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En la introducción dijimos que nuestro propósito era explorar las fuerzas y los factores que
modelan la personalidad y tratar de descubrir qué hace que seamos como somos. Hemos
analizado cerca de dos docenas de teorías, desde la obra de Sigmund Freud de principios del siglo
xx, hasta los planteamientos contemporáneos del siglo xxi. Hemos cubierto tantos enfoques y tan
variados que usted tal vez haya llegado a la conclusión de que el campo de la personalidad se
caracteriza más por el caos que por la certidumbre, por las diferencias que por las coincidencias.
¿Cuál teoría es correcta? ¿Cuál resuelve el rompecabezas de la personalidad? La respuesta más
completa que podríamos sugerir es que todas las teorías hablan de factores que influyen, en cierta
medida, en la configuración de nuestra personalidad. Cada teórico ha aportado piezas vitales para
armar el rompecabezas. Ha llegado el momento de analizar esas piezas para tratar de ver el
cuadro completo. Resumiremos estos puntos de vista en un breve sumario general de los temas, o
factores, que han surgido de la obra de los distintos teóricos.
■ El factor genético
■ El factor ambiental
■ El factor de la conciencia
En ocasiones, a las teorías se les califica con términos despectivos. “Después de todo”, dice la
gente, “¡No es más que una teoría!” Se acostumbra suponer que son vagas, abstractas y
especulativas; en realidad, meras conjeturas o presentimientos. Todo lo contrario de los hechos.
Es verdad que una teoría no fundamentada en resultados de investigaciones no pasa de ser una
mera suposición. Sin embargo, un enorme volumen de datos carecerá de significado a menos que
estén organizados dentro de algún marco o contexto explicativo. Una teoría ofrece el marco que
simplifica y describe los datos en una forma lógica. Podemos representarla como una especie de
mapa que expresa la interrelación de los datos: trata de estructurarlos e integrarlos en un patrón.
Las teorías son conjuntos de principios con que explicamos una clase particular de fenómenos (en
nuestro caso, las conductas y experiencias relacionadas con la personalidad). Una teoría no será
útil si no puede verificarse, si no estimula la investigación de sus afirmaciones. Es preciso que los
investigadores estén en posibilidades de efectuar experimentos con los cuales decidir qué
aspectos de la teoría han de aceptarse o rechazarse.
TEORÍAS FORMALES Y TEORÍAS PERSONALES
Los científicos no son los únicos que utilizan teorías; ni todas las teorías son propuestas formales
que contienen numerosos postulados y corolarios. Todos nosotros empleamos teorías implícitas
en la interacción diaria con la gente. Tenemos una idea del concepto de personalidad, y hacemos
suposiciones respecto de la personalidad de aquellos con quienes tratamos. Muchos
reflexionamos sobre la naturaleza humana en general. Así, quizá creamos que las personas son
esencialmente buenas o que se preocupan por sí mismas únicamente. En ese aspecto una teoría
proviene de nuestras observaciones, las teorías personales se parecen a las formales. Sin embargo,
las teorías formales de la psicología lo mismo que del resto de las ciencias poseen ciertas
características que las distinguen de nuestras concepciones personales. Ante todo se basan en
datos obtenidos de la observación de grandes cantidades de individuos de naturaleza diversa,
mientras que las teorías personales parten de la observación de un reducido número de
individuos, generalmente nuestro pequeño círculo de amigos, parientes o conocidos, además de
nosotros mismos. Las teorías formales son más globales, puesto que cuentan con el apoyo de una
gama más amplia de datos, nos permiten generalizar de manera más eficiente para explicar y
predecir el comportamiento de más tipos de personas.
CARL JUNG
En general, cuando Jung hablaba de la personalidad se refería a la psique, que es un
término griego para definir “espíritu o alma”, de esta manera evitaba la relación de una
división científica de la personalidad en funciones sin relación, proponiendo en su lugar la
integración de todos los aspectos de la personalidad, de hecho describió a toda la
personalidad integrada como el Sí mismo. A Jung le atraía el hecho de que el desarrollo
anatómico del feto contiene la historia evolutiva de la humanidad, la cual se inicia en un
organismo unicelular y se convierte en un producto a término; creía que la psique poseía
un registro de recuerdos y le dio el nombre de inconsciente colectivo, el cual contiene los
arquetipos que son símbolos universales que aparecen en repetidas ocasiones en las
bellas artes, la literatura, los mitos y la religión. Sin embargo, el inconsciente colectivo
refleja el misticismo de Jung, y es el concepto menos aceptado por la corriente principal
de la psicología.