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SIGNO SACRAMENTAL.
A) Signo sacramental “del ministerio”.
B) Signo sacramental “del candidato”.
C) Signo sacramental “validez y licitud”.
La Iglesia está constituida mediante la fe y los Sacramentos de la fe. Los
Sacramentos, a su vez, no sólo suponen la fe, sino que también la alimentan, la robustecen
y la expresan, con palabras y realidades; por lo cual se llaman sacramentos de la fe. Es
decir, los sacramentos de la fe, además de aumentar la gracia y con ella la fe, significan esta
misma fe.
El contenido de la fe que salva se da a conocer sensiblemente a través de los
sacramentos. La fe, aparece sacramentada, exteriorizada y materializada en unas realidades
sensibles que por institución divina la expresan adecuadamente. Cabe preguntarse si esa
sacramentalización viene erigida por la esencia misma de la fe. La cuestión ha de ser
planteada en un contexto amplio, el de la entera historia de salvación. Es indudable que de
hecho la fe de los cristianos no se presta a ser separada de los sacramentos instituidos por
Cristo.
Tomás de Aquino contempló siempre los sacramentos como instrumentos de
santificación, pero también como realidades didácticas cuya esencia está relacionada
estrechamente con el aprendizaje, con el progreso cognoscitivo. Los sacramentos son
depósito de sabiduría, son «misterios», también en el sentido gnoseológico del término,
vehículos de la «veritas salutaris».
En el sentido de que no hay que usar el término, sino en el de que no puede usarse
para expresar sólo la significación, ya que, además de ésta, en el sacramento hay que
afirmar la eficacia de la santidad que causa. ¿Qué diferencia existe entre signo y
sacramento? El signo solo, significa por la institución; lo que es también sacramento,
representa por semejanza. Además, el signo puede significar la cosa, pero no la produce. En
el sacramento, en cambio, no sólo hay significación sino también eficacia; de manera que,
todo junto, significa por la institución, representa por la semejanza, y es eficaz por la
santificación.
Esta revalorización del signo agustiniano se traduce en la doctrina de la pedagogía
divina en la institución de los sacramentos. Porque la Sabiduría divina provee a cada cosa
según su condición propia, y lo connatural al hombre es que alcance el conocimiento de las
cosas inteligibles a través de cosas sensibles. Como el signo es aquello por lo que uno llega
al conocimiento de otra cosa, y las cosas sagradas significadas por los sacramentos sean
ciertos bienes espirituales e inteligibles que santifican al hombre, consecuentemente la
significación del sacramento se realiza por algunas cosas sensibles; del mismo modo que en
la Escritura divina las cosas espirituales se nos describen por la semejanza de cosas
sensibles.
Los sacramentos son precisamente esos instrumentos o ejemplos sensibles de los
que se sirve el maestro divino para conducir al hombre a la inteligencia de las realidades
sobrenaturales. Y, dada la singular condición de estos signos instituidos por Dios, en los
que radica no sólo una significación de cosa sagrada sino también la eficacia de la
santificación, en los sacramentos tenemos los instrumentos de la santidad ya que contienen,
en expresión de Santo Tomás, significationem et causalitatem.
Los sacramentos se ordenan a la santificación de los hombres, a la edificación del
Cuerpo de Cristo y a dar culto a Dios; pero, en cuanto que son signos. No sólo suponen la
fe, sino que, por medio de palabras y cosas, también la alimentan, la robustecen y la
expresan: por eso se llaman sacramentum fidei. Confieren ciertamente la gracia, pero
también su celebración prepara perfectamente a los fieles para recibir con fruto, esa misma
gracia, para dar a Dios el verdadero culto y para practicar la caridad. De estas
consideraciones el Concilio deduce un importante criterio pastoral: Por consiguiente, es
importante que, los fieles comprendan fácilmente los signos sacramentales y reciban con la
mayor frecuencia posible aquellos sacramentos que han sido instituidos para alimentar la
vida cristiana
Es lo mismo que enseñará el Concilio Vaticano II al presentar conjuntamente la
naturaleza santificadora imbricada con los aspectos pedagógicos inherentes asimismo a los
sacramentos: los sacramentos están ordenados a la santificación de los hombres, a la
edificación del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios; pero, en cuanto signos,
también tienen un fin pedagógico. No sólo suponen la fe, sino que, a la vez, la alimentan, la
robustecen y la expresan por medio de palabras y cosas; por esto se llaman sacramentos de
la fe. Confieren ciertamente la gracia, pero también su celebración prepara perfectamente a
los fieles para recibir con fruto la misma gracia. (VATICANO II, Const. Sacrosanctum
Concitium, n. 59).
Bibliografía:
SAGRADA ESCRITURA (BIBLIA DE JERUSALÉN)
DOCUMENTOS DEL CONCILIO VATICANO II (BAC)
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA