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TEMA 9. EL RÉGIMEN DE LA RESTAURACIÓN.

CARACTERÍSTICAS Y
FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA CANOVISTA (1874-1898)

1. INTRODUCCIÓN
La Restauración abarca entre el ocaso del Sexenio Revolucionario en 1874, tras el el fin de la I
República, y el reinado de Alfonso XIII, marcado por la Dictadura de Primo de Rivera en 1923. Su
nombre designa el restablecimiento de la Monarquía Borbónica en la figura de Alfonso XII, hijo de
la derrocada Isabel II que abdica en él, siendo una etapa marcada por el conservadurismo. Ésta se
extenderá por los reinados de Alfonso XII y Alfonso XIII, con el intermedio de la regencia de María
Cristina de Habsburgo, momento en el cual se vive la importante inflexión de la crisis de 1898.

Sin embargo, la definición más destacada del periodo según la historiografía, es la de que la
Restauración fue una maquinaria de ingeniería política, basada en los pilares del turnismo político,
falseamiento electoral y caciquismo; los cuales servían de mecanismos de control de la población. Su
artífice fue Antonio Cánovas del Castillo, procedente de la Unión liberal y líder del Partido Alfonsino,
que contó con el apoyo de Práxedes Mateo Sagasta, exintegrante del Partido Progresista.

El periodo comenzó a prepararse al término del Sexenio Revolucionario, dada la fuerte inestabilidad
política y social que dejó el fin de la I República, con el golpe de estado del general Pavía (3 de enero
de 1874). Éste disolvió las Cortes con escasa resistencia y dio paso al gobierno militar de Serrano que
se centró en acabar con el internacionalismo obrero, cantonalismo y carlismo.

Será en este interludio cuando se fortalezca la opción dinástica borbónica, y ya el 1 de diciembre de


1874 Alfonso dirige el Manifiesto de Sandhurst a la nación (redactado por Cánovas), donde expone
las razones de su vuelta desde postulados moderados: sólo el restablecimiento del sistema liberal
conservador y católico de la monarquía constitucional puede poner fin a la inestabilidad. Tras su
publicación en prensa se produce el pronunciamiento de Martínez Campos en Sagunto (29 de
diciembre de 1874), con el desacuerdo de Cánovas que pretendía la vía pacífica. No obstante, los
militares le ceden el poder y Cánovas forma gobierno y queda como regente hasta la llegada del rey.
Así, en enero de 1875 llega Alfonso XII, quien confirma al gabinete e inicia la Restauración.

2. EL SISTEMA POLÍTICO DE LA RESTAURACIÓN


Como ya hemos apuntado, se trata del periodo más largo de la historia de la España contemporánea,
el cual pasa por tres etapas: Reinado de Alfonso XII (1874-1885); Regencia de Mª Cristina (1885-
1902), donde se produce la Crisis de 1898; y Reinado de Alfonso XIII (1902-1931), donde se dará la
dictadura de primorriverista. Dicha duración fue posibilitada por el apoyo de todos los grupos
conservadores, dado su deseo de estabilidad ante cualquier intento de revolución política y social.

Así, el gobierno se centró en no repetir los rasgos del periodo isabelino, que lo habían llevado a su
fin, para lo cual Cánovas ideó un nuevo modelo político, el sistema canovista, basado en el orden y
la estabilidad. Dicho modelo acometió los siguientes problemas heredados del reinado isabelino:

-El carácter partidista y excluyente. Desarrollado por los moderados en el periodo anterior,
enemistó a la corona con los progresistas, apartándolos del poder y propiciando el intervencionismo
militar. Para solucionarlo se primó un equilibrio de fuerzas basado en los siguientes preceptos:

-Soberanía Compartida: entre el Rey, que cohesiona el sistema por el principio de autoridad, y las
Cortes, que equilibran el sistema dotándolo de libertad.

-Turnismo Pacífico: basándose en el modelo inglés y renunciando a los pronunciamientos, se


establece un sistema bipartidista de alternancia en el poder, el cual se reparte entre los dos partidos
políticos oficiales o dinásticos, iguales en dignidad, que aglutinan la mayoría de las opciones políticas.
Ambos son partidos de notables y minorías (no como los de masas actuales), apoyados por un
electorado de burgueses relevantes (élites económicas y clase media acomodada) que contaban con
periódicos, centros, comités, etc.; controlando así al resto de la población.

A su vez, el turno se organiza asignando un papel para cada partido: el que esté en el poder tiene el
deber y el derecho de gobernar; el que se halle en la oposición tiene el derecho y el deber de criticar
al gobierno, no al régimen. Se alternan por desgaste, llamando el rey a gobernar al otro partido, que
convoca elecciones para obtener la mayoría parlamentaria (falseada). Así, desarrollan la parte de su
programa político que las circunstancias le permitan y priman el realismo y pragmatismo, siempre
sin destruir la obra del contrario. No obstante, saben que si implementan medidas muy radicales serán
abolidas, por lo tanto se configuran como moderados:

·Partido Liberal Conservador (centro-derecha), antiguo Partido Alfonsino, liderado por Cánovas y
otros políticos como Francisco Silvela. Compuesto diputados de la burguesía terrateniente, nobleza y
alto funcionariado civil y militar. Provienen mayoritariamente del sur peninsular, el antiguo Partido
Moderado y la Unión Liberal. Defienden el sufragio censitario, la Iglesia y el orden social.

·Partido Liberal Fusionista (centro-izquierda), liderado por Sagasta y otros políticos como Montero
Ríos, Moret, Canalejas, etc. Compuesto por antiguos progresistas, unionistas, demócratas
monárquicos y republicanos moderados del Sexenio Revolucionario; pertenecientes a las élites
económicas y clase media acomodada. Defienden el sufragio universal masculino, un Estado laico y
el reformismo social.

Aparte de las diferencia ideológicas, ambos comparten una serie de verdades indiscutibles: la nación
como obra de Dios o de la naturaleza, no de la voluntad de los hombres; la monarquía y la soberanía
compartida; la Constitución y el estado liberal centralista; y la propiedad privada y la libertad. Todas
ellas conformarían una constitución interna, dotando de estabilidad institucional.

-La injerencia militar en política. Realizada a partir de los pronunciamientos para acceder al poder,
que había propiciado una división del ejército y repercutía en los conflictos internos y externos. Para
solucionarlo, el sistema propugnó el Civilismo frente a Militarismo, subordinando el ejército al poder
civil. Así, en la Real Orden de 1875 se estableció que la misión del ejército era defender la
independencia nacional y no intervenir en la contienda entre partidos. A cambio se dotó a los militares
de una mayor autonomía en sus asuntos internos, se aumentó su presupuesto y el rey se convirtió en
el jefe supremo del ejército, garantizando la sumisión de los altos mandos.

-La proliferación de enfrentamientos civiles. Éstos paralizaban el desarrollo económico, por lo que
se procedió a la pacificación del país poniendo fin a las guerras Carlista y de Cuba. La primera acabó
en 1876, cuando la Restauración borbónica privó al carlismo de gran parte de su hipotética
legitimidad y un sector de éste reconoció a Alfonso como rey. El esfuerzo militar del general Martínez
Campos aplastó a la resistencia, por lo que Carlos VII marchó al exilio francés y el régimen foral se
abolió en 1878, creando un sistema de conciertos económicos de gran autonomía fiscal.

Para la segunda, Martínez Campos fue enviado a Cuba y logró la firma de la Paz del Zanjón (1878).
Ésta imponía una capitulación sin condiciones de las tropas cubanas ante el ejército español, no
garantizando los objetivos de la guerra, pero si incluía algunas promesas: amplia amnistía, abolición
de la esclavitud, reformas políticas y administrativas con representantes cubanos en las Cortes, etc.
El incumplimiento de parte de estas promesas llevó a un nuevo resurgir del conflicto entre 1879-1880,
la Guerra Chiquita, que terminó por falta de apoyos, escasez de armamento y superioridad del ejército
español. Será la tercera guerra (1895-1898) la que logre la independencia.
3. LOS FUNDAMENTOS DEL SISTEMA
El régimen de la Restauración descansó sobre tres pilares fundamentales, que institucionalizaron el
sistema. Éstos fueron los siguientes:

-La Constitución de 1876. Consistente en un destacado ejemplo de Liberalismo Doctrinario o


Conservador, para su realización era necesaria una convocatoria a Cortes Constituyentes. Dicha
elección se hizo por sufragio universal, respetando la legalidad vigente, donde salió vencedor el
Partido Liberal Conservador de Cánovas con el 90% de diputados. No obstante, hubo una abstención
del 50%.

Asimismo, antes de iniciarse los debates constitucionales, Cánovas consideró fundamental establecer
unas premisas inamovibles: Monarquía y Soberanía Compartida entre el Rey y las Cortes, las cuales
conformaban la estructura del propio sistema y debían ser el fundamento y la base de la Constitución.
A partir de estas consideraciones, la Constitución de 1876 se inspiró en los valores históricos
tradicionales (monarquía, religión y propiedad) y tomó como referencia los textos de 1845 y de 1869
(esta último sólo para algunos de los derechos proclamados). Sus características fueron:

·Brevedad y longevidad: la Constitución contiene sólo 89 artículos, dejando sin especificar muchos
apartados que quedan abiertos a la interpretación, lo cual se hizo a propósito para que fuese válida
para los dos partidos que iban a alternarse en el poder. Asimismo, permaneció vigente durante un gran
periodo, desde junio de 1876 hasta 1931.

·Declaración de Derechos: sigue la estructura de la Constitución 1869, pero muy generalizada para
favorecer el turnismo. Así, cada vez que sube un partido distinto al poder concreta esta declaración
con leyes específicas que la limitan o amplían: Ley de 1878 sobre el Sufragio, elaborada por el Partido
Liberal Conservador, que lo establece censitario; Ley de 1890 sobre el Sufragio, elaborada por el
Partido Liberal Fusionista, que lo establece universal masculino; etc. Además, los derechos pueden
suspenderse en circunstancias excepcionales (entre 1876 y 1917 hubo 19 suspensiones).

·Cuestión religiosa: centró los debates más intensos, dividiendo el congreso entre los defensores de
la unidad católica y los partidarios de la tolerancia religiosa dentro de la línea constitucional de 1869.
Al final se optó por una opción abierta: Estado Confesional católico, que mantiene económicamente
al culto y al clero, pero permitiendo la práctica en privado de otras religiones.

·Soberanía Compartida entre el Rey y las Cortes: el Rey ostenta el poder ejecutivo nombrando y
apartando a los ministros y al jefe de gobierno; participa en la función legislativa sancionando y
promulgando leyes; dirige el ejército; ejerce un papel moderador; y puede suspender y disolver las
cortes, aunque debe volver a convocarlas en tres meses.

Por su parte, las Cortes son bicamerales. El Congreso es electivo, con diputados a cinco años, elegidos
por sufragio censitario según la Ley Electoral de 1878. Ésta restringe el voto a los propietarios, sobre
todo rurales, frente a industriales y comerciantes; y excluye a campesinos, trabajadores, clases medias,
pequeños propietarios, etc. En 1886, el Partido Liberal Fusionista en el poder amplía el censo al 2’1%
de la población, y en 1890 establece el universal masculino.

En el caso del Senado, está compuesto por varios tipos senadores: por derecho propio, que son los
grandes de España y los altos cargos del ejército, la administración y la Iglesia; los nombrados por el
rey; y los que se eligen por las corporaciones y los mayores contribuyentes. Las dos primeras
categorías representan la mitad de la cámara y son cargos vitalicios.
Los otros dos pilares del sistema van indisolublemente unidos:
-Adulteración del Voto y Caciquismo. Ambos derivan del hecho de que el turnismo pacífico en el
gobierno era el resultado de un acuerdo previo de la oligarquía gobernante. Por tanto, como el
funcionamiento del sistema era de arriba-abajo, éste debía de garantizarse mediante el fraude electoral
y la corrupción.

Primeramente, los partidos dinásticos y el rey se reunían para determinar qué partido debía ganar las
elecciones y decidían un vencedor. A continuación, se informaba a los gobernadores civiles, quienes
elaboraban “el Encasillado”, es decir, las listas de candidatos gubernamentales, compuestas por
casillas donde figuraban sus nombres, partido, distrito electoral y número de votos que debían obtener
para lograr el resultado ya establecido.

Finalmente, se convocaban elecciones y se entregaba el Encasillado a los diferentes caciques (grandes


terratenientes, abogados, profesionales de prestigio, etc.), quienes controlaban todos los resortes del
poder en un determinado distrito. Éstos formaban parte de la red de influencias que los partidos
poseían a nivel provincial y local, siendo los caciques fundamentales, pues eran capaces de orientar
y controlar el voto por diversos medios: amenaza de despido; extorsión; violencia; compra de votos;
o “pucherazo”, es decir, la alteración del resultado electoral por la falsificación del censo (votación
de los muertos o sacando votantes del censo electoral), la manipulación de las actas electorales o
violentando las urnas y el escrutinio.

Asimismo, cabe decir que las leyes electorales favorecían el voto conservador mediante el sufragio
restringido, así como el control caciquil al establecer distritos reducidos como circunscripción
electoral, cuyos habitantes eran fácilmente manipulables. Añadido a ello, el Encasillado propiciaba
la imposición de diputados “cuneros” (no nacidos en el distrito asignado), despreocupados de la
realidad socioeconómica de sus representados.

Con todo, el fenómeno del caciquismo se manifestó principalmente en las zonas rurales, como residuo
de las antiguas relaciones señoriales, escapando las ciudades a su control. No obstante, el caciquismo
contenía el germen de la crisis del sistema, y a partir de la “Crisis del 98” sería señalado como uno
de los males de la patria, identificándolo con el propio sistema canovista.

4. LA VIDA POLÍTICA EN LA RESTAURACIÓN


Una vez aprobada la Constitución dio comienzo la estrategia turnista, la cual funcionó con regularidad
hasta la Crisis del 98. En el Reinado de Alfonso XII se dieron:

-Gobiernos Conservadores (1875-1881). Predominó la coerción, el autoritarismo y el centralismo


político-administrativo, plasmado en la igualdad de códigos y jurídica. De este modo:

·Se abolió el foralismo vasco y se limitó la autonomía local (alcaldes nombrados por el rey en
poblaciones de más de 30.000 habitantes).
·Se restringieron las libertades individuales: Ley de Imprenta de 1879, que convirtió en delito todo
ataque contra el sistema, censurándose los impresos menores a 200 páginas y contando con la
intervención de la Iglesia; Ley electoral de sufragio censitario de 1878, que se perfeccionó en 1886;
Ley de reuniones de 1880; etc.

-Gobierno Liberal (1881-1883). Las aportaciones más destacadas son: Ley sobre administración
provincial y municipal de 1882, que establece el sufragio universal masculino en las elecciones
municipales; se aprueba la vuelta de los republicanos exiliados; y permiso de libertad de cátedra en
la universidad. En 1884 vuelve el Partido Liberal Conservador al poder.
En 1885 se desató una epidemia de cólera en Valencia que se extendió al interior, alcanzando Aranjuez.
Alfonso XII marchó sin previo aviso a visitar a los afectados y abrió el Palacio Real para hospedarlos.
El pueblo lo tomó como un gran gesto, pero al poco el rey murió de tuberculosis.

Ante su muerte y el miedo a la desestabilización del sistema, Cánovas y Sagasta firmaron el Pacto
de El Pardo (1885) para garantizar la alternancia, dando su apoyo a la reina Mª Cristina y a la
continuidad de la monarquía. Así comenzó la Regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-
1902), que acaba cuando Alfonso XIII toma el poder a los 17 años.

Durante este periodo se mantiene la alternancia y equilibrio institucional, pero se da una inclinación
de la reina hacia Sagasta. Así, el Partido Liberal Fusionista en su “Gobierno Largo” (1885-1890) pone
en marcha un obra reformista: Ley de Asociaciones de 1887 que legaliza los partidos de la oposición,
Ley de libertad sindical, abolición de la esclavitud en 1888, juicios con jurados, nuevo Código Civil
en 1889, reformas hacendísticas y militares y Ley electoral de 1890, con sufragio universal masculino
para mayores de 25 años en las elecciones generales.

En 1897 Cánovas es asesinado por un anarquista italiano en un balneario guipuzcoano, lo cual


supondrá un duro golpe para su partido, debido al personalismo sistemático y la dependencia excesiva
de los partidos hacia sus líderes. Así, el Partido Liberal Conservador entra en fase de descomposición,
provocando disidencias internas y la aparición de facciones.

Su muerte también afectó al régimen, que se agravó con el Desastre del 98. Éste dio lugar a la pérdida
de las últimas colonias (Cuba, Puerto Rico y Filipinas), pero sobre todo a una gran crisis de conciencia
nacional y moral expresada en el movimiento Regeneracionista. Sus representantes serán la
Generación del 98, cuyas obras proponen la necesidad de reformar, limpiar y modernizar la vida
social y política de España. A ello se añadió el impulso definitivo de los nacionalismos periféricos.

Quedaban así demostradas las limitaciones del régimen para enfrentar los problemas de la
modernización y progreso español, y con este panorama se inició el reinado de Alfonso XIII, en el
que veremos aparecer una nueva generación de políticos.

5. LA OPOSICIÓN AL SISTEMA
Promulgada la Constitución de 1876, el gobierno estableció la distinción entre los partidos que
estaban dentro y fuera del sistema, en función de si aceptaban la monarquía borbónica restaurada. Así,
pasan a la ilegalidad diferentes grupos, sin posibilidad alguna de intervenir en política:

-Republicanos. Tras el fracaso de la I República su representación en Cortes fue escasa, aunque


mejoraron con el sufragio universal y las alianzas electorales. Quedaron divididos en:

-Partido Republicano Posibilista: su líder es Castelar, defendiendo una democracia conservadora


acorde a la unidad nacional y orden social. En 1893 se disuelve al considerar que sus objetivos se
habían cumplido con las medidas de Sagasta y se integra en el Partido Liberal Fusionista.

-Partido Republicano Federal: su líder es Pi i Margall, siendo los más organizados y cercanos a las
asociaciones obreras. Defienden mejoras laborales, pero el socialismo le restará votos.
-Partido Republicano Progresista: su líder es Ruiz Zorrilla. Pretenden cambiar de régimen mediante
acciones subversivas, logrando influencia en el ejército, donde forman una sociedad secreta
(Asociación Republicana Militar), que organizará varias revueltas generales fracasadas.

-Partido Republicano Centralista: su líder es Salmerón, siendo el menos importante.


-Carlistas. Su derrota militar generó una fuerte crisis interna, hasta que en 1879 Cándido Nocedal,
representante del pretendiente en España, los reorganizó enfatizando el carácter católico y
apoyándose en periódicos afines. A su muerte, el pretendiente asumió la dirección para evitar
enfrentamientos y en 1888 expulsó a Ramón Nocedal, hijo del anterior, quien creó el Partido Católico
Nacional (integrista, pequeño y con influencia en círculos radicales).

Desde 1890 el Partido Carlista se configura como un moderno partido de masas, siendo Juan Vázquez
de Mella el renovador del programa (Acta de Loredam, 1886). Así, defienden los fueros y la unidad
católica, se oponen a la democracia y aceptan el orden liberal-capitalista. Con la pérdida de las
colonias en 1898 sopesan una acción insurreccional y en 1900 se levantan algunas partidas en
Badalona sin autorización de los jefes. Ello llevó a una crisis, cerrándoles las autoridades círculos y
publicaciones, por lo que crearán una milicia, el “Requeté”.

-Nacionalistas. El Estado no consideró las realidades comunitarias y pretendió disolverlas. Tampoco


invirtió en mejorar las comunicaciones o la educación, posibles vías de acercamiento entre los
territorios peninsulares, por lo que el centralismo era teórico y España estaba llena de localismos. En
este contexto se desarrollarán movimientos nacionalistas regionales protagonizados por la mediana y
pequeña burguesía, donde posteriormente se integrará la alta burguesía con fines económicos. Éstos
son los siguientes:

-Nacionalismo Catalán: aparece hacia 1880, influido por la industrialización y la burguesía


empresarial, para proteger sus intereses (poco representados en Madrid). A ello se une la Reinaxença,
movimiento cultural por la defensa y promoción de la cultura catalana, utilizando como vehículo el
catalán. Asimismo, defienden el federalismo. Sus corrientes son:
·Tradicionalista, surgido del carlismo, defiende el foralismo y el pensamiento católico. Destaca Torras
y Bages y su obra La Tradició Catalana (1892).
·Progresista, surgido del republicanismo federal de la I República, defiende el federalismo para
solucionar las distintas posiciones regionalistas y reivindica las divisiones “naturales” de las comarcas
forales, frente a las “artificiales” de las provincias. No es independentista, sino regenerador
autonomista. Destaca Valentí Almirall y su obra Lo Catalanisme (1886).

Ambas corrientes se integrarán en 1891 en la Unió Catalanista y tras la primera asamblea surgen las
Bases de Manresa, fundamentales para la Constitución Regional Catalana. Su impulso definitivo vino
con la Crisis del 98, cuando se forma la Lliga Regionalista (1901), cuyos líderes son Prat de la Riba
y Francesc Cambó, lo que supone los inicios del nacionalismo catalán en política.

-Nacionalismo Vasco: aparece entorno a 1890, basándose en la tradición carlista y el foralismo, sobre
todo por los sectores sociales agrarios. Además, la industrialización y la llegada masiva de
inmigrantes se aprecian como una agresión a su modo de ser por parte del gobierno central, al tiempo
que la burguesía va a defender sus intereses económicos frente a los del Estado central. Sus vehículos
serán el euskera y sus tradiciones culturales.

El gran propulsor es Sabino Arana, quien defiende que el pueblo vasco, de raza y lengua distintas,
debe tener plena soberanía y ser independiente, para volver a la libertad originaria y a la Ley Vieja
(fueros). En 1895 funda el Partido Nacionalista Vasco (P.N.V.), crea la bandera vasca y lo nombra
como Euskadi. Con la ampliación de sus bases sociales surgió la tensión entre los partidarios de la
independencia y los de la autonomía, siendo los segundos los que tomaron el control, dando la
contradicción de tener unos líderes autonomistas y unas bases independentistas.

-Regionalistas. En este caso hallamos dos tendencias que pretenden una mayor autonomía:
-Galleguismo: se origina con el Rexurdimento del XIX, donde autores como Rosalía de Castro
revalorizan la lengua y cultura gallegas. Además influye la situación social y económica de Galicia,
que genera amplitud de emigrantes. Persigue un modelo político-jurídico descentralizado y
autonomista, cuyos principales ideólogos son Alfredo Brañas, católico tradicionalista, y Manuel
Murguía, liberal y creador de la Real Academia Galega.

-Andalucismo: se remonta a la sublevación cantonal de 1873, destacando Blas Infante y su obra El


Ideal Andaluz (1915). Persigue una Andalucía soberana y autónoma dentro de un Estado federal.

-Movimiento Obrero. Presentó una oposición en todos los frentes, tras su extensión y maduración
en el Sexenio Revolucionario, creándose la Federación Regional Española de la A.I.T. en 1870, con
sus dos corrientes:

-Anarquismo: más desarrollado que el marxismo, suponiendo la separación del mundo obrero de la
política oficial, motivado por el fracaso social de la Revolución del 1868. Se extendía por las mismas
zonas que el cantonalismo: costa mediterránea, destacando Barcelona, Zaragoza y la Baja Andalucía.
Pasó a la clandestinidad tras su disolución como movimiento al final del Sexenio, hasta 1881 cuando
Sagasta lo legaliza. Así se creó la Federación de Trabajadores de la Región Española (F.T.R.E.), con
una acción sindical reivindicativa. En 1890 algunos sectores optaron por la acción violenta (Mano
Negra andaluza), realizando diversos atentados en Madrid y Barcelona contra personalidades
importantes del régimen (Antonio Cánovas del Castillo, 1897).

-Socialismo: reducido a pequeños grupos en Madrid, fue adquiriendo solidez ideológica y


organización operativa por la influencia francesa. En 1879 se funda el Partido Socialista Obrero
Español (P.S.O.E.), cuyo programa se basa en: la teoría de clases, un programa máximo (abolición de
las clases sociales, quedando sólo una de trabajadores libres e iguales) y un programa mínimo de
medidas inmediatas (sufragio universal, derecho de asociación y reunión, jornada de 8 horas, igualdad
salarial para ambos sexos). Poseía mayor implantación en Extremadura y Castilla-La Nueva,
extendiéndose posteriormente a los núcleos mineros e industriales de Asturias, Vizcaya y Valencia.
Al legalizarse en 1881 difundió su programa a través del periódico “El Socialista” y en 1888 fundó
la Unión General de Trabajadores (U.G.T.).

-Otras fuerzas políticas. Surgidas por la separación de grupos pertenecientes a los dos grandes
partidos, que obtienen escaso apoyo electoral. Así, del Partido Liberal Conservador sale la Unión
Católica de Alejandro Pidal (conservador y católico); y del Liberal Fusionista se deriva el Partido
Democrático-Monárquico, con Moret, Montero Ríos, o Cristino Martos, (principios democráticos de
la Constitución de 1869). También aparece Izquierda Dinástica, del general Serrano.

6. CONCLUSIÓN
En definitiva, la Restauración creó un sistema político para dar estabilidad al país, fundamentado en
el orden social y el consenso con el ejército y la Iglesia, consolidando un régimen constitucional y
parlamentario.

Sin embargo, el sistema no fue democrático, pues todo el protagonismo fue a parar a la oligarquía
conservadora burguesa y de base agraria, dejando fuera a la mayoría de la población. Esto a la larga
desencadenó mayor inestabilidad, y tras la muerte de los dos grandes líderes se produjo la
descomposición progresiva de los dos grandes partidos, y por ende del sistema.

Con todo, durante el régimen se habían ido gestando una serie de fuerzas emergentes que acabarían
por romperlo: el movimiento obrero, las fuerzas políticas democráticas, los nacionalismos periféricos,
etc. Éstas, unidas a los conflictos coloniales, fueron los factores que, ya entrado el siglo XX, darían
al traste con un sistema basado en la corrupción y el caciquismo.

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