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Introducción.
La indefectibilidad.
La acción del Espíritu Santo se dirige, primero que todo, a la Iglesia como
totalidad, para conservarla en la verdad de Cristo.
La indefectibilidad significa que la Iglesia, en cuanto columna y fundamento de
la verdad (I Tim. 3,15) no puede desviarse de la verdad de Cristo, porque en ese caso
dejaría de ser la Iglesia del Señor. Para conservarse en la verdad tiene la asistencia
infalible del Espíritu Santo. La totalidad de los fieles, por consiguiente, no puede fallar
en el creer, ya que está sostenida por Cristo a través de su permanente presencia en la
Iglesia por el Espíritu Santo.
Esta indefectibilidad es propia de la comunidad eclesial en su conjunto, no de
cada creyente en particular. De este modo la fe en Cristo y la fe en la Iglesia son
inseparables. No podemos pretender aceptar a Cristo si rechazamos la Iglesia que es su
Cuerpo.
El Magisterio de la Iglesia, dentro de este contexto eclesiológico, no es entonces
una realidad que está al margen y por encima de la Iglesia. El Magisterio es el
instrumento a través del cual el Espíritu conserva históricamente presente el
acontecimiento de Cristo y mantiene la continuidad histórica con Él.
El sentido de la fe.
Se puede decir que hay tres grados en las enseñanzas del Magisterio: doctrina
de fe divina y católica, doctrinas definitivas y otras doctrinas del Magisterio auténtico.
Doctrina definitiva.
El asentimiento definitivo
Tanto en las verdades del primer grupo (las que son de fe divina y católica)
como en las del segundo (las definitivas) no hay diferencia en cuanto al carácter
definitivo e irrevocable de la adhesión del fiel.
La diferencia se refiere a la virtud sobrenatural de la fe: en el caso de las
verdades del primer apartado el asentimiento se funda directamente sobre la fe en la
autoridad de la palabra de Dios (doctrinas de fide credenda)
En el caso de las verdades del segundo apartado, el asentimiento se funda sobre
la fe en la asistencia del Espíritu Santo al Magisterio y sobre la doctrina católica de la
infalibilidad del Magisterio (doctrinas de fide tenenda).
El modo con el que Magisterio enseña que una doctrina debe ser mantenida por
los fieles (ya sea como de fe divina y católica, ya sea como definitiva) puede ser
bien por medio de un acto definitorio o por un acto no definitorio.
En el caso de que lo haga a través de un acto definitorio, se define solemnemente
una verdad por medio de un pronunciamiento “ex cathedra” por parte del Romano
Pontífice o por medio de la intervención de un concilio ecuménico.
En el caso de un acto no definitorio, se enseña infaliblemente una doctrina por
medio del Magisterio ordinario y universal de los obispos esparcidos por el mundo en
comunión con el Sucesor de Pedro. Los obispos ejercen su magisterio ordinario
principalmente mediante las pastorales o documentos similares; por la edición y
aprobación de los catecismos y otros libros de carácter doctrinal; por los sermones e
instrucciones tenidas a sus fieles, sobre todo en las ocasiones más solemnes; por la
celebración de los sínodos diocesanos; por las contestaciones a las preguntas del Papa
sobre algún punto dogmático.
Un ejemplo de esta última manera de ejercitar el magisterio ordinario se dio no
hace muchos años, cuando el papa Pío XII preguntó a todo el episcopado su parecer
acerca de la definibilidad como dogma de fe de la asunción corporal de María a los
cielos. Los obispos contestaron moralmente todos en sentido afirmativo. En esta res-
puesta unánimemente afirmativa podemos ver el ejercicio del magisterio ordinario
infalible de los obispos, según indicó el mismo papa Pío XII en la constitución
apostólica Munificentissimus Deus: “Este singular consentimiento del episcopado
católico y los fieles, al creer definible como dogma de fe la asunción corporal al cielo de
la Madre de Dios, presentándonos la enseñanza concorde del magisterio ordinario de a
Iglesia y la fe concorde del pueblo cristiano, por él sostenida y dirigida, manifestó por sí
mismo, de modo cierto e infalible, que tal privilegio es verdad revelada por a su Dios y
contenida en aquel divino depósito que Cristo confió Esposa para que lo custodiase
fielmente e infaliblemente lo declarase”.
Muchas verdades de nuestra religión, antes de que alguna herejía hiciera
necesaria una definición, han sido durante muchos siglos verdades de fe divina y
católica por este consentimiento unánime del magisterio ordinario.Ppor ejemplo, en la
verdad de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, manifestada continuamente en
sermones, escritos, etc., del magisterio ordinario en los primeros siglos. Sin embargo,
no aparece definición alguna solemne de esta verdad hasta el siglo XVI en el concilio de
Trento contra los protestantes (D 874ss).
Precisamente para evitar posibles evasivas y para que aparezca con toda
evidencia cuándo una doctrina, puesta en duda, es de fe, la Iglesia recurre al magisterio
extraordinario definitorio de los concilios o del Papa.
Uso en la Biblia.
Aparece más el sentido jurídico del término. En el Antiguo Testamento lo
podemos encontrar en Dn 2,13: “Promulgando el decreto de matar a los sabios...”,
también en Est 3,9: “Si el rey juzga conveniente publicar un decreto para” y 2 Mac
10,8: “Por público decreto y voto prescribieron...” (verbo).
A su vez en el Nuevo Testamento, se lo encuentra en Lc 2,1: “Sucedió que por
aquellos días salió un edicto de César...”; Hch 17,7: “... todos ellos van contra los
decretos del César...”.
También encontramos el sentido filosófico, debido a la influencia de Flavio
Josefo y Filón que denominan dogma a la ley mosaica contraponiéndola a los dogmas
filosóficos. Por ejemplo en Ef 2,15: “anulando en su carne la Ley de los
mandamientos...” y en Col 2,14:“...la de las prescripciones con sus cláusulas...”.
Aunque el texto fundamental es el de Hch 16,4 («Conforme iban pasando por las
ciudades, les iban entregando, para que las observasen, las decisiones (δογµατα)
tomadas por los apóstoles y presbíteros en Jerusalén») donde se prepara, en cierta
manera, la conexión de los dos sentidos que tendrá lugar posteriormente. No tenemos el
concepto en sí, pero sí se puede hablar del “prototipo del dogma”.
Definición
El condicionamiento histórico.
Progreso dogmático.
Encíclica
Carta decretal.
Una epístola decretal (en latín episola decretalis o litteræ decretales) es una carta
mediante la cual el Papa, en respuesta a una petición, dicta una regla en materia
disciplinaria o canónica.
Es una de las más solemnes formas de pronunciamiento papal usado habitualmente para
las canonizaciones de los santos.
Constitución apostólica.
Motu proprio.
Exhortación apostólica.
Se trata de una forma de documento usado con frecuencia en estos últimos años,
habitualmente como conclusión de cada Sínodo de Obispos, de ahí su nombre habitual
de Exhortación postsinodal, como ejemplo podemos citar la Verbum Domini (2010) de
Benedicto XVI o Amoris laetitia (2016) de Francisco.
Todas ellas no tienen un carácter directamente legislativo sino más bien exhortativo-
persuasivo, que acentúa su dimensión pastoral.
Bula apostólica.
Son documentos solemnes, que llevan por tradición un sello incorporado, que
son expedidos por la Cancillería Apostólica papal sobre determinados asuntos de
importancia dentro de la administración clerical e incluso civil, constituyéndose en uno
de los instrumentos más extendidos en los que se fundamenta y expande la autoridad del
pontífice. Se usan ampliamente para la designación de obispos.
Breve.