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A MERCED DE MI HERMANO

Era el hermano mayor, su deber era obedecerle en todo… pero no sabía que dentro de ese “todo” también estaba incluido el
satisfacer todas sus necesidades y disfrutando de ellas de paso a pesar del daño…

-¿Salimos a tomar algo? -pregunta Georg tras terminar de cenar. Gustav enseguida asiente con la cabeza, pero el
cantante le dirige una tímida mirada a su hermano, quien niega levemente sin levantar la vista del plato.

-Yo me acuesto ya, me duele la cabeza -se excusa en voz baja.

-¿Te sientes mal? -pregunta Tom “muy preocupado”.

-Si, llevó así todo el día-continúa con la mentira.

-Entonces me quedo y te hago compañía, para eso soy tu hermano -dice con una sonrisa.

-Procuraremos no hacer ruido cuando regresemos -dice Gustav levantándose. Se despiden de los hermanos y salen del
apartamento mientras hablan de los sitios a los que pueden ir.

-Bill, sube a acostarte -le ordena Tom firmemente- Yo recojo la mesa

El cantante le obedece de inmediato. Se pone de pies y corre escaleras arriba sin evitar sonreír. Llega a su habitación y
cierra la puerta tras él. Se apoya en ella mientras recorre la habitación con los ojos, viendo si lo tiene todo. En el primer
cajón de la cómoda estaban los pañuelos de seda, en el fondo del armario había un mechero y velas. Se separa y entra en
el baño corriendo. Se lava la cara y se maquilla de nuevo, pero en esta ocasión lo hace de otra manera. Extiende la sombra
negra por sus ojos como si de un antifaz se tratara y pinta sus labios con el carmín más rojo que jamás haya usado. Peina
su cabello dejándolo liso y cayendo sobre su espalda. Se mira al espejo y sonríe nervioso ante el resultado. Toma aire y
suspira antes de salir del baño y comenzar a desnudarse, dejando la ropa tirada en el suelo a su paso. Se queda en bóxers
y abriendo la cama comienza a prepararlo todo. Saca del armario las velas y las enciende tras dejar una sobre la ventana y
dos en la mesilla. No necesitan más luz para verse, o sentirse. Abre el cajón de la cómoda y saca dos pañuelos de seda
blanca que él mismo ata y anuda a sus finas muñecas. Solo entonces se despoja de lo que le queda de ropa y se tumba
desnudo en la cama, poniendo las manos sobre el pecho y cerrando los ojos… esperando…

No tarda en caer en un dulce sueño, en el que su hermano le hace el amor con cariño, no de esa “brusca” manera que aún
así le excitaba. Se gira en la cama, quedando boca abajo suspirando. Sigue soñando, no oye como la puerta de su
habitación se abre y entra una persona que se desnuda con mucho sigilo. Tampoco la siente subirse a su cama, tomar sus
muñecas y atarlas con el pañuelo sobrante al cabecero de su cama. Tom sonríe satisfecho del resultado. Se entretuvo en la
cocina, pero sabía que su hermano le estaría esperando, solo que no contó con que se dormiría de paso.

Pero verle en ese estado fue lo que le provocó esa erección que se acariciaba con una mano de rodillas al lado del dormido
cuerpo de su hermano. Verle tumbado mostrando como sus nalgas relucía a la luz de las velas, lo que le hacía la piel más
suave si podía. Se pasa la lengua por los labios y viendo que no aguantaba más, se pone más encima de su hermano. Le
separa las piernas con cuidado y se acomoda entre ellas. Comienza a acariciarle los muslos con las manos, subiendo más
hasta que frota sus nalgas y separa. Se inclina sobre su cuerpo al sentir como se va despertando, pasando la lengua por su
espalda, dejando un camino de besos húmedos hasta llegar a su nuca. Retira de ella el pelo de su hermano y comienza a
succionar su suave piel, sonriendo al sentirle gemir y estremecer.

-Has tardado -dice Bill en un susurro.

-Y tú te has dormido -le reprocha riendo.

-Lo siento -se disculpa en el acto.

Pero Tom no tiene nada que perdonarle, todo al contrario. Tiene mucho que agradecerle, y esa noche se lo iba a dejar bien
claro. Sin dejar de besarle la nuca, comienza a introducir un dedo en su interior, sonriendo al sentirle removerse bajo su
cuerpo gimiendo con desespero, cogiendo en sus manos los barrotes del cabecero que aprieta con fuerza hasta que los
nudillos se le vuelven blancos. Mete dos dedos más, dilatando su entrada, frotando contra su cadera esa erección formada,
jadeando por controlarse y no derramarse sobre su espalda.
-Tom, por favor… -le suplica entre sollozos.

-Sssshhhhh… -le pide sonriendo.

Sigue preparándole, escuchando sus gemidos cada vez más altos y sus sollozos descontrolados. Solo entonces decide
dejar la tortura y dando un último beso en su nuca se incorpora y separa más sus piernas. Comienza a entrar en él elevando
sus caderas, empujando todo lo que puede sin dañar ese cuerpo que se retuerce. Entra del todo y se queda quieto hasta
que su hermano respira hondo y recupera el aliento. Solo entonces comienza a embestirle con suavidad, alzando más sus
caderas al compás, gimiendo a la vez que lo hace su hermano separando los labios contra la almohada, cerrando los
dientes en torno a ella y mordiendo con impaciencia. Acelera el ritmo de las embestidas, se inclina sobre la espalda de su
hermano y le libera solo una de las manos, permitiendo que se frotara para llegar con él al orgasmo. Pero ya es tarde. Con
una última embestida derrama dentro de su cuerpo su semilla y cae sobre su espalda agotado por el esfuerzo- Lo siento…
lo siento… -susurra contra su piel.

-No es nada -logra decir Bill desconsolado. Se queda quieto esperando a que su hermano recuperara el aliento, quitándose
de la cara el pelo que le molestaba. Lo tenía todo preparado para que esa noche fuera inolvidable, pero una vez más su
hermano se había salido con la suya y a él le tocaba aguantarse.

Como si le hubieran leído el pensamiento, Tom se mueve de encima. Sale de su cuerpo y con toda la suavidad que puede le
pone de costado en la cama. Pasa por encima de él y se tumba a su lado, tomando en su mano ese miembro que se ha
quedado insatisfecho. Comienza a masajearlo sin quitarle los ojos de encima a su hermano, viendo como el maquillaje de
esa noche había cambiado. Parecía que llevaba una máscara puesta que ocultaba sus castaños ojos. Y sus labios le
llamaron mucho la atención. No se puede resistir y levantando una mano pasa el pulgar por ellos, corriendo ese carmín
escarlata que tan apetitoso los hacía. Se inclina y se apodera de sus labios. Comienza a besarle mientras que acelera la
mano, moviéndola cada vez más deprisa sobre toda la longitud del miembro de su hermano, que se arquea contra ella hasta
que no resiste más y se corre con un profundo gemido. Sonríe cuando siente ese líquido caliente que sale de su hermano y
corre por sus dedos. Observa que su hermano lleva los ojos cerrados, y se retuerce por los espasmos del orgasmo. Cierra
los suyos y comienza a acariciar su lengua con la suya, haciendo que un escalofrío les recorra a ambos.

Le suelta la otra mano a tientas y le hace rodar hasta quedar encima de él. Le hace separar las piernas y ponerse a
horcajadas. Baja las manos a sus caderas y comienza a moverlas sobre su miembro sin dejar de besarle en profundidad.
Comienzan a jadear los dos mientras que sus entrepiernas no se dejan de frotar, hasta que un nuevo orgasmo les viene a
los dos y se derraman el uno encima del otro.

-Basta… por favor… -logra decir Bill con un hilo de voz.

Tom ríe al escucharle y le suelta las caderas. Levanta las manos y le retira el pelo de la sudada cara, viendo como el
maquillaje apenas está intacto, por no mencionar el carmín de los labios- Sonríe -le ordena con voz firma.

-¿Por qué me tienes que pedir las cosas en ese tono? -pregunta Bill con dolor- Me humillas sin tener en cuenta mis
sentimientos…

-Sssshhhh… -repite levantando un dedo y poniéndolo en sus labios. Sabe que tiene razón, pero no puede impedir tratarle
de esa manera- Sonríe, por favor -le pide con más suavidad.

Solo entonces lo hace Bill. En sus labios aparece la sonrisa más dulce que haya visto su hermano. Pasa su dedo por ellos,
sonriendo al sentir como se lo besa una y otra vez.

-Siento mucho tratarte así. Prometo cambiar -le asegura con firmeza.

-Te creo, y te lo agradezco -asiente Bill.

Se baja de encima de él y se echa a su lado sin poder parar de sonreír. Su hermano siempre le ordenaba que hiciera eso o
tal, y él obedecía sin rechistar, que para eso era el mayor. Recuerda la primera vez que se le insinuó. No fue para nada
romántico, pero tras el satisfactorio resultado, no le importó quedar degradado. Con el paso del tiempo, se volvió más atento
a sus sentimientos y suave. Como esa noche. Vio el daño que le hacía sus palabras y se rebajó a pedirle por favor que
sonriera. Solo fue una simple sonrisa, pero un gran avance en su relación, hasta que llegara el día en que pasaran a otro
nivel y le pidiera eso con lo que tantas noches soñaba. Si su hermano le pedía que lo amara, lo haría con todo su corazón.
Porque le pertenecía solo a él, porque estaba a su merced…

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