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Juan 16,23-28 Rezar y amar

Introducción

El evangelio que acabamos de escuchar nos invita a trabajar en dos cualidades de


nuestra vida cristiana. Rezar y amar

Decía san Juan María Vianey: “El hombre tiene un hermoso deber y obligación: orar y
amar. Si oráis y amáis, habréis hallado la felicidad en este mundo”.

Pidan y recibirán

Pidan y recibirán dice Jesús: San Juan Maria Vianey decía: “Dios, por su bondad, nos
ha permitido hablar con él. Nuestra oración es el incienso que más le agrada”.

En los evangelios podemos ver como Jesús siempre escucho las oraciones y suplicas de
los acudían a El: Jesús escucha la oración de fe expresada en palabras (del leproso
[cf Mc 1, 40-41], de Jairo [cf Mc 5, 36], de la cananea [cf Mc 7, 29], del buen ladrón
[cf Lc 23, 39-43]), o en silencio (de los portadores del paralítico [cf Mc 2, 5], de la
hemorroisa [cf Mc 5, 28] que toca el borde de su manto, de las lágrimas y el perfume de
la pecadora [cf Lc 7, 37-38]). La petición apremiante de los ciegos: «¡Ten piedad de
nosotros, Hijo de David!» (Mt 9, 27) o «¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!»
(Mc 10, 48) ha sido recogida en la tradición de la Oración a Jesús: «Señor Jesucristo,
Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador». Sanando enfermedades o perdonando
pecados, Jesús siempre responde a la plegaria del que le suplica con fe: «Ve en paz, ¡tu
fe te ha salvado!».

Y este Jesús que es Dios, no es diferente al Padre. Es decir, Jesús nos está diciendo que
el Padre nos escucha, se complace en escucharnos, le agrada escucharnos.

Dios nos amó primero, para poder amarle

Dice Jesús hablando del Padre: “El mismo los ama, porque ustedes me aman”. Lo que
está queriendo decir Jesús es que “Dios nos amó primero para que nosotros podamos
amarlo”.

Fundamento

Jesús nos da el fundamento de nuestro Amor al Padre:

Jesús dice una cosa que no debemos olvidar. Los suyos tienen acceso directo a Dios
porque Dios los ama; Jesús no tiene necesidad de presentarle a Dios las súplicas de los
Suyos; ellos lo pueden hacer por sí mismos.

Aquí tenemos la prueba definitiva de algo que no se debe olvidar jamás. Muchas veces
se piensa en términos de un Dios airado y de un Jesús benévolo, y que Jesús hizo algo
que obligó a Dios a cambiar de actitud hacia la humanidad, haciendo que fuera un Dios
de amor y no de juicio.
Pero aquí Jesús nos dice: «Podéis acercaros a Dios, porque Él os ama.» Y eso lo dice
antes de la Cruz. Jesús no murió para hacer que Dios nos amara, sino porque Dios nos
ama; no para hacer que Dios sea un Dios de amor, sino para demostrar que Dios es
amor. Jesús vino, no porque Dios odiaba al mundo, sino porque lo amaba de tal manera.
Jesús ha traído a la humanidad el amor de Dios.

Jesús les dice a Sus discípulos que Su obra está concluida. Vino del Padre y ahora, por
el camino de la Cruz, vuelve a Él. Y el acceso a Dios está abierto para todas las
personas.

SVM

Pidamos a la virgen nos ayude en esta hermosa tarera de rezar y de amar

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