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Evaluación psicológica en
condiciones crónicas: VIH,
dolor crónico y cáncer
Índice
Esquema 3
Material de estudio 6
6.1. Introducción y objetivos 6
6.2. VIH y SIDA hoy 7
6.3. Evaluación psicológica en VIH 9
6.4. El dolor desde la perspectiva del psicólogo:
concepto y componentes 15
6.5. Evaluación psicológica en dolor crónico 18
6.6. Cáncer, psicooncología y psicopatología 27
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A fondo 43
Test 45
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E VA L U A C I Ó N P S I C O L Ó G I C A E N C O N D I C I O N E S C R Ó N I C A S : V I H , D O L O R C R Ó N I C O Y C Á N C E R
Tema 6. Esquema
Evaluación y Psicodiagnóstico: Entrevista y Propuesta Terapéutica
Esquema
3
Planteamiento del caso clínico
Irene es una mujer de 48 años que vive con su pareja y no tiene hijos. Es administrativa
en un hospital público, aunque actualmente se encuentra de baja laboral desde hace dos
meses. Padece dolor crónico de espalda (asociada a escoliosis y protusiones, pero cuya
intensidad no se explica por ellas) desde hace 5 años, en tratamiento con diferentes
analgésicos sin el éxito deseado.
En la primera consulta mantenida con ella, Irene refiere a la psicóloga un dolor continuo
que cursa con brotes en los que se agudiza. Identifica algunos factores que hacen que el
dolor aumente de intensidad: el frío, el estrés, las discusiones familiares... También
señala otros factores que hacen que la intensidad del dolor disminuya: estar en reposo,
los ejercicios de relajación y el calor localizado.
Explorando sus antecedentes personales, la paciente refiere que hace diez años sufrió
una depresión en relación a problemas familiares (por una herencia), por la que estuvo
en tratamiento psicofarmacológico y de psicoterapia durante aproximadamente dos
años. Aunque considera que la depresión ya está resuelta, reconoce que el conflicto que
la precipitó sigue vigente y le causa malestar con cierta frecuencia.
La primera parte del tema está dedicada al VIH. Expondremos la situación actual en
el tratamiento médico de la infección por VIH, con el cambio de perspectiva de
enfermedad mortal a enfermedad crónica. Veremos los aspectos más importantes
que debe abordar la evaluación psicológica de estos pacientes, así como las técnicas
e instrumentos recomendados para ello.
La segunda parte del tema la dedicaremos al abordaje del dolor desde la perspectiva
psicológica. Expondremos cómo el dolor, lejos de ser una experiencia meramente
sensorial relacionada con un daño físico, recibe la influencia de factores sociales,
psicológicos e incluso culturales. Nos centraremos en el dolor crónico, los aspectos
psicológicos implicados y el impacto que tiene en la vida de los que lo padecen y sus
allegados. Veremos cómo afrontar el proceso de evaluación en estos pacientes y
algunos instrumentos que pueden resultar de ayuda.
En la tercera y última parte del tema hablaremos del cáncer, que aunque no es en sí
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mismo una condición crónica, en la práctica muchos pacientes conviven con ella
durante años, adquiriendo muchas de las características de las enfermedades
crónicas. Resaltaremos la importancia de la evaluación psicológica en este ámbito,
ofreciendo orientaciones acerca de los aspectos en los que debe enfocarse y los
instrumentos disponibles para ello.
Conocer más en profundidad tres condiciones crónicas que forman parte del
campo de actuación del psicólogo sanitario: infección por VIH, dolor crónico y
cáncer.
Los casos de SIDA sí que han disminuido de forma muy notable en las últimas décadas,
si bien en los últimos años esta disminución se ha ralentizado. Ello se debe a que hoy en
día es posible combatir el avance del VIH mediante la politerapia comprendida por tres
o más medicamentos antirretrovirales (lo que se conoce como tratamiento
antirretroviral de gran actividad o TARGA).
Gracias al uso de estos fármacos, no solo han disminuido los casos de SIDA sino que
también lo han hecho las infecciones oportunistas, y la supervivencia de los afectados ha
aumentado de forma considerable. Así, la amenaza de la muerte próxima ha
desaparecido prácticamente, siendo sustituida por la nueva consideración de la infección
por VIH y el SIDA como condiciones crónicas.
Además, provocan una serie de efectos secundarios que afectan a la calidad de vida de
los pacientes, tales como dolores de cabeza, molestias gastrointestinales, diarrea,
erupciones de la piel, irritabilidad, cambios del estado de ánimo y distimia. Estos
medicamentos se suelen prescribir en los primeros momentos de la enfermedad, cuando
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las personas se encuentran asintomáticas, lo que puede hacer que tengan la sensación
de que con el tratamiento «están peor» y, en consecuencia, dejen de tomarlo.
Pero más allá de estos efectos «molestos» para el día a día, los TARGA se han asociado
con otras consecuencias más severas como la dislipidemia, la insulinorresistencia y la
Adaptación socio-laboral
Áreas
Estrategias de afrontamiento
Datos sociodemográficos.
Datos clínicos: antecedentes patológicos y situación actual, fecha de diagnóstico
del VIH y si procede del SIDA, forma de transmisión, carga viral actual, pauta diaria
de medicación, tratamientos previos, adhesión.
Situación social: genograma, pareja estable, relaciones con la familia de origen,
personas que conocen el diagnóstico, acontecimientos vitales estresantes en el
último año.
Vivencia de la condición de seropositividad, estrategias de afrontamiento, vivencia
de la sexualidad, información sobre conductas preventivas y de reinfección.
Personalidad y psicopatología. Consumo de tóxicos.
Pruebas neuropsicológicas si se consideran pertinentes.
Estos instrumentos no recogen la nueva realidad de la infección por VIH, por lo que
áreas como la imagen corporal se quedan al margen de la evaluación de la calidad de
vida. García y Font (2004) señalan que el cuestionario QL-CA-Afex (Font, 1988) para
evaluar calidad de vida en enfermos de cáncer puede ser utilizado con estos
pacientes para este objetivo, ya que las subescalas de malestar emocional y
dificultades familiares y sociales contienen preguntas relacionadas con la imagen
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Se ha demostrado que los pacientes con peor estado anímico presentan también una
peor adhesión al tratamiento antirretroviral. Sin embargo, no se ha desarrollado
ningún instrumento para medir el estado de ánimo ni las alteraciones del mismo
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Las mujeres son las que lo sufren en mayor medida, suelen referir intensidades más
altas de dolor, más zonas afectadas y mayor incapacidad física que los varones.
Además, son las que presentan mayor estrés emocional asociado al dolor e índices
de somatización y depresión más elevados. También la edad es un factor
determinante en la vivencia del dolor: las personas más mayores, en comparación
con las más jóvenes, parece que toman más frecuentemente el dolor como algo
natural dentro del proceso de envejecimiento, de forma que lo viven como menos
angustiante.
Uno de los primeros aspectos que se estudió para tratar de explicar el dolor que no
parecía tener una causa fisiológica fue la personalidad. Aunque mediante
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La atención prestada por el entorno familiar y social es uno de los reforzadores más
potentes de las conductas de dolor. Siguiendo a Amigo (2013), algunos estudios han
mostrado que cuanto mayor es la solicitud del cuidador, más intensa es la percepción
de dolor del paciente y la desesperanza, presentando también mayor cantidad de
rumiaciones. Cuando el dolor permite librarse de situaciones poco apetecibles (tareas
domésticas, asumir responsabilidades, etc.) y cuando los comportamientos «sanos»
dejan de ser reforzados por el entorno (por ejemplo, cuando los familiares no dejan
a la persona ocuparse de ciertas tareas del hogar y le piden que repose debido a su
problema de salud), las conductas de dolor y el dolor se cronifican. Un aspecto a tener
en cuenta de cara a la evaluación es que generalmente las conductas de dolor
responden, como cualquier otra operante, a estímulos discriminativos, por lo que no
aparecen en todos los contextos, situaciones y con todas las personas del entorno
social del paciente.
Entrevista
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La entrevista con el paciente y, cuando sea posible, con sus cuidadores o familiares
más próximos, permite obtener gran cantidad de información. Algunos de estos
pacientes llegan a la consulta del psicólogo por recomendación de su médico, pero
sin estar muy convencidos de ello y con ciertas reticencias, ya que interpretan esto
Una vez superado este primer momento de desencuentro, se considera que lo más
adecuado es centrarse en evaluar el dolor en sí, dejando para más adelante la
evaluación de cuestiones más emocionales. Se trata de recabar información sobre la
historia del dolor, las circunstancias en que se originó, los tratamientos que haya
podido seguir anteriormente el paciente y sus resultados o el motivo de abandono,
así como sobre las características del dolor en el momento presente: las zonas
afectadas, las variaciones temporales en intensidad y frecuencia, la medicación que
utiliza y los resultados que obtiene con la misma.
Hay que explorar de qué manera afecta el dolor a su vida, preguntando por los
cambios que hayan tenido lugar en sus rutinas cotidianas y las de sus allegados a
consecuencia del dolor. Nos interesaremos por los cambios en las relaciones
familiares y sociales, en qué medida el dolor afecta a su capacidad de trabajar, el nivel
de actividad física del paciente (tanto actual, como previo a la aparición del dolor),
etc.
Del mismo modo, nos interesa conocer cómo se comporta el paciente cuando siente
dolor, cómo lo comunica a las personas de su alrededor y cómo estos responden a
ello.
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También es importante preguntar por las expectativas de mejoría, ya que esto nos
dará una idea de la motivación hacia la intervención e, indirectamente, del nivel de
implicación que podemos esperar del paciente en el tratamiento psicológico.
La entrevista nos ofrece la posibilidad de observar las conductas de dolor del paciente
de primera mano. Si es posible, la entrevista con los cuidadores y miembros de la
unidad familiar aporta una valiosa información que permite contrastar y ampliar los
datos aportados por el paciente, especialmente respecto a cómo y en qué grado está
afectando el dolor a las relaciones con los demás.
Diario de dolor
En general, la literatura propone que se recoja información acerca del tiempo que el
paciente pasa sentado y tumbado, realizando determinados tipos de actividades
(físicas, sociales), la medicación que toma, así como la intensidad del dolor a lo largo
de un tiempo convenido. Permite identificar las situaciones, actividades o personas
en cuya presencia el dolor aumenta o disminuye (estímulos discriminativos y
reforzadores), los patrones de conducta habituales y valorar la interferencia del
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dolor en la vida cotidiana del paciente. Además, puede ofrecer información acerca
de un mal uso o abuso de la medicación analgésica.
Es importante tener en cuenta una cuestión que puede desaconsejar el uso de los
autorregistros y diarios de dolor, y es que necesariamente implican una atención
sostenida al dolor, pudiendo aumentar la percepción de este.
Dibujo de dolor
Son dibujos de la figura humana que facilitan que el paciente indique en qué zonas
siente el dolor. En ocasiones también se pide que se especifique cómo es el dolor a
partir de unas descripciones dadas. Este instrumento se puede utilizar tanto con
adultos como con niños.
Como hemos dicho antes, el dolor es una experiencia subjetiva que solo podemos
medir indirectamente a través de lo que expresa la persona, y una misma lesión física
(en algunos casos, ni siquiera hay una lesión objetiva) puede suponer intensidades
de dolor diferentes en personas distintas. Se han desarrollado diferentes
modalidades de instrumentos escalares para medir esta intensidad subjetiva del
dolor:
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Su dolor es:
Escalas numéricas: se le pide al paciente que elija un número en una escala del 0
al 100 o del 0 al 10, desde la ausencia de dolor hasta el peor dolor posible. Parecen
ser las que menos problemas de interpretación y validez presentan. Puedes
consultar la escala BS-21 en el siguiente enlace.
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Accede al artículo a través del aula virtual o desde la siguiente dirección web:
http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1134-
80462007000400004
Cuestionarios
los allegados a las demostraciones y quejas del dolor del paciente; y la tercera
evalúa la participación del paciente en diferentes tipos de actividades diarias.
Inventario Breve del Dolor (adaptación española de Badia et al., 2003): mide la
intensidad del dolor en el momento actual, en las últimas 24 horas y el peor nivel
Escala de catastrofización del dolor (validación española por Lami, M., Martínez,
M., Miró, E. y Sánchez, A., 2013): permite medir la catastrofización, que se
caracteriza por la tendencia a magnificar la amenaza que supone de dolor y
sentirse indefenso ante el mismo, con dificultad para inhibir los pensamientos
relacionados con el dolor. La validación española encontró dos factores: rumiación
y magnificación-indefensión.
Dolor en niños
Por cuestiones obvias, los niños pueden mostrar más dificultades que los adultos a la
hora de evaluar su dolor y poder transmitirlo a terceros. Por ello, es conveniente
elegir instrumentos que se hayan validado específicamente para esta población y
tener muy en cuenta su nivel de desarrollo cognitivo. Además, en la medida de lo
posible, se sugiere más que nunca utilizar más de un instrumento, con el fin de
recoger una información fiable. A continuación, se presentan algunos de los
instrumentos de evaluación que se encuentran disponibles para su utilización con
niños y adolescentes:
OUCHER (Beyer, Denyes y Villarruel, 1992): escala visual analógica para medir la
intensidad subjetiva del dolor. Se trata de una escala vertical graduada de 0 a 100
que muestra fotografías de niños con expresiones faciales crecientes de dolor. El
menor debe elegir aquella que se ajuste mejor a su sensación de dolor. Existen
diferentes versiones en las que las fotografías muestran a niños de distintas etnias,
para facilitar que el menor se sienta identificado con la imagen.
Escala análoga de color (adaptada en España por Miró et al., 2005): muestra un
paralelogramo que empieza más estrecho y se va haciendo más ancho, coloreado
con una intensidad creciente desde el blanco al rojo intenso, donde el blanco
indica ausencia de dolor y el color más intenso el dolor más fuerte.
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general (Hernández, 2012), siendo los más frecuentes los trastornos adaptativos, la
depresión y la ansiedad. La prevalencia de sintomatología depresiva y ansiosa,
ideación autolítica y malestar emocional (uno de cada tres pacientes) es aún más alta.
Todo esto supone una fuente de sufrimiento añadido al propio cáncer que no se
puede desatender.
Por otro lado, es importante señalar que a veces ha sido el personal médico quien ha
considerado conveniente (y solicitado) la intervención del psicólogo, y no el propio
paciente, lo que puede suponer reticencias que habrá que saber superar en los
primeros contactos, procurando no presionar al paciente ni ser invasivos y
simplemente ofreciéndonos para ayudarle en lo que necesite.
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Detección del malestar emocional (DME; Maté et al., 2009): consta de cuatro
preguntas. Muestra una sensibilidad y especificidad superiores al 75 %.
Preguntas sobre ansiedad y depresión (PAD; Hernández, 2012): muy breve pero
con validez contrastada con los criterios del DSM-IV del 75 % para detectar
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Afrontamiento
Calidad de vida
Actualmente, se asume que el manejo efectivo del paciente con cáncer en cualquiera
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Hemos comentado antes que uno de los aspectos que se deben evaluar en la
entrevista es el cocimiento que tiene el paciente sobre su enfermedad y tratamiento.
Este es un punto que puede pasar fácilmente desapercibido pero que cobra una
importancia especial cuando hay desajustes entre lo que el paciente desea saber y lo
que su entorno considera que es adecuado que sepa y, por tanto, la información que
le proporciona (“Conspiración de silencio”). Los datos de diferentes estudios
realizados con población española muestran que en torno al 80 % de la población
general desearía conocer todos los detalles en caso de padecer cáncer, al mismo
tiempo que aproximadamente el mismo porcentaje ocultaría esta información si el
afectado fuera un familiar. Ello puede deberse a diferentes motivos:
Que el equipo médico y/o los familiares cercanos piensen que deben proteger al
paciente de los detalles o magnitud de su diagnóstico y pronóstico para evitarle
emociones desagradables (estrés, desesperanza).
Esto no es diferente en el caso de los niños. Es importante ser honestos con el niño,
puesto que si no se le ofrece una explicación razonable utilizará su imaginación para
justificar lo que ocurre. Los niños pueden interpretar la enfermedad o la estancia en
el hospital como un castigo por su mal comportamiento, lo que requerirá ser
corregido y aclarado. También pueden sentirse temerosos en el contexto
hospitalario, y plantearse innumerables dudas acerca de los tratamientos, la
enfermedad, los médicos, cuándo se marcharán, etc., necesitando que se le
proporcione información que apacigüe su ansiedad e incertidumbre. Igual que los
adultos, los niños determinarán con sus preguntas y su comportamiento cuánto
quieren saber, y es a esas señales a las que se debe ajustar la información que se les
proporcione. Así, hay niños que requieren información para reducir su ansiedad y
otros que la rechazan, evitan preguntar y muestran angustia cuando se les explican
los procedimientos médicos.
atención tanto al lenguaje verbal como no verbal, y ofrecerle disponibilidad para que
pregunte. El propio enfermo debe marcar el ritmo y nunca se debe dar por terminado
el proceso de informar. Por otra parte, debemos respetar el deseo de no ser
informado de algunos pacientes» (González et al. (2006), p. 73).
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Este documental sobre una mujer joven y de buena posición social que es
seropositiva te puede ayudar a desterrar mitos acerca del VIH y el SIDA. En él habla
de su experiencia, de cómo se contagió, la influencia que ha tenido el diagnóstico
sobre su vida, etc. Muy interesante.
Accede al vídeo a través del aula virtual o desde la siguiente dirección web:
https://www.youtube.com/watch?v=soI5dGcaxx4
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Accede al artículo a través del aula virtual o desde la siguiente dirección web:
http://www.seom.org/seomcms/images/stories/recursos/sociosyprofs/documenta
cion/manuales/comunicacion_oncologia/4.pdf
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3. La evaluación del estado de ánimo de los pacientes con infección por VIH es
importante porque:
A. El bajo estado de ánimo se ha relacionado con estrategias de afrontamiento
agresivas.
B. El bajo estado de ánimo se ha relacionado con conductas sexuales de riesgo
en esta población.
C. El bajo estado de ánimo se ha relacionado con empeoramiento de las
relaciones familiares.
D. El bajo estado anímico se ha relacionado con mala adhesión al tratamiento.
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5. El dolor crónico:
A. Es un problema social porque genera costes económicos.
B. Ocasiona una disminución de la calidad de vida.
C. Afecta más a las mujeres que a los hombres.
D. Todas las respuestas son correctas.