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IX
EL EMPLEO DE LA CONCILIACIÓN
EXTRAJUDICIAL COMO FORMA ESPECIAL
DE CONCLUSIÓN DE UN PROCESO CIVIL
“La mejor Ley, el más excelente uso, el más útil que yo haya visto
jamás, está en Holanda. Cuando dos hombres quieren pleitear
el uno contra el otro, son obligados a ir ante el Tribunal de los
Jueces Conciliadores, llamados ‘hacedores de paz’. Si las partes
llegan con un abogado y un procurador, se hace de pronto re-
tirar a estos últimos, como se aparta la leña de un fuego que se
quiere extinguir. Los pacificadores dicen a las partes: ‘sois unos
locos de querer gastar vuestro dinero en haceros mutuamente
infelices; nosotros vamos a arreglarlos sin que os cueste nada’.
Si el furor por pleitear es fuerte en esos litigantes, se aplaza para
otro día, a fin que el tiempo suavice los síntomas de la enfer-
medad; en seguida los jueces les envían a buscar una segunda,
una tercera vez; si la locura es incurable, se les permite litigar,
como se abandonan a la amputación de los cirujanos miembros
gangrenados; entonces la justicia hace su obra”.
François-Marie Arouet Voltaire
I. INTRODUCCIÓN
La conciliación extrajudicial se considera como un requisito de procedibi-
lidad obligatorio y previo a la interposición de toda demanda que verse sobre
derechos disponibles en aquellos lugares donde se encuentra implementada
esta exigencia.
Así, de ordinario, el justiciable se encuentra en la obligación de agotar la
instancia conciliatoria prejudicial debiendo acreditar al juez que ha procedido
a solicitar la conciliación extrajudicial, que ha concurrido a la audiencia de
conciliación respectiva y que no ha provocado la conclusión del procedimiento
conciliatorio por retirarse antes de la conclusión de la audiencia o por negarse
a suscribir el Acta de conciliación, conforme lo exigen los artículos 6 y 15 de
la Ley Nº 26872, Ley de Conciliación.
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Si la fórmula conciliatoria fuese aceptada, se anotará en el Libro de Conciliaciones que cada órgano juris-
diccional llevará al efecto, dejándose constancia en el expediente. Si la propuesta no es aceptada, se exten-
derá acta describiéndose la fórmula planteada, mencionándose además la parte que no prestó su conformi-
dad a la misma.
Si la sentencia otorga igual o menor derecho que el que se propuso en la conciliación y fue rechazado, se le
impone al que lo rechazó una multa no menor de dos ni mayor de diez Unidades de Referencia Procesal,
salvo que se trate de un proceso de alimentos, en cuyo caso el Juez puede reducir la multa en atención al
monto demandado y al que se ordena pagar en sentencia”.
(Artículo derogado por la única disposición derogatoria del Decreto Legislativo Nº 1070 del 28 de junio
de 2008).
(200) ZEGARRA ESCALANTE, Hilmer. Formas alternativas de concluir un proceso civil. 2ª edición actualizada,
Marsol Perú editores, Lima 1999, pp. 120-121.
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(201) PINEDO AUBIÁN, F. Martín. “Mejorando la conciliación procesal: a propósito de las modificaciones
incorporadas al Código Procesal Civil por la Ley Nº 30293 y su incidencia en la conciliación intrapro-
ceso”. En: Especial: Últimas modificaciones al CPC y al CC. En: Actualidad Civil. Publicación del Insti-
tuto Pacífico. Nº 7. Lima, enero de 2015, pp. 47-49.
(202) Código Procesal Civil:
“Artículo 327.- Conciliación y proceso
Si habiendo proceso abierto, las partes concilian fuera de este, presentarán con un escrito el Acta de Con-
ciliación respectiva, expedida por un centro de conciliación Extrajudicial.
Presentada por las partes el acta de conciliación, el juez la aprobará previa verificación del requisito esta-
blecido en el artículo 325 y, declarará concluido el proceso.
Si la conciliación presentada al juez es parcial, y ella recae sobre alguna de las pretensiones o se refiere a
alguno o algunos de los litigantes, el proceso continuará respecto de las pretensiones o de las personas no
afectadas. En este caso, se tendrá en cuenta lo normado sobre intervención de tercero”.
(203) Código Procesal Civil:
“Artículo 324.-Formalidad de la conciliación.
La conciliación se lleva a cabo ante un centro de conciliación elegido por las partes; no obstante, si ambas
lo solicitan, puede el juez convocarla en cualquier etapa del proceso. El juez no es recusable por las mani-
festaciones que pudiera formular en esta audiencia.
Los Jueces, de oficio o a solicitud de ambas partes, podrán citar a una audiencia de conciliación antes de
emitir sentencia, salvo en los casos de violencia familiar. Si la audiencia de conciliación fuera a petición
de ambas partes y cualquiera de ellas no concurre a la misma, se le aplica una multa de entre tres y seis
unidades de referencia procesal (URP)”.
(Artículo modificado por la Ley Nº 30293 publicada en el diario oficial el 28 de diciembre de 2014)
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(205) LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. La conciliación. Legrima Editorial, Lima, 1996, p. 90.
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(206) LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. Comentarios al Código Procesal Civil. Tomo I, 2ª edición, Gaceta Jurí-
dica, Lima, 2009, pp. 678-679.
(207) LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. La conciliación. Legrima Editorial. Lima, 1996, pp. 90-91.
(208) Cfr. PINEDO AUBIÁN, F. Martín. “¿...Y eso es conciliable?: la vigente (y complicada) regulación de las
materias conciliables en la Ley de Conciliación Extrajudicial”. En: Revista Jurídica del Perú. Publicación
mensual de Normas Legales. Nº 116, Lima, octubre de 2010, pp. 283-315.
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2. Intervención de terceros
Por otro lado, el artículo 15 in fine del Reglamento de la Ley de concilia-
ción, aprobado por Decreto Supremo Nº 014-2008-JUS señala que en caso
el acuerdo al que pudieran arribar las partes afecte el derecho de terce-
ros, para continuar la audiencia de conciliación estos deberán ser cita-
dos e incorporados al procedimiento conciliatorio. En caso los terce-
ros a pesar de estar válidamente notificados no asistan a la audiencia
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convocada, las partes podrán llegar a acuerdos sobre las materias que
únicamente los afecte a ellos. En otras palabras, de verificarse la posibilidad
de que el acuerdo conciliatorio afecte derecho de terceros, los terceros deben
ser incorporados necesariamente al procedimiento conciliatorio y, en caso de
no contar con su concurrencia, la audiencia puede llevarse a cabo sobre las
materias en las que no se afecte el derecho de terceros.
Precisemos que la intervención de terceros es una institución procesal por
la que un sujeto que no es parte material y/o procesal en un proceso, se le per-
mite ingresar al mismo, debido al hecho que tiene un interés jurídicamente
relevante, directo o indirecto en su resultado. Los presupuestos de la proce-
dencia de la intervención por adhesión son: i) que debe existir y estar todavía
pendiente una controversia, el llamado proceso principal, entre otras per-
sonas, siendo que el proceso principal será, por lo regular, un procedimiento
de sentencia; ii) el proceso principal debe ya estar pendiente; es decir, estar
notificada la demanda o presentada la solicitud o debe llegar a pendiente
junto con la adhesión del interviniente adherente; iii) el proceso principal
debe estar todavía pendiente, pues no hay intervención después de la resolu-
ción de la controversia con autoridad de cosa juzgada; pero sí cabe todavía en
la instancia de apelación o de revisión, en tanto el recurso es en sí admisible;
iv) el proceso principal debe estar pendiente entre otras personas, pues no es
posible adherirse como interviniente adherente a sí mismo o a la parte legal-
mente representada por uno mismo, y si el interviniente adherente llegase a
ser parte posteriormente, por ejemplo, a causa de herencia o traspaso del pro-
ceso a él, entonces cesa la procedencia de la intervención por adhesión; y v) el
interviniente adherente debe tener de acuerdo con las afirmaciones de parte,
presentadas en el proceso principal, un interés jurídico en la victoria de la
parte principal (llamado causa de la intervención). Un interés de esta clase
se da siempre cuando el interviniente adherente está en tal relación jurídica
con las partes o el objeto del proceso principal, que una sentencia desfavorable
para la parte principal influiría, de algún modo, jurídicamente y para su detri-
mento, en su situación jurídica, de derecho privado o público(212).
Concluyendo, y de acuerdo a lo señalado por el artículo 101 del Código
Procesal Civil, podríamos afirmar que cualquier tercero no podrá incorporarse
a un proceso, sino que deberá acreditar una serie de requisitos para la proce-
dencia de su pedido: i) que exista conexidad entre la pretensión del tercero y
la pretensión de las partes procesales; ii) que el tercero debe alegar un interés
(212) ROSEMBERG, Leo. Tratado de Derecho Procesal Civil. Introducción. Libro primero. Traducción de Ángela
Romera Vela, ARA, Lima, 2007, pp. 303-306.
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propio y actual en el proceso; iii) que el interés invocado por el tercero sea
legítimo, y iv) que exista un proceso entre las partes procesales pendiente de
resolución.
VIII. CONCLUSIONES
Vemos que es factible el empleo de la conciliación extrajudicial a fin
de intentar la conclusión –de manera especial– de un proceso judicial. No
importa si se agotó el requisito de procedibilidad previo o este no resultaba
exigible al momento de interponerse la demanda, la premisa será que exis-
tiendo una relación jurídica procesal válida, cualquiera de las partes podrá
intentar poner fin a la controversia de manera distinta a la expedición de una
sentencia, pudiendo realizarse este acto siempre y cuando no exista sentencia
firme y consentida, aun durante el trámite de apelación de sentencia.
A diferencia de la exigencia de la solicitud conjunta –del demandante
y del demandado– para la convocatoria a una audiencia de conciliación que
impera en el empleo de la conciliación procesal, en la conciliación extrajudi-
cial vemos que el pedido puede ser formulado ante un centro de conciliación
de manera individual e inclusive no existe limitación para que, acogiéndonos a
la regulación procedimental específica, la solicitud de conciliación se presente
de manera conjunta.
Queda claro que no importa si una controversia se encuentra judiciali-
zada, pues las partes pueden considerar el empleo de la conciliación extraju-
dicial a fin de intentar resolver sus controversias de manera dialogada y, de
ser posible, de manera mutuamente satisfactoria, a fin de concluir un pro-
ceso judicial que solo puede darles la seguridad de que únicamente una de las
partes saldría vencedora (sin la seguridad de que se sienta así) luego de inter-
minables articulaciones procesales en un insufrible sistema de pluralidad de
instancias. La práctica nos demuestra que cuando hay un juicio no siempre
debemos esperar de manera pasiva que todo sea resuelto por el juez y pode-
mos hacer un último esfuerzo que nos devuelva la paz de manera más rápida;
porque a veces termina resultando cierto lo de “más vale un (no tan) mal arre-
glo que un buen juicio”.
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