Está en la página 1de 6

Stay With Me

Cherry_dennys

Parte 1
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen a mí sinó a Suzanne Collins, yo solo los tomo
prestados para mis historias. El One-shot está basado en la canción de Ha-Ash “Se que te
vas”.

Queda prohibida la adaptación y copia de esté escrito.

…oOo…

Nuevamente vuelvo a experimentar este sentimiento de impotencia. Ese que he sentido en


momentos difíciles de mi vida; cuando mi pequeña hermana fue seleccionada como tributo,
cuando no pude salvar a Rue, cuando Peeta estaba herido en la cueva, cuando en la final
solo quedábamos él y yo; y sólo uno tenía que ser el vencedor.

Después cuando vivimos el famoso tour de la victoria y tenía que actuar que estaba
enamorada de él y todo por mi acto de rebeldía para desafiar a Snow, cuando Peeta se enteró
que para mí todo era una farsa, cuando me preguntó que era lo que sentía por él. Luego en
el vasallage de los veinticinco, cuando secuestraron a Peeta, cuando lo rescataron y me
atacó, cuando llegó el momento de derrocar el gobierno de Snow, cuando mi patito murió por
la rebelión, cuando regrese al distrito Doce sola. Esas son algunas de las veces que
experimenté el mismo sentimiento que en estos momentos me come por dentro.

Este sentimiento que ya no quería volver a sentir pero, ¡¿cómo no hacerlo?! si la única
persona que pensé nunca se iría de mi lado lo está haciendo.

Se que parte de esto es culpa mía, ya que desde que volvió Peeta para estar a mi lado yo me
encontraba sumergida en mi mundo, en mi autocompasión por ser un ser despreciable que
por las decisiones que tomé muchos pagaron con su vida o la de sus seres queridos.
Lamentándome la muerte del ser más puro y hermoso que tenía en mi vida «mi pequeña
hermana».

Él siempre manteniéndose a mi lado a pesar de que yo no lo merecía, nunca me digne a


dirigirle la palabra, ni siquiera una mirada como agradecimiento por todo lo que ha hecho por
mí en su vida. Aunque no lo demostraba internamente agradecía cada que él tenía un gesto
lindo conmigo. Tal vez ese fue mi error, nunca decirlo y callarlo para mí, pero eso ya no
importa. Se que todo ésto ya terminó, ya no quiere seguir intentando que funcione está rara
convivencia que teníamos –sí así se le puede llamar– ya que solo él ponía de su parte. Se
canso de mí actitud así como le pasó a Haymitch, todo mundo se canso de mí.

Se termina nuestra historia, llegó el final. Se quedan tantas hojas blancas sin terminar.
Dime en qué me equivoqué, dímelo y lo arreglaré.
Las lágrimas empiezan a acumularse en mis ojos y ya no puedo retener las más tiempo, se
deslizan por mis mejillas hasta empapar las mangas de la blusa, mis manos llevan rato sobre
mi boca para que no se escuchen los sollozos y los balbuceos que salen de ella. Me encuentro
agarrotada en la misma posición sobre el sillón frente a la chimenea. Ya no sé cuánto tiempo
llevo así, he perdido la noción de el. Pero por lo adolorido de mi cuerpo me dice que parecen
muchas horas o hasta podría jurar años.

Quisiera tener el valor para subir por las escaleras y enfretarme a él, pedirle que espere solo
un momento para que piense lo que ha decidido. Gritarle que no lo haga porque no podré con
su partida ya que no soy tan fuerte como lo pensé.
Se escuchan sus pisadas –esas que nunca fueron silenciosas– van de un lado a otro y estoy
segura de que está desperado haciendo sus maletas para irse lo antes posible de mi lado. Si
se marcha Peeta, mi vida se acaba por completo.

Espera solo un segundo que yo no sé como quieres que sea fuerte si te perderé.
Deja ya de empacar si contigo no me llevaras, ya ves, mi vida acabará

Se que no puedo postergar más el momento de su partida, rememoro cada uno de mis
recuerdos para saber cuándo fallo todo. Si hubo otra cosa a parte de mi actitud para que él
decidiera irse.
Se escapa un sollozo de mi boca, aprieto más mis manos en ella. Espero que no haya sido
muy fuerte y Peeta no lo haya escuchado, si lo hubiera hecho se que ya no le importaría el
que esté sufriendo, a estás alturas ya no.

Sé que te vas, que ya no te importa sí me quedo atrás con el alma rota, ya sé, no hay nada
que hacer

Sigo pensando en todo lo que ha pasado desde que él volvió. Ninguno de los dos es el mismo
después de toda la rebelión, pero pensaba que él lo había superado, que él era más fuerte
que yo y por eso regreso a mí lado, algunas noches escuchaba ruidos en su habitación
después se escuchaba la puerta abrirse y bajaba las escaleras aprisa, de rato escuchaba que
hablaba por teléfono. Era un murmullo muy bajo por lo cual; sin que me percatara me
encontraba entre abriendo la puerta para que fueran más audibles y saber con quién hablaba.
Al final de su conversación se despedía con su nombre y un «gracias, descansa tú también».

Sé que te vas, que el llanto en mis ojos no te detendrá, que alguien te espera y te vas.
Cómo quisiera, ser más como ella.

Puedo suponer que se va a dónde vive ella. Pasando los días y las noches nuevamente
escuchaba ruidos provenientes de la habitación de enfrente. Llamadas a media noche,
despedidas diciendo su nombre, hurtadillas mías para escuchar y regresos a mi desolada
cama, haciendo como que no me importaba.
Sabía que algo le pasaba, pero, ¡es que mi situación me superaba! que ni siquiera podía ver
más haya de ella. Mi desgracia me monopolizaba que no pude ver qué ella le daba algo que
yo no.

¿Cuando dejo de luchar? no lo sé, ¿cuándo dejo de tener un sentimento por mí? tampoco lo
sé, me perdí en mi misma que no lo vi.
¿En que momento decidiste dejar de amar?
¿Ella que te da que yo no te pude dar?
¿Como he de decirte adiós si de mi lado ella te robo?
¿No ves? Mi vida se acabo.

Baja una de las maletas, escuchó como suspira pesadamente, alcanzo a escucharlo, prefiero
esconderme de nuevo detrás de mis cabellos. Se detiene un momento para ver el ovillo que
estoy hecha en el sillón. Se ollé el crujido al dar un paso, pero en un segundo se detiene el
sonido –«Peeta por favor no me dejes, quédate conmigo», la misma frase que se repite en
mi cabeza– lanza otro suspiro hondo y sube nuevamente a su habitación.
Sale de mí un sollozo más largo que los demás, y una nueva ronda de lágrimas caen de mis
ojos sin que ya me importe.

Sé que te vas, que ya no te importa si me quedo atrás, con el alma rota, ya sé, no hay nada
que hacer.

Me hundo más en el mismo lugar, escucho el crepitar del fuego casi inexistente. Y sus pasos
al bajar dejando una maleta más, el timbre suena y se que es ella. Escuché que Peeta le
aseguraba que no era necesario el que viniera; pero es una terca que no le importo las
protestas de él. Llegó hace unos días para llevarselo de mi lado. Cuando llegó Peeta se
ausentaba todo el día y sólo regresaba para dormir, ella llegó para que nunca más lo vulva a
ver, digo su nombre por lo bajo «Johanna». Peeta da pasos apresurados para abrirle.

Escucho un cordial saludo por parte de los dos, pero se que es mentira solo lo hacen por mi
presencia, ya no quieren verme más hundida de lo que estoy. Peeta la invita a pasar, a lo
cual ella se niega.
Me encuentro deseando estar en su lugar, ser yo la que disfrute de su amabilidad una vez
más, de su sonrisa –que estoy segura le dedico– ser yo la que le espere y poder largarnos
de está inmunda realidad.

Sé que te vas, que el llanto en mis ojos no te detendrá, que alguien te espera y te vas.
¡Cómo quisiera, ser más como ella!

Peeta agarra sus maletas una en cada mano, mientras yo me encuentro en el mismo sitio;
como si me encontrará adherida a esté maldito sillón y esté siempre haya sido mi lugar.

Escucho sus pasos, un último suspiró y una puerta cerrarse. Posiblemente no le dolió el
dejarme, –¿por qué le dolería dejar a una persona que no supo cómo luchar por estar bien?
que no supo cómo demostrar lo que sentía por él, que no supo cómo amarlo como él se
merecía.

Ya que él se fue, dejó salir el llanto desgarrador, el que acumule desde que me enteré de su
desición. El mismo que vengo conteniendo para que no lo escuchará, el mismo llanto que ya
no importa si me escucho en todo el distrito o solo en está casa.

Debí de haberte amado más y cada quien, tendría su lugar pero no, ella ganó.
De tanto llorar no se en que momento me quedé dormida en la misma posición que estuve
todo el día, me duelen mis extremidades, la cabeza, pero lo que más me duele es mi pecho,
parece como si me hubieran aventado una de mis flechas y lo hubieran atravesado.

Me levanto poco a poco. «Maldita sea», digo una que otra maldición al aire, me quedé un
poco inmovilizada pero hago el intento de enderezarme. Cuando lo consigo subo con cuidado
los escalones y me dirijo a su habitación, quiero comprobar con mis ojos que ya no hay nada
de él que esto de verdad está pasando.
Abro con cuidado la puerta y me recibe una habitación desolada, sin el toque de Peeta; me
acerco a la que una vez fue su cama y me tumbó, una lágrima rueda por mi mejilla y me
abrazo a mi misma. Para ver si al menos así no me siento tan mierda.

Sé que te vas, que ya no te importa si me quedo atrás, con el alma rota, ya sé, no hay nada
que hacer.

Pasan los días y yo sigo la misma rutina, me despierto en el cuarto que era de él, bajo a la
cocina; si hay algo de comer lo tomó y sinó nuevamente retomo el camino que hice para llegar
hasta aquí. De vez en cuando me regaño a mi misma que tengo que asearme, me meto en
la tina y ahí se pasa la mayor parte de mi día, me sumerjo en el agua caliente para acallar
mis pensamientos complusivos, llega un momento en el cuál no me importa que el agua se
enfríe ya que ahí es en dónde me puedo dar tregua a mi misma.

Un día aparece Haymitch, sé que no lo hace por voluntad propia, de seguro Peeta le hizo
prometer que viniera a verme todos los días. Pero como él maldito es un borracho se le pasa
hacerlo, pero eso para mí está bien, no quiero tenerlo encima de mí repitiendome una y otra
vez que lo que hago está mal. Ya con mi subconsciente es más que suficiente.

—Vaya, vaya, pero si la preciosa está echa un asco —gruño ante su comentario, no estoy de
animos ni hoy ni nunca para escuchar sus burlas— está bien, lo siento no era mi intención
molestarte —se excusa cuando sé da cuenta que su comentario no me cayó nada bien.

—¿Qué quieres Haymitch? No estoy para tus bromas —salgo de la cocina y me dirijo a la
sala, él me sigue los pasos— si no tienes otra cosa que decir te puedes largar de mi casa.

Se pasa las manos por su cara en modo de cansancio, sé que para él esto tampoco es fácil,
los dos somos del mismo temperamento. —Mirá preciosa ya sé que esto no es fácil para
ninguno de los dos, le prometí al chico que te cuidaría una vez que él se fuera. No sé cómo
lo consiguió, —ésto lo dice más para si mismo— pero así lo hizo. Ya sé que no me he
aparecido en unos días, pero estaba esperando que se te baje tu mal humor, tu depresión o
como le quieras llamar —lo último lo dice apuntandome con su mano.

Lo fulminó con la mirada y con ella le advierto que tenga cuidado con lo que va a decir. —
¿Eso ya es todo? bueno, entonces adiós. —lo corto de tajo para que me deje tranquila.

—No, apenas estoy comenzando —suspira y toma asiento frente a mí— sabes por está
actitud antipática, el chico se canso y se fue, se canso de esperar a que reaccionaras, que
salieras de tu autocompasión y lucharas por lo que te queda de vida. Él ya no aguanto el
querer ayudar a alguien que no quiere ser ayudada. —Sus palabras son como lanzas de hielo
que van directo a mi corazón, me punza el pecho cada que escucho una palabra dicha por
él. Muy en el fondo se que tiene razón, pero mi orgullo no me deja que lo acepté y menos
viniendo de Haymitch—. Un día te dije que no lo merecías, y lo compruebo cada día.

Comienzan a nublarse mis ojos de lágrimas y ya no puedo aguantar el llanto, lo dejo salir,
lloro como un bebé cuando pierde su chupete. Quiero gritar, quiero aventar todo; y así lo
hago.

—¡CALLATE HAYMITCH! BASTA, DEJA DE DECIR ESO, EL ESTUPIDO PANADERO SE


FUE; SE FUE CON JOHANNA POR QUE LE QUIERE, DEJE DE IMPORTARLE. —sollozo y
me tapo la cara con mis manos— ¿qué no lo ves? él me abandonó, lo hizo porque ya no me
ama.

—Hay preciosa de verdad que no has entendido. Sí, él te abandono, pero no por lo que tú
crees. Él necesitaba ayuda, necesitaba estar en paz. Pero estando en tu mundo no te diste
cuenta de lo que le pasaba. Si él decidió irse no fue por él, sino por protegerte.

—¡Protegerme! —repito lo que dijo acidamente— si quisiera protegerme se hubiera quedado


a mi lado. Pero en cambio… —se muere en mi boca la última palabra.

—Sabés, me cansé de hacerte ver qué estás mal, tus emociones te ciegan y no te dejan
razonar. Sólo te puedo decir que cuando tú decidas ayudarte entonces vas a ver la realidad,
cuando decidas que ya fue suficiente el estar encerrada en tu mundo; ahí vas a comprender
que no solo tú sufres. Que hay alguien más perjudicado que tú. Pero hasta que eso no pase,
yo no puedo hacer nada más.

Me mirá fijamente y yo sigo llorando desconsoladamente, hipando de vez en cuando. Verlo


en esa actitud de padre preocupado me enfurece, estiró mi mano y alcanzo un florero lo lanzó
con todas mis fuerzas mientras saco un grito desgarrador y cierro mis ojos. El visualiza que
hago ese movimiento y se para rápidamente de su lugar. Cuando reaccionó de lo que hice lo
veo en el marco de la sala, se pasa una mano por el pelo todo grasoso y me ve con una
sonrisa ladina y de burla.

—Se que tarde o temprano vas a reaccionar preciosa, pero espero que sea más temprano
que tarde.

—¡LARGATE HAYMITCH! LARGATE DE MI CASA, NO TE QUIERO VER. Largate, lárgate


por favor, lárgate por favor —sigo repitiendole en un susurro, mientras me hundo en mi dolor.

Sé que te vas, que el llanto en mis ojos no te detendrá,


que alguien te espera y te vas.
Cómo quisiera
A veces quisiera
Ser más como ella.

Haymitch retrocede con las manos delante de el, en señal de paz. Mis lágrimas salen a mares,
entendí lo que quiere decir, pero se que no estoy lista para aceptarlo ni para enfrentarlo. No
en este momento que siento que mi vida se fue. No cuando se que Peeta se fue con Johanna
y no le importo si me dolía o no. En estos momentos de mi vida anheló ser ella, estar a su
lado y no sentir ésto que me mata poco a poco.

…oOo…

Agradecimientos: a mi amiga Fanny, que me aguanto con mis preguntas y me dió sus
consejos (creó que se cansó de mí). Te adoro amiga, gracias por apoyarme y siempre
alentarme a escribir y externar mis emociones en fanfics con mis parejas favoritas, aunque
no sea una escritora buena, sé que hay personas que les dan una oportunidad y su voto y
eso es más que hermoso para mí.

Queridos lectores espero les haya gustado esté One-shot y lo hayan disfrutado como
yo lo hice escribiéndolo.

Sus votos y comentarios son bien recibidos.

CHERRY 🍒

También podría gustarte