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Un hombre abraza repentinamente a una mujer que siente su cuerpo tensarse, ya que no desea su cercanía. Ella lo empuja y le dice lo mucho que lo odia y quiere que se aleje para dejar de sufrir y pensar en él. Aunque necesitaba un abrazo, prefiere desahogarse golpeándolo en sus partes íntimas. Posteriormente, lo besa en la mejilla y se va tarareando alegremente, sintiéndose plena al haber cerrado esa etapa de su vida.
Un hombre abraza repentinamente a una mujer que siente su cuerpo tensarse, ya que no desea su cercanía. Ella lo empuja y le dice lo mucho que lo odia y quiere que se aleje para dejar de sufrir y pensar en él. Aunque necesitaba un abrazo, prefiere desahogarse golpeándolo en sus partes íntimas. Posteriormente, lo besa en la mejilla y se va tarareando alegremente, sintiéndose plena al haber cerrado esa etapa de su vida.
Un hombre abraza repentinamente a una mujer que siente su cuerpo tensarse, ya que no desea su cercanía. Ella lo empuja y le dice lo mucho que lo odia y quiere que se aleje para dejar de sufrir y pensar en él. Aunque necesitaba un abrazo, prefiere desahogarse golpeándolo en sus partes íntimas. Posteriormente, lo besa en la mejilla y se va tarareando alegremente, sintiéndose plena al haber cerrado esa etapa de su vida.
Él la vio de lejos y se acercó corriendo hacia ella,
dispuesto a abrazarla. Ella al verlo sintió como se
le tensaba todo el cuerpo. No le gustaba nada la idea de tenerlo al frente suyo. No podía estar pasando esto, no podía estar ahí, suelto, libre y abrazándola así, de esa forma tan personal, ¿o sí?. Pensaba ella, pero, bueno, no nos vamos a engañar, estaba pasando. La estaba abrazando y ella solo quería llorar. Sus ojos se aguaron al instante y paso del trance momentáneo al enojo total, todo en cuestión de microsegundos en los que él la rodeaba con sus brazos y la apretujaba a su cuerpo con fuerza. Atino de forma automática a empujarlo con fuerza, poniendo las manos en su pecho. No entendía, ¿Por qué estaba pasando todo así? No lo sabía. Y la idea de pensar que él la extrañaba le parecía algo repulsivo. Ella tenía claro que estaba enojada con él, por todo lo que la había hecho pasar. Y aun así estaba ahí, esperando a que saliera por fin, sin saber que planeaba hacer cuando lo viera. Solo había estado preparándose para el momento. Así que ahí estaban, ella con los brazos estirados, tensados y alejándolo de su cuerpo. Aun siendo consciente de que había necesitado más que nunca un verdadero abrazo de su parte. O eso era lo que creía ella. Ignoro completamente esa necesidad de sentir nuevamente su calor en todo su ser y prefirió decirle muchas cosas que tenia guardadas en el molesto nudo que se le había formado en la garganta. Le dijo todo lo que sentía. Que lo odiaba, que no quería saber nada más de él, que quería que se aleje para dejar de pasarla mal, para dejar de pensar en él y en todo. Y muchas cosas más, sintiendo como se liberaba, sacándose un enorme peso de encima. ¿Qué había hecho con él para que ella lo tratara así? Bueno, muchas cosas. ¿Se merecía todos los insultos que ella le había dicho? Probablemente no, no tanto al menos. Decirle cosas como “hijo de puta” no tenía sentido, su madre no tenía la culpa del hijo que había tenido. Su cuerpo tenía la necesidad de golpearlo para por fin soltar todo el rencor que le tenia guardado y eso hizo contra su voluntad, dándole una fuerte patada en sus partes sensibles. “bien hecho” le dijo su conciencia y sonrió sin notarlo. Él estaba en el mismo trance que ella cuando se encontraron. Él se agacho, retorciéndose de dolor y ella lo ignoro, agachándose de igual forma y dejando un suave y casto beso en su mejilla izquierda. Se incorporó nuevamente agarrando su mochila que no recordaba haber dejado tirada en el piso. Dio media vuelta, dispuesta a irse y escucho que él por fin reaccionaba del shock. Estaba llamandola con desespero. Ella hizo caso omiso y comenzó a caminar hacia la puerta del lugar. ¿Ella había hecho bien? No lo sabía. Tampoco se sentía especialmente orgullosa de sus acciones. Pero ahí estaba por fin la satisfacción que esperaba tener. Se sentía plena y esa sensación le encantaba más de lo que debería. Ahí fue cuando cayó en cuenta que no necesitaba un abrazo de su parte, necesitaba desahogarse contra él. También noto que por fin cerraba una etapa de su vida que había creído incompleta. Por fin se sentía bien. Se colocó sus auriculares y camino por cualquier lugar, mientras cantaba alegremente. No le importaba perderse ni mucho menos. Ella estaba feliz y quería disfrutarlo, nada más le importaba. Nada ni nadie más que ella y su felicidad.