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Él la vio de lejos y se acercó corriendo hacia ella,

dispuesto a abrazarla. Ella al verlo sintió como se


le tensaba todo el cuerpo. No le gustaba nada la
idea de tenerlo al frente suyo.
No podía estar pasando esto, no podía estar ahí,
suelto, libre y abrazándola así, de esa forma tan
personal, ¿o sí?. Pensaba ella, pero, bueno, no
nos vamos a engañar, estaba pasando. La estaba
abrazando y ella solo quería llorar.
Sus ojos se aguaron al instante y paso del trance
momentáneo al enojo total, todo en cuestión de
microsegundos en los que él la rodeaba con sus
brazos y la apretujaba a su cuerpo con fuerza.
Atino de forma automática a empujarlo con
fuerza, poniendo las manos en su pecho. No
entendía, ¿Por qué estaba pasando todo así? No
lo sabía. Y la idea de pensar que él la extrañaba
le parecía algo repulsivo.
Ella tenía claro que estaba enojada con él, por
todo lo que la había hecho pasar. Y aun así
estaba ahí, esperando a que saliera por fin, sin
saber que planeaba hacer cuando lo viera. Solo
había estado preparándose para el momento.
Así que ahí estaban, ella con los brazos estirados,
tensados y alejándolo de su cuerpo. Aun siendo
consciente de que había necesitado más que
nunca un verdadero abrazo de su parte. O eso
era lo que creía ella.
Ignoro completamente esa necesidad de sentir
nuevamente su calor en todo su ser y prefirió
decirle muchas cosas que tenia guardadas en el
molesto nudo que se le había formado en la
garganta.
Le dijo todo lo que sentía. Que lo odiaba, que no
quería saber nada más de él, que quería que se
aleje para dejar de pasarla mal, para dejar de
pensar en él y en todo. Y muchas cosas más,
sintiendo como se liberaba, sacándose un
enorme peso de encima.
¿Qué había hecho con él para que ella lo tratara
así? Bueno, muchas cosas. ¿Se merecía todos los
insultos que ella le había dicho? Probablemente
no, no tanto al menos. Decirle cosas como “hijo
de puta” no tenía sentido, su madre no tenía la
culpa del hijo que había tenido.
Su cuerpo tenía la necesidad de golpearlo para
por fin soltar todo el rencor que le tenia
guardado y eso hizo contra su voluntad, dándole
una fuerte patada en sus partes sensibles. “bien
hecho” le dijo su conciencia y sonrió sin notarlo.
Él estaba en el mismo trance que ella cuando se
encontraron. Él se agacho, retorciéndose de
dolor y ella lo ignoro, agachándose de igual
forma y dejando un suave y casto beso en su
mejilla izquierda.
Se incorporó nuevamente agarrando su mochila
que no recordaba haber dejado tirada en el piso.
Dio media vuelta, dispuesta a irse y escucho que
él por fin reaccionaba del shock. Estaba
llamandola con desespero. Ella hizo caso omiso y
comenzó a caminar hacia la puerta del lugar.
¿Ella había hecho bien? No lo sabía. Tampoco se
sentía especialmente orgullosa de sus acciones.
Pero ahí estaba por fin la satisfacción que
esperaba tener. Se sentía plena y esa sensación
le encantaba más de lo que debería.
Ahí fue cuando cayó en cuenta que no
necesitaba un abrazo de su parte, necesitaba
desahogarse contra él. También noto que por fin
cerraba una etapa de su vida que había creído
incompleta. Por fin se sentía bien.
Se colocó sus auriculares y camino por cualquier
lugar, mientras cantaba alegremente. No le
importaba perderse ni mucho menos. Ella estaba
feliz y quería disfrutarlo, nada más le importaba.
Nada ni nadie más que ella y su felicidad.

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