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UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS


ESCUELA DE DERECHO

TEMA: LOS SOFISMAS

GRUPO 2

Integrantes:
Guardia Valera, José Abel
Izquierdo Torres, Jennifer Ximena
Méndez Pérez, Brenda Lizeth
Rodriguez Pesantes, Kiyomi Keña
Ramirez Agreda, Gonzalo Alexander
Sotero Gutiérrez, Andrea Gabriela

Docente:
Cesario Cabos Chávez

Curso:
Lógica y Desarrollo del Conocimiento Científico

TRUJILLO – PERÚ
2022
Introducción

En nuestra vida cotidiana hacemos uso del lenguaje para tratar de convencer a una

persona sobre algún asunto, para ello hacemos uso de los argumentos, entendidos como una

expresión oral o escrita de un razonamiento; todos los argumentos presentan premisas que

llevan a una conclusión coherente, cuando solamente son dos argumentos o dos premisas y

una conclusión se va a llamar silogismo. Los argumentos pueden ser falsos o verdaderos,

centrándonos en los argumentos falsos estos se dividen en falacias y sofismas. La falacia

viene a ser un error, engaño o falsedad para dañar a una persona y lograr algo

(intencionalmente). Mientras que un sofisma de manera general puede ser comprendido como

un argumento falso que induce al error, pues aparenta ser verdadero pero no lo es, está

relacionado con la estructuración del argumento.

Para comprender mejor la figura de los sofismas, en el presente informe trataremos

sus antecedentes y evolución histórica; además de la relación entre discurso, argumentación y

sofisma; las argumentaciones en lenguaje común y los lenguajes simbólicos; el

aquilatamiento del concepto de sofisma; el papel de los sofismas en la lógica formal; el papel

de los sofismas en la dialéctica.


I. Antecedentes y Evolución histórica

El sofisma o sofismo es un razonamiento o argumento falso con apariencia de verdad.


Así mismo, sofista derivará de las palabras “sophia” y “sophos”, que significan "sabiduría" o
"sabio" desde los tiempos de Homero, utilizándose originalmente para la descripción de la
experiencia de un conocimiento o profesión particular. Sin embargo, gradualmente, tal
palabra también llegó a denotar sabiduría general y especialmente sabiduría sobre asuntos
humanos (política, ética). Este fue el significado atribuido a los Siete Sabios griegos de los
siglos VII y VI a. C. (como Solón y Tales de Mileto), y este fue el significado que apareció en
las historias de Heródoto. En ese sentido, tenemos a Platón que dijo que los sofistas no están
interesados en obtener la solución correcta, sino que solo quieren que todos los oyentes estén
de acuerdo con ellos.
Los mayores y mejores sofistas conocidos fueron Protágoras de Abdera, (c. 490-421
a. C.) Gorgias de Leontinos (c. 487-380 a. C.), Hipias de Elis, Licofrón, Prodicos habría sido
maestro Sócrates y Trasímaco, Calicles aunque había muchos otros de los cuales sabemos
poco más que los nombres.
- Protágoras: Uno de los maestros más conocidos y exitosos. Entrenó a sus alumnos
para discutir desde el punto de vista, porque creía que la verdad no puede limitarse a
un solo lado del argumento. Así mismo, autor de la famosa frase: "El hombre es la
medida de todas las cosas", que es la oración inicial de su obra llamada Verdad. Esta
oración sería uno de los pilares del relativismo. También enseñó cómo hacer que el
argumento más débil sea el más fuerte, haciendo convincentes las posiciones
impopulares. Según Platón, Protágoras define su arte como "educar a los hombres".
- Gorgias: es el autor de una obra perdida conocida como “Sobre la Naturaleza o el
No Ser”, donde argumenta que no existe nada, trata de convencer a sus lectores de
que el pensamiento y la existencia eran diferentes y dijo que "lo que importa es la
adherencia, no la enseñanza de lo justo o lo injusto ". Es importante señalar que
Gorgias iba en contra del pensamiento de Parménides, quien afirmó la existencia del
ser y la imposibilidad de la existencia del no ser. A diferencia de este pensador, afirmó
que el ser no existía, porque las definiciones que le dieron los diferentes filósofos que
lo precedieron eran contradictorias.​
Escasos versados en Lógica, han sido capaces de explicar la presencia de los
sofismas. De hecho, la investigación de estos siempre ha resultado una ardua tarea para los
lógicos. En muchas ocasiones la clasificación y el análisis de los sofismas han sido una de las
piezas claves de la lógica. Otras, si aparecían solo era para enumerar la misma lista de
falacias. Sin embargo, los sofismas, desde que Aristóteles nos ilustró con la Lógica, se han
considerado como objetos de esta ciencia. Así pues, los aristotélicos desde el siglo XII
enumeran dos exigencias para definir qué lugar ocupan los sofismas: los que resultan del
lenguaje o lingüísticos y los que no resultan de este o son extralingüísticos.
Cabe destacar que los sofismas no siempre se han considerado una parte de esta
ciencia, surgieron bastantes opositores a Aristóteles y sus seguidores. Uno de estos fue Pierre
de la Ramée.
- Pierre de la Rameé: observa que no se puede describir de igual manera un
razonamiento incorrecto y otro correcto, pues la norma del primero no es sino el
incumplimiento de una norma que solo en apariencia sigue, y que, por el contrario, es
efectivamente cumplida por el segundo.
- Gerald Massey: siglos más adelante razona a favor de la disparidad entre las reglas
de la sofística y de la lógica formal, por lo que expresa que no existe una teoría de las
falacias. Pero su crítica va mucho más allá, manifestando que no hay una teoría de las
falacias porque no puede haberla, ya que las formas válidas de razonar se comportan
respecto a las argumentaciones válidas de manera diferente a como se relacionan las
inválidas.
El principio más significativo de toda aplicación de la lógica formal al lenguaje es que
las argumentaciones que cumplen formas válidas de argumentar sean correctas; por lo tanto,
es imposible que una argumentación, donde no ocurra dicha circunstancia, no sea lícita. En
cambio, cuando se especifican las formas inválidas de razonar, no se produce siempre que, al
cumplirse las condiciones implícitas en dicha forma por parte de un discurso del lenguaje
natural, dicho discurso sea una argumentación invalida. Así tenemos a:
· Massey: letrado que entendió este razonamiento como válido, por ejemplo: medir
1,65 metros se define como hombre adulto que es alto. Aunque no es suficiente que en un
discurso se ajuste a la forma de una falacia para que sea un razonamiento incorrecto, para
ello es necesario que al traducirlo al lenguaje formal se demuestre que nunca tendría una
forma válida.
Además, también será falaz la argumentación válida que se haya hecho siguiendo las
reglas inválidas. Por lo tanto, las formas de un discurso erróneo no son aptas para decidir
sobre la validez de una reflexión; sin embargo, serán oportunas para calificar de falaces las
creencias lógicas de quien razona, es por todo lo dicho que la investigación de los sofismas
tiene un interés más psicológico que lógico. Sin embargo, se presenta una postura que difiere
con la presentada por Massey:
- Rolf George: discrepa sobre las falacias formales expuestas por Massey. George, dice
que para que un razonamiento pueda considerarse válido o inválido, hay que saber
qué clase de argumentación desea realizar el que razona. Según este filósofo, esto da
la posibilidad de precaver la observación de Massey y defender el estudio de las
formas falsas de razonar como parte de la Lógica.
Así pues, según George, dos argumentaciones con las mismas premisas y conclusión.
pueden ser argumentaciones diferentes.
De esta forma introducimos las partes de esta argumentación que se toman como
variables en un rectángulo. Conforme a esta convención diremos que, si todas las sub
proposiciones están encajonadas, entonces la consecuencia es lógica. De otro modo, si todas
quedan fuera de los rectángulos, entonces es una consecuencia material.

II. Discurso, argumentación y sofisma

Desde el siglo XII con los aristotélicos, se indican dos exigencias para definir
correctamente un sofismas, estas dos exigencias son: Principium motivum sive causa movens
sive causa apparentiae (causa apparentiae) y principium defectus sive causa non existentiae
sive causa falsitatis (causa defectus). Antes de definir qué se entiende por un sofisma es
necesario explicar acerca del discurso declarativo y especialmente de la argumentación. Un
discurso viene a ser el conjunto de palabras del lenguaje común, ordenada de modo que
tengan sentido, es decir que estén acorde a la gramática del lenguaje usual. Será un discurso
declarativo, todo aquel que pueda ser calificado de verdadero o falso.
Tomando en cuenta ello, una argumentación será un discurso declarativo, donde se
cumplen dos requisitos: i) Se distingue antecedente o premisas de consecuente o conclusión y
ii) entre el antecedente y el consecuente existe una relación de buena consecuencia. Respecto
al primer requisito, se va a distinguir los discursos declarativos que tienen pretensión de ser
argumentación de aquellos que no intentan justificar una proposición a partir de otras dadas, a
través de los recursos que el lenguaje ofrece como son las locuciones “luego” ,“por
consiguiente”, “por lo tanto”, etc. En relación al segundo requisito, exige la existencia de una
relación de recta consecuencia entre antecedente y consecuente, al mencionar “buena
consecuencia” se refiere a que una argumentación al cumplir las adecuadas condiciones
lógicas no puede dar lugar a que exista un antecedente verdadero y un consecuente falso, para
evitar ello, los diversos sistemas proveen leyes con forma de implicaciones comprendidas
como conjuntos suficientes de condiciones lógicas. Sin embargo, resulta erróneo afirmar que
solamente por medio de los cálculos conocidos se puede determinar si hay o no hay recta
consecuencia, ni tampoco considerar la existencia de cálculos como exigencia para semejante
fin.
Por lo tanto, resulta coherente que para definir los sofismas deben unirse las nociones
de causa apparenti y causa defectus a las de discurso declarativo y de argumentación. De
modo general, un sofisma formal es un discurso declarativo que aparenta ser una
argumentación (por la causa apparentis) pero no lo es (por la causa defectus).
Por otro lado, la argumentación debe ser “comprendida”, es decir, que se conozcan las
partes de la argumentación que el razonar considera sustituibles (variables). Una
argumentación tiene un valor independiente de quien las hizo.
Para explicar la definición de sofismas, debe tenerse claro que esta no es simétrica a
la de razonamiento correcto, sino que es más compleja.

III. Las argumentaciones en lenguaje común y los lenguajes simbólicos

Cada lenguaje, para expresar las nuevas relaciones lógicas que halla en los discursos
del lenguaje común, cuenta con unos signos que le son característicos. Atendiendo a esta
observación pueden establecerse las siguientes reglas de ordenación de los lenguajes:
a) El lenguaje μ es de grado posterior al lenguaje λ si todos los discursos declarativos
que pueden simbolizarse en μ, pueden simbolizarse en λ. sin hacer uso de los signos
característicos de μ (pero no a la inversa).
b) Sea que 1) no todos los discursos declarativos que pueden simbolizarse con los
signos del lenguaje μ pueden simbolizarse por medio de los signos del lenguaje ν y viceversa.
Sea además 2) que los lenguajes μ y ν son ambos inmediatamente posteriores al lenguaje λ.
Si se dan estas dos condiciones, los lenguajes μ y ν son del mismo grado.
La lógica, como el resto de las ciencias, no ha alcanzado su perfección; caben
cálculos, hoy desconocidos, que analicen de otra manera o de forma más aquilatada las
argumentaciones y den reglas de deducción nuevas.
La advertencia sobre la imperfección de la Lógica y de los lenguajes simbólicos
conocidos nos lleva a hacer una nueva afirmación sobre las relaciones entre los discursos en
lenguaje natural y su simbolización: no hay forma de determinar cuándo, en la simbolización
de un discurso dado, hemos llegado al final de su análisis lógico. En otras palabras, por muy
precisamente que una fórmula analice un discurso, no es imposible que haya otra fórmula que
lo analice o de forma más detallada (si pertenece a un lenguaje de grado más elevado) o de
forma diferente (si la fórmula en cuestión es del mismo grado pero de otra rama)
Esto puede explicarse mejor por medio de dos proposiciones que hacen uso de dos
relaciones recíprocas. Nos referimos a las relaciones de simbolizar adecuadamente (que va de
una fórmula a un discurso) y de cumplir (que se produce desde un discurso a una fórmula).
Dichas proposiciones son las siguientes:
I. Si una fórmula de un lenguaje de grado n simboliza adecuadamente un discurso
declarativo, siempre cabe que otra fórmula de grado n + 1 (o de otra rama) lo simbolice
igualmente.
II. Dada una fórmula de un lenguaje simbólico siempre cabe que hallemos un discurso
declarativo en lenguaje común que cumpla esa y otra fórmula de un lenguaje más detallado (o
de otra rama). Las fórmulas de un lenguaje simbólico pueden ser válidas, contradictorias o
satisfacibles.
III. Si un discurso declarativo A es adecuadamente simbolizado por una fórmula φ de
un lenguaje de grado n, entonces:
a) Si dicha fórmula φ es válida, cualquier simbolización del discurso A en un lenguaje
de grado n+1(o de grado n + 1 seguido de, al menos, la(s), misma(s) letra(s) que siguen a n)
será también válida.
b) Si dicha fórmula φ es una contradicción, sucede mutatis mutandis lo mismo.
c) Si dicha fórmula es satisfacible. entonces una simbolización del discurso A en un
lenguaje de grado n + 1 (o de grado n + 1 seguido de, al menos, la(s), misma(s) letra(s) que
sigan a n) podrá ser una fórmula válida. una contradicción o una fórmula satisfacible.

IV. Aquilatamiento del concepto de sofisma

Recapitulando lo dicho anteriormente,la principal condición de la argumentación en


lenguaje natural resalta el antecedente y consecuente, simbolizando en un lenguaje artificial
con una implicación. Por ello, una ley con forma de implicación se refiere a una
argumentación.
Esto aplica para los sofistas también en cuanto a la implicación, pero su forma de
simbolización resultante será satisfacible o contradictoria. Se resalta que cualquier
simbolización en un lenguaje de grado superior será también una contradicción. Por el
contrario, en una fórmula satisfacible nada impide que sea una ley en otro lenguaje.
Los sofismas no se pueden definir de manera análoga, las falacias deben definirse de
forma más compleja. Sin embargo, la noción de grado de un lenguaje y las consideraciones
que preceden permiten una definir un sofisma formal como un discurso declarativo que
parece que cumple una implicación válida de un lenguaje de grado n y, a su vez, no cumple
tal implicación ni ninguna otra de dicho lenguaje.
Una implicación válida de un cálculo se puede interpretar como un conjunto de
condiciones suficiente para que, si un discurso las cumple, sea una argumentación. En este
punto, se debe tener en cuenta que la apariencia se produce en los sofismas porque cumplen
unas cuantas de las condiciones (incluso una) que expresa una implicación válida.
La condición expresada por la implicación válida que no es cumplida por el discurso
sofístico es, según Pedro Hispano, el principium defectus, mientras que lo que oculta el
incumplimiento de esa condición es la causa apparentiae.
En la noción de apariencia en la definición de sofisma puede objetarse: 1) que es una
noción más psicológica que lógica y. 2) que complica enormemente tal definición.
Respecto a la primera objeción, lo lógico se limita a tomar el engaño como una
posibilidad en determinados discursos, sin señalar si el engaño es más o menos efectivo. En
cuanto a la segunda objeción, un sofisma por la forma, a menos que sea una contradicción,
merece el calificativo de sofisma sólo por relación al cálculo en que se da la implicación
válida que parece cumplir.

V. El papel de los sofismas en la lógica formal

Los sofismas a lo largo de la historia han brindado beneficios a la lógica. Siendo así
Rijk, en el siglo XII, afirma que se desarrolló la lógica de los términos junto a la doctrina de
las falacias, señalando así que las falacias tenían como base a la lógica de los términos.
Actualmente las paradojas son consideradas como sofismos especialmente muy
difíciles de resolver que han hecho que los lógicos aguzan su ingenio en la búsqueda de
distingos y leyes de notable importancia. En referencia a esto Bertrand Russell señala que
puede ponerse a prueba una teoría lógica en base a su capacidad para resolver paradojas.
Los lógicos en el estudio de las falacias parten del razonamiento donde la existencia
de un error es notorio porque tienen el antecedente verdadero y el consecuente falso. De esta
manera los sofismas se convierten en fuente de fórmulas no válidas que pueden ordenarse
análogamente a como se organizan las fórmulas válidas. Se concluye entonces que el estudio
de los sofismas tienen gran utilidad para el lógico, y esto implica que la lógica formal tiene la
capacidad de estudiar perfectamente a los sofismas.
Así la lógica formal considera principalmente las leyes de la recta consecuencia como
objetos no operables por el hombre, sino simplemente especulativos. Y por la misma razón,
un lógico teórico puro solo se fijará en algo que puede ser sometido a su consideración y
análisis, pero no a algo que puede ser fabricado. Massey, en relación con la lógica, menciona
que además de ser un saber teórico, es un arte o saber práctico que enseña la manera de
aplicar las leyes lógicas a las operaciones de la razón (argumentaciones).
VI. El papel de los sofismas en la dialéctica
Lamentablemente la lógica formal no es capaz de determinar la validez de todos los
discursos que puedan presentar falacias; sin embargo, existe otra arte de la lógica que, si
puede realizarlo, lo cual lo conocemos como la dialéctica.
Según Hamblin, la división en falacias formales y no formales es reciente, esto en
distinción de las causas de apariencia y no existencia. Las falacias formales se producen
cuando no hay consecuencia formal, aunque aparenta haberlo.
Según Aristóteles, las reglas de la lógica formal tienen tres usos: El demostrativo, el
dialéctico y el retórico. El silogismo demostrativo busca concluir proposiciones necesarias,
Aristóteles desarrolla el silogismo demostrativo como un proceso deductivo (premisa mayor,
menor y conclusiones) (Trujillo & Vallejo, 2007, p. 110), por tanto, puedo señalar que en
cuanto son premisas deductivas, es necesaria su conclusión. El silogismo dialéctico pretende
convencer o refutar, partiendo de proposiciones donde se admite un interlocutor, aquí
hablamos de proposiciones inductivas. El silogismo retórico busca persuadir a una audiencia,
a través de lo que esta puede admitir, considerando la característica de los oyentes; por
ejemplo: Si una persona se encuentra en un conversatorio cristiano, tratará de persuadir a los
creyentes a tomar una ideología en nombre de la religión, para manipular la voluntad de
estos.
Los sofismas no formales son aquellos que aún en condiciones formales, incumplen
con las reglas antes vistas. Si un razonamiento es incorrecto formalmente, las reglas de su uso
serán igual, pero no se puede decir a la inversa. Puesto que existirán casos en los que el
discurso donde se comete una petición de principio, son irreprochables formalmente, pero no
refutan, no persuaden ni demuestran algo, ya que esta petición no atenta contra la forma, sino
contra la dialéctica.
Es así que el autor concluye que la distinción de falacias formales y no formales
puede complementarse con el uso de las reglas previstas anteriormente, entendiendo a las
falacias formales como aquellas falacias contra los usos del silogismo. Por ende, en las
Refutaciones Sofísticas, parte del estudio de la dialéctica, se investigue no solo las falacias
contra las leyes de este arte, como la petición de principio, sino también las falacias formales,
como la falsa consecuencia.
Como se señaló al principio, la lógica formal no es capaz de determinar la invalidez
de los discursos, puesto que jamás se encontrará la forma que pretendía ser. Sin embargo, la
dialéctica si cuenta con las herramientas necesarias, ya que después de perseguir el camino
lógico del discurso, pregunta al interlocutor la forma que quiso dar, encontraremos la causa
de apariencia con la de defecto. Es así que si George, en lugar de la lógica formal, se hubiera
referido a la dialéctica tendría razón al decir que aquellos razonamientos con formas inválidas
son inválidas.
Referencias

Sánchez Orrego, C. (2020). Filosofía: conceptos fundamentales. Una nueva introducción al

pensamiento crítico (Primera ed.). Chile: Ediciones UC.

https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/13/6166/48a.pdf

Trujillo Amaya, J. F. & Vallejo Álvarez, X. (2007). SILOGISMO TEÓRICO,

RAZONAMIENTO PRÁCTICO Y RACIOCINIO RETÓRICO-DIALÉCTICO.

Praxis filosófica , (24), 79-114. Recuperado el 12 de noviembre de 2022, de

http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0120-468820070001000

05&lng=en&tlng=es.

Gambra, M. (1987). El lugar de los sofismas en la Lógica. Revista de Filosofía. (Madrid), (1),

pp. 7-26.

https://pascal-francis.inist.fr/vibad/index.php?action=getRecordDetail&idt=11826067

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