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EES 44. LITERATURA. 5to A.

MODULO COMPENSATORIO DE LOURDES CAMPOS


ACTIVIDAD 1: la presentación de lxs estudiantes y el docente.
¿Cómo es posible conocer a alguien? ¿Puede conocerse completamente a una persona? ¿Qué preguntas
deberíamos hacerle a alguien para intentar “conocerlo” un poco más en profundidad?
El objetivo de esta actividad es que, antes de embarcarnos en los contenidos y propuestas de la materia
propiamente dicha, pudiéramos dedicar un tiempo inicial a “desconocernos” un poco menos: si todxs somos
extraños y nadie conoce a nadie completamente, no estaría mal dedicar un tiempo a presentarnos.
¿QUE DEBERIAMOS PREGUNTAR?
Les pido que armen una lista de diez preguntas que, según ustedes, deberían hacerle a alguien para
intentar conocerlo. Piensen verdaderamente qué cosas desearían y necesitarían saber de una persona para
que les resultara más cercana o menos “extraña”: ¿hábitos? ¿Gustos? ¿Ideas? ¿Experiencias? ¿Miedos?
¿Objetivos? A partir de lo que se les ocurra, armen una pequeña entrevista de diez preguntas
poderosas.
Por ejemplo: a mí me interesaría saber de ustedes lo siguiente: si apareciera un ser sobrenatural capaz de
responder cualquier pregunta que se la haga sobre cualquier cosa, ¿Ustedes qué le preguntarían? (una
manera de conocer a la gente puede ser a través de su cuiosidad, quizás).
ENTREVISTANDOME A MI MISMO
Una vez elaboradas las preguntas, escribí tu propia presentación guiándote por tus propias
preguntas. Es decir, presentate siguiendo tus preguntas. Pero OJO!!! No respondas cada pregunta:
armá un texto o relato en el que vayas incluyendo esa información de manera ordenada y coherente sin
que se note que estás respondiendo cada pregunta.
A modo de guía, podés escuchar el siguiente tema de El cuarteto de nos llamado “Breve descripción de
mi persona”: ¿qué problemas tiene esa presentación? Tu presentación no debería tener esos
problemas. Fuente: youtube.
ACTIVIDAD 2
Los invito a pensar una o varias respuestas y leer, mientras tanto, este breve fragmento de una gran
novelita (que les recomiendo) llamada “Respiración artificial”:
Respiración artificial de Ricardo Piglia (fragmento)
Déjeme que le cuente una historia: una vez estuve internado en un hospital, en Varsovia. Inmóvil, sin poder
valerme de mi cuerpo, acompañado por otra melancólica serie de inválidos. Tedio, monotonía,
introspección. Una larga sala blanca, una hilera de camas, era como estar en la cárcel. Había una sola
ventana, al fondo. Uno de los enfermos, un tipo huesudo, afiebrado, consumido por el cáncer, un hijo de
franceses llamado Guy, había tenido la suerte de caer cerca de ese agujero. Desde allí, incorporándose
apenas, podía mirar hacia afuera, ver la calle. ¡Qué espectáculo! Una plaza, agua, palomas, gente que
pasa. Otro mundo. Se aferraba con desesperación a ese lugar y nos contaba lo que veía. Era un
privilegiado. Lo detestábamos. Esperábamos, voy a ser franco, que se muriera para poder sustituirlo.
Hacíamos cálculos. Por fin, murió. Después de complicadas maniobras y sobornos conseguí que me
trasladaran a esa cama al final de la sala y pude ocupar su sitio. Bien, Bien. Gigante fue mi sorpresa al
descubrir que desde la ventana sólo se alcanzaba a ver un muro gris y un fragmento de cielo sucio.
Luego de unos minutos de silencio melancólico, yo también, por supuesto, empecé a contarles a los demás
sobre la plaza y sobre las palomas y sobre el movimiento de la calle.
Ahora sí: expliquen con sus palabras qué sería para ustedes lo que se suele llamar “literatura”, con
qué asocian ese término, cómo lo usan ustedes. Imaginen, para ser más precisos, que deben
explicárselo a alguien que nunca oyó ese término.
ACTIVIDAD 3: LAS FORMAS REALISTAS:
Ahora bien, ¿qué esperaríamos encontrarnos al leer literatura “realista” y en qué se diferenciaría de
lo“fantástico
“? A Ustedes, que son estudiantes de la orientación en Comunicación, les pregunto: ¿Puede contarse la
realidad? ¿De qué maneras? ¿Con qué herramientas? (si se animan, respondan).
¿Cómo CAPTAR LA ATENCION DE ALGUIEN? Otra pregunta, al momento de crear una obra cualquiera,
sería: ¿Cómo hacemos para que esa obrasea “realista”? Si yo quisiera escribir un cuento sobre un hombre
de cincuenta años que vive en el barrio del puerto de Mar del Plata, que es alcohólico y desempleado, y que
ha decidido arrojarse al mar: ¿Cómo debería narrar esa historia para que sonara creíble y para atrapar la
atención de un lector? ¿En primera persona? ¿En tercera? ¿En presente o en pasado? Como ven, hay que
tomar decisiones. Si quisiera hacer un cortometraje: ¿dónde pondría la cámara? ¿Qué música elegiría para
crear el clima? ¿Habría diálogos? Y si quisiera hacer un documental: ¿a quiénes debería entrevistar? ¿qué
información debería buscar? ¿Qué cosas podría denunciar? (Si se animan, respondan).
A continuación les presento un gran relato (a mí me gusta mucho, no sé qué les parecerá a ustedes). Les
pido que lo lean y que luego respondan las consignas que siguen:
ELLA ERA MIA de ALEJANDRA AÑON
Ella era mía y está muerta. Ahora tiene piel de sombra, de hielo, de arena. Nada en ella vive. Ni siquiera su
último miedo, su grito final, descompuesto. Sólo su olor…Pero no, su olor también está muerto. Este olor
que me quema los huesos no es ella. Yo lo sé bien. La conocía. La amaba. Era bella hasta el escándalo,
tenía la cara manchada de risa, los ojos sensibles, despiertos, trágicos.
Había abandonado Rosario, alquilaba un departamento debajo del mío. Compartíamos el mate de la tarde,
nos hacíamos compañía. Éramos soledades dispuestas a encontrarse, a regalarse tibiezas, ratos quietos,
serenos, robados a la voracidad del tiempo. Así pude explorarla, conocerle los huecos, las grietas por las
que lograba colarme para sorprenderla pequeña, frágil, vulnerable. Así le descubrí recuerdos rotos, caminos
a medio andar, años a medio vivir. Así la construí para mí, cosiendo cuidadosamente los pedazos de ella.
Así la quise para mí, la amé ferozmente. Así mordí mi secreto deseo de besarla; até con paciencia mi
pasión desatada, la arrugué en mi pecho para más adelante, para cuando pudiera encontrar el valor y
traducirla en palabras. Después ella conoció a ese alemán…Y se entregó a él.
Y se dejó hacer un amor teñido de olvido, de mentira, de trampa. Un amor que era simulacro, un amor que
era ficción de amor; una ficción torpe, vacía, barata. Ella era mía, y sin embargo, poco a poco, arriaba las
velas, recogía sus días de ella conmigo, me abandonaba. Por eso la invité a cenar el viernes en casa. Para
convencerla de que estaba equivocada. Para que me eligiera. A mí, que la adoraba, que la deseaba con
una fuerza inusitada.
Pero saber mi amor, la asustó. Quiso huir. Por eso tuve que pegarle, por eso la maniaté, aún desmayada, a
los barrotes de la cama. Necesitaba tiempo para explicarle que yo sólo quería hacerla feliz. Y era tan poco
lo que pedía a cambio…Que me abrazara, que me quisiera, que me salvara.
Durante dos días y dos noches, ella no comió, no levantó la vista del suelo. Yo intenté decirle mi amor de
furia, mi amor de fuego. Sin embargo, ella no escuchaba. Ahogaba mis palabras con ruidos sordos, con
sílabas deformes. Tampoco hablaba. Sólo suplicaba. Había aprendido a pedir piedad con la voz ronca,
deshilachada, con una desesperación casi animal. Nuca entendió que yo no quería lastimarla.
Ella era mía y está muerta. Ayer me atrevía a acariciarle la espalda. Ella tembló, con el espasmo infinito del
odio, con la loca convulsión del asco. Por primera vez en tres días me miró a los ojos, y supe que me
despreciaba. Entonces, la empujé sobre la cama, le deshice la cara de un tajo, le hundí el pecho, la rompí,
la mutilé. Recién entonces, pude perdonarle su desdén, su desamor, su silencio. Ese silencio cruel,
elocuente, me destrozó los nervios, arruinó mi paciencia. Ese desdén inmenso, obstinado, acabó conmigo.
El primer rayo de sol me hiere la frente. Es lunes. Escribo. Desde ayer escribo. Escribo para no llorar, para
no vomitar mi sangre, para no creer su ausencia. Sufro. Me miro en el espejo y me sorprendo. Descubro
que soy otra. Estoy demasiado pálida, demasiado delgada, demasiado sola. La extraño. Sin ella, soy una
mujer desierta. Desde la habitación de al lado, detrás de esta pared, llega ese olor que me quema los
huesos, que sé que no es ella, porque yo la conocía bien, la amaba.
Ella era mía y está muerta. Yo la maté. Vendrán a buscarme, lo sé, lo espero. Yo los llamé, para que me
lleven. Porque quiero mi castigo. Quiero mi infierno, mi culpa entera. Quiero mi vida inútil, mi paz podrida.
Golpean la puerta. Son ellos, por fin. Son sus botas tremendas. Están entrando…
De Alejandra Añón, del libro: PASACALLES, “diez cuentos policiales argentinos contemporáneos”.

ACTIVIDAD 4:
A-¿Te sorprendió el desenlace? Si tuvieras que describir a la persona que habla, tanto física como
espiritualmente (aspecto, forma de ser, carácter): ¿Cómo la describirías?
-Elaborá una descripción que contemple estos aspectos (mínimo diez líneas).

B- Analicen las siguientes citas de estos dos autores:

Somos mentirosos; todo escritor que crea es un mentiroso, la literatura es mentira; pero de esa mentira sale
una recreación de la realidad; recrear la realidad es, pues, uno de los principios fundamentales de la
creación.
JUAN RULFO (autor de un cuento llamado “Paso del norte”, que leeremos próximamente).

Los buenos libros se parecen en que son más ciertos que si hubiesen sucedido de verdad y en que, cuando
terminas de leerlos, sientes que todo te sucedió y después, que todo te pertenece: lo bueno y lo malo, el
éxtasis, el remordimiento y el dolor, La gente y los lugares y cómo estaba el tiempo.
ERNEST HEMINGWAY

¿Están de acuerdo? ¿Podrían dar ejemplos realistas que conozcan de la literatura, del cine o de la
música? ¿Hay canciones realistas? Respondan y justifiquen, por favor.
ACTIVIDAD 5:
Les propongo a continuación realizar la lectura del relato “La fiesta ajena” de Liliana Héker. Pertenece a un
librito muy piola cuyo nombre es “Los bordes de lo real”. Pueden leer o, si prefieren, pueden escucharlo
aquí en la voz deuna lectora. (si están leyendo el formato papel, pueden buscar en youtube “La fiesta
ajena, lecturas grabadas” y encontrarán el audio.

LA FIESTA AJENA de Liliana Héker


Nomás llegó, fue a la cocina a ver si estaba el mono. Estaba y eso la tranquilizó: no le hubiera gustado nada
tener que darle la razón a su madre, ¿monos en un cumpleaños?, le había dicho; ¡por favor! Vos sí te crees
todas las pavadas que te dicen. Estaba enojada pero no era por el mono, pensó la chica: era por el
cumpleaños. —No me gusta que vayas —le había dicho—. Es una fiesta de ricos. —Los ricos también se
van a cielo —dijo la chica, que aprendía religión en el colegio. —Qué cielo ni cielo —dijo la madre—. Lo que
pasa es que a usted, m’hijita le gusta cagar más arriba del culo-. A la chica no le parecía nada bien la forma
de hablar de su madre: ella tenía nueve años y era una de las mejores alumnas de su grado. —Yo voy a ir
porque estoy invitada —dijo—. Y estoy invitada porque Luciana es mi amiga. Y se acabó. —Ah, sí, tu amiga
—dijo la madre— ésa no es tu amiga. ¿Sabés lo que sos vos para todos ellos? Sos la hija de la sirvienta,
nada más.
Rosaura parpadeó con energía: no iba a llorar. —Cállate —gritó—. ¡Qué vas a saber vos lo que es ser
amiga!
Ella iba casi todas las tardes a la casa de Luciana y preparaban juntas los deberes mientras su madre hacía
la limpieza. Tomaban la leche en la cocina y se contaban secretos. A Rosaura le gustaba enormemente
todo lo que había en esa casa. Y la gente también le gustaba. —Yo voy a ir porque va a ser la fiesta más
hermosa del mundo, Luciana me lo dijo. Va a venir un mago y va a traer un mono y todo.
La madre giró el cuerpo para mirarla bien y ampulosamente apoyó las manos en las caderas. -¿Monos en
un cumpleaños? —dijo—. ¡Por favor! Vos sí que te crees todas las pavadas que te dicen.
Rosaura se ofendió mucho. Además le parecía mal que su madre acusara a las personas de mentirosas
simplemente porque eran ricas. Ella también quería ser rica, ¿qué? Si un día llegaba a vivir en un hermoso
palacio, ¿su madre no la iba a querer tampoco a ella? Se sintió muy triste. Deseaba ir a esa fiesta más que
nada en el mundo. —Si no voy me muero —murmuró, casi sin mover los labios. Y no estaba muy segura
de que se hubiera oído, pero lo cierto es que la mañana de la fiesta descubrió que su madre le había
almidonado el vestido de Navidad. Y a la tarde, después de que le lavó la cabeza, le enjuagó el pelo con
vinagre de manzanas para que le quedara bien brillante. Antes de salir Rosaura se miró en el espejo, con el
vestido blanco y el pelo brillándole, y se vio lindísima. La señora Inés también pareció notarlo. Apenas la vio
entrar, le dijo: —Qué linda estás hoy, Rosaura- Ella, con las manos, impartió un ligero balanceo a su pollera
almidonada: entró a la fiesta con paso firme. Saludó a Luciana y le preguntó por el mono. Luciana puso cara
de conspiradora; acercó su boca a la oreja de Rosaura. —Está en la cocina —le susurró en la oreja—. Pero
no se lo digás a nadie porque es un secreto- Rosaura quiso verificarlo. Sigilosamente entró en la cocina y lo
vio. Estaba meditando en su jaula. Tan cómico que la chica se quedó un buen rato mirándolo y después,
cada tanto, abandonaba a escondidas la fiesta e iba a verlo. Era la única que tenía permiso para entrar en la
cocina, la señora Inés se lo había dicho: “Vos sí, pero ningún otro, son muy revoltosos, capaz que rompen
algo”. Rosaura en cambio, no rompió nada. Ni siquiera tuvo problemas con la jarra de naranjada, cuando la
llevó desde la cocina al comedor. La sostuvo con mucho cuidado y no volcó ni una gota. Eso que la señora
Inés le había dicho: ”¿Te parece que vas a poder con esa jarra tan grande?”. Y claro que iba a poder: no era
de manteca, como otras. De manteca era la rubia del moño en la cabeza. Apenas la vio, la del moño le dijo:
— ¿Y vos quién sos? —Soy amiga de Luciana —dijo Rosaura —No —dijo la del moño —, vos no sos amiga
de Luciana porque yo soy la prima y conozco a todas sus amigas. Y a vos no te conozco. —Y a mí qué me
importa —dijo Rosaura—, yo vengo todas las tardes con mi mamá y hacemos los deberes juntas — ¿Vos y
tu mamá hacen los deberes juntas? —dijo la del moño, con una risita. —Yo y Luciana hacemos los deberes
juntas —dijo Rosaura muy seria. La del moño se encogió de hombros. —Eso no es ser amiga —dijo—.
¿Vas al colegio con ella? —No. — ¿Y entonces de dónde la conoces? —dijo la del moño, que empezaba a
impacientarse. Rosaura se acordaba perfectamente de las palabras de su madre. Respiró hondo: —Soy hija
de la empleada —dijo. Su madre se lo había dicho bien claro: Si alguno te pregunta, vos le decís que sos la
hija de la empleada, y listo. También le había dicho que tenía que agregar: y a mucha honra. Pero Rosaura
pensó que nunca en su vida se iba a animar a decir algo así. — ¿Qué empleada? — dijo la del moño—.
¿Vende cosas en una tienda? —No —dijo Rosaura con rabia—, mi mamá no vende nada, para que sepas.
—Y entonces, ¿cómo es empleada? Dijo la del moño. Pero en ese momento se acercó la señora Inés
haciendo shhshh, y le dijo a Rosaura si no la podía ayudar a servir las salchichitas, ella que conocía la casa
mejor que nadie. —Viste —le dijo Rosaura a la del moño, y con disimulo le pateó un tobillo.
Fuera de la del moño todos los chicos le encantaron. La que más le gustaba era Luciana, con su corona de
oro; después los varones. Ella salió primera en la carrera de embolsados y en la mancha agachada nadie la
pudo agarrar. Cuando los dividieron en equipos para jugar al delegado, todos los varones pedían a gritos
que la pusieran en su equipo. A Rosaura le pareció que nunca en su vida había sido tan feliz. Pero faltaba
lo mejor. Lo mejor vino después que Luciana apagó las velitas. Primero, la torta: la señora Inés le había
pedido que la ayudara a servir la torta y Rosaura se divirtió muchísimo porque todos los chicos se le
vinieron encima y le gritaban “a mí, a mí”. Rosaura se acordó de una historia donde había una reina que
tenía derecho de vida y muerte sobre sus súbditos. Siempre le había gustado eso de tener derecho de vida
y muerte. A Luciana y a los varones les dio los pedazos más grandes, y a la del moño una tajadita que daba
lástima. Después de la torta llegó el mago. Era muy flaco y tenía una capa roja. Y era mago de verdad.
Desanudaba pañuelos con un soplo y enhebraba argollas que no estaban cortadas por ninguna parte.
Adivinaba las cartas y el mono era el ayudante. Era muy raro el mago: al mono le llamaba socio. “A ver,
socio, dé vuelta una carta”, le decía. “No se me escape, socio, que estamos en horario de trabajo”.
La prueba final era la más emocionante. Un chico tenía que sostener al mono en brazos y el mago lo iba a
hacer desaparecer. — ¿Al chico? —gritaron todos. — ¡Al mono! —gritó el mago.
Rosaura pensó que ésta era la fiesta más divertida del mundo. El mago llamó a un gordito, pero el gordito
se asustó enseguida y dejó caer al mono. El mago lo levantó con mucho cuidado, le dijo algo en secreto, y
el mono hizo que sí con la cabeza. —No hay que ser tan timorato, compañero —le dijo el mago al gordito.
— ¿Qué es timorato? —dijo el gordito. El mago giró la cabeza hacia un lado y otro lado, como para
comprobar que no había espías. —Cagón —dijo—. Vaya a sentarse, compañero. Después fue mirando, una
por una, las caras de todos. A Rosaura le palpitaba el corazón. —A ver, la de los ojos de mora —dijo el
mago—. Y todos vieron cómo la señalaba a ella. No tuvo miedo. Ni con el mono en brazos, ni cuando el
mago hizo desaparecer al mono, ni al final, cuando el mago hizo ondular su capa roja sobre la cabeza de
Rosaura. Dijo las palabras mágicas… y el mono apareció otra vez allí, lo más contento, entre sus brazos.
Todos los chicos aplaudieron a rabiar. Y antes de que Rosaura volviera a su asiento, el mago le dijo: —
Muchas gracias, señorita condesa- Eso le gustó tanto que un rato después, cuando su madre vino a
buscarla, fue lo primero que le contó. —Yo lo ayudé al mago y el mago me dijo: “Muchas gracias, señorita
condesa”.
Fue bastante raro porque, hasta ese momento, Rosaura había creído que estaba enojada con su madre.
Todo el tiempo había pensado que le iba a decir: “Viste que no era mentira lo del mono”. Pero no. Estaba
contenta, así que le contó lo del mago. Su madre le dio un coscorrón y le dijo: —Mírenla a la condesa- Pero
se veía que también estaba contenta. Y ahora estaban las dos en el hall porque un momento antes la
señora Inés, muy sonriente, había dicho: “Espérenme un momentito”. Ahí la madre pareció preocupada. —
¿Qué pasa? —le preguntó a Rosaura. —Y qué va a pasar —le dijo Rosaura—. Que fue a buscar los
regalos para los que nos vamos- Le señaló al gordito y a una chica de trenzas, que también esperaban en el
hall al lado de sus madres. Y le explicó cómo era el asunto de los regalos. Lo sabía bien porque había
estado observando a los que se iban antes. Cuando se iba una chica, la señora Inés le daba una pulsera.
Cuando se iba un chico, le regalaba un yo-yo. A Rosaura le gustaba más el yo-yo porque tenía chispas,
pero eso no se lo contó a su madre. Capaz que le decía: “Y entonces, ¿por qué no pedís el yo-yo, pedazo
de sonsa?” Era así su madre. Rosaura no tenía ganas de explicarle que le daba vergüenza ser la única
distinta. En cambio le dijo: —Yo fui la mejor de la fiesta.
Y no habló más porque la señora Inés acababa de entrar al hall con una bolsa celeste y una rosa. Primero
se acercó al gordito, le dio un yo-yo que había sacado de la bolsa celeste, y el gordito se fue con su mamá.
Después se acercó a la de trenzas, le dio una pulsera que había sacado de la bolsa rosa, y la de trenzas se
fue con su mamá. Después se acercó a donde estaban ella y su madre. Tenía una sonrisa muy grande y
eso le gustó a Rosaura. La señora Inés la miró, después miró a la madre, y dijo algo que a Rosaura la llenó
de orgullo. Dijo: —Qué hija que se mandó, Herminia- Por un momento, Rosaura pensó que a ella le iba a
hacer dos regalos: la pulsera y el yo-yo. Cuando la señora Inés inició el ademán de buscar algo, ella
también inició el movimiento de adelantar el brazo. Pero no llegó a completar ese movimiento. Porque la
señora Inés no buscó nada en la bolsa celeste, ni buscó nada en la bolsa rosa. Buscó algo en su cartera. En
su mano aparecieron dos billetes. —Esto te lo ganaste en buena ley —dijo, extendiendo la mano—. Gracias
por todo, querida.
Ahora Rosaura tenía los brazos muy rígidos, pegados al cuerpo, y sintió que la mano de su madre se
apoyaba sobre su hombro. Instintivamente se apretó contra el cuerpo de su madre. Nada más. Salvo su
mirada. Su mirada fría, fija en la cara de la señora Inés.
La señora Inés, inmóvil, seguía con la mano extendida. Como si no se animara a retirarla. Como si la
perturbación más leve pudiera desbaratar este delicado equilibrio.
DESPUES de la lectura:
A-El relato, como todo cuento, pretende tener un final sorpresivo o inesperado: ¿cuán inesperado te resultó
el desenlace? ¿Qué elementos del cuento podrían haberte permitido adivinar cómo iba a terminar? ¿Qué
sentido le encontrás al nombre del relato?
B--¿Podrías, desde el punto de vista de Herminia, escribir una carta a la señora Inés expresándole tu
opinión sobre su comportamiento? Tené en cuenta qué tipo de lenguaje preferirías utilizar y qué le dirías.
Vos sos herminia escribiéndole a la señora Inés. Si lo deseás, podés grabar un audio como si le enviara el
mensaje por Wassap. No olvides qué relación tienen: patrona-empleada.
C- identificá en el cuento las acciones fundamentales de principio a fin. Es decir, los núcleos narrativos que
hacen avanzar a la acción hasta el desenlace. (Ojo: hay acciones que se mencionan primero pero en
realidad ocurren después). Una vez que tengas armada esa lista de acciones fundamentales, respondé:¿La
escena que abre el cuento (el primer párrafo) es la primera acción del cuento? (si querés, y para facilitar la
tarea, podés hacer un pequeño resumen de lo fundamental por párrafo, bien cortito).
D- Luego de este pequeño recorrido introductorio, indiquen qué esperarían encontrar en textos
pertenecientes a la literatura realista. (¿Es lo mismo literatura “realista” que “real”?) Finalmente escriban
una lista de posibles argumentos o historias interesantes para ser contadas en diversos formatos: cuento,
novela, teatro, cortometraje, mediometraje, comic, historia fotográfica, narración en dibujos, música o lo que
fuere. En otras palabras, la consigna sería esta: Llevar al papel, en solo un par de oraciones, el esbozo
de cada una de las historias que se nos ocurren en una hora por reloj. Convirtámonos
deliberadamente en una máquina de disparar ideas.Vayamos a pescarlas allí donde se esconden las
que más nos perturban, las que nos dan pudor, o las que parecen cargar con algo excitante, secreto
o doloroso. Seamos audaces e incisivos.
Les doy ejemplos (algunos famosos):
Argumento para una obrita: Dos jóvenes se aman en secreto pero pertenecen a familias que se odian. Idean
un plan para poder estar juntos pero todo fracasa y termina en tragedia (¿les suena?).
Argumento para un cuento breve: una niña decide matar a su hermana la noche de reyes para que todos los
juguetes regalados sean para ella.
Buscar una imagen poderosa como esta: ¿cuántas historias hay detrás de esta foto, reales o imaginarias?

¿Hay letras de canciones que encierren o sugieran grandes historias?


Un poema de William Ospina: Ellos son poderosos
No digas que tienes sed
Porque te darán un vaso con tu sangre
No digas que tienes hambre porque te darán tus dedos cortados
No digas que tienes sueño
Porque te coserán con hilo los párpados
No digas que amas a alguien
Porque te traerán su corazón putrefacto
No digas que buscas a dios
Porque te llenarán de brasas la boca
Ni digas que te gusta el rocío que cubre las plazas por la mañana
Porque en cada gota inocularán pestilencia.

¿Quiénes serían los ellos de los que habla este poema? JUSTIFICA

CIERRE: CONSIDERANDO LAS CARACTERISTICAS DE LOS RELATOS REALISTAS TRABAJADOS,


escribí tu propio cuento realista. Deberás imaginar un narrador, un punto de vista, un tipo de vocabulario,
una historia interesante. Si lo deseás, podés grabarlo y hacer un relato oral. Extensión mínima: 20 renglones
o un minuto. Tema libre.

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