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TEMA 8. El SEXENIO REVOLUCIONARIO (1868-1874).

INTENTOS
DEMOCRATIZADORES. DE LA REVOLUCIÓN AL ENSAYO
REPUBLICANO

1. INTRODUCCIÓN
Durante el Sexenio Revolucionario (1868-1874) se suceden importantes acontecimientos y
diferentes regímenes políticos, aun así contiene elementos que le dan un carácter unitario y que se
centran en el intento de crear un Estado Democrático, donde fuesen una realidad los derechos y
libertades públicas reclamadas tiempo atrás y negadas por los moderados y la corona borbónica.

Sin embargo, la falta de un proyecto político con amplio apoyo ciudadano y la división entre los
líderes responsables, impidió el consenso necesario para crear ese Estado Democrático, con el que
la mayoría del país se sintiera identificado. Así, todo ello derivó en un caos político y en el fracaso
del sistema democrático, abriendo las puertas a la Restauración Borbónica y a la creación de un
régimen oligárquico y caciquil, con predominio del orden y reducción de las libertades y derechos.

Por otro lado, aparece el Movimiento Obrero, ya organizado en la Asociación Internacional de


Trabajadores. Éste muestra su fortaleza promoviendo la lucha obrera, pero también su debilidad
ante su profunda división interna entre socialismo y anarquismo. España asistirá al estallido
insurreccional de dicho movimiento y a su represión, llevada a cabo bajo la acusación de que
atentaba contra las bases del Estado y la Sociedad Liberal.

2. LA REVOLUCIÓN DE SEPTIEMBRE DE 1868: LA GLORIOSA


El motivo fundamental radicó en la profunda crisis que afectaba a la monarquía, manifestada en la
falta de soluciones a los graves problemas económicos, el agotamiento del modelo político
moderado y la creciente impopularidad de la reina. Todo ello provocó un descontento generalizado
que permitió que las fuerzas políticas, sociales y económicas marginadas del sistema llegasen a un
acuerdo para acabar con la dinastía y promover una renovación democrática y una recuperación
económica. Con todo, las causas fueron las siguientes:

-La Crisis Económica. Se agudizó a mediados de 1860, coincidente con la primera gran crisis del
capitalismo internacional. Posee una doble vertiente:
·Crisis financiera e industrial: se produce por la escasa rentabilidad y la paralización de inversiones
extranjeras en el sector del ferrocarril, que dan lugar a un desplome de las acciones afectando a
particulares y entidades financieras. De ahí se extiende a los sectores siderúrgico y textil,
provocando el quiebre de empresas y bancos, además del aumento del paro y una gran violencia
social. En el caso catalán tendrá especial incidencia, pues la Guerra de Secesión de EE.UU.
disminuyó y encareció la importación de algodón.
·Crisis agrícola: un ciclo de malas cosechas llevó a la escasez del trigo y otros productos básicos,
conllevando las subida de sus precios, hambrunas, paro y gran conflictividad.

-La Crisis Social. Se fundamentó en los siguientes grupos:


De un lado, campesinos y obreros, donde los primeros fueron perjudicados por las
desamortizaciones, privándoles del acceso a la tierra, empeorando sus contratos y obligándoles a
convertirse en jornaleros. Los segundos tenían una pésima situación laboral. Ambos grupos
sufrieron aún más con el inicio de la crisis económica. Por otro lado, los intelectuales fueron
movilizados por la prensa y la universidad para apoyar las ideas democráticas y revolucionarias.

-La Crisis Política. Se agravó con el deterioro final del reinado isabelino debido a: ·Creciente
división y enfrentamiento entre los diferentes partidos liberales (moderados, progresistas,
unionistas) y descontento por el acaparamiento del poder por los moderados.
·El fraude electoral y la represión gubernamental, mucho más dura desde el pronunciamiento de
San Gil en 1866. Así, aunque se aparte a O'Donnell del gobierno, se seguirá una línea igualmente
autoritaria (gobiernos moderados de Narváez y González Bravo), imposibilitando el acceso del
resto de partidos al poder.

En conjunto, todo ello da a lugar a la firma del Pacto de Ostende (Bélgica, 1867) entre Progresistas
(representados por Prim) y Demócratas, que incluyen grupos republicanos y dirigentes obreros. La
conjura era apoyada por los burgueses, decididos a un cambio de régimen que solucionase los
problemas económicos y crease un clima favorable a los negocios. Por su parte, las clases populares
urbanas y campesinas se sumaron por la miseria, el paro y la indignación por la corrupción, con la
esperanza de que el nuevo gobierno les trajese trabajo, tierras, libertades, derechos políticos,
tributos más justos, etc. Tras la muerte de O´Donell se añadieron los unionistas dirigidos por
Serrano, que aportaron altos mandos militares, dejando con escaso apoyo a la reina (que también
había perdido a Narváez) y contrarrestando a los demócratas, lo cual moderaba la revolución.

La finalidad de todo era un doble objetivo: iniciar un proceso revolucionario para derrocar la
monarquía isabelina y elegir por sufragio universal unas Cortes constituyentes que decidieran la
forma de gobierno y elaborasen una constitución.

Así, en 1868 comienza la Revolución de la Gloriosa, donde se distinguen dos situaciones paralelas:
-La Sublevación Militar. Inicia con el Pronunciamiento en Cádiz del brigadier Topete (19 de
septiembre, al grito de “Viva España con honra”), que apoyan los generales Serrano y Prim. Este
último extiende la sublevación a Málaga, Almería y Cartagena, uniéndose otras unidades de
Andalucía y Levante. El gobierno reunió un escaso ejército que fue derrotado en la batalla del
Puente del Alcolea (Córdoba), por lo que dimitió y la reina se exilió a Francia desde San Sebastián.

-La Movilización Popular Revolucionaria: Tras el alzamiento militar se produjo una movilización
popular por diferentes ciudades de Andalucía, Valencia, Cataluña y Madrid, donde se formaron
Juntas Revolucionarias que llamaban a la participación popular y organizaban la defensa frente a la
posible represión. Sus proclamas insistían en los derechos y libertades, sufragio universal,
elecciones a Cortes constituyentes, trabajo y pan para todos, etc., concluyendo con el “Viva España
con honra” o “Abajo los Borbones”. En algunas se dará un radicalismo, pidiendo la república, y el
reparto de la propiedad.

Tras el triunfo revolucionario el poder quedó dividido: de un lado el Gobierno Provisional que se
constituyó en Madrid (integrado sólo por progresistas y unionistas), mayoritariamente monárquico,
con Prim y Serrano al mando. Del otro, las Juntas Revolucionarias que controlaban las ciudades y
que eran sobre todo republicanas.

3. EL GOBIERNO PROVISIONAL Y LA CONSTITUCIÓN DE 1869


El Gobierno Provisional se constituyó en octubre, presidido por Serrano (unionista) y con Prim y
Sagasta (progresistas) en los Ministerios de Guerra y Gobernación respectivamente, quedando los
demócratas excluídos. Mientras, las Juntas Revolucionarias exigieron al Gobierno cambios
radicales en la forma de Estado y la estructura de la propiedad, además del reconocimiento
inmediato de amplias libertades y derechos ciudadanos.

Ante la continuación de los tumultos populares y la dualidad de poder, el gobierno ordenó la


disolución de las Juntas, siendo sustituidas por nuevas diputaciones y ayuntamientos que
asegurarían el control político. También se desarmó a la Milicia Nacional y los nuevos
gobernadores civiles garantizarían el orden reprimiendo si era necesario. Así se dejó claro que no se
pondría en duda la propiedad privada y no se aceptaba la República.
De esta forma, el país vivía en una supuesta situación de normalidad, a pesar del trasfondo de
guerra en Cuba, tras el levantamiento independentista de Céspedes (“Grito de Yara”). Además, el
gobierno aportó una legislación para calmar a la población: libertad de imprenta, derecho de
reunión y asociación, sufragio universal masculino para mayores de 25 años, etc.

Asimismo, en enero de 1869 se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes, cuya campaña se


desarrolló mucho más en las zonas urbanas, con la polémica sobre el sistema estatal (Monarquía o
República). Ésta aglutinó diferentes fuerzas políticas:
-Coalición monárquico-democrática: unionistas (Ríos Rosas), progresistas (Prim, Sagasta y Ruíz
Zorrilla) y demócratas monárquicos. Defienden una Monarquía Constitucional y amplias libertades
y derechos, y cuentan con el mayor apoyo (burguesía y clases medias, intelectuales, profesionales
liberales, gran parte del ejército).

-Moderados o isabelinos: liderados por Antonio Cánovas del Castillo, son fieles a Isabel II y
reclaman su vuelta al trono. Se apoyan en la oligarquía agraria latifundista.

-Carlistas: representan el conservadurismo más rancio, aunque una parte acepta el parlamentarismo
y se presenta a las elecciones. Son partidarios de la unidad religiosa católica y la monarquía
tradicional, con importancia sólo en País Vasco, Navarra y algunas zonas de Cataluña y Levante.

-Republicanos: suponen una escisión del Partido Demócrata en 1868, que reclaman: un sistema de
pactos libremente establecidos entre los pueblos, república como forma de gobierno, separación
Iglesia-Estado, la no intervención del ejército en política, ampliación de derechos e intervención del
Estado en la regulación de las condiciones laborales. Su base social se compone de la pequeña
burguesía, clases populares urbanas y parte del movimiento obrero y campesino (antes de la
extensión del marxismo y anarquismo); localizándose en Andalucía, Levante y Cataluña, Madrid,
Galicia, Aragón y Extremadura. Éstos realizan importantes levantamientos (1868-1869) y
constituyen un Consejo Federal provisional en Madrid, pero acaban siendo sofocados por la
intervención del ejército. Existen tres tendencias:
·Federales: liderados por Francisco Pi i Margall. Controlan el movimiento, respetan la legalidad y
están en contra de las insurrecciones armadas, pues el federalismo debe impulsarse desde el
Gobierno, de arriba abajo.
·Intransigentes: liderados por José María de Orense. Proponen la insurrección popular como
método y la posibilidad de que los distintos territorios proclamen su independencia para una
posterior unión federal, de abajo arriba.
·Unitarios: liderados por Emilio Castelar. Están en contra del federalismo y a favor de un estado
unitario, siendo más conservadores política y socialmente.

Las elecciones, celebradas con relativa limpieza, permitieron ampliar la participación a casi 4
millones de españoles (siendo el 80% analfabetos), resultando en un triunfo de mayoría absoluta
para la coalición de gobierno de progresistas, unionistas y demócratas monárquicos. En la oposición
quedaban el resto de fuerzas políticas. Constituidas las Cortes, ratificaron a Serrano como jefe del
poder ejecutivo y una comisión presidida por Olózaga sería la encargada de redactar la nueva
constitución que quedó aprobada y promulgada en pocos meses.

La Constitución de 1869 consta de 112 artículos y es la primera democrática en España (y una de


las primeras en Europa), pues permitía la participación de diversos partidos políticos. En sus
debates intervinieron políticos de gran importancia como Castelar o Cánovas del Castillo y sus
características más importantes son:
·Soberanía nacional y Sufragio Universal masculino. Los Ayuntamientos y Diputaciones también
serían elegidos democráticamente.
·Monarquía como forma de Estado: el Rey ejerce el poder ejecutivo mediante sus ministros
controlados por las Cámaras, se recortan sus competencias y carece de poderes legislativos;
instaurándose una monarquía democrática y parlamentaria (“El Rey reina, pero no gobierna”).
·Profunda y real división de poderes: el Ejecutivo reside en el Gobierno (Consejo de Ministros), el
Legislativo en las Cortes Bicamerales (Congreso y Senado) y el Judicial en Jueces independientes,
que acceden por oposición.
·Amplia declaración de derechos y libertades públicas: libertad personal, de prensa, enseñanza,
residencia, voto, manifestación, culto (el Estado mantiene el católico), igualdad ante el empleo, etc.,
quedando expresamente prohibida la censura. Las libertades de reunión y asociación se reconocen,
pero están sujetas a la seguridad del Estado; y se garantizan la inviolabilidad del domicilio y correo.
·Regulación de la situación de las colonias: reconociendo los mismos derechos en Cuba y Puerto
Rico; y una ley especial para Filipinas.

Promulgada la Constitución, Serrano fue nombrado Regente del trono vacante y Prim Presidente de
Gobierno. Su objetivo era poner en marcha el régimen, para lo que necesitaba mantener la lealtad
constitucional de los partidos, impulsar reformas políticas y socioeconómicas y encontrar un rey.

En este sentido, el Gobierno tuvo que confrontar la continua agitación popular republicana, obrera y
campesina, a favor de una república. Aquí se implicó el internacionalismo proletario español, donde
anarquistas y marxistas dirigen la sección española de la A.I.T. También debió enfrentar un nuevo
levantamiento carlista.

Asimismo, el Gobierno estableció una amplia legislación que permitía los juicios con jurado y los
matrimonios civiles. En el terreno económico realizó una profunda reforma de la Hacienda, intentó
una renovación con el Librecambismo y abrió el mercado español al capital extranjero:
·Modificaciones fiscales: contribución personal con impuesto directo según la renta. ·Ley de Bases
Arancelarias: fin del proteccionismo y establecimiento del librecambismo. La reforma arancelaria
reducía progresivamente las tarifas aduaneras para las importaciones, dejándolas en un 15% de las
anteriores (arancel Figuerola). Esta política buscaba la modernización económica para competir con
las potencias más desarrolladas de Europa, sin embargo los industriales catalanes y cerealistas
castellanos se opusieron al considerar que facilitaba en exceso la entrada de productos extranjeros
en detrimento de los nacionales.
·Unidad monetaria: la introducción de la peseta (4 reales) pretendía unificar y racionalizar el
sistema monetario.
·Ley de Minas: desamortización del subsuelo con la venta y concesiones de los yacimientos y
recursos mineros a empresas extranjeras, para paliar la deuda pública.

Finalmente, la crisis de Cuba seguía y había desembocado en una guerra civil. Pese a tratar de
negociar con los insurgentes, la lucha se mantuvo hipotecando la hacienda, multiplicando los
reclutamientos impopulares y aumentando los impuestos.

4. EL REINADO DE AMADEO I DE SABOYA (1871-1873)


En medio de esta inestable situación, Prim buscaba un rey demócrata cuyo perfil incluía:
pertenencer a la realeza, gozar de cierto prestigio, no ser Borbón, obtener el respaldo de las Cortes y
el reconocimiento y consenso internacionales.

Estos requisitos descartaron al pretendiente carlista (Carlos VII) y al príncipe Alfonso, cuyas
posibilidades fueron defendidas por Cánovas. También quedaron fuera de la elección Fernando II de
Sajonia-Coburgo de Portugal, que renunció; las familias reales escandinavas; y el duque de
Montpensier (cuñado de Isabel II) por ser católico, conservador y tener en contra a Francia.
Uno de los más firmes candidatos fue el príncipe alemán Leopoldo de Hohenzollern, pero su
propuesta desencadenó la guerra entre Francia y Prusia, causando el derrumbe del imperio francés y
la unificación alemana, posibilitando indirectamente la italiana. Ante la complicación, se habló de
Espartero o Serrano, con escaso apoyo. Finalmente, en 1870 Prim logró que aceptase Amadeo de
Saboya (hijo de Víctor Manuel II), partidario de una monarquía democrática, si bien puso como
condición que debía de ser respaldado por las Cortes españolas y las potencias europeas.

En noviembre las Cortes lo aceptaron con 91 votos en contra, lo que reflejaba la firme oposición
republicana. El 27 diciembre de 1870 se produjo el no aclarado atentado contra Prim, que muere el
30 (se piensa en José Paúl y Angulo como su autor y en el duque de Montpensier y Serrano como
instigadores), mismo día que llegó Amadeo I. Con la muerte de su principal valedor, juró la
Constitución el 2 de enero de 1871 y quedó proclamado rey y solo ante numerosos problemas, con
escasos apoyos de progresistas, unionistas y sectores demócratas .

Su corto reinado estuvo lleno de dificultades que abortaron la normalidad política y lo convirtieron
en un fracaso. El rey trató de establecer un sistema democrático y cumplir con sus deberes
constitucionales, pero las circunstancias políticas sobrepasaron sus capacidades. Entre los
problemas que bloquearon la monarquía destacan:

·Falta de apoyos políticos: tras la muerte de Prim la coalición gobernante que lo había elegido se
desintegró y los progresistas se fraccionaron en los constitucionalistas de Sagasta y los radicales de
Ruíz Zorrilla. Ningún partido ejercía autoridad, sucediéndose seis gobiernos y tres elecciones
generales, con una enorme abstención impulsada por la oposición. Tampoco le apoyó parte del
ejército, ni obtuvo el favor popular.

·Oposición de la aristocracia católica, los terratenientes y el clero: continuaban fieles a los


Borbones, pues el sistema democrático puso fin a su oligarquía y amenazó el orden social y sus
propiedades. La nobleza se retiró de la Corte y el clero no podían aceptar a la dinastía de Saboya,
invasora de los Estados Pontificios en Italia. Cánovas del Castillo organizó un partido para defender
los derechos de los Borbones y preparar su regreso con el príncipe Alfonso, que obtuvo el
progresivo apoyo de la Iglesia, clases acomodadas, burguesía, progresistas y unionistas.

·Alejamiento de la burguesía: debido al perjuicio del Librecambismo sobre la débil industria


nacional y la aprobación de una legislación social contraria a sus intereses: abolición de la
esclavitud en Cuba, establecimiento de una edad mínima para trabajar, etc. Asustada por el avance
de la lucha obrera, estaba convencida que Amadeo I era incapaz de garantizar el orden social y la
estabilidad necesaria para impulsar el crecimiento económico.

·Oposición de los republicanos y el movimiento obrero: los primeros protagonizaron protestas


callejeras y sublevaciones federalistas de cierta notoriedad, gracias al fuerte apoyo de las clases
medias populares y urbanas en Madrid, Málaga y otras ciudades, contribuyendo a la inestabilidad.
El segundo desarrolló los idearios marxista y anarquista, con agitaciones obreras.

·Oposición carlista: volvieron a la insurrección armada en el País Vasco, Navarra y la parte rural
catalana, apoyados por el clero más conservador, y desencadenando la Tercera Guerra Carlista
(1872-1876) con Carlos VII. No consiguieron sus objetivos pero fueron un foco de problemas.

·La continuación de la crisis cubana: la Primera Guerra de Cuba (1868-1878) o Guerra de los Diez
Años, se había iniciado con el “Grito de Yara”, impulsada por los propietarios criollos y con el
apoyo popular. Tras fracasadas negociaciones, el gobierno español no pudo aplicar las medidas
abolicionistas de la esclavitud y reformistas que había diseñado, debido a la presión conservadora
de empresarios y propietarios con intereses en la isla. Esto provocó la continuación de un conflicto
que desprestigiaba al gobierno y al rey.

·Importantes problemas económicos: provocaron la emisión de más deuda pública.

Con todo, el detonante de su abdicación fue el conflicto surgido entre el Cuerpo de Artillería y el
Jefe del Gobierno, Ruíz Zorrilla, quien ante la desobediencia de éste solicitó al Rey su disolución.
Como Amadeo I se resistía a ello, el Jefe de Gobierno presentó y ganó una moción de confianza en
el Parlamento, por lo que el rey firmó el decreto de disolución y seguidamente, el 11 de febrero de
1873 presentó su renuncia al trono, desoyendo las voces militares que le proponían un golpe de
Estado para imponerse a los políticos.

5. LA PRIMERA REPÚBLICA (1873-1874)


El mismo 11 de febrero Ruíz Zorrilla convocó a ambas cámaras a una sesión conjunta, las cuales
proclamaron la República en contra de lo establecido en la constitución. Los diputados
mayoritariamente radicales optaron por la solución que parecía garantizar el orden democrático,
siendo apoyados por los republicanos, mientras que los alfonsinos y carlistas carecían de fuerza
para impedirlo. Así llegaba la República, en un momento caótico en lo económico (recesión) y lo
político, pues sólo los republicanos (minoría pequeño-burguesa de las ciudades mediterráneas y
Madrid) la apoyaban, mientras que las otras fuerzas políticas se abstenían o preparaban en la
oposición el retorno de los Borbones. Además, los propios republicanos estaban profundamente
divididos: Unionistas-Federalistas.

No obstante, las masas populares urbanas y campesinas sí recibieron la República con entusiasmo,
entendiendo que al fin tendrían “pan y justicia”, por lo que ocuparon tierras y ayuntamientos,
crearon Juntas Revolucionarias y exigieron la supresión de los consumos y quintas. Así, ante la
impaciencia popular y el miedo burgués y terrateniente, el gobierno optó por mantener la legalidad
reprimiendo las revueltas y disolviendo las Juntas. Desde entonces, la desconfianza popular
aumentaría y la burguesía y los terratenientes desearían aun más el regreso de un régimen moderado
que les garantizara el orden y sus propiedades.

Con todo, la I República Española estuvo aislada internacionalmente, pues sólo fue reconocida por
EE.UU. y Suiza; y duró casi doce meses (11 de febrero de 1873-3 de enero de 1874) con cuatro
presidentes:
-Estanislao Figueras (febrero-junio 1873). Republicano federal que lidió con una cámara
monárquica en gran parte y padeció que los radicales abandonasen el gobierno y el proyecto
republicano, para protagonizar intentos de golpe militar y defender la abstención como oposición a
la República. Además afrontó numerosos problemas:
·Diversas revueltas: formación de Juntas y movilizaciones populares urbanas; obreras, con la
influencia del internacionalismo proletario; y campesinas, con ocupación de ayuntamientos y
tierras. Las resuelve con represión.
·Guerras: Cubana y Carlista (en el norte, se fortalece en Cataluña y avanza en Cuenca y Albacete),
que prosiguen ante la apatía de un ejército poco comprometido con la República. ·Movimiento
Cantonalista: partidario de organizar un régimen republicano federal desde abajo, con predominio
de lo local y lo regional, y un fuerte componente igualitario. El poder central no puede controlarlo y
en Barcelona se intenta proclamar un gobierno independiente.

En mayo se celebraron las elecciones a Cortes Constituyentes, ganadas por los republicanos con
una alta abstención del 60%, pues los partidos no republicanos sólo presentaron candidatos en
algunas circunscripciones. Los Federalistas obtuvieron más del 85% de los escaños de la Cámara,
por lo que
de inmediato fue proclamada la República Democrática Federal, y Figueras, decepcionado por el
escaso respaldo obtenido por los Unionistas, dimitió.

-Francisco Pi y Margall (junio-julio 1873). Acérrimo defensor del federalismo, que se planteó la
realización de grandes reformas: constitución federal, sometimiento del ejército, leyes sociales, etc.;
sin embargo, no podrá realizar mucho. Lo primero fue elaborar un proyecto constitucional federal
republicano, del que Castelar sería su principal ponente. Sus características eran:
·Estado con forma de República confederal: compuesta por 17 Estados (Cuba y Puerto Rico entre
ellos) con amplísima autonomía, donde los Municipios gozarían igualmente de poderes autónomos.
En todos los niveles del Estado los poderes quedarían claramente divididos en tres instituciones
independientes. Así, el poder emanaba de los Municipios, Estados regionales (con constituciones
propias) y Estado federal.
·Otros aspectos: sufragio universal, Cortes bicamerales, libertad de culto y separación Iglesia
Estado, abolición del sistema de quintas, supresión de la esclavitud colonial, reforma de los
impuestos, legislación laboral, figura del Presidente de la República y ampliación de los derechos
individuales y sociales de la Constitución de 1869.

Dicho proyecto nunca se aprobó por la división interna federalista entre transigentes, partidarios del
orden social y de una República organizada desde arriba, e intransigentes, defensores de la
revolución de las masas urbana y obrera, que organizasen una República desde abajo.

Ello degeneró en una profunda inestabilidad política, acrecentada por: el abandono de la cámara por
los intransigentes; la intensificación del levantamiento carlista (dominio de amplias zonas rurales y
organización de un Estado independiente), que se consigue frenar; la continuación del conflicto
cubano por las dificultades en dirigir un ejército no republicano; los levantamientos de Alcoy,
protagonizados por la A.I.T.; y sobre todo la insurrección cantonalista. Esta última fue la más
importante, mezclando los intereses y objetivos de los republicanos intransigentes con los de los
anarquistas. Se extendió por Andalucía, el interior y Levante, proclamando cantones
independientes: Cartagena, Sevilla, Cádiz, etc. Pi y Margall no pudo controlar la situación y
presento su dimisión.

-Nicolás Salmerón (julio-septiembre 1873). Se fijó como principal objetivo el restablecimiento del
orden social, distanciándose de los intereses e ideales populares, y centrándose en la represión
violenta de las revueltas sociales. Para ello concedió amplios poderes al ejército, cuyos generales
Pavía y Martínez Campos sofocaron las revueltas obreras, campesinas y cantonalistas; sólo
Cartagena resistiría varios meses más. De este modo, abandona el proyecto federalista y vuelve a
una República unitaria. Pero al negarse a firmar penas de muerte, dimite en septiembre.

-Emilio Castelar (septiembre 1873-enero 1874). Republicano unitario que actúa con mano dura,
rompe con el federalismo y aplica un giro conservador al gobierno. Siendo firme partidario de un
Estado fuerte y mostrándose capaz de acabar con el riesgo revolucionario, obtuvo poderes
excepcionales y suspendió las sesiones de las Cortes; y fortaleció el ejército restableciendo las
ordenanzas militares, quintas y el Cuerpo de Artillería. En diciembre había controlado el orden
social, detenido el avance carlista y casi derrotado el Cantón de Cartagena.

Sin embargo, su gobierno autoritario se ganó la oposición de muchos republicanos, que esperaban
la reapertura de las Cortes, mientras los sectores monárquicos y conservadores apostaban por el fin
de la República. Así, con la reanudación de las sesiones el 3 de enero de 1874, se aprobó una
moción de censura contra Castelar, que forzó su dimisión.

El día, mientras se votaba la formación de un nuevo gobierno de centro-izquierda, el general Pavía


ocupó militarmente Madrid y penetró en el Congreso con la Guardia Civil, disolviendo las Cortes y
anunciando la formación de un Gobierno de emergencia nacional. Ante la escasa resistencia al
pronunciamiento, el poder pasó a ejercerse por el general Serrano con un proyecto republicano de
carácter conservador, apoyado fundamentalmente por el ejército y cuyo objetivo era restablecer el
orden y la autoridad. Para ello decretó la disolución y persecución de las organizaciones obreras
ligadas a la I Internacional, aplastó el Cantón de Cartagena y atacó a los carlistas que cercaban
Bilbao.

6. CONCLUSIÓN
Entretanto, las fuerzas políticas y sociales tradicionalistas habían desechado la posibilidad de
mantener la República y apoyaban la Restauración Borbónica en la persona del príncipe Alfonso
(pues su madre Isabel II le había cedido sus derechos dinásticos por consejo de Antonio Cánovas
del Castillo). Dichas fuerzas querían un modelo político estable que pusiera fin al carlismo, al
problema cubano y a la agitación obrera y campesina.

En este sentido trabajaba Antonio Cánovas del Castillo, quien en diciembre de 1874 redactó el
“Manifiesto de Sandhurst”, de Alfonso a los españoles, constituyendo el programa de la nueva
monarquía: régimen conservador y católico, y sistema liberal recuperando el orden y la estabilidad.
Cánovas había ido configurando este proyecto a lo largo del Sexenio Democrático y ahora tenía el
suficiente apoyo político, militar y social para realizarlo pacíficamente, sin pronunciamientos ni
golpes militares. No obstante, el 29 de diciembre de 1874, el general Martínez Campos proclamó en
Sagunto a Alfonso XII como rey y el apoyo militar generalizado hizo que Serrano entregase el
poder a Cánovas para preparar la Restauración.

En definitiva, el Sexenio Revolucionario supuso un periodo de gran inestabilidad y agitación, a


causa de la falta de experiencia democrática y la oposición de numerosos sectores. Así, constituyó
una oportunidad perdida para implantar un régimen democrático, quedándose en un periodo de
ensayo y error, marcado por la indecisión y la falta de consenso político.

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