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(“hanging-wall”) es el situado sobre el plano de falla, mientras que el bloque inferior (“foot-
wall”) es el situado bajo el plano de falla.
- Líneas de corte (“cutoff lines”). Son las que resultan de la intersección de la superficie de
falla con las capas cortadas por ésta (Fig. 9.5). Según que las capas cortadas se sitúen en el
bloque inferior o en el superior, tendremos líneas de corte de bloque inferior y de bloque
superior respectivamente. La intersección de una línea de corte con la superficie topográfica
da lugar a la aparición de puntos de corte (Fig. 9.9).
- Desplazamiento. Es una distancia asociada al movimiento relativo efectuado por las rocas a
lo largo de la superficie de falla. Para describir el desplazamiento real de una falla se utiliza
el concepto de desplazamiento neto (“net slip”), que se define como la distancia, medida
sobre el plano de falla, entre dos puntos originalmente adyacentes y situados, después del
movimiento de la falla, sobre labios opuestos de ésta. El desplazamiento neto se
descompone habitualmente en dos componentes contenidas en el plano de falla: el
desplazamiento en dirección (“strike-slip”), que es la componente en la dirección de la
horizontal del plano de falla, y el desplazamiento según el buzamiento (“dip-slip”), que es la
componente en la dirección de máxima pendiente de dicho plano. El desplazamiento real se
refiere generalmente a un movimiento relativo de los dos bloques de falla. El movimiento
absoluto sólo puede determinarse en algunos casos especiales, como, por ejemplo, en fallas
recientes. Ante la dificultad de conocer el desplazamiento neto, se suele considerar un
desplazamiento aparente, cuya medida viene dada por la separación (Fig. 9.5A) que es la
distancia, medida en una dirección determinada, entre dos líneas de corte homólogas. Según
cual sea la dirección a lo largo de la cual se efectúa la medida, se habla de separación
horizontal, separación vertical, separación según el buzamiento, etc. Dos componentes muy
usadas de la separación en buzamiento son: la componente horizontal y la componente
vertical o salto. La relación entre el desplazamiento real y el aparente no es obvia, pudiendo
ser ambos muy diferentes. El desplazamiento aparente depende de la posición del plano de
falla, de la posición de los estratos y del plano sobre el que se realizan las observaciones.
Billings (1972) ha ilustrado ampliamente la relación entre desplazamiento y separación
(Fig. 9.3). En general, cuando el desplazamiento neto es paralelo a la estratificación, no se
observa desplazamiento aparente sobre el mapa o sobre la sección transversal (Fig. 9.3A y
B).
- Línea terminal (“tip line”) (Fig. 9.6). Es la línea donde el desplazamiento se anula; separa la
parte fallada de la roca de la parte no fallada. Su intersección con la superficie del terreno
determina un punto terminal.
- Zona de falla. En ocasiones, una falla no se presenta como una discontinuidad neta, sino que
aparece como una zona con pequeñas fracturas entrelazadas y otras estructuras y rocas
-rocas de falla- asociadas; ésta se denomina «zona de falla», pudiendo llegar a tener
centenares de metros de espesor.
- Escarpe de falla. Es la pared que se origina como consecuencia del movimiento de una falla
con un desplazamiento apreciable según el buzamiento y próximo a la vertical.
Normalmente, y salvo en fallas muy recientes, este escarpe original está totalmente
destruido por la erosión posterior, lo cual desfigura totalmente la morfología primitiva de
una falla, ya que, después de la citada erosión, el escarpe de falla queda reducido a una
9.3
línea, que es la traza de la falla. A veces, la erosión de una falla por ríos transversales a ella
da lugar al desarrollo de unas facetas triangulares que quedan como restos del escarpe de
falla antes de su destrucción total. En ocasiones, una falla pone en contacto rocas de
resistencia muy diferente frente a la erosión, convirtiéndose así en una zona de debilidad
que permite el desarrollo de un escarpe posterior al desarrollo de la falla que se denomina
«escarpe de línea de falla» y que no debe ser confundido con el escarpe de falla original.
Figura 9.3. Relación entre el desplazamiento real y el aparente (Según Billings 1972). En A y B el
desplazamiento neto es ab, mientras que el desplazamiento aparente es nulo. En C, el desplazamiento real y el
aparente coinciden en la sección vertical. En D, el desplazamiento aparente sobre la sección vertical da una
imagen errónea del desplazamiento real ab, mientras que en la sección horizontal el desplazamiento real y el
aparente coinciden. Todos los diagramas I muestran los bloques de falla antes de la erosión, muestras que los
diagramas II muestran los bloques de falla después de una erosión.
9.4
- Espejos de falla (“slickensides”). Son superficies pulidas que resultan del desplazamiento a
lo largo de la superficie de falla (Fig. 9.4A). Se interpretan como el resultado de la acción
abrasiva de la roca durante el desplazamiento. Muchos espejos de falla deben su aspecto
pulimentado al crecimiento de una delgada cubierta mineral durante el movimiento de la
roca; su composición mineral depende de la de la roca donde se produce la falla, siendo
frecuentes cubiertas de cuarzo, calcita, clorita, epidota, serpentina, etc. En los espejos, se
encuentran a menudo rasgos rectilíneos (“slickenlines”), que pueden ser estrías
(“slickenstriae”) debidas a la abrasión o bien, más frecuentemente, minerales con hábito
fibroso (“slickenfibers”) (Figs. 9.4B y 9.14). Estas fibras o estrías suelen presentar pequeños
escalones (“slickensteps”), cuya altura es de milímetros o de fracciones de milímetro. En
ocasiones, las marcas producidas en la roca por el desplazamiento alcanzan gran tamaño y
se denominan “surcos de falla” (“fault grooves”).
Figura 9.4. A, espejo de falla en calizas (Kusadasi, costa del mar Egeo; Turquía). B, cuarzo fibroso sobre una
superficie de falla; pueden apreciarse claramente los escalones transversales a las fibras que indican un
movimiento relativo hacia arriba de la roca fotografiada, durante el desarrollo de la falla, en la dirección indicada
por las fibras (Cangas del Narcea, Asturias).
Figura 9.5. Principales tipos de fallas. A, falla normal (s es la separación vertical, que en este caso coincide con
el salto). B, Falla inversa. C y D, fallas de desplazamiento en dirección dextra (C) y sinistra (D). Las rectas r son
líneas de corte.
Existen además otras clasificaciones secundarias de las fallas que dan lugar a términos
de valor meramente descriptivo. Veamos algunas de ellas:
- Según la naturaleza del movimiento de la falla. Los dos tipos más sencillos son (Fig. 9.6):
a) Fallas traslacionales. Están caracterizadas por una superficie de falla plana y un
valor constante del desplazamiento neto.
b) Fallas rotacionales. En ellas, un bloque de falla ha sufrido una rotación respecto al
otro, lo cual conduce a una pérdida de paralelismo de las capas a ambos lados de la
falla. Dentro de ellas, pueden destacarse dos tipos: fallas de tijera, en las que el
desplazamiento varía de acuerdo con un gradiente constante, de forma que el eje de
rotación es normal al plano de falla; y fallas lístricas, presentan una superficie de
falla cóncava hacia arriba, de forma que el eje de rotación es subparalelo a la
superficie de falla.
Además de estos movimientos, hay que citar aquellos que implican una deformación
diferencial sobre los bloques de falla y que implican leyes complicadas de variación del
desplazamiento neto a lo largo de la falla. En todo caso, debe destacarse que, dado que las
9.6
Figura 9.6. A, Falla translacional. B y C, fallas rotacionales: (B) de tijera (t es la línea terminal); (C) lístrica con
deformación en el bloque superior.
- Según el buzamiento del plano de falla, se habla de fallas de alto ángulo ( = 45º), y de
fallas de bajo ángulo ( < 45º). En particular, las fallas inversas de bajo ángulo reciben el
nombre de cabalgamientos (“thrusts”).
- Según su posición en relación con otras estructuras, se habla de fallas longitudinales,
transversales y oblicuas.
- Según la disposición relativa de las fallas, se tienen:
a) Fallas paralelas; en particular, cuando todas han jugado en el mismo sentido se habla
de fallas escalonadas.
b) Fallas periféricas; son fallas arqueadas que limitan un área más o menos circular.
c) Fallas radiales, irradian a partir de un punto.
d) Fallas sintéticas y antitéticas; son fallas asociadas a otra mayor y que buzan en el
mismo o en sentido opuesto al de ella respectivamente.
Cabe citar finalmente la existencia de dos asociaciones importantes de fallas
denominadas «fosas tectónicas» (“graben”) y «pilares tectónicos» (“horst”), se trata de un
bloque hundido o elevado respectivamente, generalmente alargado, y limitado por conjuntos
de fallas, habitualmente normales.
Figura 9.7. Algunos símbolos usados para representar una falla en un mapa geológico. A, trazo grueso para
representar una falla sin distinción de tipo. B, Trazo dentado para representar un cabalgamiento; los vértices de
los "dientes" apuntan hacia el bloque cabalgante (situado en este caso a la izquierda del trazo). C, Trazo con
pequeños segmentos representando una falla normal; los segmentos se sitúan en el bloque hundido (situado en
este caso a la izquierda del trazo). D, trazo con flechas indicando el desplazamiento relativo en una falla de
desplazamiento en dirección (dextral en el presente caso).
9.7
En cartografía geológica el trazado de una falla se representa por una línea más gruesa
que la usada para representar los contactos estratigráficos entre formaciones. No obstante,
para representar tipos específicos de fallas, se utilizan símbolos especiales; los más usados se
muestran en la Fig. 9.7.
Figura 9.8.- Fotografía aérea en las que pueden observarse varias fallas con desplazamiento pequeño y dirección
E - W. Las capas son subhorizontales, presentando un trazado marcadamente sinuoso que sigue
aproximadamente las curvas de nivel, y las fallas aparecen como líneas rectas a lo largo de las cuales las capas
claras de caliza están cortadas y desplazadas (Calizas del Cretácico superior en la Sierra Salvada, Álava).
Figura 9.11. Sondeos verticales realizados en zonas donde existe una falla. A, caso de una falla normal; el
sondeo b corta la falla y como consecuencia se observa la ausencia de una parte de las rocas de la columna
estratigráfica con relación a las columnas cortadas por los otros sondeos. A, caso de una falla inversa; el sondeo
b corta la falla y como consecuencia se observa la repetición de una parte de las rocas de la columna
estratigráfica con relación a las columnas cortadas por los otros sondeos.
Figura 11.12. Fotografía aérea que muestra diversas fallas de trazado aproximadamente E – W cuya existencia
queda de manifiesto por la existencia de discontinuidades rectilíneas de la vegetación (parque natural de
Valderejo, Álava).
Reconocimiento del tipo de falla.- El reconocimiento del tipo a que pertenece una falla dada
puede realizarse directamente en el campo o bien a partir de la cartografía. En ambos
métodos, se requiere conocer dos características de la falla, que son:
- Orientación del plano de falla.
- Dirección y sentido del desplazamiento.
Orientación del plano de falla.- La posición del plano de falla puede determinarse localmente
en el campo mediante medida directa con la brújula. En cartografía, puede conocerse también
dicha posición, a partir del trazado de la falla, mediante la regla de la V (Figs. 9.9 y 9.10).
Dirección y sentido del desplazamiento.- La determinación de estos elementos geométricos
presenta mayor dificultad. En el campo, a veces podemos observar, cuando el desplazamiento
no es grande, la correlación que existe entre las capas que han sido desplazadas por la falla.
Sin embargo, debemos tener muy presente que el desplazamiento que se deduce es aparente,
9.11
Para indicar el sentido del desplazamiento, existen finalmente otros criterios basados en
la existencia de determinados marcadores cinemáticos relacionados con foliaciones tectónicas
o con determinados rasgos microestructurales; tales marcadores aparecen asociados
principalmente a fallas que llevan asociada una importante deformación dúctil. A partir de la
cartografía geológica, también es posible obtener conclusiones acerca del movimiento de una
falla. Así, si el movimiento de la falla lleva consigo la aparición de un bloque elevado y otro
hundido, el diferente nivel de erosión alcanzado en ambos bloques permite reconocer estos.
Así, si la sucesión estratigráfica presenta una disposición normal previamente al desarrollo de
la falla, la erosión suele dejar sistemáticamente aflorar formaciones más antiguas en el bloque
elevado en contacto con formaciones más modernas en el hundido (Figs. 9.15A y 9.16A y B).
De este modo, si las capas afectadas por la falla forman un antiforme recto o inclinado no
volcado (Figs. 9.15A y 9.16A y B), éstas se encuentran, después de una erosión, más
separadas entre sí en el bloque elevado que en el hundido y, si se trata de una falla normal o
inversa, los desplazamientos aparentes tienen sobre el mapa sentidos opuestos; lo contrario
sucederá si se trata de un sinforme. Si sobre el mapa, capas con distinta posición tienen
aproximadamente la misma separación y el desplazamiento aparente es en el mismo sentido
(Figs. 9.15B y 9.16C), la componente horizontal del desplazamiento predomina sobre la
componente en buzamiento, en cuyo caso se observa además que los materiales más antiguos
(o más modernos) no se sitúan preferentemente sobre un lado de la falla. Es claro que pueden
existir todos los casos intermedios entre los dos citados. Cuando la falla corta a una sucesión
homoclinal, no se puede conocer, a partir de datos exclusivamente cartográficos, el tipo de
desplazamiento ni, por tanto, el tipo de falla de que se trata. Si, mediante los métodos que
acabamos de exponer, determinamos la dirección y sentido del desplazamiento neto, la
utilización de esta información conjuntamente con la posición del plano de falla nos permite
determinar el tipo de falla de que se trata.
9.13
Figura 9.14. Aspecto de una falla en fotografía aérea (A) y sobre el terreno (B y C) (Ilarduia, Alava). En A, la
flecha indica la situación de la falla, que se presenta como una hendidura y que desplaza las calizas cretácicas, de
manera que el bloque NW parece desplazado relativamente hacia el WSW. En B se comprueba sobre el terreno
que la falla coincide con una angosta hendidura como resultado de la fácil erosión de las rocas de la zona de
falla. Se observa además la presencia de largas fibras minerales de calcita, cuyo detalle puede verse en C. Dichas
fibras son subhorizontales, lo que indica que se trata de una falla de desplazamiento en dirección.
Figura 9.16. Esquemas en planta que muestran el efecto cartográfico que produce una falla que corta un
anticlinal, con charnela inclinada al W, en un terreno plano y horizontal (las materiales verdes oscuros, al estar
en el núcleo del pliegue, son los más antiguos). A, falla normal; el bloque elevado e inferior es el oriental. B,
Falla inversa; el bloque elevado y superior es el occidental. C, Falla con desplazamiento en dirección.
Rocas de falla
En las zonas de falla, tienen lugar a menudo profundas transformaciones en las rocas,
originándose las llamadas rocas de falla. Estas pueden ser de tipos muy diversos, dependiendo
de las condiciones en que se originen. Atendiendo al mecanismo de formación se pueden
dividir en tres grupos:
- Rocas cataclásticas. Se caracterizan por no presentar foliación y estar constituidas por
fragmentos angulosos embebidos en una matriz. Dentro de este grupo se distinguen las
siguientes rocas o grupos de rocas:
· Serie de las brechas. Presentan un porcentaje en matriz inferior al 30%. Dependiendo
del tamaño de los fragmentos se clasifican en:
·· Megabrechas. Tamaño de los fragmentos superior a 0,5 m.
·· Brechas. Tamaño de los fragmentos entre 1 y 500 mm.
·· Microbrechas. Tamaño de los fragmentos entre 0,1 y 1 mm.
· Harina de falla (“fault gouge”). Se trata de material incoherente cuyo porcentaje en
matriz es inferior al 30%. Los fragmentos son inferiores a 0,1 mm.
· Serie de las cataclasitas. Presentan un porcentaje en matriz superior al 30%. Sus
fragmentos presentan habitualmente un tamaño inferior a los 10 mm. Dependiendo del
porcentaje en matriz se clasifican en:
·· Protocataclasitas. Porcentaje en matriz entre el 30 el 50%.
·· Cataclasitas. Porcentaje en matriz entre el 50 y el 90%.
·· Ultracataclasitas. Porcentaje en matriz superior al 90%.
- Rocas miloníticas (o serie de las milonitas). Se trata de rocas fuertemente foliadas y con una
marcada lineación de minerales sobre las superficies de foliación. Se desarrollan
principalmente a partir de rocas cuarzosas o cuarzo-feldespáticas y están constituidas por
granos fuertemente alargados (con forma de tiras) embebidos en una matriz de pequeños
granos. Dependiendo del porcentaje en matriz se clasifican en:
· Protomilonitas. Porcentaje en matriz entre el 10 y el 50%.
9.15
Figura 9.17. Elementos geométricos que pueden definirse en los cabalgamientos y mantos de despegue en un
corte realizado a lo largo de la dirección del movimiento. En la figura, no se han tenido en cuenta los efectos de
la erosión y de la sedimentación, que darían lugar a una eliminación de material en las zonas elevadas y a un
depósito en las zonas deprimidas. A, cabalgamiento basal; B, falla lístrica contraccional; C, zonas planas; D 1,
rampas de bloque inferior; D2, rampas de bloque superior; E, bloque superior (o cabalgante); F, bloque inferior
(o cabalgado); G, culminaciones; H, paredes de culminación.
9.16
Figura 9.20. Corte geológico a través de un sistema imbricado y de un “horse”. A, B, C, D, E y F son puntos de
bifurcación.
9.22). En términos más generales, un dúplex puede definirse como un conjunto imbricado de
“horses”. La forma de la sección transversal de un dúplex está controlada por la geometría de
los “horses” constituyentes, es decir, por el espaciamiento entre los cabalgamientos y el
trazado y desplazamiento de éstos. Boyer y Elliot (1982) han clasificado los dúplex (Fig.
9.21) en:
Figura 9.22. Fotografía de un dúplex a la escala de afloramiento e interpretación del mismo en la parte inferior
de la figura. 1, cabalgamiento superior; 2, cabalgamiento inferior. Areniscas y pizarras carboníferas (Lower
Long Beak; Cornualles; Inglaterra).
9.19
- Dúplex buzando hacia las zonas internas (“hinterland dipping duplex”); en él, los
cabalgamientos de los “horses” buzan en el sentido contrario del desplazamiento.
- Apilamiento antiformal (“antiformal stack”).
- Dúplex buzando hacia las zonas externas (“foreland dipping duplex”); los cabalgamientos
de los “horses” buzan en el mismo sentido del desplazamiento. Es el caso menos frecuente.
Los dúplexes pueden originarse de diversas maneras. Una vía posible de desarrollo se muestra
en las Fig. 9.23.
Figura 9.23. Modo de desarrollarse un dúplex por aparición de sucesivos cabalgamientos en el bloque inferior
(según Boyer y Elliot 1982). S0, S1, S2 y S3, sucesivas superficies de cabalgamiento; B 1, B2, B3, B4 y B5, puntos
de bifurcación. Se muestran además los desplazamientos de S1, S2 y S3.
flexiones monoclinales espaciadas que, en conjunto, dan lugar a anticlinales o sinclinales con
la zona de cresta o de seno plana. Estas estructuras se denominan «culminaciones» y los
flancos son las paredes de la culminación (“culmination walls”) (Figs. 9.17 y 9.18). Cuando
una pared de culminación tiene una dirección paralela a la de desplazamiento del
cabalgamiento se le denomina «pared de culminación lateral». Una masa de roca situada
sobre una rampa frontal de bloque superior y que buza en la dirección de transporte se
denomina «pared de culminación frontal», mientras que se denomina «pared de culminación
dorsal» a la que se desarrolla sobre una rampa de bloque inferior frontal y que buza en el
sentido opuesto a la dirección de transporte. Las paredes de culminación oblicuas son las que
presentan orientaciones intermedias entre las anteriores. Un plegamiento originado de esta
manera, es decir por el desplazamiento de un bloque superior moviéndose sobre una
superficie no plana, recibe el nombre de «plegamiento por flexión de falla» (“fault-bend
folding”) (Figs. 9.17 y 9.18). En este tipo de pliegues, el espaciamiento entre antiformes
depende del espaciamiento entre las rampas y la amplitud refleja el valor de la duplicación
estratigráfica debida a la rampa.
Otro mecanismo diferente al descrito hasta ahora para originarse pliegues asociados a
cabalgamientos se conoce con el nombre de «plegamiento por propagación de falla» (“fault-
propagation folding”) (Fig. 9.19), término que se refiere al plegamiento en el entorno de una
línea terminal al propagarse un cabalgamiento. Este es el tipo de pliegues asociados a
cabalgamientos ciegos.
Asociados a los cabalgamientos, pueden aparecer además otros tipos de pliegues, como
son los pliegues despegados sobre una zona plana del cabalgamiento, y que pueden
compensar total o parcialmente el desplazamiento de éste, o los pliegues que a veces se
generan en las zonas de rampa por deformación dúctil, con un componente importante de
cizalla simple a través de las capas, en las inmediaciones del cabalgamiento.
Otros cabalgamientos que forman parte a menudo de la estructura interna de las
unidades alóctonas son los cabalgamientos retrovergentes (“back thrusts”), que pueden
definirse como cabalgamientos en los que el desplazamiento presenta un sentido opuesto al
del cabalgamiento principal. Un cabalgamiento de este tipo, conjuntamente con el
cabalgamiento basal y otro cabalgamiento de vergencia normal, delimitan a veces un área
denominada «zona triangular» (Fig. 9.25). La parte de la lámina cabalgante limitada por el
cabalgamiento basal y el retrovergente consituye una estructura plegada que recibe el nombre
de “pop-up”.
Figura 9.27. Secuencias de desarrollo de los cabalgamientos: A, secuencia “forward”; B, secuencia “hinward”.
Los números sobre los cabalgamientos indican el orden de aparición de éstos. Según Butler (1982).
Figura 9.29. Asociación de fallas normales tipo «modelo del dominó». (según Ramsay y Huber 1987).
Figura 9.33. Estructuras que pueden compensar geométricamente el movimiento de fallas de desplazamiento en
dirección. A, estado inicial; B, C y D, compensación mediante estructuras generadas por compresión (pliegues o
cabalgamientos) en los extremos de la falla; E, compensación por distensión en los extremos de la falla; F, fallas
de desgarre afectando a un plegamiento. Los tipos C y E corresponden a las denominadas «fallas
transformantes» en la Tectónica de Placas.
A veces, las fallas en dirección presentan una disposición tal que la terminación de una
de estas fallas se corresponde con la aparición de otra, lo cual recibe el nombre de
«disposición escalonada» (Fig. 9.34); en tal caso, en la zona existente entre los extremos de
las dos fallas adyacentes se originan diversos tipos de estructuras para acomodar los
desplazamientos de ambas (Ramsay y Huber 1987). Si el sentido de movimiento de las fallas
es tal que tiene a producir una compresión en la zona entre ambas fallas (Fig. 9.34A), en esta
se desarrollan pliegues y cabalgamientos, originándose una zona elevada (“uplift”) con planta
romboidal. Si, por el contrario, el sentido de cizalla de las fallas tiende a estirar la zona
comprendida entre ambas fallas (Fig. 9.34B), se originan fallas normales, que pueden
asociarse para formar fosas y convertirse éstas en cuencas receptoras de sedimentos con
planta romboidal, y que reciben el nombre de «cuencas pull-apart».
Un efecto similar al descrito se produce cuando una falla con desplazamiento en
dirección cambia la dirección de su trazado y éste presenta una geometría escalonada. En este
caso, se originan problemas de espacio que pueden conducir a compresiones o distensiones
locales (Fig 9.35). Como consecuencia, a veces, el desplazamiento en dirección va asociado a
una compresión o a una distensión en una dirección perpendicular u oblicua a la falla. Se
habla en tales casos de una transpresión (Fig. 9.35A) o de una transtensión (Fig. 9.35B)
respectivamente. Como resultado de éstas pueden aparecer pliegues o fallas asociados a la
falla mayor, produciéndose a veces asociaciones estructurales que se denominan «estructuras
en flor» (Fig. 9.36), que pueden ser positivas, cuando están asociadas a una transpresión, o
negativas, cuando lo están a una transtensión.
9.28
Figura 9.35. Zona de transpresión (A) y zona de transtensión (B) asociadas a fallas de desplazamiento en
dirección con trazado escalonado (según Ramsay y Huber 1987).
Al igual que en otros tipos de fallas, en las fallas de desplazamiento en dirección pueden
desarrollarse “horses” y dúplexes cuando se produce un cambio en el trazado de la falla
comparable a las rampas de los cabalgamientos y de las fallas normales. En la Fig. 9.37 se
muestran ejemplos del desarrollo de tales estructuras.
9.29
Figura 9.37. Diagramas en planta que ilustran el desarrollo de “horses” en una zona de transpresión (A) y en una
zona de transtensión (B) asociadas a fallas de desplazamiento en dirección (Según Park 1988).