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La historia de América Latina y del resto de los países subdesarrollados y geográficamente ubicados mayoritariamente al
sur del globo terráqueo, ha sido fundamentalmente escrita a partir de parámetros ajenos, impuestos.
Nuestra historia ha sido una reproducción de la cosmovisión del mundo a partir de una cultura dominante: la Europea-
occidental.
Muchas de las perspectivas historiográficas que intentan ser distintas caen en los mismos errores, al pretender no solo enjuiciar
sino al circunscribir la historiografía en una leyenda blanca, donde colonización fue igual a universidades, a progreso, a cultura, y
para otros una leyenda negra: esclavitud, usurpación, intolerancia, etc. Lo cierto es que ambas reflejan es dicotomía de amor y
odio con la que hemos escrito nuestra historia.
Esta percepción historiográfica nos lleva a percibir el siglo XIX, Era Republicana, como si la realidad fuera producto solo
de la gesta independentista. Se produce una negación de la etapa colonial y en contra partida una exaltación a los
héroes de la independencia, se personaliza la historia perdiendo su carácter colectivo.
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“Para los pobladores de América Latina, que tienen un espacio común y una evolución histórica tan interrelacionada y coincidimos
que resulta importante la enseñanza de la historia que exhiba la relación espacial y cronológica entre lo local, lo
nacional, lo continental en sus relaciones con el resto del mundo". Javier Ocampo López, Elías Pino Iturrieta, José María
Murria.
Introducción.
Desde el nacimiento del Homo sapiens (al menos hace cien mil años), y el hombre ha tenido necesidad de preguntarse
sobre sí mismo, qué es, por qué es lo que es, de dónde viene, y todo esto intenta comprenderlo a partir de establecer
divisiones temporales: el hoy; presente, el tiempo que vendrá; futuro y un tiempo que pasó: Un tiempo histórico.
Este tiempo histórico estuvo en un principio determinado por un pensamiento místico; creencias que guiaban nuestro
proceder, luego con el surgimiento de las grandes civilizaciones y de las grandes religiones monoteístas, surge una
corriente de la historia evidentemente comprometida con esta visión deista. La historia es estudiada como evolución del
hombre hacia la perfección divina.
Con el surgimiento de la edad moderna, los pensadores ilustrados darían a la historia la concepción de un proyecto
iluminado de transición y cambios constantes hacia la felicidad plena de la humanidad. Es en este nivel donde la historia
como cosmovisión del hombre logra su mayor auge, una historia que da sentido a la unidad de la humanidad.
El surgimiento de la historia como ciencia a partir del siglo XIX, sí bien logra establecer algunas diferencias con la
concepción de una historia universal – única y homogénea- en el fondo también asume, al igual que todas las otras ciencias, el
discurso de un meta relato salvador, orientador de civilizaciones. Esto lo veremos en el surgimiento de una historia nacional,
regional – local que impulsa los nuevos etnocentrismos, una legitimación de un Estado de supuesta superioridad histórica sobre
los otros.
Esta periodización entre una prehistoria y una historia crea una ruptura artificial en el tiempo histórico que lo hace poco
comprensible.
Para Habermas, en esta perspectiva evolucionista de la historia de la humanidad entra por igual el materialismo histórico.
Mientras que para el idealismo (la ilustración) la HISTORIA es la historia de las ideas, para el Marxismo es la historia de los
medios de producción, pero ambos coinciden en el sentido progresista y liberador que le dan a la HISTORIA.
El tema de la identidad ha sido harto discutido pero aún sigue siendo un tema relevante. Existen identidades espaciales:
locales, nacionales, regionales, y hasta universales, por el simple hecho de ser seres humanos, distintos pero seres humanos que
habitamos este planeta tierra: pero existen identidades más complejas de carácter étnico – cultural, político y económico
que pueden formar parte de la división espacial anterior, pero no son idénticas.
El término identificación, como sinónimo de lo que le da unidad y coherencia a un colectivo, es un concepto heterogéneo;
para algunos este reúne una especie de revalorización cultural de la superioridad de una sociedad sobre otra; para otros es un
concepto de manipulación de los sectores elites de una sociedad que por el proceso de alineación hacen que las grandes
mayorías (diversidad étnica cultural y social) sientan y padezcan lo que en realidad son los sentimientos e intereses de esta elite,
y en este mismo orden están quienes consideran que el término identidad no define nada.
Por el contrario intelectuales como Samuel P. Huntington (1997) en su obra El Choque de Civilizaciones, insiste en que el
problema de la identidad cultural es uno de los de mayor importancia, no sólo para los académicos sino para la población en
general: Los años noventa han conocido la explosión de una crisis de identidad a escala planetaria, casi en cualquier parte a
donde se volviera la vista, la gente ha estado preguntándose ¿Quiénes somos?, ¿A dónde pertenecemos? Y ¿quién no es de los
nuestros?.
La historia latinoamericana, comienza a escribirse desde el diario del Almirante Colón, no es una historia académica, pero al
fin pretende explicar desde afuera qué somos, de dónde venimos, y hacia dónde vamos: éramos bárbaros, sin religión
monoteísta, sin dominio de la tecnología (hierro, pólvora). Fundamentalmente ubicados en el paleolítico, por no haber trabajado
con los metales pero paradójicamente capaces de crear las obras arquitectónicas que aún causan envidia en Europa y
Norteamérica. Esta visión marcadamente occidentalizada demarca los antecedentes de nuestra primera historiografía, cargada de
etnocentrismo, de mitología, de prepotencia cultural y religiosa y de una ambición desmedida. América tierra nueva, ingenua,
necesita de un gran impulso salvador (más no modernizante) representado por la madre Europa, acabar con las culturas
existentes y reconstruir sobre bases europeas (pero en condiciones de dependencia con ésta) es el único sentido de su
historia: negación y progreso.
Esta visión histórica va a ser dominante en Europa y en nuestra clase criolla hasta finales del siglo XVIII, con el advenimiento de
los estudios científicos. Desde entonces comienza a reinscribirse una historia en Europa que es portadora del discurso
científicista que profundiza la perspectiva euro-céntrica con pretensiones enciclopedista y universalista.
Fue Hegel quien por primera vez se refirió a América como un continente prehistórico por su imposibilidad de haber constituido un
Estado, desconociendo la existencia de nuestras ciudades- estados precolombinos, y aún más el desarrollo de grandes imperios y
civilizaciones (Maya, Azteca, Inca) No hay historia, entramos a la historia con Europa, según esta visión predominante en la
Europa de Hegel, Kant y Marx, América no es una sociedad histórica es sólo una geografía. Esta historiografía no reconoce
las diferencias sino Las supuestas inferioridades y esta inferioridad ya no es explicada a partir de parámetros religiosos sino
científicos, según lo cual nuestra naturaleza, nuestro hombres no habían logrado su total evolución.
De esta visión eurocentrista se harían eco muchos de nuestros grandes intelectuales en el siglo XIX, q ue sin estudiar a
profundidad nuestra historia aborigen, en defensa de un proyecto iluminista y de modernización al estilo europeo, reproducirían
este eurocentrismo. Así lo hicieron la mayoría de nuestros intelectuales.
La Historia de América Latina y del resto de los países hoy llamados subdesarrollados y geográficamente ubicados
mayoritariamente al sur del globo terráqueo, ha sido fundamentalmente escrita, tanto por propio como extraños, a partir de
parámetros ajenos, impuestos. Nuestra historia ha sido una reproducción de la cosmovisión del mundo a partir de una
cultura dominante: la europea- occidental. Nuestro nacimiento, nuestra existencia solo se explica a partir de 1942, antes
es barbarie, primitivismo, edad de piedra. La Era hispánica, margina, niega una existencia de una cultura milenaria, de un
desarrollo en ciertas áreas del saber humano tan o más importante que los alcanzados por Europa. Ciertamente
“descubrimiento” no sólo es una infeliz expresión: es un reflejo de una concepción que tiene a Europa como el eje de la
“Historia Universal”. Es la expresión de una visión eurocentrista de la historia. Mediante ella los pueblos “descubiertos”,
salen de la prehistoria y entran a la historia:
La Europa del siglo XV no es ni remotamente la que es hoy, se hizo al calor del proceso de dominación sobre los territorios
supuestamente descubiertos.
La Etapa Colonial es planteada como la de la civilización para América y Africa: el genocidio, la ocupación, la negación, la
intolerancia, la esclavitud, la marginalización de las mayorías es considerada como manifestación de nuestra entrada a la etapa
civilizadora. Muchas de las perspectivas historiográficas que intentan ser distintas caen en los mismos errores, al pretender no
sólo enjuiciar sino al circunscribir la historiografía en una leyenda blanca, donde colonización fue igual a universidades, a
progreso, a cultura y para otros una leyenda negra: esclavitud, usurpación, intolerancia, etc. Lo cierto es que ambas reflejan esa
dicotomía de amor y odio con la que hemos escrito nuestra historiografía. Esta percepción historiográfica nos lleva a percibir el
siglo XIX, Era Republicana, como si la realidad fuera producto sólo de la gesta independentista. Se produce una negación de la
etapa colonial y en contrapartida una exaltación a los héroes de la independencia, se personaliza la historia perdiendo su
carácter colectivo.
En nuestra historiografía, desde el siglo XIX hasta la actualidad, ha sido dominante la historia de las grandes batallas,
grandes héroes, grandes caudillos, grandes partidos políticos: Conservadores y Liberales. Es por este mismo
determinismo político que nuestra historiografía sigue cargada de muchos juicios valorativos (amor y odio) que lleva a la
exaltación de unos períodos en desmedro de otros. La estructura económica, la cultura y la propia institución política se
desdibujan en beneficio del PERSONALISMO POLÍTICO. Esta es la historia aún predominante en nuestra educación
básica y media.
La corriente histórica marxista a igual que la positivista reniega del pasado aborigen y legitima la colonización, como etapa
necesaria para desarrollar el capitalismo y así aspirar al socialismo.
La historia de América Latina requiere ser replanteada, somos una cultura heterogénea, pero tenemos una identidad
histórica, aborigen, colonial, post independencia. Identidad y diversidad forman parte de esa dialéctica que es América
Latina. Las ciencias sociales y la historia en particular deben replantearse nuevas categorías, nuevos escenarios. Sin que deje de
ser válido, ya no es suficiente decir que somos el producto de la explotación colonial e imperialista y contradictoriamente señalar
que al mismo tiempo contamos con un legado cultural autóctono, casi virgen.
MODULO 1
INTRODUCCIÓN
Podemos hablar de una argentina indígena antes de la llegada de los españoles (1492).
Nuestro actual territorio estuvo ocupado por una variedad de pueblos indígenas con diferentes niveles de desarrollo cultural y
formas de subsistencia: pueblos como los diaguitas, los omaguacas, matacos (norte); huarpes (Cuyo), comechingones (Sierras
de Córdoba); Guaycurúes (Chaco); Guaraníes (Corrientes, Misiones, Litoral); Querandíes, Pehuenches, Araucanos (La Pampa y la
Cordillera) y Tehuelches, Onas (Sur).
En el siglo XVI (la Argentina Colonial), la corona de España creó dos grandes Virreinatos: el de NUEVA ESPAÑA O MÉXICO Y EL
VIRREINATO DEL PERÚ. Parte de nuestro territorio formaba parte del virreinato del Perú.
La fundación de ciudades en el actual territorio argentino se hizo a través de la penetración de tres corrientes pobladoras: la
del Norte (proveniente del Alto Perú), la del Este (España y Asunción) y la del Oeste (Chile); existiendo grandes áreas de
ocupación indígena como el Gran Chaco y la Patagonia, recién usurpada por los blancos criollos hacia fines del siglo XIX.
El Potosí, había ganado la fama de ser el lugar más rico de América, porque allí estaba el cerro donde se sacaba la plata, y se
convirtió en un gran centro consumidor con un alto poder adquisitivo que necesitaba mercaderías para mantener el nivel de
vida que aspiraban estos mineros rápidamente enriquecidos y toda la gente que lucraba alrededor de la industria minera.
Todas estas tierras dependían jurídicamente de la Audiencia de Charcas. Don Juan Matienzo decía en 1566 que era necesario
abrir una puerta a la tierra, es decir, darle una salida al Atlántico a esta enorme extensión que desde el Potosí hacia el sur tenía
ya postas en Tucumán, Santiago del Estero, Córdoba, y así nace Buenos Aires que se va a convertir en la ciudad más pobre para
esa época, marginal, producto del comercio monopólico español. Los porteños empezaron a vivir del contrabando. Era la única
forma de sobrevivir.
La provincia de Cuyo dependía políticamente de la Capitanía General de Santiago de Chile. Y cada ciudad va a ir
especializándose en un determinado tipo de producción.
Buenos Aires, es puerta de entrada del contrabando que proviene de Brasil abasteciendo a través del comercio ilícito al
Tucumán. La Rioja produce (Aguardiente y vino), Catamarca (Tejidos), Santiago del Estero (Tejidos y mulas), Córdoba (ropa),
Tucumán (fabricación de carretas), Salta (ventas de mulas con destino a Potosí, centro minero).
El Tucumán comprendía lo que actualmente sería las provincias de Córdoba, Santiago del Estero, Tucumán, Jujuy, Salta,
La Rioja, Catamarca. En 1617, se crea la gobernación de Buenos Aires.
Buenos Aires no solo era la puerta de introducción de contrabando, sino también la ilegal puerta de salida de la plata de
Potosí, provocando un incontrolable drenaje de divisas. También va a estimular la industria ganadera (vaquerías) producto del
ganado cimarrón que vagaba por la pampa. La exportación de cueros, será la actividad principal.
El interior está permanentemente asediado por los problemas con los indios del Chaco, que en realidad ocupaban la
parte de Salta, Jujuy, Formosa, Santiago del Estero y Santa Fe, y eran un permanente peligro para las ciudades tucumanas.
Durante el siglo XVIII, para una mejor administración se crean dos nuevos Virreinatos: primero el de Nueva Granada
y en 1776 EL VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA. A su vez, los virreinatos tenían otras divisiones políticas territoriales que se
denominaban capitanías, gobernaciones, intendencias. Nuestras tierras dejaron de pertenecer al Virreinato del Perú y quedaron
dentro del Virreinato del Río de la Plata, que también incluían tierras de Uruguay, Paraguay, parte de Brasil, Bolivia y parte de
Chile.
El Noroeste
Entre el 200 a.C. y 1000 d. C., se desarrollaron las culturas Condorhuasi (200 a.C. a 200 d.C.), Tafí, (500 al 800 d.C.)
que corresponden a un período llamado “agroalfarero temprano”.
Como los pueblos gestadores de estas culturas habitaban en aldeas construidas con materiales perecederos, no ha
quedado otro vestigio que su alfarería. Durante el período “alfarero medio” que duró hasta hace unos mil años, la
puesta en práctica de técnicas de regadío permitió la realización de cultivos intensos y el paulatino crecimiento de las
aldeas. Las culturas denominadas de La Aguada (650 a 850 d. C.) y Santa María (1000 a 1480 d.C.) pertenecen a
este período, esta última manifiesta una fuerte influencia incaica.
El NOA (noroeste argentino) es la región que ostenta las culturas indígenas más desarrolladas.
Los primeros establecimientos se estiman que tienen entre 10.000 y 14.000 años de antigüedad.
Los españoles se encontraron con un grupo denominado puneño, que vivía en casas de piedra con techo de
barro y paja; eran pastores de llamas a más de 500 metros de altura donde también cultivaban papa, quinua y tejían
telares. Estos puneños cambiaban o comercializaban charqui y panes de sal, por maíz y otros productos.
Los Omaguaca eran agro-alfareros y hábiles tejedores de la región de la quebrada que buscaban
refugio en los pukará (fortaleza que levantaron para detener las incursiones de los incas).
Los valles de Salta y Catamarca y las zonas circundantes registraron la presencia de varios pueblos que
fueron denominados diaguitas (también Calchaquíes) por los españoles. Vestían al estilo andino, y hablaban
diversos dialectos de una misma lengua (kakana) de la que no quedan vestigios.
Estos pueblos no constituyeron una unidad política: integraron diversas tribus y ayllus, comandados por un
cacique. Practicaron la agricultura intensiva. Conocieron el riego artificial, criaron llamas y recolectaban productos
silvestres.
Es probable que adoraran al Sol. Atribuían gran importancia a los hechiceros, quienes por medio de sus ritos
de fertilidad se constituían en los intermediarios entre los dioses y los hombres. Los muertos eran colocados en
urnas. Los arqueólogos descubrieron gran cantidad de estas urnas funerarias.
Los pueblos diaguitas ofrecieron gran resistencia a la conquista española y los que no fueron duramente sometidos
fueron trasladados (como a los Quilmes a quienes se lo alojó en Buenos Aires).
Región Chaqueña
PUEBLOS QUE HABITABAN EN LA REGION: En los bosques, montes, esteros y ríos de la región
desarrollaron sus propias pautas culturales:
los Abipones (desde el norte de Santa Fe),
los Mocobí (ambas márgenes del Bermejo),
los Toba (ambas márgenes del Pilcomayo) junto con los Pilagá.
ASPECTO ECONOMICO: Algunos de estos pueblos eran preferentemente pescadores y otros cazadores pero
todos eran recolectores de miel, frutos y raíces.
Además de flechas de madera construyeron un arma más contundente, el garrote o makana, con que cazaban a
animales del monte (pecaríes, tapires, jaguares y carpinchos, etc.) Usaban trampas para zorro, nutrias y monos con
cuyas pieles construían sus toldos y sus mantos. Para la caza del ñandú empleaban boleadoras.
UBICACIÓN GEOGRAFICA:
En la región chaqueña central se encontraban los Matacos que, aunque cazadores especializados en
animales del monte, fueron también plantadores temporarios (maíz, tabaco) al igual que los Tonocoté.
Los Vilela se distribuían en parte del Chaco Salteño, Chaco y Santiago del Estero. Eran agricultores con
un ponderable grado de desarrollo, pues practicaban la rotación de la tierra y utilizaban el guano de las
llamas como abono. Se distinguieron, además, como orfebres, tallistas y ceramistas.
Por la zona chaqueña occidental y hasta la zona de los Andes incursionaron guerreros Kerenda en busca
de tierras para establecerse. Llegaron a enfrentarse con los incas y muchos de ellos fueron llevados
prisioneros a Cuzco donde morían de frío. Los incas los denominaron Chiriguanos (estiércol frío). Estos
Chiriguanos se establecieron en la región oponiéndose tenazmente a los conquistadores españoles.
Sierras Centrales: Comechingones y Sanavirones. Eran habitantes de las serranías cordobesas, parte de San
Luis y sudoeste de Santiago del Estero. Recolectores de algarrobo y chañar, cultivaban al maíz y sabían utilizar el
riego. Duchos cazadores (guanacos, liebres, venados), practicaban también la cría de la llamas.
Región Cuyana
Cuyo (del araucano “arena” o “desierto”) se encuentra habitado desde hace 12.000 años. En tiempo de la conquista
española se encontraban los Huarpes divididos en diversas parcialidades lingüísticas.
Algunos eran cazadores y otros apresadores de patos en las lagunas desde sus canoas confeccionadas con totora.
Todos eran recolectores y los había también agricultores que habían recibido la influencia del área cultural andina.
Otro grupo, los Ologastas (no se sabe si pertenecen al grupo huárpido o a los Comechingones) se establecieron en
los fértiles valles de la región.
La porción más numerosa del pueblo mapuche se encontraba en el lado chileno. Con el tiempo integraron
“confederaciones” que en siglo XIX recibieron el nombre de Manzaneros, Salineros, Ranqueles, etc.
Zona Austral
Los Yamana (“gente”) ocuparon el archipiélago magallánico. Presentes en la región desde hace 6000 años,
sucediendo a otros pueblos más antiguos. Pescadores y cazadores de mamíferos marinos, se desplazaban en
canoas sobre las aguas heladas. Fabricaban instrumentos de hueso (puntas de arpón), de piedra (puntas de flecha),
cuchillos) y conchas (collares).
Los Onas estaban concentrados en las costas de Tierra del Fuego y en las estepas de gramíneas, donde cazaban
guanacos. Eran cazadores especializados en animales terrestres (utilizaban arco y flecha) con cuyas pieles
construían sus viviendas, sus mantas y sus mocasines. Se organizaron integrando clanes territoriales.
El dominio español de América comenzó cuando la Corona española incorporó a su patrimonio los
extensos territorios del continente americano, y a los pueblos que los habitaban, extendiendo así el vasto
Imperio español.
Otros factores que contribuyeron a la victoria española fueron la sorpresa que provocaron entre los
indígenas que los tomaron por dioses.
El territorio que actualmente ocupa la República Argentina fue poblado por grupos de conquistadores que
provenían de tres direcciones distintas. A cada uno de estos grupos se los llamó CORRIENTES
COLONIZADORAS. Con objetivos diferentes, pero las tres fundaron las primeras ciudades a partir de las cuales se
fue poblando nuestro país.
1° La corriente de Asunción tenía el objetivo de buscar una salida al aislamiento del Paraguay.
2°La corriente del Alto Perú se proponía a buscar fuentes de aprovisionamiento para la gran mina de Potosí y,
además, encontrar una comunicación con España a través del Atlántico.
3°La corriente de Chile intentaba crear un cerco de ciudades al otro lado de la cordillera de los Andes para defender
las ciudades chilenas de los ataques de los indígenas.
El primero en penetrar en el norte de nuestro país fue Diego de Almagro (1536), no realizó ninguna fundación,
su intención fue descender de las tierras alto-peruanas para hallar un camino que lo llevaría a Chile, verdadero objeto
de su expedición.
La ocupación del noroeste argentino se demoró debido a las guerras civiles del Perú. En 1542, pacificada la región,
fue enviado Diego de Rojas a ocupar la región del Tucumán o “provincia de Juríes o Diaguitas”, como también se
la denominaba. Era una amplia extensión que abarcaba las actuales provincias de Tucumán, Salta, Santiago del
Estero, completadas luego por la de Jujuy, La Rioja, Catamarca y Córdoba.
El ejército de Diego de Rojas atravesó el noroeste argentino. Al llegar ésta a las inmediaciones de Santiago
del Estero resultó herido en un combate con los naturales por una flecha envenenada que a los pocos días le causó
la muerte.
En esta primera entrada de los españoles no se efectuaron fundaciones pero produjo algunos logros: explorar
la región por primera vez y comunicar el litoral argentino con el Perú, antes de haberlo logrado los habitantes
de Asunción.
Luego Nuñes de Prado fue comisionado desde el gobierno del Perú para realizar nuevas incursiones en la región
del Tucumán. Tenía precisas instrucciones, se le ordenaba emprender una política colonizadora, fundando una
ciudad que sirviese como cabecera de puente para pacificar y conquistar la región.
En la actual provincia de Tucumán se fundó una ciudad que se denominó Del Barco (1550). En 1553
otro conquistador Francisco de Aguirre que provenía de Chile, funda Santiago del Estero, naciendo así la
ciudad más antigua del territorio argentino.
En 1563 la provincia de Tucumán quedó bajo la jurisdicción de la Audiencia de Charcas y Francisco de
Aguirre fue nombrado gobernador del Tucumán. Mandó a Diego de Villarroel a fundar la ciudad de San Miguel de
Tucumán (1565).
En 1571 se hizo cargo de la gobernación Jerónimo Luis de Cabrera, quien fundó la ciudad de Córdoba en
territorio de los Comechingones.
En 1580 el gobernador fue Hernando de Lerma quien fundó la ciudad de San Felipe de Lerma (1582) en
el valle de Salta.
El siguiente gobernador fue Juan Ramírez de Velazco, quien trato de fundar establecimientos estratégicos
que permitiese enfrentar con ventaja a los naturales. En 1591 fundó La Rioja. Luego manda a su lugarteniente
Francisco de Argañarás quien funda San Salvador de Jujuy en abril de 1593.
La región de Cuyo fue explorada por expediciones que provenían de Chile, fundando las ciudades de Mendoza,
San Juan y San Luis. El objetivo era buscar una salida hacia el Atlántico.
Las fundaciones cuyanas se realizaron en forma pacífica. Muy pronto estas ciudades lograron
intercomunicarse con las de la gobernación de Tucumán a través de caminos abiertos por las necesidades
económicas regionales.
La vid logró una excedente aclimatación y los vinos cuyanos transitaron esas rutas en busca de los consumidores de
las distintas ciudades. Así, la región de Cuyo habría de convertirse en una zona próspera con una regular salida de
su producción.
LA CORRIENTE POBLADORA DEL ESTE
Desde España se buscaba la ruta que uniera los océanos Atlántico y Pacífico, y una corriente colonizadora se
asentó en la costa del Río de la Plata y el litoral de la Mesopotamia.
Se circulaban versiones entre los conquistadores que en las cercanías del Mar Dulce (Río de la Plata) descubierto
por Solís, existía una sierra de la plata. Estos relatos legendarios y el interés de la colonia española de asegurarse el
control de una zona cercana a los dominios portugueses, impulsaron el envío de una expedición hacia una región de
América muy distante de los ricos territorios de aztecas e incas.
Para asegurar la ruta atlántica, en 1536 PEDRO DE MENDOZA fundó el fuerte de Santa María de los
Buenos Aires. Como no tenía alimentos suficientes y fueron atacados por los indígenas de la región.
EL PERÚ COLONIAL
La ciudad de Lima se fundó en 1535, en la costa del Pacífico, cuando aún la conquista del estado incaico no estaba
concluida. Como capital del Virreinato del Perú, pronto se convirtió en centro de la vida política, judicial y
administrativa y religiosa de un extenso territorio.
En ella residía el virrey, los miembros de la Real Audiencia y arzobispado. Entre todos formaban una corte de
personas importantes dedicadas a atender los asuntos de la colonia y asesorar al virrey
Buena parte de la vida de la ciudad estaba relacionada con las actividades del puerto del Callao.
Al Callao llegaban los galeones (Barcos de comercio) desde España, transportando gente, funcionarios de
gobierno, las órdenes reales, y productos para vender en las colonias: ropa, papel, tinta, pólvora y artículo de lujo. De
regreso los galeones llevaban la plata que extraía del cerro de Potosí, en la actual Bolivia, y los impuestos que se
recaudaban.
Un poderoso grupo de comerciantes, algunos españoles y otros criollos, se habían enriquecido gracias al
desarrollo de las actividades mercantiles.
Los comerciantes de Lima se asociaban con los de Cádiz y así controlaban la compraventa de productos locales e
importados e, incluso, el contrabando. Por medio de intermediarios, se vinculaban también con otros tipos de
empresas, como la minería.
Sus familias vivían con gran lujo; tenían sirvientes y esclavos, y solían trasladarse en costosos carruajes por las
estrechas calles de la ciudad.
Algunos de estos comerciantes españoles radicados en Lima compraban títulos nobiliarios en España y se
convirtieron en condes y marqueses.
En los barrios alejados del centro de la ciudad vivían indígenas y mestizos, también los esclavos, mulatos y
pardos libres, que trabajaban en el servicio doméstico como jornaleros y artesanos (que eran mucho más
numerosos que los indígenas y vivían en condiciones de extrema pobreza.)
La ciudad de Lima sufrió varios terremotos; el de 1746 dejó apenas unas casas en pie y obligó a las autoridades a
reconstruir los principales edificios. La población también soportó períodos donde los alimentos escaseaban y
epidemias que causaron grandes mortandades. Para 1755 la población de la ciudad solo ascendía a 54.000
habitantes.
Este sistema se llamó mita, el trabajo era muy duro y mal pagado. Muchos indígenas murieron por
enfermedad o accidentes.
Potosí se transformó en una ciudad donde vivían y transitaba mucha gente; al mercado local llegaban
productos, alimentos y ropa de regiones distantes, como el noroeste argentino.
Los indígenas también trabajaban en las haciendas de los españoles cumpliendo tareas agrícolas. Las
haciendas fueron adquiriendo cada vez más importancia, por lo que sus dueños importaron esclavos de África
para trabajar en ellas de manera permanente. Los cultivos principales eran el trigo y la caña de azúcar, esta última en
la costa.
En el siglo XVIII, la sociedad del Virreinato del Perú estaba formada por españoles y criollos,
establecidos principalmente en las ciudades y un número de esclavos mucho menor que en México. La
mayor parte de la población estaba constituida por los indígenas, que vivían en sus pueblos, en las
haciendas o en las ciudades. Ellos fueron la base de la sociedad colonial; eran productores de alimentos y
ropa, trabajaban en las minas, en las construcciones, en los mercados y en las caravanas que transportaban
bienes y productos.
Muchos indígenas, en especial lo que se habían establecido en las ciudades, continuaron desempeñándose
como ARTESANOS: orfebres, pintores, ceramistas, herreros, zapateros, etc. como artesanos no pagaban tributo y
estaban organizados en gremios por especialidad, en donde se enseñaban a los aprendices.
También estaban libres de tributo otros grupos de población como los mestizos, pardos, mulatos y zambos.
Estos podían ejercer oficios en las ciudades, emplearse como capataces en las estancias o trabajar como
dependientes al servicio de un vecino español.
La conquista cultural de la América Precolombina: la expansión oceánica del siglo XV no es sino una
segunda ola que repite lo que había comenzado cuatro siglos antes.
En efecto, a partir del siglo X, el surgimiento de la burguesía iniciará la transformación de los lazos de dependencia
dando lugar a un mercado de economía monetaria.
De esta forma, el mercado se transforma en el centro de la explosión urbana que garantizaba tanto la seguridad
como la libertad. La ciudad, le ofrece al mercado las condiciones de libertad y seguridad necesarias para
desarrollarse.
Clases sociales antagónicas como la burguesía, de concepción profana y agnóstica complementó a la vieja
clase señorial y sus sustentos transcendentales y sobrenaturales. Para la nobleza, la tierra era la que daba el
poder y la riqueza. De esta forma, se tejió una alianza de complementariedades que dio lugar a la denominada
sociedad feudo-burguesa.
De esta forma, la expedición transoceánica, fue una oportunidad para las clases privilegiadas que buscaban acceso a
la tierra que ya no era posible en el viejo continente.
La intención de crear una sociedad española de Indias se refleja en el ACTO FUNDACIONAL DE CIUDADES
que era un acto político. La fundación se realizaba para afirmar los derechos del conquistador así como la
sujeción de la población indígena. Se fundaba sobre la nada. Ignorando o destruyendo las culturas previas.
Había que traspolar una sociedad en otro espacio geográfico.
De este modo, se pretendía trasladar el modelo de la sociedad europea a las Indias. Para la mentalidad
fundadora, América se identificaba como un continente vacío. Esto, implicaba siempre se fundara sobre la nada.
Este estereotipo determinó que los europeos ignoraran la realidad americana, ya sea negándola o
destruyéndola. Finalmente, los conquistadores elaboraron una ideología contradictoria, querían corresponderse con
la sociedad feudo-burguesa, una suerte de Nueva Europa de la que sólo fueron frontera y periferia.
EL PROYECTO DE ACULTURACIÓN
Durante la etapa de la conquista, la ocupación territorial, no respondía a un propósito educativo definido.
Durante el período de colonización, el objetivo fue crear una sociedad española en América. Se inicia así un
proceso de aculturación, mestización y asimilación.
Una vez sometidos a la fuerza los aborígenes, España se propuso un proyecto de aculturación que se ejecutaba
a través de:
- la desestructuración cultura y la anulación de la memoria
- el mestizaje
- la catequesis
- la enseñanza obligatoria del español y,
- La escolarización.
El idioma español se difundió rápidamente, pero más por efecto de la convivencia que por la enseñanza, menos
suerte tuvo la lengua escrita, puesto que los aborígenes se resistían a la asistencia escolar.
A partir de la tercera década del siglo XVI, al objetivo de enriquecerse con el imperio a construir, el cisma en la
cristiandad en Europa, obliga a un replanteo de las estrategias. En efecto, la rápida difusión europea de las ideas de
la Reforma que limitaba la potestad vaticana a un porcentaje pequeño de los territorios Europeos (Italia, Francia,
España e Irlanda), los vastos territorios americanos eran pues una pieza clave a conquistar para sostener el
poderío político del papado. España asume un rol de liderazgo en la recuperación del catolicismo y junto a la
Compañía de Jesús, se convierte así, en la avanzada de la contrarreforma.
La universidad Colonial ejerció en este sentido un rol importante, tanto como parte del traslado de las
sociedades europeas a las indias, como baluarte de la contrarreforma "previniendo" la penetración de la herejía
(inquisición mediante). Por otra parte, la universidad colonial, fuente de prestigio para una cultura barroca, libresca y
ornamental, cumplía el rol de formar al Alto Clero y a la burocracia de la administración colonial.
Los jesuitas, optaron por el desarrollo intelectual como el mejor instrumento para enfrentar las
herejías, confiando en LA EDUCACIÓN como medio para la formación del buen cristiano y su
mantención dentro del rebaño. Como orden enseñante, podemos decir que la Compañía de Jesús fue la
más exitosa y original.
Respecto a la educación elemental, recién en el siglo XVII aparecen las primeras escuelas elementales
alentadas por el cabildo y las gobernaciones y más tarde, las Escuelas Elementales del Rey. Pero estas escuelas
solo se asentaban en las ciudades, estaban destinadas a hijos de españoles y tenían un precario desenvolvimiento.
Finalmente, podemos afirmar que tanto por conveniencia política, interés económico o vocación
apostólica, la educación en las colonias fue una pieza clave en el proceso de dominación.
La labor tenía por objetivo tanto la evangelización como el entrenamiento para el trabajo o la adaptación a la
vida urbana.
EL ESPACIO ANDINO: Desde el mismo momento de su fundación a fines del siglo XVI, Salta va a formar parte del
llamado espacio andino hegemonizado y estructurado económicamente a partir de los requerimientos de las
minas de Potosí.
Al finalizar el siglo XVI el actual territorio argentino se hallaba organizado en tres grandes distritos administrativos: las
gobernaciones del Tucumán, la del Río de la Plata y Cuyo que dependía de la gobernación de Chile.
En 1563 se crea la Audiencia de Charcas y se constituye la gobernación del Tucumán, extendida sobre Jujuy,
Salta, Tucumán, Catamarca, Santiago del Estero, Córdoba y La Rioja (esta última segregada de Chile). Mientras que
la gobernación del Río de la Plata abarcaba el Paraguay, el Litoral, Chaco y Buenos Aires.
Estos tres distritos se hallaban sujetos, en el orden político y judicial, al Virreinato del Perú, pero mientras
Cuyo, como Chile, dependía de la Audiencia de Lima; Tucumán y el Río de la Plata cayeron bajo la
jurisdicción de la Audiencia de Charcas.
En el siglo XVIII, con la creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776 se introduce el sistema de
Intendencias.
La división de la antigua gobernación del Tucumán en dos Intendencia convirtió a la ciudad de Salta en Capital de
una de ellas: la Intendencia de Salta del Tucumán cuyas ciudades subalternas eran Tucumán, Catamarca, Santiago
del Estero y Jujuy.
MERCADO LOCAL Y REGIONAL: es el que comprendía la ciudad de Salta y el ámbito rural que abarcaba el
valle de Lerma, el Valle Calchaquí y la Frontera este.
Los productos alimenticios producidos por su hinterland (Zona de influencia de una gran ciudad), consisten en
harinas, pollos, gallinas, frutas secas, verduras, quesos, carnes, grasa, vino y aguardiente. A fines del siglo XVIII,
también se producía azúcar y miel de caña, sin llegar por ello a abastecer el mercado local.
Estos productos eran adquiridos por la población urbana, compuesta de comerciantes, funcionarios, peones
conchabados (Sirvientes) en tareas urbanas, arrieros, viajeros y artesanos.
En el valle de Lerma, en el curato de Chicoana, como el de Rosario, se producían harinas de maíz y trigo, en
cantidad suficiente para abastecer no solo a la ciudad sino también a la zona de Metán y Esteco.
Las grandes propiedades del valle Calchaquí también producían harinas, siendo el 77 % de su población,
indígena gran parte de ellos encomendados, el consumo del trigo era menor, y los excedentes remitidos a Salta.
También provenían de este valle el vino, el aguardiente, ají, pasas de uva y de higo.
Al norte del valle de Lerma, en la zona de la Caldera se producían quesos. La comercialización de estos
productos se realizaban en las pulperías, especie de almacenes de ramos generales, cuyos propietarios mulatos,
pardos, mestizos e incluso españoles poseían modestos capitales.
Arribaban a este mercado local productos procedentes de otras ciudades como de Santiago del Estero:
enviaba miel de abeja, cera, grana, pasas de higo, ponchos de algodón y lana. Córdoba por su parte comercializaba
en Salta, ganado vacuno, mular y cordobanes. Catamarca proveía el algodón y tejidos. Jujuy quesos, limones y
repollos. La Rioja lienzos de algodón y Tucumán maderas y arroz. Algunos de estos productos eran consumidos en
la misma ciudad y otros redistribuidos dentro de la misma región.
Los comerciantes ligados a esta comercialización, tenían vinculación con esas regiones y en general
operaban también con efectos de Castilla o con productos procedentes del Paraguay como la yerba mate,
aguardiente y pasas de uvas sanjuaninas, Chile remitía cobre de Coquimbo, jarros, almendras. De Arequipa
provenía el azúcar y del Cuzco sombreros de vicuña, botones de plata, encajes, tucuyos; de Quito los paños,
de Moxo el chocolate, el tabaco de Tarija y la coca de la yungas.
EL COMERCIO DE MULAS
Las mulas eran utilizadas como fuerza motriz en la minería y como medio principal de transporte de minerales
y mercaderías; en menor medida sirvieron de bestia de silla o de labranza.
Desde comienzo del siglo XVI al producirse la demanda peruana de mulas, Tucumán y Buenos Aires
abastecieron en forma creciente a todo el virreinato. Criadas en esta región, se llevaban jóvenes a los valles
salteños donde invernaban mientras ganaban fuerza y resistencia para la dura jornada que les esperaba, la de trepar
los Andes camino del Alto Perú y del Perú meridional.
Salta desempeñó un papel clave en este comercio mular, porque reunía condiciones propicias para la
invernada y era lugar donde concentraba personas, animales y bienes.
EL ESPACIO PERUANO
El noroeste argentino cumplía un importante papel de comercialización en el espacio peruano, intermediario entre la
pampa y el Altiplano donde adquiría importancia el comercio de mulas.
Los comerciantes de las provincias norteñas ubicaban su producción en el mercado peruano donde tenían
importantes vínculos comerciales y sociales. Conformaban un sector social con fuete arraigo en los mecanismos de
poder político y económico unidos por lazos de amistad y parentesco.
El rubro más importante de productos exportables a mercado andino los constituía el ganado en pie (mular,
caballar, vacunos) que tenían como mercado los centros mineros del Altiplano (Potosí, La Paz) constituyendo
en la producción de mayor demanda.
La población de origen africano fue muy importante en este siglo; muchos habían sido instalados por
sus amos en sus haciendas y estancias, y otros estaban incorporados a la vida urbana y cumplían con las
tareas que antes se les asignaba a los indígenas.
Sin embargo, la proporción de esclavos fue lentamente en disminución: algunos eran liberados o se casaban
con mujeres que no eran esclavas para que sus hijos no heredaran su condición.
Además, las constantes uniones entre los distintos grupos de población, tanto en las ciudades como en áreas rurales,
dio como resultado el crecimiento de grupos mestizos y castas.
En las misiones jesuíticas de la región se producía yerba mate, tabaco, azúcar, telas de algodón y se criaba
ganado. Pero las zonas ganaderas principales estaban cerca de la ciudad de Corrientes y, del otro lado del Paraná,
en las estancias de la actual provincia de Entre Ríos. Allí había abundante ganado cimarrón del cual se aprovechaba
principalmente el cuero. Una parte de estos productos era enviada hacia el mercado de la gran ciudad minera
de Potosí. En este tráfico intervenían los comerciantes de Santa Fe, que por medio de fletes despachaban la
mercadería a Santiago del Estero y, desde allí, hacia el Alto Perú y al interior de la gobernación de Tucumán. Este
comercio comenzó a disminuir en las primeras décadas del siglo XVIII, cuando la ciudad de Santa Fe empezó
a sufrir los malones de los indígenas del Chaco (mocovíes y abipones).
Mientras tanto, la ciudad de Buenos Aires era una pequeña aldea habitada por un alto porcentaje de
comerciantes, funcionarios, administrativos y militares. Dado que España solo permitía el comercio con la ciudad
de Lima, Buenos Aires estaba bastante aislado y los productos ingresaban a su puerto a través del contrabando. Esta
situación comenzó a cambiar a mediados del siglo XVIII y, con más razón, a partir de 1776, cuando la ciudad se
convirtió en la capital del Virreinato del Río de la Plata. En 1778, la Ordenanza de Comercio Libre – entre España y
sus colonias- favoreció su transformación en un importante centro comercial. Como el Alto Perú comprendido en su
jurisdicción, los comerciantes porteños tuvieron el control oficial de este mercado para los productos
importados que ingresaban a su puerto. Por este medio también pudieron acceder a buenas cantidades de
oro y plata para exportar a España.
En pocas décadas, Buenos Aires aumentó considerablemente su población con nuevos inmigrantes,
comerciantes, funcionarios de gobierno y esclavos. Gente pobre de otras regiones y ciudades se instaló en
ella o en la campaña, buscando nuevas oportunidades. Los comerciantes porteños hicieron buenos negocios
como contratistas de los empresarios españoles y nunca dejaron de practicar el contrabando. Algunos de
ellos invirtieron en tierras y se dedicaron a la cría de ganado vacuno.
Los cambios también se reflejaron en el perfil de la ciudad: se construyeron más casas, algunas de ellas
con cierto lujo y nuevos edificios e iglesias. En las afueras, se encontraban las viviendas de los esclavos, cuyo
número fue elevado, y las huertas que abastecían de alimento a la ciudad.
MODULO 2
INTRODUCCIÓN
En este módulo estudiaremos el proceso histórico que se desarrolló durante las primeras décadas del siglo XIX en
el actual territorio argentino. En esos años se produjeron conflictos entre la metrópoli española y los
habitantes de sus colonias americanas que originaron movimientos independentistas.
A partir de 1810, los criollos se movilizaron para terminar con el dominio español en estas tierras. Se produjo
el desmembramiento del Virreinato del Río de la Plata y en su lugar surgieron las Provincias Unidas del Río
de la Plata y los países vecinos actuales.
Después de lograda la independencia, las provincias que se habían originado en las ciudades fundadas por los
españoles, comenzaron a ser independientes. Es este un antecedente del Federalismo como organización
política.
La Revolución de Mayo fue el primer paso en el camino que llevó a transformar el Virreinato del Río de la Plata en
un país independiente. Las Provincias Unidas del Río de la Plata fueron el núcleo a partir del cual fue organizándose
nuestro país.
Durante los primeros años de vida independiente hubo diferentes intentos de organización, cuyo paso inicial
fue establecer un gobierno central.
Entre 1810 y 1820, fracasaron los sucesivos intentos de Buenos Aires de imponer un gobierno central debido a la
oposición de las provincias interiores.
Mientras tanto, la sociedad y la economía iban cambiando.
En Buenos Aires, el libre comercio y la estrecha relación con Inglaterra, la nueva potencia económica mundial,
consolidó el poder de un nuevo grupo social integrado por grandes comerciantes exportadores y los
terratenientes ganaderos.
En las provincias interiores, se fortaleció el poder personal de algunos terratenientes y jefes militares llamados
caudillos que se transformaron en los representantes de los intereses locales.
La Situación en España
En 1810, fueron derrotadas las últimas fuerzas que sostenían las resistencias contra la invasión napolitana. Las
tropas francesas controlaron la casi totalidad del territorio español y José Bonaparte fue proclamado
como Rey de España.
Cuando estas noticias se conocieron en América, la relación entre las colonias y la metrópolis enfrento una
nueva crisis.
En 1810 eran más numerosos los americanos partidarios de proclamar la independencia de España y
organizar gobiernos locales autónomos . Los primeros movimientos de emancipación tuvieron lugar en los
Virreinatos de México y del Río de la Plata.
El teniente general Pascual Ruiz Huidobro- comandante de las tropas peninsulares regulares- sostuvo que
debía cesar la autoridad del virrey, la que sería reasumida por el cabildo representando el pueblo, hasta
tanto se formara el gobierno provisorio dependiente de la legitima representación del rey Fernando VII
instalada en España.
Por su parte, Saavedra, el jefe de las milicias criollas, también sostuvo que el virrey debía cesar y que
el cabildo debía asumir la autoridad, pero solo transitoriamente hasta que se formara una junta que
reemplazara al virrey. Y afirmo además que aunque era el cabildo abierto el que elija a los miembros de la nueva
junta de gobierno, era el pueblo el que otorgaba la autoridad. En la votación, la propuesta de Saavedra obtuvo la
mayor calidad de votos, seguida por la de Huidobro.
En los días siguientes, las posiciones enfrentadas en el debate fueron asumidas por grupos que
tenían intereses económicos y proyectos políticos diferentes. Criollos y peninsulares- y sus aliados- se
enfrentaron con el objetivo de ocupar los cargos de una junta, encargada provisionalmente de gobierno
del Virreinato del Río de la Plata.
La lucha por el Gobierno entre Criollos y Peninsulares
El cabildo asumió la autoridad vacante y el 24 de mayo designo una junta de gobierno : la presidía el ex
virrey Cisneros y la integraban dos miembros del grupo de criollos revolucionarios-Cornelio Saavedra y José
Castelli- y dos representantes que se había identificado con la propuesta de Huidobro en el cabildo
abierto- José Santos de Inchaurregui y Juan Nepomuceno Sola-. En un primer momento, pareció que esta
junta integraba a la junta de los dos grupos de conflictos. Pero la presidencia de Cisneros no dejo dudas de
que el objetivo era mantener en el gobierno a defensores del vínculo colonial con la metrópoli española.
Saavedra y Castelli plantearon que esta junta era residida por una parte del pueblo y renunciaron.
Finalmente renunciaron los demás integrantes y se planteó una nueva crisis.
El 25 de mayo, el cabildo convoco a los jefes de las milicias urbanas para saber si contaba con su apoyo
para mantener en el gobierno a la junta designada el 24. Los militares respondieron que no estaban en condiciones
de frenar el descontento de las tropas y el pueblo. Finalmente, Cisneros renunció y el grupo de los criollos
revolucionarios impuso al cabildo los nombres de los integrantes de la Primera junta de gobierno. Cornelio
Saavedra como presidente y comandante general de armas, Juan José Castelli, Miguel de Azcuénaga, Manuel
Alberti, Domingo Matéu y Juan Larrea como vocales, fueron designados por el cabildo como los integrantes de
la primera Junta de Gobierno el 25 de mayo de 1810.
LA REVOLUCIÓN HISPANOAMERICANA
CAUSAS
Postergaciones políticas y sociales: los altos cargos de gobierno estaban reservados para los españoles,
esto causaba resentimiento en los criollos quienes reclamaban mayor participación política y acceso a
los importantes cargos de gobierno.
Desde fines del siglo XVIII se venía manifestando un descontento social por el aumento de impuestos,
sectores indígenas y mestizos reclamaban contra la brutal explotación a los que eran sometidos en la
encomienda y la mita.
Frustraciones económicas: el desarrollo de las economías regionales americanas era detenido por el
sistema de comercio monopólico impuesto por España. Esta desalentaba el desarrollo industrial de las
colonias para vender sus productos manufacturados. Los criollos querían el libre comercio para poder
comerciar libremente con los países extranjeros, conseguir mejores precios y operaciones más rápidas.
Cuestiones ideológicas: en América se habían desarrollado sentimientos nacionales y crecientes
aspiraciones de libertad. La circulación de las ideas de la Ilustración y la Revolución Francesa como de
igualdad, libertad, soberanía popular, influyeron en el proceso de la independencia americana.
El impacto de la independencia de las colonias norteamericanas en 1776, brindó un modelo a seguir para
las colonias hispanoamericanas y las elites criollas.
Ante la caída de Fernando VII, monarca español, en manos de Napoleón Bonaparte, en América los criollos
desconocieron el gobierno napoleónico y se produjeron levantamientos generalizados que estallaron en
revoluciones que reemplazaron a las autoridades coloniales españolas por Juntas de Gobierno integradas
mayoritariamente por criollos.
CONSECUENCIAS:
- En el Río de la Plata (Buenos Aires) se forma el primer gobierno patrio llamado Primera Junta compuesta en
su mayoría por criollos.
- Se inicia la guerra contra focos realistas en Paraguay, Alto Perú, Banda Oriental, lugares en donde no se
reconoce el gobierno revolucionario de Buenos Aires.
- Como resultado de la guerra por la Independencia se desintegra el virreinato del Río de la Plata. El Paraguay, el
Alto Perú y la Banda Oriental se separan.
-Así nacía un movimiento revolucionario que imprimió a la vida ciudadana un rumbo nuevo, y a la patria naciente un
destino más alto, la libertad.
No todas las autoridades de las ciudades del interior del Virreinato estuvieron dispuestas a aceptar la
autoridad de la Junta de Gobierno que se había constituido en Buenos Aires. Dentro de los límites del
Virreinato fueron varios los focos de resistencia a la revolución.
Las autoridades de Córdoba se negaban a acatar las directivas de la nueva Junta de Gobierno. Ésta
tomó rápidas y contundentes medidas: los dirigentes que estaban organizando la resistencia a la Revolución
fueron apresados y fusilados. El carácter de las medidas que se tomaron facilitó los planes del Gobierno, ya
que luego de los acontecimientos de Córdoba, los territorios de San Juan, Mendoza, San Luis, Salta, Catamarca,
Jujuy y Santiago del Estero proclamaron sucesivamente su obediencia.
Sin embargo, en los territorios de Paraguay, Alto Perú Montevideo y Chile el rechazo hacia la revolución
fue muy fuerte. Los intereses vinculados al viejo orden español aún eran poderosos en aquellas regiones . La
Junta de Buenos Aires, entonces, inició la guerra contra los realistas en aquellas regiones.
Para hacer frente a esta situación Buenos Aires debió aumentar el reclutamiento de soldados por
medio del enganche voluntario: la incorporación de indios y esclavos. Esta modalidad incremento la
participación de los criollos en las milicias urbanas. También llegaron a militares formados en Europa-
como San Martín- que se incorporaron como oficiales y aportaron su experiencia. En el interior, en
algunos casos, la lucha contra los realistas fue encabezada por criollos-como José Gervasio de
Artigas y Martín de Güemes.
Desde 1814 San Martín había señalado la inutilidad de los intentos de quebrar la resistencia realista en el Perú
desde las provincias del Norte. Por eso, su plan fue reforzar la revolución chilena, amenaza por los realistas, y
desde allí unir fuerzas para atacar, directamente por mar, el poder español en Perú, por esos años tenía
problemas internos en el Río de la Plata dificultaron y retrasaron la empresa militar.
Pese a ellos, San Martín pudo continuar con sus planes, y luego de una heroica travesía por los Andes
derrotó, en 1818, a los realistas asentados en Chile. Pocos años después, en 1821, derroto a los realistas en
Perú y declaro la independencia en ese país.
En la región litoral rioplatense, la Junta de Buenos Aires no tuvo mayores dificultades y obtuvo
un rápido acatamiento de las autoridades locales. Pero no fue así en la independencia de Paraguay. Allí
el 24 de julio de 1810 se decidió no aceptar la autoridad del gobierno revolucionario de Buenos
Aires. Manuel Belgrano fue enviado como general al frente de un pequeño ejército, pero al poco tiempo
fue derrotado por los realistas. En este caso, el fracaso en el plano militar no dejó una frontera peligrosa
para la Revolución, ya que de inmediato el Paraguay se declaró un país independiente, aunque no
se subordino a la autoridad de Buenos Aires, dejó de ser una región amenazada por los realistas.
La llegada a Montevideo de Francisco de Elio con el título de virrey del Río de la Plata, y la presencia de la flota
española en la región, crearon en la Banda Oriental un foco de resistencia realista sumamente peligroso para
la revolución de Buenos Aires. Frente a esta situación la población rural se reveló contra las autoridades
españolas y dio su apoyo al gobierno revolucionario.
El conductor de este movimiento fue el oriental José Gervasio de Artigas. En julio de 1814, Montevideo se rindió y
la Banda Oriental dejo de ser una amenaza realista.
Entre 1814 Y 1816, la derrota de Napoleón Bonaparte y la unión de las fuerzas del absolutismo monárquico en la
Santa Alianza, influyeron en las acciones del gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Fernando VIII
recuperó el trono de España y su mensaje a los revolucionarios criollos fue claro: América era una colonia
española y las juntas que gobernaban en su nombre habían perdido su justificación.
La amenaza del envío de una expedición militar para recuperar los dominios coloniales españoles y las
derrotas que el gobierno revolucionario sufrió frente a los realistas, justificaron la CREACIÓN DE UN PODER
EJECUTIVO UNIPERSONAL.
El director supremo de la provincias unidas debía encargarse prioritariamente de reorganizar la defensa
de la revolución frente a los peligros internos y externos.
Ante esta situación, los dirigentes revolucionarios propusieron diferentes soluciones.
1. Alvear afirmó la necesidad de pedir ayuda y protección a una potencia europea-concretamente a
Inglaterra para evitar la restauración del dominio colonial español.
2. Para San Martín, la solución consistía en aniquilar el centro de operaciones de las fuerzas realistas
de Lima.
3. San Martín organizaba la expedición hacia Chile y Perú, Alvear inició tratativas diplomáticas
con Inglaterra, con el objetivo de establecer un protectorado inglés sobre las Provincias
Unidas. La mayoría de los jefes provinciales consideraron a Alvear un traidor.
4. Artigas, con la adhesión de Entre Ríos, Santa Fe y Corrientes encabezaron la rebelión contra el
directorio.
El ejército regular convocado por el Directo Supremo para reprimir a Artigas, se sublevó y no cumplió la
orden. Alvear renunció y la Asamblea se disolvió. En 1815 era evidente, una vez más, que un gobierno central
organizado exclusivamente según las ideas e intereses de los grupos políticos y económicos porteños, no era
sostenido por los jefes provinciales. Las provincias reclamaban cambios en la organización del gobierno y
medidas económicas que contemplaran sus intereses. Aunque habían cambiado los integrantes de los
grupos de poder, los privilegios de Buenos Aires sobre el conjunto de las provincias eran los mismos que
los que tenía como capital del virreinato.
La decisión más importante que tomó el Congreso fue la Declaración de la Independencia de las Provincias
Unidas del Río de la Plata respecto al domino español, el 9 de julio de 1816. Aunque los gobiernos de
Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y la Banda Oriental no habían enviado sus representantes al Congreso,
todas las provincias estaban de acuerdo en esta decisión. Las diferencias surgieron cuando se discutió
sobre la posible constitución y la forma de gobierno que se debía adoptar.
La gravedad de esta situación internacional llevo a plantear la opción entre un sistema monárquico y un
sistema republicano.
Casi todos los diputados del interior rechazaron las ideas monárquicas, ya que la mayoría de la población-
afirmaba- la monarquía estaba asociada con la opresión y la injusticia que habían soportado durante el
dominio español.
En 1820 se cerró un primer ciclo de la Revolución. Durante diez años, la realidad demostró a todos los grupos
sociales que la organización de un gobierno central no era suficiente para construir un nuevo país. Era necesario
también trasformar el orden económico y político de la sociedad que, en muchos aspectos, era el de la época
virreinal. Las fuerzas provinciales que triunfaron en 1820 sostenían la necesidad de organizar un nuevo gobierno
central, pero sobre la base de nuevos principios.
Entre tanto, las provincias se gobernaron en forma autónoma y mantuvieron las relaciones mediante pactos,
ya que nunca renunciaron a la idea de formar parte de un país. Debieron pasar por treinta años de lucha
para que en 1853 el país lograra la Constitución de un Estado unificado.
Las necesidades creadas por la guerra llevaron a los gobiernos revolucionarios a buscar diferentes formas
de recursos: 1°aumentar los impuestos y las contribuciones extraordinarias a los sectores comerciales urbanos.
Los más afectados por estos pagos obligatorios fueron los grandes comerciantes peninsulares, quienes por el
fuerte sentimiento antiespañol que había en esos años, no pudieron resistirse a contribuir.
2°Las urgencias financieras de la guerra también obligaban a recaudar dinero de los comerciantes criollos.
Solo los comerciantes británicos fueron excluidos de estos pagos, debido a que los gobiernos rioplatense se
cuidaron muy especialmente de mantener una buena relación con Inglaterra.
3° Otra manera de obtener recursos fue la exigencia de entregar ganados y frutos de la tierra a los
propietarios rurales. En muchas ocasiones, los ejércitos necesitados de alimento recorrían a los campos y
directamente los saqueaban.
4° Las zonas rurales también contribuyeron con sus trabajadores rurales y sus esclavos a aumentar las filas de
los ejércitos. Esto acentuó la escasez de mano de obra.
En conjunto, las guerras que se sucedieron luego de 1810 destruyeron gran parte de la riqueza urbana y rural del
antiguo Virreinato.
5° Otra consecuencia importante de la guerra fue la desorganización del sistema comercial vigente hasta
1810, circuitos comerciales que controlaban los peninsulares y los criollos se destruyeron como consecuencia de
la ruina de los comerciantes y de la antigüedad de los caminos ante el peligro creado por las guerras y los
saqueos. Si bien las rutas creadas por el comercio español no eran muy ágiles, la guerra separó aún más a las
regiones del interior y del país quedo fragmentado.
6° La pérdida del Alto Perú contribuyo a la crisis de la economía del antiguo Virreinato. No solo se perdió una
fuente de abastecimiento de plata, sino que también se arruinaron las economías de las regiones que abastecían
al centro minero de Potosí, como la de los fabricantes de carretas de Tucumán y los criadores de mulas de Salta.
Buenos Aires
La liberación del comercio favoreció a Buenos Aires, como ciudad y provincia dueña del puerto.
Los gobiernos de Buenos Aires eran los que fijaban los aranceles que debían pagar los productos que
entraban y salían por el puerto. Y los aranceles pagados eran rentas de la aduana de Buenos Aires de las
que disponía directamente el gobierno porteño. Como dueña de la puerta que abría el país al mercado
mundial, Buenos Aires fijo unos aranceles que beneficiaban a los ganaderos de su campaña (zona rural).
Desde 1825, los ganaderos de Buenos Aires se convirtieron en los principales exportadores de cuero y de carne
salada o tasajo. Los derechos de exportación que debían pagar los cueros, sebos, y tasajos se redujeron al mínimo; y
también se redujeron a los de las materias primas indispensables para el procesamiento de la carne, especialmente
el de la sal.
El cambio más importante en la organización económica de la campaña bonaerense fue, a partir de 1820, la
instalación de los saladeros, cuya producción se orientaba a la exportación. Los saladeros eran establecimiento
en los que se procesaba el ganado vacuno para obtener la carne salada, muy requerida por los comerciantes
europeos para alimentar a sus esclavos de las plantaciones de Brasil y Cuba. También se preparaban y se
procesaban los huesos y el sebo para obtener grasa.
LOS BENEFICIOS ECONÓMICOS QUE PRODUCÍA LA EXPORTACIÓN DE DERIVADOS DEL GANADO
IMPULSARON LA EXPANSIÓN DE LA FRONTERA DE LOS TERRITORIOS DE LA PROVINCIA. Los
gobiernos de Buenos Aires emprendieron campañas militares para expulsar hacia el sur a los indígenas
que habitaban en tierras codiciadas por los exportadores del ganado. Las tierras conquistadas eran
consideradas propiedad del gobierno pero luego este las entregaba a particulares, a través del
arriendo o de la venta. A partir de 1830, antiguos hacendados, dirigentes políticos y militares, y los ricos
comerciantes de las provincias de Buenos Aires, formaron el núcleo del grupo de los terratenientes
bonaerense que tuvo cada vez mayor poder económico, político y social. La ciudad de Buenos Aires y su
campaña se convirtieron en el centro económico del país.
El Litoral
Las guerras de la revolución destruyeron en pocos años la producción ganadera del litoral- especialmente la de
Entre Ríos, en el sur de Santa Fe y la Banda Oriental-, que había sido la región productiva más importante entre
1750 y 1800.
Pero el conflicto entre el Litoral y Buenos Aires no se originaba por cuanto ganado producía cada una, sino por
las posibilidades diferentes que cada región tenía para venderlo en el mercado internacional.
Buenos Aires exigía un pago adicional a los buques ganaderos desde el puerto, remontaban los ríos
interiores. Y los productos ganaderos del Litoral debían pagar los aranceles de exportación que exigía la Aduana de
Buenos Aires. Las provincias litorales que tenían costas sobre los ríos Paraná y Uruguay, y también la Banda
Oriental, se dispusieron a compartir con el puerto de Buenos Aires.
Entre 1815 y 1820, Artigas abrió el comercio internacional los puertos de Maldonado y Colonia, sobre el
Río de la Plata. Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe que formaban parte de la L iga de los Pueblos Libres lideraba por
Artigas estableció en esos dos puertos aranceles más bajos que los de Buenos Aires para atraer al comercio
extranjero. El cierre del río Paraná y Uruguay disminuyó el tráfico por el puerto porteño y las rentas de su
aduana.
Desde entonces, la libre navegación de los ríos Paraná y Uruguay fue el eje del conflicto entre el
litoral y Buenos Aires.
El Interior
Durante el desarrollo de la revolución, las provincias interiores quedaron asiladas. Este aislamiento les
impidió cumplir su función de intermediarias en el comercio y en el trasporte entre Buenos Aires y los
importantes mercados de Chile y el Alto Perú.
Cuando en la década de 1820 finalizó el aislamiento producido por las guerras, comenzó a hacerse evidente que la
independencia había trasformado también la organización económica de otras regiones de la América española.
Chile a través del Valparaíso –puerto más importante del Pacifico- se había convertido como Buenos Aires
en un cetro libre de comercio en el que predominaban los productos ingleses. La región del Alto Perú se había
separado del ex Virreinato del Rio de la Plata y se había trasformado en la República de Bolivia, que se abastecía
del Pacífico.
Ni Chile, ni Bolivia necesitaban ya los productos ultramarinos que llegaban desde Buenos Aires.
Por estas razones, después de la guerra, el interior ya no cumplió la función del intermediario en la
circulación comercial de los productos europeos Chile y Bolivia se convirtieron, en cambio en los centros
abastecedores de las provincias Unidas- el norte, el interior mediterráneo con centros en Córdoba y cuyo-
comenzaron entonces a reorganizar sus producciones agrícolas ganaderas y artesanales que eran demandados
en el intercambio con los nuevos centros de comercio ultramarino.
A pesar del liberalismo económico, algunas industrias del interior se mantuvieron por algunas décadas.
La producción de telas de algodón no soportó la competencia inglesa. El cambio, los paños de lana
ingleses eran caros y de mala calidad. Por esto, la producción local de telas de lana continuó y
abasteció incluso el mercado litoral.
También la vida política se trasformó en una fuente de prestigio y poder. Muchos hijos y familias de ricos
comerciantes, con estudios universitarios, fortalecieron sus posiciones de privilegio ocupado cargos en los
gobiernos revolucionarios.
El resto de la población urbana estaba compuesta por funcionarios públicos de menor rango mal pagados,
empleados de un sistema comercial en crisis; pequeños comerciantes peninsulares; artesanos, muchos de ellos
arruinados por la liberalización del comercio; y un conjunto de hombres y mujeres que se empleaban como
asalariados en diversas actividades y servicios. Por necesidades de la guerra, muchos esclavos negros fueron
liberados para ser reclutas en los ejércitos. De esta manera, aunque no se abolió la esclavitud, el sistema de
trabajo basado de explotación de los negros casi desapareció en la práctica. La mayoría de ellos murió en las
primeras filas de combate.
En la campaña de Buenos Aires, eran los gauchos los hombres que realizaban las tareas rurales en las
haciendas y en los saladeros. Como no se los contrataba por largos periodos, los gauchos desarrollaron formas
de vida semi nómadas, alimentándose con carne vacuna. Los propietarios rurales debieron recurrir a la amenaza
de encarcelarlos en el ejército para que no abandonaran sus puestos de trabajo . Monteneras fue el nombre que
recibieron los grupos de peones rurales que respondían a las órdenes de los caudillos provinciales.
CONGRESO DE 1824
La amenaza del avance portugués acelero la reunión del proyectado congreso de representantes de las
provincias unidas. En diciembre de 1824 comenzó a sesionar en Buenos Aires , y las resoluciones que adopto
estuvieron estrechamente relacionadas con el desarrollo que tuvo conflicto con Brasil.
Durante los primeros meses, el acuerdo entre las provincias pareció posible, en enero de 1825, el congreso
sanciono la Ley Fundamental: En ella los representantes declaraban de mantener unidas las provincias y
asegurar su independencia. Declaraban que el congreso era constituyente pero que la futura Constitución
solo sería válida después de la aprobación de todas las provincias que encomendaban en forma provisional
al gobierno de Buenos Aires el manejo de las relaciones exteriores , y al mismo tiempo afirmaban el
principio de las autonomías provinciales, ya que el gobiernos de las provincias continuaba a cargo de sus
propias instituciones hasta la aceptación de la nueva constitución. Pero la iniciación de la guerra contra el
Brasil hizo necesarias rápidas resoluciones.
Después de 1810, los pueblos de las provincias interiores mostraron un fuerte localismo en defensa de sus
intereses, que entraban en colisión con los intereses de Buenos Aires. Más tarde, muchos gobiernos
provinciales comenzaron a declararse federales cuando advirtieron que la centralización política fortalecía los
El general Juan Lavalle: desde 1820, Rivadavia y los miembros de la sociedad literaria lideraban el
grupo porteño de los unitarios. En diciembre de 1828, el general Juan Lavalle encabezo un
levantamiento militar contra el gobernador de Buenos Aires, Manuel Dorrego, y los unitarios
porteños lo eligieron gobernador y lo reconocieron como jefe. Además de los defensores más activos
del unitarismo, después de 1828, fueron Salvador Maria del Carril, Juan cruz Varela y Florencio Varela.
Manuel Dorrego – militar veterano de las luchas contra los realistas- fue un federal convencido que se
opuso a la constitución de 1826, pero no coincidía con todos los caudillos provinciales. Se lo reconoce
como el jefe de los federales doctrinarios porque, para él, el federalismo era un doctrina política de
sólidos fundamentos jurídicos ( y no la simple autonomía sostenida por la fuerza de un régimen
autocrático, como lo entendían los caudillos , según su opinión). Era una garantía del régimen
republicano y de la libertad, y el mejor camino para estimular la cultura, la población y la riqueza
del país.
El hacendado Juan Manuel de Rosas fue el jefe de los federales que defendían la autonomía de la
provincia de Buenos Aires. Formaban parte del grupo comerciante en capital como Braulio costa, y
hacendados y terratenientes como Tomas de Anchorena, Juan N. Terrero y José Maria Rojas.
HACIA LA CENTRALIZACIÓN DE LA AUTORIDAD POLÍTICA
Los enfrentamientos entre unitarios y federales
Después de la renuncia de Rivadavia, el congreso devolvió la autonomía a la ciudad y a la provincia de
Buenos Aires. En agosto de 1827, la Junta de Representantes de la provincias eligió gobernador a Manuel
Dorrego, quien, por mandato del Congreso, quedo encargado de las relaciones exteriores.
A pesar de su defensa de los principios del federalismo, Dorrego no tenía apoyo de los caudillos del
interior porque lo consideraban un defensor de los intereses de Buenos Aires. Por otro lado los
terratenientes y los hacendados de la campaña y los grandes comerciantes de la ciudad de Buenos Aires,
tampoco lo apoyaron. Dorrego tenía la adhesión de numerosos grupos de trabajadores urbanos, pero sus
intentos de continuar la guerra con el Brasil se oponían a la paz.
Sin el apoyo de los federales del interior ni los de Buenos Aires, Dorrego fue vencido por el general Juan
Lavalle, quien encabezó una revolución militar y fue nombrado gobernador de Buenos Aires.
Después del fusilamiento de Dorrego, Estanislao López- gobernador de Santa Fe-, y Juan Manuel de Rosas-
que se encontraba en esa provincia -, comenzaron a actuar contra Lavalle. Mientras Lavalle luchaba en
Buenos Aires, su aliado José María Paz – otro general que había regresado con sus tropas de Brasil-, se hizo
cargo del gobierno de Córdoba. Desde esa posición se propuso enfrentar al caudillo federal y al gobernador de
La Rioja, Juan Facundo Quiroga, quien controlaba las provincias del norte y oeste del país.
Lavalle acordó con Rosas la realización de elecciones en la provincia de Buenos Aires para construir una
nueva legislatura. Pero lo que los jefes pactaron en Cañuelas en junio de 1829, fue resistido por los unitarios
que todavía ejercían cargos de gobierno, quienes manipularon las elecciones a su favor.
En agosto, Lavalle y Rosas se encontraron en Barracas y llegaron a un nuevo acuerdo: se realizarían
nuevas elecciones que anularían las anteriores, Lavalle dejaba el gobierno y Rosas garantizaba que los
protagonistas de la revolución de diciembre de 1828 no serían perseguidos, pero, por segunda vez, la conciliación
no fue posible, los pobladores urbanos que apoyaban al federalismo y los trabajadores rurales sublevados
contra el ejecito unitario exigían la restauración de la legislatura disuelta en diciembre de 1828.
Finalmente, en diciembre de 1829, la misma legislatura que había elegido gobernador a Dorrego,
eligió a Manuel Juan Manuel de Rosas gobernador de la provincia de Buenos Aires. Con el fin de lograr la
rápida pacificación de la provincia. El gobernador podía decidir las acciones de gobierno que
personalmente considerara como las más adecuadas, sin dar cuenta a la legislatura.
ANEXO
VERSIONES E INTERPRETACIÓN DE LA HISTORIA ARGENTINA
Como en toda reconstrucción del pasado, los numerosos historiadores que antes y ahora reconstruyen la
historia argentina realizan una interpretación particular de los hechos. Cada nueva investigación significa un
nuevo aporte al conocimiento de nuestro pasado y, posiblemente un nuevo punto de vista.
Por eso, es parcial y poco enriquecedor considerar que existen versiones definitivas o verdades
absolutas a cerca de la historia argentina. En todas las investigaciones históricas influyeron, en el pasado y
en el presente, inevitablemente las preocupaciones del historiador y de la sociedad en que vivió. De este
modo, a medida que nuestra sociedad va cambiando, también van cambiando las interpretaciones de la
historia.
Cuando varios historiadores tienen coincidencias importantes en la interpretación que hacen del pasado, se
los considera como integrantes de una corriente historiográfica.
En la Argentina se pueden diferenciar diversas corrientes historiográficas, pero son dos las que tuvieron más
importancia: la corriente liberal y la corriente revisionista.
LA HISTORIOGRAFÍA LIBERAL se inició en la obra de Bartolomé Mitre, Vicente López, Juan Bautista
Alberdi y Domingo Faustino Sarmiento, publicadas durante la segunda mitad del siglo XIX, cuando el país se
estaba organizando definitivamente. El propósito de estos autores era construir una historia que narrara los hechos
que dieron origen a la Nación Argentina. Para ellos, los protagonistas de estos hechos eran hombres notables, los
próceres, los fundadores de la patria. Los historiadores liberales consideraban próceres a los hombres que
defendieron las ideas del liberalismo, y criticaron y calificaron como bárbaros a aquellos que, según su
juicio, se opusieron a la organización nacional.
Desde la fundación de la Academia Nacional de la Historia y los trabajos de Ricardo Levene, uno de los
miembros más destacados, esta interpretación de nuestro pasado se convirtió en historia oficial. Durante muchos
años esta versión fue la única que figuró en los manuales y libros de textos escolares.
Juan Irazusta y José María Rosa fueron dos de los representantes más conocido de la corriente
historiográfica revisionista. Escribieron en la década de 1940 y 1950 con el propósito de revisar la historia oficial
del liberalismo. En sus obras se preocuparon por dar relevancia a una cuestión que los liberales no habían tenido
en cuenta: las relaciones entre Argentina y Gran Bretaña. Mientras que los liberales creían que el acercamiento
con Gran Bretaña significaba un camino al progreso, para los revisionistas se trataba de una política que llevaba
deliberadamente a la dependencia y a la entrega del país ante una potencia extranjera. Los revisionistas
revalorizan, además, las raíces hispánicas de nuestra cultura. En sus obras, las figuras heroicas del pasado
argentino no fueron los próceres ilustres sino los caudillos del interior, en particular exaltaban la figura de
Rosas, a los que consideraron como los auténticos representantes de los interese del pueblo y de la nacionalidad.
Del mismo modo que la corriente liberal, la revisionista centró sus relatos en las grandes figuras del pasado.
Hacia mediados de la década de 1960-1970 surgieron otras corrientes historiográficas que intentaron superar las
interpretaciones que enfrentaban a los héroes del liberalismo y del revisionismo. Dentro de esta corriente se
destacaron los historiadores marxistas, Rodolfo Puiggrós, entre otros, quienes establecieron que la exaltación de
virtudes o defectos de los protagonistas individuales no es útil para explicar las causas de los procesos históricos.
Para esta corriente, para comprender el pasado histórico es necesario analizar los intereses económicos de
las clases sociales y sus luchas por defender sus intereses.
Otros historiadores argentinos, como José Luis Romero y Tulio Halperín Dongui, tomaron distancia de
las corrientes mencionadas y centraron sus investigaciones en una historia social. Para romper con los
esquemas liberales y revisionista, intentaron una interpretación del pasado en la cual la sociedad es tomada
como un conjunto en que se relacionan las acciones políticas, económicas y culturales de los hombres.
ARGENTINA 1
MODULO 3
INTRODUCCIÓN
En las Provincias Unidas del Río de la Plata, la crisis de la independencia no fue seguida por la organización de un
Estado Centralizado y la vigencia de una Constitución escrita. La historiografía tradicional caracterizó una etapa de
desorden y anarquía donde se destacaron caudillos regionales.
En este módulo rescataremos la figura de dos caudillos como Martín Miguel de Güemes y Juan Manuel de
Rosas. Entre 1820 y 1852 se recuerda como largos años de guerras civiles entre caudillos provinciales, unitarios y
federales, desorden, que puede ser explicado como lucha inevitable para imponer un orden. Y en la Confederación
Argentina de la primera mitad del siglo XIX, las luchas resultaron inevitables porque era una sociedad integrada por
grupos sociales y regionales con intereses económicos, políticos e ideológicos enfrentados, y cada uno buscaba
imponer a los otros el orden que le resultaba beneficioso.
CAUDILLO O CAUDILLISMO
El caudillo es algo más que un jefe. Su autoridad indiscutible se basa, por sobre cualquier cargo formal,
militar o civil, en cierto ascendiente o influencia sobre una comunidad. El caudillo se hace seguir y obedecer por su
prestigio y carisma. Ejerce entonces en forma directa y tradicional de poder personal, cuyos antecedentes se
remontan a la jefatura tribal y recorren toda la historia de las sociedades, subsistiendo hasta nuestros días incluso en
el marco de las instituciones democráticas modernas.
El caudillismo puede llegar a tener una orientación movilizacionista contra el statu quo, o un carácter
conservador o reaccionario. En la historia de la independencia latinoamericana, aparece principalmente como
vehículo de la movilización de los pueblos en las revoluciones y guerras internas. En una acepción amplia, fueron
caudillos de la causa republicana hombres como Bolívar, Dorrego, Juárez y Martí. En sentido más estricto, el término
se aplica a un tipo de liderazgo paternalista, de origen rural sobre todo, que ejemplifican la figura de Artigas, Páez,
Quiroga o Rosas.
Un hombre como Don Martín Miguel de Güemes, en quien depositó su confianza el Gral. San Martín; un hombre
con quien el Gral. Manuel Belgrano mantuvo abundante relación epistolar; un hombre sobre quien en un
momento de la historia americana peso la responsabilidad de la independencia; un hombre que no lucho para si, ni
para su región, sino para América toda.
Un hombre así debió tener ideas muy claras para actuar. Debió tener un pensamiento político definido. No se
puede explicar de otro modo su corta, pero definitiva actuación, en el camino de la independencia de América.
Este salteño fue un personaje extraordinario de la historia americana, Don Martín Miguel de Guemes, el guerrero,
el defensor de la frontera norte, el caudillo y de gaucho por antonomasia.
No falta quienes, guiados por motivos políticos o personales, escribiendo sobré la historia Argentina dejan en el
olvido a algunos protagonistas de la historia americana, historiadores que respondieron y responden todavía a
concepciones liberales de la historia han suscitado la reacción porque en cierta manera privilegian la existencia de
determinados actores históricos y opacando a otros.
Su fuerza, hay que encontrarlas en las realidades de su pueblo, de un pueblo que adoraba a este hijo suyo,
creando solamente una leyenda cuyas expresiones pueden llegar a veces a lo históricamente dudoso, pero
puede también llegarse a una leyenda inspirada en una guerra porfiada y difícil , con ribetes de epopeya, en la
cual como vigía general, y al frente de sus gauchos , defendió la región norte , a través de valles , montañas y
quebradas abruptas, en los territorios de Salta y Jujuy.
La historia, que debe mirar con imparcialidad a los acontecimientos y a sus gestores; ubicar épocas y personajes
según la verdad; mirarlos no solamente en los hechos en su, sino también en los motivos que los impulsaron;
estudiar las consecuencias positivas y negativas; sus actuaciones, sin dejar de lado ninguno de sus aspectos,
peculiares o secundarios que sean, no puede admitir estas versiones parcializadas a menos que se declare
sinceramente, con la intención de no querer hacer “historia”.
En el caso de Güemes se han dado todas las realidades, falsedades o retaceadas, ocultas o negadas, parceladas o
exageradas, hasta que los investigadores comenzaron a querer hacer luz sobre esta porción de nuestra historia,
sin intimidarse por las digitaciones anteriores. Y podría parecer ironía lo que acontece que, mientras a muchos se
los esta bajando de pedestal en a cual se los puso por motivos que no respondían a las exigencias de la historia, a
Güemes se lo exalta siempre más, y ahora con autentico sentido y realidad histórica, colocándolo en el lugar
que corresponde en el andar fatigoso de los años de la independencia.
Es la respuesta, al deseo del General Paz, al comentar el heroísmo de nuestra gente: “sensible es que la valerosa
provincia de Salta, no haya tenido un historiador digno de sus hechos y de sus glorias; quizás haya influido el
recuerdo de los antiguos odios y de sus glorias, quizás cuando se calmen las pasiones, levante alguno la voz para
que no queden en el olvido hechos ilustres de nuestra historia, y se haga justicia a quines lo merezca. Sirviendo
como base la monumentalidad obra del Dr. Bernardo Frías, que pudo entrar en los secretos archivos públicos y
privados, muchos han intentado hacer justicia con Martín Miguel de Güemes, y entonces aparece el Güemes
hombre político, el Güemes reformador social, en una palabra Güemes autentico.
Esos “odios antiguos” de que habla el General Paz, deben tener un motivos o por lo menos, hay que buscarlos; o
bien habría que pensar en una malicia bien sentada, que algunos no niegan.
Se lo desconoció a Güemes como hombre. Se miraron en el solo algunas fallas juveniles, que nadie
justifica, por que aumentadas convenientemente, hicieron que el héroe salteño tuviera que abandonar la
provincia por orden del General Don Manuel Belgrano, sin poder participar de dos grandes batallas de Tucumán y
Salta. Esa postura hizo que se desconociera su verdadera vinculación con el Gral. Don José de San Martín por un
plan común sobre la liberación de América . Se manifestó en el odio del Gobernador Araos impidiendo el paso de
los auxilios fundamentales para la gran acción mancomunada “ acción tenaza” sobre Perú, haciéndose
responsable ante la historia del fracaso de una de las importantes acciones bélicas con ribetes nunca alcanzados,
que habría adelantado en cuatro años la jornada de Ayacucho.
Ese desconocimiento del Güemes autentico, también fue motivo de las actitudes de jujeños y salteños durante su
gobierno, especialmente durante los años 1819, 1820 y 1821. De otro modo no podría explicarse el odio a
Güemes en Salta de talentos patrios como Dr. Juan Marcos Zorrilla, Don Dámaso Uriburu, Don Mariano Benítez,
Don José de Gurruchaga y otros. Y en Jujuy de los comandantes Fernández Benavides y Mariano Morales, además
de la actitud del jefe de la zona norte, coronel Manuel Eduardo Frías, complotado con el General Olañeta, la
llamada “Patria Nueva” y sus seguidores cuyas figuras en Salta eran de hombres notables.
Toda esta gente conoce a Güemes a través de las leyes que los obliga a sostener una guerra con sus únicos
recursos, mientras el abandono de las otras provincias se hace siempre mas evidente por distintos motivos. No se
nota el sentido americano y nacional de la obra de Güemes, a la cual hay que sacrificarlo todo. Y Güemes es el
primero en dar el ejemplo.
Este conocimiento a través de los sacrificios económicos para una parte de la gente, era incompleto; mas todavía
era totalmente falso. De allí que la postura debió ser naturalmente de oposición. Pese al sentido de “Patria
Nueva”, existía una miopía tremenda de las realidades.
Solamente San Martín y Belgrano desde el encuentro de 1814, conocieron a fondo al Güemes autentico. Junto a
esas dos personalidades de fama mundial, quien conocía íntimamente a Güemes sencillo que lo abandonaba
todo para seguir sin preguntar adónde, sin pedir nada, ofreciendo sus recursos y hasta su vida. Por esto Güemes
no titubea en llamarlos “MIS GAUCHOS”, como parte de su misma vida misma.
Esto hizo que Güemes un hombre poco expansivo con personas desconocidas, un poco introvertido, perdiéndose
entre los suyos; actuando como gobernador en la ciudad y como amigo en los campamentos; dividiendo la
comida, los dolores y las ansias de quien lo exponía todo bien de la causa común. Y así no había titubeado en
hacerse una sola realidad con la masa campesina para defender los ideales nobles de la Independencia
nacional.
Por eso insistía en afirmar en una contestación al director interino del Estado, Álvarez Thomas: “ por mis
merecimientos y servicios, no he recabado papeles, ni solicitado premios, ni distinciones, pues hasta el
tratamiento del Coronel Graduado que me da V.E., me avergüenza, porque nunca he deseado ser vano, sino
bueno, un soldado de la patria y un ciudadano honrado”.
Un hombre de la personalidad y de los merecimientos de Güemes, que se exprese así, necesariamente tenía que
chocar con mucha gente de su tiempo que tendía a eso, que precisamente Güemes no tenía cuenta.
A estas reflexiones hay que añadir la idea y la convicción de muchos hombres de Buenos Aires y de sentir
porteño, que englobaban a todos los hombres del interior contrarios a su hegemonía, como incapaces de una
gobierno propio. Y cuando se dieron cuenta de las personalidades que existían en las provincias orientales y en el
interior y norte de la Patria , entonces no pudieron sufrir la revelación federalista y fomentaron largas luchas
intestinas, que desangraron las Provincias Unidas a total beneficio de la defensa del poder de España en América.
La pregunta: ¿qué hubiera pasado, si las fuerzas de las Provincias Unidas se hubiesen volcado en su totalidad hacia
el norte?, es lógica; y también su respuesta.
Mientras las fuerzas fueron desplazadas hacia la Banda Oriental para someter los derechos del Litoral, otras se
encaminaron hacia el Norte para avasallar a una provincia que había sido la primera en adherirse a los movimientos
de Mayo, y que desde ese momento nada más había hecho que luchar para la independencia de la Patria.
De estas posiciones del interior nació la personalidad del caudillo y su actuación a través de los años. Es necesario
reconocer que, pese a tener que negar muchas cosas escritas al respecto sobre estos hombres, que generalmente
eran defensores de su provincia frente a la hegemonía porteña, los cuadillos actuaron sin un plan determinado, sin
muchas ideas que salieran de su círculo, a veces muy restringido. No se los puede igualar a su tropas, sacadas del
campesinado. Ellos, en su mayoría, eran ricos hacendados defensores de sus derechos y los de sus hermanos
locales.
Hombres así, era lógico que sintieran la corrosión del tiempo y la criba de la historia, mientras sus nombres
quedaban como símbolos de defensa de los derechos provinciales o de una zona como en el caso del Litoral.
Güemes también ha sido comparado a estos hombres localistas, no solamente por sus adversarios, sino también
por sus admiradores, prefirieron ver en él al paladín de los derechos salteños, más que al autentico defensor de los
derechos de América. Y Güemes es esencialmente esto: auténtico defensor de América.
Y en este pensamiento reside toda la fuerza y la perennidad histórica de la personalidad de Güemes. Güemes es
un hombre con ideas políticas bien claras, adquiridas en sus andanzas por distintas regiones, en su permanencia en
la gran Metrópoli, al contacto con las nuevas ideas y también en sus estudios de orientación militar. Se intuye su
preocupación por todo esto y se lo observa en su actuación futura, confirmada por la confianzas de San Martín.
Esto de poner en un mismo nivel a los caudillos y a Güemes, ha dado lugar a un conocimiento deformado del
Güemes auténtico. Este Güemes posee una cultura humana, profundamente política, que pondrá en juego en el
momento oportuno, durante su gobierno, en la provincia de Salta, y que se viene vislumbrando desde sus
actuaciones anteriores.
En “el pensamiento político de Güemes”, dice a las claras el interés de dependerla históricamente. Más aún
adelantamos un pensamiento fundamental: Güemes es el único caudillo que manifieste y actúe guiando por un
hilo conductor, verdadero pensamiento político coherente, que no mira los intereses de su provincia sino los de
Amétrica toda. Tal vez molestó que un hombre del interior, uno que no estaba en contacto con las “luces” que
provenían de Europa, estuviera en condiciones de visualizar problemas políticos y conducir la campaña. Cierta
historiografía, creada y escrita por una facción argentina, si no desconoció la obra de Güemes, por lo menos quiso
pasarla en silencio.
Algunos pensamientos de Mitre pueden ser ilustrativos al respecto:”Guemes, conocido por la generalidad tan solo
por las “pesetas falsas” que llevan su nombre (medallas históricas no clasificadas), considerado; y disfrazado por
algunos con las galas de heroísmo ideal es uno de los retratos falsos, una de esas fisonomías históricas
adulteradas.
Mas adelante sigue Mitre, una de las vertientes generadoras de la historia Argentina: “Guemes no es nada, o es
cuanto más una pálida fisonomía militar, que nada de extraordinario tendría en si misma si los hechos que ejecuta
o promueve no fueran consecuencia de la táctica, del prestigio, de los medios de acción del caudillo, representantes
de las masas populares, fanático por la doble pasión de independencia y de la ciega adhesión a su persona,
dispuesta igualmente a gusto suyo, a esgrimir sus armas ya contra el enemigo común, ya contra la sociedad”
Algo más de Mitre, que serviría a los escritores posteriores: “Guemes encontró el campo preparado. No inició la
Revolución, ni libertó pueblos, ni imprimió dirección a los acontecimientos, ni fundo nada ... y aun cuando sin
injusticia no pueden negarse casualidades superiores al que así dominaba ( el pueblo) ... no era por cierto un
genero superior ni en política ni en milicia; ni sus hechos fueron precisamente los que decidieron los destinos de
la revolución que se decidían en otros campos, con medios más poderosos de acción, bajo una dirección más
inteligente, más metódica y con miras mas trascendentales. Su gloria consiste en que, como caudillo, cooperó
directamente algunas veces e indirectamente otras, a la desorganización general, que ha prolongado nuestra
dolorosa revolución social.
Estos conceptos, vertidos por el “Padre de la Historia Argentina”, no podían dejar de influir en quienes, bajo
cualquier punto de vista, sin la posibilidad de llegarse a las fuentes autenticas, se encaminaron por las difíciles
sendas de la historia, con referencia al General Martín Miguel de Guemes.
El juicio de su gran historiador pone las codas en su lugar cuando afirma:”San Martín, Bolívar y Güemes
forman por la magnitud de la obra realizada... la trípode gloria sobre la que descansa por los siglos el augusto
edificio de la independencia americana.
Llega así el año 1814 que es fundamental para la historia de nuestra Patria. Al hacerse cargo del ejército del Norte
el General Don José de San Martín, después del desastre de Ayohuma, Güemes es reincorporado al Ejército del
Norte. Acompaña a San Martín desde Buenos Aires y juntos recorren la provincia hasta Orán para planear la
acción a seguir.
Esta vuelta definitiva de Güemes implica la decisión de colaborar estrechamente con el Plan Sanmartiniano, por lo
que será necesario contar con poderes extraordinarios, en lo que a responsabilidad se refiere. Por eso comienza a
actuar directamente con un fin político. Y no necesita de mucho esfuerzo porque el cariño del pueblo está basado
en las actuaciones anteriores, en los combates y renunciamientos en favor de la causa común, en su vuelco hacia
ese pueblo.
Güemes tiene el camino abierto hacia el poder político. En Buenos Aires es ascendido a Teniente – Coronel
graduado del Ejército, apenas se sabe de las primeras actuaciones del héroe. Había sido apenas nombrado por San
Martín, Jefe de Avanzadas . Desde 1814, los realistas no van a tener un solo instante de tranquilidad en su ansia de
abrirse un camino hacia Buenos Aires. Desde 1814 también, ese genio militar tan particular, con sus paisanos, será
capaz de rechazar uno tras otros, seis ejércitos por el poder militar de España.
Desde 1814 la sabiduría política de Güemes hará de Salta una provincia unida, que solo resquebrajará el egoísmo
interno. Y desde 1814 en Salta comenzara a llevarse a la practica una pan social, que llegara a su plena realización
con la puesta en práctica del “Fuero Gaucho”.
En 1814 es para Güemes el punto de partida de toda una obra que perdurará a través de los años y que se
realizara especialmente desde su elección como Gobernador de la Provincia Intendencia de Salta, hasta su muerte.
Obra realizada en medio de dificultades y traiciones por parte de algunos; incomprensiones por parte del Superior
Gobierno de la Nación; inquietud por parte de las otras Provincias y grandes satisfacciones por parte de sus
gauchos, a quienes les debía todo lo que estaba realizando por la Patria.
La personalidad del gaucho incide fundamentalmente en los planes de Güemes. Es el hombre que nada tiene;
apenas su familia, que tampoco tiene nada, porque lo que tiene; porque lo que tiene no es propio. Es el hombre
que conoce a la perfección, palmo a palmo, su tierra, que la quiere, que la acaricia recorriéndola diariamente, que
ama sus bosques, sus quebradas; que comprende su lenguaje particular, el de sus aves, de sus silencios
impenetrables. El gaucho, el campesino, que sabe entregarse con todo lo que tiene, que nunca le reprochará
haberle quitado todo para poderlo seguir, para tener el placer de ser “gaucho”, seguidor de su Jefe y defensor de
su Patria no ocultaron nunca a su gente, especialmente a sus jefes, la realidad de su plan de defensa de la patria.
Los gauchos no defendían solamente su provincia, defendieron su Patria.
Con esta gente, Güemes podía conseguir mucho. Los escuadrones de Salta, Jujuy y Tarija, se cubrieron de gloria
frente a los magníficos ejércitos del Rey.
Y también con esta gente, con este respaldo general, que al principio fue general en sentido autentico, es decir
también por parte de la gente de la ciudad, Güemes preparó su ascensión al poder político.
No es necesaria pensar en ambiciones políticas, sino en la necesidad del momento. Frente a la invasión de
Pezuela en ese mismo años de 1814 y a la actuación descollante de Güemes el 29 de marzo en el combate de
Velarde, por el cual San Martín lo califica “valeroso Teniente Coronel Don Martín Güemes”, era necesaria la unidad
de todas las fuerzas en manos de un solo hombre. El mismo San Martín refiriéndose a la actitud de los gauchos en
el combate, expresaba que es imponderable la intrepidez y entusiasmo con que se arroja el paisanaje sobre las
partidas enemigas, sin temor del fuego de fusilería que a ellos hacen. Tengo de esto repetidos testimonios y los
comunico a V.E. para su satisfacción.
En su nueva responsabilidad Güemes da sobradas garantías de su actitud y estilo de guerra a realizar en su
provincia. Reorganiza las partidas de gaucho, divide el paisaje para que actuara en su lugar de origen poniéndoles
de jefes a gente del lugar, dejando la más amplia libertad de acción, respondiendo siempre al plan trazado por los
mismos capitanes de cada partida. Para esta guerra defensiva, de sorpresas, el resultado fue totalmente positivo y
llevado solamente por los hombres y los recursos económicos de la provincia, pues siete invasiones se estrellaron
contra el gauchaje.
Por todo ello no se debe ver en Güemes; necesariamente una ambición política, sino una relación intima con las
necesidades del momento. Y su consecuencia fue sencillamente la salvación de la independencia de América, una
realidad que solo quién mire las cosas con ideas prefabricadas; puede negar.
Este ambiente, cien por ciento favorable a los planes de Güemes, estalló el 6 de mayo de 1815. El pueblo,
entusiasmado por su nueva presencia en la ciudad y con la certeza de la responsabilidad asumida junto a San
Martín, pidió la elección de un gobernador en reemplazo del coronel D. Antonio Cornejo, que lo ejercía
interinamente, por nombramiento de Rondeau.
El Acta Capitular refleja fielmente el pensamiento de Salta entera, representada en todas sus capas sociales.
A la insistencia del pueblo, congregado en la plaza mayor, accede el Cabildo y luego de una elección, realizada por
votación secreta, resulta elegido el “hombre de Salta”. El Acta Capitular correspondiente llena uno de los propósito
de este trabajo, por esto la reproduciremos por entero”.
“En la capital de Salta, a 6 de mayo de 1815, los señores del M.I.C.Y.R. estando congregados a tratar asuntos de la
causa pública y habiendo representado en este acto el señor Procurador General doctor D. Pedro Antonio Arias
Velásquez, a nombre del pueblo que se halla congregado fuera de la sala Capitular, que este pedía se nombre un
gobernador en entretanto quedaba establecido un gobierno fijo y permanente de la satisfacción y consentimiento
de las Provincias Unidas: a lo que ilustre Cabildo les hizo por el mismo conducto del Señor Procurador, impone de
los pliegos e impresos que se acaba de recibir el Exmo. Cabildo de Buenos Aires, para que impuesto el referido
pueblo de todo lo que contiene acerca del Supremo Gobierno Provisorio establecido y elecciones practicadas, se
definiese la presente solicitud y se tratase primero de tomar el consentimiento libre del mismo pueblo acerca de
los puntos que contienen las citadas circulares.
Más como insistiese en que se procediese sin embargo de ello a la elección de Gobernador; avino a ello el ilustre
Cabildo, y como manifestase este benemérito pueblo el deseo que tenía de que se practicase en el propio acto,
procedió a verificarlo, dando cada uno de los vecinos su sufragio en el orden posible; y recibidas las respectivas
cédulas y publicadas resultó casi por una general votación, el Sr. Coronel D. Martín Güemes, a quien por petición
del mismo pueblo, se lo puso en posesión en el mismo acto, procedido el juramento de estilo, que se lo recibió el
Señor Alcalde de primer voto D Miguel Francisco Araoz, de la propia conformidad que al DR. Don Pedro Antonio
Arias Velásquez nombrado Teniente Asesor por dicho Señor Gobernador, de consentimiento y aclamación del
pueblo. Con lo que se cerró esta Acta que firman, haciéndose primero por mi, el escribano, al pueblo, de que doy
fe. Martín Güemes- Miguel Francisco Araoz- Gaspar Castellanos- Alejo Arias- José Mariano Santillán y Figueroa- Juan
de la Cruz Monje y Ortega- Juan Manuel Güemes- Inocencio Torino- Ángel López- Pedro Antonio Arias Velásquez-
Feliz Ignacio Molina escribano”.
Esta elección de respaldo popular y que encontrara su arraigo en el alma de la gente del norte, iba a comprometer
también a esa misma gente; pero desde el primer momento no falto quien, aprovechando de la posición del
Cabildo de Jujuy, ocupara el sillón de la oposición. Y si los años 1815 y 1816 trascurrieron bastante tranquilos, el
1817 se cataloga como el punto de partida de la oposición abierta al plan político, social y militar del gobernador,
que terminara el 7 de junio de 1821 en la oscuridad de la noche salteña.
Esta elección comprometía principalmente al Güemes político quien se encontraría entre dos fuegos: por una parte
de los ejércitos y las lisonjas de los españoles y por otra la oposición del interior en sus diversos aspectos; el
ciudadano, el provinciano y el nacional; y esto no solo antes del congreso de Tucumán, que declararía la
independencia de la patria, sino también por las autoridades constituidas en el mismo. La excepción de Don Martín
de Pueyrredón confirma lo dicho. Pero Güemes enfrenta su responsabilidad hasta las últimas las consecuencias,
por la realidad de tener que ser salvador de la independencia de América se han hecho sangre y vida en él.
Juan José de Viamonte, gobernador provincial designado por el Pacto de Barracas, es el encargado de convocar
a la nueva Legislatura. Se restablece la Junta de Representantes que había elegido gobernador a Dorrego, y
que había sido disuelta por la revolución del 1º de diciembre del año anterior. La Legislatura elige
gobernador a Juan Manuel de Rosas, otorgándole facultades extraordinarias.
Rosas gobierna la provincia de Buenos Aires en dos períodos: desde 1829 1832 y des 1835 a 1852, y se convierte
en la figura de mayor relevancia política del país.
Restablece el orden de Buenos Aires e impone su hegemonía sobre el resto de las provincias. La legislatura lo
declara Restaurador de las leyes e instituciones de la provincia.
EL GENERAL PAZ: LA LIGA UNITARIA
Entretanto el General Paz realiza con éxito el proyecto de dominar el interior para luego reunir un congreso que
dicte una constitución unitaria, como en 1826. Derrota a Bustos y a Quiroga y envía a las provincias,
expediciones militares que logran cumplir con su objetivo.
El 5 de julio de 1830, la provincias bajo la hegemonía de José María Paz ( Córdoba, la Rioja, Mendoza, San Juan,
San Luis Catamarca, Santiago del Estero, Tucumán, y Salta integraron la Liga Unitaria.
Posteriormente las provincias firman un tratado complementario por el cual se establece un Supremo Poder
Militar a cargo del General Paz, que se encargaría de la defensa y la seguridad de los estados aliados. Además
tendría atribuciones para intervenir en tumultos y disponer de los recursos financieros de las provincias.
Paz invitó a las provincias de Buenos Aires y del litoral a que enviasen sus delegados a Córdoba, pero la
invitación fue rechazada.
EL PACTO FEDERAL
Desde principios de 1830 Juan Manuel de Rosas impulsó una serie de pactos entre las provincias del Litoral y
Buenos Aires. Estos acuerdos culminaron con la firma del Pacto Federal del 4 de enero de 1852 fue el único lazo
contractual de unión entre las provincias.
Juan Manuel de Rosas, como gobernador de Buenos Aires, tuvo la preeminencia política en el país: obtuvo el
manejo de las relaciones exteriores a través de leyes provinciales, que hablaban de la Confederación Argentina.
Pero esta Confederación se basaba en delegaciones de carácter personal y no existían instituciones que
representaran a las diferentes soberanías reunidas, como correspondía a una Confederación de Estados.
LA LIGA UNITARIA
Sus firmantes conforman una alianza ofensivo-defensiva y se comprenden a no realizar tratados unilaterales con
otras provincias o con estados extranjeros.
Establecen como objetivo común a la constitución del estado nacional y autorizan al general Paz a reunir un
Congreso Constituyente.
PACTO FEDERAL
Las provincias conforman una alianza ofensivo-defensiva, por la cual cada una auxiliaría militarmente a quienes lo
necesitaran, en caso de conflicto.
Adapta la forma republicano-federal, se reconocen mutuamente libertad, representación y derechos.
Establecen la libertad de transito de buques y cargas.
Estipulan la reunión de una Comisión Representativa de las provincias para la organización nacional.
* La organización nacional en términos económicos implicaba, entre otras cuestiones, que se tendría que repartir
las rentas de aduana que hasta el momento controlaba Buenos Aires. El gobernador bonaerense no estaba
dispuesto a nacionalizar entre ingresos, pues eran recursos de suma importancia para su provincia.
Finalmente triunfo su razonamiento. Las provincias no podían enfrentarse ni militar económicamente con el
gobierno rosista, que tenía apoyo de la mayoría de la población de Buenos Aires. Por otra parte, se pensaba que la
derrota de Rosas podía significar el ingreso al poder de los unitarios, que si bien nacionalizarían las rentas de
aduana, no respetarían las autonomías provinciales. Rosas logró la disolución de la Comisión Representativa al
retirar a sus representantes con el pretexto de que el organismo era una caja de resonancia de criticas hacia
“Buenos Aires”
* Los unitarios organizaban movimientos desde el exilio y en numerosas ocasiones capitalizaron la oposición a la
hegemonía porteña que existía en las provincias.
* Entre los intelectuales surgió un relevante movimiento opositor: la llamada Generación de 1837, con figuras
como Esteban Echeverría, Juan Bautista Alberdi, Domingo Faustino Sarmiento, Juan Maria Gutiérrez.
Aspiraban a promover una política superadora de la antinomia entre federales y unitarios. Tomaron ideales
liberales de los unitarios, pero les criticaron su escasa adaptación a las características nacionales. Aceptaron la
validez del Federalismo ante el clamor popular. En un primer momento, un grupo de esta generación prestó su
apoyo al gobierno rosista, pero al ser rechazados, trabajaron para derrocarlo. Estaban influenciados por la ideas de
boga en Europa: el romanticismo, la renovación histórica, filosófica de Saint-Simón, las ideas políticas de la joven
Europa de Mazzini (1834). Concidían con los principios de la Ilustración europea, en su fe en el progreso material.
Aspiraban a rescatar los valores de la Revolución de Mayo: la democracia, el progreso, la libertad. En 1838,
comenzaron a reunirse en secreto y formaron una asociación de la Joven Generación Argentina. Posteriormente
tuvieron que dispersarse. Muchos de sus miembros intervinieron en la organización de alzamiento contra Rosas.
* Entre los federales, se oponían a Rosas los partidarios de la organización nacional, resistida por el gobernador de
Buenos Aires. En las provincias del litoral se formó un foco de oposición permanente que exigía la libre navegación
de los ríos y demandaba la nacionalización de las rentas de aduana monopolizadas por Buenos Aires. En sus
reclamos contaron con el apoyo de las potencias extranjeras, como Inglaterra y Francia, que coincidían en la
necesidad de tener ríos abiertos a la navegación para el comercio.
SIMULTANEIDAD DE ENFRENTAMIENTOS
Durante el segundo gobierno de Rosas se producen diversos conflictos y levantamientos contra su poder: con
potencias europeas, con países vecinos (Rosas tenía la aspiración de recuperar las fronteras del antiguo Virreinato,
lo que implicaba la reincorporación de Bolivia, Paraguay y Uruguay), y con las provincias de la Confederación.
SITIO DE MONTEVIDEO
Rosas intervino en los conflictos internos de la Banda Oriental, donde se habían refugiado numerosos emigrados
antirrosistas. En 1830; se proclamó la Constitución del país; el general Fructuoso Rivera resulto elegido
presidente.
En 1835, al término de su mandato, fue elegido Manuel Oribe. Fructuoso Rivera se alzo contra el nuevo gobierno
de julio de 1836.
El gobernador de Buenos Aires apoyó al general Oribe, desplazado del gobierno. Rivera contó con el apoyo de los
opositores de Rosas, como el general Lavalle, y de las potencias extranjeras (Francia e Inglaterra) con intereses
comerciales en el Rió de la Plata.
Luego de haber intervenido en la derrota de las reacciones contra Rosas en nuestro País, Oribe marchó hacia
Montevideo con el objetivo de recuperar su poder. En febrero de 1843 inicia el sitio de la ciudad y, paralelamente,
la escuadra de Brown bloquea el puerto. En la defensa de la capital de la Banda Oriental actuaron el general Paz,
la escuadra inglesa y la francesa y también numerosas voluntarios extranjeros, entre los que se destacó, el líder
militar de la unificación italiana José Garibaldi. La legión extranjera de Montevideo se constituyó en una de las
fuerzas principales de defensa de la ciudad.
El sitio se mantuvo durante nueve años.
* El problema finalizó en 1840, cuando se firmó el tratado de Arana-Mackau reconocido por el rey Luis Felipe. El
gobierno de Buenos Aires aceptaba que los ciudadanos franceses fuesen considerados como favorecidos. Quienes
hubiesen sufrido perdidas en el país recibirían una compensación. Se comprometía, además, a respetar la
independencia de la Banda Oriental.
Francia, a su vez levantaría el bloqueo y devolvería la isla Martín García. Sin embargo, con este acuerdo no terminó
el conflicto; persistía la problemática con la Banda Oriental, cuestión que implicaba la posibilidad de una nueva
intervención armada.
BLOQUEO ANGLO-FRANCÉS
* Los comerciantes británicos y franceses se veían perjudicados por el sitio de Montevideo. Necesitaban la
independencia de la Banda Oriental y la libre navegación de los ríos que les permitían acceder a la región del Litoral
y del Paraguay. Presionaron a sus respectivos gobiernos para que colaboraran en el levantamiento del cerco
impuesto por Oribe y Rosas.
* Los motivos que aducen los Estados europeos para justificar el bloqueo son: el resguardo del comercio, el
amparo de ingleses y franceses que habitan en Montevideo, y la independencia de la Banda Oriental.
* El conflicto se inicia cuando los aliados exigen a Rosas que retire sus fuerzas de Montevideo y le comunican a
Oribe que todos los puertos serian bloqueados sino se levantaba el sitio de la ciudad.
Al no ser aceptadas las exigencias, los europeos bloquean los puertos de la Banda Oriental y de Buenos Aires. En
1845 las naves francesas tomaron posesión de la isla Martín García.
* Luego de varios años donde se sucedían las negociaciones los envíos de agentes diplomáticos y los acuerdos
que no llegaban a buen resultado, el bloqueo pierde efectividad. En 1847 los ingleses se retiran y firman una
acuerdo de paz. Francia queda a cargo del bloqueo hasta que en 1849 la escuadra francesa se retira. En 1850 se
firman los tratados de paz.
La Vuelta de Obligado
Era vital para los intereses europeos obtener la libre navegación de los ríos. Las escuadras aliadas intentaron
subir por el río Paraná. Rosas no permitía que barcos extranjeros penetrasen en los ríos interiores, pues solo el
Río de la Plata, que era considerado internacional.
La vuelta de Obligado era un acantilado fortificado por Rosas para impedir el paso. Luego de varias horas de
cañoneo contra las fuerzas del Gral. Lucio Mansilla, la expedición extranjera consiguió abrirse paso. Sin embargo,
aunque desde el punto de vista militar las fuerzas conjuntas tuvieron éxito, desde el punto de vista comercial fue
un fracaso, pues gran cantidad de embarcaciones no pudo vender sus cargamentos.
La provincia de Buenos Aires, no reaccionó de manera positiva ante la redacción de la Constitución Argentina,
veamos el contexto social interno:
Derrota de Rosas; comienza la búsqueda para construir las Bases de Organización Nacional: existía conflictos entre
Buenos Aires, el Litoral y el Interior. Falta de alianza entre los sectores dirigentes
Inestabilidad económica y política: penurias económicas regionales, dimensión del territorio, atraso de los medios de
transporte y comunicación, etc.
Urquiza debía ser el puente entre los interese provinciales y de Buenos Aires, se lo responsabilizó de las relaciones
exteriores de la Confederación, hasta que el Congreso nombre un nuevo funcionario.
31 de Mayo de 1852, se firmó el Acuerdo de San Nicolás o Acuerdo de General de Gobernadores: la importancia fue
que las provincias lograron llegar a un entendimiento que hizo posible el dictado de la Constitución de 1853 y la
organización de la nación con un sistema federal.
Buenos Aires rechaza el acuerdo de San Nicolás. Los grupos opuestos a Urquiza comenzaron a reaccionar porque
vieron desfavorecida los recursos aduaneros y no estaban de acuerdo con la igualdad de representación con las
demás provincias en el Congreso.
11 de Septiembre de 1852: Revolución civil, que se opuso al Congreso Santafecino como autoridad nacional válida.
Alsina anuló la el Acuerdo de San Nicolás y proclamó la autonomía de Buenos Aires.
Se inicia una década de enfrentamientos entre Buenos Aires y La Confederación: Buenos Aires se declara autónoma
con sus propias instituciones. Alsina gobernador provisorio. La Confederación Argentina
estaba integrada por todas las provincias menos Bs As.
El 1 de diciembre de 1852, federales de Buenos Aires liderados por Hilario Lagos, se levanta contra la Revolución del
11 de septiembre y proclaman la obediencia al Congreso Constituyente y la disposición de reincorporar la provincia a
la Confederación. Finalmente triunfaron los septembristas pues las fuerzas sitiadoras se debilitaron.
El 9 de Julio de 1853 el Congreso reunido en Santa Fe dictó la Constitución Nacional. La Carta Magna estableció el
sistema representativo, republicano y federal de gobierno, que garantizaba los derechos de los ciudadanos y las
autonomías provinciales. Disponía la libre navegación de los ríos y la distribución de las rentas nacionales, con el
objetivo central del bienestar común. Los constituyentes se inspiraron en la Constitución de los EE UU y el trabajo de
Juan Bautista Alberdi.
Secesión: Buenos Aires se opuso y dictó su propia constitución. ¿Quéee? Sí realmente, esta situación provocó la
separación en dos estados: por un lado la Confederación y por otro el Estado de Bs As, con intensa rivalidad
económica y política, donde la que más problemas económicos tenía era la Confederación, ya que Bs As era conocida
por su aduana y un importante tráfico comercial internacional. Inglaterra insistía diplomáticamente, para que se
unan los estados para favorecer el comercio.
HISTORIA ARG 1
MODULO 4
INTRODUCCIÓN
La caída de Rosas fue seguida por una oleada de cambios. Políticamente, el país dejó de ser un embrollo
fragmentado de liderazgo de caudillos, y gradualmente superó sus conflictos interregionales para formar un Estado
nacional que adquirió una indiscutible autoridad en toda la República. La expansión económica adquirió una escala
sin precedentes.
Argentina a partir del proceso de formación del Estado y sobre todo durante la segunda mitad del siglo XIX se
convierte en productor de alimentos y materias primas lo que le permitirá ocupar un lugar en el mercado capitalista
mundial.
Luego de la caída de Rosas, los diversos grupos que lucharon en su contra acordaron en la necesidad de
llevar adelante un reorganización política, social y económica. Esto llevó a la firma del Acuerdo de San Nicolás. En
1853 se sancionó la Constitución Nacional entre las provincias que más tarde la aceptará Buenos Aires conduciendo
el camino hacia la unificación del Estado Argentino a través de un acuerdo entre los distintos sectores que habían
estado en conflicto durante décadas
La primera mitad del siglo XIX ha sido caracterizado como una etapa de transición entre la etapa de economías
regionales de subsistencia del período virreinal y el período de economía primaria exportadora que se desarrolla
en la segunda mitad del siglo XIX.
Desde fines del virreinato la situación económica se había modificado a partir de dos elementos:
La apertura del puerto de Buenos Aires y su relación comercial con Europa.
El aumento de la actividad ganadera del Litoral y la campaña bonaerense, actividad dirigida a la
exportación.
En la primera década revolucionaria, la guerra por la independencia había agotado los recursos humanos y
económicos. Las economías regionales estaban poco vinculadas entre si, no se había conformado aun una
economía nacional debido a las dificultades de comunicación y de trasporte. No existía entonces una
complementariedad de producción entre las diferentes áreas, que hubiera favorecido las condiciones
económicas.
Se produjo un crecimiento desigual entre las regiones
Una expansión del Litoral y Buenos Aires, gracias a la ganadería, con la exportación de cueros y tasajo.
Un estancamiento de la producción en el interior, al no poder competir con las mercaderías que llegaban
del extranjero y perder también su vinculación con el Alto Perú y Chile.
LA EXPANSIÓN GANADERA
A partir de la década de 1820, la ganadería de Buenos Aires se recuperaba y expande, especialmente bajo los
gobiernos de Martín Rodríguez y de Las Heras (1820-1826). Se profundiza la relación comercial con Inglaterra, que
adquiere los productos ganaderos ( el cuero especialmente) y vende sus productos industriales.
Entre las condiciones que facilitaron la expansión de la ganadería en el litoral y en Buenos Aires,
debemos tener en cuenta.
Después de la derrota de Rosas se inició una etapa de intensa tarea: se debían construir las bases de la Organización
Nacional. La cuestión presentaba aspectos complicados, pues existían conflictos latentes entre Buenos Aires, el
Litoral y el interior. Varios factores dificultan la formación de un Estado y una economía nacional: la inexistencia de
una autoridad respetada en todo el ámbito nacional, la dispersión jurídico-administrativa, las penuria económicas
regionales, la dimensión del territorio, el atraso de los medios de transporte y comunicación, la falta de garantía
sobre la propiedad, la inestabilidad de las condiciones económicas y políticas.
Hacía falta una alianza entre los sectores dirigentes para zanjar las diferencias.
Justo José de Urquiza, el vencedor de Caseros, tuvo que enfrentar una grave situación política: debía equilibrar los
intereses de los gobiernos provinciales y los de Buenos Aires. El 6 de abril de 1852, el gobernador de Entre Ríos se
reunió en Palermo, donde había instalado su cuartel general luego de la batalla de Caseros, con los representantes
de la provincias de Santa Fe (Manuel Leiva), Corrientes (Benjamín Virasoro) y Buenos Aires ( Vicente López y Planes,
gobernador interino designado por Urquiza). Allí se firmó el Protocolo de Palermo por el cual:
Se encomendaba a Urquiza las relaciones exteriores de la Confederación hasta la reunión de un Congreso que
nombrase al funcionario correspondiente.
Se proponía la reunión de todos los gobernadores de la Confederación en San Nicolás de los Arroyos para acordar las
bases de la Organización nacional.
La importancia del Acuerdo de San Nicolás reside en que, a pesar de los conflictos inmediatos con Buenos Aires, las
provincias lograron llegar a un entendimiento que hizo posible el dictado de la Constitución de 1853 y la
organización nacional bajo el sistema federal.
A partir de la caída de Rosas comenzaron a perfilarse en Buenos Aires distintos grupos políticos, que se consolidaron
y actuaron en este período:
Urquicistas o federales auténticos: entre ellos se encontraba Vicente Fidel López y Marcos Paz que apoyaban
al caudillo entrerriano.
Aislacionistas, segregacionistas o alsinistas: esta tendencia, liderada por Carlos Tejedor, Valentín y Adolfo
Alsina, pretendían la autonomía total de Buenos Aires.
Nacionalistas o mitristas: este grupo, con Bartolomé Mitre como figura principal, proclamaba a Buenos Aires
como rectora de la organización nacional .
Al conocerse el pacto de los gobernadores, en Buenos Aires se generó una fuerte resistencia. Los grupos políticos
opuestos a Urquiza comenzaron a actuar. Rechazaban los términos del Acuerdo, que implicaba para la provincia la
pérdida de los recursos aduaneros nacionales y la igualdad de representación con las demás provincias en el
Congreso. Argumentaban que la cantidad de diputados debía ser proporcional a la cantidad de habitantes y de
recursos con que cada provincia contribuía al gobierno nacional. En la legislatura bonaerense se inicia un fuerte
debate, y finalmente se rechaza el Acuerdo de San Nicolás. Esta decisión provoca la renuncia del gobernador de
Buenos Aires, Vicente López, quien había aprobado el Pacto y era su defensor.
Urquiza decide intervenir: disuelve la Legislatura y repone a Vicente López al poder.
A principios de septiembre de 1852 el Director Provisorio se dirige a Santa Fe donde se estaba organizando el
Congreso Constituyente. La alianza de alsinistas y mitristas, reunida en el denominado Partido Liberal, tenía como
objetivo hacer de Buenos Aires una ciudad-estado; ante la ausencia de Urquiza llevó a cabo la Revolución del 11 de
septiembre. El motivo revolucionario, con el impulso de Valentín Alsina, se opuso al Congreso santafecino como
autoridad nacional válida, ordenó el retiro de los diputados bonaerenses, declaró nulo el acuerdo de San Nicolás y
proclamó la autonomía de Buenos Aires.
Se inicia entonces una década de enfrentamientos entre Buenos Aires y la Confederación. El país queda
desmembrado en:
El Estado de Buenos Aires: se conforma una entidad autónoma con sus propias instituciones. Como
gobernador provisorio se designa a Valentín Alsina.
La Confederación Argentina: integrada por todas las provincias de la nación menos Buenos Aires.
El 1 de diciembre de 1852, federales de Buenos Aires liderados por Hilario Lagos, se levanta contra la Revolución del 11 de septiembre y proclaman la
obediencia al Congreso Constituyente y la disposición de reincorporar la provincia a la Confederación. Pusieron sitio a Buenos Aires durante seis meses,
con fuerzas terrestres de campaña y con el auxilio de una escuadra naval bajo las órdenes del norteamericano Jhon Coe en el Río de la Plata.
Finalmente triunfaron los setembristas pues las fuerzas sitiadoras se debilitaron. El Almirante Coe entregó su escuadra a cambio de una recompensa
económica.
En 1853 el Congreso reunido en Santa Fe dictó la Constitución Nacional. La Carta Magna estableció el sistema
representativo, republicano y federal de gobierno, que garantizaba los derechos de los ciudadanos y las autonomías
provinciales. Disponía además de libre navegación de los ríos y la distribución de las rentas nacionales. Los
constituyentes tuvieron como fuente de inspiración primordiales la Constitución de los Estados Unidos de
Norteamérica y el trabajo de Juan Bautista Alberdi, bases y puntos de partidas para la organización política de la
República Argentina
Gobiernos provinciales
(Poderes Ejecutivo, Legislativo
y federal de cada provincia).
Obej
Objetivo
Bienestar común
CRONOLOGA GUBERNAMENTAL
GOBERNADORES PRESIDENTES
Buenos Aires se declaraba parte integrante de la Nación y aceptaba revisar la Constitución de 1853. Una Convención Provincial
propondría las reformas consideras necesarias para Buenos Aires. Posteriormente una Convención Nacional trataría estas
propuestas para su autorización. La aduana pasaba a poder de las autoridades nacionales, quienes garantizaban a la provincia
el mismo presupuesto de 1859 durante cinco años más.
Ante esta circunstancia Valentín Alsina renunció como gobernador de Buenos Aires.
Pavón: la derrota de la Confederación frente de Buenos Aires
En octubre de 1860, luego de reunidas las Convenciones Provincial y Nacional y aceptadas las reformas propuestas,
Buenos Aires juró la Constitución. Restaba instituir el gobierno nacional. Sin embargo, la unión nacional no estaba
establecida con firmeza. En las provincias lo liberales o mitristas realizaron una serie de revueltas contra la autoridad
de la Confederación. El Partido Liberal encabezado por Mitre se identificaba con los principios del liberalismo
europeo y se presentaba como contrario del personalismo de los caudillos. En San Juan, cuando los liberales
tomaron el gobierno, La Confederación determinó la intervención de la provincia.
Ante estos incidentes, la legislatura bonaerense declaró caduco el Pacto de San José de Flores. Nuevamente
se desató el enfrentamiento militar. Santiago Derqui, presidente de la Confederación desde 1860, encargó a Urquiza,
que ocupaba la gobernación de Entre Ríos, la dirección de las fuerzas provinciales. Bartolomé Mitre, gobernador de
Buenos Aires desde mayo de 1860, se puso a la cabeza de sus fuerzas. Ambos ejércitos se encontraron en Pavón el
17 de septiembre de 1861. El resultado fue favorable a las tropas bonaerenses. Cuando el combate no estaba aún
totalmente perdido el gobernador de Entre Ríos se retiró del campo. En consecuencia, se produjo el retroceso
político de Urquiza y una redistribución política en el ámbito nacional. El gobierno de la Confederación quedó acéfalo
después Derqui renunció en noviembre de 1861. El general Mitre, representante de la tendencia liberal nacionalista,
reconoció a Urquiza la hegemonía sobre Entre Ríos, y consiguió a la vez el apoyo del grupo dominante del Litoral
para conducir los destinos nacionales. Los intereses económicos litoraleños podían llegar a concordar con lo de
Buenos Aires al estar basados, fundamentalmente, en la producción ganadera y al aspirar a participar en el mercado
mundial con la exportación de sus productos.
Mitre asumió en forma provisorio el Poder Ejecutivo. En 1862, un colegio electoral de delegados de las provincias lo
eligió presidente del país, que tomó el nombre de República Argentina.
En síntesis
La Confederación no pudo concretar su proyecto de organización y de la constitución del Estado. A pesar de la definición de las
jurisdicciones de los poderes (Ejecutivo, Legislativo y judicial) establecidos en la Constitución de 1853, en la práctica tuvo lugar
una superposición de poderes provinciales y nacionales que originó inestabilidad política. Tampoco le fue posible atraer los
capitales necesarios para su economía, pues las potencias europeas presionaban la unificación política con Buenos Aires, donde
tenían sus mayores inversiones.
Las fuerzas de la Confederación no pudieron organizar un ejército nacional, por razones económicas y de la organización entre
las provincias integrantes. Cada una mantenía el sistema de guardias nacionales que se superponía con un ejército de formación.
El período que abarca los años 1862-1880 están signado por la organización político-económica del país. Se inicia la
construcción del Estado, proceso que se prolonga después de 1880 hasta alcanzar su consolidación definitiva.
Buenos Aires logra el consenso de los grupos sociales representativo del Litoral y del Interior (especialmente de
Córdoba, Tucumán y Santiago del Estero). La democracia era todavía una asignatura pendiente, pues las elecciones
se realizan con una mínima participación del electorado y estaban dominadas por los jefes de partidos locales
vinculados a las élites mercantiles y terratenientes.
El curso de la organización nacional estuvo dirigido por tres personalidades que ejercieron la presidencia y
que, pese a sus diferencias, compartieron objetivos comunes:
Bartolomé Mitre: político, historiador y militar. Integrante del Partido Liberal del cual se separara por formar el
Partido Nacional que lo llevará a la presidencia. Ejerce el Poder Ejecutivo a partir de octubre de 1862 acompañado
por Marcos Paz en la vicepresidencia.
Domingo Faustino Sarmiento: político, docente y escritor sanjuanino. Ejerce el Poder Ejecutivo como candidato
independiente. Su vicepresidente es Adolfo Alsina.
Nicolás Avellaneda: político, jurista y escritor tucumano. Llega a la primera magistratura con el apoyo de Sarmiento
y de los sectores dirigentes provinciales. Asume el gobierno en medio de una revolución encabezada por Bartolomé
Mitre, contrario a su candidatura. Vencida la sublevación, inicia un período de conciliación política acompañada por
Mariano Acosta como vicepresidente.
Orden y progreso
Los motivos primordiales que caracterizaron sus administraciones, estuvieron signados por los principios
liberales de orden y progreso:
Afianzar el orden institucional del Estado.
Desarrollar la economía argentina a través de la integración al mercado mundial y a la división internacional
del trabajo.
Dentro del proceso de consolidación de la unidad nacional establecimiento del orden, tenía que solucionarse el caos
jurídico y la fragilidad de las instituciones. Desde la presidencia de Mitre, se inició la creación de un sistema jurídico
nacional, una burocracia y un sistema fiscal para la recaudación de impuestos. Se reorganizó el Poder Judicial y se
dictaron los Códigos de Comercio, Civil y Penal. También fueron abiertos los Registros Públicos para inscripción de
ciudadanos mayores de 18 años que quisiesen votar. Se dictó una ley que mantenía el carácter público y nominal del
voto.
Un problema aún sin solución era el establecimiento de un territorio para la capital nacional, pues el
gobierno nacional era huésped del gobierno provincial en Buenos Aires. La Constitución de 1853 había dado el
carácter de capital a la provincia de Buenos Aires, pero la Convención reformadora bonaerense propuso que se
dictara una ley para establecer la capital; asimismo, demandó que ningún territorio fuera separado de una provincia
sin su autorización. En el ámbito bonaerense existía resistencia a entregar su principal ciudad y su centro económico
al Estado Nacional. La solución recién llegaría en 1880.
Mitre, Sarmiento y Avellaneda desarrollaron un plan económico de carácter liberal, basado en el desarrollo de las
actividades agropecuarias. L pampa argentina ofrecía condiciones para la producción rural por sus tierras fértiles y
clima templado. De acuerdo con las ideas de Juan Bautista Alberdi y del mismo Sarmiento, la República debía
integrarse al sistema capitalista y a la división internacional del trabajo como proveedora de bienes alimenticios para
las potencias industriales. Para ello, es necesario vencer determinadas dificultades: incorporar tierras fértiles que
estaban bajo dominio de los indígenas, superar el analfabetismo de la mayoría de la población, desarrollar las vías de
transporte y comunicación. Para la superación de estos problemas se necesitaba que Europa abasteciera dos
elementos escasos en nuestro país: capital y mano de obra.
IMPULSO DE LA PRODUCCIÓN
AGROPECUARIA
Atracción de Atracción de Desarrollo de los Incorporación a
medios de transporte y
capitales para mano de obra las nuevas tierras
de comunicación para
inversiones en para la circulación de bienes, de producción
infraestructura y producción información y mano de ganadera(Conquis
Mano de obra
En el pensamientos de los dirigentes estaba presente la frase de Juan Bautista
Alberdi: gobernar es poblar. En 1862 el Poder Legislativo concedió permiso para la
contratación de inmigrantes destinados a empresas de colonización en territorios
nacionales. A partir de este emprendimiento se fundó en 1865 una colonia galesa en
el territorio de Chubut. En 1876. se sancionó la Ley de inmigrantes y Colonización
para recibir a todo inmigrante que acreditase suficientemente su buena conducta y
aptitud para cualquier industria, arte u oficio útil. Comenzaron a enviarse agentes a
Europa para atraer inmigrantes. La llegada masiva de la inmigración en Argentina
tendrá lugar luego de 1880.
Incorporación de tierras
La cuestión de la incorporación de nuevas tierras, se resolvió plenamente a partir de la Conquista del Desierto. La
producción ganadera extensiva necesitaba incorporar nuevas tierras a medidas que los terrenos se iban agotando. El
ministro de Guerra del gobierno de Avellaneda, Adolfo Alsina, propuso una línea de acción militar estática a través de
la instalación de fortines en forma escalonada, vinculados por una zanja y una línea telegráfica. Esta línea permitiría
el establecimiento de núcleos poblacionales y de colonias, a la que se le entregaría ganado, semillas y materiales para
la edificación de viviendas. La experiencia indicó que esta posición estática podía se reemplazada favorablemente por
una actitud dinámica: salir de lo fortines y a través de la convergencia de los ejércitos, avanzar sobre la frontera con el
Los resultados económicos
Buenos Aires siguió siendo la principal beneficiaria de los cambios económicos. A partir del incremento de la
producción ganadera ovina, creciendo las exportaciones de lana, que se dirigían esencialmente a Francia y Bélgica.
La agricultura comenzó a expandirse, en primer lugar las zonas del Litoral colindantes al río Paraná. Se fundaron
numerosas colonias agrícolas habitadas por granjeros europeos; la mayoría se radicó en la provincia de Santa Fe. Las
áreas cultivadas, poco menos que inexistentes antes de 1850, alcanzaron las 600 000 hectáreas en la década de
1870.
El comercio exterior aumentó considerablemente entre 1861 y 1880, pero aún no se lograba un aprovechamiento
pleno de las actividades productivas en el rubro agropecuario. El todavía dependía del trigo y la harina importados
de Estados Unidos y Chile. Además las ganancias de las exportaciones ganaderas se invertían sobre todo en
importaciones de productos industriales provenientes de Inglaterra. Los esfuerzos de la gestión de Sarmiento para
impulsar la actividad minera no dieron los resultados esperados. Todavía no se había cumplido integralmente el
objetivo de la incorporación de la economía argentina al mercado mundial.
El impulso educativo
Los gobiernos del período 1862-1880 tuvieron como característica en común el impulso de la educación.
La gestión de Bartolomé Mitre dirigió su esfuerzo a la escuela media. Impulsó la creación de escuelas de este nivel,
dirigidas a aquella parte de la población alfabeta que podía ingresar a la universidad. En esta línea decidió la creación
del Colegio Nacional de Buenos Aires y la fundación de instituciones educativas similares en el interior del país
(Catamarca, Tucumán, Mendoza, San Juan y Salta). Se otorgaron subvenciones a los gobiernos provinciales para la
adquisición de útiles y mantenimiento de las escuelas.
El censo poblacional de 1869 reveló que más del 80% de la población argentina era analfabeta. Domingo Faustino
Sarmiento, educador por vocación, hizo de la educación primaria la consigna principal de su gobierno. Su
preocupación fundamental era “educar al soberano”, alfabetizar a la población. Al finalizar su período presidencial
había sembrado la república de escuelas y de docentes capacitados. Nicolás Avellaneda implementó las medidas
educativas como ministro de Instrucción Pública durante el gobierno de Sarmiento y continuó con esa línea durante
su Presidencia.
Al finalizar el período 1862-1880 se habían creado numerosas escuelas primarias, escuelas de agronomía y de
minería, liceos, normales, bibliotecas populares y, entre otros, el Colegio de Sordomudos, el Observatorio
Astronómico, la Academia de Ciencias, la Facultad de Ciencias Físicas, el Colegio militar y la Escuela Naval. Estas dos
últimas instituciones recibieron especial atención durante el gobierno de Sarmiento, quien sostenía que la “Nación
no podía continuar con una institución basada solamente en la inspiración heroica y el talento natural de sus
integrantes”. La formación de un ejército profesionalizado y técnico era una necesidad para consolidar el Estado
nacional que se concretaría en las décadas venideras.