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Universidad Pedagógica Nacional

Unidad 054.

MAESTRÍA EN EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR


ASIGNATURA:
“COMO ENSEÑAR Y EVALUAR DESDE LA
DISCIPLINA”

Unidad: MODULO V

Actividad: Ensayo Critico. (Lectura “Perrenoud, Philippe (2007).


Diez nuevas competencias para enseñar”)

Alumno: Krystian Agustín González Picazo


Asesor: JORGE ALFONSO BORJAS FRAIRE

Junio del 2021


El presente trabajo presenta una reflexión a partir del análisis a la lectura “Diez
Nuevas Competencias Para Enseñar” del autor Philippe Perrenoud (Pág. 1-55).
El concepto de competencia representará aquí una capacidad de movilizar varios
recursos cognitivos para hacer frente a un tipo de situaciones. Esta definición insiste
en cuatro aspectos:
1. Las competencias no son en sí mismas conocimientos, habilidades o actitudes,
aunque movilizan, integran, orquestan tales recursos.
2. Esta movilización sólo resulta pertinente en situación, y cada situación es
única, aunque se la pueda tratar por analogía con otras, ya conocidas.
3. El ejercicio de la competencia pasa por operaciones mentales complejas,
sostenidas por esquemas de pensamiento (Altet, 1996; Perrenoud, 1996, 1998g),
los cuales permiten determinar (más o menos de un modo consciente y rápido) y
realizar (más o menos de un modo eficaz) una acción relativamente adaptada a la
situación.
4. Las competencias profesionales se crean, en formación, pero también a merced
de la navegación cotidiana del practicante, de una situación de trabajo a otra (Le
Boterf, 1997).
El presente trabajo presenta una reflexión a partir del análisis a la lectura “Diez
Nuevas Competencias Para Enseñar” del autor Philippe Perrenoud (Pág. 1-55).
Organizar y animas las situaciones de aprendizaje, Gestionar la progresión de los
aprendizajes, Elaborar y hacer evolucionar dispositivos de diferenciación, Implicar
en los alumnos en sus aprendizajes y su trabajo, son las competencias que se
abordaran en el presente trabajo, veremos cuáles y como se aplican en
telebachillerato y cuales, por el contexto, infraestructura y problemas sociales no se
alcanzan a llevar a cabo, si bien estas competencias deben llevarse dentro del
profesorado desde que este egresa de la normal esto se convierte en una tarea
difícil al llegar a contextos educativos apartados de la civilización y la tecnología.

Nosotros como docentes debemos buscar el camino para que todas estas
competencias se lleven a cabo dentro del aula y a si con la ayuda de estas lograr el
objetivo en todo alumno “que sea una persona competente en su vida cotidiana”.

En nuestra primera competencia “Organizar y animar situaciones de aprendizaje”,


Este lenguaje hace hincapié en la voluntad de elaborar situaciones didácticas
óptimas, incluso y en primer lugar para los alumnos que no aprenden escuchando
lecciones. Las situaciones pensadas así se alejan de los ejercicios clásicos, que sólo
exigen la puesta en práctica de un procedimiento conocido. Ahora bien, siguen
siendo útiles, pero ya no son el alfa y omega del trabajo en clase, no más que el
curso magistral, limitado a funciones precisas (Étienne y Lerouge, 1997, p. 64).
Organizar y animar situaciones de aprendizaje es mantener un lugar justo para estos
métodos. Es sobre todo sacar energía, tiempo y disponer de las competencias
profesionales necesarias para imaginar y crear otra clase de situaciones de
aprendizaje, que las didácticas contemporáneas consideran como situaciones
amplias, abiertas, con sentido y control, que hacen referencia a un proceso de
investigación, identificación y resolución de problemas., a mi muy particular punto de
vista todo docente la debe tener bien desarrollada. El docente debe conocer los
contenidos de la o las materias que va a enseñar y bajar ese conocimiento al
lenguaje del alumno, es decir, enseñar a partir de representaciones y conocimientos
previamente adquiridos por el alumnado, aprender a partir de errores. Esta
competencia trae consigo el planificar y organizar la forma en que se va a trabajar,
igualmente debemos implicar al alumnado en trabajos de investigación y proyectos.
En el contexto de Telebachillerato no es difícil llevar desarrollar esta competencia ya
que el docente conoce a la perfección el contenido de sus materias y el alumnado
está en la mejor disposición de aprender por lo que se presta y se adapta a la
planificación hecha por el docente en cuanto al desarrollo de la materia y todo lo que
esta conlleva.

En la competencia “Gestionar la progresión de los aprendizajes” toda enseñanza


digna de este nombre debería ser estratégica, en el sentido que entiende Tardif
(1992), en otras palabras, concebida en una perspectiva a largo plazo, en el que
cada acción se decide en función de su contribución esperada en la progresión
óptima de los aprendizajes de cada uno. La escuela en principio está totalmente
organizada para favorecer la progresión de los aprendizajes de los alumnos hacia
objetivos previstos al final de cada ciclo de estudios. Los programas están
concebidos en esta perspectiva, así como los métodos y los medios de enseñanza
propuestos o impuestos a los profesores. Esta competencia, también la podemos
desarrollar en el contexto del Telebachillerato, afortunadamente los alumnos de esta
institución son personas muy nobles y se adaptan fácilmente a la planificación de
cada profesor, por lo que aplicar las diferentes actividades o proyectos y gestionar
su avance conforme a los objetivos esperados es una práctica diaria dentro de
nuestra institución y cuando estos objetivos no son alcanzados, optamos por
cambiar las estrategias para que la progresión de aprendizajes vaya de forma
pareja en el salón de clases. Igualmente, el revisar la progresividad de los alumnos
se vuelve fácil de manejar ya que solo somos tres docentes por plantel los cuales
imparten clase en los 3 grados, o sea que reciben al alumno en primer semestre, lo
encaminan durante los 3 años hasta su egreso de la institución.

En cuanto a la competencia “Elaborar y hacer evolucionar dispositivos de

diferenciación” podemos decir que Para que cada alumno progrese hacia los
objetivos previstos, conviene ponerlo muy a menudo en una situación de
aprendizaje óptima para él. No basta con que ésta tenga sentido, le concierna y lo
movilice. Además, tiene que requerirlo en su zona de desarrollo próximo. el
problema es insoluble siempre que imaginemos que, para crear una situación de
aprendizaje óptima para cada alumno, hace falta encargarse de él personalmente.
Esto no es ni posible ni deseable. La solución no es transformar la clase en una
serie de relaciones duales, que el profesor se encargue de cada alumno, uno detrás
de otro. El cálculo es sencillo: a razón de 26 alumnos por clase por 26 horas
semanales, esto haría, para cada uno, una hora de tutoría individualizada por
semana... Incluso disminuyendo de forma espectacular el efectivo de las clases, no
se podrá realizar un modelo semejante. A menudo ponemos a nuestros alumnos en
situaciones de aprendizaje óptimas y adecuadas para él, por lo que esta
competencia también se desarrolla satisfactoriamente dentro del Telebachillerato.
Nuestros salones de clase tienen entre 5 y 10 alumnos en promedio, podemos decir
que nuestros alumnos tienen una atención personalizada además todos nuestros
alumnos viven en situaciones similares (la vida de los habitantes en un ejido o
comunidad es muy parecida) a pesar de que siempre buscamos poner a los
alumnos en situaciones lo más cercano a su contexto, por lo general esto no es
necesario ya que nuestro alumnado muy a menudo pasa por los mismos problemas
y situaciones. También hay alumnos con dificultades de aprendizaje, pero con la
poca matricula que hay en esta institución es posible sacarlos adelante con la ya
mencionada atención personalizada, aunado al apoyo de los demás alumnos y la
práctica de la enseñanza mutua.

La competencia “Implicar a los alumnos en sus aprendizajes y su trabajo” La


institución escolar sitúa a los maestros y profesores en una posición muy difícil:
deben enseñar, entre veinticinco y treinta y cinco horas por semana, cuarenta
semanas al año, entre diez y veinte años, a niños, luego a adolescentes de los
cuales algunos no han pedido nada. Ingenuamente, podríamos sacar la conclusión
de que la competencia y las ganas de desarrollar el deseo de saber y la decisión de

aprender (Delannoy, 1997) están en el corazón del oficio de profesor. La


democratización de los estudios ha introducido en las escuelas secundarias
alumnos que antes entraban directamente en la vida activa. Se han acabo los
«herederos», partidarios de la cultura escolar y cuya única resistencia es la pereza y
el jaleo organizado. Los profesores han tenido que desengañarse. En la secundaria,
las instituciones acogen alumnos muy heterogéneos bajo el ángulo de la relación
con el conocimiento. En la primaria, la tradición es acoger a todo el mundo, pero las
ambiciones han crecido y enfrentan al cuerpo docente con los alumnos poco
deseosos de aprender, todavía menos de trabajar. El hacerse cargo del deseo y la
voluntad se ha incluido poco a poco en el oficio de profesor, a menudo por falta de
poder hacer otra cosa más que por las ganas de despertar vocaciones. La moda del
«proyecto personal del alumno» no debe ilusionar: los profesores saben bien que
muchos alumnos no tienen casi proyecto y que resulta difícil proponerles uno. La
nostalgia de clases homogéneas y preparadas para ponerse a trabajar no ha
desaparecido. Pero algo hay que hacer con la realidad de la escolarización masiva.
también se desarrolla dentro de nuestra institución, el docente motiva en el alumno
el deseo por aprender, eso es esencial para que se logren los aprendizajes,
tenemos que elaborar y trabajar con estrategias que ayuden al alumno a interesarse
por los contenidos de la materia, esa es una de las competencias primordiales
dentro de la educación y trasladándolo a nuestro contexto, gracias a la atención
personalizada que se le da al alumno por nuestra baja matricula y a diferencia de
planteles citadinos donde hay un mayor de alumnos por salón, logramos captar más
rápido por medio de la motivación la atención de los alumnos para que estos a su
vez se interesen por los contenidos de la clase. Identificar y desarrollar los
proyectos personales de los alumnos suelen ser una buena herramienta para
interesarlos.

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