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ejemplo, es habitual observar como en las cuarcitas, las capas plegadas presentan un espesor
constante y una fracturación abundante, mientras que en las pizarras aparecen las capas
engrosadas en las zonas de mayor curvatura, presentando además una fracturación escasa. En
este caso, es claro que las cuarcitas se comportan como una roca competente, mientras que las
pizarras lo hacen como una roca incompetente. Generalmente, estos términos se usan con un
significado relativo y se habla de diferencia o contraste de competencias para resaltar esta
desigualdad de comportamientos.
Figura 7.2. Influencia de la anisotropía (clivaje) en las Pizarras de Martinsburg (Estados Unidos) en el ángulo
que forman las fracturas de cizalla con la dirección del esfuerzo principal 1 (Según Donath 1963).
7.4
En la Fig. 7.4, que representa las curvas esfuerzo-deformación para diversas presiones
de confinamiento en el mármol de Carrara, se observa que para altas presiones de
confinamiento el comportamiento es completamente dúctil, lo que significa que pueden tener
lugar grandes deformaciones sin pérdida de resistencia. Así mismo, se observa que existe un
valor, no bien definido, de la presión de confinamiento en el que hay una transición del
comportamiento frágil al dúctil. Para esta presión, la pendiente de la curva esfuerzo-
deformación se anula. Estos resultados nos permiten establecer una tercera conclusión:
- Al aumentar la presión de confinamiento, se favorece el paso de un comportamiento frágil a
un comportamiento dúctil. Además, dentro del campo dúctil, dicho aumento de presión
lleva consigo un aumento del endurecimiento por deformación de la roca (Fig. 7.4).
Con relación a la anisotropía, es preciso destacar que la influencia de este factor en la
deformación y fractura de la roca disminuye al aumentar la presión de confinamiento.
7.6
INFLUENCIA DE LA TEMPERATURA
La temperatura T en el interior de la corteza terrestre aumenta con la profundidad z.
Para describir tal aumento, se utiliza habitualmente el gradiente geotérmico (dT/dz), el cual
varía de unas zonas a otras en función del contexto geológico. Este gradiente se ha podido
deducir a partir de datos obtenidos en minas o en sondeos. Sus valores más bajos son del
orden de 10ºC/km, y corresponden a fosas asociadas a zonas de subducción (metamorfismo en
facies esquistos azules), mientras que los valores más elevados pueden superar los 100ºC/km,
y se encuentran localizados en áreas con un vulcanismo activo. El valor medio de este
gradiente se estima en unos 30ºC/km. Los ensayos experimentales indican que, en general, un
aumento de la temperatura en la deformación de una roca conduce a (Figs. 7.7 y 7.8):
- Una disminución de su módulo de Young y un decrecimiento del esfuerzo de fluencia.
- Una disminución de la resistencia.
- Un aumento de la deformación dúctil previa a la fractura y a una disminución del
endurecimiento por deformación.
Se observa además que, a temperaturas elevadas (unos 800ºC en el caso de las rocas de
la Fig. 7.7), el comportamiento de la roca se acerca mucho a un comportamiento elástico-
perfectamente plástico. Otro aspecto importante es que, en algunas rocas, un aumento de
temperatura puede conducir a cambios químicos que conllevan cambios en el comportamiento
mecánico. Esto es particularmente relevante en el caso de minerales hidratados.
Velocidad de deformación
Una de las mayores dificultades que presentan los ensayos experimentales de
deformación de rocas a la hora de comparar sus resultados con los del proceso de deformación
natural es que las valocidades de deformación geológicas son muy bajas y no pueden ser
reproducidas en el laboratorio. Una estimación clásica de la velocidad de deformación en la
naturaleza es la realizada por Whitten (1956), quien a partir de medidas en la falla de San
Andrés obtuvo un valor de 3 1014 s1, que ha sido considerado durante largo tiempo como
un valor representativo de la velocidad de deformación geológica. White (1975), a partir de la
relación entre el esfuerzo y la velocidad de deformación en cuarcitas deformadas, obtuvo una
velocidad de deformación igual a la obtenida por Whitten, para una temperatura de 350ºC y
un esfuerzo diferencial de 10 MPa, valores muy realistas desde el punto de vista geológico.
7.9
Fyfe y otros (1978) consideran que las velocidades de deformación en la naturaleza oscilan
generalmente entre 1010 y 1014 s1, aunque pueden existir movimientos más rápidos o más
lentos. Ejemplos de deformaciones rápidas han sido dados por Sibson (1982, 1983, 1984) que
ha estimado velocidades de deformación del orden de 1010 s1 para movimientos en algunas
partes de la falla de San Andrés (California).
En los ensayos experimentales para determinar la influencia de la velocidad de
deformación en el comportamiento de las rocas, se mantiene dicha velocidad constante a lo
largo del experimento y se registra el esfuerzo y la deformación. Dichos experimentos son de
larga duración y se denominan experimentos con velocidad de deformación controlada. Las
velocidades más pequeñas conseguidas en la deformación experimental de las rocas son del
orden de 10-8 s-1 y caen, por tanto, fuera del intervalo de la velocidad de deformación
geológica habitual. Esto constituye una dificultad, hasta el momento insalvable, de los
experimentos a la hora de considerar sus resultados como representativos de la deformación
geológica. Esto hace que sea necesario extrapolar dichos resultados a velocidades
geológicamente realistas para interpretarlos correctamente. No obstante, los análisis
experimentales permiten obtener unas conclusiones generales acerca de la influencia de la
velocidad de deformación en el comportamiento reológico de las rocas, que deben ser
razonablemente válidas para velocidades de deformación geológicamente representativas. En
este sentido, se observa que una disminución en la velocidad de deformación produce un
efecto similar al que produce un aumento de la temperatura, y conduce a (Fig. 7.9):
- Un decrecimiento del esfuerzo de fluencia y, por tanto, a una disminución del campo
elástico. A veces el módulo de Young también disminuye, mientras que otras veces se
mantiene constante.
- Un decrecimiento de la resistencia.
- Un decrecimiento del endurecimiento por deformación y, por consiguiente, un aumento de la
facilidad de deformación dúctil. A bajas velocidades de deformación, el comportamiento de
las rocas se aproxima al modelo elástico-perfectamente plástico.
7.10
Historia de la deformación
En los comportamientos plásticos, la deformación, en un momento dado, depende de la
historia previa de la deformación del material que se considera. Puede decirse “a priori” que,
en la naturaleza, este efecto es muy importante, ya que las rocas se ven muchas veces
sometidas a más de un período de deformación. Además, en la naturaleza las direcciones de
los esfuerzos principales suelen cambiar entre deformaciones, por lo cual los efectos de la
historia de la deformación deben valorarse para direcciones de esfuerzos constantes y
variables.
Para investigar este factor Donath (1970) deformó primero grandes cilindros de roca
hasta un porcentaje determinado, que constituye la "predeformación", y luego ahuecó el
centro de la muestra y obtuvo un cilindro más pequeño para la posterior deformación
adicional. Esto puede verse en la Fig. 7.10, donde se muestran dos muestras "padres", una con
"muestra hija" coaxial y otra con "muestra hija" transversal. La deformación de estas muestras
(Fig. 7.11) permite deducir lo siguiente:
- La "muestra hija" coaxial es más resistente que la transversal y que la muestra previamente
indeformada.
- La "muesta hija" transversal se deforma más, para esfuerzos bajos (menores de 200 MPa),
que las otras dos, pero luego la resistencia se hace mayor que la de la "muestra padre".
Estos resultados sugieren que, en la naturaleza, se requieren para una segunda
deformación esfuerzos mayores que para la primera si la orientación de los esfuerzos
permanece constante.
11 p 12 13
e 21 22 p 23
31 32 33 p
donde las componentes ij son las del esfuerzo en el caso de roca sin fluidos. Si existe un
fluido en los poros de la roca, el esfuerzo a considerar en su comportamiento reológico será
siempre el esfuerzo efectivo. Así, en el caso de fractura de cizalla en una roca con una presión
del fluido p, el criterio de fractura de Coulomb se escribe así:
C ( p) C (1 )
7.12
ya que p = De esta expresión se deduce que, si aumenta la presión del fluido p (o ), el
valor de para la fractura disminuye, lo que quiere decir que la roca rompe más fácilmente.
Desde el punto de vista geológico estos resultados tienen gran importancia, en el desarrollo
de fallas y diaclasas.
generación de altas presiones de poro producidas por la relajación de la fase fluida durante la
reacción correspondiente.
Disolución por presión.- La presencia de una película de agua favorece la deformación de las
rocas por disolución de material en las partes de los granos sometidos a mayor esfuerzo
compresivo y precipitación en las zonas de menor esfuerzo compresivo.
CONCLUSION
Del análisis realizado sobre la influencia que tienen en el comportamiento de las rocas
los factores que intervienen en la deformación natural de éstas, se deduce que, en zonas
profundas de la corteza, donde existen presiones y temperaturas elevadas, donde los esfuerzos
aplicados son bajos y actúan durante largo tiempo y donde la velocidad de deformación es
muy pequeña, cabe esperar un predominio de la deformación dúctil, de forma que el campo
elástico y la fractura frágil, si es que existen, tendrán un carácter muy restringido. El
comportamiento reológico que resultará, presentará probablemente una combinación de
propiedades viscosas y plásticas, tratándose, en la mayor parte de los casos, de un
comportamiento no lineal. En zonas superficiales de la corteza, las componentes elásticas
pueden presentar mayor importancia, aunque también existirán componentes plásticas y/o
viscosas. En estos casos, la fractura frágil es también un fenómeno frecuente y puede estar
favorecida, en muchas ocasiones, por la existencia de altas presiones de poro. Estas
predicciones, que se basan en la deformación experimental de las rocas, están de acuerdo con
las características de las estructuras que se desarrollan en la naturaleza y concuerdan por
tanto, con el comportamiento de las rocas que cabe suponer a partir de la experiencia
geológica.