que se
constituya, o los pasivos a capitalizar. Tampoco podrían modificarse la selección de
bienes a transmitir al fideicomiso, ni el sistema de reorganización de la sociedad
propuesto, ni los bienes o la forma dispuesta para la administración en interés de los
acreedores.
En segundo lugar, la LCU requiere que las modificaciones beneficien a los
acreedores quirografarios, a todos, o a algunos de ellos. Evidentemente la LCU es
imprecisa pues no aclara cuál es el porcentaje de acreedores que debe considerarse
para cumplir esta condición. Como sea, se trata de una excepción al principio de
igualdad de los acreedores (pars conditio creditorum) que se nota, sobre todo, en esta
etapa de convenio.
Queda claro, por tanto, que la modificación no sólo debe beneficiar al deudor, debe,
también, significar un beneficio para los acreedores. Entendemos que basta que
resulte inocua para los acreedores.
En último término, la Ley ordena al deudor realizar la modificación con una antelación
suficiente como para que los acreedores puedan conocerla y valorarla (para luego
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votarla en la junta) y para que el síndico o el interventor, de acuerdo al artículo


siguiente, puedan confeccionar el informe sobre el plan de continuación o liquidación.
8.1.3) Informe especial sobre el plan de continuación o de liquidación
a) Informe principal
Objeto del informe
El síndico o el interventor, tienen la obligación de informar respecto de la viabilidad
del plan de continuación o liquidación, oportunamente acompañado por el deudor al
proponer el convenio (art. 138).
El informe debe referir exclusivamente a su viabilidad, esto es, la posibilidad de
concreción futura atendiendo a la documentación jurídica y contable que tiene a su
disposición. En otras palabras, el síndico o el interventor, deben augurar el éxito o el
fracaso de la solución propuesta habida cuenta, entre otras cosas, de los recursos
existentes. También, podría valorarse la legalidad de la solución pues, de no
encontrar respaldo en la LCU, ciertamente, resultaría imposible de sostener en la
práctica.
Función del informe
Su única función es informativa. Parece descartado un examen de la conveniencia de
la solución. La consideración de este aspecto, entendemos que queda reservado a
los acreedores. Por ello es que la norma no le manda informar al síndico o
interventor, sobre la propuesta en sí misma sino sobre el plan de continuación o
liquidación.
Plazo de presentación
De cualquier forma, tal como surge de la norma, el informe debe ser presentado en el
juzgado y puesto a disposición de los acreedores con una anticipación mínima de
quince días a la fecha prevista para la celebración de la junta.
Este plazo no tiene naturaleza procesal, por lo que se deberán contar días corridos.
b) Informe ampliatorio
Si el deudor realizó cambios, además del informe sobre la propuesta original, deberá
presentarse un informe ampliatorio sobre la modificación.
Objeto de la ampliación del informe
Entendemos que sobre las modificaciones, el síndico o el interventor deben
expedirse, también, respecto a su viabilidad. No queda claro, en cambio, si deben
juzgar el cumplimiento de los requisitos acumulativos vistos en el artículo anterior, o si
esta tarea queda reservada al juez.
Plazo de presentación
La ampliación del informe debe ser puesto a disposición de los acreedores con una
anticipación mínima de cinco días a la fecha fijada para la celebración de la junta.
8.2) Convenio extrajudicial
Resumen DERECHO COMERCIAL

El convenio extrajudicial se encuentra regulado en los arts. 163 y 164 de la LCU. A


diferencia del judicial, al juez del concurso se le presenta la propuesta de convenio
junto con las adhesiones de los acreedores. De manera que, en este caso, el deudor
se presenta con la propuesta ya suscripta por los acreedores. Con palabras de la
propia LCU, se presenta una propuesta de convenio concursal con adhesiones.
La LCU, de esta forma, permite abreviar el proceso pues suspende la instancia de
reunión de los acreedores en junta. Cumplidos los requisitos que veremos a
continuación y luego de aprobada la lista de acreedores, el juez dispondrá la
suspensión de la junta y abrirá el plazo para que se presenten las oposiciones al
convenio.
8.2.1) Requisitos
Se exigen ciertos requisitos. En primer lugar, un requisito de oportunidad: la
propuesta, con sus adhesiones debe presentarse antes de la celebración de la junta
de acreedores. La LCU no determina el momento preciso.
En segundo lugar, como principio general, las adhesiones deben representar la
mayoría del pasivo quirografario con derecho a voto. Puede tratarse de uno o varios
acreedores (no se exige una mayoría de personas), siempre y cuando represente la
mitad más uno de este pasivo.
Excepcionalmente, cuando la propuesta de convenio implique el otorgamiento de
quitas superiores al cincuenta por ciento del monto de los créditos quirografarios o
plazos de pago superiores a diez años, la mayoría se recrudece. Es necesario contar
con la adhesión de acreedores quirografarios que representen las dos terceras partes
del pasivo quirografario con derecho a voto.
8.2.2) Publicaciones
Los acreedores conocerán la propuesta, gracias a la publicación de un extracto de la
misma, durante tres días, en el Diario Oficial. Si desean estudiar el texto completo,
tienen a su disposición el convenio presentado en el Juzgado.
El extracto a que hace referencia esta norma, debe contener un resumen de los
principales aspectos de la fórmula de pago ofrecida por el deudor (quita, espera,
bienes objeto de la cesión, por ejemplo) y los detalles que acompañan su ejecución
(garantías, intereses, consecuencias de su incumplimiento, entre otros). Lógicamente,
también deberá denunciar el número de expediente, el juzgado concursal actuante y
el nombre del síndico o del interventor.
Además, en esta publicación se convoca a los acreedores concursales (esto es con
créditos verificados) a presentar sus oposiciones advirtiéndoles que deben hacerlo en
el plazo de veinte días a partir de la última publicación realizada.
8.2.3) Oposiciones
a) Condiciones para la interposición de las oposiciones
Al igual que en el caso del convenio suscripto en la junta, en el convenio presentado
con adhesiones, los acreedores tienen la oportunidad de plantear sus oposiciones,
dentro del plazo abierto por el juez al suspender la junta.
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Pueden oponerse a su aprobación los acreedores quirografarios y subordinados del


deudor, excepto, claro está, los que lo hubieran suscripto. También pueden oponerse
el síndico y el interventor.
Cualquiera sea el legitimado, las causales son las ya comentadas al estudiar el
art. 152 de la LCU.
b) Trámite de las oposiciones y sentencia
De acuerdo con la remisión contenida en el art. 164, las oposiciones se deben
tramitar por el procedimiento previsto en el art. 155 de la LCU.
En todo caso, si transcurre el plazo legal y ninguno de los legitimados formuló
oposición alguna, el juez dictará una resolución aprobando el convenio, el primer día
hábil posterior a la finalización del término.
En cambio, si se presentaron oposiciones, se procederá de acuerdo al art. 155 y la
decisión que apruebe o rechace el convenio tendrá los efectos previstos en los
arts. 157 a 162, a los que nos remitimos.
9) Liquidación de la masa activa y pago
La finalidad esencial de todo el procedimiento es la satisfacción de los acreedores. El
convenio implica una solución amigable, basada en el acuerdo de pago. La
liquidación, en cambio, sugiere la imposibilidad de este acuerdo, sin perjuicio de lo
cual consiste en una forma normal de conclusión del concurso de acreedores. En
efecto, la satisfacción de los acreedores, de no lograrse por la vía del convenio,
deberá alcanzarse por la vía de la liquidación del patrimonio del deudor concursado.
9.1) Consideraciones generales
9.1.1) Caracterización del proceso liquidatorio
El procedimiento liquidatorio tiene las características siguientes:
1. Es universal pues, salvo excepciones, alcanza a todos los bienes del deudor.
Estos bienes son incorporados a la denominada “masa activa”.
2. Es colectivo porque, también, salvo excepciones, agrupa a todos los
acreedores en la “masa pasiva” y los somete a una “comunidad de pérdidas” –
que los obliga a sacrificar parte de su crédito- conocida como la pars conditio
creditorum. Esta característica se encuentra justificada por la situación de
insolvencia generalizada del deudor -que le impide satisfacer a todos sus
acreedores- y por la necesidad de evitar que cumpla con unos acreedores en
detrimento de otros.
El procedimiento liquidatorio colectivo tiene por objeto, precisamente, asegurar la
igualdad de pago. Impide que algunos acreedores sean pagados y otros no,
simplemente por ignorancia o inercia, hayan o no promovido una ejecución individual.
3. Es coactivo - pues se prescinde de la voluntad del concursado - y, por esta
misma razón, está sujeto al control judicial cualquiera sea la forma de
enajenación de los bienes que se adopte.
9.1.2) Principios que orientan la liquidación
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La LCU propone un proceso de liquidación, rápido y sin trabas, que conduzca a la


eliminación del mercado de la empresa inviable, gobernado por tres principios:
1. la eficiencia,
2. la enajenación global de la actividad, de ser posible, en funcionamiento,
3. y el tratamiento preferencial a los acreedores laborales por sobre otros.
El principio de la eficiencia encuentra su fundamento en la necesidad de proteger la
inversión, el trabajo y las relaciones comerciales, cuando resulta notoria la
imposibilidad de superación de la situación de insolvencia. Para su consecución la
LCU estimula la rapidez, eliminando toda traba burocrática (art. 114) y las
posibilidades de inversión mediante la exoneración de algunos tributos (art. 254, n°
3).
Otra manifestación del principio de eficiencia, que gobierna la LCU, se percibe en la
variedad de oportunidades que ofrece el legislador para acceder al procedimiento. En
efecto, tienen legitimación para pedir la liquidación el propio deudor, los acreedores y
el juez, de oficio, siempre que se acrediten las circunstancias descriptas en la LCU y
que se comentarán seguidamente.
El otro principio que gobierna la liquidación es el de la enajenación en bloque de la
empresa en funcionamiento, dentro de las posibilidades, sea que se realice en forma
global o en partes. Este principio tiene un doble objetivo: alentar la inversión y el
rescate de la actividad en dificultades (en el entendido de que la empresa en marcha
y completa es más valiosa que la clausurada y disgregada) y generar una eficiente
desaparición de la inviable.
En cuanto al tercero de los principios referidos, la LCU, establece una marcada
predilección por los créditos laborales a los que contempla en varias disposiciones.
Respecto de la liquidación, las normas que privilegian a los trabajadores refieren a la
posibilidad de que estos constituyan una cooperativa o sociedad comercial así como
preferirlos en el procedimiento licitatorio de enajenación.
9.2) Decreto de apertura de la liquidación
La liquidación se presenta como una alternativa al convenio, alternativa que a veces
es singular (en el caso de los ns. 1 y 5, del art. 168) y otras veces es subsidiaria (ns.
2, 3 y 4).
El juez del concurso, una vez verificada la producción de cualquiera de los hechos
enumerados en el art. 168, tiene la obligación de ordenar la liquidación de la masa
activa. Debido al giro utilizado “ordenará”, queda descartada cualquier facultad
discrecional al respecto.
En este sentido, la natural predisposición del juez dirigida a decidir respecto a la
apertura o no del proceso de liquidación, cede ante el interés general del legislador en
dotar a estos procedimientos de eficiencia. Hay, por tanto, sólo una clase de apertura
y es, siempre, necesaria (o “por imperium legis”) que se contrapone a la voluntaria (o
“por imperium iudicis”).
9.2.1) Liquidación a solicitud del deudor
Resumen DERECHO COMERCIAL

El art. 168, en el n° 1, no especifica las causales que habilitan al deudor para iniciar
este proceso. Lo lógico es que el deudor solicite la apertura del proceso de liquidación
cuando el estado de su patrimonio sea tan deficitario como para prever la
imposibilidad de cumplir con sus obligaciones aun con el auxilio de un convenio. La
exposición de motivos de la LCU, por otra parte, establece esta circunstancia.
No obstante, dado el tenor imperativo del acápite del art. 168 y a la ausencia de
cualquier requerimiento especial en el n° 1, entendemos que el juez concursal, una
vez recibida la solicitud del deudor, debe inmediatamente decretar la liquidación.
La única condición que pareciera establecer el art. 168 a la legitimación del deudor
para solicitar la liquidación de su masa activa, es en cuanto a la oportunidad para
hacerlo. El juez debe ordenar la liquidación, si el deudor lo pide en la solicitud de
declaración judicial del concurso.
Sin perjuicio de lo antedicho, entendemos que la solicitud de declaración judicial del
concurso no es la única oportunidad en que el deudor puede solicitar la liquidación de
su masa activa. Así, por ejemplo, si el deudor que aun habiendo obtenido la
aprobación de un convenio, advierte que lo habrá de incumplir y se presenta a
solicitar la liquidación, el juez puede decretar la liquidación. En este caso, se trataría
de una suerte de confesión de la configuración del caso previsto en el n° 4 del art.
168 (incumplimiento del convenio) y, por otra parte, corresponde reconocer que la
anticipación de la concursada a denunciar su propio incumplimiento, tiende a la
preservación de la masa activa remanente, en beneficio de los acreedores.
En definitiva, así como el art. 167 le confiere legitimación a los acreedores para
solicitar la liquidación judicial, en caso de incumplimiento del convenio, el n° 4 del art.
168 le confiere al juez de concurso la potestad para ordenar la liquidación de la masa
activa, en términos generales. Una vez que se evidencia el incumplimiento del
convenio, para lo cual tienen legitimación los acreedores pero ciertamente, también,
el deudor, el juez debe ordenar la liquidación de la masa activa.
9.2.2) Liquidación a solicitud de los acreedores
Los acreedores pueden solicitar la apertura anticipada de la liquidación siempre y
cuando se trate de acreedores quirografarios que representen la mayoría de los
créditos con derecho a voto. Podrán hacerlo en cualquier estado del proceso
concursal, sea en la junta o fuera de ella (art. 168, n° 5), respetando los requisitos de
enajenación generales establecidos en el art. 175.
Si bien la LCU no plantea obstáculos formales, con el objeto de no demorar la
liquidación, es obvio que el proceso concursal deberá encontrarse lo suficientemente
adelantado como para poder reconocerse la mayoría de créditos que requiere la
norma. Por tanto, la solicitud de apertura anticipada de la liquidación sólo podrá
realizarse luego de que la lista de acreedores haya adquirido firmeza de acuerdo al
art. 105.
Por otra parte, cualquier acreedor puede solicitar la liquidación de la masa activa en
caso de incumplimiento del convenio. El juez podrá adoptar las medidas cautelares
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que estime necesarias las que, de acuerdo a lo establecido en el art. 167, quedarán
sin efecto declarado el incumplimiento o desestimada la solicitud.
9.2.3) Liquidación de oficio
Por su parte, el juez debe ordenar el inicio del proceso liquidatorio en los casos
siguientes:
1. Cuando constata la inexistencia de propuesta de convenio y cuando, aun
presentada, verifica que la misma no fue aceptada por la junta de acreedores
(art. 168, n° 2).
2. Cuando falte la aprobación judicial del convenio (art. 168, n° 3).
3. Cuando constate el incumplimiento de lo prometido en la fórmula aprobada por
la junta de acreedores (art. 168, n° 4, y art. 235).
La causal dispuesta en el n° 3 del art. 168 conduce a plantearnos cuál es el alcance
de la valoración que realiza el juez al negar la aprobación judicial del convenio.
El juez tiene el poder de rechazarlo cuando se haya incumplido la LCU, por ejemplo,
cuando constate ilegalidades cometidas en la fórmula aprobada por la junta de
acreedores o ilegalidades respecto de la celebración y desarrollo de la junta. El
verdadero problema consiste en resolver si, fuera de los casos de contralor de
legalidad, el juez tiene el poder de rechazar el convenio y ordenar la liquidación como
resultado de un examen de viabilidad de la propuesta o si puede considerar la
conveniencia de la solución.
Entendemos que no. El art. 129 dispone que los acuerdos de la junta de acreedores
deben ser homologados por el juez del concurso y el art. 154 confirma esta tesitura al
establecer que si no se formula oposición oportunamente, el juez debe dictar un auto
en el primer día hábil posterior aprobando el convenio de acreedores. Exactamente la
misma solución prevé la LCU en su art. 164. Por lo tanto, el juez carece de cualquier
discrecionalidad a este respecto.
Sólo en el caso de que existieran oposiciones, la aprobación o el rechazo del
convenio, dependerá de su criterio (art. 155). Sin embargo, incluso en este caso, la
referencia a los casos en que a criterio del juez no pueda aprobarse el convenio, está
acotada por lo dispuesto en el art. 152 respecto a las facultades decisorias del juez.
Éste sólo puede considerar la no aprobación del convenio cuando, previa oposición al
convenio promovida por determinados sujetos (art. 151 y art. 152, inc. 2), le
corresponda expedirse respecto a la existencia de infracciones legales en la
constitución o en la celebración de la junta, o en el contenido del convenio o, también,
respecto a la emisión de votos decisivos por quien no era titular real del crédito o la
obtención de votos mediante maniobras que afecten o puedan afectar a la paridad de
trato entre los acreedores quirografarios. Así mismo, si lo solicitan los sujetos
referidos en el inc. 2 del art. 152, podría el juez expedirse respecto a la "inviabilidad
objetiva" del cumplimiento del convenio.
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9.3) Resolución de liquidación de la masa activa


La LCU propone un proceso de liquidación rápido y sin trabas que conduzca,
eficientemente, a la eliminación del mercado de la empresa inviable. Esta es una
circunstancia señalada en la exposición de motivos y objeto de diversos estímulos,
entre ellos, la exoneración de algunos tributos al adquirente de bienes componentes
de la masa activa (art. 254) y la falta de requerimiento de certificados exigidos por la
LCU para la celebración de negocios jurídicos o para su registración, eficacia o
perfeccionamiento (art. 114).
El art. 169 dispone el contenido que, necesariamente, deberá contener la resolución
que ordene la liquidación. A estas disposiciones, que gobiernan esta fase particular
del proceso concursal, habrán de agregarse las disposiciones que establecen efectos
generales en todo aquello que sea compatible.
9.3.1) Contenido de la resolución de liquidación
a) Suspensión de la legitimación del deudor
A los efectos de impedir al deudor la disponibilidad del patrimonio, en detrimento de
los acreedores, en esta etapa del procedimiento concursal se acaba la tolerancia
observada en la parte general de la LCU. La suspensión de la legitimación para
disponer y obligar a la masa, facultativa en la etapa de convenio (arts. 26, 45 y 46) se
torna preceptiva.
En consecuencia, de acuerdo a lo dispuesto en el n° 2 del art. 46, el deudor
concursado queda absolutamente impedido de disponer de su patrimonio, aun en los
actos considerados de giro ordinario, siendo sustituido por el síndico. Los actos de
administración y disposición realizados en contravención de lo dispuesto en esta
norma, serán ineficaces respecto a la masa (art. 46, inc. 1).
Se pone fin a la flexibilidad existente hasta este momento. Si sólo se hubiese limitado
la legitimación del deudor, se designará al interventor ya actuante como síndico,
quien será el encargado de disponer de los bienes a los efectos de proceder a su
liquidación. Si el deudor ya tuviera suspendida la legitimación, continuará en la etapa
liquidataria el síndico nombrado.
La norma es más que razonable atendiendo a las circunstancias del proceso. Se trata
de un deudor que no tiene propuesta o que teniéndola es inviable por diferentes
razones. La liquidación es el momento, si ya no se hizo antes, de suspender sus
derechos de disposición, como forma de proteger el crédito de los acreedores.
b) Fijación de la fecha de licitación para la venta en bloque
Según se verá, la LCU prefiere la venta en bloque de la “empresa en funcionamiento”.
Además, a los efectos de captar al mayor número de oferentes, que sean capaces de
conservar la actividad, la LCU prefiere el procedimiento de oferta pública.
La LCU pretende que la enajenación se realice sin mayores dilaciones, por ello, el art.
169, n° 2, dispone cuándo habrá de realizarse el llamado (dentro de no más de 90
días de decretada la liquidación admitiéndose una sola prórroga en forma
excepcional) y las formalidades de la oferta (un pliego conteniendo las bases del
llamado a licitación para la explotación de la empresa, propuesto por el síndico y
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aprobado por el tribunal). De esta forma la LCU garantiza una enajenación rápida y
reglas transparentes previamente autorizadas por el juez.
La fecha prevista y el pliego de condiciones deben formar parte de la resolución
judicial de apertura de la liquidación.
c) Declaración de disolución y cese de administradores
Si el deudor es una persona jurídica, además de lo anterior, corresponde que el juez
declare la disolución de la sociedad y el cese del órgano de administración (art. 169,
n° 3).
9.3.2) Trámite inmediato a la resolución
La resolución judicial que ordena la liquidación de la masa activa debe notificarse a
los miembros de la comisión de acreedores. Posteriormente, debe inscribirse en el
Registro dentro de las veinticuatro horas de dictada (art. 20) y publicarse un extracto,
también, dentro de las veinticuatro horas de dictada, durante tres días (art. 22).
En todo caso, la LCU es clarísima respecto a la ejecución inmediata de lo dispuesto,
aunque todavía se esté en plazo para interponer los recursos correspondientes. La
LCU, por tanto, en aras de la rapidez y la eficiencia, sacrifica el derecho del deudor,
pues los recursos presentados no suspenden la ejecución de lo resuelto y el auto de
liquidación comenzará a ejecutarse aunque no haya quedado firme.
9.3.3) Efectos de la apertura de la liquidación
El vencimiento anticipado de los créditos y la resolución anticipada de los contratos
celebrados por el deudor, es una consecuencia lógica de la apertura del proceso
liquidatorio. Se trata de una ficción necesaria, de modo de cristalizar las obligaciones
del deudor.
Dado el inicio del proceso de liquidación, no tiene sentido hacer esperar al acreedor a
que venza su crédito ni, tampoco, mantener un contrato a sabiendas de que el deudor
no lo podrá respetar. Así, los créditos que todavía no han vencido se vuelven
exigibles y los contratos pendientes de ejecución se resuelven.
Los contratos laborales nos obligan a armonizar el art. 69, ya visto, con este art. 170
que estamos analizando. De acuerdo al art. 69, los contratos de trabajo no se
rescinden como consecuencia de la declaración de concurso. Los créditos que se
generen formarán parte de la masa pasiva, con cargo a la masa activa (art. 91) y
serán abonados, a medida que venzan, de acuerdo al art. 92.
Quiere decir que estos contratos no sufren mayores alteraciones por la declaración de
concurso, lo que no significa que no los afecte la apertura de la instancia de
liquidación. La liquidación es una etapa del proceso concursal que sí provoca la
resolución anticipada de los contratos de trabajo.
10) Formas de liquidación de la masa activa
10.1) Venta en bloque de la empresa
La "venta en bloque de la empresa", regulada en los arts. 171 a 173, integra la etapa
liquidatoria del proceso concursal.
Resumen DERECHO COMERCIAL

Algunos autores consideran que la “venta en bloque de la empresa” implica la


transferencia de todos los elementos propios del establecimiento comercial y,
además, otros elementos como las autorizaciones y relaciones contractuales que
vinculan al deudor con proveedores y clientes, así como las relaciones laborales.
Otros autores entienden que la expresión “venta en bloque de la empresa” es
utilizada por la LCU para señalar que se enajenan no sólo los bienes y derechos de
los diversos establecimientos sino, también, aquellos que no lo integran
estrictamente, como el mayor valor del emprendimiento en marcha y la estructuración
de los factores de producción. La organización que el empresario ha empleado da un
valor al establecimiento que supera a la mera suma algebraica del valor de los bienes
y derechos que integran su patrimonio.

10.1.1) Nuestra interpretación


El legislador concursal utiliza el término “empresa” en varios artículos y lo hace en
forma ambigua; a veces refiere al establecimiento comercial y otras veces refiere al
comerciante. En todo caso, debe recordarse que, en nuestro ordenamiento jurídico, la
empresa no es ni un sujeto ni un objeto de Derecho. Por tanto, no puede ser objeto
de venta alguna.
Sólo puede ser enajenado aquello que constituya un objeto de Derecho. Al objeto de
Derecho integrado por una pluralidad de bienes – materiales e inmateriales -
económica o funcionalmente organizados por el comerciante, a través del cual el
empresario desarrolla su actividad, se lo denomina “establecimiento”. No es un
impedimento para su enajenación, el hecho de que el comerciante ostente títulos
jurídicos heterogéneos sobre los diversos elementos que lo componen, ni que estos
conservan su individualidad jurídica.
Aquellos elementos que no son objetos de Derecho sino relaciones jurídicas, como
las autorizaciones y los contratos a que se refiere MILLER ARTOLA, no son susceptibles
de ser enajenados, por lo cual no pueden considerarse comprendidos en la venta de
nada. Cuando la casa de comercio se enajena, el adquirente debe recabar una nueva
autorización del Poder Público, que podrá concedérsela o no, según las
circunstancias y condiciones que las leyes y reglamentaciones establezcan.
Las relaciones jurídicas contraídas por el dueño del establecimiento comercial son el
resultado de la actividad desplegada en su explotación pero no lo integran, en nuestro
Derecho positivo. Por ello, no están comprendidos en su enajenación, salvo
excepciones.
Por otra parte, no hay duda de que una eficiente organización de los factores valoriza
a los activos de un empresario pero ni la eficiencia, ni la organización pueden ser
enajenadas. No participamos de las corrientes doctrinarias que sustentan que la
organización es un bien incorporal que se suma a los restantes para conformar el
establecimiento. No lo es, pues no tiene autonomía ni tutela jurídica propia, ni se
concibe sin los elementos materiales e materiales de la casa. En realidad la
organización es una cualidad del establecimiento.
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La plusvalía que obtienen los bienes gracias a la vinculación que los une e integra en
el establecimiento comercial - definición que ASCARELLI proponía para la expresión
“valor llave” – tampoco es objeto de Derecho. Es una cualidad y, por lo tanto, no
puede ser enajenada, sin perjuicio de que pueda ser considerada al establecer el
valor del establecimiento. Sin duda, el valor llave es tenido en cuenta en la fijación del
precio de la casa de comercio pero, en sí mismo, no puede ser enajenado, puesto
que no es un objeto sino una cualidad del objeto.
Más allá de las imprecisiones terminológicas, está claro que la LCU establece un plan
general de prioridades, que tiene por finalidad atenuar los efectos nocivos que se
puedan provocar, tanto a la productividad como a las fuentes de trabajo, con la
consecuente pérdida de valor, que redundaría en un perjuicio para el conjunto de los
acreedores.
Este plan de enajenación, que se debe tener preparado desde prácticamente el inicio
del procedimiento, debe tener en cuenta, en primer lugar, que debe intentarse la
enajenación con todos los establecimientos comerciales o industriales a través de los
cuales el deudor realiza su actividad empresarial. En segundo lugar y
concomitantemente, debe mantenerse la actividad del deudor, de modo de poder
enajenar a los establecimientos “en funcionamiento”.
Sólo una vez probado que este tipo de enajenación no es posible y si a los
acreedores conviene otra forma de liquidación, podrá dejarse de lado esta aspiración
para proceder a concretar otra solución.

10.1.2) Sobre la continuidad o no, de las relaciones laborales


MILLER ARTOLA considera que en la “venta en bloque de la empresa” están incluidas
las relaciones laborales. En el mismo sentido, RODRÍGUEZ MASCARDI considera que los
contratos de trabajo, en principio, continúan con el nuevo empresario quien, si no
quiere mantener a los empleados de la concursada, debe pagar la indemnización por
despido correspondiente.
ROSENBAUM y CASTELLO son de la misma opinión, sobre la base de los argumentos
siguientes:
1. que al valorizar económicamente a la empresa, los contratos de trabajo
constituyen un activo más de la misma, que se transfiere al comprador;
2. que las expresiones “bloque” y “funcionamiento” conducen a una interpretación
amplia de los elementos comprendidos en la enajenación, en la que
consideran incluidas todas las relaciones contractuales;
3. que los principios de la LCU tienden a la conservación de los puestos de
trabajo;
4. que no existe disposición legal alguna que imponga la finalización de los
contratos de trabajo.
Consecuentemente, las relaciones laborales vigentes al momento de la venta de la
empresa deben reputarse intangibles e inmodificadas. Esto implica el mantenimiento
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de la retribución, antigüedad, categoría, horario y lugar de trabajo, así como los


convenios colectivos celebrados por el deudor concursado. No obstante, advierten
que el art. 177 no deja margen de duda en cuanto a que las deudas laborales no se
transfieren al adquirente de la empresa.
Por nuestra parte, entendemos que los contratos de trabajo celebrados con los
empleados y obreros no pueden considerarse comprendidos en la enajenación de
cosa alguna. En nuestro Derecho, el adquirente no tiene derecho de exigir a los
trabajadores contratados por el enajenante las prestaciones de los servicios
convenidos con éste; ni los trabajadores tienen derecho de exigir al adquirente que
respete los términos de los contratos de trabajo que los ligan al enajenante.
A nuestro entender, no es necesaria una disposición legal que imponga la finalización
de los contratos de trabajo. Los contratos sólo obligan a las partes que los celebraron.
El adquirente de un establecimiento no celebró contrato alguno con los trabajadores
del deudor concursado. Para que el adquirente se viera vinculado por un contrato que
no celebró - a la inversa de lo que pretenden ROSENBAUM y CASTELLO – se requeriría
una norma legal expresa en ese sentido, que la LCU no contiene. No alcanza, a
nuestro entender, una invocación genérica a principios, para extender el alcance
subjetivo de los contratos.
Por otra parte, según se dijo en los párrafos anteriores, la expresión “venta en bloque
de la empresa” no es más que una fórmula jurídicamente imprecisa para referirse a la
enajenación de los establecimientos comerciales e industriales del deudor. La
expresión “venta” sólo puede estar referida a bienes. Las relaciones contractuales,
incluidas las laborales, no integran el activo del deudor, ni son un bien.
Que la enajenación de un establecimiento comprenda tanto a los bienes tangibles
como los intangibles del mismo, no implica que se produzca una cesión universal de
los contratos celebrados por el enajenante. Los bienes “intangibles” a que se refiere la
doctrina son las marcas, nombre comercial, patentes, privilegios, etc., esto es, los
llamados “bienes incorporales”.
El que las relaciones laborales aporten “valor” a la empresa constituye una afirmación
por demás discutible. Es una apreciación meramente subjetiva, que no convierte a las
relaciones contractuales en bienes susceptibles de enajenación. Es, también,
eventualmente posible que las relaciones laborales que vinculan al deudor
concursado con sus empleados, sean determinantes de la situación de insolvencia de
la empresa. Y si hablamos de principios de la LCU, podría, asimismo, llegar a
considerarse que el mantenimiento de las relaciones laborales, en las mismas
condiciones que existían antes de que se decretase la liquidación, conspira contra la
conservación de la empresa en sí misma considerada.
Consideramos que, en el caso de que se produzca la continuidad de las relaciones
laborales, los nuevos contratos o las cesiones de contratos que se puedan celebrar
para asegurar la continuidad de los trabajadores en la empresa, podrán conectarse
con la enajenación pero, estrictamente, constituyen negocios independientes y de
ninguna manera impuestos forzosamente por ninguna disposición de la LCU.
10.2) Liquidación por partes de la masa activa
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10.2.1) Presentación del proyecto de liquidación


Toda la liquidación, primero intentada en forma unitaria y, luego, en partes, obedece a
una planificación. También, debe haber planificación en la liquidación originada en el
convenio del artículo 138.
La obligación de planificar la liquidación se acentúa cuando, fracasado el intento de
enajenación unitaria en funcionamiento, se hace necesaria la transmisión en partes.
En este caso, el plan o proyecto de liquidación debe ser elaborado por el síndico y
presentado a la comisión de acreedores dentro de los treinta días siguientes a la
resolución judicial que declare desierta la licitación que intentó la venta en bloque.
La LCU no establece la forma de realizar este proyecto de liquidación ni su contenido.
Su confección, por tanto, queda a criterio del síndico. Sin perjuicio de ello, la Ley
dispone dos requisitos:
1. Debe reflejar los valores actuales de la composición de la masa activa.
2. Debe indicar las reglas particulares de enajenación que el síndico estime
pertinentes atendiendo a la naturaleza del bien.
La comisión de acreedores tiene la facultad de aprobar o rechazar este plan. En caso
de aprobarlo la realización de los bienes se efectuará en un todo de acuerdo al
proyecto del síndico. Si la comisión de acreedores no aprueba el plan, entonces la
liquidación se realizará siguiendo las reglas de la Ley que, según se verá, resultan
subsidiarias y supletorias y que, de alguna manera, garantizarían la eficiencia en la
realización de los bienes.
Debe advertirse que la Ley no especifica los detalles intermedios entre la
presentación del proyecto y su aprobación o rechazo por la comisión de acreedores.
Puede entenderse que la comisión no tiene facultades para proponer modificaciones.
Sin embargo, esta solución no parece razonable, pues los acreedores son los
principales interesados en una liquidación ágil y eficiente.
Puede interpretarse, entonces, que la LCU no ha querido demorar el proceso
estableciendo plazos y traslados entre el síndico y la comisión asesora pero permite
el diálogo necesario de forma de llegar a un proyecto que resulte aprobado por la
comisión. Igualmente hay un límite para estas negociaciones puesto que, de acuerdo
al artículo 179, el síndico es responsable por la prolongación indebida de la
liquidación la que no puede demorar más de dos años.
10.2.2) Hipótesis en que la comisión no aprobase el proyecto
Sólo si la comisión de acreedores no aprobó el proyecto, y en todo aquello no previsto
en la planificación del síndico, la enajenación de la actividad por partes debe ceñirse
a las reglas determinadas en este art. 174 (ns. 1 a 5). Estas reglas, por tanto, son de
aplicación subsidiaria y supletoria y su adaptación a la liquidación concreta debe ser
sometida a consideración del juez antes de comenzar la enajenación (art. 174, §
final).
a) Enajenación de las unidades productivas como un todo
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Como se ha dicho, sólo cuando, justificadamente, no se pueda realizar la venta en


bloque de la empresa en funcionamiento, se admite la enajenación por partes y, aun
en este caso, debe intentarse que las partes no pierdan su unidad funcional. Esto es,
se admite la venta en partes, a su vez divididas, si así conviene a la masa del
concurso (art. 174, n° 1).
Obsérvese que la LCU no refiere a los acreedores, individualmente considerados sino
a la masa de acreedores. Debe entenderse que es el síndico el que debe justificar la
venta aislada de los componentes de la unidad productiva. Para ello deberá atender
los intereses del concurso que está compuesto, no sólo por los intereses de los
acreedores sino, también, por los intereses del deudor y los de la sociedad en su
conjunto.
b) Conferimiento del uso a una cooperativa de trabajadores
La segunda regla demuestra la preferencia del legislador por determinados créditos
laborales a los que privilegia sobre otros. En caso que los créditos laborales previstos
en el art. 110, n° 1, se vean en riesgo de no ser satisfechos en su totalidad, el juez
tiene la facultad de nombrar depositaria de los bienes en concurso a la cooperativa de
trabajo que los empleados constituyan, la que podrá utilizarlos en forma precaria.
Para favorecer el acuerdo y estimular la constitución de la cooperativa, el juez tiene la
facultad de disponer la compensación de esos créditos y su integración como aporte
a la cooperativa así como ordenar al administrador del seguro de desempleo la
entrega de las sumas correspondientes al seguro de paro (art. 174, n° 2).
c) Otras reglas
Las reglas restantes obedecen a los principios de celeridad y transparencia que
interesan al legislador. En efecto, para asegurar la rapidez de la enajenación y
satisfacción de los acreedores, los bienes inmuebles y muebles corporales y los
incorporales derivados de la propiedad intelectual e industrial se liquidarán siguiendo
el procedimiento de la vía de apremio (art. 174, n° 3). Los valores de oferta pública se
negociarán siempre en mercados formales (art. 174, n° 4).
10.3) Liquidación anticipada de la masa activa
El legislador reconoce a los acreedores la facultad de proceder, anticipadamente, a la
liquidación de la masa activa en cualquiera de las dos modalidades: en bloque o en
partes siempre y cuando, como es lógico, respeten las normas de planificación ya
analizadas.
De modo de favorecer el ejercicio de esta facultad, la LCU no plantea obstáculo
alguno. En este sentido, la decisión la debe adoptar una mayoría no calificada
(alcanza con la mayoría simple y basta el acuerdo de los quirografarios), en cualquier
etapa del procedimiento, y hasta fuera del ámbito de la junta de acreedores que es
donde, naturalmente, los acreedores toman sus decisiones.
El ejercicio de esta facultad, por parte de los acreedores, de ninguna forma puede
suponer una demora en la ejecución de los procedimientos. Por el contrario, la LCU
aclara que el juez debe dar vista al síndico o al interventor y al deudor y luego,
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inmediatamente, debe disponer “de inmediato” la liquidación, en la forma indicada por


los acreedores.

10.4) Pago de los acreedores


10.4.1) Orden de pago
1°: acreedores con privilegio especial
Los créditos con privilegio especial se pagarán con el producido de la enajenación de
los bienes gravados. La parte de estos créditos que no estuviese cubierta por
enajenación de los bienes gravados será considerada como pasivo quirografario.
2°: acreedores con privilegio general
Si la masa activa que quedara una vez satisfecho los créditos con privilegio especial
fuera insuficiente para satisfacer todos los créditos con privilegio general, el pago se
realizará por el orden establecido en el art. 110, a prorrata dentro de cada número.
Art. 110 de la ley 18.837 establece el siguiente orden:
1. Los créditos laborales de cualquier naturaleza, devengados hasta con 2 años
de anterioridad a la declaración de concurso, hasta por un monto de 260.000
UI por trabajador. Tendrán también este privilegio los créditos del BPS por los
aportes personales de los trabajadores, devengados en el mismo plazo.
Excepción: los créditos de los directores o administradores, miembros del
órgano de control interno y liquidadores de la deudora tendrán naturaleza de
quirografarios.
2. Los créditos por tributos nacionales municipales, exigibles hasta con 2 años de
anterioridad a la declaración del concurso.
3. El 50% de los créditos quirografarios de que fuera titular al acreedor que
promovió la declaración de concurso, hasta el 10% de la masa pasiva.
3° acreedores quirografarios
Salvo autorización del Juez del Concurso, oída la Comisión de Acreedores, el pago
de los créditos quirografarios se realizará una vez íntegramente satisfechos los
créditos privilegiados. Los créditos quirografarios serán satisfechos a prorrata. El
pago de los créditos quirografarios se efectuará en función de la liquidez de que
dispongan los síndicos mediante entrega de cuotas a cuenta de, por lo menos, el 5%
del monto de los créditos.
4° acreedores subordinados
El pago de los créditos subordinados se realizará una vez íntegramente satisfechos
los créditos quirografarios. Si los fondos que quedaran una vez satisfechos los
créditos quirografarios fueran insuficientes para satisfacer a todos los créditos
subordinados, el pago se realizará por el orden establecido en el art. 111, a prorrata
dentro de cada número. El art 111 establece el siguiente orden:
1. Las multas y demás sanciones pecuniarias, de cualquier naturaleza
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2. Los créditos de personas especialmente relacionadas con el deudor


10.4.2) Reserva en favor de créditos y litigios
Si existen créditos condicionales o créditos litigiosos, el síndico reservará las
cantidades correspondientes para poder atender al pago en caso de cumplimiento de
la condición o cumplir la resolución que recaiga en el litigio.

10.4.3) Remanente de la liquidación


Si una vez pagados los créditos subordinados quedara un remanente, el sindico los
distribuirá entre los acreedores con privilegio general y quirografarios, a prorrata de
sus respectivos créditos, con un monto máximo equivalente a la tasa media de interés
del sistema bancario para familias, por plazos mayores a un año, que publique el
BCU para créditos en unidades indexadas o, en su defecto, al interés legal
computado sobre sus respectivos créditos, por el plazo que medió entre la
declaración judicial de concurso y el pago de los mismos.
Si todavía quedara un remanente se realizará una operación similar con los créditos
subordinados, en el orden previsto por la ley.
10.4.4) Pago de créditos y vencimientos
Si el pago de un crédito anterior a la declaración de concurso se efectuara antes de la
fecha en que hubiera vencido de no haberse producido la apertura de la liquidación,
se hará por su valor actual, realizando el descuento que corresponda. A solicitud del
síndico, el Juez podrá autorizar el pago de créditos del deudor posteriores a la
declaración de concurso que todavía no hubieran vencido, fijando el descuento que
corresponda.
11) Calificación del concurso
11.1) Clases de concurso
El concurso de acreedores se calificará como culpable o como fortuito:
Culpable: el concurso se calificará como culpable cuando en la producción o en
la agravación de la insolvencia hubiera existido dolo o culpa grave del deudor
o, en caso de personas jurídicas, de sus administradores o de sus
liquidadores, de derecho o de hecho.
Fortuito: en los demás casos.
11.1.1) Presunciones absolutas de culpabilidad (no admite prueba en contrario)
El concurso se calificará como culpable, además, en los siguientes casos:
1. Cuando el deudor se hubiera alzado con la totalidad o parte de sus bienes en
perjuicio de sus acreedores o hubiera realizado cualquier acto de disposición
patrimonial o generador de obligaciones con la finalidad de retrasar, dificultar o
impedir la eficacia de un embargo en cualquier clase de ejecución que se
hubiera iniciado o fuera de previsible iniciación.
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2. Cuando durante los dos años anteriores a la fecha de declaración del concurso
de acreedores los fondos o los bienes propios del deudor hubieran sido
manifiestamente insuficientes o inadecuados para el ejercicio de la actividad o
actividades a las que se hubiera dedicado.
3. Cuando, antes de la declaración de concurso de acreedores, hubieran salido
indebidamente del patrimonio del deudor bienes o derechos.
4. Cuando no hubiera llevado contabilidad de ninguna clase, estando legalmente
obligado a ello, o cuando hubiere llevado doble contabilidad o hubiere
cometido falsedad en la contabilidad.
5. Cuando el deudor hubiera cometido falsedad en cualquiera de los documentos
adjuntados a la solicitud de declaración judicial de concurso o presentados
durante la tramitación del procedimiento.
11.1.2) presunciones relativas de culpabilidad (admite prueba en contrario)
Se presume la existencia de culpa grave del deudor, salvo prueba en contrario, en los
siguientes casos:
1. Cuando el deudor hubiera cumplido el deber de solicitar la declaración judicial
de concurso.
2. Cuando el deudor hubiera incumplido el deber de cooperación con los órganos
concursales, no les hubiera facilitado la información necesaria o conveniente
para el interés del concurso o no hubiera asistido a la Junta de Acreedores.
3. Cuando el deudor hubiera incumplido con su obligación de preparar, en tiempo
y forma, los estados contables anuales, estando legalmente obligado a ello.
Cómplices: se consideran cómplices las personas que, con dolo o culpa grave,
hubieran cooperado con el deudor o, en el caso de personas jurídicas deudoras, con
los administradores y liquidadores a la realización de cualquier acto que hubiera
producido o agravado la insolvencia.
11.1.3) Incidente de calificación
En la misma resolución por la que apruebe el convenio u ordene la liquidación de la
masa activa, el Juez del concurso mandará formar el incidente de calificación, que se
abrirá con la solicitud de declaración del concurso de acreedores y los documentos
adjuntos y con la sentencia que lo hubiera declarado.
No procederá la información del incidente de calificación cuando concurran
acumulativamente las siguientes condiciones:
1. El concurso de acreedores fuera voluntario.
2. El convenio aprobado permita la satisfacción integra de los créditos
concursales en un plazo no superior a 2 años o, en caso de liquidación, que de
los actuado resulte que el activo del deudor es suficiente su pasivo.
11.2) Procedimiento
1. Comparecencia de los interesados: dentro de los 15 días siguientes a contar
desde la publicación en el Diario Oficial de la resolución judicial que ordene la
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formación del incidente de calificación, cualquier acreedor o persona que


acredite un interés legitimo podrá compensar ante el Juez del concurso,
denunciando los hechos que considere relevantes para la calificación del
concurso como culpable.
2. Dentro de los 15 días siguientes, el síndico o l interventor, presentará al Juez
del concurso un informe documentado sobre los hechos relevantes para la
calificación del concurso de acreedores, con propuesta de resolución. Si se
propusiera que el Juez califique como culpable el concurso, expresará la
identidad de las personas a las que debe afectar la calificación. Así como la
identidad de las personas a las que debe calificarse de cómplices, justificando
la causa.
3. El Juez dará traslado del informe del síndico o del interventor al Ministerio
Público para que emita dictamen en el plazo de 5 días. Si el Ministerio Público
no emitiera dictamen, se entenderá conforme con la propuesta de calificación.
4. Si el informe del síndico o del interventor y el dictamen del Ministerio Público
coincidieran en calificar el concurso como fortuito, el Juez, sin más trámites,
ordenará el archivo de las actuaciones.
5. En otro caso, emplazará al deudor y a todas las personas que, según resulte
de lo actuado, pudieran ser afectadas por la calificación del concurso o ser
declaradas cómplices, a fin de que, en el plazo de 10 días, aleguen convenga
a su derecho.
6. Oposición a la calificación: si el deudor alguno de los comparecientes
formulase oposición, el Juez la sustanciará por el procedimiento de los
incidentes. De ser varias las oposiciones, se sustanciarán conjuntamente en el
mismo procedimiento.
7. En caso de que ni el deudor ni los demás comparecientes formularan
oposición, el Juez dictará sentencia en el plazo de 5 días.
11.2.1) Sentencia de calificación
La sentencia que declare culpable al concurso tendrá el siguiente contenido:
1. La declaración del concurso como culpable, con expresión de la causa o de las
causas en que se fundamente la calificación.
2. La determinación de las personas afectadas por la calificación, así como de las
personas declaradas cómplices.
3. La inhabilitación del deudor o de los administradores o liquidadores, aún de
hecho, y miembros del órgano de control interno de la persona jurídica deudora
para administrar los bienes propios o ajenos por un período de cinco a veinte
años, así como para representar a cualquier persona durante el mismo
período. Las inhabilitaciones se inscribirán en el Registro Nacional de Actos
Personales.
4. La pérdida de cualquier derecho que tuvieran los cómplices como acreedores
concursales y la condena a reintegrar los bienes y derechos que pertenecieran
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a la masa activa, así como a indemnizar los daños y perjuicios causados, cuya
cuantía se determinará en período de ejecución de sentencia.
En el caso de que el deudor cuyo concurso hubiera sido calificado como culpable
fuese una persona jurídica, al sentencia de calificación podrá contener, además, la
condena a los administradores y liquidadores, de derecho o de hecho, e integrantes
del órgano de control interno, o a algunos de ellos, a la cobertura de la totalidad o
parte del déficit patrimonial en beneficio de la masa pasiva.
Importante: las disposiciones sobre calificación del concurso se establecen sin
perjuicio de las normas penales que correspondería aplicar, en caso de que alguno
de los involucrados hubiera incurrido en conductas delictivas tipificadas por las
referidas normas.
11.2.2) Sustitución de los inhabilitados
En caso de inhabilitado del deudor persona física, el Juez, en resolución posterior,
oídos previamente los interesados, nombrará un curador que se encargue de la
administración de los bienes del inhabilitado.
En caso de que la inhabilitación de los administradores o de los liquidadores de la
persona jurídica deudora impida a la misma formar su voluntad corporativa, el síndico
o el interventor convocarán una asamblea de socios o accionistas para el
nombramiento de administradores o de liquidadores.
11.2.3) Cobertura de la totalidad o parte del déficit patrimonial
Si en el convenio se hubiera acordado una quita al deudor de parte de sus créditos
quirografarios, los importes que se obtengan en la ejecución de la condena a la
cobertura de la totalidad o parte del déficit patrimonial, se destinarán al pago de la
parte condicionada.
Si existiera un resto y el convenio contuviera una espera para el pago de los créditos
quirografarios, las cantidades a que se refiere el inciso anterior se destinarán al pago
anticipado de los últimos plazos.

11.2.4) Calificación del concurso en caso de incumplimiento del convenio


En caso de incumplimiento del convenio el concurso se calificará culpable cuando en
ese incumplimiento hubiera existido dolo o culpa del deudor.
12) Suspensión y conclusión del concurso
Para que el juez pueda acordar la suspensión o la conclusión del concurso de
acreedores será necesario que se den los siguientes presupuestos:
1. Que exista causa legal de suspensión o de conclusión del concurso de
acreedores.
2. Que sea improcedente la reintegración de la masa activa o en caso contrario,
que se hubieran ejecutado íntegramente las sentencias firmes de las acciones
revocatorias o adquirirlo firmeza las resoluciones judiciales que las hubieran
desestimado.
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3. Que fuera improcedente la promoción del incidente de calificación, que el


concurso hubiera sido calificado como fortuito o que se hubiera ejecutado
íntegramente la sentencia firme de calificación del concurso como culpable.
12.1) Suspensión del concurso
Será causa de suspensión del concurso de acreedores la inexistencia o el
otorgamiento de la masa activa sin integra satisfacción a los acreedores.
12.1.1) Procedimiento
1. La solicitud de suspensión del concurso por inexistencia o agotamiento de la
masa activa será presentada por el síndico.
2. De la solicitud de suspensión y de las cuentas de las cuales surja la
configuración de la causal se dará traslado al deudor, a la Comisión de
Acreedores y a los interesados que hubieran comparecido en el procedimiento,
con la advertencia de que las cuentas quedarán de manifiesto en el Juzgado
por el plazo de 15 días.
3. Dentro del plazo anterior, cualquier persona a la que se hubiera dado traslado
de la solicitud podrá oponerse a la suspensión del concurso de acreedores o
impugnar las cuentas.
4. En caso de falta de oposición y de impugnación, el Juez dispondrá la
suspensión del concurso de acreedores, con aprobación de las cuentas.
5. En caso de oposición o de impugnación, éstas se sustanciarán por el
procedimiento de los incidentes.
La resolución judicial de suspensión del concurso de acreedores podrá disponer las
medidas cautelares que el Juez considere oportunas.
12.2) Reapertura del concurso suspendido
El concurso suspendido será reabierto a solicitud del deudor o de cualquier acreedor
concursal cuando, dentro del plazo de 5 años a contar desde la fecha del auto de
suspensión, ingresen o aparezcan nuevos bienes o derechos en el patrimonio del
deudor.
En este caso, los acreedores posteriores a la suspensión del concurso concurrirán
con los anteriores.
12.3) Conclusión del concurso
Son causas de conclusión del concurso:
1. El integro cumplimiento del convenio
2. La integra satisfacción de los acreedores
La solicitud de conclusión de concurso por cumplimiento del convenio o por integra
satisfacción a los acreedores será presentada por el deudor acompañando la
documentación en la cual se sustenta el pedido.
En los casos en que el deudor estuviera separado de la administración de la masa
activa, el Juez podrá pedir al síndico la presentación de las cuentas de liquidación.
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El juez dará traslado de la solicitud al síndico o al interventor, a la Comisión de


Acreedores y a los interesados que hubieran comparecido en el procedimiento.
Dentro del plazo de 15 días de haber sido notificados, las personas a las que se
hubiera dado traslado de la solicitud podrán oponerse a la conclusión del concurso de
acreedores o impugnar las cuentas presentadas.
En caso de falta de oposición o de impugnación, el Juez pronunciará sentencia
declarando la conclusión, con aprobación de las cuentas presentadas por el síndico,
en su caso.
3. El trascurso de 10 años desde la suspensión del concurso de acreedores
En el caso de que hubieran transcurrido 10 años de la suspensión del concurso por
inexistencia o agotamiento de la masa activa, sin que se hubiera reabierto el concurso
suspendido, el Juez de oficio pronunciará sentencia declarando extinguidos los
créditos concursales en la parte que no hubieran sido satisfechos y dando por
concluido el procedimiento.
Para que opere la extinción deberán concurrir acumulativamente las siguientes
circunstancias:
Que se trate de un concurso voluntario.
Que el mismo hubiera sido calificado como fortuito.
Que el deudor hubiera cumplido con su deber de cooperación con el alcance
establecido en el art. 53.
Si el deudor fuera persona jurídica, la sentencia la declarará extinguida, ordenando la
cancelación de su personería jurídica.
13) Pequeños concursos y abandono de la empresa
Se consideran pequeños concursos aquellos correspondientes a los deudores que, a
la fecha de declaración judicial de concurso, tengan un pasivo no superior a
3.000.000 UI.
13.1) Régimen aplicable
Los pequeños concurso se regirán por las disposiciones que vimos anteriormente,
con las siguientes excepciones:
1. La junta de acreedores será convocada con un plazo máximo de 90 días,
dentro del cual el síndico o el interventor deberá realizar la verificación de
créditos.
2. Los acreedores serán convocados exclusivamente a través de la publicación
de la sentencia que declarara el concurso.
3. Los acreedores deberán presentarse a verificar sus créditos en un plazo de 15
días a partir de la última publicación de la sentencia.
4. El sindico o el interventor deberá presentar el inventario de la masa activa y la
lista de acreedores dentro de los 10 días siguientes.
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5. El plazo para la impugnación del inventario y de la lista de acreedores será de


5 días.
6. El deudor podrá presentar una propuesta de convenio hasta 5 días antes de la
fecha fijada para la Junta de Acreedores.
13.2) Abandono de la empresa
Cuando existan exclusivamente acreedores laborales y el deudor no se hubiera
presentado a promover su propio concurso, a solicitud de los acreedores, se podrá
asignar a la cooperativa de trabajadores u otra modalidad empresarial que éstos
determinen, en forma provisional, el uso precario de la empresa. En este caso, el
Juez dará ingreso a la solicitud, que deberá contener los elementos necesarios para
la admisión de acuerdo con el art. 7. Se harán las publicaciones con el llamado a
acreedores y se notificará personalmente al deudor. En caso de no presentarse otros
acreedores que los laborales u oposición del deudor, la cesión precaria se
transformara en definitiva. Tanto la cesión precaria como la definitiva podrán
otorgarse en caso de existir otro u otros acreedores que consientan expresamente
esta adjudicación. La cesión definitiva podrá darse siempre que en la cooperativa, o
en la sociedad comercial más del 50% de la propiedad corresponda a trabajadores
que desarrollen actividad personal en la empresa en el inicio de proceso concursal y
que, en caso de adoptar la forma de sociedad anónima o en comandita por acciones,
las acciones de los trabajadores sean nominativas, no endosables.
14) Régimen jurídico internacional
14.1) Competencia y ley aplicable al concurso con elemento extranjero
Competencia internacional para la declaración del concurso. Los jueces uruguayos
serán competentes para declarar el concurso cuando:
1. El domicilio o el centro efectivo de la actividad del deudor se encuentre en
territorio nacional.
2. El deudor tenga o haya tenido oficina, establecimiento o explotación en
territorio nacional, aún cuando su domicilio o centro efectivo de actividad se
encuentre en el exterior.
14.1.1) Bienes y derechos comprometidos
El concurso del deudor comprenderá la totalidad de los bienes, y derechos que
formen el patrimonio del deudor, se encuentren éstos ubicados en el país o en el
exterior. Se encuentra exceptuado el caso en el cual el deudor hubiera sido
igualmente declarado en concurso, quiebra o similar en otro Estado, donde tuviera su
domicilio, centro efectivo de su actividad, oficina, establecimiento o explotación. En
este caso, con relación a los bienes y derechos ubicados en el Estado extranjero
donde el concurso, quiebra o similar se hubiera declarado, el concurso local incluirá
en su masa activa el remanente de los bienes o derechos resultantes, luego de
concluido el procedimiento.
14.1.2) Ley aplicable al concurso
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La ley uruguaya será aplicable a todos los concursos declarados en la República, con
excepción de las normas relativas a los efectos de la declaración del concurso sobre
los contratos celebrados por el deudor que se regirán por la ley aplicable al contrato.
14.1.3) Principio del trato nacional
No existirá ninguna diferencia en el tratamiento de los acreedores nacionales y
extranjeros, salvo los créditos laborales con privilegio general, que tendrán
preferencia para cobrarse sobre los bienes ubicados en el territorio nacional.
Cuando se acredite que el el estado del domicilio del deudor los acreedores
uruguayos no son admitidos en igualdad de condiciones con los nacionales, se estará
al principio de reciprocidad. No se aplicará el principio de reciprocidad en el caso de
los créditos prendarios e hipotecarios.
14.2) Eficacia en el país de las resoluciones judiciales extranjeras en materia de
concurso
14.2.1) Requisitos para el reconocimiento de la sentencia extranjera
La sentencia del Juez extranjero declarando el concurso o quiebra de un deudor será
reconocida en nuestro país, siempre que:
1. Haya sido dictada por Juez competente
2. La declaración judicial haya quedado firme
3. El deudor haya tenido oportunidad de defensa
4. No sea contraria al orden público internacional
5. Se cumplan los demás requerimientos contenidos en los art. 537 a 543 del
Código General del Proceso
14.2.2) Medidas cautelares en caso de solicitud de reconocimiento
Al admitir el trámite de solicitud de reconocimiento, el Juez podrá adoptar las medidas
cautelares que considere necesarias para asegurar la integridad del patrimonio que el
deudor tuviera en territorio uruguayo.
14.2.3) Declaración de concurso en el país
En el caso de declaración por Juez extranjero de concurso o quiebra de un deudor
que tenga o haya tenido su domicilio, centro efectivo de actividad, oficina,
establecimiento o explotación en la República, cualquiera de los sujetos legitimados
podrá solicitar la apertura del concurso en el país.
En este caso, existirá presunción absoluta de la insolvencia del deudor y el concurso
tendrá la calidad de necesario.
14.3) Convenios internacionales
Prevalencia de los convenios internacionales
Las disposiciones contenidas en este Título serán de aplicación en defecto u en
cuanto no se opongan a las de los convenios internacionales suscritos y ratificados
por la República.
15) Disposiciones penales
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Fraudes concursales
El deudor que, fuera de lo establecido en el art. 253 del Código Penal y en
oportunidad de la solicitud del concurso o en cualquier etapa posterior, exagere u
oculte su activo o su pasivo, reconozca o aparente privilegios inexistentes o
constituidos ilícitamente, sustraiga o esconda los libros sociales, acuerde u otorgue a
sus acreedores con cargo a la masa activa ventajas particulares en razón de su voto,
será castigado con un año de prisión a cinco años de penitenciaría.
En el caso de las personas jurídicas, incurrirán en este delito los socios, directores,
administradores, de hecho o derecho, que hayan aprobado la realización o hayan
realizado los actos constitutivos del delito.
Obligación de denunciar
El Juez del concurso, los síndico, los interventores, los auxiliares, los técnicos o los
peritos en el ejercicio de sus funciones, que tuvieran conocimiento de hechos o
circunstancias que en su opinión configuren alguno de los delitos vistos anteriormente
o de cualquier otra figura delictiva, tendrán la obligación de denunciarlo a la justicia
penal competente.
16) Disposiciones complementarias
Derecho procesal supletorio
En lo no previsto por la presente ley para la tramitación procesal del concurso de
acreedores se estará a lo establecido por el Código General del Proceso.
Disposiciones tributarias
En los procedimientos concursales se aplicarán las siguientes disposiciones
tributarias:
1. Desde la fecha del auto judicial de declaración de concurso, todos los créditos
concursales serán considerados incobrables a efectos de los tributos
recaudados por la Dirección General Impositiva. Los ingresados derivados de
la cobranza de los créditos concursales estarán gravados, cuando
corresponda, por los respectivos tributos a medida que se produzcan los
respectivos cobros.
2. El deudor tendrá la facultad de diferir hasta en 5 ejercicios la renta bruta
generada por las quitas que obtuviera en el concurso.
3. Estará exonerada de todo tributo, con exclusión del IVA y de IMESI, cuando
corresponda, la venta privada o en subasta pública y la cesión de bienes a los
acreedores realizados durante el proceso de liquidación de la masa activa del
concurso.
4. No serán aplicables a los síndicos o interventores las normas sobre
responsabilidad de los administradores por obligaciones tributarias, salvo que
hubiera actuado con dolo.

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