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I.

INTRODUCCIÓN A LA GNOSEOLOGÍA

I.1. GENERALIDADES

Según Llano (2015), desde la tradición aristotélico-tomista, el conocimiento se define


como el acto que produce la presencia intencional de la forma de un objeto, en el sujeto
cognoscente; es decir, la adquisición mental de las determinaciones de una cosa real, producto
de la relación interactiva del sujeto con la realidad externa. Mientras que la teoría del
conocimiento, es la disciplina filosófica que discierne el propio saber; es decir, trata de forma
reflexiva y crítica la validez y fiabilidad del conocimiento.

En orden de inquirir en la historia de esta disciplina, debemos retrotraernos hasta la época


presocrática. Al igual que los antiguos naturalistas, Demócrito no estableció una diferencia
entre sensibilidad y entendimiento; sostenía que las sensaciones provenían de la recepción de
estímulos en los órganos sensoriales, y que el entendimiento se originaba por la recepción que
hace el alma de las imágenes corporales. Posteriormente, Platón distinguió la actividad del
entendimiento de la actividad de los sentidos; el conocimiento intelectual no se originaba con
la recepción de estímulos en los órganos sensoriales, sino con la participación del intelecto en
las formas inteligibles separadas, de tal forma que los objetos sensibles estimulan el alma
sensitiva y a su vez, los sentidos estimulaban el alma intelectiva para entender (Llano, 2015).

Evaluando, la relación entre las posiciones de Demócrito y Platón sobre el origen del
conocimiento, con las de los pensadores de la modernidad, se puede afirmar que la de
Demócrito estaba emparentada con la de los empiristas, mientras que la de Platón, se asemeja
a la de los racionalistas. Dentro de la evolución histórica de esta disciplina, dos grandes
posturas son significativas: el idealismo trascendental de Immanuel Kant y el realismo
metafísico de Santo Tomás de Aquino. Ambas son claramente contrapuestas, pero también
presentan algunas coincidencias (Llano, 2015).

Llano (2015), indica que la gnoseología tomista no admite un conocimiento a priori, ni las
intuiciones puras del espacio y el tiempo, los cuales son elementos básicos del Kantismo. Este
último, no admite la abstracción de ideas a partir de las cosas sensibles, lo cual es
fundamental en el tomismo. Así también, el tomismo acepta una continuidad en el
conocimiento, no solo desde la sensibilidad hasta la intelección, sino desde el conocimiento
animal hasta el humano; mientras que el Kantismo no. Sin embargo, el tomismo y el
Kantismo concuerdan en que el conocimiento se origina con los datos sensibles, y ambos
rechazan el empirismo puro, así como el racionalismo puro.
Según la gnoseología tomista, el pensamiento conoce directamente lo universal, pero no
las formas de los entes individuales; el conocimiento de lo singular solo puede acontecer
indirectamente por medio de la reflexión (Llano, 2015); es decir, mediante el proceso de la
abstracción, en el que se forma una idea separando que es común a una variedad de instancias
particulares (Blackburn, 2005).

En un primer nivel, la facultad imaginativa elabora imágenes sensibles a partir de la


recepción y unificación de la información procedente de los sentidos. En un segundo nivel, el
intelecto agente abstrae las configuraciones inteligibles de las imágenes sensibles.
Posteriormente, el intelecto posible recibe la información elaborada del intelecto agente, para
así elaborar el concepto universal del ente singular. Por último, el proceso del conocimiento
concluye, con los conceptos universales retornando a las imágenes sensibles; es decir,
reconociéndose como efectivamente realizados en los entes individuales (Llano, 2015).

Según Kant, a en un primer nivel, es la estimulación de nuestros sentidos por parte de los
objetos, la que produce representaciones sensibles (sensaciones) y en un segundo nivel, las
sensaciones despiertan la capacidad del entendimiento, que enlaza y separa las sensaciones,
haciéndolas inteligibles (Llano, 2015).

Para comprender lo anterior, primero debemos distinguir entre la materia y la forma del
conocimiento. La materia viene dada a posteriori, o mediante las sensaciones de los objetos
externos; mientras que su forma tiene que estar ya a priori, es decir, en la mente del sujeto o
con independencia de la experiencia. La materia del conocimiento sensible está formada por
la pluralidad de los fenómenos, mientras que la forma es susceptible de ser considera aparte
de toda sensación, como una representación pura o representación mental a la que no se le ha
añadido nada sensible. Por lo tanto, la materia se refiere a lo dado por lo sentidos, lo empírico
y lo contingente; mientras que la forma hace referencia a lo unificante, lo a priori y lo
sintético (lo que relaciona la sensibilidad y el entendimiento) (Llano, 2015).

Kant distingue así, entre dos clases de juicios: Por un lado, los analíticos, estos el
contenido el predicado en el sujeto, de tal manera que no nos proporcionan alguna
información adicional (Ej. Todos los hermanos son hombres) y, por otro lado, los sintéticos,
que si nos proporcionan información sustancial, pues en ellos el predicado no está contenido
en el sujeto (Ej. Hay una pelota azul) (Blackburn, 2005).
En segundo lugar, es importante también aclarar la distinción entre sensación e intuición.
Las sensaciones son producto de la acción del mundo externo sobre los sentidos, es decir,
reacciones subjetivas de la mente a las impresiones sensibles; mientras que la intuición, es la
captación directa o conocimiento inmediato de una cosa como es representada por la mente
del sujeto. Es decir, las intuiciones puras del espacio y el tiempo o elementos sensibles puros
de la mente humana, son las condiciones de posibilidad que moldean las sensaciones,
haciendo posible el conocimiento empírico. El conocimiento de estas representaciones
sensibles, se denomina: intuición empírica, mientras que los objetos de una representación
sensible, se llaman: fenómenos o apariencias, los cuales constituyen los únicos objetos reales
que los seres humanos pueden conocer (Llano, 2015).

A parte de estas intuiciones puras, las sensaciones también son articuladas por las
categorías de la mente o condiciones a prior, que se activan con la recepción de las
sensaciones. Kant elaboro una división cuádruple, con tres categorías en cada uno: hay
categorías de cantidad (unidad, pluralidad y totalidad); categorías de cualidad (realidad,
negación y limitación); categorías de relación (inherencia y subsistencia, causalidad, y
dependencia y reciprocidad entre agente y paciente) y, por último, categoría de modalidad
(posibilidad, existencia y necesidad) (Blackburn, 2005).

Lo anterior implica que, según Kant, podemos intuir el espacio y el tiempo sin cosas
sensibles, pero no podemos intuir las cosas sensibles sin el espacio y el tiempo; es decir, las
condiciones de posibilidad de nuestro conocimiento objetivo son, al mismo tiempo, las
condiciones de posibilidad de los objetos conocidos. Esta es la base de la deducción
trascendental, la cual establece una fundamentación de la objetividad de las cosas, a partir de
la manera en que el sujeto cognoscente piensa la objetividad. En otras palabras, la objetividad
del objeto se fundamenta en la subjetividad del sujeto (Llano, 2015).

En conclusión, la universalidad y necesidad de los conocimientos, no son aportados por los


sentidos, sino más bien impuestos por la mente. Llano (2015) advierte que es justamente el
carácter pasivo de la sensibilidad, el principal defecto de la gnoseología Kantiana. En el
Kantismo, la sensación no es una actividad mental del cognoscente, sino una actividad de
índole física sobre el sujeto. Esta característica de la sensación, hace que el conocimiento este
encerrado dentro de los límites de las representaciones, sin posibilidad alguna de alcanzar la
realidad en sí misma; lo que resulta conocido no es el objeto sensible en sí mismo, sino la
manera en la cual afecta a nuestra mente. Por lo tanto, el Kantismo no permite un saber
objetivo.

Referencias

Blackburn, S. (2005). The Oxford Dictionary of Philosophy. Oxford University Press.


Llano, A. (2015). Teoría del Conocimiento. BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS.

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