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1. ¿QUÉ ES ARGUMENTAR?
A lo largo de este tema vamos a estudiar las características específicas del lenguaje y la
argumentación de la filosofía. Todos los días escuchamos y utilizamos multitud de
argumentos. Pero ¿qué es exactamente un argumento? ¿Cuáles son sus tipos? ¿Cuándo
y por qué los consideramos válidos? ¿Cómo reconocer los argumentos que parecen
válidos, pero no lo son (falacias)?
Las opiniones son juicios personales y espontáneos que provienen en general de nuestra
experiencia cotidiana, nuestra educación, los medios de comunicación, etc. Nos dan
seguridad y nos proporcionan referencias, pero si queremos pensar por nosotros
mismos tenemos que ser capaces tanto de cuestionarlas como de fundamentarlas
buscando argumentos.
“Dar un argumento” significa ofrecer un conjunto de razones o de pruebas que apoyan
una conclusión. Para buscar argumentos tenemos que buscar información y estudiar el
tema en cuestión desde otras perspectivas distintas a la nuestra. Solo así podremos
decidir y defender porque unas opiniones nos parecen mejores que otras y además nos
servirá para indagar y hacernos nuevas preguntas.
2. LA LÓGICA
La palabra lógica procede del griego lógos, que significa argumentación, lenguaje y
razonamiento. En el sentido de lógica como disciplina filosófica es un saber que ser
ocupa de las reglas para argumentar correctamente, se encarga de los razonamientos
correctos.
La lógica es un lenguaje formal que se esfuerza por determinar qué razonamientos son
válidos y en cuáles se ha incurrido en un error. La lógica formal traduce el lenguaje
natural (por ejemplo, el castellano) a letras y símbolos y se esfuerza por determinar si la
forma del argumento es válida con un cálculo, como una aritmética del razonamiento.
“Si llueve me mojo. Está lloviendo. Por tanto, me mojo” sería así: [(p –> q) ^ p] –> q]
La relación que existe entre las premisas y la conclusión puede ser de dos tipos:
deductiva e inductiva. En los argumentos deductivos, la verdad de las premisas implica
necesariamente la verdad de la conclusión. En cambio, en los argumentos inductivos, de
la verdad de las premisas no se sigue necesariamente la verdad de la conclusión.
En cambio, puede darse el caso de que un argumento sea válido a pesar de que sus
premisas y su conclusión son falsas. En este caso, lo que ocurre es que, si las premisas
son verdaderas, entonces la conclusión sería necesariamente verdadera también. Esto
es lo que ocurre en el siguiente ejemplo:
Por eso podemos distinguir entre argumentos inductivamente fuertes, que serán
aquellos en los que la verdad de las premisas hace muy probable la conclusión, aunque
no la garantice, y argumentos inductivamente débiles, en caso contrario. Por tanto, en
el caso de los razonamientos inductivos no hablaremos de su invalidez o de su validez,
ni tampoco de su corrección ni de su incorrección, sino más bien si son más razonables
o menos: cuanto más fuerte es un argumento inductivo, más razonable es; y cuanto más
débil menos razonable es. Un argumento inductivo será tanto más fuerte, es decir, tanto
más razonable, cuanto mayor la probabilidad de que dadas las condiciones X, Y, Z
(premisas), ocurra lo que se menciona la conclusión. Esto significa que hay que evitar los
factores imprevistos. En nuestro ejemplo habrá que comprobar si le baja la fiebre
aunque haya comido, esté en ayunas, sea un bebé, un adulto, un anciano… La fuerza de
un argumento inductivo no depende solo del número de observaciones que tomemos
como premisas, sino también de la variedad de las circunstancias en que se realicen las
observaciones.
4. LA LÓGICA SILOGÍSTICA
El término silogismo procede del griego y significaba argumento válido, pero sirvió para
referirse a ciertos argumentos que constan de dos premisas y conclusión, tanto si son
válidos como si no lo son. El ejemplo más citado es: “Todos los hombres son mortales,
Sócrates es hombre. Sócrates es mortal”.
La lógica silogística es la que se encarga del estudio de este tipo de argumentos, y
también se le llama lógica aristotélica porque fue Aristóteles (s. IV a. C.) el fundador
principal investigador de la misma. Para esta rama de la lógica, las premisas y la
conclusión solo pueden ser proposiciones, es decir, enunciados de los que pueda
afirmarse que son verdaderos o falsos.
La lógica silogística clasifica las proposiciones en cuatro tipos básicos, según la cantidad
a la que se refiera el sujeto de la proposición y su carácter negativo o positivo, que se
simbolizan con las letras A, E, I, O:
- Son de tipo A las proposiciones universales afirmativas. Por ej.: Todos los
hombres son morrales.
- Las de tipo E son proposiciones universales negativas. Por ej.: Ningún hombre es
invisible.
- Las de tipo I corresponde a las proposiciones particulares afirmativas. Por ej.:
Algunas mujeres son pelirrojas.
- Las de tipo O son proposiciones particulares negativas. Por ej.: Algunos niños no
son alegres.
En cada proposición podemos distinguir dos términos, que son los elementos más
simples que la componen. Por ejemplo, en la proposición “Sócrates es mortal”, los dos
términos son: “Sócrates” y “mortal”. En todo silogismo tiene que haber tres términos
distintos, que son simbolizados con las letras S, P y M:
La letra S simboliza el sujeto de la conclusión.
La letra P se refiere al predicado de la conclusión.
La letra M simboliza el término medio, que aparece en las dos premisas, pero no aparece
en la conclusión.
De esta manera nuestro silogismo anterior quedaría así:
Todos los hombres son mortales. Todo M (término medio, que aparece en las dos
premisas, pero no aparece en la conclusión) es P (se refiere al predicado de la
conclusión).
Sócrates es hombre. S (simboliza el sujeto de la conclusión) es M (término medio, que
aparece en las dos premisas, pero no aparece en la conclusión).
Sócrates es mortal. Luego, S (simboliza el sujeto de la conclusión) es P (se refiere al
predicado de la conclusión).
A la proposición en la que aparece P y M se le llama premisa mayor y la que contiene S
y M se le llama premisa menor.
5. LA LÓGICA INFORMAL
Es una rama de la lógica que estudia los argumentos atendiendo al contexto de diálogo
en los que son utilizados. Cada uno de estos contextos de diálogo tiene sus propias reglas
de juego que los participantes deben respetar, de manera que los argumentos son
válidos si se cumplen dos condiciones:
- Se trata de argumentos válidos desde el punto de vista de la lógica formal, es
decir, que la conclusión se sigue de las premisas.
- No se pueden cometer falacias (es un argumento que parece válido, pero no lo
es. Algunas falacias se cometen intencionalmente, para persuadir o manipular a
los demás, mientras que otras se cometen sin intención, debido a descuidos o
ignorancia).
6. PARADOJAS
La Paradoja del Mentiroso. Esta es la paradoja más simple y una de las más antiguas y
conocidas. Fue propuesta por Epiménides de Creta, el cual afirmaba que todos los
cretenses son embusteros (en este caso la paradoja aparece si el enunciado es
verdadero pues el mismo Epiménides es cretense y tiene que estar diciendo algo falso,
lo cual es una contradicción). Se basa en oraciones paradójicas, como “Esta afirmación
es falsa.”
Paradoja de Sancho Panza: “Si alguno pasare por este puente de una parte a otra, ha de
jurar primero adónde y a qué va; y si jurare verdad, déjenle pasar, y si dijere mentira,
muera por ello ahorcado en la horca que allí se muestra, sin remisión alguna”. Sabida
esta ley y la rigurosa condición della, pasaban muchos, y luego en lo que juraban se
echaba de ver que decían verdad y los jueces los dejaban pasar libremente. Sucedió,
pues, que tomando juramento a un hombre juró y dijo que iba a morir en aquella horca
que allí estaba. Repararon los jueces en el juramento y dijeron: “Si a este hombre le
dejamos pasar libremente, mintió en su juramento, y conforme a la ley debe morir; y si
le ahorcamos, él juró que iba a morir en aquella horca, y, habiendo jurado verdad, por la
misma ley debe ser libre.”
Cervantes. Don Quijote de la Mancha 2ª parte, cap. LI
Paradoja del abuelo. Descrita por la ciencia ficción por primera vez en la pluma del
escritor René Barjavel en su libro “El Viajero Imprudente”, publicado en 1943. La
paradoja es esta: supongamos que un hombre viaje en el tiempo y mate a su abuelo
biológico antes de que conociera a la abuela del viajero. Como resultado, uno de los
padres del viajero nunca sería concebido. Pero al no ser concebido, tampoco podría
haber viajado en el tiempo su nieto, lo que implica que su abuelo seguiría vivo, y el
viajero podría ser concebido, para viajar en el tiempo y matar a su abuelo. Cada
posibilidad se niega a sí misma, formando así una paradoja.
Paradoja del Barbero: El único barbero del pueblo dice que “afeitará a todos aquellos
que no se afeiten a sí mismos.” Pregunta: ¿quién afeitará al barbero? Si no se afeita a sí
mismo será una de las personas que no se afeitan a sí mismas, con lo cual debería de
afeitarse, siendo por tanto una de las personas que se afeitan a sí mismas, no debiendo
por tanto afeitarse.
7. FALACIAS
Las falacias son razonamientos incorrectos que se usan para argumentar o defender una
posición. A menudo son malintencionados, pues el que los realiza pretende usarlos
como engaño para convencer.
1. Falacias Formales
Son las inferencias no válidas por su forma. Tienen un esquema muy parecido al de las
argumentaciones deductivamente válidas y es fácil que la gente piense, a falta de un
examen detenido, que efectivamente lo son.
2. Falacias No Formales
Más tarde, Cicerón (República romana, 106- 43 a.C.) distinguió varios elementos para
elaborar un discurso exitoso: