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TEMA 3

LA LÓGICA, EL ESTUDIO DE LA ARGUMENTACIÓN Y LA RETÓRICA

1. ¿QUÉ ES ARGUMENTAR?
A lo largo de este tema vamos a estudiar las características específicas del lenguaje y la
argumentación de la filosofía. Todos los días escuchamos y utilizamos multitud de
argumentos. Pero ¿qué es exactamente un argumento? ¿Cuáles son sus tipos? ¿Cuándo
y por qué los consideramos válidos? ¿Cómo reconocer los argumentos que parecen
válidos, pero no lo son (falacias)?

“No es un error tener opiniones. El error es no tener nada más.”

Las opiniones son juicios personales y espontáneos que provienen en general de nuestra
experiencia cotidiana, nuestra educación, los medios de comunicación, etc. Nos dan
seguridad y nos proporcionan referencias, pero si queremos pensar por nosotros
mismos tenemos que ser capaces tanto de cuestionarlas como de fundamentarlas
buscando argumentos.
“Dar un argumento” significa ofrecer un conjunto de razones o de pruebas que apoyan
una conclusión. Para buscar argumentos tenemos que buscar información y estudiar el
tema en cuestión desde otras perspectivas distintas a la nuestra. Solo así podremos
decidir y defender porque unas opiniones nos parecen mejores que otras y además nos
servirá para indagar y hacernos nuevas preguntas.

Argumentar es dar razón de nuestras creencias y comportamientos ante los demás y


ante nosotros mismos. Con la argumentación tratamos de persuadir (conseguir con
razones y argumentos que una persona actúe o piense de un modo determinado) a
alguien por medio de nuestros razonamientos. ¿Para qué argumentamos? Para justificar
nuestros comportamientos, para criticar la conducta de otros, para sopesar los pros y
los contras de una decisión, para demostrar que una determinada opinión es acertada,
para valorar una situación… Este intercambio de razones se produce en el ámbito
científico, ético, político… En todas las situaciones posibles en las que surjan dudas y
discrepancias.

2. LA LÓGICA

La palabra lógica procede del griego lógos, que significa argumentación, lenguaje y
razonamiento. En el sentido de lógica como disciplina filosófica es un saber que ser
ocupa de las reglas para argumentar correctamente, se encarga de los razonamientos
correctos.
La lógica es un lenguaje formal que se esfuerza por determinar qué razonamientos son
válidos y en cuáles se ha incurrido en un error. La lógica formal traduce el lenguaje
natural (por ejemplo, el castellano) a letras y símbolos y se esfuerza por determinar si la
forma del argumento es válida con un cálculo, como una aritmética del razonamiento.

“Si llueve me mojo. Está lloviendo. Por tanto, me mojo” sería así: [(p –> q) ^ p] –> q]

Aunque la lógica pretende poseer un lenguaje preciso y completo para explicar la


realidad, a menudo olvida que ese lenguaje artificial se construye con el frágil lenguaje
humano. Es así como las grietas de ese lenguaje humano posibilitan trampas o
confusiones (falacias) o conducen a contradicciones (paradojas). De ello trata la lógica
no formal.
A la lógica se le suele llamar lógica formal y hay que tener en cuenta que un argumento
se puede simbolizar, de forma que los elementos que lo componen se sustituyen por
símbolos.

Todos los razonamientos o inferencias constan de dos componentes:


3. ARGUMENTOS DEDUCTIVOS E INDUCTIVOS

La relación que existe entre las premisas y la conclusión puede ser de dos tipos:
deductiva e inductiva. En los argumentos deductivos, la verdad de las premisas implica
necesariamente la verdad de la conclusión. En cambio, en los argumentos inductivos, de
la verdad de las premisas no se sigue necesariamente la verdad de la conclusión.

3.1. Criterios de validez de los argumentos deductivos

Por definición, un argumento deductivo es válido únicamente cuando, supuesta la


verdad de las premisas, se sigue necesariamente la verdad de la conclusión. Para
comprender este criterio distinguimos entre dos conceptos: verdad y validez lógica. La
verdad de una proposición depende de su contenido semántico, de lo que significa la
proposición y de la relación de tal significado con nuestro conocimiento acerca de la
realidad.

Por ejemplo, la verdad o la falsedad de la proposición: “Todos los estudiantes son


personas reflexivas” depende de que se haya podido comprobar previamente mediante
alguna investigación fiable. Y lo mismo ocurre con la proposición “Ana es estudiante”:
es necesario de un modo fiable comprobar que Ana es estudiante. Pero una vez
comprobadas como verdaderas ambas premisas, podemos estar seguros de que la
conclusión también será verdadera: “Ana es una persona reflexiva”. Si en lugar de tener
esta conclusión, el argumento terminase con una frase como “Por tanto, Ana es una
mujer”, tendríamos tres proposiciones verdaderas, pero el razonamiento no sería
válido, porque esta última conclusión no se sigue de aquellas premisas.

Todos los estudiantes son personas reflexivas


Ana es estudiante
Por tanto, Ana es una persona reflexiva

En cambio, puede darse el caso de que un argumento sea válido a pesar de que sus
premisas y su conclusión son falsas. En este caso, lo que ocurre es que, si las premisas
son verdaderas, entonces la conclusión sería necesariamente verdadera también. Esto
es lo que ocurre en el siguiente ejemplo:

Los arbustos son animales peligrosos


Los coches son arbustos
Por tanto, los coches son animales peligrosos

Este argumento es válido porque su forma lo es, pero no es un argumento correcto,


porque sus premisas son falsas. Para que un argumento sea correcto ha de ser válido y
además ha de tener premisas verdaderas.

3.2. Argumentos inductivos fuertes y débiles. Argumentos razonables

En el caso de los argumentos inductivos, el vínculo entre las premisas y la conclusión no


es de necesidad lógica, sino de probabilidad, como se puede observar en el siguiente
ejemplo:

En las ocasiones x, y, z, se observó que la fiebre disminuyó al bañar al enfermo en agua


fría. Por lo tanto, cuando se baña al enfermo en agua fría, baja la fiebre.

Por eso podemos distinguir entre argumentos inductivamente fuertes, que serán
aquellos en los que la verdad de las premisas hace muy probable la conclusión, aunque
no la garantice, y argumentos inductivamente débiles, en caso contrario. Por tanto, en
el caso de los razonamientos inductivos no hablaremos de su invalidez o de su validez,
ni tampoco de su corrección ni de su incorrección, sino más bien si son más razonables
o menos: cuanto más fuerte es un argumento inductivo, más razonable es; y cuanto más
débil menos razonable es. Un argumento inductivo será tanto más fuerte, es decir, tanto
más razonable, cuanto mayor la probabilidad de que dadas las condiciones X, Y, Z
(premisas), ocurra lo que se menciona la conclusión. Esto significa que hay que evitar los
factores imprevistos. En nuestro ejemplo habrá que comprobar si le baja la fiebre
aunque haya comido, esté en ayunas, sea un bebé, un adulto, un anciano… La fuerza de
un argumento inductivo no depende solo del número de observaciones que tomemos
como premisas, sino también de la variedad de las circunstancias en que se realicen las
observaciones.

4. LA LÓGICA SILOGÍSTICA

4.1. Qué es un silogismo

El término silogismo procede del griego y significaba argumento válido, pero sirvió para
referirse a ciertos argumentos que constan de dos premisas y conclusión, tanto si son
válidos como si no lo son. El ejemplo más citado es: “Todos los hombres son mortales,
Sócrates es hombre. Sócrates es mortal”.
La lógica silogística es la que se encarga del estudio de este tipo de argumentos, y
también se le llama lógica aristotélica porque fue Aristóteles (s. IV a. C.) el fundador
principal investigador de la misma. Para esta rama de la lógica, las premisas y la
conclusión solo pueden ser proposiciones, es decir, enunciados de los que pueda
afirmarse que son verdaderos o falsos.
La lógica silogística clasifica las proposiciones en cuatro tipos básicos, según la cantidad
a la que se refiera el sujeto de la proposición y su carácter negativo o positivo, que se
simbolizan con las letras A, E, I, O:

- Son de tipo A las proposiciones universales afirmativas. Por ej.: Todos los
hombres son morrales.
- Las de tipo E son proposiciones universales negativas. Por ej.: Ningún hombre es
invisible.
- Las de tipo I corresponde a las proposiciones particulares afirmativas. Por ej.:
Algunas mujeres son pelirrojas.
- Las de tipo O son proposiciones particulares negativas. Por ej.: Algunos niños no
son alegres.

En cada proposición podemos distinguir dos términos, que son los elementos más
simples que la componen. Por ejemplo, en la proposición “Sócrates es mortal”, los dos
términos son: “Sócrates” y “mortal”. En todo silogismo tiene que haber tres términos
distintos, que son simbolizados con las letras S, P y M:
La letra S simboliza el sujeto de la conclusión.
La letra P se refiere al predicado de la conclusión.
La letra M simboliza el término medio, que aparece en las dos premisas, pero no aparece
en la conclusión.
De esta manera nuestro silogismo anterior quedaría así:

Todos los hombres son mortales. Todo M (término medio, que aparece en las dos
premisas, pero no aparece en la conclusión) es P (se refiere al predicado de la
conclusión).
Sócrates es hombre. S (simboliza el sujeto de la conclusión) es M (término medio, que
aparece en las dos premisas, pero no aparece en la conclusión).
Sócrates es mortal. Luego, S (simboliza el sujeto de la conclusión) es P (se refiere al
predicado de la conclusión).
A la proposición en la que aparece P y M se le llama premisa mayor y la que contiene S
y M se le llama premisa menor.
5. LA LÓGICA INFORMAL

Es una rama de la lógica que estudia los argumentos atendiendo al contexto de diálogo
en los que son utilizados. Cada uno de estos contextos de diálogo tiene sus propias reglas
de juego que los participantes deben respetar, de manera que los argumentos son
válidos si se cumplen dos condiciones:
- Se trata de argumentos válidos desde el punto de vista de la lógica formal, es
decir, que la conclusión se sigue de las premisas.
- No se pueden cometer falacias (es un argumento que parece válido, pero no lo
es. Algunas falacias se cometen intencionalmente, para persuadir o manipular a
los demás, mientras que otras se cometen sin intención, debido a descuidos o
ignorancia).

6. PARADOJAS

Son declaraciones aparentemente verdaderas que conducen a una contradicción


lógica o a algo que contradice el sentido común. Las hay de todos los tipos, desde
paradojas muy simples hasta paradojas que han atormentado a los más grandes
científicos.

La Paradoja del Mentiroso. Esta es la paradoja más simple y una de las más antiguas y
conocidas. Fue propuesta por Epiménides de Creta, el cual afirmaba que todos los
cretenses son embusteros (en este caso la paradoja aparece si el enunciado es
verdadero pues el mismo Epiménides es cretense y tiene que estar diciendo algo falso,
lo cual es una contradicción). Se basa en oraciones paradójicas, como “Esta afirmación
es falsa.”

Paradoja de Sancho Panza: “Si alguno pasare por este puente de una parte a otra, ha de
jurar primero adónde y a qué va; y si jurare verdad, déjenle pasar, y si dijere mentira,
muera por ello ahorcado en la horca que allí se muestra, sin remisión alguna”. Sabida
esta ley y la rigurosa condición della, pasaban muchos, y luego en lo que juraban se
echaba de ver que decían verdad y los jueces los dejaban pasar libremente. Sucedió,
pues, que tomando juramento a un hombre juró y dijo que iba a morir en aquella horca
que allí estaba. Repararon los jueces en el juramento y dijeron: “Si a este hombre le
dejamos pasar libremente, mintió en su juramento, y conforme a la ley debe morir; y si
le ahorcamos, él juró que iba a morir en aquella horca, y, habiendo jurado verdad, por la
misma ley debe ser libre.”
Cervantes. Don Quijote de la Mancha 2ª parte, cap. LI
Paradoja del abuelo. Descrita por la ciencia ficción por primera vez en la pluma del
escritor René Barjavel en su libro “El Viajero Imprudente”, publicado en 1943. La
paradoja es esta: supongamos que un hombre viaje en el tiempo y mate a su abuelo
biológico antes de que conociera a la abuela del viajero. Como resultado, uno de los
padres del viajero nunca sería concebido. Pero al no ser concebido, tampoco podría
haber viajado en el tiempo su nieto, lo que implica que su abuelo seguiría vivo, y el
viajero podría ser concebido, para viajar en el tiempo y matar a su abuelo. Cada
posibilidad se niega a sí misma, formando así una paradoja.

Paradoja de Protágoras. Protágoras acogió en su academia a su discípulo Evatlo con la


condición de que le pagara los honorarios del curso cuando ganase su primer pleito.
Terminado el curso Evatlo no tuvo ningún cliente y Protágoras demandó a su discípulo.
Los argumentos expuestos por Evatlo fueron los siguientes: “tanto si gano como si
pierdo, en ningún caso tendrá obligación de pagar a Protágoras; si yo gano el pleito no
tendré que pagar ya que el Juez habrá desestimado la demanda y si lo pierdo, entonces,
no habré ganado mi primer pleito y por lo tanto no se habrá cumplido la condición que
hacía exigible la obligación del pago de los honorarios.” Pero Protágoras respondió:
“tanto si gano como si pierdo este pleito, Evatlo siempre tendrá obligación de pagarme;
si yo gano la demanda, por ley tendrá que pagarme y si la pierdo, también tendrá que
pagarme porque significará que ha ganado su primer pleito, es decir, se habrá cumplido
la condición de nuestro acuerdo.”

La Paradoja de la Omnipotencia. Esta paradoja es parte de una familia de paradojas


similares que tienen que ver con la pregunta de cuan omnipotente se puede llegar a ser.
Si Dios es omnipotente, ¿Dios puede crear una piedra que ni él mismo pueda cargar? Si
la respuesta es sí, entonces Dios no es omnipotente, porque no puede cargar dicha
piedra. Si la respuesta es no, entonces Dios no es omnipotente, porque no puede crear
dicha piedra. Por lo tanto, Dios no es omnipotente. Otra versión: ¿puede un ser
omnipotente construir una fortaleza indestructible que ni él mismo pueda destruir?

Paradoja del Barbero: El único barbero del pueblo dice que “afeitará a todos aquellos
que no se afeiten a sí mismos.” Pregunta: ¿quién afeitará al barbero? Si no se afeita a sí
mismo será una de las personas que no se afeitan a sí mismas, con lo cual debería de
afeitarse, siendo por tanto una de las personas que se afeitan a sí mismas, no debiendo
por tanto afeitarse.
7. FALACIAS

Las falacias son razonamientos incorrectos que se usan para argumentar o defender una
posición. A menudo son malintencionados, pues el que los realiza pretende usarlos
como engaño para convencer.

1. Falacias Formales

Son las inferencias no válidas por su forma. Tienen un esquema muy parecido al de las
argumentaciones deductivamente válidas y es fácil que la gente piense, a falta de un
examen detenido, que efectivamente lo son.

Afirmación del consecuente:

Si sales sin taparte, te resfriarás


Te has resfriado
La culpa es de haber salido sin taparte

Negación del antecedente:

Si tienes fiebre es que estás enfermo


No tienes fiebre
Por tanto, no estás enfermo

2. Falacias No Formales

El error no está en la incorrección de la forma de la deducción sino en cuestiones


referentes al contenido, al significado, a la cantidad de información, a quién o cómo
argumenta, etc.
Y aún hay otras más:

La pendiente resbaladiza, falacia del jugador, al antiquitatem, el hombre de paja, las


fake news…
8. RETÓRICA

La retórica es el arte de convencer a un determinado público mediante los


procedimientos de persuasión que resulten más adecuados para cada caso. Un
argumento será válido, desde la perspectiva de la retórica, si consigue convencer a las
personas a las que va dirigido dicho argumento. La retórica considera válidos los
argumentos que logran convencer. De manera que un determinado argumento será
tanto más válido cuanto mayor sea la cantidad de público que lo acepte.
La retórica nació en Atenas en el ámbito político y judicial antes que en el campo de la
literatura. Se desarrolló durante la democracia ateniense, ya que se consideró
fundamental la elocuencia y la persuasión a la hora de llevar las propuestas a la
Asamblea. Las fuentes más importantes son la Retórica de Alejandro de Anaxímenes de
Lámpsaco y la Retórica de Aristóteles.

8.1. Tres métodos para convencer


Aristóteles (Grecia, 384-322 a.C.) explicó en su Retórica que existen tres vías posibles
para convencer o persuadir a las personas: el éthos, el páthos y el lógos.

1. El éthos se basa en la confianza y la credibilidad que tenga la persona que


argumenta; sus argumentos convencen a un determinado público porque
proceden de una persona que tiene reputación entre este público.
2. El páthos consiste en apelar a las emociones del público. Se trata de convencer
utilizando argumentos que atraigan determinadas emociones y sentimientos
entre los oyentes, aunque a veces no se respeten las leyes de la lógica.
3. El lógos trata de convencer con argumentos racionales, conceptos, claros y
contrastados. Este sistema no es incompatible con los dos anteriores, pero se
distancia de ellos en que la persuasión tiene que proceder por encima de todo
de los argumentos razonables y no tanto de la reputación del que argumenta y
su capacidad para motivar.

8.2. Partes del discurso según la retórica clásica

Más tarde, Cicerón (República romana, 106- 43 a.C.) distinguió varios elementos para
elaborar un discurso exitoso:

1. La inventio es la fase en la que la persona que va a pronunciar su discurso o


participar en un debate se informa del tema que se va a tratar y del contexto en
el que tendrá lugar: ¿qué materiales consultar?, necesidades, intereses y fines
que tienen las personas a las que hay que convencer, tiempo del que se dispone,
lugar donde tendrá lugar el acontecimiento. Se trata de recoger toda la
información posible sobre el tema y circunstancias en las que tendrá lugar.
2. La dispositio es la preparación de la estructura del discurso. Lo normal es que
tenga una introducción, un desarrollo y una conclusión.
3. La elocutio consiste en programar el contenido de forma que se utilicen recursos
que atraigan la atención del público, procurando que se provoquen las
emociones adecuadas, de modo que la audiencia quede convencida de nuestros
argumentos.
4. La memoria indica que se debe hacer una cierta memorización del discurso, para
no tener que leerlo constantemente. Se demuestra de esta forma que se
denomina la materia cuando se habla del tema.
5. La pronuntiatio es la puesta en escena del discurso, en el que hay que cuidar el
tono de voz, la vestimenta, el lenguaje corporal, el uso de las imágenes y demás
recursos que supongan el contacto con el público.

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