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1° Parcial
Toda sociedad con una idea de superioridad crea su "otro", fabrica su alteridad,
lo diferente, y le impone una serie de estereotipos culturales. No se puede pensar al
hombre sin incluirlo en un colectivo, sin pensarlo en relación con otros, una relación
que no es solo vivida, sino también creada. La Europa Moderna, occidente, ya tenía una
historia escrita de su pasado, que incluía el mundo egipcio. Era una historia “definitiva”
escrita por los autores clásicos de la antigua Grecia y Roma (Assmann, 2005, p. 10)
La historia tenía un límite y un principio. El limite era el universo geográfico
que era histórico (Europa, Egipto y el Oriente cercano) y su principio era la escritura,
como elemento técnico fundante para ser considerado digna de estudio a una sociedad.
Los "otros" no sólo eran mudos, también eran inferiores. Una de las primeras
teorías científicas sobre la diferencia fue el evolucionismo, que contesto el interrogante
de por qué los hombres son distintos mediante el concepto de la evolución. El método
fue el comparativo, paradigma de las ciencias naturales, que no se limitaban a explicar
sino que también conferían significado moral y orden al mundo. Los pueblos del pasado
adquirieron un especial interés, ya no como curiosidad, como cosa exótica, sino como
prueba del pasado del hombre. Los evolucionistas construyeron una otredad que se
basaba en dos operaciones: un desplazamiento desde el presente al pasado, y un descarte
progresivo de adquisiciones culturales. Se introduce así una clasificación cultural
marcada por la sucesión: salvajismo, barbarie y civilización. La inferioridad justificaba
y legitimaba la dominación, la relación de poder de una Europa imperialista.
Y ese presente, y apogeo europeo, tenía un origen, un camino rastreable hacia el
pasado, una sucesión de eslabones de una cadena que se desandaba por la Roma y la
Grecia Clásica y comenzaba en el antiguo Egipto y las civilizaciones de la
Mesopotamia. Esas sociedades eran la “cuna de la civilización” el origen de esplendor
que conectaba de manera unívoca una serie de experiencias históricas, el árbol
genealógico de la Europa moderna. (Liverani, 1995, p. 20)
Otro aspecto a considerar de la mirada evolucionista es su concepción de
universalidad, al tratar de anular la diversidad de la experiencia humana, el pasado se
puede representar y expresar como un conjunto único, con ciertas leyes que van a regir
la historia y sus transformaciones de manera previsible por un sendero trazado de
antemano.
Con el correr de los años y los diversos estudios sobre la antigüedad otras
formas de leer y aprehender se han posado sobre el pasado, miradas que han criticado la
asimilación de historias diferentes y múltiples a una lógica única. La alternativa a esa
asimilación fue quebrar el universalismo, enfocando diferentes procesos históricos,
diferentes maneras por las cuales se constituyen las relaciones de poder y desigualdad, y
se configuran los distintos tipos de encuentros y sociedades.
Tanto en Assmann como en Cervelló se puede apreciar miradas alternativas al
estudio de la antigüedad. Assmann propone una “historia de los sentidos” para acercarse
al mundo del antiguo Egipto a través de cómo se pensaban ellos y su pasado, las
“ficciones de coherencia, con cuya ayuda los egipcios organizaban sus recuerdos y sus
experiencias” (Assmann, 2005, p. 15). Es por eso que presenta tres registros: huellas,
mensajes y memorias. Tres formas de acceder a las fuentes desde la arqueología, desde
el desciframiento del registro escrito y epigráfico, y desde lo mitológico, esto último no
como oposición a lo histórico sino más bien como memoria colectiva.
También Cervelló va a encarar el estudio de Egipto desde la matriz del
pensamiento mítico. Para él es fundamental estudiar los sistemas religiosos de las
sociedades no occidentales, ya que es en ellos donde encuentra los elementos que
estructuran su realidad cultural. Y va a presentar tres características del discurso mítico
que se contraponen al discurso lógico occidental: repetición, integración y
poliocularidad, en oposición a singularidad, clasificación y linealidad (Cervelló, 1996,
p. 14).
La percepción del pasado en el discurso mítico hace que los actos cobren
sentidos no por su singularidad sino por su repetición, por su capacidad de reiterar
ciertos arquetipos, ciertos actos de origen sagrado que determinan lo social.
La segunda característica es la integración, en contraposición a la idea occidental
de clasificación que pone fronteras precisas a las cosas a partir de ciertas cualidades. En
cambio en el universo mítico estas fronteras no son definitivas, son permeables,
permiten que dos cosas que a nuestra vista se presentan como cualitativamente distintas
puedan coexistir de manera integrada. Es interesante ver como esta integración se
presenta de manera acabada en religiones politeístas, donde la multiplicidad de deidades
se funden con la naturaleza en contraposición del credo monoteísta en donde un dios
único se separa de la naturaleza y es quien la crea y la domina.
Y la tercera característica es la poliocularidad, una multiplicidad de
aproximaciones, la capacidad de percibir dioses o ideas bajo aspectos diversos y luces
cambiantes. El discurso ya no es lineal sino multiplánico.
Otro aporte que menciona Cervelló es la contextualización que hace del antiguo
Egipto como una cultura africana (Cervelló, 1996, p. 25). No asumirla como una cultura
oriental o mediterránea al asociarla a la idea de cuna de la civilización por su gran
desarrollo urbanístico y tecnológico, sino también al peso que tenía en materia religiosa
occidental la historia que allí vivió el pueblo hebreo.
Estas miradas del pasado muestran la existencia de otro tipo de subjetividad en
relación al pensamiento occidental. La construcción de representaciones específicas que
no necesitarían ser sometidas a ningún modelo general o unificador. Historias plurales
en lugar de una única referencia general.
2) Describa las formas de vida de las comunidades neolíticas en el Cercano Oriente
y en el valle del Nilo, explicando la relación que podría haber existido entre el
parentesco, la reciprocidad y las nociones sobre la vida en el más allá. Recuerde
ubicar estas comunidades tanto en tiempo como en espacio.