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Primera parte
En el tema anterior estudiamos el primero de los tres grandes capítulos de la historia geológica
de Asturias (y por extensión de la mitad occidental de la Península Ibérica) que podemos
diferenciar en el Fanerozoico, ya que la historia durante el Precámbrico es demasiado difusa
como para detenernos en ella, por el momento. Estos se corresponden temporalmente, y a
grandes rasgos, con Paleozoico, Mesozoico y Cenozoico, pudiendo considerarse como el Epílogo
de esta novela los procesos de erosión y modelado del relieve que son objeto de otra materia.
En este tema abordaremos los detalles del siguiente capítulo de la historia geológica de la
Península Ibérica, que se relaciona con el desmembramiento de Pangea que dio lugar a los
océanos y continentes actuales (Diapos 2 y 3). Este proceso comienza en el Pérmico, y durante
todo este periodo (300-250 Ma) se forman diferentes rifts, varios de los cuales evolucionarán
dando lugar a la actual configuración de las placas litosféricas. Otros abortarán, dando lugar a lo
que se conoce como “aulacógenos” (ejemplo: la fosa de Rhin) (Diapo 4). La actividad volcánica
fue muy intensa durante todo este tiempo, lo que dio lugar a la mayor extinción masiva
registrada, y al característico color rojo de todos los sedimentos de esa edad y del Triásico en
todo el mundo.
En Asturias, existen notables evidencias de este proceso de “rifting”. Obviamente, las rocas del
Pérmico se disponen discordantes sobre el resto del Paleozoico, postdatando el fin de la
orogenia Varisca. Pues bien, las series pérmicas muestran importantes variaciones de espesor y
sectores en donde no se depositaron, lo que interpretamos en relación con que se formaron
rellenando pequeñas cuencas estrechas y alargadas, típicas de un proceso de extensión
continental o rifting. En la Diapo 7 veíamos el Pérmico discordante sobre la Caliza de Montaña
(Carbonífero). En la Diapo 6 (perdón por el desorden) vemos lo mismo en las diapos de la
izquierda, pero en la derecha vemos que en Antromero y Gargantera (en la foto) es el Cretácico
el que está discordante sobre el Carbonífero y el Devónico, respectivamente; de mod o que en
este sector el Pérmico no se depositó.
La extensión asociada a la apertura del Atlántico ha seguido funcionando hasta hoy día, en que
este océano se sigue abriendo (ver velocidades en Diapo 3). La evidencia de este proceso es la
diferencia de edades de las rocas que forman la corteza oceánica, lo que, como sabéis,
constituye una de las pruebas irrefutables de la Teoría de la Tectónica de Placas. En la Diapo 8
se muestra un mapamundi con las edades de las rocas de los fondos oceánicos; en este mapa se
aprecia que la corteza oceánica del Golfo de Vizcaya tiene una edad de aproximadamente 100-
55 Ma, es decir, se formó en el Cretácico. En la Diapo 9 se muestra la paleogeografía de lo que
va a ser la Península Ibérica antes de la apertura del Golfo de Vizcaya, durante el Triásico y el
Jurásico. Si os fijáis en la imagen inferior derecha, en este periodo ya había un trozo de lo que
va a ser la Península emergido, y la costa norte de esta “isla” estaba en una posición cercana a
la actual costa. Ahí se estaban ya depositando las calizas jurásicas que siguen aflorando en la
costa central asturiana.
En las Diapos 11 y 12 se muestran diferentes estadios evolutivos del Golfo de Vizcaya y del
Atlántico Norte durante el Mesozoico. Espectaculares las reconstrucciones de P.A. Ziegler.
En la Diapo 13 os pongo una figura del reciente trabajo de Quintana y otros, de 2015 (Luis
Quintana estudió e hizo su tesis Doctoral en Oviedo). En ella se muestra la evolución, a es cala
litosférica, en relación con la apertura del Golfo de Vizcaya, desde el Jurásico hasta finales del
Cretácico, cuando terminó de abrirse. El proceso de extensión fue tan fuerte (se habla de
“hiperextensión”) que rocas del manto llegaron a niveles muy superficiales, tanto que existen
afloramientos de peridotitas en Guipúzcoa y en el suroeste de Francia. El manto se representa
en morado y en verde los sedimentos Cretácicos de la “Cuenca Vasco-Cantábrica” que rellenan
este margen continental.
La corteza inferior, caliente, se estira y adelgaza dúctilmente, mientras que la superior, fría, se
adelgaza mediante fallas directas que permiten la formación de cuencas que atrapan
sedimentos con importantes diferencias en espesor (nuevamente, un típico margen continental
pasivo). En diferentes momentos de esta extensión, vuelven a formarse yacimientos de carácter
hidrotermal.