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BIOQUÍMICA

Tercer semestre

Investigación de Diabetes
Introducción
La diabetes es una enfermedad crónica que se origina porque el páncreas no sintetiza la
cantidad de insulina necesaria en el cuerpo. Afecta la forma en la que el cuerpo convierte los
alimentos en energía. La insulina es una hormona que mantiene los niveles de glucosa en la
sangre estables. Ayuda a que la glucosa entre al organismo y se transporte al interior de las
células para transformarse en energía para que funcionen los músculos y tejidos.

Las personas con diabetes tienen exceso de glucosa en la sangre porque no se distribuye de
manera adecuada. Todavía no existe una cura para la diabetes pero perder peso, comer
alimentos saludables y estar activo puede ayudar.

● Sintomatología de la diabetes
Los síntomas más frecuentes de la diabetes mellitus son los de la hiperglucemia. La
hiperglucemia leve de la diabetes mellitus temprana es asintomática; por lo tanto, el
diagnóstico puede retrasarse muchos años. La hiperglucemia más significativa causa
glucosuria y por lo tanto, una diuresis osmótica, que produce polaquiuria, poliuria y
polidipsia con progresión a hipotensión ortostática y deshidratación. La deshidratación grave
produce debilidad, cansancio y alteraciones del estado mental. Los síntomas pueden aparecer
y desaparecer con las fluctuaciones de la glucemia. Los síntomas de la hiperglucemia pueden
asociarse con polifagia, pero el paciente no suele preocuparse demasiado por este trastorno.
La hiperglucemia también puede ocasionar pérdida de peso, náuseas y vómitos, además de
visión borrosa, y predisponer al desarrollo de infecciones bacterianas o micóticas.

Típicamente, los pacientes con DM tipo 1 se diagnostican al presentar hiperglucemia


sintomática y a veces cetoacidosis diabética. Algunos presentan una fase prolongada pero
transitoria, con glucemias casi normales después del comienzo agudo de la enfermedad (fase
de luna de miel), causada por la recuperación parcial de la secreción de insulina.

Los pacientes con diabetes mellitus tipo 2 pueden presentar una hiperglucemia sintomática,
pero suelen no tener síntomas y su enfermedad se detecta durante un examen de rutina. En
algunos, los síntomas iniciales son los de las complicaciones de la diabetes, lo que sugiere
que el cuadro evoluciona desde hace cierto tiempo. En algunos individuos, primero aparece
un estado hiperglucémico hiperosmolar, en particular durante un período de estrés o de
compromiso del metabolismo de la glucosa por fármacos, como corticoides.
● Causas de la enfermedad
El efecto esencial de la ausencia de insulina a la misma sobre el metabolismo de la glucosa
consiste en que las células a excepción de las del encéfalo, no utilizan de modo eficiente la
glucosa. Esto da a un incremento de la glucemia, un descenso progresivo de la utilización
celular de la glucosa y un aumento de la utilización de las grasas y de las proteínas.

Diabetes de tipo I: La lesión de las células beta del páncreas o las enfermedades que alteran
la producción de la insulina pueden causar una diabetes de tipo I. Las infecciones víricas y
los trastornos autoinmunitarios podrían contribuir a la destrucción de las células beta en
muchos enfermos con diabetes de tipo I, pero la herencia también desempeña una función
primordial que establece la vulnerabilidad de estas células a su destrucción. En algunos casos
podría existir una tendencia hereditaria a la degeneración de las células beta incluso sin
participación de una infección vírica ni enfermedad autoinmunitaria.

● Tratamiento
El tratamiento general de la diabetes para todos los pacientes implica cambios en el estilo de
vida, incluida la dieta y el ejercicio. El control regular de los niveles de glucosa en sangre es
esencial para prevenir complicaciones de la diabetes.

Se requiere la administración de insulina suficiente para que el metabolismo de los


carbohidratos, lípidos y proteínas vuelvan a la normalidad. Un paciente con diabetes tipo I
grave recibe solo una dosis de insulina al día. Luego se inyectan insulina cuando la glucemia
se eleva en exceso por causa de las comidas.

Cada paciente tiene un tratamiento especializado, además de incluir dietas y ejercicios.


Cuando cuentan con diabetes tipo II deben anular la resistencia a la insulina adelgazando o
administrando fármacos que aumenten la sensibilidad a la insulina.

Todos los pacientes con diabetes mellitus tipo 1 requieren insulinoterapia. El objetivo es
intentar replicar el patrón de secreción de insulina en una persona que no tiene diabetes
mediante el uso de un bolo basal de insulina, con el uso de una insulina de acción más
prolongada para simular la producción de insulina basal que suprime la producción de
glucosa hepática, especialmente en ayunas, y una insulina de acción más corta antes de las
comidas para controlar el aumento de la glucosa posprandial. La escala móvil insulina es una
estrategia en la que se administran dosis variables de insulina de acción rápida antes de las
comidas y al acostarse, dependiendo del nivel de glucosa en plasma del paciente. Sin
embargo, un régimen de insulina de escala móvil por sí solo no es una estrategia eficaz para
mantener la normoglucemia en pacientes con diabetes tipo 1 o en la mayoría de los pacientes
con diabetes tipo 2.

A los pacientes con diabetes mellitus tipo 2 e hiperglucemia leve se les debe indicar el inicio
de dieta y ejercicio, seguida de un solo hipoglucemiante por vía oral si los cambios en el
estilo de vida son insuficientes y el agregado de otros fármacos y/o un agonista del receptor
de GLP-1 si se consideran necesarios (terapia combinada) e insulina cuando la terapia
combinada no logra cumplir los objetivos recomendados. La metformina suele ser el primer
fármaco oral utilizado. En pacientes sin enfermedad cardiovascular aterosclerótica,
insuficiencia cardíaca o enfermedad renal crónica, no hay evidencias que apoyen el uso de un
fármaco o una clase de fármacos en particular; la decisión implica a menudo la consideración
de los efectos adversos, la conveniencia, y la preferencia del paciente. En pacientes con
enfermedad cardiovascular aterosclerótica, puede recomendarse un inhibidor del
cotransportador 2 de sodio/glucosa (SGLT2) o un agonista del receptor de GLP-1 debido a la
evidencia reciente de que estas clases de fármacos disminuyen la mortalidad en estos
pacientes. En pacientes con enfermedad renal crónica o insuficiencia cardíaca, los inhibidores
de SGLT2 deben tenerse muy en cuenta, ya que pueden disminuir la progresión de la
enfermedad y la mortalidad

La insulina se indica como terapia inicial para las mujeres con diabetes mellitus tipo 2
embarazadas y en los pacientes con descompensación metabólica aguda, como con estado
hiperglucémico hiperosmolar o cetoacidosis diabética. Los pacientes con hiperglucemia grave
(> 400 mg/dL [> 22,2 mmol/L]) pueden responder mejor a la terapia una vez normalizada la
glucemia con un curso breve de insulina.

Los pacientes con alteraciones de la regulación de la glucosa deben recibir asesoramiento


respecto de su riesgo de desarrollar diabetes mellitus y de los cambios en el estilo de vida que
le permitirán prevenir la enfermedad. Estos pacientes deben controlarse estrictamente para
identificar la aparición de síntomas de diabetes mellitus o hiperglucemia. No se determinaron
los intervalos ideales para el seguimiento, aunque es probable que un control anual o 2 veces
al año sea apropiado.

● Efectos de la diabetes sobre el organismo

Diabetes tipo I.
La diabetes de tipo I suele comenzar hacia los 14 años de edad y, por esta razón, también se
conoce a menudo como diabetes mellitus juvenil. La diabetes de tipo I puede empezar de
manera brusca, en tan solo unos días o semanas, con tres manifestaciones fundamentales:
➔ Hiperglucemia
➔ Aumento de la utilización de las grasas con fines energéticos y para la síntesis de
colesterol en el hígado.
➔ Pérdida de las proteínas orgánicas.

La concentración sanguínea de glucosa aumenta muchísimo en la diabetes mellitus. La


falta de insulina reduce la eficiencia de la utilización periférica de la glucosa y aumenta la
producción de esta, con lo que los vasos plasmáticos ascienden entre 300 y 1.2 mg/100 ml.

El aumento de la glucemia produce pérdida de glucosa por la orina. La elevación de la


glucemia hace que se filtre más glucosa en el tubo renal de la que puede reabsorberse; el
exceso de glucosa se elimina con la orina.

El aumento de la glucemia provoca deshidratación. Las cifras muy elevadas de glucemia


pueden provocar una deshidratación. Esto sucede en parte porque la glucosa no se difunde
con facilidad a través de los poros de la membrana celular y, en parte, por el incremento de la
presión osmótica del líquido extracelular provoca la salida de agua desde l
la célula. También la pérdida de glucosa por la orina induce una diuresis osmótica. Esto
significa que el efecto osmótico de la glucosa en el tubo renal reduce mucho la reabsorción
tubular de líquido. El resultado neto es una pérdida masiva de líquidos con la orina.

La hiperglucemia crónica provoca lesiones tisulares. Si la glucemia no se controla bien


durante periodos prolongados, los vasos sanguíneos de muchos tejidos del organismo
comienzan a alterarse y experimentarán cambios estructurales, con el consiguiente deterioro
del aporte de sangre a los tejidos, característico de la diabetes mellitus. A su vez, todo ello
incrementa el riesgo de infarto de miocardio, ictus, insuficiencia renal terminal, retinopatía y
ceguera, así como isquemia y gangrena de las extremidades.

La diabetes mellitus aumenta la utilización de las grasas y produce acidosis metabólica.


El cambio del metabolismo de los hidratos del carbono al de los lípidos en la diabetes
favorece la liberación de cetoácidos, como el ácido acetoacético y el ácido B-hidroxibutírico,
hacia el plasma; esta liberación es mas rapida que su captación y oxidación por las células de
los tejidos. En consecuencia, el enfermo sufre una acidosis metabólica grave por exceso de
cetoácidos que, junto con la deshidratación inducida por la excesiva diuresis, provocan una
acidosis intensa. De este modo se establece enseguida el como diabetico y sobreviene la
muerte, salvo que la situación se corrija de inmediato con grandes dosis de insulina.

En la acidosis diabética se ponen en marcha las compensaciones fisiológicas habituales de la


acidosis metabólica, entre ellas una respiración rápida y profunda para incrementar la
eliminación de dióxido de carbono. Con ello se amortigua la acidosis, pero también reduce
las reservas extracelulares de bicarbonato. Los riñones compensan esta pérdida reduciendo la
eliminación de bicarbonato y produciendo nuevo bicarbonato, que se añade al líquido
extracelular.

La diabetes provoca la pérdida de las proteínas del organismo. La falta de uso de glucosa
con fines energéticos conlleva una mayor utilización y un menor almacenamiento de las
proteínas y grasas. Por tanto, la persona con diabetes mellitus grave no tratada experimenta
un adelgazamiento rápido y astenia (falta de energía), aunque consuma grandes cantidades de
alimento (polifagia).

Diabetes de tipo II: resistencia a los efectos metabólicos de la insulina. En la mayoría de


los pacientes, la diabetes de tipo II se manifiesta después de los 30 años, sobre todo entre los
50 y 60 años, y se desarrolla de manera gradual, por lo que ha recibido el nombre de diabetes
de aparición en el adulto. Parece que esta tendencia obedece sobre todo a la creciente
prevalencia de la obesidad, el factor de riesgo más importante para la diabetes de tipo II, tanto
en los niños como en los adultos.
El desarrollo de la diabetes de tipo II suele ir precedido de obesidad, resistencia a la
insulina <<síndrome metabólico>>. La diabetes de tipo II se asocia a un aumento de la
concentración plasmática de insulina (hiperinsulinemia), que es la respuesta compensadora de
la células beta del páncreas a la disminución de la sensibilidad de los tejidos efectores a los
efectos metabólicos de la insulina, fenómeno conocido como la resistencia a la insulina. La
reducción de la sensibilidad a la insulina altera la utilización y el almacenamiento de los
hidratos de carbono, eleva la glucemia e induce un incremento compensador de la secreción
de la insulina.

El desarrollo de resistencia a la insulina y la alteración del metabolismo de la glucosa suelen


suelen ser procesos graduales, que comienzan con una ganancia de peso que conduce a la
obesidad, aunque aún no se conoce el mecanismo que vincula ambos trastornos. La
resistencia a la insulina forma parte de una serie consecutiva de trastornos que se conoce
como síndrome metabólico y que, en otras cosas, se caracteriza por:
➔ Obesidad, sobre todo con acumulación de grasa abdominal.
➔ Resistencia a la insulina.
➔ Hiperglucemia en ayunas.
➔ Anomalías de los lípidos, con aumento de los triglicéridos en la sangre y disminución
del colesterol unido a la lipoproteína de alta densidad.
➔ Hipertensión

La consecuencia adversa principal del síndrome metabólico es la enfermedad cardiovascular,


con aterosclerosis y lesiones de varios órganos en todo el cuerpo.

Otros factores que pueden producir resistencia a la insulina y diabetes de tipo II. El
síndrome de poliquistosis ovárica, se caracteriza por un notable incremento de la producción
ovárica de andrógenos y por resistencia a la insulina y es uno de los trastornos
endocrinológicos más frecuentes de la mujer. La producción excesiva de glucocorticoide
(síndrome de Cushing) o de hormonas del crecimiento (acromegalia) también reducen la
sensibilidad de varios tejidos a los efectos metabólicos de la insulina y pueden provocar el
desarrollo de diabetes mellitus.
Conclusión
Desde el año 2000, la diabetes mellitus en México es la primera causa de muerte entre las
mujeres y la segunda entre los hombres. En el 2010 esta enfermedad causó cerca de 83 000
muertes en el país. Se puede prevenir la diabetes de diferentes formas como tener una buena
alimentación, realizar actividad física, mantener un peso ideal, moderar el consumo de
alcohol, evitar bebidas azucaradas, no fumar, acudir al médico para realizarse consultas
sobre la glucosa en la sangre, etc.

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