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I
Introducción
En La Historia de una Montonera. Bandolerismo y caudillismo en Buenos Aires,
1826, Raúl Fradkin analiza un episodio que se destaca, entre otras cosas, por haber
pasado historiográficamente inadvertido. Lejos de limitar su trabajo entonces a la
descripción de una situación histórica poco conocida, Fradkin aprovecha el
estudio detallado, circunscrito y específico para quizás “[...] echar algo de luz
acerca de asuntos muy mentados en nuestra historiografía: los mecanismos y
motivaciones de adhesión popular a un caudillo y sus relaciones con el
bandolerismo.”1
1 Fradkin, 2006, 11
2 Cf. Fradkin, 2006, 10-13. Además de sus referencias a la Micro-historia y a Revel en particular, hay una
serie de aportes relacionados con la importancia del juego de escalas reunidos por este último que quisiéramos
traer a colación. Ellos leen que es importante establecer la escala de la situación abordada, porque eso la
constituye como tal, la define en tanto trama y forma. Es distinto lo que se ve, es distinto lo que se representa.
Por lo tanto, el acto de elegir la escala, no indica simplemente el mismo objeto visto más grande ahora, más
chico después. No. En vez es una construcción del objeto de análisis que puede ser extremadamente útil como
ejercicio de búsqueda de consistencia en el terreno acuoso de las actuales ciencias sociales. Cf. Revel, 1996, 19
y ss. Con la visión del concepto “situación”, que enunciaremos más adelante, pasa algo similar. Aparece un
campo de intervención que define la relación entre las prácticas desde el lente escogido. Una práctica que
ordena a otras, sin pretensiones de exclusividad. Esto transforma el contenido de la representación. El carácter
teórico de lo propuesto con respecto al concepto de “prácticas” y “situaciones” deriva mayormente de La
historia sin objeto: Prácticas, situaciones, singularidades, de Ignacio Lewcowicz y Marcelo Campagno; al
tiempo que dialogamos con glosas de Jeux d’ échelles: La micro-analyse à l’ expérience, textos de varios
autores reunidos y presentados por Jacques Revel.
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En efecto, el estudio de Raúl Fradkin tal vez nos permita entrever el papel
decisivo6 del parentesco y la “costumbre” en las sociedades campesinas, en tanto
eje para la articulación social general. Por otro lado, los numerosos estudios
históricos –por lo que aquí compete, aquellos relacionados con Buenos Aires circa
1826– han permitido detectar que el Estado emergente de las primeras décadas
posrevolucionarias se ha transformado en el eje de un nuevo tipo de organización
social. Sin embargo, la potencia del parentesco y la “costumbre” no desaparece, si
no que tiende a mantener su capacidad articulatoria en ámbitos específicos de las
sociedades estatales; como ser las comunidades campesinas y las relaciones con
3 Carr, 1985, 27
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En Juego de escalas, la introducción nos habla de un coloquio más que debía concertó, entre otros, a
historiadores y antropólogos. Dado que la historia social provee extensa y variada apreciación del papel del
Estado como organizador a escala social global y también es pródiga la producción antropológica acerca de la
relevancia del parentesco en las sociedades tradicionales, es propicia una obra que reúna ambos aspectos. Suya
sería la tarea de ponderar la importancia de las lógicas operativas asociadas al parentesco y al Estado,
expresadas en las prácticas políticas, ideológicas y socio-económicas que efectúan o tienen como protagonistas
al campesinado y la elite.
5 Por otro lado estos han sido merecedores de las más diversas interpretaciones. Algunas de ellas de muy larga
data, siendo posible trazar su origen a las percepciones de la elite letrada coetánea de los fenómenos originales.
Ahora bien, antes de comenzar propiamente, preciso es reconocer que el itinerario historiográfico más
transitado y del que John Lynch es tan claro ejemplo 5, considera un tipo de relación patrón-cliente que seguiría
el esquema terrateniente-campesino de acusada subordinación y es contrario a la caracterización que
sugeriremos para las prácticas de patronazgo.
6 Fradkin niega que el parentesco – pese a la recurrencia de esos “lazos primarios” no alcanza, “no hace derivar
los comportamientos de los sujetos” Fradkin, 2006, 118. Nos aproximaremos desde una perspectiva que
considera que toda “realidad” se halla articulada por, y es, un conjunto de prácticas. El efecto de que se haya
hecho y dicho, tanto precaria como repetitivamente, y en ese hacer y decir el mismo sujeto quede instituido,
indisociable de las prácticas que le dan ser, constituye tal vez el único axioma que es necesario enunciar.
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nuevos líderes. Siguiendo por esta vía analítica, es posible plantear que la potencia
de articulación de lo parental y de lo estatal dejan sus huellas en muy diversos
ámbitos, entre los que se cuenta el ámbito de representaciones del mundo;7 y
ciertamente también el de las fuentes utilizadas por Raúl Fradkin.
II
Parentesco y “costumbre”
7 Así en las memorias del General Paz se observa la perspectiva mítica en los relatos recoge que sobre
Quiroga. Sería necesario el re-abordaje del corpus bibliográfico tanto teórico como historiográfico acerca de
cuestiones relativas a las relaciones entre la esfera del parentesco, del patronazgo y del Estado que excede las
posibilidades de este trabajo puntual. El trabajo sobre las prácticas judiciales de Fradkin se presta también a
este tipo de lectura. Cf. Fradkin, 1999.
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comportamientos de los sujetos”. Ciertamente no, pero lo importante es analizar a partir de que lógicas las
prácticas tienen sentido. Para otras situaciones históricas pero de donde podemos extrapolar herramientas
analíticas Campagno considera que “En efecto, el parentesco y el Estado se presentan en la antigua sociedad
egipcia, al igual que en tantas otras sociedades estatales antiguas, como los ejes de articulación social por
excelencia, como las prácticas que constituyen los códigos de organización de la sociedad, como “idioma”
para la expresión de las otras prácticas que componen la trama social.” Campagno, 2006, 17
11
Son el blanco, privilegiado tal vez, de la montonera de Benítez: “Del lado de los cajetillas y maturrangos
[de los que no quedaría ni uno para evitar la leva que iba a “dejar yerma la campaña”], quedaban también
alineadas las autoridades locales (jueces, comisarios y recaudadores) y aún el gobierno entero.” Fradkin, 2006,
168
12 AHEZ, Juzgado de Paz, 1824/1826, doc. 223, citado en Fradkin, 2006, 136-137.
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13 Fradkin, 2006, 93
14 Fradkin, 2006, 94
15 Haberse criado juntos puede haber significado que eran “como hermanos”. Aunque esto no fuera así en el
sentido biológico lato del término, las redes vecinales ciertamente son más amplias, y no por más tenues
menos presentes. Al respecto importaba: “la opinión” que sobre él tuvieran los vecinos del pago y,
particularmente, los vecinos caracterizados. La “fama” era así una prueba precisa del entramado social en
que estaba inscripto el sujeto y era la que terminaba por definir si podía ser considerado – legal y socialmente
– como parte de esa laxa comunidad que configuraba cada partido rural o “perjudicial” a ella. Fradkin,
2006, 83-84.
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condición permitía correr de la categoría de “vagos perjudiciales” a los que tal vez
eran merecedores de ella.16
En el otro lado del espectro de la culpa endilgada, la confesión “reina de todas las
pruebas” ejerce su soberanía sobre Benítez cuando se somete a ella para que
liberen a su mujer.17 Ya cuando su familia fue implicada – obedeciendo el supuesto
social que extendía su culpa a su trama de parentesco – él había negado
rotundamente su complicidad. 18 De hecho existió luego el intento de erradicar a
toda su familia del partido – subastando sus bienes –, cuestión que tenía raíz en las
penas infamantes de antaño. Al respecto Fradkin concluye que
Esto no quita, sin embargo, que tanto para obtener la confesión como a la hora de
intentar llevar el castigo a sus parientes, los “agentes” del Estado supieron y
consideraron “natural” ajustar por el lado de la trama de parentesco. Puede sonar
obvio, pero ciertamente es un principio de organización social que explica – sin
determinar indefectiblemente – toda una serie de conductas,20 especialmente
16 Al respecto importaba: “la opinión” que sobre él tuvieran los vecinos del pago y, particularmente, los
vecinos caracterizados. La “fama” era así una prueba precisa del entramado social en que estaba inscripto el
sujeto y era la que terminaba por definir si podía ser considerado – legal y socialmente – como parte de esa
laxa comunidad que configuraba cada partido rural o “perjudicial” a ella. Fradkin, 2006, 83-84.
17 Fradkin, 2006, 78
18
Fradkin, 2006, 68
19 Fradkin, 2006, 80-81
20 Los dados hasta ahora son solo algunos ejemplos, por cuestión de espacio nos limitaremos a ellos. Basten
para el resto (y de seguro hay más) las siguientes referencias: Fradkin, 2006, in extenso; reciprocidad en la
familia de Cipriano (p. 94), familia de fuerte arraigo en la zona, empobrecida – como muchos prestigiosos (p.
97), reacción de los vecinos de Luján contra su familia (p. 98 y ss.), cómo las inquinas a nivel comunal de
vecinos repercuten en la esfera estatal local (p. 103), límites del liderazgo de Benítez (p.115), inclusión de
parientes de Benítez en la montonera mas no en la conducción de la misma (p. 116), convocación del esposos
de la sobrina que decide no sumarse, lo mismo el compadre Dionisio Santana (p. 118 y ss.), esto haría pensar a
Fradkin que el parentesco no obliga “no hace derivar el comportamiento de los sujetos”- estamos de acuerdo,
no es así de mecánico, pero ciertamente se recurre a él, lazos de parentesco, promesas de retribución,
experiencia militar común, hermano de Benítez y Manuel González llamados por sus parientes (p. 119 y ss.),
conjura para colocar un juez con lazos familiares con la facción resentida (pp.148-150), autoridades y familias
de poderosos propietarios (pp. 152-153), El Estado contra la costumbre; Diezmo (exenciones y connotaciones
religiosas) vs. Contribución Directa (odiado blanco de la montonera) (p. 157), etiqueta de “vago” aplicado a
familias enteras (p.160)
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cuando se cruza con el principio del Estado, organizador a escala global, con su
propia arena – la justicia – para dirimir cuestiones, sin por ello resultar siempre
vencedor:
“Desde esta perspectiva, la justicia puede ser vista como una instancia que
permite observar tanto el despliegue de la acción estatal sobre la sociedad rural
como un espacio de configuración de conflictos y solidaridades en los que
tienen intervención los poderes locales formales e informales y los actores
sociales subalternos.”21
III
Estado y pedagogía social
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que serían seleccionados según la eficacia de sus aparatos. 24 Todo esto se basa
entonces en una centralización y concentración administrativa que al aumentar
exponencialmente dentro del territorio busca desmentir el proverbio chino “El país
es muy grande y el emperador está muy lejos”. A diferencia de los estados
premodernos, una estructura capaz de apropiar/expropiar poderes locales penetra
en la vida de la población; aprendiendo y enseñando a manejar recursos y
personas. En una coyuntura de guerra como la que compete a este análisis, donde
el Estado se haya presionado por dentro y por fuera, sin embargo, las viejas
lecciones del Antiguo Régimen son reeditadas.
La mayor parte de las ejecuciones tenían lugar cerca de donde el crimen había sido
cometido.27 La de Cipriano no fue excepción.
24 Es una teoría que parece hecha a propósito para la coyuntura de la guerra con Brasil. Según Giddens el
Estado rivadaviano NO sería seleccionado. Una mutación nos salvaría luego(o hundiría, dependiendo) de la
tradición historiográfica consultada.
25 Fradkin, 2006, 86-87. Cf. también Salvatore, 2005, 250-255 en donde explica que: “[...] la exposición de los
cuerpos servía el propósito de de descargar parte de la vindicta pública (la hostilidad y el resentimiento
populares)” Salvatore, 2005, 254. “[...] el castigo es también una manera de procurar una venganza que es a la
vez personal y pública, ya que en la ley se encuentra presente en cierto modo la fuerza físico-política del
soberano [...] se encuentran las fuerzas activas de la vindicta.” Foucault, 2004 [1975], 53-54.
26
Salvatore, 2003, 250 (la traducción es nuestra)
27 “De 34 sentencias registradas 23 fueron cumplidas fuera, en pequeños poblados rurales como ser Salto,
Arrecifes, Tandil, Dolores o Azul, generalmente en la plaza central” Salvatore, 2003, n. 30. Cf. también
Salvatore, 2001.
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28 Lo que a Carvalho le interesa particularmente y llama “el trasvasamiento de las visiones de la república
hacia el mundo extra-elite” puede leerse como la adopción y/o el rechazo de las ideologías de las clases
dominantes por las clases subalternas. Todo un universo simbólico, con sus mitos y alegorías correspondientes
va a ser presentado y obligado a las clases populares en un intento de “alcanzar el imaginario popular para
recrearlo dentro de los valores republicanos”. José Murilo de Carvalho, “La formación de las almas”.
Universidad Nacional de Quilmes, 1997, p. 16-17
29
Fradkin, 2006, 171. Cf. también Fradkin, 1999, 144-188
30 Sirva agregar a lo ya dicho las quejas de una madre viuda, el anciano ciego al que también se le privaba de la
compañía de su hijo, cuestiones que ciertamente erosionaba el equilibrio de las comunidades y se hacían “oír”
en un idioma caro a todos. Fradkin, 2006, 138 y ss.
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social no era nueva [...] se crispaba al máximo en coyunturas críticas que, como
ésta, exasperaban las tensiones sociales.”31
Consideramos, sin embargo, que no es una cuestión de grado, sino de que se trata
de un cambio cualitativo al incrustar la práctica estatal en el seno de las
comunidades. Habrá entonces resistencias al asignar de nuevos sentidos y al
cooptar de “vecinos”, por ejemplo. Cuando la práctica estatal no logra cumplir con
su rol dominante – el fuerte arraigo de la “costumbre”32 puede tener que ver mucho
con esto – puede haber otro tipo de ruptura fuera de la serie, una discontinuidad
que hará nacer un híbrido del binomio parentesco-Estado, o algo más que un
híbrido. Nos encontraríamos, como propondremos ahora, ante un proceso de
emergencia de una novedad radical 33: las prácticas de patronazgo y sus
posibilidades de catalizar, en un futuro, un Estado fuerte que recuerda sus
orígenes.34
IV
Patronazgo
El análisis de este último aspecto tiene como punto de partida las consideraciones
de Raúl Fradkin con respecto a cómo Benítez interpelaba al “caudillo” de un nivel
superior a partir de términos personales y no burocráticos.35 Quisiéramos pensar
por qué, desde la perspectiva de los grupos subalternos, esas relaciones eran
enunciadas primariamente como recíprocas – aunque asimétricas –, más propias de
lazos de parentesco que de Estado. En efecto, percibir desde una perspectiva de
patronazgo a estos aspirantes a “caudillos”, que se comportan con su superior
sociopolítico de una manera que nos evoca llamativamente las conductas entre
partir de condiciones específicas. La aparición de nuevas condiciones integra la posibilidad de que una práctica
cualitativamente nueva pueda operar un cambio que coloque al conjunto de prácticas en relación de
subordinación con la práctica emergente. Las prácticas no están determinadas de antemano: “La inconsistencia
magmática basal de las situaciones histórico-sociales no tiene por qué dejarse recorrer exhaustivamente por los
requerimientos prácticos administrados por la dominante. Y de hecho no se deja: a veces hay novedades.”
Campagno, Lewkowicz, 1998, 104. Ello indica la procedencia de los “procesos de emergencia de novedades
radicales”33. Campagno, Lewkowicz, 1998, 35, en cursiva del original.
34
La referencia es obvia. En la época de Rosas: “[...] el ejército tomaba posesión de las propiedades
confiscadas [...] los campesinos de las cercanías consideraban estos ranchos y granjas propiedad común, se
llevaban leña, frutos, cueros y, ocasionalmente, ganado o caballos para su propio uso.” Salvatore, 2003, 45 (la
traducción es nuestra) una clara muestra de qué “leyes” se restauraron – entre otras.
35 Cf. Fradkin, 2006, 195-196
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parientes, tal vez pueda ser el camino acertado para dar respuesta a interrogaciones
cruciales. De este modo se sugiere que las relaciones políticas de la región podían
ser representadas por medio del “idioma” del parentesco y/o del patronazgo, pese a
estar signadas por la dominancia de la práctica estatal.
Por algo Benítez quiso hacer contacto con Rosas. Al decir de Salvatore, en su
estudio del período posterior, para los subalternos la política era el sitio donde
podía encontrarse el confort perdido, aunque también podía revelarse como una
trampa: “Las dramáticas transferencias de propiedad que resultaron de la guerra y
las confiscaciones políticas crearon espacios donde los subalternos podían ejercer
algunos derechos tradicionales (apropiación directa) y mejorar su acceso a los
recursos económicos.[...] Es claro que esta clase de interacción promovía los lazos
clientelísticos, pero también era un medio por el cual los subalternos podían tener
36 Entendemos distinto lo que expresa Fradkin con respecto a la imposibilidad de que la acción colectiva
campesina se articule a partir de lazos étnicos o comunitarios ya que no tiene en cuenta esta posibilidad de
entrada política que utiliza “el idioma” y los principios de reciprocidad solamente.
37 ver Gouldner, 1973.
38 Los recluta alucinándolos; Benítez “manipula” el nombre de Rosas. Pero en variadas ocasiones dijo haber
mandado mensajeros para contactarse con él y otros líderes federales. Confesó no haber tenido respuesta,
finalmente.
Al decir de Weber: “El carisma no es algo que se tiene sino algo que se otorga”.
39 “En efecto, esa práctica del patronazgo no parece necesitar del monopolio de la coerción física. Sin
embargo, lo que es importante notar es que las relaciones con extranjeros [se refiere a quienes no pertenecen a
la comunidad] pueden no encuadrarse con facilidad en el ámbito regulado por el parentesco y que, por ende, la
aparición de prácticas tales como el patronazgo pueden comenzar a minar la dominancia del parentesco [...] si
la práctica estatal resulta impensable donde el parentesco domina, quizá deje de ser impensable si ya existe en
la sociedad alguna práctica que no se ajuste a los principios del parentesco. Un pariente no podría
transformarse en un súbdito, pero un cliente tal vez sí” (nota a pie de página de Campagno en el Boletín de
Antropología Americana diciembre 2002, 108.)
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“Si [luego] se lo llamó “Restaurador de las Leyes” no fue tanto porque se viera
en él, precisamente, el defensor de las normas legales, sino porque se lo
adivinaba abanderado de la tradición vernácula y celoso de la defensa de un tipo
de vida que parecía condenado a la extinción.”41
Recapitulemos: entendemos que las prácticas del patronazgo puede aparecer en los
intersticios de las lógicas de parentesco y Estado en pujante y creciente tensión.
Podemos llamar, a falta de mejor nombre, “tramas de patronazgo” a aquellas redes
clientelares nuevas y viejas a un tiempo. Es de sumo interés, tal como se ha
perfilado en el trabajo de Fradkin, relevar la decisiva y contingente incidencia de
los sectores subalternos en su formación, o si se prefiere, en las prácticas que hacen
a tal designación. Tal vez sea necesario disponer de nuevas herramientas analíticas.
Si ese es el caso, el cruce de lo histórico y lo antropológico puede ser espacio para
una nueva forja.
Bibliografía
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