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EVANGELIO DE MATEO.

¿Qué puedo decir del evangelio de Mateo? Con ésta pregunta me permito el primer contacto
directo con las sagradas letras de este santo evangelio. Es evidente que ya han corrido ríos de
tinta sobre comentarios con respecto a la Palabra de Dios, en concreto, de la persona de Jesús a
partir de los evangelios y aun así el contenido no se agota. No cabe duda, pues, de que estamos
ante el misterio de Dios.

Ahora bien, teniendo en cuenta los destinatarios de este evangelio, es decir, a la comunidad de
cristianos venidos del judaísmo y todo lo que conlleva tal cultura, me permito dar ciertas
reflexiones sobre la cristología que se da a conocer aquí.
Adentrándonos propiamente en el contenido, en la primera parte que se titula "Nacimiento e
infancia de Jesús", el santo evangelio comienza afirmando lo siguiente: "libro del origen de
Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán" (1,1). Ya con esto el autor sagrado está manifestando
un hecho concreto: Jesús es verdaderamente hombre, porque tiene antepasados y esto se
confirma con toda su genealogía que seguidamente se da a conocer. Quiero rescatar también la
expresión "Jesucristo", ya que con este nombre queda claro el ser de naturaleza humana pero
también divina de Jesús.

Por otra parte, el autor pone énfasis en la familia y descendencia, pero también en la intervención
divina en ella (1,20). Algo que llama la atención es que todo lo que se refiere a este niño tiene un
sentido y significado, puesto que su nombre ya está diciendo su misión salvar, pero también el
manifestar la presencia de Dios en medio de su pueblo, pues el Emmanuel precisamente eso
quiere decir. "Dios con nosotros" (1,21-22). Por tanto, pues, Jesús es la promesa cumplida por
parte de Dios a su pueblo y así Dios se presenta como el que es fiel a sus promesas.

Cabe señalar que el evangelio de Mateo pone todo lo referente a la parte humana de la persona
en este caso de Jesús, pues pone detalle de todo: de dónde nació, quién gobernaba, quiénes
asistieron a su nacimiento, etc (2,1). Todo esto con el fin de decir: Jesús es verdaderamente
hombre, es el Dios encarnado que está en medio de su pueblo. Así pues, el hecho de presentar el
nacimiento de Jesús dentro del territorio judío no limita su misión, ya que con la presencia de los
magos representando al pueblo pagano queda de manifiesto que la revelación de Dios en su hijo
Jesucristo es para todos los hombres. Ya no hay exclusividades, ahora es un solo linaje.

¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? (2,2) con ésta expresión se presentan los magos
ante el rey Herodes a lo que todos quedan desconcertados, pues ya hay "un rey" Sin embargo, no
es auténtico porque en lugar de dar liberta, oprime a su pueblo, en cambio, con Cristo todos
gozan de libertad y gracia, con él la persona es autónoma y autentica. Pese a esto, desde niño
Jesús es perseguido y desde ahora se deja ver todo lo que le espera porque causa incomodidad y
quita seguridades a los que "tienen el poder"

Ahora en la segunda parte sobre la "Promulgación del Reino de los Cielos" en la


"sección narrativa" se presenta de momento a la persona de Juan el Bautista como el precursor de
Jesús, él es quién va a preparar su venida (3,1), así también da testimonio de El diciendo: "el que
viene detrás de mi es más fuerte que yo, y no soy digno de llevarle las sandalias. Él os bautizará
en Espíritu Santo y fuego" (3,11). Aquí se vislumbra el papel de cada uno, Juan está convencido
de su misión y papel en la historia de la Salvación y, por tanto, proclama la supremacía de Jesús
sobre él mismo.

Una vez que Jesús vino hacia Juan para ser bautizado, se escucha una voz que dice:
"Este es mi Hijo amado, en quien me complazco" (3,17). Con esta expresión y con la presencia
del Espíritu de Dios que bajaba como una paloma, se puede apreciar la manifestación en su
esplendor de la Santísima Trinidad. Pero también esta presencia del Espíritu es para ungir a Jesús
para su misión mesiánica, en la cual, lo acompañará en todo su ministerio y hasta el último
memento de su vida terrenal. Además, retomando lo que se escuchó se afirma que Jesús es el
auténtico siervo de Dios.

Solo para para mencionar las dos veces en las que el diablo se dirigió a Jesús como
"si eres el Hijo de Dios" en el momento de las tentaciones en el desierto (4,1), lugar en el que
Jesús se retiró para prepararse para iniciar su ministerio. Con esto, da ejemplo de la necesidad de
la relación con Dios, al igual que el favorecer la dimensión espiritual de la persona. Jesús antes
de decir, hacer o elegir algo importante primero se va a orar.

En el evangelio de Mateo constantemente se estarán citando los lugares geográficos a los que
Jesús iba o dirigía, así como también, continuamente se estará haciendo referencia a las profecías
que se hacían de Él en el Antiguo Testamento. Después del arresto de Juan, Jesús comenzó a
predicar "convertios, porque el Reino de los Cielos ha llegado" (4,17). De esta manera se abre la
puerta de la predicación de Jesús, anunciando "el Reino de los cielos", propiamente lo que
caracteriza a Mateo. Después llama a sus primeros cuatro discípulos:
Simón, llamado Pedro, Andrés, Santiago y Juan. El capítulo 4 termina narrando que Jesús
enseñaba y sanaba a muchas personas de Galilea, Decápolis, Jerusalén y Judea, y del otro lado
del Jordán.

Por su parte, en el apartado sobre "el discurso evangélico", en el capítulo 5 comienza poniendo a
Jesús en el monte enseñando el nuevo espíritu del Reino de Dios con la Bienaventuranzas, las
cuales propiamente enseña a la comunidad convertida el estilo de vida de quien lo sigue. Todo lo
que se hace aquí y es bueno, tiene su recompensa en el Reino de los cielos. Con las
bienaventuranzas el evangelio se vuelve oración y la vida cristiana una plegaria para la
glorificación de Dios y salvación de los hombres.

A partir de 5,13 Jesús enseña sobre la justicia perfecta, es decir, el cumplimiento de la ley pero
ahora con un sentido enfocado en el amor, la misericordia y el perdón que propiamente se dejará
ir viendo en el actuar y vivir de cada cristiano. Jesús viene a dar plenitud a la ley. Por
consiguiente, en el capítulo 6 se pone de manifiesto la autenticidad de las prácticas penitenciales:
limosna, oración y ayuno. Es curioso como Jesús toma la iniciativa de decir y enseñar todo esto a
sus discípulos, puesto que en otros evangelios ellos le preguntan qué hacer, cómo orar. Para
Jesús, su prioridad es que se vea a Dios como un amigo, que se entable diálogo con el en un
ambiente de confianza, en lo secreto para que cada uno pueda expresarse totalmente sin que se
sienta limitado o condicionado. Solo Dios y la persona.

Ahora bien, el capítulo 8 propiamente se enfoca en la relación con el prójimo pues deja claro que
"como juzgues así serás juzgado", "como trates así te tratará", da pues la regla de oro. Así pues,
de la relación que se tenga con "el otro" así será la relación con Dios. Y después de enseñar y
decir todas estas palabras todos sus oyentes quedaron asombrados pues enseña como quien tiene
autoridad.
Pasando ahora a la tercera parte sobre "la predicación del Reino de los Cielos". En la sección
narrativa: diez milagros, abarca los capítulos 8 y 9 en los que se deja ver la preferencia de Jesús
por los excluidos.

El caso del leproso (8,2) y su expresión "Señor, si quieres puedes limpiarme" es una enseñanza
de la confianza total en Dios. Éste hombre ya no tenía esperanza, estaba muerto en vida; era una
resignación dramática, pues se postra y le dice "si quieres, esto me ha impactado, pues en ningún
momento exigen salud y lo deja todo a la providencia de Dios.
Rescato esta convicción de ir a Jesús y presentarle su necesidad y gracias a que se permitió hacer
esto no sólo sanó fisicamente sino también espiritualmente, no lo dice el texto expresamente pero
cuando Jesús sanada también perdonaba. Después de curarlo le hizo dos señalamientos (8,4); el
primero, "no se lo digas a nadie" y aquí vemos el secreto mesiánico, y el segundo, "vete,
muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que prescribió Moisés", con esto se demuestra lo
presente que tenía Jesús al cumplimiento de la ley.

Por su parte, el centurión (8,5) enseña la eficacia de la fe en el poder de Jesú s. Él también le dice
"Señor", confía en su palabra y, gracias a esto, Jesús también enseña la apertura de los pueblos
paganos a la mesa del Reino de los Cielos y la sentencia que les espera a los que no lo
reconocen. Con el hecho de tocar (suegra de pedro) y decir una palabra la persona quedaba sana.

Es en el capítulo 8,19 dónde por primera vez se le dice "maestro" a Jesús por parte de un escriba
al querer seguirlo, mientras que El mismo se dice "Hijo de hombre. El seguir a Jesús implica
incomodidades y sufrimiento.

Con respecto a pasaje sobre la tempestad calmada, en la que los discípulos expresaron "¡Señor,
sálvanos, que perecemos! Y después del milagro de Jesús dijeron: "¿ Quién es este, que hasta los
vientos y el mar le obedecen? (8, 25-26). Tal hecho vuelve a retomar el tema de la fe en la
persona de Jesús, para el autor sagrado, la fe es el elemento esencial en la vida del cristiano.
Ciertamente el actuar y decir de Jesús provoca turbación pero con esto no quiere decir que se le
desconozca o que se le tenga miedo, sino todo lo contrario reconocerle sí en su naturaleza
humana pero también en la divina. El texto resalta la reacción impresionada de los discípulos:
"¿Quién es éste...?" ahora sabemos sin temor alguno que es Jesús.

Los endemoniados ganaderos (8,29) le gritan a Jesús: "¿Qué tenemos nosotros contigo, Hijo de
Dios?" a lo que Jesús los expulsa y se pone por encima de ellos. No me detengo tanto en esto
porque lo que realmente importan no es que los demonios lo reconozcan sino los hombre, las
personas por quienes Él personalmente vino.

Es curioso cómo el texto en 9,1 en la curación de un paralítico no pone palabras en éste, sino que
Jesús decide curarlo al ver su fe, aquí sí lo cura y perdona sus pecados expresamente, de ahí la
incomodidad de algunos escribas. En cambio, según Mateo un magistrado se le acercó y le
expresión su intención: "mi hija acaba de morir; pero ven, impón tu mano sobre ella y vivirá"
(9,18), y efectivamente tal y como él lo expresó el milagro sucedió. Pero cuando iba de camino
una mujer se le acercó, lo tocó y quedó curada de su hemorragia (9,20). Estos grandes milagros
de Jesús con personas concretas que tenían sus propias necesidades y limitaciones son un claro
ejemplo de la importancia de la fe en el cristiano. Jesús actúa en la persona que tenga fe, sin
importar si es hombre o mujer, Él cura y perdona pecados porque el Reino de los Cielos no
excluye a nadie, es para todos.

En lo personal siempre me conmueve y llena de alegría y gozo el conocer testimonios de cuando


una persona le grita a Jesús, pues con esto expresa que ya no tiene a nadie má s, solo a Él. Es la
confianza ciega y última en Él, la persona ya no quiere más esa vida en la exclusión, en el
descarte. Este es el caso de los dos ciegos (9,27) que le gritan a Jesús: "; Ten compasión de
nosotros, Hijo de David! Este pasaje es una oportunidad para reconocer que no soy el único
enfermo, hay más igual que yo, y por tanto, me corresponde pedir por el otro.
Además, el mostrarse la persona como tal en su naturaleza humana y limitada es la oportunidad
de reconocer el poder de Dios por encima de todo.

Así pues, en todos y cada uno de los milagros realizados por Jesús es indispensable la fe, el
reconocimiento de la enfermedad o limitación y presentarse a Jesús y así el poder de actué. Por
otra parte, Jesús manifiesta con sus milagros su poder sobre la naturaleza humana, especialmente
sobre la enfermedad. De este modo, se hace presente el Reino de los Cielos.

Entrando en el apartado sobre el "discurso apostólico", me llama la atención cómo en el


evangelio de Mateo se presenta el llamado de los doce discípulos hasta el capítulo 10, después de
que ya ha realizado todo los milagros y haber practicado parte de su ministerio, con el fin de sean
los discípulos consciente y estén convencidos de la persona de Jesús por su mismo testimonio en
medio de ellos. Precisamente este capítulo se enfoca en el papel y suerte que tendr á quien siga a
Jesús, pues les da la autoridad y potestad de hacer presente el Reino de los Cielo de la misma que
Él lo hacía: curando, expulsando demonios, etc., pues elige y envía a personas concretas. Sin
embargo, ser seguidor de Cristo también conlleva persecuciones y momentos de agobio pero no
es causa para sentirse soledad, sino confianza en el Espíritu. Por otra parte, Seguir a Jesús es
motivo de entrega radical y renuncia total a todo apego material y mundano. El Señor elige a la
persona completa, sin importar sus limitaciones y su cruz; con dones y carismas pero con sus
flaquezas que en el camino se irán puliendo para irse asemejando con Él.

Entrando en el apartado número cuatro sobre "El misterio del Reino de los Cielos"
nos damos cuenta de que Jesús ya va con su comunidad de discípulos bien definida. Y de entrada
está la cuestionante del bautista "¿eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro? (11,3) a
lo que Jesús responde que se le diga todo cuanto ha hecho (milagros, prodigios dichos y
enseñanzas), dando a entender que con el testimonio de otros se reconoce que el Reino de los
Cielos ha llegado. Para los sencillos Jesús es signo de esperanza y de vida, para otros es motivo
de escándalo. Por eso, sólo a los sencillos les es revelado el Evangelio (11,25), lo cual equivale a
conocer a Dios Padre por el Hijo.
Me es impresionante la manera en cómo Jesús encara a los fariseos, siempre los deja callados y
en vergüenza. Él les hace saber que "el Hijo del hombre es señor del sábado" (12,8-14) dejando
claro que la ley por ley mata a la persona y no se respeta su dignidad, por tanto, siempre hay
condena pero con Él hay misericordia, perdón porque tiene el poder y la autoridad sobre lo
material, sobre lo creado porque es Dios. Aquí Jesús rescata el valor y la dignidad de la persona,
no es posible que por aferrarse a la ley o precepto se deje morir a una persona que es igual a mí y
cuando eso pasa quiere decir que hay conciencia de hermandad y empatía.

En Mateo, Jesús le da prioridad a las profecías del Antiguo Testamento sobre su venida, un claro
ejemplo es en 12,15 donde se habla sobre el "Siervo de Yahvé profetizado por Isaías, dándole
importancia para que se le reconociera como el mesías de Dios. A pesar de todos los prodigios
realizados por Jesús había resistencia en reconocerlo como tal, a tal grado de preguntarse "¿no
será este el Hijo de David? (12,23) pues llegaron a pensar en la intervención diabólica en lo que
hacía y no la intervención de Dios. Sin embargo, Jesús puso orden y dejó claro que el que difame
al Espíritu Santo no tendrá perdón.

Era tanta la arrogancia de los escribas y fariseos que le llegaron a decir a Jesús:
"Maestro, queremos ver un signo hecho por ti" (12,38). De alguna manera ya se le reconocía
como maestro, como aquel que instruye y enseña, sin embargo, seguramente lo hacían de una
manera sarcástica y para ponerlo a prueba. A lo que respondió Jesús que no habría más señal que
la de Jonás, también esto lo dijo en el sentido de su pasión, muerte y resurrección e invitaba a
escucharle y a cumplir la voluntad de Dios, pues esos son los que tienen verdadero
parentesco con El.

Es tan impresionante la forma de enseñar de Jesús, pues lo tan complejo como el explicar el
Reino de los Cielos con hace utilizando ejemplo tan sencillos y tan cotidianos con el fin de que
todas las personas podamos entender este gran misterio, aunque no en toda su expresión pues la
capacidad humana es limitada. A partir de aquí Mateo dedica un espacio al
"Discurso parabólico", en el cual enseña Jesús directamente desde una barca y llama la atención
que siempre dice: "El Reino de los cielos es semejante a..." (13,24), es decir, en ningún momento
se define concretamente qué es el Reino de los Cielos.
Así pues, Jesús siempre puso atención en cosas que le pudieran ayudar a explicar su mensaje
sobre el Reino, pues utilizó ejemplos de semillas, granos, levadura, tesoros, redes, etc. Con el fin
de que se viera lo dinámico, el incremento, la expansión, lo valioso y muchas otra cosas del
Reino de los cielos.

Por otra parte, cuando estaba con los suyos no tuvo la acogida que otros le daban pues dudaron y
no entendían por qué podía hacer tantos milagros, de ahí su expresión: "¿No es este el hijo del
carpintero? ;No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?..."
(13,55). Con todo esto queda claro que todos los de su tiempo lo conocían y sabian quiénes eran
sus familiares y personas cercanas a Él. Ahora bien, esto no quiere decir que por el hecho de
tener una familia se vea a Jesús en su pura naturaleza humana, sino gracias a éstos datos
reconocerlo en su doble condición: verdadero hombre y verdadero Dios.

Por su parte, haciendo referencia a Jesús, Herodes dice: "Ese es Juan el Bautista"
(14,2). En su arrogancia de poder y su poca información sobre la persona de Cristo, se permite
decir cualquier cosa sin tener seguridad en sus afirmaciones. Es que él no concibe a alguien más
grande que Juan pues lo tenía como gran profeta, pero Jesús es más grande que Juan porque es
Dios.

Otros de los acontecimientos muy reveladores de Jesús es en el momento de la primera


multiplicación de los panes donde movido por la compasión los atiende y les da de comer a
todos. Ante la necesidad de quienes lo siguen Jesús es atento y no permite que se vayan sin
comer, sin fuerza, cansados, sino todo lo contrario porque Él es vida y esperanza para todos.

La palabra de Dios siempre tiene algo nuevo que decir y enseñar. El capítulo 14,22-33, presenta
la oportunidad para reconocer a Jesús, pues es hasta entonces cuando lo discípulos lo reconocer
como lo que es, Hijo de Dios. Quiero ir por partes desarrollando mi reflexión; primero, retomo la
reacción de los discípulos al verlo caminar sobre las aguas: "Es un fantasma" (14,26). Los
discípulos iban solos en la barca con el mar revuelto, seguramente tenían mucho miedo y al verle
caminando se turbaron. Esa es la reacción de cuántos no reconocen a Jesús en su condición
divina porque todo lo quieren explicar y no le dan espacio a lo sobre natural y trascendente, o sea
pero también es contradictorio porque no creen en algo sobre natural pero sí en un fantasma. De
ahí que cuando no hay fe a "cualquier santo se le reza". Ya en el temor de los discípulos y en su
desesperación se refleja al hombre que no encuentra salida ante los embates fuertes de la vida.

Continuando con el desarrollo de este texto, le sigue la respuesta de Pedro: "Señor, si eres tú,
mándame ir hacia ti sobre las aguas" (14,28). Estamos tan inmersos en la mentalidad del
positivismo, de lo palpable, lo evidente que de todo queremos tener conocimiento preciso,
mensurable, necesariamente "debo tocarlo, verlo, sentirlo, quiero tener experiencia" para poder
dar razón de credibilidad. Me llama la atención cómo Pedro cree pero a la vez no, pues le dice
"Señor". Está resignado y tiene miedo, por eso cuando no tenemos a Jesús cerca de nosotros o en
nuestra vida, llega el miedo a enfrentar la vida. Ahora bien, rescato de Pedro el hecho de hablar
con Jesús "mándame ir hacia ti», con esto deja entrever que tiene conciencia del poder de Jesús y
que sin el consentimiento de su palabra no se pueden llevar a cabo las cosas mucho menos las
extraordinarias, se hace una especie de petición y oración, pues le pide ir.

Ante esto Jesús le manda ir hacia Él pero Pedro vuelve a entra en el campo del miedo y la duda,
y vuelve a exclamar: "; Señor, sálvame!, a lo que el Jesús le reprocha su poca fe.
Esto es una invitación a no dudar de Jesús. Y después de todo, los demás le reconocieron pues
dijeron: "verdaderamente eres Hijo de Dios" (14,33) entablando diálogo directo con Cristo. Por
tanto, ya no sólo Pedro lo ha reconocido como tal. sino toda la comunidad de discípulos. De aquí
que como seguidores de Cristo todos debemos afirmar con contundencia la divinidad del
Maestro.

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