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¿La guerra? La guerra nunca cambia.

A través de la historia humana se han registrado distintos tipos de guerra, pero se puede

decir que una gran porción de estas desembocan en consecuencias similares, pues

realmente nunca a existido ni existirá una guerra “buena” y por el contrario cada una ellas

habidas y por haber, han exhibido su repercusión en el hombre y el entorno que él mismo

habita, la cual claramente no es nada buena; así, la guerra se define como la "interacción

hostil entre dos o más Estados, sea en un sentido técnico o material" (citado por Mei, 2013,

p. 41). Es complicado definir cuál ha sido el origen de la guerra, pero sin duda alguna este

se remonta a hace varios siglos atrás, pues psicoanalistas como Freud consideran posible

que el ser humano empleara la violencia como medio de solución a ciertos problemas de los

que era partícipe, pero e aquí la duda que queda en cuanto se plantea esto, pues con

anterioridad a estos problemas que requerían solución ¿no había violencia? Por esta y otras

razones es complicado darle un origen determinado a la guerra, pero lo que sí queda claro

es que la misma ha sido uno de los compañeros más fieles y hostiles que han acompañado

al hombre a lo largo de la historia.

Por otro lado, la misma violencia y guerra en la que constantemente se veía inmerso el

hombre llevó al desarrollo y creación del derecho, que terminaría siendo el resultado de la

fuerza colectiva, que tenía cómo fin una mejora en las relaciones sociales; pero hay que

dejar en claro que esta fuerza no actúa como medio de ataque, sino como medio para la

defensa. De igual modo, podemos visualizar de antemano que, aunque el derecho ayudó a

mejorar la situación crítica de las guerras no finalizó con estas, debido a que aun en el

mundo actual prevalece la violencia y esto en consecuencia de la desigualdad social. El

haber logrado la coalición del derecho fue algo realmente tedioso y esto en base a que el
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lograr leyes y normas para todos por igual era difícil de hacer. De una u otra forma, la

evolución de la que ha sido participe la humanidad durante un par de milenios no a

implicado sólo la construcción de imperios, el desarrollo de sus culturas y sociedades en

donde se ve implicado la adquisición de derechos y una mejora en las oportunidades de

desarrollarse plenamente como individuo, sino también un desarrollo, tecnificación y

complejidad de sus relaciones humanas y sus mecanismos de guerra, pues a modo de

ilustrador, un ejército actual podría aniquilar con enorme facilidad a un ejército griego de

hace unas décadas atrás, con un simple misil. Con lo anterior, no se pretende más que

analizar el poder que tiene el ser humano actual a su disposición, y como su negligencia

podría desencadenar graves consecuencias para el planeta tierra en general, pues una guerra

en épocas actuales se traduce en la propia aniquilación del hombre y su entorno.

Lejos de lo que se espera, la guerra ha servido como mecanismo para apaciguar la

violencia del hombre puesto que el “saber que puede estallar obliga a los hombres a ser más

tolerantes y recurrir a la negociación y política para evitarla” (Mejía,2020, P.3). Sin

embargo, ¿qué es lo que estamos intentando proteger en realidad?, han pasado más de 50

años desde que acabó la segunda guerra mundial, hemos vivido nuestra vida sin haber

conocido la guerra, la violencia sí, pero eso se define como criminal, no ha habido un

tiempo en que todo el mundo estuviera dedicado a la violencia legal, ¡paz! ¿es la paz lo que

intentamos proteger? ¿qué significa la paz para el mundo, para nuestro país, para nosotros?

Todos los esfuerzos y la pasión que puso Japón en la guerra terminaron con Hiroshima y la

derrota; luego vinieron los americanos trayendo su disuasión nuclear, su guerra fría y ahora

por todo el mundo hay guerras pequeñas, guerras civiles, sufrimiento, miseria, muerte.

Actualmente hay diversos países ricos, pero ¿a dónde los ha llevado su riqueza? A los
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cadáveres ensangrentados y todas esas guerras, esos son los cimientos de nuestra paz; ahora

nosotros ponemos tanto esfuerzo en la indiferencia como pusieron nuestros abuelos en la

guerra. Otros países cómodamente lejanos pagan el precio de nuestra próspera paz, hemos

aprendido muy bien a ignorar su sufrimiento pero, por repulsiva que sea la paz es vital

protegerla, puede que sea una paz inmoral, puede que sea una paz injusta, pero una paz

injusta sigue siendo mejor que una guerra justa, las guerras justas no generan más que

repulsión, si alguna vez existió tal cosa fue la guerra contra los nazis, pero ¿cuántos

millones de personas han muerto a lo largo de la historia por la causa de lo que sus líderes

llamaban guerras justas? En realidad, la línea que separa una guerra justa de una paz injusta

es muy fina, y si una guerra justa es una mentira, es menos mentira una paz injusta.

Siguiendo con lo anterior, nos dicen que hay paz, pero miramos a nuestro alrededor y

aunque no podamos ponerle palabras, nuestras vidas nos dicen que no podemos creer lo que

nos dicen; al final toda guerra deja paso a la paz por así decirlo y toda supuesta paz es la

semilla latente de la guerra, por tanto es sólo cuestión de tiempo y la dura realidad de la

guerra acaba con nuestra ilusión de que la ausencia de la guerra es la paz. “la paz no sólo

significa ausencia de guerra, sino que implica tener un entorno libre de toda forma de

violencia” (Cruz, 2017, P.1). Lo que nos lleva a preguntarnos nuevamente ¿qué es lo que

intentamos proteger? disfrutamos de la paz en las pantallas de televisión mientras que fuera

de la cámara las guerras hacen estragos, olvidamos que estamos solo a un paso de los

frentes de batalla, no, no olvidamos, simplemente nos negamos a recordar, eso no puede

continuar, algún día de alguna forma seremos castigados, ¿castigados? ¿por quién? ¿por

Dios? Cualquiera en este mundo puede ser como Dios y más en un universo que no es

mayor que su propia mente, todos presentes, todos conscientes, pero a la vez impotentes
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fuera de los confines de sus cabezas y lo que Dios no puede hacer lo intentarán los

hombres, a no ser, a no ser de que haya alguien o algo que intente detenerlos.

Paradójicamente, muchos de los hombres en su mayoría jóvenes de hace décadas atrás,

se sentían orgullosos de ir a la guerra, sentían tal vez el compromiso con su patria o

sencillamente lo hacían por influencia, puesto que los que no lo hacían eran considerados

como una vergüenza frente a la sociedad y una deshonra para la familia; pues él ir a la

guerra en aquellos tiempos se convertía prácticamente en un compromiso para cada

hombre; pero ¿qué hay de la vida de los millones de soldados que fueron partícipes de las

guerras humanas? Muchos de estos tal vez se preguntaban cuándo volverían a casa, con su

familia, mujer e hijos que en casos no tan excepcionales ni habían visto, mientras les

acompañaba el temor de no volver a casa como sus compañeros caídos. Realmente el

mundo está a la deriva, el hombre no sabe si estará próximo a un apocalipsis, no sabe qué

rumbo tomará el destino de la humanidad y cómo será la vida en el futuro; ¡claro! si no se

aniquila a sí mismo antes. Irónicamente, la guerra actualmente es justificable y mientras

esto siga siendo así el futuro del hombre se desvanece progresivamente, debido a que el ser

humano no pareciera estar consciente del poder que está a su disposición y el grave peligro

que esté representa para sí mismo, por esta razón debe enfatizar en el mejoramiento tanto

de sus relaciones internacionales como relaciones humanas; lamentablemente esto no se

logrará hasta que se solucionen problemáticas sociales como la desigualdad e indiferencia.

"Nos movemos en un escenario en el que no hay grandes guerras con nombre propio, pero

sí vivimos en un planeta sometido a riesgos y amenazas, más difusos, más complejos, pero
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no menos letales y ahí están las brechas de desigualdad como elemento fundamental,

brechas que además van aumentando" (HERNÁNDEZ; PIANTADOSI, 2018, p.3)

Por otro lado, si llegase a ocurrir un milagro y comenzáramos a usar la energía atómica

no como arma sino como fuente de energía prácticamente ilimitada, la gente empezaría a

disfrutar de lujos que hasta hace unos años atrás se consideraban propios de la ciencia

ficción, robots domésticos, coches con motores de fusión, ordenadores portátiles; Pero

fuera de esta fantasía que realmente no está muy lejos de la realidad, el ser humano debe

aprender a convivir con su entorno, pues si se llegase a ver encaminado por este rumbo

pronto despertará de ese sueño americano, pues años de consumo terminarían por

desembocar en la escasez de todos los recursos importantes, el mundo se vería envuelto en

el colapsó y ¿la paz? La "paz" se convertiría en un lejano recuerdo.

Referencias Bibliográficas.

Bartolomé, M. (2017). El empleo actual del concepto guerra en las relaciones

internacionales. Revista de relaciones internacionales, Estrategia y Seguridad, 12(2), 43-66.

Recuperado de: https://revistas.unimilitar.edu.co

Cruz A. (2017). La importancia de la paz en el mundo. Recuperado de:

https://www.google.com/amp/s/lasillarota.com/amp/opinion/columnas/la-importacia-de-la-

paz-en-el-mundo/134827

Freud, S. (1933). CLXVIII El Porqué de la Guerra. LibroDot. Recuperado de:

http://descargarlibrosgratis.net/archivos/Libros_en_Espanol/psicologia/freud_sigmund_-

_porque_de_la_guerra_el.pdf
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Hernández V; Piantadosi G. (2018). Las guerras actuales. Recuperado de:

https://www.almundo.es

Mejía, E. (2020). ¿QUÉ ES LA GUERRA?

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